Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Por la tarde, una amiga me trajo una bolsa de ropa usada para que yo la entregara
a una de las tiendas de segunda mano del barrio. Incluidas entre las cosas había
cuatro muñecas Barbie en excelente condición. Su cabello aún estaba brillante,
largo y abundante. Con sonrisas permanentes, dos ostentaban aretes, y otra tenía
un yo-yo rosado fijado a su mano. La moda era del típico estilo Barbie.
Estaba a punto de sacar las muñecas de la bolsa, (serían un lindo regalo para mi
hija de nueve años), cuando algo me detuvo. Las fotografías. Los recuerdos. Los
ideales. Lentamente devolví las muñecas a la bolsa.
Mis días felices de estudiante, en los que vivía y
respiraba la teoría feminista, siempre me
parecieron tan estridentes, fuertes, y agresivos,
comparados con mi existencia más sedentaria como
madre y dueña de casa ortodoxa.
He sido observante por muchos años, y una madre por nueve de esos años, pero
sólo luego de mi encuentro con las muñecas Barbie había reconocido
conscientemente cuan similares eran realmente mis dos vidas.
Mis días felices de estudiante, en los que vivía y respiraba la teoría feminista,
siempre me parecieron tan estridentes, fuertes, y agresivos, comparados con mi
existencia más sedentaria como una madre y dueña de casa ortodoxa. Sin
embargo, la imagen de esas fotografías me recordó una verdad olvidada hace
mucho: el feminismo y el judaísmo tradicional, comparten una meta en común –
defender y asegurar la dignidad de la mujer.
La forma en que estas dos ideologías expresan y alcanzan esa meta, a veces las
pone en conflicto. Pero la meta en sí es indiscutible. Así como yo nunca hubiera
aprobado una muñeca Barbie en mi casa cuando mi estilo de vida era el de una
feminista moderna, así mismo – y por las mismas razones – entendía que este tipo
de muñecas no son apropiadas para un hogar religioso.
Fue solamente mi conciencia feminista la que se apagó ese día cuando casi le di
las muñecas a mi hija. Mi conciencia de Torá tampoco estaba totalmente alerta.
¿Cómo podría ser anfitriona, en mi casa observante, de una muñeca que se ve
más como una chica Playboy que una compañera de juegos de una niña?
Barbie representa una cultura que deshumaniza a
las mujeres.
En mi ambiente actual, Barbie simboliza todo lo que yo, como una mujer que no es
observante de nacimiento, rechazaba sobre la cultura occidental. Ella es todo
cuerpo. No hay nada de ella que sugiera remotamente espiritualidad e interioridad.
Ella representa una cultura que deshumaniza a las mujeres.
Por suerte, fue justo en esta coyuntura en mi vida, cuando me estaba sintiendo
sofocada por tener que atenerme a las instrucciones, que conocí a una mujer que
fue capaz de sacudir mis ideas sobre religión, mujeres y feminismo.
Java respondió todas mis preguntas y ataques con una tranquila seguridad que
me desconcertó. Ella fue capaz de mostrar la base de la Torá bajo la mayoría de
mis problemas feministas, porque compartíamos el mismo lenguaje feminista. Por
ejemplo, una vez le pregunté como podía vestirse de forma tan sofocante.
Estábamos en medio del verano, y ella tenía puesta una falda que le llegaba abajo
de las rodillas, mangas que cubrían sus codos, y una camisa abotonada hasta
arriba. Era obvio para mí que su adherencia a un código de vestimenta tan estricto
era prueba de su subordinación a "los rabinos". Ellos eran los que, según yo
pensaba, habían formulado las restricciones. Dado que en esa época, yo pensaba
que la ley judía era "escrita por hombres para hombres", me parecía claro que las
leyes detzniut no eran pensadas en beneficio de las mujeres.
Ella me explicó que los seres humanos están obligados a emular a su creador. Así
como Dios se "esconde" tras la máscara del mundo físico, así mismo nosotros
deberíamos cuidarnos de no revelar nuestro yo más profundo a todo el mundo –
sólo en el momento apropiado, en el lugar apropiado, con la persona correcta.
Al proyectarnos en una forma menos externa, nos
damos cuenta de nuestra profundidad e interioridad
propia.
Al adoptar las leyes de tzniut, reconocemos que la espiritualidad es, en su
esencia, privada e interna. La tzniut refina nuestra auto-definición. Al proyectarnos
en una forma menos externa, nos damos cuenta de nuestra profundidad e
interioridad propia, y tenemos más probabilidad de relacionarnos con quienes nos
rodean de una forma más profunda, menos superficial. Dado que mi feminismo
estaba basado en ser una persona más autentica y conciente espiritualmente, su
explicación resonó muy profundo en mí.
Lo que fue aún más chocante es que Java no tenía ninguna necesidad de mitigar
su feminidad. Ella se vestía bien, tenía un don para los colores, y yo deseaba
tener su sentimiento de seguridad. Ella sabía que era más que un cuerpo, pero
también apreciaba y realzaba sus atributos naturales. A través del ejemplo
personal, ella me enseñó que una persona puede ser atractiva sin ser atrayente.
Linda, no provocativa.
Java se esforzó mucho para enseñarme que tzniut es mucho más que un código
de vestimenta para las mujeres. Primero, aprendí que las leyes de tzniut no son
solamente para las mujeres. A ambos sexos se les requiere vestirse y
comportarse de una forma digna. Sin embargo, las leyes de vestimenta de las
mujeres son más detalladas debido a que el cuerpo de las mujeres afecta, tanto a
las mujeres como a los hombres, en muchas más formas.
Observar las leyes de tzniut es una declaración, tanto para uno mismo como para
el mundo entero, de que nuestra autoestima no está basada en la aprobación de
otros, sino en hacer lo que es correcto a los ojos de Dios. La tzniut libera a las
personas de la superficialidad, y de esta forma, engendra un sentido más fuerte de
uno mismo. Yo soy más que mi cuerpo, ya no me influye la corriente pasajera de
moda. La tzniut me libera para elevarme a alturas mucho más grandiosas.
Jaya Rivká Jessel dejó este mundo el 12 de Tevet, 5764 (6 de Enero de 2004).
Por favor visita la página Web que ha sido creada en su memoria
enhttp://www.rabbileff.net/shiurim/special/chayarivka/index.htm
Publicado: 25/10/2008