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Trabajo Práctico: Feminismo y teoría del género

Primera Parte.

Texto Uno: S. de Beauvoir, El segundo sexo, I: Los hechos y los mitos

“Los antifeministas extraen del examen de la Historia dos argumentos contradictorios: 1.º Las mujeres nunca han creado
nada grande. 2.º La situación de la mujer no ha impedido nunca la floración de grandes personalidades femeninas. Hay
mala fe en tales afirmaciones; los éxitos de algunas privilegiadas no compensan ni excusan el rebajamiento sistemático del
nivel colectivo; y el que esos éxitos sean raros y limitados prueba precisamente que las circunstancias les son
desfavorables.

Pero el período que estamos atravesando es un período de transición; este mundo, que siempre ha pertenecido a los
hombres, todavía se halla en sus manos; sobreviven en gran parte las instituciones y los valores de la civilización patriarcal.
los derechos abstractos jamás han bastado para asegurar a la mujer una aprehensión concreta del mundo: entre ambos
sexos, todavía no existe hoy una verdadera igualdad.

En primer lugar, las cargas del matrimonio siguen siendo mucho más pesadas para la mujer que para el hombre. Ya se ha
visto que las servidumbres de la maternidad han quedado reducidas por el uso -confesado o clandestino- del birth control;
pero la práctica del mismo no está universalmente extendida ni es rigurosamente aplicada; como el aborto está
oficialmente prohibido, muchas mujeres comprometen su salud con maniobras abortivas incontroladas o se encuentran
abrumadas por el número de sus maternidades. El cuidado de los niños y el mantenimiento del hogar son todavía
soportados casi exclusivamente por la mujer. En Francia, particularmente, la tradición antifeminista es tan tenaz, que un
hombre creería fracasar si participase en tareas reservadas en otro tiempo a las mujeres. Resulta de ello que la mujer
puede conciliar más difícilmente que el hombre su vida familiar y su papel de trabajadora. En el caso de que la sociedad le
exija ese esfuerzo, su existencia es mucho más penosa que la de su esposo.

Por otro lado, la mujer que busca su independencia en el trabajo tiene muchas menos oportunidades que sus
competidores masculinos. En muchos oficios, su salario es inferior al de los hombres; sus tareas son menos especializadas,
y, por consiguiente, están peor pagadas que las de un obrero calificado; por lo demás, a igualdad de trabajo, es menos
remunerada. Por el hecho de ser una recién llegada en un universo masculino, tiene menos posibilidades de éxito que los
hombres. Repugna por igual a hombres y mujeres estar bajo las órdenes de una mujer; siempre testimonian más confianza
en un hombre; ser mujer es, si no una tara, al menos una singularidad. Para «llegar», a una mujer le es útil asegurarse un
apoyo masculino. Son los hombres quienes ocupan los lugares más ventajosos, quienes desempeñan los puestos más
importantes. Es esencial subrayar que hombres y mujeres constituyen económicamente dos castas.”

Texto dos:

“Aparecía así la mujer como lo inesencial que no retorna jamás a lo esencial, como lo Otro absoluto, sin reciprocidad.
Todos los mitos de la creación expresan esta convicción preciosa para el varón, y, entre otros, la leyenda del Génesis, que,
a través del cristianismo, se ha perpetuado en la civilización occidental. Eva no fue moldeada al mismo tiempo que el
hombre; no fue fabricada con una sustancia diferente, ni del mismo barro que sirvió para modelar a Adán: fue extraída del
flanco del primer varón. Su mismo nacimiento no fue autónomo; Dios no optó espontáneamente por crearla como un fin
en sí misma y para que, a cambio, le adorase directamente: la destinó al hombre; fue para salvar a Adán de su soledad por
lo que se la dio; ella tiene en su esposo su origen y su fin, es su complemento sobre el modo de lo inesencial. Así aparece
como una presa privilegiada. Es la Naturaleza elevada a lo translúcido de la conciencia, es una conciencia naturalmente
sumisa. Y esa es la maravillosa esperanza que a menudo ha puesto el hombre en la mujer: espera realizarse como ser al
poseer carnalmente a un ser, al mismo tiempo que se hace confirmar en su libertad por una libertad dócil. Ningún hombre
consentiría en ser mujer, pero todos desean que haya mujeres.”

Texto tres:
Trabajo Práctico: Feminismo y teoría del género

“El ideal de la belleza femenina es variable; pero ciertas exigencias permanecen constantes; entre otras, y puesto que la
mujer está destinada a ser poseída, es preciso que su cuerpo ofrezca las cualidades inertes y pasivas de un objeto. La
belleza viril es la adaptación del cuerpo a funciones activas, es la fuerza, la agilidad, la flexibilidad; es la manifestación de
una trascendencia animadora de una carne que jamás debe recaer sobre sí misma.

Las costumbres y las modas se han aplicado a menudo a separar el cuerpo femenino de su trascendencia: la china de pies
vendados apenas puede caminar; las uñas pintadas de la estrella de Hollywood la privan de sus manos; los tacones altos,
los corsés, los miriñaques, los verdugados, las crinolinas, estaban destinados menos a acentuar el talle del cuerpo
femenino que a aumentar su impotencia. Entorpecido por la grasa o, por el contrario, tan diáfano que todo esfuerzo le
está prohibido, paralizado por incómodos ropajes y por los ritos del decoro, es entonces cuando se le presenta al hombre
como su cosa. El maquillaje y las joyas sirven también para esa petrificación del cuerpo y del rostro. La función del ornato
es muy compleja; entre ciertos primitivos, tiene un carácter sagrado; pero su papel más habitual consiste en terminar la
metamorfosis de la mujer en ídolo. Ídolo equívoco: el hombre la quiere carnal, su belleza participará de la de las flores y
los frutos; también debe ser lisa, dura y eterna como un guijarro. El papel del ornato consiste, a la vez, en hacerla
participar más íntimamente de la Naturaleza y en arrancarla a la misma; consiste en prestar a la vida palpitante la
fosilizada necesidad del artificio. La mujer se hace planta, pantera, diamante, nácar, al mezclar con su cuerpo flores, pieles,
pedrerías, conchas, plumas; se perfuma para exhalar un aroma como la rosa y el lirio: pero plumas, sedas, perlas y
perfumes sirven también para disimular la crudeza animal de su carne, de su olor. Se pinta la boca y las mejillas para darles
la inmóvil solidez de una máscara; aprisiona su mirada en el espesor del khôl y de la máscara, ya solo es ornato
tornasolado de sus ojos; trenzados, rizados, esculpidos, sus cabellos pierden su inquietante misterio vegetal. En la mujer
adornada está presente la Naturaleza, pero cautiva, modelada por una voluntad humana según el deseo del hombre. Una
mujer es tanto más deseable cuanto más se ha expandido en ella la Naturaleza y más rigurosamente se ha esclavizado: es
la mujer «sofisticada», que siempre ha sido el objeto erótico ideal.”

Texto cuatro: S. de Beauvoir, El segundo sexo II, La experiencia vivida

“No se nace mujer: se llega a serlo. Ningún destino biológico, psíquico o económico define la figura que reviste en el seno
de la sociedad la hembra humana; es el conjunto de la civilización el que elabora ese producto intermedio entre el macho
y el castrado al que se califica de femenino. Únicamente la mediación de otro puede constituir a un individuo como un
Otro. En tanto que existe para sí, el niño podría concebirse como sexualmente diferenciado. Entre las chicas y los chicos, el
cuerpo es al principio la irradiación de una subjetividad, el instrumento que efectúa la comprensión del mundo: a través de
los ojos, de las manos, y no de las partes sexuales, (…) Si, mucho antes de la pubertad, y a veces incluso desde su más
tierna infancia, se nos presenta ya como sexualmente especificada, no es porque misteriosos instintos la destinen
inmediatamente a la pasividad, la coquetería y la maternidad, sino porque la intervención de otro en la vida del niño es
casi original y porque, desde sus primeros años, su vocación le ha sido imperiosamente insuflada.”

1. ¿Cuáles son los argumentos que sostienen los antifeministas según Simone de Beauvoir?
2. ¿Por qué la autora considera que en ellos hay mala fe?
3. ¿Por qué a pesar de ciertos derechos políticos ganados según Simone de Beauvoir no hay igualdad
entre los sexos?
4. Compara la situación que describe la autora en los años cuarenta del siglo XX y la actual ¿Crees que las
circunstancias que vivían entonces las mujeres y las de nuestros días son muy diferentes?
5. ¿En qué sentido la autora afirma que la mujer aparece como lo inesencial, como lo otro?
6. ¿Por qué se afirma que el ideal de belleza femenina es variable pero las exigencias constantes? ¿Cuáles
son esas exigencias constantes? ¿Consideras que esas exigencias son contradictorias?
7. Explicar la frase “No se nace mujer, se llega a serlo”

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