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¿Tienes que ser lesbiana para ser feminista?


Marilyn Frye [Traducción]
17 JUNIO, 2020 SILLYSALLYRAD
Traducción no oficial: Silly Sally

Texto publicado en la revista Off Our Backs en el Volumen 20, N.8, de la edición de agosto/septiembre de
1990.
La siguiente es una charla dada por Marilyn Frye en la conferencia de la National Women’s Studies
Association en el foro de Teorías de la Sexualidad.

Ilustración de Sudie Rakusin para el Wickedary de Mary Daly

Cuando fui invitada a hablar en esta sesión, entendí que pretendía ser un momento
y lugar para la atención decidida a las voces de lesbianas para el propósito, al
menos en parte, de señalar y facilitar una intervención renovada en los problemas
del heterosexismo entre nosotras y en nuestra vida académica, programas
escolares y proyectos institucionales. Me quedé asombrada cuando leí en el folleto
de la conferencia que esta sesión estaba titulada “Teorías de la Sexualidad”. Estoy
aún más asombrada por la descrpción de este forum en el programa.*

Creo que este título y estas descripciones deben ser una especie de código. Las
heterosexuales tienen una sexualidad sólo cuando hay lesbianas obvias alrededor,
cuya presencia sexualiza a todas las presentes: así que si la palabra sexualidad
aparece, puedes inferir que hay lesbianas en la escena. Por una lógica similar, se
puede asumir que la sesión plenaria titulada “Teorías de la Raza” en el folleto
previo a la conferencia no consistirá en mujeres libres de color teorizando de
manera abstracta y de manera neutral a la raza sobre la Raza, sino que estará llena
de mujeres de color y será versará sobre cualquier cosa que decidan decir a esta
conferencia de la NWSA. Usar tales códigos significa caer en heterosexismo y
racismo, y obliga a la lectora, la de-codificadora, a servirse de lógicas
heterosexistas y racistas para interpretar el mensaje.

El título parece pretender transmitir algo bastante diferente a un público más


amplio – la comunidad académica local y las/os periodistas. Para ellas pretende
indicar que aquí (inevitablemente) tratamos temas sobre el sexo, pero lo hacemos
de la manera más segura, más in-sensacional, más profesional y más higiénica – lo
abstraemos de los cuerpos y actos y lo valor(amos)-neutralizamos – de ahí la
palabra “sexualidad” que es abstracta y suena neutra en valores. Y el título indica
que no hablaremos realmente de sexualidad, sino de teorías de la sexualidad.
Mientras que lo primero puede ser un pelín…um… “pantanoso”…, lo segundo sólo
puede ser, por supuesto, puramente académico y seco como el polvo.

Convencidas por el título de que esta sesión será indeciblemente aburrida y


“propia de mujeres”, que el público general no le prestará atención, podemos
permitirnos actos indecentes bajo sus narices y la NWSA y las organizadoras
locales no tendrán que explicar por qué se le ha dado a las lesbianas esta
plataforma y legitimación.

Evitar la asociación pública con las lesbianas y el lesbianismo es un ejemplo de


heterosexismo. En este caso, delata una ausencia de entendimiento de por qué las
lesbianas y el lesbianismo son centrales a la liberación de las mujeres y por qué la
NWSA tiene un Caucus lésbico. Expresa miedo de ser asociada con lesbianas o
lesbianismo y, finalmente, miedo a ser lesbiana.

Voy a provocar y abordar aquí esos miedos. Voy a hablar de manera bastante clara,
desde la impaciencia y desde mi propio optimismo, raro y algo perverso.

Llega un momento en todos los cursos en mis clases de feminismo en el que las
mujeres heterosexuales estudiantes articulan esta pregunta: ¿Tienes que ser
lesbiana para ser feminista? No tengo mucha idea de cuánto escuchan esta
pregunta otras profesoras de Women’s Studies. Mi clase constituye una situación
que hace prestar atención a la conexión entre el femisnimo y el lesbianismo. Yo soy
lesbiana, estoy “fuera del armario” para mis estudiantes de Women’s Studies y las
expongo a una gran cantidad de pensamiento feminista fuerte y maravilloso de
feministas de muchas culturas y lugares que son lesbianas. En clase, esta pregunta
señala nuestra llegada a un punto donde las que se inician en el feminismo
empiezan a captar que los actos sexuales, el deseo sexual y el temor y tabú sexual
son profundamente políticos y que las políticas feministas van tanto de la
disposición de nuestros cuerpos, la manipulación del deseo y la excitación y los
lazos de intimidad y lealtad como van de los estereotipos de género, oportunidades
económicas y derechos legales.

Esta pregunta trae la fase en la que vamos a empezar a conciliarnos con el hecho de
que lo político es personal, muy personal. Pero lo que ocurre en mi clase
claramente no es lo único que hace que surja esta pregunta.

Acusaciones anti-feministas

Una cosa que lleva a las estudiantes a hacer esta pregunta es que muy
habitualmente se encuentran con personas que aparentemente piensan que si eres
feminista deber ser lesbiana. Personas que no son lesbianas feministas
extremistas.
Normalmente pregunto a las mujeres en mis clases de Women’s Studies si han sido
llamadas lesbianas o tortilleras o si han sido acusadas de ser lesbianas, y casi
siempre la mayoría de ellas dicen que sí. Una mujer fue llamada lesbiana cuando
rechazó las atenciones de un hombre en un bar; otra fue llamada “butch” cuando le
abrió y sostuvo la puerta a un amigo varón; a otra le preguntaron si era lesbiana
cuando desafió la descripción sexista de un hombre sobre otra mujer. Una mujer le
dijo a un hombre que no quería tener sexo con él y él la llamó lesbiana. Una mujer
joven le dijo a su madre que iba a ir a Washington para la gran marcha pro-aborto;
su madre, en desaprobación y con preocupación por la seguridad de su hija, le dijo:
“Oh, así que ahora te vas a ir y hacerte lesbiana.” Una mujer que se divorció de su
marido y ahora vive sola está siendo sometida a cotilleos que esparcen la alusión
sobre ella de que es lesbiana. Una mujer dice que habitualmente se asume que ella
es lesbiana por su complexión atlética y su negativa a llevar faldas. Una mujer que
no experimenta excitación sexual u orgasmos con su marido es interrogada sobre
sus tendencias lésbicas por su doctor y su terapeuta. Una mujer cuenta que sus
amigas/os se refieren a su clase de Women’s Studies como su “clase de lesbiana”,
muchas otras mujeres cuentan que sus amigas/os hacen lo mismo.

El mensaje de estos intercambios es claramente que una mujer que es una


feminista o que hace cualquier cosa o delata cualquier actitud o deseo que es de
facto feminista es una lesbiana.

Anhelando el análisis radical


Pero los anti-feministas y los misóginos no son las únicas personas que sugieren a
las nuevas feministas que no pueden ser feministas sin ser lesbianas. Muchas
feministas heterosexuales, incluyendo muchas profesoras de Women’s Studies, les
insinúan esto de muchas maneras.

Las estudiantes que son expuestas a los datos ampliamente conocidos de violencia
machista en el matrimonio, violación callejera y violación por parte de conocidos,
pornografía, abuso sexual infantil, incesto y otras violencias contra las mujeres, y a
cualquier análisis feminista agudo y profundo de las estructuras patriarcales del
matrimonio, la reproducción y la maternidad – estudiantes que son expuestas al
análisis feminista de las religiones patriarcales y de la mitología promulgada por la
cultura popular en las sociedades contemporáneas – estudiantes que entienden
algo sobre el trabajo pagado y no-pagado de las mujeres en varias economías
mundiales y de las prácticas e instituciones que determinan la acumulación y la
distribución de la riqueza – estudiantes que tienen alguna idea de la extensión y el
propósito de las conspiraciones históricas contra las mujeres tales como la
Inquisición y del borrado de las mujeres de la historia, así como de la campaña de
propaganda posterior a la Segunda Guerra Mundial en los EEUU para convertir a
las mujeres trabajadoras en amas de casa/clientas consumidoras – tales
estudiantes se percatan de que de lo que estamos tratando aquí es algo profundo,
que va a la raíz de la civilización y la sociedad y está grabado en las fuentes más
recónditas de nuestros pensamientos y pasiones. Captan la idea de que cualquier
respuesta adecuada a esto necesitará un análisis radical, estrategias radicales e
imaginación radical y que la rebelión será cara y peligrosa. El curriculum de los
Estudios de las Mujeres (Women’s Studies) – para mérito del mismo- les ayuda a
apreciar el carácter y la magnitud de los problemas; después recurren a él y a
nosotras para obtener recursos para responder a esos problemas – recursos
intelectuales, espirituales, artísticos, emocionales o políticos. Pero cuando
expresan esta necesidad muchas veces se les dice, ya sea de manera implícita o
explícita, que sólo las lesbianas buscan análisis y soluciones radicales y que sólo las
lesbianas los ofrecen. (Y debería añadirse que las circunstancias a veces conspiran
para hacer pensar a las mujeres de color que sólo las mujeres blancas son
lesbianas).

Por ejemplo: Las estudiantes registran en la consejería de Women’s Studies una


queja de que sus cursos no son lo suficientemente radicales, y un miembro clave
del profesorado conjetura que las estudiantes que están insatisfechas son
lesbianas. Las estudiantes insatisfechas, de las cuales pocas se identifican como
lesbianas, se percatan de esta respuesta y aquellas que no son lesbianas aprenden
que están desintonizadas, viviendo una contradicción, porque quieren que su
radicalidad y rebelión sean nutridas y ellas no son lesbianas. Se les está diciendo
que un feminismo que no se conforme con nada que no sea ir a la raíz del asunto
pertenece a las lesbianas.

Otro ejemplo: Las estudiantes que han tomado un curso impartido por una
feminista lésbica llevan ideas de él a otro curso de Women’s Studies y esas ideas
son denigradas por la profesora, que las identifica como ideas que sólo una
lesbiana separatista podría considerar. Pero estas estudiantes han considerado
esas ideas y las han encontrado interesantes, incluso convincentes, y se han
sentido empoderadas sólo de pensar sobre esas ideas. Se les dice que esas ideas
pertenecen a las lesbianas y que las mujeres heterosexuales no creen esas cosas o
no las toman en serio siquiera.

No ejemplarizar la deslealtad
Las estudiantes se sientan en las clases de las profesoras heterosexuales (y algunas
veces de profesoras lesbianas que pasan por heterosexuales) que en sus vidas son
un modelo de conformidad a las normas hechas por los hombres de en apariencia,
voz, gestos y políticas, que parecen en todos los aspectos ser mujeres patriarcales
normales y aceptables que no alienan a los hombres, con marido e hijos y una
cantidad de aprobación masculina con la que trabajar, que miman y pueden ser
amedrentadas por estudiantes varones en sus clases. Para esas estudiantes, toda
su exposición a mujeres heterosexuales profesoras es exposición a profesoras que
no ejemplarizan, aprueban o animan ninguna insubordinación radical, ninguna
deslealtad a los hombres y sus proyectos, ninguna blasfemia contra los hombres y
sus dioses. En general la experiencia que las estudiantes tienen de ver esas cosas
ejemplarizadas, de oír sobre la violencia de los hombres contra las mujeres siendo
nombrada sin reservas, de escuchar burlas ingeniosas sobre la arrogancia de los
hombres, es dada por las lesbianas – tanto profesoras como alumnas. Las
profesoras heterosexuales de Women’s Studies en gran parte dejan la tarea de “ser
radicales” a las lesbianas, dejan la carga, el albergar esperanzas y la emoción de ir
más allá de los límites a las lesbianas. Dejan la rabia y el éxtasis para las lesbianas.

Otro ejemplo: Las estudiantes de Women’s Studies planean y organizan una vigilia
con encendido de velas para expresar su preocupación por la violencia contra las
mujeres. Dan anuncios a todos los miembros del profesorado, para que sean leídos
en las clases de Women’s Studies. La asistencia es relativamente pequeña. Además
de una mujer de la oficina del decanato que es una invitada a dar un discurso, todas
las mujeres de la facultad y administradoras que se presentan son lesbianas. A las
estudiantes no se les escapa el mensaje.
De nuevo, las mujeres heterosexuales han dejado a las lesbianas el ejemplarizar
incluso las formas más suaves de militancia.

Definidas por la inconformidad


Hay un germen de algo que puede ser llamado una teoría de la sexualidad de las
mujeres latente en la bienvenida que estas nuevas feministas reciben tanto de no-
feministas como de muchas feministas en la academia. Esta teoría conecta la
sexualidad de las mujeres a la conformidad o la inconformidad con las normas de
la feminidad y la participación en prácticas e instituciones decisivas en el orden
social del patriarcado actual. De acuerdo con esta teoría, una mujeres que se
adhiere a las normas femeninas patriarcales en sus actos y actitudes y que no
desafía o se rebela contra las instituciones patriarcales, es heterosexual. Una mujer
que no cumple con con las normas femeninas o que se rebela contra las
instituciones patriarcales o las desafía, es un lesbiana.
La diferencia entre la acusación explícita de lesbianismo por parte de no-
feministas o anti-feministas y la asociación implícita de radicalismo feminista con
el lesbianismo que ocurre en muchos contextos académicos es sólo una diferencia
en el grado y forma de inconformidad que se requiere para ganarse el estatus de
lesbiana. Las feministas son en cierto grado, por definición, inconformistas con las
normas patriarcales de la feminidad y rebeldes contra las instituciones
patriarcales; por lo que según esta teoría, las feministas son en cierto grado
lesbianas. Se deduciría entonces que aquellas que son muy feministas,
inflexiblemente feministas, extremadamente feministas, radicalmente feministas,
deben SER lesbianas, de lleno.

Esta teoría se articuló por primera vez en el lenguaje contemporáneo como una
“teoría de la sexualidad” precisamente en la era en la que, históricamente, las
sexualidades fueron inventadas. Y no es accidental que esta fuese una época de
reacción extrema contra el feminismo. “La sexualidad femenina” (=
heterosexualidad de las mujeres) y la “inversión” sexual de las mujeres (=
lesbianismo) estaban definidas desde el comienzo en términos de conformidad y
rebelión de las mujeres, es decir, en términos de feminismo y reacción contra el
feminismo. Esta teoría de una conexión entre feminismo y lesbianismo no es
meramente una ficción ad hoc inventada por conservadores patriarcales para
servir como excusa para rechazar y denigrar el feminismo y a las feministas. Una
conexión intrínseca entre el feminismo y el lesbianismo sólo es una manifestación
históricamente específica de una antigua e intrínseca conexión entre el orden
social patriarcal/fraternal y la heterosexualidad de las mujeres.

Mecanismo clave

Creo que toda la teoría y práctica feminista básicamente lleva a una a esta
proposición: que la dinámica central y constitutiva y el mecanismo clave del
fenómeno global de dominación, opresión y explotación de las mujeres por parte
de los hombres es la casi-universal heterosexualidad de las mujeres. Todas las
instituciones y prácticas que constituyen y materializan esta dominación (y
simultáneamente organiza la vida de los hombres en relación de unos con los
otros) o presuponen una heterosexualidad de las mujeres casi-universal, o
manufacturan, regulan e imponen la heterosexualidad de las mujeres, o ambas.

Para que las mujeres estén subordinadas o subyugadas a los hombres a una escala
global, y para que los hombres se organicen para ellos y entre ellos como hacen,
miles de millones de mujeres individuales, prácticamente todas las que viven en
este planeta, deben ser reducidas a una tolerancia más o menos dispuesta a la
subordinación y la servidumbre a los hombres. Los sitios primarios de esta
reducción son los sitios de la relación y el encuentro heterosexual – el cortejo, las
aventuras sexuales, la fornicación, el matrimonio, la prostitución, y la familia
normativa, el incesto y el abuso sexual infantil. Es en este terreno de la conexión
heterosexual donde las niñas y mujeres son habituadas al abuso, el insulto y la
degradación, donde las niñas son reducidas a mujeres – a esposas, putas, amantes,
esclavas sexuales, trabajadoras clericales y trabajadoras textiles, a las madres de
los hijos de los hombres. Los sitios secundarios de la inscripción de la
subordinación en el cuerpo de las mujeres son los sitios de la preparación ritual de
las niñas y las mujeres para el coito, las relaciones o los vínculos heterosexuales.
Me refiero al entrenamiento en y la habituación a la restricción y distorsión
corporal; me refiero a dietas y ejercicio y regímenes de belleza que habitúan a la
individua a la privación y el castigo y al miedo y la sospecha hacia su propio cuerpo
y su sabiduría; a la clitoridectomía y otras formas y maneras de mutilación física y
espiritual; las cuales ninguna tiene un propósito o función cultural o económico si
las niñas y mujeres no tienen que ser preparadas para maridos y hombres
amantes, para proxenetas, puteros y jefes.

Atando a las mujeres a los hombres.

Sin abuso (hetero)sexual, acoso (hetero)sexual y la (hetero)sexualización de cada


aspecto de los cuerpos y comportamientos de las mujeres, no habría patriarcado, y
cualesquiera otras formas o materializaciones de la opresión que pudieran existir
no tendrían las formas, límites y dinámicas del racismo, nacionalismo, etc, con las
que ahora mismo estamos familiarizadas. Los significados de la heterosexualidad
de las mujeres son muchos y esta no juega el mismo papel político en todos las
localizaciones sociales y políticas. Pero en la mayoría ata a cada mujer adulta a uno
o más hombres de su casta, clase, raza, nación o tribu, hacíéndola una simpatizante
leal de cualquier política a la que esos hombres se adhieran, aunque ella tenga poca
o ninguna participación en dar forma o definir esas políticas, sin importar si esa
política es liberatoria u opresiva para las mujeres. En los casos particulares de las
razas y clases dominantes, la heterosexualidad de las mujeres une a las mujeres en
solidaridad racial y/o de clase a los hombres dominantes y les ofrece por su
conformismo el soborno de una participación en los beneficios que sus hombres
obtienen de la extorsión a otros grupos. La heterosexualidad de las mujeres, ya sea
literalmente sexual o no, está profundamente implicada en el racismo de las
mujeres blancas en nuestros tiempos y espacios presentes; de deslealtad a la
civilización de los hombres blancos que Adrienne Rich recomendó a las mujeres
blancas no es posible sin la deslealtad a los hombres con los que una está unida por
la institución de la heterosexualidad. Y ocurre también en grupos raciales o étnicos
que están oprimidos que cuando una mujer no está cumpliendo con las normas de
la heterosexualidad de las mujeres como algún hombre quisiera, él puede abusar
cínicamente de su lealtad política real y necesaria al grupo, intimidándola para
ponerla en linea con el argumento de que su inconformidad o rebelión contra las
normas de la feminidad es una deslealtad a su raza o su comunidad.

Las feministas lésbicas han apuntado que si la institución de la heterosexualidad


de las mujeres es lo que hace a las niñas mujeres y es central a la replicación
continuada del patriarcado, entonces el abandono por parte de las mujeres de esta
institución se recomienda por sí mismo como una estrategia (puede que entre
otras) en el proyecto de desmantelar las estructuras patriarcales. Y si los
encuentros, relaciones y conexiones heterosexuales son los sitios de la inscripción
de los imperativos patriarcales en los cuerpos de las mujeres, tiene sentido
abandonarlos. Y si la heterosexualidad de las mujeres es central para la manera en
la que el sexismo y el racismo están entretejidos en una extraña y paradójica
simbiosis, tiene sentido que la no-participación en esta institución podría ser parte
de una estrategia para debilitar tanto el racismo como el patriarcado.

Las mujeres hablando en voces feministas no-lésbicas han respondido diciendo


que la retirada de la participación en la institución de la heterosexualidad de las
mujeres es sólo una solución personal y sólo está disponible para unas pocas; que
no es una estrategia política o sistemática. Yo pienso, por el contrario, que puede
ser una estrategia sistemática porque la heterosexualidad femenina es construida.
Si las mujeres tomamos la construcción de nosotras mismas y de las instituciones y
prácticas que nos gobiernan en nuestras manos, podemos construir otra cosa.

Horrores ahistóricos

Cualquier defensa de la heterosexualidad como inevitable me parece ser (tiemblo)


ahistórica y (horror) esencialista. Pero dejadme expresarlo de otra manera, no sea
que pierda a las/os miembros de la audiencia que se han empezado a aburrir con
estas espantosas acusaciones o que no conocen esta jerga.

La adhesión a la naturalidad o inevitabilidad de la heterosexualidad de las mujeres


es la adhesión a las relaciones de poder que se expresan y mantienen por parte de
las instituciones de la heterosexualidad de las mujeres en las culturas patriarcales
en todo el mundo. Las personas que tienen poder mantienen ese poder en parte
mediante el uso de ese poder para hacer sus propias condiciones históricas
ahistóricas – esto significa que hacen pasar los pre-requisitos de su poder como
“dados”. Los naturalizan.
La naturalización de la heterosexualidad de las mujeres es una parte vital de hacer
pasar la dominación generalizada de los hombres por tan cercana a lo inevitable
como una construcción humana puede ser. Los hombres han estado creando
ideologías y prácticas políticas que naturalizan la heterosexualidad de las mujeres
de manera continuada en todas las culturas desde el surgimiento del patriarcado.
Tanto Freud como Lacan son naturalizadores de la heterosexualidad de las
mujeres. Afirman que la heterosexualidad es construida, pero se rescatan a sí
mismos de esta aparente deslealtad a la hombría al decir que esta construcción
está determinada y es inevitable por la naturaleza de la civilización,o la naturaleza
del lenguaje.

La heterosexualidad de las mujeres no es un impulso biológico o una atracción o


vínculo erótico de una mujer individual hacia otro animal humano que resulta ser
macho.
La heterosexualidad de las mujeres es una realidad histórica concreta – una serie
de instituciones y prácticas sociales definidas y reguladas por sistemas de alianza
patriarcales, tanto por la leyes civiles como por las religiosas, y por modales
energéticamente impuestos y valores y tabúes profundamente arraigados.
Aquellas definiciones, regulaciones, valores y tabúes son sobre la fraternidad entre
hombres y la opresión y explotación de las mujeres. No son sobre calor humano,
diversión, placer o conocimiento profundo entre personas. Si algo de esto último
surge dentro de los límites de esas instituciones y prácticas es porque el calor, la
diversión, el placer y el reconocimiento están entre las cosas de las que los
humanos somos naturalmente capaces, no porque la heterosexualidad sea natural
o sea naturalmente un sitio de tales beneficios.

Un vivo rechazo obstinado


Entonces, es posible ser una feminista sin ser una lesbiana? Mi inclinación es a
decir que el feminismo, que es completamente anti-patriarcal, no es compatible
con la heterosexualidad de las mujeres, que es completamente patriarcal. Pero
anticipo la siguiente respuesta:

“Suponer que todas las relaciones, conexiones o encuentros de cualquier tipo,


pasional, erótico, o genital, o que impliquen cualquier tipo de compromiso
personal entre una mujer y un hombre, deben pertenecer a la institución patriarcal
llamada “heterosexualidad de las mujeres”, que deben estar sofocadas por esta
rúbrica… suponer eso es suponer que todas/os estamos en nuestra totalidad
formados por la historial, las instituciones sociales y el lenguaje. Eso es una forma
de determinismo inútil que es políticamente nocivo y contradicho por tu propia
presencia aquí como lesbiana.”

Concuerdo en que no puedo abrazar ningún determinismo,social o histórico,


absoluto. El proyecto permanente de las feministas lésbicas de definirnos a
nosotras mismas y a nuestras pasiones y comunidades es un vivo rechazo
obstinado de tal determinismo. Pero el espacio libre para la creación existe sólo
cuando es ocupado activa, agresiva, valiente y persistentemente. Las historias y
culturas patriarcales mitigan estos espacios constantemente, a través de la
coacción, del soborno, del castigo y del condicionamiento de la imaginación. Lo que
estoy diciendo es que si se tuvieran conexiones mujer/hombre, comprometidas u
ocasionales, – eróticas, reproductivas, del creación de un hogar, de compañerismo,
de amistad – que no estuviesen definidas por la institución patriarcal de nuestra
cultura de la heterosexualidad de las mujeres, entonces habría que crear la
posibilidad de ello. Estoy diciendo que veo que esa posibilidad no existe en la
historia y cultura patriarcal.

Siguiendo un consejo de Sarah Hoagland hace muchos años, argumenté en mi


ensayo “To Be and Be Seen” que no hay lesbianas en el universo del patriarcado.
Un punto de vista similar y más genérico resulta útil en este caso.

Vírgenes, forajidas

La palabra “virgen” no significaba originalmente mujer cuya vagina no había sido


tocada por ningún pene, sino mujer libre, una que no había sido comprometida,
casada, regida ni poseída por ningún hombre. Significaba mujer que es
sexualmente y por tanto socialmente su propia persona. En cualquier universo del
patriarcado, no existen Vírgenes en este sentido, y por lo tanto, las Vírgenes deben
ser forajidas innombrables, parias, concebibles sólo como negación, su existencia
es imposible.
Las lesbianas radicalmente feministas han reclamado y han estado inventando
maneras de vivir una Virginidad abiertamente, positiva, en un desafío creativo de
las definiciones patriarcales de lo real, y de lo significativo. La cuestión que
tratamos puede ser histórica: ¿Alguna inventará o construirá, podrá alguna
siquiera arreglárselas para intentarlo, modos de vivir la Virginidad que incluyan
que las mujeres mantengan relaciones eróticas, económicas, de creación de
hogares o conexiones de compañerismo con los hombres? Lo que debe ser
imaginado aquí son mujeres que están dispuestas a participar en conexiones de su
elección con los hombres, pero que son mujeres salvajes, mujeres sin domesticar,
completamente desafiantes de la patriarcal heterosexualidad de las mujeres. Tales
mujeres vivirán vidas tan sexual, social y políticamente desviadas e imposibles
como las vidas que llevan a cabo las lesbianas radicalmente feministas. Creo que
puedo imaginar un poco como serán si llegan a ser. Puedo esbozar una imagen
parcial de tales mujeres:
No se arreglan y decoran de la manera en la que sus culturas señalan cumplimiento
por parte de las mujeres con la feminidad definida por los hombres, la cual
modificaría sus cuerpos para tal cumplimiento. No se hacen a sí mismas
“atractivas” en los modos femeninos convencionales de sus culturas y por tanto las
personas pueden ignorar su belleza animal y decir que son feas. Mantienen tanta
flexibilidad económica como pueden para asegurarse de que pueden volver a la
independencia cada vez que el compañerismo económico las mantiene en una
alianza algo menos que completamente elegida. No tendrían sexo que no esperan
disfrutar al mismo nivel que no correrían desnudas bajo la lluvia si no esperasen
disfrutarlo. Sus interacciones sexuales no son sitios donde la gente con penes se
convierte en hombres y la gente con vagina se convierte en mujeres.

Estas Vírgenes que conectan con los hombres no intentan mantener la ficción de
que los hombres que ellas prefieren son mejores hombres que los otros hombres.
Cuando son amenazadas por personas que se sienten amenazadas por ellas no
apuntan a sus conexiones con los hombres como pruebas suavizadoras de que ellas
realmente no son odia-hombres. No se prestan a la protección de los hombres. No
presionan a sus hijas o sus estudiantes para que se relacionen con los hombres del
mismo modo que ellas lo hacen para poder sentirse validadas por la elección de
otras mujeres. Nunca consideran llevar a ningún hombre con ellas a ninguna
quedada feminista que no pretende específicamente incluir hombres, y ayudan a
crear y defender (y disfrutan) los espacios exclusivamente de mujeres.

Estas Vírgenes que conectan con los hombres no son manipulables mediante la
orquestación de la aprobación y desaprobación de los hombres, orquestación de
los requerimientos de los hombres y las/os niñas/os, reales o falsos, necesarios o
evitables. No son capaces de ser reducidas a la conformidad mediante el terror o la
ansiedad hacia las cosas lésbicas, y no tienen miedo de sus propias pasiones hacia
otras Vírgenes, incluyendo aquellas que son lesbianas.
No necesitan ser respetables.

Estas Vírgenes se niegan a entrar en la institución del matrimonio, y no apoyan o


hacen de testigo en las bodas de sus hermanos favoritos. Son opositoras al
matrimonio convencidas. Sufren una gran presión para casarse, pero no ceden ante
ella. No consideran el matrimonio un privilegio. Ni siquiera el soborno de los
beneficios del seguro de salud matrimonial les seduce hasta el matrimonio, ni
siquiera mientras ellas y sus parejas se hacen más y más mayores y se vuelven más
ansiosas sobre su salud y seguridad económica.

Estas Vírgenes tienen una amistad con las mujeres fuerte, fiable, creativa,
duradera, nutritiva y ardiente. Su imaginación y sus políticas están moldeadas más
fundamentalmente por un deseo de empoderar a las mujeres y crear amistad y
solidaridad entre las mujeres que por un compromiso por apaciguar, acomodar o
cambiar a los hombres.

Estas Vírgenes que conectan con los hombres no sienten que pudieran ser ellas
mismas y estar en armarios; están “fuera del armario” como mujeres liberadas e
inconformistas, un fenómeno muy notorio en la escena política y social. Se hacen
visibles a sí mismas, audibles y tangibles para las demás, hacen comunidad entre
ellas y con las Vírgenes lesbianas, y se apoyan las unas a las otras en su salvajedad.
Retozan y arman lío juntas. Crean nuevas maneras de tener hogares y calor y
compañía e intensidad con o sin la inclusión de los hombres. Crean valores y crean
significado, de manera que cuando las presiones para actuar conforme a la
patriarcal heterosexualidad de las mujeres son grandes, tienen un gran contexto de
comunidad de resistencia para mantenerse y dirigir sus energías creativas en
concebir nuevas soluciones a los problemas que la conformidad pretende resolver.
Crean música, novelas, poesía, arte, revistas y periódicos, acciones y programas
políticos. Y en sus revistas y periódicos articulan su imaginación, sus diferencias
culturales y políticas, sus variados valores; riñen entre ellas, se apoyan entre ellas,
se prestan atención las unas a las otras.

Lesbiana o no, tienes que ser una desviada

¿Son estos modos de ser posibles? ¿Puedes fornicar sin perder tu virginidad? Creo
que todo apunta a lo contrario, pero no soy yo quién tiene que decirlo. Le
corresponde a aquellas que quieren vivirlo. Algunas mujeres han deseado que se
tenga que ser una lesbiana para ser una feminista real, extrema y problemática,
porque entonces, dado que ellas no son lesbianas y por nada del mundo se harían
lesbianas, tendrían una excusa para no pensar o actuar de una manera tan
radicalmente feminista y para no alienar a los hombres. Mucho de lo que parece
ser miedo al lesbianismo, como veréis, es realmente miedo a los hombres – miedo
a lo que podrían hacer los hombres a las mujeres inconformistas. Pero yo
detestaría proporcionarles esa excusa.

Esta es mi fantasía: Una estudiante pregunta en clase si tienes que ser lesbiana
para ser una verdadera feminista y yo le respondo que, lesbiana o no, tienes que
ser una hereje, una desviada, una mujer sin domesticar, un ser imposible. Tienes
que ser una Virgen… y (aun, de manera fantástica) añado… un lugar en el que
puedes encontrar otras Vírgenes con las que jugar y de las que aprender la
Virginidad es en el programa de Women’s Studies.

* “El pensamiento feminista hace mucho que ha reconocido la naturaleza dual de la


sexualidad: siendo tanto un placer empoderante como un sitio peligroso de
potencial explotación. Esta conferencia explora el academicismo feminista reciente
que extiende nuestro conocimiento de la sexualidad en los ámbitos personales y
políticos.” Programa de la doceava conferencia anual de la NWSA.

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