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Nombre y apellido: Oscar Julián Mendoza Herrera

Teléfono: 3118226201
Correo Electrónico: oscarjulianm@hotmail.com
Colegio: Agustiniano de Suba
Tras leer el archivo " El alumno, centro y protagonista del acto educativo" propongo la siguiente
reflexión a la luz de las preguntas propuestas:
Pregunta: ¿Qué valores comunes pueden servir de punto de encuentro para alumnos y
educadores?

En la actualidad la acción educativa se realiza en un contexto que experimenta lo que Nietzsche


llamó en su tiempo: “la transmutación de valores”, donde la costumbre y las nuevas culturas
regidas por determinantes sociales intencionados han logrado convertir los valores tradicionales en
nuevos valores, interpretados por las realidad presentes en todas las dimensiones de nuestros
ambientes vitales, el hombre ya no juzga moralmente de la misma manera que lo hacía tiempo
atrás, algún sacerdote alguna vez ponía el siguiente ejemplo: “una mamá manda a su hijo al
colegio con un lápiz y un borrador, al pasar tres días el niño vuelve a cada con 2 lápices y tres
borradores más, ante lo cual la mamá lo felicita y hace alarde de él juzgándolo como un pilo que le
ahorró dinero”. Este sacerdote terminaba su reflexión diciendo: “su hijo no es un pilo, es un ladrón”.
Este ejemplo es la más clara interpretación de la maleabilidad de los valores actuales, si un
muchacho en nuestros colegios encuentra dinero y se lo da a los profesores para que ellos
encuentren al dueño, sus amigos lo tachan de “bobo”, siendo cierto que el muchacho simplemente
fue honesto. Esta realidad no es solo compartida por los estudiantes, sino que radica en la falta de
credibilidad que representan para el muchacho, su familia, sus mayores o el mismo profesor, pues
a aquel que entregó el dinero al profesor, le dirán “bobo”, en la medida que cree que el docente es
quien tomará el dinero para él. De esta manera la deshonestidad es un punto de encuentro entre el
actuar del estudiante y el actuar del docente. Pues la educación es la “integración de un sistema de
valores compartidos sobre el que construir la propia vida y el entramado social”, donde tanto el
testimonio como la creencia en el otro determinan los valores propios de la sociedad. La educación
pone en nuestras manos el rescate de los valores y sobretodo de la sociedad, pues “toda
educación se desarrolla sobre un determinado sistema de valores”, los cuales deben ser claros,
específicos y dirigidos, iniciando por el testimonio y por la exigencia de los mismos, muchas
instituciones educativas no tienen en cuenta esto y prima entre sus filas la experticia de saberes
modernos, que juegan en los contextos, también modernos, y hacen parte de la transmutación ya
dicha. Los saberes y competencias son los dioses de la nueva educación, se olvida de que “educar
es ayudar a ser persona y la personalización requiere la presencia de unos valores que orienten el
propio desarrollo”, educamos a nuestros alumnos en “competencias” las cuales como su nombre lo
indica, no tienen al otro como un ser en el camino que corre conmigo, sino a un obstáculo con el
cual hay que “competir” y por lo tanto excluir o sobrepasar, ahí inicia el detrimento axiológico de
nuestro sistema educativo y por lo tanto social.

También hay que tener en cuenta que hoy gracias a la floreciente globalización, nuestros
estudiantes viven un mundo multipluriculturalizado el cual les trae concepciones axiológicas
extrañas y basadas en principios de vida ajenos a nosotros, la lectura hace referencia estos
contestos como “una cultura mosaico, viven y asimilan un conjunto disperso, fragmentado y, a
veces, contradictorio”, una cultura donde la mescla ecléctica les permite vivir la dispersión y como
lo referiría san Agustín, fuera de sí. También hay que tener en cuenta como terceros elementos, el
“miedo de ser excluidos”, lo cual definitivamente crea seres alienas hasta de sí mismos,
enajenados de su interior y excluidos por ellos mismos de la Verdad, perdidos en verdades que ni
siquiera lo son.

“En estos tiempos se necesitan más que nunca valores, puntos de referencia, y es necesario y
urgente un plan de acción educativo basado en tres grandes pilares: la no violencia, la igualdad y la
libertad”, esta es la referencia que nos presenta la lectura, sin embargo para hablar de valores,
nada mejor que los valores agustinianos: Interioridad, libertad, amistad y comunidad, los cuales
articulan los tres planteados con autor y los enfocan en la Verdad y por lo tanto la justicia solidaria.
Estos dinamismos es imposible sin la unificación de criterios y la formación de una planta docente
que realmente se sienta familia agustiniana. La trashumancia del docente y la inconstancia del
profesor en aula, crea procesos inconstantes lo mismo que un mal profesor crea alumnos malos, y
no me refiero a malos en el ejercicio académico sino al nivel personal. “Cuando el educador pierde
autoridad moral, se termina por rechazar sus enseñanzas”.

Pregunta: ¿De qué modo atendemos personalmente a los alumnos, sobre todo a los más
necesitados de orientación?

“Nadie puede ofrecer lo que no tiene”. Para poder atendemos personalmente a los alumnos, sobre
todo a los más necesitados de orientación, el docente debe ser una persona comprometida con su
vocación, con su ser y sobre todo con su realización, en el proceso educativo, del cual es
protagonista el alumno, el docente debe también ser un ser importante que muchas veces deje de
pensar en él para poner sobre sus intereses personales el apoyo a sus estudiantes, de los cuales
es responsable. Sin embargo el desarrollo de habilidades propias del maestro no nacen gozando
de las suficiente experticia dentro de cada uno, es necesario el cultivo personal del maestro, su
preparación conceptual, su experiencia en el campo y su preparación espiritual, ¿Cómo puedo
lograr que mis estudiantes conozcan a su maestro interior, sin yo no conozco al mío?

La experticia del maestro es un elemento que no se gana fortuitamente, el maestro no se puede


dar el lujo de aprender en el error, de manera que el ejercicio empírico de la acción docente, no es
válido dentro de su proceso social. El maestro subyace en el ser a priori del docente, debe ser
cultivado, debe ser cuidado y debe ser preparado para dar frutos. En este proceso la espiritualidad
es el método más oportuno.

Ya teniendo en cuenta esto el maestro debe dar cuenta del acompañamiento y formación de su
estudiante en un proceso donde el mismo estudiante interiorice su ser y lo haga ser patente,
pasando de la potencia al acto. El ser humano como ser social es un ser en contexto y pretexto,
donde el contexto forma y el pretexto dirige. Como ya se ha mencionado el contexto de nuestros
estudiantes es un realidad en convulsión imbuida en un proceso de transmutación de valores, la
concepción de familia es múltiple e inestable y muchas veces lo más cercano a la familia de
nuestros alumnos es su contexto escolar, encontramos estudiantes de primaria que abrazan a sus
docentes diciéndoles que los “aman”, ante lo cual la incomodidad de la situación es disimulada con
un sutil rechazo. Los estudiantes de bachillerato, ven en el profesor que les ofrece algo de cariño y
confianza un héroe y hasta confunden su correcta amistad, con la amistad equivocada,
mencionada en la unidad anterior. Estos signos muestran la fractura de la familia en la actualidad,
de manera que somos “patrones de comportamiento” y muchas veces el único elemento en la vida
de “los niños y jóvenes sufren hoy de soledad” y que encuentran su refugio en medios profanos
(sin quedarnos en el carácter religioso de la palabra).

La correcta forma en que deberíamos atender a estos estudiantes es múltiple y variada, según el
contexto y las personas, como bien lo decía la lectura “no existe un manual”, cada uno actúa según
lo que es, y en estos actos espontáneos es cuando se conoce varadamente quien es quien. La
gracia de Dios actúa en nosotros y es el espíritu santo el único dador de la fuerza que nos dan sus
dones, de esta el conceso y la sabiduría en nuestra praxis es algo donado y por lo tanto somos
responsables de hacerlo vida y darlo a los demás. El maestro agustiniano debe tener presente esto
y hacer de su vida, vida en acción y en contemplación activa, donde entienda su pertenencia a sus
alumnos y en pro de esto no descuidar su propio ser.

Pregunta: Nuestras actitudes y gestos cotidianos, ¿presentan una alternativa de vida a la cultura
del consumo y la ausencia de pensamiento crítico?

Es difícil encontrar en nuestras instituciones coherencia entre los docentes, muchas veces somos
seres de doble cara y en nuestra labor somos reflejo de maestro, mientras que en sala de
profesores o después de terminar la jornada, volvemos a la caverna de la cual creímos haber
salido sin lograrlo. Esta sombra de maestro es percibida por los estudiantes e identificada como
sombra, cada acto que hagamos esta impregnado de nosotros mismos, y comunicamos en cada
gesto o palabra quienes somos en realidad. Somos seres también de este mundo convulsionado, y
muchos caemos en el revolcándonos en su inmundicia. El rescate del maestro debe ser una
prioridad de nuestras instituciones, no debemos caer también en la dinámica capitalista de la
indiferencia de nosotros mismos y del proceso de alienación de “los medios de agresión”. Si
analizamos el mito de la caverna de Platón y lo asemejamos a la realidad actual nos llevaremos
una desagradable sorpresa: lo estamos padeciendo. El despertar del espíritu crítico es un concepto
muy trillado, pero encierra una realidad que lo hace necesario, la mayoría de edad, elaborada por
la filosofía de Kant es algo necesario en nuestro proceso de formación, como lo decíamos
anteriormente el gran problema es que no tenemos nada que ofrecer al respecto. Nuestras
actitudes y gestos cotidianos, no son una alternativa de vida a la cultura del consumo y la ausencia
de pensamiento crítico, lo cual debemos hacer consiente en nosotros y asumir nuestro proceso
personal de conversión, debemos cambiar nuestros hábitos, gustos, caprichos y prejuicios, y
asumir nuestra propia vocación como docentes, que no sea algo obligado, que no sea una salida a
necesidades monetarias, más se gana vendiendo empanada y más ganarían nuestros estudiantes
si quienes no somos alternativa, las vendemos; una empana es más provechosa que un maestro
que sea elemento de escándalo para sus alumnos. “La verdad de la vida cotidiana es el mensaje
más transparente”

¿Qué estrategias podríamos ensayar para que el estilo de nuestra educación fuera,
verdaderamente, el arte de acompañar a caminar?

Como el texto lo indica, no existe un manual, pero en el primer bloque, en alguno de los videos,
existen pistas claras que responderían esta inquietud. Recuerdo que hablamos de “destrezas
didácticas” y eran enumeradas las siguientes estrategias: el dialogo, la creatividad, la motivación y
el conocimiento. Cuatro pilares que nutren nuestra labor y permiten un caminar conjunto. El dialogo
es el principal elemento y el que más representa dicho trasegar. Al referirnos de dialogo es
necesario tener en cuenta la etimología de la palabra y resaltar su significación como “a través de
la Razón” es decir una charla intencionada, y que no solo se limita al lenguaje oral, sino que es “la
unión de las almas”, la cual no se logra sin despertar una gran empatía significada en el aprecio del
alumno por parte del maestro. El dialogo requiere de dos personas o más, pero que estén
interesada el uno en el otro y este sentimiento no es más que un sentimiento puro de admiración
imbuido en el amor al prójimo y a al otro como a uno mismo. Por otro lado la creatividad es nuestro
“caballito de batalla” el docente cansado es un docente anquilosado que ya conoce su discurso de
memoria y hasta las posibles objeciones con su respectiva respuesta, el mundo cambia, por lo
tanto nuestro ser docente debe también ser cambiante dentro de un devenir dirigido en la misión y
quien es nuestra visión. El gran éxito de la tecnología moderna es un proceso interactivo que
involucra al receptos y da todo del emisor, cada vez más este proceso cambiante se crea a sí
mismo y recrea en un movimiento incansable que encierra al espectador en la novedad, a veces
trivial, pero novedad al fin y al cabo, la cual encierra la inquietud de las personas. La motivación
también va por este camino, motivar es mover y podemos volver a nuestros alumnos lejos de
nosotros o atraerlos siendo maestros para ellos, la admiración atrae más que el miedo y quien es
atraído encuentra en ese sencillo acto su motivación a ser. Para terminar debemos tener en cuenta
el conocimiento, hay dar a conocer, no dar masticado, la fuente es mejor que el filtro que la deja
pasar; este elemento hace parte del dinamismo de la inquietud interior y como ya lo dijimos el
conocimiento se encuentra en el conócete a ti mismo y el resto ya ha sido abordado.

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