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Lectura: Educar en la alteridad

1ra Idea: Educación idealizada

Luego de reflexionar acerca de los temas la ética de la compasión y la prohibición del rostro, me queda la idea de que
en un futuro se pueda llegar a construir una educación idealizada pero expresamente bajo los términos de estos
conceptos. Es muy cierto que en la actualidad muy pocos son los que educan compadeciéndose del entorno en el cual
vive el estudiante: sin servicios, sin alimentación, sin vestido y lo que más duro, para muchos de ellos, sin un apoyo
moral por parte de su misma familia; pero si cada docente se pone en los zapatos de estos estudiantes y por medio de
acciones éticas y morales logran recuperarlos de esa incertidumbre se habrá logrado mucho.

Casos concretos en la universidad se pueden experimentar desde antes de la pandemia, pues algunos estudiantes que
asistían a las sesiones de laboratorio de manera presenciales, no contaban con los instrumentos y materiales
necesarios en sus hogares para poder repasar las lecciones. En el semestre pasado experimentamos una nueva
dificultad que denominamos “conexión”; constituyéndose esto en un nuevo padecer de los estudiantes.

Estoy de acuerdo con lo que indica Schopenhauer y Levinas; compasión es “padecer con” (cum pati). Y se padece con
los que sufren, con los miserables (miseri, los pobres). Son los necesitados de este mundo los que nos sacan de nuestra
indiferencia, de nuestro enclaustramiento ético y moral para “pasar a la otra orilla” y asumir su causa, ponernos en su
lugar. Pues si no conocemos el contexto en el cual se desenvuelve el estudiante de nuestra universidad no podríamos
implementar un proceso didáctico adecuado, dejando de lado nuestra propia comodidad durante el desarrollo de la
sesión de clase.

Pero la compasión no debe ser confundida como un mecanismo de aceptación a cualquier actitud del estudiante, pues
en la lectura nos indica muy claramente que “la compasión no suple a la justicia, ni es una forma adulterada de
practicar la beneficencia y tranquilizar las conciencias”. Así también, el docente debe sentirse responsable de sus
estudiantes porque sus logros y éxitos, que alcance en la sociedad en la que se desenvuelve, representaran su imagen;
“la compasión establece una relación ética, es decir, de responsabilidad entre el que compadece y el compadecido, y
que sólo queda saldada cuando “el otro” recupera su dignidad”.

Este fragmento de la lectura, “El rostro del prójimo significa para mí una responsabilidad irrecusable que antecede a
todo consentimiento libre, a todo pacto, a todo contrato” (Levinas, 1999, 150). Este “desgarrón” en la misma
estructura del ser del hombre, “la in-condición de extranjero como modo de ser de nuestra condición humana” (G.
González-Arnáiz, 2002, 87), no ser dueño de sí, sino rehén del otro, es lo que hace que el hombre sea un “extraño”
para sí mismo porque depende de los demás; me trae a la mente algunas vivencias de cuando algun estudiante me
comentaba sus vivencias lamentables en su contexto y el porqué de su bajo rendimiento, simplemente me mostraba
su estado de ánimo, con la intensión de que no lo deje decaer y que lo respalde, con el fin de seguir adelante con el
cumplimiento de sus actividades académicas a lo cual no pude decir que no.

2da Idea: Pedagogía de la alteridad

La educación alterativa se debe basar en el lenguaje de la experiencia pues tanto docente como estudiante debe
conocer el contexto en el cual vive. El estudiante asi educado formara parte de una sociedad en la cual desencadenara
todos sus conocimientos. La educación alterativa tambien debe incluir en el proceso didáctico las respuestas
especificas para cada estudiante de características singulares. De igual manera la educación alterativa debe ser eco de
resistencia a los hechos de injusticia dentro de sociedades dominantes y donde los mas desvalidos sufren. Hay que
realizar actividades que permitan reconocer todos los hechos pasados como nuestros porque allí están nuestras raíces
de como hemos llegado hasta el dia de hoy; hay que entregarle a nuestros estudiantes testimonios reales y verídicos
que afiancen su autoestima personal y se sientan orgullosos de nuestra sociedad.

Algunos párrafos que me interesaron para afianzar esta idea:

• La respuesta para ser significante se ha de dar en un contexto o circunstancia en el que ambos interlocutores se
expresen en una misma gramática. Sólo desde un mundo gramatical compartido es posible la relación educativa,
la respuesta a una pregunta, porque sólo en una situación gramatical concreta es posible la existencia humana y
también la educación. El ser humano es necesariamente un ser gramatical.
• No hay, por tanto, educación posible que no contemple al individuo insertado en su tiempo y en su espacio, que
no le prepare para integrarse en su mundo y ejercer de ciudadano en la sociedad a la que pertenece. Y es condición
indispensable para una educación con rostro humano, que no se desentiende de aquello que es “cuestión” para el
hombre: la autenticidad, pues no cabe una vida justa (auténtica) en la falsedad de quien vuelve la espalda a la
realidad de su entorno.
• En la relación educativa la respuesta se da a un sujeto concreto, singular. La educación en la alteridad no contempla
a un sujeto universal, sino a alguien en la singularidad de su existencia. No busca la uniformidad, ni la extrapolación
de resultados para explicar situaciones análogas de aprendizaje. Trata con sujetos singulares, excepcionales, que
tienen una biografía concreta, sujetos únicos e irrepetibles. Asumir la realidad singular, excepcional del ser humano
conlleva: a) que la acción educativa es arriesgada e incierta, b) asumir que en educación no hay un único lenguaje,
y c) admitir la precariedad y limitaciones de nuestro discurso pedagógico.
• Cuando el educador acoge al otro y responde de él: a) renuncia a su yo para que el otro sea “alguien” reconocido;
b) busca formas nuevas, originales en las que la vida de cada educando puede plasmarse; c) entiende la educación
como ayuda y orientación del educando en un camino que lleva a una meta no impuesta; d) sabe estar presente y
desaparecer de la vida de cada educando en el momento oportuno; e) desciende del pedestal de su superioridad
intelectual y moral para asumir la vulnerabilidad (necesidad) humana del otro; f) sale al encuentro del otro, allá
donde está sin dar la espalda a su realidad; g) ve en el otro lo que otros no ven; y h) entiende su tarea educativa
como un servicio o acto de amor, y donación de su propia persona.
• La educación en la alteridad responde del otro en toda su realidad; asume el contexto, no pocas veces
contradictorio y ambiguo, en el que se produce la acción educativa, por lo que es una pedagogía negativa, de
resistencia al mal; es una denuncia y prohibición de aquello “que no debe ser”; es resistencia a toda forma de
dominación, a la tentación de lo absoluto.
• Educar en la alteridad es resistencia a colaborar en el mantenimiento de las relaciones de dominación que sólo
producen sufrimiento en todos los que participan en ellas. Si educar es hacer nuestra la experiencia histórica del
otro (compadecerse del otro), esta experiencia debe llegar al sufrimiento causado por la injusticia social y política.
Y Si pretendemos educar, entonces no podemos (no debemos) usurpar la palabra de los que sufren para que sea
la experiencia de ellos la que dé testimonio del mal.
• En nuestro presente hay pasado, y los que no están, los que se han ido, los que nos han dejado, reaparecen una y
otra vez, a veces obsesivamente, en nuestra vida cotidiana, dejando una marca, una huella” (Mèlich, 2010, 85). La
educación en la alteridad trata de hacer memoria y justicia de aquellos que nos han precedido. Volver al pasado,
es condición inexcusable para entender el presente, porque no hay presente sin contemporaneidad con el pasado.
El ser humano es un ser de memoria, construye siempre sobre el pasado. “Para comprender algo humano, personal
o colectivo, es preciso contar una historia. Este hombre, esta nación hace tal cosa y es así porque antes hizo tal otra
y fue de tal otro modo. La vida sólo se vuelve un poco transparente ante la razón histórica.
• La educación es propuesta, ofrecimiento respetuoso, testimonio de un modo de vida, hecho desde la experiencia
de un estilo ético de vida. Y esta iniciación o introducción a una vida ética, que es la educación, viene siempre de la
mano del otro, del acompañamiento del otro, desde el testimonio ético del otro” (Gárate y Ortega, 2013, 87). Hay
maestría (ejercicio de maestro) cuando hay testimonio, cuando la relación maestro-alumno es una relación
atravesada por la experiencia del cuidado y la atención responsable al otro, para que “el otro” pueda nacer y crecer
diferentemente a su maestro.

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