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Lingüística misionera
Rodolfo Cerrón-Palomino,
Álvaro Ezcurra Rivero, Otto Zwartjes
Referencias
Hovdhaugen, Even (ed.) (1996). …and the Word was God: Missionary
Linguistics and Missionary Grammar. Serie Studium Sprachwissenschaft 25. Münster:
Nodus.
Zwartjes, Otto, Gregory James & Emilio Ridruejo (eds.) (2007). Missionary
Linguistics III / Lingüística misionera III: Morphology and Syntax. Serie Studies in the
History of the Language Sciences 111 [Trabajos seleccionados del III Congreso
Internacional sobre Lingüística Misionera. Hong Kong y Macao, del 12 al 15 de
marzo de 2005; Valladolid, del 8 al 11 de marzo de 2006]. Ámsterdam y Filadelfia:
John Benjamins.
Zwartjes, Otto & Konrad Koerner (eds.) (2009). Quot homines tot artes. New
Studies on Missionary Linguistics. Historiographia Linguistica (número especial),
36(2-3).
3. Las cartillas
Hay que señalar que la Nueva España contó con un importante número de
cartillas procedentes de España. Así, para 1530, se tiene noticia de que llegaron,
solicitadas por fray Juan de Zumárraga, doce mil cartillas para la instrucción de los
indios. También se sabe que en 1539 se concedió el privilegio a Juan Cromberger,
en Sevilla, para que pueda remitir cartillas a la Nueva España (Torre Revello, 1960,
p. 216). Muchas de las relaciones de carga que provenían de la Península traían,
entre los libros, biblias, misales y varias cajas con cartillas (Fernández del Castillo,
1982, p. 557). A lo que hay que sumar que Ocharte, en 1572, desde la cárcel de la
Inquisición, encargó a uno de sus oficiales seguir componiendo «las cartillas y los
sumarios de Nuestra Señora del Rosario» (Valton, 1977, p. 12).
4. Cartillas novohispanas
Cartilla para enseñar a leer, nuevamente enmendada y quitadas las abreviaturas que
antes tenía. La cartilla que nos ocupa es la impresa en 1569 por Ocharte y es
atribuida por Valton (1935) a Pedro de Gante. Por la especificación que aparece en
la primera página hubo por lo menos una anterior, quizá impresa por Juan Pablos,
quizá por Antonio Espinosa. Para el mismo Valton (1947) es el primer texto de
alfabetización de América.
que hay que poner atención en el ça, ce, ci, ço, çu;
que cuando hay un circunflejo en la vocal «hay que pronunciar por las
narices», que cuando hay una rayuela en la vocal es para marcar, parar y
pronunciar;
A modo de conclusión
En cuanto a las portadas, podríamos decir que las tres cartillas novohispanas
que nos atañen se adecuan a la tradición. Sin embargo, es necesario resaltar las
modificaciones respecto al paisaje mexicano que presenta la de Gante.
Referencias
Facsímiles
Infantes, Víctor (1998). De las primeras letras. Cartillas españolas para enseñar a
leer de los siglos XV y XVI. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca.
Estudios
García Icazbalceta, Joaquín (1886). Bibliografía mexicana del siglo XVI: catálogo
razonado de libros impresos en México en 1538 a 1600, con biografías de autores y otras
ilustraciones. Ciudad de México: Librería Andrade y Morales.
Gonzalbo Aizpuru, Pilar (1990). Historia de la educación en la época colonial. La
educación de los criollos y la vida urbana. Ciudad de México: El Colegio de México.
Torre Revello, José (1960). Las cartillas para enseñar a leer a los niños en América.
Bogotá: Instituto Caro y Cuervo.
Valton, Emilio (1935). Impresos mexicanos del siglo XVI (incunables americanos).
Ciudad de México: Imprenta Universitaria.
Valton, Emilio (1977). Cartilla para enseñar a leer. México Pedro Ocharte 1569.
Ciudad de México: Manuel Porrúa.
6 Cartilla y doctrina chistiana para q’ deprendan los niños y aun las otras personas
no biē instruidas en las cosas de nra Sācta fe catholica. En la qual breuemente se contiene
todo lo que el christiano es obligado a saber, creer, y obrar, y de lo que deue apartar para no
peccar. 1549. Presenta modificaciones con respecto a las cartillas anteriores: el
silabario se encuentra muy desarrollado.
7 Cartilla y doctrina christiana examinada y aprobada por el Illustrissimo y
Reverendissimo Señor don Gaspar de Quiroga cardenal, arçobispo de Toledo, Inquisidor
Apostólico general &c. Impressa cō privilegio de Su Magestad cōcedido a la Yglesia de
Valladolid. MD LXXXIIII. En 1583, Felipe II concedió a la catedral de Valladolid el
privilegio exclusivo para imprimir y vender cartillas tanto en España como en
América para la enseñanza de la lectura. La cartilla analizada es uno de los
ejemplares de la catedral de Valladolid (González del Campo, 1990, p. 181).
9 Según lo señalado por Leonard (citado en Infantes, 1998, p. 62), esta obra
pudo haber llegado a América en los embarques de 1575 y 1583 y no la famosa
Cartilla de Valladolid.
¿Quién no advierte que el Quíchua [huanca] es un idioma que se puede aprender en muy
poco tiempo y como por recreo?
Introducción
1. Situación contextual
Para emplear una frase acuñada por el eximio historiador Jorge Basadre, una
de las manifestaciones de la «herencia colonial» en la vida republicana del país,
esta vez en el aspecto lingüístico, fue la entronización de la variedad quechua del
Cuzco como el único y exclusivo arquetipo de la lengua. Las demás variedades de
la gran familia lingüística, alguna vez atendidas tímida y parcialmente en los siglos
XVII e incluso inicios del XVIII, cuando ya desmayaba la acción misionera por
parte de las órdenes religiosas, permanecieron obliteradas, desprovistas de registro
en tanto se las juzgaba como meras corrupciones del quechua cuzqueño.
Tendremos que esperar hasta la segunda mitad del siglo XIX, una vez
establecida la república (1821), para que se inicie la etapa que podríamos
denominar del «redescubrimiento» del quechua. Son los viajeros europeos,
algunos de ellos los forjadores de la arqueología y la lingüística modernas, quienes
llamaron la atención de la intelectualidad nacional, hasta entonces ajena a su
propia realidad, sobre la importancia histórico-cultural de las lenguas nativas,
particularmente de las andinas. Algunos de ellos (Tschudi, Markham, Middendorf)
retomaron los estudios del quechua y del aimara, abandonados tras la expulsión
de los jesuitas (1767) y ante la indiferencia de los fundadores de la joven república,
con la mirada puesta en Europa antes que en su contorno nativo y, para remate,
envueltos en sus luchas caudillistas.
2. Realidad quechua
Tabla 1
QB (= I) QA (= Glosa
II)
/č/ : /ĉ/ /č/ .
čaki čaki ‘seco’
ĉaki čaki ‘pie’
/s/ : /ş/ /s/ ‘cortadera’
siɂsi sexse ‘dar comezón’
Tabla 1
şiɂşi sexsi-
/v/ : /v:/ /v/ .
ĉa:- čaya- ‘llegar’
na: -naya ‘desiderativo’
pa: -paya ‘repetitivo’
la: -raya ‘estativo’
/h-/ /s-/ .
hala sala ‘maíz’
halu- saru- ‘pisar’
hila- sira- ‘coser’
hulɂu- surqu- ‘extraer’
/ɂ/ ~ /ø/ /q/ .
aɂa qaqa ‘barranco’
asɂu qasqu ‘pecho’
suɂta suqta ‘seis’
atuɂ atuq ‘zorro’
/l/ /r/ .
lasu rasu ‘nevada’
lulu ruru ‘fruto’
likla rikra ‘hombro’
tantal tantar ‘v. de espina’
Y todo ello, con el fin de poner al alcance de sus compañeros de orden una
herramienta que les permita aprender las estructuras básicas de ambos dialectos
«con poco trabajo». Lo que Ráez demostrará con su propuesta contrastiva es
aquello que, por la misma época en que venía preparándola, afirmaba el
redentorista Hengvart, con seguridad habiendo consultado ya el VPI, que «el
dialecto de Huancayo parece más profundamente diferente de los demás dialectos
que ningún otro. Sin embargo, una vez que uno se da cuenta de los cambios que la
pronunciación impone á las palabras quichuas con mucha regularidad, se ve que el
abismo no es tan profundo» (1907, p. 95). No lo es tanto, en efecto, sobre todo
cuando, como veremos, la ortografía desarrollada por Ráez y desplegada en el VPI,
con el propósito de ofrecer las semejanzas y diferencias («puntos en que convienen
y en que divergen») de las variedades que presenta, aproxima la textura formal del
huanca a la del ayacuchano, devolviéndole, por así decirlo, su fisonomía quechua.
Por debajo de la ortografía armonizadora, sin embargo, la lengua oral corría en
boca de sus hablantes, entonces como ahora, prácticamente ininteligible para el
común de los hablantes del ayacuchano.
Tabla 3
Huanca Ayacucho PQ Glosa
(a) Restitución
hanla ccanra *qanra ‘malvado’
atuh atocc *atuq ‘zorro’
haha ccacca *qaqa ‘precipicio’
lluhlla llocclla *λuqλa ‘cascada’
pilha percca *pirqa ‘pared’
(b) Omisión
Tabla 3
attu ccatu *qatu ‘mercado’
api- ccapi- *qapi- ‘exprimir’
mussu mosocc *muşu ‘nuevo’
suta soccta q ‘seis’
isun isccon *suqta ‘nueve’
*isqun
(c) Vacilaciones
it-ra ~hit-ra ccecha *qiĉa ‘diarrea’
atu ~ at-tuh atocc *atuq ‘zorro’
lála ~ lahla raccra *raqra ‘rajado’
allu ~ allhu allcco *aλqu ‘perro’
(d) Ultracorrección
hahu acco *aqu ‘arena’
huhlla- ~ occlla- *uqλa- ‘cobijar’
uhlla- ------- *asya-q ‘hediondo’
hasia ~ asia
6.1.1. Discusión
Lo primero que habría que observar es que la restitución efectuada por Ráez
no es producto mecánico de la constatación de cognados, y ello se prueba
fácilmente por el hecho de que, por un lado, el VPI ofrece a menudo entradas
huancas desprovistas de <h> precedidas de sus correspondientes ayacuchanas, que
naturalmente muestran <cc>, como lo prueban los dos primeros ejemplos de (b); de
otro lado, son muchos los casos en los cuales se repone <h> para formas propias
del quechua central, y por consiguiente ausentes en el ayacuchano, según se puede
ver en ejemplos como <anha-> ‘salar’, <hishya-> ‘enfermar’, <mah-chi-> ‘rociar’ y
<ñihi> ‘barro’, formas que remontan al PQ central *anqa-, qişya-, maqči-, y al aimara
*ñiq’i.
Pues bien, es muy posible que el habla que describe Ráez registrara aún el
segmento glotálico en todas las posiciones (excepto quizá en inicial absoluta), como
todavía lo hacen algunos subdialectos del huanca localizados al sur de Huancayo.
Siendo así, es natural pensar que el registro del saltillo era el mejor indicador de la
presencia del reflejo de q, aunque con la dificultad práctica de no saber cómo
representarlo, salvo recurriendo a una grafía muda como <h>. Después de todo, la solución
no era tan arbitraria, desde el momento en que la variedad jaujina del huanca se distingue
de su contraparte huancaína por haber cumplido el cambio q> h (Cerrón-Palomino, 1989,
capítulo II). De esta manera, se restituía, de paso, la fisonomía quechua del huanca,
de otro modo desfigurada por la supresión del fonema posvelar (compárense, por
ejemplo, /unɂul/ versus qunqur ‘rodilla’). Con todo, si las omisiones de <h> en
posición inicial de sílaba no deben llamar a extrañeza, pues de hecho en las hablas
innovadoras ha desaparecido sin dejar huella, asombra constatar su recurrencia
ante consonante, aunque no tanto en posición final absoluta, contexto en el que
igualmente se evapora16.
Pues bien, las omisiones de <h> en que incurre el autor pueden explicarse
entonces, en unos casos por ausencia de tradición ortográfica en el medio para
representar el saltillo, y en otros por considerar irrelevante el alargamiento
vocálico. Sobra señalar que para su época, cuando faltaba medio siglo aún para
que se inauguraran los trabajos de dialectología y lingüística histórica, las
restituciones etimológicas de Ráez, motivadas por razones puramente prácticas y
metodológicas, asombran por su alta dosis de historicidad.
Tabla 4
Huanc Ayacucho PQ Glosa
a
Morfemas nominales
-pah -pacc *-paq ‘benefactivo’
-yuh -yocc *-yuq ‘posesivo’
-(n)nah -(n)nacc *-(n)naq ‘privativo’
(b) Morfemas verbales
-lha -rcca *-rqa ‘pasado’
-lhu -rcco *-rqu ‘perfectivo’
-h -cc *-q ‘agentivo’
-ss-ha -scca *-şqa ‘participial’
(c) Enclíticos
-ha -cca *-qa ‘topicalizador’
-lah -racc *-raq ‘continuativo’
6.2.1. Discusión
La lista ofrecida no agota ciertamente los morfemas que portan los reflejos
de q, pero que el autor, no obstante introducirlos previamente, omite listarlos: tal
los casos de los sufijos verbales temporales <-ssah> y <-nha>, primera y tercera
personas de futuro, provenientes del PQ *-şaq y *-nqa, respectivamente. No debe
llamar a sorpresa, por lo demás, el hecho de que en todos estos casos la restitución
de <h> se hace en general de manera sistemática, con muy pocas vacilaciones, no
obstante que, en algunos casos, en mayor medida en el del agentivo que en del
topicalizador, los reflejos de *q pueden llegar a cero. Es evidente que, en este nivel,
en comparación con el del léxico, el conocimiento de la gramática, ayudado por la
familiarización del autor con el ayacuchano, es el responsable de dicha coherencia.
De otro lado, creemos que también postula una falsa cognación entre el
pluralizador verbal huanca <-lhali> y la sarta morfológica ayacuchana <-rccari>
(Ráez, 1917, p. 240). Si bien es correcta la reposición de <h> en el primero, no lo es
su identificación sincrónica con el segundo, fuera de haberle servido como
elemento formal de contraste. En efecto, el ejemplo <chai huaccta cancata
micurcari> [sic] «comed esa costilla asada» puede también interpretarse
simplemente como ‘come esa costilla asada’, demostrando así que la ausencia de la
marca de pluralidad en el verbo quechua (/-rqa:-ri/ tiene valor aspectual) no
implica necesariamente singularidad. La contraparte huanca, que sería algo como
<chay huahta cancacta micalhaliy>, en cambio, no puede entenderse sino como
plural: ‘coman todos aquel costillar’.
7. Apreciación de conjunto
Anchorena, Dionisio (1874). Gramática quechua ó del idioma del imperio de los
incas. Lima: Imprenta del Estado.
17 Una explicación de dicha omisión podría ser que, en ejemplos como los
proporcionados, al no haber formas competitivas con vocal breve, bien podía
obviarse, como irrelevante, el detalle fónico respectivo. No así, en cambio, cuando
el alargamiento tenía valor gramatical, que es el caso de la marca de primera
persona posesora-actora (como en uma-: ‘mi cabeza’, muna-: ‘quiero’; maki-: ‘mi
mano’, puli-: ‘yo camino’; /aλu-:/ ‘mi lengua/, miku-: ‘como’, etc.). En tales casos,
Ráez se cuida mucho en llamar la atención sobre el fenómeno, y lo representa con
una tilde: así, por ejemplo, <manú> ‘mi deuda’, /masá> ‘mi pareja’, <cá> ‘soy’,
<micú> ‘como’, etc.
El impacto de las lenguas indígenas en los vocabularios indoamericanos de los
jesuitas (siglo XVIII) Esther Hernández
Introducción
P. Diego de Torres Rubio [P. Juan de Figueredo], S.J. 1700. Arte de la lengva
qvichva…el vocabulario añadido, y otro vocabulario de la lengua Chinchaisuyo. Lima:
Joseph de Contreras y Alvarado, Impresor Real.
P. Andrés Febrés. S.J. 1765. Arte de la lengua general del reyno de Chile…
Vocabulario hispano-chileno y un calepino chileno-hispano mas copioso. Lima: [en la calle
de la Encarnación].
Tanto las gramáticas como los vocabularios eran herramientas para que los
misioneros aprendieran las lenguas indígenas y, para ello, presentaban en sus
obras estados de lengua correspondientes al uso que conocían y practicaban,
convertidos en norma conforme a lo que establecía el propio grupo social de los
misioneros. Por este motivo, los principios metodológicos de los diccionarios
misioneros no son especulativos, sino que se basan en lo que sus autores saben a
ciencia cierta (Alvar, 1997), por unos conocimientos basados en cuestiones de uso.
Por ejemplo, el jesuita catalán Febrés confiesa en el Arte: «Todas las reglas de este
Arte son ciertas, seguras y conforme a lo que al presente se usa; y no pondré otra
cosa que lo que haya oído y usado o no sepa de cierto» («Prólogo al estudioso»). En
este sentido, son textos descriptivos y, gracias a ello, hoy nos sirven a nosotros
como testimonio para conocer aspectos relativos a la historia de las lenguas
involucradas.
Mi idea es que estas obras lexicográficas constituyen en sí mismas valiosos
testimonios de estados de lengua, lo cual es particularmente notorio en el ámbito
del estudio de la influencia de las lenguas indoamericanas en el español.
Ciertamente, la relevancia de los diccionarios misioneros puede residir en las
innovaciones de tipo técnico a la hora de construir el diccionario; pero, sobre todo,
desde el punto de vista léxico, radica en los neologismos que incorpora el
diccionario, al introducir lemas o entradas que no figuran en los vocabularios
precedentes o de la misma tradición, y que revelan que son usuales en el habla del
área geográfica y en el momento en que se elabora el diccionario. De acuerdo con
estos presupuestos, el léxico de procedencia indígena que contienen es
representativo del impacto que sobre el español tienen las lenguas nativas de
América y revelador también de determinadas relaciones interlingüísticas. Los
vocabularios misioneros son, por tanto, un tipo de texto en donde cobra un interés
especial el uso de las palabras americanas, los «americanismos». Especialmente
tienen interés si investigamos las palabras o expresiones originadas en América, las
que pueden fechar ahí su nacimiento. Entiendo aquí, por tanto, el concepto de
«americanismo» con una evidente restricción, esto es, como palabra o expresión
«originada» en América, bien en forma de acuñaciones absolutas, como son los
«indigenismos», bien como nuevas palabras creadas con procedimientos
morfológicos del español, o bien como innovaciones semánticas con una base
léxica hispánica. Escapan al interés de este estudio, por lo tanto, las palabras o
expresiones que hoy, o en algún momento de la historia, son o han sido propias de
América, sino que solamente me interesan las palabras o expresiones creadas en
América, las que pueden fechar ahí su nacimiento, con mayor o menor precisión o
certeza.
8. Conclusión
Los vocabularios con las lenguas indígenas redactados por los jesuitas en
Sudamérica durante el siglo XVII formaban parte de una obra misionera más
completa, que contenía también la gramática o el catecismo.
Adelaar, Willem F.H. (2004). The Languages of the Andes. Escrito con la
colaboración de Pieter C. Muysken. Cambridge RU: Cambridge University Press.
Alvar, Manuel (1975). España y América cara a cara. Madrid: Editorial Bello.
Febrés, Andrés S.J. (1765). Arte de la lengua general del reyno de Chile…
Vocabulario hispano-chileno y un calepino chileno-hispano mas copioso. Lima: [en la calle
de la Encarnación].
Hernández, Esther (en prensa). Lexicografía bilingüe española con las lenguas
indígenas de América, 1550-1850. Madrid: Iberoamericana.
Hernández, Esther & Ana Segovia Gordillo (2012). Lexicografía bilingüe del
siglo XVII en América del Sur. En Elena Battaner, Vicente Calvo y Palma Peña
(eds.), Historiografía lingüística: líneas actuales de investigación (pp. 475-484). Münster:
Nodus Publikationen.
Middendorf, Ernst (1890). Wörterbuch des Runa Simi oder der Keshua Sprache.
Leipzig: F.A. Brockhaus.
Real Academia Española (s.f.a). Corpus diacrónico del español [Corde] [banco
de datos]. http://corpus.rae.es/cordenet.html
Sala, Marius (1977). El léxico indígena del español americano: apreciaciones sobre
su vitalidad. Ciudad de México: Academia Mexicana.
Valencia, Alba (1976). Voces amerindias en el habla del español oral culto de
Santiago de Chile II. Boletín de Filología de la Universidad de Chile, XXVII, 281-329.
Valencia, Alba (1977). Voces amerindias en el habla del español oral culto de
Santiago de Chile. Boletín de Filología de la Universidad de Chile, XXVIII, 315-674.
Torres Rubio, Diego de S.J. [Juan de Figueredo S.J.] (1700). Arte de la lengva
qvichva… el vocabulario añadido, y otro vocabulario de la lengua Chinchaisuyo. Lima:
Joseph de Contreras y Alvarado, Impresor real.
22 Son los siguientes (con el número de ocurrencias entre paréntesis): agi (8),
agiaco, baquiano, barbacoa (8), batata, batea, bejuco (7), bijao, cacique (10), caimán (3),
canoa (55), caribe, guacamaya (3), guayabo (2), guayaba, hamaca (14), iguana, jején (2),
macana (2), maíz (68), maizal (2), nigua (4), papaya (4), tabacal, tabaco (24), tuna (2),
yuca (54) y yucal (5).
23 Achiote, achotillo (2), camote (5), coyol (2), mecate (2), petaca (2) y tamal.
24 Achira, achupalla (2), ajipa, amancay, añapa, caigua (2), caimito, callana
(2), camarico, cancha, caracha, ¿carcha?, chacara, chacra (32), chaguar (6), chala,
chamal, chanar, chañar, charqui, chicha (35), chigua, china, chinita (2), choclo (3),
chonta (3), chorito, choro (4), chuico, chuño (2), cochayuyo (4), coirón (2), coronta
(2), coto, guacho (3), guanaco (3), guanaquear, guasca, hualca, llama, llanca (3),
lucuma, maní (9), mate (4), matecillo, mote, ñato, oca (3), pampa (16), papa(s) (18),
pique (2), porongo (2), poroto(s) (6), quechu, quinua (3), quirquincho (4), totora (2),
totoral (2), ulpiar, ulpo, ¿vinchuca?, vizcacha, yapa, yapar, yuyo (2), zapallo (16).
Gonçalo Fernandes
1. Introducción
Por otro lado, después de las bulas papales Dum Diversas (18 de junio de
1452) y, principalmente, Romanus Pontifex (8 de enero de 1455), el papa Nicolás V
(1397-1455) atribuyó al rey portugués Afonso V (1432-1481) el derecho de
patronato o Ius Patronatus y la completa jurisdicción de los territorios ultramarinos.
En efecto, la Iglesia católica reconoció a Portugal el derecho (y el deber) de
gobierno de los territorios descubiertos y por descubrir, así como de nombrar a los
obispos, administrar las iglesias locales y proveer los misioneros necesarios para
esas tierras (Rego, 1940, pp. 7-8). Así, los reyes portugueses enviaron misioneros a
estas partes del mundo, con el fin de enseñar a los nativos y convertirlos a la fe
católica. Sin embargo, los misioneros portugueses no conocían las lenguas locales,
por eso llevaron traductores con ellos. Una de las primeras tareas fue aprender las
lenguas nativas y escribir catecismos, manuales de conversación, diccionarios y
gramáticas, no solo con el fin de comunicarse con los nativos, sino para enseñarles,
además, los principios de la fe católica y, en parte, igualmente los rudimentos de la
lengua europea, así como también para que los misioneros aprendiesen la lengua
nativa. Esto fue particularmente importante después de la creación de la Compañía
de Jesús (1540) por el papa Pablo III (1468-1549), del Concilio de Trento (1545-1563)
y, principalmente para Mozambique, situada en la costa oriental de África, de los
cinco primeros Consejos Provinciales de Goa (1567, 1575, 1585, 1592 y 1606), en
India.
Sin embargo, muchas de estas obras del primer periodo permanecen inéditas
y deben presumirse perdidas, habiendo sido conservadas solo en forma
manuscrita. Hay fuentes secundarias que corroboran la existencia en Mozambique
de muchos catecismos, vocabularios y gramáticas manuscritos en las lenguas
nativas, particularmente en el siglo XVII, y cuya autoría estuvo a cargo de
misioneros portugueses o misioneros de lengua portuguesa que pertenecían al
Patronato Portugués (Schebesta, 2011 [1966], p. 502; Garcia, 1972, pp. 251-276):
la lengua sena, con un catecismo del italiano Julio César Vertua, S.J. (1575-
post 1629) y una gramática del también italiano Luis Mariano («Inhazero»), S.J.
(1582-1634);
y la lengua de los cafres, con una cartilla del ¿suizo? Sebastião Berne, S.J. (fl.
1655-post 1695) y dos catecismos y un confesionario de António da Conceição,
O.S.A. (?-1700).
2. Códice 49-v-18
El códice 49-v-18 tiene 394 folios, en cuarto, mide 220 mm por 315 mm, y
pertenece a la colección «Jesuítas na Ásia» de la serie «Província da China» de la
Biblioteca da Ajuda, en Lisboa, Portugal. Esta colección está constituida por
sesenta y un volúmenes, que han sido copiados entre los años 1744-1746 de los
papeles, cartas, reportes y otros documentos entonces existentes en el archivo o
secretaría de los jesuitas en el colegio de la Madre de Deus, en Macao (Boxer, 2002,
I, p. 173). Charles Boxer (1904-2000) presenta una cita del Provincial del Japón,
Domingos de Brito, S.J. (1671-post 1742)35, donde explica las razones de haber
ordenado la copia: «Por estar o livro velho muito comido dos bichos, mandei fazer este, e
tresladar nelle […], 23 de Junho de 1740. Domingos de Britto, Provincial de Japão [Debido
a que el viejo libro estaba muy comido por los animales, tuve que hacer esto y
traducirlo [...]» (Boxer, 1938, p. 265).
Este códice es claramente una copia, escrita a mediados del siglo XVIII por el
fraile João Álvares, S.J. (fallecido después de 1762)36, en el colegio/iglesia jesuita de
la Madre de Deus, en Macao, China, alrededor del año 1745. La escritura tiene
mutatis mutandis las mismas características de, por ejemplo, el códice 46-VIII-35,
Vocabulario da lingoa de Iapam, com a declaração em Português, feito por alguns Padres e
Irmãos da Companhia de Jesu, que está firmado por el hermano João Álvares y tiene
fecha de 1747: «Esta tresladada do Livro Emprenso (sic) que esta na secretaria da
Provincia de Japão no Collegio de Macao, hoje 22 de Agosto de 1747. João Alvares» (Rego,
1966, p. 480).
El códice 49-v-18 reúne muchos documentos con fecha de 1680. Esto nos
lleva a pensar que el original del Arte da lingua de Cafre también podría haber sido
escrito en torno a 1680.
Esta lingua por ser muito limitada he muito falta de palavras; nem tem generos
mascolino femenino, e neutro em suas adiectiuacoens. So tem alguã mudança de letras em
seu adjectiuo. V. g. Bonus bona bonum coza boa, chin tû chô cû còmà [Esta lengua
por ser muy limitada tiene gran falta de palabras. No tiene géneros masculino,
femenino ni neutro en sus adjetivaciones. Cambia solo algunas letras en el adjetivo,
v.g., bonus, bona, bonum, cosa bona, chintû chôcûcòmà] (fol. 204v).
Se Eu chegar a amar.
Ine
curicuzayanga
Se Tu chegares a amar.
Yoe
curicuzayanga
[…]
Ine
curicusachita
Yoe
curicusachita
[Yee]
curicuzachita
Hay cierto lenguaje entre los cafres que no conjuga ni cambia su
pronunciación en las segundas o terceras personas, tanto en singular, como en la
primera persona de plural. Eiô, para los pronombres arriba mencionados Ine, Yoe,
Yee, Iffe, imoe, yoo, se entiende primera, segunda y tercera. Ejemplo en el lenguaje
siguiente, con la conjugación, que es de futuro:
Ine curicuzayanga:
Si yo llegara a amar;
Yoe curicuzayanga:
Si tú llegaras a amar;
[…]
Ine curicusachita:
Yoe curicusachita:
[Yee] curicusachita:
En los últimos folios, el autor del Arte da Lingua de Cafre presenta algunas
notas sobre la sintaxis, como la construcción del genitivo (fol. 220r) y del dativo
(fol. 220v), algunas preposiciones equivalentes al latín a, ab, abs, de, ex, e, cum, in,
prope, ad, apud y propter (fol. 221r-221v), y a los adverbios latinos ubi, unde y quo (fol.
221v).
«Como estais! Vdachita cutani, ou uachita cutani» [¿Cómo estás?] (fol. 222v);
«Sim estâ bem; inde hada huanga» [Sí, está de buena salud] (fol. 223r);
Torrend refería también que el «Chisena é a lingua de Sena, isto é, a que se falla
nos prasos das margens do Zambeze desde o mar até a Lupata» [Chisena es la lengua de
Sena, hablada en todos los prazos42 que bordean el Zambeze desde el mar hasta el
desfiladero Lupata] (1900, p. 2), por ejemplo, atravesando toda la región central de
Mozambique. Además, este autor también utiliza el término cafre, como por
ejemplo en los pasajes siguientes: «O adjectivo forte que em Cafreal segue differentes
regras que os adjectivos fracos» [El adjetivo fuerte que en cafre sigue diferentes reglas
de los adjetivos débiles»] (p. 22); «machado cafreal» [hacha nativa] (p. 44), «piano
cafreal» [piano nativo] (p. 58) y «cerveja cafreal» [cerveza indígena] (pp. 61 y 63).
5. Mirhi (von murhi [Dorf]); Sena und Njungue midzi. Doch besteht diese Bildung
mirhi im T‘igombe, einem Dialekt des Sena. Ebenso ziningi = maningi.
7. In der ni-Klasse ist Singular und Plural gleich beim Substantiv. Njungue hat ni -
zi.
8. Kennt die Negation in der zweiten und den folgenden Person en mit ka (Sena:
kha). Njungue vollständig unbekannt, gebraucht nur s-.
5. Mirhi (de murhi [pueblo]); sena y njungue Midzi. Pero hay una forma mirhi
en t’igombe, un dialecto del Sena. Del mismo modo ziningi = Maningi.
«Breve conjugação que póde servir de modelo para todos os mais verbos regulares do
idioma cafre-tetense» [Breve conjugación que puede servir como modelo para todos
los verbos regulares del idioma cafre-tetense] (p. VII);
Ahora bien, como Zwartjes ha demostrado, «Sena and Nyungwe are closely
related and mutually intelligible» (2011, p. 237). Ambas lenguas pertenecen a la rama
bantú y a la familia Sena (véase Lewis, Simons & Fennig, 2016).
Algunas veces el autor (¿o el copista?) del Arte confunde fonemas orales y
nasales, como la bilabial b y m, en camori por kabodzi; y la gutural g y la bilabial m,
en Cughua por kumua, por ejemplo.
Además, hay diferencias que pueden haber sido el resultado de una mala
interpretación del copista João Álvares, S.J.
5. Conclusiones
El Arte da lingua de Cafre presenta algunos errores (tal vez también del
copista João Álvares, S.J.), la mayoría de ellos causados por la mala interpretación
fonética. No ofrece innovaciones lingüísticas particulares. Su autor anónimo no se
dio cuenta, por ejemplo, de que estaba en presencia de una lengua prefijal, pero
registró algunos de los prefijos nominales más importantes, como <ka->, <ma->,
<bu->, <mu-> y <ku->. Hasta que no contemos con una nueva versión editada y
corregida del texto, solo podremos acudir al manuscrito del Arte da lingua de Cafre,
ciertamente pionero y que tiene el mérito de ser el primer trabajo metalingüístico
que describe una lengua indígena de Mozambique y, en general, una de las
primeras descripciones de una lengua bantú y africana.
Los datos recogidos nos permiten concluir que la tesis de Schebesta (1919-
1920, p. 765) de que la lengua descrita en el manuscrito es, sin duda, el idioma sena
(o el chisena) y que no puede ser la lengua de Tete (o el chinyungwe) continúa
levantando dudas. En efecto, la lengua presentada en el Arte parece ser una
variedad supradialectal con elementos léxicos del chisena y del chinyungwe, una
especie de lengua general hablada en el centro de Mozambique, aunque con más
correspondencias con el chisena. Sin embargo, esta hipótesis requiere más
investigación y necesitamos más evidencias, quizá comparando las entradas léxicas
del Arte con otras obras más recientes, ya que la obra de Torrend (1892, 1900) es
muy sencilla y no presenta un gran número de entradas léxicas. Debe señalarse
también, que este estudio tiene, aún, serias limitaciones, especialmente por la
ausencia de datos de la época y no tener cómo considerar la movilidad de los
hablantes, puesto que, durante los 220 años que pasaron entre 1680 y 1900, fechas
correspondientes a los datos empleados, en esta misión podría haber hablantes que
procedentes de otra región.
Referencias
Anónimo (ca. 1745 [ca. 1680]). Arte da Lingua de Cafre [manuscrito]. Biblioteca
da Ajuda, Lisboa, Colección «Jesuítas na Ásia», Códice 49-v-18, fols. 201-223.
Boxer, Charles Ralph (1938). Japanese Christians buried in the Jesuit College
Church of Sao Paulo at Macau. Monumenta Nipponica, 1(1), 265-269.
Rosa, Maria Carlota (2013). Uma língua africana no Brasil colônia de Seiscentos:
o quimbundo ou língua de Angola na Arte de Pedro Dias, S.J. Río de Janeiro: 7Letras.
Sitoe, Bento & Armindo Ngunga (eds.) (2000). Relatório do II Seminário sobre a
Padronização da Ortografia de Línguas Moçambicanas realizado na Matola (Maputo), de 8
a 12 de março de 1999. Maputo: NELIMO-Centro de Estudos das Línguas
Moçambicanas.
36 «Este João Álvares, ligado ao colégio de São Paulo, foi uma dos jesuítas expulsos
de Macau em 5 de Julho de 1762, e estava encarregado do jardim da Ilha Verde» (Boxer,
2002, I, p. 173, n. 1).
37 En todas las citas del Arte da lingua de Cafre, se utilizaron los siguientes
criterios de transcripción: -Conservación de la forma original escrita para v/u e i/j
independientemente de su valor como vocal o consonante; -Conservación de la
puntuación y los acentos originales; -Preservación de la tilde en las vocales y
consonantes nasales (ã, ẽ, õ, ũ, ñ); -Conservación de las partes punteadas (-----) que
aparecen en el manuscrito; -Desarrollo de las abreviaturas más comunes;
-Transcripción de las palabras africanas en itálico; -Las partes dudosas se indican
con puntos suspensivos entre corchetes [...]; -Los caracteres subrayados en el
manuscrito se indican entre < >.
38 En el manuscrito está chĩ (fol. 205r), pero solo puede ser un error del
copista. Tanto en chisena como en chinyungwe, el infinitivo del verbo «ser» es la
junción de la partícula (clasificador del infinitivo) ku con el radical ri o li (ver, por
ejemplo, Courtois, 1900b, p. 72; Torrend, 1900, p. 231).
1. La vertiente gramatical
Actualmente se considera el sufijo como un modo del verbo, para indicar ese
conocimiento solo indirecto. Ya en 1972, Martha Hardman daba un paso más y
señalaba que esta necesidad gramatical de distinguir entre el conocimiento directo
o solo indirecto es uno de los «postulados» clave de la lengua aymara.
Con el verbo «decir». Por ejemplo: «ve, hijo mío, diciendo dijo». Se trata
sobre todo del verbo satha, ‘decir’, con sus modificaciones y síncopas: sis- y his- e
incluso kamsa- (por fusión con kuna ‘qué’). Es este un tema a la vez gramatical y
semántico, por el que B expresó un interés muy particular. En la Grammatica muy
copiosa, de 1603, le dedicó más de treinta páginas (112-144) y en la Silva de Phrases
de 1612b, cuatro. En su último Arte, dice lo siguiente: No hay verbo ninguno en
esta lengua que sea tan necesario de saberse muy bien sabido como el verbo Satha,
que es como el quicio de todo lo que se habla: y de no saber el uso del, resulta muy
grande escuridad en el hablar, especialmente cuando se necesita de transicion [de
una persona a otra en el verbo], porque las más de las vezes se han de tomar las
que suenan al contrario del Romance […] en la lengua Aymara como en la
Quichua […] El verbo Satha, vel Stha, sincopado49, significa Dezir, Pensar, querer,
y casi todos los verbos, que comúnmente llaman del animo […] En fin este es un
negocio que mucha parte de ello se ha de remitir al uso… y también el leer
atentamente el Vita Christi, donde se hallaran a cada paso muchos modos tocantes
a esto (1612a, pp. 38 y 41).
Pero B, en la última parte de la cita anterior, señala que el verbo «decir» sirve
también para formar lo que él llama «verbos del estado de ánimo», como «pensar»,
etc. pero que, en realidad, a veces a través de mayores circunloquios, pueden tener
también otros sentidos, como verbos o como otras partes de la oración.
V: De...
V: 0
«Virgen»
B-M sola, sin aditamientos: 1 (en el título del capítulo VII) «una virgen»
(parirá, etc.): 4
Uno y otro usan también su término asociado con otros nombres o atributos
entre los que destaco los siguientes:
En ambos: María, Virgen Santa María, Virgen [y] doncella, siempre [wiñaya]
virgen, Virgen y Madre [taicasa, en que -sa es ‘nuestra’ inclusivo]
Pero hay otras, como ilustramos en este fragmento del capítulo 1, N° 6 según
el original de V, la traducción-adaptación aymara de B-M y su retraducción al
castellano: V: [Dios] Había antes aparejado casa al primer hombre, cuando quiso
formarle para que se aposentase, que fue paraíso terreno. Así para aposento del
segundo Adan Christo, bajando a la tierra, aparejóle el aposento, que fue alma y
cuerpo desta sacratísima doncella Maria.
B-M cast [y aym]: para nuestro primer padre Adan en lugar de su casa
[utapahaccu] hizo el Paraíso terrenal [aym y cast], tierra lindisima [collana uraque]:
Pero para JesuChristo N. S. hizo el alma benditisima [collana], y el cuerpo
benditisimo [collana] de la soberana [collana] virgen Santa Maria (mis subrayados).
En el Vocabulario (1612d, I, pp. 140, 141; II, p. 141) se dice iya saña o satha,
huaa saña o satha (lit: decir iya, huaa [dos interjecciones de asentimiento]). Se
encuentra también en la VXti, por ejemplo, en el siguiente fragmento del capítulo
18, N° 4: B-M: O muger, grande es tu fe. Tú de todo corazón crees en mí y agora
por tu gran fe, hágase cumplidamente.... pides.
B-M aym: Chay marmi, iyasañama ancha hacchahua, huma checa chuymampihua
naru checahua sitita, sanituathà hichasca.
B, por otra parte —hijo de su época— está bastante cerrado al diálogo con
las expresiones religiosas andinas, aunque no las llama «idolatrías» que deban ser
«extirpadas», como hizo su colega jesuita Pablo de Arriaga (1621) en su célebre
campaña entre 1616 y 1621, sobre todo en los contornos de Lima. B (1612c, pp. 150-
152) prefiere hablar de «supersticiones que el demonio ha introducido desde el
principio».
3.1. Capítulo 1. «Del intento y motivo que tuvo Dios en hacerse hombre»
Este es quizá el capítulo en que la versión de B-M es mucho más larga que
cualquier otra y tiene más discrepancias con V. Uno y otro empiezan con la palabra
poco común jocundísima, lo que no deja dudas de que B-M tenían delante el texto
de V; en Albó (2011-2012) ya mencioné cuáles de las once secciones o subtemas
enumeradas por B-M no aparecen en V. El caso más notable son las secciones N° 4
y 5 con las revelaciones de Santa Brígida, que entonces se tenían como lo más
cercano a lo que sucedió en Belén y que Tavel (2014) ya ha podido comparar con el
texto de B-M.
Pero aquí nos fijaremos solo en algunos detalles que muestran el trabajo
editorial pastoral de B-M sobre el escueto texto de V y el más cálido de Santa
Brígida, para el momento mismo del parto: V: En este pobre aposento, en lo más
sosegado y quieto de la noche, la sacratísima Virgen María parió a su unigénito
hijo. Envolvióle en paños, y púsole en el pesebre...
... ningún dolor ni pena hubo en aquel sagrado parto. Parió la Virgen sin
dolor, porque había concebido sin sensual deleite. No se pagó tributo en este parto:
ni el deleite precedente (que no hubo) pidió alguna usura de dolor.
Sta Brígida: La Virgen se descalzó, se quitó el manto blanco con que estaba
cubierta y el velo que en la cabeza llevaba, y los puso a su lado, quedándose
solamente con la túnica puesta y los cabellos tendidos por la espalda, hermosos
como el oro. Sacó en seguida dos paños de lino y otros dos de lana muy limpios y
finos, que consigo llevaba para envolver al Niño que había de nacer, y sacó otros
dos pañitos del lienzo para cubrirle y abrigarle la cabeza al mismo Niño, y todos
los puso a su lado para valerse de ellos a su debido tiempo...
...Había allí con ella un rectadísimo anciano, y los dos tenían un buey y un
asno, los que después de entrar en la cueva, los ató al pesebre aquel anciano, y
salió fuera y trajo a la Virgen una candela encendida, la fijo en la pared y se salió
fuera para no estar presente al parto...
... y estando así la Virgen en oración, vio moverse al que yacía en su vientre,
y en un abrir y cerrar los ojos dio a luz a su Hijo, del cual salía tan inefable luz y
tanto esplendor, que no podía compararse con el sol, ni la luz aquella que había
puesto el anciano daba claridad alguna, porque aquel esplendor divino ofuscaba
completamente el esplendor material de toda otra luz.
B-M Cast (N° 5): Siendo ya casi la media noche y estando durmiendo todos
para descansar, callando, y estando en profundo silencio todas las cosas la misma
noche, habiendo de nacer Nuestro Señor; se volvió clara como el medio día: y
habiendo acabado su oración la soberana Virgen, el cielo comenzó a destilar
dulzura, y ella sin decir Ay, ay, sin dolerse, sin entristecerse, sin congojarse, sin
menoscabarse su virginidad parió a su benditísimo hijo; y pariéndole parecióle que
se le salía la mitad de su corazón (como dice Santa Brígida)58 y luego le vio delante
de si, mas relumbrante, resplandeciente, limpio, y hermoso más que el Sol; porque
salía del Niño una grande luz, que sobrepujaba al sol; por eso la candela que había
encendido San Joseph vencida con la luz del Niño no parecía...
La gran luz se reitera tanto al principio como al fin del relato del parto, como
encuadrándolo.
B-M: En este día hermanos míos es la fiesta de Nuestra Señora y esta fiesta
por nombre la Purificación, y diciendo Purificación está en lugar de decir hacerse
limpio: y ahora deciros he una, o dos palabras acerca desto misterio, oídme con
todo corazón.
Veamos algunos otros detalles: Hicha uru, hilatanacay, ‘hoy día, hermanos’
[con un masculino generalizado a mujeres, como en castellano, en vez del
hilatanaca, cullacanaka, más propio del aymara y tan usado ahora también en los
actuales sermones en aymara]. En esa misma línea, sorprende el interés de B-M por
explicitar (al final del N° 1 y principio del N° 2 del mismo capítulo 7) la diferencia
cultural del tiempo de purificación de la madre según el género del recién nacido
(cuarenta días de impureza, si es varón; pero ochenta, si es mujer). ¿Por qué habrán
sentido la necesidad de explicitarlo si ni aparecía en V? Deja ello un cierto resabio
del machismo y patriarcalismo de los conquistadores, modulado en otras partes
con detalles que muestran un mayor equilibrio de género, como ya vimos en el
capítulo 1.
B-M: El cual misterio cada año nos representa la Santa Iglesia nuestra madre,
diciendonos, Vayan en procesión llevando candelas benditas encendidas; y esta
ceremonia nos ha venido desde el tiempo antiguo, y es muy devota: El Espíritu
Santo también dijo, Sea así, y es inspirada por el para que tomemos en Nuestras
manos a JesuChristo Nuestro Señor, luz del mundo, y le digamos Señor mío
alumbra mi corazón v ablándamele con tu amor v y derriteme aunque sea una
piedra. La cera de las candelas nos significa la carne de Nuestro Señor, porque la
cera es obra de la abeja, y la carne de JesuChristo es concebida, de Nuestra Señora:
la abeja sin corrupcion obra la cera, y la Virgen Santa Maria sin menoscabarse en
nada su virginidad concebio y pario la carne de su hijo: la cera es blanca 80 y
blanda, y la carne de JesuChristo es blanca sin pecado, y blanda para que siendo
crucificada en la Cruz pudiese ser lastimada con todos los generos de penas y
tormentos.
Se explica, detalla e interpreta así por qué el nombre popular de esta fiesta es
«la Candelaria», también en los Andes y, en concreto, sigue siendo la fiesta más
popular de Puno, hasta hoy. Este era también el nombre que entonces tenía la
actual Virgen de Copacabana, a apenas unas diez leguas de Juli. En efecto, según
Ramos Gavilán (1988 [1621], pp. 232-233) ese nuevo culto empezó el 2 de febrero
de 1583, aproximadamente entre dos y tres décadas antes de la elaboración de la
Vita Christi. El propio testimonio del tallador Francisco Tito Yupanqui,
reproducido por el mismo Ramos Gavilán (1988 [1621], pp. 234-238) es en sí mismo
uno de los ejemplos más tempranos de un castellano con sustrato aymara, tal como
ha sido analizado por Cerrón-Palomino (2003)60.
Lo que más bien sorprende es que, habiéndose ya instalado ese culto tan cerca, B-
M no hagan ninguna alusión a este.
Esta última muestra es relevante sobre todo por la manera en que el breve
texto de V se expande en B para hacerlo mucho más emotivo y tangible. De nuevo
resalto esas adiciones con un sombreado. En cierto modo, su castellano rebalsa
incluso al aymara, por ejemplo, al traducir la única palabra aymara huaracusiña
‘espantarse, o maravillarse’ (Bertonio, 1612d, II, p. 149) como «ponía horror y
espanto». No he logrado identificar tampoco qué parte del aymara significa «todo
feo». He aquí una muestra: V: Rigurosamente, y con grande desacato se huvieron
con el hijo de Dios sus atormentadores. Lo que visto por el Adelantado Pilato,
pensó que por enojados que los Judíos estuviessen, verle tal como estaba, les haría
perder el enojo, y tendrían del lástima: mandándole salir a vista de todos, con la
corona de espinas, y el vestido de grana: y puesto en un lugar eminente, y él a su
lado, dixo, ECCE HOMO. Veys aquí el hombre: Fue decir: Veys aquí el hombre
más afligido y atormentado de todos los hombres. Qué hombre avra que viendo a
este hombre como está, no se enternezca, y duela del?
B-M cast (los cinco verbos «decir» en cursiva): Muy mal trataron aquellos
malvados Christo Nuestro Señor muchas heridas le dieron y todo le pusieron de
sangre, acardenáronle y moliéronle de modo que aun el mismo Pilatos viéndole tal
que ponía horror y espanto, que ni ojo, ni boca, ni narices parecían, ni tenía
semblante de hombre, todo feo, y hecho una plasta de hombre, quiso mostrarle a
los Judios diciendo, viéndole desta manera maltratado esta gente no hablaran más,
y quietaran sus coraçones y se sogeran [¿sosegaran?], y mostróles a IesuChristo con
la corona de espinas, con una ropa vieja de grana desde un lugar patente diciendo
Ecce Homo y diciendo Ecce Homo quiso decir: Este es aquel hombre, fue como si
Pilatos dixera a aquella gente empedernida: Mirad a este hombre desde los pies
hasta la coronilla de la cabeça muy lastimado está: ninguno de vosotros ni hombre
alguno aveis visto a nadie desta manera lastimado, en este pueblo, ni en otro
alguno.
B-M aym:
Cauquipiri haquepi aca haquepi hicha hani llaquipaaspa? Hani aca hama
yanccachata ulljassina nayrapathà maya paya cchacaquisa hachacaspa? Sassin
hamachatauinahua, Pilatos uca yancca calana sata chuymani haquenacaro usupaani,
usupiypansca naa antutakhaa sassina; maasca ucanaca hani pini katusa usupap
iscatauinti, manqhue chuymapana alakha chuimapansa.
*
Basten estos rápidos esbozos, a partir de tres vertientes —la lingüística, la
semántica y la pastoral— para mostrar mi tesis central: la pareja B-M, gracias a su
relación estrecha y muy complementaria, logró ir mucho más allá de una simple
traducción de un prestigioso texto europeo. Los aspectos señalados —entre otros—
nos permiten contar con un amplio y variado texto sin par en el aymara colonial
temprano. Aun cuando, por su tema y condicionamientos de la época, la VXti
participa también de algunas limitaciones de los dialectos misioneros de las
lenguas indígenas, los autores logran expresarse con mucha más libertad y
elegancia, dentro del genio de la lengua aymara, que la mayoría las traduciones
antiguas y modernas.
Referencias
Albó, Xavier (2011-2012). Vita Christi: el escrito aymara más completo del
periodo colonial. Anuario de la Academia Boliviana de Historia Eclesiástica, 28, 111-131.
Albó, Xavier & Félix Layme (2005). Más sobre el aymara de Guaman Poma».
En Entre tradición e innovación: cinco siglos de literatura amerindia (pp. 103-174).
Edición de Jean-Philippe Husson. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú.
Bertonio, Ludovico (1612a). Arte de la lengua aymara con una silva de phrases de
la misma lengua y declaración en romance. Juli: Francisco del Canto.
Bertonio, Ludovico (1612b). Algunas phrases de la lengua aymara y romance.
Juli: Francisco del Canto.
García, Juan Antonio (1917). Gramática aymara sobre la base de una edición
antigua. La Paz: Imprenta y Litografía Artística.
Morote Best, Efraín (1988). Aldeas sumergidas: cultura popular y sociedad en los
Andes. Cuzco: Centro de Estudios Rurales Andinos «Bartolomé de Las Casas».
Ramos Gavilán, Alonso (1988 [1621]). Historia del Santuario de Nuestra Señora
de Copacabana (tercera edición). Lima: Ignacio Prado Pastor.
Tavel, Iván (2014). Bertonio y su Vita Christi. Volumen I. La Paz: Fundación
Xavier Albó, Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia y Fondo Editorial
PUCP.
Van den Berg, Hans (2012). Francisco Tito Yupanqui, siervo de Dios. La Paz:
Universidad Católica Boliviana San Pablo.
Aquí prestaré especial atención a la literatura guaraní, aquella escrita por los
mismos indígenas y en especial los textos que dan cuenta y son expresión de un
modo de ser guaraní y una lengua propios, si bien transformados ya por la vida
reduccional y la escritura. Se incluirán en esta parte hallazgos y novedades, que se
han dado incluso posteriormente a la fecha de realización del VIII Congreso de
lingüística misionera, que tuvo lugar en Lima, en 2014.
En realidad, esa visión teórica basada más bien en el título de los contenidos
temáticos, no tanto en la lectura de los textos, pretende poner de relieve el origen
sociocultural de los autores, sus intenciones, y al fin, sus lenguas; en concreto, lo
escrito por los jesuitas sería «eterno» y los textos de los guaraníes, lo «temporal».
Pero, esa hipótesis, ¿da cuenta del conjunto de esa literatura guaraní tal como la
conocemos hoy?
Que había no solo «dos guaraníes», sino una gran variedad de lenguas,
entiéndase, dialectos y hablas guaraníes en ese meltingpot de las Reducciones, lo
atestigua el padre Pablo Restivo en el prólogo de sus Phrases selectas (1697[¿?];
Chamorro, 2014).
Ya no había fiestas guaraníes y los verdaderos y grandes días eran los arete,
los «días verdaderos» por antonomasia, domingos y fiestas de la liturgia católica.
Pero junto a los géneros literarios importados, que ciertamente atrajeron al pueblo
y a los nuevos escritores, hubo también piezas de teatro, canciones piadosas y
hasta representaciones operísticas.
Entre los guaraníes modernos, estos cantos siguen muy vivos, en el sentido
más auténtico y original de cánticos de danza ritual y de himnos míticos, así como
aquellos de carácter festivo, los kotyu, saludos amistosos (Melià, Grünberg &
Grünberg, 2008, p. 163).
2. Literatura en guaraní
No creo que se pueda decir que, en ese intervalo que va de 1609 a 1640, no se
haya captado la lengua guaraní indígena, aunque los autores o amanuenses de
esos textos no sean todavía indígenas guaraníes.
Gran parte de los impasses en los que se encuentran los estudiosos, salvo
excepciones, provienen del casi nulo conocimiento de la lengua guaraní del siglo
XVIII, apenas barruntada a través de las traducciones contemporáneas, cuando se
dispone de ellas. Caso típico son los comentarios a la traducción de la obra del
padre Juan Eusebio Nieremberg (de 1640), De la diferencia entre lo temporal y eterno,
traducida al guaraní por el padre José Serrano, impresa en las Doctrinas en 1705,
vista apenas a través de sus láminas figurativas, por otra parte más originales de lo
que suele suponerse63.
3. Literatura guaraní
Yo mismo —dice— he visto y he leído los sermones que, para cada una de
las dominicas del año, escribió un indio del pueblo de Loreto, y he de decir que
nada más elegante fue escrito jamás por jesuita alguno. El modo cómo compuso
este volumen fue el siguiente: El domingo se fijaba atentamente en lo que el
párroco, o el compañero del párroco, exponía sobre el Evangelio del día, ya
exhortando, ya reprendiendo, a fin de mejorar las costumbres. Meditando estas
cosas iba el indio a su casa y, una vez allí, reproducía el sermón, y lo ponía en un
idioma guaraní purísimo. Por su parte, agregaba al sermón oído, lo que le parecía
más apto. Así fue cómo compuso un libro que fue grandemente apreciado por los
misioneros, y del cual yo me valí muchísimo para mis sermones (Peramàs, 1907
[1768], pp. 253-266; Furlong, 1953-1955, p. 400)64.
El mismo Peramàs hace notar, sin embargo, que «no fue éste el único que se
mostró elegante e ingenioso». La historia y figura de Nicolás Yapuguay son
bastante conocidas (Melià, 2003, pp. 315-317).
Uno de los géneros más cultivados por los escritores guaraníes fueron las
historias de sus respectivos pueblos. Están en este grupo las historias de pueblos,
actualmente perdidas o apenas conservadas fragmentariamente en versión
castellana, si bien a través de ella se pueden conjeturar estructura y estilo guaraníes
(Melià, 2003, p. 357). La Historia del Pueblo de Corpus Christi, escrita por un tal
Melchor, habría sido de una encantadora sencillez y precisión en los detalles; una
historia, por lo que se dice, muy cercana a la oralidad en que eran y son maestros
los guaraníes. La del pueblo de San Javier parece haber sido casi una memoria
familiar. Se pudo rescatar en castellano una Memoria para las generaciones venideras,
de los indios misioneros del pueblo de Yapeyú, que publicó Hernández (1913, I, pp. 546-
549), con la acotación de que se halló en poder de un cacique guaraní, escrita en su
idioma y traducida por el Vicario general de las misiones, delegado para ello en
1826, es decir, ya en tiempos posteriores a la Independencia de Argentina. El texto,
por desgracia, no deja entrever un estilo propiamente indígena, semejando más
bien un informe escueto de fechas y hechos relativos al desarrollo de las estancias
de ganado, salido de las manos de un administrador. Los datos hacen ver cómo la
vida de la misión está muy relacionada con la economía de ese pueblo. La relación,
que se inicia en 1657, se extiende hasta 1708.
Hay una carta escrita por los padres curas a los indios en la que los exhortan
a aceptar el tratado de 1750, evitar la guerra y deshacer la sospecha de que son
ellos quienes los incitan a ella. Un examen riguroso y comparativo de esta carta y
las de los pueblos podría dilucidar lo que es literatura en guaraní y literatura
guaraní.
Dados los límites de esta publicación tengo que remitir a tres trabajos, en los
cuales están registrados los documentos —editados apenas algunos— de este largo
espacio (Melià, 2004, pp. 104-108; 2010, pp. 113-145; 2011b, pp. 153-174).
La mayor parte de esos documentos del siglo XVIII y principios del siglo
XIX han sido conservados en el Archivo General de la Nación Argentina (AGN) y
en la Biblioteca del Museo Mitre en Buenos Aires, pero no se tiene todavía un
catálogo completo y menos un sumario de su contenido. A pesar de que Neumann
(2005, pp. 363-381) trae una larga «lista de documentos indígenas (guaraní
misionero)».
Del primer tipo son los escritos que muestran la obsecuencia de algunas
autoridades guaraníes de los treinta pueblos, que habían sido llevadas a Buenos
Aires en 1767 para que no perturbaran la salida efectiva de los jesuitas de los
pueblos que se llevaría a cabo meses después, en contraste con la sincera y abierta,
indignada y serena postura de los pueblos ante tamaña injusticia; el pueblo de San
Luis, por ejemplo, declara directamente y tal como lo sienten, «que nosotros no
somos esclavos, ni tampoco gustamos del uso de los españoles, los cuales trabajan
cada uno para sí, en lugar de ayudarse uno a otro en sus trabajos de cada día»
(Melià, 2004, pp. 104-105).
La lengua se modificará poco a poco con el paso del tiempo. Los hábitos de
la escritura, incluso la proverbial pericia de los secretarios de los cabildos, caen en
la desidia. Los rasgos de la letra y caligrafía acusan los golpes de la dejadez y de la
incorrección. Los temas mismos se hacen triviales; cuentas de almacén, quejas,
alguna que otra información particular, demandas judiciales. Una serie de diez
documentos fue publicada en edición facsímil (Archivo Nacional de Asunción,
2004). Fechados entre 1783 y 1850, muestran una gran ramificación temática y
expresiva: hay unos pocos documentos que proceden de pueblos regidos por los
padres franciscanos. Queda la tarea de verificar si la lengua del complejo
franciscano y el jesuítico presenta diferencias pertinentes en el final del siglo XVIII.
Me refería (Melià, 2003, p. 357) a dos manuscritos de los que Valle Cabral
(1880, p. 205) daba noticia. Los investigadores de la Universidad de Kiel
encontraron una de estas copias, la más breve, que se encuentra ahora en la
Universidad de Pensilvania. Como «Manuscrito Gülich» lo han presentado y
estudiado Cerno y Obermeier (2013), aportando valiosas informaciones y
comentarios. Thun (2008a, 2008b) lo etiqueta como representativo de «lo
temporal».
Mientras tanto fue hallado un manuscrito con el mismo texto con pocas
variantes en la Biblioteca Nacional de Madrid. Un análisis más metódico y exacto
del texto guaraní como lo ha hecho Angélica Otazú (2014) muestra que Villodas no
es el autor, sino que era el usuario de esa copia de que se habrá servido como
enfermero en las misiones del Uruguay, donde estuvo desde 1724 hasta 1735, y
concretamente cuando estaba en la reducción de Concepción en 1725.
5. Conclusión
Referencias
Archivos
Fuentes
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Tupã upe yñemboaguiye uca hague Pay de la Compa de Ihs poromboeramo ara cae P.
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pype, S. Nicolaspe. ad majoremdei gloriam. Primeva catechese dos indios
selvagensfeita pelos padres da Companhia de Jesus originariamente escripta em
hispanhol (em língua europea) pelo Padre Antonio Ruiz, antigo instructor do
gentio e depois vertida em abañeenga (em lingua indígena) por outro Padre. 1733
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Cândida Barros
Ruth Monserrat
1. Introdução
2. Objetivo
Poder. acuàb. vul[go]. Top[inambá]. äè catù. naõ se uza (Anônimo, 1756, fól.
32v).
Cruz. vulgò: cruzá. arte: ybyrá ïoaçaba (Anônimo, 1756, fól. 12).
Acabar se, [....] Apáb. N. vul[go]. Apáo (Anônimo, 1756, fól. 2).
Uzar de alguã cousa. aipurù vul[go]. apurù. (Anônimo, 1756, fól. 43).
Rigoroso ser. naxerauçubári. Vul[go]. nitì etc. (Anônimo, 1756, fól. 37).
Empréstimos do português
«Eu não cumpri [obedeci] às leis do meu pai (dizendo para si mesmo), não
levei uma vida santa [não agi virtuosamente] dizendo» (trad. R.M.).
Seu autor seria, pois, um dos doze jesuítas da Assistência Germânica que
chegaram entre 1750 e 1753 à Amazônia. Ficaram pouco tempo na região, porque a
partir de 1755 começaram a ser expulsos em decorrência da política pombalina. Os
últimos deixaram a Amazônia em 1760.
Recém chegado, o grupo necessitava de instrumentos de aprendizado da
língua geral para auxiliá-lo no trabalho missionário. Como o material linguístico
existente era dirigido a jesuítas com conhecimento do português, os padres da
Europa Central fizeram algumas adaptações nos textos, para seu próprio uso, entre
elas a inserção do latim como glosa, como pode ser visto na Doutrina.
79 turnos
83 turnos
82 turnos
87 turnos
Maránamope asé «Oré Rúb» iéu, «Xe Rúb» oeñoteeýma? «Porque dizemos
“Pai Nosso” e não “Pai Meu”».
[P]. Mbäé recé Tupã monguetaçára, orerub ëi ixupe; nitiú täe catú pyrŷb xe
Rúba, ëírame ixupé ? (fól. 47r). «Por que a Deus criador se diz pai nosso [vocativo];
não é melhor chamá-lo meu Pai?».
R. Ore Rúb, ëí, ojoanáma Tupá rupí taicó pabe,[ileg.] Rayreté ojoauçubäérama jaico
pabe [] jacüaubäérama (fól. 48). «R. Se diz Pai Nosso, [porque] todos são parentes em
Deus, [...] filhos verdadeiros: para nos amarmos todos e entendermos» (trad. R.M.).
Tûba. Pay natural, ou tio, ou primo do pay. Vtriusques sexus (Araújo, 1952
[1618], fól. 116r).
R. Asé rúba, asé sý, asé rausúba sosé, asé rausúpa, oaýretéramo rerekóbo.
«Amando-nos mais que nossos pais, que nossas mães, tratando-nos como
verdadeiros filhos (Anchieta, 1988, p. 220)» (trad. A.C.).
Apenas o recurso ao uso do sufixo -eté podia diferenciar «pai divino» de «pai
biológico».
Tabela 3. Termos para pai e mãe em dicionários dos séculos XVII e XVIII
Anônimo 1621 Arronches Anônimo [175?]b Anônimo 1751
Vocabulário 1739 Prósodia Vocabulário
(Ayrosa, 1938) Caderno da Amazônia Amazônia
Piratininga Língua
(São Paulo) (Ayrosa, 1935
[1739])
Amazônia
Adão - Jane paya ypú Jandérub ypý L. Jande Paiaypý Jandé Paya ipŷ, L
‘Nosso pai ‘Nosso pai primeiro’ Adam
primeiro’ ‘Nosso pai
primeiro, Adam’
R. Asé rúba, asé sý, asé rausúba sosé, asé rausúpa, oaýretéramo rerekóbo.
«Amando-nos mais que nossos pais, que nossas mães, tratando-nos como
verdadeiros filhos» (trad. A.C.)
R. Iandé rauçúb pŷrŷb recé, jande Paya jandé Maya çüíbe, taýramo jandé recó recé
(fól. 47).
«Porque nos ama mais do que nosso Pai, nossa Mãe, e nos tem como filhos»
(trad. R.M.)
Solicita-se ao catecúmeno que reze a oração do Pai Nosso: Eimböé oré Rúb
«Reze o Pai Nosso» R. Oré Paýa, ybâkypé ereicóbäé (Anônimo, 175?a, fól. 46r) «Pai
Nosso, que estás no céu» (trad. R.M.). O trecho mostra o uso simultâneo de tuba e
paya, identificados com valores diferentes nas fontes em língua geral da primeira
metade do século XVIII. O missionário mantém o nome da oração nos seus termos
arcaicos —ore rub (no vocativo), porém ao recitá-la, a invocação inicial é feita com o
termo paya com efeito hipocorístisco, substituindo a forma do antigo vocativo, já
fora de uso—. A Doutrina visa compatibilizar o tupi cristalizado nos catecismos
com as formas vulgares do século XVIII (ore rub vocativo >ore paya).
Nos enunciados acima a forma vulgar para «pai» —paya— foi empregada
em invocações. O catecúmeno deveria dirigir-se a Deus como paya, estabelecendo
assim uma relação afetuosa com ele, a fim de ver atendidos seus pedidos, o que
parece indicar que tal uso tinha intenção hipocorística72.
5. Conclusão
Oração do Ore rub (fól. 13r) Oré rúb (fól Oré rûb (fól Ore rub (fól. 75r) Ore paya
Pai Nosso ‘Nosso Pai’ . 1) . 2) ‘Nosso Pai’ (fól. 46r)
(vocativo) ‘Nosso Pai’ ‘Nosso Pai’ (vocativo) ‘Nosso Pai’
(vocativo) (vocativo) (vocativo)
Roxana Sarion
1. Introducción
Manual para catekizar y administrar los santos sacramentos a los indios que
habitan en las provincias de la Nueva Andalucía (1683), de Matías Ruiz Blanco (1643-
1705/1708?, Estepa, Sevilla);
Práctica que hay en la enseñanza de los indios, con directivo para que los religiosos
puedan cómodamente instruirse en las cosas esenciales de la religión cristiana, de Matías
Ruiz Blanco (de 1688 en Ruiz Blanco, 1690).
Bastin (2007), Pérez Arreaza y Bastin (2012) y Bastin, Pantin y Duoara (2013)
realizan los primeros análisis sobre los catecismos (23) escritos por los frailes
franciscanos en Venezuela durante los siglos XVI y XVIII —basándose en la
recopilación hecha por Fernández Heres (2000)— y destacan el desempeño de los
misioneros en la traducción y el estudio de las lenguas indígenas en la provincia de
Cumaná—. En su análisis, Bastin (2007) comenta acerca de la enseñanza bilingüe y
la elaboración de materiales con fines didácticos, resaltando el rol fundamental que
juegan los interpretes en el proceso de mediación lingüística oral y escrita. Cabe
destacar también el estudio de Vega Cernuda, que emprende el análisis de la obra
de Ruiz Blanco desde tres perspectivas: el contexto histórico, la estructura interna
de la obra y sus distintas ediciones, junto con algunas reflexiones acerca de la
traducción de los textos religiosos. Según él, esta obra manifiesta de manera
ejemplar los rasgos del «género misionero»: «el nadar entre las múltiples aguas
temáticas […], el estudio de lenguas indígenas, la lexicografía y la reflexión
contrastiva sobre las culturas a las que el autor sirve de intermediario» (2014, p. 1).
Esta nueva versión del Manual para catekizar (1683) se incluye en la obra
«Conversión de Píritu, de indios cumanagotos, palenques, y otros», sacada a la luz
en 1690 en la imprenta de Juan Garcia Infançon en Madrid, en conjunto con un
«Tratado sobre los verbos que en lengua cumanagota significan “creer”» (cuatro
páginas), una «Brevíssima explicación de los artículos de la Fe, preceptos del
Decálogo y Sacramento de la Santa Iglesia en lengua de los indios de Píritu» (23
páginas) y unos «Versos en lengua de los indios para celebrar el nacimiento del
Señor» (tres páginas).
[...] debo advertirles dos peligros que notó el gran Padre San Gerónimo en su
Vulgata traducción, y debe celar cualquier intérprete. El primero es corromper la
sentencia sustituyendo un término por otro. El segundo, añadir o quitar términos
al texto; porque lo primero será enseñar doctrinas falsas y lo segundo defectuosas,
con grave perjuicio de la fe (1690, p. 113).
[…] así son los maestros que su doctrina la componen de artificio mirando al
aplauso y estimación más que al aprovechamiento de las almas; trabajan y se
desvelan en vano y son del viento de la vanidad del mundo arrastrados con
facilidad y así malogran sus estudios, y con ellos no aprovechan a sí ni a los
pueblos de que nace tanta ignorancia como experimentamos de la Doctrina
Cristiana, y tan poca enmienda en los vicios que van creciendo cada día más por
esta causa (1690, p. 136).
3. Transferencias lingüísticas en los catecismos
Los desacuerdos con las políticas lingüísticas decretadas por los códigos
limenses confieren a las traducciones de los catecismos de la provincia de Cumaná
un carácter sincrético y transgresor:
Ruiz Blanco arguye que este precepto del concilio limense no se sostiene en
el contexto lingüístico de la provincia de Cumaná. Aunque en el idioma indígena
no se hallaron términos formales o equivalentes con los que traducir o explicar los
misterios de la fe, según el autor nunca se consiguió que los indígenas entendieran
la doctrina cristiana con palabras castellanas.
... términos castellanos entremetidos con los del lenguaje de los indios no
solo son inútiles, mas bien juntos confunden los unos la significación de los otros; a
la manera que si yo en Castilla dijese una oración interpolando voces castellanas
con mexicanas, arábigas o griegas fuera ignorancia intolerable hazer juicio de que
se entiendan hablando a un tiempo en términos de diversos idiomas (1690, p. 122).
Confirmase esta verdad porque si lo que significa esta palabra Dios, nunca
se les propone en términos de su lengua, tampoco podrán tener conocimiento de
su significado, y consiguientemente no podrán tener Fe del primer articulo que
confiesa hay un Señor que es Criador de todas las cosas. Lo mismo digo de la
palabra JesuChristo, cuyo significado es ser Hijo de este Criador, y juntamente de
una Mujer Virgen (1690, p. 124).
3.2.1. Aposición
(1) «Santa Maria, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores» Sancta
Maria, Dios chan, amna pueKe ymachta, quimnomo enepecadque (Ruiz Blanco, 1683,
p. 92).
3.2.2. Comparación
• superlativo absoluto
(2) «Dios te ama: tú eres bonisima entre todas las mujeres» Dios apune manà,
amuere pocmanone, huarichamo yaptau temere (Ruiz Blanco, 1683, p. 92).
• comparativo de igualdad
(3) «Los otros siete para amar a nuestros proximos, como amamos a nosotros
mismos». Autohcom, azaque zopona, amna yemar com ypune vechet, amna neca ozpune
amna manà (1683, p. 95).
3.2.3. Descripción
(4)
3.2.4. Metáfora
(5)
Muchas cosas haze Dios nuestro Señor que no vemos nosotros. Acaso vemos
como forma Dios el cuerpo del niño en las entranas de su madre. Echáis en tierra
un granito de maiz, y sale su fruto aumentado. Acaso veis la formación de su hoja?
Dios amna yechem, charpe irir pueKe manà yetauna he quene. Ater amna menam,
etcamà micoptik yep, ticham venyau Dios ycapuir pueKe manà. Erepa nonacamemateche,
muenitupurpe cheperu temanupche manapatacan. Ater chareter ycapuir menateche (1683,
p. 44).
Ejemplos:
(6) «Infierno, lugar del Diablo» Infierno, yoroquian patarpe (Tauste, 1680,
p. 183).
(7) «Al Cielo a ver a Dios» Capiaca Dios eneche (1680, p. 183).
(9) «El primero pecado venial» Amna uya pecado venialchechet (p. 184).
(11) «mis pecados confesaré» Ure machir com huekeremachim (1683, p. 101).
Pérez Arreaza y Bastin (2012, p. 9 en Mota Murillo, 1993) reconocen dos
estructuras fundamentales en los catecismos bilingües de Venezuela:
En contraste, en el Manual para catekizar (1683), Ruiz Blanco opta por una
disposición textual intercalada, alternando la versión castellana con la traducción
al cumanagoto, creando de este modo un tejido intertextual unitario. Esta
secuencia es original y muy poco frecuente en los catecismos de la época. Desde el
Tratado Primero en que se exponen varios razonamientos Doctrinales sobre los
Mysterios de nuestra Fé hasta el Acto de Contrición (página 90), la disposición está
distribuida en este orden: primero en castellano (L1)-cumanagoto (L2), pero a
partir de la página 91 el orden se invierte al dar comienzo a las Oraciones y
catecismos de la Doctrina Christiana, anteponiendo la lengua L2 a la lengua L1 (figura
2).
4. Conclusiones
Referencias
Fuentes primarias
Ruiz Blanco, Matías (1683). Manual para catekizar y administrar los santos
sacramentos a los indios que habitan en las provincias de la Nueva Andalucía. Burgos:
Juan de Viar.
Fuentes secundarias
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Francici Minoris Capucini) y la lengua pemón Contribución a la historia de la
lingüística misionera en Venezuela». Tesis doctoral. Universidad de Trier.
75 Ruiz Blanco hace referencia aquí al Manual para catekizar y administrar los
santos sacramentos a los indios que habitan en las provincias de la Nueva Andalucía
(1683), que en esta nueva edición se ve reducido al máximo en cuanto a los
contenidos catequéticos, para dar lugar a un amplio compendio de ideas filológicas
con ejemplos útiles para los misioneros en la práctica y la enseñanza de la doctrina
cristiana en la lengua cumanagota.
78 «[...] yo no solamente confieso, sino que proclamo en alta voz que, aparte
de las Sagradas Escrituras, en que aun el orden de las palabras encierra misterio,
en la traducción de los griegos no expreso palabra de palabra, sino sentido de
sentido» (Vega Cernuda, 1994, pp. 84-85).
80 «[…] que ninguno use otra traducción, ni enmiende ni añada en ésta cosa
alguna; porque, aunque hubiese cosas que por ventura se pudiesen decir mejor de
otra suerte (que forzoso es que haya siempre en esto de traducción diversas
opiniones), pero hase juzgado, y lo es menos inconveniente, que se pase por alguna
menos perfección que tenga por ventura la traducción, que no dar lugar a que haya
variedad y discordias, como en las traducciones de la Santa Escritura
saludablemente lo ha proveído la Iglesia Católica (Anónimo, 1584, s.p.).
El k’iche’ evangeliza al q’eqchi’: La Theologia Indorum (k’iche’) como modelo de
discurso doctrinal para las Coplas de Luís de Cáncer (q’eqchi’) Sergio Romero
Los k’iche’s no constituyen una sola etnicidad, sino que forman un grupo
lingüística y culturalmente heterogéneo. De hecho, el nombre «k’iche’» al
momento de la invasión española en 1523 denotaba a la confederación de linajes
(amaq’) cuya capital se encontraba en la ciudadela de Q’umarkaaj, en el
departamento del Quiché (Carmack, 1981; Romero, 2015a). El término no era una
glotonimia y no incluía a grupos como los achi cuya lengua hoy en día muchos
lingüistas consideran un dialecto del k’iche’ (Sis Iboy, 1997). Los «acentos» locales
siguen sirviendo como marcadores étnicos con una serie de importantes funciones
discursivas en que no podemos adentrarnos. Baste decir que para los mayas del
altiplano las fronteras lingüísticas no se definían en función del criterio occidental
de inteligibilidad sino en función de su valor social como marcador étnico
(Romero, 2015a).
(1)85
Traducción
(Sergio Romero)
Este es el gran libro que llamamos Theologia Indorum, el del conocimiento del
gran señor Dios, la explicación de todo lo que ha hecho, de todo que hay detrás de
sus palabras. Es necesario que sea estudiado por los buenos cristianos. Está escrito
en el idioma k’iche’.
(2)
Traducción
(Sergio Romero)
Uae nabe lo3olah bi rij Dios chuchaxic kumal oh padres tzaqol bitol re vinac
banol ke vinakiriçay ke
xa xohubano xohuvinakirisah
xohutzako xohubito.
Este es el primer nombre que nosotros los padres damos a Dios: «El Creador
y Formador» de los seres humanos, creador de los seres humanos, formador de los
seres humanos, el que nos hizo, el que nos engendró. En efecto, el fue quien nos
hizo, quien nos engendró, quien nos creó, quien nos formó.
El fragmento (1) llama al dios cristiano ‘Dios’ o Dios nimaahau, uso que
persiste hoy en día. En otras partes del texto, se usan también nombres
etimológicamente mayenses como Tzacol Bitol ‘El Creador, El Formador’, como se
ve en el fragmento (2), y Alom Kajolom ‘El que genera hijos de mujer, el que genera
hijos de hombre’ (Sparks, 2014, p. 415). A pesar de que estos últimos eran también
atributos de deidades prehispánicas, tal como se registra en el Popol Vuh, su
adopción para nombrar al dios cristiano se consideraba congruente con la teología
cristiana de la época. El uso de cargos políticos como atributos divinos, tales como
ahau ‘señor’, o términos de parentesco como kahau ‘padre’, tampoco era mal visto
pues era consistente con prácticas españolas contemporáneas (ver fragmento 3).
Todos estos nombres de raigambre prehispánica fueron adoptados precisamente
por ser significantes activos en ambas lenguas (Burkhart, 1989; Romero, 2015a,
2015b).
(3)
Transcripción del texto k’iche’
Traducción literaria
(Sergio Romero)
chuach uleuh etamabal D.n. ru4 naipuch retamaxic vbanoh. Ahnim, ahlo3 chi vinak
chitaonic, chi4uxlanik, chilo3on
D.n. canutiquiba ubixic chiue vacamic. Are ta chi4aztah vi yuach. Are ta puch
quixmi3 ui, chi4atanob ta y4ux rumal. Are ta bii cubeni y4ux rumal chirih D.n. Chi4hapu
pic, chi3atat ta y4ux rumal retamaxic D.n. 4o nabe 3inomal 4o pu ahauabal 4o pu
3anapuak, 4o pu çakipuak, 4o pu
3u3 raxon 4o naipuch ronohel chiuexic chu4axic varal chuach uleuh maui cuberinak
v4uxlal.
Xa chi4ouic 3inomal ahavarem xa xchi4o ui ronohel ve xit vue puak, vue pek vue
caco, vue 3u3 vue raxon
Es más valioso, es más grande conocer a Dios y sus obras que a cualquier
otra cosa sobre la tierra. ¡Que la gente buena y obediente escuche, medite y quiera
el nombre de Dios, el gran señor! Es muy necesario que todos ustedes
verdaderamente pongan a la palabra de Dios en su corazón. ¡Que sea
verdaderamente preciosa para todos ustedes aquí presentes, los del llamado
pueblo k’iche’!
(4)86
oçobtacinel ta inyei
ac erech cherabiac cuin
quex.
a hablar). Escuchen,
hombres!
VI
cuincobresom quech ca na
IX
Su bondad es enorme,
XI
naque e rralal.
e hijos.
XVIII
nacaque ca çarb.
peces, zapotes.
XX
XXIV
XIV
Diablo y caca oru caxtoc o ru y caba mahi chic rucil y chol humah caxtoquil narah
(6)
III
chirixc ca hacua.
Le dio sangre.
VI
chal cui y tçehual: choch ha, i3, xambl, oel cui oquec yban y ah pak.
Creador utilizó.
El fragmento (6) compara el mito bíblico de la creación del ser humano con
la tradición mesoamericana representada en el Popol Vuh (Christenson, 2003;
López Austin, 1994). La creación, según la Biblia, resulta de una intervención
divina repentina, no del consenso entre varias deidades como en el Popol Vuh. La
materia prima utilizada fue el limo terrae ‘lodo de la tierra’ (ver estrofa III), en vez
de los tres tipos de masa de maíz: blanca, amarilla y negra. El uso del latín nos
indica que posiblemente se quiso evitar etimologías q’eqchi’s para prevenir
connotaciones doctrinalmente peligrosas. La estrofa V lista los cuatro componentes
del cuerpo humano como tierra, viento, agua y fuego y los contrapone a las
materias primas utilizadas en los mitos del Popol Vuh y del Memorial de Tecpán-
Atitlán: masa de maíz y sangre de animales mitológicos (Maxwell & Hill, 2006;
Tedlock, 1996).
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14, 237-256.
Weeks, John; Frauke Sachse & Christian Prager (2009). Maya Daykeeping:
Three Calendars from Highland Guatemala. Boulder: University Press of Colorado.
El teatro fue uno de los recursos más efectivos de que se valieron los
misioneros para evangelizar a las poblaciones indígenas. Retomando una tradición
que se remonta a los autos medievales, los frailes compusieron piezas teatrales en
lengua indígena, constituyendo así una rica tradición de teatro evangelizador. En
Nueva España, el teatro evangelizador fue promovido por los franciscanos y se
realizó principalmente en lengua náhuatl87, aunque también compusieron piezas
teatrales en otros idiomas. Si bien existen estudios sobre el teatro evangelizador
náhuatl y contamos con un considerable cuerpo de obras en este idioma, poco se
ha dicho de este género en la lengua de Michoacán.
3. Pastorelas michoacanas
4. Los conceptos
(1)
a. characu
b. characu
(2)
a. çapichu
b. çapichu
(3)
a. guadañita
b. portalito
c. colchoncito
d. cuerpito
e. pañalitu
f. camicita
g. mantillita
h. chivito
i. gorioncitu
j. mancito
k. pintito
l. compagritos
m. nacidito.
Por otra parte, en los tres textos se utiliza Tatá como reverencial. Como se
puede apreciar, aplica para Niño: Tatá niño y se combina con santo: tata santo niño.
Incluso puede combinarse con los diminutivos: Tatá niño sapichitu. En los
diccionarios novohispanos, tatá es glosado como ‘padre’; como se aprecia en (4) y
(5). Este es un término de parentesco que entra en un paradigma plenamente
vigente en el siglo XVI:
(4)
a. Tata
b. Tatate
c. Tataemba
‘padre’
‘tu padre’
(5)
a. Tata
bataemba
c. Tataeni
‘padre’
‘ser padre’
(6a) care hacacuhaqui Dios tata hindequi yamendo cezeca ‘y tú crees en Dios
padre, el qual todo poderoso es?’ (Lagunas, 1984 [1574], p. 428).
En el siglo XVI fue común que la palabra Dios apareciera sin ningún
reverencial, aunque en ocasiones se acompañó con el término achá ‘señor’, como se
muestra en los ejemplos en (7). En el Diccionario Grande aparece la serie en (8) que
muestra el sentido reverencial de achá: (7)
(8)
a. Acha
e. Achaequa
‘señor’
‘ser señor’
(9)
a. Nana
b. Nana arani
c. Nana arini
‘madre’
‘tener madre’
‘llamarle madre´
Nótese que en la tabla 3 los autores del siglo XVI no utilizan naná como
reverencial para la Virgen, aunque la reconocen como la madre de Dios: dios
nanaemba. Como puede apreciarse, en el siglo XVI naná es utilizado, al igual que
tatá, como un término de parentesco, más que como un reverencial.
Por otra parte, en las pastorelas se documentan ciertos vocablos que aluden
a conceptos religiosos que ya se registran en los textos novohispanos. La tabla 4
resume estos conceptos. La tabla 5 muestra los conceptos en uso en los textos
novohispanos.
5. La notación ortográfica
Sobre la base de estos datos, es posible decir que tanto la Pastorela de viejos
como la Pastorela de viejitos ofrecen soluciones propias para representar este sonido
tan peculiar al habla purépecha. Romero, en cambio, sigue la solución ofrecida por
Gilberti en el siglo XVI, que consistió en no representar ortográficamente este
fonema.
6. Conclusiones
Las tres pastorelas michoacanas de finales del siglo XIX que han llegado
hasta nosotros son, en algún sentido, la prolongación de una práctica
evangelizadora iniciada en el siglo XVI. En ellas encontramos reminiscencias de las
soluciones que en materia de normalización y de codificación se encuentran en los
textos misioneros novohispanos. Sin embargo, también observamos nuevos usos
que dan a los textos un carácter moderno, tal es el caso de la integración del sufijo
español de diminutivo –ito, empleado en las tres pastorelas.
Referencias
Anónimo (1991 [segunda mitad del siglo XVI o primera del XVII]).
Diccionario grande de la lengua de Michoacán por autor o autores desconocidos. Dos
volúmenes. Introducción, paleografía y notas de J. Benedict Warren. Michoacán,
Morelia: Fimax.
Gante, Pedro de (1974 [1558]). Carta de fray Pedro de Gante al rey Felipe II.
En Ernesto de la Torre, Fray Pedro de Gante. Maestro y civilizador de América (pp. 61-
65).
Lagunas, Juan Baptista de (1984 [1574]). Arte y Dictionario con otras obras en
lengua Michuacana. Edición facsimilar. Introducción histórica con apéndice
documental y preparación fotográfica del texto por J. Benedict Warren. Michoacán,
Morelia: Fimax.
León, Adrián (1944 [1912]). Pastorela de viejos para el año de 1912. Tlalocan,
1(39), 169-193.
Medina Plaza, Juan (1998 [1578]). Diálogo sobre la naturaleza. Traductor Pedro
Márquez Joaquín. Zamora: El Colegio de Michoacán y Fideicomiso Teixidor.
1. Introducción
En su afán por ofrecer el supuesto alfabeto, nos indica el obispo Landa, que
tenían no solamente un carácter o letra para cada sonido de la lengua, sino que
alternaban en el empleo de dos o más variantes. Para el fonema a de la lengua nos
ofrece tres grafemas diferentes (Arzápalo Marín, 2009): uno de estos corresponde a
la imagen de una tortuga ak y otro al de un miembro inferior o la representación de
un enano, forma homófona de tortuga ak. Ya Valentini en el siglo XIX había
analizado brillantemente el supuesto alfabeto y señalado los errores interpretativos
del misionero (1880).
Sin demora alguna y una vez que habían tomado posesión de las tierras y
ciudades de los nativos, decidieron los españoles erradicar las costumbres de esta
gente, en todas sus expresiones culturales. El tristemente célebre obispo Diego de
Landa fue el principal perseguidor y cruel castigador de los sacerdotes nativos. Y
así nos relata en su Relación de las cosas de Yucatán:
Usaba también esta gente de ciertos caracteres o letras con las cuales
escribían en sus libros sus cosas antiguas y sus ciencias y con estas figuras y
algunas señales de las mismas, entendían sus cosas y las daban a entender y
enseñaban. Hallámosles gran número de libros de estas letras, y porque no tenían
cosa en que no hubiese superstición y falsedades del demonio, se los quemamos
todos, lo cual sintieron a maravilla y les dio mucha pena (Landa, 1973 [1566],
pp. 104-105).
Figura 1
Figura 2
Figura 5
She [Bricker, 1983] took the inset sun glyph on the back of the hand (in the Copan
Stela A example she chose to use) to be a phonetic compliment, k’(in), giving the reading
*chi-k’(in)-k’in or chi(k’)-k’in, chik’in. Chik’ has no meaning in Yucatec, but Bricker
noted that John Attinasi’s Chol grammar listed a form that might be cognate, tihk’ ‘to
disappear’ (Attinasi, 1973, p. 321), so that West might be ‘where the Sun disappears’. She
supported this proposal by reference to Tzotzil terms for East and West: East is lok’-eb
k’ak’al, ‘emerging Sun’, and West is mal-eb k’ak’al ‘disappearing Sun’. An alternative
translation might be ‘exit of the Sun’ or ‘where the Sun emerges’, and ‘where the Sun sets’
(Laughlin, 1988, pp. 248, 255) (Hopkins & Josserand, s.f. [2001?], p. 6).
Figura 8
Figura 10
Zac tok tun u tunil… ti xaman [Y blanco es el color del pedernal… en el norte]
Kan tok tun u tunil u nohol [Y amarillo es el color del pedernal… en el sur]
(Roys, 1967, p. 15; traducción al español de Marín).
Figura 11
Fuente: Códice de Dresde, ca. 1250, pp. 25c y 28c.
Figura 12
7. Conclusiones
Referencias
Arzápalo Marín, Ramón (1987). El ritual de los Bacabes. Edición facsimilar con
transcripción rítmica, traducción, notas, índices, glosario y cómputos estadísticos.
Ciudad de México: Universidad Nacional Autónoma de México.
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Chilam Balam. México: Fondo de Cultura Económica.
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Coe, Michael D. & Mark Van Stone (2001). Reading the Maya Glyphs. Londres:
Thames & Hudson.
Roys, Ralph L. (trad.) (1967 [1933]). The Book of Chilam Balam of Chumayel.
Norman: University of Oklahoma Press.
91 Existe mucha certeza de que este códice forma parte de los regalos hechos
por Hernán Cortés al emperador Carlos V poco después del descubrimiento de
Yucatán y antes de que los conquistadores llegaran al Valle del México
(Thompson, 1972, p. 16).
94 Para el caso del tojolabal o del quiché, véase Hopkins y Josserand (s.f.
[2001?]).
1. Introducción
Tiene por anexo esta doctrina un pueblo que llaman Puruguay, que está a 8
leguas de mal camino de este pueblo de Siguas, el cual es yunga [identificación
climatológica] y lo visitó Su Señoría y halló haber en él conforme a la relación que
hicieron los indios de aquel pueblo 47 indios tributarios y 10 reservados y 181 de
confesión y 284 ánimas. Los indios sobredichos son yungas [filiación étnica] y
andan en el hábito de los yungas [filiación cultural] (Benito, 2006a, p. 90).
6. La lengua linga
Los términos «linga» y su supuesta variante «ilinga», tal como los utilizó
Mogrovejo, han sido el objeto de interpretaciones contradictorias. Rivet (1949, p. 3),
seguido por Torero (1989, p. 223) y Adelaar (1990, pp. 85-86), los identifica con el
culle, una lengua local que anteriormente se hablaba en la sierra de La Libertad y
en las provincias actuales de Cajabamba y Pallasca. Esta lengua, escasamente
documentada por el obispo Martínez Compañón (1985 [1782-1790]), era
completamente distinta del quechua, aunque no libre de sus influencias. En
cambio, Cerrón-Palomino (2005, p. 126) y Andrade (2012, p. 103), recogiendo una
propuesta de Kubler (cf. Rivet, 1949, p. 3), subrayan una notable similitud entre las
palabras «linga» e «ilinga», por un lado, y las expresiones «del Inga», «de linga» y
«delinga», por otro. Estos autores concluyen que los términos «linga» y «ilinga»
habrían representado variantes de la expresión «lengua general del Inga», es decir,
el quechua.
En una nota adicional podemos agregar que este estado de cosas habla en
favor de una etimología parcialmente culle para el topónimo Huacrachuco. El
elemento «chuco» corresponde con un término familiar culle para designar ‘tierra’,
que se encuentra, por ejemplo, en los topónimos Huamachuco, Santiago de Chuco,
Conchucos, etc. (cf. Adelaar, 1990, p. 91). La explicación de Garcilaso de la Vega
(1959 [1609], libro VIII, capítulo I), quien sostenía que este nombre se habría debido
a que la gente local tenía costumbre de llevar cuernos de ganado en el sombrero
(quechua chuku ‘sombrero’, waqra ‘cuerno’), parece ilustrar la práctica de establecer
etimologías forzadas basadas en el quechua, tan frecuente en tiempos más
recientes. Cabe señalar, sin embargo, que la toponimia actual de las provincias de
Marañón y San Pedro de Huacaypampa no parece indicar una presencia
importante del culle.
7. El caso linga/ilinga
La lengua costeña que, aparte del quechua, aparece como la más reconocible
es el idioma mochica, que fue hablado en la llanura costeña del departamento de
Lambayeque y zonas adyacentes (inclusive las provincias de Chepén y Pacasmayo
pertenecientes a La Libertad) hasta el siglo XIX y, en algunos lugares, hasta el
comienzo del siglo XX. Mogrovejo utiliza el término «mochica» una sola vez, en
relación con la doctrina de Lambayeque, donde dice:
El uso del término «lengua materna yunga» en el Libro de visitas muestra una
extensión inesperada en Xanca y Guamba, dos localidades situadas en la
proximidad de Huarmey en la costa ancashina. Según el Libro de visitas,
Referencias
Benito, José Antonio (ed.) (2006a). Libro de visitas de Santo Toribio Mogrovejo
(1593-1605). Introducción, transcripción y notas de José Antonio Benito. Lima:
Fondo Editorial PUCP.
Garcilaso de la Vega, Inca (1959 [1609]). Comentarios reales de los Incas. Cuatro
tomos. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Rojas, Íbico (2013). Culle. Las voces del silencio. En Lorry Salcedo Mitrani
(ed.), Los Huamachucos. Testimonio de una gran cultura (pp. 174-210). Lima:
Asociación Civil Ruta Moche (Trujillo).
100 Ver también el mapa visualizado por Íbico Rojas en Salcedo Mitrani,
2013, p. 206.
Vanderbilt University
1. Introducción
2. El jesuita Juan de Soria y sus citas del Arte de la lengua índica de Blas
Valera A finales del siglo XVI, la ciudad de Granada vivió un periodo
tumultuoso marcado por la rebelión de las Alpujarras (1568-1571) y la expulsión
de los moriscos (1609). Este clima político propició la emergencia de una serie de
respuestas culturales de las cuales la más destacada fue el descubrimiento del
pergamino de la Torre Turpiana en 1588 y de los libros plúmbeos en 1595. Este
corpus, presuntamente escrito en la iglesia primitiva, alteraba sustancialmente la
historia peninsular y documentaba la presencia de los árabes y de su lengua en
Granada desde la época de la predicación apostólica. El arzobispo Pedro de
Castro y Quiñones impulsó un proceso formal para calificar estos hallazgos
(Sánchez Ocaña, 2006, pp. 67-73). Los exámenes necesarios para sancionar
positivamente estos descubrimientos pronto desataron una polémica en la cual
la provincia andaluza de la Compañía de Jesús destaca por su participación
corporativa (Cárdenas Bunsen, 2014b, pp. 423-424). El obispo de Segorbe, Juan
Bautista Pérez (Valencia 1534-1597), se pronunció en contra de la historicidad del
conjunto y cuestionó la aparición de palabras castellanas en el pergamino con
rasgos del habla de los moriscos. Una de sus objeciones se refería a la palabra
bixbu ‘obispo’ en la firma del primer obispo arábigo de Granada, San Cecilio,
por ser «aljamía de moriscos» (AASG, leg. 6, 1ª pt., fols. 93r-111v).
El jesuita Juan de Soria († Sevilla, 1600) respondió a las dudas del obispo de
Segorbe. Escribiendo en Sevilla entre agosto y noviembre de 1595, Soria enfrentó
minuciosamente todos los argumentos teológicos, históricos y lingüísticos
interpuestos por el obispo contra el pergamino y los plúmbeos con el afán de
despejar sus dudas y establecer opiniones certeras (AASG, leg. 4, 1ª pt. fol. 621r;
leg. 6, 1ª pt., fol. 93r). Soria reconstruyó una situación de contacto de varias lenguas
en la España del siglo I entre las cuales figuraban el árabe y el propio romance.
Para explicar los cambios vocálicos y consonánticos de bixbu, Juan de Soria
propuso una analogía entre dos situaciones de contacto lingüístico, a saber, el
árabe con el castellano y el castellano con el quechua: «Es de advertir que en las
lenguas bárbaras ay substitución de unas [letras por otras]. Pongo por exemplo en
la lengua de Indios por no tener ellos sino 18 letras usan poner [la T por] D y la P
por B por tener estas letras entre sí gran correspondencia» (AASG, leg. 6, 1ª pt., fol.
87r). El fenómeno de interferencia lingüística al que aludía efectivamente existía en
el Perú: la documentación sobre la lengua de los ladinos registra el
ensordecimiento de las oclusivas sonoras castellanas por influencia del sistema
fonológico del quechua que carece de tales fonemas (Rivarola, 2001, pp. 143-147).
Juan de Soria declaró que su información sobre la lengua de los indios del Perú se
basaba «en el Arte de la lengua índica que hizo el padre Valera por commisión del
concilio tercero de Lima» (AASG, leg. 6, 1ª pt., fol. 93r).
Este diferente estatus canónico de los textos del Tercer Concilio se refleja en
la documentación conservada sobre su génesis que tiende a abundar en huellas
documentales emanadas oficialmente del propio concilio para la composición de la
Doctrina christiana y de la Exhortación para el bien morir del Confessionario. A estos
testimonios los acompaña un conjunto documental paralelo y heterogéneo
proveniente de otros canales como la probanza a favor de los mestizos, la
correspondencia jesuita, el testamento de Antonio Ricardo, el testimonio de Juan
Fernández y la provisión real para el resto de las piezas. Con ciertas
superposiciones temporales, la coordinación de toda esta documentación permite
establecer algunos hitos temporales absolutos, reconstruir la cronología relativa de
la elaboración de los textos e identificar los roles que desempeñó Blas Valera en el
proceso.
Como veremos más adelante, estos dos son inequívocamente Blas Valera y
Bartolomé de Santiago.
Figura 2. Detalle de la firma del jesuita Joan de Atienza, rector del colegio de San
Pablo
Referencias
Archivos
Fuentes
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inéditos del Archivo general de Indias de Sevilla (volumen IV, pp. 1526-1590).
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Bartra, Enrique, S.J. (1967). Los autores del catecismo del Tercer Concilio
limense. Mercurio Peruano, LII(479), 359-372.
Calvo Pérez, Julio (2009). El arte y vocabulario en la lengua general del Perú,
llamada quichua y en la lengua española. En Tercer Concilio Provincial de Lima,
Arte y vocabulario en la lengua general del Perú (volumen I). Edición facsimilar y
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Nueva Jersey: The Lawbook Exchange.
Durán, Juan Guillermo (1982). El catecismo del III Concilio Provincial de Lima y
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Guaman Poma de Ayala, Felipe (1987 [1615]). Nueva corónica y buen gobierno.
Edición de John Murra, Rolena Adorno y Jorge Urioste. Madrid: Historia 16.
Torres Saldamando, Enrique (1882). Los antiguos jesuitas del Perú. Apuntes
para su historia. Lima: Imprenta Liberal.
106 Pues el diccionario índico, los privilegios, los sermones y muchas otras
cosas que se juzgó ser necesarias en el camino no se han terminado hasta ahora.
109 «Demás de lo dicho se nos encargó por el concilio formar los decretos y
dar los puntos dellos, sacándolos de los memoriales que todas las iglesias y
cibdades deste reino enviaron al concilio» (Egaña, 1961, p. 401).
110 «Y después se hizo otro libro escrita del padre maystro Juzepe de
Acosta, rretor de la Compañía de Jesús, escrita De natura de Nobi Urbis y De
Procuranda y cartilla, caticismo, preparación y libro confecionario y dotrina en la
lengua quichiua, aymara, proueyda en el santo concilio, confirmado de su
magestad en la dicha ciudad y corte de los Rey de Lima» (Guaman Poma, 1987
[1615], p. 1079 [1089]).
111 El proemio al confesionario afirma también que se compuso sobre la
base de otros confesionarios, tratados y relaciones (Tercer Concilio, 1985 [1584],
p. 202 [Confessionario, fol. 3v]).
Lenguas, doctrina y escuela en un asiento minero norandino del siglo XVII
1. Introducción
Sobre el vicio de los naipes, basta decir que se presentan quejas de que
Garay en alguna ocasión dejó de aplicar la extremaunción a un moribundo por
quedarse jugando a los naipes con las autoridades del asiento minero. No es este el
único documento en que se recoge esta tendencia: hay por lo menos otro
expediente cuya descripción analítica es elocuente: «Demanda interpuesta por el
maestro de campo Antonio Pacheco, como padre y legítimo administrador de la
persona y bienes de don Alonso Pacheco y Medrano, contra el licenciado Eusebio
Garay, cura de Pallasca, a fin de que le devuelva 6800 pesos que le ha ganado en el
juego de las cartas a su hijo, a lo cual lo había inducido con malicia» (AAL, Causas
Civiles, LXV, 4, 1650).
El capítulo contra Garay abona a favor del uso del quechua en localidades
cullehablantes con fines evangelizadores. Asimismo, el documento permite
conocer algunos detalles sobre la doctrina en tanto «situación comunicativa», si se
me permite aprovechar, para un análisis histórico como este, el clásico concepto de
la etnografía del habla (Hymes, 1972, p. 56). El párroco estaba obligado a hacer la
doctrina general a los indios los miércoles y viernes, así como los días de fiesta,
mientras que a los más jóvenes debía adoctrinarlos todos los días, por las mañanas
y por las tardes. Según la declaración de varios testigos indígenas, el cura delegaba
esta labor en los fiscales indios y, al parecer, solo intervenía por ratos, sentado en
un sillón, sin hacerse cargo plenamente de la tarea.
El dato es clave porque indica que en esta cadena había también eslabones
idiomáticos diferenciados: Garay enseñaba las oraciones en castellano, con las que
se abría el centro del evento comunicativo, y los fiscales lo continuaban en el
idioma indígena. El testimonio se refiere a Pallasca, no a Atun Conchucos, y esto
muestra que los indios fiscales debían doctrinar en quechua no solo en la localidad
de los forasteros, el asiento minero, sino también en la «cabeza de doctrina»,
plenamente asentada en la «zona consensual» culle. Si los fiscales pallasquinos
utilizaban la lengua general, y no el culle, en el apoyo que brindaban a Garay para
el adoctrinamiento, es seguro que los conchucanos procedían de la misma manera.
A los ojos de un testigo español, anterior beneficiario del «ingenio de moler
metales» en Atun Conchucos, el método del sacerdote para hacer la doctrina entre
los indios consistía en hacer «que unos a otros se la enseñasen de ordinario» (fol.
245r). Probablemente, él no diferenciaba las jerarquías entre fiscales enseñantes y
aprendices indios del común. Otro testigo no indígena, minero y nacido en Trujillo,
aseguró que todos los indios sabían muy bien la doctrina «y asi lo an mostrado en
algunas ocasiones que este testigo se la a visto recitar en su lengua quando los
examina el dicho cura que lo haçe algunas veçes» (fol. 263). Un vecino que dice
manejar la «lengua general de este reyno» precisa que Garay confirmaba la
asistencia de los indios padrón en mano y, por el celo puesto en el
adoctrinamiento, «se a conseguido que todos los yndios e indias deste asiento
sauen muy bien la dotrina christiana […] y los a oydo reçar a todos juntos y a
muchos cada uno de por si» (fol. 291r).
5. Conclusión
Este panorama sugiere la existencia, en los Andes norteños del siglo XVII, de
un tipo de diglosia que en la literatura se ha llamado «múltiple», en el que a la
lengua A o dominante se subordina una lengua indígena general, que a su vez es
lengua A con respecto a otras lenguas indígenas de carácter regional. Este
refinamiento del concepto de diglosia, propuesto por Fasold (1996), se ha utilizado
para describir la relación entre castellano, náhuatl y lenguas indígenas regionales
en el espacio mesoamericano (Parodi, 2011, p. 92) y también podría resultar útil
para pensar la cuestión de la lengua en un espacio multilingüe como los Andes
coloniales de los siglos XVI y XVII128. Es de resaltar el énfasis puesto por la justicia
eclesial en la necesidad de que dicho adoctrinamiento se hiciera en el idioma
indígena y en que Garay mejorase en el futuro su manejo del quechua para un
apropiado cumplimiento de sus tareas. Este énfasis sugiere que hubiera sido
innecesario traducir el material de la doctrina al idioma local, el culle, como
propone Castro de Trelles (1992, p. XL), aunque es justo reconocer que ella se está
refiriendo a una época más temprana, previa al establecimiento del «quechua
pastoral».
Referencias
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Sociohistorical and Dialectological Account. Oxford: Peter Lang.
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sociedad en el Perú andino del siglo XVII. En María Eugenia Vásquez Laslop,
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primeros agustinos en el norte del Perú. Transcripción de Eric E. Deeds. Málaga y
Ciudad de México: Algazara y CAMEI.
Tauro del Pino, Alberto (2001 [1993]). Enciclopedia ilustrada del Perú. Tomo 14.
Lima: Peisa.
119 No existen estudios sobre la minería conchucana del siglo XVII. Los
datos de Chocano respecto a este punto son de 1799 y provienen de Fisher, 1977,
p. 197. En cifras absolutas, tenemos un total de 385 minas y 2470 trabajadores en
Cerro de Pasco; 31 minas y 228 trabajadores en Conchucos.
121 Esta relación no es bidireccional; vale decir, todos los indígenas que
necesitan de intérprete ignoran la escritura (esto es, no saben firmar), pero no todos
los que dejan de firmar requieren interpretación. Hay cinco «ladinos» que no
firman.
123 AAL, Causas Criminales V, 18, 1620. «Autos criminales seguidos por
Antonio Rodríguez de la Cruz, presbítero, fiscal del Arzobispado, contra el doctor
Alonso de Huerta, quien obligaba tiránicamente a sus alumnos a pagar cuatro
pesos de a nueve reales para aprobarles las lecciones en la cátedra de la Lengua
General de los Indios en la Real Universidad». Sobre el conflicto entre el cabildo
catedralicio y Huerta por motivos de control político y económico, ver Coello de la
Rosa, 2005. Otra lectura de este conflicto desde un punto de vista sociolingüístico
sería que estamos ante una reacción institucional ante un sesgo «chinchaisuyano»
en las aprobaciones de Huerta. Para los datos al respecto, véase Durston, 2002 y
Charles, 2010, p. 64.
125 AAL, Visitas Pastorales, 1, VII, 1620, fol. 6r. El documento también ha
sido comentado por Durston (2007, p. 126).
129 En una línea similar, para el estudio de los textos redactados por
bilingües en la época colonial, Garatea sugiere un enfoque atento a la vez al «apego
y la continuidad de tradiciones textuales y lingüísticas impuestas en América y [a]
la humana necesidad de comunicarse con los demás, de decir para otro» (2007,
p. 145).
Intervenciones salesianas en torno a la lengua selk’nam: documentación,
codificación y usos en contexto misionero Marisa Malvestitti
Alla sera si radunano per le preghiere, per una piccola spiegazione di catechismo,
tradotta dall’interprete. - Si canta, si prega e si va avanti bene. [...]. Diressi loro la parola,
che periodo per periodo veniva spiegata dall’ interprete, e da quanto vedo, pare che abbiano
compreso solo che quella funzione è una gran cosa [Por la noche, se reúnen para la
oración, para una pequeña explicación del catecismo, traducido por el intérprete.
Se canta, se reza y se avanza bien. ... Yo les dirigí la palabra, la que periodo por
periodo era explicada por el intérprete, y por lo que veo, parece que han entendido
solamente que esa función es una gran cosa] (1894, p. 269).
Carpáint chóun en chet ‘Dame agua para tomar’ (Ze) - Karpainta chown en chet
‘Dame agua para tomar’ (p. 33).
Quelpen queyón ni télken ‘Los niños tienen miedo de los lagartos’ (Ze) - Kelp’n
keyon (auyentan) ni telké ‘Los lagartos asustan a los niños’ (p. 33).
Parr ‘costilla’ (Ze) - Paar ‘costilla’ (p. 52) ‘Osceten ‘saborear’ (Ze) - Koscete’n,
Ko’scete’n ‘saborear’ (pp. 50 y 26).
Años más tarde, cuando Tonelli se propuso componer una «colección más
extensa de noticias gramaticales» y ampliar, de este modo, el saber lingüístico
sobre el selk’nam, también acudió al padre Zenone. La convivencia en el mismo
lugar le permitió conversar largamente con él, interrogarlo y «risvegliari i suoi
ricordi» [despertar sus recuerdos] lingüísticos y etnográficos (1926a, p. III), así
como acceder a 800 frases anotadas por Zenone, entre 1913-1914, en tres «quaderni»
[cuadernos] manuscritos (p. 10). No obstante, el modo de presentación de tal
colaboración también replicó una trama intertextual equívoca. Tonelli (1926a, p. III)
asumió para sí «l’intera responsabilità del coordinamento, della compilazione ed
elaborazione di tutto el lavoro comparativo, grammaticale ed etnográfico, lasciando al mio
collega la piena responsabilità delle informazione» [la entera responsabilidad de la
coordinación, compilación y elaboración de todo el trabajo comparativo,
gramatical y etnográfico, dejando a mi colega la plena responsabilidad de las
informaciones], y para ello empleó como estrategia enunciativa el uso ambiguo de
una primera persona que remite tanto a sí mismo como a Zenone. Por motivos aún
incógnitos, la autoría del libro fue asignada a Tonelli, aun cuando el rol
protagónico de Zenone en el proceso fue ratificado en una carta enviada a
mediados de 1926 por el mismo Tonelli al antropólogo Roberto Lehmann-Nitsche,
en la que se reconoce para aquel la responsabilidad autoral del texto, se informa la
compilación de un Glossario della lingua Aus a cargo de Zenone148 e incluso se lo
identifica como solicitante de la comunicación científica requerida: ... prossimamente
le invieró per lostesso tramite il terzo numero chesta per essere pubblicato: Grammatica e
Glossario della lingua degli Ona-Šelknám del Padre Zenone. Il Padre Zenone sta ora
completando un lavoro su di un Glossario Aus da lui raccoltonella Terra del Fuoco. […]
Quindi il detto Padre la prega di voler inviare l’estratto di tale lavoro. [… Pronto le
enviaré por la misma vía el tercer número que se publicará: Gramática y Glosario
de la lengua de la Ona-Šelknam del Padre Zenone. El Padre Zenone está
completando un trabajo sobre un glosario Aus que recogió en Tierra del Fuego.
[…] Por eso el antedicho padre le ruega enviar la separata de ese trabajo] (Tonelli,
1926b, s.p.).
En este tránsito del empleo comunicativo a la presentación académica, se
observa cómo la codificación lingüística fue adquiriendo mayor rigurosidad. Al
principio, los salesianos indicaban encontrarse ante una lengua «sumamente
difícil» por su «pronunciación aspirada, nasal y gutural a la vez, y casi diría que
poco menos que inimitable e incomprensible» (Beauvoir, 1901, p. 4). La fonética del
idioma constituyó un tema de constante preocupación; aun cuando se mantuvo un
enfoque articulatorio, se refinaron progresivamente la descripción y la
terminología empleada. De este modo los grafemarios para la transcripción
basados inicialmente en el «alfabeto castellano» (1915, p. 2) o en el italiano, en los
manuscritos de Borgatello y Zenone, con algunos diacríticos agregados para
indicar sonidos ajenos a estas lenguas, se complejizaron cuando Tonelli adoptó
algunos símbolos estandarizados como, por ejemplo, č para la palatal explosiva
sorda, š para la fricativa correspondiente o ᵡ para la fricativa sorda gutural.
Yat-tesho Laus ten ya (tesh - participio pas. del verbo ten, comer), ‘Ya lo comí o
he comido yo’ (1915, p. 98).
Ya ni Iowen yer echen, ‘Yo de los antiguos hablar quiero’ (1915, p. 99).
9) Un’ ae Soun’a? - Hale-kapl, ‘¿Qué es esto? Un cráneo’ (1901, p. 33) > ¡Ay!
¿Uneskau? - Alekalp, ‘¡Ay! ¿Qué es esto? - Un cráneo’ (1915, p. 82).
Kartes ya. Kartes ma. Kart ai’n. Yepperrr’ten’ see igua, ‘Yo como, tú comes, él
come. Nosotros comemos carne’ (1901, p. 34) > Yeperr ten iguá; karten ya, kartenmá,
karten aina yiperr ten makes, ‘Carne comemos nosotros, como yo, comes tú come
aquel; carne comen todos’ (1915, p. 80).
4. Conclusiones
Referencias
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Secco, Michelina (1995). Facciamo memoria, cenni biografici delle fma defunte nel
1943. Roma: Istituto FMA.
130 Los datos biográficos sobre los agentes salesianos han sido tomados de
Dumrauf (1997, 1998) y Secco (1995). Para una profundización de la historia de la
congregación en la Patagonia desde distintas perspectivas y focos, cf. Belza (1975,
1977), Nicoletti (2010), Nicoletti y Odone (2013), Bascopé (2012), Casali (2012-2013),
Fernández (2014), entre otros. En algunas de estas obras se mencionan, sin
profundizarse, las tareas realizadas en el plano lingüístico por sus integrantes.
137 La afirmación que identifica los datos recopilados con la hermana con un
sociolecto de género se alinea con la indicación de que los proporcionados por
Zenone corresponden al habla de hombres y niños (Tonelli, 1926a, p. 10), lo que
sería congruente con los agrupamientos segregados alentados en la misión.
140 Sobre las tensiones entre mediadores y misioneros, cf. Bascopé (2011) y
Malvestitti (2013).
141 Las traducciones de esta y otras citas textuales del italiano corresponden
a la autora del artículo.
143 Bridges (2003, p. 451) cuestiona el uso del latín en un rito de bautismo
desarrollado por Zenone en Río Fuego. Por parte, Borgatello refiere la siguiente
anécdota que también pone de manifiesto su empleo en el espacio misional
fueguino: «L’indio Eliseo quando udi i missionari a cantare l’Ave Maris Stella, apprese
súbito la melodía, e non sapendo le parole in latino le sostituiva con queste: ‘Viva Padre
Crema (il direttore) —Padre Crema al sol (testa bianca) —Padre Crema káken (grande-
robusto) —Padre Crema ólčén (buono-bello)’ [El indio Eliseo, cuando escuchó a los
misioneros cantar el Ave Maris Stella, aprendió pronto la melodía y, al no saber las
palabras en latín, las sustituía con estas: ‘Viva Padre Crema (el director) —Padre
Crema al sol (cabeza blanca)— Padre Crema káken (grande-robusto) —Padre Crema
ólčén (bueno-bello)’] (1929, p. 177).
149 Cabe indicar que este ordenamiento habitual contrasta con el formato
empleado por Borgatello para el alakaluf, que permite comparar la variación de
modos, tiempos, persona, etcétera en ejemplos sucesivos (1921, pp. 137-140).
Universidad de Ámsterdam
1. Introducción
El ms. 462 es más extenso que el anterior. Cuenta con 132 entradas en orden
alfabético y puesto a limpio. Incluye Junchar, ‘el nombre del cacique’; Yncher, ‘el de
otro que le acompañaba’; Jalaque, ‘el hermano mayor de Sonora’ y Kúrejekén, ‘dios
capitán grande del cielo’. Diferencia además tipos de mujeres a los ojos del autor
del vocabulario: zununu nnakén, ‘fea’; nakona keshi, ‘casada’. Encontramos también
expresiones del tipo jaulla, ‘ven acá’ o manso jajalgui, ‘dame para ver’. Cuenta en
sus márgenes con anotaciones y explicaciones adicionales a algunos términos.
Explica este manuscrito la ortografía y la pronunciación: «Abunda este idioma de
KK y de JJ. La k suelen pronunciarla echando el aire hacia el paladar de manera
que no tropezando con la saliva resulta un sonido mui oscuro como q[uan]do se
quiere gargajear» (ms. 462).
Unas páginas después del vocabulario de la lengua del Estrecho de Fuca del
ms. 468 encontramos un vocabulario nutkeño de 444 entradas en orden alfabético y
a doble columna. En el ms. 468, se dice que se ha incluido el vocabulario de Mociño
por estar mejor: «aunque pensábamos poner el vocabulario que indicámos,
habiendo llegado últimamente á nuestras manos añadido por D. Francisco Moziño,
nos ha parecido preferente, y es como sigue...». Por su parte, el ms. 143 contiene el
vocabulario nutkeño en orden alfabético a doble columna. Contiene casi doscientos
términos más que el anterior e incluye un apartado independiente con los nombres
de los números del uno al diez, seguido de las denominaciones para las decenas —
del veinte al noventa— y finaliza con la denominación del cien. Le siguen los
nombres de los meses del año.
Estos dos vocabularios son diferentes entre sí. A su vez, son diferentes
también del vocabulario nutkeño de la Relación de la Entrada de San Lorenzo de
Nutka (1789)169, compuesto por Francisco Socies, tanto en número de entradas
como en la elección del léxico. El ms. 468, a pesar de tener menos entradas, incluye
explicaciones sobre la aspereza y la dificultad del idioma: Su idioma es de lo mas
áspero y duro que pueda haberse escuchado. Casi no se hace la pronunciacion mas
que con los dientes, articulando á pausas cada sílaba. Abundan las consonantes en
los vocablos, y sus terminaciones suelen ser tl y tz, constando el intermedio y
principio de los vocablos de aspiraciones muy fuertes, á que no puede un
extrangero habituarse sinó con muchísimo trabajo y despues de un largo exercicio
(ms. 468, fol. 139v).
Continúa el autor explicando que no puede comparar esta lengua con las
lenguas que conoce, especialmente con el náhuatl, que ya tiene prácticamente
olvidado: Tengo tan olvidado el mexicano que no me hallo capaz de buscar su
analogía con este de un modo que pueda ser introductivo é instructivo. Al oido me
presentan ámbas lenguas la semejanza de las finales, y aún considerando uno ú
otro vocablo suelto, hallo tal qual afinidad entre los idiomas. Los mexicanos para
decir vamos, usan la palabra tlato; y los nutkeses para decir vete, usan esta:
tlatlehua (ms. 468, fols. 139v-140r).
zuot o kakletú, ‘cilindros curvos de hueso y cobre q[ue] pasan p[or] la ternilla
de la nariz’;
hutzla o kutzá, ‘figura humana colosal de madera q[ue] ponen sobre un palo
en las inmediaciones de sus sepulcros, yá represente persona’.
3. Conclusiones
Referencias
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«Mexicana» en el año de 1792 para reconocer el Estrecho de Fuca con una introducción en
que se da noticia de las expediciones executadas anteriormente por los españoles en busca
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Atrevida al mando del capitán de navío D. Alejandro Malaspina desde 1789 à 1794,
publicado con una introducción en 1885 por el teniente de navío D. Pedro Novo y Colson.
Madrid: Imprenta de la Viuda e Hijos de Abienzo.
Sapir, Edward (1917). The position of Yana in the Hokan stock. University of
California Publications in American Archaeology and Ethnology (UCPAAE), 13, 1-34.
162 De acuerdo con Campbell (1997, p. 125), las diez fuentes existentes son
cortas o problemáticas.
166 La Imprenta Real publicó de forma anónima en 1802 la Relacion del viage
hecho por las goletas Sutil y Mexicana en el año de 1792 para reconocer el Estrecho de
Fuca, cuyos capítulos 19, 21 y 22 contienen estas listas de palabras, además de la
rumsien y esselen. La obra fue atribuida a Dionisio Alcalá-Galiano, Cayetano
Valdés y Josef Espinosa y Tello.
http://www.brown.edu/Facilities/John_Carter_Brown_Library/exhibitions/il
db/details.php?id=389
Wulf Oesterreicher
LMU München
1. Introducción
2.1. Un primer enfoque del trabajo fue la teoría del lenguaje y la tradición
gramatical como saber académico especializado, que se configuraba de modo
diferente en los distintos países europeos. Así, por ejemplo, en la Minerva, del
Brocense (Sanctius), y en las gramáticas de las lenguas vernáculas se observa ya un
primer distanciamiento de la reflexión lingüística consagrada por el modelo
latino181. Además —y estos aspectos institucionales me parecen cruciales— hay
que ver cómo en el interior de las facultades, por ejemplo, de las universidades
españolas, la gramática como ars entró en contacto, a veces conflictivo, con
disciplinas como la teología y el derecho (cf., sobre todo, Domínguez Reboiras,
1998).
2.4. Podemos decir, pues, que todos los argumentos discutidos hasta ahora
valen también para la gramatización de las lenguas vulgares en Europa. Sin
embargo, como era de esperar, la aplicación del modelo del latín a lenguas
tipológicamente tan diferentes de las europeas conduce a veces de modo inevitable
a graves dificultades empíricas y modificaciones considerables del aparato
gramatical aplicado. Y es sorprendente la naturalidad con que, en estos casos,
nuestros misioneros se muestran dispuestos a alejarse del modelo del latín, y
exigen la formulación de nuevas reglas y conceptos gramaticales. Un buen ejemplo
de esta libertad, que conduce a lo que Auroux llama «grammaire latine étendue»
(1992, p. 19; cf. también Colombat, 1992), es la cita del Arte mexicana del padre
jesuita Antonio del Rincón:
En este pueblo de Julí [...] algunos indios desde su niñez se han criado con la
leche dela dotrina christiana [...]. Echando pues de ver esta misericordia y merced
que nuestro señor les hauia hecho, procuramos que escriuiessen en su lengua
Aymara, con la mayor propriedad que fuesse possible, los principales misterios de
la vida de Christo, grande copia de exemplos [...] (1612, fol. 1r).
Son sobre todo los jesuitas quienes se caracterizan por este afán pedagógico
y este celo enorme en el ámbito de la redacción y elaboración de gramáticas y
textos186. No es sorprendente que en la Societas Jesu se valore la tradición propia.
Lo demuestra otro testimonio, una cita de Antonio Machoni de Cerdeña, del año
1732, que reza así:
***
4. Conclusión
Para volver a nuestro punto de partida, espero que, con lo dicho, es decir,
con las descripciones de diferentes momentos históricos de la reflexión lingüística
europea y americana en la temprana modernidad, y habiendo manifestado la
exigencia de una historificación radical, quede claro que la gramática colonial y la
llamada lingüística misionera en América y en las demás regiones del mundo
deben considerarse actividades absolutamente sobresalientes y valiosas en sí
mismas. Como forma histórica específica del saber lingüístico —y esto es
exactamente una consecuencia que nos enseña un «pensamiento histórico» (cf.
Gauger, Oesterreicher & Windisch, 1981, pp. 25-28) válido— la gramática colonial
tiene dignidad propia, y a nuestros ojos, muy a menudo, una sorprendente
capacidad de convencimiento, incluso, donde hoy no podemos seguir sus
argumentos y aceptar sus conclusiones. No necesita ser proyectada más allá de su
momento histórico y por ello no necesita discursos justificadores ni
interpretaciones adaptivas. Sobre todo, no merece ser objeto de construcciones o
fábulas de lingüistas que pretenden ver continuidades epistémicas donde no las
puede haber.
Referencias
Fuentes
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Mérida, Yucatán, del 14 al 17 de marzo de 2007. Ámsterdam y Filadelfia:
Benjamins.
173 Agradezco a Álvaro Ezcurra Rivero por la lectura y revisión del texto.
177 Cf. las fuentes citadas en la bibliografía; hay que mencionar, sin
embargo, algunos jesuitas italianos, por ejemplo, Ludovico Bertonio; cf. también la
Grammaire algonquine, de Louis Nicolas (1674); cf. Schmidt-Riese 2003c.
180 Cf., sobre todo, los trabajos citados de Roland Schmidt-Riese y los míos
en el curso de este artículo y en la bibliografía.
181 Para estas diferencias cf., sobre todo, Padley, 1976 y 1985-1988; Ax, 2001;
Wortbrock, 2001; Vogt-Spira, 2001. Son importantes, en este contexto, los aspectos
de un «universalismo» del pensamiento filosófico-lingüístico que tiene una larga
tradición medieval (cf. Bossong, 1990. Para la Temprana Edad Moderna, cf. los
trabajos de Pastrana, 1497; Sanctius Brocensis, 1587; Bathe, 1611; Roboredo, 1616.
186 Cf. Foertsch, 1998a, 1998b y 2001; Marzal, 1999; Castro y Simões, 1999;
Oesterreicher y Schmidt-Riese, 1999, pp. 79-84; Rosa, 1999; Navarro, 1996; Schmidt-
Riese, 1999 y 2002. Cf. los textos de los jesuitas Alvares, 1972 [1572]; Rincón, 1885
[1595]; Anchieta, 1990 [1595]; González Holguín, 1975 [1607]; Torres Rubio, 1616 y
1619; Roboredo, 1616; Bertonio, 1612; Figueira, 1621; Dias, 1621; Ruiz de Montoya,
1993 [1640]; Carochi, 1983 [1645]; Mamiani, 1699. Los Artes y vocabularios de los
autores citados se refieren a las lenguas de Angola, aymara, brazilica, guaraní,
kiriri, lule, mexicana, otomí, quichua o lengua del Inca, tonocote, etcétera. De las
otras órdenes mencionamos solamente, para la lengua mexicana, el otomí, el
quichua (Olmos, 1993 [1547]; Santo Tomás, 1951 [1560]; Molina, 1571; Vetancurt,
1673; cf. también el Arte breve de la lengua otomí y un vocabulario trilingüe de Urbano,
1990 [1605].
190 Cf. Debemos inistir aquí en el hecho muy significativo de que —con la
excepción de Manuel Breva-Claramonte, 1983— en este contexto nadie habla de
una «lingüística del Renacimiento» o «lingüística renacentista»; cf. Kukenheim,
1932.
191 Cf., otra vez, las observaciones en la nota 12.
193 Cf., sobre todo, Gauger, 1982 y 1991; también Gauger, Oesterreicher y
Windisch, 1981. No es casual que los libros de Sylvain Auroux y Pierre Swiggers se
titulen Histoire des idées linguistiques e Histoire de la pensée linguistique y eviten
hablar de «lingüística» con respecto a una reflexión filosófica, lógica, semiótica en
la Antigüedad, la Edad Media y la Temprana Edad Moderna. Estas reflexiones,
claro está, invalidan en cierto sentido también la perspectiva cronológica muy
general de algunos trabajos citados en la nota 3, que, a mi modo de ver, presentan,
sin saberlo, una tendencia teleológica latente; cf. también Zimmermann, 2004 y
2006.
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