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ADULTOS EN CRISIS , JOVENES A LA DERIVA

Silvia Di Segni Obiols

• La segunda guerra fue una guerra con amplia participación de las mujeres, algunos historiadores
la llamaron guerra femenina.
• La guerra acelero un proceso en marcha. El feminismo había dado pasos importantes en los 20 y
30, pero fue aquí cuando las mujeres tuvieron que proteger solas y salir a cubrir los lugares de trabajo
cuando no había hombres para hacerlo.
• En los EE UU las mujeres de sectores medios habían comenzado a trabajar en las fabricas
durante la guerra y demostraron alta producción
• Mientras que muchos padres alemanes estaban ausentes se habían muerto en la guerra, o bien
habían sido moralmente destruido por lo diligentes sicarios de Hitler, muchos padres de la clase media
norteamericana simplemente abandonaron sus funciones paternas sin dejar que su paternidad sirviese de
ejemplo para las realizaciones de sus hijos en la vida.
• A partir de la segunda mitad del siglo XX, el hombre pierde poder, pero, sobre todo, pierde
autoridad. Deja de ser el referente de toda experiencia y sabiduría, deja de ser el modelo social a imitar.
• Los jóvenes, hombres y mujeres, que iban creciendo sin una autoridad fuerte que los limitara
estaban mejor preparados que sus madres para llenar el espacio. Era la hora de los adolescentes.
• Entre esos jóvenes, los homosexuales – duramente perseguidos hasta ese momento –
comenzaron a salir del ropero en defensa de sus derechos. Axial el feminismo, la cultura adolescente y el
movimiento gay iban creciendo con gran fuerza en la ultima parte del siglo XX.
• Para la cultura adolescente, los jóvenes pasaron a ser los dioses, los modelos de si mismo y
progresivamente, de la sociedad en su conjunto. El mercado los descubrió y produjo para ellas. Si hasta
entonces habían sido vestidos como adultos en pequeña escala, ahora tendrían los jeans, camperas, remeras y
zapatillas que los identificaran.
• Adulto paso a ser sinónimo de viejo y, como tal, desacreditando en un mundo que ponía al joven
sobre un pedestal. El cuerpo debía mantener la juventud eterna la mente debía privilegiar lo nuevo para no
anquilosarse. Ahora los jóvenes estaban en la mejor época de la vida y debían conservarla el mayor tiempo
posible. Si la adolescencia clásica terminaba hacia los de 21a 23 años, los nuevos adolescentes estiraban la
etapa hasta los 30 y más.
• Si el destino de las mujeres de las primeras décadas del siglo XX había sido elegir entre
matrimonio o independencia, las de los años 60 aspiraban a su independencia y a la unión libre. La mujer
debía realizarse, lograr las libertades que hasta entonces le había sido negadas: gozar de su sexualidad,
circular sola y libremente, aspirar a todas la formaciones y todos los trabajos, fumar y beber, administrar su
dinero, poseer bienes, controlar su maternidad. El hombre podía acompañarla en el proceso, no interferir en
el. Los hombres jóvenes comenzaron a no sentirse menos varoniles por usar cabellos largos o pantalones
apretados, por aceptar que sus mujeres tuvieran las mismas oportunidades, por cuidar a sus hijos, todas las
actitudes imposibles de comprender para sus padres.
• Si hasta entonces los niños y jóvenes habían sido educados por los padres, los docentes educados
por los padres, los docentes, y la religión, ahora se sumaria la cultura adolescente, con sus ídolos y con la
dureza creciente de los medios masivos.
• A partir de la difusión de los antibióticos y la medicina se subió al pedestal de la omnipotencia y
la población comenzó a creer que todo podría curarse fácilmente por lo que no era tan importante
preocuparse obsesivamente por prevenir infecciones bastaba con combatirlas después.
• Fue hasta la llegada del sida en los 80 en las cuales no hubo miedo a las enfermedades venéreas
controladas por los antibióticos y a los embarazos no deseados contratados por los anticonceptivos y la
sexualidad se vio liberada de viejas represiones.

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• Gays y lesbianas se unen en movimientos que reclaman la derogación de leyes que los persiguen
y discriminan.
• Nuestra generación es muy heterogénea, ya que al quedarnos sin nadie que nos dijera que hacer,
ni como ser, comenzamos a disfrutar de la libertad de crearnos a nosotros mismos.
• La violencia familiar a menudo es originada en estos desacuerdos originados por la
horizontalidad de adultos – adolescentes. Intentar mantener en vigencia horarios de salidas y edades para los
permisos, que estuvieron en vigencia en su infancia y adolescencia, cuando la cultura de la noche que
envuelve a sus hijos dicta usos muy diferentes, puede terminar en serias batallas o promover mentiras y
ocultamiento por parte de los jóvenes.
• Por otra parte, los cambios culturales que han llevado a “rejuvenecer” las empresas, que
consideran “viejo” a todo mayor de 40 o 45 años, sumados a la crisis económica, golpean en particular al
padre tradicional desocupado o que gana poco dinero.
• Cuando los hijos consiguen en que trabajar, lejos de aliviarse, la situación puede empeorar por la
competencia que suscita y puede nacer allí un foco de violencia en la medida, que el hombre no encuentre
otro modo dentro de su medio familiar para afianzar su autoestima.
• Actualmente la adolescentizacion de los púberes y prepuberes acelera el proceso, lo que
desconcierta mucho más a los padres. Chicos de 8 o 10 años piden ir a bailar, lo que resulta extraño para
quien tuvo que esperar mucho más tiempo para hacerlo.
• Así la juventud es un territorio en el cual todos quieren vivir indefinidamente. Pero los “jóvenes”
expulsan de este territorio a los falsificadores que no cumplen con las condiciones de edad y entran en una
guerra generacional banalizada por la cosmética, la eternidad quinquenal de las cirugías estéticas y las
terapias new age.
• Han declarado su juventud eterna y las sostienen como sea: con el esfuerzo de gimnasia y dietas;
con el dinero destinado a cirugías, cremas y camas solares; con ropas en talles y modas pensadas por los
más jóvenes.
• Hay quienes aceptan en alguna medida el papel de “adulto” y mantienen un vinculo de
complicidad y una comunicación fluida con las generaciones sgtes: están quienes se mimetizan con la ropa,
las costumbres, los gestos y el cuerpo de los adolescentes e intentan pasar inadvertidos entre ellos en los
boliches y solo mantienen una vida “adulta” en lo que se refiere a sus trabajos; otros no han dejado de ser
adolescentes y arrastran crisis de identidad, vocacionales, laborales y afectivas mas allá de los 40 años y son
incapaces de hacerse cargo de si mismo y de otros.
• Los adultos adolescentes, también llamados despectivamente “adolescentotes” o “pende viejos”,
reniegan ser adultos, porque cuando adolescentes ellos fueron quienes llevaron adelante la rebelión contra
la generación anterior y dieron por destruida la brecha generacional.
• Con grupos familiares heterogéneos o sin hijos, estos adultos crean vínculos horizontales entre
si, mujeres y hombres. En sus parejas esperan que ambos trabajen dentro y fuera de la casa; el manejo del
dinero puede ser mas o menos caótico de parte de ambos, la crianza de los hijos se hace o no se hace por
partes iguales; por diferentes motivos o por falta de ganas, a menudo ninguno de los miembros de la pareja
se hace cargo de sus padres. Ante sus hijos, estos adultos aparecen como “no padres” tomando el significado
tradicional: no a realizar sacrificios, no a poner límites, no a establecer cierto marco normativo, no a
ubicarse en un lugar del frontón y recibir los golpes del peloteo de los adolescentes. Muchos adolescentes
sirven de consejeros sentimentales de los padres, organizan un poco la casa para los hermanitos menores,
quedan ubicados en el lugar vacante de adultos que sus padres no quieren llenar, pero pierden la posibilidad
de vivir su propia adolescencia. En cuanto a los hijos mas chicos, estos serán incorporados, apenas puedan, a
una forma de vida “adolescente”: dormirse tarde, dormir hasta tarde, mirar mucha televisión, jugar mucho
con juegos electrónicos, comer comida chatarra, para encontrarse con sus padres en un espacio, el único a
compartir, de igual a igual. Así, un chico, de 4 o 5 años y sus padres de 30 hacen la misma vida, lo que
facilita sobre todo, la vida de los padres.

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• Si los adultos conservadores pueden deslizarse hacia el autoritarismo, el riego simétrico de los
adultos- adolescentes es caer en la demagogia al tratar a sus hijos como iguales, compinches, al plantear una
relación alejada de toda asimetría. Disfrazada de democrática tal relación enfrenta a los chicos a
responsabilidades y decisiones para los que no están preparados y encubre el no querer adoptar el rol de
adulto que requiere asumir responsabilidades. Proclamando adoptar el rol adulto que requiere asumir
responsabilidades, Proclamando evitar el autoritarismo, pueden promover el abandono. Los hijos de padres
demagógicos saben que gozan de mayores libertades que muchos de sus amigos, pero también sienten
claramente que están solos. En los casos extremos, la violencia puede generarse hacia si mismo, es decir,
que los hijos adopten actitudes auto agresivas ante ese abandono.
• Los docentes de tipo adolescentes apoyados en una pedagogía Light que no quiere presionar al
niño ni al joven, exigen poco o nada, no obligan al estudiante a hacer algún esfuerzo por comprenderlos,
hablan en su idioma, de los mismo temas
• Los padres pueden dejarse maltratar físicamente, pueden suministrar demasiado dinero, pueden
tener tanto tiempo a perder el amor de los hijos como tuvieron a perder el de sus padres, por lo que quedan
apresados entre esas dos generaciones que los manejan con facilidad.
• Cuando se trata de sus hijos, recuerden a diversos expertos: pediatras, psicólogos,
psicopedagogos. Cuando temen arruinar algún talento, recurren a otros expertos: entrenadores de futbol u
otros deportes, maestros de artes variadas, a quienes se les adjudica capacidad para orientar la vida del chico.
• Las mujeres sienten hacia sus hijos la misma ambivalencia que hacia sus padres: son capaces de
renunciar a ciertas cosas por ellos, no saben hasta donde es bueno renunciar y cuando comenzar a ocuparse
de si mismas.
• Los hombres de este grupo son quizás los más innovadores, inventando un nuevo lugar en sus
familias. Algunos cocinan o hacen otras cosas de la casa, otros van igual que sus mujeres a las reuniones
escolares, se turnan con las madres para hacer dormir a los chicos, cambian pañales, llevarlos a diferentes
actividades o a los médicos. Cuando se divorcian sienten culpa por no vivir con los hijos y no seguir de
cerca de su evolución.
• Otro aspecto negativo en los padres, en es que pueden caer de ir de un extremo a otro sin previo
aviso, en la casa o en el aula. Van del “compichismo” al autoritarismo, de la charla informal al grito pelado,
sin encontrar la cuerda adecuada con la cual expresarse.
• A la escuela se le ira pidiendo, progresivamente, que ocupe los lugares que la familia delega a
ella. Al comienzo se le pide que haga de madre para compensar el autoritarismo, la frialdad que arrastraba
por la fuerte impronta masculina clásica. En las ultimas décadas, que haga de padre, para compensar la falta
de limites.
• También le viene muy bien la “escuela- madres sustituta” donde depositar a sus hijos y no
hacerse cargo de ellos.
• La escuela improvisa no acumula experiencia, no prevé situaciones ya que no confía en lo que
hace. Cada vez que hay violencia es una novedad, cada vez que hay drogas hay que pensar que hacer, cada
vez que hay padres abandonates hay que inventar un rol de padre postizo para los docentes.
• Se suponía que la represión coartaba la creatividad, lo cual era cierto cuando la represión era
aplastante, pero la falta de represión no parece haber creado una generación de jóvenes tanto mas
creativos en la medida en que estos no incorporan herramientas para manifestarse y presentan a menudo
actitudes fuertemente infantiles, que no les permiten hacer el esfuerzo de producir lo que podrían.
• En Argentina, el modo de comprender y criar el niño estuvo guiado durante muchos años por dos
figuras femeninas. Telma Reca y Arminda Aberastury. Su objetivo era que los pediatras salieran de la
formación organicista hacia la comprensión del hombre como totalidad. Consideraba necesarios estudiar la
maduración del niño en relación con sus vínculos familiares y comprenderla en ese contexto.
• Aberastury dice que en lo referido al padre tiene dos partes: por un lado es necesario para que el
niño puede desprenderse de las madres, y por otro, como soporte identificatorio de la bisexualidad. En sus
aportes al estudio de la adolescencia, propondrá la teoría de los 3 duelos (q terminan, siendo 4). Duelo por

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el cuerpo perdido de la infancia, duelo por los padres perdidos de la infancia, duelo por el rol infantil y casi
en otro nivel, duelo por la bisexualidad de la infancia.
• Aberastury: “Al perderse para siempre el cuerpo de su hijo niño, (el adulto) se ve enfrentado con
la aceptación del devenir, del envejecimiento y de la muerte. Debe abandonar la imagen idealizada de si
mismo que su hija ha creado y en la que se ha instalado.
• En todos los sectores sociales, los chicos crecen conociendo una diversidad de grupos familiares
que, en décadas anteriores, solo habrían aparecido en los más humildes, familias tipo, grupos
monoparentales con madres o padres al frente, grupos poliparentales en los que viven hijos de diferentes
matrimonios. Conviven con diferentes modelos adultos en los hogares, en las escuelas, en los clubes y en los
barrios. Con una enorme cantidad de información disponible a través de la televisión, revistas, diarios,
computadoras, Internet y libros (impensables para sus abuelos). Con una mezcla de represión y
desinhibición con respecto a la sexualidad, mezclada con liberación sesentista y miedo al sida. Crecen en
una subcultura creada para ellos por adultos que no quisieron dejar de ser adolescentes, que los ubica en
lugar de diosas y dioses. Viven experiencias familiares que pueden ser distintas, en medio de diferentes
posibilidades económicas, pero todos, desde los más ricos a los más pobres, están rodeados por la llamada
“cultura adolescente”. Cuando se reúnen en el boliche o en la esquina no importa que hayan recibido normas
morales, que hayan sido iniciados en diferentes ritos religiosos, que nunca hayan escuchado hablara de
alguna norma; todos se incorporan rápidamente a un código de transmisión oral que forma parte de esa
subcultura.
• Estos jóvenes se sienten omnipotentes, en algunos momentos impermeables a la lluvia, al frío, al
comer comida chatarra, a pasar días sin dormir. En los sectores populares no tienen la posibilidad de
disfrutarla. El trabajo, los embarazos prematuros, no permiten vivir esa moratoria, la falta de dinero no
permite sostener la ilusión de ser eternamente jóvenes a los adultos pobres, que por el contrario, envejecen
prematuramente dada sus difíciles condiciones de vida y su poco acceso a la atención de la salud.
• La noche aparece para los jóvenes como ilusión liberadora. La noche comienza cada vez mas
tarde. Se procura el máximo distanciamiento con el tiempo diurno, con el tiempo de todos, de los adultos, el
tiempo “reglamentado”la mayor separación entre el tiempo de trabajo y el tiempo de ocio. Este tiempo
distanciado conquistado a contracorriente de las costumbres y los hábitos, este tiempo especial, parece
propicio para la fiesta.
• La cultura adolescente es amplia, incorpora de todo, desde quieren no viven sin un porro o
mezclando alcohol y cocaína de straight que dicen no beber, ni fumar, ni drogarse, ni tener sexo, desde
“punkys” de crestas de gallo a “chetos” vestidos con las mejores marcas del mercado; desde hippies que
recrean los años 60ª modernos que se ubican en la vanguardia artística.
• No se toma en cuenta (en la adolescencia) lo que tenga que ver con propuestas concretas, no
aceptan grandes proyectos a futuros (a lo suma estudiar, y no en todos los casos) siempre esta situado en el
“ahora” por eso, los productos o servicios que se les ofrezcan deben tener resultado, por mínimo que sea, en
el corto plazo.
• La era postindustrial sustituyo el ahorro por el consumo, nos exige consumir constantemente,
nos crea deseos nuevos, nos ofrece los insumos para satisfacerlos. Lo nuevo tiene valor por el mero hecho
de serlo, porque se asocian a lo joven, porque se aleja de lo viejo. Se ha pasado de vivir ahorrando para el
futuro a vivir al día apoyado en el crédito.
• Drogarse es el gran atajo ante la frustración, mientras lo hace no sufre, no siente su falta de
logros, nadie le pide que considere a los otros, vive en un mundo virtual semejante al que le crearon los
padres de la infancia.
• Una faceta particular de la intolerancia a la frustración y los conflictos entre jóvenes y adultos ha
sido puesta de manifiesto por la irrupción del sida. Prevenirse supone conocer los limites, renunciar a la
omnipotencia del “a mi no me va a pasar” aprender a postergar placer si es necesario a aceptar que no
puedan lograrse como se espera.

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• Adolescentes se avergüenzas de sus padres “pendeviejos”. Tener un padre que trata de ser
adolescente cuando ya no tiene edad para serlo es avergonzante. Porque el padre en cuestión hace el ridículo
creyendo que no se le nota la edad y porque se desubica de su lugar. Pero bajo la vergüenza aparece también
la sensación de abandono, o el abandone real, por que no hay adulto acompañando al hijo, sino un aparente
“igual” que compite en el mismo terreno y sentimientos de odio porque ese igual no esta, sino alguien que
compite deslealmente.
• Mientras los sectores populares fueron influidos por el mercado para vivir en burbujas ilusorias,
dejando de lado el estudio o la búsqueda de trabajo por con vino o drogas podían sentirse “ricos”, los ricos
fueron consumiendo cultura popular, convenientemente adaptada. Pueden mostrarse rotosos aun bañados en
perfumes de famosos. A pesar de concurrir a los colegios y universidades más caras, se expresan con un
vocabulario pobre. Llegan en autos caros a escuchar música villera a un boliche que nunca espero captarlos.

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