Está en la página 1de 2

El Séptimo Sello de Ingmar Bergman (1957)

Pocas películas juegan tanto con el contraste de ideas y colores como lo hace la
película del director sueco Ingmar Bergman. En esta película, vemos una icónica
representación de la muerte, vestida completamente en negro y solamente con su
rostro descubierto, revelando un pálido rostro. El héroe, si es que podemos
definirlo así, es un caballero de la época de las Cruzadas, quien no está dispuesto
a morir sin antes enfrentar a la muerte en un juego de ajedrez. Este escenario que
nos presenta la película, un enfrentamiento directo en lo bueno y lo malo, la
muerte y la vida, negro contra blanco, es una analogía que se repetirá durante el
resto de la película. Bergman nos muestra un mundo desolado por la plaga pero
también que sufre de los estragos de una guerra impulsada por la religión. Esto
hace que en el protagonista comience a brotar la pregunta, ¿por qué está
luchando? Si existe un Dios, por el que está peleando, ¿por qué la gente muere y
sufre como lo está haciendo? A medida que avanza la película vemos la
transformación de un hombre y sus creencias, sin embargo, no lo vemos perder la
fe. Esa fe sigue dentro de él aunque dude de la existencia de Dios, especialmente
tras encontrarse con la pareja y su bebé, quienes son actores que son felices a
pesar de todo lo que sucede en su tiempo. El caballero ve lo peor y lo mejor de las
personas y se percata de que si existe un Dios, bien podría estar ignorándolos. Al
final, vemos que Jon, el caballero, decide salvar a la familia, la única esperanza
que había visto en esos últimos días de castigo y muerte. La película es lenta
durante varios lapsos, permitiendo al espectador concentrarse en cada escena y
reflexionar con ella, probablemente porque al directo le importaba mandar un
mensaje, una idea, más que contar una historia. Eso no quiere decir que la historia
no sea buena, simplemente que es más importante lo que hay detrás de esas
analogías. Visualmente es una obra maestra, con imágenes icónicas como la
muerte sentada jugando ajedrez con el caballero e imágenes poco comunes como
cuando Jon está comiendo fresas y tomando leche en el campo con la familia. En
dicha escena, todos los personajes parecen encontrarse en una posición poco
usual para una charla, pero funciona para dar la reflexión del caballero, que
encuentra paz y tranquilidad en ese momento.
Referencias
Bergman, I. (Dirección). (1957). El Séptimo Sello.

También podría gustarte