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La travesía de lo Inconsciente, la libertad en lo indecible

Autora: Lic. En Sicologia Mabel Sampaolesi

Quiero proponer un viaje, no un viaje hacia algún lugar, porque la libertad no se juega en
un espacio sino en una temporalidad, en el "aserto de certidumbre anticipada". Entonces,
la propuesta es transitar un recorrido para aventurarnos a conocer de qué se trata o al
menos intentar aproximarnos a conocerla contando en el equipaje con el pensamiento
filosófico que tanto se ha ocupado del tema.
Como todo viaje, habrá estaciones, lugares, sitios por donde es obligatorio pasar, para que
la subjetividad se constituya como efecto de una estructura, la estructura del lenguaje.
Imaginemos al psicoanálisis como el camino a transitar, la travesía, las operaciones
lógicas que constituyen a un sujeto del inconsciente, ese sujeto con el que cada uno de
nosotros nos posicionamos y que nos hace únicos e imprevisibles. Así piensa el
psicoanálisis a la subjetividad a diferencia de la ciencia positivista, que lo piensa como un
sujeto totalmente calculable y adaptable.
El comienzo del viaje se inicia con nuestra llegada al mundo. Salimos del vientre materno,
nacemos, somos recibidos en una cultura y venimos a ocupar un lugar que nos precede:
nos visten, nos asisten, también nos hablan y nos nombran. Primer momento inaugural, en
el mayor estado de dependencia e indefensión donde nada es creado desde nosotros
mismos. Así, se va constituyendo un sujeto, dentro de una estructura, la del lenguaje,
conformada por un orden significante que lo determina y que le confiere un destino.
Primera estación, alienante y originaria, plenamente necesaria para que un sujeto se
constituya. Hemos arribado al punto de mayor determinismo de nuestra subjetividad.
Freud decía: “no hay nada en lo psíquico que sea producto de un libre albedrío, que no
obedezca a un determinismo”. El inconsciente nos determina. Como sujetos no somos
amos ni señores de nosotros mismos ni de nuestros actos pero tenemos que hacernos cargo
de aquello que nos determina, es algo que nos concierne. Siempre somos responsables de
lo que nos sucede, parafraseando a Lacan: De nuestra posición de sujeto somos siempre
responsables.
Y entonces, la libertad, ¿será el producto de la voluntad, es decir, será necesario que me
esfuerce para alcanzarla, dependerá de mi capacidad de elegir?
Propongo continuar la travesía analizando este determinismo dando un giro, en nuestro
recorrido, hacia la relación entre el sujeto y la estructura. Decíamos que el inconsciente
está estructurado como un lenguaje y que su estructuración depende del lenguaje mismo.
Sitio obligado para los viajantes de este recorrido, en tanto sujetos parlantes, ya que el
lenguaje no puede nombrarlo todo, así como tampoco la estructura de lo inconsciente es
completa, ésta tiene su falta, contiene lo indecible, aquello que jamás podrá pasar por la
palabra. Y aquí es donde se abre la hiancia, el margen de libertad, que permite la
separación de una determinación absoluta y crea la posibilidad de una transformación del
sujeto en tanto está no-todo en el lenguaje.
Si un punto de arribo en nuestra travesía fue la “alienación”, ahora llegamos a la
“separación”.

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