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     Sophie, adolescente de 16 años, quien asiste a consulta en busca de una valoración

psiquiátrica, la cual refute una anterior. En esta consulta se identifica un trastorno mixto
de ansiedad y depresión.
Como hipótesis preliminares puedo afirmar que debido a los síntomas que evidencia en
consulta ningún diagnóstico en sí, se marca determinantemente, pero asume de los
dos por los sentimientos de minusvalía, la presunta ideación suicida e irritabilidad.
     Para descartar, empezaría por implementar un CDI (Cuestionario de depresión
infantil), el cual evalúa dos escalas: Disforia(humor depresivo, tristeza, preocupación,
etc.) y Autoestima negativa (juicios de ineficacia, fealdad, maldad, etc.) y proporciona
una puntuación total de Depresión. (M. Lang y M. Tisher, 2014)
El STAIC no se puede implementar porque es de 8 a 15 años.
     También implementaría el CMASR – 2 Escala De Ansiedad Manifiesta En Niños, ya
que el objetivo de esta prueba es evaluar el nivel y la naturaleza de la ansiedad en
niños con problemas por estrés académico, ansiedad ante los exámenes, conflictos
familiares, adicciones, conductas perturbadoras, problemas de personalidad, entre
otros. En este caso el estrés se puede atribuir a la ansiedad ante las competencias de
gimnasia y los conflictos con la madre.
     En esta prueba las edades son de 6 a 19 años, El CMASR – 2 es un instrumento de
autoinforme que consta de 49 reactivos designados a evaluar el grado y naturaleza de
la ansiedad en niños. El niño únicamente responde a las preguntas con SI o NO. La
calificación es realizada de forma simple. La totalidad de las puntuaciones obtenidas
dan como resultado el índice de Ansiedad Total pero también proporcionan cinco
calificaciones adicionales: Ansiedad fisiológica, Ansiedad social, Índice de respuestas
inconsistentes, Inquietud y Defensividad. (Reynodls, C y Richmond, B)
Referencias Bibliográficas
Lang, M. y Tisher, M. (2014). CDS. Cuestionario de Depresión para Niños. Manual, 8.ª
edición (Seisdedos, N., adaptador). Madrid: TEA Ediciones. (Obra original publicada en
1978).
Reynodls, C y Richmond, B. CMASR – 2 Escala De Ansiedad Manifiesta En Niños
Revisada, 2.ª edición (Manual Moderno)
Respuesta

Buenas noches compañera


Primero que todo, me gusta la manera en la que identificas la problemática de la
paciente y como interpretas su lenguaje verbal y corporal, pero no me queda claro que
herramientas de evaluación psicológicas te parece que puedes utilizar para validar las
hipótesis que planteas, teniendo en cuenta que para cada una de estas, sin dejar atrás
cada uno de los síntomas que presenta, existen varias pruebas que se pueden
implementar para encaminar la terapia hacía un diagnóstico, es decir, la formulación
debe constar de cuatro fases: una fase orientada a la descripción, una fase que permita
la explicación de la adquisición y mantenimiento de los problemas; una tercera fase
donde se diseñe el plan de intervención, y finalmente una fase que permita medir el
impacto del proceso terapéutico (Ingram, 2012). La primera fase corresponde a
la descripción, que se constituye como la fase inicial que permite al terapeuta indagar
acerca de las características de la(s) situaciones problemáticas del consultante. La
segunda fase de una formulación clínica de caso corresponde a la fase
explicativa. Esta fase tiene como objetivo el establecimiento de hipótesis de adquisición
e hipótesis de mantenimiento. La tercera fase del proceso terapéutico hace referencia
al diseño de la propuesta de intervención. Esta fase involucra la articulación de las
hipótesis de mantenimiento con las metas clínicas y las estrategias de intervención.
Esta suele ser una fase crucial en el proceso terapéutico, debido a que es aquella en la
cual el clínico implementará el uso de diferentes técnicas para cumplir las expectativas
que tiene el consultante en relación con el problema que llevó a que iniciara el proceso
terapéutico. Para el inicio de esta fase el terapeuta debe tener delimitadas las hipótesis
de adquisición y mantenimiento, de forma que pueda ofrecer una explicación de cómo
se estableció y de cómo se mantiene el(os) problemas del consultante (Haynes &
O'Brien, 2000; Repp, et al, 1995).Finalmente, la última fase del proceso de formulación
consiste en evaluar el impacto del proceso terapéutico; para esta fase es necesario que
el clínico haya definido previamente las medidas específicas que se tendrán en cuenta
para evaluar la efectividad del tratamiento, es por esta razón que resulta especialmente
útil tener una línea de base comparable que facilite la evaluación del progreso (Hayes,
Barlow & Nelson-Gray, 1999; Meier, 2008).
Referencias Bibliográficas
Quant, D (2013). FORMULACIÓN CLÍNICA DE CASO:
ASPECTOS METODOLÓGICOS. Bogotá D.C. Colombia:Revista Vanguardia
Psicológica.
Hayes, S., Barlow, D. & Nelson-Gray, R. (1999). The scientist practitioner: Research
and accountability in the age of managed care. Boston: Allyn and Bacon.
Haynes, S. & O'Brien, W (2000). Principles and practice of behavioral assessment.
New York: Kluwer Plenum.
Ingram, B. (2012). Clinical case formulations: Matching the integrative treatment plan
to client. Nueva York: Wiley.

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