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Carcel y Fabrica Canal
Carcel y Fabrica Canal
Tercera parte
La experiencia penitenciaria de los Estados Unidos de América
En 1790, los Estados Unidos de América era un país de menos de
cuatro millones de habitantes. P. 147
El derecho de voto estaba condicionado a ser propietario de tierras. P.
150
La fabricación de maquinaria textil, parece haber sido en América la
industria pesada más importante. De los establecimientos y de los
talleres de maquinarias textiles salieron los hombres que fueron los
instrumentos de la revolución industrial norteamericana. P. 154
En este país –se afirmaba con entusiasmo- el trabajo de tres días
puede dar para vivir una semana entera, mientras que en Europa el
trabajo de una semana es apenas suficiente para el mantenimiento de
la familia de un laborioso obrero o campesino. P. 159
El tema del pauperismo es ligado estrechamente con el problema de la
conducta desviada y criminal; y esta conexión tenderá a permanecer
constante en el futuro.
El tema del alcoholismo como causa primaria de los procesos de
desintegración social es recurrente en los documentos de la época.
El 90% de los internos se consideraban alcohólicos. P. 161
Las viejas, workhouses, fueron revitalizadas; había un nuevo interés
por estas instituciones. La propuesta institucional del internamiento
forzoso de las masas de pobres, ociosos y vagabundos en estas
instituciones donde la administración pública debía encargarse de su
educación por medio del trabajo, se hizo cada vez más la alternativa
real.
En la América de la primera mitad del siglo XIX, la característica de
toda la política de control social era la elección segregativa. P. 162
Se consideraba como serio peligro la posibilidad de que estas masas
juveniles desbandadas pudieran, con el tiempo, convertirse en
criminales. La respuesta a esta amenaza fue también el internamiento
obligatorio: la escuela-fábrica organizada sobre el modelo de la
workhouse que se presenta como como la institución adecuada para la
juventud. P. 163
La solución final, en la práctica, es la misma: la internación, la
segregación en una institución especial. La solución tiene una
justificación ideológica irrebatible: si la locura es el resultado de ciertas
contradicciones sociales, es absurdo pensar que se puede eliminar o
siquiera detener, manteniendo al enfermo en el ambiente que es la
causa segura del fenómeno que se quiere combatir. El objetivo de
fondo es explícito: sólo erradicando del contexto social al producto
inconsciente del “desorden”, solamente apartándolo a un mundo
donde reinen las reglas óptimas de la vida social (jerarquías,
disciplina, trabajo, oración) tendrá posibilidad de “curarse”, de
“reeducarse”.
En un principio de acuerdo con el modelo europeo, la workhouse
servía para que los pequeños transgresores de la ley purgaran su
pena; de hecho, con el tiempo, se transformó también en lugar de
reclusión para ociosos y vagabundos; más adelante se utilizó también
como hospedaje obligatorio para los “pobres residentes” y en
ocasiones como cárcel para los deudores. P. 165
La contradicción fundamental estribaba así en esta paradoja: en la
medida en que aumentaba la presencia institucional como eje de la
política del control social, al mismo tiempo, por razones objetivas
ligadas al proceso económico, se desvanecía en la práctica la función
de readaptación social que se debería haber realizado en esas
instituciones con el trabajo obligatorio y productivo.
Para intentar resolver este problema la fantasía reformadora del joven
estado norteamericano encontró, en la política de control social, su
“invención” más original: la penitenciaría. P. 167
Este nuevo “sistema penitenciario” se basaba en dos criterios
fundamentales: el confinamiento a la soledad durante la noche y el
trabajo en comunidad durante el día. La obligación del silencio
absoluto.
Se permitió a capitalistas privados tomar en concesión la cárcel con
posibilidad de transformarla en fábrica. P. 172
Para aprender nuevas técnicas de trabajo, se comenzó a distinguir
entre internados por “condena breve” y los de “condena larga”. P. 173
El ingreso del empresario-capitalista en la penitenciaria y la
consiguiente transformación de la cárcel en fábrica; el modelo basado
en el principio de sistema de silencio vino a definir el nuevo sistema
penitenciario fundado sobre la explotación intensiva y privada de la
fuerza de trabajo carcelaria. La necesidad de utilizar económicamente
el trabajo de los internados había llevado el capital privado a la cárcel
por medio del esquema jurídico del contrato; el capital privado
transformó la cárcel en fábrica, imponiéndole a la población
encarcelada la disciplina del trabajo; el silencio llegó a proponerse
como modelo de “pedagogía penitenciaria” para una cárcel
industrializada, para una cárcel-fábrica. P. 182
La penitenciaria como modelo de la sociedad ideal
La cárcel, la primera realidad históricamente realizada se estructuró
(en su organización interna) sobre el modelo de la manufactura, sobre
el modelo de la fábrica. P. 189 la transformación del criminal en
proletario. El objeto de esta producción ha sido por ende no tanto las
mercancías cuanto los hombres. En esto consiste la verdadera
“invención penitenciaria”: la cárcel como máquina” capaz de
transformar al criminal violento, febril, irreflexivo, en u ser disciplinado
y mecánico. Es decir la producción de sujetos aptos para una sociedad
industrial, la producción, en otras palabras, de proletarios a través del
aprendizaje forzado, en la cárcel, de la disciplina de fábrica.
La penitenciaría es, por lo tanto, una fábrica de proletarios y no de
mercancías. P. 190
La cárcel se vuelve el símbolo institucional de la nueva “anatomía” del
poder burgués, el lugar privilegiado –en términos simbólicos- del
“nuevo orden”.
La cárcel –en su dimensión de instrumento coercitivo- tiene un objetivo
muy preciso: en la reconfirmación del orden social burgués (la clara
distinción entre el universo de los propietarios y el de los no
propietarios) debe educar (o reeducar) al criminal (no propietario) para
que se convierta en un proletario socialmente no peligroso, es decir
para que sea un no propietario que no amenace la propiedad. P. 195
Los dos sistemas carcelarios de Norteamerica:
Sistema filadelfia:
Observando ciertos principios arquitectónicos se pueden obtener
fácilmente cambios morales importantes en las capas más
corrompidas de nuestra sociedad.
Los muros de la celda son instrumentos eficaces de castigo. P. 198
1. El aislamiento (diurno y nocturno). P. 199
La disciplina institucional (soledad, oración, trabajo). La violencia física
no tardará en materializarse en nuevas formas: duchas heladas para
los rebeldes, “mordazas de fierro” y “horquillas de fierro” para los
“indomables”. No son instrumentos de tortura. De lo que se trata es de
“obligar” mecánicamente al interno a “modelar” su cuerpo y su espíritu
a la disciplina que se le impone: la “mordaza de fierro” le enseñará el
silencio obligándolo mecánicamente, a callarse; si está agitado, la
“horquilla de fierro” lo educará para que controle su propio cuerpo
inmovilizándolo mecánicamente con el aparato y sujetándolo a un
palo. Son los mismos instrumentos con los que se “domestica” ciertos
animales y se “civilizan” los salvajes; son los medios de la nueva
ciencia pedagógica burguesa. P. 200
La readaptación social significa “educación a la sumisión”, aceptación
de la propia inferioridad, saberse sujeto de necesidad”.
La religión (o mejor dicho: la instrucción religiosa) llega a ser el
instrumento privilegiado en la retórica de la sujeción. P. 201
Si el prisionero sabe hacer algo que se pueda realizar en su celda, se
le permite trabajar como premio y estímulo de buena conducta. Este
trabajo se considera como recompensa, y su privación es interpretada
como un castigo. Así lo refiere un preso “el trabajo me parece
absolutamente necesario para sobrevivir; creo que me moriría si me lo
quitaran”. P. 202
El modelo de Auburn.
El trabajo carcelario en el proyecto de Auburn obedece a la ideología
del trabajo como única solución para la satisfacción de las
necesidades del no propietario, el trabajo como modelo educativo y
actividad digna de explotarse empresarialmente.
Este proyecto fracasó por la presión de las organizaciones sindicales
profundamente opuestas al trabajo carcelario productivo. P. 204
Los prisioneros trabajan bajo una disciplina tan rígida que les impide
hablar entre sí, un trabajo forzado en base al modelo y estilo de vida
militar, deben llevar uniforme y tener la cabeza rapada. La
administración penitenciaria misma tiende a organizarse en términos
jerárquico-militares; muchas veces los carceleros provienen de la
marina o del ejército. P. 205
El castigo del látigo es el más eficaz y al mismo tiempo el más humano
que existe; no es perjudicial para la salud, y educa para una vida
espartana. Pero el aislamiento resulta frecuentemente ineficaz, desde
el punto de vista de la disciplina, y es peligroso, muchos presos que no
han sido capaces de sobreponerse a este castigo y que una vez
abandonada la celda de aislamiento ha sido necesario llevarlos al
hospital. P. 207