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AUTORES, TEXTOS Y TEMAS J.M. Mardones


CIENCIAS SOCIALES
Colección dirigida por Josetxo Beriain 1
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FILOSOFÍA DE h
LAS CIENCIAS HUMANAS r.
Y SOCIALES ¡~}
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Materiales
para una fundan1entación
científica ! .
Filosofía de las ciencias humanas , s . . .
fundamenlación cientlfica 11 M M ·d) ocrnles · .Matenales para una
( 8. ¡ ' · · ª' ones-(?·• d' · PRÓLOGO A LA PRESENTE EDICIÓN
a1ce ona) : Antlu·opos Ed't . 1 2003
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415 p.; 20 cm. - (Autores T ·t .
' ex os YTemas. Ciencias Sociales ; 1)
Bibliogmfia p 407-4 12 GI .
ISBN84-7658~Jl 4 _
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1. Ciencias Sociales - Filosofía
30: 167 • l. Titulo lI. Colección
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La buena acogida que tuvo este útil pedagógico en su pri-
mera edición me ha impulsado a aceptar actualizarlo y darlo
de nuevo a la imprenta. Conserva su estn1ctura original, y sola-
mente cambian algunas páginas, enriquecidas con algunos au-
tores que el paso del tiempo señala que deben estar alú presen-
tes. Con todo, el carácter de instnunento pedagógico de esta
obra sugiere no recargarla excesivamente.
P1"in1era cd_ición en Anthropos Editol'ia]· 1991
Pnmera re1mp:-esión: 1994 ' . Debo recordar la amistosa colaboración que recibí en su día
Segunda reimp1·esión: 2001 del profesor Nicanor Ursúa. Planeamos, incluso, lo que debería
Segunda edición: 2003 haber sido un programa más largo. Los avatares de la vida
© J.M. Mardones, 1982, 199 1, 2003
tmncaron el proyecto, pero queda el recuerdo y el agradeci-
~ Antlu·opos Eclitodal, 1991, 2003 miento sincero a sus sugerencias y ayudas en algunas de las
~~~: ~~t~~~~-~s1 ¡_c1ilo1fa1. Rubí (Barcelona) partes. Para esta actualización también he recibido las sugeren-
cias de amigos y colegas del Instituto de Filosofía, especialmen-
Depósito legal: R 16.409-2003
lmprnsión: Novagrafik. Vivalcli 5 M el . . te de Javier Muguerza y Carlos Thiebaut. Pero debo agradecer
• · ontca a 1 Re1xac a la insistencia de Josetxo Beriain el que haya puesto manos a
Impreso en Espa1fa - Printed in Spain la obra qe esta actualización y el que se publique en la colec-
Todos l~s derechos resen·ados Esta ub/ ' . ción de ciencias sociales de A.nthropos.
p~ne, rn rcgis tradn en, o tran,smitid; i~ncrón. no puede ser reprod ucid~. ni en todo ni Mi deseo para los Í1.1turos usuarios de esta selección de ma-
n 111~w.1afo rma ni por ni ngt'in medio : por, un .s1ste~1a ele rccupemción de información en
t!·oopl1co, por fotocopia, o cualquier ~ lt~~'l ~1i~~c:¡111c~, ~~toqu f1~1ico, electrónico, rnagnt:ítico, ~le~~ teriales, tanto profesores como alumnos, es que a unos les sirva
pea miso previo por escriro ele la eclitorinl.
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para su tarea pedagógica, y a los otrqs los introduzca en el
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FILOSOFÍA DE LAS CIENCIAS HUMANAS


Y SOCIALES. NOTA HISTÓRICA
DE UNA POLÉMICA INCESANTE

Entrar dentro del campo de la filoso[ia de lns ciencias socia-


les equivale a tropezar con la polémica. No hay consenso en las
llamadas ciencias del espíritu, culturales, humanas o sociales,
acerca de la fundamentación de su quehacer. Desde la apari-
ción de las diversas disciplinas que se acogen al sobrenombre
del espíritu, humanas o sociales (historia, psicología, sociología,
economía, derecho, pedagogía ... ), se ha desatado la polémica
sobre su estatuto de cientificidad.
- La aparición expresa, manifesta, de estas disciplinas (dicho
sea globalmente y sin muchas precisiones) aconteció en el sigio
XIX Es decir, en el momento histórico en que se hizo evidente
que la sociedad, la vida de los hombres en ella con sus múlti-
ples relaciones, no era ni algo claro, ni dado de una vez por
todas. Desde este momento de crisis, el pensamiento y la refle-
xión pugnaron por encontrar estabilidad. Fruto de esta lucha
con un mundo social que se había vuelto problemático surgie-
ron la ciencia histórica, sociológica, política, económica, psico-
lógica ... ¿pero, eran verdaderamente ciencias tales intentos, ex-
plicaciones, reflexiones y quehaceres? La respuesta dependería
del concepto de ciencia que se utilizara como medida.
Para unos lo eran y para otros no. Unos exigían que las
<<nuevas» ciencias se acomodaran al paradigma o modelo ele

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las ciencias verdaderas, es decir, de las físico-naturales, y otros nes tienen sus raíces y representantes en el mundo griego. Des-
defendían la autonomía ele las nacientes ciencias. Vemos que, de este punto de vista, no nos deben engañar las denominacio-
desde la cuna, les acompaña a las incipientes disciplinas la dis- nes. La tradición aristotélica se remonta a Aristóteles como a
puta acerca del estatuto científico que posean o no. uno de sus primeros y más conspicuos representantes, pero la
Pero más allá ele esta disputa se advierte otra polémica ma- galileana, aunque recibe su nombre de Galileo Galilei (1564-
yor, más antigua, profunda y abarcadora: ¿qué es la °ciencia? Por- 1642), hunde sus raíces más allá de Aristóteles, en Pitágoras y
que lo verdaderamente problemático e inquietante es observar la Platón. No son, pues, tanto los acentos personales los que aquí
diversidad de criterios que se aplican tras la palabra ciencia. nos interesan, cuanto las diferentes concepciones de ciencia
Hablia, pues, que decir que en el contencioso sobre la cien- que ambas vehiculan. Y esto, en tanto que dos tradiciones vivas
tificidad o no de las ciencias humanas, sociales o del espíritu, que llegan, con su caudal enriquecido por las vicisitudes histó-
se da cita el debate sobre la ciencia. De aquí su gran interés. ricas, hasta nuestro hoy, y persisten en una confrontación, o
Por esta razón, algunos teó1icos del debate denominan a este pugilato, cuyo lugar más visible es la fundamentación de las
problema de la fundamentación de las ciencias sociales o hu- disciplinas humanas o sociales como ciencia.
manas como tales ciencias, «la cuestión candente». Dicho de Con objeto de caracterizar mejor el problema y «el estado
otro modo: aquí se anudan actualmente los problemas más de la cuestión», vamos a detenemos un poco en una breve ex-
acuciantes qu e rodean a la ciencia y las preguntas que van más posición de ambas tradiciones. Atenderemos a aquello que les
a la raíz. es propio y las conduce a la confrontación. No nos fijaremos
No es extraño que al tratar de indicar brevísimamente algo tanto en lo que los autores, Aristóteles o Galileo, dijeron que
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de la cuestión, en una nota introductmia a unas lecturas de era ciencia, cuanto en los acentos que sus tradiciones respecti-
filosofia de dichas ciencias, no tengamos más remedio que ir al vas ven en ellos, lo que a menudo difiere un tanto. !,
encuentro de la génesis del problema. La fuerza misma de la l.
disputa actual nos impele a buscar, aguas aniba, el origen del
tum ulto. También aquí esperamos que la historia del problema B) La tradición aristotélica, o la ciencia
nos desvele el problema o, al menos, nos ayude a aclararlo. como explicación teleológica

A) Dos tradiciones importantes en la filosofia


Aristóteles 2 consideraba que la investigación científica daba
comienzo allí donde alguien se percataba de la existencia de
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del m étodo científico: la aristotélica y la galileana ciertos fenómenos. Es decir que, para Aristóteles, al principio
está la o}?servación. Pero la explicación científica solo se consi-
Si miramos -el panorama de la filosofía de la ciencia, o de la gue cuando se logra dar razón de esos hechos o fenómenos . Y
reflexión acerca de la ciencia y de lo que tiene que ser conside- es justamente el cómo ·se entiende este «dar razón de los he-
rado por tal, desde la altura de su historia, se distinguen dos chos» lo que. va a caracterizar a Aristóteles y toda una tradición
trad iciones importantes: la llamada aristotélica, y la denomina- que de alguna manera guarda semejanza o prosigue el tipo de
da galilcana. 1 Son dos tipos de ciencia o dos planteamientos explicación propugnada por el Estagirita.
diferentes acerca de las condiciones que ha de satisfacer una
explicación que se quiera denominar científica. Ambas tradicio-
2. Sobre la filosofía de la ciencia de Aristóteles, cfr. J. Losee: l11troducció11 histórica
l. Cfr. G.H. von \.\'light: Explicacióll y co111pre11sió11 , J\fadrid, Alianza, 1980, p. 18. a la filoso(fa de la cie11cia, Machid, Alianza, 1976, pp. 5-25; M.W. Wartofsky: l11troduc-
\/fase la aceptución tic esla Lipología en K.O. Apel; Die Erkltiren-\ferstehe11-KD11troverse ció11 a la filosofra de la ciencia, Madrid, Alianza, 1978, vol. I, cap. 4. También B. Fa·
i11 Tm11;;x11de11tal-pm¡;matische Sidu, Frunl<li.ut, Sulukunp, 1979, p. 56. rrington: Cie11cia y fUosoffa en /a A1Uigiiedad, Barcelona, Ariel, 19"71.

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Aristóteles pensaba la explicación científica como una pro- ceptual que las diferencia de las hipótesis causales y las acerca
gresión o camino inductivo desde las observaciones hasta los a .las explicaciones teleológicas y, más allá, presupone una cos-
principios generales o principios explicativos. Estos principios movisión o concepción del mundo, como conjunto de subs lan-
eran inferidos por enumeración simple o por inducción directa; cias, que hoy nos es extraña. No nos interesa proseguir más por
por cualquiera de los dos métodos (que no nos interesa deta- los caminos del preceptor de Alejandro Magno. Nos bastan las
llar) se obteiúan más generalizaciones acerca de las propieda- nociones adquiridas para entender por qué la tradición de la
,·"~ des de la especie o género. Esta etapa consiste en obtener prin- ciencia que se remite a Aristóteles discmTe al compás de los
cipios explicativos a partir de los fenómenos que se han de ex- esfuerzos por comprender los hechos de modo teleológico o
plicar: se denomina inducción. Para Aristóteles todavía existía finalista.
un segundo momento o etapa en la e.11."Plicación científica: el
' deductivo. Consiste en deducir enunciados acerca de los fenó-
Q ,!. ,(. menos a partir de las premisas que incluyan o contengan a los C) La tradición galileana, o la ciencia
¡ principios explicativos. Aristóteles exigía tma relación causal en-
como explicación causal
tre las premisas y la conclusión del silogismo acerca del hecho
o fenómeno a explicar. Y aquí aparece el énfasis, rasgo o carac- Nada acontece en el mundo cultural y humano de la noche
terística de la explicación aristotélica. La causa de un fenómeno a la mañana. Las ideas se van incubando lentamente, o de for-
tiene, para Aristóteles, cuatro aspectos: la causa formal, la cau- ma más acelerada, al socaire de Jos acontecimientos sociales,
sa material, la causa eficiente y la causa final. políticos, económicos o. religiosos. .
Pues bien, una e.11."Plicación científica adecuada debe especi- Los vientos del cambio o ele la crítica nunca dejaron de so-
ficar estos cuatro aspectos que constituyen su causa. Sobre plar sobre la tradición aristotélica. Hay toda una línea ~e:nsio­
todo, no podía faltar a una pretendida explicación científica de nista muy visible ya en el siglo XIII, que introduce prec1s1ones
un fenómeno o hecho, el dar cuenta de su f_¡:lUSa final o telas. en el método inductivo-deductivo de Aristóteles. A ella pertene-
Aristóteles criticó duramente a aquellos filósofos, como por cen nombres como R. Grosseteste (1168-1253), Roger Bacon
ejemplo los atomistas Demócrito y Leucipo, que pretendían ex- (1214-1292), Duns Scoto (1265-1308), Guillermo de Occam
plicar los hechos (ej., el cambio) en términos de sus causas (1280-1349) y Nicolás de Autrecourt (1300-1350). Los citm:1os
materiales y eficientes, o aquellos que acentuaban excesivamen-· para que quede constancia que lo que vanios a llamar la «cien-
te las causas formales, como los pitagóricos. cia moderna»,, o manifestación sociocultural ?ºtente de º.tra
Aristóteles exigía explicaciones_.!_ele_<:>l{>gicas, que aclarasen concepción de ciencia, no im1mpe corno algo mesperado, smo
«con el _fjn_g~ _qué» _ocurrían los fenómenos, no solo de los he- como resultado de un~ serie de cambios socioculturales y de la
chos referidos al crecimiento o desarrollo de los organismos · 1 misma historia de las ideas.
vivos, sirio aun de los seres inorgánicos u ·objetos inanimados. A la altura del siglo XVI durante el Renacimiento tardío Y la
Es precisamente este acento puesto por Aristóteles y la época del Barroco, las condiciones sociales y culturales estaban
«ciencia aristotélica» en la explicación teleológica o finalista, el maduras para que aconteciera el «giro copemicano» en la cien-
que se considera p.rot_o..11Pi~.9 de esta tradición y permite encon- cia y lo que Ortega y Gasset llama la <<anábasis de ~escart.es» o
trar semejanzas con posturas actuales. Ahora bien, no debemos arreglo de cuentas, en la filosofía, de uno consigo mismo.
olvidar que las explicaciones aristotélicas tenían otros rasgos no Acontece que se deja de mirar el universo como un conjunto de
mantenídos hoy día: eran explicaciones en términos de «propie- sustancias con sus propiedades y poderes, para verlo como un
dades», «facultades» o «potencias», asociadas a la esencia de flujo _e:!~ acontecimientos que suceden según leyes. Casi tocias
alguna súbstan.Cia. Tales explicaciones tienen un 0!.~C!~r. con.- las «revoluciones científicas» testimonian -como ha mostrado

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T.S. Kuhn-3 la unión indisoluble entre el descubrimiento de cjón_ pi~górico-~latónica efectuada por los humanistas. Ellos
nuevos hechos y la invención de nuevas teorías para explicar- vierten en el pensamiento occidental la concepción o creencia
los, con w1a nueva imagen o visión del mundo. La concepción de raíz pitagórico-platónica, que se verá fortalecida por la fe
del mundo fruto de la nueva fom1a de mirarlo, que ya es visible cristiana en el Creador, de que el libro real de la naturaleza
en hombres como Galileo o Bacon, no es tanto metafísica y estaba escrito en lenguaje matemático. No habrá que buscar
finalista, cuanto fimciona l y mecanicista. Los nuevos ojos de la tanto la sustancia subyacente a los fenómenos cuanto las leyes
ciencia moderna están transidos de ansias de poder y C(:)J]tro! matemáticas que nos desvelen la estrnctura real del mundo físi-
de la naturaleza. El centro no ~s ya el_m~~o, sino el hombre. co. Galileo será un típico representante de la nueva mentalidad
Por esta razón, s_u mirada cosifica! reduce a objeto para sus que cambia las explicaciones físicas cualitativas de Aristóteles
necesidades y utilidades, a la naturaleza.4 por las formulaciones matemáticas de Arquímedes.
Este interés pragmático, mecánico-causalista, que no va a Pero los humanistas solos no hubiesen logrado mucho. Junto
preguntar ya por el «por qué» y «para qué» últimos, sino por el a ellos aparecen unas condiciones sociales engendradas por el ;¿,)
«cómo» más inmediato y práctico de los fenómenos y sus con- capitalismo incipiente nacido_ y~;~ el -siglo- XIII arr;dedo~ - d~· j-;~
secuencias, emerge con fuerza en la centuria que va desde ciudade5 it"rui~a~ y su comercio con Oriente, que~rompe el con-
1543, afio de la aparición de la obra de Copémico De revolutio- trol de la producción y distribución instatrrada por los gremios.
nibus orbium coelestium, hasta 1638, fecha en que ven la luz La incipiente producción, según el esquema de la oferta y la de-
los Discorsi de Galileo. En este «umbral de la nueva ciencia», manda, favorece la acuIT!.ulación del capital y el fortalecimiento
como lo denomina Dijsterhuis, se cristaliza un nuevo método de una nueva clase s-ocial' ~bana: ·1a b~guesfa. Propio de esta
ci entífic~, una nueva fom1a de considerar qué requisitos tiene clase social va a ser el gusto por una cultura más secular, una
que cumplir una explicación que pretenda llamarse científica. propensión a los hechos concretos y su sentido del orden y lo
Al tdunfo social de las nuevas ideas no le van a ser ajenos positivo; lo positivo, que es lo que nuestro lenguaje popular ha
-como venimos indicando- una serie de cambios sociales. Si recogido en expresiones como «ir a lo positivo»,· esto es, a lo~
denominamos «fuerzas sociales intervinientes» a estos factores y pragmátic<?, La nueva ciencia recoge este interés pragmático,
sociales que facilitan el surgimiento e institucionalización de la acorde con .. el intento de 9.ominar la nattrraleza, y señala una
ciencia moderna o galileana, tendríamos que señalar, lo si- ag:!!!,_1~t.e.0'.1.9l~gica-~el cov;ocimiento y sus aplicaciones. F. Bacon ·ú
guiente.5 En p1imer lugar, la l~bor de recuperación de la tradi- será el gran apóstol de esljl actitud «científica».
Tenemos ya una tradición matemática recuperada, que va a
3. T.S. Kuhn, La estructura de las revolucio11es cie11tfficas, Mad.tid, FCE, 1975, p. 19.
proporcionar un gran instrumento a Galileo y sus seguidores para
4. Sobre es te i_!!.l~pmin~~<?_r que acompaña la ciencia moderna y se alza con reducir, primero inttritivamente y después en la concentración de
prérensioncs cada vez más absoluta~. cfr. Horkheimer y Adamo: Dialéctica del Ih1111i- una fómmla matemática, las propiedades de un fenómeno . .Pero
11is1110, Buenos Aires, Sui-, 1971, esp. cap. I.
5. Enu·e las temias o explicaciones del surgim iento de la ciencia y pensamiento si es importante l;;i detenninación métrica y numérica de un fenó-
modcmo se· hallan: F. Borkenau: Der Überga11g vo11 feuda/e11 zwn bilr¡;erliche11 Weltbild, meno, todavía lo es más la suposición hipotética que posibilitaba.
Paiís, J 934; ídem: •Zur Soziologie des mechanistischen Weltbildes>, en Zeitschrift für . El aspecto más importante re-ganado a la tradición pitagórico-pla-
Sozial(orschw1g, l, 3 (1932), reeditada en Mtmich, Kosel, 1970. Para Borkenau, la cien-
cia moderna, la nueva mecánica galileana y newtoniana, tendria sus raíces en la pro- tónica y arquimédica, y reformulado por el genio de Galileo, fue el
.clucción técnica manufacturada; G.H. Grossmann escribió, conigiendo a Borkenau, énf~is en e_l valor de la_a[Jst1~acci6n e idealizaci61i de la,_cien~ia. El "'-1 '
•Die gesellschaftlichen Gmndlagen des mechanistischen Philosophie und die Manu-
fákttn "», en Zeitschrifi fitr Sozialforschu11g, IV, 2 (1935). En esta lmea continúa también éxito de Galileo y del posterior desarrollo de esta tradición radica
E. Zilsel. Para estos autores la ciencia moderna surge ele la unión del humanismo con en su habilidad para arrinconar diversas complicaciones empíri-
el anesanado y el capitalismo plimitivo. Posteriormente, A. Kojeve y W. Kem verán la cas, para trabajar con conceptos ideales, como «el péndulo ideal»,
ciencia moderna como fmto del ctistianismo. Cfr. A. Kojeve: •Origine chrétienne ele Ja
science modeme•, Scieuces et L'e11seig11e111e11t des Scie11ces, 5, 37 (946). etc. Es decir, que, junto a las fuerzas sociales indicadas, hay que

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poner a los hombres: los artistas-ingenieros del Renacimiento, Ya ·tenemos el escenario, o mejor, el ring, donde se debate
hombres geniales, como 1eonardo da Vinci, que inician la· vincu- la fund~mentación de las ciencias del hombre. Será a caballo
lación sistemática del saber académico con la e~írica artesanal. de estas dos tradiciones, aristotélica y galileana, de sus respecti-
El mismo Galileo, dura'ntesüestancia corno p~e$¿¡. de matemá- vos puntos de vista sobre la explicación científica, donde se de-
ticas en la Universidad de Padua (1592-1610), tuvo numerosos sencadenará la disputa. Comprenderemos ahora por qué, ha-
contactos con artesanos para trabajar en su laboratorio y solucio- blando en un sentido muy amplio, la confrontación puede ser
nar problemas físicos de las bombas de agua, artefactos militares, expresada en términos de ·explicación causal versus explicación
etc. Fueron, en suma, una pléyade de cien1íficbs, en su mayoría teleológica o, como diremos más adelante, explicación (Erklti.-
astrónomos (y Aristóteles ya denominaba a la astronomía una ren) contra comprensión (Verstehen).
«ciencia mixta», por conjuntar la matemática con la técnica), los · Vamos a continuar la exposición del estado de la cuestión
que pisaron ese umbral de la nueva ciencia: Copérnico, Galileo, actual. Según lo convenido, segtúremos, a grandes zancadas, el
junto con Simón Stevin y W. Gilbert. desarrollo histó1ico de la polémica. Esperamos ganar así un
La <<nueva ciencia» que reemplaza a la aristotélica va a con- horizonte heurístico, explicativo, del problema mismo. De
siderar como explicación _ci~I_?-!ífi_ca de un hecho aquella que acuerdo con K.O. Apel,7 distinguiremos tres fases en la contro-
venga formulada en términos de leyes que relacionan fenóme- v~rsia. Y si se nos abre un crédito de atención, como diría Orte-
ños determinados numérj~aJilente, es decir, matemáticamente. ga, desde ahora anunciamos nubarrones con claros paisajes, Y
'fáies explicaciones tomarán las formas de hipótesis causales. prometemos archipiélagos.
Pero causal va a tener aquí una connotación funcional en una
perspe_ctiva mecaf!icista.
Finalmente, la piedra de toque del valor de nuestras hipóte- D) La primera polémica explícita de la filosofía
sis causalistas vendrá determinada por el análisis experimental. de las ciencias sociales: positivismo decimonónico
Será la comparación de la hipótesis con las consecuencias de- frente a hermenéutica
ducidas mediante la observación de la realidad o experimenta-
ción, la que nos dirá su valor explicativo. Nos situamos en el siglo]OX_Hay un paralelismo entre este
Más de un siglo después, dirá Kant que la actitud del cien1ífico siglo y la centuria de la- cieñcia moderna: acontece para las
galileano no es ,la de un escolar a quien la naturaleza enseña, sino ciencias del hombre un despertar análogo al conocido por
la de un juez que ciertamente va a aprender de LID testigo, pero las ciencias naturales en aquella época. El estudio sistemático
sometiéndolo a un interrogatorio, previamente forjado por el juez, del hombre, de su · historia, lengua, usos e instituciones socia-
el cual prefija, por tanto, lo que qtúere averiguar. Dicho de otro les, adqtúere en este tiempo, y merced a hombres como Ranke
modo, la física griega y, en general, toda la ciencia hasta Galileo, y Mommsen en historiografía, W. von Humboldt, R. Rask,
se ha montado sobre el supuesto de que el e~ten_dimtento gira en J. Grimm en lingüística y filosofía, Tylor en antropología social,
tomo a las cosas. Galileo, dirá Kant, ha montado su física sobre Saint-Simon, Comte, Spencer y Marx en sociología, una altura
un supuesto inverso: el supuesto de que las cosas giran en tomo al comparable a la alcanzada por la ciencia galilaico-newtoniana.
entendimiento, y, por paradójico que parezca, erito~c~ y-solo en- Tampoco sucede este auge de estudios culturales, sociales,
tonces- ha -descubierto lo que son las cosas. Se ha consumado lo humanos, porque sí. El hombre fue desafiado a final es del siglo
1
que Kant llama la revolución coperi1icana en la ciencia. 6 XVIII Túvo lugar uno de esos acontecimientos que conmueven
hasta los cimie~tos del mundo social y que, según Kant, no se
6. l. Kant: Crítica de la razón pura, Buenos Aires, Losada, , 1970, p. 130; X. Zubi-
ri: Cinco lecciones de filosofía, Madrid, Nianza, 1980, pp. 72, 74. Sobre Galileo, cfr.
A. Koyré: Estudios galileanos, Madrid, siglo JQCI, 1980. 7. K.O. Apel: Die Erklaren-Verstehm Ko11tr0Perse ... , ob . ci t.. pp . 15-57.

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olvidarán jamás: la Rev_olución francesa. Hasta entonces, digá- que se desliza persiguiendo la tradición galileana de la ciencia.
moslo de una forma simplificada -y-- general, la sociedad no Reducida a sus rasgos caracte1isticos, cuatro serían los aspec-
constituía un problema para la conciencia, dada su relativa tos que configuran el contenido de este vocablo acuñado por
coincidencia con ella. Todavía era posible una visión monolíti- Comte:
ca, sin problemas, de la conciencia. Hasta cierto punto, las rela-
ciones sociales, la cultura, el pasado y porvenir de la sociedad, l.º El monismo metodológico. Los objetos abordados por la
f-tmcionaban inconscientemente, a semejanza de las fuerzas ele- investigación científica pueden ser, y son de hecho, diversos,
mentales del cosmos. ~ro desde el momento en que la socie- pero hay, como · diría Comte, unidad de método y homogenei-
dad europea entró en crisis, se convirtió en un problema para dad doctrinal. Es decir, solo se puede entender de una única
s_í misma a nivel de la práctica (modo de organización) y se forma aquello que se considere como una auténtica explicación
hizo evidente la ignorancia teó1ica (modo de comprensión). De científica.
es ta manera, quedaba expedito el camino para la aparición de 2. 0 El modelo o canon de las ciencias naturales exactas. Para
las ciencias del hombre y, en particular, de las que conciernen Comte, Mili, la unidad de método, el llamado método positivo,
a la sociedad. _!-.a <:~isis, el esta~o, en que se encontraron tenía un canon o ideal metodológico frente al que se confronta- :
los hombres y las sociedades occidentales, enfrentados con la ba el grado de desarrollo y perfección de todas ias demás cien- i
I•

necesidad de tma nueva reordenación social y de obtener equi- cias. Este baremo lo constituía la ciencia físico-matemática. Por 1

lib1io, sacudió los espíritus en favor de una intervención cons- él vendlia medida la cientificidad ele las nacientes ciencias del
ciente y refleja de la sociedad sobre sí misma.ª hombre. 7.
Nos encontramos, por tanto, a mediados del siglo XIX con 3.º La explicación. cawlal o Erklaren como característica de la
una ciencia natural asentada cada vez más fuertemente sobre explicación científica. La ciencia trata de responder a la pre-
los pilares de la tradición gailleana, y unas ciencias humanas gunta de «por qué» ha sucedido un hecho, es decir, responde a
con grandes logros y con pretensiones científicas. En estas cir- la cuestión acerca de las causas o motivos fundamentales. Las
cunstancias, dirá Von W1ight, «resultó natural que una de las explicaciones científicas son, por consiguiente, causalistas, aun-
principales cuestiones de la metodología y filosofía de la ciencia que sea en un sentido muy amplio. Si nos remitimos a Comte y
del siglo XIX fuera la concerniente a la relación entre estas dos Mili, tal explicación de carácter causal viene expresada también
importantes ramas de la investigación empírica».9 Las principa- en la búsqueda de leyes generales hipotéticas de la naturaleza
les posiciones al respecto pueden engarzarse en las dos grandes que subsuman los casos o hechos individuales. Hay un vocablo
tradiciones del pensamiento científico que hemos esbozado. alemán que resume y condensa este método científico: es el
Una de estas posiciones es la filosofía de la ciencia del positi- ERKLAREN («explican>, «explicación»); en inglés, explanation (tra-
vismo decimonónico, representada típicamente por A. Comte -y ducido, a veces, por «explanación>> ). 1 º
J. Stuait Mill. El positivismo es un concepto que se ha vuelto 4.0 El interés dom.inador del conocimiento positivista. Desde
escurridizo, porque se puede aplicar a una serie de autores, que F. Bacon «scien.tia et poten.tia in ídem. coincidunt». 11 A. Comte i
van desde Hume hasta Popper y sus discípulos hoy día. Convie- pondrá el énfasis en la predicación de los fenómenos. Su «Voir 11
i
ne buscar el común denominador de esta corriente positivi~ta pour prévoir pour pouvoir» es todo un indicador del interés que
guía el conocimento positivo. El control y dominio de la natu-
8. Sobre el nacimiento de las ciencias humanas y el contexto sociohistórico de
clisis, cfr. M. Foucault: Llls palabras y las cosas, Mad1id, Siglo XXI, 1971, pp. 334 s.; 10. Así sucede, por ejemplo con la traducción de la recopilación de textos de P.1-1.
J_ Ifabem1as: Teoría y praxis, Buenos Aires, Sur, 1966, pp. 105 s.; A. Touraine: La Hidditch: Filosofía de la ciencia, México, FCE, 1975, cfr. pp. 100 s. I-Iabiía que unificar
prod11c1io11. de la société, París, Seuil, 1973, pp. 62 s. la te1minología y reservar el té1mino técnico explicar para la explicación de lipo causal.
9. G.J-J. von W1ight: Explicaci611y compre11si611, p. 20. 11. F. Bacon: Novum Orgam1m (1620) libro I, af01is1110 3.

28 29
' ~
raleza constituye el objetivo de dicho inter9s. La amenaza que
le ronda es cosificar, reducir a objeto toáo, hasta el hombre
T humana sensible refleja tma interioridad. No captar, por tanto,
en una manifestación, conducta, hecho histórico o social esa di-
mismo. Cuando la razón se unilateraliza hacia este lado y abso- mensión interna, equivale a no comprenderlo.
lutiza sus posiciones, estamos ante lo que Adorno y Habermas Droys~I!. fue el primero que utilizó la distinción ~ntre e.,"Cpli-
denominan la razón Ínstrumental. cació]1_y comprensión _(en alemán Erkliiren y Verstehen) con in-
tención de fundamentar el método de la historia, comprender,
Este positivismo científico va a pretender hacer ciencia so- en contraposición al de. la física matemática, explicar, y al de la
cial, histórica, económica ... siguiendo la tipificación ideal de la tecnología y filosofía, conocer (Erkennen.) . Desde entonces el
física matemática, acentuando la relevancia de las leyes genera- término Verstehen, «Comprender», viene a representar una con-
les _para la explicación científica y tratando cfe -substlinir bajo. el cepción metOdolÓgica propia de las ciencias humanas. El con-
JEismo )'._1;1nico mét~do --~ to9:o-~aber con pretensi~;;~;· ~ientífi­ te:Oldo-positivo del término comprender varía y tiene énfasis di-
cas. No será, pues, extraño que A. Comte quiera hacer «física versos según los autores; así, a título de ejemplo, · para Simmel
social», por ciencia de la sociedad o sociología. El debate no (y el primer Dilthey) la comprensión., tiene una resonanc!~~i~ _
tardó mucho en estallar. Porque, frente a la filosofía positivista cológica, es una forma de.!:!11.patía (Einfiihlung) o identificación
de la ciencia, ~e fue fraguando en el ámbito alemán, sobre afectivo-mental que reactualiza la atmósfera espiritual, senti-
todo, una tendencia anti_:p_Qsiti'1sta. A esta concepción metodo- mientos, motivos, valores, pensamientos, de sus objetos de es-
a.
lógica la vamos ·denominar hermenéutica, atendiendo a algu- tudio.13 Pero Dilthey acentuará además en las ciencias huma-
nos de sus rasgos más característicos. Entre las figuras repre- nas la pert:e_neI_lcia del investigador y la realidad investigada al
sentativas de este tipo de pensamiento se encuentran filósofos, mismo universo histórico: el mundo cultural e histórico del
historiadores y científicos sociales alemanes de la talla de Droy- hombr-;;~ se da, por tanto, una unj._9.ad sujeto-objetº que permite
sen, Dilthey, Simmel y Max Weber, con los neokantianos de la la comprensión desde dentro de los fenómenos HISTÓRICOS socrA-
escuela de Baden, Windelband y Rickert. Fuera de Alemania, se LES, HUMANOS.
suele citar al italiano Croce y al inglés Collingwood como repre- La comprensión se funda para Dilthey en esa identidad su-
sentantes afines a los anteriores y de tendencia más idealista. jeto-objeto propia de las ciencias del espíritu. Se justifica de
1
Lo que unifica a todos estos pensadores es su oposición a la esta manera, además, la autonomía _de las ciencias del espíritu
filosofía positivista. El rechazo a las pretensiones del positivis- frente a las ciencias de la naturaleza. Windelband, sin embargo,
~0 '1\,, ...mo sería el primer elemento común. Rechazo al monismo me- en su Historia y ciencia natural (1894) sostien~-que lo importan-
todológico del positivismo; rechazo a la física-matemática como te no es la distinción diltheyana, fundada en el diverso objeto
canon ideal regulador de toda explicación científica; rechazo material de las ciencias naturales y del espíritu, sino en .fenó-
del afán predictivo y causalista y de la reducción de la razón a menos repetidos uniformemente y fenómenos individuales e
~zón instrumental. · · irrepetibles. Las ciencias del espíritu.c omo la lústoria, preten-
El descubrimienzo de los hermeneutas, desde Droysen, es que den comprender hechos particulares, mientras que las ciencias
«la manifestación de lo singular, es comprendida (verstanden) naturales tratan de forn1ular leyes gen.erales . Windelband califi-
como una manifestación o expresión de lo interior en cuanto se có de nomotéticas las ciencias que persiguen leyes, e icleográft-
retrotrae a lo interior». 12 Para Droysen, el ser humano e>..'Presa su
interioridad mediante manifestaciones sensibles, y toda expresión 13. Hacemos notar que este rasgo psicológico es el más vulgarizado cuando se
habla de.la comprensión. Hasta autores como Stegmüller, cuando tratan de esquema-
tizar la concepción del Verstehm de Dilthey, acuden a esta temia psicológica de la
12. G. Droysen: Grundriss der historik (1 858), citado en K.O. Apel: Die Erkliire11- comprensión. Lo menos que se puede decir frente a esta interpretación es que se toma
Verstehe11 Kantroverse , ob. cit., p. 15. abusivamente la pruie por el todo.

l
30 31
cas, las dedicadas a la comprensión de las peculiaridades indi- grandes sociólogos, E. Durkheim y Max Weber, seguían meto-
viduales y únicas de sus objetos. dológicamente cada uno una tradición: Durkheim (Las reglas
Web~r, _ siguiendo a Rickert, va a insistir en la comprensión del método sociológico) seguía la tradición galileana (positivis-
corno el método característico de las ciencias, cuyos objetos mo); M. Weber, la «sociología comprensiva».
presentan una relación de valor que hace que dichos objetos se
nos presenten relevañi:e-S.-con -una ~@ificatiyidad que no po-
seen los objetos de las ciencias naturales, los átomos, por ejem- E) La segunda fase de la polémica o el racionalismo
plo. Esta significatividad permite identificar y seleccionar tales crítico frente a la teor4i crítica
objetos. El investigador llega a la comprensión de tal significa-
do porque puede compartir, mejor, comparte con el objeto, los
i
Nos hallamos entrfi las dos guerras mundiales. Este tiempo
.
valores que atribuyen el significado. conoce el resurgimiento de la lógica, iniciado en 1850, tras un
El último Dilthey 14 insiste en que el Verstehen no es solo un estancamiento que se remonta a 1350. Por una serie de azares,
conocimiento psicológico, sino la comprensión del «espíritu ob- el desarrollo de la lógica se vinculó con el positivismo y dio
jetivo» (Hegel), en cuanto objetivación sensible, hi~tórlca~n como resultado, en la década de los años veinte, el denominado
realizaciones culturales, del espíritu o vida humana. Acuñando positivJ:?.!JJO_lógico_. A esta corriente pertenecen B. Russel, el pri-
una frase expresiva y b1illante, dirá que «el espíritu solo puede 1 mer Wittgenstein (o del Tractatus logico-philosophicus) y el de-
comprender lo que ha hecho» («Nur was der Geist geschaffen nominado neopositivismo del círculo de Viena .
hat, verstehet er»). Típico de esta tendencia, englobada hoy dentro de lo que se
De todo este esfuerzo por precisar una filosofía de la ciencia
\' denomina fl!2~<;jfra analítica, sería afim1ar que únicamente los
1
que no caiga en las redes del positivismo y haga justicia a la ¡ enunciados sometidos a la lógica y la verificación empírica pue-
peculiaridad de las ciencias humanas, culturales o del espíritu, [ den ser calificados como científicos. Los d~más ~eben ~er c~n­
una cosa queda clara: el rechazo a aceptar el modelo de expli- siderados de antemano como absurdos y sm sentido. Científico
cación científica triunfante en Occidente des de -Galife;;:-:H:ay es solo, por tanto, aquel análisis de la realidad que ti·abaje con
una recuperación de la tradición mistotélica, a través de Hegel. estos dos pilares: la teoría de la relación lógico-matemática Y
«Para ciertos filósofos laexl:JlICacfón. (cie~1tífica) consiste ·en la fase o verificación empír~~~ - El gran objetivo, a la larga, cla-
procurar que los fenómenos sean inteligibles teleológicamente, ramente exir~~do por el representante más significativo del
más bien que en determinar su predicibiliclad a partir del cono- círculo de Viena, R. Camap, era típicamente positivista: recons-
cimiento ele sus causas eficientes.» 15 truir racionalmente todos los posibles enunciados de la ciencia
El debate iniciado con la relación antipositivista de finales unitaria, universal, lógicamente trabada.
del siglo XlX no concluye aqLú. Es, más bien, el comienzo de No es extraño que el énfasis de los neopositivistas del círcu-
una polémica incesante hasta hoy. Esto indica que no hay ven- lo de Viena, de un R. Camap, por ejemplo, se centrase en:
cedores ni vencidos, aunque sí reacciones más o menos fuertes
en uno u otro sentido. Por ejemplo, al terminar el siglo XIX, dos a) La super~cj_2_n _9e l~_ P.?.~l!~.99~ncip (especialmente la~~­
tafisica) mediante el análisis lógicq d[!:J.J~l]g~~aLe. Camap persi-
guió todáSü--\rid; el ideal de un lenguaje científico universal
14. Cfr. W. Dilt11ey: Der A11{bau der gerschichtliche11 1Ve/t i11 der Geis1es1visse11scha(-
!e11, Frankfurt, 1970. Para una buena presentación del pensamiento de Dilfüey e inclu- hecho de signos y símbolos nuevos, neutrales, unívocos, sin las-
so de Ja problemática que \~nimos abordando, E. Imaz: El pensa111ie11/o de Dilthey, tres históricos. W. Stegmüller16 verá en este intento la persecu-
!V!éxico, FCE, 1978; K.O. Apel: Die Erkliire11-Vers1ehe11 Konlroverse, pp. 17 s.; J. Freund:
Las teorías de las cie11cias lm111a11as, Barcelona, Península, 1975.
15. G.H. Wrigth: Explicació11 y co111¡mmsió11, p. 27. 16. W. Stegmüller: Hauplstro1w111ge11 der Gegemvarts-philosophie, Kroner, Stuttgart,

32 33
ción del antiguo ideal de absolutez; en lugar del saber absoluto, de fundamentar la sociología desde sus supuestos. 18 Uno de los
resultados fue rechazar las exigencias metodológicas del méto-
debe aparecer ahora la exactitud absoluta. Exactitud, precisión
do del Verstehen. Este queda reducido a un nuevo elemento
y formalización son rasgos exigidos a todo enunciado con pre-
externo, accidental, dentro del proceso científico. Tomando su
tensiones científicas.
comparación, sería equivalente a «Un buen café» que el investí-
b) La comproba~ó_~ _y verificación empírica de todas las
afirmaciones, únicamente tendrá por verdadero y pleno de sen- . gador necesita para su trabajo.
Será K. Popper, crítico del círculo de Viena, aunque situado
tido lo que expresa ~112_~-~a~o _de cosas objetivo, lo cual equivale
a decir, capaz de ser sometido a observación directa y compro- en la corriente positivista, el que comenzará a prestar atención
a la problemática de las ciencias sociales. 19 Desde entonces, la
bación mediante experimentos.
filosofía analítica de la ciencia entró en liza en el debate positi-
La moderna teoría de la ciencia ha sido fuertemente influi- vismo-antipositivismo. Las antiguas controversias se avivaron
da por estas ideas. Pero pronto se vieron la~ _ aporías a las que alrededor de la mitad del siglo.
El racionalismo crítico de K. Popper ªn~~I}1ete_duramente
conducía el programa del positivismo lógico. Respecto a la
col!tr:ª el po-Siti~srno lóg¡C:o- d~l cÍr~ulo de Viena. Popper había
construcción de un lenguaje científico, universal, transparente y
tenido contactos con sus miembros en su Viena natal. En 1934
de interpretación univoca, surgían las preguntas: el lenguaje
aparece su Logik der Forschung (Lógica de la investigación) don-
;científico formalizado, ¿no depende del lenguaje cotidiano?; ¿es
de analiza, sutilmente, las reglas de juego de la obtención ele las
1
posible un lenguaje científico totalmente independiente de un
hipótesis y teorías científicas. Constituye el fundamento de un
/saber cotidiano previo? '
' Gravísimas eran también las consecuehcias que se deriva- criticismo racional o racionalismo crítico.
Para Popper, como hemos indicado ya, la pretensión de ve-
ban de aplicar estrictamente elpriii°C:ipio de la verificación..
Popper dirá que la exigencia mayor de verificabilidad en la rificar empíricamente todo enunciado científico conduce a la
muerte de la ciencia. La hipótesis científica más sencilla (por
experiencia no solQ eliminaría las afirmaciones metafísicas
ejemplo: «el cobre conduce la electricidad»), si hubiera ele ser
sino aniquilaría también las hipótesis empiristas con ello: y verificada experimentalmente, exigiría comprobar esta cualidad
~~~~ _el conocimiento científico natura1.11 Esto porque la rri"ayo-
ría ae- 10s--eñünciados científicos no son verificables empírica- en todo el cobre del universo. Pero esto, evidentemente, es im-
posible. Por tanto, las hipótesis científicas que pretenden posi-
mente. Por consiguiente, habría que rechazarlos como afir-
bilitar el conodmiento de las leyes de la naturaleza y poder
maciones sin sentido. Pero, ¿con qué derecho se hace precisa-
mente a la experiencia sensible, empírica, el criterio de todo
---is.e;, Neurath:Empirische Soziologie, Viena, 1931. En castellano puede verse su
sentido? · obra de 1944: Fundamentos de las ciencias sociales, Machicl, Taller ele Ediciones J.B.,
Ya se advierte que, por este camino, muy poco del pensa- 1973. .
19. Sobre el positMsmo de K. Popper; cfr. G.I-I. w1;gth: E~plicació1i y co111pre11-
miento filosófico y de las ciencias humanas quedaría en pie.
sió11, p. 29; K.O. Apel: Die Erklliren-Verstehe11 Kontroverse, pp. 45, 92, 29 1, matiza la
Sería rechazado como pseudociencia. De hecho los filósofos del posición última de Popper, que exigilía también una hem1enéu tica; cfr. K. Popper:
positivismo lógico se ocuparon, casi exclusivamente, de cuestio- Conocim iento objetivo, Madiid, Tecnos, 1974, cap. 4, pp. 147 s. Para una introd11cció11
al pe11sa111iento de K Popper, Machid, G1;jalbo, 1974; J.F. Mafüerbe: La philosophie de
nes relativas a los fundamentos de las matemáticas y de las K Popper et le positivis111e /ogique, París, PUF, 1976; K. Popper: B1ísq11eda sin término.
ciencias naturales exactas. Solo O. Neurath, uno de los miem- Una autobiograf!a i11telect11al, Mach;d, Tecnos, 1977. Popp_e_r rechaza enérgicamente el
bros más activos, junto con Camap, del círculo de Viena, trató apelativo de •posi tivista» que le endosan los c1íticos de la escuela de Frnnkfurt: cfr.
K. Popper: ~Reason o Revolution?>>, Archives Europeé1111es de Socio/o¡;ie, XI . 2 (1970)
pp. 252-265, 253. Victor Kraft, miembro del círculo de Viena, le ve, por el con tnuio,
6, 1976, XXX, II, obra muy recomendada de la que hay trad. cast.: Comentes actuales como continuador «en lo esencial» de dicha orientación neo-positivista, cfr. V. Kraft:
de la filosof(a actual, Buenos Aires, Nova, 1967.
El círculo de Viena, Machid, Taun.1s, 1966, p. 18 y nota 13 bis.

l1
17. K. Popper: La lógica de la investigación científica, Machid, Tecnos, 1973.

35
34
f
efectuar pronósticos con validez para el futuro no son verifi- nuestra hipótesis, esta q~edará. falsificada. El fundamento ló-
cables. gico de esta teoría es qyie de un enunciado o frase singular
No se puede acudir al «principio de inducción ~> para resol- se puede seguir la negación de una frase o enunciado general,
ver el problema. Como Hume, la oveja negra de la filosofía, pero no una frase general.
mostró ya, un enunciado general jamás puede ser verificado En el caso de que nuestra hipótesis resista los intentos de
con la observación. De aquí que, estrictamente hablando, el in- falsificación, será aceptada, provisionalmente, mientras no se
tento de fundamentar la ciencia sobre el método inductivo demuestre la contraria, como científica.
(partiendo de experiencias particulares concluir leyes generales) En resumen, l~,!enci.§:!_ 2-ª!:ª_Popper,_~g_ d~~er_un sa~er
conduce a una construcción ilógica de la ciencia. absolutamente seguro para ser hipotético, co!_1je1:LIE~· Deja de
La ciencia tendrá que ser deductivista en su justificación, o segui~-tin -camino inductivo-, para ser deductivo. Abandona el
no será un edificio racional. criterio de verificación para seguir el de falsificación. Al princi-
Popper les descubrirá a los hombres del círculo de Viena ¡:&o_d~ la cienci~ no hay fundamentos infalibles, sino J2r~~em~
que ~t_verificªºLó_n ~_!:A l!g'!~ª . a !-111 dogma empirjsta_qu.~ n.o se y un_cony_e12qionali!izw crítico .que se apoya en la fe, en la fuer-
puede sostener: la certeza última proporcionada por la percep- za crítica de la razón.2 1 Tampoco se puede pretender evitar el
~ió1~ de ·l;s sentidos. Para el positivismo lógico, el edificio de la lenguaje ordinario y, con ello, los conceptos «no claros». La
ciencia se construía sobre las piedras elementales de los enun- ciencia no es posesión de la verdad, sino ~~,
ciados elementales, básicos, protocolarios, cuya certeza venía crítica, sin concesiones, de la misma. 22
dada por la percepción inmediata de los sentidos. Pero, m.mque Para Popper, este es el método científico al que se tienen
es ümegable que una relación importante une las experiencias que · someter también las ciencias S()ci~les h_uman~s . 23 Hay,
perceptivas a los enunciados de base o protocolarios, no hay tal pues, tm monisrno metodológic(). 24 Toda explicación científica
·justificación empírica. Los enuriciado~~,kmen!~~S2.C2l<?.~P_!:!e­ adopta en Último término, la fonna de un ~!_quen_!a_lógic_o bási-
den justificar mediante otros enunciados. Además no hay per- co, donde el hecho o fenómeno que hay que explicar (explican-
¿~pciÓn de -los se~tidos qtie no sti'ponga una interpretación. Así dum) será la conclusión de una inferencia lógica deductiva, cu-
pl.1es, nuestro saber es, desde el comienzo, conj~ttu1~l, l}jp9~_!i­ yas premisas están constituidas por la teoría y las condiciones
c.o, siempre sometido a revisión. Que los emmciad¿s de la cien- iniciales (explicans ). 2s El tipo de explicación es causal en senti-
-cia tengan una fundamentación última, exenta de toda ulterior do amplio. ~
crítica, es una fe, una ciencia que desemboca en el famoso tri- Si prescindimos del giro que parece haber efecfüado el últi-
lema de Münchhausen.20 mo Popper, y al que ya hicimos referencia, este planteamiento
Por estas razones, dirá Popper, los ~nup_ciados__ci~n_!!fi~Q~ se sitúa en la línea de la tradición positivista y galileana.
hay que entenderlos como esbozos. arbitrarios, .freativos, que Durante las dos guerras mundiales también se fundó en el
solo tienen un valor conjetural e hipotético y necesitan la com- ámbito alemán un instituto de investigación social anejo a la
probación ulterior. Y puesto que ~~o podemos comprobar todos universidad de Frankfurt, que andando el tiempo sería el origen
los posibles casos subsumidos por una hipótesis científica, no
podremos utilizar la verificación, sino la falsificación. Es decir, 21. Cfr. K Popper: La lógica de la investigación cie11/(fica, p. 38.
lo que podemos hacer no será ve1ificai· si «todos los cisnes son 22. Ver el Lftulo de su autobiografía: B1.ísqueda sin té1111i11.o.
blancos» , sino comprobar «Si algún cisne no es blanco»; por 23. Cfr. K. Poppec •La lógica de las ciencias sociales» en Adamo y ouus, La
disputa del positivismo e11 la sociología ale111a11a, Barcelona, G1ijalbo, 1973, pp. 101 -
ejemplo, negro. Si encontramos algún caso que contradiga 119.
24. K. Popper; La miseria del historicismo, Madtid, Alianza, 1973, pp. 145-158.
25. K. Popper; La lógica de las cie11.cias sociales, tesis vigésima. Volveremos más
20. Cfr. H. Albert: Tratado de la razó11 cr(lica, Buenos Aires, Sur, 1973. adelante scibre este modelo nomológico-deductivo.

36 37
(

de la llarnad~ .• escuela de Frankf1.1rt. Su fundador y cabeza de no es todo, dirá Adorno. Allí donde no se advierte el carácter
fila es Horkh'bimer. Junto a él, trabajaron y modelaron las ideas dinámico, procesual, de la realidad, cargado ele potencialidades,
de lo que se denominaría la teoría crítica de la sociedad Adorno, se reduce la realidad a lo dado. Y tras las reducciones están las
~arcuse, ~romm, Loventhal, Polloch ... Prosiguen la línea hege- justificaciones. La ciencia moderna, galileana, no ha advertido
liano-manasta, a la que tratan de incorporar las aportaciones que es hija d~n_as condiciones_socioeconómicas y que está
de.Freud. Su pr~tensión es analizar la sociedad occidental capi- profundamente ligada con un desarrollo industrial. Privilegia
talista Y proporc10nar una teoría de la sociedad que posibilite a t~na ·dirn-ensión de ln razón: la que atiende a la búsq_ueda de los
la razón emancipadora las orientaciones para caminar hacia medios para consegtúr unos objetivos dados. Pero esos objeti-
una sociedad buena, humana y racional. o
vos fines no se cuestionan, son puestos téticamente o «deci-
La teoría crítica de la escuela de Frankfurt se contrapuso s19nísticamente» por quienes controlan y pagan los servicios de
desde .sus orígenes a la tradición positivista. Se puede decir que la ciencia. La razón se reduce, así a razón instmmental. Y su
los miembros de la primera generación mantuvieron hasta su expresión más clara, la ciencia positivista, foi1ciona, con el
muerte una polémica p~rmanente contra el positivismo. En 1961, prestigio ele sus éxitos tecnológicos y su racionalización en la
en el congreso ~e la Sociedad Alemana de Sociología tuvo lugar teoría de la ciencia, como una ideología legitimadora ele tal
una cont:~ntac1ón entre el racionalismo crítico (K. Popper) y la unidimensionalización de la razón.
t~oría cntica (T. Ad9rno). La polémica fue prosegtúda por los Se imponen, pues, ya algtmos correctivos a la concepción
discípulos más conspicuos de ambos, H. Albert y J. Haber- ' popperiana y al positivismo en general. No se pued~clesvinc_u-
rnas. 26 lar el contexto de justificación del contexto de descubrimiento.
-Horkheimer ya criticó duramente al positivismo en uno de Es decir, no se puede atender a la lógica de la ciencia, al f-tm-
los artículos que se consideran fundacionales de la teoría críti- cionarniento conceptual, y prescindir del contexto sociopolítico-
ca: «Teoría tradicional y teoría crítica» (1937).27 Aquí ya indica- económico donde se asienta tal ciencia. Los factores exis-
, ba !lorkheimer el carácter de criterio último y justificador que tenciales y sociales, como sabe la sociología del conocimiento y
r~c1ben los hechos e? el positivismo. Pero E9.__~ tal_s:apt~cj_ón la historia de la ciencia, penetran hasta la estmctura misma del
d!!:~-~t~ de lo empJnco. El positivista no advierte que su ver, conocimiento. No es, pues, baladí para el contenido mismo de
perc1b1r, etc., ~s~!_pl~~~do por la so.c *9ª4_ (burgt1esa capitalis- la ciencia el atender al entorno social que la rodea y la posibili-
1 ta) en la que vive. Si renuncia a percibir esta mediación de la ta. También aquí se juegan los problemas epistemológicos.
totalidad social del momento histórico ';que vive, se condena a Quien olvida este entorno, que Adorno y Horkheirner denomi-
percibir apariencias. · nan totalidad social, desconoce, además de las funciones socia-
. La teorí~ crítica no niega con ello la observación, pero sí les que ejercita su teorización, la verdadera objetividad de los
mega su pnrnacfr~ como fuente de conocimiento. Tampoco re- fenómenos que analiza.
chaza la necesidad de atender a los hechos, pero se niega a El racionalismo crítico reduce en exceso toda la problemáti-
elevarlos a la categoría de realidad por antonomasia. Lo que es, ca de la ciencia a cuestiones lógico-epistemológicas. Frente a
esta tendencia, la postura de la teoría crítica _!:>erá, no negar,
26. Las. exposic!ones de K. Popper y T. Adorno, as! como la polémica posterior sino ir- más allá de las-afirmaciones de.K. Popper. 28
están re~og1das casi íntegramente en La disputa del positivismo en la sociologra alema- Resümiendo mucho las posicionés, los con-ectivos de Ador-
na, ob. cit.
27. Cfr. M. l!~rkheimer: Teor(a crftica, Buenos Aires, Amorrortu, 1974, pp'. 223-272.
no serían:
P~ra ~na expos.1c1ón de los orígenes de la teoría critica, cfr. M. Jay: La imaginación
d1al~ct1ca, Madrid, Taurus, 1974. Para una presentación amplia del concepto de ciencia
social que d~tenta M. H?rkheimer, cfr. J.M. Marclones: Dialéctica y sociedad irracional. 28. Cfr. la coponencia ya citada de T.W, Adorno a K. Popper, en La disputa del
La teor(a crfl!ca de la sociedad de M. HorkJzeimer, Bilbao, Univ. Deusto/Mensajero, 1979. positivismo, ob. cit., pp. 121-138.

38 39
a) Respecto al origen del conocimiento el fenómeno en su objetividad. Esto solo se logra si se acepta
que la razón mantiene tina relativa autonomía respecto de los
Acepta la tensión entre saber y no saber poppe1ianos. Sitúa hechos.
el problema en el comienzo de la ciencia. Pero no acepta la
reducción de Popper a problemas intelectuales, epistemológi- c) La objetividad de la ciencia
cos, mentales, sino a p.r_o]:>lemas prácticos, reales. Dicho de otra
forma y para evitar confusiones: al principio de la ciencia no Para Popper y el racionalismo critico, radica en el método
está el prnblema mental, sino el problema real, es decir, la con- científico de la falsificación. Horkheimer y Adorno no rechazan
tradiccióll. Por consigt.úente, al comienzo de las ciencias socia- las aportaciones de la lógica científica y del falsificacionismo,
les están las contradicciones sociales. pero acentúan la pecul!~ridad de las cienciªs hum'!J:!..ªS y socia-
les. La sociedad no puede concebirse como un objeto más. La
b) El método científico sociedad es también algo subjetivo. En razón de su estructura,
~algo obJ~ti~oy~bJ-¡;tivo, -Ol~d~ este aspecto conduce a po-
El método científico es único. Pero no se acepta el monismo ner el énfasis en._la sociedad como objeto, como algo -que yace
metodológico de K. Popper que eleva el modelo de las ciencias ahí, enfrente de nosotros, y que solo puede ser captado median-
fisiconaturales a canon ele la ciencia. Se acepta que la raíz fun- te unos métodos determinados. La prepotencia del método so-
damental del metodo científico es la critica, la razón crítica. bre el objeto deriva de esta consideración reificadora de la rea-
Pero Adorno entiende por critica algo distinto de Popper. Ciiti- lidad social. Al final, la pretensión de subsumir toda explicación
ca, para Popper, es confiar en la fuerza de la razón, que nos racional en el esquema nomológico-deductivo pi;¡.iya sobre la
mostrará si nuestros enunciados se pueden mantener como verdad misma de la cosa, que es contradictoria e irracional. 31
Para Adorno y Horkheimer, la objetivida~L~e.__ aj_<:_~..Z.ª COJ.1 ..~l
1
confom1es a los hechos empíricos o no. Se constituye así a los
hechos, a lo dado, en criterio último de verdad. Adorno piensa método critico. Pero la vía critica es, en este caso, no solo for-
que se pi·iva- de ~~ta m~~~~~-~-· a la~ ciencias humanas y sociales ~al,-n:o solo-~e--limita a la reflexión sobre los enunciados, méto-
del momento hermenéutico de la anticipación.. Sin anticipar un dos y aparatos conceptuales, sino es crígs:;!'.l_~el o_!2~to _gtl qi¿e
modelo de sociedad, que exprese el ansia emancipadora, racio- ·dependen todos estos momentos, es decir, del sujeto y los suje~
nal y de búsqueda del mundo social bueno del hombre, no hay tos vincufados a 'la- ciencia organTzada. 32 Dicho con palabras de
posibilidad de escapar del anillo mágico de la repetición de lo H~rkheimer, si la critica no se convierte en crítica de la socie-
dado, 29 ni de dar cuenta del todo social que enmarca y da senti- dad, sus conceptos no son verdaderos.
do a los hechos sociales concretos. 30
La crítica que conlleva la observación ele los datos particula- d) El interés que impulsa la ciencia social
res, sin ye..rl~s_ e~tn.!~U_!'ados_ en la totalidad social, es superfi-
cial. Y la c1itica que no está dirigida por el interés eñkmcipador Al final descubrimos que la instancia específica que distin-
no penetra más allá de la apariencia. Se impone, por tanto, una gt.te la teorla critica de otras teorlas, por ejemplo el racionalis-
metodología que atienda a los elatos de la realidad, pero que mo critico, es el interés er!}_ªnc!-ºª...®r o, como dirfa Horkheimer
no olvide que hay que ir más allá _de lo que aparece para captar a la alhira de 1937, el «interés por la supresión de la injusticia
social».33 Interés que, . pretende radicalmente la teoría crítica,
29. Horkhcimer y Adamo: La sociedad, /eccio11es de sociología, Buenos Aires, Pro-
teo, 1969. 31. Adorno: introducción al.a disputa del positivismo, ob. cit., pp. 41, 54.
30. Aclamo: «Sobre la lógica de las ciencias sociales• en La disputa del positivismo, 32. Ibúl. , ·p . 130.
ob. cit.., p. 123. 33. Horkheimer: Teo1ia tradicio11al y teor(a crítica, ob. cit., p. 270.

40 41
está ínsito en ella. De aquí deriva su no conformismo, su beli- ción causal. La novedad estriba en que se pretende aplicar este
gerancia en pro de una sociedad buena y racional, y la constan- modelo nomológico-deductivo a la historia. 37
te atención a los desarrollos de la realidad. Hem~1 el principal representante de este esfuerzo por alar-
El carácter no ortodoxo de la teoría crítica se enraíza en su gar el modelo de cobertura legal o de explicación por subsun-
carácter desideologizador, que nombra lo que nadie nombra y ción a la cienci~ histórica y social, sigue detentando una con-
desvela la injusticia como camino, como vía negativa, para ha- cepción positivista de la ciencia.
cer aflorar la verdad de la sociedad futura que ansiamos. Para Hempel, una ley ,!!S una implicación universal (todos
Las propuestas de la teoría crítica no han quedado sin répli- los A son B) o bien unacoii:elación probabilística. 38 Es decir,
ca. 34 La confyóntación la han proseguido los discípulos de los las leyes enuncian la concomitancia (correlación) regular o uni-
protagonistas aquí citados. Pero, más allá de la polémica y me- forme de fenómenos.
diante ella, tanto las posturas de Popper como las de Adomo- Pero hoy cada vez más se cuestiona entre los lógicos la uni-
Horkheimer han sido matizadas o impulsadas más allá. Es de- versalidad de la necesidad. Parece haber mm verdad universal
cir, la discusión continúa y, entretanto, han aparecido los segui- accidental (empírica, contingente) que es distinta de una lógica-
dores de otro de los creadores de· un estilo de pensar en la mente necesaria. El problema consiste en cómo discernir entre
actual teoría de la ciencia: nos estamos refiriendo a las aporta- ambas. Pero por este camino se llega a la conclusión de que es
ciones del Wittgenstein tardío. 35 Nos situamos, pues, en la ter- la necesidad y no la universalidad lo que constituye la marca de
cera y última fase de la confrontación explicación-comprensión u~aconexión nómica o legaliforme. 39 Volvemos a topamos con
(Erklaren-Verstehen). las concepciones «aristotélica» y «galileana», que están en el
fondo de una u otra respuesta.
Ahora bien, en las explicaciones históricas nos topamos con
F) La tercera fase de la polémÍca: intención frente un hecho: la ausencia de referencias a leyes generales. ¿Por qué
a explicación, o los diversos juegos de lenguaje ocurre este hecho? La teoria de fcis-representañtes de la teoría o
frente al modelo nomológico-deductivo método de la subsunción oscila entre: a) la excesiva comple-
jidad de tales leyes y la insuficiente precisión con que las co-
Desde 1942, la corriente positivista, en su versión de la filo- nocemos nos impide una formulación completa y nos fuerza
sofía analítica, trata de precisar el modelo o teoría de cobertura a mantenemos al nivel de los bosquejos explicativos (Hempel);
kgaj_(Covering Law Model or Theory). Consiste fundamental- b) las leyes históricas son algo familiar que damos implícita-
mente en el esquema lógico-básico de K. Popper36 o de explica- mente por supuesto, y debido a su trivialidad no merecen una
mención explícita (Popper).
Frente a este tratamiento positivista de los fenómenos histó-
. 34. Cfr. K. Popper: •Reason or Revoiution?•, en Archives Européemzes de Sociolo-
g1e, V, XI, 2 (1970), pp. 252-265; también H. Albe1t: Traktat Uber Kritischen Rntionalis- ricos se encendió la polémica. En 1957, W. Dray, en su obra
n'.us, Munich, Piper, 1971. Asimismo. los artículos de Albert y J. Habermas en IA
dzsputa del positivismo, ob. cit. Desde la teoria critica, A. Wellmer: Methodologie als
Erkemztnistheorie, F~rt. 1967. ~ 37 . .C.G. Hempel: •The Function of General Laws in History», Joumal of Philo-
35: P~ra ?· Radn~tzky: •Tres estilo~ de pensar en l¡¡, actual teci1ia de la ciencia. Sus sophy (1942). En castellano se puede ver su famosa exposición de 1962: «La explana-
ción en la ciencia y en la historia», en P.H. Hidditsch (ed.), Filosofía de la ciencia,
c~d.ores. W1tt~enstem I, Popper y Wittgenstein II», F".?11samiento , 35 (1979), 5-35, los
pnnc1pales criticas actuales de la metodología poppe1iana están muy influidos por la México, FCE, 1975, 100-144. Aquí se reelabora de nuevo su modelo explicativo. En las
filosofía tardía de Wittgenstein. La confrontación de K.O. Apel con G.H. ven Wright lecturas se recoge la versión hempeliana en confrontación con W. Dray a través de b
seria una prueba de la verdad de este aserto. exposición de W. Stegmüller, la explicación racional.
36. Hay incluso una.disputa por la priolidad (Merton) del descubrimiento de este 38. Véase un resumen critico en G.H. ven Wiight: Explicaci611 y compre11sió11,
modelo entre C.G. Hempel y K. Popper, cfr. las aportaciones de G.H. ven Wlight: pp. 29 s.; K.O. Apel: Die Erklare11-Verstehell Ko11troverse, pp. 76 s.
Explicación y comprensión. p. 29. nota 35, que lo hace remontar hasta Mili. 39. Jbrd., p. 43.

42 43
Laws and Explanation in History (Leyes y explicación en la histo- Von Wright ha tratado de mostrar con una gran sutilidad el
ria) responde a Hempel y Popper que la razón es que las expli- razonamiento teórico complejo que subyace al silogismo prácti-
caciones históricas no se fundan en absoluto en leyes generales. co. La tesis fundamental de este autor, que ha avivado última-
Explicar una acción es, segun Dniy, mostrar que esa acción mente la polémica en tomo a la explicación científica en las
fue el proceder adecuado o racioñal en la ocasión considera- ciencias humanas y sociales, es que el silo ·smo ráctic!?.J?..r:~­
da. 40 Eiiopiñión de G.H. von Wiight, 41 Dray ha visto con toda vee a las ciencias del hombre de algo durante mucho tiempo
justicia que la e;-..-plicación histórica tiene sus propias peculiari- a~s~f;te 'd.e su metodología: lllJ modelo explicativo legítimo por
dades lógicas. Pero ha quedado preso-delas cuestiones valorati- sí mismo que constituye una alternativa definida al modelo de
vas, sin acertar a plantear el problema en la dirección teleológi- cobertura legai-i:eórico- subsuntivo.- Eri líneas generales, dirá
ca. Su modelo de explicación es muy deudor de los plantea- Von Wright, el silogismo práctico viene a representar para la
mientos tradicionales de las ciencias del espíritu, es decir del explicación teleológica y para la explicación en hi~~bria y cien-
cometido metodológico de la empatía y de la comprensión, sin cias sociales, lo que el modelo de subsunción teórica representa
atender a los desalTollos modernos de esta dirección. para la explicación causal y para la explicación en ciencias na-
Un nuevo impulso vino con la aportación de E. Anscombe,42 turales.45
quien centró el problema en la noción de la intencionalidad y Cercanas a esta línea de ataque al positivismo y defensa de
desató la discusión sobre el tema entTe los filósofos analíticos. la comprensión de los fenómenos sociales por métodos radical-
Ayudó a aclarar la distinción entre e;-..-plicación y comprensión, mente diferentes de los empleados en la ciencia natural, están
al mostrar cómo la conducta intencio11al lo es a tenor de una las aportaciones de Ch. Taylor46 y P. Winch. 47 Este último au-
determinada descripción, y deja de serlo a tenor de otra: E hizo tor, influido, com o los anteriores, ·por la- filosofía del último
que se prestara de nuevo atención al rªzonamiento lógico 9.eno- Wittgenstein y la «Sociología comprensiva» de Weber, se centra
minado, silogismo práctico . Noción esta que procede de Aristó- principalmente en los criteri~de la acciQ.n social. El investiga-
teles y se encuentra en Hegel, siendo muy revalmizada actual- dor social tiene que comprender el significado de los datos del
mente para la e;-..-plicación teleológica típica de las ciencias hu- comportamiento o conducta social que observa y registra si
manas y sociales por G.H. von Wright. 43 En síntesis, el esque- quiere tratarlos como hechos sociales. Alcanza este género de
ma del silogismo práctico es el siguiente: 1) el punto de partida comprensión mediante la descripción (~te_ry_!"~~~~~~2._ deJ_q_s
de la premisa mayor del silogismo menciona alguna cosa pre- datos en términos de conceptos y reglas que determinan la
tendida o la meta de actuación; 2) la premisa menor refiere «realidad social» -de los agentes estudiados. Sin lá comprensión
algún acto conducente a su logro, algo así corno un medio diri- de las reglas de juego no hay comprensión del comportamiento
gido a tal fin; 3) finalmente, la conclusión consiste en el empleo en sociedad. La conclusión metodológica que saca Winch es
de este medio para alcanzar el fin en cuestión.44 que la explicación científis:a de la conduct~ social debe servirse
del mismo e.g !ramado. concep_t!-1-al utilizado._P9.l:"__ los_ P.I~:Qios
40. W. Drny: Philosopliy o/'Histo1y, Englewood Cliffs (NJ), Prenlicc-Hall, 1964. agentes sociales.
41. G.H. von Wiight: E\plicaciú11 y co111prc11sió11, p. 47. Un antecesor, que ya es un clásico, de un replanteamiento
42. E. Anscombe: /ll/e11tio11..
43. Cfr. como ejemplo el libro que venimos citando de G.H. von Wiight: Explica- de la metodología «comprensiva» weberiana es Alfred Schütz.
ciúl! y co111pre11sió11, pp. 48 s. La discusión a que ha dado odgen manifiesta asimismo Desde posiciones influidas por la fenomenología de Husserl,
el interés e imporlancia del intento; cfr. Apel/Manninen!Toumela (eds.): Ncue Versuche trata de refonnular el carácter distintivo de las construcciones
iiber Erkliire111111d Verstehe11, Frnnkfurt, Suhrbmp, 1978; K.O. Apel: Die Erkliil'en-Vers-
teJ·,.11 Ko111roversc i11 tram.e11de11tal-prag111atischer Sicflf, ob cit.; A. Wcllmer: «C.H. von
Wtight über Erklaren und Verstehen•, Philosopliic Ru11dscha11 , 26, J/2 (1979). 45. Jbíd., p. 49.
-t4. Cfr. la fonna que adopta tal silogismo práctico en G.H. von W1ight: Explica- 46. Ch. Taylor, T11e Expla11atiD11 of'Behavior ~1964).
ció11 y co111pre11sió11, p. 132. 47. P. Winch: Ciencia social y filosofía, Buenos Aires, Amonu1tu, 1972.

44 45
gunda generac10n de Frankfurt, especialmente en la obra de
científicas naturales y sociales. Los científicos sociales tratan
J. Habermas y K.O. Apel, unas correcciones que creen necesa-
con hechos y sucesos que revelan ~structuras intrínsecas _de.~jg­
rias y significativas para la auténtica explicación científica en
nificatividad. Tal significatividad es inherente al mundo social y
las ciencias humanas y sociales. Coinciden con la línea fenome-
sus fenómenos. Schütz analiza en su obra por qué esto es así,
nológica, hermenéutica y neowittgensteiniana en su crítica a1
es decir, por qué el mundo social es siempre para el hombre un
positivismo. Pero introducen_l!na :Eersp_ec~va__nue':'.ª· que quiere
mun~..?~ se~E.9..? estructurado significativamente.48 La conse-
continuar los análisis de Kant acerca de las relaciones entrt!
cuencia metodológica que se deriva dél -planteamiento de
razón teórica y razóñ piáética, y que_Ma~Jmpulsó en su obra,
Schütz es un rechazo del positivismo, que no ha captado la
aunque frecuentemente lo expresara mal, obnubilado por el po-
complejidad de la actitud natural del hombre en su vida coti-
sitivismo de su época.5 1 Esta perspec1_:i~a nueva brota de1 análi-
diana. Las construcciones científicas en las ciencias sociales
sis de los intereses que rigen el conocimiento. La razón huma-
son C<?_!lstrucciones segundas, construcciones sobre las cons-
na está imbricada inextricablemente con el interés. No hay co-
truccioñes- efuctuadas ya por los actores en la sociedad-o vida
nocimiento sin interés. Habem1as, siguiendo a Horkheimer,
cotidiana. Tales construcciones segundas trabajan con un mo-
distinguirá entre el interés ql.ie-dkige el conocimiento de la na-
qdo .9_e_i~_!e!P!:~~~ión subjetiva de las acciones sociales o fenó-
turaleza (ciencias naturales), que está mientado fundamental-
menos que deberá ser coherente lógicamente y, sobre todo,
mente al control y do~ni<?__de la misma, del interés_pr~tic<? d_e
adecuarse asimismo a la comprensión que de dicha acción tie-
las ciencias que tratan de que se establezca una buenn comum-
nen el actor socicl y sus semejantes (expresada en términos de
cación entre los dialogantes (ciencias histórico-hermenéuticas),
sentido común).49
e interés emancipativo que orienta las ciencias sistemáticas de
Los intentos de Schütz tienen hoy su prolongación en la
la acción-¡; ciencias sociales.s2 Cada uno ele estos intereses espe-
corriente denominada «etnometodologfa», que prosigue asimis-
cifica unas reglas lógico-metodológicas. Pero ninguno de estos
mo la reflexión metodológica como la elaboración de técnicas
marcos metodológicos puede alzarse con pretensiones de auto-
~ de análisis_ de los fe~ómenos sociales. so ~
Pero s1 la reacción contra el «positivismo», en la versió~ nomía total ni de absoluto. En último término, lo que se de-
muestra es que las ciencias están_r_~feridas_a_l jnterés cognosciti-
hempeliana o popperiana, ha sido fuerte, desde 1957-1958, me-
vo emancipatori~q~~ se asienta sobre la autorreflexión Y pug-.
diante la reivindicación de la explicación teleológica, la polémi-
na por concÍ;éi~ al hombre a un ejercicio adulto de 1a razón,
ca no termina aquí. La revivencia de la tradición aristotélica
que, ya hemos visto, pasa por Hegel, ha despertado en la se~ libre de la dependencia de poderes hipostasiados.
Por este camino desemboca Habem1as en un análisis de las
48. C~. A. Schütz: .Fe11om~11olog(a del mundo social. Introducció11 a la s_ociolog(a condiciones transcedentales o presupuestos universales que
comprensiva, Buenos Aires, Patdós, 1972; ídem: El problema de la realidad social ·Bue- pr~upone;~l ejer~Íci; d~ l¡ i~zón, Como toda la gran tradi-
nos Aires, Amorrortu, 1974; ídem (con Luckmann): las estructuras del mwulo' de la ción filosófica, afirma que I~-- razón~_Eitets~1bjetiva. Pero los
vida, Buenos Aires, Amorrortu, 1977. Desde Ja perspectiva fenomenológica también
habría que tei:ier en cuenta a Merleau-Ponty, La fe11ome11olog(a y las ciencias del hom-
fundamentos de tal ejercicio demostrativo de la razón los buscri
bre, Buenos Aires, Nova, 1969; S. Strasser: Pht111ome11ologie und Erfahrungswissenschaft Habermas por medio del análisis de los presupuestos universa-
vo11 Menschen. Gru11dgeda11ke11 w einen neuen Ideal der Wissenschaftlichkeit, Berlín, de
Gmyter, 1964. ' .
49. Cfr. A. Schütz: •El sentido común y la interpretación. cie~tífica d; la acción
51. Habermas: Erke1mt11is imd J11teresse, Frankfurt, Suhrkamp, 1973, pp. 59, 85:86 .
humana• (1953), en El problema de la realidad social, ob. cit., 67-68. 52. ídem; cfr. el ·art. ·Erkenntnis und Interesse», en Technik 1111d l\lissenschaft als
. 50'. Cfr.. por ej_emp~o P. Filmer/M. Philipson/D. Silverman/D. Walsh (eds.): New Jdeologie, Frankfurt, Sulu·kamp, pp. 19, 146-168. Sobre la temía de los actos del h~bla
D1rectwns m Socwlogicae Iñeory, Londres, Crowell, Collier and McMillan, 1972; (speech acts) cfr. J. Searle: Actos de habla, Madtid, C~tedr::i,, 1980; ídem: ¿Que es
P. McHugh: Defi11i11g the Situation. Iñe Orga11izatio11 of' Meaning in social Jnteraction, un acto de habla?, Valencia, C. Teorema, 1977. En la misma !mea que J. Habermas,
Nueva York, Bobbs-Merrill, 1968; A.V. Cicourel: Method and Measurement in Sociolo- K.O. Apel: Transfonnation der Philosophie, 2 vol., Frankfurt, Suhrkamp, 1976.
' gy, Nueva York, Free Press, 1964.

47

'l
les de la comunicación o las condiciones universales que posi- riamente tien~~~ utili_z:~r !ª!1to l~ -~terpr~ta~ión (Verstehen)1
bilitan la comprensión en comunidad. Habermas incorpora en como la explicación por causas (Erlclaren.), orienta~a por el in- i
este análisis muchas de las aportaciones de la filosofía del len- terés emancipativo y dirigid~ a hacer una sociedad buena, hu-
guaje, en concreto las debidas a Austin y su discípulo J. Searle. mana y racional (ideal anticipado y ansiado de sociedad). Ob.:_¡
Las consecuencias de esta investigación de los aprioris, o cuasi- servamos que la ciencia, para la segunda generación de Frank-
aprioris, de la comunicación es el rechazo de lo que Apel llama furt tiene una finalidad: servir a la construcción de una socie-
«el íiltimo presupuesto tácito de la teoria del conocimiento po- dad1 donde los individuos puedan ser-realll.ente-_p_e.r:;~as~ El
sitivista»: el solipsismo m.etódico.53 La creencia de que el cientí- carácter ilustrado o critico ae··e:sta-teória--de- ra--éiencia es evi-
fico hace ciencia (conocimiento objetivo) sin reparar en el pre- dente. Asimismo, la teoria de la ciencia está inevitablemente
supuesto del lenguaje como condición de la intersubjetividad. ligada con la teoria de la sociedad. Aquí resuenan lejanos ecos
El positivista salta por encima de la función comunicativa del de la tradición aristotélica, que cLiltivaba la ciencia para ~~r
lenguaje, presuporuendo o posti.ilando (Camap) un lenguaje ob- más y mejores hombres en una buena socied_a d o «"!da ~ue.n~
jetivo y universal, que sería a priori intersubjetivo. De
este olVi- («pros to -eu-shen holos»). - -
do o, mejor, carencia de reflexión sobre el ap1iori de la «comu- El debate todavía se podria alargar más, enumerando auto-
nidad comunicativa» (Apel) como condición de posibilidad de res y escuelas cuya aportación es digna de tenerse en cuenta.
la ciencia, se deduce la incomprensión del Verstehen, que queda La escuela de Erlangen y su pensamiento constructivo,55 por
reducido a un elemento heurístico, creativo, de carácter psico- ejemplo, trata de dar una solución al problema del principio o
lógico, para la formLilación de la hipótesis. comienzo de la ciencia. Con la hermenéutica se ha hecho ya
Si los positivistas entendieran que en las ciencias históricas famoso el llamado círculo hermenéutico, 56 es decir, traducido a
y sociales el verdadero interés es comprender los fines y motivos nuestro problema: ~pre--partiiñoi de un saber _p~e_ci.e.!1~§.c_o
por los que ~;~te~~- ~l; h~cl;;, lo cual· es distinto.det1na expii- sobre el objeto que investigamos. Lo que quiero saber he de
cación causal, estaríamos en el camino de la complementarie- saberlo-ya: antes de co~enzar a reflexionar e investigar. Esta
dad de los métodos. Es decir, del reconocimiento de la peculia- inteligencia previa se articula lingüísticamente. Pero, al analizar
l' , .,; ridad del Erlcliiren y el Verstehen, de su significatividad y razón el lenguaje, me encuentro que lo hago utilizando el habla. Esta-
de ser en cada caso. Y de la posibilidad de l~~plica<:i_ó_!!._~~­ mos, parece, encen-ados inevitablemente en un círcLilo. No hay
explicación causal (Erlcltiren) o cuasi-explicativa en servicio 9._e comienzo absoluto. ·
la emancipación m ediante la auton-eflexión. Siguiendo el ejem- 12_peligr()_del_~~a~is en el círculo hermenéutico es caer en
~plo - del psicoanálisis leído desde su ~~truc~ra metodológica, di- el irracionalismo: puesto que no hay comienzo claro, al princi-
versa también de la que explicitó Freud, 54 Habennas y Apel pio está la oscuridad. El pensamiento constructivo afinna, co-
llegan a la conclusión de que es posible la mediación dialéctica rrigiendo esta conclusión, que, si bien no podemos poner nin-
del Verstehen. o comprensión hermenéutica, mediante el Erlclii- gi.ín principio absoluto (ya que nos hallamos siempre inmersos
,l ren, o la cuasi-explicación. Es decir, es posible y se debe hacer en la vida y el lenguaje cotidiano), potj.~mos edificar_sistem~\J:i­
ciencia social crítico-hermenéutica con un método que necesa- c;amente el lenguaje científico. desde el pri_ncipio. Podemos, uti-
lizando una imagen de P. Lorenzen, construir un barco nuevo
53. K.O . Apel: •Das Kommunikationsaplio1i un<l die Begii.indung der Geisteswis-
scnschaflen•, en R. Sim ón Schaefer I W.Ch. Zimmerli (eds.): 1Visse11scha(tstheorie der SS . Cfr. P. Lorenzen: Pe11sa111ie11/o metódico, Buenos Aires, Sur, 1973; ídem (con
Gds1eswisse11schafie11, Hamburgo, Hoffmsan une! Campe, 197S, p. 2.3S6; ídem: •El W. Kamlah): Logiche Prop/Jde111ik oder Vorschule des vemll11fiige11 Rede1is, Manhein/Vie-
problema de la Í1.mdamentación última filosófica a la luz de una pragmática trascen- na/Zu1ich, BIH; N. Urs(m: uCiencia y verdad en la teoría constructivista de la escuela
dental del lenguaje•, Dia11oia. A1111mio de la Filoso(fa (México), 197S, 140-173. de Erlangen>, Teorema, X, 213 (1980), 17S-19 l.
S4. Cfr. J. Habemrns: Erke1111t11is w1d /111eresse, pp. 262 s. S6. G. Gadamer: Método y verdad, Salamanca, Sígueme, p. 197.

48 49
en medio del mar, mediante tablas (predicados) unidas (reglas) correcciones en la obra del maestro. Por su restiltado, bien se
que logramos armar nadando (pensamiento metódico). les puede denominar, con Mary Hesse, postempiricistas. 58 Des-
Las aportaciones de J. Piaget,57 y los estudios epistemológi- cuella entre ellos I. Lalcatos,59 para quien el proceso de falsifica-
cos que ha impulsado con su equipo de colaboradores, no son ción no aparece ni tan simple y lógico como da a entender
nada despreciables a la hora de una fundamentación de las Popper. Lalcatos ve el edificio científico más complejo y menos
ciencias humanas. Pero no cerramos aquí nuestro recorrido trans2a_!'ente. Ante las teorías e hipótesis científicas, no se pro-
histórico. Después de este ir y venir de nombres y esfuerzos, cede buscando su fallo o falsificación. Al revés, los científicos
que se hacen una maraña al llegar a nuestros días, nos propo- defienden sus teorías c~!1__cinturoi:ies_protectores o de seguri-
nemos, en el último apartado, indicar por dónde discurren hoy dad. De tal manera que, como dirá M. Bunge, hay toda una
las tendencias fundamentales. serie de anillos defensivos antes de poder hacer mella en la
hipótesis propiamente dicha. Más aún, l~ ~uelven invtilnerable.
La falsificación de hipótesis no es, por tanto, una cuestión fácil
G) La situación actual: de los modelos lógicos y sencilla: basta encontrar el fallo refutador. La teoría o hipó-
y normativos a los modelos históricos y procesuales tesis se nos muestra envuelta en toda una serie de teorías
y visiones que semejan casi una muñeca rusa, o, como diría
Las aguas epistemológicas y metodológicas han estado muy H. Putnam, 60 en un marco de referencia que da sentido a
agitadas en los años sesenta y setenta. Han sido décadas de los conceptos y aun a las hipótesis. Lakatos llamará p_rogra.mas
creación y discusión, donde parecía que se daban alternativas a de investigación científ'i.ca a este conjunto fom1ado por un cen-
la totalidad que iban a cambiar todo el panorama de la filosofía f;,(j ftmie, aceptado ·convencionalmente, y el cinturón de hipó-
de la ciencia y, concretamente, de la filosofía de las ciencias tesis- ;~udliares. De esta manera, dirá I. Lakatos, el disefio por-
humanas y sociales. De dependientes y subordinadas, parecía periano de conjeturas y refutaciones, o de ensayo-de-hipóte-
que pasaban, por momentos, a ser el nuevo canon señorial. sis seguido de error-mostrado-por-experimento, ha de ser aban-
Crecientemente, han entrado más y más en consideración donado.
aquellas condiciones históricas y sociales que antes no parecían Lakatos seguirá manteniendo criterios racionales para Ja
tener lugar. E,1 re_sultado ha sido el paso de los modelos lógicos sustitución o eliminación de los programas de investigación.
~ n?rmativo§ a_l~~ históricos y proces_uál~s._ Aunquealgoheiños Mientras un programa de investigación siga prediciendo61 nue-
indicado en la denominada tercera fase de la polémica, sin em- vos hechos con cierto éxito y explicando más que su rival, no
bargo, queremos detenernos un poco más en este tiltimo perió- está estancado y no será necesario reemplazarlo por otro.
do cercano a nuestros días que dibuja el estado de la situación
actual. Lo caracterizamos con los trazos más fuertes que perci-
58. M. Hesse: Revolutions and Reco11structio11s i11 the Philosophy of" Sciencc, Brig:1-
bimos desde nuestro montículo de hoy.
ton, Hilverster, 1980. Esta •revolución en el marco de la filosofía empi1ista de ]:¡ cien-
cia • hizo, por ejemplo, que J. Habemrns no prosiguiera su proyecto de ajuste de c~1cn­
tas con el positivismo que iniciara en Co11oci111ie11to e interés (Machid, Taurus, 1982).
La crítica estaba realizada desde dentro.
El postempiricismo, o la autocrítica de la tradició!'l positivista 59. I. Lakatos: Historia de la ciencia y s11s reco11stmccio11es racionales, Madrid, Tec-
nos, 1974, pp. 26 y ss.; fdem (y Musgrave, A.): La crítica y el desairo/lo del c0110ci111ie1 uo ,
Una sen: de filosófos de la ciencia que, en sentido amplio, Barcelona, Grijalbo, 1975.
60. H. Putnam: Mea11i11g a11d the Moral Science, Lonch·es-Boston, Routledge & Ke-
seguían la lmea de K. Popper, han introducido una serie de gan Paul, 19~2 ; ídem: Razón, verdad e historia, Madrid, Tecnos, 1988; ídem: Racionali-
dad y metafCsica, Valencia, Teorema, 1965; ídem: Realisnz with a Hu111a11 f{1ce, Camb1 id-
ge, Ha1vard Univ. Press, 1990.
57. J. Piaget: Epistemología genética, Barcelona, Redondo, 1970. 61. I. Lakatos: Historia de la cie11cia y sus reco11s/ruccio11es racionales, ob. cit. , p. 28.

50
51
Las estrategias de inmunización, 62 por tanto, a las que son ciencia. Cuándo y en qué circunstancias cabe esperar una revo-
tan sensibles los ojos del racionalismo crítico, resulta que se lución o cambio, y cómo funciona la cie!lcia «nor:ri~~-n!e».
encuentran en su propia casa. Se va dando así un giro en la Introducía, además, la atención al estudio de la dinámica del
atención de las cuestiones de la filosofía de la ciencia: la misma proceso mediante el cual se obtiene el conocimiento científico.
tradición empirista comienza a subrayar los aspectos históricos Las discusiones posteriores iban a acentuar una serie de aspec-
y- sociológicos. La filosofia y metodología de la cienci~ ernpíri~a tos acerca del carácter no lineal ni acumulativo del desarrollo
se apresta a conceder mayor atención al proceso de la ciencia. científico, así corno fa- fucornerisurabili.dad-de- los paradigmas
Ya no se sostiene tajantemente la división entre contexto de dependientes de sus contextos hlstórlco-so~ütles .Y el _Elds~o
descubrimiento y de justificación (Reichenbach). de los métodos en la ciencia. Estaba preparado el terreno para
R.: Hanson 63 propondrá una lógica del descubrimiento, que dar un paso más ·allá de Kuhn y afirmar una especie de «todo
equivi:tld.rá a estudiar los patronesdclproceder racionaCén la vale» metodológico que, además de destruir la pretenciosidad
elaboración de las hipótesis científicas. Se abrirá así camino la de un método en la ciencia, ofrece tmas perspectivas dadaístas o
penetración de las consideraciones histórico-sociales, que van a anarquistas de la ciencia.
hacer explosión con la obra de Th. Kuhn La estructura de las
revolucioHes científicas (1962).
¿«Todo vale» en la ciencia?

La estructura de las revoluciones científicas Hay que atreverse a pensar a la contra si se quiere ser fmc-
\tífero. Esta sería una de las máximas que guían el quehacer
Treinta afios después de publicada esta obra, somos cons- científico, corno el creativo literario o artístico, dirá insistente-
cientes de su aportación a la filosofía de la ciencia. Supuso la mente P.K. Feyerabend. 65 Los repetidores no logran más que
entrada de las consideraciones histórico-sociales en esta disci- un eco de lo ya visto y conocido.
plina. La confrontación de teorías ya no aparecía corno una , La búsqueda de qisenso, contradicci§n, _1CUptura, se acentúa
pura demarcación racional o falsaci01ilimo puro: E~traban ..en 1 tanto en este autor que no solo desembocamos en la búsqueda

liza diversos paradigmas o modos de comprender la ciencia, la de lo que pueda falsar nuestras teorías (Popper), sino en apro-
competición entre escuelas o comunidades científicas con su 1 vechar todo aquello que puede sugerir y despertar la originali-

reconocimiento social o no, etc. Solo cuando las anomalías dt?- ¡ dad. Ya no hay método, sino métodos; ya no hay núcleos que
tectadas son reconocidas por la mayoría o por los miembros salvar, sino dogmas que denibar y nuevas teorías que edificar.
rñás influyentes de la comunidad científica, están dadas las La ciencia se asemeja al arte.
condiciones para. que ocun-a tm cambio de paradigma o de ma- Al'enfant tenible de la filosofía de la ciencia le han salido apo-
triz disciplinar.64 -----·- - -·- yos postrnodemos. 66 Pero también han surgido numerosos críti-
Th. Kuhn mostraba así la inoperancia del criterio popperia- cos que se oponen a una suerte de «todo vale epistemológico».
no de la falsabilidad. Enseñaba cómo funciona realmente la En realidad, corno interpreta R. Bemstein,67 tampoco Feyerabend

62. H. Albert: Traktat iiber Kritische Vemunfi, Tubinga, Mohr, 4." ed. 1980, trad.
c;:ist. de la l." ed. de 1968, Tratado sobre la razó11. crftica, Buenos Aires, Sur, 1973. 65 . P.K. Feyerabend: Contra el 111étodo, Barcelona, Aliel, 1974; ídem: Tratado colllra
63. Cfr. N.R. Hanson: Patrones de descllbri111ic11to. Obse1vació11 y explicación, Ma- el método, Madrid, Tecnos, 1981.
drid, Alianza, 1977; ídem: Co11Ste/acio11es y cm1jet1.1ras, Madiid, Alianzn, 1978. 66. Cfr. J.F. Lyotard: La condició11 ¡;ostmodcma, Madiid, Cátedi·a, 1984, cap. 12.
64. Th. Kuhn: La cstructtlra de /ns revolucioues cie111(/icas, ob. cit., pp. 25 s., Ma- 67. R. Bemstein: Beyo11d Objetivis111a11d Rclativis111, Ox.ford, Blackwell, 1984, pp. 62
chid, Taunts, 1978; ídem : Ú1 te11Sión esencial, MncLid, FCE, 1983; 1dem, Segundos pw- s.; P. Munz, Our Knowledgc of the Gro111th of' K110111/ed¡¡e, Londres /Bastan, Routledge
sa 111 ie11tos sobrn paradi&ry11ns, Mad1id, Tecnos, 1978. & Kegan Paul, 1985.

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quiere llegar tan lejos, si prescindimos de algunas de sus expre- hipotético-deductivo. Aquí necesariamente predominan las vi-
siones más provocativas de forma que de contenido. Su obra ha siones generales, los bosquejos explicativos, la ruptura de com-
servido para radicalizar la crítica al inductivismo, para mostrar partimentos estancos, la integración del observador en la obser-
las . debilidades del falsacionismo y para tener una concepción vación. El tema de la interdisciplinaridad, ele la centralidad del .
más matizada del método científico. Pero exagera respecto al sujeto, de la comprensión y hasta del canon del conocimiento
pluralismo proliferante de métodos y al paralelismo entre el fun- de las ciencias sociales, vuelve a hacerse presente a través de
cionamiento de la política y el comportamiento de las comunida- esta epistemología de la complejidad. La totalidad concreta de
des científicas, cual «colegios visibles e invisibles» al servicio de ia la primera generación frankfurtiana hace de nuevo aparición
utilización política de la ciencia. Tampoco se pueden confundir en estas nuevas coordenadas.
las teorías científicas con las concepciones del mundo. Estas es- Una versión más objetivista de la complejidad, que propone
tán en el trasfondo de aquellas, pero no al mismo nivel. una teoría de los sistemas donde el sujeto desaparece, es la de
Las discusiones desatadas por Feyerabend han servido para N. Luhmann. Este «sociólogo de los sistemas» presenta una teo-
poner de manifiesto varias ideas que ya parece forman parte de rla de la sociedad sin sujetos. 69 Predomina una visión ele un fun-
la filosofía de la ciencia actual: que la ciencia no está tan clara- cionalismo radical que hace del sistema el elemento central de su
mente demarcada de otras tareas intelectuales, ni que hay una análisis y de su propuesta teórica. Reaparece el ideal ele una au-
/ unidad de método dentro de la ciencia. El método hipotético- tocomprensión objetivista del hombre y de su 1111 mdo. Una fer··
deductivo no es el único método científico. La historia de la ma, dirá Habennas, superior de conciencia tecnocrática.
metodología sugiere que los métodos hipotéticos son más fruc-
tíferos que los inductivos.
Hacia una visión equilibrada

lA complejidad de la realidad y la ciencia Después de esta serie de avatares que han rodeado la filoso-
fía de la ciencia en las últimas décadas, vamos entrando más l
Asistimos en las dos últimas décadas al énfasis en la com- decididamente en una visión postempiricista. Nos volvemos ~ l
·~ j
plejidad. La complejidad sería un rasgo general que recorre más modestos a la hora de preconizar el método científico, y
toda la realidad, desde lo inanimado a lo viviente, desde lo hu- nos hacemos cargo de las implicaciones filosóficas, de los pre-
mano a lo social. Y, como repetirá insistentemente N. Luh- supuestos, que supone la aplicación razonable de cualquier re-
mann, el conocimie~to, la ciencia, no es más que una estrate-· gla metodológica. No caben ya las visiones puramente lógic:1s o •
( gia de reducción de complejidad. metodológicas; la historia y la sociología de la ciencia tienen
Dentro de esta sobreabundancia de relaciones y posibilida- mucho que decir a la hora de tener una imagen adecuada del
des que caracteriza a la realidad, ~que seleccionar -~-~gir. quehacer científico y de su teorización. 70 Quedan, sin eluda,
Para ello se requiere no perder de vista el todo del sistema, ni
tampoco lo sir.gular, temporal y local. Hay que conjuntar la 69. N. Luhmann: Soziale Sisteme. Gru11driss ei11er allge111ei11e11 Thcorie, Frankfürt,
visión totalizadora con la contextual. Una metodología que, Suhrkamp, 1984; ídem: l.a ilustración sociológica y otros el/Sayos, Buenos Aires, Sur,
como apuntará E. Morin, no puede tener método propio. 68 Pero 1973. Para una introducción general a este autor, cfr. I. 1zuzquiza: l.a sociedad sil!
hombres. N. Luhmmm o la teoría como escd11da/o, Barcelona, Anthropos, 1991. Una
lo que está claro es que estamos lejos del método nomológico confrontación critica en J. Habe1mas: l.a lógica de las cie11cias sociales, Madiid. Tecnos.
1988, pp. 307 s. Cercanos a las propuestas epistemológicas de N. Luhmann y que han
influido sobre él: H. Maturana y F. Varela: El drbol del co11oci111ie11to. Las bases biológi-
68. E. Morin: El método. l.a naturalel.tl de la naturalel.tl, Madtid, Cátedra, 1977, cas del conocimiento h11ma110, Madtid, Debate, 1990.
pp. 103 s., 443 s.; fdem: Ciencia con consciencia, Barcelona, Anthropos, 1984, pp. 47 s. 70. Cfr. J.R. Brown (ed.): Scientific Rationality: The Sociologicnl Tttm, Dordrcck

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muchas ele las graneles preocupaciones que movilizaron desde procurar que los fenómenos sean inteligibles teleológicamente;
siempre a los gTaneles espíritus: la reflexión profunda sobre para la segunda, la ex':plicación científica es ex':plicación causal.
nuestro conocimiento, los supuestos con los que siempre traba-
jarnos, la adecuación y iigor en el uso de los conceptos, la nece- 3. El debate ha tenido sus momentos álgidos para una y
sidad de la interpretación, la vinculación entre teoría y praxis, otra tradición. Desde finales del siglo XIX, se registra una reac-
descripción y prescripción, observador y teoría, ciencias de la ción de la tradición aristotélica contra el predominio de la con-
na turaleza y ciencias del espíritu ... Pero va creciendo el consen- cepción positivista de raíz galileana.
so acerca de algunas de estas cuestiones sin acentuar las aristas Tal reacción encuentra en nuestros días a cualificados re-
de Ja diferencia y sin el tono discriminador tan seguro que pre- presentantes con matices propios: fenomenológicos, hermenéu-
dornü1aba tan solo hace tres décadas. 71 A modo de conclusio- ticos, dialécticos ...
nes, recogemos algunas de estas convicciones que crecen al hilo
del debate. Son, quizá, pw1tos de apoyo para proseguir el cami- 4. Incluso entre las alternativas antipositivistas se sostienen
no y la p0lérnica. posturas no compaginables. Al analizar tales diferencias, nos
percatamos de que no s~I_UJ~r~J.E.~E~ ineto~~ógi_s:~s, sino tam-
bién de concepción de la sociedad y de la historia. Tras la teo-
H) Algunas conclusiones ría de la ciencia se lucha por diversos modelos de hombre y
sociedad.
t. En el ilmbito de las ciencias humanas y sociales todavía ·
no se ha llegado a obtener un ~n~enso acerca de la fundamen- 5. Actualmente se considera alcanzado el rechazo de los ex-
tación científica. No tenemos una teoría de la ciencia o episte- clusivismos. La concepción de ia ciencia-se J:lexiliiiiza~-la -~xpll­
mología. Tfay vatias en pugna. Simplificando mucho, las diver- ¿ación científica no es solo causalista, ni solo teleológica o her-
sas posturas..se reducen a proponer un modelo de explicación menéutica. El postulado de la complementariedad se va abrien-
ciei1tíÍÚ;;1 según el canon de las ciencias nat1.rrales (positivismo), do paso y transitando de un mero deseo a concreciones meto-
o tlll modelo diferente donde se acentúa la peculiaridad del ob- dológicas justificadas.
jeto sociohislórico, psicológico y el modo de aproximación a él
(ht~rmenéutica, [euomenologfa, dialéctica, lingüística ... ). 6. Se va considerando aceptada la aportación de la hls19.rJa.
J y la sociología de la ciencia para la reconstrucción racional de
2. Si buscamos el origen de esta disputa nos encontramos, al las teorías científicas. Asistimos a un cambio de tema, que ha
1
con1·empiar el panorama de la histmia de la concepción de la pasado de las recomendaciones normativas a las histórico-so-
ciencia en Occidente, que existen dos grandes tradicione~ cientifi- ciales.
cas: la aiistotélicr, y la galileana. La primera pone el éPJasis en
7. El método científico se ensancha. Aparece el ideal de las
D. Reidd, 1984; A. Donovan y olros (ec.ls.): Scruti11izi11g Scie11ce. Empirical S111dies of
ciencia~- soclaies y -huri1anas éiegene;aüzaciones débiles como el
Scie' 1tific Cl"u:gc, Dordrccht, Kluwer Academic Publishers, 1988; E. Medina: Co11oci- modo de unificar las ciencias. Queda claro que 'no existen fron-
111ie1110 y sociolo¡;ía de la ciflllcia, Madi id, CIS, 1989. teras tan nítidas entre la ciencia y otras actividades del pensa-
7l. Cfr. J. Walkins: Scie11ce a11d Scepticis111, Piinccton, Piinceton Univ. Press, 1984;
R. Bo.vcl: Realis m m1d Scie11tific Episte1110/ogy, Cmnb1idge, Camb1idge Univ. Press, miento humano. Crece, en suma, el convencimiento de la nece-
1985: L. Laudan: El progreso y sus problemas, Madiid, Encuentro, 1986; W.H. Newton- sidad de 12~-c:ifundizar la hutocoi.:ciencia -~~- 1~-C.:~-~C::~~-sg?;:e_ ~u
Smith: Tii~ R11tio11c1/ity o(Scie11ce, Boston, Routlcc.lge & Kegan Paul, 1981; F. Femándcz
131"0y: Ln ilusión del método. Ideas para tllt racionalis1110 bien temperado, Barcelona,
propio quehacer. La filo:Soffa de la ciencia se vuelve reflexión
Cn· i;:,1 , 1991. sobre los presupuestos y supuestos de la tarea científica.

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