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Entre los siglos XII y XIV, después de las Cruzadas, la cristiandad vivió grandes cambios: renacieron las ciudades y el comercio creció, Europa tomó contacto con las tierras
próximas de Asia y descubrió sus productos y riqueza, las especias que por ahí llegaban, los perfumes, los tejidos de seda, el papel o las alfombras. Frente a la pobreza
europea, Asia tenía mucho que ofrecer, y algunas ciudades comerciales de Italia, como Venecia, Génova, Florencia o Pisa empezaron a prosperar y a aumentar sus flotas.
El europeo, que ignoraba casi todo de Asia, se fue acostumbrando, desde el siglo XII, a productos que llegaba de allí y era cada vez más estimado: las especias. Éstas servían
para condimentar alimentos y hacer más comestibles algunos platos mal conservados. En un recetario de cocina de la época no faltaban pimienta, jengibre, menta, nuez
moscada, salvia, perejil, comino, azafrán, clavo o anís. También se utilizaban para fermentar algunas bebidas caseras. Por último, la medicina elaboraba numerosos brebajes
con estos productos. A partir del siglo XIII, el comercio de especias estaba ya perfectamente organizado. La mayor parte de ellas, las más selectas y apreciadas, procedían
del Extremo Oriente (archipiélago de la Sonda, actual Indonesia). A través de rutas trans-asiáticas terrestres (de la seda) y marítimas (del Índico), perfectamente
organizadas, llegaban las especias al Mediterráneo oriental (Tana, Trebisonda, Constantinopla, Alejandría), donde fueron levantando sus factorías los mercaderes europeos,
que las recogían para distribuirlas en el mundo cristiano Así fue como las ciudades italianas se introdujeron en el comercio con Oriente y, una vez que lo controlaron,
evitaron a toda costa que nadie les hiciese competencia. Incluso, cuando los intereses y monopolios de Génova, Pisa, Florencia, Nápoles, Sicilia, etc., podían amenazarse
entre sí, llegaba el enfrentamiento, seguido de la caída de una y el ascenso comercial de otra que se adueñaba de los mercados de la vencida. este dependía de una sola
ruta; por esto convenía encontrar un camino nuevo para llegar a la India.
Con ENRIQUE EL NAVEGANTE, los portugueses habían comenzado sus exploraciones por las costas africanas, este rey portugués, era hijo de Juan I de Portugal y de Felipa de
Lancaster, hermana de Enrique IV de Inglaterra. Alentó las empresas de exploración geográfica acometidas por los portugueses en el siglo XV. Muy joven, participó con sus
hermanos Duarte y Pedro en una expedición lusa por las costas de África septentrional, que terminó con la conquista de la ciudad de Ceuta (1415). Al año siguiente, envió a
Gonzalo Velho a explorar la costa occidental de África, y cuando éste regresó, encargó a Alfonso Beldaya otro viaje a lo largo de la misma costa. En el intervalo fundó en
Sagrés una escuela de náutica, con el propósito de adiestrar capitanes y tripulaciones portuguesas con miras a empresas de exploración marítima. Sus objetivos en tal
sentido fueron fundamentalmente dos: la recuperación de las tierras africanas al sur de las Canarias y la búsqueda de un camino a la India a través de los océanos Atlántico
e Indico. Dentro de las empresas que llevó a cabo, hay que citar el descubrimiento de la isla de Madeira (1418), por Juan González Zarco y Tristán Vaz Teixeira; la
exploración de las Azores, de 1432 a 1457, y la conquista de Cabo Bojador (1434), Río de Oro (1436), isla de Arguin (1443), Senegal (1445) y golfo de Guinea (1460).
Otro importante monarca en el proceso de los Descubrimientos Geográficos portugueses fue Juan II Rey de Portugal en 1481, a la muerte de su padre Alfonso V. Sometió la
aristocracia al poder real tras duras luchas. Intentó la alianza con Castilla por medio del matrimonio de su hijo Alfonso con la infanta Isabel, futura reina de Castilla, pero la
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muerte de aquél impidió su realización. Durante su reinado prosiguió la expansión colonial portuguesa y se concertó el tratado de Tordesillas con Castilla (1494), en el que
se fijaron los límites de los dominios de ambos reinos en ultramar.
importantes humanistas de la Florencia renacentista. Permaneció hasta 1491 al servicio de los Médicis. En 1492 se trasladó a España para representar los intereses
comerciales de esta familia en Sevilla, dedicado al comercio de oro y esclavos y proveedor de los aprestos de las naves en las travesías al Nuevo Mundo, decidió
dedicarse a la navegación. Entre 1499 y 1502 realizó varios viajes a América que relató en cinco cartas dirigidas a distintos destinatarios. Siguiendo la ruta de viaje
de Cristóbal Colón, recorrió la costa norte de Sudamérica y llegó hasta el cabo de la Vela (Venezuela), llegó a Brasil y bordeando la costa en dirección sur arribó a la
Patagonia, cerca del estrecho que poco después descubrió Fernando de Magallanes. Comprobó así que las tierras descubiertas no eran una prolongación de la
península asiática, sino un nuevo continente. La noticia del descubrimiento de un nuevo continente se difundió con extraordinaria rapidez por las cortes europeas y
en círculos eruditos. El cosmógrafo Martin Waldseemüller se refirió en su Cosmographiae introductio, —introducción para la versión latina de la Geografía de
Tolomeo, preparada en esta abadía y publicada en 1507— a las noticias de Vespucio. Allí se decidió dar al nuevo continente el nombre de América en su honor.
En 1504 estaba de regreso en Sevilla y al año siguiente fue recibido por el rey Fernando el Católico en Toro (Zamora) que le concedió la ciudadanía castellana. En
1508 fue designado primer piloto mayor de la Casa de Contratación, cargo que compaginó con sus negocios indianos, invirtiendo su dinero en alguna de las flotas
que partían al Nuevo Mundo.
Fernando de Magallanes (c. 1480-1521): navegante portugués, con grandes conocimientos de náutica y cartografía, inició la expedición que dio la primera vuelta al
mundo y descubrió el estrecho austral que lleva su nombre. Nació en las cercanías de Oporto hacia 1480, en el seno de una familia solariega. Educado en la corte
portuguesa, donde aprendió geografía y náutica, en 1505 se embarcó en la expedición de Francisco de Almeida a la India y allí obtuvo informes acerca de las
Molucas. De nuevo en Portugal, participó en la campaña del norte de África (1513), donde resultó herido. Caído en desgracia en la corte de Manuel I el Afortunado
de Portugal, Magallanes llegó a Sevilla en 1517 con el cosmógrafo Rui Faleiro. Convencido de que las Molucas estaban situadas dentro de la demarcación española
que había fijado el Tratado de Tordesillas (1491), ofreció al rey de España Carlos I (V del Sacro Imperio) los proyectos para explorar oriente que el rey portugués
había rechazado. Su propuesta era llegar a las islas de las especias por una ruta occidental de jurisdicción española, a través de un paso o estrecho por el sur de
Sudamérica, evitando así entrar en los dominios portugueses. Aprobado el proyecto, se firmó una capitulación el 22 de marzo de 1518 en Valladolid, por la que se
nombró a Magallanes capitán general de la Armada y gobernador de todas las tierras que encontrara. El 10 de agosto de 1519 Magallanes partió de Sevilla hacia la
Especiería con cinco naves: la Trinidad, nave capitana; la Concepción, con Juan Sebastián Elcano como maestre; la San Antonio, la Santiago y la Victoria, que fue la
única que regresó a España, y unos 250 hombres, entre los que figuraba Antonio de Pigafetta, cronista del viaje. Durante más de un mes permanecieron en el
puerto de Sanlúcar de Barrameda, y por fin el 20 de septiembre de 1519 Magallanes puso rumbo a Sudamérica. Tras aprovisionarse en el archipiélago de las islas
Canarias, y luego de entrar en la bahía de Río de Janeiro y explorar el estuario del Plata, el 31 de marzo de 1520 llegaron a la bahía de San Julián, donde invernaron
cerca de cinco meses. Aquí Magallanes hubo de sofocar un motín y perder dos naves: la Santiago en labores de exploración y la San Antonio que desertó. Iniciada
la navegación, el 21 de octubre entraron en el deseado estrecho, al que Magallanes llamó de Todos los Santos, y salieron al océano Pacífico el 28 de noviembre.
Ascendieron por la costa chilena hasta colocarse sobre los 32º de latitud S, desde donde viraron hacia el Oeste y penetraron en el Océano Pacífico. Durante tres
meses navegaron sin provisiones frescas ni agua y con la tripulación padeciendo escorbuto, hasta que el 24 de enero de 1521 llegaron a las islas Marianas, que
llamaron de los Ladrones, donde se aprovisionaron. Luego alcanzaron las islas Vizcaya (16 de marzo), en el centro del archipiélago de las islas Filipinas, que
llamaron de San Lázaro. En la isla de Cebú, Magallanes estableció la primera alianza española, pero al morir durante un combate con los indígenas en la isla de
Mactán, el 27 de abril, no pudo completar la hazaña de dar la primera vuelta al mundo. La expedición se dirigió a las Molucas y tras quedarse con una sola nave, la
Victoria, al mando de Elcano, llegó a España el 6 de septiembre de 1522, con 18 supervivientes y cargada de especias.
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