Rodolfo A. Franconi
Dartmouth College
Señor,
Puesto que el Capitán Mayor de esta Vuestra flota, y así los otros capi-
tanes escriban a Vuestra Alteza la noticia del hallamiento de esta Vues-
tra tierra nueva, que ahora en esta navegación se ha encontrado, no de-
jaré también de dar de ello cuenta a Vuestra Alteza, así como mejor pu-
diere, ¡aunque –para bien contarlo y hablarlo– lo sepa peor que todos
hacer! (Carreiro: 15).
LA CARTA DE CAMINHA AL REY DON MANUEL 31
El Capitán, cuando ellos vinieron, estaba sentado en una silla, a los pies
una alcatifa por estrado; y bien vestido, con un collar de oro, muy gran-
de, al pescuezo. (…) Y ellos entraron. Pero ni señal de cortesía hicieron,
ni de hablar al Capitán, ni a nadie. Aunque uno de ellos miró el collar
del Capitán, y comenzó a hacer señas con la mano en dirección a tierra,
y después hacia el collar, como si quisiese decirnos que allí había oro.
(…) Eso tomábamos nosotros en ese sentido, ¡porque así lo deseábamos!
(Carreiro: 23, 25).
toda la conversación que con él tuvo, y con la caperuza que le dio, tanto
que se despidió y comenzó a pasar el río, se fue recatando. Y no quiso
volver del río hacia acá. Los otros dos que el Capitán tuvo en las naos, a
los que le dio lo que ya quedó dicho, nunca más aquí aparecieron –hecho
de los que deduzco que es gente bestial y de poco saber, y por eso tan es-
quiva. Pero a pesar de todo eso andan bien cuidados, y muy limpios. (…)
sus cuerpos son tan limpios y tan gordos y tan hermosos que no puede
ser más!” (Carreiro: 43).
Así, Señor, la inocencia de esta gente es tal que la de Adán no sería ma-
yor –con respecto al pudor.
…
Las aguas son muchas: infinitas. De tal manera es graciosa [la tierra]
que, queriéndola aprovechar, en ella se dará todo, ¡por causa de las
aguas que tiene! Con todo, el mejor fruto que de ella se puede coger me
parece que será salvar a esta gente. Y ésta debe ser la principal semilla
que Vuestra Alteza en ella debe lanzar. Y que no hubiese más que el te-
ner Vuestra Alteza aquí esta posada para esa navegación de Calcuta,
bastaba. Cuanto más, disposición para en ella cumplir y hacer lo que
Vuestra Alteza tanto desea, a saber acrecentamiento de nuestra santa
fé”. (Carreiro: 61, 63 –mi énfasis).
NOTAS
1. En la traducción de la Carta al español que utilizaré en este artículo, la tra-
ductora explica el empleo de “hallamiento”: “Traducimos literalmente el
término arcaico “Achamento” conservado en su transcripción por D.a Caro-
lina Michäelis de Vasconcelos. El autor utiliza el término cuatro veces. La
ilustre filóloga dice mantenerlo porque: “Descubrimientos y sobre todo
hallazgos pueden ser casuales. Hallamiento, por el contrario, es acción prac-
ticada por quien antes buscó –fiándose o no en el axioma bíblico, populari-
zado como proverbio entre todas las naciones”. Por lo demás, Corominas, en
los derivados de “hallar”, dice “Hallazgo, antes también hallamiento o
hallada”. (En María Tecla Portela Carreiro. Primera Carta desde el Brasil,
Glosario, 69). Todas las transcripciones de la Carta al español, incluso las
notas explicativas sobre el texto, a partir de aquí son de esta reciente ver-
sión española, citada en la bibliografía.
2. Vengo trabajando desde 1997 en lo que he llamado la mirada oblicua, que
consiste en la percepción y representación del vecino cultural de las Améri-
cas: Brasil-Hispanoamérica, Caribe-Latinoamérica, Latinoamérica-Estados
Unidos, etc. Este concepto crítico surgió originalmente en el estudio en pro-
ceso de cómo en las literaturas brasileña e hispanoamericana se construyen
imágenes del otro bajo notas de desconocimiento, estereotipificación, descon-
fianza, antagonismo, desdén, sublimación ... notas de inadecuada percepción
y representación del otro, en suma, de cómo el uno ve al "otro". En realidad
creo que se trata de una categoría del estudio cultural, como lo he propuesto
en otros lugares, que, por eso mismo, resulta aplicable a todas las otras mi-
radas oblicuas. No sólo las de las tres Américas, sino, incluso, las que resul-
tan del primer momento en que el europeo se confronta con lo “nuevo”, tal
como registra la literatura de los viajes durante el período del Descubri-
miento. De ahí que la emplee acá como un marco general, sin necesidad de
restringirla a la visión que se encuentra en los textos literarios de una cul-
tura hacia la otra y viceversa. Propongo, por lo tanto, utilizar la expresión
“mirada oblicua”, así definida, como un recurso epistemológico para la ave-
riguación del modo en que nos percibimos los unos a los otros, no sólo brasi-
leños e hispanoamericanos, como lo utilicé por primera vez, sino, de modo
general, americanos y europeos, occidentales y orientales, etc.
3. Dias, Carlos Malheiro. “A Semana de Vera Cruz” In Dias, Carlos Malheiro
(dir. y coord.). História da colonização portuguesa do Brasil. V. II. Porto: Li-
tografia Nacional, 1923, 283-303. In Amado, Janaína; Figueiredo, Luiz Car-
los. Brasil 1500: quarenta documentos.
4. http://www.cervantesvirtual.com/historia/colon/doc10.shtml (Biblioteca Vir-
tual Miguel de Cervantes). Consultado en 10/10/2004.
5. Capitán Mayor (Capitão-mor). Mantenemos la traducción literal para desig-
nar al “Capitán de Capitanes” o “Capitán General” de la flota, por la belleza
del término y por no prestarse a equívocos. Pedro Álvares Cabral fue nom-
brado para esa función mediante carta regia de 15 de febrero de 1500, des-
pués del regreso de Vasco da Gama, si bien entonces era designado todavía
por el apellido materno, Gouveia, y tan sólo en la carta de presentación al
Samorim (1 de marzo de 1500) recibe su apellido paterno: Cabral. La noble-
za de su estirpe, su amplia cultura, y sus cualidades de jefe militar y de di-
plomático, pesaron, sin duda alguna, en el ánimo de Don Manuel para ese
nombramiento.
6. “Nas relações entre portugueses e indígenas uma preocupação ressalta ao
longo da narração do seu encontro: a de uns e outros buscarem um entendi-
40 RODOLFO A. FRANCONI
mas um dos que melhor o definem é, sem dúvida, alteridade, pois que ele dá
conta, com precisão, de uma das mais fundamentais necessidades do
homem, aquela de saber-se, de ver-se a si, coisa só possível de acontecer
através da interexperiência, como bem a definiu Laing (A política da expe-
riência e a ave do paraíso. Petrópolis: Vozes, 1978, 14.), com vocabulário ca-
racterístico dos tempos áureos da antipsiquiatria: “Experencio a mim mes-
mo como experenciado por você. E experencio a você como experenciando a
si mesmo como experenciado por mim.” In Francisco Ferreira de Lima. O
outro livro das maravilhas: A Peregrinação de Fernão Mendes Pinto, 60.
21. Sérgio Buarque de Holanda. Visão do Paraíso, Os Motivos Edênicos do Des-
cobrimento e Colonização do Brasil. Rio de Janeiro: José Olympio, 1959.
22. “Islas Afortunadas”, en celta “O Brazil”, fue la fantástica isla de San
Brandán, monje irlandés del siglo VI que tendría navegado en búsqueda del
paraíso terrenal, dando origen a la leyenda de la Navegación de San
Brandán, muy difundida en la Edad Media. El monje existió, y fue incluso
canonizado, pero la tal isla integraba el imaginario europeo sobre los “otros”
mundos, aunque figurase en varios mapas, fuesen portulanos, fuesen del ti-
po imago-mundi. Esas “islas Brasil”, entre 1351 y 1508, tendrían conocido
múltiples variaciones y grafías: Brazi, Bracir, Brasil, Brasill, Brazil, Brazi-
lee, Brazille, Brazill, Braxili, Braxill, Braxyilli, Bracil, Braçil, Braçill, Ber-
sill, Bresilge. Es posible así, como sugirió Jaime Cortesão, que la idea de
una “ilha Brasil” haya sido concebida por los portugueses bajo la forma de
un “mito geopolítico”, a lo que se añadió el llamado comercial del “pau ver-
melho”, que superó, al mismo tiempo, a Santa Cruz y los Papagaios. Triunfó
el Brasil en el habla de los navegantes del quinientos y en el vocabulario de
las autoridades metropolitanas, pues fue llamado de Estado do Brasil el te-
rritorio portugués en la América cuando ocurre la creación del gobierno ge-
neral, en 1548. (Vainfas: 81-82, mi traducción).
BIBLIOGRAFÍA:
Amado, Janaína y Luiz Carlos Figueiredo. Brasil 1500: quarenta documentos.
São Paulo, SP: Imprensa Oficial SP; Brasília, DF: Editora UnB, c2001.
Carreiro, María Tecla Portela. Primeira Carta desde el Brasil, Pêro Vaz de Ca-
minha. Traducción, glosario y bibliografia de María Tecla Portela Carreiro.
Madrid: Celeste Ediciones, S.A., 2001.
Castro, Sílvio. A Carta de Pêro Vaz de Caminha. O Descobrimento do Brasil. In-
trodução, atualização e notas de Sílvio Castro. 2.a ed. Porto Alegre: L&PM
Editores, 1987.
Coutinho, Afrânio. Conceito de Literatura Brasileira. Rio de Janeiro: Acadêmica,
1960.
Ferreira de Lima, Francisco. O outro livro das maravilhas: A Peregrinação de
Fernão Mendes Pinto. Rio de janeiro: Relume Dumará; Salvador, BA: Fun-
dação Cultural do Estado da Bahia, 1998.
Moisés, Massaud. História da Literatura Brasileira.Vol. 1. 2.a ed. São Paulo:
Cultrix, 1985.
Pastor Bodmer, Beatriz. El jardín y el peregrino. Ensayos sobre el pensamiento
utópico latinoamericano, 1492-1695. Amsterdam - Atlanta, GA: Ediciones
Rodopi B.V., 1996.
Pereira, Paulo Roberto. Os três únicos testemunhos do descobrimento do Brasil.
Organização, introdução, comentário, notas e bibliografia de Paulo Roberto
Pereira. Rio de Janeiro: Lacerda Ed., 1999.
Seabra, José Augusto. “A Descoberta do Outro na Carta de Pêro Vaz de Ca-
minha”, Revista Camões. N.º 8, Janeiro-Março de 2000.
42 RODOLFO A. FRANCONI
1.
2.
3.
4.