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Horario Císter

L e v a n t a r s e
El sacristán solía dormir con el reloj, y tenía que levantarse antes que los
demás, era el único que tenía una habitación para él sólo —aunque con el tiempo
fueron los abades los que tuvieron sus cuartos privados—. Y este reloj tenía
cosas que sonaban como despertador. El sacristán se levantaba y encendía las
lámparas por todo el monasterio y despertaba a los monjes tocando la campana
mayor.
El 20 de Junio se levantaban a la 1:45 a.m. El 20 de Diciembre se levantaban a las 2:15
a.m..
Una nota importante para los que son del hemisferio sur: diciembre es invierno, y
junio es el verano, ya que en el hemisferio norte es lo opuesto.
Una vez levantados; lo primero, desde luego, eran las necesidades de la naturaleza y el
lugar de las necesidades estaba al final del dormitorio, casi siempre sobre el río; era muy
práctico que éste pasara por ahí.
Los drenajes de los monasterios cistercienses son un elemento fascinante. Los monjes
eran implacablemente prácticos, y sabían una cantidad de cosas acerca de higiene y de
posibilidad de contagios de enfermedades; acerca de la conservación de la provisión de agua,
del agua potable, y de cosas por el estilo. Realmente éste es un estudio muy interesante.
Un dormitorio monástico del S. XII era mucho más amplio y generoso que un
dormitorio en un monasterio de los años ‘60 de nuestra época. Eran abiertos, la única privacidad
se aseguraba poniéndose la capucha.
En el dormitorio, que a veces se llamaba departamento “diversorium”, había una
cama, un banco y algo para colgar la ropa y, a veces, una pequeña alacenita para tener cositas;
parece que era una área bastante amplia, esa era la base del monje, y nunca había prohibiciones
para entrar al dormitorio. Los Ecclesiastica Officia decían que el monje puede ir al dormitorio
cuando tenga necesidad. Ahí se guardaba su ropa, durante el tiempo de las cosechas ahí
guardaban sus herramientas, su arado, y todo lo que necesitaba; todo eso se guardaba en el
dormitorio. También era un buen lugar para esconder cosas.
Así es que el monje se levantaba —teóricamente dormían con el hábito puesto
—, pero hay ejemplos, especialmente en climas calientes, donde esto se modificó, durante los
tiempos fríos nunca llegaban a vigilias con frío. Hay una norma maravillosa que dice: “los
monjes no pueden usar el escapulario en vigilias, a menos que ya estén usando por lo menos
tres túnicas y dos cogullas”; en otras palabras, ya que el escapulario apestaba un poco —era la
ropa de trabajo— normalmente no se usaba en el monasterio en el día. Pero si el monje tenía
puestas sus tres túnicas y sus dos cogullas, y todavía tenía frío, entonces podía ponerse el
escapulario. Es una norma bastante simpática, quiere decir que no se quería que los monjes
pasaran frío.
Se da por hecho que el monje tiene suficiente sentido común para cubrirse y
ponerse más ropa si tiene frío, y la única norma que se da respecto a las consecuencias sociales
(como el olor de un escapulario sucio que podía molestar a los otros hermanos). De modo que
se pueden poner todo lo que les dé la gana —que no es lo que tenía en mente San Benito—; éste
tenía la idea de que el monje se apresurara a dirigirse a la Iglesia al sonar la señal. Los
cistercienses, en cambio se tomaban el tiempo de ponerse toda esta ropa encima.

Vigilias
Llegamos pues a vigilias. Las vigilias eran un oficio muy agradable, la Iglesia
estaba a oscuras excepto algunas pocas luces para poder desplazarse. Había una luz en la mitad
de la Iglesia, porque a los novicios se les permitía leer un libro (se suponía que todos los demás
debían saberlo de memoria).
Cada monje tenía su propio sitial en el coro, y hay alguna evidencia de que
algunos tenían tendencia hacia la propiedad privada: “Este es mí lugar”. Hay un cuento de un
monje que llegó a Vigilias y se encontró lo que creía que era otro monje en su lugar, en realidad
era el diablo; carraspeó un poco para ver si se advertía su presencia, pero no funcionó. Luego le
dio un codazo y tampoco, entonces comenzó a tirarlo por la capucha de la cogulla, se le bajó la
capucha y se dio cuenta que no era un monje sino el diablo...cada uno de nosotros puede sacar
la moraleja de esta historia, que da una indicación de como cada uno visualizaba su lugar en el
coro.
A los monjes no se les permitía dormir en el coro, era la obligación del
subchantre asegurarse de que no se durmieran, y si alguien se dormía él tenía que despertarlo.
Esto se hacía de maneras distintas. Una de las maneras como esto se hacía era con una linterna:
el subchantre, cuando descubría a alguno dormido, le ponía la luz enfrente y se ponía en
evidencia ante todo el mundo; luego era la obligación de aquel a quien le habían puesto la luz
buscar a otro a quien pasarle la luz. Esto no era un medio de asegurar la paz en la comunidad; y
con frecuencia encontramos historias de monjes que salen iracundos del coro, a los cuales
normalmente los esperaba el demonio afuera.
Las excusas más normales para salirse del coro eran: la necesidad de vomitar
o el sangrado de nariz. Esta es una regla bastante simpática: “si alguien sale del coro por estas
razones, su vecino siempre tiene que acompañarlo, tomar una lámpara y ayudarlo a limpiarse y
después regresar juntos al coro”; podemos ver que no faltaba elen el día. Pero si el monje tenía
puestas sus tres túnicas y sus dos cogullas, y todavía tenía frío, entonces podía ponerse el
escapulario. Es una norma bastante simpática, quiere decir que no se quería que los monjes
pasaran frío.
Se da por hecho que el monje tiene suficiente sentido común para cubrirse y
ponerse más ropa si tiene frío, y la única norma que se da respecto a las consecuencias sociales
(como el olor de un escapulario sucio que podía molestar a los otros hermanos). De modo que
se pueden poner todo lo que les dé la gana —que no es lo que tenía en mente San Benito—; éste
tenía la idea de que el monje se apresurara a dirigirse a la Iglesia al sonar la señal. Los
cistercienses, en cambio se tomaban el tiempo de ponerse toda esta ropa encima.
elemento humano12.

O f i c i o d e d i f u n t o s
Si vemos el programa de invierno, ¿qué pasa después de Vigilias? 1 3   Se
rezaba el Oficio de los Difuntos, que es una innovación respecto de la Regla de
San Benito.
Todos los día se rezaba este Oficio de Difuntos —que no está en la Regla—, es la costumbre
común o monástica que recibió un gran impulso de Cluny, y tenía que ver con
otro elemento de la época que era el gran temor en relación a la salvación
personal.
En realidad no podemos apreciar la enseñanza de los Padres Cistercienses, hasta que
nos demos cuenta de que a las personas a las que le hablaban tenían muchas dudas de si
verdaderamente iban a salvarse; es por lo que la doctrina cisterciense siempre da esperanza y da
confianza: está enfrentando este tipo de escrúpulos concretos: es como un jansenismo que
pesaba fuerte sobre mucha gente en el S. XII. Por eso el Oficio de Difuntos lleva implícita esa
mentalidad, con la convicción de que había que estar rezando constantemente por aquellos que
estaban en el purgatorio para sacarlos. El origen de la doctrina del purgatorio no está del todo
claro, pero parece que tuvo cierto impulso a la mitad del S. XII; esta es una de las cosas que
tenemos que tener presentes, a modo de trasfondo cultural de la época.

I n t e r v a l o
Después de Vigilias y del Oficio de difuntos, hay un pequeño intervalo, muy corto en
el verano, un poco más largo en invierno. En el verano solo da lugar a las necesidades naturales,
en el invierno todos se van a la sala capitular, donde hay luz y un poco de calor y ahí hacen su
lectura. Generalmente leían en el claustro, pero por razones de calor y de luz en el invierno se
iba a la sala capitular.
Podían irse a calentar un rato en el calefactorium. La cocina está a un lado, del otro
está el calefactorio. En ese cuarto se hacían algunas cosas prácticas: era el lugar donde se
fabricaba la tinta y se untaba grasa de cerdo a los zapatos, y otras cosas. El fin principal del
calefactorio era para comodidad de los monjes; si tenían frío, tenían libertad de ir allí a
calentarse. La única limitación era que no podían quitarse los zapatos si había algún otro en ese
lugar, por lo tanto implica que si no había alguien en el calefactorio podían calentarse a gusto
los pies14.

L a u d e s
Seguían las Laudes, éstas con frecuencia se celebraban bastante temprano,
especialmente en el verano. El 20 de junio se celebraban a las 3:00 a.m.; la razón para esto es
muy práctica: quieren salir a trabajar temprano para poder regresar antes de que calentara
mucho el sol15.

I n t e r v a l o
Después de Laudes hay un pequeño intervalo y tiempo para necesidades personales,
como algo distinto de las necesidades de la naturaleza: cositas personales que hay que hacer 16.
Algo interesante de notar es que después de Laudes, en tiempo de invierno, los monjes
se sentaban en el claustro. Esta idea sale una y otra vez, no es necesario que los monjes estén
haciendo algo, no tienen ni que leer, ni orar, ni examinar su conciencia, sino sencillamente
descansar, relajarse un rato.
Quizá esto nos costaría mucho a nosotros, quisiéramos tener una idea brillante para
llenar ese momento. De hecho entre una cosa y otra, en aquella época, sencillamente los monjes
se sentaban y esperaban antes de pasar a la actividad siguiente. No dice aquí “oren”, o “si
quieren pueden rezar” sino, sencillamente: “siéntense a descansar”. Es una aproximación a la
vida que nos hace falta. ¿Podemos imaginarnos a los monjes y monjas sencillamente sentados,
sin hacer nada? Nada especial, solo sentados. Seguramente nos preocuparíamos muchísimo. La
Regla no dice esto, es una adaptación, es una implementación práctica que hicieron los
cistercienses.

P r i m a y C a p í t u l o
En el verano tenían Prima como a las 4:15 a.m., después el Capítulo, la lectura del
Martirologio y de la Regla, y la confesión de las faltas que no era exactamente lo mismo con lo
que estuvimos acostumbrados. Después de leer la Regla había una oportunidad para que
cualquiera que tuviera necesidad de confesar algo lo hiciera. Por el año 1960, proclamaba el
abad y todo el mundo se echaba al suelo, se tuviera que confesar algo o no. Y el monje estaría
tirado en el suelo intentando pensar en algo bueno. Esto llegó a ser una rutina que se había
institucionalizado para estimular la humildad en los monjes, pero tenía muy poco sentido, y, sin
dudas, ningún provecho.
En el S. XII era distinto, era algo pragmático, si alguien quería pedir disculpas por
haber cometido algo que haya lastimado la vida comunitaria, lo hacía. Si no había nada, para
confesar se seguía adelante. Era una ocasión para confesar alguna falta, no una necesidad.
Luego había proclamaciones: alguien podía proclamar a otro, éste se postraba y el abad le
preguntaba: “¿Qué tienes que decir?” —sabemos que en los usos trapenses se decía: “mea
culpa”, lo que significa que de todo lo que se le acusaba se reconocía culpable—. En el s. XII
era distinto, había dos oportunidades: uno podía decir: “mea culpa”, si aquello de lo que se lo
culpaba era cierto, y el Abad le daba una penitencia; o no decía nada, ante lo cual se le presumía
inocente, y se volvía a su lugar. A menos que otro se levantara diciendo: “yo también lo vi,”
entonces, con dos testigos, se consideraba que la acusación había sido verificada. Podemos
darnos cuenta de cuán razonables eran las prácticas del S. XII, y de cuanto sentido común
tenían; y cómo el resultado de institucionalizar la humillación, en el S. XVII, ha sido quitar al
capítulo de culpas su función de lubricación de vida comunitaria.

T r a b a j o
Luego se distribuía el trabajo en el llamado Auditorium. Impacta ver que los
cistercienses no trabajan gran cosa. Si nos fijamos en el trabajo, a la mitad del invierno salían a
las 10:00 a.m., regresaban a las 11:00 a.m. y tenían un descanso a la mitad; no nos hace mucha
gracia el ver estas cosas, pero el trabajo de los monjes de coro, era de alguna manera simbólico.
Seguramente eran trabajadores muy ineficaces; podrían escribir con una letra muy buena, montar bien a
caballo y quizás componer poesías obscenas —para eso habían sido entrenados— pero, ¡trabajar con un azadón!,
bueno pues, eso no era de un noble.
El trabajo duro era hecho ya sea por los conversos o por los siervos, o por personas que
contrataban. Cuando nos imaginamos a Bernardo o Elredo drenando pantanos, y todo ese tipo
de cosas, es una bonita imagen y muy edificante, pero creo que es solamente un sueño.
El trabajo era muy poco en invierno. Como dice Bernardo, el invierno es un tiempo
maravilloso, es un descanso del trabajo, y el cielo tiene esta cualidad de descanso parecida a la
del invierno.
En verano el trabajo es un poco más serio, va de las 5:00 a.m. a las 7:30 a.m. con un
descanso a la mitad, así es que salen temprano en la mañana, hacen un poco de trabajo y
regresan, hay un intervalo, y luego sigue Tercia y Misa. En los primeros días de Císter con
frecuencia se suprimía la Misa durante el tiempo de las cosechas.
Durante los tiempos de la cosecha, los monjes a menudo salían, como una especie de
vacación anual; se iban a alguna de las granjas, y se divertían mucho. Sabemos que se divertían,
porque hay muchas normas de los Capítulos Generales diciendo que no debían divertirse, no
debían estar hablando todo el día, ni estar tratando con los seglares, no debían pasar por las
ciudades. Y no se tiene este tipo de legislación si la gente no está haciendo esas cosas. Se iban a
las granjas y ayudaban en las cosechas, trabajaban con un horario simplificado y superaban un
poco su claustrofobia. Era parte del ritmo del año, y toda la indicación que tenemos es que los
monjes lo disfrutaban.

S e x t a y m i x t o
Después del trabajo, en el invierno, hay un mixto; eso solamente para los novicios, los
jóvenes y para los rezagados. Oficialmente era para los novicios, progresivamente todo el
mundo tomó el mixto. Consistía en un cuarto de libra de pan 17  más vino. Y eso era para
ayudarlos a seguir adelante en el resto del día. Lo tomaban de pie, así es que no era una comida
—porque todo mundo sabe que para comer es necesario sentarse—, de modo que si se está de
pie, ya no es comida, es muy sencillo.

N o n a
Luego seguía Nona, y otro tiempo para sentarse en el claustro18 . El gran problema era
que, al parecer, los monjes sacudían su ropa; (en ese tiempo no se lavaba la ropa) era importante
disminuir o bajar el nivel de suciedad de la ropa sacudiéndola y golpeándola con energía. Por lo
tanto, hay toda una serie de normas para precisar cuándo pueden sacudir su ropa, y cuándo no
pueden: “No sacudan la ropa durante la siesta”, “no lo hagan durante las horas del coro del
Monasterio”.
Pero hay otros tiempos, cuando están sentados afilando sus navajas o sus cuchillos, o
cortando las uñas de sus pies —cuando se hacían esas cosas, era importante pedirle primero
permiso al compañero que estaba a su lado—.
No podemos decir con seguridad algo sobre los hábitos de lavandería de los
cistercienses. Los cluniacenses eran muy conscientes de los hábitos de higiene, se bañaban dos
veces al año. Pero los cistercienses no pensaban que eso era necesario.
De hecho alguien ha descubierto un aviso de un monasterio benedictino que decía:
“pongan sus calzones de este lado y sus camisas en este otro” para el lavado de la ropa. Los
claustros mismos estaban frecuentemente ocupados con la ropa que se lavaba y se colgaba allí.
¡No nos podemos imaginar! Si vamos a Fontenay —esos claustros son parte del patrimonio de
la humanidad— pero cuando estaban allí los monjes colgaban la ropa para secar, y
probablemente, en esos claustros preciosos, colgaban cebollas y hierbas para secar o cosas por
el estilo; especialmente en el claustro occidental.
En los claustros se encontraban toda clase de cosas. Pero, en la medida de lo posible,
no se encontraban allí los hermanos conversos, porque nos les gustaba que los conversos
estuvieran junto con los monjes. Tenían un corredor especial al lado occidental del monasterio
que ellos utilizaban.
C o m i d a
Hay, entonces, mucho rato para estar sentado y, por fin, se tiene una comida a la 1:30
p.m., el 20 de diciembre, y a medio día el 20 de junio.
En la primera generación, una de las graves penitencias de los cistercienses no era la
falta de comida, sino comer lo que se les servía; hay varias pequeñas historias que indican que
la comida era realmente muy mala, pero con el tiempo mejoró. Se servía pescado con mucha
frecuencia, hay regla para esto: no podían comerlo mas de tres días seguidos. Se comía pescado
cuando se estaba enfermo o cuando se estaba por salir de viaje. Pero a veces el cillerero salía y
le servía pescado a la mitad de la comunidad. Parece ser que a finales del S. XII el pescado se
servía en las fiestas principales. En algunos lugares del norte de Inglaterra en los que la comida
en invierno era muy escasa, y por supuesto no había refrigeración, se comía muchísimo más
pescado.

S i e s t a – N o n a ( v e r a n o )
Luego, en el verano, había una pequeña siesta y, luego, un corto intervalo entre la
siesta y Nona, que es una idea mucho mejor que ir directamente de la siesta a Nona(un poquito
de espacio para despertarse). Seguía Nona, y luego “Biberes”, que era generalmente beber
alguna cosa y, en verano.

T r a b a j o ( v e r a n o )
Luego seguían 2 ó 3 horas de trabajo, con un período de descanso a la mitad, y se
puede uno sentar en el suelo19. Si miramos el horario de invierno ¡parece que no hay trabajo por
la tarde! y sólo una hora de trabajo en la mañana, ¡no se van a sanear muchos pantanos durante
ese tiempo!.

V í s p e r a s - L e c t u r a -
C o m p l e t a s - D e s c a n s o
Luego siguen Vísperas, lectura, Completas y a la cama. podríamos entrar en
muchísimos más detalles, pero esto es sólo el 10%; el 90% restante es todavía más fascinante, y
se puede seguir investigando20.

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