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INTRODUCCION
Por dos veces repetimos la prueba del fuego y la nieve. En el interior de la cabina nos
azotamos mutuamente con ramas frescas de abedul, hasta ponernos la piel de un rojo
subido. Al salir nos revolcamos sobre la nieve y, finalmente nos dejamos caer sobre unas
planchas recubiertas de goma donde nuestros cuerpos fueron amasados, enjabonados
y enjuagados por una abuela de fuertes músculos.
Cuando nos tumbamos en unas poltronas para descansar, aconteció el milagro, ¡el
prometido milagro! Me sentí como un recién nacido, como flotando encima de nubes. Mi
piel vibraba, mi cuerpo irradiaba salud y bienestar. Nunca había experimentado un
relajamiento y satisfacción tan completo. La euforia sensacional me duró más de dos días.
En el plazo de una semana me tomé mi segunda sauna y pocos días después la tercera.
Rápidamente, al igual que los veinte millones de saunistas, me convertí en un SAUNISTA
CONSUMADO, en un adicto a este tipo de baño finlandés.
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Ya he aprendido a gozar del terrible calor. El agua helada después del baño calorífico
es para mi piel una caricia aterciopelada, aunque la verdad no tuve ocasión de revolcarme
de nuevo sobre la nieve o zambullirme en un estanque lleno de hielo.
Los peregrinajes de invierno que organizan las Compañías Aéreas de Finlandia a las
saunas de todo el país, atraen adictos de lugares tan lejanos como Australia y Africa del
Sur, en excursiones de fin de semana. En Suecia, por ejemplo, el número de “bastus” –así
les llaman a la sauna los suecos– pasó de diecisiete mil instalaciones en 1965 a más de
cien mil en 1972.
Los diplomáticos finlandeses describen la sauna como su “arma secreta” para las
entrevistas oficiales. Toda conversación de negocios importante comienza y termina en
una buena sesión de sauna.
El edificio del Parlamento finlandés de Helsinki está en vías de ser ampliado e incluirá
la instalación de una sauna del presidente para discutir los asuntos de alta política o
planear estrategias concretas.
CAPITULO 1
El artista alemán Hans Sebald Beham (1500-1550) nos deja ver en un grabado
de madera un cuarto de baño en la Edad Media. En una exposición típica de aire
caliente: el hogar con las redondas piedras apiladas, una jarra panzuda para
preparar el agua caliente, bancos largos en dos pisos, y cubas para el agua fría.
Una de las seis mujeres se da golpes con una rama de abedul.
Hace solamente unos 20 años que los americanos descubrieron los beneficios
de la sauna. En la actualidad, se instalan unas 20,000 cada año y aunque la sauna
no está todavía muy extendida, es claro que el movimiento va creciendo. Solamente
hablar con cualquier saunista norteamericano y empezará a seducirle con suaves
promesas de todo lo que puede hacer la sauna; limpiar el cuerpo y alma, elevar el
espíritu, hacer desaparecer las tensiones, relajar los músculos, etcétera, para
proseguir calificándola de un tranquilizador sin peligro, comparándola con una
meditación trascendental, y como si no fuera bastante, le dará a conocer que Paul
Newman, y la mayoría de los artistas, toman una sauna varias veces a la semana,
y finalmente la conducirá a la puerta de la sauna. Aquí está la realidad. Es
realmente magnífica, la sauna americana es sensual y lujosa.
CAPITULO 5
Para disfrutar a fondo un baño en la sauna hay que seguir al pie de la letra el
programa establecido. Una vez desvestido, se dirige uno con su ancha capa, hacia
los santificados espacios de la sauna, parándose primero ante la báscula para
registrar el peso exacto. Más tarde uno se alegrará de ello. Pero primero hay que
subir a la sauna propiamente dicha. Previamente le han señalado el lugar que le
corresponde y le han entregado una sábana para recostarse sobre ella, una
palangana con agua maravillosamente fresca, todo un cubo con agua y una rama
de abedul. De momento, apenas se puede resistir el calor infernal. Si sucede que
te encuentras con finlandeses acostumbrados y endurecidos por la sauna, que
piden cada vez más calor, puede ocurrir que uno, abatido, prefiera la huída y
abandone agotado el sitio junto al techo a los perseverantes del calor. Pero si uno
permanece tranquilo y evita el más leve movimiento, se llega a soportar hasta el
máximo calor. Sólo meter el dedo en el agua fría para mojarse de vez en cuanto
labios y frente.
Consejos prácticos
1) Llévate una toalla o una alfombra de espuma para echarte encima o sentarte,
una toalla para secarte y utensilios de aseo.
2) Deja en casa la agenda, el reloj y los cigarrillos. Olvídate del tirano tiempo.
4) Estar echado es mucho mejor que estar sentado, incluso teniendo los pies
encogidos. No exageres la duración del baño; bastan diez minutos.
5) Después del baño, respira aire fresco. Refréscate brevemente, pero con vigor
(chapuzón o ducha fría).
6) No bebas durante el baño; todo lo más haz enjuagues; una rodaja de limón o
un trocito de manzana refrescan lo suficiente para no tener la sensación de
sed.