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El almacén es una instalación que, junto con los equipos de almacenaje, de manipulación, medios humanos y de gestión, nos permite regular las
diferencias entre los flujos de entrada de mercancía (la que se recibe de proveedores, centros de fabricación, etc.) y los de salida (aquella
mercancía que se envía a la producción, la venta, etc.). Estos flujos suelen no estar coordinados y esa es una de las razones por las que se precisa
definir una óptima logística de almacenamiento.
Almacén dedicado a la logística de productos alimentarios refrigerados y congelados.
Tipos de almacenes
En ocasiones, la actividad económica de una empresa puede exigir de uno o varios tipos de almacén: de materias primas, de productos
semielaborados, de productos terminados, etc. Todos ellos han de estar ubicados en función de las necesidades específicas de su funcionamiento
y de acuerdo con las restricciones o las posibilidades de cada localización y su entorno.
La mejor manera de clasificar los distintos tipos de almacenes que se pueden dar en la actualidad es agrupándolos según sus características
comunes:
Según la naturaleza del producto se pueden encontrar almacenes especializados en bobinas, productos inflamables, perfiles, pequeño
material, recambios, productos perecederos e incluso almacenes que son de uso general, entre otras posibilidades.
El edificio también puede ser un criterio de clasificación y así se habla de almacenes al aire libre, naves, sótanos, almacenes de gran
altura o depósitos, cámaras frigoríficas, almacenes autosoportados (los racks conforman el armazón del propio edificio), etc.
Dependiendo del flujo de materiales, las instalaciones pueden agruparse en aquellas destinadas a materias primas, componentes o
productos semielaborados, productos acabados, almacenes intermedios, de depósito, para distribución, etc.
En cuanto a su localización, se habla de almacenes centrales, regionales y de tránsito.
En cuanto a su mecanización, pueden ser manuales, convencionales o automatizados.
1. Recepción de mercancía
2. Su verificación
3. Transporte interno (entre distintas zonas del almacén)
4. Almacenaje y custodia
5. Preparación de pedidos y la consolidación de cargas
6. Despachos de mercancía
7. Gestión e información relativa a stocks, flujos, demanda, etc.
A partir de todos estos elementos se han de recopilar una serie de datos que influirán en diversos aspectos de la instalación y que se tomarán en
cuenta a la hora de desarrollarla.
A partir de la configuración más simple, se pueden ir añadiendo otras zonas, tales como la de recepción, la de embalaje y consolidación,
de despachos, de recarga de las baterías para los montacargas, así como muelles de carga. Un ejemplo de configuración de este tipo podría ser el
siguiente:
A su vez, el almacén puede estar dividido en sectores en función del producto que se maneje o según la operativa de trabajo. En la siguiente
figura se ilustra un ejemplo de este tipo de organización:
3. Recepción y verificación.
4. Despachos de mercancia.
Almacén central dedicado a la producción y distribución de masas congeladas para el sector de la alimentación.
Los espacios asignados a cada zona han de ser los adecuados en función de las dimensiones del terreno o del edificio, la capacidad deseada, las
operaciones que se tengan que realizar, del personal y de los medios necesarios, el flujo de materiales y las posibilidades de crecimiento futuro.
En cualquier caso, la adecuación del proyecto y el diseño de las áreas dentro de la instalación vendrán determinados por un exhaustivo estudio de
las necesidades de la empresa –a través de las preguntas previamente planteadas–, así como de la experiencia en la implementación de soluciones
logísticas y de almacenaje que tenga el proveedor.
Todo el edificio –su forma, el contenido y los accesos– debe estar en consonancia con las necesidades específicas del cliente y, además, deben
preveerse las posibilidades de crecimiento. Un almacén demasiado ajustado y sin capacidad de expansión en el futuro es un error, salvo si se trata
de una instalación temporal o de crecimiento estático.
Gestión de almacenes
La buena gestión del almacén permite optimizar la ubicación y los flujos de mercancía. El objetivo es conseguir el mayor rendimiento
posible.
El almacén central
El almacén central expide los productos que aloja para su uso, casi exclusivamente, como abastecimiento de otros almacenes de tipo
regional o local.
¿Qué es un WMS?
El software de gestión de almacenes (WMS) es imprescindible para la óptima gestión del almacén. Entre sus funciones básicas destacan
el control de las entradas, la ubicación, el stock y las salidas.