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Dokumen - Tips - El Patrimonio Cultural Como Factor de Desarrollo en Chile PDF
Dokumen - Tips - El Patrimonio Cultural Como Factor de Desarrollo en Chile PDF
como factor de
desarrollo en Chile.
Bases teóricas y metodológicas
de una gestión con enfoque ecosistémico
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile.
Bases teóricas y metodológicas de una gestión con enfoque ecosistémico
Nº de Incripción:
I.S.B.N.:
Instituciones Ejecutoras
Universidad de Valparaíso
Universidad Austral de Chile
Contrapartes nacionales
Investigadores
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
Instituciones colaboradoras
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Artículos
La gestión del patrimonio cultural en Chile:
problema, hipótesis centrales y metodología
de la investigación
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
2 En la literatura, en cambio, se alude al sector cultura como un factor que contribuye al desa-
rrollo local y regional, tal como lo demuestra la recurrencia con que las estrategias de desa-
rrollo de ciudades y regiones en nuestro país apuestan en este sector. El concepto principal
que se desprende de la planificación pública es que al integrar actividades culturales a un
territorio se contribuye a revitalizar áreas, ya sea porque se está renovando infraestructura,
se están ingresando divisas provenientes del turismo o se está generando empleo a través
de servicios limpios (Lim, 1993). Asímismo, como un aspecto más sutil y menos difundido
en Chile, es que este dinamismo potencia, en cierta medida, el atractivo de una ciudad con
respecto a otra y atrae nuevas poblaciones (Eyzaguirre, 1997).
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
paraíso, 2003), categorías que nos permitirán pensar sobre el manejo adecuado
de estos bienes culturales, independientemente de las soluciones específicas
que puedan darse de manera puntual a cada bien.
Profundicemos, entonces, en estos tres componentes del patrimonio cul-
tural, los que se encuentran en la estructura vertebral de nuestra investigación,
como esperamos sea confirmado por el lector a lo largo de todo este libro.
a. Conservación
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
b. Participación
3 La distinción entre razonable y racional se asienta en la idea que la gestión del patrimonio es
al mismo tiempo política, es decir perteneciente a este campo de disputas entre multiplici-
dad de actores que portan valores, intereses y proyectos diferenciados, y técnica en el senti-
do que requiere que se opte con medios racionales a fin de alcanzar objetivos propuestos.
4 Mucho de esto se observa, por ejemplo, en la vertiginosa transformación comercial del barrio
Bellavista en Santiago, o de la Subida Ecuador y el Cerro Concepción en Valparaíso, espacios
sociales dejados por los entes reguladores a la entera suerte del mercado, con un alto costo
en la calidad de vida de los vecinos. Podemos también consignar, en este mismo sentido, el
caso de la etnia rapanui respecto a la escasa incidencia que ésta ejerce en la gestión de las
áreas protegidas.
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
c. Rentabilización
Finalmente, en este trabajo queremos abrir las posibilidades que los bie-
nes patrimoniales alcancen la categoría de factor de desarrollo del país.
Hasta ahora, los agentes no han prestado mayor atención a la importan-
cia que puede llegar a representar el patrimonio cultural en términos de
bienestar. Nuestra actual normativa patrimonial, heredada de los años
sesenta cuando dominaba al ethos conservacionista, ignoró esta dimen-
sión casi por completo. En otro momento de este libro, Luis César Herrero
abordará más ampliamente en la historia de la ciencia económica y cómo
los bienes culturales han tenido, hasta hace poco, una preocupación mar-
ginal entre los economistas.
Los cambios producidos en Chile avanzados los años noventa han
buscado corregir esta omisión, promoviendo el desarrollo de una inci-
piente economía del patrimonio cultural. El rol del Estado ha sido impor-
tante, sobre todo alentando el posicionamiento en el mercado globaliza-
do del turismo cultural ciertos bienes culturales de valor extraordinario,
como Isla de Pascua o Valparaíso. En el plano doméstico, ha establecido
los primeros subsidios a la gestión del patrimonio cultural, en concreto a
la instalación de establecimientos mercantiles (Líneas CORFO) o a la ad-
quisición de inmuebles de este carácter cultural (líneas SERVIU) (Universi-
dad Católica de Valparaíso, 2002). Sin embargo, debemos estar atentos a
5 Un caso extremo podrá verse en el anexo de este libro en El Almendral (San Felipe, Chile), donde
adolescentes internos en un Hogar de Menores incendiaron, en los años noventa, el conven-
to franciscano dejándolo por años inutilizable hasta que se hizo cargo de éste la Corporación
CIAM.
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
que los bienes patrimoniales, por definición, tienen una vocación cultu-
ral que imprime restricciones a la mera lógica del mercado; estamos en
presencia de bienes públicos o semi-públicos, como se explicará en este
libro más adelante.
El retorno económico derivado de la activación de un bien patri-
monial forma parte de los cálculos privados y de políticas o regulaciones
en la materia. No hay duda. Sin embargo, respecto de la condición de
factor de desarrollo de los bienes históricos, adherimos a la idea nuclear
que entiende que “el uso económico del patrimonio es una condición de
su protección y de su presencia, pero dentro de los límites que impone
la naturaleza misma del patrimonio” (Zouain, 2000). La rentabilización del
patrimonio, por lo mismo, la entendemos en el doble plano económico y
sociocultural. No concebimos sustentable una política que se encuentre
centrada en la dimensión privada, y menos cuando vea en el sector del
turismo cultural la única oferta viable en relación con estos recursos. A la
inversa, deben reconocerse otras líneas de rentabilidad para las que los
bienes patrimoniales sean un factor de desarrollo, como las vinculadas a
la oferta de creación o divulgación cultural, centros sociales, o al uso de la
digitalización, tecnologías de la información y comunicaciones, derechos
de uso e imagen, entre otras.
Si los bienes culturales constituyen herencia cultural o cultura acu-
mulada, la pregunta respecto de cómo manejamos esa herencia y cómo
dicha acumulación de la creación cultural humana se nos puede hacer ac-
cesible, es de enorme importancia, máxime porque somos de la opinión
que, en nuestro país, no existe una visión compartida respecto a su pa-
trimonio cultural y qué podemos esperar de él. Tampoco contamos con
un modelo o marco de razonamiento que nos ayude a pensar de manera
integral la gestión a fin de racionalizar las prácticas económico- sociales y
tomar las decisiones correctas, lo que no es menor si consideramos que los
bienes de esta naturaleza se encuentran inmersos en contextos institucio-
nales marcados por la superposición de competencias con imprecisión de
responsabilidades, administraciones y manejo aleatorios y, muchas veces
incluso, con trabas que inhiben un aprovechamiento sostenible.
El proyecto plantea que el patrimonio cultural podrá mejorar su es-
tado de precariedad y deterioro (conservación), condición elemental de
cualquier modelo de manejo del patrimonio cultural, en la medida que
concibamos un uso social y económico que lo inserte adecuadamente en
la trama del sistema mayor donde se sitúa, es decir el territorio y sus interac-
ciones, cuyo resultado debiera asociarse al nivel de apropiación social por
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
6 En este mismo sentido, según Devesa (2006), existen a lo menos tres elementos claves desde
la perspectiva del desarrollo económico: la cultura es vista —por las autoridades locales—
como una respuesta a la necesidad de creación de empleo, especialmente del empleo indi-
recto a través del turismo cultural; la cultura contribuye a la atracción de actividad económi-
ca, tanto a través de la proyección de una imagen de ciudad dinámica, positiva y atractiva,
como por la existencia real de una base económica y empresarial importante. Y la cultura
puede atraer ciertos grupos de población a una localidad, nuevas clases de trabajadores,
generado por el crecimiento del sector servicios el cual, en parte, es una respuesta a la rees-
tructuración de las economías urbanas.
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
Nuestra opción por el enfoque ecosistémico no nos lleva a desconocer que los
otros enfoques puedan tener sentido o den lugar a estrategias realizables. De he-
cho han sido implementadas en nuestro país. Por ejemplo, la ley de Monumentos
Nacionales se inspira en una concepción conservacionista del patrimonio, pues
se interesa más en la protección del patrimonio cultural que en la gestión y finan-
ciamiento. En la inmensa mayoría de los casos de bienes patrimoniales fiscales,
desde los fuertes hispanos de la bahía de Corral hasta los edificios públicos de
Valparaíso, la estrategia pública ha consistido en afectarlos con un estatuto de
protección. Por su parte, la estrategia de revitalización del casco histórico de Val-
paraíso se ha sostenido explícitamente desde la perspectiva reactivadora.
Con todo, aunque promuevan la conservación de bienes por la inversión
en restauración, ambos enfoques tienen el inconveniente de descuidar alguno
de los otros aspectos que consideramos relevantes en la gestión del patrimonio
cultural. El enfoque conservacionista, por una parte, no atiende al uso dinámico
del patrimonio (que sí puede estimularse a través de la participación de la socie-
dad en su conjunto) y, con ello, se corre el riesgo de reificarlo (Ballart y Juan, 2001).
Aquí tenemos conservación sin participación social ni rentabilización económica
privada. Por su parte, en el enfoque reactivador se atiende a la rentabilización
económico-social y, en algunos casos, a la conservación, pero se sacrifica la parti-
cipación y, en muchos casos, a causa de las externalidades negativas incontrola-
das, el bienestar de los habitantes. En nuestro enfoque integrador, en cambio, tal
como dijimos, se pretende producir una sinergia entre los tres factores de manera
que ninguno de ellos inhiba a los otros. La concurrencia de estos componentes
es condición del buen manejo y administración de bienes patrimoniales.
Considerando las estrecheces del financiamiento público actual para satisfa-
cer las enormes necesidades reales del patrimonio así como los escasos incentivos
públicos en la materia7, el enfoque ecosistémico es, en comparación con el con-
7 En Chile, el Estado invierte en patrimonio cultural y natural muy por debajo de los estándares
internacionales, veinte o treinta veces menos en el caso del natural (Ministerio de Bienes
Nacionales, 2006).
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
a. Búsquedas paradigmáticas
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
A partir de la etapa de las búsquedas paradigmáticas, era muy evidente que los
bienes patrimoniales pertenecían a un género más amplio de bienes disponibles,
a saber los bienes públicos o semi-públicos, respecto de algunos de los cuales
sabíamos que se habían desarrollado modelos de gestión con un enfoque equi-
valente por el propuesto en esta investigación. Sobre la base de variables que
consideramos relevantes, se procedió a una selección muestral de bienes públi-
cos que se pudieran estudiar. Así se consideraron bienes intangibles (salud, paz,
seguridad); bienes tangibles vinculados al medio ambiente (borde costero, minas,
aguas de riego). En definitiva, para su desarrollo en profundidad, se seleccionaron
las áreas silvestres protegidas y espacios públicos urbanos históricos9. El resultado
final podrá encontrarse más adelante en el trabajo del profesor Orellana, pero
adelantamos que, en ambas áreas seleccionadas, la perspectiva ecosistémica ha
sido ampliamente considerada como aquélla que mejor integraba, a mediano y a
largo plazo, las dimensiones de conservación, participación y rentabilización eco-
nómica y social. En este plano operativo, una contribución trascendente fue hacer
la distinción en los proyectos de este tipo entre clases de agentes, los habitantes
y los visitantes, a fin de pensar la oferta que se pueda crear en los bienes, las con-
diciones para participar en ella y la forma cómo se distribuyen responsabilidades
a la hora de establecer la organización.
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
10 El estudio cubrió, básicamente, los siguientes cuatro bienes patrimoniales: el Centro Cultu-
ral El Almendral, San Felipe, región de Valparaíso, antiguo convento franciscano reutilizado
en centro cultural que guarda conexión con la Ex Cárcel de Valparaíso; el Centro Español
de Concepción, región del Bío-Bío, análogo a la experiencia de club de colonia e inserción
urbana del Club Alemán porteño; la Aldea Intercultural de Curarrehue, región de Los Lagos,
que integra población indígena, con manejo de patrimonio intangible, asemejado a la Aldea
Educativa Rapa Nui; y el Fuerte San Diego de Acapulco, México, en este caso por su similitud
con los Fuertes Españoles de la Bahía de Corral.
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
11 Los diagnósticos particulares de los bienes no forman parte del presente volumen, el que
está dedicado a presentar solamente el marco teórico y metodológico general para elaborar
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
4. Alcances de la investigación
diagnósticos adecuados de bienes patrimoniales. Una nueva publicación podría estar dedi-
cada a la aplicabilidad del modelo a los casos-piloto.
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
a. Fase de diagnóstico
b. Fase de pre-factibilidad
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
c. Fase de factibilidad
15 De esta forma queremos evitar que la factibilización de proyectos termine siendo una va-
lidación técnica de una decisión político-económica que omite importantes y promisorias
oportunidades de los bienes patrimoniales.
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
La principal innovación en esta fase es generar las condiciones para que los
proyectos de infraestructura y usos permitan atender, simultáneamente, la con-
servación de los bienes, su rentabilización económica y la participación social. En
este sentido, no se registran agentes competidores ya que, hasta este momento,
existen sólo lineamientos para usos meramente conservacionistas, netamente
empresariales o de altruismo social.
La metodología genérica para la factibilidad abarcará, principalmente, indi-
caciones en torno a la plataforma jurídico-institucional desde la cual puede hacer-
se viable el desarrollo de procesos de cooperación de agentes u operadores de
bienes patrimoniales para la gestión de un bien bajo un modelo de orientación
ecosistémica. Consiste en el desarrollo de un modelo de asociatividad público-
privada entre agente propietario del bien, agentes realizadores u operadores del
proyecto y agentes usuarios. Amparado bajo la legislación vigente, este resultado
se orienta a sugerir una estructura organizacional adecuada a las orientaciones
del modelo que propone el proyecto.
Ahora bien, la aplicación del modelo derivado del enfoque ecosistémico
deberá ser capaz de resolver numerosos problemas técnicos, como el finan-
ciamiento de obras de conservación, restauración y rehabilitación. Estaremos
obligados a considerar el financiamiento como un elemento para resolver en el
mismo modelo de gestión y luego de haber diagnosticado y evaluado diver-
sas oportunidades bajo metodologías pertinentes; una vez valorado el capital
social y gobernabilidad entre agentes involucrados; y habiendo prospectado
opciones diferenciadas de rentabilización16.
Bibliografía
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
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2002 Informe de análisis y sistematización del marco regulatorio aplicable al
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Universidad de Valparaíso
2003 El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile: planes de negocio,
gestión de calidad, aplicaciones de tecnologías de información, participa-
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Modelos de gestión ecosistémicos
de bienes públicos: bosques de Quebec
y ciudades patrimoniales europeas AVEC
I. Nociones preliminares
1. Concepto de “modelo”
1 ¿Por qué “una” forma o pauta de organización? Porque no hay un modelo sino varios mo-
delos posibles de gestión de bienes patrimoniales; en nuestra investigación se desarrolla,
puntualmente, un modelo de gestión de enfoque ecosistémico.
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
ideas sobre los usos en bienes patrimoniales hasta la puesta en marcha y poste-
rior evaluación de las intervenciones, sobre la base de un marco de razonamiento
y de una cierta metodología2. En definitiva, el enfoque, la metodología y el mode-
lo genérico de gestión proporcionan al observador una visión “externalizada” del
objeto de interés, que permite concentrarse en algunos aspectos o dimensiones
del problema (por ejemplo, en las relaciones de causalidad o las formas de tratar
la búsqueda de información), y que orienta o “modela” en una cierta dirección la
planificación de determinados procesos. Un modelo no es un “molde” que deter-
mina la forma de un proyecto, ni tampoco un enunciado de recetas que deban
seguirse para transformar la realidad por decreto.
Por lo mismo, un modelo, en sentido genérico, se configura como una
representación abstracta de la realidad, que en definitiva la simplifica en vista de
una utilización precisa, conservando sólo las características pertinentes en rela-
ción con el contexto en el cual se encuentra. Es, en realidad, una idea subjetiva
—en el sentido que deliberadamente selecciona o parcela la realidad a partir
de una cierta cosmovisión—, pero pertinente a la tarea que se ha propuesto,
porque permite, entre otras cosas:
2 En esta conceptualización hemos tenido a la vista el artículo de José Aguilar, Iñaki Aguirre,
William Morantes, y Yasmín Espinoza (2002), donde se propone una metodología que con-
duce a la obtención de un modelo de gestión para una organización basado en la visión, la
misión, los clientes, sus esquemas de interrelación interno/externo. En el diseño de modelos
de gestión se establecen las variables prioritarias y los lineamientos que han de guiar a la
organización.
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
3. Hipótesis que puede fundamentarse mayormente en los trabajos de Ismail Serageldin (1994),
Director de la Biblioteca Alexandrina, Egipto y Presidente de la Comisión Mundial del Agua.
En este libro pueden consultarse los textos de Herrero y Devesa.
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
5 Para Benegas-Lynch (1998), “es importante distinguir una externalidad negativa de una le-
sión al derecho. Si una persona planta y cosecha determinado bien que requiere sombra, la
cual es proporcionada por un vecino como una externalidad positiva, el día que ese vecino
decide talar parte de su bosque y, por tanto, le retira la sombra al referido productor, esto
último significará una externalidad negativa pero no una lesión al derecho, puesto que dicho
agricultor no tiene un derecho adquirido sobre la sombra que originalmente le proporcio-
naba su vecino. Si el mismo agricultor fuese asaltado por su vecino, ocurriría una lesión al
derecho”.
6 Puede consultarse el libro de Inge Kaul, Isabelle Grunberg y Marc A. Stern (1999).
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
por Benegas-Lynch (1998), para quien un Estado es, ante todo, una organización
que provee de bienes públicos a sus miembros, los ciudadanos.
Benegas-Lynch (1998) sostiene que se ha justificado este intervencionismo
a partir de las características de los bienes públicos. Éstos deben ser provistos por
el gobierno por cuanto es el único capaz de sacar ventajas económicas de las
externalidades positivas del mercado de los bienes públicos, dado que los bene-
ficiarios de externalidades positivas financiarían el producto en cuestión vía los
impuestos8. Si el gobierno no proveyera ese bien, el mercado no lo produciría o
lo haría a niveles sub-óptimos. No lo haría, o no lo haría bien, dice el economista
argentino, porque “los productores particulares tenderán a sacar partido de la ex-
ternalidad especulando con la posibilidad de constituirse en un free-rider (es decir,
a la espera de que otro sea quien lo produzca y, por tanto, cargue con los gastos
correspondientes)”. Del mismo modo, en caso de una externalidad negativa, el
gobierno debe compensar la acción del responsable.
Sin embargo, el enfoque clásico expresado en los dos párrafos anterio-
res ha sido revisado en las últimas décadas por los economistas neo-clásicos9.
Según varios autores consultados, éste no ofrecería una argumentación sufi-
ciente para la intervención gubernamental en el mercado, porque gran par-
te de los bienes y servicios producen externalidades positivas o negativas,
en ambos casos con los consiguientes free-riders, y, por tanto, prácticamente
todos los bienes serían públicos. Por otra parte, de acuerdo con este enfo-
que del tema, la producción óptima es la que ponen de manifiesto las partes
contratantes en los procesos de mercado, y, al contrario, la producción sub-
óptima ocurre cuando los gobiernos modifican estos procesos. Si los gobier-
nos internalizaran las externalidades, no habría precios y, consecuentemente,
no habría forma de conocer los resultados de las asignaciones de factores
productivos. No habría, entonces, fundamento económico, jurídico ni moral,
sostienen los patrocinadores de la “Nueva Gestión Pública”, para imponer co-
activamente contribuciones o subsidios a terceros para evitar externalidades.
El profesor J. Chorin (2003) sostiene que desde los tratados fundacionales
de la Comunidad Económica Europea, en 1957, la visión neoclásica de los bienes
8 Y, por tanto, argumenta Benegas-Lynch, no habrían propiamente free-riders y, por ende, des-
aparecería esa “falla del mercado” (la producción de externalidades no internalizables).
9 Especialmente, por quienes sostienen el modelo denominado “Nueva Gestión Pública”, cu-
yos aspectos esenciales hemos recogido del trabajo del profesor Benegas-Lynch (1998). Di-
cha revisión considera inserto en un proceso global de transformación del Estado, tendiente
a la reducción de sus roles tradicionales en las áreas económica, social y cultural.
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
públicos ha tenido una gran difusión en Europa, pues en las bases de la econo-
mía prácticamente se han dejado de lado los servicios públicos, reduciéndolos
a los transportes, y sometiendo a las empresas públicas a las mismas leyes de
la competencia de las empresas privadas. Esta progresiva liberalización de los
servicios públicos europeos, que se expresa en su desregulación y a la limita-
ción relativa del rol estatal en su organización, institucionaliza un principio de
competencia que garantizaría la “transparencia”. La construcción normativa co-
munitaria entrega un poder decisivo a la Comisión Europea, tanto para elaborar
directivas que han de ser utilizadas en la desregulación, como para supervisar
las condiciones de apertura y funcionamiento de los mercados. En términos
generales, dicha Comisión ha mostrado como pauta en su razonamiento que
los servicios públicos no deben apartarse de las reglas del mercado y deben
evolucionar lo más rápidamente posible hacia una gestión privatizada.
En una postura que modera el entusiasmo liberal, para el profesor Rémy
Prud’homme (2003) el protagonismo público es evidente en el campo de los
servicios públicos que abarca servicios tan diversos como agua potable, gas,
teléfono, transporte, correo, telecomunicaciones, recolección y tratamiento de
basura, calefacción urbana, cable. Pueden agregarse a esta lista, la educación,
la cultura, el deporte y la salud. No obstante, muchos de los bienes clasificados
como públicos son producidos, en realidad, por el sector privado, y muchos de
los clasificados como bienes privados son producidos por el gobierno central
o local. Ante esta diversidad en la práctica de los últimos años, la gestión de los
servicios públicos constituye una combinación de lo público y lo privado, con
una tendencia, a lo menos en Europa y Estados Unidos, a transferir a las comu-
nidades locales (municipios) la gestión de algunos de ellos.
Ahora bien, el interés más reciente de la literatura especializada se ha
centrado en las implicancias de los bienes públicos en el contexto interna-
cional10. En Kaul, Grunberg y Stern (1999) encontramos un buen marco para
10 Como nos informan Kaul, Grunberg y Stern (1999), la aplicación del concepto de bienes pú-
blicos a los problemas mundiales comenzó a fines del decenio de 1960, especialmente con la
publicación, en 1968, de The Tragedy of the Commons, de Garrett Hardin, seguido de Collective
Goods and Internacional Organization, en 1971, de Bruce Russett y John Sullivan. Un decenio
más tarde, en 1986, en el libro The World in Depression 1929-1939, Charles Kindleberger anali-
zó la crisis económica del decenio de 1930, atribuyendo sus causas a la carencia de bienes
públicos mundiales como un sistema abierto de intercambio comercial. Entre las contribu-
ciones más recientes, cabe mencionar el libro International Public Finance, de Rubén Méndez,
y Global Challenges: An Approach to Environmental, Political, and Economic Problems, de Todd
Sandler, publicados en 1992 y 1997, respectivamente.
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
1. Misión e imagen-objetivo
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
i. Como ocurre en otros parques nacionales del mundo, esta misión consis-
te, por una parte, en asegurar la conservación de los elementos represen-
tativos del patrimonio natural.
ii. Por otra parte, se trata de favorecer su valorización por la población en su
conjunto.
iii. Ambos elementos anteriores (conservación y valoración) permitirán la ac-
cesibilidad al público con fines diversos. Y,
iv. En cualquier caso, la oferta de experiencias de descubrimiento deben ser
respetuosas de este patrimonio, así como del patrimonio cultural y social
al que está asociado.
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
2. Actividades propuestas
12 A diferencia de lo que ha sucedido en las últimas décadas con el manejo diversificado de los
bosques en la provincia de Quebec, en Chile, durante más de dos siglos, los bosques nativos
han sido valorados esencialmente como fuentes de madera y leña, con el único propósito de
obtener el máximo beneficio inmediato con el menor costo de inversión (Universidad Aus-
tral, 2003). Los bosques nativos son esenciales para la obtención de madera y otros bienes,
así como para la producción de una serie de servicios ecosistémicos a la sociedad, tales como
producción de agua, la conservación de los suelos, y oportunidades para la recreación y el
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
3. Principios de la gestión
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
i. El tiempo
El carácter aceptable de un impacto sobre el patrimonio natural es evaluado
a partir de la preservación de la integridad ecológica que se practica a lo largo
de toda la vida de la actividad, es decir, tanto en la discusión de la propuesta,
la implantación, como durante el desarrollo de una actividad o servicio, lo
que marca una diferencia con el sistema de evaluación de impacto ambien-
tal, particularmente de nuestro país, que pone énfasis en la primera etapa.
ii. El territorio
En un parque de Quebec, el objetivo de mantener la integridad de las dife-
rentes formas del patrimonio es modelada según la zonificación del territorio,
establecida en función del grado de fragilidad y de la capacidad de soporte
del medio. Este objetivo es adaptado en función de los equipamientos y los
usos autorizados, por ejemplo, en las zonas de servicios y de recreación inten-
siva. Un impacto sobre un componente del patrimonio cultural se considera
aceptable en la medida en que no provoca la degradación o desaparición de
un sitio prehistórico, un lugar histórico o un bien cultural.
iii. La población
Es muy interesante observar la importancia que el modelo asigna al fac-
tor socio-cultural, el que también tiene que ser considerado a la hora de
13 Según la Comisión de Integridad Ecológica de los Parques Nacionales de Quebec, “Los eco-
sistemas son integrados cuando sus componentes indígenas, las plantas, los animales y los
otros organismos, como los procesos de crecimiento y reproducción, están intactos”.
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
v. El paisaje
Los paisajes constituyen una de las riquezas más importantes de los
parques de Quebec. La aceptabilidad de un impacto es definida por la
compatibilidad de las características distintivas del lugar, relacionadas con
la organización y la armonía visual de los componentes que suscitan las
emociones en los visitantes (maravillarse, recogimiento, impresión de ais-
lamiento, etc.). Un impacto será aceptable en la medida que no compro-
mete la aptitud de un paisaje para expresar fuerzas de la naturaleza, en el
plano geológico o geomorfológico. Además, un impacto aceptable debe
igualmente tomar en consideración los elementos característicos de la
región natural a la que pertenece el parque, a fin de mantener, al interior
de la red, la diversidad de los paisajes de Quebec.
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
i. Invitación
Este enfoque implica que las actividades recreativas han de apuntar, en pri-
mer lugar, a invitar a los visitantes al descubrimiento de un medio natural,
por ejemplo, de una especie vegetal, un fenómeno geológico o un lago. En
este contexto, la oferta de actividades recreativas, por ejemplo un circuito
en lancha o en bicicleta, se gestiona con el objetivo de favorecer el descu-
brimiento, de tal manera que las actividades recreativas no se presentan
como fines en sí mismas, sino como medios de desplazamiento que permi-
ten recorrer un medio natural para descubrirlo y apreciarlo.
ii. Descubrimiento
Por otra parte, cada actividad recreativa ha de integrar, en una determi-
nada proporción, un componente educativo susceptible de enriquecer
el descubrimiento. La preocupación educativa no se reduce a las acti-
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
Los usos indirectos del bosque nativo incluyen las funciones ecológicas que los
bosques cumplen dentro del ecosistema. Su valor se deriva de la mantención de
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
c. Valor de opción
d. Valores de no-uso
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
1. Conceptos fundamentales
3 Las ciudades que componen la AVEC no tienen como vocación convertirse en museos, y
se proponen conservar y desarrollar un conjunto de actividades diversificadas tanto en el
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
forman parte de la alianza, más que la simple colección de los bienes muebles
e inmuebles, acumulados en algún lugar a lo largo de los siglos. Es también “un
testimonio en movimiento por el cual generación tras generación dan sentido a
lo que las distingue de otras, así como a lo que las une” (AVEC, 2001). Asimismo,
se reivindica la importancia del patrimonio intangible asociado inexorablemen-
te a los testimonios físicos: “el patrimonio es además la huella de los mestizajes y
aportes sucesivos que han forjado el carácter único de cada ciudad. Es también
la suma de las miradas que hacen recaer las personas sobre estos elementos
irreemplazables que es su patrimonio común” (AVEC, 2001).
La gestión del patrimonio de la AVEC pone especial acento en el hecho que
no es una alianza que esté orientada a atender las demandas de los visitantes, como
podría temerse de iniciativas en el orden patrimonial excesivamente contaminadas
con una mirada oportunista, lo cual explica que la activación económica no sea más
que una de las dimensiones que abarca el modelo de gestión patrimonial4. La prio-
ridad de las ciudades de la AVEC es estimular la reapropiación del patrimonio por su
población, y para lograr esto cada ciudad o territorio de cultura se compromete a
impulsar una política de desarrollo cultural al servicio del conjunto de su población,
poniendo una particular atención en aquellos grupos de personas que tienen más
dificultades para acceder a la vida cultural. La pretensión es que el habitante no se
contente únicamente con utilizar su ciudad, sino que sea un ciudadano activo y
responsable de ella; por lo mismo, que esté en condiciones de describir, interpretar,
habitar, reinventar los lugares y costumbres de una ciudad.
Con mucha frecuencia el patrimonio es considerado como una simple
fuente de recursos a corto plazo. Estas ciudades, en cambio, gestionan el pa-
trimonio con el objetivo mancomunado de preservar la calidad del medio am-
biente natural y cultural en beneficio de las generaciones futuras, y, simultánea-
mente, hacer del patrimonio local un factor del desarrollo económico, cultural y
social; un desarrollo viable como dice un lema que se puede leer en sus avisos
promocionales. Cada ciudad o territorio de cultura conduce una política de
asociación estrecha con los habitantes en torno a esta idea de reapropiación
del patrimonio local la que se facilitará logrando el concurso de un equipo ca-
lificado de mediadores y asociando a un conjunto de actores —organismos
4 Las ciudades de la AVEC tienen en común querer convertirse en centros vivos de encuentro
entre habitantes y visitantes, en definitiva de encuentros entre culturas. Se propone dentro
de este espíritu convertir la acogida de visitantes no solamente en una actividad económica,
sino en una ocasión privilegiada de fomento de relaciones humanas.
51
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
2. Habitar el patrimonio
52
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
hoy la misma función para la que fueron construidos originalmente, parece ra-
zonable atribuir a estos elementos una nueva función, para lo cual habrá que
adaptarlos a las condiciones de habitabilidad y de funcionamiento que exigen
los requerimientos contemporáneos. Sin embargo, la naturaleza patrimonial de
los edificios, sitios o espacios, exige que estas mutaciones o adaptaciones fun-
cionales se hagan con respeto, sensibilidad e inteligencia.
El acto de habitar no es social ni políticamente neutro. Habitar en un lu-
gar cargado de historia, revestido de significación no sólo para aquellos que
allí habitan, sino también para grupos más grandes, implica relaciones múlti-
ples, matizadas, incluso contradictorias5. Esta relación posesión/no posesión es
un elemento esencial para comprender la manera y el sentido de habitar el
patrimonio. Los que habitan un lugar patrimonial, y que tienen conciencia de
ello, lo viven a menudo de una forma ambivalente: el peso de las coacciones
financieras, técnicas, reglamentarias es difícil de sobrellevar; el protagonismo de
quienes están encargados de proteger el patrimonio (técnicos, expertos) no es
a menudo fácil de aceptar. Pues el patrimonio es, a la vez, un marco normativo y
una estructura social, y la importancia del primero no debe ocultar la fragilidad
del segundo. La patrimonialización de los lugares, frecuentemente acompaña-
da de aumento de los precios de las viviendas, de visitantes o de impuestos,
implica a menudo cambios sociales frente a los cuales la población reacciona.
En conclusión, el patrimonio se encuentra en una permanente tensión
entre preservación y creación. Si, por una parte, las personas buscan la preserva-
ción del medio reconocido como patrimonio, también buscan imprimir su sello
y proyección. El patrimonio, por definición cargado de historia y portador de
sentido, siempre interpela la creación contemporánea, entrando en simbiosis
con lo existente, dándole un sentido. Un sitio patrimonial es, a la vez, un lugar
para vivir, así como de paso, cruce, de movilidades diversas, migratorias, turís-
ticas, intercambios, apropiaciones, tensiones y conflictos. Cada espacio público
absorbe de alguna forma, la diversidad para producir características comunes y
regularidades, mientras que el conjunto de los espacios públicos se distribuye
en una variedad, tanto más extensa que la ciudad.
5 Habitar el patrimonio significa de alguna manera “no estar completamente en casa”. Lao-Tsé ex-
presaba esta idea así: “la fachada de una casa es de quien la mira” y Víctor Hugo recordaba que “si
el uso del patrimonio pertenece a su propietario, su belleza pertenece al mundo entero”.
53
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
6 Los trabajos de Devesa y Andueza y Olivi —incluidos al final de este volumen— definirán las
estrategias metodológicas para diagnosticar, evaluar opciones y factibilizar la gestión en el
contexto de bienes culturales.
54
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
III. Conclusiones
55
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
Inge Kaul, Isabelle Grunberg y Marc A. Stern (1999) señalan que, en muchas
esferas de las políticas públicas, estamos creando bienes públicos que otrora se
consideraban circunscritos dentro del ámbito nacional, pero que en nuestros días
trascienden las fronteras y tienen efectos mundiales, como las cuestiones del medio
ambiente. Serageldin y Taboroff (1994) ilustran la utilidad de los nuevos instrumen-
tos analíticos —desarrollados en un primer momento con fines de evaluación de
bienes medioambientales que no se comercializan, tales como la diversidad bio-
lógica o los bosques milenarios— para comprender mejor el valor del patrimonio
cultural. Afirman que, evidentemente, esas técnicas pueden utilizarse para orientar
a los encargados de formular políticas y a los protagonistas privados a fin de que
preserven los emplazamientos culturales de valor inestimable e irreemplazable.
En este entendido se examinó la experiencia de gestión del patrimonio na-
tural en los parques nacionales de la Provincia de Quebec, Canadá, que contiene
orientaciones útiles para la modelación de la gestión del patrimonio cultural, aplica-
bles en términos analógicos. Junto con alentar la conservación de la diversidad bio-
lógica de los bosques nativos, se busca el posicionamiento de una gama creciente
de actividades al aire libre, o servicios ecosistémicos, que cumplen ese objetivo, al
tiempo que se descarta toda una variedad de prácticas o de técnicas no compati-
bles con la misión de los parques, o incluso no pertinentes en relación con el con-
texto particular de un parque específico. Este nuevo contexto muestra la necesidad
de proceder a la revisión de los principios tradicionales que encuadran el estable-
cimiento, el desarrollo y la gestión de las actividades y servicios en los parques de
Quebec, proponiéndose aquéllos que tengan un impacto mínimo aceptable sobre
el patrimonio y favoreciendo que cada servicio constituya una oportunidad para
descubrir el patrimonio protegido del parque. De esta forma, el visitante puede es-
tablecer una relación privilegiada con los componentes naturales y culturales del
patrimonio, basada principalmente en la observación, comprensión y apreciación.
La integración de las dimensiones recreativa y educativa en la experiencia subjetiva
de los visitantes se denomina enfoque recreo-educativo.
Con el objetivo de precisar la construcción de indicadores de gestión del pa-
trimonio cultural, se examinó la experiencia de las ciudades y territorios que compo-
nen la Alliance de Villes Européennes de Culture (AVEC). De su revisión se desprenden
otras orientaciones significativas para el diseño de modelos de gestión del patrimonio
cultural. Para introducir una diferenciación entre habitante del patrimonio y visitante
del patrimonio, a menudo confundidos, se exploraron algunas investigaciones cuyos
resultados son también significativos para el proyecto. Probablemente el hallazgo
más relevante para nuestra investigación ha sido tener la oportunidad de conocer
la metodología de evaluación de impacto ambiental denominada “análisis multicri-
terial”, que se ha utilizado para facilitar la organización de información tanto científica
56
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
como económica, como base para procesos de toma de decisiones en materia am-
biental, y que algunas ciudades europeas la han utilizado para controlar el estado de
manejo del patrimonio cultural. Pues el patrimonio cultural enfrenta un doble desafío
aparentemente contradictorio. Por una parte, debe ser conservado y, por la otra, su
transmisión a las nuevas generaciones depende fundamentalmente de su integra-
ción en la sociedad actual. Sea en un sentido de adaptación o de mutación, “habitar
el patrimonio” implica tener en cuenta el contexto patrimonial, la integración de todos
los parámetros (arquitecturales, naturales, sociales, artísticos y económicos) y la reinter-
pretación del sentido del lugar, sitio o monumento.
Bibliografía
57
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
58
Simbolismo y acción colectiva en la
configuración del espacio patrimonial urbano
Las cuestiones referidas a la herencia cultural han superado los límites académi-
cos de la arqueología, la arquitectura, la economía, la historia del arte o la antro-
pología social, para convertirse en asuntos de interés ciudadano. El uso, el destino
e, incluso, la calificación de lo que es o no patrimonio cultural, son objetos de un
debate complejo, puesto que presenciamos la emergencia de nuevas posicio-
nes entre agentes sociales que intervienen con propuestas, muchas veces, en-
contradas. La noción de patrimonio se ha desplazado desde un planteamiento
particularista, centrado en la propiedad privada y el disfrute individual, como lo
fue en la Edad Media, hacia una noción contemporánea centrada en la idea de
riqueza colectiva dentro del contexto de una democracia cultural, la que exige un
compromiso ético y la cooperación de toda la población para garantizar tanto su
conservación como su adecuada explotación (Llull, 2005). En este nuevo marco,
ya no es posible abordar el patrimonio cultural desde una noción de territorio
de exclusiva competencia técnica cuyas decisiones queden exclusivamente en
manos de una elite. Hoy es más pertinente conceptualizarlo como un campo, es
decir, como un subconjunto de tópicos que forman parte de un mismo interés
genérico, y en el que, por lo tanto, confluyen diversos saberes, sensibilidades e
intereses específicos.
A diferencia de las sociedades tradicionales, la sociedad moderna no se
define sobre la base de la inclusión de todos sus integrantes a un ethos colecti-
vo. Lo hace generando una serie de segmentaciones al interior de la sociedad
definidas en lógicas de competencia por inclusión y exclusión de beneficios
59
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
60
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
1 Tal como se señaló en el texto de Javier Adán, incorporado en este volumen, los aspectos
constructivos o arquitectónicos del patrimonio cultural escapan al propósito de esta investi-
gación, la cual se ocupa de pensar un modelo de gestión que haga viable y pertinente una
intervención física sobre un bien patrimonial.
61
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
2 Henri Lefebvre (1971) hace la distinción entre los espacios unifuncionales (o de único uso),
multifuncionales (núcleos de vida colectiva como lugares de venta y prestación de servicios)
y transfuncionales (llenos de simbolismo irreductibles a la funcionalidad). En este último gru-
po se incluyen los espacios patrimoniales de la ciudad.
62
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
63
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
64
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
patrimonial urbano potencia, más que cualquier otro espacio, procesos de iden-
tificación simbólica. La psicología social así como las distintas aproximaciones de
las ciencias sociales, enfatizan una dimensión que escapa a la materialidad do-
minante en el campo de la definición y conservación patrimonial: la subjetividad
social. Esta línea investigativa permite entender la acción colectiva en el espacio
patrimonial urbano, la vertebración social y la habitabilidad urbana.
La apropiación social del espacio se lleva a cabo a partir de las acciones
de transformación física e identificación simbólica que los sujetos hacen en el
lugar. Estos mecanismos de apropiación facilitan el diálogo entre los individuos
y su entorno en una relación dinámica. El individuo se apropia del espacio cuan-
do lo transforma y lo incorpora en su esfera personal a través de cogniciones,
afectos, sentimientos o actitudes relacionadas con él, todos los cuales resultan
fundamentales en su definición como sujeto (Proshansky, 1976).
En el caso del espacio patrimonial, la apropiación espacial se lleva a cabo,
fundamentalmente, a través de las dinámicas comunicativas que se construyen
en torno al bien y de los procesos de sedimentación histórica que configuran la
memoria colectiva, es decir, por lo que las personas o instituciones dicen acerca
del bien y por la representación social que de él se ha construido en el tiempo.
Por su parte, las acciones de transformación —otro componente del mecanis-
mo de apropiación—, se orientan a la conservación y proyección del bien patri-
monial en el tiempo. Basta que se trate de actividades colectivas o individuales
que tengan como fin la sostenibilidad y cuidado del espacio patrimonial, y no
necesariamente una intervención física.
Los conflictos entre colectivos se generan cuando estos procesos psicosocia-
les son llevados a cabo por grupos o instituciones cuyas orientaciones temporales
son disímiles o que defienden distintos contenidos simbólicos acerca del bien, o
cuando sus propuestas de acciones de transformación son incompatibles entre sí
(Stokols y Jacobi, 1984). Estos autores identifican cuatro tipos de orientaciones tem-
porales, cada una de las cuales determina un tipo de vinculación simbólica específi-
ca con los elementos históricos existentes en un espacio determinado:
65
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
4 A propósito de la discusión en relación con los modelos de gestión expuesta en el trabajo intro-
ductorio de Javier Adán, desde el punto de vista psicosocial, el modelo denominado reactiva-
dor, que se sustenta, en buena medida, en los grupos de orientación funcional, probablemente
generará la resistencia de los grupos de orientación tradicional y de orientación coordinada.
66
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
67
nes de intervención, las que deberán estar enmarcadas sistémicamente por las
relaciones con el medio ambiente natural y el medio ambiente construido. Ahora
bien, la sociedad no ofrece espontáneamente la participación a sus miembros y
está habituada, más bien, a un rol pasivo, a lo que se suma que la participación
política del país, en especial la de los municipios, no parece ir más allá del ejercicio
electoral de las autoridades comunales (Benítez, 1998). En efecto, “las institucio-
nes trabajan un concepto estrecho de descentralización y reconocimiento de las
diferencias incapaz de producir flujos de visibilidad social, salvo aquella operada
por los administradores y concentrada en eventos de sometimiento comunitario,
es decir proyectos- constructos que adelgazan al ciudadano y lo envuelven en la
lógica de la dependencia institucional” (Ossa,1998, p. 152).
Para conseguir la necesaria intercomunicación y coordinación entre la ini-
ciativa pública y la privada dirigida al patrimonio deben producirse conversa-
ciones y negociaciones abiertas al estilo de un foro público. Se trata de construir
un espacio de discusión y coordinación para trazar programas y repartir cargas
en un ambiente de libertad. El encorsetamiento de regulaciones y burocracias
limita la eficacia, corta las alas a los mecenas y patrocinadores y consume los
recursos económicos en mantenerse a sí mismas (Campillo, 1998).
Es factible la creación de consorcios publico-privados que participen desde una
perspectiva de articulación de intereses y capitales para conservar y potenciar el pa-
trimonio urbano. Pero, para ello, se debe tener presente que la participación es una
situación que surge en el encuentro de dos dinámicas (Palma, 1998). La primera es la
capacidad de participar, es decir, que los actores posean las actitudes y las habilidades
necesarias para incorporarse en una empresa común y que han de haber desarrollado
a través de las prácticas y de la reflexión sobre éstas con anterioridad. Este es el capital
que ellos aportan a la realización de esta empresa. La segunda es la oportunidad de
participar, esto es, tener el espacio incorporado e inscrito en el diseño de las políticas o
en la organización de la red, permitiendo, institucionalmente, el adecuado ejercicio de
la capacidad de participación que aporta el grupo concreto que se incorpora en esa
acción colectiva. En resumen, podemos hablar de participación cuando se ha provo-
cado una adecuación entre las capacidades de participar del grupo incorporado y las
oportunidades que se abren con el funcionamiento de la red y la política.
68
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
a. La planificación estratégica
69
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
Desde esta forma de hacer las cosas resalta la idea que la vía adecuada
para pensar la organización y tomar decisiones apropiadas en una sociedad cre-
cientemente compleja debe tener cada vez menos de imposición unilateral por
parte de los estamentos técnicos o políticos al resto de los miembros del tejido
social y más de reconocimiento de objetivos e intereses múltiples que puedan
orquestarse racionalmente por medio de la negociación. Por lo mismo, la plani-
ficación consistiría en “un esfuerzo por coordinar y ordenar los comportamien-
tos de agentes productivos a fin de que sus resultados sean menos imprevistos,
estén mejor integrados y apunten en una direccionalidad de conjunto (…). El
ejercicio de la planificación será más consistente con sus objetivos de eficacia
económica de promoción de motivaciones sociales en la medida de que sea
capaz de captar las múltiples motivaciones de agentes productivos, conciliar
70
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
los comportamientos que derivan de las mismas, y potenciar los resultados que
emanen de tales comportamientos” (Hopenhayn, 1995, p. 241).
El plan estratégico se concibe como el cauce en el que aunar la participa-
ción de los principales actores económicos, políticos y sociales de la comunidad,
para elaborar un diseño compartido sobre las claves de su desarrollo, construir
una visión de futuro común y seleccionar los objetivos prioritarios de interven-
ción. Los intereses de los actores deben aunarse dentro de un entendimiento
común que busque una “forma racional de comunicación entre las partes que
permite el reconocimiento de la comunidad en una cierta pragmática del len-
guaje, capaz de expresar voluntades racionales y arribar a normas y decisiones
igualmente racionales” (Hopenhayn, 1995, p. 250).
b. La comunicación pública
71
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
72
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
7. Conclusión
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
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Bases para una economía
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78
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
1 Las citas siguientes están tomadas de la primera edición en español de la obra de Adam Smi-
th Investigación de la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones publicado en Valladolid
en 1794.
79
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
2 Para el caso español, pueden verse los trabajos coordinados por García Gracia (1997 y 2000)
sobre la dimensión del sector cultural en términos de producción y de empleo; así como el
estudio de Alonso Hierro y Sanz Martín (2001) acerca del esfuerzo inversor público y privado
en patrimonio histórico.
3 El consumo cultural representa uno de los múltiples empleos del ocio, dentro de una ética
absolutamente hedonista de la sociedad contemporánea, que ha cambiado los valores de la-
boriosidad y producción típicos de la sociedad industrial del siglo XIX por los del disfrute del
ocio y tiempo libre. Además, el individuo moderno trata de sujetarse a elementos de identidad
cercanos en el tiempo y en el espacio, frente al desarraigo que impone el fenómeno de la
globalización; y esta es la razón del interés inusitado por la historia, el patrimonio cultural y el
auge de lo local y lo regional. Para profundizar en la interpretación sociológica y antropológica
de estos cambios de valores en la sociedad actual, puede consultarse Bourdieu (1984), Ruiz
Olabuenaga (1997), Delgado Ruiz (2000) y, en este mismo libro, el trabajo de Héctor Berroeta.
80
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
(1993), Pommerenhe y Frey (1993), Benhamou (1996), Hutter y Rizzo (1997), Towse (1997 y
2003), Herrero (2001) y Blaug (2001). Un referente sobre el estado de la cuestión en el ámbito
científico español puede verse en Herrero (2002).
6 Lógicamente, pueden existir interrelaciones entre los tres objetos de análisis; por ejemplo, un
festival de música, que constituye un producto cultural perecedero mientras se celebra, pero
que puede utilizar elementos del patrimonio histórico para su realización y, asimismo, puede
reproducirse en forma de CD como grabaciones de conciertos especiales. De esta forma,
arte en vivo, uso del patrimonio histórico y reproducción de obras culturales, se producen
simultáneamente en un mismo fenómeno cultural. Respecto a estas interacciones posibles,
el lector tiene a la mano los cuatro estudios de caso latinoamericanos incorporados, como
anexo, al final de este libro.
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
8 Véase, en este sentido, las distintas revisiones de textos y convenciones que se realizan en los
trabajos de Moreno de la Barreda (1997) y Campillo Garrigós (1998).
9 El filtro de edad sobre lo que debería ser un legado patrimonial tendría que ser tan flexible
como para poder comprender en la definición, tanto las visiones tradicionales del patrimo-
nio histórico, por ejemplo, la Catedral de Burgos o la Acrópolis de Atenas; como los casos
de inversión en nuevo patrimonio cultural, es decir, los ejemplos del Museo Guggenheim
de Bilbao o la Ópera de Sidney, que representan edificios emblemáticos de la arquitectura
contemporánea y constituyen elementos de atracción indiscutible en estas ciudades.
82
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
De esta forma, el patrimonio histórico posee un valor cultural, que puede ser
jerarquizado mediante funciones de preferencia, al menos en el nivel de las conven-
ciones sociales10; y un valor económico, que puede ser mensurable, bien en forma
de precios, bien en forma de estimación de la disposición a pagar de los individuos
cuando no existen mercados relevantes (Ver Klamer, 1996 y Sanz, 2004). Entonces,
sobre la base de estas premisas y de esta definición, acometemos seguidamente la
exposición de las bases analíticas de la economía del patrimonio histórico, prime-
ro, desde una perspectiva de economía positiva, examinando las características del
comportamiento de los individuos y las formas de expresión de la oferta y la de-
manda, es decir, el funcionamiento de los mercados. Posteriormente, en la tercera
sección se contemplará el patrimonio histórico desde una perspectiva de econo-
mía normativa, es decir, la estimación de impactos y flujos, así como su contribución
en las estrategias de desarrollo económico.
10 El filtro de edad sobre lo que debería ser un legado patrimonial tendría que ser tan flexible
como para poder comprender en la definición, tanto las visiones tradicionales del patrimo-
nio histórico, por ejemplo, la Catedral de Burgos o la Acrópolis de Atenas; como los casos
de inversión en nuevo patrimonio cultural, es decir, los ejemplos del Museo Guggenheim
de Bilbao o la Ópera de Sidney, que representan edificios emblemáticos de la arquitectura
contemporánea y constituyen elementos de atracción indiscutible en estas ciudades.
83
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
Lo distintivo en este campo viene dado por la naturaleza específica de los ob-
jetos integrantes del patrimonio histórico y la dificultad de revelar su demanda
de consumo en el mercado. De esta forma podemos apuntar las siguientes pro-
piedades:
11 Pensemos, por ejemplo, en el gusto por la historia y por las bellas artes: el consumidor visita
museos, monumentos o exposiciones de arte sin encontrar saciedad a lo largo de los años,
y sus gustos son acumulativos en función del tiempo dedicado al conocimiento (capital hu-
mano) y las experiencias pasadas. Véase, al respecto, el trabajo de referencia de G. Becker y G.
Stigler (1977).
84
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
iii. Los bienes del patrimonio histórico no son una mercancía cualquiera, sino
que comportan una experiencia cultural de carácter cualitativo (por ejem-
plo, la emoción estética de contemplar un cuadro o el sentimiento íntimo
de reconocer las señas del pasado en la visita de un conjunto histórico), en
la que influyen no sólo el cúmulo de conocimientos y experiencias, sino
también el grado de incertidumbre y las “señales de información”, como lo
son, por ejemplo, las opiniones de expertos en el mercado del arte, la publi-
cidad de las guías turísticas o la información asimétrica en las estrategias de
venta de productos culturales y de ocio. Asimismo, los bienes relacionados
con el patrimonio histórico también tienen un valor de prestigio, asociado
al interés y a la preocupación por el mantenimiento del patrimonio como
seña de identidad de los pueblos y de su historia; aspecto sobre el que los
ciudadanos podrían estar dispuestos a pagar una cantidad, aun cuando no
consumiesen el bien en sí mismo. Este tipo de demandas, denominadas de
opción, de existencia y de legado, constituyen, junto con el punto anterior,
un aspecto difícil de cuantificar o de transformarse en el mercado en forma
de precios; porque, en realidad, de lo que se trata, es de la economía de un
intangible: el patrimonio histórico como proceso de identificación social.
iv. En relación con el aspecto anterior, es decir, las dificultades para revelar la de-
manda de los bienes del patrimonio cultural, el problema se agrava aún más
porque, generalmente, se trata de demandas colectivas, bienes conjuntos, y
los precios que se pagan en muchas ocasiones están incentivados y, por lo
tanto, no revelan auténticamente el grado de escasez o de deseabilidad de
los bienes culturales. Esta es la razón por la que existen propuestas metodo-
lógicas específicas para la valoración económica de este tipo de bienes-no
mercado, cuestión sobre la que incidiremos con más detenimiento en la Sec-
ción tercera dedicada al análisis normativo de la economía del patrimonio.
una vez realizado el consumo. En las primeras, el “mercado de críticas” cumple una función
esencial en la formación de las preferencias..
85
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
86
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
iv. Por último y en relación con las condiciones de provisión y atención de los
elementos integrantes del patrimonio histórico, cabe decir que la mayor
parte de éstos tienen el carácter de bienes públicos o semipúblicos, es
decir, que manifiestan problemas de apropiabilidad de los resultados de
su consumo o su producción y, por lo tanto, en una economía de merca-
14 Esta es una de las razones por las que numerosos legados patrimoniales, que permanecían
en situación de olvido o de ruina, se hayan recuperado como explotación de uso turístico o
como elementos de atracción de visitantes, en un contexto de creciente interés por el turis-
mo cultural, turismo rural, interés por el pasado, etc.
15 Cabe pensar, en este sentido, en los denominados “distritos culturales” o en ciudades carac-
terizadas por la congestión cultural, como Venecia, Florencia, Toledo, etc.
16 Esta es la causa por la que la buena parte de las riquezas artísticas hayan sido siempre objeto
de coleccionismo privado, ya que se trata de bienes únicos y no sustitutivos.
87
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
i. Buena parte de los bienes culturales, sobre todo los integrantes del patri-
monio histórico, tienen un carácter único, no sustitutivo; y esta es la razón
por la que casi nunca hayan sido objeto de mercado, sino de coleccionis-
mo. Sin embargo, sí que procuran una serie de rentas por los servicios y
valores que puedan demandarse en relación al objeto patrimonial. Enton-
ces, y puesto que se trata de una oferta fija, el titular del recurso o quien lo
explota se apropia de dichas rentas en régimen de monopolio espacial, o
al menos de competencia monopolística si estamos en una situación de
relativa abundancia patrimonial, en la que los distintos recursos compiten
entre sí, haciendo la oferta cultural más elástica.
ii. Existe una particularidad en el caso del mercado de las obras de arte,
puesto que a pesar de que se trata de obras únicas, la posibilidad de
revenderlas les confiere un estatuto de activo financiero, avalado por
88
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
18 Pensemos, por ejemplo, en el impacto de los best-seller o de las películas representadas por
estrellas de cine reconocidas.
89
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
Como ya hemos señalado en la introducción, Adam Smith consideraba que las pro-
fesiones dedicadas al arte, la cultura y el esparcimiento no contribuían a la riqueza
de las naciones, sino que, por el contrario, constituían el ámbito por excelencia del
trabajo no productivo. La argumentación económica que hay detrás de tal asevera-
ción consiste en que este tipo de actividades no generan valor agregado, sino que
constituyen un servicio final que se acaba en el mismo momento de su producción
y consumo. Reconoce, no obstante, las remuneraciones excepcionalmente altas de
90
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
estas profesiones, que en realidad resultan ser el pago por el ingenio, la habilidad, la
admiración o, incluso, el descrédito social de algunas ocupaciones, especialmente
las que tenían que ver con el entretenimiento y la diversión.
Considerando el contexto de la época en la que se escribe la obra de A.
Smith y la sensatez de sus argumentos, no deja de ser sorprendente encontrar-
nos con estas afirmaciones cuando, en la actualidad, la industria de la cultura y
el ocio constituye un sector económico de enorme pujanza; y el interés por la
cultura prevalece en la sociedad contemporánea, pues, de constituir un placer
escaso, se ha convertido en una exigencia de muchos ciudadanos; de ser acce-
soria y un producto para la distracción, en uno de los consumos más habituales;
de minoritaria y elitista, al consumo en masa. En definitiva, la cultura y el ocio
constituyen, en la actualidad, una fuente de riqueza y, a la vez, uno de los rasgos
más significativos del comportamiento del hombre contemporáneo.
En efecto y respecto de la primera aseveración, García y otros (2000) ha es-
timado que el conjunto de actividades relacionadas con el ocio, el esparcimien-
to y la cultura representan en España un 4,5 % del PIB en 1997, siendo en 1992 un
3,1%19. Además, el valor agregado bruto generado se debe fundamentalmente a
la iniciativa privada, en contraposición al sector público que tan sólo aporta el 8
% del valor total; lo cual viene a demostrar el carácter mercantil de este tipo de
productos y servicios relacionados con la cultura y el ocio, frente a la creencia
generalizada de que todo lo que tiene que ver con la cultura presenta o debería
presentar un carácter público e incomerciable.
De igual modo, el nuevo comportamiento de la sociedad actual respecto de
la cultura hunde sus raíces en la sociología y tiene que ver con la denominada “Civili-
zación del Ocio”, cuyo fundamento no reside en que los ciudadanos estén viviendo
en una sociedad plena de abundancia, sin necesidad de trabajar y en perpetuo
descanso, sino porque el ocio ha pasado a ocupar un lugar central en la jerarquía
de valores de los ciudadanos y el trabajo se considera como una servidumbre, un
peaje necesario. En esta contradicción, entre los valores de laboriosidad heredados
de la revolución industrial y la ética absolutamente hedonista de la contempora-
neidad, se explican multitud de empleos del tiempo de ocio de la sociedad actual,
como son el boom del deporte, la extensión del turismo, el consumo de cultura, o,
91
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
Algunas de las cuestiones anteriormente reseñadas tienen que ver con el com-
portamiento de los agentes económicos respecto del patrimonio cultural y su
20 Véase precisamente, como ejemplos de esta aseveración, el uso que se ha dado a las Capi-
talidades Europeas de la Cultura, como ocasión para la transformación urbana, el impulso
de la economía local y, sobre todo, el posicionamiento de la imagen internacional de estas
ciudades. Véase Richards (2000) y Herrero et al (2004)
92
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
93
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
24 Nos referimos, fundamentalmente, a los métodos de costo del viaje, precios hedónicos y
valoración contingente, cuya fundamentación analítica puede consultarse en Sanz y Herrero
(2000) y Azqueta (1996), así como algunas aplicaciones de dichas técnicas en Sanz (2004),
Santagata y Signorello (2000), Cuccia y Signorello (2000) y Bedate, Herrero y Sanz (2004 y
2006). Para el caso chileno puede verse una reciente investigación doctoral sobre uso de
la valoración contingente y el análisis costo beneficio para la evaluación de un proyecto de
recuperación del patrimonio cultural urbano de Valdivia en Baez (2007).
94
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
26 Existen cada vez más estudios de dimensión del sector cultural en diferentes ámbitos te-
rritoriales, pero no son tantos los trabajos que estiman el impacto económico de distintos
eventos culturales. Véase en este sentido los análisis de Herrero et all (2004) sobre el impacto
de Salamanca 2002, Ciudad Europea de la Cultura; y la investigación de Devesa (2006) sobre
la trascendencia económica de un festival de cine acreditado, la Semana Internacional de
Cine de Valladolid.
95
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
27 Véase, en este sentido, los ejemplos planteados en Bianchini y Parkinson (1993) y el trabajo de
Dziembowska y Funck (2000)
28 El caso de los bienes inmuebles (edificios, sitios arqueológicos y conjuntos históricos) está
96
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
bien claro, pero también podríamos asignar esta característica al conjunto de bienes mue-
bles del patrimonio cultural, si consideramos que muchos de ellos pertenecen a un museo
o a una colección, que tiene un carácter inamovible y no se altera, salvo en circunstancias de
préstamos para exposiciones.
29 Por establecer un ejemplo extremo, la demanda de turismo de las Pirámides de Egipto de-
pende básicamente de la relación de precios, renta y preferencias de los turistas occidenta-
les, más que de la demanda interna.
30 Por eso, especialmente en los casos del patrimonio histórico edificado, resulta conveniente
sobrepasar la idea de “restaurar por restaurar”, sino convencerse de que se debe restaurar y
acompañar de los servicios que puedan demandarse en el futuro. Sobre estos argumentos
puede consultarse Herrero (1998) y Greffe (1990).
97
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
gurando como uno de los componentes más dinámicos del sector turístico
en general (Cf. Richards, 1996 y Herrero, 2000) y, por lo tanto, se incremen-
tan las oportunidades de aprovechamiento para las regiones con una ofer-
ta cultural atractiva. Entre las razones de este notable ascenso podemos
mencionar, en términos generales, el cambio en los modelos de compor-
tamiento turístico, que se concretan en la sustitución del escapismo por el
enriquecimiento; es decir, la decadencia de lo que tradicionalmente enten-
díamos como turismo de sol y playa, por un turismo más segmentado y exi-
gente, en el que se valoran cada vez más los aspectos ligados a la cultura, el
patrimonio, el medio ambiente, el descubrimiento de nuevos sitios, etc. Asi-
mismo, para muchos autores (Richards, 1996, Harvey, 1989; Herrero, 1997), el
fenómeno del turismo cultural constituye también una reafirmación de las
propiedades de la denominada era de la postmodernidad, en la que el des-
arraigo del hombre contemporáneo por el fenómeno de la globalización
y el imperio de lo efímero, está impulsando una búsqueda de autenticidad
e identificación en el pasado y en lo cercano. Desde este punto de vista se
entienden el rescate de numerosos legados patrimoniales, la moda por la
arqueología industrial, la tematización y segmentación de los museos, etc.
vi. Por último, la cultura y el patrimonio histórico han constituido uno de los
campos por excelencia para la intervención pública; sin embargo, en la ac-
tualidad también hay quienes justifican un mayor protagonismo del sector
privado, desde el momento en que el consumo de cultura depende, en úl-
tima instancia, de preferencias individuales. Las críticas más frecuentes que
se realizan en este sentido a las políticas culturales de rango público giran
fundamentalmente en torno a tres temas. En primer lugar, la eficacia de las
instituciones culturales en relación con el mercado, y por lo tanto, todo lo
que tiene que ver con fallos del gobierno, comportamiento de las organi-
zaciones, delegación de preferencias individuales al Estado, multiplicidad
de las administraciones en materia de cultura, etc. En segundo lugar, la so-
brestimación de los efectos externos y la necesaria evaluación del costo de
oportunidad de las inversiones culturales; y, por último, los efectos antidis-
tributivos de las subvenciones en cultura, en el sentido de que provocan
la aparición de buscadores de renta, por un lado y, además, el producto
cultural final puede tener muchas veces un destino reducido (élite cultural)
más que generalizado en toda la sociedad.
98
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
31 Por ejemplo, con el argumento de que el patrimonio cultural debería estar a disposición
de todo el mundo y no sólo al alcance de los que pueden permitírselo. Sin embargo, exis-
ten opiniones contrarias a esta aseveración, ya que quienes disfrutan del consumo cultural
suelen ser un grupo minoritario de la población, con rentas medias o altas, de forma que la
supuesta gratuidad de la cultura se convierte finalmente en un objetivo desigualitario. Cf.
Grampp (1991).
99
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
32 Puede consultarse Heilbrun y Gray (1993), Farchy y Sagot-Duvaroux (1994) y Fernández López
(2000).
100
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
34 Esto es importante desde el momento en que la financiación de los bienes públicos suele
realizarse mediante la recolección forzosa y generalizada de impuestos a todos los ciudada-
nos, con independencia de que consuman o no bienes culturales. Sin embargo, en el área del
patrimonio cultural, tan peligrosa puede ser la imposición de los “gustos superiores” como
la rendición a los “gustos de masa”, de forma que lo ideal sería encontrar el justo equilibrio
entre los dos extremos. En todo caso, un acercamiento mayor entre los costos de provisión
del patrimonio histórico y su financiación por parte del usuario directo, resolvería muchos
problemas en este sentido.
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105
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
106
Análisis de la gestión de cuatro bienes
de carácter patrimonial
Presentación
En el anexo del libro que tiene en las manos, el lector encontrará cuatro trabajos
que describen el manejo de bienes inmuebles de valor patrimonial que fueron
seleccionados por el equipo de investigadores porque poseen características
similares a aquellos casos respecto de los cuales el proyecto tiene la misión
de hacer factible una gestión modelada1. Para respetar, entonces, la diversidad
muestral del proyecto, fueron seleccionados para este estudio los siguientes bie-
nes: el Centro Español de Concepción (Chile), el Centro Cultural “El Almendral”
(San Felipe, Chile), el Museo- Centro Cultural “Aldea Intercultural Trawupeyum”
(Curarrehue, Chile) y el Fuerte San Diego (Acapulco, México). Los cuatro textos
describen los aspectos clásicos de una gestión: características, usos, manejo
administrativo y operacional, demanda, agentes participantes, financiamiento,
plan de manejo, etc., y terminan señalando algunos aspectos del manejo que
serían inhibidores o dinamizadores de los procesos de gestión.
Ahora bien, como el propósito general de la investigación es modelar la
gestión de bienes patrimoniales, resultó imprescindible mirar los casos compara-
tivamente con el fin de poner en evidencia algunas regularidades que se obser-
107
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
2 A lo largo de nuestra investigación se fueron levantando algunas preguntas que nos pare-
cieron muy ordenadoras para pensar relacionalmente la gestión de los bienes patrimoniales:
¿Cómo condiciona la naturaleza del bien la incorporación de diversas clases de agentes en
la gestión del bien? ¿Qué tiene de atractivo el bien patrimonial que hace que agentes invier-
tan en ellos sin buscar necesariamente una compensación económica directa? ¿Qué costos/
beneficios obtienen las diversas clases de agentes en su manejo? ¿Qué tipo de oferta se ha
preferido para estos espacios? ¿Cuál es el rol que tiene la participación?
108
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
cada caso se resuelven, para bien o para mal, los tres problemas centrales que
debe enfrentar cualquier gestión en esta área patrimonial: la conservación, la
participación y la rentabilización3.
I. Análisis sustancial
a. Ubicación
3 De manera, entonces, que dos preguntas centrales que guiaron esta segunda parte del
trabajo, han sido las siguientes: ¿Cómo se articulan en nuestros casos las dimensiones de
conservación, participación y rentabilización? y ¿Cómo esta articulación afecta positiva o
negativamente en el funcionamiento del bien?
109
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
En los casos estudiados es muy evidente que los visitantes son un actor
central en la gestión cuando el bien forma parte de circuitos turísticos
más amplios, sobre todo a la hora de diseñar la oferta o buscar vías de
financiamiento. Es la ventaja que aprovecha el Fuerte de Acapulco de una
región de atracción turística mundial y epicentro del sistema de interco-
nectividad hacia el interior del país azteca. Algo equivalente —aunque en
muchísima menor escala—le acontece a Curarrehue por su proximidad
con rutas internacionales y con un frecuentado sistema de áreas silvestres
protegidas. Por el contrario, los bienes de Concepción y, más marcada-
mente todavía, de San Felipe se encuentran alejados de centros urbanos,
turísticos o carecen de conexiones de tránsito más amplias, todo lo cual
condiciona una menor accesibilidad de visitantes. De hecho, en estos
dos casos, la oferta se dirige principalmente a los habitantes del entorno,
como sucede con los programas educativos de El Almendral o con los
servicios concesionados, el arrendamiento de espacios y los eventos de
difusión cultural del Centro Español de Concepción.
b. Arquitectura
5 Es frecuente que, por ejemplo, los habitantes guíen a los visitantes en el descubrimiento de
sus lares, o desarrollen emprendimientos en torno a los bienes, o gocen preferentemente de
ellos y libres de tarifas.
110
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
c. Tradición
El carácter patrimonial del bien no proviene solamente de los méritos físicos del
inmueble o de su arquitectura, sino de los usos que grupos sociales le vengan
dando a lo largo de un período significativo de tiempo. Este último aspecto es
un elemento central del patrimonio intangible al que la legislación de nuestro
país ha comenzado a ocuparse desde hace muy poco tiempo.
Según lo que hemos visto, la tradición que pesa sobre los bienes guarda
directa relación con dos aspectos ligados al fenómeno patrimonial. El primero,
que asociaremos al sujeto patrimonial, consiste en que algunas clases de agen-
tes —por indicárselo su experiencia colectiva— se sienten invitados a un lugar,
mientras que otros se sienten marginados. El segundo, que asociaremos a los
usos, informa que hay funcionalidades contemporáneos que son perfectamen-
te afines con los usos tradicionales mientras otras, en cambio, no lo son. Los ca-
sos estudiados demuestran que si se quiere introducir cambios, en cualesquiera
de estos dos aspectos de la tradición, se deberá invertir energía y recursos en
un necesario proceso de resignificación simbólica pues, de no hacerlo, se estará
condenando el bien a su abandono6.
6 Puede darse el caso que la funcionalidad del bien no sufra una gran modificación en el tiem-
po, lo que explica por qué, a menudo, sea el mismo propietario quien asuma la gestión,
restauración y conservación de un bien (Centro Español de Concepción). En ocasiones, en
cambio, los bienes deben cambiar radicalmente su funcionalidad lo que lleva al propietario a
renunciar, total o parcialmente, a la gestión del bien (Centro Cultural El Almendral). Finalmen-
te, puede suceder que los usos cambien pero el propietario, luciendo de gran versatilidad,
lidere la tarea de resignificación (Fuerte de Acapulco).
111
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
Sujeto patrimonial
Mientras la población campesina del entorno no se siente “naturalmen-
te” invitada al convento —no así a la feria local que se ubica enfrente
a la puerta de ingreso— las comunidades de identidad, en especial en
círculos intelectuales, ven en El Almendral un lugar de fácil identificación
y acceso; en el Centro Español penquista, pocos “mestizos” se entrome-
ten en un espacio que permanece fuertemente vinculado a la clase go-
bernante, de forma análoga como en Curarrehue los visitantes criollos se
incomodan con el enfoque intercultural del lugar; el Museo de Acapulco,
organizado en función de la demanda turística, mantiene a la comunidad
local distante de esta experiencia.
Usos
Se aprecia en los casos la introducción de usos que, en mayor o menor me-
dida, representan una continuidad con la tradición del inmueble. En Aca-
pulco la continuidad está doblemente reforzada porque, por una parte, las
colecciones reúnen objetos contemporáneos al fuerte y, por la otra, éstos
son distribuidos en espacios correspondientes a uso original (el mobiliario
de cocina es exhibido en el espacio que fue la cocina del fuerte, y así res-
pectivamente). Igual grado de preocupación por la continuidad de los usos
se aprecia en el museo-centro cultural de Curarrehue en donde se exhibe
el patrimonio intangible del territorio donde el bien está situado. Por su
parte, en Concepción y San Felipe la continuidad en los usos es más frágil. El
club social quiere ampliar su giro a un centro cultural, cambio que se atenúa
orientando las manifestaciones culturales y académicas hacia temáticas his-
pánicas o interculturales. El convento-casa de ejercicios, por su parte, sufrió
una transformación hacia centro cultural pero que también supo dosificar
gracias a que los nuevos administradores provenían de comunidades ecle-
siales y que la orientación ideológica del centro (desarrollo local y autoges-
tión) es cercana o compatible con los ideales eclesiásticos.
d. Ideología
7 En su trabajo agregado a este volumen, Héctor Berroeta nos avanza elementos de análisis de
la dinámica social en torno al bien patrimonial.
112
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
Tomando en cuenta los atributos de los bienes patrimoniales, tanto físicos (ubica-
ción y arquitectura) como inmateriales (tradición e ideología), estamos en mejores
condiciones para comprender por qué ciertos tipos de agentes están dispuestos
a invertir ideas, trabajo o dinero en ellos, y otros no lo están. Pues los atributos
determinan fuertemente la funcionalidad, tanto en un sentido material como sim-
bólico, lo que nos da una clave valiosísima para comprender el interés que el bien
despierta en diversas clases de agentes (beneficios) y los inconvenientes y limita-
ciones inherentes a la patrimonialidad que deben sortearse en la gestión (costos)
113
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
Beneficios
Entre los beneficios que brindan los bienes patrimoniales examinados, distin-
guiremos los que se obtienen de su simple condición de inmueble, por ejemplo
en tanto casa-habitación, almacén, bodega, etc., y los beneficios que se derivan
de su exclusiva condición de bien cultural. Estos últimos son los beneficios en
los cuales concentraremos nuestra atención porque guardan estrecha vincula-
ción con el tema de esta investigación.
Hemos visualizado que estos beneficios especiales pueden agruparse se-
gún tres funcionalidades predominantes, las que rotulamos así: asiento e ima-
gen, escenario y museo. Por razones analíticas las funcionalidades las estudia-
remos por separado a pesar de que, en la práctica, ellas suelen presentarse en
forma mancomunada.
114
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
b. Escenario
El edificio patrimonial dota a los eventos políticos, sociales o culturales
de una infraestructura que puede reunir óptimas condiciones físicas al
mismo tiempo que de una atmósfera histórica y cultural propia de un
entorno escénico.
En los casos estudiados, sin excepción, el bien patrimonial es apro-
vechado como escenario para el desarrollo de actividades que se
potencian por la atmósfera que envuelve el lugar. En Acapulco, las
colecciones se destacan en el escenario de época que brinda el fuer-
te. Por su parte, el convento de El Almendral, el centro penquista y
el museo-centro cultural aprovechan esta ventaja facilitando el lugar
para encuentros culturales, científicos e intelectuales, así como para
el desarrollo de eventos sociales.
c. Museo
Dada la belleza escénica o la significación simbólica, en forma aislada o in-
tegrados a un conjunto de otros bienes muebles o inmuebles, el comple-
jo patrimonial es capaz de acoger y rentar de la visita, cuya funcionalidad
no está vinculada a ningún uso en particular más que con el placer de
contemplar y admirar lo exhibido. Esta cualidad es particularmente ob-
servable en bienes que se encuentran emplazados en un territorio más
amplio de atracción turística.
115
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
Costos
a. Conservación
El requerimiento particular de preservación de estos bienes impone cargas
especiales y pesadas a los ocupantes, como lo son la demanda por una
especialización en materiales y mano de obra, elementos que no están fá-
cilmente disponibles en el mercado, así como las dificultades de acceso al
crédito financiero y la aseguración.
b. Oportunidad
La naturaleza pública de los bienes patrimoniales genera demandas con-
tradictorias, por un lado de accesibilidad y, por el otro, de uso racional
a fin de preservarlo a las generaciones futuras. Pues bien, la ética de la
accesibilidad impone restricciones al tarifado de ingreso y la racionalidad
9 Sobre esta condición de los bienes patrimoniales y sus efectos sobre las relaciones económi-
cas, véase el artículo de Luis César Herrero incorporado en esta obra.
10 Conscientes de las restricciones que impone la calidad de monumento nacional, la directiva del
Centro Español de Concepción ha descartado la idea de pedir para su sede social este carácter.
116
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
11 Para comprender las implicancias del no uso en las esferas económicas y de gestión pueden
consultarse las aportaciones de Orellana y Devesa en este libro.
117
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
b. Economía simbólica
13 En el caso de CIEM, el uso de los edificios para albergar actividades académicas y universita-
rias rectifica en parte lo aseverado.
118
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
c. Sustentabilidad
14 A pesar de que no se ha producido un incremento en el uso del espacio, lo que lleva a algu-
nos a llamar al Centro Español como “elefante blanco”. Desde nuestro punto de vista, este
caso enseña una lección: es un error restaurar el bien sin previamente contar con un plan de
usos y actividades.
119
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
Si bien los bienes patrimoniales ofrecen varios beneficios exclusivos a sus tene-
dores o usufructuarios, también imponen un conjunto de restricciones absolu-
tamente excepcionales atendidas sus condiciones de bien público (accesibili-
dad, no apropiabilidad) y de bien histórico (costos de conservación y de no uso).
En este mismo libro, el profesor Luis César Herrero nos hace ver que la economía
del patrimonio no gira en torno a precios a los cuales puedan traspasarse estos
costos, sino a rentas que provienen, indirectamente, de la gestión del patrimo-
nio. Estas condiciones imprimen la necesidad de buscar vías múltiples, diversi-
ficadas y pertinentes de financiamiento de los proyectos, complementarias a la
propia de la oferta, que deben capturar desde los subsidios estatales hasta la
responsabilidad social empresarial y la capitalización del voluntariado.
Veamos qué vías de financiamiento especiales se registran en nuestros casos.
b. Mecenazgo
120
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
c. Cesión de tenencia
Se observa que los tenedores o propietarios del bien pueden incorporar nuevos
ocupantes a quienes ofrecen espacios a cambio de una renta, el pago de cuotas
sociales o, simplemente, de una compañía que agregue valor social al espacio.
La evolución del público del Centro Español de Concepción es elocuen-
te en este aspecto revitalizador. Los migrantes españoles han sido lenta-
mente sustituidos por su descendencia o por nuevos clientes mestizos,
modificando para ello los estatutos sociales. Aún más significativo en este
aspecto es la decisión corporativa de renovar completamente el primer
piso del edificio y buscar locatarios exclusivos. En Almendral y Concep-
ción se produce el arrendamiento de salones para eventos sociales.
Puede darse también que el propietario quiera compartir la tenencia del bien
con nuevos tenedores, quienes se comprometen con el desarrollo de alguna
actividad considerada vital para la organización y de la cual pueden rentar ma-
terial o simbólicamente.
En el Centro Español de Concepción, la directiva asume directamente
la gestión de casi la totalidad de la oferta del lugar, con excepción de
ciertas actividades que no son de su giro pero que agregan valor social
—antiguamente el Centro de Estudios Hispánicos y hoy el consulado es-
pañol— o servicios —como bar y restaurante— que prefiere delegar en
una empresa concesionaria.
e. Emprendimientos
121
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
f. La tarifa de ingreso
g. Voluntariado
A pesar de que una de las características con las cuales se piensa a los objetos
patrimoniales es su carácter de ser bien público, es decir, un objeto de uso
122
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
a. En el dominio
En la mayor parte de los casos estudiados, la propiedad del bien recae en una
institución jurídica hegemónica, sea de dominio fiscal o particular. Sin embargo,
no debe descartarse que un bien —en este caso patrimonial— pueda ser de
propiedad colectiva y, en este sentido, transformarse en un medio de partici-
pación abierta.
Es el caso del Centro Español de Concepción respecto del cual cada socio se
hace indirectamente dueño del bien mediante el pago por membresía. Se trata
de una forma de capitalización equivalente a la adquisición de acciones en las
sociedades anónimas. En el convento de El Almendral, en Acapulco y en el mu-
seo de Curarrehue, el dominio es de una institución mayor, respectivamente la
Iglesia Católica, el Estado mexicano y la Municipalidad local. Sólo en este último
caso se ha estudiado la alternativa de traspasar el proyecto a una corporación
integrada por un conjunto de organizaciones y/o personas naturales.
b. En la gestión
15 En este mismo volumen puede leerse a este respecto el artículo de Juan Orellana.
123
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
c. En el financiamiento
d. En el uso directo
124
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
con mayor disposición a un pago reclama el uso del bien como escenario para
eventos o visita turística, principalmente.
e. En la valorización
f. En las rentas
125
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
g. En las externalidades
Se refiere a los beneficios o costos obtenidos por aquéllos que sin participar en
el gestión del bien o en las actividades económicas, son impactados positiva o
negativamente con la revitalización del bien.
En Concepción, se beneficia la comunidad hispana por poseer este icono
urbano, y en San Felipe los vecinos se beneficiaron, pues el barrio fue
embellecido a partir de la restauración del convento. Para los proyectos
museológicos de Curarrehue y Acapulco, los beneficios económicos in-
directos por su existencia son de proporciones. En el primer caso, a lo
menos en el discurso, al museo se le atribuye el carácter de “palanca” del
desarrollo de la comuna.
126
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
costosos proyectos de restauración y los vagos planes de uso17. Las cosas suce-
den como si la condición de bien meritorio de un inmueble patrimonial pudiera
justificar, por sí mismo, cualquier inversión física, independientemente de los
usos correspondientes. En favor del Centro Español de Concepción opera, por
supuesto, la atenuante que las inversiones se han hecho con fondos privados,
circunstancia que le permite darse el lujo de restaurar sin tener que justificar lo
invertido en relación con la explotación posterior. Tal privilegio no podríamos
concederlo tan fácilmente a proyectos de restauración que cuentan con inver-
sión de recursos públicos, en cuya gestión pesa una racionalidad administrativa
orientada a fines que puedan justificarse social y económicamente.
De manera que en la tríada conservación-participación-rentabilización, en
este club social la dimensión “conservación” resulta absolutamente favorecida.
Sin embargo, si bien el futuro de los edificios está por ahora asegurado, el del
establecimiento mismo, el del club social de la colonia española, se encuentra
aún incierto, justamente por el alicaído funcionamiento que exhibe en la actua-
lidad. No nos parece que esta situación que afecta al club se explique porque el
rubro de club social esté obsoleto, a pesar de que el sello propiamente hispáni-
co pueda estar desperfilándose cada vez más por motivos demográficos18.
Los ejes participación y rentabilización aparecen, entonces, en situación de
desventaja sin que encontremos una razón estructural ni una decisión corporativa
que la explique. Simplemente, podríamos estar en presencia de un caso de subutili-
zación de recursos atribuible, en una inmensa proporción, a la gestión del bien y del
establecimiento que éste alberga. Por ejemplo, en cuanto a lo primero, la rentabili-
dad económica del centro se concentra excesivamente en la gestión inmobiliaria de
los locales comerciales situados en la planta baja del club; y, en cuanto a lo segundo,
el club no se beneficia mayormente del movimiento de los servicios concesionados
de bar y restaurante, los que se hallan bastante alejados de la vida corporativa.
A nuestro entender, si hacemos caso al éxito de las últimas actividades
emprendidas de difusión cultural, el camino de la revitalización de este espacio
social penquista pasa por el tercer eje de la gestión del club, la participación
social, la cual, según lo que hemos visto a lo largo de la investigación, es la me-
nos equilibrada en la tríada, a pesar de su naturaleza de bien semi-público. La
apertura de espacios de participación, en primer lugar hacia sus socios, podría
17 Sobre esta brecha se refiere Javier Adán en el primer artículo de este libro.
18 En efecto, si bien el sello de colonia tiene que decaer a la par de la baja de la migración, nadie
puede poner en duda la viabilidad de la oferta de club social en nuestro país. Incluso, podría ir in
crecendo si consideramos, entre otros aspectos, el crecimiento de grupos de la tercera edad.
127
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
128
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
centrales tan bien concebidas, una red de colaboración activa y un capital hu-
mano y patrimonial excepcionales.
3. El Museo-Centro Cultural
“Aldea Intercultural Trawupeyum”
129
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
La presencia del Estado mexicano en San Diego es aún más determinante que
la que tiene el Estado chileno en Curarrehue. Aquí el Estado es dueño del bien
patrimonial, financia casi completamente su funcionamiento y lo dirige unilate-
ralmente; este último único aspecto marca una diferencia con Curarrehue don-
de las decisiones concernientes al proyecto son compartidas con otros partici-
pantes de la sociedad civil. Coincidiendo con el Centro Español de Concepción
en la alta centralización de la administración, la que ofrece escasos espacios
para la participación social, el museo de San Diego se diferencia del primero en
el hecho que la oferta levantada funciona en forma óptima.
San Diego posee un mercado consolidado de visitantes gracias a la
oportuna combinación de algunos elementos claves: la ubicación privile-
giada y el interés histórico que éste representa para un flujo constante de
turistas que llegan sin tregua; la inserción del proyecto en la trama urbana y
turística de la ciudad; y una organización de la oferta museológica muy efi-
ciente en manos del INAH y unos equipos profesionales altamente capaci-
tados. Probablemente, también, el modelo de gestión del Centro penquista
funcionaría si estuviera en un territorio de características similares a las del
caso azteca.
De manera que si los investigadores observan que la alta centralización
de la administración y operatividad en manos de la INAH representa un factor
negativo a la hora de evaluar el funcionamiento del fuerte, lo hacen con la
convicción que la apertura a la participación de los habitantes podría rentabi-
130
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
lizar más el proyecto desde el punto de vista social, sin producir efectos con-
traindicados en las otras dimensiones propias de oferta museológica. En las
actuales circunstancias, el modelo logra producir una propuesta equilibrada
que no descuida ninguno de los elementos de la tríada: ni la conservación, ni
la rentabilización, ni la participación. Empero, el óptimo de la gestión podría
lograrse si se fortalece, en el eje de la participación, la incorporación de los
habitantes (hoy limitada al mecenazgo de las familias ricas y algunos progra-
mas de extensión) y, por ello, en el eje de la rentabilización, lo que llamamos
la rentabilización social.
5. Conclusiones
131
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
132
La evaluación económica
del patrimonio cultural
1. Introducción
1 Sobre la emergencia y constitución de este campo disciplinario, podrá leerse en este libro el
trabajo de Luis César Herrero.
133
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
riales que una sociedad hereda, interpreta, dota de significado, se apropia, disfruta,
transforma y transmite; es referencia para la identidad, fuente de inspiración para la
creatividad y sustento para las proyecciones de futuro de los individuos”.
Estas definiciones de patrimonio cultural ponen de manifiesto, por una
parte, la variedad de elementos que recoge este concepto, lo que dificulta su
delimitación y estudio. Expresan, por otra parte, los diferentes tipos de valores
que se reconocen al patrimonio hoy en día: su valor cultural, su valor económi-
co y su función social, lo que de nuevo complica su medición. En definitiva, las
particularidades del patrimonio histórico como bien cultural, la distinción entre
valor cultural y valor económico, su función social, el carácter de bien público
del patrimonio, la existencia de externalidades o la falta de mercados en los que
revelar las preferencias, hacen que la valoración o evaluación del patrimonio
cultural sea complicada, tanto desde un punto de vista teórico como práctico.
Tal como ha señalado Luis César Herrero en otro capítulo de este libro, la eco-
nomía de la cultura, en particular la economía del patrimonio histórico o cultural, es la
disciplina que ha emprendido el desafío de estudiar el patrimonio en toda su comple-
jidad. Dentro de esta rama de la economía se destacan tres grandes áreas de trabajo:
los estudios orientados a lograr una conceptualización y regulación del patrimonio
cultural; los estudios de flujos generados por el patrimonio y su relación con el turismo
cultural; y los trabajos empíricos de valoración del patrimonio (Báez, 2007).
En ese sentido, el objetivo de este artículo es revisar, por una parte, el pro-
blema de la asignación de valor en el ámbito de los bienes culturales y del patri-
monio histórico, y, por otra, recorrer las principales metodologías de evaluación
desde una perspectiva económica. Asimismo, realizaremos algunas reflexiones
sobre los diferentes métodos de evaluación analizados y concluiremos el texto
con algunas ideas sobre la importancia del valor cultural de los bienes culturales.
134
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
Como indicó Herrero en este mismo libro, el valor cultural tiene un carácter
cualitativo vinculado al contenido como creación artística, a la belleza o al signi-
ficado histórico, lo que dificulta la ordenación de las preferencias individuales y/o
colectivas y es susceptible tan sólo de valor de rango ordinal. El valor económico,
por su parte, tiene un carácter cuantitativo determinado por el conjunto de rentas
que giran en torno al mismo, así como por el flujo de bienes y servicios al que
pueda dar lugar, siendo también susceptible de un valor de rango ordinal. En
cualquier caso, los precios —cuando existen— corresponden solamente a una
aproximación del valor. Un problema adicional que encontramos es que, en mu-
chos casos, el patrimonio histórico está compuesto por bienes públicos puros
o cuasi-puros para los que no existe un mercado ni, por tanto, un precio, lo que
obliga al uso de metodologías de evaluación indirectas para obtener su valor.
A estos dos valores debemos añadir una función fundamental del patri-
monio cultural, como es la función social, derivada a su vez de su valor cultural.
Como expresión de la inteligencia del hombre y los pueblos y como legado de
sus ideas, los bienes culturales suponen un signo de identidad individual y co-
lectiva y tienen, por tanto, un papel fundamental en la construcción de la iden-
tidad, en la cohesión social y en la conservación de la memoria y la diversidad
cultural2. Este valor social también debe ser considerado a la hora de conservar
y poner en valor los bienes integrantes del patrimonio histórico.
Para complicar aún más las cosas, a la hora de valorar el patrimonio histórico
debemos tener en cuenta todos los componentes del valor económico, partiendo
del componente más evidente, como es el que se obtiene del disfrute del bien en sí
mismo, de su uso directo, y que nos proporciona lo que denominamos valor de uso.
Sin embargo, existe también un valor de no uso o valor de uso pasivo relacionado con
el interés que puedan tener los individuos en contribuir al mantenimiento y/o provi-
sión de un bien cultural, aun cuando no hagan un consumo directo del mismo.
La duplicidad de valores asignados —cultural y económico— así como la
complejidad del valor económico asociado, han sido los argumentos habituales
para validar la intervención pública en la cultura y, más concretamente, en la tutela y
gestión del patrimonio histórico. A estas justificaciones se suma su carácter de bien
público y las externalidades positivas que genera tanto desde el punto de vista de la
producción (en la medida que el patrimonio cultural opera como factor generador
de rentas, empleos y actividades relacionadas) como del consumo (en la medida
que fortalece la identidad nacional y regional, preserva el conocimiento a las gene-
raciones venideras y, en general, colabora a la mejora del bienestar colectivo).
2 Este aspecto psicosocial del patrimonio cultural es ampliamente abordado por Héctor Be-
rroeta en este mismo libro.
135
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
136
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
pre revelen sus preferencias de manera correcta; incluso, en ciertos casos, los
mercados en que se revelan no tienen por qué ser competitivos3.
En el caso de los bienes culturales públicos —caracterizados por la no ri-
validad y la no exclusión en el consumo— la determinación del valor se compli-
ca aún más, ya que, al no haber mercado para estos bienes, no existe un precio
que ponga de manifiesto las preferencias de los consumidores y productores
y que refleje, en definitiva, el valor atribuido al mismo. Para determinar el valor
económico en estos casos se debe recurrir a metodologías como la valoración
contingente, el método del costo del viaje o el de los precios hedónicos.
3 Sobre las particularidades del mercado de bienes culturales, puede leerse en este mismo
libro el artículo de Luis César Herrero.
137
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
La teoría del valor cultural ha cambiado mucho a lo largo del tiempo. Haciendo
gala de un cierto absolutismo, el modernismo cultural del siglo XIX y la primera
mitad del siglo XX entendía que el valor cultural estaba asociado a las caracterís-
ticas trascendentes, objetivas y universales de los bienes culturales. Sin embar-
go, a partir de la segunda mitad del siglo XX comienza poco a poco a instalarse
un cierto relativismo cultural que da forma al postmodernismo actual, el que ha
dado una interpretación más amplia y ambigua del valor de los bienes cultura-
les, sin proporcionar tampoco métodos adecuados para describir o evaluar los
bienes en toda su diversidad (Throsby, 2001)4.
4 Para un debate más amplio sobre la amplitud del valor patrimonial, véase Grampp (1991) y
Klamer (1996).
138
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
5 El valor económico de un bien cultural puede calcularse, al menos en principio, con referen-
cia a un patrón como es el dinero, a pesar de las dificultades señaladas anteriormente; sin
embargo, el valor cultural de un bien es, por su propia naturaleza, inmaterial y con muchos y
variados aspectos, por lo que no existen escalas de valores coherentes o reconocidas con las
que medir estas características (Klamer y Throsby, 2001)
139
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
Con todo, a pesar de que hayamos logrado definir los componentes del
valor cultural del patrimonio, los problemas de evaluación subsisten, básica-
mente por la ausencia de indicadores de medición estándares considerando el
pluralismo de elementos, la volatilidad de las preferencias, los cambios políticos,
etc. Al final, para no caer en la inmovilidad, los economistas optan a menudo
—como solución relativa e intermedia— a aceptar como valor cultural las con-
venciones sociales más aceptadas y prestigiosas, como las declaraciones de va-
lor de los entes públicos que tutelan el patrimonio, como la UNESCO, e incluso,
a otro nivel, las estrellas de las guías turísticas de mayor reputación.
El valor social del patrimonio y el valor cultural son dos aspectos muy cercanos y
normalmente difíciles de separar. Sostendremos que el valor social está relaciona-
do con cuatro ideas centrales: identidad, cohesión social, diversidad cultural y me-
moria. La identidad tiene que ver con el sentido de pertenencia, con aquello que
permite reconocernos como parte de una comunidad, grupo étnico, condición
de género, etc. La cohesión social, por su lado, se manifiesta en la participación
de los ciudadanos en una identidad colectiva de una comunidad más vasta, en
ciertas tradiciones. La diversidad cultural está representada por la coexistencia de
identidades y comunidades las cuales generan interrelaciones dinámicas que tie-
nen valor. La memoria, finalmente, corresponde al aprendizaje que hemos hecho
del pasado y que nos permite la comprensión del presente y enfrentar el futuro.
El análisis del valor social del patrimonio cultural deberá tener en cuenta
las diferentes dimensiones que hemos señalado (Pizano y otros, 2004) y sólo
podrá hacerlo a través de la aplicación de metodologías de tipo sociológico,
como estudios de opinión, etnográficos, entrevistas en profundidad o histo-
rias de vida, entre otros. Ahora bien, el valor social del patrimonio no dejará
jamás de estar relacionado con su valor económico puesto que los miem-
bros de la sociedad en la vida cotidiana se relacionan tanto económicamente
como simbólicamente con la cultura y los elementos del patrimonio cultural,
ya sean tangibles o intangibles (Pizano y otros, 2004). Lo anterior explica, por
ejemplo, que algunas variables económicas sean investigadas a través de in-
dicadores netamente sociales: número de elementos del patrimonio cultural,
características o actividades realizadas en torno a él, etc. O bien, explica que
en el análisis económico sean consideradas actividades de uso pasivo del pa-
trimonio, en cuanto señal de prestigio o de distinción de las personas y, sobre
todo, de los lugares. O bien que en la gestión estratégica de ciudades y regio-
140
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
De acuerdo con lo que hemos visto, el concepto de valor económico del patrimo-
nio cultural es complejo puesto que en él estamos recogiendo al menos dos com-
ponentes diferenciados. Por una parte, el valor de uso directo, determinado por el
uso y disfrute del mismo y respecto del cual el precio puede ser un indicador de las
preferencias de los individuos y del valor del elemento patrimonial. Por otra parte, el
valor de uso indirecto, determinado por los valores de existencia, opción y legado, y
para cuya evaluación serán necesarias metodologías indirectas que nos aproximen
al concepto de excedente del consumidor y al valor de los bienes integrantes del
patrimonio. Estas estimaciones económicas responderían a lo que en microeco-
nomía sería la formación del precio implícito de los bienes culturales. Sin embargo,
desde el punto de vista macroeconómico, también podemos medir el valor de la
cultura a través de la estimación de los flujos derivados en el entorno económico
o en el ámbito cultural en un determinado territorio, y que tienen que ver con las
externalidades de producción.
141
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
142
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
El método del costo del viaje trata de estimar el valor del patrimonio cul-
tural a través los costos de desplazamiento de un visitante desde el lugar
de origen hasta el lugar donde se encuentra el bien que interesa evaluar.
Esa cantidad debe considerarse como un valor mínimo de lo que el indivi-
duo está dispuesto a pagar por el mismo. Por esta vía se podrá estimar la
función de demanda del bien y, por tanto, el excedente del consumidor y
la disposición marginal a pagar.
El método del costo del viaje fue introducido por Hotelling, en 1947, en el
campo de la economía ambiental y se ha desarrollado por dos vías distintas: la
zonal, que se basa en clasificar a los individuos en zonas atendiendo a la distan-
cia recorrida; y la individual, que se diferencia de la anterior en que la variable
que explica es el número de viajes que realiza el individuo al lugar de estudio6.
Este método, aparentemente sencillo, tiene, sin embargo, algunas difi-
cultades a la hora de realizar estimaciones empíricas, entre las que Frey (2000)
destaca las siguientes: la estimación del costo de oportunidad del tiempo em-
143
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
8 Algunas referencias básicas para analizar esta metodología son Mitchell y Carson (1989), Riera
(1994) y Bateman y otros (2002).
144
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
blicos, lo que les hace no rentables para que las empresas los ofrezcan. Estimar y
expresar en términos monetarios los beneficios que los consumidores atribuyen al
patrimonio cultural podría ser un primer paso para evitar pérdidas irreversibles para
las generaciones presentes y futuras, esto es, para justificar en términos económicos
las intervenciones y sugerir instrumentos económicos eficientes (Cuccia, 2005: 782).
El número de estudios que han utilizado la metodología de la valoración
contingente en el ámbito de la cultura y el patrimonio es bastante elevado, pu-
diéndose destacar los de Santagata y Signorello (2000), Navrud y Ready (2002),
Rizzo y Towse (2002), así como la monografía del Journal of Cultural Economics
(Vol. 27, n° 3-4) dedicada al tema. Otras aplicaciones interesantes son las de Be-
date (2007) y Sanz (2004), para el caso de los museos, y la de Báez (2007), para el
caso de un conjunto patrimonial en Chile.
Hay tres elementos metodológicos en la valoración contingente que nos
parece fundamental tener presente. En primer lugar, es necesario que la selec-
ción de la muestra sea representativa por su estrecha relación con el objeto de
estudio (visitantes, habitantes locales, población regional, etc.). En segundo lu-
gar, el diseño del cuestionario resulta crucial, especialmente en lo que se refiere
a la descripción detallada del objeto a evaluar o mercado contingente, el tipo
de pregunta de disposición a pagar (abierta, dicotómica simple, dicotómica de
doble acotación, etc.) y la elección del vehículo hipotético de pago (impuesto,
entrada, contribución voluntaria). Por último, hay que añadir que en la estima-
ción de la DAP se pueden aplicar distintos métodos estadísticos en función de
la hipótesis inicial que se considere: suponer conocida la distribución de la varia-
ble DAP (métodos paramétricos), estimar la distribución pero no los parámetros
(métodos no paramétricos) o estimar la distribución junto con sus parámetros
(métodos semiparamétricos) (Sanz, 2004).
El método de valoración contingente es el más utilizado en la valoración de
bienes de no mercado, a pesar que de él no se obtiene un valor exacto del bien que
estamos valorando sino una aproximación. Es de gran utilidad puesto que ayuda
en la toma de decisiones por parte de los organismos públicos y es significativo
de la intensidad de las preferencias de los consumidores sobre bienes que no se
revelan fácilmente por su carácter no comerciable. Con todo, el método de valo-
ración contingente ha recibido críticas entre las que destacamos las siguientes: la
suposición de una elección racional por parte del entrevistado; la verificación en los
entrevistados de respuestas con diferencias marcadas entre los valores declarados y
los valores reales; el error de no recordar al entrevistado su restricción presupuestaria
o la dificultad para entender correctamente la situación; el requerimiento metodo-
lógico de trabajar con respuestas excesivamente largas.
145
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
ii. Los efectos indirectos se corresponden con los gastos que realizan los
asistentes a una actividad o institución cultural como consecuencia de
ese consumo, es decir, los gastos en entradas, alojamiento o transpor-
te, obteniéndose a partir de la aplicación de una encuesta al público
asistente. Las dificultades que presenta la evaluación de los efectos in-
directos son mayores que la evaluación de los directos (Devesa, 2006).
Primero, en estricto rigor económico, sólo se debería tener en cuenta
el gasto realizado por los asistentes de fuera de la zona geográfica de
referencia, ya que el gasto del público local no puede ser considerado
como una entrada neta de dinero, sino como una reasignación de la
demanda10. Segundo, hay que determinar la proporción de gasto real-
10 Es decir, en caso de no realizarse la actividad cultural sólo desaparecería el gasto de los no loca-
les, puesto que la población de la zona gastaría su dinero en otras actividades o productos.
146
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
iii. Finalmente, los efectos inducidos son todos aquellos efectos susceptibles de
intervenir de hecho en un proyecto pero que no han sido contabilizados en
las categorías anteriores (Greffe, 1990). La definición de esta categoría de im-
pacto es menos uniforme que en el caso de los efectos directos e indirectos.
Algunos autores prefieren centrarse en los beneficios cualitativos de la acti-
vidad —como el aumento del capital humano de la sociedad, la mejora de
la calidad de vida de los ciudadanos o la cohesión social— que analizan fun-
damentalmente desde un punto de vista teórico, mientras que otros analizan
las repercusiones de la institución o actividad cultural en el resto de la econo-
mía local, regional o nacional a través del concepto de “multiplicador”.11
147
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
2004); festivales (Devesa, 2006; The City of Edinburgh Council y otros, 2005); o
museos (Guggenheim Bilbao, 2008).
Los EIE no están exentos de dificultades y limitaciones, que podemos
agrupar en dos tipos. En primer lugar, existe una serie de dificultades técni-
cas que han llevado, en algunas ocasiones, a resultados sobredimensionados
y poco fiables: la dificultad de acceder a los presupuestos de la institución, el
diseño del cuestionario, la modelización de las relaciones interindustriales de
la economía, etc. En segundo lugar, la filosofía del método y su uso efectivo
son los aspectos que han generado mayores críticas (Seaman, 1997 y 2003).
De acuerdo con sus detractores, los EIE han sido utilizados, a menudo, para
justificar la intervención pública y la toma de decisiones, lo que ha significado
forzar el análisis económico a propósitos inconducentes. En efecto, mal podría
justificarse una determinada decisión por su repercusión económica cuando
cualquier actividad económica la tiene sobre el tejido local; y, por otra parte,
como no estamos comparando entre alternativas posibles, nada nos indica que
sea más positivo financiar actividades culturales y artísticas que actividades de
otro tipo. En síntesis, los EIE no orientan significativamente en cómo colocar
ciertos recursos disponibles —que, por definición, son escasos—, ni si la opción
seleccionada es más eficiente que otra (Greffe, 1990; Farchy y Sagot-Duvaroux;
1994; a Van Puffelen, 1987).
Ahora bien, aunque los EIE no permiten por sí solos justificar una determi-
nada intervención pública en el área de la cultura, sí permiten demostrar a quie-
nes consideran las inversiones en arte como una operación de gasto a fondo
perdido que existen retornos económicos derivados de dicha intervención (Col-
bert, 1987). Además, el hecho de conocer quién se beneficia de una actividad
cultural puede ser importante a la hora de diseñar estrategias de promoción,
publicidad y gestión de la actividad cultural o de un territorio (Pizano y otros,
2004). En cualquier caso, no será más que un argumento secundario para justifi-
car el apoyo público a la cultura, puesto que se debe buscar siempre la idea de
bien colectivo, en la promoción de la democracia, o, simplemente, en nombre
de la preservación del arte (Van Puffelen, 1987).
e. Análisis costo-beneficio
148
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
149
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
151
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
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158
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
159
Fundamentos metodológicos de la gestión
ecosistémica del patrimonio cultural1
I. Presentación
Los últimos dos artículos de este libro no pretenden cerrar con la discusión que
se ha abierto a propósito de los conceptos fundamentales de la gestión de los
bienes patrimoniales, sino, al contrario, explicitar algunas reflexiones que es-
tán presentes a lo largo del libro y que esperamos estimulen nuevas formas de
pensar y ordenar las acciones sobre los bienes patrimoniales. Nos haremos car-
go, por lo tanto, de un proceso de reconstrucción reflexiva que esperamos nos
lleve —a partir de los textos presentados por los diversos autores— a integrar
lúcidamente las principales etapas del proceso de investigación realizado. Este
esfuerzo de remontar hacia las hipótesis iniciales, al final del camino recorrido
y con un bagaje de experiencia y de conocimientos obtenidos en la revisión
conceptual y el análisis de casos específicos, nos parece recordar el recorrido
que hacían los salmones chilenos, aquéllos que han vivido libres antes de su
crianza intensiva en jaulas, que cuando ya son organismos adultos remontan
hacia el principio del recorrido cerrando de esta manera un ciclo y comenzan-
do uno nuevo. La metáfora nos parece doblemente válida, en cuanto vuelve a
efectuar una trayectoria ya realizada pero y, al mismo tiempo, lo hace con re-
novadas fuerzas y operando con variaciones que liberan el actuar de dinámicas
estereotipadas.
160
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
161
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
1. Definición y pertinencia
A nuestro entender, los espacios patrimoniales son tan complejos como lo son
los recursos naturales, y en el desafío que supone su manejo puede encontrarse
un número apreciable de coincidencias que, como lo ha revelado Juan Orellana
en este texto, tanto en unos como en otros podemos funcionar acorde al mis-
mo paradigma, en este caso, el paradigma que la Universidad Austral de Chile,
en una investigación sobre el manejo sustentable de los bosques nativos del sur
de Chile, denominó ecosistémico:
“Chile todavía posee una amplia superficie de bosques nativos de alto
potencial productivo, en general superior al de la mayoría de los bosques tem-
plados del mundo (…). En virtud de ello y de la necesidad de manejar estos
bosques bajo el nuevo paradigma ecosistémico, Chile aún tiene una única
oportunidad de aprovechar eficientemente sus bosques nativos para generar
más riqueza, para mejorar la calidad de vida de miles de campesinos, promover
el desarrollo de comunidades rurales y para salvaguardar el capital natural que
representan los servicios ecosistémicos y la biodiversidad, es decir, hacer un ma-
nejo sustentable de éstos” (Universidad Austral de Chile, 2003, p. 29).
Desarrollemos más en profundidad estas coincidencias.
162
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
163
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
Sostuvo Javier Adán, al comienzo de este libro, que nuestra propuesta eco-
sistémica para la gestión patrimonial se presenta como alternativa a los dos
principales enfoques generalmente adoptados en este ámbito. El enfoque eco-
sistémico concurre, actualmente, con otros dos importantes enfoques, el con-
servacionista y el reactivador, sobre los cuales vale la pena detenerse.
En el enfoque conservacionista, es el Estado quien se propone cautelar
y resguardar el bien cultural en tanto portador de una identidad proveniente
de alguna tradición socialmente relevante. Lo hace, básicamente, por el expe-
diente de establecer un conjunto de prohibiciones para la transformación física
les en el trabajo de María Devesa en este libro. Por lo que nos concierne, la búsqueda de
soluciones apropiadas para la gestión del bien patrimonial, entendido como recurso de un
determinado territorio y por lo tanto sujeto a regulación, tiene que basarse sobre el análisis
e interpretación de las relaciones entre los distintos componentes del sistema en el cual se
encuentra inserto, que en nuestro caso pueden esquematizarse como hombre – asenta-
miento – patrimonio – medio ambiente. El análisis ecosistémico del patrimonio, así plantea-
do, representa un insumo útil para su gestión, proporcionando información relevante que
orienta la regulación y la toma de decisiones para la ejecución de acciones concretas sobre
el bien, respetando y potenciando las dinámicas explícitas y las potencialidades del territorio
que alberga el bien (Adán y Olivi, 2007).
4 Las demandas simbólicas hacia los bienes culturales (no referidas a una funcionalidad), como
por ejemplo el reclamo por vista en Valparaíso, son socialmente débiles en Chile aunque,
imaginamos, irán en aumento a la velocidad de la modernización o a una mayor por la pre-
sión que puedan inyectar actores poderosos, como los inversionistas turísticos.
164
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
del bien y su entorno, así como sobre los usos y significaciones que dinámica-
mente puedan asignarle las sociedades involucradas. Quien principalmente se
beneficia con esta manera de hacer patrimonio cultural es, evidentemente, el
conjunto de creadores de discursos sobre la historia, sea el Estado o los grupos
particulares, y cuya representatividad social será directamente proporcional a la
legitimidad del orden propuesto. Si bien el Estado puede perfectamente res-
guardar los bienes gracias a un eficiente aparato de protección y una buena
cantidad de recursos públicos, por otra parte tiene el riesgo de desvincularlos
de las identidades locales, de la inversión privada y con los requerimientos con-
temporáneos.
Por su parte, con el enfoque reactivador se busca que los bienes cultura-
les puedan llegar a estimular el potencial de desarrollo de un territorio alicaído
económicamente, que desgrava la riqueza de un país. Se propone cautelar y
resguardar los bienes culturales mediante su inserción en la lógica de mercado
que al mismo tiempo de conservar, restaurar o rehabilitar, brinde oportunida-
des para la prosecución de finalidades económicas. Los beneficios sociales se
obtendrán por la vía de efectos multiplicadores y externalidades, pues se piensa
que la inversión constituirá la palanca de la activación del bien y, por añadidura,
de la reactivación del entorno. Los bienes culturales son percibidos como do-
tación de infraestructura que pueda ser objeto de apropiación privada. En este
orden de cosas, los grandes beneficiarios serán —esta vez— los inversionistas
—sean públicos o privados—, aquéllos que por su solvencia económica pue-
den participar en las condiciones que impone la lógica de mercado.
Se observa que ambos enfoques pueden resolver varios aspectos de la
gestión del patrimonio, por ejemplo, el financiamiento de la preservación y re-
habilitación, lo que reviste una de sus mayores fortalezas, en cuanto responden
al objetivo fundamental de conservación implícito en la acepción patrimonial.
Sin embargo, si desde una visión más amplia, asumimos que conservar significa,
por un lado, evitar y mitigar los riesgos de deterioro y corrupción, y por otro,
preservar los valores, los significados y los usos sociales de los sujetos histórica-
mente vinculados al bien, reconocemos la necesidad de incorporar las variables
del tiempo y del espacio conjuntamente con la dimensión social y cultural de la
población que convive con el bien patrimonial. En este sentido, nos parece que
ninguno de los dos mencionados modelos resuelve un aspecto crucial del ma-
nejo del patrimonio cultural, y que el enfoque esosistémico instala en el centro
del debate, a saber la relación entre las personas y el bien patrimonial, y los me-
canismos de participación social a través de los cuáles se expresa esta relación.
Es así que incorporamos una nueva dimensión que nos habla de rentabilización
social y cultural, cuya búsqueda implica una forma distinta de operar sobre los
165
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
3. El desafío organizacional
166
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
167
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
5 Este aspecto de la gestión del patrimonio es desarrollado en la gestión de los parques nacio-
nales de Quebec, tal como puede leerse del artículo de Orellana.
6 En el mismo artículo del profesor Orellana, a propósito del convenio Alliance de Villes Euro-
péennes de Culture (AVEC) sobre las ciudades patrimoniales, leemos que la pretensión es
que el habitante no se contente únicamente con utilizar su ciudad, sino que sea un ciu-
dadano activo y responsable de ella; por lo mismo, que esté en condiciones de describir,
interpretar, habitar, reinventar los lugares y costumbres de una ciudad. El patrimonio urbano,
dice Héctor Berroeta en este mismo libro, no puede ser definido exclusivamente por su re-
levancia histórica, artística o arquitectónica, sino sobre todo por su valor simbólico, es decir,
por el conjunto de significados socialmente elaborados y compartidos alrededor del espacio
patrimonial que recoge elementos claves para la determinación de la identidad social de un
grupo.
168
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
1. Consideraciones previas
169
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
170
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
a. El valor económico
171
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
7 En este diagnóstico hablamos de valor de uso directo o indirecto de acuerdo con una pers-
pectiva de mercado, es decir, cuáles podrían ser los efectos económicos de la actividad eco-
nómica patrimonial. Sin embargo, también podría pensarse en medir el valor económico de
la actividad social que convoca el patrimonio cultural (valor de uso social), lo cual sabemos,
por Devesa, es una tarea todavía muy poco desarrollada. Preferimos, por ahora, dejar el “uso
social” como una dimensión paralela a la económica y cultural, pero de ninguna manera
estamos renunciando con ello a medir el valor económico del uso social.
172
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
173
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
174
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
b. El valor social
175
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
gibles. Asimismo, el valor social no está alejado, tampoco, del valor cultural de
los recursos patrimoniales puesto que, como se ha insistido en este libro, sobre
todo a través de Andueza y Cornejo, el mérito del bien no proviene únicamente
de los atributos físicos del inmueble, sino de los modos de vida y usos culturales
instaurados en el lugar a lo largo de un período significativo de tiempo. Olvidar
estos aspectos del patrimonio significa amenazar la integridad del bien.
c. El valor cultural
El valor cultural, en efecto, proviene del mérito que asigna un grupo humano
a ciertos bienes con una fuerza tal que los lleva a desear su preservación en el
tiempo a fin que puedan gozar de ellos las generaciones venideras. “Cuando el
ser humano designa a determinados objetos como merecedores de un futuro
(valoración patrimonial), está intentando fijar en esos objetos el tiempo que se
escurre. Por eso podemos decir que patrimonio son (ciertas) huellas del tiempo
que pasa, recogidas en trazas físicas perdurables, o lo que es lo mismo, tiempo
encapsulado que se hace presente en la materialidad del testimonio conserva-
do, que sirve de puente entre el pasado y el futuro. En este transitar, del pasado
al futuro y viceversa, el patrimonio adquiere un valor superior; y se convierte en
herencia y memoria, que no podemos permitirnos el lujo de dilapidar, porque
debe servir al porvenir” (Rauch 2005, p.1).
¿Será suficiente para estimar el mérito de un bien la circunstancia que haya
habido una autoridad política que lo haya reconocido con un estatuto de protec-
ción? Por cierto que es un buen indicador de valor cultural, como advierte Devesa.
Pero puede suceder perfectamente, como de hecho ocurre cada día más a menu-
do en Chile y en muchos otros lugares del mundo, que comunidades de identidad
se adelanten a un reconocimiento público y demanden la patrimonialización de
un bien. Sin perjuicio de la importancia que pueda tener la denominación jurídica,
igualmente importante es para nosotros ponderar en el diagnóstico el tipo o los
tipos de mérito específico que las comunidades humanas le asignan al bien estu-
diado, lo que podrá o no estar consignado en la declaratoria respectiva, sea oficial
o no oficial. No nos estamos refiriendo a la funcionalidad o utilidad que aprecian en
él (este aspecto se incluye como valor social), sino al mérito propiamente simbólico
que se asigna al bien. El argumento central de esta aproximación radica en que los
bienes patrimoniales no deben concebirse simplemente como objetos materiales
sino, sobre todo, como recursos identitarios y simbólicos que la ciudad dispone para
facilitar la interacción de actores y la revitalización del tejido social.
En este punto cobra gran interés la distinción central aportada por Ore-
llana, entre habitantes y visitantes del patrimonio cultural. Los primeros, mucho
176
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
más que los segundos, conocen ordinariamente más y mejor los sitios patrimo-
niales porque lo viven y lo sufren cotidianamente. Los méritos que ellos asig-
nan a los bienes deberán ser considerados a la hora de desarrollar diagnósticos
porque conocen bien los bienes y porque son garantía de gobernabilidad y
conservación por vincularse a los bienes en forma permanente. Sin embargo,
este estudio no puede limitarse a considerar los actores tradicionales, dejando
afuera los nuevos agentes y movimientos patrimoniales. Es así que la incorpora-
ción de estos nuevos actores apunta no solamente a una gestión más eficiente
del bien patrimonial, sino también a evitar que las reivindicaciones patrimonia-
les choquen con la compleja red de intereses que caracteriza el bien, en la que
están vinculados representantes políticos, organizaciones sociales y la iniciativa
empresarial privada (Gómez, 2004).
En síntesis, en la etapa del diagnóstico se debería poner en evidencia cuá-
les son los atributos que los sujetos relacionados con el objeto patrimonial le
asignan, que, correctamente evaluados, debieran ponerse al resguardo al mo-
mento de pensar la intervención. De acuerdo con nuestra metodología, las ac-
tividades y servicios que se piensen añadir a un bien deben tener un impacto
mínimo aceptable sobre el patrimonio. El método no debiera ser muy distinto
al que se utiliza en la confección de expedientes patrimoniales y que arranca de
un trabajo interdisciplinar. En definitiva, bajo el riesgo de dejar otros aspectos
culturales de lado, cuando hablemos de valor cultural incluiremos tres concep-
tos: memoria, identidad y territorio.
i. Valor de memoria
Los bienes patrimoniales suelen tener carácter histórico en el sentido que
permiten a una comunidad traer al presente ciertos procesos, hechos o
personas pretéritos que no se desean olvidar. He aquí la razón de ser de
cualquier tipo de proteccionismo: salvaguardar este legado. Como ningún
objeto, por antiguo que sea, constituye per se un bien patrimonial, y para
que adquiera el carácter patrimonial debe existir una comunidad que valo-
ra y reivindica para sí el bien, el esfuerzo evaluativo en este tema atenderá a
la valoración socialmente duradera que tienen del inmueble los actores.
El valor de memoria deberá ser apreciado a través de un registro de
aquellos procesos, hechos o personas que otorgan el significado a la conserva-
ción mediante método historiográfico. Por otra parte, habrá que señalar cuáles
características físicas del bien histórico corresponden mejor a los “atributos” de
memoria a fin de velar aún con mayor cuidado por su preservación.
177
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
178
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
Hemos señalado más arriba que el diagnóstico, para que pueda ser útil en nues-
tro contexto cultural en miras a futuras actuaciones, deberá a menudo centrar-
se en evaluar las potencialidades del bien patrimonial e, indudablemente, sus
límites inherentes, atendiendo a factores tan diversos como sus condiciones
arquitectónicas, las trayectorias sociales asociadas y el entorno. La elaboración
de un proyecto debe empezar por la identificación y análisis de todos aquellos
aspectos que caracterizan al bien patrimonial en su extensa red de relaciones
con el entorno físico, social y simbólico y que el equipo planificador debe co-
nocer cabalmente antes de definir la propuesta. El conjunto de estos aspectos
constituye lo que definimos como el contexto natural y cultural, cuyo análisis
debe alimentar el diagnóstico, como decíamos anteriormente. Será menos fre-
cuente que tengamos que evaluar estos aspectos ex post, como se ha hecho,
por ejemplo, en los trabajos agregados al anexo de este volumen.
Ambos diagnósticos, independientemente de su ubicación temporal, debe-
rán, en cualquier caso, cumplir con ciertas condiciones que agrupamos en cuatro
requisitos: el diagnóstico debe ser integral, situacional, participativo y preliminar.
179
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
El diagnóstico deberá recopilar la visión común que los actores tienen sobre el bien
patrimonial, con el objeto de incluir, de manera compatible, las distintas apreciaciones
para obtener una mayor aceptación de la decisión que se tomará, disminuyendo el
coste social y la dificultad de organización e implementación. Para tal fin, el análisis
del tipo FODA podría perfilarse como una herramienta que contribuye a vislumbrar
las potencialidades y las limitaciones del recurso en cuestión. Como afirma el mismo
Berroeta, la tarea en esta etapa será elaborar un análisis situacional mapeando a los
actores, desde los funcionarios públicos hasta los ciudadanos, pasando por todas las
180
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
181
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
1. Consideraciones previas
182
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
a. Conceptos fundamentales
De acuerdo con lo que hemos observado en la economía patrimonial, en la
justificación de un proyecto de restauración, sobre todo si está financiado por
el sector público, tiene tanta incidencia el impacto en términos socioculturales
como en términos económicos directos o indirectos. El patrimonio debe pro-
tegerse porque representa socialmente un valor en sí mismo, al margen de su
contribución en tanto factor de desarrollo. Sin embargo, a lo menos en el actual
contexto de evaluación de proyectos de inversión pública (al cual se somete-
rán una parte importante de los proyectos-programas relativos al patrimonio),
la relevancia social y cultural debe complementarse con los elementos socio-
económicos en juego y escoger, en teoría, la más rentable de las opciones tanto
económica como socialmente (Mideplan, 1994).
La opciones de valorización económico-social del bien patrimonial su-
ponen promover, en diversos grados, nuevas representaciones del bien patri-
monial capaces de ofrecer potencialidades económicas duraderas, junto con
fortalecer y tutelar la conservación y autenticidad. En este sentido, se optará
por aquellas actividades económicas que respeten mejor los vínculos contex-
tuales y compromiso satisfactorio entre los diferentes actores involucrados en
la red patrimonial (valor social) y que resguarden mejor el valor cultural físico
y simbólico de los recursos (valor cultural). El proyecto-programa escogido, en
este sentido, será aquél que promueva, regule, establezca y/o resuelva formas
y modalidades de valorización y uso del bien patrimonial, traduciendo e inte-
grando el sentido histórico del bien en el contexto económico-social contem-
poráneo (Adán y Olivi, 2007).
Centrémonos ahora en las actividades económicas susceptibles de ren-
tabilizar individual y socialmente el patrimonio cultural. Desde la perspectiva
económica, nos ha dicho Herrero, podemos distinguir dos esferas de actuación
bien diferenciadas: por un lado, la esfera de protección, mantenimiento y provi-
sión, que pertenece al ámbito de la elección pública; y, por otro, la de su explo-
tación, que puede seguir pautas de la lógica de mercado. Veamos cómo.
Por un lado, las formas de valorización y uso del patrimonio tienen que
resolver los problemas relativos a la propiedad del bien y el financiamiento de
las obras físicas y su manutención en el tiempo de vida del proyecto. Sería un
error exigirle a los procesos de explotación económica del bien que asuman
obligatoriamente estos costos inherentes al patrimonio cultural. La razón es
ya conocida para los lectores: los bienes culturales y del patrimonio históri-
183
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
b. Instrumentos asociados
i. Estudio de mercado
Sabemos, principalmente por Herrero y Devesa, que los estudios de
mercado en relación con el patrimonio cultural son muy complejos.
Para enfrentar el desafío, la economía de la cultura ha ido dando for-
ma a metodologías de evaluación económica muy especificas, sea a
través de la construcción de funciones de demanda y cálculo del ex-
cedente del consumidor (métodos de valoración económica), o bien
sea a través del cálculo de los efectos del patrimonio sobre el tejido
productivo local o regional (métodos de impacto económico). Entre
todas las metodologías económicas utilizadas en el ámbito de la cul-
tura, que hemos visto en forma panorámica en este libro, probable-
mente la más apropiada para nuestro propósito corresponde a la de la
valoración contingente.
A fin de evitar apuestas voluntaristas que no guardan relación con
la realidad socio-económica del medio en el cual el bien está inserto, los
estudios de mercado deberán valuar las actividades con fines comer-
ciales que estén adaptadas a la economía existente en el entorno del
bien. Aunque a primera vista puede parecer demasiado elemental, esta
184
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
185
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
186
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
a. Conceptos fundamentales
187
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
i. La población
La evaluación cultural de alternativas no puede dejar de ponderar
el factor socio-cultural y que consiste en el conjunto de formas de
ocupación y apropiación del territorio. En efecto, la conservación no
se agota en la naturaleza física de los bienes. Se suma el hecho que
una accesibilidad reducida o restringida tiene como consecuencia
la desaparición del patrimonio cultural, en cuanto el alejamiento de
grupos sociales de su historia y prácticas lleva aparejado el fenóme-
no de la pérdida de la condición patrimonial, toda vez que el objeto
puede dejar de otorgar significaciones o representaciones simbóli-
cas (Adán y Olivi, 2007). A la inversa, sería deseable la participación
social de las comunidades vinculadas al bien en modalidades como
las observadas por Andueza y Cornejo: en el dominio, en la gestión,
en el financiamiento, el uso directo y renta.
ii. El territorio
La búsqueda de soluciones apropiadas para la gestión del bien patri-
monial, entendido como recurso de un determinado territorio, y por
lo tanto sujeto y objeto de relaciones con el entorno, tiene que some-
terse a un análisis del impacto de la acción en las relaciones entre los
distintos componentes del territorio en el cual se encuentra inserto
188
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
iii.
El tiempo
Siguiendo a Adán y Olivi (2007), cada comunidad, a través de su me-
moria colectiva y la conciencia de su pasado, es responsable de la
identificación y significación de su patrimonio. El patrimonio, por
tanto, no puede estar definido de la misma forma para siempre, en
cuanto representa una transición desde el pasado hacia el futuro. La
misma pluralidad social comporta una gran diversidad en la defini-
ción del concepto de patrimonio por parte de los diferentes acto-
res sociales. En resumen, los bienes patrimoniales, como elementos
singulares del patrimonio, son portadores de valores que pueden
cambiar en el transcurso del tiempo. Esta variabilidad de los valores
con los cuales investimos los bienes patrimoniales constituye la es-
pecificidad del patrimonio en los diferentes momentos históricos. Es
a través de este proceso de cambio que cada comunidad desarrolla
la conciencia sobre la necesidad de tutelar y conservar los elementos
de su patrimonio tangible, cargado de valores intangibles, en tanto
portador de valores colectivos.
El impacto de un proyecto-programa deberá ser estimado a
partir de la preservación de la integridad no solamente física, sino
también simbólica e identitaria. De manera que el análisis será ca-
paz de identificar aquella alternativa que asegure la sustentabilidad
del recurso en el presente con proyecciones hacia el futuro.
189
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
v. La accesibilidad
El acceso a la memoria y a la herencia cultural posee una similitud
con el acceso, por ejemplo, a bordes costeros de mar y ríos. La ges-
tión será, en todo caso, compleja ya que respecto de los bienes pa-
trimoniales deberá regularse o fiscalizarse una accesibilidad físico
geográfica, como la accesibilidad, también, a servicios y productos
derivados, además de interpretaciones que ayudan a conectar a los
individuos con dicha herencia, todo lo anterior en un complejo de
intermediación entre el bien y la población (Adán y Olivi, 2007).
vi. El paisaje
La aceptabilidad de un proyecto-programa es definida por la com-
patibilidad de las características distintivas del lugar, relacionadas
con la organización y la armonía visual de los componentes que
suscitan las emociones en los visitantes. Además, un impacto acep-
table debe igualmente tomar en consideración los elementos ca-
racterísticos del territorio al que pertenece el bien, a fin de mante-
ner, al interior de la red, la diversidad de los recursos.
b. Instrumentos asociados
i. Plan de conservación
El método y las herramientas para desarrollar una correcta conser-
vación del bien patrimonial deben adecuarse a las diversas situa-
ciones históricas y estar por tanto expuestos a un continuo proceso
de revisión. El contexto especifico de selección e identificación de
los valores patrimoniales necesita de la predisposición de un plan
de conservación ad hoc. Las decisiones relativas al plan de conser-
vación deben estar codificadas en un proyecto que incorpore las
visiones colectivas sobre el bien para transformarlas en apropiadas
medidas técnicas y estructurales.
Se evaluará positivamente el proyecto que contemple una
gestión orientada a encontrar un punto de equilibrio entre las in-
190
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
191
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
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193
Conclusiones y propuestas finales
1 A idéntica conclusión que la nuestra, llegó un equipo de investigación venezolano que bus-
caba un modelo de gestión para instituciones públicas: “Es importante señalar lo difícil que
es pensar en un modelo único de gestión para todas las organizaciones, y mejor es pensar
en un mecanismo de generación de modelos de gestión” (Aguilar y otros, 2002, p. 1).
194
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
seguimiento, etc., dejando a su interior un amplio margen para experimentar y proponer con
creatividad y relevancia local.
195
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
196
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
4 Por este motivo, salvo casos justificados, desde la óptica ecosistémica el fenómeno de la
gentrificación corresponde a un efecto indeseado de la gestión que el modelo de gestión
debe prevenir o atenuar a través de una actuación de seguimiento.
197
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
beres y compromisos ciudadanos. Por esto, Adán y Olivi (2007) señalan que en
la gestión patrimonial debe resguardarse un principio de responsabilidad com-
partida. El modelo promueve una organización que sea capaz de incorporar
actores provenientes de la sociedad civil (grupos de interés), como de la empre-
sa privada y del sector público, lo que nos obligará a cerrar este artículo con una
fórmula jurídica que respalde una plataforma organizacional de este tipo.
En el caso del espacio patrimonial, como recomendaba Berroeta, el
modelo incentivará que la apropiación espacial se lleve a cabo a través de
las dinámicas comunicativas que se construyen en torno al bien, es decir,
por lo que las personas o instituciones dicen acerca del bien y por la repre-
sentación social que de él se ha construido en el tiempo. En este sentido, la
constitución de redes patrimoniales se configura como una práctica busca-
da en el modelo de enfoque ecosistémico porque ellas ofrecen oportuni-
dades más amplias de distribuir los beneficios de la activación patrimonial o
externalidades. Asimismo, la certificación de prácticas ecosistémicas puede
permitir ayudar a discriminar entre diversos tipos de prácticas pues, como
ha puntualizado muy bien Devesa (2006), en la evaluación de los proyectos
culturales de reactivación del patrimonio no deben estimarse únicamente
las externalidades positivas, sino también los efectos negativos.
198
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
199
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
200
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
Existen muy buenas razones para que la propiedad del bien permanezca en
manos del Estado, o bien de otro ente que promueva intereses colectivos,
201
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
6 Otro aliciente a la titularidad fiscal guarda relación con la aplicabilidad de donaciones cul-
turales a proyectos de restauración y rehabilitación, las que está reservada a monumentos
nacionales fiscales.
202
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
constitución de una Corporación o Fundación, entidad sin fines de lucro regidas por el
título XXXIII, del Libro I del Código Civil, tanto organismos privados (empresas), algunos
públicos y agrupaciones ciudadanas. Por una parte, la Ley Orgánica de Municipalida-
des autoriza a los municipios a constituir o participar con otras personas jurídicas de
derecho privado (empresas u otros entes sin fines de lucro) en corporaciones o funda-
ciones “destinadas a la promoción y difusión del arte y de la cultura”. Además, autoriza
a los municipios a efectuar aportes y subvenciones, lo cual abriría una importante vía
para el financiamiento compartido de proyectos8. Asimismo, la Ley Orgánica sobre Go-
bierno y Administración Regional autoriza a los gobiernos regionales a asociarse con
otras personas jurídicas para constituir estos entes no lucrativos destinados a propiciar
actividades que contribuyan al desarrollo regional en el ámbito social, económico y
cultural de la región. Los programas o proyectos que ejecuten estas corporaciones
sólo podrán ser financiados hasta un 50% por el gobierno regional.9
Las actividades que desarrollan estas entidades corresponden a funcio-
nes públicas vinculadas al accionar de los organismos públicos, lo que explica
que las corporaciones o fundaciones en las cuales participen municipios y go-
biernos regionales no pueden cumplir actividades empresariales; tampoco les
es permitido a estas corporaciones y fundaciones retirar utilidades, lo que cier-
tamente es un inhibidor de la participación privada. Sin embargo, sostenemos
que a pesar de las restricciones señaladas a la actividad empresarial, de todas
maneras los empresarios se comprometerían con proyectos serios de (re)activa-
ción de un bien por los motivos señalados anteriormemente.
8 Entendemos que los aportes o subvenciones a este tipo de personas jurídicas sin fines lucra-
tivos no podrían exceder, en total, al siete por ciento del presupuesto municipal.
9 El aporte total del gobierno regional no podrá ser mayor al 5% del presupuesto de inversión
regional. Para el estudio específico de estas normas, estudiar los artículos 100 y siguientes de
la Ley Nº19.175.
203
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
10 La invitación del gobierno de Chile se dirige a empresas nacionales o extranjeras para que
inviertan bajo un sistema de contrato de concesión tipo BOT (Build Operate and Transfer), en
que el concesionario construye, opera y, al fin de la concesión, transfiere la obra al Estado,
una vez que ha recuperado la inversión y obtenido utilidades gracias a la implementación de
tarifa regulada a los usuarios (Ministerio de Obras Públicas, 2003). A nivel de infraestructura
urbana, este modelo de concesión se consagra en la Ley Nº19.865, sobre Financiamiento
Urbano Compartido, sistema mediante el Servicio de Vivienda y urbanización (SERVIU) o las
Municipalidades, previa licitación pública, pueden celebrar contratos de participación, en
este caso para la restauración o mantención de obras patrimoniales urbanas, a cambio de
una contraprestación, que podrá consistir hipotéticamente en otorgar a aquéllos derechos
sobre bienes inmuebles patrimoniales para su explotación económica.
204
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
205
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
5. Palabras finales
Termina la larga travesía de este viaje intelectual que comenzó con la formulación del
proyecto, continuó con la revisión de literatura especializada en el tema del patrimonio
cultural, el estudio de casos de gestión y la experiencia de aplicación de los avances en
los seis bienes patrimoniales que nos comprometimos a modelar su gestión. Este po-
dríamos decir que fue el viaje de ida, porque también hicimos el viaje de regreso. Paso
a paso, con un nuevo bagaje en nuestros cuerpos y mentes, nos remontamos a las
primeras hipótesis de trabajo y a las preguntas con las que comenzamos la travesía.
Efectivamente es posible construir un modelo de gestión de bienes cultura-
les en Chile con tal que aceptemos que se trata de pautas, siempre ordenadas por
funciones o actuaciones claramente definibles, que señalan un marco general en
el cual deben maniobrar los actores participantes de la animación. En el artículo
anterior de este libro, se ofrecen las bases teóricas y metodológicas para pensar
y emprender la realización de la gestión ecosistémica del patrimonio, aunque hi-
cimos la salvedad que la gestión debe pasar absolutamente por su adecuación a
las particularidades de un caso. Fueron dos actuaciones a las cuales los investiga-
dores dedicaron mayores esfuerzos: la realización del diagnóstico del estado de
un bien y la evaluación de alternativas de modelamiento de la oferta.
Las intuiciones iniciales de la formulación del proyecto estaban notablemente
bien orientadas, pues hemos confirmado que, al menos desde la óptica ecosistémica, la
conservación, la rentabilidad social y económica y la participación social corresponden a
tres aspectos que cualquier modelo de gestión debiera promover desde la elaboración
de las primeras ideas de proyecto hasta las etapas finales del ciclo de vida. Sin embargo,
el enfoque ecosistémico debe estar muy consciente de sus limitaciones, de sus nudos
críticos, que hemos concentrado en la participación social y el financiamiento.
Ambos aspectos críticos no nos deben llevar a desanimarnos pues, como he-
mos tratado de demostrar en este artículo, existiendo la voluntad de hacerlo, pue-
den buscarse los dispositivos adecuados para resolver o superar los obstáculos. He-
mos tratado de ampliar la mente para hallar dentro del abanico de posibilidades que
ofrece la sociedad chilena contemporánea varias vías de co-financiamiento realistas
entre el Estado, la sociedad civil y el sector privado; y, por el otro, hemos tratado de
argumentar a favor de una organización ideal que pueda acoger una pluralidad de
visiones e intereses en torno al patrimonio. Aún más, creemos sinceramente haber
podido ofrecer, dentro de la actual institucionalidad jurídica del país, un procedimien-
to posible para proyectos sobre bienes fiscales, pero perfectamente en sus premisas
centrales extrapolable a bienes particulares, que sirva al esfuerzo de re(activación)
patrimonial, como es el sistema de concesiones del Ministerio de Bienes Nacionales.
206
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
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208
Anexos
El Centro Cultural El Almendral
a. La localidad El Almendral
211
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
b. Arquitectura religiosa
212
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
les que “no necesitaba de arquitectos para trazar heridos, dirigir cimientos, las
murallas y bases de las columnas; él solo gobernó la obra”. Después de muerto,
la ciudad de Valparaíso lo distinguió dando su nombre a una calle en el Cerro
Barón, vecina del convento.
Repasemos de la ficha técnica del conjunto patrimonial que publica en In-
ternet el Consejo Nacional de Monumentos Nacionales. En ella se trasluce ele-
mentos de la concepción estructural y de su aspecto tecnológico:
“Pilares de madera configuran el frontispicio y generan tres arcos de me-
dio punto, siendo el arco central más alto y ancho que el resto. La torre cons-
truida en madera, mide 24 metros de altura y se eleva sobre el pórtico a eje del
templo; aunque es relativamente alta para las dimensiones de la iglesia, guarda
bien las proporciones. Sobre su base cuadrada descansa un cuerpo octogonal
rodeado de ocho columnas de capitel corintio, las que soportan un breve tam-
bor que recibe la cúpula, rematada en una pequeña linterna.
El plano de la Iglesia se acerca a una planta basilical. Se compone de tres
naves complementadas con dos pequeñas capillas laterales salientes. La nave
central, más ancha, se prolonga en un ábside rectangular donde se ubica el altar
mayor —neoclásico—, construido en madera y coronado por una cúpula. De-
trás del altar se halla el coro, que destaca por sus sillones de madera finamente
tallados. Las naves están divididas por arquerías de medio punto construidas en
madera. En el interior destacan, además de la sillería del coro y del altar mayor, las
pinturas cenitales sobre la bóveda de cañón de la nave central, los confesionarios,
la mampara de madera tallada —obra del milanés Sereno Matta— y el púlpito.
Contiguo a la Iglesia se extiende el convento, que cuenta con un sólo ac-
ceso central. El plano de este conjunto es el propio de los claustros: cuerpos de
un piso con corredores de circulación que se ordenan, en El Almendral, en torno
a tres patios comunicados entre sí por zaguanes. Un espacio ancho, arbolado y
cercado, separa al convento y a la iglesia de la calle” (Consejo de Monumentos
Nacionales, s/d).
En síntesis, la arquitectura de El Almendral ofrece la solución característica
de los claustros que en una disposición simétrica, la iglesia se ubica al centro
de la composición, flanqueada por la Casa de Ejercicios y el primer claustro del
convento. En el plano tecnológico, de acuerdo con las normas coloniales en uso
todavía, los muros son de adobe, de gran espesor; los envigados de techumbre,
cielos y columnas de madera; y la cubierta de tejas españolas.
El lenguaje arquitectónico se inscribe dentro del marco de las referencias
neobarrocas, propias del movimiento historicista del siglo XIX. Es el mismo len-
guaje de la Iglesia San Francisco del Cerro Barón por ejemplo y, más atrás, de la
mayor parte de la arquitectura colonial de América Latina. ¿Cómo pudo perdu-
213
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
rar este estilo colonial a pesar que la República ya estaba instalada hacía más de
medio siglo? Para Myriam Waisberg (2002, p. 115) esto no debe extrañar a na-
die. “La observación respecto a una cierta persistencia en el cultivo del barroco,
no alude a la existencia de soluciones repetitivas generalizadas, aunque se dan
obras de la suficiente envergadura como para encabezar series arquitectónica-
mente estructuradas. Sin embargo, no puede dejar de señalarse que, aunque
en tono menor, dicha reminiscencia continúa reapareciendo desde fines de la
época colonial a lo largo de todo el siglo XIX, ya decididamente anacrónica”.
En 1929 se constituyó en este espacio religioso la Parroquia San Antonio de
Padua. El templo y el convento fueron declarados Monumento Histórico Nacio-
nal en noviembre de 19722. El conjunto religioso es de propiedad del Obispado
de San Felipe desde 1970, que, de hecho, administra directamente hasta hoy la
iglesia y parroquia “San Antonio de Padua”. El convento fue utilizado por muchos
años como hogar de niños, administrado por unas religiosas temibles, según re-
latos recogidos en el lugar; los primeros, en venganza de los malos tratos, habrían
iniciado un incendio que dejó inhabitables los edificios del convento.
El convento es una obra de la Orden Francisca que designó al padre Juan Pompei,
ex Ministro de la Provincia de la SS. Trinidad de Chile, como presidente del nuevo
convento. Dada la vinculación del convento con la obra misionera del sur de Chile,
se hizo depender el convento del Colegio Apostólico de Jesús de Castro (Chiloé). En
1905, tras una reforma canónica, junto con sus similares de Recoleta, Barón y Mosta-
zal, el convento pasa a formar parte de la jurisdicción de la Provincia de Santiago. En
1950, el convento de El Almendral y la iglesia fueron transferidos al Obispado de San
Felipe; en 1990, el inmueble del convento sufre un impactante incendio. En 1993 es
entregado en comodato a la ONG CIEM Aconcagua, para impulsar su restauración y
posterior funcionamiento como Centro Cultural a partir de 1995.
Según nos narran los apuntes del padre Nardocci, el 10 de octubre de 1865 se
colocó la primera piedra de los edificios del nuevo convento, y en diciembre de 1867,
quedó concluida la mayor parte del primer patio con su refectorio, cocina, bodega y
granero. El 5 de enero de 1868 se instalan en el lugar los primeros frailes (en total seis).
La aprobación canónica del convento fue decretada en junio de 1875:
“Que el anunciado convento debe tenerse por erigido canónicamente, bajo la
precisa condición de que se reintegre el número de religiosos hasta enterar el
214
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
suficiente (...); todo los que deberán conservarse siempre en perfecta vida en
común (...); sin que se entienda que es nuestra intención aprobar como opuesto
a la pobreza el que haya celdas para los religiosos con huertillos particulares,
como resultó de la Visita que allá existen algunas”.
En 1878 —año de traspaso de la superioridad del convento del P. Be-
gambi al P. Nardocci— estaban concluidos el primer patio y se dio inicio a
los otros dos, los edificios inmediatos a la puerta falsa, el huerto en el cual
se plantaron toda clase de árboles frutales y varias cepas de parra de uvas, la
pesebrera de animales, el traslado de la acequia fuera del convento. En total, el
conjunto alcanzaba 4.200 m2 incluyendo construcciones y patios. La dotación
de religiosos era la siguiente: siete sacerdotes, seis coristas profesos de votos
solemnes, y cuatro hermanos legos.
Tras el término de las funciones originales de convento, en el lugar se rea-
lizó la creación del Hogar Pablo VI, que operó desde 1970 hasta 1990 en sus
dependencias y que actualmente funciona en nuevas estructuras aledañas. El
incendio de 1990 destruyó tres cuartas partes del inmueble, el cual quedó en
abandono por tres años.
En 1993, mediante gestiones personales del Obispo Manuel Camilo Vial en la
Iglesia Católica Italiana y con fondos propios de la Organización No Gubernamental
CIEM- Aconcagua, comenzó la restauración de la iglesia, de la casa parroquial y del
convento para habilitarlos, por etapas, como un Centro de Artes y Oficios. En orden
cronológico, las primeras obras fueron: la galería de arte, la cafetería, la tienda de
artesanías, las salas para talleres laborales, las oficinas administrativas y los baños.
Más tarde, se habilitó una pequeña sala de cine, que sirve tanto para exhibiciones
como para la realización de seminarios y cursos. Cerca del año 2002, en una tercera
etapa, se rehabilitó el primer patio cuyas salas albergarían el Centro de Artes y Ofi-
cios. De acuerdo con estimaciones de Neest (2002), la rehabilitación tuvo un costo
de US$60.000, lo que se financió principalmente con donaciones en dinero (53%),
fondos propios de CIEM (40%) y donación en especies (7%). Siempre según Neest,
la rehabilitación efectuada en el lugar fue de primera calidad y su valor de mercado
fácilmente pudo triplicar o cuadruplicar los costos. Este ahorro se debió a la buena
gestión de CIEM y su capacidad para movilizar recursos del tipo “voluntariado”.
De acuerdo con una tipología general que puede recogerse del ámbito de la
gestión cultural y que atiende, sobre todo, a la naturaleza de la oferta que se
desarrolla en el lugar, el uso primordial del convento de El Almendral se asocia,
215
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
3 Según esta tipología general, encontramos en la gestión cultural, cercana al centro cultural, el
Parque Cultural que está asociado a la idea del ocio, del entretenimiento pasivo (atractivo de
turismo cultura) o de interacción creativa (turismo familiar, educativo, etc.). Es lo más parecido a
un parque temático. Esta idea de los parques culturales se usa mucho en yacimientos arqueo-
lógicos, rutas arqueológicas, etc., asociados a centros de interpretación más aulas museísticas.
4 Los tecnopolos culturales están asociados a una idea eminentemente productiva, es decir,
se trata de suelo industrial para el asentamiento de industrias culturales específicas, gene-
ralmente asociadas a un subsector con trayectoria de consolidación en el campo de objetos
culturales reproducibles, por ejemplo, de la industria editorial, industria audiovisual, la crea-
tividad, etc. Tienen, por tanto, una voluntad de intervención, es decir, podrían asemejarse a
diseños de instrumentos de política regional o políticas de desarrollo, pero asociados a una
industria emergente, como la cultura, que lógicamente parte de una sinergia previa de eco-
nomías de aglomeración, entorno de creatividad adecuado y capital humano acumulado.
Hay experiencias en este sentido en Suiza, Alemania (Karlsruhe), Francia (Poitiers).
216
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
me la iniciativa en una respuesta para una correcta economía de escala para las
unidades usuarias ni en una estrategia de desarrollo local.
Estamos en presencia, entonces, de un centro cultural dedicado a la acción
cultural como la capacitación de jóvenes en artes y oficios e industria cultural, pero
con un giro hacia el rubro de centro de estudios alrededor de ciertas temáticas
preferentes que identifican su labor actual orientada a la microempresa, la conser-
vación y promoción de la cultura y del patrimonio local. Hasta ahora, el centro ha
seguido un camino autónomo en el sentido que no ha aspirado a transformarse
en un Centro de Formación Técnica y ha permanecido organizado informalmente
en la lógica de talleres. Más recientemente, ha venido implementando con fuerza
programas de investigación sobre el medio ambiente y emprendimiento social
que lo hace acercarse a un perfil universitario al estilo de centros académicos es-
pecializados, como el Centro de Física Aplicada de Claudio Bunster en Valdivia. El
desarrollo de eventos académicos y científicos es frecuente5.
A lo largo de su existencia, el Centro Almendral ha introducido variaciones
en su oferta de servicios y productos. En el año que comenzó el presente estu-
dio (2005), el proyecto concentraba su accionar en tres líneas de desarrollo, des-
de las cuales se desprende su correspondiente oferta de servicios y productos:
217
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
Veamos cada una de estos ejes de desarrollo, actividad por actividad, ordenados
según la mayor o menor proximidad de éstas a la misión del centro y al destino acor-
dado al bien patrimonial (oferta de uso directo u oferta de uso para rentabilización).
7 Jahuelito, Río Blanco, Coquimbito, Santa Filomena, Campos de Ahumada, San Regis, Santa Ma-
ría, Bellavista y El Asiento, Rinconada de Silva. Precio a la venta de cada ejemplar US$ 7 a 12.
218
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
a. Organización
219
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
b. Financiamiento
220
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
imprenta, son los que generan ingresos que permiten cubrir gastos generales
de administración (el 30% de los gastos del centro).
Para el año 2004, el 76,6% de los ingresos provino de proyectos adjudicados;
le sigue, con un 10,57%, la venta de servicio y, más atrás, con el 6,22%, los ingre-
sos generados por eventos. Para el año 2003, el ingreso por proyectos significó un
65,2%; le siguen otros ingresos con un 22,5% y la venta de servicio con un 6,62%.
Estas cifras confirman que la administración del centro se debe acomodar a los in-
gresos que se obtienen cada año.
a. Modelo de negocio
b. Agentes participantes
221
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
c. Mercados
Este proyecto ha logrado traer un mercado compuesto por personas a las que
les atrae los servicios que éste brinda (capacitación, formación, centro cultural),
su orientación valórica (ambientalismo, desarrollo local), así como los méritos
patrimoniales y paisajísticos del espacio.
5. El plan de manejo
222
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
Dentro del modelo de negocio no existe ninguna actividad que permita ge-
nerar recursos suficientes para invertir en la conservación del convento más que no
sea su manutención como espacio útil. Esta situación hace a sus directivos vivir la
incertidumbre de no poder contar con recursos para enfrentar el futuro. Por ejem-
plo, no hay compañía ni póliza en el mercado de los seguros que asuma el riesgo
por siniestros telúricos respecto de construcciones tradicionales de adobe.
La estrategia general del centro está férreamente anclada a la misión ins-
titucional relativa al desarrollo comunitario. Esta misión —desarrollo comunita-
rio— es interpretada a partir de un cierto enfoque que se organiza en algunas
oposiciones que, a la larga, pueden inhibir su desarrollo. Para el CIEM, el desa-
rrollo comunitario debe ser básicamente endógeno, es decir, debe resultar del
movimiento de energía de la propia comunidad. Por lo mismo, el apoyo externo
—como aquél que podría provenir del Estado o de la empresa privada— no
es enteramente compatible con la autenticidad del proceso de desarrollo. En
contrapeso, encontramos una estrategia consistente para la incorporación de la
comunidad en actividades productivas a través de la creación de la Red Comu-
nitaria de Turismo Patrimonial, así como para la iniciativa comercial denominada
Rastro de Almendral, como espacios de generación de ingresos para las organi-
zaciones y agentes locales que lo gestionan.
Con todo, el manejo se organiza principalmente en función de los propios usua-
rios de los servicios, lo que no asegura el financiamiento del proyecto en su conjunto,
especialmente los costos asociados al mantenimiento de un bien patrimonial.
Veamos un poco más en detalle el rol que le cabe a cada uno de los acto-
res vinculados a El Almendral.
a. Empresa privada
b. Grupos identitarios
223
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
c. Profesionales
d. Estado
e. Medios de comunicación
224
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
6. Análisis final
a. Dinamizadores
El Centro Cultural “El Almendral” ha tenido la capacidad humana extraor-
dinaria para generar los recursos necesarios y los equipos profesionales
adecuados para desarrollar un proyecto de valorización de un inmueble
patrimonial que, en el contexto de nuestro país, probablemente de otra
manera estaría abandonado y en peligro de desaparición. Se trata de un
proyecto de centro cultural localizado al margen de los grandes centros
urbanos del país, lo que ya condiciona, en buena medida, la dificultad de
vincularlo con mercados para una mayor rentabilización mediante su uso
con iniciativas productivas del tipo “industria cultural”. De manera enton-
ces que esta experiencia de animación de un escenario patrimonial como
el conjunto religioso de El Almendral, sustentada por personas con alto
compromiso social y político, debe evaluarse en función de los objetivos
institucionales que se ha propuesto.
225
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
b. Inhibidores
226
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
227
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
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228
El Centro Español de Concepción
229
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
La inestabilidad política de la región del Bío-Bío hizo que esta zona fuera parti-
cularmente poco propicia para la expansión de la economía capitalista indus-
230
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
trial que caracterizará a la ciudad durante el siglo XX. Sólo hacia la década de
1840 comenzaron tímidamente a aparecer las primeras actividades de este tipo:
primero, la molinería de trigo en el área costera norte, con centro en el puerto
de Tomé; y luego la minería del carbón, que dio origen a los poblados mineros
de Lota y Coronel. Leonardo Mazzei (1994) sostiene que en estas iniciativas mo-
linera y minera estuvieron a la base de la posterior pujanza económica de Con-
cepción a lo largo del siglo XX, con sus industrias de procesado de alimentos,
la producción de hierro y acero, las refinerías de petróleo, los aserraderos y las
fábricas de productos químicos, papel, vidrio, además de producir, en la época
actual, energía hidroeléctrica en el río Bío-Bío.
A la par de la implementación de la economía industrial, Concepción
fue recibiendo progresivamente una cada vez mayor afluencia de extranjeros
dedicados a las actividades industriales y mercantiles. La población migrante
de origen español fue relativamente más tardía que las restantes migraciones
europeas, no solamente en Concepción sino que en todo Chile, como conse-
cuencia del bombardeo de Valparaíso ocurrido en 1865 y el clima antihispano
que éste provocó en la población local (Estrada 1994; Mazzei,1994). Solamente
desde 1895 los españoles pasaron a constituirse en el grupo europeo más nu-
meroso de la provincia penquista.
Concepción no siguió una pauta migratoria muy diversa a la del resto del
país. Baldomero Estrada (1994) caracteriza la migración europea y, en especial,
la española en un breve artículo que resumimos a continuación:
231
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
232
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
233
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
na forma, la lejanía con el país de origen. En palabras del actual presidente del Centro
Español, la institución fue obra “de un grupo de españoles visionarios, amantes de
España y de sus tradiciones, deseosos de recrear un trozo de la patria lejana y del gusto
de la patria lejana y del gusto por el arte y el canto” (Bordegaray, 1992, p. 9).
En suma, este centro de colonia —como otros del país— pretendieron en
sus inicios reproducir en el país de acogida el ambiente cultural de la sociedad
de origen: juegos, eventos artísticos, cocina, competencias deportivas, etc. Para
este propósito, los españoles organizaron un centro social con espacios físicos
significativos por sus construcciones y cómodos para su acceso, que siguió una
pauta general del país, pues se reprodujo en los centros sociales hispánicos de
Antofagasta, Santiago, Valparaíso, Concepción y Magallanes.
El desarrollo posterior del centro penquista también está dentro de la pauta
general de evolución de este tipo de entidades en el país. El número de españoles
originarios fue disminuyendo con el tiempo en la medida que éstos fueron enve-
jeciendo, enfermando o muriendo. Este dato demográfico obligó a los centros de
colonia a flexibilizar constantemente los requisitos de ingreso, especialmente relati-
vos a la nacionalidad. Por lo mismo, la reproducción de la cultura del país de origen
se hizo cada vez más dificultosa y menos consistente con la cultura contemporánea
de España4. Muchas actividades típicas fueron desapareciendo por ausencia de cul-
tores y, progresivamente, se fortalecieron los servicios más funcionales a los requeri-
mientos de los nuevos socios. En fin, con los años operó un cambio de giro del Cen-
tro Español en el sentido que las actividades de difusión del país de origen —que
sigue siendo una referencia identitaria para las nuevas generaciones— comenzaron
a tomar el lugar de las actividades originales de socialización de los migrantes.
4 Esto explica, en nuestra opinión, el escaso interés detectado en los migrantes españoles lle-
gados últimamente a Concepción por integrarse al centro social.
234
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
Barros Arana, considerada la más activa de la ciudad en comercio, entre las ca-
lles Castellón y Caupolicán. Es algo así como el corazón social y comercial del
Concepción. El lugar sigue con una notable actividad comercial que no se ha
afectado de manera importante —como ha sucedido en otras ciudades chile-
nas— por la construcción del Mall Comercial en “Las Lomas de San Andrés”.
Se trata de una edificación de cuatro pisos más un sótano, éste último de
una superficie de 516 metros cuadrados. Ha sido remodelado a lo largo del último
tiempo, tanto la decoración de sus salones como también la construcción de más
pisos. El primer piso tiene una superficie de 1.699 metros cuadrados, de los cuales
una parte corresponde a los edificios originales de comienzos del siglo veinte que
sobrevivió al gran terremoto de 1939. En este piso se encuentra una galería comer-
cial donde se ubican tres locales que son arrendados a negocios refinados, como jo-
yería. Los tres pisos superiores tienen una menor extensión, totalizando el conjunto
de las construcciones un poco más de tres mil metros edificados. El segundo nivel
es ocupado por los comedores y bares cuya gestión está a cargo de una empresa
concesionaria. En el segundo y el tercer nivel se encuentran los salones destinados a
la realización de diversos eventos y las actividades sociales internas de club social. El
último nivel es utilizado para labores administrativas del centro y el consulado.
La época de construcción del edificio, con la excepción de parte del pri-
mer piso, es justo posterior al terremoto de 1945. No podemos decir que se trate
de una construcción de un valor histórico equivalente a la arquitectura colonial
de La Serena o Santiago, o a la arquitectura decimonónica del puerto de Valpa-
raíso. Pero en el contexto de la ciudad de Concepción, cuyos desastres naturales
y la confrontación fronteriza la dejaron sin vestigios urbanos pretéritos, este edi-
ficio tiene méritos para procurar su conservación en el tiempo.
El diseño de la fachada del edificio simula el de un fuerte militar español,
lo que es significativo en la ciudad fronteriza de Concepción. El acceso al lugar
se hace a través de una galería compuesta por varios locales comerciales, todos
de propiedad del Centro Español. A veinte metros de la entrada a la galería se
encuentra la escalera o el ascensor que conduce a los pisos superiores del edifi-
cio donde se ubica el Centro Español.
El bien objeto de nuestro estudio ha sido utilizado como club social por la colonia mi-
grante española residente en la provincia de Concepción. En este espacio se ha desa-
rrollado un conjunto de actividades sociales y culturales relacionadas con la cultura de
origen de sus socios. Con el tiempo, como hemos visto, el centro se ha abierto a perso-
235
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
nas menos afectadas con una identidad hispánica (en especial descendientes de los mi-
grantes españoles de la provincia), por lo cual las actividades hispánicas originarias han
cedido el lugar en favor de actividades sociales progresivamente más “chilenizadas”.
En el año del presente estudio (2005), el Centro Español concentraba su
accionar en tres ejes de desarrollo, desde los cuales se desprenden sus corres-
pondientes ofertas de servicios y productos:
i. La beneficencia social, que consiste en prestar apoyo solidario a los so-
cios en situación económica difícil, producto de enfermedad o viudez u
otras circunstancias de la vida. Dado que los socios en necesidad fueron
disminuyendo con el pasar de los años, esta actividad se ha reorientado,
para apoyar económicamente a terceras instituciones que desarrollan ac-
tividades de beneficencia con grupos desfavorecidos de la provincia.
ii. La sociabilidad, por la que se prestan servicios orientados a brindar espa-
cios a los socios para la práctica de juegos de salón, deportes como ping-
pong, biblioteca y hemeroteca, servicios de bar y, de manera destacada,
la gastronomía que está abierta a todo público.
iii. La difusión cultural, potenciada durante los últimos años mediante la realiza-
ción de actividades culturales y artísticas, en especial, vinculadas a las tradicio-
nes culturales hispánicas, además de eventos, cursos, talleres, exposiciones o
seminarios.
5 Es decir, pago por una recompensa simbólica de pertenecer a un club social exclusivo y no
tan sólo por la retribución asociada directamente a los servicios que el centro presta.
236
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
ii. Eventos sociales, tales como bingos, comidas bailables, actividades para
niños, etc. El socio paga por estas actividades extraordinarias, aunque ob-
tiene descuento por su membresía por el uso del restaurante y bar o los
servicios del Club Español de Campo.
iii. Difusión de expresiones académicas, culturales y artísticas, especialmente
de la cultura hispana abiertas para la comunidad penquista. Estas se reali-
zan a lo largo de todo el año, muchas veces en colaboración con las uni-
versidades de la zona. Estos eventos tienen un buen público, compuesto,
sobre todo, por jóvenes, lo que en parte puede ser explicado porque están
liberados de pago de entrada.
iv. Sede del Consulado Honorario de España en Concepción.
237
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
a. Organización
b. Financiamiento
238
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
a. Modelo de negocio
b. Agentes participantes
239
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
c. Mercados
En primer término, nos encontramos con el mercado de los socios, cuyas nece-
sidades han ido variando en el tiempo. En sus orígenes existió un uso masivo de
este inmueble como lugar de sociabilidad, de donde proviene su prestigio en la
ciudad; pero la participación regular ha ido decayendo en favor de la realización
de eventos sociales, culturales o académicos que no favorecen una fidelización
entre los usuarios, especialmente de mujeres y jóvenes.
La comunidad penquista, en este caso compuesta predominantemente
por jóvenes de ambos sexos, manifiesta buen interés por las actividades cultu-
rales y artísticas programadas en el centro social7. Según los informantes con-
sultados, a estas actividades asisten, en promedio, trescientas personas, entre
6 Como dato ilustrativo de las relaciones estrechas del centro con las autoridades políticas, se
cuenta el hecho que durante el régimen militar el centro toleró que sus autoridades fueran
designadas por los militares.
7 No se cuenta con datos estadísticos acerca de los asistentes a las actividades culturales.
240
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
las que se encuentran algunos adultos y sólo una pequeña parte corresponde
a los socios.
Finalmente, un público general constante es atendido en el restauran-
te del club durante los días de semana, en especial en horario de almuerzo.
Este grupo está compuesto, en su mayoría, por profesionales y empleados
que trabajan en oficinas del centro de la ciudad. Asimismo, entes públicos y
privados realizan eventos sociales tales como matrimonio, seminarios, charlas,
reuniones, etc. Destacamos que este mercado no es buscado por la concesio-
naria: acceden por el prestigio de la infraestructura del centro y su ubicación
privilegiada.
5. El plan de manejo
241
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
a. Empresa privada
b. Grupos identitarios
El principal grupo identitario corresponde al de los migrantes españoles que
fueron los socios fundadores. Por motivos demográficos, este segmento pierde
importancia a lo largo el tiempo y es progresivamente reemplazado por sus
descendientes, a quienes el centro desea incentivar su participación a partir de
sus motivaciones actuales. Existe un grupo de profesionales de origen hispano
que trabajan en el centro como núcleo profesional, quienes, además, proveen
integrantes de la directiva y encargados de departamentos.
8 Desde aquí se han liderado las celebridades hispánicas de gran impacto en la ciudad, y a pro-
pósito de los 500 años de la Conquista realizaron un concurso, apoyado por la Universidad
de Concepción, para idear un nuevo logo para el Centro Español que pusiera en evidencia el
encuentro araucano-español; en fin, los eventos de difusión de la cultura hispánica animan
su vocación cultural.
242
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
c. Comunidad penquista
d. Estado
e. Medios de comunicación
Potenciado gracias a la contratación de una profesional del área de las comuni-
caciones, el centro aprovecha satisfactoriamente los medios de comunicación
como la radio y la prensa escrita, en especial con el fin de difundir a la comuni-
dad las actividades culturales.
Por otra parte, la revista Hispano al día es la encargada de comunicar a los
socios las actividades sociales, culturales y académicas. Se les informa, además,
por medio de atriles informativos colocados en la planta baja del edificio institu-
cional, que también informan al público que transita por las galerías.
243
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
Al ser el centro una organización sin fines de lucro, no existe distribución de uti-
lidades, lo que lleva a que los recursos se reinviertan en el mismo centro social
o en otras instituciones hispánicas.
6. Análisis final
a. Dinamizadores
b. Inhibidores
244
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
c. Evaluación socio-económica
245
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
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246
El fuerte San Diego de Acapulco (México)
a. Antecedentes históricos
247
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
2 Grandes buques construidos por carpinteros chinos en Filipinas. Desde Acapulco, por estos
navíos, se enviaban productos valiosos hacia Veracruz (plata, tabaco, chocolate, entre otros);
la mercancía proveniente de Asia consistía en gran parte en manufacturas orientales de uso
exclusivo de las elites locales, poseyendo un alto valor comercial y simbólico (artículos de
seda y algodón, porcelana, objetos de marfil, arcones, cajoneras, entre otros) (Rueda, 1998).
248
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
3 Para el transporte de mercancías, Cortés conecta Acapulco con Ciudad de México, en 1531,
estableciéndose en el inicio del siglo XVIII el mercado de la plaza mayor en esta ciudad (INAH,
2006).
4 Boot había llegado a Nueva España, en 1614, para hacerse cargo de las obras del desagüe
del valle de México, elaborando propuestas centradas en la conservación de los lagos (INAH,
2006).
249
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
tructura, la que pasa a adquirir una forma pentagonal regular, de cinco bastio-
nes idénticos más salientes. Las obras finalizan en 1784, momento en el cual
el asentamiento vinculado al fuerte tenía una consolidación evidente, lo que
condujo, en 1799, a que Acapulco, gracias al gran auge de la actividad comer-
cial, alcanzara el rango de ciudad. Paralelamente al proceso de reconstrucción,
como consecuencia del establecimiento de libertad de comercio por parte de
la Constitución de la Real Compañía de Filipinas, perdió importancia el papel
defensivo y comercial que cumplía el fuerte dentro del virreinato de México
(UNAM, 2006).
El segundo gran hito, esta vez solamente centrado en la alteración de las
funciones del fuerte, se dio dentro del marco de la guerra por la Independencia.
Para 1813, sitiada la ciudad y controlada la plaza por el grupo rebelde, el fuerte es
utilizado por los españoles como refugio hasta la firma del tratado de rendición
por José María Morelos y Pedro Antonio Vélez en agosto del mismo año (UNAM,
2006). Lograda la rendición de las fuerzas realistas, se entrega el fuerte, cuya
relevancia económica y geopolítica se encontraba irreversiblemente perdida,
reconvirtiéndose por muchos años en cárcel para presos políticos, y, luego, en
oficinas para las dependencias de la Secretaría de Marina (INAH, 2006).
b. Descripción arquitectónica
5 Las fortificaciones presentan influencias de la arquitectura militar italiana de los siglos XIV al
XVI (Noriega, Muñoz, 2005), poseyendo el fuerte de San Diego la particularidad de un diseño
con traza pentagonal (Elorduy, 2005).
250
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
251
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
252
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
sostiene que las fortificaciones americanas del Pacífico tienen valor como unida-
des que propiciaron y articularon movimientos de población y objetos centrales
para la configuración de gran parte de las dinámicas culturales de la zona.
En caso de declararse patrimonio de la humanidad, el fuerte San Diego de Aca-
pulco quedará sujeto a las medidas de protección estipuladas por la Convención de
Patrimonio Mundial, Cultural y Natural (de la que México es parte), siendo obligatorio,
por parte de los Estados, la protección jurídica y la implementación de un sistema de
gestión local, regional y nacional idóneo para su conservación (Huitz, 2005).
253
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
i. El arriendo de una sala auditorio, con capacidad para 108 personas, equi-
po de sonido y aire acondicionado, para la realización de conferencias,
seminarios y eventos.
ii. La mantención de las características arquitectónicas del inmueble y las
áreas verdes sostienen una oferta de recreación paisajística con vista al
puerto y a la bahía, que incluye la realización de eventos al aire libre.
a. Estructura organizativa
254
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
El equipo museo actúa como facilitador del programa operativo del INAH, im-
plementando las directrices —en ámbitos técnicos y administrativos— conte-
nidos en un plan anual técnico. En el ámbito de sus competencias, el equipo
museo colabora en la gestión local de recursos (financieros y humanos), en la
recopilación de datos primarios para la elaboración de estrategias comunica-
cionales, en la elaboración de productos específicos asociados al plan anual
(material didáctico, talleres, folletería, etc.) y en la regulación del funcionamiento
de las actividades cotidianas del museo.
Los instrumentos de gestión que dispone el equipo museo son los si-
guientes:
• Programa operativo anual INAH.
• Programa técnico anual del equipo museo.
• Estructura organizacional pre-definida, altamente centralizada, que inclu-
ye los niveles local, regional y nacional.
• Reportes, informes, evaluaciones y reuniones periódicas con niveles re-
gional y central.
• Control de la gestión a través de auditorías internas.
• Asistencia técnica y profesional desde la Secretaría Técnica Nacional, la
Escuela Nacional de Antropología e Historia y la Escuela Nacional de Con-
servación, Restauración y Museografía.
7 Se compone de esta manera: una directora y un administrador (este último con un asistente),
un jefe de seguridad, una encargada de relaciones públicas, un coordinador de secretaría ad-
ministrativa y una auxiliar de secretaria; además, forma parte del equipo museo un grupo de
cuatro técnicos en montaje y mantención, más un encargado de apoyo a servicios, dos asis-
tentes en educación e historia cultural, dos encargados de difusión de patrimonio e historia
cultural, un asistente para la promoción y comunicación cultural, una persona encargada
del corte de boletos, un operador de transportes, dos encargados de la tienda Educal y diez
guardias, tres de ellos especializados en museos (INAH, 2006).
255
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
c. Funcionamiento presupuestario
a. Modelo de negocio
256
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
b. Agentes participantes
c. Mercados
El fuerte de Acapulco apunta a capturar un mercado turístico nacional e interna-
cional que, en promedio, alcanza en la actualidad a ocho mil visitas al mes, con
gratuidad para estudiantes, profesores y menores de trece años. Para alcanzar este
número se beneficia tanto de la conexión de la ciudad con Ciudad de México a
través de la carretera del Sol, como de la infraestructura local que le brinda el puerto
y el aeropuerto internacional. De acuerdo con datos duros, Acapulco cuenta anual-
mente con 9.380 vuelos nacionales y 2.060 vuelos internacionales, además de un
arribo de 96 cruceros (Gobierno de Acapulco, 2006). La ubicación privilegiada del
fuerte, frente al puerto, facilita todavía más la captación de visitas extranjeras.
A nivel local, la mayoría de los usuarios corresponde a grupos escolares
de distintos niveles. En menor grado, diversas instituciones (entre ellas el mu-
nicipio), toman en arriendo la infraestructura para la realización de eventos es-
pecíficos.
257
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
5. El plan de manejo
a. Empresa privada
8 De manera coherente con la misión institucional, el INAH se plantea los siguientes objetivos
estratégicos:
• El Fomento de la investigación científica en áreas tales como antropología, arqueología,
historia, restauración, museología, paleontología.
• La formación de profesionales de alta calidad en estas mismas áreas.
• El fortalecimiento de la protección y conservación del patrimonio cultural.
• La difusión del patrimonio cultural y los resultados de las acciones del INAH.
258
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
b. Grupos identitarios
Tal como acontece con la empresa privada, estos grupos poseen un bajo per-
fil. La participación activa y regular de colectivos en las instituciones ligadas al
INAH está aceptada con la existencia de los denominados Órganos Coadyuvan-
tes, pero que, en la práctica, están lejos de cubrir la diversidad de comunidades
locales existentes. De acuerdo con las fuentes consultadas, no se observan me-
canismos descentralizados y regulares de participación en la toma de decisio-
nes por parte de grupos identitarios locales.
Quizá pueda consignarse la participación de personas naturales y asocia-
ciones cívicas en el financiamiento del museo a través de donaciones, al modo
en que la empresa privada lo hace. En ese sentido, destacamos la relación esta-
ble de familias de la ciudad con el museo a través del programa estatal “Adopte
una Obra de arte”, pensando en alguna coincidencia de origen que releve algún
aspecto identitario local.
c. Profesionales
259
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
d. Estado
e. Medios de comunicación
El museo funciona sobre la base de un presupuesto anual estatal que cubre la totali-
dad de los gastos de operación y administración. Como ya mencionamos, la Secreta-
ría Administrativa asigna los recursos anuales a cada Centro INAH regional, admitiendo
la autorización de modificaciones a petición de los equipos de trabajo locales.
Existen, por otro lado, recursos financieros extraordinarios que se captan,
en primer lugar, a través de actividades al interior del museo (tienda “Educal”,
por ejemplo) y, en segundo lugar, por donaciones particulares. Estos recursos
se utilizan en los mismos proyectos específicos de la administración del equipo
museo (San Vicente, 2006).
260
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
6. Análisis final
a. Dinamizadores
Destaca, en primer lugar, el rol protagónico del Estado como agente impulsor
del museo histórico, gran financista y principal responsable del control adminis-
trativo y operativo. La mayoría de los equipos profesionales que trabajan en el
museo, además, han sido formados en instituciones vinculadas al Estado mexi-
cano, cuyas capacidades técnicas y profesionales son de alta relevancia para la
puesta en marcha de estas actividades.
La ubicación geográfica y la especialización de la zona en oferta turísti-
ca y servicios asociados es también un dinamizador relevante. La función de
Acapulco, tanto como punto de entrada de tráfico aéreo y marítimo, como de
conexión con otros centros urbanos del interior del país, confiere al espacio un
sostenido flujo de turistas. El emplazamiento del fuerte, frente al puerto y unido
por un puente peatonal de acceso que pasa sobre la carretera, lo vuelve paso
obligado de pasajeros de cruceros y otros visitantes.
Por otro lado, Acapulco es una zona especializada en oferta de servicios, sien-
do el sector terciario el más relevante y la rama turística su eje impulsor. Olivar (2006)
destaca tres áreas diferenciadas en Acapulco. La primera que se extiende desde
el Hotel Plaza las Glorias Paraíso Radisson hasta la Base Naval, donde se ubicaron,
entre las décadas de los cincuenta a setenta un conjunto de hoteles turísticos que
acaparan la mayor parte de las visitas internacionales. La segunda, ubicada desde
la carretera y terminal por el área de Barra Vieja, concentra nuevos proyectos turís-
ticos: hoteles, condominios, villas privadas y residencias de lujo. La tercera y última,
localizada entre la Caleta y el Parque Papagayo, corresponde al área en la cual co-
menzó Acapulco a ser explotada turísticamente en las décadas de los años treinta y
cuarenta, construyéndose allí los primeros hoteles y casas de hospedaje. En síntesis,
la diversidad y la gran especialización de la oferta de servicios asociados a redes
261
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
b. Inhibidores
262
El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
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2006 Información personal.
Unidad Administrativa Especial del Sistema de Parques (UAES)
2006 Planes de Manejo, Parques Nacionales de Colombia.
www.parquesnacionales.gov.co
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
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El Museo-Centro Cultural
“Aldea Intercultural Trawupeyum”
a. Antecedentes
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1 Programa estatal creado, en 1995, bajo el alero del Consejo Nacional para la Superación de la
Pobreza (actualmente Fundación), orientado a servir como estrategia de intervención local
en las comunas rurales más pobres del país, a través de la convocatoria de profesionales
jóvenes.
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3 Un proyecto FONDART no concretado, la asignación por parte del municipio para el proyec-
to de terrenos que se inundaban, y un proyecto rechazado por FONDART.
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privilegian el uso de imágenes y audio (muchas veces captadas in situ), sin per-
juicio, además, de integrar elementos tangibles, incluso algunos susceptibles
de reproducción para su comercialización. En ningún momento los productos
específicos asociados a la oferta museológica (información, testimonios, obje-
tos, etc.) se muestran como una colección, sino, por el contrario, lo hacen como
fenómenos interculturales que no admiten cristalización definitiva. Los usos de-
sarrollados, por lo tanto, son compatibles con la diversidad de actividades que
puedan realizarse en torno a este bien, sin otra limitación que las capacidades
técnicas de la infraestructura del museo.
Las actividades del centro, tales como talleres, eventos y cursos de ca-
pacitación, se definen por una concepción de eco-museo, es decir, ellas están
orientadas a la inserción en el territorio local y son entendidas como herramien-
tas idóneas para la inclusión de los habitantes de la comuna. Al poner el acento
en el carácter territorial de la iniciativa, en un microsistema de investigación-
producción-circulación de bienes patrimoniales, el proyecto supone un apor-
te al desarrollo de la comuna. El esfuerzo se ha centrado, hasta ahora, en la
captación de público desde otras regiones, abriéndose espacios fijos para la
comercialización de productos locales en el inmueble. Se calcula un aumento
de un 40% en el flujo turístico a la zona, directamente asociado a la existencia
del museo-centro cultural lo que, para Sepúlveda (2006), tensiona el necesario
equilibrio que debe existir entre turismo cultural y eco-museo.
Teniendo en cuenta estas características, se puede afirmar que el museo-
centro cultural se proyecta como un potencial tecnopolo cultural, en el sentido
que cuando produce, exhibe y facilita el consumo de bienes patrimoniales, su
especificidad está dada más por la densidad de las relaciones que requiere para
la transferencia que por los recursos que puede ofrecer a priori (Azpillaga y Troy
1995). En efecto, los productos que el museo exhibe y hace circular no están
predeterminados, sino que, a la inversa, son fruto de un trabajo etnográfico y
educativo entre los actores locales, en este caso, el equipo museo-municipali-
dad y comunidades locales. Se trata de producir información relevante sobre el
fenómeno abordado mediante la articulación de sujetos para, posteriormente,
permitir su circulación. Si a futuro se consolida la conexión con una industria
cultural y turística y se logran alianzas con centros de investigación afines, la
condición de tecnopolo cultural podrá perfilarse aún más claramente.
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i. Biblioteca pública, de acceso gratuito, que cuenta con una colección bi-
bliográfica y audiovisual producto de un convenio de cooperación entre la
Municipalidad de Curarrehue y la Coordinación de bibliotecas públicas, de
la DIBAM. La capacitación está adscrita al programa Biblioredes, que pro-
mueve competencias en la comunidad local para la apropiación de tecno-
logías de información y comunicación.
ii. Arriendo de infraestructura y equipos a personas o instituciones externas
a la comuna, específicamente la sala fogón multiuso, incluyendo el servi-
cio de baños, cocina y calefacción, además de un proyector multimedia.
a. Estructura organizativa
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
sos, éstos son asumidos por la municipalidad y, en última instancia, por el alcalde
en tanto responsable administrativo de los bienes municipales, sujeto al control del
departamento de administración y finanzas. Ahora bien, el alcalde asume, además,
la responsabilidad pública del proyecto, en diálogo con el concejo municipal y el
consejo económico y social. La toma de decisiones concerniente a la administración
y resolución de conflictos reside, en última instancia, en el alcalde y el concejo muni-
cipal, aunque la gestión propiamente tal es siempre asumida por el equipo museo4.
No ha sido posible recopilar gran información sobre resolución de conflictos, pero
se ha detectado en el proceso dos momentos delicados: uno entre organizaciones
comunitarias locales y otro entre directivos, que llevó a la renuncia, en el año 2005,
de los profesionales a cargo de la dirección del proyecto.
Ahora bien, ha sido voluntad de los actores mencionados que en la gestión del
proyecto se asuma el conjunto de acuerdos que, a nivel de la región, han sido propi-
ciados por la “Mesa Comunal de Curarrehue”5. Se ha admitido, también, la fiscalización
ocasional en materias de administración por parte del consejo económico y social6.
4 Este equipo es dirigido por un secretario ejecutivo y está conformado, además, por los guías
capacitados, por los concesionarios de los puestos artesanales y cocinería y por los represen-
tantes de agrupaciones comunitarias locales.
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c. Funcionamiento presupuestario
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
a. Modelo de negocio
El museo-centro cultural se dedica a la gestión del patrimonio intangible dentro
de un territorio de alta actividad intercultural, brindando a las asociaciones locales
de un núcleo organizativo que desarrolla competencias en áreas de asociatividad,
inserción territorial y valoración de los recursos culturales, entre otras. Por esta vía,
de manera indirecta, el proyecto está estimulando, por una parte, la creación de
un cierto tipo de oferta cultural: exposición de obras de arte y productos artesa-
nales, comercialización de productos reproducibles; y, por otra parte, la demanda
por estos servicios de momento que se localiza esta creación dentro de un espa-
cio reconocible e inserto en redes turísticas locales, nacionales e internacionales.
b. Agentes participantes
7 El equipo “Servicio País” participa en el proyecto hasta el año 2003, cuando se desvincula
de la ejecución directa para dar paso a la municipalidad y a la comunidad local (Sepúlveda,
2006).
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c. Mercados
Si bien el énfasis del proyecto está puesto en un usuario local, en pos de su desa-
rrollo y legitimación a nivel identitario, también se contempla la participación de
usuarios externos a la comuna. La “Aldea Intercultural Trawupeyum” se proyecta
como un actor relevante en términos de desarrollo económico en la comuna de
Curarrehue gracias a la explotación del turismo cultural proveniente de impor-
tantes centros de actividad turística del área, incluyendo las situadas en territorio
argentino. Según la Corporación patrimonio cultural de Chile (2005), ha habido
un aumento en un 40 % del flujo de visitantes, directamente asociado al museo-
centro cultural. Durante el primer año de funcionamiento recibió ocho mil visitan-
tes externos a la comuna, lo que es bastante si consideramos que el museo posee,
en verano, una capacidad de carga estimada en dos mil personas por mes y de
un mil el resto del año (Sepúlveda y Prieto, 2004). En definitiva, la demanda por
eventos, talleres y otras instancias de expresión identitaria incluye la presencia de
usuarios locales y foráneos, admitiendo la participación pasiva de turistas.
5. El plan de manejo
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a. La empresa privada
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c. Los profesionales
d. El Estado
e. Medios de comunicación
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6. Análisis final
a. Dinamizadores
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b. Inhibidores
No se cuenta con estudios que midan los beneficios del proyecto más allá del producto
de la actividad económica de los puestos artesanales y la cocinería. El ingreso de recur-
sos por concepto de alojamiento de turistas en casas particulares, mercado incipiente
y de carácter informal, no alcanza todavía a perfilarse como una actividad económica
relevante en la zona. Ahora bien, la creación de una red de turismo rural a través de la
ruta Curarrehue-Yanqui traerá importantes externalidades positivas. A escala nacional
e internacional, no se observa un impacto económico relevante. Frente a este frágil es-
cenario socio-económico, Sepúlveda (2003) ha señalado la necesidad de implementar
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El patrimonio cultural como factor de desarrollo en Chile
estrategias para alentar aún más la participación de los habitantes locales como colabo-
radores directos en proyectos específicos o asistentes de actividades.
A nivel social, el impacto local ha sido relevante, considerando los as-
pectos simbólicos involucrados en esta iniciativa. En efecto, se ha propiciado
la agrupación y coordinación de comunidades mapuche-pehuenche en torno
a proyectos y actividades específicos; se ha accedido a recursos externos a la
comuna; y se ha conquistado una infraestructura para la realización de eventos
comunitarios y la difusión de discursos y elementos identitarios propios. Los
eventos acontecidos en el lugar han traído un intercambio entre distintos gru-
pos y el desarrollo de actividades tradicionales locales. En el plano educacional,
se han llevado a cabo programas de capacitación, además de la creación de
una bibliored abierta al público y vinculada a las escuelas de Curarrehue.
Si bien no existe un diagnóstico que aborde los conflictos que se han gatillado
a propósito del proyecto, la ocurrencia de estas problemáticas, incorporadas en los
discursos de los actores, sirve, paradójicamente, como indicador del alto impacto
social que el proyecto tiene. Teniendo en cuenta los lineamientos conceptuales del
proyecto, sobre todo la noción de un museo como punto articulador del contacto,
reflejando fenómenos en estado de desarrollo, la conflictividad puede ser conside-
rada un capítulo inherente al proceso de interculturalidad abordado por el proyec-
to. La experiencia, en vez de dejar escépticos a sus realizadores, aporta información
de primera mano sobre el fenómeno y permite un aprendizaje de modalidades de
trabajo que permitan, en lo sucesivo, anticipar o abordar mejor nuevos conflictos.
Bibliografía
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Breve reseña de los autores
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Facultad de Ciencias Sociales, Jurídicas y de la Comunicación de dicha
Universidad. Premio Nacional de Investigación de la Sociedad General de
Autores y Editores de España en 2005.
Alessandra Olivi
Licenciada en historia contemporánea por la Universidad de Bologna (Ita-
lia), con postítulo en ciencias etno-antropológicas de la Universidad de
Roma “La Sapienza” y postgrado en Estudios de Desarrollo de la Escuela
Europea de Estudios Avanzados, de la Universidad de Pavia. Actualmente
doctorante de Antropología Social de la Universidad de Sevilla e investi-
gadora del Centro de Investigaciones Sociológicas de la Universidad de
Valparaíso.
Francisca Poblete
Licenciada en antropología social por la Universidad Austral de Chile. Pro-
fesora adjunta de esa universidad.
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