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CAPíTULO II

cATUDADANín, pnRttclpaclóru y vtvENctA coMUNtrARtA

Bernardo Jiménez Domínguez

La ciudadanía, un concepto en construcción.

En principio vamosa revisar los términos ciudadanía y participación, que, como todos los
conceptos en ciencias sociales son polisémicos y conllevan mucha historia. La palabra
ciudadanía, del latín civitas, se refiere al derecho común que regía a los ciudadanos, el derecho
ciudadano. ,$f ude tampién al conjunto de ciudadanos libres que viven bajo una ley común en
una ciudad o sociedad. En Grecia, la ciudadanía concernía al conjunto, la totalidad de los
ciudadanos y suponía la pertenencia a la polis.

Actualmente expresa dos conceptos y abarca dos realidades. La condición jurídica, que implica
la sumisión a la autoridad del Estado y el libre ejercicio de'los derechos que el Estado otorga,
Pero en su significación más definida qe refie¡e q!,cgnjq¡to dqde¡gghos V,ob.llgacignes de,los
iiudSdangs, el concepto actual tiene sus raíces en la ideología liberal y en el concepto de
Estado de derecho del siglo XlX. Los derechos del hombre y del ciudadano contenidos en la
declaración revolucionaria de 1789 encuentran su momento germinal; Ia libertad de participar
en el poder del Estado bajo un orden legal basado en una constitución es su fundamento. El
ciudadano es un miembro activo de una sociedad política independiente. Es la condición
jurídica que pueden ostentar las personas por su vínculo con el Estado de derecho. Sin
embargo, los significados de la noción ciudadanía son diversos y solo se explican en su devenir
hlStófiCO. POr eSO feSUlta út¡! !a ClasifiCaCió. nra hr¡o ficnornc an loQQ:l ,¡hi¡¡.|^c en CUati"O
dimensiones:

1. concepción limitada. Aquí se produce una confusión entre ciudadanía y


nacionalidad al reducir los derechos del individuo a la sumisión,a la
Liautoiidad del.Estád-o;ial libre ejercicio de Ios derechos previstos por la ley y ei
c u n-, p Ii rn i e nto d e la s o b ! iga c io n es d e ri,",a da s.
2. Concepción amplia. Se refiereal derecho de Ios miembros de una cornunldao
políticaa.ipart¡cipql.aitivamenteyencond@o¡5@en[avidapolÍticadel
Estado.
3. Concepción vertical. El vínculo del individuo con el Estado se eslabiece por una
relación de sujeción, imposición y sometimiento. Se pasa así de la relación súbdito-
soberano a la relación ciudadano-Estado. Se funda en la idea de libertad como
autonomía del individuo. Como es bien sabido, Rousseau estableció que para
construir una sociedad política§las'pér5onas deben iometér zu tib.-etJg.{1g[_v$ua¡a
É'ffÉt¡v-á,
4. Concepción horizontal. Supone la aspiración de la igualdad no solo en el plano de
los derechos indivíduales, sino también en el plano de los derechos de los grupos.
Esta visión alternativa de la ciudadanía se suele definir utilizando Ia frase de
a
=

Hannah Arendt: "el derecho a tener derechos", más allá de la existencia de un


conjunto específico de derechos, como lo explica Bellamy (2OOZ\.
oiit' .

La pertenencia a lá polis constituía entre los griegos'ührilet§Ch'6 c'ém1i¡¡.qup;;¡pg[3 vida de tos


l.q
" ciudadanos.

El politeísmo existente contr¡buyo a la idea de ciudadanía, pues se reconocía como legítima ia


coexistencia de diversas religiones. Los romanos hacen extensiva Ia ciudadanía a otros grupos
antes excluidos (pax romono). Este es el origen de la idea de tolerancia. Como afirma Cisneros
(2002), la tolerancia nace paradójicamente de las grandes intolerancias religiosas que habrían
de sucederse a iravés de los siglos.:ElRénacimiénto propone.la
ldea.de.un,ser.racional capal
dá manejar sus derechos. Pero la llustración del siglo XVlll la que permite desarrollar la
dimensión horízontal de la ciucladanía. Los derechos del hombre y el ciudadano establecieron
las premisas para el reconocimiento de la tolerancia comoelfundamento del Estado liberal. El
respeio por el otro es un princÍpio que nace del proyecto político de la llustración y se sustenta
en la igualdad democrática de los derechos. A partir del anáiisis histórico de la ciudadanía
clásica, Cisneros cuestiona su capacidad para afrontar los desafíos que plantean las sociedades
complejas de América Latina de hoy, las nuevas necesidades y los nuevos desafíos de las
sociedades multiculturales. La profunda crisis económica, las nuevas identidades étnicas,
religiosas y políticas y los debates sobre diversos proyectos de nación han t¡ansformado la
concepción liberal de ciudadanía en Latinoamérica. Los límites exigen la necesidad de ir más
allá y hacer efectivos los derechos de los grupos portadores de identidades culturales
minoritarias (Cisneros 1998).

En la redefinición que hace Catoriadis (1999), del problema de la autonomía que plantea
Rosseau en su contrato sociol- que se refiere al dilema de cómo podemos estar sujetos a las
normas colectivas requeridas para la vida social sin ser esclavizados por el deseo de,. otros
{Bellamy, 2aa2\- queda clara la aspiración de los ciudadanos: crear instituciones que,
ir¡te¡'lot'izacias pcr los inciiviciu:es, t'aciliten lo más posible el acceso a su autonomía individual y
a su posibilidad de participaclón efectiva en todo e! poder explicito existente en la socied.d.
,,i
Gtra forma de planteario es e[ enfoque político:'alqgnstitucionalismo de Bellamy,
Or" ororonutt
que se dbben establecer prácticas a través ¿" lu¡ .JiÉ'ü¡ c.iu{Qdanos
;;r, tograr
atuerdos sob¡e-lqs.,1f9.rr¡as.cie estár-ü üéiaiürerdo, mieÁtras rocia; Aái¡i¡ón"r mutuamente
aceptabfes en las áreas que requieren acción colectiva (algo especialrnente relevante en la
situación de conilicto de clases cuyos intereses deben ser conciliados dispersándose el poder).

Lá ciudadanía consistiría en Ia idñfltiiffi{e los derechos civiles y sociales mínimos por palte dg
les'cigda{qnosr La sociedad tendrá que compi'ometerse a garantizar la ciudadaní., r. i]ávorii
ce sus habitantes, y a los rnovimientos sociales correspondería la lucha para que esta fuerá
3 €iá. ¿Pei'c cómo se !lega a la ciudadanía plena? Por la coiaboración, negociación y diálogo
:¡¡re i¡s ciisiintos séciores sociales y la promoción de políticas públicas para reducir la
.:: =- =
::: sccial (Welmovicky, 2001).

Estcs cc¡cepics se Encuentran en el discursc de ia nrayoría de los gobiernos europeos


aciuales' En ai úit::i¡o ccngreso de la lntennacionai Socialista, su presidente planteaba el nueyo
prograrña "ccnvig:'ie a ia persona en el cenirc¡ cje ias preocupaciones de nuestros países y
en busca de sus metas como naciones separadas y coherentes. Lo cual plantea el desarrollo cie
ciudadanías posnacionales, según Urry (1999), incluyen diversas posibilidades:

a La ciudadanía culturai (edad, género, etnia, sexualidad).


J
a La ciudadanía de las minorías {entrar, permanecer y tener derechos en otra sociedad).
a La ciudadanía ecológica (derechos y responsabilidades con la tierra).
a La ciudadanía cosmopolita (actitud con respecto a los otros conocidos en el mundo).
a La ciudadanía de rrovilidad (derechos y responsabilidades en otros lugares y culturas).
a La ciudadanía de flujos (riesgos y derechos globales y responsabilidades planetarias).

en este contexto, la eclosión de movimientos sociales urbanos redefine el concepto legaly civil
de ciudadanía para abarcar, más allá de la letra escrita sobre la igualdad de derechos (que en
la realidad iguala a la mayoría en la miseria), el derecho a la diferencia. decir, como lo señala
Es
García Cancline (1995), ser ciudadano no tiene que ver solo con los derechos reconocidos por
la maquinaria estatal sino también con las prácticas sociales y cu,lturales qq.g crean el sentpó
de la identidad y la diferencia urbanas. Lo cuaI significa que los derechos se construyen y
cambian en esta dinámica de prácticas y discursos.

La participación como cuestión de grados

Como es evidente en lo que hemos planteado, la participación es consustancial a la ciudadanía


en un contexto en el que, tal como ha venido sucediendo en los últimos 20 años, el concepto
de participación se ha popularizado en el discurso político y ya no solo en el nivelcomunitario.
Pero a partir de la conciencia crítica del pocler del pueblo, en la etimología recuperada del
concepto de democracia, la participación sigue siendo tan solo una aspiración. La apatía
política generalizada y la incapacidad visible del imaginario político occidental se debe, tal
como lo plantea Castoriad¡s (1990), a la existencia de un Estado "totalmente burocratizado
librado a los intereses privados, fogatizado por la corrupción, incapaz incluso de gobernar por
tener que mantener un equilibrio inestable entre los grupos de presión de todo tipo que
desplazan a la sociedad contemporánea". Por ello concluye en el modelo democrático a Ia
occicienial se vacía de su sustancia incluso en los países de origen.

Pero además en países como los nuestros. las dificultades en el desarrollo demoerático
intensifican la faceta más problemática del poder estatal con sus inclinaciones y expresiones
violentas. Como señala Fals-Borda (1992), Ia gente se acostumbro al Eslado-f..lacién
centralizado como si fuera algo dado y natural, y se ha gastado mucha energía en la
construcción de su maquinaria y estructura de poder desde el siglo XVI sin qu= los resultados
sean par nada satisfactorios. Así explica la necesidad de refrenar el violento poder estatal y dar
la oportunidad a la sociedad civil, en un esfuerzo participativo de abajo hacia arriba y de las
periferias hacia los centros.

La participación en el aspecto político es el factor que posibilita que los dos supuestos que
caracterizan a la democracia se cumplan: que todas las personas tengan una participación real
en el poder y que los gobernantes estén sometidos al control efectivo y permanente de los
gobernados. Participación, según el diccionario de la lengua española (2000), es liter,almente la
-1
7
=

El nuevo marco de la ciudadanía

Tal como ocurre en las ciudades latinoamericanas que están hechas de borrones permanentes !/
en aras de una modernidad ilusoria, los espacios públicos se adelgazan cada vez más y van
desapareciendo en tanto los ciudadanos son a su vez privatizados y reciclados en meros
consum idores.

Con la globalización impuesta desde el poder político y económico se abandona la identidad


ciudadana y se las sustituye por la condición de consumidores- clientes y súbditos del imperio,
como recientemente señaló el foro social Transatlántico.'No hay ciudadanos decía Cqsloriadi§
(1990), hay consumidores que se contentan coñirn voto cada cierto número de años. Ello
supone el transito del ciudadano como opinión pública al ciudadano como consumidor, que
vive en la búsqueda de una calidad de vida que no alcanza y cuya participación se trastoca en
el disfrute del espectáculo a traves de los medios electrónicos con el mando en mano (García
Canclini, 1995). Además, es un ciudadano en términos laterales, se trata de gente de ciudad,
esto es, se va excluyendo a los que no lo son y sobre todo a los que, al no consumir, se van
haciendo invisibles en el marco de las urbes que lo colonizan todo mientras profundizan su
carácter dual.

Por eso los excluidos de Ia acción política (indígenas, campesinos, obreros y perseguidos
políticos) han generado resistencias diversas y nuevas formas de socialidad del otro lado de la,
globalización como plantea Bauman (2001), los pobres son el Otro de los consumidores'
qsustados. EI nuevo consenso neoliberal es que hay que liberarse de los pobres desmontando
el aparato de bienestar social en lugar de generar formas de aliviar su situación.

Una parte de la ciudad se une a la nueva red de espacios globales, la de los especialistas
transnacíonales. En una de las entradas Ce la ciudad de Guadalajara se ve un aviso enorme
que da [a bienvenida al nuevo vaile del Silicio, un escenario donde se mezclan los implantes
ordenados y asépticos de las edificaciones de la industria electrónica en medio del caos de la
urbanización informal y los asentamientos irregulares. Esta es la otra ciudad, la ciudad que se
hace invisible cada ves más, habitada por una población creciente de migrantes compitiendo
por trabajos duros, temporales y mal remunerados.

y lo local no son procesos ni singulares ni homogéneos y es por estas características


Lo global
que resulta tan importante analizar tanto su similitud como su diferenciación. Ambos
fenómenos se interconectan y superponen y su producto son las luchas políticas localizadas
(J imenez-Dom inguez, 2000).

La lógica contradictoria entre globalización y localizacíón caracteriza la integración de casi toda


gran metrópolis en el capitalismo global, en la geografía del poder de la globalización en Ia que
unos grupos inician los flujos, otros los reciben y otros más son afectados por ellos. Es lo que
Haruey (i-9961 l)ama desorrollo geogrúfico desiguol.

Es así colrlo la
globalización ha cambiado también el significado de ciudadanía,
tradicionalmente ligado a [a noción de una sociedad unificada. Ahora los flujos globales que
atraviesan fas barreras societales han complicado para los Estados la posíbilidad de movilizarse
gobiernos". Para las elecciones europeas, organizaciones como lzquierda Unida de España
lanzaron la consigna "Europa de los ciudadanos".Para el partido verde de Alemania, "Europa
se convertiría en el espacio colectivo en el cual los ciudadanos correrían con los mismos
ú riesgos", en alusión a la sociedad presente como una sociedad de riesgo y a una forma de
compromiso ciudadano. Organizaciones de izquierda revolucionaria, como el Bloco de
Esquerda, de Poriugal, incluyen la noción de ciudadanía en sus discursos, y dirigentes que
reivinciican el marxismo revolucionarío proponen una estrategia socialista basada en la
colaboración de movimientos de ciudadanos (ecologistas, desempleados, feministas) que
conformen redes europeas e internacíonales.

En América Latina la estrategia de la ciudadanía también influye en la política de movimientos


sociales, sindicatos, corrientes políticas de izquierda, como el partido de los trabajadores
brasileño (PT), El Ejército Zapatista de Liberación Nacional de Chiapas (EZLN) y El Frente
Farabundo Martí para la Liberación Nacional del Salvador (FMLN).

Pero el discurso de la ciudadanía cubre un espectro de fuerzas políticas muy amplio que
incluye también a una gran variedad de sectores y gobiernos de derecha.

La discusión actual sobre la ciudadanía implica un cuestionamiento a la universalidad de los


valores democráticos, enfatizando que la a una
globalización cultural,
tendencia
homogeneizante por encima de los particularismos debe dar lugar a la compatibilidad con los
derechos de las culturas minoritarias. Es decir la necesidad de una nueva ciudadanía pluralista
en el marco de lo que se ha llamado una tolerancia multicultural.

La tolerancia multicultural se refiere a la forrna en que los grupos pueden rechazarse o


reconocer mutuamente. En este sentido, globalización, tolerancia y ciudadanía son tres
aspectos de un mismo problema y en dicho contexto las grandes desigualdades en los
derechos de ciudadanía de las sociedades latinoamericanas son el producto de diversas
barreras sociales;, po!íticas que les ir"npiden ejercerlos.

La ciudadanía pluralista implica precisamente la reducción de las desigualdades y de los


privilegios, junto a la ampliación del espacio público, de modo que puedan coexistir las
diversas identidades culturales y políticas. En este sentido, la tolerancia multicultural se basa
en el principio de la reciprocidad, que fundamenta cualquier tipo de convivencia civil pacífica.
Fn cíntacic
Lii J¡i¡LEJiJ, crrñ^ñ6
Juijvi¡ú ¡nnci¡larrriÁn
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disentir y para la pluralidad (Cisneros, 1998).

Sin embargo, hay que decir que el concepto de multiculturalidad tiene también sus problemas.
Como señala Bauman (2001), se puede prestar a usos coniradictorios ai sugerir variedad
cultural pero también variedad de culturas, de mundos culturales relatiyar¡'rente cerrados y
naturalizados versus un estar en el mundo entre culturas. Por eso, según Bauman, sería más
adecuado habfar de sociedod policulturalen correspondencia con la pojivocalidad de nuestra
existencia actual. El uso de la expresión sociedad policulturol resulta incluso más afín con el
énfasis en la pluralidad social.

,
No obstante, en gran parte de las naciones la marginalidad producida por fenómenos como la
urbanización y los problemas macroeconómicos ha resultado en un encierro del ciudadano en
si mismo y, por tanto, ha implicado una reducción y debilitamiento del campo cívico de acción.
v
En la mayoría de los países de América Latina la construcción del Estado antecedió a la Nación.
Este ha sido uno de los factores que explican que el aparato estatal se haya constituido en
herramientas de privatización de lo público y en un medio funcional para los intereses
coi"porativos. Además, la situación de inequidad social deriva de la desigual distribución del
ingreso y de la asimetría en el acceso a los servicios básicos, plantea la contradicción entre el
discurso oficial de la democracia y la participación, por un lado y una ciudadanía frágil e
invisibilizada, porel otro. Como resultadotenemos una sociedad civil fragmentada, con pocas
posibilidades de auto-organizarse para el logro del bienestar colectivo (Murillo y Pizano, i-999).
Todo esto lleva a que Ia cultura política esté a medio camino entre la cultura autoritaria y la
cultura democrática entendida como una cultura de disenso y claramente diferenciada por
sectores sociales y áreas geográficas, lejos de un consenso democrático.

La desigualdad y la pobreza caracterizan estructuralmente a la mayoría de los sujetos sociales


en Latinoamérica. La enorme distancia entre los más ricos y los más pobres y la existencia de
un gran número de comunidades en situación de pobreza controladas a partir de formas de
dominación tradicionales {cacicazgot gomandles, etcétera), impiden el desarrollo de la
ciudadanía y dan lugar a lo que se ha denominado democracios delegadas: los electores eligen
al líder y delegan en él toda la responsabilidad, luego se desentienden casi por completo de la
política. Es la situación opuesta a la ciudadanía y a los sujetos sociales autónomos, implícitos
en el concepto de ciudadanía {Durand, 1999). En este caso, las democracias frágiles de América
Latina son en realidad democracias formales. Son mas bien representaciones de lo
democrático y lo ciudadano.

Las instituciones políticas actuales tienen una finalidad no reconocida: alejar a los ciudadanos
de los asuntos púbiicos y persuaciirlos de que no son capaces cie ocuparse de ellos. Estas
democracias formales scn en realidad oligarquías, en las que una capa delgadísima de la
sociedad domina, gobierrra y coopta a sus sucesores (Castoriadis, 1990). Si no lo fueran, el
poder debería responder al colectivo, en la tradición del bien común. Al no serlo la democracia
se vuelve teatral y el poder dificulta el ejercicio de la ciudadanía o de la autonomía,
sustituyéndolas por una pasividad que en América Latina no permitió ir más allá del
popullsmo. Cuando la esfera pública es rediseñada como mercado y espectáculo, el escenario
predilecto de los políticos es la televisión. Las tácticas para fabricar imágenes del producto
están copiadas de las que se usan para vender todo tipo de productos de consumo masivo. Los
ciudadanos tratados como clientes perciben que muchas de las preguntas tradicionales se
contestan ahora más con el consumo privado de bienes y de los medios que con las reglas
abstractas de la democracia o con la participación colectiva en los espacios públicos (García
i;--rinp l QQQ\

Se sue: ariender que Io público se opone alo privodo y se vuelve sinónimo del bien común.
Pero o::: senti0o de público es el que se opone a escenorio. En este caso su sinónimo es sola,
la suma d quienes asisten a una representación, quienes están obligados a la pasividad
pudiendo manifestarse solo mediante el aplauso o el abucheo, mediante la compra o ei
ü
boicoteo de las entradas, pero sin contar con medios para revertir la desigualdad que los
separa de los actores. Cuanto más se teatralice la política y se reduzca a los ciudadanos a
espectadores de las decisiones políticas, menor será el carácter público de las políticas
J adoptadas y su compromiso con el bien común, la res público que dio nombre al régimen
republicano.

En el caso de populismo, cuanto más se vale el gobernante de la escena para su popularidad


menos republicano será aumentando así el riesgo de que, olvidando lo público y privilegiando
lo publicitario, se apropie de la cosa común para fines estrictamente privados (Ribeiro, 1gg9).
Esto se termina naturalizando, como si fuera un privilegio del poder, por la ausencia de un
verdadera fiscalización pública y ciudadana. La ciudadanía está ausente. La democracia es solo
formal.

Lo anterior no significa que ella no se presente, al menos minoritariamente, en sectores


organizados y movimientos ciudadanos que usan los pocos espacios disponibles y plantean
agendas para la democratización, cuyo objetivo es integrar y articular las propuestas de las
organizaciones sociales participantes y hacer explícito ante los gobernantes electos el mandato
ciudadano, comprometiéndose a monitorear su puesta en práctica. La definición de estas
agendas ciudadanas y su posible incorporación a los programas de gobierno constituyen un
aporte reciente en México y otros países (Ramírez, 2001). Se trata, como dice Alonso (2001),
de acabar con las simulaciones y transformar la cultura política para que la ciudadanía
reconozca sus derechos, los defienda y los amplíe. Lo cual depende en mucho de la fuerza
social y la tecnología ciudadana disponibles para lograr avances concretos. Un ejemplo
reciente es el hecho de que muchas organizaciones civiles hayan logrado imponer reformas y
establecer Ia ciudadanización de los organismos electorales a traves de institucioies
relativamente autónomas como el IFE {lnstituto Federal Electoral) en México, sin el cual no
habrían sido posibles los resultados de L997 en las elecciones de diputados y senadores, ni los
del 2000 en las elecciones presidenciales.

Hay ejemplos más avanzados e impensables hace unos años, como el establecimiento, con
variaciones, del sistema de presupuesto participativo en 80 ciudades del Brasilactual, gO%de
las cuafes están regidas por el PT. Este sístema permíte a la ciudadanía participar en el proceso
de toma de decisiones sobre el uso de los recursos públicos. La experiencia comenzó en l-989,
cuando la alcaldía de Porto Alegre creó estructuras participativas con poder para decidir sobre
la distribución y uso de los recursos por parte del gobierno municipal en su gestión de
gobierno. EI Concejo Municipal de Presupuesto y Planificación del gobierno está consiituido
por ciudadanos de las 16 regíones que componen la ciudad. Se consulta a la población y
cuando el plan es aprobado por esta instancia ciudadana es enviado por el Pccer tjecutivo a
los concejales del municipio. La experiencia tuvo tanto éxito que Viamáo, ura pequeña ciudad
contigua a Porto Alegre, quería disolverse como municipio para unirse a la región de Porto
Alegre. El éxito de la experiencia radica en que la administración popular ha sido más efectiva y
Iibre de corrupción en el uso de los recursos municipales, y ha mejora:¡ los servicios públicos
(tales como recolección de basura, espacios públicos, parques y jardines y actividades
culturales). Esto ha llevado a que la desconfianza inicial de la clase m:iia haya desaparecido y
el atractivo de Ia experiencia se haya hecho transclasista. Una consecuer:ia psicosocial de gran
importancia en relación con lo anterior ha sido que, con basea la moviiización de la ciudadanía,
y el discurso público sobre Ia participación en asuntos urbanos, se han fortalecido la identidad
de Ia ciudad y la autoestima de sus ciudadanos, enriqueciendo de manera crucial el valor
simbólico del conjunto urbano.
v
Este tipo de experiencias sólo se conocían en contextos socialdemócratas del Primer Mundo,
en los que se partía de un desarrollo paralelo de la infraestructura y el equipamiento urbano
altamente consolidado y una identidad simbólica con fuertes raíces, tal como se ha dado en la
ciudad de Barcelona, convertida en un modelo exitoso de gestión social urbana.

Lo expuesto no supone, claro está, que estas experiencias no enfrenten enormes problemas,
diferencias, contradicciones y críticas, sobre todo vividas desde dentro. Uno de los problemas
planteados por Santos (1998) es cómo puede el sistema de presupuesto participativo convivir
con el viejo sistema patrimonialista y ciientelar, sin romper con é1, para consolidarse de
manera más definitiva. Por otro lado, iCómo hacer para que, con el éxito, los ciudadanos
comunes no sean reemplazados gradual y rutinariamente por ciudadanos expertos en
participación? Pero, a pesar de los inevitables problemas, estas iniciativas que nacen de la
sociedad civil y sus organizaciones apuntan en una dirección correcta y desencadenan
procesos sociales que permiten experimentar las ventajas de la democracia directa y
participativa a traves de la creación de instituciones que hacen que la ver expresión del poder
se haga participable, en el sentido griego original del concepto iCastoriadís, 1-990), y que la
ciudadanía aprenda y aprehenda la experiencia apropiándosela como parte de una cultura
política propia.

Tal como concluye Borja (1995), sobre la base de su experiencia como activista, investigador,
gestor y constructor en Barcelona, la participación ciudadana es hoy un requisito indispensable
de Ia democracia social no solc por razones de principio y coherencia sino también por razones
prácticas y de eficiencia en la gestión pública. El crecimiento de las urbes multiplica los
problemas de calidad de vida y las demandas que, a su ves, son cada ves más específicas y
ciiversificacias. A esto se agrega que estas demandas son pianteadas por grupos muy
heterogéneos, lo que lleva a que solo se puedan responder con eficacia multiplicando los
procesos de deliberación y los mecanismos de participación en la ejecución y la gestión del
ha bitad.

A propósito de la identidad urbana, cjesde la perspeciiva de la psicología social urbana y la


psicología ambiental, una experiencia importante en la que hemos participado investigadores
de 7 ciudades ha sido la red de investigación CIS (Ciudad, ldentidad y Sostenibilidad), en Ia cuai
se logró mostrar el vínculo necesario entre solidaridad, apropiación e identidad, como en la
medida en que exista una fuerte identidad sociala nivel barrial o comunitario la sostenibilidad
se hace más viable cuanto más participativa. En consecuencia, el espacio como referente del
significado se convierte en lugar a traves de los mecanismos de apropiación y la identidad
pe-sonal adquiere asíun componente de lugar (Pol et o1.,2000), el lugar delencuentro con los
a:'ls,

3
siempre que se habla de participación el referido sea un proceso de cooperación, solidaridad,
construcción y apropiación del objeto por parte de los actores sociales partícipes. El uso del
/
concepto de manera indefinida lo convierte, según esta autora, en un paraguas bajo el cual se

V cobijan diferentes grados de participación que varían en términos de vínculo con grupos de
base o con organizaciones estatales o no gubernamentales, y en función del poder y control
que manejen los participantes.

La cooptación en la participación se refiere en general al mantenimiento de la asimetría en la


interacción. Participar es, según Fals-Borda (1986), la ruptura voluntaria y vivencial de la

situación asimétrica de sumisión y dependencia implícita en la relación sujeto-objeto.

La ruptura de la asimetría implica lo que Fals-Borda (1998) llama /o vivencia participonte


horizontol, que permite una relación auténticamente dialógica. En el caso de la IAP permite la
interpenetración entre el conocimiento popular y el experto a partir de un compromiso
existencial que implica una transformación de la personalidad y la cultura, una rebelión contra
la rutina, el egoísmo y la manipulación. Esto se discutió en el congreso mundial de IAP en
Cartagena en L997, donde se la caracterizó como la acción necesaria para construir un
contrapoder o generar poder popular,

Un aporte que se presento en dicho foro para ayudar a viabilizar esta ruptura de la asimetría
es la metodología cooperativa propuesta por Reason (1994), quien coordinó el Hondbook of
Action Research en sage, donde se postula un giro a la acción, así como se habló antes de un
giro a lo lingüístico y de un giro a lo cultural. Dicha propuesta se ubica como participación
equivalente y se basa en una epistemología extensa que plantea tres clases de conocimiento:

1
a. El conocimiento experimentol, que se logra a través del encuenti"o directo cai'a a
cara con personas, lugares o cosas.
2. El conocimiento prócticq que se refiere a como hacer algo y que se demuestra a
través de la habilidad o competencias adquiridas.
3. El conocimiento proposicionol, que es el conocimiento sobre algo que se expresa
en conceptos y teorías, pero que se deriva del conocimiento experiencial y práctico
de los sujetos en Ia investigación. Esto supone que si las propuestas son generadas
por un investigador, asesor o facilitador que no está involucrado en la experiencia
y se imponen sin consulta sobre el conocimiento práctico y experiencial de ios
participantes, lo que se obtiene no refleja en realidad ni la experiencia del
investigador nila de las personas. Esta sería la situación que se presenta cuando la
participación es coaptada o manipulada, lo cualimpide un verdadero aprendizaje y
apropiación d la experiencia, la generación de conocimiento o la creación de un
poder en los participantes.
L Una forma adicÍonal es el conocimiento presentocionol, que se refiei'e a la forma
en que organizamos nuestro conocimiento experiencial en parrones y que se
expresa en imágenes, sueños, historias, e imaginación creativa. Es un puente
importante entre el conocimiento experiencial y el conocimiento proposicional.
Reason traduce esta propuesta en cuatro fases de acción y reflexión, partiendo de
que solo se puede hacer investigación con personas si se les define como seres
autodeterminantes. De tal forma que en la investigación cooperativa los
partic¡pantes son tanto co¡nvestigadores que contribuyan a generar conoc¡miento
y a sacar conclusiones de la experiencia como cosujetos participantes en la
actividad que se investiga y el problema que se pretende resolver. En general,
como aclara Fals-Borda (1998), toda investigación participativa sería interacción Y
comunicacional en la que ocurre un proceso no solo de diálogo, sino de confianza
mutua entre investigador e investigado producida vivencíalmente. El compartir la
experiencia en un proceso comunitario entre los participantes está muy bien
definido por uno de los investigados de Sánchez (2000) cuando expresa que
participar "es el sentimiento de que cada cosa pertenece a todos", Io que lo Ileva a
concluir que la participación genera solidaridad durante el proceso de convivencia
de Ia comunidad.

Sí situamos la vivencia (como condición de la participación, que implica también el


principio de cooperación de los hablantes) localmente, estaríamos hablando de la
espiteme del "hablemos" que personaliza la lengua castellana convirtiéndola en pura
relación, tal como lo ejemplifica ftloreno (1995] al proponer una espíteme de la
reloción que caracteriza el mundo de vida popular venezolana y latinoamericana.

Casos de la vida real y compleja

Para finalizar quiero citar varios casos que evidencian que este problema de la participoción
equivolente muchas veces no queda resuelto ni tan siquiera en situaciones de
autoorganizacíón avanzada y Iuchas exitosas, y cómo el aprendizaje y los cambios relacionados
con procesos colectivos e identidad barrial o comunitaria raramente son permanentes.

Safa (i998) pianiea con respecto a ia icjenticiacj vecinai que, como todo proceso de
identificación, es algo incierio, ambiguo, históricamente discontinuo, conflictivo e inestable. Lo
cual remite a la esencia de la lAP, que señala que los procesos de autoinvestigación deben ser
permanentes.

Hace quince años, en el barrio Los Coiorines, en Guadalajara, barrio surgido a partir de un
movimiento urbano que se liberó cie ia tuteia cie un partido populista para luchar por Ia
vivienda de forma autónoma, habÍa una situación de logros parciales en que 125 familias
adquirieron sus pies de casa en un terreno p;'eviamente urbanizado. En esa época aún no se
tenía agua ni luz en las casas, se compartía el agua a través de mangueras desde una sola boca
de agua y la luz se hacía llegar de forma ilegal. Había ambiente de vida comunitaria y la gente
se mantenía activa en la lucha por desarrollar su barrio, obtener sus títulos de propiedad,
s:i-.'i:lcs y construir sus casas. Preocupaba que una parte importante de las familias no se
ri:i.,¡dai'a :l barrio y sus pies de casa quedaran cada vez más abandonados.

Corn¡.:::: l: esa experiencia hicimos un video que posteriormente les entregamos y que
pretendia, por un lado, recuperar la historia de las luchas y, gor otro, contribuir al sentido
comuniiario y de identidad barrial, pero también tendía a usar el video como una técnica de
estudio urbano. Nos ayudaba uno de los personajes claves de los Colorines y eventualmente,
4.1
acción de tomar parte. La democracia participativa sería aquella en la que las esferas estatal y

/ social se superponen parcialmente, dando lugar a una intersección que representa el espacio
público de Ia participación (Murillo y Pizano, 1999).
? Como el significado del término participación varía de acuerdo con su uso y con quienes lo
aplican, es necesario establecer sus diversos significados. En el manual sobre participación de
Clayton, Oakley y Pratt (1-998) encontramos algunas consideraciones útiles:

a. La participación como un medio es el proceso a traves del cual la gente coopera con
proyectos o programas externos a su comunidad;
tLf- La participación como un fin es una meta en sí misma que puede ser expresada en el
aumento de poder y control de la gente a través de la adquisición de conocimientos,
habilidades y experiencias que le permiten asumir mayores responsabilidades en el
control de su desarrollo.

Vista así, la participación se mueve en un continuo que iría de ser puramente nominal y con
poco comprom¡so a una participación trasformativa que resulta ser transformadora y resulta
en un mayor control por parte de la gente y en una participación intervención directa y
electiva. Sánchez (2000), que en su análisis sobre la participación hace una distinción entre
participoción política, participación ciudadano y participoción comunitori4 después de analizar
la definición de los investigadores y de los participantes de su investigación en la comunidad la
esperanza, plantea algo similar al decir que la participación no es un estado estable sino un
proceso constitu¡do por varios momentos de interacción e intercambio con la experiencia
participativa.
-!-
Otra forma de distinguir entre diferentes formas de participación es pensar en términos de
niveles de participación. Estos pueden ser entendidos a lo Iargo de un continuo y pueden
variar desde la partícipación como producto de manipulación hasta un nivel de en que la gente
se hace partícipe en el desar"rollo de iniclativas, asurniendo además el control de su manejc.
Podríamos ubicar ocho mornentos en este continuo, parte de los cuales los relacionamos con
una perspectiva efícientista que se asa en la economía costo-tiempo. Cuando se va mas allá de
la información y se adopta una perspectiva de consenso, podemos hablar de una participación
auténtica y horizontal. Este continuo lo podemos representar de Ia siguiente forma:

Nt l\/trt tr( ñtr DA prrarDnrrán¡

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= HF . I
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.a COOPTACIÓN PARTICIPACIÓN

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En la literatura sobreeltema con respecto a las diversas formas que adquiere la participación,
Gaventa y Valderrama (1999) ubican los siguientes enfoques: los que se centran sobre la
comunidad y la participación socia, por lo general en la esfera de la sociedad civil o en la que
los ciudadanos son depositarios de prograrnas gubernamentales. Otro sería la tradición de la v
participación política a traves de de la cual los ciudadanos se involucran en las formas
tradicionales de la política: el voto, los partidos políticos. En el contexto de la descentralización
democráiica estas dos tradiciones se ubican en una noción más amplia, la de la participación
como ciudadanía. Cada uno de estos enfoques puede recurrir a una variedad de metodologías
participativas de planificación, monitoreo, investigación, educación y acción.

En las discusiones sobre participación, gobierno y ciudadanía se comienza a ver una


redefinición del concepto de participación, en la que se pasa de la mera preocupación por los
beneficiarios de los programas a una discusión sobre las formas de participación de los
ciudadanos en la formulación de políticas y decisiones sobre los problemas que afectan sus
vidas.

De la cooptación a la vivencia

La participación ciudadana se refiere en concreto a la cuestión del poder y su ejercicio por


parte de diferentes actores sociales en los espacios creados para la interacción entre los
ciudadanos y las autoridades locales. Según Gaventa yValderrama (19999, en América Latina
el grado de descentralización no ofrece en general un espacio real para la participación de los
movimientos sociales, porque la cuestión del poder no se trata en consecuencia. Esto supone
la práctica que las elites y los gobiernos locales, así como los partidos políticos e incluso
algunas ONG y diversos tipos de instituciones que manejan programas de asistencia,
investigación e intervención comunitaria (las universidades y sus prácticas obligatorias suelen
caer en ello), no tienen problema en cooptar a las comunidades y organizaciones populares
con el fin de llevar a cabo sus prograrnas. La única forma de contrarrestar esta situación esta
directamente relacionada con asesoi'ías solidai'ias, la expei'iencia organizacional y los procesos
de planificación y acción participativa (Fals-tsorda, 1998): Io cual refiere más específicamente el
:c¡rnl-n r{al ¡nnn¡imianfn rnmn
rLv Lvr¡rv ñ^,16r -^.^^Ji--;^ -,,+^^^-+i,,^.J^ L^L:l:l^f,^- J^
yuvEr ^l rrsLCJc
',y Er ^^-^.-.i^ rv oPrErrur¿qJc ouLUóEJLtvL/ utr ilduliludueS ue
negocíación política a partir de la movilización efectiva de las organizaciones y comunidades de
base para lograr cambios e influencia en Ias decisiones que permitan contrarrestar los
mecanismos de cooptación.

El marco más adecuado para lograr este conocimiento, aún cuando también, esta expuesto a
la posibilidad de cooptación desde el Primer Mundo, es el de Ia investigación-acción
:e:i,c:atir.,a (lAP), corriente desarrollada en América Latina y cuyos planteos más recientes
^=- s.:: ::sc:i::s por Rahman y Fals-Borda (L9929.

:-acoopiación de la partícipación, ya sea desde el poder, las fundaciones, Ias universidades o


partidos cle izquierda y derecha, Ileva a que no todo lo que hoy se llama "participación" sea
efectivamente participativo (Fals-Borda, 1"986), o que, como señala Montero (1996), no

4t,
gracias a la empatía que se desarrolló en el proceso, nos permitió entrar a su casa con la
cámara e ilustrarnos sobre el proceso de diseño en el que habían participado como parte de de
Ia comisión técnica. Lo que sucedió es que en confianza, seguido por Ia cámara, fue
V deconstruyendo críticamente el diseño estandarizado del proyecto y la arquitectura de su
propia casa. Fue mostrando de forma técnica y precisa cómo se podían ir tumbando todas las
paredes que impedían la conversación desde diferentes ángulos hasta lograr un espacio
abierto y fluido sin divisiones convencionales. Al salir al patio trasero esbozó un cuarto para las
visitas y luego emitió una sonora carcajada de satisfacción.

Éste sería un buen ejemplo de que la episteme de la relación, al contrario de lo que dice
Moreno (1-995), también tiene una correspondencia espacial. Era claro que la intencionalidad
participativa de la ONG solidaria que los había asesorado en el proyecto, no había logrado
incorporar su cultura del hábitat y su experiencia anterior que, como la de varios más en el
grupo, habían vivido en vecindades en un barrio popular de los más antiguos de de la ciudad
de Guadalajara. Pero él sí había incorporado el esquema, conceptos y precisiones de los
arquitectos e ingenieros. Al mcstrar el video en una sesión especial, su rediseño imaginario
fue muy criticado, se lo veía como desagradecido e ¡ncorrecto por la descripción del espacio de
su casa en el video. Nosotros también fuimos criticados por los miembros de la ONG y los
académicos que asistieron, porque la inclusión de esta parte no les parecía muy relevante. En
una charla reciente, en Ia que hablábamos de un proyecto de diseño participativo del parque
en ciernes, dada la escasez de espacios públicos en los barrios aledaños y cuyo terreno se llego
a convertir en un problema de seguridad por la invasión de este por pandillas, este poblador
de los Colorines me contaba como ahora, que hay muchos servicios (agua, corriente, Iuz,
calles, iransporte, centro cívico, escuela), muchas cosas han cambiado entre los vecinos, su
cultura y su activismo barrial anterior; decÍa que con los nuevos es más difícil tratar pues
quieren hacer solo lo que ellos quieren y ni siquiera preguntan o consultan a los vecinos más
antiguos. Algunas familias han construido sus casas bajo modelos traídos de barrios de clase
media ampliándolas al comprar dos casas, o han vendidc o rentado sus casas pai"a ii'se a oti'o
lado. Otras no han pasado aún del modelo original, subsisten algunos pies de casa y lotes
semiabandonados mantenidos más como inversión para su venta posterior.

Las calles empedraCas que habían sido diseñadas con una intencionalidad ecológica que
formaba parte de la conciencia sustentable del grupo inicial ahora están siendo pavimentadas
por decisión ma'r,oritaria y ccn a',ruda del a'yuntamiento, y él tuvo que aceptai'que la única
posibilidad de colaboración para evitar una obra deficiente era encargándose de supervisarla.

Otro caso es el del antiguo barrio llamado Analco, que en sus inicios era un pueblo de
indígenas, y que fue donde ocurrieron las explosiones del 22 de abrii de 1992, que dejaron
oficialmente doscientos muertos y decenas de heridos (extraoficia{mente mil muertos y
cientos de heridos) y damnificados, algunos de los cuales aún esperan el cun,plimiento de las
promesas oficiales de ayuda y la indemnización de Pemex, la paraestatal considera
responsable principal de las explosiones que afectaron 8 Km del Colector de Oriente y un área
calculada en 500.000 m2, impactando en 5 colonias del sector reforma. Los damnificados del
22 de abril se autoorganizaron y entablaron la lucha por esclarecer Ios hechos, ser
indemnizados y recuperar su barrio. Pero el patronato establecido por ei gobierno terminó
dividiendo a los vecinos, cooptando su participación y reprimiendo a los que persistieron en la .,
1b
denuncia y la protesta. La propuesta independiente, hecha por un grupo de profesionales cie
varias disciplinas que actuaron por solicítud de los vecinos organizados como Movimiento del
22 de Abril de Reconstrucción y Revitalización del Barrio y su Cultura, ampliando los espacios
públicos y peatonales, fue al final rechazada sin mayores explicaciones mientras se reconstruía Y
solo el colector y la calle más afectada, que terminó convertida en una gran avenida. Parte de
los alrededores cambió de dueño y de fisionomía y muchos vecinos terminaron viviendo en la
periferia de la ciudad.

En otra situación diferente, en una reunión con la comunidad campesina en San lsidro, Jalisco
-que ya tiene un terreno en lo que fue el latifundio en el que vivieron casi esclavizados hasta
hace unos años, cuando se revelaron en una lucha exitosa, solicitando apoyo para urbanizarlo-
uno de los líderes hizo una convocatoria para que escucháramos a los miembros del grupo.
Pero lo escuchamos básicamente a él a pesar de que les pedía a los asistentes que
participaran.

En otra reunión similar, pero en a sede de la Unión de Colinas Populares en Tuxpan, Jalisco,
nos invitaron para escuchar a los miembros de un grupo de familias organizadas que buscan
construir sus viviendas en un terreno que adquirieron después de un largo proceso. Pero solo
escuchamos a uno de los líderes que ahora es abogado.

Tenemos aquí varios casos que muestran la complejidad y usos diversos, con diferentes
resultados, del concepto de participación. El caso más claro de cooptación es el del patronato
el22 de Abril, una burda manipulación oficial teñida de iniciativa democrática. A pesar de las
denuncias de todo tipo fue poco lo que se logró, evidenciando la fragilidad de la sociedad civil
(definida como Ia actividad ciudadana organizada) a pesar de la conmoción social ocasionada
por una tragedia evitable y las reflexiones y solidaridad social que se dieron inmediatamente
después de los hechos. En el caso de los Colorines se manifiesta un tipo de cooptación más
bien involuntaria, en la que por las urgencias prácticas de la situación termina predominando
ia asimetría a partir ciei conocimiento experto cie ios asesores soiidarios de una ONG. En la
situación actual y dado el retroceso en la participación colectiva en los asuntos del barrio y sus
problemas, vemos la forma de continuidad en la participación, que ya se había dado en el
primer logro coleciivo, cuando varias familias se desanimaron con los pies de casa que
consideraban inhabitables, lo cual fue parcialmente resuelto en las reuniones que los
mantenían movilizados al establecer un slstema de tandas para impulsar la construcción de las
casas. Pero el hecho de que la organización no se articula de forma más permanente con el
movimiento urbano popular pude llevar, como suele suceder, al aislamiento de la experiencia
y al posterior retroceso, al olvido de la historia del barrio y la disminución gradual del sentido
de identidad colectiva.

En una investigación empírica de grandes alcances sobre participación ciudadana hecha en


Ceniroamérica por el conocido investigador John Booth (Booth y Bayer, 1997) se llega a la
conclusión cje que, para que el actÍvismo local se vincule a los procesos de democratización,
dicho capiiai de participación social debe traducirse en participación política a través de los
movimienros sociales organizados, que son los que le dan existencia a la sociedad civil.

En los otros dos casos vimos ejemplos de cooptación por la ausencia de mayor desarrollo en el
ejercicio de la participación democrática en Ia vida cotidiana de las comunidades y las
$
organizaciones. En Ia comunidad campesina de San lsidro puede resultar explicable por eltipo
más informal de organización, el concepto del tiempo y los hábitos de comunicación que se
daba mástangencialmente, mediatizada yen los recesos. En la unión de Colonias Populares en
E, Tuxpan, que era la sede de una organización y estaba presente la junta directiva, se hace más
difícil de entender pues tienen juntas semanales y llevan actas de ellas, pero se observa el tipo
de participación delegada y centralizada en el líder, lo que resulta un calco de la tradición no
participativa a nivel poÍítico en la sociedad.

Lo que todo esto planea es no solo la necesidad de profundizar la participación de la


ciudadanía a partir de movimientos sociales, a través de alianzas y consensos que los
fortalezcan y defiendan de la represión y cooptación desde el poder, sino también la urgencia
de un mayor énfasis en la educación ciudadana, en experiencias participativas y en
aprendizajes liberadores que contribuyan a crear las condiciones y tecnologías ciudadanas
transformadoras en prácticas que preparen a los integrantes de la sociedad y despierten su
interés en la gestión pública como un asunto de todos, tanto en el nivel comunitario como en
el social y el político, en la marcha sin furia, como lo pi'opone Fals-Borda, hacia una democracia
participativa y hacia una ciudadanía global.

Referencias bibliográfi cas

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