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El antecedente a la salvación: la predestinación

cualquier declaración bíblica específica, el orden lógico de los decretos de Dios


se puede determinar.27 Creía que el decreto de salvar a unos y condenar a otros
es lógicamente anterior a la decisión de crear. La conclusión es que Dios crea a
algunas personas para condenarlas. Esta creencia – supralapsarianismo – con
el tiempo llegó a considerarse como la posición oficial del calvinismo.
En varios momentos hubo desacuerdos con la interpretación de los decretos
y hubo posiciones que se salieron de esta línea. Probablemente la más seria se dio
en los Países Bajos a finales del xvi y principios del xvii. Santiago Arminio, un
popular pastor de Amsterdam que había sido alumno de Beza, como resultado de
sus estudios de la Biblia y de la historia de la iglesia, había llegado a tener menos
clara la idea de la doble predestinación y en particular el supralapsarianismo
de Beza. Instalado como profesor de teología en la universidad de Leyden, fue
acusado de ser semi-pelagiano e incluso de católico. La disensión en la universi-
dad se hizo tan severa que el gobierno intervino. Los intentos de reconciliación
terminaron con la muerte de Arminio en 1609.
Las ideas de Arminio son bastante claras y se pueden resumir fácilmente.
El primer decreto absoluto de Dios sobre la salvación no fue asignar ciertos
individuos a la vida eterna y otros a la condenación, sino la elección de su Hijo,
Jesucristo, como el Salvador de la raza humana. Segundo, Dios decretó que
todos los que se arrepintieran y creyeran se salvarían. Además, Dios garantizó a
todos gracia suficiente para permitirles creer. Ellos libremente creen o no creen
por sí mismos. Dios no cree por nosotros ni nos obliga a creer. Finalmente, Dios
predestina a los que sabe previamente que creerán.28
En el siglo xviii, John Wesley popularizó el arminianismo. De hecho, durante
muchos años dirigió una revista titulada El arminiano. Aunque defendía el libre
albedrío, Wesley iba más allá de Arminio resaltando la idea de la gracia previa
o universal. Esta gracia universal es la base de cualquier bondad humana en el
mundo. Esta gracia previa también hace posible que cualquier persona acepte
la oferta de la salvación en Jesucristo.29

Diferentes ideas sobre la predestinación

Calvinismo
Lo que se llama calvinismo ha tomado distintas formas a lo largo de los años.
Aquí examinaremos algunas características comunes de todas ellas. Una ayuda

27. Theodore Beza, Tractationes, 1. 171-77.


28. James Arminius, The Writings of James Arminius, trans. James Nichals and. W. R.
Bagnall (Grand Rapids: Baker 1977 reprint), vol., pp. 247-48.
29. John Wesley, “On Working Out Our Own Salvation”, in The Works of John Wesley, 3rd
ed. (Kansas City, Mo.; Beacon Hill, 1979).

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La salvación

nemotécnica que se utiliza en inglés para resumir el sistema completo es el acró-


nimo TULIP (las iniciales de las palabras clave de los cinco puntos básicos del
calvinismo): depravación Total, predestinación incondicional (Unconditional
election), expiación Limitada, gracia Irresistible y Perseverancia.30 Aunque hay
varias interpretaciones de estas expresiones, y no todos estos conceptos son esen-
ciales para nuestras consideraciones actuales, los utilizaremos como marco para
el examen de esta teoría de la predestinación.
El calvinismo piensa que toda la raza humana está perdida en el pecado. El
concepto de la depravación total significa que cada individuo es tan pecador que es
incapaz de responder a ninguna oferta de gracia. Esta condición, que merecemos
completamente, implica tanto la corrupción moral (y por lo tanto la incapacidad
moral) como la susceptibilidad de ser castigado (culpa). Toda persona comienza
su vida en estas condiciones. Por esta razón se le denomina “pecado original”. Los
teólogos calvinistas no están de acuerdo en cómo el pecado de Adán produjo ese
efecto en nosotros. Algunos dicen que Adán era nuestro representante y que, por
lo tanto, su pecado nos es imputado.31 Se nos trata como si hubiéramos cometido
el pecado nosotros mismos. Otros adoptan el punto de vista agustiniano de que
toda la raza humana estaba realmente presente de forma germinal o seminal en
Adán, así que en realidad nosotros pecamos. Aunque no fuimos personalmente
conscientes del pecado, no obstante, era nuestro pecado.32
A veces se utiliza la frase “incapacidad total”, queriendo decir que los peca-
dores han perdido la habilidad para hacer el bien y son incapaces de convertirse
por sí mismos.33 Un pasaje clave que se cita a menudo es Efesios 2:1-3: “Él os
dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en
los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo,
conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los
hijos de desobediencia. Entre ellos vivíamos también todos nosotros en otro
tiempo, andando en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne
y de los pensamientos; y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los
demás”. Numerosos otros pasajes indican la universalidad y la seriedad de esta
condición (por ejemplo, Jn. 6:44; Ro. 3:1-23; 2 Co. 4:3-4).
El segundo concepto principal del calvinismo es la soberanía de Dios. Él es
el Creador y Señor de todas las cosas, y por ello es libre de hacer lo que desea.34

30. Ver, ej. Edwin H. Palmer, The Five Points of Calvinism (Grand Rapids: Baker,1972);
Duane Edward Spencer, TULIP: The Five Points of Calvinism in the Light of Scripture (Grand
Rapids: Baker, 1979).
31. Charles Hodge, Systematic Theology (Grand Rapids: Eerdmans, 1952) vol. 2, pp. 192-205.
32. Augustus H. Strong, Systematic Theology (Westwood, N.J.: Revell, 1907), pp. 619-37
33. Loraine Boettner, The Reformed Doctrine of Predestination, 8th ed. (Grand Rapids:
Eerdmans, 1958), pp. 61-82.
34. Benjamin B. Warfield, “Perfectionism”, en Biblical Doctrines, pp. 62-64.

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No está sujeto a nadie ni es responsable ante nadie. Los humanos no están en


posición de juzgar a Dios por lo que hace. Uno de los pasajes que se cita con
frecuencia en conexión con esto es la parábola de los obreros de la viña. El amo
contrató a unos obreros por la mañana temprano, otros a la hora tercera, unos
más a la hora sexta, más a la novena, y finalmente unos a la undécima. Los
que fueron contratados a la undécima recibieron la misma cantidad prometi-
da a aquellos que fueron contratados a primera hora del día. Cuando los que
fueron contratados primero se quejaron de lo que consideraban una injusticia,
el amo les contestó: “Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No conviniste
conmigo en un denario? Toma lo que es tuyo y vete; pero quiero dar a este
último lo mismo que a ti. ¿No me está permitido hacer lo que quiero con lo
mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno?” (Mt. 20:13-15). Otro pasaje
significativo es la metáfora de Pablo del alfarero y el barro. Al individuo que
cree que Dios es injusto, Pablo responde: “Pero tú, hombre, ¿quién eres, para
que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: “Por qué me
has hecho así”? ¿Acaso no tiene potestad el alfarero sobre el barro para hacer de
la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?” (Ro. 9:20-21). Este
concepto de soberanía divina junto con el de incapacidad humana, es básico
para la doctrina calvinista de la elección. Sin estos dos conceptos el resto de la
doctrina tiene poco sentido.
La elección, según el calvinismo, es la selección que hace Dios de ciertas
personas para concederles su favor especial. Puede hacer referencia a la elección
de Israel como pueblo especial del pacto de Dios o la elección de individuos
para un oficio especial. Sin embargo, el sentido que nos preocupa principal-
mente es la elección de ciertas personas para ser los hijos espirituales de Dios
y por lo tanto receptores de la vida eterna.35 Una evidencia bíblica de que Dios
ha seleccionado ciertos individuos para la salvación se encuentra en Efesios
1:4-5: “según nos escogió [el Padre] en él [Jesucristo] antes de la fundación del
mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de él. Por su amor,
nos predestinó para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo según
el puro afecto de su voluntad.” Jesús indicó que la iniciativa había sido suya
en la selección de sus discípulos para la vida eterna: “No me elegisteis vosotros
a mí, sino que yo os elegí a vosotros y os he puesto para que vayáis y llevéis
fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidáis al Padre en mi
nombre, él os lo dé” (Jn. 15:16). La habilidad de venir a Jesús depende de la
iniciativa del Padre: “Nadie puede venir a mí, si el Padre, que me envió, no
lo atrae; y yo lo resucitaré en el día final” (Jn. 6:44; ver también v. 65). A la
inversa, todos los que el Padre da a Jesús vendrán a él: “Todo lo que el Padre
me da, vendrá a mí, y al que a mí viene, no lo echo fuera” (Jn. 6:37). Es más,

35. Ibíd., p. 65.

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en Hechos 13:48 leemos que “los gentiles, oyendo esto [la oferta de salvación],
se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que
estaban ordenados para vida eterna.”
La interpretación de que la elección de Dios o la selección de ciertos indivi-
duos para la salvación es absoluta o incondicional está en concordancia con las
acciones de Dios en otros contextos, tales como su elección de la nación de Israel,
que fue el resultado de la selección de Jacob y el rechazo de Esaú. En Romanos
9, Pablo argumenta muy bien que todas estas elecciones son totalmente de Dios
y que de ninguna manera dependen de la gente elegida. Habiendo citado las
palabras de Dios a Moisés en Éxodo 33:19: “Tendré misericordia del que yo tenga
misericordia y me compadeceré del que yo me compadezca,” Pablo comenta:
“Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene
misericordia” (Ro. 9:16).36
Ya hemos visto varias características de la elección tal como las ven los
calvinistas. Una es que la elección es la expresión de la voluntad soberana de
Dios o beneplácito. No se basa en ningún mérito del elegido, ni en el previo
conocimiento de que el individuo vaya a creer. Es la causa, no el resultado de
la fe. Segunda, la elección es eficaz. Aquellos a los que Dios ha elegido llegarán
sin duda a tener fe en él, y, de hecho, perseverarán en esa fe hasta el final. Todos
los elegidos sin duda se salvarán. Tercera, la elección es desde toda la eternidad.
No es una decisión que se toma en un momento concreto de tiempo cuando
el individuo ya existe. Es lo que Dios tuvo siempre en mente hacer. Cuarta, la
elección es incondicional. No depende de que los humanos realicen una acción
específica o cumplan ciertos términos o condiciones ante Dios. No es que Dios
decida salvar a la gente si ellos hacen ciertas cosas. Simplemente decide salvar-
los y lo hace. Finalmente la elección es inmutable. Dios no cambia de idea. La
elección es desde toda la eternidad y por su infinita misericordia; él no tiene
razón ni ocasión de cambiar de idea.37
En su mayor parte, los calvinistas insisten en que la elección no es incompa-
tible con el libre albedrío, tal como ellos entienden ese término. Sin embargo,
niegan que los humanos tengan libre albedrío en el sentido arminiano del
término. El pecado ha eliminado si no la libertad, al menos la habilidad para
ejercitar la libertad de forma adecuada. Loraine Boettner, por ejemplo, compara
a la humanidad caída con un pájaro que tiene rota un ala. El pájaro es “libre”
para volar, pero es incapaz de hacerlo. De la misma manera “el hombre natural
es libre para acercarse a Dios, pero no puede. ¿Cómo puede arrepentirse de su
pecado si le gusta? ¿Cómo puede venir a Dios cuando le odia? Esa es la inca-

36. Ibíd., pp. 53ss.


37. Louis Berkhof, Systematic Theology (Grand Rapids: Eerdmans, 1935), pp. 114-15.

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pacidad de la voluntad bajo la que se mueve el hombre”.38 Sólo cuando Dios


viene con su gracia especial a aquellos a los que ha elegido ellos son capaces de
responder. Después, viendo de forma clara y vívida la naturaleza de sus pecados
y la grandeza, gloria y amor de Dios, ellos con toda seguridad e infaliblemente
se volverán hacia él.
Hay variantes entre los calvinistas. Algunos mantienen la doble predestina-
ción, la idea de que Dios escoge a unos para que se salven y a otros para que se
pierdan. Calvino denominó a esto un “horrible decreto”, pero no obstante lo
mantuvo porque él lo veía en la Biblia.39 Otros dicen que Dios escoge activamente
a los que van a recibir la vida eterna, e ignora a los demás, dejándoles con los
pecados que han escogido.40 Aunque el efecto es el mismo en ambos casos, el
segundo punto de vista atribuye el hecho de que los no elegidos estén perdidos
a su propia elección de pecar y no a la decisión activa de Dios, o a la elección de
Dios por omisión en lugar de por comisión.
La otra variación principal entre los calvinistas tiene que ver con el orden
lógico de los decretos de Dios. Aquí distinguimos entre las posiciones de su-
pralapsarianismo, infralapsarianismo y sublapsarianismo. La terminología se
relaciona con el hecho de si por lógica el decreto de salvación tiene que ir antes
o después del decreto de permitir la caída. Las posiciones también difieren en si
la expiación fue para todos o sólo para los elegidos para ser salvados:

Supralapsarianismo
1. El decreto de salvar a unos y condenar a otros.
2. El decreto de crear a los elegidos y a los rechazados.
3. El decreto de permitir la caída de ambas clases.
4. El decreto de proporcionar la salvación sólo a los elegidos.
Infralapsarianismo
1. El decreto de crear a los seres humanos.
2. El decreto de permitir la caída.
3. El decreto de salvar a unos y condenar a otros.
4. El decreto de proporcionar la salvación sólo a los elegidos.41
Sublapsarianismo (expiación ilimitada con aplicación limitada)
1. El decreto de crear seres humanos.
2. El decreto de permitir la caída.
3. El decreto de proporcionar salvación suficiente para todos.
4. El decreto de escoger a algunos para recibir esta salvación.42

38. Boettner, Predestination, p. 62.


39. Calvin, Institutes, libro 3, capítulo 23, sección 7.
40. Strong, Systematic Theology, pp. 778-79.
41. Benjamin B. Warfield, The Plan of Salvation (Grand Rapids: Eerdmans, 1942), p. 31.
42. Strong, Systematic Theology, pp. 778-79.

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La salvación

Arminianismo
Arminianismo es un término que abarca un buen número de subposiciones.
Pueden ir desde el punto de vista evangélico del mismo Arminio hasta el ala
izquierda del liberalismo. Arminio mantenía que los humanos eran pecadores e
incapaces de hacer el bien por sí mismos.43 El liberalismo extremo, no obstante,
descarta la tendencia humana al pecado y, en consecuencia, niega que los hu-
manos tengan necesidad de ser regenerados.44 El arminianismo también incluye
al catolicismo romano convencional con su énfasis en la necesidad de las obras
en el proceso de la salvación. En gran parte, nosotros estaremos pensando en la
forma más conservadora o evangélica de arminianismo, pero la construiremos
de una forma lo suficientemente amplia como para que quepan en ella las po-
siciones de la mayoría de los arminianos.
Aunque declaraciones de esta misma postura varían hasta cierto grado, hay un
punto de partida lógico: el concepto de que Dios desea que todas las personas se
salven.45 Los arminianos señalan unas afirmaciones específicas de las Escrituras.
En el Antiguo Testamento Dios dejó claro que no deseaba la muerte de nadie,
ni siquiera de los impíos: “Diles: Vivo yo, dice Jehová, el Señor, que no quiero la
muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino y que viva. ¡Volveos,
volveos de vuestros malos caminos! ¿Por qué habéis de morir, casa de Israel?”
(Ez. 33:11). Que Dios no encuentra placer alguno en la muerte de los pecadores
también queda claro en las palabras de Pedro: “El Señor no retarda su promesa,
según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no
queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”
(2 P. 3:9). Pablo dice una frase similar: “Esto es bueno y agradable delante de
Dios, nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y ven-
gan al conocimiento de la verdad” (1 Ti. 2:3-4). Esto también es precisamente
lo que Pablo declara a los atenienses: “Pero Dios, habiendo pasado por alto los
tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar,
que se arrepientan” (Hch. 17:30). Nótese en particular las dos apariciones de
“todos” (= —pasi).
No sólo las declaraciones didácticas, sino también el carácter universal de
muchos de los mandatos y exhortaciones de Dios expresan su deseo de que toda
la raza humana se salve. El Antiguo Testamento contiene invitaciones universales;
por ejemplo: “¡Venid, todos los sedientos, venid a las aguas! Aunque no tengáis
dinero, ¡venid, comprad y comed! ¡Venid, comprad sin dinero y sin pagar, vino

43. Arminio, Escritos, vol. 1, pp. 252-53.


44. Eugene W. Lyman, Theology and Human Problems (New York: Scribner, 1910), pp.
190-98.
45. Samuel Wakefield, A Complete System of Christian Theology (Cincinnati: Hitchcock &
Walden, 1869), pp. 387, 392.

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