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Calvinismo
Lo que se llama calvinismo ha tomado distintas formas a lo largo de los años.
Aquí examinaremos algunas características comunes de todas ellas. Una ayuda
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La salvación
30. Ver, ej. Edwin H. Palmer, The Five Points of Calvinism (Grand Rapids: Baker,1972);
Duane Edward Spencer, TULIP: The Five Points of Calvinism in the Light of Scripture (Grand
Rapids: Baker, 1979).
31. Charles Hodge, Systematic Theology (Grand Rapids: Eerdmans, 1952) vol. 2, pp. 192-205.
32. Augustus H. Strong, Systematic Theology (Westwood, N.J.: Revell, 1907), pp. 619-37
33. Loraine Boettner, The Reformed Doctrine of Predestination, 8th ed. (Grand Rapids:
Eerdmans, 1958), pp. 61-82.
34. Benjamin B. Warfield, “Perfectionism”, en Biblical Doctrines, pp. 62-64.
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El antecedente a la salvación: la predestinación
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La salvación
en Hechos 13:48 leemos que “los gentiles, oyendo esto [la oferta de salvación],
se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que
estaban ordenados para vida eterna.”
La interpretación de que la elección de Dios o la selección de ciertos indivi-
duos para la salvación es absoluta o incondicional está en concordancia con las
acciones de Dios en otros contextos, tales como su elección de la nación de Israel,
que fue el resultado de la selección de Jacob y el rechazo de Esaú. En Romanos
9, Pablo argumenta muy bien que todas estas elecciones son totalmente de Dios
y que de ninguna manera dependen de la gente elegida. Habiendo citado las
palabras de Dios a Moisés en Éxodo 33:19: “Tendré misericordia del que yo tenga
misericordia y me compadeceré del que yo me compadezca,” Pablo comenta:
“Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene
misericordia” (Ro. 9:16).36
Ya hemos visto varias características de la elección tal como las ven los
calvinistas. Una es que la elección es la expresión de la voluntad soberana de
Dios o beneplácito. No se basa en ningún mérito del elegido, ni en el previo
conocimiento de que el individuo vaya a creer. Es la causa, no el resultado de
la fe. Segunda, la elección es eficaz. Aquellos a los que Dios ha elegido llegarán
sin duda a tener fe en él, y, de hecho, perseverarán en esa fe hasta el final. Todos
los elegidos sin duda se salvarán. Tercera, la elección es desde toda la eternidad.
No es una decisión que se toma en un momento concreto de tiempo cuando
el individuo ya existe. Es lo que Dios tuvo siempre en mente hacer. Cuarta, la
elección es incondicional. No depende de que los humanos realicen una acción
específica o cumplan ciertos términos o condiciones ante Dios. No es que Dios
decida salvar a la gente si ellos hacen ciertas cosas. Simplemente decide salvar-
los y lo hace. Finalmente la elección es inmutable. Dios no cambia de idea. La
elección es desde toda la eternidad y por su infinita misericordia; él no tiene
razón ni ocasión de cambiar de idea.37
En su mayor parte, los calvinistas insisten en que la elección no es incompa-
tible con el libre albedrío, tal como ellos entienden ese término. Sin embargo,
niegan que los humanos tengan libre albedrío en el sentido arminiano del
término. El pecado ha eliminado si no la libertad, al menos la habilidad para
ejercitar la libertad de forma adecuada. Loraine Boettner, por ejemplo, compara
a la humanidad caída con un pájaro que tiene rota un ala. El pájaro es “libre”
para volar, pero es incapaz de hacerlo. De la misma manera “el hombre natural
es libre para acercarse a Dios, pero no puede. ¿Cómo puede arrepentirse de su
pecado si le gusta? ¿Cómo puede venir a Dios cuando le odia? Esa es la inca-
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El antecedente a la salvación: la predestinación
Supralapsarianismo
1. El decreto de salvar a unos y condenar a otros.
2. El decreto de crear a los elegidos y a los rechazados.
3. El decreto de permitir la caída de ambas clases.
4. El decreto de proporcionar la salvación sólo a los elegidos.
Infralapsarianismo
1. El decreto de crear a los seres humanos.
2. El decreto de permitir la caída.
3. El decreto de salvar a unos y condenar a otros.
4. El decreto de proporcionar la salvación sólo a los elegidos.41
Sublapsarianismo (expiación ilimitada con aplicación limitada)
1. El decreto de crear seres humanos.
2. El decreto de permitir la caída.
3. El decreto de proporcionar salvación suficiente para todos.
4. El decreto de escoger a algunos para recibir esta salvación.42
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La salvación
Arminianismo
Arminianismo es un término que abarca un buen número de subposiciones.
Pueden ir desde el punto de vista evangélico del mismo Arminio hasta el ala
izquierda del liberalismo. Arminio mantenía que los humanos eran pecadores e
incapaces de hacer el bien por sí mismos.43 El liberalismo extremo, no obstante,
descarta la tendencia humana al pecado y, en consecuencia, niega que los hu-
manos tengan necesidad de ser regenerados.44 El arminianismo también incluye
al catolicismo romano convencional con su énfasis en la necesidad de las obras
en el proceso de la salvación. En gran parte, nosotros estaremos pensando en la
forma más conservadora o evangélica de arminianismo, pero la construiremos
de una forma lo suficientemente amplia como para que quepan en ella las po-
siciones de la mayoría de los arminianos.
Aunque declaraciones de esta misma postura varían hasta cierto grado, hay un
punto de partida lógico: el concepto de que Dios desea que todas las personas se
salven.45 Los arminianos señalan unas afirmaciones específicas de las Escrituras.
En el Antiguo Testamento Dios dejó claro que no deseaba la muerte de nadie,
ni siquiera de los impíos: “Diles: Vivo yo, dice Jehová, el Señor, que no quiero la
muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino y que viva. ¡Volveos,
volveos de vuestros malos caminos! ¿Por qué habéis de morir, casa de Israel?”
(Ez. 33:11). Que Dios no encuentra placer alguno en la muerte de los pecadores
también queda claro en las palabras de Pedro: “El Señor no retarda su promesa,
según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no
queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”
(2 P. 3:9). Pablo dice una frase similar: “Esto es bueno y agradable delante de
Dios, nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y ven-
gan al conocimiento de la verdad” (1 Ti. 2:3-4). Esto también es precisamente
lo que Pablo declara a los atenienses: “Pero Dios, habiendo pasado por alto los
tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar,
que se arrepientan” (Hch. 17:30). Nótese en particular las dos apariciones de
“todos” (=
—pasi).
No sólo las declaraciones didácticas, sino también el carácter universal de
muchos de los mandatos y exhortaciones de Dios expresan su deseo de que toda
la raza humana se salve. El Antiguo Testamento contiene invitaciones universales;
por ejemplo: “¡Venid, todos los sedientos, venid a las aguas! Aunque no tengáis
dinero, ¡venid, comprad y comed! ¡Venid, comprad sin dinero y sin pagar, vino
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