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Mecanismos de Defensa
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Humberto Persano
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Los mecanismos defensa son recursos constitucionales con los que contamos los seres
humanos, significa que estamos dotados para poder utilizarlos desde nuestro nacimiento.
Ellos son propios para cada individuo, pero a la vez, son también universales y discretos
(Vaillant, G. 1992).
Al comienzo de nuestra vida utilizamos acciones defensivas, fundamentalmente de ín-
dole motora. Por ejemplo, cuando a un niño algo lo atemoriza cierra sus ojos, esta acción
defensiva se denomina cancelación perceptual y tiene como fundamento la huida defensiva
de un estímulo amenazante. La huida fue considerada por el propio Sigmund Freud como
el prototipo de conducta defensiva frente a una amenaza externa. Sin embargo, el propio
Freud considera que el sujeto no puede huir de sus propias pulsiones, en consecuencia y
basado en la teoría de la evolución darwiniana, los mecanismos psicológicos de defensa
sustituyen a la huida como acción defensiva (Freud S. 1915a).
Los mecanismos de defensa son utilizados desde nuestro nacimiento tal como lo fuera
explicado más arriba para adaptarnos a las circunstancias de la vida y determinan en gran
medida la relación que podemos tener con la salud y específicamente con la salud mental,
así como también con la enfermedad. Si el funcionamiento del sujeto o el entorno en el cual
ese sujeto se desenvuelve está muy perturbado, la adaptación puede resultar en una ma-
nifestación que se puede expresar como patología mental (Vaillant, G.E. 1977). Este autor
cita para dar un ejemplo como un suceso de la vida, como un desengaño amoroso, puede
para un sujeto transformarse en una obra literaria y para otro en un intento de quitarse la
vida (Vaillant, G.E. 1977). Las modalidades en cada uno de ellos afronta, este suceso, está
multi-determinado, pero el nivel de funcionamiento defensivo será concluyente para afron-
tar el dolor psíquico, mientras que en el primer caso uno de los sujetos utiliza mecanismos
de defensa como la sublimación, correspondientes a un nivel jerárquico correspondiente
al espectro de defensas maduras y saludables, el otro sujeto utiliza mecanismos de acción
defensiva, tal como el acting out, que se corresponden con defensas inmaduras, de un nivel
jerárquico muy arcaico, que son frecuentemente observadas en diversas manifestaciones
psicopatológicas.
Por lo tanto, los mecanismos de defensa que un sujeto utilice en forma de patrón pro-
totípico serán determinantes en la vida que lleve adelante ese propio sujeto. Los sujetos
que utilizan patrones defensivos arcaicos a lo largo de su vida, no sólo están más expuestos
a sufrir desajustes en la regulación de su vida emocional, sino que también tendrán más
propensiones a desarrollar problemas de salud en general. Los sujetos que utilizan mecanis-
mos defensivos más maduros tendrán posibilidades de tener una vida más feliz y mejores
condiciones de salud en general. Estas consideraciones fueron llevadas a cabo por estudios
Los procesos defensivos se ponen en marcha frente a las amenazas del incremento de
tensión interna provocadas por la emergencia pulsional, pero también por aquellas que
surjan frente al incremento de los estímulos del mundo externo real.
embargo, de los estímulos del mundo interno no es posible sustraerse sino es por medio
de la acción específica, lo cual implica la búsqueda en el mundo externo de las condiciones
que alivien la tensión que provoca la demanda del mundo interno. Con la organización de
las neuronas, a la cual se denomina Yo, se produce la inhibición del decurso de cantidad
(Qn), mediante facilitaciones que liberen poca cantidad. Este principio implica que peque-
ñas cantidades de descarga de displacer en el sistema psíquico (y) a través del decurso
colateral (interconexionado neuronal) “…inhiben el decurso de la imagen recuerdo ligada al
desprendimiento de displacer….” (Freud, S. 1895, Pág. 369). Para Freud la descarga implica
el sentir, pues él consideraba que los afectos se hacen concientes a través de la descarga. Si
se inhibe la descarga se evita entonces el sentir displacer. Con lo cual queda establecido que
para evitar la descarga (inhibición de la descarga = función del yo) es necesaria la defensa
primaria lo cual es en sí mismo una función defensiva, pero a la vez estructurante del apa-
rato psíquico. Este concepto es un pre-anuncio de la represión primaria como fundante del
aparato psíquico. Los procesos primarios implican un gasto total de la defensa, los procesos
secundarios implican una investidura del Yo y son una morigeración de los primeros, “…
con una valorización correcta de los signos de realidad objetiva, posible sólo con una inhibi-
ción del Yo…” (Freud, S. 1895, Pág. 372).
Freud pensaba que las defensas podrían originar síntomas psicopatológicos. Conside-
raba que la histeria de defensa, se producía por una incompatibilidad en la vida de las re-
presentaciones, debido a un afecto penoso. Por lo tanto, la defensa está ligada a los afectos,
especialmente a aquellos afectos ligados a la sexualidad. Es tarea del Yo sustraerle la carga
para que una representación intensa (con intensidad de carga) se transforme en una repre-
sentación débil, lo cual implica una transposición de la carga. El Yo ha quedado exento de
contradicción, pero lleva sobre sí el lastre de un síntoma. Por lo tanto, la teoría de la defensa
implica también la teoría del conflicto. Puesto que la defensa surge como un intento de re-
solver un conflicto psíquico.
En otro artículo temprano en su obra, “Las Neuropsicosis de Defensa” (Freud, S. 1894),
Freud consideraba que el divorcio entre representación y afecto (carga) es el modo de ope-
rar de la defensa en las neurosis de defensa, (Verdrängung) por su denominación original
en alemán, que significa esfuerzo por desalojo, esfuerzo por dar caza o desplazamiento.
Sin embargo, también consideraba otra modalidad mucho más enérgica en la cual se des-
estima, o se rechaza (Verwerfen) por su denominación original en idioma alemán, tanto a
la representación como el afecto; como si ello nunca hubiera acontecido (Freud, S. 1894).
Al desprenderse de la representación se desprende también de una porción de la realidad
objetiva, por lo cual al llevar a cabo esta operación se desase parcial o totalmente de la
realidad objetiva y de una porción del Yo (Freud, S. 1896). Pero la consecuencia de este
proceso, es que tras una defensa exitosa se cae en una confusión alucinatoria. Debido a que
las representaciones son tratadas como si tuvieran intensidad de carga de percepción. Esto
implica un funcionamiento primario del aparato, en proceso primario y con una confusión
indistinguible entre una percepción y una representación, cosa que le está vedada al propio
aparato psíquico para que funcione como tal; puesto que si no se distingue entre percepción
y memoria el sujeto no puede discernir entre que es realidad y qué no lo es. Es decir, una
defensa exitosa con descarga total, implica un fracaso de la defensa primaria y, por lo tanto,
un fracaso de la función defensiva también.
patología, sino también porque permite evaluar la posibilidad de cambio psíquico durante
un proceso psicoterapéutico o durante la atención en dispositivos de tratamiento en Salud
Mental.
Para poder identificar los patrones defensivos George Vaillant (1977) y Christopher
Perry (1991), definieron las diferentes categorías y niveles de los mecanismos de defensa
para adultos y desarrollaron clasificaciones que describiremos a continuación. Estos auto-
res evaluaron cómo se distinguen las defensas entre sí (implica que son discretas, mediante
estudios empíricos en poblaciones amplias, tanto normales como patológicas. Llevaron a
cabo estudios longitudinales de varios años de duración evaluando la relación entre la je-
rarquía del nivel de patrón defensivo y la salud a lo largo de la vida. Vaillant (1977) halló
que los sujetos con predominio de patrones defensivos arcaicos sufrían menoscabo en su
salud y en el nivel de desempeño a lo largo de sus vidas. Inclusive sujetos que habían nacido
en condiciones socioeconómicas más favorables, pero que tenían un patrón defensivo más
arcaico tuvieron un desempeño más perturbado en sus vidas, conflictos relacionales en el
amor y en el trabajo, condiciones saludables más precarias y mayores cuadros psicopatoló-
gicos. En cambio, sujetos que habían nacido en marcos socioculturales más precarios, pero
presentaban un patrón defensivo jerárquicamente más maduro pudieron sobreponerse a
esas condiciones y evidenciaron mejores indicadores de salud en general y menores con-
flictos relacionales, así como menos síntomas psicopatológicos (Vaillant, G.E. 1977). Estos
estudios son importantes para rescatar la importancia que tiene identificar los niveles de
patrones defensivos de un sujeto, no sólo en el campo de la Salud Mental, sino en el campo
de la salud en general.
George E. Vaillant agrupó a los mecanismos defensivos en 4 grupos de defensas ordena-
dos jerárquicamente: Primitivas, Inmaduras, Neuróticas y Maduras (Vaillant, G. E. 1992).
J. Christopher Perry y sus colaboradores (Perry, J.Ch. 1991); (Perry, J.Ch. et al 1993)
incluyeron originalmente a 28 tipos de defensas diferentes reunidos en siete grupos organi-
zados jerárquicamente de la siguiente manera:
• Nivel – 7 Defensas maduras
• Nivel – 6 Defensas obsesivas
• Nivel – 5 Otras defensas neuróticas
• Nivel – 4 Defensas narcisistas o de distorsión menor
• Nivel – 3 Defensas de desmentida
• Nivel – 2 Defensas limítrofes o de distorsión mayor
• Nivel – 1 Defensas de acción
Más recientemente, J. Ch. Perry y colaboradores incluyeron el Nivel – 0, que está rela-
cionado con las defensas psicóticas, incluyendo 3 defensas en este nivel (Perry, J.Ch. et al.
2009); (Varela, B. et al. 2013).
La reorganización de la clasificación resulta ahora en cuatro supraniveles (Varela, B. et al.
2013); (Varela, B. 2016) y se asemeja a la clasificación de Vaillant (1993).
• Maduro -I (Incluye el Nivel adaptativo alto)
• Neurótico -II (Incluye el Nivel obsesivo y el Nivel Neurótico)
personalidad. Desde el punto de vista psicopatológico es más arcaica que las defensas neu-
róticas. El sujeto presenta una desvalorización de sí mismo, con una distorsión de su propia
imagen. En general se asocia a problemáticas en la regulación de la autoestima. En sujetos
con organización limítrofe de la personalidad se asocia a la escisión psíquica que es una
defensa con distorsión mayor de la imagen de sí mismo. El sujeto afronta conflictos enfati-
zando o distorsionando negativamente su propio self. Se la denomina desvalorización de sí
mismo cuando opera sobre las imágenes del propio self. Sin embargo, también puede operar
sobre las representaciones de las imágenes de los otros objetos y entonces se la denomina,
desvalorización de los otros. En este caso afronta conflictos mediante la distorsión a través
del énfasis en los aspectos negativos del objeto, sin poder aceptar los aspectos positivos.
Ejemplo: El sujeto se desvaloriza o desvaloriza a otros con el fin de encubrir verdaderos
sentimientos que pueden resultarle más dolorosos. El sujeto dice “No sirvo para nada” para
evitar sentir una frustración, o “Ella es una incapaz, no sabe hacer nada, ni como madre
sirve” esta devaluación puede servir como protección contra los propios sentimientos de
desamparo.
Idealización de Sí mismo/ Idealización de los Otros: Esta defensa es la contracara de la
desvalorización. El sujeto afronta conflictos con una excesiva idealización de sí mismo o
de los otros, que siempre implica una distorsión de la imagen auténtica, tanto de sí mismo
como de los otros. A veces, el sujeto decide idealizar a los otros por motivos narcisistas
que implican una estimación distorsionada de sí mismo a partir del reflejo que le brinda la
fascinación idealizada del objeto. A veces, se describe en forma idealizada distorsionando
su imagen del self, para evitar sentir situaciones que puede vivenciar como humillantes o
vergonzantes. Esta modalidad de mecanismos de defensa suele funcionar en forma aso-
ciada a la escisión. Tanto la idealización como la desvalorización, ya sea de la imagen de sí
mismo o de la imagen de los otros, están relacionadas con dificultades en la regulación de
la autoestima.
Ejemplo: El sujeto describe situaciones en las que se ha comportado de un modo ideali-
zado, distorsionando la realidad. O idealiza las cualidades de un objeto sin prestar atención
a otros matices discordantes con su percepción del objeto mediante la desestima.
Omnipotencia: Esta defensa es la contracara de la afiliación. El sujeto para afrontar un
conflicto o tolerar afectos penosos, adopta un aire de superioridad como si tuviese habi-
lidades especiales u ostenta poderes. También está al servicio de proteger al sujeto de la
emergencia de sentimientos de inferioridad o para proteger su autoestima. Esta se sostiene
a partir de distorsionar positivamente la evaluación de sí mismo.
Ejemplo: Un sujeto en una conversación ostenta capacidades o poderes sobre determi-
nadas circunstancias o personas, aunque no parecieran ser auténticamente reales.
en una entrevista es altamente contradictoria y a veces, alternante sin que el sujeto tenga
clara conciencia de este funcionamiento mental primitivo. Este mecanismo fue inicialmente
descripto por Freud, cuando expresó que los niños, al no poder conservar cualidades nega-
tivas de una experiencia dentro del propio aparato psíquico, tendían a deshacerse de ellas
mediante la escisión del Yo, llamado por él, Yo de placer purificado, que sólo conservaba las
cualidades positivas y tendía a expeler fuera del aparato psíquico aquellas negativas.
La escisión para Otto Kernberg es el punto de clivaje de las organizaciones limítrofes de
la personalidad. En este sentido y desde el punto de vista evolutivo el ser humano no puede
integrar tempranamente aspectos contradictorios del objeto o de sí mismo, y en este sentido
la escisión debe dar lugar a la integración parcial y luego más global de las experiencias con
el objeto (Persano, H.L. 1997).
Ejemplo: Un paciente en una entrevista se refiere en forma alternante a su relación de pa-
reja con cualidades totalmente negativas, asociando desvalorización con escisión psíquica.
Posteriormente durante la entrevista se refiere a la misma persona con atributos totalmente
contrapuestos, el terapeuta percibe que el sujeto parece estar hablando de dos personas
distintas. En otro momento se refiere a sí mismo de un modo totalmente contradictorio. El
terapeuta se ve obligado a confrontar estos aspectos escindidos de sí mismo y del objeto,
que el paciente mantiene así para evitar la emergencia de sentimientos confusionales y de
angustia.
Identificación proyectiva: La identificación proyectiva fue descripta originalmente por
Melanie Klein en 1946, en el marco del Psicoanálisis de las Relaciones Objetales. Joseph
Sandler describió (1987) tres estadíos de este concepto. El primero referido a las ideas de
Melanie Klein donde ocurrían cambios en la representación mental de self y objeto, el se-
gundo cuando se extendió este concepto a la transferencia-contratransferencia en el proce-
so terapéutico entre paciente y analista y el tercero cuando se externalizan partes del self o
de la representación del objeto en el objeto del mundo real externo (Sandler, J. 1987).
Para Perry (1991) el concepto de identificación proyectiva se asemeja más a la tercera concep-
ción de Sandler, donde un sujeto que no puede tolerar dentro de sí mismo un afecto o un impulso
lo proyecta masivamente en el otro, como si esa persona hubiese sido la que originó ese afecto
o ese impulso. Este mecanismo defensivo es interpersonal y es por ello que es muy importante
monitorear la contratransferencia durante procesos psicoterapéuticos con pacientes son severos
trastornos de personalidad puesto que el terapeuta es entonces la pantalla donde se proyectaran
estos aspectos muy arcaicos del self de sujeto. Este mecanismo se observa en relaciones interper-
sonales prolongadas como son las relaciones amorosas.
Ejemplo: Un sujeto atribuye a otro sujeto con el que se relaciona las responsabilidades
por su propio enojo, la forma el tono y la intensidad puede hacer que el otro sujeto se sienta
responsable de esos estados afectivos.
raleza impulsiva, sin evaluar las consecuencias de sus actos. En general suelen eviden-
ciarse en las relaciones interpersonales con sujetos que tienen un lugar significativo en
su vida. Las conductas de acting out relacionadas con expresión directa de la agresión,
el consumo problemático de sustancias para ser consideradas como mecanismos de
defensa de acting out, deben tener una relación con un afecto o un impulso descarga-
do que no puede ser tramitado psíquicamente. Este tipo de mecanismo de defensa se
observa en sujeto inmaduros psicológicamente, con marcados rasgos de impulsividad;
en general presentan trastornos de personalidad. Es una defensa frecuente de observar
en sujetos con consumo problemático de sustancias.
Ejemplo: Un sujeto evidencia su ira a través de una descarga impulsiva, motora verbal y
de acción, luego de haberla descargado y ante el señalamiento de su terapeuta reconoce que
estaba enojado, pero que no había podido sentirlo en el momento de la descarga impulsiva.
Agresión Pasiva: El sujeto expresa sus conflictos o sus estados afectivos, a través de ma-
nifestaciones de agresividad indirecta. Una fachada de aceptación enmascara la resistencia
hacia los otros. Suele observarse en sujetos que suelen evidenciar un funcionamiento para-
sitario para con los otros.
Ejemplo: Un sujeto en un equipo de trabajo se opone sistemáticamente a las decisiones
del grupo, sin fundamentar su comportamiento. Puede ir acompañada de la racionaliza-
ción. Pero el oposicionismo puede ser una manifestación de la agresión pasiva.
Hipocondriasis: Es una defensa que suelen evidenciar los sujetos que manifiestan quejas
somáticas repetidas. En forma encubierta evidencian hostilidad y resentimiento. Las que-
jas reiteradas ocupan buena parte de la vida cotidiana y evidencian un rechazo a la ayuda
ofrecida. No hay que confundir el mecanismo de defensa hipocondriasis, generalmente evi-
denciado en sujetos con depresión, de la hipocondría como delirio somático que pertenece
al campo de las psicosis.
Ejemplo: Un sujeto se queja frecuentemente de dolores y quejas somáticas, solicita
ayuda, pero luego la rechaza porque se siente decepcionado con lo que le ofrecieron.
Persiste en su queja somática. Es un intento de convocar a otro frente a la vivencia de
desamparo.
Proyección Delirante: Es una defensa que implica una proyección masiva de aspectos in-
diferenciados entre el self, la realidad y el objeto. Frecuentemente se observa en los delirios
psicóticos de pacientes esquizofrénicos. Se utiliza para poder tolerar sentimientos intolera-
bles.
Ejemplo: Un paciente esquizofrénico dice que el olor que surge de sus pies obedece a
unos rayos cósmicos que le envían seres extraterrestres para perjudicarlo. Aquí el sujeto
no acepta los olores que emanan de su cuerpo y la interpretación que hace de ellos alcanza
dimensión delirante con proyecciones masivas de su self, de sus pensamientos y de sus
sentimientos.
Distorsión: Esta defensa implica un nivel de distorsión de la realidad, que puede evi-
denciarse a través de expresiones de desrealización o despersonalización graves. A veces
el sujeto esta fusionado con otros objetos. Es frecuente de observar en delirios psicóticos.
Ejemplo: Un sujeto escucha un programa de televisión y asume que los personajes se
dirigen a él en forma indirecta, o directa. Interpreta la realidad con gran distorsión y con-
funde sus propios deseos con hechos de la realidad circundante.
Existen otras defensas psicóticas como el congelamiento, que se observa en cuadros
de psicosis catatónicas. La fragmentación que suele observarse en sujetos esquizofrénicos
cuando el paciente cree ser diversos personajes en forma simultánea o cree que distintos
personajes se refieren a él cuando en realidad es una sola persona.
Harold Searles describió claramente este mecanismo defensivo en pacientes esquizo-
frénicos. Una paciente esquizofrénica durante la vissita en la sala de internación, refería
que había distintos doctores “Searles” en la sala, fragmentaba así la imagen del objeto. Él lo
definió como paciente no integrado por no poder mantener aspectos diferentes del objeto
de un modo integrado (Searles, H. 1965), estas observaciones fueron realizadas durante su
trabajo en el Chemust Lodge Hospital, entre los años 1959 y 1963.
Defensas en la Infancia
Selma Fraiberg identificó muchas defensas arcaicas en niños, tales como la evitación,
el congelamiento, la lucha, la transformación del afecto y la reversión. Fraiberg conside-
raba que estas defensas no eran específicamente mecanismos de defensa, sino conductas
defensivas observables y que entonces ellas podrían ser posteriormente interpretadas, por
los psicoanalistas, como mecanismos defensivos en términos más abstractos. Ella observó
estas conductas defensivas en una población de niños de cero a tres años (0 a 3) que pre-
sentaban severas condiciones patológicas, por lo que las denominó defensas patológicas
en la infancia (Fraiberg, S. 1987). Es comprensible que las defensas más patológicas estén
ligadas a conductas de acción, puesto que el psiquismo alcanza niveles más abstractos y por
ende alcanza mayor capacidad de simbolización a medida que el niño crece. Sin embargo,
los niños severamente perturbados sólo expresan sus defensas de un modo más arcaico a
través de conductas, sino que carecen de una mayor capacidad de simbolización, con lo cual
quedan más expuestos a defenderse a través de conductas de acción observables.
Fue Paulina Kernberg (1994) quien categorizó y agrupó los mecanismos de defensas en
los niños. La categorización jerárquica de defensas implica el nivel de funcionamiento del
aparato psíquico y por lo tanto es una marca que permite reconocer la modalidad funcional
del mismo.
Paulina F. Kernberg (1994) identificó, para niños, 31 tipos de mecanismos de defensa
divididos en cuatro grupos jerárquicamente organizados. También replanteado por ella y
otros autores, más recientemente en los siguientes dominios (Kernberg, P. Weiner, A. Bar-
denstein, K; 2000):
• Nivel 1- Normal (Adaptación, Anticipación, Resolución de Problemas, Supresión,
Sublimación, Altruismo, Afiliación, Identificación, Humor).
• Nivel 2 - Neurótico (Intelectualización, Racionalización, Aislamiento, Anulación Re-
troactiva, Negación, Formación Reactiva, Represión, Proyección, Introyección, Re-
gresión, Somatización, Vuelta contra sí mismo, Evitación).
• Nivel 3 - Limítrofe (Desmentida, Escisión, Identificación Proyectiva, Idealización Pri-
mitiva, Devaluación Primitiva, Control Omnipotente, Identificación con el agresor).
• Nivel 4 - Psicótico (Dediferenciación, Constricción, Inanimación, Dispersión, Des-
mantelamiento, Encapsulamiento Autístico, Fusión, Congelamiento, Hipocondria-
sis, Reversión del Afecto).
Existen defensas que en los niños son normales, dependiendo de la etapa del desarrollo
en que se encuentren, pero si persisten más allá de cierto límite se transforman en patoló-
gicas.
Es importante reconocer el nivel de mecanismos de defensa acorde al nivel de desarrollo
de un niño, puesto que los niños tienden a utilizar diversos mecanismos defensivos durante
su desarrollo y la persistencia de ellos en el tiempo puede indicar una fijación a un funcio-
namiento arcaico. Por ello, en psicopatología infantil, identificarlos solamente no alcanza,
sino que también hay que correlacionarlos con la edad del niño o de la niña.
Finalmente, los mecanismos de defensa resultan una variable muy importante a la hora
de valorar el cambio psíquico. Existen diversos instrumentos de investigación para valorar-
las. Entre ellos:
Manual de Evaluación de Mecanismos de Defensa, DMRS (Defense Mechanism Clinical
Rating Scale); (Perry, J.Ch. 1991)
Cuestionario de Estilos Defensivos, DSQ (Defense Style Questionnaire) de Bond (Bond,
M. 1992; 2004); (Bond, M. et al. 1983)
La mayoría de los manuales de diagnóstico en psicopatología psicodinámica utilizan un
ítem que evalúa mecanismos de defensa tales como los siguientes manuales:
PDM-2 (Psychodynamic Diagnostic Manual, Version-2) Lingiardi, V. & McWilliams, N.
2017) utilizado en América del Norte, Europa e Israel.
OPD-2 (Operazionalized Psychodynamic Diagnosis, Version-2) traducido al idioma
Castellano como “Diagnóstico Psicodinámico Operacionalizado (OPD-2): Manual para el
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