Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Introducción
¿Qué es la fenomenología?
Se considera al matemático/filósofo moravo alemán Edmund Husserl (H.) como su fundador. Este autor
parte de la lógica matemática y evoluciona después a la lógica en sí y finalmente a la filosofía.
Considera que lo lógico (el ente lógico) entra en la esfera del significado y no del significante, pero
al mismo tiempo subraya que el significado no se identifica con la cosa conocida. H. se aboca a
analizar los caracteres del significado como tal.
Estudia la presencia de significados universales (como los colores o los números) y critica al
empirismo subrayando que éstos se presentan en la mente no por un análisis de su presencia particular
en la multiplicidad de los individuos sino por una estructura a priori.
El objeto individual es esto (hic et nunc, aquí y ahora) determinado, mientras que el significado
universal prescinde del hic et nunc y es puramente un quid (Was, un “qué”) una esencia (Wesen), un
eidos.
El acto con el que percibimos la esencia no consiste simplemente en separar de un objeto una cualidad
que la tendría en común con otros, porque las cualidades del objeto individual son todas individuales,
y para considerar común una cualidad es preciso haberla ya universalizado y considerado
precisamente en su esencia, y no en su individualidad.
Esta “abstracción” no es un proceso de confrontación o mediación, sino un modo originario de
ver, que H. llama intuición de las esencias (Wesensschau).
“La intuición empírica, particularmente la experiencia en sentido naturalista, es la conciencia de un
objeto individual y, como conciencia intuitiva, presenta el objeto como dado… Igualmente, la intuición
de las esencias es conciencia de algo, de un quid al que aplica su mirada y que le es dado en sí mismo…
El conocimiento de las esencias es, pues, intuición… una intuición que tiene su propio tipo, nuevo…
respecto al de la intuición sensible” (Ideen zu einer reinen Phänemonologie…, I §3).
La esencia es siempre esencia de un individuo y se percibe siempre como dato fáctico; luego la
intuición de una esencia presupone siempre una intuición individual.
La intuición de las esencias es la raíz del a priori. Los juicios son posibles, proposiciones necesarias y
universales, es decir, a priori, en cuanto que son esencias y no hechos, los términos que los sostienen.
Lo que de verdad tiene una esencia, es verdadero siempre y donde quiera, es decir, es verdadero en
cualquier individuo donde se realice la esencia.
Las proposiciones que tienen por sujeto una esencia son de un tipo específicamente diferente que
las proposiciones inductivas o generalizaciones de los hechos experimentales, como son las leyes
científicas (de las ciencias naturales).
La lógica y las matemáticas se constituyen por proposiciones a priori, que expresan relaciones entre
esencias, y sobre tales proposiciones hay que asentar también una ética filosófica.
“Ontologías regionales”
H habla también de posibles “ontologías regionales”, como ciencias a priori de “regiones” o zonas
de la realidad.
Propone la intencionalidad de la conciencia. El significado no pertenece a la conciencia como parte
constitutiva, sino como correlato intencional, como aquello a lo que apunta o mira la conciencia
(gemeint).
Hay que distinguir en la conciencia dos aspectos:
1. En el que la conciencia es una realidad, un complejo de hechos psíquicos (Erlebnisse o Ereignisse,
vivencias o acontecimientos) que constituyen un devenir real (Erlebnisstrom, corriente vivencial).
2. En estos hechos de conciencia aparece algo, se presenta un objeto.
Noema y Noesis
Los objetos son siempre y ya, a priori, objetos (noema) de actos conscientes (noesis) de intencionalidad.
“Toda conciencia” dice H., “es conciencia de algo”. Todos los objetos sólo pueden aparecer como
objetos de conciencia. Dice Sokolowski: “somos el dativo del mundo”.
Una piedra, siempre y ya (a priori), la percibimos a través de actos de conciencia donde la
aprehendemos intencionalmente como un objeto físico, un pisapapeles, un recuerdo, un obstáculo, un
material de construcción, un arma de agresión, etc.
Los objetos físicos sólo pueden ser aprehendidos de manera parcial (no se pueden ver todas sus
partes de una vez). Siempre hay una parte del objeto que no se puede ver.
Los objetos aparecen en contraste con un horizonte de otros objetos con los que están en relación
(causal, espacial, etc.) Las cosas son lo que son sólo en contraste con el horizonte de lo que no son.
3
Los objetos sólo existen como parte de un todo, un “mundo”, y que es mayor que la suma de sus
partes. (Cf. El mundo de lo sagrado y el mundo de lo profano)
Percibimos que los objetos aparecen temporalmente. Pero el tiempo no es una mera secuencia de
momentos presentes. Lo que llamamos presente está transido de actos intencionales de prospección
(expectación de lo que vendrá) y retrospección (deseo de retener lo que ya pasó) que sin duda afecta
cómo vivimos y percibimos lo “que está” en lo que vivimos como presente.
H. llama noesis al acto de la conciencia en su aspecto real, y noema a lo que está presente en la
conciencia, o sea, aquello a lo que está abierta la conciencia.
La epochē
H. presenta sus resultados como una psicología descriptiva a la que llama también fenomenología.
Considera que la filosofía debe ser una ciencia rigurosa, pero que aún no se habría logrado. Si la teoría
del conocimiento presupone la existencia de un sujeto congnoscente con sus representaciones, que son
hechos psíquicos, presupone implícitamente la existencia de esa naturaleza que debiera justificar, y deja
de ser rigurosamente científica.
Para que la filosofía sea ciencia rigurosa en preciso que no presuponga nada, no admitiendo en su
construcción nada que no sea apodícticamente evidente. Debe comenzar por poner entre paréntesis
todo lo que todavía no ha justificado, todas las persuasiones del sentido común, todas las
convicciones científicas, etc.
Esta actitud de imparcialidad radical, de suspensión del asentimiento respecto a lo que comúnmente se
admite, es la epochē o reducción fenomenológica.
“Actitud natural”
H. designa con la frase “actitud natural” (natürliche Einstellung) lo que la epochē debe poner entre
paréntesis (el complejo de persuasiones que nos sirven para desenvolvernos en nuestra vida cotidiana:
la persuasión de la existencia de un mundo extenso en el espacio y que dura en el tiempo, poblado de
seres vivos, de los que nosotros somos uno, con nuestras representaciones y estados psíquicos, con
nuestras voliciones y fines en la acción.)
Al correlato de la actitud natural lo llamará “mundo de la vida cotidiana”. Dentro de la “actitud
natural” nos percibimos meramente como parte del mundo ordinario de las cosas naturales, un
objeto más entre objetos, relacionados con ellos por leyes naturales.
A través de la epochē el fenomenólogo pone entre paréntesis las preguntas por lo verdadero y falso,
real o no real y se enfoca a los aspectos conscientes e intencionales que conformen/predispongan/
afecten la manera como “somos” en el mundo, especialmente los actos por los que somos conscientes
de nosotros mismos (autoconciencia).
Esta investigación permite estudiar elementos que usualmente no notamos, inclusive en las ciencias,
y que sin embargo son trascendentales ya que hacen posibles esas mismas ciencias naturales y sociales y
nos permiten entender la manera como el mundo y nosotros mismos aparecemos en nuestra
conciencia.
La epochē tiene ciertas analogías con la duda cartesiana, pero H. destacaba sus diferencias:
4
1. La epochē fenomenológica se considera más metódica que la duda cartesiana, y no es una duda
efectiva del hombre que filosofa, sino un “poner entre paréntesis”, “fuera de uso”, no contar con tales
persuasiones “de sentido común” en la construcción filosófica.
2. El residuo de la reducción o epochē es diferente. En Descartes es la conciencia trascendental, en H.
es una conciencia empírica.
El hecho religioso
Todas juntas, las diferentes religiones constituyen el hecho religioso, parte integrante del fenómeno
humano y que permiten identificarlo.
Como precursores históricos, las mitología, cosmogonías y teogonías sirven para tratar de
comprender la relación con ese algo anterior y superior al sí mismo del ser humano con el que se
siente misteriosamente religado, pero que no se presta a ser objeto de su mirada ni de su pensamiento.
La teología y la filosofía al estudiar el hecho religioso se preocupan fundamentalmente de Dios y lo
divino. La ciencia de las religiones se ocupa de ese hecho tal como aparece en la historia.
La ciencia de la religión propiamente nace en el siglo XIX y se desglosa en una historia, sociología,
etnología, psicología y antropología de la religión. Como paso previo existía ya una filosofía de la
religión.
Fenomenología de la religión
La religión natural
5
La ciencia moderna de las religiones aplica los métodos propios de las ciencias positivas al estudio
del hecho religioso.
Se emancipa de los acercamientos clásicos: 1. filosófico (preocupado en criticar la validez del hecho
religioso) y 2. teológico (preocupado de defenderlo apologéticamente).
La mayor parte de los científicos religiosos abordan este hecho como un fenómeno cultural más.
Eso llevó en los orígenes a ver la religión como solamente un producto cultural humano, aparecido
en una época determinada de la historia.
El carácter “sobrenatural” del hecho religioso queda descalificado como incompatible con la absoluta
independencia de la razón humana.
Son teorías que permanecen ciegas a lo dogmático e ideológico de sus asunciones. Estos primeros
abordes adolecen de lo que se ha llamado “una obsesión por los orígenes” histórico sociales del hecho
religioso.
Evolucionistas
El padre del positivismo, Comte, afirma que la religión pertenece al primer estadio mítico, ficticio o
teológico de la historia, sustituido posteriormente por el metafísico (filosófico especulativo), el cual
habría sido superado a su vez por el estadio positivo instaurado con el advenimiento de la ciencia.
En el siglo XX, con la aparición de la teoría biológica de la evolución de los organismos, van tomando
fuerza las teorías evolucionistas para explicar el nacimiento y desarrollo del hecho religioso.
Algunos consideraban el proceso como de ascenso (a formas cada vez más perfectas) o de
degeneración (caída en formas cada vez más perversas).
Definían a la religión como un organismo o sistema natural que tiene un curso obligado de desarrollo
(y eventualmente declinación y muerte) que se puede reducir a principios o leyes generales.
Casi todas estas propuesta utilizan el método “comparativista”, una comparación mal hecha y poco
sistemática, que trata de justificar conclusiones apriorísticas.
Su obra Mitología comparada [1853] puede considerarse como el nacimiento de las ciencias de la
religión.
Sigue de alguna manera la intuición de Schleiermacher de que en el ser humano existe un sentido de lo
divino concebido en términos del infinito, que le viene no de algo sobrenatural sino del contacto
sensible con la realidad
Serían las realidades naturales que se escapan al control del ser humano las que introducen esta
idea de infinito y devienen materia prima para la constitución de divinidades.
Los nombres de entes abstractos (nomina) se derivan en divinidades (numina).
6
Las religiones serían de alguna manera “enfermedades del lenguaje”, que adolece la imposibilidad
de representar correctamente la realidad, por no haber llegado a comprenderla completamente.
Su obra más importante es La rama dorada, un compendio de etnología y ciencia de las religiones.
Tiene una concepción “psicológico-intelectualista” de la magia. La magia sería una actitud
emparentada a la ciencia y diametralmente opuesta a la religión.
Magia y ciencia creen en un mundo gobernado por leyes. La religión cree en un mundo sometido
al capricho de los espíritus.
Con todo, la magia es una pseudociencia fundada en la falsa utilización de los principios de semejanza
y de contacto o contagio (magia simpatética).
Cuando los sh caen en la cuenta de que no pueden dominar la naturaleza con la magia, recurren a la
religión.
Pronto esta visión fue criticada al constatar que no toda magia tiene principios simpatéticos o de
semejanza. Hay actos mágicos que claramente utilizan el principio de oposición.
Por otro lado se ha demostrado que la asociación de ideas que supone la magia no es necesariamente
anterior a la concepción de seres personales.
Se ha constatado que entre los pueblos primitivos magia y religión coexisten como “dos reacciones
psicológicamente distintas”.
Una variación de esta corriente es la que afirma (R. R. Marett) que anteriormente al animismo había un
estadio “mágico-religioso” determinado por la creencia en el mana, un poder impersonal, un
dinamismo, que determinaría la aparición de lo sagrado y da lugar a los innumerables tabúes que lo
separan de lo profano.
Religioso católico de la escuela de historia de las religiones de Viena. Critica a los evolucionistas
anteriores por reducir el hecho religioso a un hecho natural simple al que le son aplicables las
mismas leyes de evolución de las realidades naturales. Los evolucionistas, partiendo de estas
hipótesis previas, forzaban después los datos tratados para justificar sus opciones.
El método histórico de Schmidt parte de la convicción de que el hecho religioso es una realidad
humana y por lo tanto histórica, que sólo puede entenderse dentro de su contexto concreto cultural.
Este método procede por comparación, pero trata de asegurarse que los datos comparados
pertenezcan a la misma unidad cultural. Elabora mapas de la repartición geográfica de las diferentes
culturas en un momento particular.
Dentro de una misma unidad cultural existen diferentes estratos o capas que pueden ser ordenados
cronológicamente. Reconoce la existencia de formas culturales de mezcla o de contacto.
Las investigaciones de Schmidt le llevaron a concluir la existencia de la figura del ser supremo entre
las poblaciones más primitivas conocidas, lo que ahora es aceptado unánimemente entre
fenomenólogos e historiados a este respecto.
Esta constatación le lleva a concluir que la religión primera, cronológicamente, tendría rasgos
monoteístas.
Resumen
8
Todas las teorías vistas han supuesto la superación de la excesiva racionalización de la religión propia
de la teología y de la filosofía de la religión. Parten del deseo de volver al hecho, al dato empírico, por
encima de las pretensiones normativas de los discursos racionales.
Las diversas perspectivas y las limitaciones que sus críticos les han mostrado han podido poner en
relieve que el hecho religioso es una realidad humana bastante compleja, cuya esencia no pueden
agotar los elementos racionales por más importantes que estos sean.
Otro de los grandes aportes de estas primeras escuelas de la ciencia de la religión fue la recopilación
exhaustiva de textos religiosos, un buen número de ellos pertenecientes a culturas ágrafas ahora ya
desaparecidas. Este acervo etnográfico sigue siendo hoy mismo de utilidad insustituible al estudio
científico del fenómeno religioso.
Qué es la fenomenología
El término “fenomenología” procede, del campo de la filosofía y ha sido utilizado con diferentes
significados, especialmente por Hegel y Husserl.
Aplicado al estudio de la religión, se refiere a un método de interpretación del hecho religioso que se
distingue por su pretensión de totalidad –estudia el hecho religioso en todos sus aspectos– y por
tomar como punto de partida para esa interpretación todas las posibles manifestaciones del mismo a lo
largo de la historia.
Insiste en una “comprensión” del hecho que, partiendo del respeto a su especificidad, renuncia a
explicarlo por reducción a cualquier otro tipo de fenómeno.
Toma en cuenta el sentido husserliano del término e incorpora elementos del método de comprensión
comparativa elaborado principalmente por Dilthey para las ciencias del espíritu.
De hecho aparece (1877) en la ciencia de la religión inclusive antes de Husserl explicitara su manera de
entender la fenomenología.
La religión “esencial”
Se le presenta como parte de la ciencia de la religión a medio camino entre la historia de las religiones y
la filosofía de la religión.
Estudiaría la presencia de una religión “esencial” existente en todas las manifestaciones religiosas
y que estaría vinculada básicamente a la fe en unas fuerzas sobrehumanas y la adoración de las mismas.
Con N. Sönderblom se empieza a sustituir la “teología natural” por la historia de las religiones como el
camino hacia el conocimiento y el estudio de la religión. Este autor se aboca al estudio de las diversas
manifestaciones religiosas para elaborar una tipología.
J. Wach es el primer autor que se puede considerar propiamente como fenomenólogo de la religión, si
bien no usa el término específico.
Parte de los supuestos de Dilthey, de que la historia es historia del espíritu humano en las diferentes
formas de relación con el mundo surgidas de las diferentes intenciones del sujeto.
La religión sería una forma particular de “mundo” humano y de visión global del mismo surgida de
la peculiar intención propia del ser humano religioso.
Para estudiar el hecho religioso será imprescindible referir los elementos materiales que lo componen a
la intención que los informa, y para esto se requiere un mínimo de “simpatía” o “congenialidad” del
investigador con esa intención particular.
9
Sólo así se llegará a una auténtica comprensión del hecho religioso que no se reduzca a la explicación de
sus elementos, sino que llegue a captar su sentido interno.
La fenomenología de la religión sería una ciencia descriptiva frente a la teología y la filosofía que
se mueven con pretensiones normativas. Por lo tanto, pone entre paréntesis el problema de la verdad y
el valor de los hechos para focalizarse en la captación de su sentido.
Aplicada al estudio del hecho religioso, la fenomenología es una forma particular de hermenéutica, de
interpretación del mismo.
Como tal tiene presupuestos:
La reducción fenomenológica
Usa la reducción fenomenológica o de epochē husserliana, pero sin aspirar a ninguna clase de rigor
técnico dada las múltiples interpretaciones que pueden darse, y de hecho se han dado, de este concepto
de Husserl.
La epochē realizada por la fenomenología de la religión ejerce dos funciones importantes:
1. Permite al fenomenólogo atenerse a la existencia del hecho, poniendo entre paréntesis todo juicio
sobre su verdad y su valor. La fenomenología trata de definir qué hechos son verdaderamente religiones,
pero no pretende definir si la religión en general o una determinada religión es verdadera.
2. Al liberar así al investigador de cualquier tipo de prejuicio relativo al valor del hecho, le permite una
proximidad y una inmediatez en su consideración del hecho religioso inalcanzable para las
disciplinas con pretensiones normativas.
Método de comparación
10
Para esto se valdrá del aporte de disciplinas como la paleontología, la arqueología, etnología,
filología, etc., que le ayuda a situar el fenómeno religioso dentro del conjunto del fenómeno
humano.
También se valdrá de las otras disciplinas de la ciencia de las religiones (historia, sociología,
psicología, antropología, etc.) que le ofrecerán sus explicaciones de aspectos importantes, si bien
parciales, del hecho religioso.
Con todo, no debe olvidar que su atención es a la totalidad del hecho religioso y su pretensión es
ofrecer una comprensión que abarque todos los aspectos del mismo a partir de sus múltiples
manifestaciones concretas.
Esta totalidad no es meramente cumulativa de saberes parciales.
Lo que busca es descubrir la estructura del hecho religioso, su logos interno.
Como todos los hechos humanos, la religión comporta una lógica interna, una ley que determina su
configuración concreta.
La definición de Dumézil
“Lo que se ofrece al estudio del fenomenólogo son las estructuras, los mecanismos, los equilibrios
constitutivos de toda religión, definidos, discursiva o simbólicamente, en toda teología, en toda mitología, en
toda liturgia. Se ha llegado –o se ha vuelto– a la idea de que una religión es un sistema diferente de las
partículas de sus elementos: es un pensamiento articulado; una explicación del mundo.”
Reducción eidética
Por lo tanto, la fenomenología de la religión intenta destacar la estructura, la ley que rige la
organización y el funcionamiento de los diferentes aspectos del hecho religioso manifestado en las
diferentes religiones de la historia.
Para esto busca un punto de cristalización en torno al cual se organizan los demás elementos, unos
factores irreductibles que determinan la constitución de un ámbito específico, y dentro de él, el estilo
propio de cada religión, y la presencia de formas constantes: figuras de la divinidad, actos de culto,
ética, etc.
De esta manera trata de acercarse a lo que en lenguaje hussleriano podríamos llamar “reducción
eidética”, como acercamiento a la esencia, el eidos de un fenómeno, obtenido por la comparación
de sus manifestaciones.
11
Pero la intención final, como en el estudio de todo hecho humano, no es solamente explicitar una
estructura común, sino sobre todo desentrañar su sentido, su significación, su intención humana
específica.
Noesis y noema
La fenomenología ha subrayado que ningún fenómeno se agota en los elementos que puede descubrir
un análisis puramente empírico del mismo.
Cada fenómeno está constituido por una noesis o aspecto intencional y un noema o aspecto
objetivo descubierto, iluminado y determinado por la intención subjetiva.
Juntos, ambos aspectos determinan los distintos mundos, las distintas regiones de la experiencia
humana.
Así, una misma realidad material puede dar lugar a diferentes fenómenos de acuerdo a la intención
humana que la descubra.
Por ejemplo, lo diversos significados de una genuflexión (gimnasia, sumisión, adoración, etc.).
La fdr busca descubrir la estructura significativa del hecho religioso a través de sus manifestaciones
históricas.
La necesaria “congenialidad”
Esta atención a la dimensión intencional del hecho convierte a la descripción fenomenológica en una
verdadera comprensión del mismo.
Para que la comprensión sea posible se requiere la posibilidad de comunicación del sujeto que
interpreta el hecho con la intención específica que lo anima.
La comprensión del hecho religioso exige una capacidad de comunión del intérprete con la intención
religiosa determinante del mundo específico en el que se inscriben todas sus manifestaciones.
La comprensión consiste en penetrar en otra existencia, dejando la actividad de simple espectador
(Goldammer).
Sólo puede escribir fielmente sobre religión un hombre que tiene religión (Wach: requisito
indispensable de congenialidad; van der Leeuw, necesidad de insertar el fenómeno en la propia vida)
El hecho religioso es un fenómeno que no existe dado de una vez para siempre, sino que tiene una
historia concreta en la cual se constituye: “todo phainomenom es al mismo tiempo genomenom”.
Sólo atendiendo a este proceso se puede llegar a describir su estructura.
Ésta última no es una simple relación estable de elementos dados, sino que es una verdadera
entelecheia, es decir, una ley interna de ese desarrollo.
Entendido el fenómeno, la única forma fiel de comprenderlo exigirá descubrir “la intencionalidad
operante que pone en forma al mundo”, que lo constituye como tal mundo con sus aspectos
fundamentales.
Es decir, la forma en que la intención constitutiva y vivida utiliza la relación con el mundo para
hacerla portadora de una intención determinada.
Génesis de significación
En el caso de las religiones esto significa que no basta tomarlas como hechos constituidos y destacar sus
elementos fundamentales, sino que será preciso seguir el proceso por el que la intención de relación
con el Misterio ha tomado un número determinado de realidades mundanas y de actos mundanos
como medio de expresión de esta intención constitutiva.
12
Se le ha llamado fdR, religión comparada, ciencia comparada de las religiones, ciencia sistemática
de las religiones o sub-disciplina sistemática de la historia de las religiones.
Mantiene una preocupación de mantenerse en contacto con los datos positivos que ofrece la historia
religiosa de la humanidad, por lo que su método es empírico, en oposición al deductivo apriórico de la
filosofía de la religión.
Las ciencias de la religión se ocupan cada una de ellas de un aspecto concreto del hecho religioso:
de su devenir histórico (historia de las religiones), de su aspecto social (sociología de la religión), de su
condición de hecho psíquico (psicología de la religión), y como hecho cultural (antropología de la
religión).
Frente a ellas la fdr se presenta como una ciencia sistemática que pretende ofrecer una
interpretación global del mismo a partir de los datos recogidos por la historia de las religiones (la
disciplina fundamental de la que toman el material de interpretación todas las demás).
La fdr se ocupa fundamental y directamente de la condición de religiosos que presentan algunos
hechos humanos.
La fdr no prescinde sino que toma en cuenta los aportes de las demás ciencias de la religión. Pero le
interesa no sólo describir sino comprender.
Las ciencias de la religión se contentan con explicar el hecho religioso, la fdr quiere comprenderlo.
La consideración total del hecho religioso de la fdr, con su atención directa a su condición religiosa,
fuerza a una profundización de la actitud comprensiva que lleva a tener en cuenta de forma
directa, para la interpretación del hecho religioso, lo esencial del mismo (la referencia del sujeto a
una realidad absolutamente meta-empírica), que en las consideraciones científicas del hecho religioso
interviene sólo lateralmente y de forma indirecta en cuanto su presencia matiza la naturaleza histórica,
social, psicológica o cultural de los hechos que interpreta.
manifestaciones de alguna manera “objetivas” de esa convicción subjetiva: símbolos, gestos, actos,
instituciones, etc., tratando de interpretarlos y comprenderlos.
La interpretación de la fdr consiste en ordenar los diferentes aspectos de cada hecho religioso
concreto, descubrir sus relaciones y destacar su estructura, convirtiendo así en un todo inteligible lo
que en un principio parecía ser un caos de elementos contradictorios.
Y esto lo hace a través de la comparación del mayor número de hechos religiosos posible.
Busca llegar al cosmos inteligible del hecho religioso.
La ordenación de los hechos surgida de la comprensión de sus manifestaciones no sólo descubre la
inteligibilidad del mismo, sino además la condición de ordenador de la existencia que posee ese
fenómeno complejo, su poder de iluminación de la misma.
Así, y sin pronunciarse de manera categórica sobre la verdad y el valor de lo estudiado, sí llega a los
elementos de una primera valoración del hecho religioso.
Descubre su dignidad y función central en la organización de la vida de los sujetos que participan en él.
La fdr se pronuncia contra cualquier tipo de hermenéutica filosófica que presuponga una
“desmiticización” o “desmistificación” del mundo necesariamente simbólico de la religión, porque
comienzan por someter el fenómeno al criterio reductor de una filosofía previa en lugar de dejar ser
al hecho con sus propias características.
Pero la actitud de la fdr no es de aceptación pura y simple del fenómeno y su captación puramente
pasiva.
Aspira a constituir una “hermenéutica creadora” en el sentido de que puede procurar el
descubrimiento de nuevos mundos que revelen al propio intérprete y a la época en que éste vive
dimensiones ya olvidadas o en camino de serlo o dimensiones aún no descubiertas de la propia
conciencia y de la propia situación.
Como una tipología básica, las formas religiosas pueden dividirse en religiones nacionales o de un
pueblo y religiones mundiales o universales.
Esta diferencia no es de distribución sino de estructura. El sujeto de las religiones nacionales es el
pueblo como comunidad salvífica. El individuo accede a la salvación en cuanto miembro de ese
pueblo. Suelen tener poco espíritu misionero/proselitista, aunque a veces su idea de Dios sea de tipo
universalista.
Las religiones universales personalizan la relación religiosa y de esta forma la separan de la
pertenencia a una determinada comunidad. Suelen ser más misioneras y su idea de Dios es siempre
universalista.
Una segunda división, a partir de Söderblom, distingue las formas religiosas en religiones de
orientación mística y religiones proféticas.
El criterio definitivo no es el carácter personal o no personal de lo divino, sino la forma de
representarse la relación del Absoluto con el que el hombre religioso entra en contacto y el “mundo”
en el cual vive.
La religiosidad mística concibe al Absoluto en tales términos que lo relativo, el mundo y la vida
intramundana aparecen como carentes de valor, hasta el punto de que el reconocimiento del Absoluto
pasa por la negación práctica de todo lo mundano. El término que la religiosidad mística propone al
ser humano es sobre todo la unidad en el Absoluto como única realidad en la que el sujeto debe sumirse.
La religiosidad profética sin dejar de afirmar el valor supremo del Absoluto realiza esta afirmación a
través del ejercicio de las posibilidades humanas y se propone como meta la relación con Dios de tal
forma que, lejos de exigir la pérdida de los elementos personales, éstos adquieren las posibilidades más
elevadas en una relación de tipo interpersonal con la divinidad.
1. histórica o
2. sistemática.
La fenomenología, si bien se basa en los datos proporcionados por la historia se inclina por un aborde
sistemático del hecho religioso.
15
I.1 Nivel científico (estudio analítico desde diferentes perspectivas): historia, sociología,
psicología, antropología, ecología.
I.2 Nivel fenomenológico (estudio sintético global del fenómeno religioso en cuanto religioso
II.2 Teología
Resumen
La segunda tarea del método fenomenológico podría resumirse en su intento de captar la estructura del
fenómeno religioso.
La tercera tarea será la interpretación del fenómeno religioso que permita captar el sentido, la
significación de esa estructura, para lo cual es necesario recurrir a una participación en la intención
subjetiva que anima las manifestaciones exteriores del hecho religioso, lo que se expresa generalmente
en el término comprensión más que una simple explicación.
Por esto, el acercamiento disciplinar al hecho religioso tiende a poner en duda la validez de la
fenomenología a la que acusan de realizar síntesis apresuradas que el estudio de los hechos no
confirma adecuadamente y que debe mucho al “espíritu de sistema”.
Todo conocimiento, para que sea operativo, necesitará acercarse a consideraciones sintéticas, síntesis
unificadoras, aunque se reconozca que estas sean temporales.
Cada ciencia estudia el hecho religioso desde su campo (historia, psicología, etc.)
La fdr desde lo que el hecho religioso tiene de específico. Esta visión ayuda a evitar el reduccionismo
en el que pueden caer las disciplinas científicas.
Así, la fdr les prestas a estas disciplinas el servicio de manifestarles lo propio del fenómeno religioso
cuyos aspectos parciales estudian. Aporta elementos para la selección de los aspectos del hecho
religioso, diferenciándolo de otros fenómenos que solo sean aparentemente religiosos.
La fdr puede también, en su atención a la totalidad del hecho religioso, mantener la consideración
científica abierta a otras perspectivas que la propia de cada ciencia, asegurando que se reconozca la
complejidad del hecho religioso.
En el conjunto de saberes de nivel científico (positivo), la fenomenología representa la consideración
más próxima al hecho religioso y la menos abstracta, y por eso es al mismo tiempo la menos
elaborada formalmente.
No por eso carece de una necesaria técnica metodológica: la comparación, la sistematización de datos, el
descubrimiento de la estructura interna de los fenómenos y la tipificación de los hechos estudiados.
Además, estos pasos metodológicos los realiza desde la permanente referencia a la intención del
sujeto y a la globalidad del fenómeno, con la consiguiente atención permanente al fenómeno vivido.
Así la fdr constituye una especie de vuelta de la parcelación científica a la totalidad vivida.
En un segundo momento aplica su rigor crítico a las formas concretas que ese fenómeno religioso ha
revestido de hecho para valorar sus distintos aspectos, criticar las categorías que emplea y mostrar
la racionalidad de su aceptación por el sujeto humano.
Aquí nuevamente aparece la importancia del material propuesto por la fdr.
Fdr y teología
17
Esencialismo
El esencialismo (modelo perenialista, universalista): Parte de la unidad de la verdad religiosa, más allá
de la multiplicidad de tradiciones religiosas.
Para este enfoque a todas las religiones están animados por el mismo espíritu.
A Dios sólo se le conoce mediante la aplicación de los sentidos y la mente a la realidad interior.
Percibimos nuestra naturaleza en esta aproximación a la propia intimidad.
El valor de la religión radica en su capacidad para activar estos potenciales.
Las diferentes experiencias de trascendencia (incluyendo la "experiencia de Dios") son diferentes
expresiones de la misma experiencia.
Este modelo tiende a ignorar la especificidad y la riqueza de cada tradición y lo que puede contribuir a la
búsqueda común de la verdad.
Entre sus principales propulsores: Aldous Huxley, René Guénon, Ananda Coomaraswamy.
Constructivismo
Fenomenología
Fenomenología: Estudia los diferentes "fenómenos" para tratar de establecer constantes que permitan
acercarse a categorías interpretativas generalizables.
Si bien no hay experiencias puras (cada una está mediada por el pensamiento, la lengua y la cultura) las
experiencias no se limitan a aquello que el sujeto que la experimenta “porta consigo”.
Su defensa de la pluralidad está hecho desde un fondo de similitud observada, una pertenencia a un
mismo orden, constatando la presencia de " equivalentes homeomórficos", experiencias correlativas,
expresadas de varias formas, pero claramente identificables como análogas “La rosa no es el loto pero
ambas son conformes al arquetipo de la flor”.
18
La ciencia moderna de las religiones aplica los métodos propios de las ciencias positivas al estudio del
hecho religioso. Se emancipa de los acercamientos:
La mayor parte de los científicos religiosos abordan este hecho como un fenómeno cultural más.
La ciencia de la religión nace en el siglo XIX y se desglosa en una
1. Historia de la religión
2. Sociología de la religión
3. Etnología de la religión
4. Psicología de la religión
5. Antropología de la religión.
También surge la fenomenología de la religión, para el estudio sistemático, con un método surgido de
la fenomenología, del hecho religioso en su conjunto y en cuanto religioso, a partir de la comparación
cuidadosa de sus múltiples manifestaciones históricas.