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Dirigir empresas es tarea bastante difícil, pero hacerlo teniendo en cuenta las doctrinas sobre Ética,
Responsabilidad Social Corporativa, Buen Gobierno, etc….es decir, mejorando el funcionamiento
de las empresas interna y externamente, buscando confianza, eficiencia, transparencia y
responsabilidad, lo hace una tarea complicadísima.
Una prueba de la dificultad que entraña esta tarea de Dirección Ética es la existencia de “intentos
de sistematización de estas prácticas” en numerosos países. Son los llamados Códigos de Buen
Gobierno. En España, el primero de ellos y el más famoso es el llamado Código Olivencia, del
que vamos a ver un pequeño resumen.
Antes hay que recordar el concepto (surgido en los 80) de Stakeholders, grupos influenciados por
las empresas: dirigentes, miembros del consejo de admón., accionistas, trabajadores,
administraciones, propietarios, consumidores, competidores, entorno geográfico y humano, medio
ambiente etc…todos ellos tienen su importancia y su espacio, pero con diferentes objetivos y
responsabilidades.
Surgen así diferentes intereses que chocan casi de continuo, especialmente entre propiedad y
control de la empresa. Aparecen dos modelos de procesos de Gobierno Corporativo. El
“tradicional” que dice que los accionistas tienen la última palabra y por tanto el poder; ejercerían
éste mediante la elección de los miembros del Consejo de Administración; estos contratarían a los
directivos y definirían estrategias y asegurarían el ROI. El modelo “actual”, sin embargo, nos
acerca más a la realidad en el sentido de que casi siempre es el Consejo de Administración y los
altos directivos los que manejan las compañías, con lo que se diluye el control en la práctica de los
accionistas.
La base de la que parte el Informe Olivencia es la siguiente: “La gestión de las sociedades
cotizadas tiene como finalidad y última razón de ser la creación de valor para el accionista
mediante la maximización del valor de la empresa”.
Según las recomendaciones, la misión del Consejo debe ser la de supervisar la gestión de los
ejecutivos mediante:
Voluntariedad: “El Buen Gobierno no se puede imponer”. Si bien hay que informar sobre su
cumplimiento o justificar su incumplimiento.