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Diferencias entre derechos reales y personales

En Derecho Personal el Acreedor no ejerce su facultad sobre un objeto, sino que lo hace contra un
deudor (en forma mediata). Depende del Deudor para lograr su cometido. Hay sujeto activo
(Acreedor), sujeto pasivo (deudor) y Objeto.

Derecho Real son una prerrogativa que un titular ejerce sobre una cosa sin intermediarios. Hay
sujeto, Titular, y Objeto.

El Derecho Personal es Relativo porque se ejerce solamente contra el Deudor.


El Derecho Real es Absoluto, ya que se ejerce contra todos (erga omnes).

Los Derechos Personales surgen de la voluntad de las partes y son ilimitados. Los Derechos
Reales son creados por ley y son limitados, las partes no pueden crear derechos reales (aunque en
el mundo esta tendencia se está revirtiendo).

Los Derechos Personales, por lo general, no requieren forma alguna para su nacimiento. Los
Derechos Reales exigen ciertas formas (Escritura, Tradición, Inscripción, etc.).

Los Derechos Personales se extinguen por la Prescripción. Los Derechos Reales se adquieren por
la Prescripción.
Los Derechos Personales se ejercen sobre una cosa futura. Los Derechos Reales se ejercen sobre
cosa existente.
Los Derechos Personales no exigen Posesión para su ejercicio. Los Derechos Reales sí (posesión
o cuasi posesión).

Los Derechos Personales no son de Orden Público. Los Derechos Reales sí.

El concepto de Patrimonio

El origen etimológico de la palabra patrimonio se deriva al latín patrimonium; término utilizado por
los antiguos romanos para los bienes que heredan los hijos de su padre y abuelos. (Lima Paúl,
2003:45)

Los romanos (recordemos) manejaban dos conceptos para la herencia dependiendo de la rama por
la cual se la pretendía. Así, los herederos maternos eran llamados “cognados” y los paternos
“agnados”. Las diferentes alineaciones no podían cruzarse y quienes heredaban de los cognados
no tenían derechos sobre los bienes de los agnados.

Pero como ya hemos distinguido, el patrimonio sólo se usaba (por derecho paterno). Es decir, que
si se descompone el término, tenemos Patri (padre) y onium (recibido) que significa lo recibido por
línea paterna o por el padre.

Alonso Indacochea nos explica que en esa época los romanos no poseían un corpus teórico para
hablar del patrimonio. Más bien, lo entendían como un conjunto de cosas (materiales y corporales)
que se transmitían generacionalmente. Desde esta perspectiva, la figura era exclusiva de los sui
juris y explícitamente excluía a los alieni juris.

Es interesante notar que estos dos conceptos tenían significaciones totalmente diferentes a las que
se les da en la actualidad. Los sui juris eran personas con autoridad sobre sí misma y sobre su
grupo como por ejemplo el pater familae (padre) mientras que los alieni juris estaban privados de
ese privilegio (hijos y a veces la esposa).
Las figuras legales de sui y alieni juris no estaban (in factum) ligadas a la división de los géneros ni
a discapacidades mentales (como más de escritor poco informado ha intentado hacer creer) sino
más bien a un carácter estrictamente religioso. En ocasiones y bajo ciertas circunstancias las
mujeres gozaban de posibilidad de recibir y transmitir herencias (sobre todo durante la era de
Justiniano).

Obligaciones.

Según la teoría de Bonafonte, la obligación romana nació en tiempos arcaicos dentro del terreno

de los delitos. Originalmente, la comisión de un delito hacía surgir a favor de la víctima o de su


familia, un derecho de venganza eventualmente limitado por el principio del talión, el cual,
mediante una composición podía transformarse en el derecho de la víctima o de su familia a
exigir cierta prestación del culpable o de su familia. Como garantía del cumplimiento de tal
prestación, un miembro de la familia del culpable quedaba ob-ligatus, o sea, “atado” en la domus
de la víctima como una especie de rehén. 
Por tanto, la obligación antigua  era una atadura en garantía de cumplimiento de prestaciones
nacidas de los delitos. Luego, al irse desarrollando la comunidad con el aumento de los contactos
económicos entre las domus, se presentaba, a veces, la necesidad de que un paterfamilias
prestara
valores a otro: en tal caso, el acreedor quería tener una garantía y así esta “atadura” se trasladaba
al campo delictual al incipiente Derecho Privado. 
Por lo que desde la época romana encontramos utilizada la palabra obligación en el sentido de
deber jurídico, pero también empleada para el hecho de obligarse,  para designar el vínculo
jurídico entre sujeto activo y sujeto pasivo, e inclusive  en el sentido del  derecho del sujeto
activo (como en la expresión obligationem adquiere). Es más correcto, en el primer caso, hablar
de deber, referirse, en el segundo, a la fuente concreta de la obligación en cuestión, y decir, según
el caso, celebración del contrato, comisión del delito, etc., y  utilizar, en el cuarto caso, el término
obligación, por lo que  el término deuda  no se refiere necesariamente a deudas de dinero, sino
que equivale a deber en general, de la misma manera que pagar y pago (solvere y solutio)
significan cumplir con un deber y cumplimiento. 

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