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LA RELACIÓN BULÍMICA
Se entiende por tal las modalidades de acomodamiento de las relaciones tanto a los objetos
internos como externos y sabiendo que hay una homología entre la forma de la conducta
bulímica, y la naturaleza de las relaciones de objeto de estos pacientes y las características de
su funcionamiento mental. La crisis bulímica toma un valor paradigmático en la comprensión de
esa relación, sin perder de vista, sin embargo, que permanece mucho tiempo escondida y
totalmente desconocida por el entorno.
Sin embargo la calificación de bulimia se aplica con pertinencia al conjunto de su estilo
relacional y es, con las personas, análoga al vínculo que mantienen con la alimentación,
alternando con la misma intensidad, avidez y rechazo.
Esa imposibilidad de mantener un nivel de funcionamiento estable, esas oscilaciones de todo o
nada, son una constante de la relación con estos pacientes. Ellos transforman la cura en una
apuesta permanente. Entre la extrema sensibilidad a toda decepción y la intolerancia al
investimiento transferencial, las oportunidades de mantener ese vínculo disminuyen
rápidamente.
Esa sensibilidad y aún esa vulnerabilidad a la relación, expresión de una dificultad para
administrar la distancia relacional,es también la primera característica de esos sujetos. Se
impone desde los primeros contactos y Se confirma si la relación se prolonga. Es en eso que él
o los primeros contactos Son engañosos porque pueden conducir a sobreestimar las
capacidades de elaboración mental de esas pacientes. En efecto, contrariamente a otras
patologías del comportamiento, a la anorexia mental particularmente, sus producciones
fantasmáticas son ricas y más bien tendrían tendencia a inundarnos.
Esa riqueza es la prueba de su capacidad de representación, pero debe ser seriamente
matizada por dos constataciones: aquella de una crudeza fantasmática con una significación
demasiado clara del contenido, el latente y el manifiesto fornicando uno sólo; y aquella de una
obligacion de fantasear con una taquipsiquia que no es una libertad asociativa sino una
necesidad de producción representativa para enmascarar un peligro subyacente, que por su
parte no es fácilmente accesible a un trabajo de representación.
Ellas dominan la relación, lo mismo que "la apetencia objetal" en que participan ampliamente,
siendo la avidez relacional al menos debida tanto a las particularidades de la organización
narcisista como a una problemática pulsional. Están manifiestas desde el primer contacto y
siguen siendo una constante fundamental de la relación con estas pacientes, condicionando
ampliamente la evolución y las dificultades de establecimiento
y de mantenimiento del encuadre terapéutico.
Se elige el término disregulaciones debido a que refleja el rol esencial que conferimos a los
desequilibrios de las regulaciones narcisisticas.
La fragilidad de los bulímicos se encuadra tanto en las caracteristicas de sus modalidades
relacionales objetales como en la mirada que dirigen sobre si mismas y su relación con su
propia imagen. Ella igualmente va a condicionar en parte la naturaleza de su regresión.
La intensidad, y aun la avidez de la relación bulímica, refleja la importancia del compromiso
narcisista. La invasividad y la exuberancia de la relación no son consecuencia sólo de
parámetros pulsiones y libidinales en particular. Esas características llevan a la vez la marca de
las insuficiencias de las interiorizaciones (y de los basamentos narcisísticos), de la fragilidad
de los límites y de lo que hemos llamado los procesos de diferenciación.
Es que, en efecto, el narcisismo de estos pacientes es ampliamente sostenido por los objetos
externos según las modalidades que combinan en proporciones variables, la distensión de
apoyo y de doble. Sea lo que
fuera, en los dos casos su estima de sí mismos es tributaria de ese soporte externo.
Esa subestimación de sí se evidencia por las actitudes de denigración que adoptan con
respecto a su interior, frecuentemente marcadas por una fuerte connotacion anal, o por la
vivencia de vacio y de insignificancia. El
resultado es una dependencia respecto a fuentes de valorización externas, pero también su
extrema vulnerabilidad que refleja su sensibilidad y su dificultad a encontrar la buena distancia
relacional, oscilando de la
dependencia exhibida, más idealizante que pasional, al retraimiento de tonalidad autística. Se
concibe fácilmente que en tales condiciones, su sentimiento de continuidad interna permanece
aleatorio y varía en proporción a los avatares de sus relaciones con los objetos externos,
soporte esencial de su narcisismo.
Hay ahi, un perjuicio de las capacidades para desarrollar recursos auto-eróticos suficientes,
alrededor de las zonas erógenas, y ligadas a la cualidad de las relaciones cbjetales, el otro, que
se desprende de éste, de delegación en los objetos externos del cuidado de sostener una parte
importante de la regulación del narcisismo.
Los "traumatismos acumulativos" de la infancia han generado tantas fisuras del yo y clivajes
que tienen ellos mismos por consecuencia que
los afectos y representaciones suscitados no son el objeto de un trabajo de ligazón y
perlaboración, sino que permanecen ocultos y contrainvestidos por el vínculo con los objetos
externos en el origen de los traumatismos.
La relación de dependencia es característica de sus modalidades objetales y evaluarlas, sin
tener en cuenta el rol económico esencial tenido por los objetos externos, es prestarles una
autonomía interna que no tienen y desconocer la especificidad de esa fuente de inestabilidad.
La imagen del cuerpo, como en la anorexia nerviosa, representa también un punto de
fijación importante, sobre todo para los casos en que el componente narcisistico es esencial.
Se encuentra a la vez el desfallecimiento de la
función de espejo de la moda y el aferramiento a ésta, en una búsqueda de la imagen ideal,
donde los reencuentros con el objeto se tornarán posibles por estar ubicados bajo el doble
signo de la idealidad y la represión de las
pulsiones, así como de la identificación femenina siempre marcada por el signo de la
incompletud y de la insatisfacción.
La imagen de sí y lo que ella supone de búsqueda de la mirada ajena ocupa una posición
central en la regulación narcisistica de estos sujetos.
La importancia de la mirada subraya el desfallecimiento de la interioridad y el primado de lo que
pasa en superficie, de lo perceptivo sobre la vivencia. Esta prevalencia de la exterioridad se
encuentra como uno de los hilos conductores esenciales de la comprensión de la conducta
bulímica.
HACIA UNA METAPSICOLOGÍA DE LA CONDUCTA BULÍMICA
A esos dos ejes esenciales, objetal y narcisístico, se agrega la trama del fondo contextual del
conjunto de los problemas de comportamiento.
Sobre el plano tópico se observa ante todo un fracaso relativo del rol del preconsciente en su
doble actividad de ligazón y de filtrado. Las instancias están mal diferenciadas: Superyo e ideal
del Yo están ampliamente confundidos y dan poco o ningún lugar a desplazamientos evolutivos
con la edad sobre impagos edípicas diferenciadas e ideales "humanizados" y alcanzables.
El Ideal es a menudo reducido a un Yo Ideal, del que la realización inalcanzable sirve para
triturar al Yo (moi), en tanto que un superyo arcaico, descalifica toda realización que podría
sostener el narcisismo y que es inmediatamente connotado de un riesgo de amputación, en
espejo, de los imagos parentales.
Sobre el plano dinámico, la importancia de la desligazón frena el acceso a una verdadera
ambivalencia. Los procesos primarios infiltran el pensamiento consciente mientras que el temor
de la emergencia de fantasmas inconscientes, presentidos como posibles concretizaciones
omnipotentes de deseo, entraña conductas de evitamiento fóbico del pensamiento, tornadas
tanto más necesarias ya que los contra-investimientos son frágiles y rápidamente desbordados
contrariamente a lo que pasa en la anorexia nerviosa.
La hipótesis que defendemos aqui es que es
necesario buscar esa especificidad en un doble nivel: uno adecuado para suscitar una
respuesta de tipo comportamental (antes que una respuesta de expresión psíquica o somatica),
la otra pudiendo dar cuenta de la elección de la conducta bulímica. Situaremos el primer nivel
en las particularidades del conflicto de articulación entre narcisismo y relación de objeto; y el
segundo en las modalidades de la regresión que acompaña el conflicto precedente y más aún
en los acomodamientos de esta regresión.
El fondo común de los dos niveles reposa sobre una vulnerabilidad hecha de esa dependencia
de la mirada de los objetos de la realidad interna y de sus respuestas para asegurar el
equilibrio narcisista del sujeto.
El resultado potencial de tal situación de dependencia es crear las condiciones de un
antagonismo posible entre las aspiraciones a la mirada de los objetos y la salvaguarda del
equilibrio narcisista.
La pubertad y más generalmente la adolescencia vienen de este modo a crear las condiciones
de una posible oposición entre lo que se podría reagrupar bajo la nominación bastante general
de apetencia por el objeto y
la salvaguarda de la autonomía y del narcisismo del sujeto, asi como de la integridad de sus
limites.
"lo que necesito, porque lo necesito y en la medida misma de esa necesidad, es lo que
amenaza mi autonomía naciente".
El proceso de elaboración mental favorece la
respuesta mediante la ecuación, que ofrece una posibilidad de dominio sobre el objeto
necesario (o sus sustitutos) e invierte la situación de pasividad en rol activo, creando las
condiciones de una identidad reencontrada.
Vemos en esta amenaza a la autonomía y al pensamiento del sujeto una situación de violencia
que atrase su integridad narcisistica y genera, en retorno, una violencia defensiva que traduce
la respuesta por el actuar comportamental.
Esto tiende a restaurar los límites y una identidad amenazada por la negación de los deseos y
de los vínculos objetales internos y por el dominio sobre los objetos externos.
Deste modo, se encuentran reunidas las condiciones de aparición de los que llamaremos,
siguiendo a Green, "lo arcaico", es decir los estados de confusión entre el deseo, su objeto y el
yo. El deseo no es más percibido como una
pertenencia del yo ampliando el campo de sus posibilidades, sino como una intrusión del objeto
en el seno del yo, amenazándolo y generado un proceso de confusión entre contenido y
continente.
LA REGRESIÓN EN LA BULIMIA