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del analista
Su contribución al proceso analítico
* Título original: "The Inner Experiences of the Analyst: Their Contribution to the
Analytic Process".
** Dirección: 170 E. 77th Street, Apt. 1G, New York, NY 10021, USA.
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Hoy, mientras espero que llegue el Sr. V., me siento más tenso que
de costumbre. Sé que criticará mi nuevo consultorio, yeso me produce
cierta aprensión. El Sr. V. otorga gran importancia a las apariencias.
Cuando se siente molesto porque lo que lo rodea le parece muy poco
atractivo, puede ser cáustico. Mi ansiedad refleja también mi propia
insastisfacción con el consultorio que acabo de alquilar. Aunque está
en un buen edificio en el elegante East Side de Manhattan, en cierto
sentido no me parece bien puesto. En esos departamentos más grandes
y desconocidos para mí, mi consultorio parece pobre y vacío. De he-
cho, me doy cuenta de que me siento incómodo por el aspecto de mi
nuevo lugar de trabajo y enojado conmigo mismo por no haber pensa-
do antes en el problema y comprado muebles nuevos.
El Sr. V. toca el timbre. Siempre es puntual, casi en exceso. Eso es
importante para él pues se enorgullece de su puntualidad. A veces
pienso en él como en un sargento obsesionado por la limpieza: duro,
exigente, perfeccionista. Al oírlo entrar, coloco una toalla de papel
sobre la almohada y me demoro unos segundos arreglándola. Mientras
lo hago, de pronto aparece en mi mente la imagen de un escritor con
que el solía estudiar. En cierta ocasión, me confesó que tenía un ri-
tual cotidiano. Antes de instalarse a escribir, y para postergar esa ta-
rea, le saca punta a media docena de lápices y los alínea, uno por
uno, sobre el escritorio. Comprendo que he tenido ese pensamiento
porque yo también postergo el momento de abrir la puerta. Cuando lo
hago, me he demorado unos 30 segundos.
El Sr. V. hace una inclinación de cabeza y avanza hacia el diván.
Se desabrocha el saco y se acuesta. Sus zapatos están muy bien
lustrados y tengo oportunidad de observar su traje antes de que se
recueste. Es azul, elegante, de corte inglés y evidentemente de me-
dida. Echo una mirada furtiva a mi propia ropa: parece común y
corriente en comparación, una chaqueta y un par de pantalones sin
distinción ni personalidad. Surge en mi mente un nombre, Barney's.
Es una tienda para hombres en Nueva York que ahora está muy de
moda pero que se inició hace algunos años en la venta de ropa ba-
rata. En sus primeras propagandas radiales se describía como una
tienda sin pretensiones cuya mercadería colgaba de simples per-
chas. Con un sentimiento de mortificación, se me ocurre que durante
todos estos años yo mismo he sido un hombre sin pretensiones, un
tipo "de confección" que no ha dejado atrás su mentalidad Barney's
original y no ha dado el salto hacia el mundo de la ropa a medida.
Por el contrario, tanto mi padre como mi analista se parecían más
al Sr. V. en el sentido de que ambos aspiraban a cierta elegancia y
ambos se hacían hacer la ropa a medida. En esta área no he competido
con ellos.
Pienso en las interpretaciones que me hacía mi analista con respec-
to a mi actitud no competitiva. Solía señalar que yo evitaba el con-
flicto con otros hombres para no entrar en competencia con ellos. Ahora
veo a mi analista, un hombre grande e imponente y, por un momen-
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