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Un Hombre para la Eternidad

Se trata de una pelicula de 1966, que habla sobre la vida de Santo Tomás Moro.
Quizás me motivó a acudir a ella la situación jurídica de occidente y la relectura de
las palabras pronunciadas por Sir David Alton, político inglés, perteneciente al
partido Liberal Democrático, y uno de los muchos promotores del nombramiento de
Santo Tomás Moro como patrono de los Gobernantes y Políticos. Dijo lo siguiente:
"Cuando entro en la sala donde fue procesado, me pregunto cómo Moro, que se dejó
decapitar con tal de no renegar a sus principios, viviría hoy nuestras batallas como
parlamentarios ingleses que debaten sobre la clonación humana, la eutanasia, el
aborto, la destrucción de embriones humanos…"

Santo Tomás (1478-1535) es un modelo creíble e imitable, un estímulo para todos;


su ejemplo nos puede ayudar en la fascinante tarea de construir esta sociedad de la
que somos protagonistas. Es ejemplo y programa para un mundo que será mucho
más humano si sabe unir la justicia con la coherencia personal, tal como él hizo,
pues mostró con su vida y, muy particularmente, con su trágica muerte, su fidelidad
a la Iglesia, la obediencia a su propia conciencia, y la lucha de la libertad individual
frente al poder organizado.

La película que nos ocupa se centra en los acontecimientos finales de la vida de


Santo Tomás. Su influencia social y política es enorme. Considerado como uno de
los fundadores de la ciencia jurídica de la Common Law inglesa, en 1504 fue elegido
por primera vez para el Parlamento. Enrique VIII lo nombró representante de la
corona en la capital, abriéndole así una brillante carrera en la administración pública.
En 1523 llegó a ser presidente de la Cámara de los Comunes. En 1529, en un
momento de crisis política y económica del país, el rey le nombró Canciller del Reino.
Fue el primer laico en ocupar este puesto en varios siglos.

Su labor hubiera sido más grata si el príncipe a quien tuvo que servir no hubiera
sido Enrique VIII. Este rey tenía una formación artística, filosófica y teológica. De
hecho, buena parte de los libros de Historia de la Gran Bretaña le han guardado
agradecimiento, pues, por ejemplo, hizo de Inglaterra una gran potencia naval.
Además, Enrique VIII había sido nombrado por el Papa "Defensor de la fe" por haber
escrito un libro en defensa de los sacramentos y en contra de Lutero, pero al
enamorarse y encapricharse de Ana Bolena, el Rey solicitó al papa Clemente VII la
anulación de su matrimonio con la hija de los Reyes Católicos, Catalina de Aragón,
con la que, además, no había logrado tener descendencia. Al no obtener este
anulación Enrique VIII impone a los Comunes y a la jerarquía de la Iglesia la
separación de Roma y el origen de la Iglesia Anglicana, declarándose a sí mismo
cabeza de esta Iglesia.
Los felices días de la familia de Santo Tomás terminaron con estos hechos. Moro
presentía lo que iba a suceder y sabía muy bien que Enrique VIII sólo quería servirse
del prestigio de su Canciller para sus fines particulares. Por ello consideró más
prudente dimitir antes de verse atrapado en una dinámica cuyo previsible final sería
la ruptura con Roma. Este hecho ocurre en 1932. En aquellos decisivos momentos
faltaron en Inglaterra teólogos para defender el catolicismo. Así pues, Moro se vio
prácticamente solo frente al poder y frente a la actividad de las doctrinas
protestantes. Tras un juicio inicuo fue encarcelado en la Torre de Londres el año
1534. Durante sus quince meses de prisión fue sometido a diversas formas de
presión psicológica, pero no se dejó vencer, convencido que prestar el juramento
que se le exigía, hubiera supuesto la aceptación de una situación política y
eclesiástica que preparaba el terreno al despotismo. El año 1535 fue citado aprestar
juramento al "Act of Sucesión" aprobado por el Parlamento. Este acto tenía como
finalidad legitimar los hijos del Rey con su amante, Ana Bolena. Moro negaba la
competencia del Parlamento para declarar que Enrique VIII era el jefe de la Iglesia
de Inglaterra y también que su matrimonio con Catalina de Aragón era inválido. Pero
a su vez no tenía inconveniente en admitir que el Parlamento podía reconocer como
heredero de la corona al hijo de Ana Bolena. Aparte de no hacer el juramento, no
dijo nada en contra del rey y disimuló honradamente su pensamiento, puesto que
quería salvar su vida. Al final del proceso, cuando ya estaba escrita la sentencia,
pronunció una espléndida apología de sus propias convicciones sobre la insolubilidad
del matrimonio, el respeto del patrimonio jurídico y la libertad de la Iglesia ante el
Estado. Se ha dicho que a Moro le condenó la tiranía de un rey, a pesar de que,
como el mejor abogado de la Inglaterra de su tiempo, hizo todo lo políticamente
posible para no ser mártir; todo menos sacrificar su conciencia y poner al Rey por
encima de su Dios. Otros dirigentes europeos como el Papa o el rey Carlos I de
España y V de Alemania, quien veía en él al mejor pensador del momento,
presionaron para que se le perdonara la vida, y se la conmutara por cadena perpetua
o destierro, pero no se lograron esos fines y, cuando ya no hubo nada que hacer,
Tomás Moro subió con tranquila resignación al patíbulo en 1535.

Hasta sus últimos instantes mantuvo su sentido del humor, confiando plenamente
en el Dios misericordioso que le recibiría al cruzar el umbral de la muerte. Mientras
subía al cadalso le dijo al verdugo que si le podía ayudar a subir porque para bajar
ya sabría valérselas él mismo. Luego, al arrodillarse dijo: "Fíjese que mi barba ha
crecido en la cárcel; es decir, ella no ha sido desobediente al rey, por lo tanto no
hay por qué cortarla. Permítame que la aparte". Finalmente, dirigiéndose a los
presentes dijo que moría siendo el buen siervo del Rey pero primero de Dios. Nada
más rodar su cabeza, el pueblo lo aclamó como santo.

“Ten, pues, buen ánimo, hija mía, y no te preocupes por mí, sea lo que sea
que me pase en este mundo. Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y
todo lo que él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo
mejor.“
Tomás Moro

Bibliografia:

Cfr. Herranz, G. en Tomás, G. La Bioética, un compromiso existencial y científico.


Tomo III, 11-19, Murcia, 2006
https://citas.in/autores/tomas-moro/

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