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3.

- CONQUISTA

La Conquista de México se refiere principalmente al sometimiento del estado


mexica o azteca, logrado por Hernán Cortés en el nombre del rey Carlos I de
España y a favor del Imperio español entre 1519 y 1521. El 13 de agosto de
este último año, la ciudad de México-Tenochtitlan cayó en poder de los
conquistadores españoles, después de dos años de enconados intentos
bélicos, políticos y conspirativos, en los que participaron activamente junto con
los españoles invasores, los pueblos previamente avasallados por los mexicas,
en un afán por rebelarse —aprovechando la alianza circunstancial de los recién
llegados— de las condiciones de sojuzgamiento en que vivían.

Hubo otras expediciones y campañas militares, tanto de Hernán Cortés como


de sus capitanes, entre 1521 y 1525, en la zona central, norte y sur del territorio
de la actual nación mexicana, las cuales fueron estableciendo paulatinamente
los límites de la Nueva España. A partir de estos acontecimientos que
modificaron drásticamente la geopolítica mundial en los albores del siglo XVI,
habrían de transcurrir aproximadamente tres siglos de dominación y
colonialismo para que gran parte de los territorios se transformaran por medio
de una guerra de independencia, en lo que es hoy finalmente la República
mexicana.

3.1.- LOS JUSTOS TÍTULOS Y LAS BASES JURÍDICAS DE LA CONQUISTA

Al poco tiempo de iniciarse la conquista surgió la pregunta de si era legítima o


no la presencia castellana en Indias. El inicio de este interrogante se había
debido al sermón pronunciado por el dominico Fray Antonio de Montesinos el
cuarto domingo de Adviento de 1511 en la isla de La Española; Montesinos
denunciaba los abusos y excesos que los españoles estaban cometiendo con
los nativos, tratándolos como si no fueran hombres. La reacción de los
conquistadores fue la denuncia de las palabras pronunciadas por el fraile
dominico, por ver en ellas la negación del derecho de España a conquistar y
dominar los territorios ultramarinos recién descubiertos y a someter a sus
habitantes. Se había iniciado la controversia sobre si era legítima la presencia
castellana en el Nuevo Mundo. La cuestión planteada inquietó a la corona y se
estudió y reflexionó de forma profunda en las aulas universitarias. El problema
de los “justos títulos” llevó a adoptar diversas posturas doctrinales favorables o
contrarias a la conquista.
En 1512, a instancias del rey Fernando, se reunía en Burgos una junta de
políticos, teólogos y juristas con el fin de dictaminar si los títulos aducidos por
España para la conquista y colonización de las Indias eran justos o no. Entre
los convocados por el rey católico destacaron el profesor de Teología de la
Universidad de Salamanca, el dominico Matías de Paz y el jurista Palacios
Rubios. Las tesis que defendían se resumían en lo siguiente: primero, sólo en
el Papa, como Vicario de Cristo y cabeza de la Iglesia, reside el poder sobre los
infieles; segundo, todos los reinos están obligados a acatar la soberanía del
Papa; tercero, la Iglesia por sí misma, o a través de algún príncipe católico,
puede hacer la guerra a los infieles y dominarlos si no se acepta la autoridad
del papado; los reyes de España, gracias a las bulas alejandrinas, tenían el
derecho de dominar, esclavizar y exigir todo tipo de servidumbres y bienes a
los infieles indios.

A las teorías defendidas por Las Casas, se opondrían las doctrinas elaboradas
por Juan Ginés de Sepúlveda; entre1550 y 1551 ambos personajes se
enfrentaron en una dura polémica sobre la aventura española en Indias; en
esta disputa también participaron destacados juristas y teólogos de la
Universidad de Salamanca tales como Domingo de Soto, Melchor Cano o el
propio Francisco de Victoria; Sepúlveda afirmaba que existían unos hombres
más racionales que otros; los más racionales , por su capacidad deben
gobernar a los que no lo son; los españoles son más racionales que los
indígenas, luego, como los españoles son superiores, es lícita la conquista
americana y la dominación de sus pobladores, pero evitando toda violencia
gratuita.

Los interrogantes, polémicas y debates sobre los justos títulos se extendieron


también a las aulas universitarias españolas. La llamada Escuela de
Salamanca, llegó a reconocer que junto a los derechos de los españoles
también era evidente la condición humana de los indios, el derecho a ser
bautizados y a disponer libremente de sus bienes públicos y privados. La
polémica en torno a los “justos títulos” aún perduraría unos años más, pero el
núcleo doctrinal para su resolución ya estaba elaborado.

Los Reyes Católicos comienzan su obra de evangelización luego que las


discusiones teológicas terminaran aceptando la calidad de humanos de los
habitantes del nuevo mundo aunque, jurídicamente, se los considerara como
menores de edad por lo que debieron estar bajo la tutela de autoridades
políticas o religiosas.

Jurídicamente, no cabe hablar de superioridad o inferioridad de una cultura


sobre otra que se unen en el Derecho Indiano y Republicano mediante
recepciones del Derecho Aborigen que aún perduran.

El descubrimiento y colonización trajo consigo un debate que apasiono a


juristas y teólogos sobre los derechos que podía alegar la corona de Castilla al
dominio de las nuevas tierras y la condición legal de sus aborígenes. El espíritu
religioso de España de los Reyes Católicos y de sus inmediatos sucesores no
podía dejar indiferente a los hombres de acción y pensamiento frente a los
problemas de carácter moral derivados de la apropiación de territorios cuyos
habitantes iban a presentar a menudo porfiada resistencia. Este esfuerzo
español por ajustar la conquista a padrones jurídicos y morales, constituye un
caso único en la historia universal, y contrasta la actitud adoptada en casos
análogos por los países sajones.

Los primeros pasos del Derecho Indiano aparecen configurados,


paradójicamente antes de producirse el descubrimiento de las tierras donde iba
a regir. Están las capitulaciones suscritas en el campamento de Santa Fe,
frente a Granada, por los Reyes Católicos y Colón el 17de abril de 1492. como
era natural, dichas normas descansaron sobre la legislación vigente en Castilla
y en buena parte sobre los principios del Derecho Común, considerado como la
razón escrita de la Cristiandad. "Así, en primer lugar, de acuerdo con la
concepción política de la cristiandad se reconoció la personalidad en la esfera
internacional a los principados.

Dada la falta de personalidad de los nuevos pueblos; la relación de los Reyes


Católicos con los mismos, conforme a los principios del Derecho Común, no se
estructuró con carácter político como se regulaban las relaciones de la
republica con el rey, sino como un derecho de dominio y autoridad plena sobre
los mismos. Autoridad que el rey ejercía allí, según la formula de la delegación,
por medio de un virrey. Por lo demás, la organización de los nuevos territorios
debía ser en todo exactamente como la de Castilla". (A. García Gallo: El
Derecho Común ante el Nuevo Mundo). El paso siguiente, muy conforme con el
derecho común, fue la petición de los Reyes Católicos al Papa de la soberanía
de las tierras ya descubiertas por Colón y las por descubrir en adelante.

3.1.1.- EL DESCUBRIMIENTO Y LA DONACIÓN

El 17 de abril de 1492, en Santa Fe de la Vega de Granada, los Reyes


Católicos y Cristóbal Colón lograron ponerse de acuerdo en los términos y
condiciones mediante los cuales este último llevaría a cabo su celebérrima
empresa náutica, constando dicho acuerdo en el documento conocido como las
Capitulaciones de Santa Fe.

En dicho documento, junto con otorgar a Colón varios títulos -almirante, virrey,
gobernador general- y prebendas, se estableció que las tierras que encontrase
en su camino a la India quedarían incorporadas a la Corona de Castilla, con lo
cual, nos dice Alfonso García Gallo, nace un sistema jurídico -el derecho
indiano- antes que se conociera el territorio en que habría de aplicarse. Todos
sabemos que el 12 de octubre de ese mismo año de 1492, Colón y su gente se
toparon con un continente, ignoto para los europeos, y con ello se inició la
penetración castellana primero y europea en general después, a nuestro
continente.

3.1.2.- LA GUERRA JUSTA (EL REQUERIMIENTO DE PALACIOS RUBIOS)

La esclavitud “Guerra Justa” Era un sistema en el que los indios eran


aprehendidos en combate y eran propiedad de la corona y los vendían a los
conquistadores.

Francisco de Vitoria dividió su teoría sobre la guerra justa en cuatro cuestiones:

1. Licitud de las guerras para los cristianos.


2. Autoridad competente para declara y hacer la guerra.
3. Causas justas de la guerra.
4. Actos lícitos contra los enemigos en guerra justa.

Cuestión primera: licitud de la guerra para los cristianos.

Vitoria llega a probar la licitud de la guerra defensiva: es lícito repeler la fuerza


con la fuerza, y la ofensiva.

Para justificar la guerra ofensiva dice que la guerra defensiva no pide hacerse
en forma conveniente si no se infiere un escarmiento a los enemigos que han
hecho o intentado hacer la injuria.

Cuestión segunda: autoridad competente para declarar o hacer la guerra.

Vitoria hace tres proposiciones a este respecto:

Cualquiera, aunque sea un simple particular, puede emprender y hacer la


guerra defensiva, ya que es lícito repeler la fuerza con la fuerza.

Cualquier república tiene autorización para declarar y hacer la guerra. Aquí


hace una distinción importante entre lo que él llama la persona privada y la
república. En el caso de la persona privada, la defensa deberá hacerse
mientras dure el peligro, pasada necesidad de la defensa deja de ser permitida
la guerra.

La república tiene el derecho no sólo de defensa, sino de venganza y de


reparación de la injusticia recibida, para sí y para sus súbditos.

La misma autoridad que la república tiene el príncipe en cuanto a esto.

Cuestión tercera: causas justas de la guerra.

Vitoria atiende a la definición de guerra justa que da San Agustín. “Las guerras
justas suelen definirse diciendo que son aquellas en que se toma satisfacción
de las injurias, si ha de castigarse a una ciudad o nación que nos cuida de
reparar el daño causado por sus súbditos ni de devolver lo que ha quitado
injustamente.

Cuestión cuarta: actos lícitos contra los enemigos en guerra justa.

1. Primera proposición: En la guerra es lícito hacer todo lo necesario para la


defensa del bien público.

2. Segunda proposición: Es lícito recuperar las cosas perdidas y sus intereses.

3. Tercera proposición: Es lícito resarcirse con los bienes del enemigo de los
gastos de la guerra y de todos los daños causados por él injustamente.

4. Cuarta proposición: El príncipe que hace una guerra justa podrá hacer
cuanto sea necesario para asegurar la paz y la seguridad frente a sus
enemigos.

5. Quinta proposición: Después de obtenida la victoria, recobradas las cosas y


asegurada la paz y la tranquilidad, puede vengarse la injuria recibida de los
enemigos y castigarlos por las injurias inferidas.

El Requerimiento, o Requerimiento de Palacios Rubios, fue un texto creado en


las Leyes de Burgos que anunciaba y autorizaba por mandato divino la
conquista de las tierras y sometimiento de aquellos pueblos indígenas que se
negaran a ser evangelizados. Por medio de este pregón estandarizado en
idioma español el conquistador debía informar a los indígenas de que Dios,
creador de los primeros hombres, había elegido a San Pedro y a sus sucesores
de Roma como monarcas del mundo, superiores en autoridad a todos los
príncipes de la Tierra. Un Papa posterior, Alejandro VI, había conferido la
posesión de los indios al rey de Castilla. Por consiguiente, los indios recibían la
orden de reconocer su autoridad y quedar como sus súbditos libres, cristianos.
Toda negativa o toda tardanza en aceptar estas demandas entrañarían la
guerra inmediata (Guerra Justa), haciéndoles reos de muerte o de
esclavización como rebeldes. La lectura terminaba con la amenaza de tomar
los bienes de los oyentes, y de esclavizar a sus mujeres e hijos, y hacerles
"todos los males y daños que pudiere" si no cumplían con este mandato o
requerimiento.

El Requerimiento, cuyo nombre completo era Notificación y requerimiento que


se ha dado de hacer a los moradores de las islas en tierra firme del mar océano
que aún no están sujetos a Nuestro Señor, fue un documento realizado por
orden de Fernando II de Aragón, como respuesta al debate surgido acerca de
la justicia de la Conquista de América, a partir de los sermones del dominico
fray Antonio de Montesinos.
El Requerimiento fue usado por primera vez por Pedrarias Dávila en Panamá,
"Tierra Firme", en 1513. Incluso se cree que fue expresamente preparado para
dicha expedición, pues su financiamiento, mixto, en parte era inversión de la
corona. De hecho, el título del Requerimiento hace alusión a su futuro uso en
"Tierra Firme".

A los indígenas se les requería leyendo un manifiesto o ultimátum, preparado


por el famoso jurista Juan López de Palacios Rubios, en el que se les instaba y
rogaba que se convirtiesen al cristianismo y practicaran la obediencia a la
autoridad real.

3.2.- INSTITUCIONES JURÍDICAS DE LA CONQUISTA

En la Nueva España, la autoridad máxima era el virrey. Dirigía la política del


Virreinato, veía que se hiciera justicia y administraba la economía; era el jefe
del ejército y debía proteger a la Iglesia católica.

Además del virrey, había dos Audiencias o tribunales superiores que se


encargaban de oír quejas de los pobladores, hacer justicia y asegurarse de que
las leyes se cumplieran. Una estaba en la ciudad de México y la otra en
Guadalajara.

Los alcaldes mayores gobernaban en los pueblos de indios, y los corregidores


en los de españoles. Las autoridades más importantes en las ciudades eran los
cabildos o ayuntamientos. Este sistema de cabildos o ayuntamientos, que se
mantiene en estos días, fue traído a la Nueva España por los conquistadores. A
finales del siglo XVIII, la Nueva España fue dividida en intendencias, que fueron
la base de nuestra actual división política en estados.

En un principio, la población española se concentró en el centro de México,


pero muy pronto se extendió por los actuales estados de Michoacán y Jalisco y
siguió hacia el norte por la costa del Pacífico. Los españoles ocuparon la región
zapoteca y mixteca y siguó después la difícil conquista de la península de
Yucatán y el sureste montañoso, venciendo la decidida defensa de los pueblos
mayas.

3.2.1.- CAPITULACIÓN

Si la Corona española hubiera sufragado la conquista de América es probable


que ésta hubiera durado varios siglos. No fue así, y la conquista se hizo en
forma vertiginosa, concluyendo prácticamente a mediados del siglo XVI,
cuando los castellanos dominaban desde el norte de México hasta Chile y el
Río de la Plata. El éxito se debió a la milagrosa fórmula de las capitulaciones,
nunca suficientemente valorada, que transformó esta actividad en empresa
privada de carácter popular (no señorial, como en el caso de Brasil), igual que
antes se había hecho con los descubrimientos.

Las capitulaciones de conquista -semejantes a las de descubrimiento-


consistieron en delegar en un individuo responsable la acción de dominar un
territorio indígena insumiso, que luego sería propiedad de la Corona. Dicho
individuo corría con todos los gastos de la misma y se beneficiaría con una
gran parte del botín que pudiera lograr durante ella. La Corona, como dueña
potencial de dicho territorio, imponía las condiciones (demarcación territorial,
plazo en que debía realizarse, ciudades que se asentarían en el territorio, etc.)
y otorgaba las mercedes que estimaba oportunas (títulos, nombramientos,
derecho a repartir tierras y solares, rebajas de derechos, etc.). Recibiría
además el quinto real o 20% del botín que se capturase.

La empresa conquistadora se constituía, así, a crédito (se pagaría con la


riqueza que se lograra arrebatar a los indios) y con un capital complejo estatal,
privado y comunal. El capital estatal estaba representado por la autorización
real para entrar en sus dominios y se materializaba en el pago del quinto real
del botín. En realidad era un capital ficticio, a cambio del cual el monarca se
quedaba luego con la parte del león: el Reino conquistado. El capital privado lo
ponía el capitán conquistador, quien por lo regular formaba sociedad con
personas ricas (encomenderos, clérigos y mercaderes) que le prestaban el
dinero necesario para organizar la empresa: navíos, armas, implementos de
combate, etc. El capitán y sus socios organizaban una verdadera empresa
comercial: forma y plazos en que se entregaría el capital, fianzas, liquidación
del préstamo e intereses, etc. En cuanto al capital comunal, lo ponían los
soldados que se enrolaban en la empresa. Por su trabajo, es decir, por su
actividad bélica, cobraban ya una parte o especie de acción del hipotético
botín, pero podían ir sumando otras medias partes o partes enteras adicionales
poniendo sus armas, caballo, etc. Esto último puede parecernos de escaso
valor, pero representaba una gran suma, ya que los elementos bélicos
costaban mucho a causa de su escasez. Había que traerlos de la metrópoli y
los especuladores les imponían precios abusivos. Lo corriente es que el peón
cobrase una parte, el ballestero parte y media y el caballero dos partes. El
procedimiento de conquistar a crédito tenía, además, la ventaja de canalizar un
gran número de intereses hacia el objetivo común de obtener el botín, única
forma de que todos cobraran el capital invertido. Si no había botín los Reyes se
quedaban sin su quinto, los soldados sin su parte y los socios capitalistas sin
su dinero, pues normalmente el capitán conquistador no tenía bienes
suficientes con que responder a sus acreedores. Esto explica el
empecinamiento con que funcionaban las huestes conquistadoras, sorteando
toda clase de dificultades.
A los botines se añadieron otros dos incentivos potenciales, que fueron los
rescates de personajes principales y las encomiendas y solares en las
ciudades que se construyeran dentro del territorio conquistado. Lo primero se
usó a partir de la conquista de México, y consistía en exigir una gran suma al
jefe indígena apresado a cambio de su supuesta libertad (nunca se le
concedía, pues podía capitanear una revuelta contra los españoles), tal y como
se hizo con Moctezuma, Atahualpa, , etc. En cuanto a las encomiendas, fueron
decisivas, pues eran lo que realmente movía a los conquistadores. Ninguno de
ellos quería vivir de la lanza, como siempre se ha dicho, ni tampoco obtener
grandes posesiones de tierra, como igualmente se ha afirmado. Lo que
realmente pretendían era vivir como unos señores, sin trabajar (los señores no
trabajaban) y a costa de los indios. El capitán de hueste, transformado en
Gobernador por obra y gracia de una conquista exitosa, se convertía en una
especie de rey mago que regalaba a sus antiguos compañeros encomiendas
de indios (bien es verdad que con carácter provisional la mayor parte de las
veces) en consonancia con los servicios prestados durante la campaña. La
encomienda tiene, así, su raíz y única explicación posible en la conquista, y de
ahí que Las Casas atacara ésta para extirpar aquélla.

Como consecuencia de lo anterior, se comprende que el reparto del botín era


extremadamente complejo. Se separaba primero el quinto real, luego los costos
generales de la expedición, las pérdidas sufridas durante la misma, y
finalmente se procedía a hacer el número de partes totales, dando a cada uno
la suya. Naturalmente, las reclamaciones de los soldados eran frecuentes,
pues habían soñado durante meses o años con aquel momento, y se
encontraban con que les correspondían apenas unos cientos de pesos. El botín
de la conquista de México fue, por ejemplo, de 50 ó 60 pesos para cada peón y
100 para cada caballero. Surgían, por ello, disputas que los capitanes
procuraban apaciguar haciendo uso de su habilidad y, a menudo, echando
mano de su propio dinero para compensar a algunos revoltosos peligrosos. Los
repartos de botines, las encomiendas y los cargos de los primeros
asentamientos fueron la manzana de la discordia de los conquistadores y
sembraron las semillas de las guerras civiles.

3.2.2.- HUESTE

Una Hueste era en España durante la Edad Media, la reunión de hombres


armados formando un ejército tras el llamamiento de prelados o rico-hombres,
con el objetivo de realizar expediciones o acudir a la guerra. Lo formaban
mesnadas de vasallos, caballeros, órdenes militares y príncipes extranjeros.

Junto a ellas combatían en ocasiones otros hombres armados con relaciones


de vasallaje puramente bélicas, con el objetivo de conseguir beneficios sociales
o económicos de sus victorias.
En un principio toda la población estaba obligada a formar parte de las huestes,
siendo más selectivos con el paso del tiempo, según se mejoraban las técnicas
de combate.

3.2.3.- LA ENCOMIENDA

Como la disponibilidad de españoles para el trabajo físico en las colonias era


escasa y además estaba afectada por el clima tropical, la organización
económica y social, descansaba sobre la fuerza de trabajo indígena. Sin
trabajadores, la tierra no tenía valor alguno, y el oro y la plata codiciados no se
dejaban recoger si no era con fatiga.

Sucedía, sin embargo que conforme a la voluntad de la Corona, los aborígenes


de los reinos americanos debían ser subditos libres, no sujetos a ninguna
prestación forzada. Según este principio, los indígenas debían incorporarse al
proceso económico en calidad de asalariados (no de esclavos). Por otra parte,
la Corona deseaba la conversión a la fé cristiana de los aborigenes, por lo que
se llegó al establecimiento de la institución de la Encomienda.

La Encomienda fue una institución característica de la colonización española


en América y se entendía como el derecho que daba el Rey a un súbdito
español, llamado encomendero, en compensación de los servicios que había
prestado a la Corona, para recibir los tributos o impuestos por los trabajos que
los indios debían cancelar a la Corona. A cambio el español debía cuidar de
ellos tanto en lo espiritual como en lo terrenal, preocupándose de educarlos en
la fe cristiana. El tributo se pagaba en especie -con el producto de sus tierras-,
o en servicios personales o trabajo en los predios o minas de los
encomenderos

La idea de la Encomienda de indios fue tomada de la institución medieval que


protegía a los pobladores, pero tuvo que ser adaptada para poder
implementarse en la recién descubierta América.

Derechos y deberes del Encomendero

La Encomienda consistía en “encomendar” un determinado grupo de indígenas


a un español., lo cual generaba en éste - el encomendero- una serie de
deberes y derechos. La práctica de la Encomienda

En la práctica, la cesión de indígenas se establecía a través de un Cacique


aborigen (por el respeto que le tenían sus administrados).

Ni que decir tiene que inicialmente no había control tributario y por tanto los
encomenderos abusaban de sus indígenas buscando el mayor beneficio. Con
el tiempo se establecieron controles tributarios a través de funcionarios cuando
controlaron el territorio americano. Se establecieron las tasaciones, que eran la
valoración de lo que los indígenas podían entregara como tributo, bien fuera en
trabajo - denominado servicio personal- , en especies o en dinero.

Con las Reales Ordenanzas de Burgos de 1512 se establecieron unas pautas


para garantizar el buen trato de los indígenas, incluyendo la figura del
VISITADOR, pero aun así no cesaron los excesos sobre los indios.

La Encomienda no era a perpetuidad, sino por un plazo de dos vidas: la del


beneficiario y la de su inmediato sucesor. Aunque se solicitó, como es de de
suponer una Encomienda a perpetuidad, esto no se aceptó por la Corona,
siempre temerosa de que con ello se desarrollara una aristocracia señorial que
dificultara el a afianzamiento del poder de la monarquía a través de sus
funcionarios. En la tercera década del siglo XVII, sin embargo, se estableció
que los encomenderos podrían disfrutar de la merced por una vida más, a
cambio de un pago a la Real Hacienda.

El fin de la Encomienda

Las Leyes Nuevas de 1542 dictaban la abolición de la esclavitud, la


servidumbre personal de los indios y el fin de las encomiendas. Esta
prohibiciones desataron en los conquistadores españoles la rabia y la sencion
de injusticia, ya que consideraban legítimo el uso de los sistemas antes
mencionados. Entre protestas y rebeliones en Perú, se obligó a la Corona a
dictar artículos más severos en las Leyes Nuevas.

Finalmente, la Encomienda fue abolida en 1718.

3.2.4.- REPARTIMIENTO

Repartimiento y el trabajo libre asalariado A mediados del siglo XVI, como


consecuencias del inicio de la decadencia de la encomienda, surgió el
repartimiento como nueva forma de relación laboral. Cada comunidad indígena
que formara parte del repartimiento, debía destinar una cuadrilla a la semana
para las labores de minas, el campo o la construcción de infraestructuras.
Cuando terminaba se les pagaba y regresaban a su comunidad. Era
obligatoria, era excesiva y paga insuficiente.

El repartimiento fue un sistema de trabajo semiforzado impuesto por los


españoles en diversos lugares de América, desde fines del siglo XVI hasta
principios del XIX. A veces se confunde con la encomienda.

A la par que la encomienda, funcionaba el sistema de repartimiento forzado.


Este sistema, consistía en la rotación por temporadas de los trabajadores
nativos, los cuales realizaban obras públicas, al servicio de la administración, a
diferencia de la encomienda que era para particulares, a cambio de una
remuneración ínfima.

3.3.- ENFRENTAMIENTO DE DOS CULTURAS Y SUS RESULTADOS

Se podrán comprender con facilidad los resultados del enfrentamiento de las


culturas indígenas y la española. Las culturas del área mesoamericana al
entrar en contacto con los peninsulares, perdieron buena parte de las
características que habrían tenido, se les impusieron nuevos patrones de
conducta sociales, políticos, jurídicos y religiosos. Ha de tenerse presente que
paralela a la conquista material se produjo la conquista espiritual.

En ocasiones la conquista de México se ha visto como una lucha de "buenos"


(indígenas) contra "malos" (españoles); como un enfrentamiento entre dos
fuerzas antagónicas: europeos contra americanos, o bien como el choque de
dos civilizaciones, en donde el triunfo lo determinó el desarrollo tecnológico de
los europeos.

La "conquista de México", sin embargo, fue un episodio histórico sumamente


complejo. Para empezar, no podemos juzgar de "buenos" o "malos" a ninguno
de los contrincantes porque, como en toda historia humana, cada parte actuó
dentro de los límites de su circunstancia histórica, tradición y cultura. De cada
lado de los combatientes se cometieron crueldades, intrigas y matanzas, así
como acciones heroicas. Antes de 1521 tanto en el mundo español como en el
indígena se conocían la guerra, la injusticia y la violencia. Sin embargo, esto no
quiere decir que se justifiquen en cualquier periodo de la historia la intolerancia,
la guerra y la destrucción.

Otro hecho de la conquista es que ésta no fue una lucha que libraron europeos
contra indígenas. Hay un dicho popular que dice: "La conquista de México la
hicieron los indios y la independencia los españoles". Este dicho tiene un fondo
de verdad porque varios pueblos del centro de México se aliaron a los
españoles para combatir a los mexicas y, de este modo, poder liberarse de su
dominio. Hernán Cortés aprovechó el descontento de los pueblos tributarios del
Imperio para crear alianzas militares que le permitieron avanzar hasta México-
Tenochtitlan, tomar la ciudad y destituir a los mexicas como poder político
dominante de una amplia zona.

Es cierto que la tecnología bélica de los españoles era más poderosa que la de
los indios. Los españoles traían consigo pólvora, cañones, espadas de acero y
arcabuces, cuya fuerza destructiva superaba la de las lanzas, flechas y otras
armas indígenas. Pero también es cierto que los españoles eran tan sólo unos
pocos cientos, en comparación con los miles de indígenas que vivían en el
centro de México. Así, aunque la tecnología puede contarse entre las ventajas
del ejército español, este factor no determinó la derrota de las fuerzas mexicas.
La clave para conquistar a los mexicas estuvo en el terreno político, es decir,
en la red de alianzas militares que los españoles lograron organizar y dirigir.

3.3.1.- ASPECTOS POLÍTICOS Y SOCIALES.

Los ordenamientos castellanos se implantaron en la Nueva España, y a su lado


sobrevivieron, en mayor o menor medida, las leyes y costumbres de los
pueblos aborígenes. Para lo que no estaba previsto ni por aquéllos ni por éstas,
se fueron dictando disposiciones de diverso tipo, que en conjunto han sido
denominadas derecho indiano.

La existencia de culturas con alto grado de desarrollo en el área


mesoamericana y el reconocimiento de la libertad y las leyes de los aborígenes
produjeron conflictos muy agudos, sobre todo en lo relativo a la tenencia de la
tierra.

La fundación de ciudades, villas y lugares, hubo de hacerse en ocasiones, en


territorios dominados por los pueblos autóctonos, quienes opusieron un dique a
la penetración española. En el área de menor desarrollo cultural, el límite a la
expansión estuvo sólo condicionado a la energía y recursos de la población
peninsular.

En el enfrentamiento entre las distintas culturas indígenas con la española, tocó


a las primeras someterse a las reglas del juego de la última. Sin embargo, los
patrones jurídicos que se impusieron en nombre del rey, no pudieron
sobreponerse cabalmente sobre los que existían antes de la irrupción
española.

Dentro del ordenamiento jurídico de los pueblos aborígenes, sus normas


relativas a lo que hoy llamaríamos derecho de familia, fueron las más
combatidas por los misioneros y los funcionarios del rey.

La conversión a la fe cristiana llevaba aparejada la admisión de la regulación


canónica sobre matrimonio y filiación. Las costumbres licenciosas
(consideradas así por los españoles, al no haber matrimonio católico entre los
naturales) de los indígenas también resultaron contrarias a la nueva fe. Se
aprovecharon, por el contrario, en beneficio del rey, las normas relativas a la
tributación y se establecieron los servicios personales.

Los conquistadores abrieron paso a formas de trabajo y de existencias


desconocidas hasta entonces para los pueblos indígenas, implantaron con el
poder de la cruz y la espada, un régimen de explotación servil con todas las
instituciones sociales y culturales producto de este sistema.

3.3.2.- ASPECTO RELIGIOSO

La conversión de los indígenas a la religión católica y la eliminación de las


antiguas creencias de los pueblos mesoamericanos era un propósito al que los
españoles daban tanta importancia como a la dominación militar. Por eso se
dice que, junto con las acciones guerreras, hubo en Nueva España una
conquista espiritual.

Inmediatamente después de la derrota azteca, llegaron a la Nueva España


grupos de sacerdotes católicos. Pertenecían a órdenes religiosas de
misioneros, es decir, a grupos que tenían organización y disciplina propias,
cuya tarea era la de extender la religión entre aquellos considerados infieles o
idólatras.

Las órdenes religiosas que llegaron primero a la colonia fueron las de los
franciscanos, los dominicos y los agustinos. Entre los misioneros había ideas
distintas sobre la forma de convertir a los indígenas. Unos pensaban
simplemente en destruir los templos, prohibir los antiguos rituales y castigar a
quienes insistieran en practicarlos. Otros creían que era necesario convencer a
los indígenas mediante la prédica y el ejemplo; para lograrlo deberían conocer
la lengua y las costumbres de cada pueblo y tratar humanamente a las
personas.

Estas diferencias provocaron conflictos dentro de la Iglesia católica y


frecuentes enfrentamientos entre los defensores de los indígenas, por un lado
y, los colonizadores y el gobierno español por el otro.

Gran parte del conocimiento que tenemos sobre las culturas indígenas de la
época de la conquista se lo debemos a los misioneros. Aprendieron las
lenguas, escribieron diccionarios y recogieron información valiosa sobre el
saber y las formas de vida prehispánicas.

Numerosos grupos de indígenas se resistieron a abandonar sus creencias,


pero al paso del tiempo el catolicismo se arraigó en la población india y
mestiza. A los rituales religiosos se incorporaron formas de celebración y de
culto, que tienen su origen en las tradiciones antiguas y que dieron al
catolicismo popular una personalidad propia.
UNIVERSIDAD UNIVER MILENIUM

MATERIA: HISTORIA DEL DERECHO EN MÉXICO

PROFR: LIC. JULIO CÉSAR TAVERA GONZÁLEZ

INVESTIGACIÓN DE TEMA

3.- CONQUISTA

3.1.- LOS JUSTOS TÍTULOS Y LAS BASES JURÍDICAS DE LA CONQUISTA


3.1.2.- LA GUERRA JUSTA (EL REQUERIMIENTO DE PALACIOS RUBIOS)
3.2.- I NSTITUCIONES JURÍDICAS DE LA CONQUISTA
3.2.1.- CAPITULACIÓN
3.2.2.- HUESTE
3.2.3. LA ENCOMIENDA
3.2.4.- REPARTIMIENTO
3.3.- ENFRENTAMIENTO DE 2 CULTURAS Y SUS RESULTADOS
3.3.1.- ASPECTOS POLÍTICOS Y SOCIALES
3.3.2.- ASPECTO RELIGIOSO

ALUMNO: RAFAEL BASTIDA MACEDO

GRUPO: SD-203 SABATINO

DERECHO

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