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Las Guerras de Religión de Francia

Las Guerras de Religión fueron ocho conflictos civiles que se desarrollaron en


Francia entre 1562 y 1598. Estos enfrentamientos comenzaron debido a las
rencillas entre católicos y hugonotes, quienes recibieron el apoyo de distintas
casas nobiliarias como los Borbón y los Guisa, así como de países extranjeros.

La Primera Guerra de Religión sucedió entre 1562 y 1563. Los hugonotes


contaban con la ayuda de Suiza, Inglaterra y los protestantes del Sacro Imperio
Germánico, mientras que los católicos fueron apoyados por España y los estados
italianos. Fue un enfrentamiento cruento que acabó por descabezar ambos
ejércitos. El duque de Guisa murió y el Príncipe de Condé fue capturado por los
católicos, lo que propició el inicio de las conversaciones de paz, que se
culminarían con el Edicto de Amboise el 19 de marzo de 1563.

Pero el fracaso de la aplicación del edicto en las provincias, sumado a las


tensiones internacionales y a la rivalidad entre el Príncipe de Condé con el duque
de Anjou, provocó el estallido de la Segunda Guerra de Religión el 28 de
septiembre de 1567. Ese día, los hugonotes, encabezados por Condé, intentaron
apoderarse de la familia real y del cardenal de Lorena, lo que desató una ola de
venganza y batallas por toda Francia. El debilitamiento de los dos bandos hizo que
se firmara la Paz de Longjumeau el 22 de marzo de 1568, en la cual los hugonotes
se comprometían a devolver todo lo conquistado, a cambio de imponer sin
restricciones el Edicto de Amboise.

De nuevo, la paz no fue suficiente, ya que muchos protestantes se negaban a


abandonar los lugares conquistados. Viendo que iba a estallar otra guerra, la reina
ordenó la captura del Príncipe de Condé, quien huyo del país. Además, la
monarca revocó el Edicto de Amboise mediante la Declaración de Saint-Maur, lo
que reanudó los conflictos y desató la Tercera Guerra de Religión. Los
enfrentamientos se volvieron a suceder hasta la firma del Edicto de Saint-Germain
el 8 de agosto de 1570, por el cual se reinstauraba la libertad de conciencia y de
culto en Francia.

Las partes no estuvieron conformes con esta nueva organización territorial y


administrativa, por lo que pronto se retomaron las distintas conspiraciones hasta
desembocar en la Cuarta Guerra de Religión. El 22 de agosto de 1572, uno de los
líderes hugonotes fue víctima de un atentado, lo que encendió los ánimos de sus
seguidores. Pero la noche del 23 de agosto tuvo lugar la llamada “Matanza de San
Bartolomé”, en la que la mayoría de los protestantes fueron asesinados por las
tropas católicas. Finalmente, en julio de 1573 se firmó un nuevo tratado que debía
garantizar de nuevo la libertad de conciencia en todo el reino.

La Quinta Guerra de Religión se produjo en 1574, cuando Condé abandonó la


Corte e invadió el país desde la frontera con el Sacro Imperio, al mando de un
ejército mercenario. Enrique III, recién coronado rey, tuvo que firmar el Edicto de
Beaulieu el 6 de mayo de 1576 para evitar la desintegración del país. El monarca
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culpó a su madre y a su hermano de semejante catástrofe, ya que el edicto fue un
avance incalculable para los hugonotes: se repartieron títulos para algunos
desertores y protestantes; la Matanza de San Bartolomé fue condenada; y las
viudas y los huérfanos fueron indemnizados por la corona.

La humillación que supuso el nuevo tratado provocó que los católicos formaran la
Liga Católica y que forzaran al rey a actuar en la Sexta Guerra de Religión. El
Duque de Anjou destacó por las matanzas que realizó y condenó a los hugonotes
de nuevo. Esta vez, los católicos consiguieron un pacto mucho más favorable con
el Edicto de Poitiers el 8 de octubre de 1577, donde se restringieron las
condiciones del culto protestante y se daban por finiquitadas las humillaciones del
Edicto de Beaulieu.

La Séptima Guerra de Religión estalló en 1579. Fue de menor intensidad y se


debió a los escándalos sexuales de Enrique de Navarra, que llegaron a oídos del
rey Enrique III. Los católicos se burlaron de dichas noticias y provocaron un nuevo
ataque protestante. Fue un conflicto que acabó por prolongar durante 6 años las
concesiones a los protestantes y cuya paz se firmó en Fleix el 26 de noviembre de
1580.

La octava y última de las Guerras de Religión fue la más larga y encarnizada de


todas ellas. Empezó en 1585 con el sobrenombre de “Guerra de los tres
Enriques”, a raíz de los combatientes Enrique III, Enrique de Navarra y Enrique de
Guisa. Tras gran cantidad de conflictos y muerte, Enrique de Navarra, líder de los
hugonotes, se convirtió en el nuevo rey de Francia. Aunque hubo reticencias por
parte de la Liga Católica, el recién nombrado Enrique IV se adhirió al catolicismo
en julio de 1593, lo que le otorgó el reconocimiento de los católicos. El 13 de abril
de 1598 se firmó el Edicto de Nantes, que puso fin al problema religioso y
otorgaba la libertad de culto a los hugonotes.

Las Guerras de Religión terminaron con la dinastía Valois-Angulema y reforzaron


el ascenso al poder de Enrique IV de Borbón. No obstante, los conflictos
reaparecieron periódicamente hasta la llegada de Luis XIV, el Rey Sol, quien
sustituyó la orden de Enrique IV por el Edicto de Fontainebleau en 1685.

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