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En el campo de los alimentos, el pardeamiento enzimático puede ser un problema muy serio en
frutas, champiñones, patatas y otros vegetales, y también en algunos crustáceos, e incluso en la
industria del vino, al producir alteraciones en el color que reducen el valor comercial de los
productos, o incluso los hacen inaceptables para el consumidor. Estas pérdidas son muy
importantes en el caso de las frutas tropicales y de los camarones, productos trascendentales para
la economía de muchos países poco desarrollados.
A pesar del nombre genérico de “pardeamiento” (“browning” en inglés), los colores formados son
muy variables, marrones, rojizos o negros, dependiendo del alimento y de las condiciones del
proceso. En algún caso, como en las pasas, otras frutas secas, la sidra, el té o el cacao, el
pardeamiento enzimático contribuye al desarrollo de los colores característicos de estos
productos, aunque como se ha indicado, en otros muchos constituye un problema grave. Además
de la alteración del color, los productos formados pueden reaccionar con las proteínas,
insolubilizándolas. Por otra parte, puede producirse también una pérdida nutricional, ya que
aunque la polifenoloxidasa no oxida directamente al ácido ascórbico, esta vitamina puede
destruirse al reaccionar con intermedios de la reacción.
La forma de actuación del enzima, con dos actividades distintas, ha sido un misterio, aclarado en
parte hace relativamente pocos años. El enzima cataliza dos reacciones porque en el estado nativo
se encuentra en dos formas distintas, la llamada met-tirosinasa, que es activa solamente sobre
monofenoles, y la oxi-tirosinasa. Estas formas se interconvierten entre ellas, de forma acoplada al
desarrollo de la reacciones que catalizan. En los crustáceos (y en los insectos), la polifenoloxidasa
se encuentra en forma de proenzima, inactiva, que es activada por proteolisis por una proteasa
endógena. Diversas sustancias producidas por microrganismos activan la proteolisis del proenzima
y la formación de enzima activo.
Substratos:
Evitando el contacto del oxígeno con la superficie de corte Bajando al temperatura Reduciendo el
pH
Desnaturalizando el enzima
Generalmente estos factores actúan de forma combinada. Así, el descenso de pH puede actuar
inicialmente reduciendo la actividad del enzima, (su pH óptimo está entre 5 y 7), pero también, si
es suficientemente bajo, desnaturalizándola de forma irreversible.
Los reductores pueden actuar de varias formas, entre ellas revertiendo la reacción de quinonas a
fenoles. También pueden actuar directamente sobre el centro activo del enzima, transformando el
cobre 2 en cobre 1, que se disocia más fácilmente. El sulfito y la cisteína, además de reaccionar
con las quinonas reduciéndolas a difenoles, inactivan el enzima. Los sulfitos presentan el problema
de su toxicidad diferenciada para algunas personas, un pequeño porcentaje de los asmáticos, que
pueden sufrir crisis severas con cantidades incluso inferiores a los límites legales.
Consecuentemente, existe una tendencia a reducir la utilización de sulfitos, aunque no siempre es
posible.
Los agentes quelantes, capaces de eliminar los átomos de cobre del centro activo del enzima, y
consecuentemente inactivarla, son inhibidores muy eficientes. Pueden utilizarse el EDTA,
pirofosfato, y especialmente el ácido cítrico, que combina el efecto de la acidez con la capacidad
secuestrante de metales. Algunas otras sustancias, como el ácido benzoico y otros compuestos
aromáticos, actúan reduciendo la actividad del enzima al competir con los sustratos. Y, por
supuesto, la desnaturalización térmica, por ejemplo mediante escaldado con vapor, es un sistema
muy eficaz, cuando puede utilizarse.