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CARLOS HUMBERTO CUESTAS GOMEZ:

COTITO, CRONICA DE UN CRIMEN OLVIDADO

Por Jorge Kam Ríos

Es fácil escribir historia de ayer para los de hoy, pero de


hoy para los de hoy...

La historia que se desarrolló y desarrolla sobre el Istmo de


Panamá está llena de una serie de hechos que evidencian
desaciertos cometidos en el territorio panameño y nada
hace pensar que no se seguirán cometiendo. Tal es así que,
en fecha temprana, Balboa es decapitado por su suegro
Pedrarias y todo indica que el incidente estuvo teñido por la
envidia y la venganza. En el decimonono, tras los
movimientos separatistas locales, además de las
sempiternas guerras intestinas colombianas, se produce el
linchamiento de Pedro Prestán, ajusticiamiento que ha
quedado a medio explicar.

Pero el siglo XX nos depara mayores sinsabores de justicia,


tal vez por tenerlo próximo y por ser contemporáneos de
los hechos que en él se van desbrozando, desde los albores
republicanos:
La muerte de Victoriano Lorenzo (aunque no en
la fase republicana, sí en los inicios de la
centuria).

La muerte de Remón, de Miró, de Araúz, de


Falconett, Mendizábalm y de Spadafora, por
mencionar tan solo algunos.

Todos tienen denominador común: resueltos a medias y la


existencia de individuos e instituciones que tienden a
proteger a los culpables en detrimento de los ofendidos y
desaparecidos.

Y, al respecto, los historiadores poco hacemos por rescatar


la memoria para el colectivo...

Todo lo anterior nos recuerda un prólogo de Carlos Manuel


Gasteazoro fechado 1954, donde apuntaba que era casi
insólito que en Panamá "los funcionarios del Estado se
adentren con seriedad y vocación al estudio de
nuestra historia".

A casi cuarenta años de esas palabras, podemos afirmar


que hoy sigue siendo insólito que existan, fuera de los
historiadores, hombres como el Doctor Carlos Cuestas
(jurista, abogado y profesor), que traten de rescatar, en los
laberintos de la historia, sucesos que la mano criminal
quiere mantener bajo el abrigo rocoso del olvido; de allí, tal
vez, sus obras: Memoria de un fiscal: el escándalo de la
Caja de Seguro Social; El histórico combate de San
Pablo; Soldados americanos en Chiriquí.

En esta ocasión, Cuestas nos sorprende con una nueva


producción donde, además de hacer un esfuerzo heurístico,
hace un derroche de hermenéutica y nos entrega Cotito,
crónica de un crimen olvidado.

Cabe agregar que la historia sobre el siglo XX panameño


suele estar circunscrita, de manera directa e indirecta, a la
Zona del Canal o a líderes. En este sentido la obra del
Doctor Cuestas se aleja de esa condición presentándonos,
con objetividad, claridad y equilibrio, a través de sus seis
capítulos, un pasaje histórico que, por razones oscuras,
hoy se comienza a esclarecer.

Por primera vez la historia de la matanza de los colonos


suizo-germanos de Cotito escapa del estilo tendencioso,
politiquero y amarillista y se coloca en una dimensión más
objetiva: la acción desalmada llevada a cabo contra
hombres, mujeres y niños en una mañana de 7 de julio
de 1941; un incidente acaecido en la región chiricana
donde se caldeaba el fanatismo y la intolerancia, producto
de la ignorancia.

Carlos Cuestas logra desentrañar de las fuentes éditas,


inéditas y roales los motivos y los culpables de tan
lamentable crimen colectivo; igualmente, relata la
irracional conducta del capitán Antonio Huff quien, "más
allá del deber", irrumpió con furia contra los
"hospitalarios" colonos suizos-germanos, quienes,
dirigidos por Karl Lenher, hombre muy afincado en sus
principios religiosos, opusieron resistencia pacífica, tal vez
extremando su fanatismo e ideales, provocándose el
encuentro entre la insensatez y la intransigencia, con los
resultados que describe la obra: doce muertos, de los
cuales nueve eran hombres y tres mujeres (8 suizos y 4
alemanes).

Como dice Carlos: eran tiempos de renovación


institucional, de intolerancia, de persecuciones políticas, de
levantamientos y represión. También fueron tiempos de
guerra, de prejuicios raciales, de acciones contra las
minorías, expresadas, desde 1904, en leyes y decretos y
constitucionalmente adoptadas en 1941.
Fue el tiempo de una masacre de cristianos y es una
crónica de ayer para hoy, pero también de hoy para los de
hoy, que el Doctor Carlos Cuestas nos permite recordar.

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