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Solano Pinzón, Orlando y Garavito Villarreal, Daniel de Jesús. «Interpelaciones del papa Francisco al teólogo. Una mirada
retrospectiva y prospectiva». Fraciscanum 168, Vol. lix (2016): 229-265.
Con lo anterior se podría suponer una pregunta ¿hasta qué punto se
sacrifica la busqueda de la verdad teológica en pro de la eficacia liberadora del
pueblo de Dios? Pero la pregunta trae consigo un prejuicio dicotómico que le
imposibilita concebir las dos premisas como inseparables. El teólogo en su camino
no solamente ha de encontrarse con la verdad, sino también con la vida y este
proceso se lleva en el camino. Es por esta razón que la teología encarnada sigue
los pasos de Jesús quién dijo ser ‘el camino la verdad y la vida’; El teólogo vive
entonces, como lo expresaría Juan Stam, con una bipolaridad dialéctica: “la
ortodoxia es esteril sin el compromiso y la praxis, y la praxis puede resultar
desorientada sin la ortodoxia. La una no se concibe sin la otra, pues no hay
Escritura Revelada fuera de contextos históricos prácticos y encarnada para
responder a los desafios pertinentes de cada época.
Por eso para el Papa Francisco, los teólogos son pioneros del diálogo de la
iglesia con la cultura. En otras palabras, es necesario articular el sentido de la fe a
las circunstancias históricas y culturales. Agustín, por ejemplo, comprendía bien la
crisis del imperio romano y encarnaba su mensaje a esas realidades; Santo
Tomás entendía bien los desafíos del Aristotelismo en el siglo 13. Lutero, Calvino
y los anabautistas comprendían y vivían la fe en el fin de la Edad Media y los
inicios de la modernidad. Schleiermacher respondía a los desafíos de la crisis
intelectual y espiritual de su época. Karl Barth percibía muy bien el colapso del
liberalismo a inicios del siglo XX y su mensaje atendía a esas realidades. Ahora
nosotros tenemos por delante el desafío del diálogo, pues no hay quehacer
teológico alguno sin la posibilidad del diálogo, estamos llamados a realizar una
“fusión de horizontes”, como diría Gadamer, entre el mundo de la fe y el mundo
actual donde el teólogo realiza su misión.