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Ante tal llamado de parte de Dios, Jonás se levantó. Sin embargo, no para ir a
Nínive, sino para dirigirse hacia otra dirección. Por ello, el día de hoy vamos a
dirigirnos a Tarsis también nosotros y acompañar a Jonás en aquella aventura
para que sea él quien nos de algunas pistas acerca de nuestra relación con
nuestro Dios. Les invito a que me acompañen en sus Biblias a Jonás 1:3
“Jonás se fue, pero en dirección a Tarsis, para huir del Señor. Bajó a Jope, donde
encontró un barco que zarpaba rumbo a Tarsis. Pagó su pasaje y se embarcó con
los que iban a esa ciudad, huyendo así del Señor”.
Cuando Dios nos llama a las “Nínives” donde no queremos ir, por lo general no
basta con huir, sino que hay que huir a otra parte, buscar un escondite donde
creemos que Dios no nos encontrará. Y, por ridícula que parezca la actitud de
Jonás, queriendo huir de la presencia del Señor, lo cierto es que nosotros también
adoptamos la misma actitud.
¿Dónde está Tarsis para nosotros? Eso depende de cuál sea la Nínive de que
pretendemos huir. Probablemente el Señor nos ha llamado a una Nínive donde
hay personas que con frecuencia han sido despreciados por la sociedad.
Probablemente, frente al llamado de amarlos y tener compasión de ellos,
buscamos escondernos en la Tarsis de la pureza de la iglesia.
El verso 4 comienza con un conector que contrasta la trama del texto. “Pero”.
Jonás se propone a huir y todo parece que va bien, hasta que interviene este
“pero”. Al parecer, el narrador quiere mostrarnos que la actuación de Jonás tiene
límites, pues ahora es Dios quien va a actuar. Ya Jonás tuvo su momento y lo que
hizo fue huir. Ahora es el turno de Dios.
Dios levanta sobre el mar un fuerte viento. En el hebreo original lo que dice
literalmente es que “Dios ‘arrojó’ un gran viento ‘al’ mar”. La metáfora entonces
coge más fuerza. Se imagina uno a Dios lanzando un viento sobre el mar. Es
interesante notar que el mismo verbo de “arrojar” aparece cuando los marineros
“lanzan o arrojan” las cosas al mar y cuando, finalmente, “lanzan o arrojan” al
mismo Jonás al mar. Lo que queremos decir es que tal verbo denota una acción
de tomar algo con las manos y arrojarlo. Tal parece que ese es el sentido de que
Dios “arroja” un fuerte viento al mar. En otras palabras, que no quede duda de que
tal acontecimiento es causado por Dios.
El viento levanta entonces las olas, y son estas las que hacen peligrar el barco. En
el verso 5 se nos a una serie de tres respuestas por parte de los marineros:
Tienen miedo, oran a sus dioses y lanzan sus cosas al mar. Son tres maneras de
responder a la amenaza. Uno de estos intentos es de carácter religioso:
“Comenzaron a clamar cada uno a su dios”. Se trata de una reacción muy natural
por parte de quien está en peligro. El narrador quiere mostrarnos desde ya que
aun los marineros sabían que tal tormenta que amenazaba con la muerte era obra
de algún dios. La expresión “cada uno a su dios” indica que quienes estaban en la
barca servían a una variedad de dioses y que todos estos dioses fueron invocados
sin resultado alguno. Los marineros se comportan como paganos, pero no como
ateos y en su paganismo son más religiosos que Jonás. Es decir, ellos sí están
haciendo lo que Jonás evade.
Mucho se ha discutido acerca del porqué Jonás se fue a dormir. ¿Se trata de la
tranquilidad de alguien quien se ha resignado a lo que venga? ¿O será que era
una forma más de escapar de la presencia del Señor? (Si me duermo, me
despreocupo de lo que pase y de que Dios me moleste). Sea cual fuera la razón
del sueño de este profeta dormilón, lo que sí indica es la actitud tan pasiva y
relajada de alguien que de todo debe estar haciendo menos durmiendo.
Después de regañar a Jonás para que se levante, el capitán el sugiere que por lo
menos le ruegue a su dios, como lo han hecho los demás “¡levántate! ¡Clama a tu
Dios! Quizá se fije en nosotros y no perezcamos”. Estas palabras no indican que el
marinero crea en el Dios de Jonás, sino que Jonás, como todos los demás debe
rogarle a su dios para que les salve. No importa qué Dios sea, lo importante es
que salve nuestras vidas. Pero lo más irónico de este pasaje se encuentra en la
frase “y no perezcamos”. El profeta que no quiso ir a Nínive y salvarla, se
encuentra ahora salvando una tripulación de paganos, servidores de dioses
diversos. Tal parece que Dios, cuyo mandato quiso Jonás burlar huyendo a Tarsis,
en cierto modo acaba burlándose del profeta recalcitrante, obligándole a cumplir
en el barco lo que no ha cumplido en Nínive.
El error de Jonás estaba en creer y pretender que Dios había escogido a Israel
para beneficio de Israel. Como vimos el domingo pasado, la imagen de Jonás que
percibimos es la de un hombre patriótico y nacionalista. Y es la misma imagen del
Jonás que vemos en el libro: no quiere ir a Nínive porque no quiere que Nínive se
salve. Jonás es desobediente no por temor, sino por orgullo. Jonás es
desobediente porque quiere preservar los privilegios de Israel y no quiere que ese
Dios a quien él llama “Dios de los cielos y de la tierra” sea de veras Dios de gentes
tan perversas como los ninivitas, enemigos de Israel.
Para Jonás el “Dios de Israel” es entendido como “el Dios para Israel”. Pero la
historia quiere dejar claro que el “Dios para Israel” es también “Dios para los
ninivitas”. Jonás prefiere abandonar su patria ¡Un nacionalista dejando su patria,
pueden creerlo! ¡Paga para que lo saquen de su tierra! Con tal de no obedecer la
voluntad del Señor. Algunos Israelitas pensaban que Dios había escogido a Israel
para darle privilegios y bendiciones especiales, cuando lo cierto es que Dios les ha
escogido para que sean bendición a toda la humanidad. ¡Por medio de ti serán
benditas todas las naciones de la tierra!. Jonás no puede aceptar eso y esta es la
razón de su desobediencia.
Cómo está el barquito de nuestra familia? Qué podemos hacer para ir? No es
tiempo de dormir
Jonás huye por orgullo, no nos escondamos por orgullo, demos la cara a la
voluntad de Dios.
Ánimo.