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Como anunciamos el domingo pasado, hemos decidido emprender una serie de

reflexiones a través del libro de Jonás. Miramos por un momento cómo la


identidad de un profeta nacionalista, que pensaba que Dios era Dios de Israel y
solo para Israel, contrasta con el llamado que el Señor le hace de dirigirse hacia
Nínive, una ciudad que era reconocida por la maldad y sufrimiento que había
causado a Israel. Jonás recibe un llamado muy peculiar: “levántate y ve a Nínive”.

Ante tal llamado de parte de Dios, Jonás se levantó. Sin embargo, no para ir a
Nínive, sino para dirigirse hacia otra dirección. Por ello, el día de hoy vamos a
dirigirnos a Tarsis también nosotros y acompañar a Jonás en aquella aventura
para que sea él quien nos de algunas pistas acerca de nuestra relación con
nuestro Dios. Les invito a que me acompañen en sus Biblias a Jonás 1:3

“Jonás se fue, pero en dirección a Tarsis, para huir del Señor. Bajó a Jope, donde
encontró un barco que zarpaba rumbo a Tarsis. Pagó su pasaje y se embarcó con
los que iban a esa ciudad, huyendo así del Señor”.

El propósito de Jonás es “huir del Señor” “huir de la presencia de Jehová” RVR.


Esta frase se repite dos veces en este mismo versículo. Es claro que para el
narrador es crucial que nosotros comprendamos la insensatez de tal empresa que
emprende Jonás. El mismo Jonás que declara en el verso 9 que “Dios hizo el mar
y la tierra firme” piensa por un momento que es posible escapar del Señor. Jonás
se dará cuenta que Dios no está solamente en Israel, también estará en Ninive, e
incluso se hallaba en el mar. Más aún, hubiera Jonás legado a Tarsis se habría
enterado que también allí estaba el Señor. De manera que Jonás nos está
enseñando lo que ya el Salmo exprese de manera poética:

“¿A dónde podría alejarme de tu espíritu?


¿A dónde podría huir de tu presencia?
Si subiera al cielo, allí estás tú;
Si tendiera mi lecho en el fondo del abismo,
También estás allí.
Si me elevara sobre las alas del alba,
O me estableciera en los extremos del mar,
Aun allí tu mano me guiará,
¡Me sostendrá tu mano derecha!” (Sal 139: 7-10)

De manera que en la teología del libro de Jonás también resulta un disparate el


intento de huir de la presencia de Dios. Tal es un proyecto irrealizable. El contraste
se torna enfático cuando miramos con cuidado hacia dónde se dirige Jonás: huye
a Tarsis. Es decir, el Señor le pide que vaya al oriente, pero él se va para
occidente. Tarsis era una antigua ciudad de la actual España. Era bastante lejos
de donde estaba Israel, pero para Jonás lo lejos no era un problema, todo lo
contrario, resultaba ser una ventaja puesto que, según él, entre más lejos se fuera,
más apartado del Señor estaría. Entonces, geográficamente hablando, también
hay mucha ironía por parte del narrador de este libro, pues Jonás esta dispuesto a
ir en dirección opuesta al llamado de Dios, partiendo hacia el lugar más distante
posible.

Nuestras Tarsis de hoy


Jonás por lo menos tiene algo en claro: si ha de huir de la presencia del Señor, no
puede ir a la vuelta de la esquina. Si se va a esconder, tiene que hacerlo bien. Y si
se esconde, tiene que buscar el escondite más lejano, el que mejor le va a ocultar
de Dios. Dios le dice que vaya a oriente, a Nínive, pero él va a huir hasta los
extremos occidentales del mundo conocido.

Cuando Dios nos llama a las “Nínives” donde no queremos ir, por lo general no
basta con huir, sino que hay que huir a otra parte, buscar un escondite donde
creemos que Dios no nos encontrará. Y, por ridícula que parezca la actitud de
Jonás, queriendo huir de la presencia del Señor, lo cierto es que nosotros también
adoptamos la misma actitud.
¿Dónde está Tarsis para nosotros? Eso depende de cuál sea la Nínive de que
pretendemos huir. Probablemente el Señor nos ha llamado a una Nínive donde
hay personas que con frecuencia han sido despreciados por la sociedad.
Probablemente, frente al llamado de amarlos y tener compasión de ellos,
buscamos escondernos en la Tarsis de la pureza de la iglesia.

Hace un tiempo en una reunión una señora se quejaba de que en el grupo de


jóvenes venían algunos que vestían muy mal y además parecían de la calle y que
ella no quería que su hijo, que también estaba en el grupo de jóvenes, se
relacionara con ellos. Otro señor dijo que la mejor manera de mantener el prestigio
de la iglesia era evangelizar a las personas prestigiosas y no a aquellas cuya
presencia desprestigia el nombre de la iglesia. Una tercera persona se quejaba del
“mal olor” de algunos de los obreros que habían comenzado a asistir a la iglesia.
Todos estaban muy contentos defendiendo la iglesia de toda clase de
“indeseables”. Y luego, una anciana que estaba allí dijo con voz firme: “y yo que
creía que la iglesia era otra cosa, yo que creía que Jesús vino a buscar lo que
estaba perdido, pero en fin, todos los días se aprende algo nuevo”. Esta anciana
estaba poniendo el dedo sobre la llaga. Lo que aquellos hermanos estaban
haciendo era esconderse tras la cuestión del supuesto prestigio de la iglesia para
no ir a ciertas “nínives” a las que le temen. Para aquella iglesia, su prestigio y
pureza, se había vuelto una Tarsis donde huir de la obediencia al mandato divino.
Dios y los paganos en la Tempestad (1:4-6) (Leer)

El verso 4 comienza con un conector que contrasta la trama del texto. “Pero”.
Jonás se propone a huir y todo parece que va bien, hasta que interviene este
“pero”. Al parecer, el narrador quiere mostrarnos que la actuación de Jonás tiene
límites, pues ahora es Dios quien va a actuar. Ya Jonás tuvo su momento y lo que
hizo fue huir. Ahora es el turno de Dios.

Dios levanta sobre el mar un fuerte viento. En el hebreo original lo que dice
literalmente es que “Dios ‘arrojó’ un gran viento ‘al’ mar”. La metáfora entonces
coge más fuerza. Se imagina uno a Dios lanzando un viento sobre el mar. Es
interesante notar que el mismo verbo de “arrojar” aparece cuando los marineros
“lanzan o arrojan” las cosas al mar y cuando, finalmente, “lanzan o arrojan” al
mismo Jonás al mar. Lo que queremos decir es que tal verbo denota una acción
de tomar algo con las manos y arrojarlo. Tal parece que ese es el sentido de que
Dios “arroja” un fuerte viento al mar. En otras palabras, que no quede duda de que
tal acontecimiento es causado por Dios.

El viento levanta entonces las olas, y son estas las que hacen peligrar el barco. En
el verso 5 se nos a una serie de tres respuestas por parte de los marineros:
Tienen miedo, oran a sus dioses y lanzan sus cosas al mar. Son tres maneras de
responder a la amenaza. Uno de estos intentos es de carácter religioso:
“Comenzaron a clamar cada uno a su dios”. Se trata de una reacción muy natural
por parte de quien está en peligro. El narrador quiere mostrarnos desde ya que
aun los marineros sabían que tal tormenta que amenazaba con la muerte era obra
de algún dios. La expresión “cada uno a su dios” indica que quienes estaban en la
barca servían a una variedad de dioses y que todos estos dioses fueron invocados
sin resultado alguno. Los marineros se comportan como paganos, pero no como
ateos y en su paganismo son más religiosos que Jonás. Es decir, ellos sí están
haciendo lo que Jonás evade.

El otro intento de responder a la amenaza es de carácter práctico: “lanzar al mar lo


que había en el barco”. Como no hubo respuesta sobrenatural de los dioses, lo
siguiente que hay que hacer es acudir a las estrategias marítimas. Al parecer, los
marineros creyeron que lanzando las cosas que había en el barco iba a aligerar la
carga y esto, por lo menos, resultaría en un intento de protección. Tales acciones
lo único que muestra es el desespero de quienes estaban allí, realmente era algo
tan aterrador que lo único que importa es la vida, ya nada de lo material importa (y
probablemente estos marineros eran comerciantes).
En medio de todo este caos, Jonás dormía. “El texto dice que había bajado al
fondo de la nave, para acostarse”. Aquí quisiera hacer una cuña literaria que es
muy evidente para el propósito narrativo del autor. Este es un libro de contrastes:
- Jonás debe ir a Nínive VS se va a Tarsis
- Los marineros se agitan VS Jonás duerme
- Jonás confiesa quién es Dios (9) VS actúa totalmente distinto a lo que cree.
- Los marineros se penes en las manos de Dios VS Jonás huye de las manos
de Dios.
- Jonás se aleja de los Ninivitas VS Dios se acerca a los Ninivitas.

Es evidente la cantidad de contrastes que hay solamente en el capítulo 1. Pero


también el narrador nos propone uno a través del movimiento de Jonás. El
llamado de Dios a Jonás es por que la maldad de los ninivitas “ha subido hasta él”.
Esto contrasta con las bajadas de Jonás. Jonás es un hombre que en el libro se
muestra en descenso: baja a Jope para ir a Tarsis. En el verso 3, en el hebreo,
dice que descendió al barco. En el verso 5 dice que Jonás había descendido al
fondo de la nave para acostarse. Y cuando es lanzado al mar, desciende a las
profundidades. Todo este descenso de Jonás contrasta radicalmente con el
llamado de Dios: Mientras la maldad de Ninive “sube” hasta el Señor y resulta en
misericordia y perdón, Jonás “desciende” para que este perdón no se lleve a cabo.

Mucho se ha discutido acerca del porqué Jonás se fue a dormir. ¿Se trata de la
tranquilidad de alguien quien se ha resignado a lo que venga? ¿O será que era
una forma más de escapar de la presencia del Señor? (Si me duermo, me
despreocupo de lo que pase y de que Dios me moleste). Sea cual fuera la razón
del sueño de este profeta dormilón, lo que sí indica es la actitud tan pasiva y
relajada de alguien que de todo debe estar haciendo menos durmiendo.

En el verso 6, el capitán del barco se le acerca a Jonás molesto porque, mientras


todos están haciendo lo que pueden para salvar la nave y salvarse ellos mismos,
Jonás está durmiendo. “¿Cómo puedes estar durmiendo?” otra versión lo traduce
“¿Qué tienes, dormilón?” Lo que tal frase muestra es la indignación anta la
inactividad de Jonás.

Después de regañar a Jonás para que se levante, el capitán el sugiere que por lo
menos le ruegue a su dios, como lo han hecho los demás “¡levántate! ¡Clama a tu
Dios! Quizá se fije en nosotros y no perezcamos”. Estas palabras no indican que el
marinero crea en el Dios de Jonás, sino que Jonás, como todos los demás debe
rogarle a su dios para que les salve. No importa qué Dios sea, lo importante es
que salve nuestras vidas. Pero lo más irónico de este pasaje se encuentra en la
frase “y no perezcamos”. El profeta que no quiso ir a Nínive y salvarla, se
encuentra ahora salvando una tripulación de paganos, servidores de dioses
diversos. Tal parece que Dios, cuyo mandato quiso Jonás burlar huyendo a Tarsis,
en cierto modo acaba burlándose del profeta recalcitrante, obligándole a cumplir
en el barco lo que no ha cumplido en Nínive.

¿Qué podríamos aprender de esta situación en la que nos metió Jonás?


En primer lugar, cuando no acatamos la voluntad de Dios nos volvemos
peligrosos.

El error de Jonás estaba en creer y pretender que Dios había escogido a Israel
para beneficio de Israel. Como vimos el domingo pasado, la imagen de Jonás que
percibimos es la de un hombre patriótico y nacionalista. Y es la misma imagen del
Jonás que vemos en el libro: no quiere ir a Nínive porque no quiere que Nínive se
salve. Jonás es desobediente no por temor, sino por orgullo. Jonás es
desobediente porque quiere preservar los privilegios de Israel y no quiere que ese
Dios a quien él llama “Dios de los cielos y de la tierra” sea de veras Dios de gentes
tan perversas como los ninivitas, enemigos de Israel.

Para Jonás el “Dios de Israel” es entendido como “el Dios para Israel”. Pero la
historia quiere dejar claro que el “Dios para Israel” es también “Dios para los
ninivitas”. Jonás prefiere abandonar su patria ¡Un nacionalista dejando su patria,
pueden creerlo! ¡Paga para que lo saquen de su tierra! Con tal de no obedecer la
voluntad del Señor. Algunos Israelitas pensaban que Dios había escogido a Israel
para darle privilegios y bendiciones especiales, cuando lo cierto es que Dios les ha
escogido para que sean bendición a toda la humanidad. ¡Por medio de ti serán
benditas todas las naciones de la tierra!. Jonás no puede aceptar eso y esta es la
razón de su desobediencia.

Lo mismo sucede con la iglesia. Su elección no es para ella misma, para


bendecirla a ella con privilegios especiales. Es para que sea luz del mundo y sal
de la tierra. Pero muchas veces los cristianos nos olvidamos de eso y nos
creemos que porque somos cristianos ello nos gana privilegios especiales, o que
lo que Dios desea es sencilla y únicamente que la iglesia prospere. Entonces,
corremos el riesgo de querer limitar la acción de Dios solo en la iglesia y
pensamos que fuera de la iglesia Dios no puede actuar. Jonás quería limitar el
actuar de Dios solo en Israel y fue traumático pensar que su obrar llegara a la
esfera de los ninivitas.

En segundo lugar, podríamos decir: ¡No es momento de dormir!


Estas palabras del marinero retumban en nuestros propios oídos ¡¿Cómo puedes
estar durmiendo?! No es momento para dormir. Mira a tu alrededor, hay caos, hay
temores, hay desespero, hay peligro de muerte, hay frustración, angustia, pérdida
de esperanza ¿Y tú estás durmiendo?

Y quiero invitarles a que miremos por un momento a nuestro alrededor ¿Y qué


ves? Compartimos con Jonás un gran barco donde si nos desperezamos por un
momento y nos quitamos un poco aquellas lagañas que muchas veces no nos
permiten ver la realidad, no con mucha dificultad observaremos temores,
desespero, peligro de muerte, frustración, angustia, pérdida de esperanza. Y ante
ello, ¡no es tiempo de estar durmiendo! Eres tú el instrumento de Dios para que
otros no perezcan en muchos sentidos.
Dios nos ha bendecido tanto que ya es momento de despertar de nuestras
comodidades y salir percibirle en las nínives y en los barcos y que allí nosotros
podamos mostrar su amor y misericordia. ¡No es momento de huir a Tarsis!
Es mejor estar en la presencia de Dios que andar escondidos con tanto problema.
Cuando nos escondemos geeralmente es para problemas. Adán se escondio. No
vale la pena andar escondidos en barqitos comodos frente a una realidad que nos
interpela.

Cómo está el barquito de nuestra vida? Hay necesidad, frustración? No es tiempo


de dormir

Cómo está el barquito de nuestra familia? Qué podemos hacer para ir? No es
tiempo de dormir

Jonás huye por orgullo, no nos escondamos por orgullo, demos la cara a la
voluntad de Dios.

Ánimo.

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