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Diego Moreira
Existencia
Sujeto
Significante
Hablanser (parlêtre)
En este contexto, recurro a Lacan, que habla de una “existencia sexuada, mortal y
parlante”. Tres determinaciones de la ex-istencia, que no se instauran como una síntesis,
sino que imponen una sustracción y una imposibilidad, que implica una subjetividad
escindida, una herida inaugural incurable, que arroja o expulsa la existencia fuera de sí
misma.
Como adjetivo:
Como sustantivo:
1
El sujeto como individuo
Ahora bien, cuando redactamos un texto, solemos escribir «se trata de un sujeto
de 13 años de edad» o «se trata de un sujeto con tales características», con lo cuál evitamos
escribir el nombre de la persona.
Ahora bien, “sujeto” también quiere decir para el diccionario “asunto o materia
sobre el que se habla o se escribe”.
2
Como observamos ya no se trata de una persona innominada, de un objeto
tridimensional en un tiempo específico, sino de un asunto que puede ser inscripto en una
hoja de papel, siempre y cuando se entienda esta hoja como una superficie, un plano.
Este sujeto se caracteriza por ser singular, y porque lo estamos produciendo entre
todos, autores y lectores: nosotros con nuestras consideraciones y ustedes con sus
preguntas y comentarios. Se trata entonces de un sujeto social, recordemos al respecto,
que Freud nos dice que toda psicología es psicología social, en términos de Lacan, no hay
sino lazo social, es decir, que es imposible una psicología del individuo considerado como
lo indiviso.
Aquí, nos encontramos que el asunto como sujeto hablante del inconsciente
admite ser leído en su lengua materna. Pero esto sólo no es suficiente, no se trata de un
sujeto pleno, sino que siempre implica una falta —estructural—.
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Aquí, el Otro se constituye como lugar donde se inscriben los significantes, desde
luego, su estructura sólo implica el encadenamiento de eslabones.
Por otra parte, y en otro marco, Derrida hacia 1966, propone que la estructura debe
ser considerada "ya siempre allí", de manera que no tiene centro, origen, ni fin. Es decir,
que no hay un fundamento único, ni un foco central.
En este contexto el inconsciente implica una operación lógica, que hace caducar
todo simulacro, y organiza el discurso. Así, las operaciones de desplazamiento y
condensación, se despliegan en términos freudianos, de acuerdo a criterios como la
simultaneidad, la contigüidad, la analogía y la causalidad. En palabras de Lacan, metáfora
y metonimia. Siendo la metáfora la figura de la retórica, que la analogía acomete y otorga
su sentido.
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quita verosimilitud, el significante oculto sigue presente por su conexión metonímica con
el resto de la cadena" (Lacan, 1966), Escritos I, La instancia de la letra en el inconsciente).
Aquí, puedo decir, que si bien el sujeto como asunto lacaniano es diferente al
sujeto como individuo freudiano, ambos admiten su lectura, y emergen en el acto del
jugar [con palabras] a partir de una singular operación del analista.
El parlêtre o hablanser
Aquí, el primer órgano que se instaura como un órgano para el cuerpo del parlêtre,
es el lenguaje y es porque el lenguaje es órgano, o sea yo puedo usarlo.
Observo que para Roberto Harari, parlêtre es homófono con "par la lettre (por la
letra)", por consiguiente y concluyo se podría llegar a ser por la letra, por la palabra.
Con afán y sutileza, el autor francés considera que el cuerpo para el parlêtre
(hablanser) se incluye en el registro de lo imaginario, en tanto implica la dimensión del
engaño.
Tal vez en la adolescencia, cada hablanser, encara su tarea más difícil: constituirse
vía actos de la identificación en semblante o simulacro de hombre y/o mujer, de manera
que los discursos adquieran sentido, velando la ausencia de relación sexual.
5
Sólo hay hecho porque el parlétre lo dice. Así, "no hay hechos más que de
artificios.” (Lacan, 1975/76)