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En este sentido, la intencionalidad en las líneas siguientes es presentar la postura cartesiana que se
ha mantenido en la doctrina oficial, a partir de la descripción que señala Ryle al respecto del
fraccionamiento mente-cuerpo, acentuando luego en las dificultades que considera se plantean al
adoptar esta perspectiva, y añadiendo otras de distinta índole que, se siguen también de ella y según
se mostrará, determinan maneras de concebir y actuar del hombre respecto a sí en la época actual.
Para llegar a esta comprensión, es oportuno iniciar la discusión en términos de disertar sobre lo que
es el hombre, o lo que le es esencial para ser concebido como tal, lo que en cierto modo es, iniciar la
reflexión situándola en un plano antropológico 1, ya que, a ese nivel parece manejarse la
consecuencia de la teoría cartesiana en el presente -tesis que será tratada ulteriormente-. Bajo esta
perspectiva, Ryle, pese a que realiza su análisis en un plano más lógico, permite derivar no sólo
consecuencias dificultosas de este talante, sino que propicia un escenario filosófico adecuado para
que surjan las dificultades en relación a lo que define a lo humano, y es por ello, que vale presentar
la argumentación de Ryle a continuación.
Las consecuencias que devienen de tal formulación son problemáticas. Entre las aducidas por Ryle
se destaca que, el asumir dos mundos que componen lo humano implica obviamente que deben
estar o permanecer unidos para componerlo, lo cual no se justifica lo suficiente al decir que “se
unen de alguna manera”. Así, un punto dificultoso radica en interrogar cómo mente y cuerpo están
unidos, o mejor, como mente y cuerpo interactúan, en casos como los de estímulos perceptivos que
generan reacciones mentales, o decisiones que producen movimientos físicos, pues la teoría oficial
parece no dar una exégesis clara de esta interacción (Ibíd., Pág.10).
Se sigue también que toda persona vive dos vidas paralelas, una material de conocimiento general,
y otra cognitiva, privada, a la que sólo tiene acceso cada cual para obtener conocimiento de primera
1
Entendiendo Antropología como aquella investigación que responde a la pregunta ¿qué es el hombre? (Kant,
1938, Pág.19).
mano y exclusivo acerca de sus propios procesos, lo que da lugar a privilegiar la certeza o exactitud
que se tiene del mundo mental respecto del físico; así lo expresa Ryle cuando comenta que una
persona podrá sentirse insegura del mundo físico pero no de su mente (Ibíd.), algo que literalmente
es muy cartesiano si se revisa la primera meditación.
Lo que se plantea entonces es una antítesis entre la vida mental y la corporal. En principio, parece
ser un antagonismo metafórico indica Ryle, pero luego, esta forma figurada de oposición trasciende,
y parece reflejar una suposición más profunda, que presupone resueltamente dos existencias
distintas (Ibíd.). Justamente, lo problemático reside en concebirlo como una especie de antitesis,
porque genera una oposición absurda y desastrosa en la manera de concebir al hombre.
Ahora bien, ¿Por qué es problemática esta escisión que pasó a ser tan dominante que define al
hombre? La respuesta es que esta división está mal planteada y de ella resultan consideraciones
igualmente equivocadas. Ejemplo de ello es que, en la oposición mente-cuerpo, al creerse que son
dos cosas distintas y que una es más esencial que la otra por ofrecer mayor certeza, no sólo se
privilegia una sobre otra, implícitamente se desdeña una por otra. Orlando Mejía, filósofo
colombiano, señala que este desprecio se explica a partir de la forma peyorativa con que Descartes
habla del cuerpo (2000, Pág.35), en oraciones como: “yo me consideraba ante todo poseedor de un
rostro, de manos y brazos, de toda esa máquina compuesta de huesos y carne, tal como aparece en
un cadáver, a la cual designaba con el nombre de cuerpo” (Descartes, 1986, Cáp.1, Pág.36);
desprecio que confirma Descartes cuando luego insiste en que lo que realmente lo hace reconocerse
como humano es su plano mental, su res cogitans, no precisamente su res extensa (Ibíd.).
Resulta equivocado privilegiar una existencia sobre otra cuando se trata de presentar cuál es la
esencia humana, y es a lo que se ha llegado con esta concepción, porque el criterio de lo humano
dicen que es una mente, que parece conocer conscientemente sus procesos, y que se confunde con
sus propiedades evidenciadas en actos inteligentes. Pero ¿en verdad este criterio especifica lo que es
el hombre? realmente no -por lo menos no solamente-, y Ryle lo evidencia cuando enuncia que la
vida interior es una corriente con canales de conciencia y con otros de tal tipo que permanecen
ocultos a su dueño, inconscientes, que hacen actuar a alguien por impulsos que desconoce e incluso
niega (Ryle, Cáp.1, Pág.11); planteamiento que muestra que la mente y sus procesos, lo que
caracterizaría al hombre, termina no siendo lo que constantemente predomina en él o lo que
continuamente le guíe, pues no siempre el individuo emplea o puede emplear la mente para
percatarse de sus propios procesos ni tampoco de ciertos actos que ocasiona, algo que hace
cuestionable afirmar que lo esencial en el hombre es sólo su vida mental la cual, no siempre es de
conocimiento directo, como sostiene la doctrina oficial.
Además Ryle indica que, el criterio mental de lo humano no es del todo aceptable cuando se
argumenta basándose en los actos inteligentes que refleja la conducta. Esto es desde luego difícil de
admitir, no obstante en este esquema teórico de escisión, si se ha concedido la división mente-
cuerpo, y no se ha logrado presentar algún argumento claro sobre la relación e interacción en la que
se comportan, resulta dificultoso de hacerlo, porque no se puede determinar si hay actos calificables
como inteligentes2 que identifiquen el proceder humano en la medida en que ninguna persona puede
tener acceso directo a la vida interna de otra -pues interior es existencia aparte de exterior- (Ibíd.,
Pág.12), no se pueden hacer más que inferencias del comportamiento que por ser del mundo físico
no son del todo confiables acerca de la mente, aquella dimensión mejor valorada en un individuo.
¿Será entonces que lo humano se basa o se reduce a un ejercicio de la razón? A lo que conlleva la
doctrina oficial es a sugerir a partir de la disección de la existencia en dos mundos, que la vida
mental es equiparable a ser humano, lo cual no es necesario que sea de este modo. Es indiscutible
luego de muchos desarrollos en filosofía de la mente y en psicología, afirmar que la razón
probablemente nos distinga de otros seres, pero no es lo mismo que afirmar que aquella es la que
nos hace humanos -por lo menos no es lo único-, y en eso hay diferencia. Lo humano se basa en las
facultades mentales, pero no se reduce a ello y de ningún modo es exclusivamente lo que nos
define, pues de ser así se siguen una serie de problemas como los desarrollados anteriormente, y
otro más.
En definitiva, el hombre no es una unión de dos existencias, puede ser mejor concebido como un
todo configurado de varios aspectos, para no tener que plantear exclusiones mutuas entre lo material
y lo mental, o pretender asignar leyes de operación similares para ambos, o darle mayor valor a una
sobre otra, pues todo este planteamiento se constituye equivocado. Así lo considera Ryle al tomar la
escisión mente-cuerpo como fruto de un error categorial que radica en considerar que la vida mental
y sus hechos se presentan como si pertenecieran al mismo tipo lógico que la vida material (Ryle,
Cáp.1, Pág.16); es decir, considerar como dos ámbitos distintos en un mismo sentido mente-cuerpo,
y hablar de ellos en los mismos términos, como si lo que se dijera de uno aplicase para el otro y se
pudieran comprender bajo un mismo marco teórico 3. Es el caso cuando lo físico se concibe regido
bajo ciertas leyes mecánicas y tiene unas causas determinadas, y se espera del mismo modo que la
2
Ni determinar el empleo acertado de conceptos referidos a procesos mentales como “creer”, “conocer”,
“suponer”, etc.
3
Al marco teórico al que se hace referencia en la escisión es a la perspectiva mecanicista que rodeó todo el
planteamiento cartesiano (Ryle, Cáp.1, Pág.16).
vida mental se rija por unas leyes, aunque de tipo no mecánico por ser de otra naturaleza en relación
a las maquinas corporales, pero aún sujeta a una dinámica de causa-efecto que se cree la explica o
da cuenta de ella, y la declara como opuesta a lo físico, como si en verdad estuviesen dadas en un
mismo nivel lógico.
Bibliografía
Mejía, Orlando. De clones, Ciborgs y Sirenas. Alcaldía Mayor de Bogotá D.C. 2000
Pablo Vargas R.
(432726)
Filosofía Contemporánea.