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Ajuste-Desafío (2012)
Prilleltensky, I. & Stead, G.
Journal of Career Development 39(4) 321-340
Traducción al español: Lic. Viviana Valenzuela
Original:
Critical Psychology and Career Development: Unpacking the Adjust–Challenge Dilemma (2012)
Prilleltensky, I.& Stead, G.
Journal of Career Development 39(4) 321-340
DOI: 10.1177/0894845310384403
Traducción al español: Lic. Viviana Valenzuela
Resumen:
Ajustarse al mundo del trabajo o desafiarlo es un dilema que los orientadores de carrera y los
profesionales de ayuda encuentran diariamente. Orientadores y clientes pueden optar por una
o más de las siguientes opciones a) ajustarse y desafiar al sistema al mismo tiempo, b)
ajustarse al sistema pero no desafiarlo, c) desafiar al sistema pero no ajustarse a él, d) ni
ajustarse al sistema ni desafiarlo. Estos cuatro escenarios son analizados desde la perspectiva
de la psicología crítica y de la validez psicopolítica. Se presenta un modelo que describe las
distintas consecuencias de cada opción para las relaciones de poder, la justicia social y el
bienestar de las personas, organizaciones, comunidades y el medio ambiente. El modelo
puede guiar a los profesionales en discernir las consecuencias de sus acciones y las de sus
clientes.
Introducción
El dilema del ajuste- desafío refiere al esfuerzo para ajustarse al mundo del trabajo a la vez
que se lo desafía. 4 configuraciones de estas posiciones son posibles: a) Ajustarse y desafiar al
sistema a la vez, b) ajustarse pero no desafiarlo, c) desafiarlo pero no ajustarse, y d) ni
ajustarse ni desafiar al sistema. Estos cuatro escenarios pueden y probablemente deben
causar desconcierto entre los profesionales de carreras que ayudan a diversas poblaciones
(Amundson, Harris-Bowlsbey, & Niles, 2008; Figler & Bolles, 2007; Flores, 2008). En este
artículo, exploraremos estos cuatro escenarios desde la perspectiva de la psicología crítica. La
difícil situación del ajuste- desafío podría ser vista desde múltiples ángulos: desde la
perspectiva de un empleado o cliente actual o potencial, desde la perspectiva del orientador
que asesora clientes, y más ampliamente desde la perspectiva de la orientación como
profesión (Grier-Reed, Skaar, & Conkel-Ziebell, 2009; Weer, Greenhaus, & Linnehan, 2010).
Dependiendo del punto de vista, el dilema se experimenta diferente (Flores, 2008).
El problema del ajuste-desafío está presente implícitamente en las teorías y literatura sobre la
carrera. Algunos teóricos de la carrera se han focalizado en el ajuste de carrera (por ej.,
Dawis, 2005; Holland, 1997), en la adaptabilidad de la carrera (por ej, Savickas, 2002),
compromiso (por ej., Gottfredson, 2002), y en cómo se negocian las barreras de la carrera
mediante la auto-gestión o los apoyos sociales (Lent, Brown, & Hackett, 2002) pero poco en
por qué y cómo los clientes y trabajadores podrían desafiar el sistema. Estos teóricos
enfatizan el desarrollo personal, el perfeccionamiento, la autoeficacia, la creación, y la
autorregulación, todos emblemas de sociedades que valoran el individualismo, como formas
de tomar decisiones de carrera óptimas. Mientras que reconocen al entorno como un facilitador
u obstaculizador de estos esfuerzos, raramente consideran como el mundo del trabajo puede
ser reestructurado desde perspectivas éticas y de la justicia social para el beneficio de los
trabajadores. Teóricos sociológicos de la carrera, tales como Johnson y Mortimer (2002),
examinan de cerca cómo las estructuras de trabajo moldean el desarrollo de carrera individual.
La perspectiva predominante en las teorías de carrera sigue siendo la noción de que las
personas tienen una variedad de opciones de carrera que pueden ser mejor realizables a partir
de la comprensión de sus personalidades, intereses, valores, autoconceptos, a pesar que
existan algunas barreras del entorno y culturales (Blustein, 2006). La asunción implícita de
todas las teorías de carrera es que al menos alguna opción de carrera está presente, tan sólo
si los individuos supieran cómo utilizar apropiadamente sus características personales y sus
recursos relacionales y contextuales para navegar exitosamente el mundo del trabajo. La
psicología de la carrera ha puesto poco énfasis en la opresión, en cómo ésta mantiene el statu
quo y marginaliza a las personas al punto tal que pueden verse severamente limitadas o
coartadas sus opciones individuales de carrera. Warnath (1995) declaró esta preocupación
hace casi cuatro décadas atrás, sumando que las teorías de carrera eran relevantes para un
número cada vez menor de trabajadores en los Estados Unidos.
Mientras que los investigadores del desarrollo de carrera han reflexionado sobre formas de
opresión, tales como acoso sexual, discriminación, clase social, raramente han acudido
explícitamente a la literatura de la psicología crítica para apuntalar sus hallazgos. Sin embargo
ha habido algunas notables excepciones (por ej., Ali, Liu, Mahmood, & Arguello, 2008;
Blustein, 2006; Blustein, Kenna, Gill, & DeVoy, 2008; Blustein, McWhirter, & Perry, 2005). Para
ayudarnos a entender los dos lados de la tensión - ajuste y/o desafío- usaremos un marco de
la psicología crítica para trabajo y bienestar. Luego introduciremos la validez psicopolítica
como una herramienta para ayudar a los clientes y profesionales a hacer frente al cuadrante
ajuste -desafío.
Tabla1. una aproximación ecológica al bienestar: ejemplo de signos y valores (Adaptada de Prilleltensky, 2008)
Ámbitos de Bienestar
Como puede verse, conceptualizamos el bienestar en términos ecológicos. Esto es, como un
estado favorable que no reside dentro del individuo solamente sino también dentro de sus
relaciones, de sus organizaciones, de los niveles ecológicos más elevados. Todos los niveles
están interconectados. Diversos estudios han demostrado la ajustada conexión entre bienestar
del entorno, comunal, del lugar de trabajo, interpersonal y personal (Nelson & Prilleltensky,
2010). En condiciones favorables de seguridad y estimulación cognitiva, los niños aprenden
mejor y se sienten mejor. Bajo condiciones de trabajo estresantes, los empleados desarrollan
síntomas psicológicos y físicos. En relaciones abusivas los individuos sufren. El bienestar no
puede ser restringido al nivel del ciudadano particular.
Los distintos ámbitos de bienestar tienen bienestar intrínseco y además ellos también tienen
valor instrumental en el bienestar de otros ámbitos. Así, el entorno natural merece ser
preservado por su propio bien pero también por el bien de la comunidad y de sus habitantes
(Prilleltensky & Prilleltensky, 2006).
Analizando el bienestar individual, la tabla 1 ofrece signos objetivos positivos tales como salud
física y signos negativos tales como enfermedad. A lo largo de la tabla, vemos instancias de
signos objetivos y subjetivos, positivos y negativos, para los distintos ámbitos de bienestar.
Signos objetivos refieren a condiciones medibles y materiales, los signos subjetivos se
relacionan con el fenómeno psicológico y perceptivo, tales como sentido de control,
pertenencia y seguridad. Ambos tipos de signos, objetivos y subjetivos, están relacionados
pero suficientemente distantes para merecer su propia categorización. Una persona puede
estar bien físicamente pero no psicológicamente. De manera similar a una organización puede
disfrutar de abundante recursos y beneficios, pero la gente dentro de ella puede sentirse
aislada y no valorada. Tal es la razón por la cual es importante prestar atención a medidas del
bienestar tanto materiales como perceptivas.
Valores y Justicia
Para obtener el máximo bienestar, expresado en signos objetivos y subjetivos positivos,
nosotros, en tanto sociedad, necesitamos abrazar ciertos valores y prácticas que apoyan el
bienestar. Valores tales como participación, inclusión, y autonomía son cruciales e impulsados
culturalmente (Brown, 2002), pero ellos no son independientes. Dependen fuertemente de la
concepción dominante de justicia que haya en la cultura. La justicia, que ha sido
tradicionalmente definida como la distribución justa y equitativa de beneficios y obligaciones en
la sociedad, está sujeta a varias interpretaciones. “Para cada persona su deber” (to each his or
her duty) es la característica que define la justicia (Miller, 1978, 1999). En la tabla 1, la fila de
de abajo nos recuerda que la justicia es un acto balanceado entre las obligaciones de los
diferentes componentes. Si seguimos esta definición, necesitaremos decidir cómo dar a cada
persona su obligación. ¿Cuál es el criterio apropiado a partir del cual puedo decir con confianza
que tú te mereces esta y no aquella porción del pastel? Tradicionalmente, filósofos morales y
políticos han distinguido entre mérito y necesidad (Miller, 1999). Mérito, a su vez, puede ser
subdividido en esfuerzo o habilidad. Una persona puede merecer un premio, tal como una
beca, debido a su talento por su trabajo duro, una segunda persona sin embargo puede
merecer un recurso debido a su necesidad. Necesidad y mérito son dos pautas diferentes de
justicia, los filósofos políticos han argumentado por muchos años para ambos lados del debate.
Algunos filósofos abogan por un enfoque contextual por el cual las condiciones sociales nos
ayuden a determinar qué criterio deberíamos usar: necesidad ó merito (Facione, Scherer, &
Attig, 1978; Miller, 1999).
Tomemos la cuestión del cuidado por ejemplo. Muchas personas aprueban este valor y
proclaman cuidar a los que están en desventaja. Si Ud. adopta una ideología de justicia
basada estrictamente en el mérito, se promueve una noción de cuidado y compasión que
significa poner curitas individuales sobre un cáncer societal. Si Ud. trata de participar en el
esfuerzo de tutorear niños de comunidades pobres, Ud. participará en comedores y donará a
los refugios para las personas en situación de calle. Ud. podría tener compasión sincera por
los desempleados. Pero al final, tendrá que preguntarse si toda esta compasión desafía el
statu quo o lo perpetúa (Parker, 2007).
El cuidado basado en una noción contextualmente sensitiva de justicia podría conducir a
diferentes resultados. La creencia que la desigualdad es un desafío estructural para el
bienestar en el trabajo y que deberíamos preocuparnos por las necesidades, antes que
conceder ventajas diferenciales basadas en méritos, es una propuesta diferente. Esta postura
nos tendría creando condiciones de igualdad. Y luego de lograr más o menos condiciones de
igualdad, estaría bien premiar con recompensas más grandes a aquellos que trabajan más
duro y tienen más talento, porque todos tendrían un punto de partida similar. Sin embargo,
ignorar el punto de partida en la carrera de la vida es equivalente a una trampa moral (Miller,
1999). Nunca soñaríamos con permitir a algunos atletas en las olimpíadas empezar su carrera
más cerca de la línea de llegada. En la carrera de la vida, muchas personas empiezan más
cerca de la línea de llegada, empiezan con mejor equipamiento, y después de mucho más
entrenamiento que otros. La asunción básica que sostenemos acerca de la justicia afecta el
tipo de cuidado con que nos comprometemos y cuánta autonomía e inclusión promovemos. La
justicia basada sólo en el mérito nos haría concentrar en las cualidades del individuo como
individuo. La justicia basada en la necesidad nos haría concentrar en los contextos que
moldean los resultados. Siguiendo lo primero nos dirigiríamos hacia la autonomía basada en la
mejora personal. Siguiendo lo segundo nos dirigiríamos hacia la autonomía basada en
condiciones de vida mejorada. En la medida que la psicología de la carrera oscurezca la
importancia de las condiciones del entorno servirá para prolongar concepciones de justicia en
favor del mérito, lo cual, desde nuestro punto de vista, es una forma de justicia cuestionable
(Prilleltensky & Nelson, 2009).
El dilema del orientador. Si Ud. es un orientador de carrera, ¿Cuál de las cuatro opciones
refleja mejor su actitud hacia el mundo del trabajo? Si Ud. es un psicólogo, o un profesional de
ayuda de cualquier tipo, ¿Cuál de ellas representa lo que hace mejor? En tanto psicólogos que
hemos trabajado en terapia, escuelas, comunidades y organizaciones, y que nos hemos
involucrado en educación superior por dos décadas, queremos decir que elegimos la “d”. Una
buena medida de deseabilidad social se incluye en nuestra respuesta. Queremos creer que
nos ajustamos al sistema pero lo desafiamos a la misma vez. Estamos seguros que esta es la
respuesta que hace que cada uno de nosotros se vea mejor. Queremos llegar tanto ajustados
como críticos del sistema al mismo tiempo. Sin embargo, algunas preguntas difíciles
tendremos que responder para justificar completamente esta posición.
Usando la validez psicopolítica como una guía, podemos explorar profundamente nuestra
respuesta. Por ejemplo, ¿Hasta qué grado podremos ejercer en caminos válidos en términos
psicopolíticos dentro de sistemas que son injustos y a veces hasta opresivos? Ajustarse es
fácil; desafiar el sistema es complicado. Las estructuras de recompensa nos tientan a consentir
la mentalidad corporativa (Blustein, 2006; McIlveen & Patton, 2006). Hay consecuencias
blandas y duras al elevar la voz; varias formas que van desde una leve reprimenda hasta ser
rebajado o despedido (Bond, 2007).
Para buscar la validez psicopolítica epistémica en la experiencia de ser un trabajador,
necesitamos responder algunas de las siguientes preguntas
1. ¿Entendemos cómo el poder político y el poder psicológico operan para silenciar el
descontento de modo sutil ó descarado en la consulta, las escuelas y las
organizaciones?
2. ¿Podemos reconocer normas culturales y prescripciones y proscripciones implícitas
acerca de lo que es prudente hablar y de lo que no, en las escuelas y organizaciones?
3. ¿Hay formas en las que yo, en tanto orientador o en tanto trabajador en una
organización, refuerzo políticas y prácticas injustas o indiferentes a sabiendas o
inconcientemente?
4. ¿Soy consciente de cómo mi privilegio en tanto orientador dentro de la organización o la
escuela sirve para apaciguar mis percepciones de injusticia dentro de ellas?
Las preguntas enunciadas pueden también ser traducida en preguntas de investigación. Por
ejemplo, en sus organizaciones ¿Hasta qué grado los trabajadores perciben barreras en la
comunicación de sus preocupaciones acerca de normas injustas o cómo pueden ellos reforzar
inadvertidamente tales normas? ¿Cómo utilizan el poder los gerentes y los trabajadores para
silenciar a otros y con qué propósitos?
Estas preguntas son difíciles de responder por la afirmativa. Desde el punto de vista de
psicólogos que han trabajado en una variedad de escenarios académicos y no académicos, y
quienes sostienen distintos niveles de poder dentro de esos escenarios, podemos dar
testimonio que es muy difícil ser parte de un sistema y desafiarlo genuinamente a la vez.
Estamos seguros que hay otros que son más astutos que nosotros para forzar a los sistemas al
cambio, pero no creemos que sea solamente por nuestros problemas personales. Nosotros
tenemos historias de guerra de batallar la tradición y la injusticia y de lograr sólo niveles
moderados de éxito dentro de nuestras clínicas, escuelas, universidades, corporaciones, y
organizaciones comunitarias.
Si queremos empujarnos más allá de la validez epistémica, tendremos que preguntarnos cuán
bien nos manejamos con preguntas de validez psicopolítica transformadora:
Estas son todas preguntas que nos empujarían a niveles superiores de validez psicopolítica en
nuestro trabajo y a formas más efectivas de desafío del sistema. Ellas también pueden ser
traducidas en posibles preguntas de investigación.
No hay dudas que mucha gente cree que está cambiando a la sociedad, cuando realmente
están jugueteando en los márgenes (Quiñones Rosado, 2007; Nelson & Prilleltensky, 2010).
Desde un punto de vista psicopolítico, podríamos preguntarnos si ese cambio está orientado
hacia el desafío de estructuras de opresión y promoción de la liberación al menos mínimamente
en uno de los siguientes niveles: personal, interpersonal, organizacional o social. Si no lo es,
puede ser un cambio útil, pero no uno transformador. Cuanto más multinivel sea el cambio,
más sostenible y efectivo será.
Las opciones “b” (desafiar pero no ajustarse) y “c” (ni ajustarse ni desafiar) tiene mérito.
Afirmamos que hay un beneficio social al tener personas que, por propia decisión, no quieren
ajustarse a un sistema rígido de trabajo. También creemos que es saludable tener personas
que optan por salir del sistema, ellos nos empujan a considerar alternativas. El hecho que la
mayoría de nosotros se ajuste al sistema no lo hace correcto. Abundan reportes de sistemas
corruptos e inflexibles que les roban a las personas su creatividad. Si se les da la opción,
muchas personas renunciarían a sus trabajos e inventarían organizaciones más humanas. El
estrés en las organizaciones tiene un rango que va desde lo cómico hasta lo trágico, entonces
antes de juzgar de mal adaptados a aquellos que eligen “b” o “c” pondríamos pausa y
consideraríamos su punto de vista (Blustein, 2006). Las personas que optan salir nos
recuerdan que hay otras formas de vivir.
Por supuesto, hay personas que no son parte de este sistema pero quisieran estar dentro.
Dirijámonos hacia ese punto como parte del dilema del cliente.
Modelizando el impacto de las diferentes posiciones vis-a-vis del sistema. Como viene
mostrando la discusión precedente, cada posición vis-a-vis del sistema puede tener diversas
consecuencias. La figura 1 es un modelo del impacto que las diferentes posiciones pueden
tener en las relaciones de poder; concepciones y aplicaciones de la justicia; y bienestar de las
personas, organizaciones, comunidades, y el medio ambiente. El modelo muestra dos
actores principales: el cliente y el orientador. Ellos pueden actuar independientemente uno de
otro pero pueden además influirse el uno al otro (Vilhjalmsdottir & Tulinius, 2009). Estos actores
asumen cualquiera de las posiciones vis-a-vis del sistema de trabajo que hemos estado
discutiendo. Cada posición tendrá diferentes impactos en las relaciones de poder y el
pensamiento y las prácticas de justicia en las organizaciones, comunidades, cultura y
sociedades. Estos impactos sucesivamente, tendrán consecuencias para el bienestar a corto
y largo plazo de los individuos, otras personas, organizaciones, comunidades, y el medio
ambiente. Estas consecuencias pueden ser positivas o negativas tanto en el corto como largo
plazo, además, podrían beneficiar a los individuos pero ser adversos para las comunidades.
A modo de ilustración, un cliente que asume la postura “ajustar pero no desafiar” puede
contribuir a perpetuar las relaciones de poder desigual. Al no desafiar los sistemas de justicia,
podría estar promoviendo consecuencias negativas a largo plazo para la comunidad, pero
consecuencias positivas en el corto plazo para sí mismo. Si esta persona se beneficia del
privilegio y del statu quo, podríamos suponer razonablemente que se ajustará al statu quo. Tal
conformidad beneficiaría a él pero no a otros.
Consideremos otro ejemplo. Linda elige hacer lo mejor para ajustarse pero desafiar al sistema
a la vez. Ella podría cuestionar normas y prácticas que discriminan a las mujeres en su
organización. Esto puede tener una consecuencia positiva en el largo plazo en la organización
y eventualmente en la sociedad como un todo, pero en el corto plazo, ella es vista como una
alborotadora y sufre las consecuencias de la marginalización dentro de su lugar de trabajo.
Configuraciones múltiples vis-avis del sistema pueden suceder. Nuestro trabajo es ser tan
metódicos como podamos en tratar de anticipar resultados y dilucidarlos para nosotros,
nuestros colegas, y nuestros clientes. Lo que podría en el corto plazo interesar más a nuestros
clientes, puede tener consecuencias perjudiciales para la sociedad más tarde. Si nos
preocupamos sólo por el bienestar de la persona enfrente de nosotros, no necesitamos
preocuparnos por las consecuencias ecológicas de su comportamiento, pero si nos interesa el
medio ambiente, la cultura y los grupos marginalizados, necesitamos preocuparnos acerca del
impacto de sus acciones.
• cliente
• orientador
actores
• relaciones de poder
• pensamientos y acciones de justicia
impacto en
Conclusión
Este artículo comenzó con postulados seguros acerca de los ingredientes del bienestar y la
validez psicopolítica pero en realidad con más preguntas que respuestas. ¿Cómo podemos
tender un puente entre la certeza de los marcos teóricos y los imperativos éticos con la
incertidumbre de preguntas molestas como las que hemos propuesto más arriba? La frustrante
realidad es que el dilema “ajuste-desafío” desafía respuestas simples. Podríamos proponer
que crear puentes entre la filosofía y la acción requiere de prácticas reflexivas. Esto es, la
creación de un espacio seguro donde colegas puedan compartir dilemas y empujarse
gentilmente entre sí para cuestionar suposiciones básicas, tales como que tiene de malo estar
fuera del sistema y que tiene de bueno estar dentro. Los escenarios de ajuste- desafío nos
fuerzan a considerar por qué queremos ayudar a la gente y en qué medida estamos
funcionando como agentes de control ó agentes de cambio.
Cuestionar nuestros valores fundamentales, suposiciones, y prácticas no es algo que hagamos
fácilmente. Confrontar nuestra complicidad involuntaria hacia sistemas de opresión es doloroso.
Y aún luego de juntar el coraje para hacerlo, estamos limitados por nuestros propios prejuicios.
Es por eso que necesitamos crear espacios dialógicos donde nuestros amigos puedan
apoyarnos y desafiarnos a la vez. La creación de dichos espacios requiere construcción
comunitaria y prácticas reflexivas críticas. Este es un proceso trabajoso que puede
contaminarse por diferentes poderes dentro del grupo y de la organización, pero la alternativa
no es demasiado atractiva. El silencio frente a la injusticia es difícilmente defendible. Los
orientadores están entrenados en el arte de hablar, escuchar, y crear espacios seguros.
Estamos sugiriendo simplemente que apliquemos esas habilidades no sólo con nuestros
clientes sino también para con nosotros mismos, cuando descubrimos cómo las normas
culturales del individualismo se filtran en nuestra práctica. Pensar acerca del bienestar en
términos ecológicos, considerando el rol que tiene el poder, y promoviendo validez
psicopolítica, puede ayudarnos a desarrollar una brújula. Y más aún, puede ayudarnos a
alinear nuestros valores con nuestra práctica.
Financiamiento
El autor no recibe soporte financiero por la investigación y/o por la autoría de este artículo.
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Isaac Prilleltensky is Dean of the School of Education at the University of Miami, where he is also a
Professor and the inaugural Erwin and Barbara Mautner Chair in Community Well-Being. He was born in
Argentina and also lived in Israel, Canada, Australia, and the United States, in chronological order. He
obtained a master’s degree in Clinical Child Psychology at Tel Aviv University and a PhD in Personality
Psychology at the University of Manitoba. He is a community psychologist with scholarly interests in
critical psychology and organizational development. His work explores the role of justice in the promotion
of individual, organizational, and communal well-being. He enjoys learning languages.
Graham B. Stead is Director of Doctoral Studies and Associate Professor in the College of Education and
Human Services at Cleveland State University, Ohio, where he also teaches research methods and
statistics. He completed his PhD at the University of Port Elizabeth, South Africa and is a counseling
psychologist and a research psychologist. He is interested in career psychology, specifically in relation to
childhood career development, critical psychology, social constructionism and discourse analysis. He
enjoys playing electric and acoustic guitars