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MAESTRÍA EN

ESTUDIOS
CULTURALES

Post-Marxismo
Profesor: Víctor Vich
Alumno: Óscar Gallegos Santiago

Reseña crítica

"Relaciones entre la infraestructura y la superestructura", en Sobre Arte y literatura.


Madrid: Nueva Ciencia, 1968.

Las relaciones entre la infraestructura y la superestructura son fundamentales para


entender el fenómeno estético. En este sentido, se sostiene que "la producción de
las ideas, las representaciones, la conciencia está, en principio, directa, íntimamente
ligada a la actividad material y al comercio material de los hombres; es el lenguaje
de la vida real" (54). Esto es, la producción intelectual (política, religiosa, filosófica,
artística) depende del comportamiento material o del modo de producción: "el ser de
los hombres es su proceso de vida real" (54). La consecuencia de esto es que la
ideología (moral, religión, política, etc.) no es independiente o autónoma de las
relaciones materiales entre los hombres: "No es la conciencia la que determina la
vida, sino la vida la que determina la conciencia". Marx trata de explicar esto
mediante la observación empírica de la base material de la conciencia: el lenguaje.
Pues a diferencia de los otros animales, el hombre reemplaza el instinto por la
conciencia de estar en relación con el otro, por su entendimiento de no estar
aislado. El lenguaje sería la conciencia real del hombre. Y ella se forma por la
necesidad del ser humano de establecer relaciones entre su medio natural y los
demás hombres. Así nace la conciencia de pertenecer a una sociedad. Y esta se
desarrolla en el tiempo por el modo de producción y la división del trabajo que
establecen los hombres. Luego, esta conciencia se cree a sí misma independiente y
separada de la práctica real de la que la nació.

Ahora bien, "las ideas de la clase dominante son también las ideas dominantes de la
época o, dicho de otro modo, la clase que es la fuerza material dominante de la
sociedad es también la fuerza dominante espiritual" (59). De este modo, los
pensadores o ideólogos producen la ilusión de este dominio y se elevan por encima
de los que no tienen tiempo para producir ideas porque son la parte activa material.
Pero llega en un momento en que las ideas dominantes no son las de la clase
dominante: estas ideas suponen las ideas de una clase revolucionaria. Sin embargo,
a través de la marcha de la Historia, se tiende a pensar que las ideas son las
dominantes del progreso, como muchos historiadores piensan. Es decir, se abstrae
las ideas dominantes de sus relaciones reales de producción, como lo hiciera Hegel.
De este modo, en la aristocracia, las ideas dominantes son el honor, la fidelidad; en
la burguesía, la libertad, la igualdad. Esto se relaciona al hecho de la necesidad de
la nueva clase a representarse a sí misma no como una clase sino como
representante de los intereses generales de la sociedad. Pero esa ilusión se
desvanece cuando esa clase cae, pues también cambia el régimen de lo social.

Cuando las fuerzas de producción llegan a un tal desarrollo, se contraponen a las


relaciones de producción, jurídicamente, a las relaciones de propiedad. De tal modo
que, al cambiar la base material, cambia las formas ideológicas. Entonces, "no hay
que juzgar a estas épocas de revolución por su conciencia, sino que, por el
contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida
material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las
relaciones de producción" (65). Las condiciones materiales que se desarrollan en la
sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la
solución de este antagonismo. Pero Marx no niega el papel especial de las luchas o
los acontecimientos políticos ("18 Brumario"), aunque siempre supeditado a las
condiciones económicas. En última instancia, ¿por qué buscan entonces la
dictadura del proletariado si no creen el poder político? El poder del Estado es
también una potencia económica. Marx crítica la falta de dialéctica de algunos
pensadores. Solo ven causas o efectos, absrtacciones. Engels advierte que no han
dicho que lo económico "sea el único factor determinante" (71). En todo caso es "un
juego mutuo de acciones y reacciones", pero al final termina imponiendo lo
económico: "El que los discípulos hagan más hincapié del debido en el aspecto
económico es cosa de la que en parte, tenemos la culpa Marx y yo mismo" (74). Los
hombres hacen la historia, pero hasta ahora no con planes colectivos. Por eso, en
estas sociedades impera la necesidad, cuyo complemento es la casualdiad.

Finalmente, Engels, en una carta al señor Mehring llama la atención sobre un punto
no atendido por él y Marx: la forma o el proceso de génesis de las ideas. Pues solo
se habían enfocado en el contenido de ellas. Entonces, explica aquello de la "falsa
conciencia" de los pensadores o ideólogos, ya que son concientes del proceso de
formación, pero no de las verdaderas fuerzas propulsoras de ellas.

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