Está en la página 1de 5

Era un día perfecto. Todo había salido como estaba planeado. Ya no hay vuelta atrás.

Aletargamiento. Eso es lo que sentía al principio. Me sentía lenta, cansada…todo menos sentirme bien.

Tenía una desidia y un hastío que no era normal en mí; demasiado de lo habitual. Me tiré una hora tumbada

sobre mi cama deshecha y me dediqué a mirar el techo de mi cuarto .Más tarde me levanté con desgana de la

cama y fui a desayunar con los pies como si pareciesen mármol.

-Hola cariño, ¿Qué tal dormiste? -Me preguntó mi madre, nada más entrar en la cocina.

-Pues, no demasiado bien…

-Seguro que eso te pasa por las medicaciones que tienes que tomar.No te preocupes, ya se te pasará.

Termino de desayunar y escucho el pitido del autobús de mi ruta. Salgo corriendo de casa y mi madre me observa desde

la ventana de la cocina mi huida.

Al fin, llego al instituto donde me encuentro con todos mis compañeros de mi clase y otros cursos.

-Hey Elisa, ¿Qué tal estás después de la visita médica que tuviste? -me pregunta mi amiga Helena.
-Pues, muy bien…me ayudan a no estar tan activa, aunque me cuesta un poco dormir-contesto a mi amiga

mientras le sonrío.

-Bah, no te preocupes. Ya dormirás mejor cuando te acostumbres.

-Espero, porque si no…

-Huy, ¿estás un poco negativa , no?

Ya era la hora de comer cuando llegué a mi casa. Estaba aún más cansada que por la mañana, y respecto a las pastillas

esas, me parecía que influían en mis formas de actuar.

Una noche, me desperté sonámbula en medio de la noche. Me dispuse a bajar las escaleras cuando oí un ruido y

ciegamente, me dirigí hacia él. Fui tocando todos y cada uno de los objetos hasta llegar a la cocina.

Llegué. Oí a mi madre discutir con mi padre en la cocina. Y sin ser consciente de mis actos, cogí un bol y lo llené de

cereales.

Y mis padres, atónitos con lo que estaba pasando, advirtieron que había tirado fuera todos los cereales del bol.

Unos minutos más tarde cuando desperté del sueño, mis padres me miraron con una muy extraña.

Pero no me contaron nada de lo que pasó.


Y así, cada noche, me levantaba sombría en la noche y me dirigía a los recovecos más raros de la casa.

Una noche desperté en el desván. Otra en la calle. E incluso, acabé despertándome en algún jardín de alguna casa.

Pero siempre, estaba sola al despertarme.

¿Qué me ocurre?¿Qué significa todo esto?¿Porqué me despierto cada día fuera de mi casa? Millones de preguntas me

invadían la mente y me estaba volviendo un poco neurótica.

-Mamá, me están ocurriendo cosas raras… ¿Por qué antes de despertarme siento un ligero frío y cuando despierto en mi

cama ya no tengo frío?

-Cariño, no son cosas raras .Te habrás destapado durante la noche-me intentaba consolar mi madre.

Pero un día, mientras estaba dormida, escuché los frenos de un tren y lo único que podía hacer era escuchar,

Ya que no podía abrir mis ojos, como si me los hubiesen pegado. Y fui escuchando como las voces de los pasajeros

del tren iban desapareciendo poco a poco, hasta oír un silencio espantoso y me vi cayendo en la oscuridad.

Sueño, ficción, o realidad. Tal vez.

SOY YO

CONCURSO RELATOS LA SENDA 2014

También podría gustarte