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Capacidad

de la
persona
humana

Derecho
Privado I

0
Capacidad de la persona
humana
Capacidad de la persona

Noción. Clases

El correcto estudio y la internalización de este concepto es esencial para


entender el resto de la materia. Todo nuestro sistema se basa en las
capacidades, por lo tanto es conveniente prestar especial atención sobre
este tema.

Tal como señaláramos anteriormente, la capacidad es uno de los atributos


más importantes de la persona. Este atributo, como hemos expuesto,
forma parte del concepto mismo de persona, pues la capacidad de derecho
siempre está presente.

Existen diferentes tipos de capacidades: la de derecho, que es atributo de


la persona, y la de hecho o de ejercicio, que no es un atributo, puesto que
puede faltar por completo.

La capacidad de derecho, también llamada capacidad de goce, se define


como la aptitud de que goza toda persona humana para ser titular de
derechos y deberes jurídicos. Esta aptitud se vincula con la personalidad
humana, por ello decimos que es un atributo y por lo tanto no puede
concebirse una incapacidad de derecho absoluta, porque sería contrario al
orden natural. (Borda, 2008).

El Código Civil y Comercial, en el art. 22, prescribe “Capacidad de derecho.


Toda persona humana goza de la aptitud para ser titular de derechos y
deberes jurídicos. La ley puede privar o limitar esta capacidad respecto de
hechos, simples actos, o actos jurídicos determinados.”1

Por otro lado, la capacidad de hecho o de ejercicio es la aptitud o grado de


aptitud de las personas físicas para ejercer los derechos de los que se es
titular o para ejercer por sí los actos de la vida civil. Es decir que, en este
caso, sí se pudieron adquirir ciertos derechos, pero, por alguna situación en
especial, no se los puede ejercer si no es a través de un representante.

1 Art. 22 del CCCN

1
Esta capacidad está expresamente prevista en el art. 23 del código único,
que establece “Capacidad de ejercicio. Toda persona humana puede
ejercer por sí misma sus derechos, excepto las limitaciones expresamente
previstas en este Código y en una sentencia judicial.”2

Comparación. Caracteres

La capacidad de derecho nunca puede faltar de manera absoluta, pues es


uno de los atributos de la persona, es decir que nace concomitante a la
existencia de la persona. Ahora bien, es relativa, pues no se posee de
manera total, ya que el límite para ser titular de derechos no sólo está en
los derechos de los demás, sino también en el interés público.

Distinto es el caso de la capacidad de ejercicio, que puede ser absoluta o


restringida o faltar de manera absoluta o restringida para determinados
actos jurídicos. El principio general del que debe partirse es el de la
capacidad, con las limitaciones que prevé el Código en el art. 24, en orden
a las personas incapaces de ejercicio y las que se determinen en una
sentencia judicial, para el supuesto de restricción al ejercicio de la
capacidad en relación a los mayores de edad, en las condiciones
establecidas por la legislación en el art. 24 inc. “c” y 31 y ss. del CCCN.

La incapacidad

Noción. Clasificación

Además de las capacidades, existen las incapacidades de derecho y de


hecho. Las mal llamadas “incapacidades de derecho”, en realidad, son
incompatibilidades o prohibiciones que la ley prevé en casos concretos
para evitar un daño al interés público. Es decir, son restricciones a la
aptitud genérica para ser titular de ciertos derechos en una determinada
relación jurídica.

El fin concreto de estas prohibiciones es ése: proteger el interés público y


al incapaz para evitar que cometa actos o hechos que puedan ser
perjudiciales para otras personas.

La incapacidad de hecho, por su parte, se verifica cuando determinada


persona no tiene aptitud para ejercer por sí misma determinados actos de
la vida civil, por lo que podemos decir que se trata de una persona
necesitada de un régimen de protección jurídica que la ampare y que

2 Art. 23 del CCCN.

2
impida el aprovechamiento, por parte de terceros, de esa situación de
debilidad.

El art. 24 del Código Civil y Comercial establece quiénes son las personas
incapaces de ejercicio, tema sobre el que volveremos más adelante.

La incapacidad de derecho
Definición. Caracteres

Tal como señaláramos anteriormente, las incapacidades de derecho


se presentan como prohibiciones o restricciones impuestas por la ley
teniendo en cuenta distintas circunstancias e implican la total
imposibilidad de adquirir el derecho, contraer el deber o realizar el
acto prohibido, no solamente por actuación propia sino también por
intermedio de otra persona. (Tagle, 2002).

De la circunstancia de que la capacidad de derecho se vincula con los


derechos inherentes al hombre como tal, se desprenden los
siguientes caracteres acerca de los casos de incapacidad de derecho:

a) Son excepcionales. La regla es la capacidad; sólo por


excepción se establecen ciertas incapacidades de derecho en
forma de prohibiciones de realizar determinados “hechos,
simples actos, o actos jurídicos determinados”, las que suelen
ser precisas, es decir sin tener carácter general.

b) Obedecen siempre a una causa grave: la restricción a la


capacidad de derecho responde siempre a un interés superior
o una razón moral y de buenas costumbres.

c) No pueden suplirse por representación: la incapacidad de


derecho no puede subsanarse por representación como se
prevé para los incapaces de hecho (Borda, 2008).

Incapacidades de derecho: enunciación ejemplificativa

Las incapacidades de derecho no están sistematizadas en el Código Civil y


Comercial, sino que aparecen diseminadas. Se refieren a prohibiciones o
restricciones en relación con: a) la calidad de las personas que intervienen
en el acto; b) las cosas que constituyen su objeto y c) la clase de acto de
acto de que se trate.

3
Un ejemplo de incapacidades en razón de la calidad de las personas que
intervienen es el art. 689 del Código Civil y Comercial, que refiere a los
contratos que tienen prohibido celebrar los progenitores con el hijo que
está bajo su responsabilidad. Por caso, no pueden comprar por sí ni por
persona interpuesta bienes de su hijo, ni constituirse en cesionarios de
créditos, derechos o acciones contra su hijo, ni hacer partición privada con
su hijo de la herencia del progenitor prefallecido, entre otros actos.

Un ejemplo de prohibiciones en relación a las cosas es el art. 1002 del


código único, que señala que:

No pueden contratar en interés propio:

a) los funcionarios públicos, respecto de bienes de cuya


administración o enajenación están o han estado encargados;

b) los jueces, funcionarios y auxiliares de la justicia, los árbitros y


mediadores, y sus auxiliares, respecto de bienes relacionados con
procesos en los que intervienen o han intervenido;

c) los abogados y procuradores, respecto de bienes litigiosos en


procesos en los que intervienen o han intervenido;

d) los cónyuges, bajo el régimen de comunidad, entre sí.

e) Los albaceas que no son herederos no pueden celebrar contrato


de compraventa sobre los bienes de las testamentarias que estén a
su cargo.3

En lo que toca a prohibiciones con relación a ciertos actos, podemos citar


el art. 120, que prevé los actos prohibidos del tutor; el art. 1646 inc. “b”,
que establece que no pueden hacer transacciones “los padres, tutores o
curadores respecto de las cuentas de su gestión, ni siquiera con
autorización judicial”4.

3 Art. 1002 del CCCN.


4 Art. 1646 del CCCN.

4
La incapacidad de ejercicio

Definición. Caracteres

Tal como sostuvimos, debe partirse de que la capacidad es la regla y la


incapacidad la excepción. La incapacidad de obrar resulta de un precepto
legal que establece quiénes son los incapaces de ejercicio (art. 24 CCCN).
Consiste en la falta de aptitud o en la imposibilidad del sujeto para realizar
por sí mismo actos jurídicos válidos, pero esta ineptitud legal puede
suplirse a través del instituto de la representación, previsto en los arts. 100
y 101 del código único.

Las incapacidades de hecho –de ejercicio o de obrar– han sido establecidas


en interés mismo del incapaz y por ello la ley ha procedido con un criterio
tutelar.

Esta incapacidad es susceptible de grados, ya que una persona puede


carecer de capacidad de hecho de manera absoluta, o bien, sólo para
determinados actos jurídicos.

Enumeración legal

El art. 24 del Código Civil y Comercial dispone:

Personas incapaces de ejercicio. Son incapaces de ejercicio:

a) la persona por nacer;

b) la persona que no cuenta con la edad y grado de madurez


suficiente, con el alcance dispuesto en la Sección 2ª de este
Capítulo;

c) la persona declarada incapaz por sentencia judicial, en la


extensión dispuesta en esa decisión.5

De acuerdo al precepto, tenemos que son incapaces de hecho:

a) La persona por nacer, que es la persona que está concebida en el seno


materno y aún no ha nacido; para que sus derechos y obligaciones
queden irrevocablemente adquiridos, debe nacer con vida, pues, de lo
contrario, se considerará que ella nunca existió.

5
Art. 24 del CCCN

5
b) Menores de edad y mayores que no cuentan con edad y grado de
madurez suficiente. Este inciso debe estudiarse en correlación con lo
dispuesto en el art.25, el que dispone que “menor de edad es la
persona que no ha cumplido dieciocho años”6. En efecto, el supuesto
de análisis refiere que son incapaces de ejercicio las personas “que no
cuentan con la edad y grado de madurez suficiente”7, por lo que
incluye a todas las personas que no han cumplido los dieciocho años,
salvo: a) el supuesto de los adolescentes en relación a los tratamientos
no invasivos (que veremos más adelante); b) el caso de los menores
emancipados por matrimonio que gozan de plena capacidad de
ejercicio con las limitaciones previstas (arts. 27 y 28) y c) la persona
menor de edad con título profesional habilitante que puede ejercer
profesión sin necesidad de previa autorización (art. 30).

Fuera de estas situaciones excepcionales, la regla es que las personas,


para gozar de la plena facultad para ejercer los derechos, deben ser
mayores de dieciocho años.

También son considerados incapaces de obrar las personas mayores


de edad que no cuenten con madurez suficiente, pues el artículo utiliza
la conjunción copulativa “y”, requiriéndose ambos requisitos para que
alguien sea considerado capaz.

En definitiva, estas dos pautas, edad y madurez suficiente,


predeterminan el límite, ya que, si la persona tiene edad y madurez
suficiente, puede validar su actuación autónoma; de lo contrario es
incapaz de ejercicio. (Fernández, 2014).

c) La persona incapaz por sentencia judicial. Este supuesto implica que,


mediante sentencia, se puede restringir la capacidad para
determinados actos, debiendo partirse siempre del presupuesto de la
capacidad, y que sus limitaciones son de carácter excepcional. Cuando
la persona se encuentre absolutamente imposibilitada de interaccionar
y expresar su voluntad, el sentenciante puede declarar la incapacidad y
designar un curador. Por último, comprende a los inhabilitados por
prodigalidad, a quienes se les designará un apoyo para el
otorgamiento de actos de disposición ente vivos y en los demás actos
que determine la sentencia.
Sobre este supuesto, volveremos al abordar las restricciones a la
capacidad, a cuya lectura nos remitimos.

6
Art. 25 del CCCN.
7
Art. 24 del CCCN.

6
Menor de edad y adolescencia

Definición

De conformidad al art. 25 del Código Civil y Comercial, menor de edad es la


persona que no ha cumplido dieciocho años y adolescente, la persona
menor de edad que cumplió trece años.

Es decir que todas las personas, desde su nacimiento hasta que cumplen
dieciocho años, son “menores de edad”, especificando la denominación de
“adolescente” a la persona menor de edad que ha cumplido la edad de
trece años.

Distinción entre menor de edad y adolescente

La Real Academia Española define adolescencia como la “Edad que sucede


a la niñez y que transcurre desde la pubertad hasta el completo desarrollo
del organismo” (RAE, 2015, http://lema.rae.es/drae/?val=adolescencia).

La diferente categoría entre menor de edad y adolescente parece tomar el


antecedente de la Ley de Protección Integral de los Derechos de las Niñas,
Niños y Adolescentes (Ley 26.061), creando una categoría jurídica no
prevista por la Convención de los Derechos del Niño, que integra nuestro
ordenamiento jurídico dentro del bloque federal de constitucionalidad y
define al niño como

“todo ser humano menor de dieciocho años de edad, salvo que, en virtud
de la ley que le sea aplicable, haya alcanzado antes la mayoría de edad”8.
De tal modo, en nuestro ordenamiento jurídico, los “adolescentes” son
indudablemente niños, sin que el Código pueda afectar este carácter, por
estar consagrado en una norma de jerarquía superior.

Influencia de los tratados internacionales

El Código Civil y Comercial, en relación al Código de Vélez, ha introducido


modificaciones importantes en la capacidad de ejercicio, a fin de adecuar el
derecho positivo a la Convención Internacional de los Derechos del Niño y
a la Convención Internacional de las Personas con Discapacidad.

De tal modo, el Código Único parte del principio de capacidad y dispone


que las restricciones a la capacidad son excepcionales, establece las
facultades judiciales para la determinación de esas restricciones así como

8
Art. 1 de la Convención de los Derechos del Niño aprobada por Ley Nº 23.849.

7
los sistemas de apoyo, la obligación del juez de oír y valorar las opiniones
de las personas interesadas así como el deber de darle la debida
intervención en el proceso, la revisión de la sentencia en un plazo máximo
de tres años ello también acorde a la Ley de Salud Mental, entre otras
modificaciones importantes que introduce en materia de capacidad.

La Convención sobre los Derechos del Niño consagra la “capacidad o


autonomía progresiva”, sistema que ha sido asumido por el código único,
estableciendo que es de dicha capacidad de donde resulta la autonomía
del niño que constituye el principio general.

La expresión “autonomía progresiva” implica reconocer que el niño es un


sujeto de derecho que tiene necesidades propias y específicas. Por lo
tanto, implica la obligación de darle la participación que corresponda de
acuerdo con su edad y desarrollo, además de respetar su ámbito de
autonomía. Éste deberá ser mayor a medida que transcurren los años, lo
que implica que será progresivamente menor la injerencia de los padres en
las decisiones que involucren los intereses del menor. En este proceso, el
niño deberá ser escuchado y su opinión deberá ser tenida en cuenta
cuando tenga la edad suficiente para ser su propio portavoz.

Todos estos criterios fueron tomados en consideración cuando se dictó, en


el año 2006, la ley 26.061 de Protección Integral de Derechos de los niños,
niñas y adolescentes. Así, la autonomía progresiva fue calificada por la ley
como integrante del interés superior del niño, al establecer que debe
respetarse su condición de sujeto de derecho, edad, grado de madurez,
capacidad de discernimiento y demás condiciones personales. (Santi,
2012).

El reconocimiento de los derechos y garantías procesales del niño adquiere


tal relevancia que ha dado origen a la Convención Europea sobre el
Ejercicio de los Derechos del Niño, que comenzó a regir el 1 de julio de
2000, y a la cual han ido prestando adhesión en forma sucesiva los
miembros de la Unión Europea.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos, en su Opinión Consultiva


Nº 17/02, del 28 de agosto de 2002, estableció en su art. 10 que, en los
procedimientos judiciales o administrativos que involucren a los niños,
deben atenderse a las particularidades que se derivan de su situación
específica, y que se proyectan razonablemente sobre la intervención
personal en dichos procedimientos, aspectos que son receptados por
nuestra ley 26.061 y por el Código Civil y Comercial.

8
Modo de ejercer los derechos los menores de edad

En primer lugar, debemos sentar la regla según la cual la persona menor de


edad ejerce sus derechos a través de sus representantes legales, que son
los padres, tutor o curador (sobre este tema volveremos al tratar el
instituto de la representación).

Sin embargo, la persona menor de edad que cuenta con edad y grado de
madurez suficiente puede ejercer por sí los actos que le son permitidos por
el ordenamiento jurídico, salvo que hubiere conflicto de intereses con sus
representantes legales, en los que ejercerán sus derechos mediante
asistencia letrada.

Alguno de los derechos que pueden ejercer los menores de edad sin
necesidad de que intervengan sus representantes legales son:

a) El menor de edad que ha obtenido título habilitante puede ejercer


la profesión por cuenta propia (art. 30).

b) La persona mayor de dieciséis años es considerada adulta para las


decisiones sobre su propio cuerpo, así como el adolescente tiene
aptitud para decidir sobre tratamientos que no resulten invasivos,
ni comprometan su estado o provoquen un riesgo grave para su
vida o integridad física (art. 26).

c) El adoptado con edad y grado de madurez suficiente tiene derecho


a conocer los datos relativos a su origen y puede acceder a ellos
cuando así lo requiera (art. 596).

d) Los progenitores adolescentes, estén o no casados, ejercen la


responsabilidad parental de sus hijos, pudiendo decidir y realizar
por sí mismos las tareas necesarias para su cuidado, educación y
salud (art. 644).

e) El hijo menor de edad puede reclamar a sus progenitores por sus


propios intereses sin previa autorización judicial, si cuenta con la
edad y grado de madurez suficiente y asistencia letrada (art. 679).

f) El hijo adolescente no precisa autorización de sus progenitores para


estar en juicio cuando sea acusado criminalmente (art. 680).

9
En definitiva, la persona menor de edad debe actuar por medio de sus
representantes legales, salvo en los casos en que el Código establezca que
pueden hacerlo por sí solos (art. 26).

El derecho a ser oído

El artículo 26 del Código Civil y Comercial, en concordancia con el art. 12 de


la Convención de los Derechos del Niño y con la ley 26.061, consagra el
derecho de los menores a ser oídos, el que implica que, siempre que los
menores tengan edad para poder expresar una opinión con fundamento,
deben ser escuchados y debe ser tenido en cuenta su parecer.

De esta forma, se contempla y reafirma un importante protagonismo del


niño, en cuanto se le reconoce mayor intervención en los actos que le
competen y afectan. Este reconocimiento implica destacar la autonomía de
la voluntad del sujeto, a pesar de su condición de menor.

En definitiva, se establecen las condiciones de participación de los menores


en los procesos judiciales que le conciernen, teniendo en cuenta el juez el
grado de madurez, reconociendo en forma progresiva su capacidad sobre
la base de la regla del discernimiento, en particular en aquellos casos en los
que pudiera haber conflictos de intereses entre el menor y sus
representantes legales.

Las decisiones de los menores en el ámbito de la salud

a) Tratamientos no invasivos

El artículo 26 del código unificado establece una presunción de que el


adolescente de entre trece y dieciséis años puede y se considera facultado
para aceptar y consentir por sí mismo ciertos tratamientos, siempre que
estos no resulten invasivos ni comprometan su estado de salud o
provoquen un riesgo grave en su vida o integridad física.

Esta presunción funcionará siempre que el adolescente pueda comprender


los aspectos esenciales relativos a la práctica propuesta, aunque, de ser
necesario, una última determinación siempre quedará en manos de los
tribunales, la lex artis y la costumbre, y, por lo general, será el médico
tratante quien decida acerca de la aptitud del tratamiento, con base en
criterios que desde el ámbito médico se van pautando.

b) Tratamientos que comprometen la salud del menor

10
Ahora, si se trata de un tratamiento que compromete su estado de salud o
está en riesgo su vida, el adolescente debe prestar su consentimiento con
la asistencia de sus progenitores, y, en caso de existir un conflicto entre
ambos, se resolverá judicialmente teniendo en cuenta el interés superior
del niño y la opinión médica respecto de las consecuencias de la realización
del acto.

c) Los cuidados del propio cuerpo del mayor de dieciséis años

Por último, el art. 26 establece que la persona mayor de dieciséis años es


considerada como un adulto para las decisiones sobre el cuidado de su
propio cuerpo.

De esta manera, se reconoce una anticipación de la capacidad de los


menores para dar consentimiento o asentimiento para ciertos actos de
intrusión en su cuerpo.

En el caso de desacuerdo entre el menor, el médico y los padres, deberá


intervenir la justicia a fin de que se valore la situación concreta del sujeto.

La persona menor de edad con título profesional habilitante.


Efectos

La persona menor de edad que ha obtenido un título habilitante para


ejercer la profesión puede ejercerla por cuenta propia sin necesidad de
previa autorización; consecuentemente, se le otorga la facultad de
administración y disposición de los bienes que adquiera con el producto de
aquélla, pudiendo también estar en juicio civil o penal por cuestiones
vinculadas con dicho ejercicio (art. 30 CCCN).

Sobre este aspecto, Kemelmajer de Carlucci destaca que título habilitante


es todo aquél para cuya obtención es necesaria la realización de estudios
disciplinarios, reglamentados por la autoridad educacional, a cuyo término
la autoridad competente extiende una constancia para el ejercicio de un
oficio o profesión reglada (Kemelamajer de Carlucci, 1976, p. 19).

En lo referente a la expresión “por cuenta propia”, se ha entendido que no


obsta a que el menor pueda emplearse, pues sería contradictorio que, si
puede trabajar por cuenta propia, no pueda trabajar en relación de
dependencia, máxime teniendo en cuenta que, en este último ámbito, se
encuentra amparado por la legislación protectoria del derecho del trabajo.

11
Por el contrario, en los casos del menor sin título habilitante debe tenerse
en cuenta las prohibiciones de la ley 26.390 de Prohibición de Trabajo
Infantil y Protección del Trabajo Adolescente. Así, cabe destacar que la ley
laboral prohíbe trabajar a los menores de 16 años; luego de esa edad, sólo
pueden hacerlo, hasta los 18, si cuentan con autorización de los padres, tal
como lo prevé el art. 32 de la ley 20.744.

Por último, es dable destacar que los bienes adquiridos por el menor con
su trabajo constituyen un patrimonio especial que queda bajo su libre
administración y disposición, mientras que los bienes del patrimonio
general siguen bajo la administración del representante legal.

Mayoría de edad

Definición. Efectos

El momento en que se alcanza la mayoría de edad es el día en que la


persona cumple los dieciocho años. En dicho momento cesa la incapacidad
de obrar y, consecuentemente, la persona adquiere la plena capacidad
para ejercer todos los derechos, salvo que se trate de alguno de los
supuestos contemplados en el art. 31 y ss., en los que, aun cuando el
sujeto haya cumplido los dieciocho años, éste puede ver restringida su
capacidad.

Emancipación por matrimonio

Definición. Caracteres

La emancipación por matrimonio es una institución que tiene su origen en


el derecho romano, mediante la cual se abre un período intermedio entre
la capacidad restringida y el de la plena capacidad; antes se enseñaba que
permitía al menor hacer una especie de “noviciado”, iniciarse
gradualmente en la práctica de la vida jurídica y de los negocios.

Las personas humanas no sólo adquieren plena capacidad de ejercicio


cuando alcanzan la mayoría de edad a los dieciocho años, sino también
antes de esa edad a través de la emancipación por matrimonio.

De este modo, la emancipación por matrimonio consiste en que, si bien la


edad legal para contraer el matrimonio es a los 18 años (art. 403 inc. “f” del

12
CCCN), es posible contraerlo igualmente antes de esa edad, previa
autorización de los padres o judicial.

La emancipación por matrimonio presenta los siguientes caracteres:

Se produce de pleno derecho con la celebración del matrimonio, sin


depender de ninguna formalidad.

Es irrevocable, de modo que, si el matrimonio se disuelve por muerte o


divorcio vincular, la emancipación del menor se mantiene. Aun en el
supuesto de nulidad del matrimonio, el cónyuge de buena fe mantiene la
capacidad; por el contrario, para el cónyuge de mala fe, la emancipación
deja de tener efecto a partir del momento en que recae sentencia de
nulidad en el proceso correspondiente.

Requisitos

Tal como hemos señalado, la edad legal para contraer matrimonio es a los
dieciocho años, sin embargo, es posible contraer matrimonio válido antes
de esa edad, previa autorización.

El art. 404 del Código Civil y Comercial dispone que, para el caso en que el
menor de edad no haya cumplido dieciséis años, éste puede contraer
matrimonio previa dispensa judicial. Ahora, si el menor ya cumplió dieciséis
años, puede contraer nupcias con autorización de sus representantes
legales y, a falta de ésta, puede hacerlo previa dispensa judicial.

Para el otorgamiento de la dispensa, el juez mantendrá una entrevista


personal con los futuros contrayentes y con sus representantes legales, y
tendrá en cuenta la edad y el grado de madurez de los pretendientes.
Valorará si comprenden las consecuencias jurídicas del acto matrimonial,
así como también evaluará la opinión de sus representantes.

Cumplimentados estos recaudos y otorgada la autorización, ya sea de los


representantes legales o del juez, según corresponda, podrán contraer
matrimonio y se producirán los efectos previstos para la emancipación.

Efectos

De tal modo, la persona menor de edad que contrae matrimonio queda


emancipada por ese acto y adquiere plena capacidad de ejercicio, con el
límite establecido en los arts. 28, 29 y 644 del CCCN.

13
La emancipación es causal de extinción de la titularidad de la
responsabilidad parental, de conformidad a los arts. 638 y 699, de manera
tal que cesa la representación legal que ejercen los padres, como así
también la tutela.

Por otro lado, la persona emancipada no podrá, ni con autorización judicial,


aprobar las cuentas de sus tutores, ni liquidarlas, otorgar contrato de
donación que tenga por objeto bienes recibidos a su vez por título gratuito,
ni celebrar contrato de fianza. Éstas son incompatibilidades de derecho,
cuya violación daría lugar a un acto nulo de nulidad absoluta en los
términos del nuevo art. 386 del CCCN.

La persona emancipada puede ejercer la responsabilidad parental respecto


de sus hijos menores de edad, y simplemente se establecen algunas
restricciones en el art. 644, tendientes a asegurar el consentimiento de
ambos padres.

Régimen legal

En la esfera extrapatrimonial, la emancipación extingue la responsabilidad


parental y por ende, el menor puede en adelante gobernar libremente su
persona y, como señalamos, puede ejercer la responsabilidad parental
respecto de sus hijos menores de edad.

Desde la esfera patrimonial, la capacidad del menor emancipado sufre dos


clases de restricciones: a) los actos prohibidos que no pueden realizarse ni
con autorización judicial (art. 28) y b) los actos que el menor no puede
realizar por sí solo, pero sí con autorización judicial (art. 29).

Los llamados actos prohibidos no son removibles ni con autorización


judicial, por eso dijimos que son incompatibilidades de derecho. Estos son:

a) No puede aprobar las cuentas de sus tutores y darles finiquito.


Resulta evidente que el sustento normativo se encuentra en las
obligaciones del tutor de rendir cuentas de su gestión y, por ende,
éstas deben ser aprobadas judicialmente (arts. 120, 130 y 131 del
CCCN).

b) También le está prohibido hacer donación de bienes que hubiese


recibido a título gratuito. El fundamento del precepto sigue
encontrándose en la liberalidad que implica el acto de donación de
un bien también recibido de ese modo.

14
c) Por último, se prohíbe al emancipado por matrimonio afianzar
obligaciones. De este modo, la persona emancipada no puede
afianzar obligaciones de terceros, cualquiera sea su naturaleza y
especie.

Desde otro costado, el art. 29 del Código Civil y Comercial prevé: “Actos
sujetos a autorización judicial. El emancipado requiere autorización para
disponer de los bienes recibidos a título gratuito. La autorización debe ser
otorgada cuando el acto sea de toda necesidad o de ventaja evidente”9.

Según este precepto, debe establecerse que el emancipado tiene la


facultad de disponer bienes –a título oneroso– recibidos a título gratuito
siempre que cuente con autorización judicial, debiendo el juez valorar la
necesariedad del acto o la conveniencia de éste.

Ahora bien, la persona emancipada tiene vedada la posibilidad de disponer


a título gratuito los bienes que hubiera recibido de igual modo (art. 28 inc.
“b”), pero puede disponerlos a título oneroso si cuenta con autorización
judicial.

9
Art. 29 del CCCN.

15
Referencias
Borda, G. A. (2008). Tratado de Derecho Civil. Buenos Aires: La Ley.

Fernández, S. E. (2014). El régimen de capacidad en el Nuevo Código Civil y


Comercial de la Nación. Suplemento Especial Nuevo Código Civil y Comercial 2014,
17/11/2014, AR/DOC/3834/2014.

Kemelmajer de Carlucci, A. (1976). La capacidad civil del menor que trabaja.


Buenos Aires: Astrea.

Santi, M. (2012). Capacidad y Competencias de las personas menores de edad en


el Proyecto de Nuevo Código Civil. DFyP, 01/11/2012, 213, AR/DOC/5246/2012.

Tagle, M V. (2002). Derecho Privado Parte General. [Tomo I]. Córdoba: Alveroni.

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