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Resiliencia

Según Scheier y Carver el vocablo Resiliencia proviene del término latino resilium, que significa
“volver atrás”, “volver de un salto”, “volver al estado inicial”, “rebotar”.

En español y en francés (résilience) se emplea en metalurgia en ingeniería civil para describir la


capacidad de algunos materiales de recobrar su forma original después de ser sometidos a una
presión deformadora.

Importado este vocablo a la psicología, se refiere a la capacidad del ser humano para hacer frente
a las adversidades de la vida, superarlas, e inclusive ser transformados por ellas. Se trata de dos
componentes: Por un lado la resistencia ante la destrucción, y por otra parte la capacidad de forjar
un comportamiento vital positivo pese a las circunstancias difíciles.

Factores de riesgo y enfoque de resiliencia

Es conveniente diferenciar entre los factores de riesgo y el enfoque de la resiliencia, ambos son
consecuencia de la aplicación del método epidemiológico a los fenómenos sociales. Y aunque se
refieren a aspectos diferentes, sin embargo ambos conceptos son complementarios. Considerarlos
en forma conjunta proporciona un enfoque global y fortalece su aplicación en la promoción de un
desarrollo sano.

Enfoque de riesgo: Se centra en la enfermedad, en el síntoma, y en aquellas características que


asocian una elevada probabilidad de daño biológico, psicológico y social.

Enfoque de resiliencia: Describe la existencia de verdaderos escudos protectores contra fuerzas


negativas, expresadas en términos de daños o riesgos, atenuando así sus efectos y, a veces,
transformándolas en factor de superación de la situación difícil.

Factor de riesgo: Son todas aquellas características, hechos o situaciones propias del
niño/adolescente o de su entorno que aumentan la posibilidad de desarrollar un desajuste social.

Factores protectores: Son aquellas características, hechos o situaciones propias del


niño/adolescente o de su entorno que elevan su capacidad para hacer frente a la adversidad o
disminuye la posibilidad de desarrollar desajuste psicosocial aún con la presencia de factores de
riesgo.

Individuos resilientes: Son aquellos que al estar insertos en una situación de adversidad, es decir,
que al estar expuestos a un conglomerado de factores de riesgo, tienen la capacidad de utilizar
aquellos factores protectores para sobreponerse a la dificultad, crecer y desarrollarse
adecuadamente, llegando a madurar como seres adultos competentes, pese a los pronósticos
desfavorables.
Pilares de la Resiliencia

a) Introspección: Arte de preguntarse a sí mismo y darse una respuesta honesta.

b) Independencia: Saber fijar límites entre uno mismo y el medio con problemas, de mantener
distancia emocional y física sin caer en el aislamiento.

c) Capacidad de relacionarse: Habilidad para establecer lazos e intimidad con otra gente, para
equilibrar la necesidad de afecto con la actitud de brindarse a los otros.

d) Iniciativa: Gusto de exigirse y ponerse a prueba en tareas progresivamente más complejas:

e) Humor: Encontrar lo cómico en la propia tragedia

f) Creatividad: Capacidad de crear orden, belleza y finalidad a partir del caos y del desorden.

g) Moralidad: Consecuencia para extender el deseo personal de bienestar a toda la humanidad y


capacidad de comprometerse con valores.

h) Autoestima consistente: Base de los demás pilares y fruto de cuidado afectivo consecuente del
niño o adolescente por parte de un adulto significativo.

La resiliencia es de naturaleza dinámica

Puede variar a través del tiempo y las circunstancias. Es el resultado de un equilibrio entre factores
de riesgo, factores protectores y personalidad del ser humano.

La Resiliencia tiene dos componentes importantes: la Resiliencia a la destrucción y la capacidad


para reconstruir sobre circunstancias o factores adversos. Se han encontrado condiciones del
medio ambiente social y familiar que favorecen la posibilidad de ser resiliente, como son: la
seguridad de un afecto recibido por encima de todas las circunstancias y no condicionado a las
conductas ni a ningún otro aspecto de la persona, la relación de aceptación incondicional de un
adulto significativo; y la extensión de redes informales de apoyo.
Actitudes que posibilitan la promoción del Resiliencia

- Establecer una relación de persona a persona.


- Descubrir en cada persona aspectos positivos. Confiar en la capacidad de la persona de ser
mejor de lo que es actualmente.
- Ser capaz de ponerse en el lugar del otro para comprender su punto de vista, sus actitudes
y sus acciones
- La humillación, el ridículo, la desvalorización, la indiferencia, afectan negativamente la
imagen y la confianza que la persona tiene de sí misma.
- Predicar con el ejemplo, adoptando actitudes de respeto, solidaridad y comprensión.
- Tener en cuenta que las necesidades, dificultades y expectativas de cada persona son
distintas.
- Estimular el desarrollo de las capacidades de escuchar, de expresión verbal y no verbal y
de comunicación en general.
- Usar límites, comportamientos tranquilizadores y observaciones verbales para ayudar a la
persona.
- Desarrollar comportamientos consecuentes que transmitan valores y normas, incluyendo
factores de resiliencia.

En los niños especiales:


- Promover amor incondicional.
- Expresar dicho amor verbal y físicamente de manera adecuada a la edad.
- Elogiar los logros y comportamientos deseados.
- Equilibrar las consecuencias o sanciones de errores con cariño y comprensión, así el niño
puede fallar sin sentir demasiada angustia, o miedo a la pérdida de la aprobación del
amor.
- Instarlo a que acepte la responsabilidad de sus comportamientos y, al mismo tiempo,
promover su confianza y optimismo sobre los resultados deseados.
- Apreciar a cada niño como persona y acompañarlo en sus dificultades y logros.
- Favorecer la capacidad lúdica, la imaginación y la creatividad.
- Permitir la expresión de sentimientos, emociones y sentido del humor.
- Desarrollar las relaciones con otros a través de juegos libres, y en el establecimiento de
normas y límites.

A continuación se exponen algunos consejos para desarrollar la resiliencia en los niños (Fuente
consultada: Asociación Americana de Psicología):

Hacer amigos: Enseña a tu hijo a establecer relaciones con sus iguales, a hacer amigos y
mantenerlos. Al mismo tiempo, asegúrate de que tiene una red familiar sólida en la que se siente
amparado y aceptado tal y como es. En la escuela, es fundamental prestar atención a los posibles
niños aislados y actuar en consecuencia. Las relaciones interpersonales fortalecen la resiliencia en
los niños y les dotan del apoyo social necesario para hacer frente a la adversidad.
Ayudar a los demás: Ayudar a los demás permite a los niños sentirse valorados y útiles. Pequeños
trabajos voluntarios o tareas adecuadas según su edad pueden contribuir a desarrollar esta
habilidad.

Mantener una rutina: Establecer y seguir una rutina diaria reconforta a los niños y les proporciona
seguridad, especialmente a los más pequeños, ya que les permite saber que están cumpliendo
correctamente con sus tareas.

Descansar: Tener y seguir una rutina es importante, pero también lo es saber cuándo tomarse un
descanso y hacer cosas diferentes. Tan importante es estudiar como jugar, divertirse y dar rienda
suelta a su creatividad. La clave está en el equilibrio.

Cuidarse: Debemos inculcarles desde pequeños la importancia de cuidarse a ellos mismos a través
de la alimentación, el deporte, el juego o el descanso. No debemos olvidar que los adultos somos
modelos para ellos, por lo que debemos predicar con el ejemplo.

Fijarse metas: Ayúdales a que establezcan desde pequeños metas y objetivos razonables en su
vida y a que avancen paso a paso hacia ellos. Recibir elogios por sus progresos les permitirá
centrar su atención en los logros y desarrollar la percepción de autoeficacia y confianza en sí
mismos para salir adelante ante los desafíos de la vida.

Fomentar una autoestima positiva: Recuérdale cómo supo lidiar con éxito con las dificultades en
el pasado y ayúdale a comprender que los desafíos de la vida le permiten desarrollar el
aprendizaje y la fortaleza que necesita para manejar los desafíos futuros. Ayúdale a que aprenda a
confiar en sí mismo tomando sus propias decisiones y resolviendo sus problemas. Enséñale a
tomarse las cosas con humor y a reírse de sí mismo.

Actitud positiva ante la adversidad: Incluso en los momentos más dolorosos, ayúdales a ver las
cosas con una perspectiva más amplia y a largo plazo. Los niños tienen dificultades a la hora de
imaginar el futuro, pero es importante hacerles ver que la situación actual es pasajera, y que el
futuro puede traer cosas muy positivas a sus vidas. Fomentar en ellos una actitud optimista les
permitirá focalizarse en el lado bueno de las cosas y a querer seguir adelante incluso en los
momentos más duros.

Autodescubrimiento y autoconocimiento: Los momentos difíciles brindan la oportunidad a los


niños a aprender más sobre sí mismos. Ayúdale a que sea consciente de que la manera que tiene
de afrontar la adversidad es una prueba de su fortaleza.

Aceptar que el cambio es parte de la vida: Los cambios de prácticamente cualquier tipo pueden
ser muy traumáticos para niños y adolescentes. Debemos ayudarles a ver que el cambio forma
parte de la vida y que las metas que han demostrado ser inalcanzables puedes sustituirse por otras
igualmente válidas.

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