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UNIVERSIDAD DE MÉXICO 29

Obra desigual, amorfa, visceral y cálida, za sus encantos y su aire de "persona


abierta y no acabada, es una de las más formal" para engañar a los hombres y
libres que posee un arte que se caracte- evitar todo contacto con ellos. ~o es su
riza por sus múltiples servidumbres. culpa, porque su madre no la qUiere. De
cuando en cuando monta a caballo con
MARNIE (Los infortunios de ...) una liberada alegría que cualquier~ que
tenga sus veinte centavos de ~reud. mter-
MIl'l'1Jie es el último producto lanzado pretará unívocamente. Un dla aClago ?
a la voracidad de las taquillas por esa feliz un hombre se le cruza en el caml-
m¡íquina de hacer cine llamada Alfred no, la sorprende con las manos en l~
Hitchcock. Ya ante un film tan funda- masa y se casa con ella, porq1;1e la ama
mentalmente deshonesto, mal realizado, y porque quier~ volverla. al Bien y. a la
atiborrado de lugares comunes y perso- Decencia. Al fmal, mediante un f1as~­
najes de cajón, como era Los pájaTOs, tu- back 'granguiñolesco, de un expresionI:-
vimos ocasIón de pír el coro de loas, in- mo licuescente, en el que no falta toda
terpretaciones morales, sociológicas, me- la parafernalia de t~uenos y relámpagos
tafísicas y escatológicas de la crítica que que creía,mos para siempre e~terrada en
capitanean los Cahiers en todo el mundo. el castillo de Udolfo, Marme sufre un
Ahora habrá que tratar de enfrentar nue- saludable shock Clue la remite al terrible
vamente todo ese delirio de interpreta- episodio de su !llñez qu.e causara, todas
ción a lo que el film realmente es. Con sus ... digamos Irregulandades, aSI ~omo
¡\t[rm'IÍe Hitchcock retorna al melodrama la cojera y la amargura de s~ ~ama. En
sicopoliciaco en el abominable estilo de Hitchcock, cuya fama de teCnICO exce-
Rebeca, Cuéntame tu vida, La soga, Bajo lente nadie niega, el truco es cada vez
el signo de capricornio, etcétera, etcéte- más visible e ineficaz. Todo lo que ya
ra. A fin de someter al espectador de ase- no se debe hacer con la cámara, en el
gurada fidelidad a toda la gama posible depar-tamento de. ~ontaje, en el lab~ra­
de deliciosos escalofríos, "el mago del torio, todas las VIejaS recetas ~e .un CI~e
suspenso" hace que Tippi Hedren, di- "visual", del que incluso Duvlvler (i ll1 -
rectamente salida del Harpers Bazaar, c1uso Duvivier!) se ha reído en E,l ~anto
transite sin respiro la cleptomanía, la do- de Enriqueta, surgen en esta chITnante
-Marnie ble personalidad, la frigidez sexual, dos maq uinaria de meter mi~do o hacer. ~o­
"sus veinte centavos ele Freud" o tres crisis de nervios, la zoofilia y otras rar a las señoras clorótlcas y las nll1as
"oscuras zonas del yo", para hacerla des- linfáticas: planos teñidos en rojo, palpi-
Entre los muchos temas que Ocho )' embocar en el violento y catártico sico- taciones de la cámara, primeros planos
medio desarrolla está, naturalmente, el análisis final ante las cejas estereotipa- sorpresivos, and more, and m01'e ... Lo
de la infancia de Fel1ini, y como éste ha das de un James Bond decididamente de- peor de todo es que ni la más leve son-
demostrado en todo su cine una autén- dicado a la tranquilidad burguesa y a la risa irónica, ningún gag que revelara una
tica nostalgia de la infancia (hay siem- reeducación de delincuentes. La trama cierta inteligente distancia de Hitchcock
pre en sus personajes principales un con- es infantil pero de ningún modo inge- ante este asunto, atraviesa por el film, y
movedor o ridículo aire de niños gran- nua: Marnie es una bella muchacha, su desarrollo es lento, indeciso y pom-
des) , los mejores momentos del film son meticulosa ladrona de oficinas que utili- poso, y de una fealdad visual irritante.
quizá aquellos que se refieren a los "ver-
des años" del realizador. Fellini tiene
una vulgar y poética creencia en los mi-
tos de la inocencia y la pureza de la ni-
Jiez y en todos los tópicos que la civili-
zación cristiana ha elaborado sobre el
niño. Pero esa creencia es genuina y es
T E A T RO
intensa, de ahí que el cineasta alcance
por una vez la profundidad artística en
esas imágenes en que se evoca -como un
nuevo Anteo y un nuevo Baco a la vez-
El teatro frívolo: Una sentida
bañándose en el mosto de la uva, rodea-
do de la ternura de la casa materna o
nota n.ecrológica
desafiando el castigo divino por ver bai-
lar a la Saraghina, tan, llena de vida, de Por Carlos MONSIV ÁIS
alegr,ía pánica y de poesía vulgar como
él. Se puede evocar -y algunos lo han iVluchas, muchas gracias ritmo de una ciudad que debe urbanizar
hecho ya- el Retrato de un artista ado- que'rido público, esta noche su provincianismo. Al arrasar al Tivoli
lescente, y hay en efecto una cierta seme- me han hecho la mujer más (el "tiburón" del caló citadino) , la pico-
janza en la manera como Joyce y Fellini feliz de toda mi vida. ta se llevó consigo el folklore desnudista
evocan una infancia marcada por la con- -MARíA VICTORIA y al ínfimo strip-tease. "Harapos", Willy
denación católica de la alegría, pero Fe- y Chicho fueron los últimos profetas de
llini es menos sombrío, más mediterrá- El último verdugo del teatro frívolo me- la grosería absoluta que rendía un ho-
neo y compasivo y humano que Joyce; xicano fue la televisión. Acosado por el men:~je a la viva procacidad de la "ga-
es decir, nos habla de una infancia más cine, vulnerado por la radio y el vodevil, yola. '
común, de una especie de infancia co- vino a morir de un modo categórico ante Quizá sea Salvador Novo el más pun-
lectiva, no la de un artista consciente des- la tiranía de la implacable "pantalla ca- tual relator de este teatro que ahora se
de el comienzo, un artista soberbio y so- sera". Ahora se sobrevive en dos heroi- extingue. Dice Novo: "Restituido a Mé-
litario. La vanidad de Fellini va en otro cos santuarios, el Lírico y el Blanquita, xico en 1917, sería yo desde en tonces tes-
sentido: en el sentido de demostrar que que demuestran, pese a su relativo éxi- tigo de los cambios no todos favorables,
su niñez fue, en cierro u10do, una niñez to económico, la escasa necesidad que inflictos al teatro por la ya apaciguada
universal, que todos han vivido y cuya manifiestan por tales espectáculos cinco Revolución.
emocionada evocación todos pueden millones de habitantes. Los verdugos ar- "El más importante de estos cambios:
compartir. A través del tópico, Fellini teros fueron la censura política y la cen- el auge del teatro frívolo, y con él la es-
alcanza la sustancia mítica de la niñez sura sexual. Limitado a un sketch ino- peranza, desgraciadamente frustrada, de
y revela su inevitable poesía. Su archisa- cuo, sin poder suscitar ya las más inno- Ull teatro nacional popular por su arrai·
biela pero real poesía. . bles y difundidas pasiones, el teatro frí- go, se origina en varias circunstancias
¿Es Ocho y medio una obra maestra? volo se convirtió en un show prolongado ambientales: un pueblo que acaba de
La obra maestra, así, en general, no exis- de televisión, en un desfile inanimado de sacudirse con violencia la dictadura y a
te, y quizá el arte modern<? com~n.zó el cantantes, vicetiples más o menos redi- los "ricos", anhela divertirse: y qué me-
día en que ~n~)S cuantos a!·tlstas h!c~eron mibles y coreografías anteriores al mo- jor que riéndose de los ricos y de las dic-
ese descubnffilento y se vieron aliViados vimiento. El refugio de lascivias meno- taduras, cualquiera sea su resurrección
de esa obsesión. Ocho y medio es, sim- res, el lugar donde crecían las "ombli- en los nuevos gobernantes o en las me-
plemente, la obra maestra de Fellini. guistas", el Tivoli, fue desechado por el didas que ellos tomen. Nace un teatro
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res" la intervención del público en la le-
perada, se suspende el fermento vital del
teatro frívolo. Cantinflas emigra al cine
y se hace evidente la decadencia de Ro-
berto Soto, advienen turbamultas de có-
micos más o menos insignificantes, más
o- menos deleznables.
El único de ellos con personalidad ini-
cial 'es Tin-Tan. Puede ser "protesta in-
consciente contra el pochismo"; lo más
seguro es que sea su glorificación. Jesús
Martínez "Palillo" también merece un
capítulo especial. Superhombre del Lí-
l'ico, triunfa por la baratura humorística
de su muy elemental y biliosa crítica
política. Héroe primero, termina en la
gritona provocación y sus mil y un fra-
casos recientes, sus procesos, suspensio-
nes y multas, son el claro signo de que
en el teatro frívolo no se podrá criticar
m,ís a nuestro establishment. Lo primero
que desapareció fue la tradición de ico-
nodastia vulgar.
Con el Margo concluye definitivamen-
te la vitalidad del teatro frívolo. D,í.maso
Pérez Prado y María Victoria son los dio-
ses finales de un olimpo acanallado y
cervecero. Las "colas" para oír al Rey del
Mambo no tienen parangón y María
Victoria es la última criatura de la "ga-
yola". La "gayola", la galería, ese mons-
truo combativo, de fácil ingenio, que con
obscenidades admirativas eleva a su úl-
tima gran figura, no volverá a gozar de
ese poder omnímodo. Las buenas cos-
tumbres, los inspectores de espectáculos,
la domesticación del público, terminan
con su fuerza impar.
Antes ha muerto Lucha Reyes y con
la desaparición de Pedro Infante, ter-
mina uno, el más notable, periodo heroi-
co. Lo que se sigue son ídolos menores,
tronos efímeros que comparten las sin-
f011olas, la Revista Musical N escafé y el
"la burguesía naciona.l, j'ecién co'/lSolidada." tea tro frívolo. El arrabal puede amoti-
narse y venerar brevemente a Marco An-
político -no en los grandes, aristocdl' maba la burla al sindicalismo oficial, so- tonio Muñiz, Enrique Guzmán o Sonia
ticos teatros ahora arrumbados, sin habi· brevino el avilacamachismo y el país dio López. Pero esas modas no hacen vera-
tantes importados ni clientela enjoya- un enorme salto, un salto dialéctico. Ya no; carecen del aliento consagrador, sa-
da y de a bono: si no en las carpas o en Cantinflas había reproducido en el "can- cralizador del mito. Queda así el teatro
los jacalones: El Apolo, el María Tepa- tinflismo" y por intuición genial, las frívolo como un carnaval del aburri-
che, el Lírico. Con parodias como El Tc- fórmulas de la demagogia imperante y miento fácil, como edén de vicetiples y
norio JV[odenústa; con sil tiras como El había elaborado un caos verbal que las tríos románticos.
País de los Cartones; y en la creación, Cámaras Legislativas repetían y antici- También ha perdido ya el teatro frí-
por Ji n, de "ti pos" a todos familiares y paban en forma alternada. Pero de pron- volo -de hecho con la huida de Cantill-
gustosos, como el indio ladino, el ranche- to, la burguesía nacional, recién consoli- flas- una función 'eapital: renovar el
ro, la gata, el gendarme: personajes de dada, reafirmada, decidió que era el pre- lenguaje. Este cometido que la carpa
nuestra "Comedia del Arte" que halla- ciso instante en que debía tomarse en se- cumplió espléndidamente y que Beris-
rÍ<tn a Saturno personificación próspe- rio. Ya estaba harta de que esos comi- t,íin, la Wilhelmy, la Rivas Cacho, Soto
ra en "el Cua tezón Beristáin" con "la cuchos la insultaran y la vejaran. Su fla- e incluso Tin-Tan desempeñaban con
pingüica" Rivas Cacho: en Roberto Soto mante respetabilidad exigía el olvido de ahínco, al adecentarse el teatro frívolo,
y Delia Magaí'ía, y por fin en Cantinflas". su pasado inmediato, de su padre que era al exigirse un lenguaje propio para fa-
A continuación, Novo da razones para peón acasillado y de su abuelo que mu- milias (ese vocabulario mí!1im.o de cin-
explicar la muerte del teatro frívolo y rió ahorcado por abigeo y de él mis- cuenta palabras del comUlllcatlvo hoga.r
centra su argumentación en el hecho de mo, que de peluquero del Jefe Máximo típico) , se perdió. Las palabras se petn-
que la radio (y el cine y la TV), al no habla devenido en generoso millonario. ficaron y ya sólo, por conducto de los
exigir demasiado a sus participantes, No era momento para burlas. El desti- espect,í.culos, nos llegan mínimos agrega-
acabaron por exterminar el espíritu que no de una patria -que intervenía en dos a nuestra "riqueza verbal". Y éstos
animaba el sketch: "¿Para qué quebrarse una guerra mundial- estaba en sus ma- derivan en su inmensa mayoría de los
nadie la cabeza con escribir siquiera un nos y el burgués no toleraría excesos hu- comerciales. ("Tan buena la grande
guión? Por otra parte, los cónticos, que morísticos que perjudicaran o resque- como la chiquita", "La rubia de categ~­
empezaban a ganar con el raclia, luego brajaran la imagen ideal que le ofrecía ría", las expresiones que hoy nos enrI-
con los discos y ahora con la televisión un espejo complaciente, el de la Segu- quecen). Es decir, de una transfor~a­
lo que nunca en el teatro, ¿por qué iban ridad Nacional. Por eIJo, a partir del ción cualitativa que ejercían los cómICOS
a tomarse el trabajo de aprenderse y en- avilacamachismo se inicia una censura hemos pasado a una lenta, miserable
sayar una obra, y por el poco dinero que política que irá minando las bases po- transforluación cuantitativa. Se han ido
el tea tro ha dado siempre?" pulares del teatro frívolo. La otra cen- definitivamen te las épocas en que los
Sin ignorar la validez de esta funda- sura, la sexual, emerge cuando el Bur- cómicos y sus. "patiños" decidían en fra-
mentación económica de un deceso tea- gués ya próspero y sereno, certifica que se jacobina "¡El lenguaje: he allí el ene-
tnd, creemos que hay razones comple- las atrocidades de una Revolución de migo!", y se lanzaban para penetrar y
mentarias que también influyeron en raptos y zafarranchos no fueron suyas, y modificar su solemne inmutabilidad. Es-
gran medida. Después del cardenismo y que advierte además la premiosa nece- ta funcián hoy queda en manos del
el callismo, cuando Beristáin personifi- sidad de imponer la austeridad, el or- comic (La familia Burrón el úni.co ejem-
caba al "nuevo rico" y Roberto Soto, por den, la decencia. plo digno) y de hélas', los scnpts wn-
su similitud física con Morones, extre- Cuando se prohíbe el di<'tlogo de albu- tcn de televisión.

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