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UNIDAD DIDÁCTICA 1: INTRODUCCIÓN A LA QUÍMICA

ORGÁNICA – CONCEPTOS BÁSICOS

1.1. Introducción
En los comienzos del siglo XIX, la química era esencialmente descriptiva.
Casi lo único que los químicos de aquella época podían hacer era dividir
la materia en dos grandes categorías: sustancias orgánicas e
inorgánicas. Las primeras se definen como compuestos que derivan
directa o indirectamente de los seres vivos; mientras que las segundas
son las que proceden de fuentes inanimadas.
Inicialmente la química centró su atención en las sustancias
inorgánicas, siendo su análisis relativamente sencillo dado que sus
moléculas consistían, por lo general, en un pequeño número de átomos
diferentes combinados en proporciones definidas. Cuando los químicos
comenzaron a analizar las sustancias orgánicas, el cuadro parecía ser
completamente distinto. Las sustancias podían tener la misma
composición y mostrar, sin embargo, propiedades muy diferentes. Por
ejemplo, el dimetil éter y el etanol presentan la misma fórmula empírica
(C2H6O), sin embargo, el primero es un gas a temperatura ambiente
mientras que el etanol es un líquído. Esto llevó a suponer que a los
compuestos orgánicos no se les podía aplicar las leyes de la Química,
puesto que contenían muchos átomos combinados de diferentes formas.
Como consecuencia de estos descubrimientos, Berzelius elaboró la
teoría del vitalismo, según la cual era necesaria la participación de una
fuerza vital para la síntesis de un compuesto orgánico. Según esto, la
síntesis sólo podía tener lugar en organismos vivos y nunca en un
laboratorio.
Sin embargo, no pasaron muchos años, hasta que en 1828 el
químico alemán Friedrich Wöhler obtuviese en el laboratorio una
sustancia orgánica, la urea, por calefacción de cianato amónico,
sustancia considerada como inorgánica. Después de este
descubrimiento, se sintetizaron otros compuestos orgánicos utilizando
sustancias inorgánicas como materiales de partida. En poco tiempo
quedó totalmente rechazada la teoría de la fuerza vital, y poco a poco la
Química Orgánica empezó a considerarse como una rama más de la
Química, regida por las mismas leyes físico-químicas que cualquiera de
las demás ramas de esta ciencia.
Así pues, la Química Orgánica quedó definida como la parte de la
Química que estudia los compuestos del carbono, definición que aún
está justificada, puesto que los compuestos derivados del átomo de
carbono presentan propiedades notablemente diferentes a las del resto
de compuestos químicos. Las diferencias más notables con los
compuestos inorgánicos son: bajos puntos de fusión y ebullición,
reactividad más lenta y compleja y estructuras complicadas, en
ocasiones, difíciles de elucidar.
La Química Orgánica se relaciona, prácticamente, con todos los
aspectos de la vida humana, animal y vegetal. En los procesos que
tienen lugar en el organismo están implicados compuestos orgánicos
tales como enzimas, proteínas, hormonas, ácidos nucleicos, etc.; la ropa
que nos protege, nylon, poliamidas, etc., es de naturaleza orgánica; el
combustible que impulsa los medios de transporte; los fármacos
utilizados en el tratamiento de las enfermedades; los plaguicidas que
ayudan a combatir a los agentes transmisores de enfermedades en
animales y plantas, etc. En resumen, gran parte del mundo que nos
rodea está relacionado con la Química Orgánica.

1.2. El átomo de carbono


Como se ha dicho anteriormente, la Química Orgánica es la Química del
carbono. A partir de carbono, como elemento fundamental, e hidrógeno,
oxígeno, nitrógeno, azufre y, en algunos casos, otros elementos, pueden
formularse innumerables compuestos presentes en la Naturaleza o
sintetizados en el laboratorio.
Cabe preguntar ahora: ¿por qué el átomo de carbono puede dar
lugar a un número tan elevado de compuestos indispensables para la
vida como son, por ejemplo, las proteínas?
El átomo de carbono ocupa el sexto lugar en el sistema periódico,
por lo que su configuración electrónica es: 1s22s22p2. La distribución
energética de los electrones se encuentra representada en la Figura 1.1.
Según esta disposición cabría esperar que el átomo de carbono
fuera bivalente; sin embargo, en todos los compuestos orgánicos el
carbono es tetravalente, es decir, aporta cuatro electrones al enlace.
Para que esto suceda, es necesario que un electrón del orbital 2s,
mediante un aporte de energía, pase a ocupar el orbital vacante 2pz. La
nueva distribución electrónica es la representada en la Figura 1.1.
Aunque así queda explicada la tetravalencia del carbono no es suficiente
para justificar la estructura y naturaleza de sus enlaces.
Para completar el octete electrónico y adoptar la configuración del
gas noble correspondiente, el átomo de carbono podría tomar cuatro
electrones transformándose en el anión C4–, adquiriendo la
configuración del átomo de Ne, o bien desprenderse de ellos pasando de
esta forma al catión C4+ y adoptando la configuración electrónica del He.
Ambos procesos son imposibles ya que se requeriría una gran cantidad
de energía.
Por ello, para completar el octeto electrónico, el átomo de carbono
comparte sus cuatro electrones más externos con los de otros átomos,
formando enlaces covalentes. Esto hace que la característica
fundamental de los compuestos orgánicos sea la presencia de enlaces
covalentes en sus moléculas. Enlaces de carácter iónico pueden
observase en casos aislados.
Pero tal vez, la característica más notable que distingue al átomo
de carbono de todos los demás elementos, es la capacidad que presenta
para formar cadenas uniéndose consigo mismo; es decir, el átomo de
carbono puede compartir un electrón con otro átomo de carbono, y así
sucesivamente de manera prácticamente ilimitada, por lo que las
cadenas carbonadas que se originan dan lugar a un número
extremadamente elevado de compuestos.
Otro elemento que desempeña un importante papel en la Química
Orgánica es el hidrógeno. La inmensa mayoría de las cadenas
carbonadas contienen hidrógeno en su molécula, debido a la gran
facilidad que poseen ambos elementos para formar enlaces covalentes.
Así pues, sobre los átomos de carbono e hidrógeno queda asentada la
base de la Química Orgánica, pues sólo con estos dos elementos se
origina la gran serie de hidrocarburos presentes en la Naturaleza. Los
demás compuestos orgánicos resultan de sustituir átomos de hidrógeno
por otros diferentes, como se verá posteriormente (Unidades 2 y 3).

1.3. Tipos de hibridación de los orbitales atómicos del átomo de


carbono
La pregunta que puede plantearse ahora es: ¿qué estructuras presentan
las cadenas carbonadas? Para contestar a esta pregunta es necesario,
en primer lugar, recurrir a moléculas sencillas como punto de partida
para explicar la estructura de otras más complejas.
El estudio por rayos X del metano, el más sencillo de todos los
hidrocarburos saturados, de fórmula CH4, demuestra que todos los
enlaces C–H son equivalentes, con una longitud de 1,10 Å y formando
entre sí un ángulo de 109° 30', lo que les sitúa dirigidos hacia los
vértices de un tetraedro regular en el centro del cual se dispone el
átomo de carbono y los átomos de hidrógeno en los vértices del mismo,
como se muestra en la Figura 1.2.

Es evidente entonces, que la configuración electrónica del átomo


de carbono excitado, que se había supuesto anteriormente, no explica la
estructura tetraédrica del metano, ya que los tres orbitales 2px, 2py y
2pz del átomo de carbono darían lugar a tres enlaces C–H con ángulos
de 90°, siguiendo las direcciones x, y, z, o lo que es lo mismo, los
vértices de un cubo, mientras el cuarto enlace C–H originado por el
orbital 2s de simetría esférica, y por tanto adireccional, podría seguir
cualquier dirección del espacio; es evidente que los cuatro enlaces no
serían equivalentes. ¿Cómo puede explicarse entonces la estructura del
metano? Para poder hacerlo es necesario recurrir a la teoría de
hibridación de orbitales.

1.3.1. Hibridación sp3. Estructura del metano y etano


Linus Pauling, en 1931, demostró que los cuatro orbitales atómicos del
átomo de carbono 2s, 2px, 2py y 2pz pueden combinarse
matemáticamente o hibridarse para formar cuatro orbitales
equivalentes, orientados en el espacio hacia los vértices de un tetraedro.
Estos nuevos orbitales tetraédricos, construidos matemáticamente por
combinación de un orbital atómico s y tres orbitales p, se denominan
orbitales híbridos sp3 como se muestra en la Figura 1.3.

El orbital sp3 se describe como un orbital direcciona y es capaz de


formar enlaces muy fuertes por interacción con los orbitales de otros
átomos. Por ejemplo, la interacción de un orbital híbrido sp3 del carbono
con un orbital s del hidrógeno da lugar a un enlace σ C–H.
Cuando los cuatro orbitales híbridos del carbono interaccionan con
los orbitales 1s del átomo de hidrógeno, se forman cuatro enlaces σ C–H
idénticos. En la Figura 1.4 está representada la molécula de metano.
Los orbitales híbridos del átomo de carbono pueden interaccionar
también con otro orbital sp3 de otro átomo de carbono distinto para
formar cadenas de dos, tres, cuatro o un gran número de eslabones. Por
ejemplo, la molécula de etano y puede representarse como se indica en
la Figura 1.5.
Como puede observarse, debido a que así lo impone la estructura
tetraédrica del átomo de carbono con hibridación sp3, las cadenas
carbonadas de los hidrocarburos saturados o alcanos, de fórmula
general CnH2n+2, adoptan una forma característica en zig-zag, por lo que
también se les suele representar de la siguiente manera:

1.3.2. Hibridación sp2. Estructura del etileno


Además de la hibridación sp3, el átomo de carbono puede presentar
hibridación sp2. Esto supone utilizar los orbitales 2s 2px y 2py para
formar tres orbitales híbridos sp2, quedando el orbital 2pz sin hibridar,
albergando un electrón.
Los lóbulos del orbital híbrido sp2 están en el mismo plano y
situados en los vértices de un triángulo equilátero formando ángulos de
120°, mientras que el orbital 2pz se dispone perpendicularmente al plano
sp2, como se muestra en la Figura 1.6.

El carbono con hibridación sp2 da lugar a la serie homóloga de los


alquenos, de fórmula general CnH2n, siendo el eteno o etileno el
representante más sencillo. En la Figura 1.7 se muestra la molécula de
etileno. Como puede observarse, la molécula presenta un doble enlace.
Por solapamiento de dos orbitales híbridos sp2 se origina un enlace σ
Csp2-Csp2. Por otra parte, los orbitales 2pz sin hibridar solapan
lateralmente por encima y por debajo del plano de la molécula formando
un enlace π adicional. Los otros dos orbitales híbridos sp2 de cada átomo
de carbono forman enlaces σ con los orbitales 1s del átomo de
hidrógeno.

El enlace π formado, refuerza el enlace σ el cual es más débil que


el enlace σ C–C de los alcanos. Sin embargo, el conjunto de los dos
enlaces tiene más fortaleza, lo que hace que la distancia entre los dos
átomos de carbono sea menor que en los alcanos.
Se observa también que la longitud de enlace C–H en los alquenos
es menor que en los alcanos.

Esto puede explicarse teniendo en cuenta que el enlace C–H en el


etileno tiene lugar por solapamiento entre un orbital 1s del átomo de
hidrógeno y un orbital híbrido sp2 del átomo de carbono, cuyos lóbulos
son más cortos que los del sp3 utilizados en el enlace C–H de los
alcanos.
La consecuencia más importante que puede deducirse de este tipo
de hibridación es que la molécula de etileno es plana porque así lo
impone el enlace π, que impide que haya rotación libre entorno al enlace
σ entre los dos átomos de carbono. En la Figura 1.8 se muestra la
geometría que presenta la molécula de etileno.

Una consecuencia que resulta de la geometría plana del doble


enlace, es la aparición de estereoisomería o isomería geométrica.
1.3.3. Hibridación sp. Estructura del acetileno
El tercer tipo de hibridación que puede presentar el carbono es la
hibridación, en ella el átomo de carbono utiliza los orbitales 2s y 2px
para formar dos orbitales híbridos sp; dichos orbitales se sitúan en línea
recta, formando entre sí un ángulo de 180°. De esta manera, los
orbitales 2py y 2pz quedan sin hibridar situándose en planos
perpendiculares. En la Figura 1.9 está representado un átomo de
carbono con hibridación sp.
Como en los casos anteriores, el carbono con hibridación sp da
lugar a la serie homóloga de los alquinos, de fórmula general CnH2n-2,
siendo el acetileno el primero de la serie. En la Figura 1.10 está
representada la molécula de dicho hidrocarburo.

Como puede observarse, el triple enlace existente entre los


átomos de carbono de la molécula de acetileno se forma por
solapamiento de los orbitales híbridos sp de cada uno de los carbonos,
dando lugar a un enlace σ; los orbitales 2py y 2pz, que se sitúan en
planos perpendiculares, solapan lateralmente para formar dos enlaces p.
Los orbitales sp restantes forman, cada uno de ellos, un enlace s con el
orbital s de los átomos de hidrógeno.

El triple enlace carbono-carbono es más corto que el doble y el


sencillo, siendo su longitud de 1,20 Å lo que le hace el más fuerte de los
enlaces carbono-carbono. El enlace C–H es también más corto que en el
caso de los alcanos y alquenos debido al mayor carácter s del híbrido sp
y, por tanto, ser menor la longitud de sus lóbulos.
Debido a la hibridación sp, el acetileno es una molécula lineal lo
que hace imposible la isomería geométrica presente en los alquenos. La
geometría de dicha molécula se representa a continuación:

Como resumen de todo lo expuesto anteriormente, puede


decirse que existen grandes diferencias estructurales entre los alcanos,
alquenos y alquinos:

1.4. Modelos moleculares y estructuras – como representar los


compuestos orgánicos
Cubramos un punto más antes de finalizar este capítulo introductorio.
En las estructuras que hemos representado hasta ahora, una línea entre
los átomos ha representado los dos electrones en un enlace covalente;
sin embargo, es tedioso dibujar cada enlace y cada átomo, por lo que
los químicos han ideado varias maneras como de taquigrafía para
escribir las estructuras. En estructuras condensadas, no se muestran
los enlaces sencillos carbono-hidrógeno y carbono-carbono; en cambio,
se comprenden. Si un carbono tiene tres hidrógenos unidos, escribimos
CH3; y si un carbono tiene dos hidrógenos unidos, escribimos CH2, y así
sucesivamente; por ejemplo, el compuesto llamado 2-metilbutano, se
representa como sigue:
Nótese que los enlaces horizontales entre los carbonos no se
muestran en las estructuras condensadas —las unidades CH3, CH2 y CH
se colocan simplemente una al lado de otra— pero el enlace carbono-
carbono vertical se muestra para mayor claridad en la primera de las
estructuras condensadas dibujadas arriba. Nótese también que en la
segunda de las estructuras condensadas las dos unidades CH3 unidas al
carbono CH se agrupan juntas como (CH3)2.
Aún más sencillo que las estructuras condensadas es el uso de
estructuras de esqueleto como las que se muestran en la tabla 1.3. Las
reglas para representar estructuras de esqueleto no son complicadas.
Son las siguientes:
Regla 1: Por lo general no se muestran los átomos de carbono y en su
lugar se asume que hay un átomo de carbono en cada intersección de
dos líneas (enlaces), y al final de cada línea. Ocasionalmente, puede
indicarse un átomo de carbono para énfasis o claridad.
Regla 2: No se muestran los átomos de hidrógeno unidos al carbono, y
partiendo que el carbono siempre tiene una valencia de 4, mentalmente
aportamos el número correcto de átomos de hidrógeno para cada
carbono.
Regla 3: Se muestran todos los átomos diferentes al carbono y al
hidrógeno.
Un comentario más: aunque agrupaciones tales como -CH3, -OH y
-NH2 por lo general se escriben con el átomo C, O, o N primero, y
después el átomo H, algunas veces se invierte el orden de escritura a
H3C-, HO- y H2N si hay necesidad de hacer más claras las
conexiones de enlace en una molécula. Sin embargo, no se invierten
las unidades largas como -CH2CH3; no escribimos H3CH2C- porque
podría ser confuso; sin embargo, no existen reglas bien definidas que
cubran todos los casos; es en gran parte una cuestión de preferencia.

1.5 Fuerzas intermoleculares en compuestos orgánicos –


interacciones no covalentes
Cuando piensan acerca de la reactividad química, los químicos
usualmente enfocan su atención sobre los enlaces, las interacciones
covalentes entre los átomos dentro de moléculas individuales; sin
embargo, también son importantes, en particular en biomoléculas
grandes como proteínas y ácidos nucleicos, una variedad de
interacciones entre moléculas que afectan en forma intensa las
propiedades moleculares. En forma colectiva se llaman fuerzas
intermoleculares, fuerzas de van der Waals, o interacciones no
covalentes, también son de varios tipos diferentes: fuerzas dipolo-
dipolo, fuerzas de dispersión y enlaces por puentes de hidrógeno.
Las fuerzas dipolo-dipolo ocurren entre moléculas polares como
resultado de interacciones electrostáticas entre dipolos. Las fuerzas
pueden ser atractivas o repulsivas, dependiendo de la orientación de las
moléculas: atractivas cuando están juntas cargas distintas y
repulsivas cuando están juntas cargas iguales. La geometría
atractiva es de menor energía y por tanto predominante (figura 2.7).

Figura 2.7. Las fuerzas dipolo-dipolo ocasionan que las moléculas


polares (a) se atraigan una a la otra cuando se orientan con cargas
diferentes juntas pero (b) se repelen una a la otra cuando se orientan
con cargas iguales juntas.
Las fuerzas de dispersión ocurren entre todas las moléculas
vecinas y surgen porque la distribución electrónica dentro de las
moléculas está cambiando constantemente, y aunque uniforme en una
base de tiempo promedio, la distribución electrónica aun en las
moléculas no polares tiende a ser no uniforme en cualquier instante. Un
lado de la molécula puede tener, por casualidad, un ligero exceso de
electrones en relación con el lado opuesto, dando a la molécula un
dipolo temporal; este dipolo temporal en una molécula ocasiona que una
molécula cercana adopte un dipolo temporal opuesto, con el resultado
de que se induce una pequeña atracción entre las dos (figura 2.8). Los
dipolos temporales moleculares tienen sólo una existencia fugaz y están
en constante cambio, pero sus efectos acumulativos son con frecuencia
lo suficientemente fuertes como para causar que una sustancia sea
líquida o sólida en lugar de gaseosa.
Figura 2.8. Como se muestran en estos modelos del pentano, C5H12, las
fuerzas de dispersión atractivas en moléculas no polares son causadas
por dipolos temporales.
Quizá la más importante de las interacciones no covalentes en las
moléculas biológicas es el enlace por puente de hidrógeno, una
interacción atractiva entre un átomo de hidrógeno enlazado a un átomo
de O o de N electronegativo y un par de electrones sin compartir en otro
átomo de O o de N. En esencia, un enlace por puente de hidrógeno es
una interacción dipolo-dipolo fuerte que involucra enlaces polarizados O-
H y N-H. Los mapas de potencial electrostático del agua y del amoniaco
muestran claramente los hidrógenos polarizados positivamente (azul), y
los oxígenos y nitrógenos polarizados negativamente (rojos).

Los enlaces por puente de hidrógeno tienen enormes


consecuencias para los organismos vivos, porque ocasionan que el agua
sea un líquido en lugar de un gas a temperaturas ordinarias, mantienen
las enzimas en las formas necesarias para la catálisis de reacciones
biológicas, y ocasionan que las cadenas del ácido desoxirribonucleico
(ADN), se apareen y se enrollen en la doble hélice que almacena la
información genética.
Otro punto antes de dejar el tema de interacciones no covalentes: los
químicos con frecuencia utilizan los términos hidrófilo, que significa
“amante del agua”, para describir una sustancia que se disuelve en
agua e hidrófobo, que significa “temeroso del agua”, para describir una
sustancia que no se disuelve enagua. Las sustancias hidrófilas como el
azúcar de mesa, usualmente tienen un número de cargas iónicas o
grupos - OH polares en su estructura, por lo que son atraídas
fuertemente por el agua. Las sustancias hidrófobas como el aceite
vegetal, no tienen grupos que forman enlaces por puente de hidrógeno,
por lo que su atracción por el agua es débil.
1.6 el concepto de grupo funcional
Se conoce como grupos funcionales a las características estructurales
que hacen posible la clasificación de los compuestos en familias. Un
grupo funcionales, es un grupo de átomos que tienen un
comportamiento químico característico en todas las moléculas en las que
aparece; por ejemplo, comparemos el etileno, una hormona de las
plantas que causa la madurez de las frutas, con el menteno, una
molécula mucho más complicada. Ambas sustancias contienen un
grupo funcional de enlace doble carbono-carbono, y por tanto ambas
reaccionan de la misma manera con el Br2 para dar productos en los
cuales se añade un átomo de Br a cada uno de los carbonos doblemente
enlazados (figura 3.1). Este ejemplo es típico: la química de todas las
moléculas orgánicas, independientemente de su tamaño y complejidad,
está determinada por los grupos funcionales que contiene.
Figura 3.1 Las reacciones del etileno y del menteno con bromo (Br2). En
ambas moléculas el grupo funcional de enlace doble carbono–carbono
tiene un patrón de polaridad similar, por lo que ambas moléculas
reaccionan de la misma manera con el Br2, y no son de importancia el
tamaño y la complejidad del resto de las moléculas
Observe cuidadosamente la tabla 3.1, la cual lista varios de los grupos
funcionales comunes y proporciona ejemplos simples de su presencia.
Algunos grupos funcionales tienen sólo enlaces carbono-carbono dobles
y triples; otros tienen átomos de halógeno, y otros contienen oxígeno,
nitrógeno o azufre. La mayor parte de la química que se estudiará es la
de estos grupos funcionales.
1.7 Lectura aplicada al eje temático agropecuario-ambiental:
toxicidad y riesgos de las sustancias químicas (Tomado de, Mc
Murry, Química orgánica, 7ª edición).
Recopilación bibliográfica hecha de:
1. Cabildo, M. M. D. P., García, F. A., & López, G. C. (2008). Química
orgánica. Recuperado
de https://bibliotecavirtual.unad.edu.co:2538/lib/unadsp/reader.action?
ppg=22&docID=3199649&tm=1543938734446
2. McMurry J. Química orgánica (2008). Séptima edición.

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