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VERDAD E IMAGEN ÁNGEL CORDOVILLA PÉREZ

173

Colección dirigida por


Ángel Cordovilla Pérez

EL EJERCICIO
DE LA TEOLOGÍA
Introducción al pensar teológico
y a sus principales figuras

EDICIONES SÍGUEME
SALAMANCA
2007
CONTENIDO

Prólogo...................................................................................... 9

1. ¿Qué es la teología? ............................................................ 11


2. El «objeto» de la teología: Dios en su revelación y en su
misterio . .. ... .... .. .. .... .. .. .. .. .. ...... .. .. ............ .. .. .............. ..... 41
3. El sujeto y el lugar de la teología: la Iglesia como comuni-
dad de fe .............................................................................. 75
4. El método en teología: «auditus-intellectus-actio fidei» .... 99
5. El alma de la teología: la sagrada Escritura ........................ 111
6. La memoria de la teología: la Tradición.............................. 137
7. El marco de la teología: el magisterio de la Iglesia ............ 171
8. La forma católica de la teología .........:................................ 187
9. La biografía de la teología................................................... 219
Cubierta diseñada por Christian Hugo Martín
1O. La teología, amistad de Dios y don del Espíritu ................. 261
© Ediciones Sígueme S.A.U., Salamanca 2007
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Polígono El Montalvo, Salamanca 2007
10 Prólogo

por pensar de una forma radical, es decir, queriendo llegar a las raíces 1
más profundas de la realidad. Ella es el esfuerzo por buscar las razones
últimas de las cosas, para abrirse a ese misterio que nos excede y nos ¿QUÉ ES LA TEOLOGÍA?
sobrepasa infinitamente, que los cristianos llamamos Dios, y así entre-
gamos a é1 en obediencia y adoración. Una introducción a la teología
hoy es una invitación a tener coraje para la fe y para el pensamiento.
¡Atrévete a pensar! ¡Atrévete a creer! ¡Ejercítate en la teología!
Quiero expresar también Wla palabra de agradecimiento para aque-
llos que me iniciaron en esta bella tarea y para aquellos con quienes Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad ... Yo
comparto día a día su apasionante ejercicio de forma más estrecha. por ellos me consagro a mi mismo, para que ellos
Por último, deseo mencionar a las personas que han leído el bo- sean también consagrados en la verdad (Jn 17, 17 .19).
rrador, y de cuyas sugerencias y correcciones sin duda me he benefi-
ciado: Alejandro Labajos, Jesús Romero y Antonio J. Ordóñez. 1. El sentido de la pregunta

a) Sobre el preguntar mismo

Quizá pueda sorprendemos que a estas alturas de la vida de la


Iglesia y de la práctica de la teología todavía tengamos que hacemos
una pregunta tan elemental. ¿De verdad no sabemos lo que es la teo-
logía? ¿O más bien se trata de una cuestión retórica sobre la que no
existe un interés real ni por la pregunta ni por la respuesta?
En realidad no sabemos del todo qué significa y qué es la teología.
Tal vez por ello, semejante pregunta sea la manifestación concreta de
nuestro progreso en la comprensión de esta actividad humana donde
se hayan implicados Dios y el hombre en su totalidad y en su misterio.
Precisamente, en la medida en que estas dos realidades nos desbordan,
la pregunta por su naturaleza y su sentido adquiere plena vigencia. No
en vano, estamos ante una cuestión que nunca puede ser respondida
del todo; una cuestión a la que tiene que enfrentarse cada generación
si desea avanzar en su comprensión de Dios y del hombre o si ansía
comprender cómo se relacionan ambas realidades entre sí.

b) Necesidad de responder personalmente

Con esta pregunta no pretendemos en absoluto cuestionar las dife-


rentes respuestas que se han ido dando en el pasado, como si nosotros
fuéramos los primeros en iniciar este ejercicio, o como si se pudiera
inventar su realidad en cada momento histórico y eclesial. Sin embar-
12 El ejercicio de la teología ¿Qué es la teología? 13

go, asumiendo dicha historia y aprendiendo de ella, tenemos que ser e) Una sencilla mirada a la historia de esta cuestión en el siglo XX
capaces de enfrentamos directamente con dicha cuestión. Toda época
A lo largo de la historia, la pregunta por la identidad de la teolo-
se encuentra en una relación de inmediatez con Dios 1; además, tiene
gía ha estado presente en el ámbito de la reflexión de una forma per-
la responsabilidad de dar una respuesta propia a la Palabra median-
manente. Vuelve una y otra vez en su desnuda tozudez. El ser humano
te la cual Él mismo se revela en persona y expresa la plenitud de no-
necesita decirse a sí mismo, con sus propias palabras y de forma in-
sotros mismos. Por lo tanto, tenemos cada uno la responsabilidad de
mediata, quién es Dios para él y quién es él para Dios. Sólo en el siglo
responder a esta pregunta directamente, en inmediatez de realidad, sin
pasado --<¡uizás uno de los teológicamente más fecundos~ podemos
largas digresiones históricas que terminen convirtiéndose en justifica-
señalar una amplia nómina de autores significativos que se han plan-
ciones científicas y que, sin embargo, nos alejan de la realidad de
teado expresamente la cuestión: RudolfBultrnann (1884-1976), Karl
Dios y de nuestra vida.
Barth (1886-1968), Erik Peterson (1890-1965), Anselm Stolz (1900-
Por nuestra parte, vamos a intentar responder a esta pregunta en su
1942), Karl Rahner (1904-1984), Yves Congar (1904-1995), Hans Urs
sentido más sencillo e inmediato, como si fuera una respuesta motiva-
van Balthasar (1905-1988), Jürgen Moltrnann (1924), Gustavo Gutié-
da por el simple sonido de aquella Palabra dignamente pronunciada;
rrez (1928), Adolph Gesché ( 1928-2004), Olegario González de Car-
una respuesta en la que tenemos que implicarnos personalmente. No
dedal (1934) ... Cada uno de ellos ha subrayado un aspecto particular
en vano, considero que, de esta forma, la fespuesta puede servir tam-
de esta realidad tan compleja; y no tanto para negar el resto, sino para
bién de presentación de su contenido y de invitación a su ejercicio in-
poner de relieve aquella característica que se hacía especialmente ne-
cluso para los no iniciados.
cesaria a causa del olvido o por su redescubrimiento.
En todo caso, conviene tener presente que las preguntas más sen-
En este sentido, Rudolf Bultmann ha subrayado que sólo existe
cillas y que se dirigen a la raíz misma de algo, son las más dificiles de
verdadera teología cuando se da una implicación personal y existen-
contestar, ya que cuando nos preguntamos por el sentido general e in-
cial entre el sujeto que hace teología y la realidad sobre la que trabaja.
mediato de una cosa nos estamos preguntamos a la vez por los funda-
El argumento es simple: Dios no es un objeto más de nuestra razón
mentos mismos de dicha realidad y, en este caso preciso, por la con-
que pueda ser conocido desde la distancia y desde una aparente neu-
dición de posibilidad de la teología misma. Por tanto, responder a
tralidad, sino una realidad viviente con la que, abriéndose a ella o re-
preguntas como ésta, ,supone tener capacidad para unir simplicidad y
chazándola, el hombre se juega el destino y el sentido último de su
profundidad', adquirir una mirada que sea capaz de captar lo esencial
existencia. Así, para que haya teología tiene que haber una existencia
y llevar a cabo un esfuerzo que conduzca a la síntesis3•
teológica'.
Karl Barth acentuó, por el contrario, la centralidad de la revela-
ción de Dios en su Palabra, que provoca un juicio y una crisis en el
l. Cf. L. von Ranke, Sobre las épocas de la histon·a moderna, Madrid 1984,
77. A este autor (1795-1886) se le considera el padre de la historiografia moderna. hombre pecador. La teología es posible sólo como Iglesia, pues ella es
La expresión que cito de forma implícita se ha convertido en un lugar común. Una el lugar donde esta Palabra puede ser actualmente escuchada, acogida
explicación y aplicación de ella puede verse en G. Amengual, Pensar y creer en
y pensada. La comunidad eclesial tiene la responsabilidad de que tal
Dios después de Nietzsche, en A. Cordovilla-J. M. Sánchez Caro-S. del Cura
(eds.), Dios y el hombre en Cristo. Homenaje a Olegario González de Cardedal, Palabra sea atendida en su origen (teología bíblica), en su contenido
Salamanca 2006, 81. (teología dogmática) y en el sentido último al que ella es destinada
2. Cf. P. Gilbert, La semplicitll del principio: introduzione alla metafísica, Ca-
sale-Monferrato 1992.
(teología práctica)'.
3. Estas son las dos características que, según el parecer de Romano Guardi-
ni, ha de tener cualquier buen teólogo (R. Guardini, Appunti per un 'autobiagrafia, 4. R. Bultmann, Glaube und Verstehen I, Stuttgart 9 1993, 26.
Brescia 1986, 107). 5. K. Barth, lntroducción a la teología evangélica, Salamanca 2006.
14 El ejercicio de la teología ¿Qué es la teología? 15

Para Erik Peterson la teología no es un simple hablar de Dios, ni pensar característico de la teología tiene tres pasos o momentos esen-
siquiera en la forma de predicación (apóstoles), de testimonio (márti- ciales. En primer lugar, el sujeto creyente acoge la realidad que se
res) o de enseñanza (maestros) del Evangelio, sino la ratificación con- nos da y se nos ofrece a través de los hechos, textos y monumentos
creta de lo que el Lagos de Dios encarnado ha hablado concretamen- que dan testimonio de la revelación de Dios. Rahner lo denomina
te de Dios. La teología es el desarrollo de la porción de la revelación Wirklichkeitsmoment, el momento de la realidad. En segundo lugar,
divina que se ha expresado en el dogma. Un desarrollo que se realiza se da el paso de la percepción y la recepción a la pregunta que inten-
en formas de argumentación concretas y que realmente presupone una ta comprender esa realidad en su sentido último y en su racionalidad
revelación que incluye su recepción en la fe y la obediencia concreta, interna o logos. Rahner lo llama Verstehensmoment, el momento de
pero no sólo como forma dialéctica que pone en crisis toda capacidad la comprensión y de la racionalidad. En tercer y último lugar, es pre-
humana de acoger dicha revelación (frente a K. Barth). La teología no ciso interrogarnos por las condiciones de posibilidad implícitas en la
puede decidirse desde su vinculación a una actividad espiritual del realidad acogida y comprendida respecto del dinamismo y estructu-
hombre, ya que sólo la revelación determina en último término la ra de nuestro conocimiento para que esa realidad, además de ser real
esencia de la propia teología6 • y verdadera, sea posible conocerla hoy por nosotros (trascendental).
Arnselm Stolz destaca que únicamente es posible la teología si an- Rahner lo denomina Begründungsmoment, el momento de la funda-
tes existe sagrada Escritura y, sobre todo, encarnación de Dios. Por- mentación9.
que, si no es así, sólo sería posible un hablar sobre Dios, pero no un Hans Urs von Balthasar destaca el punto de partida o núcleo pri-
real y verdadero hablar de Dios (en sentido objetivo y subjetivo). El mero de la teología. Para él, la teología significa antes de nada teolo-
monje benedictino subraya además el carácter carismático de la acti- gía de Dios (en sentido subjetivo), es decir, Dios revelándose y ha-
vidad teológica. La teología es un carisma, un don y una gracia dado blando en su Hijo, en su Palabra hecha carne. Este origen y sentido
a todo cristiano en el bautismo; es un hablar de Dios que proviene del fundamental posibilita una teología eclesial cuya caracteristica esen-
Espíritu divino que desciende sobre la estrechez de nuestra naturale- cial es la obediencia a la revelación dada. Así, señala la necesidad de
za. La ciencia teológica se desarrolla como una profundización de la que la teología sedente y académica sea a la vez una teología obe-
gracia de la fe, que en realidad constituye una participación en la eter- diente y arrodíllada w
na sabiduría de Dios7 • Jürgen Moltrnann añade a la pregunta qué es teología el adverbio
Karl Rahner, asumiendo este carácter carismático y bautismal en hoy, clave significativa para comprender su forma de entender la teo-
el origen y en la raíz de la teología, ha subrayado su aspecto intelec- logía u De esta forma busca insistir en que la teología se da en el
tual y reflexivo. La teología es pensar, es la fe pensada con el objeti- tiempo y tiene que asumir la aventura humana que se ha desarrollado
vo de ir pasando de ser siervos a amigos de Dios (Jn 15) 8• El acto de a lo largo de una historia de pecado y salvación. En esta historia está
en el centro la cruz de Cristo, que constituye la herida abierta de toda
6. E. Peterson, «¿Qué es teología?», en Tratados teológicos, Madrid 1968, 15-
26. El autor responde al artículo de K. Barth, La palabra de Dios como tema de la 9. Cf. Id., Grundkurs des Glaubens, Siimtliche Werke XXVI, Freiburg 1999,
teología, Múnich 1924. Cf. B. Nichtweiss, Erik Peterson. Neue Sicht auf Leben 199. Cito la edición alemana porque en la traducción española, siempre dificil de
und Werk, Freiburg 1992, 499-721. realizar, no se perciben bien estos tres momentos de los que hablamos (Curso fun-
7. A. Stolz, Was ist Theologie?, en G. Baumgartner (hrgs.) Die Siebten Salz- damental sobre la/e, Barcelona ~1998, 246-247). Cf. A. Cordovilla, Lti teología es
burger Hochschulwochen, Salzburg 1937, 17-23 (por su interés, se ofrece en el ca- pensar. La relación entre filosofia y teología en Karl Rahner: Estudios eclesiásti-
pítulo 10 de nuestro libro la traducción de este breve texto de Stolz). cos 79 (2004) 395-412, en especial 410-411.
8. K. Rahner, «Freunde Gottes», en Id., HOrer des Wortes, Siimtliche Jférke IV, 10. H. U. von Balthasar, «El lugar de la teología», en Ensayos teológicos l.
Freiburg 1997, 294-295 (por su interés, se ofrece una traducción y comentario de Verbum Caro, Madrid 1964, 193-207; Id., «Teología y santidad>>, 267.
este texto de Rahner en el capítulo 1O de nuestro libro). 11. J. Moltmann, ¿Qué es teología hoy?, Salamanca 1992.
16 El ejercicio de la teología ¿Qué es la teologia? 17

teología verdadera, así como el fundamento y la crítica de la teología gente en busca del sentido. Conjugando ambas perspectivas podemos
cristiana". Ella es la llave maestra para salir de la crisis de identidad decir con J.-M. Sevrin que el propósito de esta teología consiste en
cristiana y de relevancia social que padecen la fe y la teología, pero pensar a partir de Dios para salvar al hombre. En este sentido es un
también el centro desde donde se puede construir una auténtica teolo- servicio de caridad; pues al ocuparse de la fe y de Dios en relación
gía ecuménica. con la salvación de los otros se convierte en teología soteriológica. No
Gustavo Gutiérrez ha continuado esta reflexión sobre el sentido en vano, sin el principio de la «salutarité», la teología de la fe se vol-
del quehacer teológico en la situación histórica contemporánea que vería sobre sí misma, ensimismada en los pormenores institucionales,
viven y padecen los pobres de la tierra. La teología consiste en hablar ideológicos o teológicos, como si pudiera ser comprendida como un
de Dios desde el sufrimiento del inocente; hablar del Dios de la gracia objeto cerrado, lo que le abocaría a perder su objetivo salvífico 15 •
y de la gratuidad desde la situación histórica y concreta en la que exis- Olegario González de Cardedal se ha preguntado por el lugar de la
ten los pobres y desde el ejercicio e implicación de los hombres en la teología en el espacio público de la sociedad y de la academia, inten-
lucha por la justicia (praxis) 13 • tando mostrar que el lugar hay que entenderlo más bien como sinóni-
Adolphe Gesché nos ha dejado una teología verdaderamente apa- mo de emplazamiento y origen, de misión y responsabilidad. Por esta
sionada por el ser humano. Su teología puede resumirse en la expre- razón, ha distinguido primeramente un lugar exterior, fisico y social,
sión Dios para pensar, donde pensando a Dios es posible saber mu- que tiene que ver con el enclave dentro de una organización mecáni-
cho más y más radicalmente del propio hombre y de las realidades ca y técnica de la vida humana y de su relación social. Considera, a
fundamentales que le afectan. Por tanto, la actividad de la teología continuación, el lugar interior, y lo entiende como la ley o exigencias
consiste en pensar con Dios, con el Dios del exceso y de la gratuidad, propias del quehacer teológico. Por último, aborda el lugar interno,
comprendiéndolo como compañero del hombre que le lleva y condu- que tiene que ver con la actitud personal y la forma permanente de co-
ce a límites insospechados; pero también dejarse provocar por el Dios rresponder a esa misión a la luz de su origen y sus fines 16• El quehacer
que da que pensar, que ni dice ni oculta, sino que señala (como el de la teología se sintetiza entonces en «oír, atender, atenerse, inteligir,
oráculo de Delfos) 14 • Semejante manera de entender la teología tiene interpretar, sistematizar y obedecer lo que Dios dice de sí mismo y so-
como destinatario al ser humano. Un hombre que vive entre el sufri- bre el hombre mediante acciones y palabras en la historia»".
miento por la experiencia del mal y el resplandor que le ofrece la luz
entrevista; un hombre que pertenece al cosmos y que es libertad emer- 2. Sentido etimológico de la palabra «teología»

12. Id., El Dios crucificado. La cruz de Cristo como fundamento y crítica de a) La paradoja: Dios en palabra humana
la teología cristiana, Salamanca 2007.
13. Cf. G. Gutiérrez, Teología de la liberación, Salamanca 1972; Id., Hablar No siempre el sentido etimológico de una palabra nos acerca ver-
de Dios desde el sufrimiento del inocente, Salamanca 1986. daderamente a la realidad misma de la que estamos hablando, aunque
14. A. Gesché, El mal. Dios para pensar I, Salamanca 2002, 12: «Al inaugu- en este caso sí es así. El análisis etimológico del concepto teología
rar con este libro (El mal) una serie de libros, intentamos formular la hipótesis de
que Dios o la idea de Dios puede ayudar al hombre a pensar. La idea es la si- puede sernos muy útil para comprender el contenido esencial de la ta-
guiente. Que para pensar bien, todo es necesario. Que para pensar bien, hay que rea teológica o de la realidad que está detrás de la palabra.
llegar hasta el fondo de los medios de que se dispone. Pues bien, la idea de Dios,
incluso como símbolo y abstracción, representa en la historia del pensamiento la
idea más extrema, aquella más allá de la cual no existe ya ningún últiµio concep- 15. Id.• Le mal et la lumiere, Paris 2004, 126.
to, falso o verdadero. Así pues, la teología va a proponer pensar con Dios, con la 16. O. González de Cardedal, El lugar de la teología, Madrid 1986, 14-18.
sola idea de que un pensamiento sobreabundante (in mentis excessu Sal 67, 28) 17. Id., El quehacer de la teología: Salmanticensis 53 (2006) 251-299; cita
puede resultar beneficioso». en p. 254.
18 El ejercicio de la teología ¿Qué es la teología? 19

El vocablo «teología>> lo integran dos términos griegos: theos y la- 1. En primer lugar como «Logos de Dios», en donde el genitivo
gos, Dios y palabra. ¿Qué se desprende de este sencillo acercamiento? que une ambos conceptos se entiende en sentido subjetivo. Aquí se
Antes de nada, el carácter esencialmente paradójico de Ja teología, otorga la primacía a la palabra que Dios mismo pronuncia y dirige al
pues en su origen y contenido fundamental se pretende unir dos rea- hombre. La teología es, entonces, Dios mismo en persona comunicán-
lidades aparentemente contradictorias. Por un lado, esa realidad que dose a la criatura. La teología es theos legón, el Dios que habla, el Dios
llamamos Theos, y que como muy bien ha descrito K. Rahner, se re- que de muchas formas y de muchas maneras habló a nuestros padres
fiere a un rostro hueco y sin contornos, o sea, el Innombrable, el Ig- por medio de los profetas y que en los últimos tiempos, cuando la tie-
noto, el Incomprensible, el Indefinible, el Misterio que nos trasciende, rra había llegado a su madurez y alcanzado la plenitud, nos ha hablado
nos desborda y nos sobrepasa. Por otro lado, la realidad denominada por medio de su Hijo, por medio de su Palabra, que es el reflejo mismo
lagos, es decir, el discurso razonable, la razón que busca el sentido de de su rostro y el sello indeleble de su ser (cf. Heb l, 1-3).
las cosas, la palabra que por su propia dinámica limita, define y da Más aún, porque Dios es Palabra en sí mismo, porque es dia-/ogo
contornos a una realidad frente a otras. en su esencia y en su ser, puede haber una palabra libre y gratuita que
¿Es posible y legítima esta unión, o por el contrario tenemos que Dios dirige al hombre creado a imagen y semejanza de su Palabra. En
dejar a cada una de estas dos realidades que camine por su lado y con este sentido, Dios es en sí mismo teo-logía, diálogo radical y original
sus propios dinamismos? A la hora de responder a esta pregunta, no que funda y constituye todo diálogo y teología posterior en la historia,
podemos perder de vista en ningún momento que una cuestión central tanto en la dirección de Dios hacia el hombre como en la dirección del
en la teología cristiana alude a la convicción de que ese Dios incom- hombre hacia Dios.
prensible e innombrable ha querido abrirse y manifestarse en su mis- 2. En segundo lugar como «Logos sobre Dios», en donde el geni-
terio con el propósito de comunicarnos su proyecto sobre la humani- tivo que une ambos términos se comprende en sentido objetivo. Aquí
dad; y en él y desde él darse a sí mismo. Si además esta revelación la se concede la primacía a la palabra que el hombre dirige a Dios y di-
ha llevado a cabo en la historia mediante el lenguaje humano, no re- ce sobre él. Una palabra que sólo es posible como respuesta agrade-
sulta tan descabellado considerar que los hombres hayamos tratado de cida (alabanza) y responsable (discurso) a la primera palabra que Dios
unir dos realidades que en un primer momento nos parecían contra- previamente nos ha dirigido.
dictorias: Dios y la palabra humana. Es sin duda por esta razón por la que el concepto teología conser-
va un significado arcano que deriva de sus orígenes más remotos,
b) Unidos en dos direcciones pues se haya vinculado a los himnos y poemas que poetas como
Hesíodo y Homero han dedicado a la divinidad. La teología, desde es-
A partir de esta primera aproximación etimológica, se ilumina la te punto de vista, es inicialmente doxología, como nos lo enseñan no
esencia de la teología. Ella tiene que ver con Dios en cuanto objeto sólo las composiciones de los poetas griegos anteriormente mencio-
central y único de su quehacer, a la vez que con el lagos humano, que nados, sino los himnos dirigidos a Dios y a Cristo que encontramos a
busca e interroga, ama y padece, cree y espera. Si la primera acepción lo largo del Nuevo Testamento. Ellos constituyen los estratos más an-
del concepto nos ofrece el objeto, la segunda nos propone el método tiguos y las matrices más significativas del contenido de su teología y
con el que nos enfrentamos al objeto. de su cristología.
Con todo, si en este primer paso hemos delimitado sus dos polos Por este motivo, uno de los mejores teólogos católicos del siglo
esenciales, todavía no hemos dicho nada de la forma y la manera de XX ha podido afirmar lo siguiente: «En la esencia más profunda de la
mantener entretejidas estas dos palabras y realidades. Contemplemos teología permanece aquello que fue en el origen, cuando ella consistía
para ello dos posibilidades: en los himnos homéricos: alabanza a la divinidad; con la diferencia de
20 El ejercicio de la teología ¿Qué es la teología? 21

que la 'alabanza a la gloria de su gracia' es ya para siempre respuesta derla en el mismo sentido en que hoy nos referimos al objeto de un
al eterno 'antes' de Dios y respecto al que nuestra palabra siempre es conocimiento específico o de una ciencia.
respuestID> 18 • Pero esto es una verdad a medias. Jean Pierre Torrell, uno de los
3. Ambas formas de teo-logía, siendo diferentes, están esencial- mejores conocedores de la teología y la vida de santo Tomás, nos avi-
mente unidas. La totalidad de la teología de Dios es Jesucristo, el cual sa sobre la importancia de esta expresión, que no puede ser traducida
por un lado constituye la Palabra exhaustiva en la que él se da y se ex- sin más por «objeto». El objeto es la realidad externa que la ciencia
presa dentro de sí mismo como Palabra eterna y posteriormente como trata de conocer. Pero esto sólo es posible en la medida en que el su-
Palabra definitiva dirigida a los hombres; y por otro es la palabra de los jeto que conoce logra apropiarse internamente de esa realidad y la ha-
hombres como respuesta que la humanidad ha de dar a esa palabra y cer existir en su inteligencia. Dios es una realidad externa al conoci-
pro-vocación de Dios: de manera agradecida (teología doxológica), res- miento del hombre y a través de los conceptos éste lo puede hacer
ponsable (teología racional y sapiencial) y testimonial (teología apolo- presente en su razón. Y es aquí donde distingue santo Tomás entre el
gética y profética). Cristo es el quicio necesario para que podamos ha- sujeto, que es la realidad de Dios y el fin último del conocimiento hu-
blar de uua teología comprendida como teología de Dios, uua teología mano, y el objeto, que son los conceptos que nos hacen accesible esa
divina donde Dios mismo es su sujeto; y como teología sobre Dios, una realidad a nuestra razón. Ambos constituyen el objeto de la ciencia
teología eclesial comprendida como acción humana, donde Dios cons- que llamamos teología. El conjunto de conceptos y de conclusiones
tituye su objeto. Esta es la razón por la que muchos autores defienden que establecemos en torno al sujeto para hacerlo presente en nosotros
que sólo porque ha habido encamación es posible la teología como pa- es lo que llamarnos el objeto, pero estos no constituyen el sujeto, ya
labra creyente, razonable y verdadera sobre Dios. que este siempre queda más allá de ellos. El sujeto que conoce debe
ser consciente de la permanente inadecuación entre el objeto conoci-
do y la realidad por conocer (sujeto), ya que el fin último del conoci-
3. Unidad y pluralidad en su origen y en su sentido
miento no son los conceptos, sino la realidad hacia la que apuntan 19 •
a) Dios, sujeto y objeto de la teología Dios no es sin más objeto de nuestro conocimiento junto a otros, si-
no el principio formal que in-forma y funda la capacidad misma del
El análisis etimológico de la palabra teología nos ha conducido a
conocer humano. Aunque, por otra parte, esto no signifique que Dios
una concentración en el objeto sobre el que ella trata: Dios en palabra
puede ser reducido a un simple horizonte formal o a una idea regulati-
humana, ya sea entendida esta expresión en un sentido descendente
va que hace posible nuestro conocimiento o nuestra acción moral. Dios
(de Dios al hombre) o ascendente (del hombre a Dios). Esto es irre-
es realidad, la realidad más viva y real, la realidad más decisiva para la
nunciable para toda forma de teología. Tomás de Aquino lo formuló
vida del hombre, que se nos da y se nos entrega y en cuya donación
con la claridad y sobriedad que lo caracterizan al inicio de la Suma de
crea en nosotros la capacidad para que podamos acceder a él, con to-
teología: «En la sacra doctrina todas las cosas son consideradas des-
do lo que nosotros somos, también con nuestra razón e inteligencia.
de el punto de vista de Dios, ya sea si se tiene en consideración a Dios
Dios es sujeto porque no puede ser reducido ni a un simple objeto del
mismo o a las cosas en cuanto que son referidas a Dios como su prin-
conocimiento del hombre 20, ni a un simple principio formal, idea regu-
cipio y su fin. Dios es en verdad el sujeto de esta ciencia». Dios cons-
lativa u horizonte de comprensión sin realidad viva y verdadera para el
tituye el szifeto de la teología. Normalmente los que comentan esta
afirmación del Aquinate añaden de inmediato que es preciso enten-
19. Tomás de Aquino, Suma de teología ll-ll, q. 1, a. 2, ad 2. Cf J. P. Torren,
Tommaso d'Aquino. Maestro spiritual, Roma 1998, 19.
18. H. U. von Balthasar, J0n der Theologie Gottes zur kirchlichen Theo/ogie: 20. Ex 20, 4: «No te hagas ningún ídolo o figura de lo que hay arriba en el
Intemational Katholische Zeitschrift Communio (1988) 305-315; aquí 314. cielo>>.
22 El ejercicio de la teología ¿Qué es la teología? 23

conocimiento del hombre. Es la realidad a la que el conocimiento del 111as que han nacido en contextos diferentes a partir de experiencias
hombre tiende y camina como a su plenitud y a su fin. fundamentales diversas, tipos de lenguaje e intereses que mueven y
constituyen a cada una de ellas.
b) Concentración en el objeto y anchura en la mirada
1) Teología como anuncio y predicación
La concentración en Dios como sujeto de la teología no significa
un angostamiento o un reduccionismo de la realidad que trata la teo- En esta forma nos encontramos con el origen mismo de la palabra
logía. Desde Dios (sub ratione Dei), la teología está abierta a toda la teología, ya que desde un punto de vista histórico la teología surge pa-
realidad, en toda su anchura y complejidad. Nada más lejos de la teo- ra significar la expresión concreta del lenguaje religioso dirigido a los
logía y del teólogo que una mentalidad fundamentalista en la que todo dioses o a lo divino. La raíz y el origen primeros de la teología se en-
es reducido a una sola realidad, a su fundamento, pero sin respetar las cuentran en la experiencia religiosa; los teólogos, por su parte, son
leyes autónomas de cada una de las realidades que en él son fundadas. aquellos que hablan (anuncian y predican) de Dios mediante himnos,
La teologia, partiendo de ese fundamento único, accede a todo el edi- poemas y doxologías. En este sentido, Homero y Hesíodo son teólo-
ficio, a toda la realidad: al hombre, al mundo, a Cristo, a la salvación, gos, porque a través de sus composiciones literarias, nacidas de la ex-
al destino del mundo, al sentido de la vida, etc. Concentración en lo periencia religiosa, anuncian y predican a Dios.
esencial y anchura en la percepción y en la mirada crecen en la teolo- Vinculada a esta raíz religiosa se habla también de una teología
gía de forma directamente proporcional. En este sentido, es legítimo 1nítica22 , que no tenemos que entender inmediatamente en un sentido
que se hable de una teologia escatológica, una teología de la libera- peyorativo, sino altamente positivo. El mito consiste en una forma de
ción, una teología antropológica, una teología histórica, una teología narración y de lenguaje unida a una experiencia radical y primordial
salvífica, una teología contextual, dependiendo del subrayado especial que, por ser tal, no puede referirse mediante estrechos conceptos. El
que deseemos remarcar en la realidad humana. Aunque no con:'dene mito precisa de una historia que ha de relatarse, de un himno que ha
olvidar, sin embargo, que siempre habrá de ser y permanecer como teo- de entonarse o de una poesía que ha de declamarse.
logía (sub ratione Dei), pues el adjetivo nunca puede restar el prota- A partir de esta forma original de teología, podemos iluminar dos
gonismo al sustantivo. aspectos de la teología cristiana que en un principio pudieran parecer
contradictorios, pero que en el fondo tienen este mismo origen.
c) Las tres formas fundamentales de teología
ral habla de la teología exclusivamente como teología cristiana y como búsqueda
Esta dinámica de unidad y pluralidad puede contemplarse desde de la inteligencia de la fe.
otra perspectiva. El contenido esencial de lo que es la teología se ex- 22. Agustín de Hipona (De Civitate Dei, VI, 5ss), citando al filósofo estoico
Marco Terencio Varrón, habla de tres tipos de teología que existían en la antigüe-
presa en la idea fundamental que se desprende de la unión entre los
dad: la teología mítica, la política y la filosófica. J. Ratzinger, El Dios de la fe y el
conceptos theos y lagos. Esta idea esencial ha tenido tres formas de Dios de los filósofos, Madrid 2006, 21-22: «La theologia mythica es asunto de los
realización originales y en principio irreductibles entre sí21 . Unas for- poetas, la theologia civilis, asunto del pueblo, y la theologia natura/is, asunto de
los filósofos o de los physici [ ... ] Según esto, a la teología mítica corresponde el
teatro, a la política la polis, a la 'natural' el cosmos[ ... ] El lugar de la teología mí-
21. Cf. Para el siguiente apartado sigo el excelente artículo de M. Seckler, tica y política está determinado por el ejercicio humano del culto; el lugar de la
Theologein. Eine grnndidee in dreifacher Ausgestaltung: Theologische Quartal- teología filosófica, por el contrario, por la realidad de lo divino que está frente al
schrift 163 (1983) 241-264. Resumido en Theologie als G/aubenswissenschaft, en hombre [ ... ] La teología mítica tiene por contenido las diversas fábulas de dioses,
W. Kern (hrsg.) Handbuch der Fundamentaltheologie I'V, Tübingen 22000, 133- precisamente los 'mitos', que juntos son el mito; la teología política tiene por con-
140. El autor critica la postura de G. Ebeling expuesta en la voz Theologie del dic- tenido el culto del estado; la teología natural, finalmente, responde a la pregunta
cionario Die Religion in Geschichte und Gegenwart, que de una manera unilate- qué son los dioses».
24 El ejercicio de la teología ¿Qué es la teología? 25

En primer lngar, las reservas que se dieron en el ámbito del cristia- 2) Teología como interés racional en Dios
nismo para adoptar el concepto teología. Al no tratarse de un término Este tipo de teología podemos denominarla teología filosófica. El
bíblico, sino estrechamente unido a los mitos paganos, parecía impro- primero que utilizó la palabra en este sentido fue Platón, en su obra La
pio utilizarlo y asumirlo en la doctrina cristiana, la cual estaba vincula- /lepública, vinculándola a la búsqueda del bien supremo mediante un
da a un acontecimiento histórico testimoniado en su Escritura sagrada. discurso critico que corrigiese los excesos e insuficiencias de la teo-
Así, lo que hoy denominarnos de forma normal y sin problemas teolo- logía mítica:
gía, durante mucho tiempo fue llamado doctrina sagrada («sacra pagi-
-En este momento, ni tú ni yo somos poetas -afirma Sócrates- sino
na>>). Orígenes fue uno de los primeros teólogos que comenzó a cristia-
fundadores de un Estado. Y a los fundadores de un Estado corresponde
nizar esta palabra. En él comienza a significar «una doctrina de Dios
conocer las pautas según las cuales. los poetas deben forjar los mitos y
digna de Dios». Él habla de la teología de Jesús, el salvador en cuanto de las cuales no deben apartarse sus creaciones; mas no corresponde a
23
Dios , y aplica varias veces la palabra teólogo al evangelista san Juan. dichos fundadores componer mitos.
Para el alejandrino «teologizar» esta reservado fundamentalmente a --Correcto -responde Adimanto--, pero precisamente en relación con
Dios y a Cristo. Más adelante, con motivo de las disputas trinitarias del este mismo punto, ¿cuáles serían estas pautas referentes al modo de ha-
siglo IV, se utiliza la palabra theología para referirse a Dios en su mis- blar sobre los dioses ('typoi peri theo/ogias)?
terio trinitario en sí mismo considerado, y en oposición a oikonomia, -Aproximadamente éstas --continúa Sócrates-: Debe representarse
siempre al dios como es realmente, ya sea en versos épicos o líricos o
término con el que se indica la revelación de ese Dios trinitario en la
en la tragedia.
historia de la salvación. Posteriormente, la doctrina cristiana --Oesvincu-
-Eso es necesario --corrobora Adimanto--.
lada ya de los mitos paganos gracias al gran esfuerzo de los padres de -Ahora bien --concluye Sógrates-, ¿no es el dios realmente bueno por
la Iglesia, fundada en la historia de la revelación de Dios y puesta en sí, y de este modo debe hablarse de él?24
diálogo con la filosofia (verdad)- podrá ser llamada teología.
En segundo lugar, al igual que desde esta forma original de teolo- La experiencia religiosa como fuente del discurso teológico, da
gía pueden ser considerados «teólogos» Hesíodo, Homero y los poetas paso a la pasión y búsqueda de la verdad que anida de forma innata en
de su estirpe, así también el cristianismo considera teólogo primera- la razón y en el corazón humano. Se puede hablar sobre Dios desde el
mente a Jesús, que con sus parábolas y dichos, con sus acciones y su mito o la fábula, pero con la condición de que sea sobre el «dios que
pasión, ha hablado de Dios de forma insuperable. Él es el Hijo que ha- es bueno en sí». Esta teología metaflsica o filosofía primera, tal como
biendo estado en el seno del Padre, tiene ahora capacidad para dárnos- por primera vez fue denominada por Aristóteles25 , ha tenido una im-
lo a conocer (cf. Jn l, 18). A continuación, pueden ser considerados portancia vital en la teología cristiana cuando se ha unido al testimo-
teólogos Pablo y Juan. El primero por ser el apóstol elegido por Dios nio biblico que da razón de la revelación de Dios en la historia de la
para revelar y anunciar a su Hijo a los gentiles (Gal 1, 16), y Juan por salvación (Escritura). Este nexo entre revelación cristiana y lagos
ser el discípulo amado que, a imagen y semejanza de Jesús, habiendo
estado recostado en su pecho en los momentos claves de la vida del Se- 24. Platón, Diálogos, La República, 379a. Cf. Todo el discurso en 377a-383e.
ñor (Jn 13, 23; 19, 26; 20, 2), puede revelarlo y darlo a conocer en me- «Muy probablemente sea la obra más importante de Platón. En ella se nos presen-
ta la teoría metaflsica de las Ideas en algunos de sus principales aspectos, y, por
dio de la noche y en el camino del seguimiento (Jn 21, 7.20). Sólo mu- primera vez, estratificada mediante unajerarquización que coloca la Idea de Bien
cho más tarde, el título de teólogo se aplicará a Gregario Nacianceno en su cúspide[ ... ] También por primera vez se formulan planteamientos teológi-
cos (recuérdese que la primera aparición literaria que conocemos del vocablo teo-
en la tradición oriental y a Tomás de Aquino en la tradición latina.
logía es en La República 11 379a)» (C. Eggers Lan, «Introducción, traducción y
notas», en Platón. Diálogos IV. La República, Madrid 1998, 9-1 O).
23. Orígenes, Contra Ce/so 6, 18. 25. Aristóteles, Metafísica, l 025b- l 026a.
26 El ejercicio de la teología ¿Qué es la teología? 27

griego no podemos ignorarlo. Porque si bien es verdad que semejante vo siempre han ido de la mano 27 • Sin estas preguntas filosóficas, la teo-
teología filosófica tiene el riesgo de convertir a Dios en un objeto al logía quedaría encerrada en su sistema propio con gran riesgo de fi-
cosificado (Dios de los filósofos) y, de esta manera, provocar un ale- dcismo y supranaturalismo. La teología correría grave peligro de con-
jamiento del Dios vivo y real (Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob), vertirse en una ideología al servicio de un credo religioso 2R.
su encuentro ha sido providencial para no encerrar la teología cristia- La teología no es, pues, ideología, sino que representa una forma
na en su particularidad histórica y en sus propios dogmas. Sin este lo- radical de apertura a la verdad. Una verdad no sólo buscada a tientas
gos o teología filosófica la teología cristiana tiene el riesgo de ser ror el hombre en su camino hacia Dios, sino revelada por Dios en su
convertida en ideología. La alianza del logos con ella muestra, por camino hacia el hombre. Nada más lejos de la teología cristiana que
otro lado, que la búsqueda de la verdad forma parte de la entraña de la una reducción a un positivismo bíblico o dogmático, pues ninguno de
teología; verdad que le aporta el fundamento de la realidad y el senti- ellos da razón de la naturaleza en cuanto objeto y fin de la revelación
do último de la historia. de Dios (DV 2-4), u objeto y fin de la razón humana (DV 5-6).
Esta teología filosófica tiene dos funciones principales respecto a
la teología: corregir el discurso sobre Dios basado en la experiencia re- 3) Teología como inteligencia de la fe
ligiosa que se expresa en mitos, himnos y poemas, «para que los poe-
tas nos representen por todas partes a Dios tal cual es» (Platón)"; y De san Anselmo proviene comprender la teología como la fe que
abrir el discurso teológico a la búsqueda radical de la verdad, entendi- busca su propia inteligencia, su propia razón, su propia comprensión,
da como fundamento metafísico y destino escatológico de la realidad. su propio /ogos («fides quaerens intelleclum>>). La fórmula remite a
La crítica que desde la propia teología cristiana se ha realizado a otra de san Agustín («credo ut intelligarn»), causada por un fecundo
esta teología filosófica (Tertuliano, Lutero, Pascal, Barth, Gesché) y malentendido en la traducción de Is 7, 9 al latín de la Vulgata29 • Esta
desde la propia filosofía (Heidegger y su descripción como onto-teo- forma de discurso sobre Dios presupone la fe como respuesta a su re-
logía, Marion) es tan necesaria como injusta. Necesaria porque.supo- velación, siendo ambas realidades -revelación y fe- principios internos
ne una llamada de atención a todo intento de fosilización de Dios en el del conocimiento teológico. El logos que busca la fe para creer y com-
pensamiento y en la razón, la cual -<:orno indica Balthasar- busca prender más y mejor no es un logos ajeno a ella, sino la luz y el logos
siempre su propia presa. Pero injusta porque la pregunta por Dios y la que la propia fe suscita en el creyente. Aquí no se trata, por tanto, de
pregunta por el fundamento último de la realidad y su sentido definiti- una razón racional propia de la filosofía, ni mucho menos de la razón
instrumental propia de las ciencias experimentales, sino de una razón
26. Desde este punto de vista, el filósofo Richard Schaeffier, siguiendo la creyente que ofrece una certeza e inteligibilidad propias de la mirada
doctrina clásica de los cuatro sentidos de la Escritura, ha establecido otros tantos
espiritual y no la certeza racional propia del pensamiento discursivo.
criterios fundamentales para discernir cuándo nos encontramos frente a una ver-
dadera experiencia religiosa (religión), que se halla en la base de todo discurso so- Esa luz que otorga la fe es más bien una contemplación intelectual y es-
bre Dios (teología): 1. El momento del sentido alegórico de la experiencia reli- piritual en el marco del misterio de la salvación. Se da un conocimien-
giosa, como expresión de que Ja realidad experimentada está siempre más allá de
nosotros (veritas semper maior) y su posibilidad de falsificación en la idolatría y
to nuevo, no sólo por el objeto que es conocido, sino por el dinamismo
el fetichismo; 2. el momento del sentido anagógico, como expresión de la unidad propio que el objeto crea en el sujeto cognoscente. Esta es la forma que
de la realidad numinosa y su posibilidad de falsificación en el politeísmo; 3. el ha dominado en la historia de la teología y de la Iglesia, quedando co-
momento del sentido tropológico, entendido como medida y fuente de la vida rec-
ta y su posibilidad de falsificación en la magia; 4. el momento del sentido his-
tórico, como expresión de la relación entre eternidad, tiempo e historia y su posi- 27. Cf. E. Coreth, Dios en el pensamiento de los.filósofos, Salamanca 2006.
ble falsificación en la gnosis ( cf. R. Schaeffier, Philosophische Einühung in die 28. Cf. J. Ratzinger, «lntroduzione», en lstruzione «Donum veritatis». Sulla
Theologie. Zweiter Band: Philosophische Einübung in die Gotteslehre, München vocazione ecclesiale del teologo (24 Maggio 1990), Citta del Vaticano 1992, 11.
2004, 75-140). 29. Cf. M. Seckler, Theologie als Glaubenswissenschafl, 137.
28 El ejercicio de la teología ¿Qué es la teología? 29

mo referencia fundamental de lo que es la teología. Desde este punto de ( «theologia viatorum») hacia una plenitud definitiva y escatológica;
vista podemos definirla como la fe pensada, la fe en acto de búsqueda pero también reflexión que hay que hacer siempre con los tiempos y
de su propia inteligibilidad, de sus propias razones, de su propio senti- a la altura del tiempo, de forma con-temporánea. Por lo tanto, a la ta-
do interno, desde la luz y el lagos que la propia fe aporta al sujeto cre- rea teológica le es esencial la cclcsialidad, la cientificidad y la con-
yente, expuesta de una forma sistemática y articulada. tctnporaneidad. Tales son sus características esenciales.
Pero, siendo esta última manera de entender la teología la forma
que con justicia se ha convertido en paradigmática de lo que ella es l) Eclesialidad: teología en Iglesia
como ciencia de la/e, sin embargo ha de recoger en su quehacer y en
su tarea los tres impulsos originarios: la doxología y la narración; la La Iglesia es el lugar propio y el sujeto último de la teología. Si la
apertura radical a la verdad, como fundamento y sentido de realidad; lcología es la fe en acto y en pensamiento, tiene que ser necesaria-
la luz y el lagos de la fe misma. mente eclesial y comunitaria. Eclesial tanto desde el punto de vista del
sujeto que cree y hace teología (jides qua), como desde el punto de
vista del objeto sobre el que se hace teología (jides quae). En el pri-
4. ¿Qué es la teología? Definición y características esenciales 1ner sentido de la expresión, esta eclesialidad tiene que ver con la con-
ciencia de pertenencia a una comunidad eclesial en la que desde dife-
a) Una definición
rentes carismas y ministerios la Iglesia se va edificando como Templo
Comenzábamos nuestro primer capitulo con esta misma pregunta. del Espíritu y realiza su misión en el mundo, hasta que el Cuerpo de
Llegados a este punto, podemos arriesgarnos a ofrecer la siguiente Cristo llegue a su madurez y alcance su plenitud.
respuesta: La teología es la fe en acto de pensar, la fe pensada como En un estudio que se ha hecho clásico, el exegeta alemán Heinz
respuesta agradecida a Dios que se revela en su Palabra y se da en su Schürmann demostró que tras la expresión «y maestros» se encuentra
Espíritu, como expresión cabal de la apertura radical y búsqueda crí- el origen neotestamentario del actual carisma y ministerio del magis-
tica del hombre a la verdad. terio teológico30 . La expresión aparece en las listas de ministerios y
Definiendo la teología de esta manera, hemos intentado recoger sus carismas que pertenecen a la estructura fundamental de la Iglesia31 • El
tres formas originales, articuladas desde la tercera. El quicio de la de- maestro es un estado propio en la Iglesia junto a los apóstoles y pro-
finición es la fe pensada ( «fides quaerens intellectum» ), en línea con fetas. El apóstol aparece en primer lugar como fundamento, raíz y re-
san Anselmo. Esa fe pensada es expresión de la respuesta del hombre capitulación de todos los carismas. Después vienen los profetas, que
en adoración y alabanza a Dios que nos ha hablado primero (doxolo- inspirados por el Espíritu iluminan el misterio y señalan la voluntad
gía). Pero simultáneamente quiere expresar también la apertura radical de Dios para su Iglesia. El maestro aparece después de los dos caris-
y la búsqueda critica del hombre a la verdad (teología filosófica). mas anteriores, bajo cuya obediencia vive y realiza su misión32 .

b) La teología, características esenciales 30. H. Schünnann, «und Leher». Die geistliche Eigenart des Lehrdienstes und
sein Verhiiltnis zu anderen geistlichen Diensten im neutestamentlichen Zeitalter,
La teología como fe pensada ha de realizarse desde tres ámbitos en W Ernst-K. Feiereis-F. Hoffinann (hrsg.), Dienst der Vermittlung. Festschrift
zum 25j3.hrigen Bestehen des Philosophisch-Theologischen Studiums im Pries-
fundamentales: en Iglesia, ambiente primordial y sujeto último de la
terseminar Erfurt am 5. Juni 1977, Erfurt 1977, 107-164. Cf, también, H. Schür-
teología; en la academia, lugar donde son esenciales la razón y el diá- mann, Orientierung am Neuen Testament. Exegetische Gespriichsbeitrage, Düs-
logo interdisciplinar entre las diferentes ciencias desde el rigor y el seldorf 1978. 116-156.
31. Rom 12, 6: 1Cor12. 10.28; 14, 1-4; Ef4, 11.
método; en el tiempo, coordenada donde ha de adquirirse la concien-
32. Cf A. Stolz, Was ist Theologie?, en G. Baumgartner (hrsg.), Die Siebten
cia de que la teología se hace en un camino que estamos recorriendo Salzburger Hochschulwochen, Salzburg 1937, 17-23.
30 El ejercicio de la teología ¿Qué es la teología? 31

Es obvio que sin esta conciencia de pertenencia real a la Iglesia de la fe de todo el pueblo de Dios y al magisterio que garantiza que
que vive de la verdad y en la verdad («sentire cum Ecclesia»)33 , y de ,·se sentido de la fe es el original y auténtico entregado por el Señor a
ejercicio real de la teología entre los apóstoles, que aseguran el fun- su Iglesia? ¿No pierde acaso su libertad de actuación e investigación
damento de la fe y la continuidad con la Iglesia apostólica, y los pro- ruando el teólogo tiene que contar con la fe como a priori desuco-
fetas, que nos ayudan a descubrir los nuevos caminos de la presencia nocimiento? ¿Es verdaderamente libre el teólogo y la teología cuan-
de Dios en el mundo y la voluntad de Dios en el momento actual, es do para el público ejercicio de su magisterio depende de la autoridad
dificil realizar una verdadera teología. El sujeto último de la teología, apostólica?
en el fondo, no es el teólogo en singular, ni la suma de los teólogos en Aunque la función del magisterio se abordará por extenso más ade-
plural, sino la Iglesia en su totalidad, a la que pertenece la teología co- lante3', cabe decir aquí que el magisterio es el marco dentro del cual la
mo una de sus funciones vitales. lcología se ejercita. Un marco que no es sólo formal, sino que pertene-
De esta eclesialidad radical de la teología, nace el carisma particular ce al contenido mismo de la teología. Ambos magisterios (el de la Igle-
o el don concreto de la teología (donum veritatis) a unos cristianos de- sia y el de la propia teología) no pueden ser colocados en el mismo ni-
terminados34. Ella es un carisma dado al Pueblo santo de Dios en cuan- vel, como tampoco pueden ser reducidos el uno al otro. En sentido
to que el Don de la Verdad se le da primeramente a ella. De aquí nace y 1noderno, magisterio sólo es el primero, y en cuanto que él da testimo-
haya su raíz el hecho de que miembros de este pueblo de Dios tengan nio de la continuidad con la fe apostólica resulta esencial y fundamen-
como vocación propia y específica esta labor teológica, que nunca pue- tal para la vida de la Iglesia. Su autoridad no proviene ni se funda en la
de ser entendida como una acción individual y aíslada sino inserta en la capacidad intelectual de sus razonamientos, sino en el sacramento del
comunión del pueblo de Dios. Por ello mismo, la relación con el senti- orden (gracia) y en la comunión jerárquica. Con todo, no es necesario
do de lafe de los fieles (LG 12 y DV 8) y con el magisterio de los pas- poner estas dos realidades en contradicción. La teología es otro tipo de
tores (LG 25 y DV 10) resulta esencial para el ejercicio de la teología. magisterio, pero como ya hemos dicho, no es comparable con el ante-
Ambas relaciones no son externas, sino que pertenecen a su esencia. rior. No se trata de un magisterio apostólico, sino científico, cuya au-
Con todo, la eclesialidad no puede ser entendida tan sólo desde el toridad proviene de la competencia y de la pericia en el campo en el
sujeto que hace teología, sino desde el objeto mismo de la teología. La que trabaja cada teólogo o en el que una reflexión teológica es situada.
fe eclesial es la realidad sobre la que se realiza el trabajo teológico. La fe
Ambos tipos de magisterio no están en competencia, sino en conver-
de la Iglesia es contenido sobre el que se trabaja y en la que se hace teo- gencia, ya que sirven, en diferentes planos, a la misma fe, bajo la mis-
ma Palabra de Dios y en el único pueblo de Dios37 .
logía. Esta relación esencial entre el sujeto y el objeto de la teología po-
La relación entre teología y magisterio es un problema que sólo
sibilita que ella sea el lugar interno y propio de la teología. El sujeto de
puede ser resuelto, por un lado, dentro de una comprensión más pro-
la teología es la Iglesia. Sólo desde ella y en ella puede el teólogo es-
funda de la relación entre verdad y libertad; y por otro, de la relación
tablecer una relación de presencia y confianza con el objeto; sólo des-
entre libertad y comunión. El hombre es libre para acoger la verdad y
de ella y en ella resulta posible realizar verdadera teología35 •
es esa verdad la que nos va haciendo cada vez más libres. Si la teología
Si la Iglesia es el sujeto de la teología, ¿dónde qneda la libertad de
consiste en la apertura radical a la verdad, también le pertenece a su
investigación? ¿Puede ser libre un teólogo que está sujeto al sentido
quehacer la libertad de investigación. Ahora bien, una libertad de in-
33. Y Congar, "Verdaderas y falsas refonnas en la Iglesia, Madrid 1953, 199; vestigación que no puede ser entendida solamente como falta de cons-
Cf. S. Madrigal, Estudios de eclesiología ignaciana, Madrid 2002.
34. Este es el planteamiento de la instrucción de la Congregación para la Doc- 36. Cf. el capítulo 7: El marco de la teología: el magisterio en la lglesia.
trina de la fe, Donum veritatis. La vocación eclesial del teólogo, Roma 1992. 37. Aquí sigo las palabras certeras y llenas de sentido común de J. P. Torren,
35. K. Barth, Esbozo de Dogmática, Santander 2001, 10. La teologia cattolica, Milano 1998, 105-108; en concreto 107.
32 El ejercicio de la teología ¿Qué es la teología? 33

tricción, sino como capacidad para adherirse totalmente a esa verdad 2) El carácter científico: teología en la academia
descubierta y desvelada en la investigación38 • Además, resulta impres- De forma problemática aunque decisiva, la teología se definió a sí
cindible contar también con la relación entre libertad y comunión, pues 1nisma en e] siglo XIII como ciencia. Karl Barth califica toda ciencia
resulta de una ayuda inestimable para comprender este problema cuan- como ((Un intento de comprensión y representación, de investigación y
do en el seno de la Iglesia se da un conflicto entre la libertad personal de enseñanza, referido a un objeto y a un campo de investigación de-
del teólogo y la comunión eclesial. Todo ejercicio de la libertad en la lcrminado»40. Al situar la teología como ciencia de la fe en el mundo
Iglesia hay que entenderlo dentro de una Iglesia que es comunión, don- de las ciencias, afirmamos implícitamente que ella es una tarea huma-
de ni la libertad ni la autoridad pueden ser entendidas en un sentido ab- na y, en cuanto tal, su acción es finita y limitada. Definir la teología co-
soluto, sino en relación. 1110 ciencia junto a otras ciencias presenta ventajas e inconvenientes.
La relación entre teología y magisterio en ocasiones se vuelve Cuando la teología fue definida como ciencia de la fe en la Edad
complicada y dificultosa. No obstante, resulta dificil hablar de esto en Madia, era la ciencia hegemónica, desde donde las demás se medían y
teoria, cuando no se ha vivido en la práctica. De hecho, al reflexionar rnmprendian. A partir del siglo XVI, y especialmente desde el XV!ll
sobre la vida de los grandes teólogos que, en algún momento de la y el XIX, la situación da un vuelco radical. La teología sufre tal des-
historia de la Iglesia, tuvieron dificultades doctrinales, uno intuye cuál prestigio social e infravaloración académica que le obliga a justificar
debe ser la reacción personal y eclesial ante este fenómeno: la humil- 41
su propio estatuto como ciencia y su razón de ser en la universidad •
dad para someter a discernimiento eclesial la doctrina teológica, el En este nuevo marco le asaltan dos tentacionesy peligros: l. Si trata
silencio como forma de espera paciente en la maduración de las con- de ajustarse al estatuto epistemológico de las ciencias dominantes, la
ciencias hasta que con una nueva luz se puedan percibir quizá los as- lcología terminará por olvidarse de su propio objeto y de su propio
pectos verdaderos y legítimos que tenia la doctrina propuesta, y por método; dejará de ser teología y se convertirá en el mejor de los casos
supuesto sus límites. en una gloria arqueológica o en un capitulo eminente de la historia de
Finalmente conviene advertir que, en la actualidad, resulta muy las religiones, de la literatura antigua o de la sociología de la religión.
significativo comprobar que este carácter eclesial de la teología haya 2. Si trata de encerrarse en si misma y elude el verdadero diálogo con
dejado de ser considerado como un elemento negativo que minaba y otras ciencias, pensando que así está siendo fiel a su cometido propio,
restaba legitimidad al carácter científico de la teología. Hoy se está re- correrá el riesgo de convertirse en una pura ideología al servicio de un
tomando a una comprensión más positiva de dicha eclesialidad, que credo religioso o de un magisterio eclesiástico.
incluye esta esencial relación al magisterio, aunque como ya hemos La cientificidad de la teología no le viene de una razón positivista
visto no se puede limitar a este aspecto. La eclesialidad de la teología que de manera puramente formal se aplica a un contenido de fe. Esto
es una dimensión mucho más amplia y puede aportar elementos deci- es en realidad una pseudociencia (K. Rahner). La cientificidad de la
sivos y únicos en nuestra sociedad, pues «la vinculación eclesial de la teología le viene de ser capaz de lograr una articulación adecuada en-
teología, así como la vinculación eclesial de la fe, no representan una tre la fe y el logos, entre la fe y la razón; de una razón que se abre a la
amenaza en nuestra cultura pluralista, sino su enriquecimiento, y ba-
fe y de una fe que se abre a la razón.
jo determinadas circunstancias también su liberación»39 • El carácter científico de toda teología se ha de juzgar por la capa-
cidad de expresar la realidad de Dios en lenguaje humano. La valía de
38. R. Tremblay, Donum veritatis. Un documento che fa riflettere, en «Donum
veritatis». La vocazione eclesiale del teologo, 161. Cf., infra, p. 97-99.
39. J. Niewiadomski, Theologie zwischen Kirchlichkeit und Machtkonformi- 40. K. Barth, Esbozo de Dogmática, 15.
tiit: Bulletin ET 10 (1999) 112. Tomado de M. Seckler, Theologie als Glaubens- 41. Un ejemplo claro de esta evolución nos lo muestra l. Kant, La contienda
wisschenschaft, 172. entre fas facultades de filosofía y teología, Madrid 1999.
34 El ejercicio de la teología
¿Qué es la teología? 35

la teología se ha de medir por su capacidad de traer al lenguaje la rea- rnnduce hacia la Verdad completa, desde la que hemos sido consagra-
lidad de la que se habla, haciéndola contemporánea y presente al des- dos y por la que nos hemos consagrado. Él realiza en nosotros aquel
tinatario que escucha y acoge la palabra teológica.
trabajo de interiorización, actualización y universalización de la Ver-
Todo lo dicho pone de manifiesto que la teología es ciencia siendo dad revelada en Cristo.
y permaneciendo como teología. Sólo cuando se concentra de forma Mas no hemos de ser ingenuos. El camino revela y oculta la altu-
rigurosa sobre su tema y su realidad, incluso renunciando a justificar- ra, anchura y profundidad del misterio de Dios manifestado en Jesu-
se a sí misma de forma apologética ante las demás ciencias, comienza cristo. La teología del siglo XVIII y XIX no ha sido más profunda que
entonces a tener verdadero interés para los demás. Su justificación an- la teología del siglo 11, ni nos ha ayudado a penetrar de una forma más
te otras ciencias será más válida y segura cuanto más realice su propio clara y significativa en el misterio de Dios. En la historia se dan avan-
trabajo, observando las leyes propias según las cuales debe caminar, ces y retrocesos que no dependen del simple progreso o suceder del
sin pararse a dar excesivas explicaciones y justificaciones42 . La teolo-
tiempo histórico. De igual manera, tampoco el carácter científico de-
gía debe ser valorada y respetada por lo que ella es y por lo que ella pende de un lenguaje que en su formalidad nos parece científico, si-
trata, no por glorias vanas o famas añadidas. Por lo tanto, la teología
no de la capacidad del lenguaje, es decir, de que nos haga presente y
debería desterrar su complejo de culpabilidad por un pasado deslum-
actual a la vida personal y social la realidad de Dios. Por tanto, en es-
brante o de inferioridad por un presente en penumbra. Su cientificidad
to consiste el progreso de la teología.
y su puesto al lado de las otras ciencias, le vienen de su atenimiento a
De hecho, Ireneo de Lyón es más contemporáneo con su aparente
su objeto mediante el método propio que nace del objeto singular del
sencillez e ingenuidad en la interpretación de la Escritura y en la teo-
que trata. Eso sí, con un logos razonable que puede ser comprendido y
logía que elabora que muchas obras inacabables de exégesis actual,
criticado (diálogo) por otras ciencias y otros ámbitos.
cuyo resultado final es raquítico. Dichas obras suelen dejar el texto in-
La teología no es el único logos sobre Dios, sobre el hombre y so-
accesible, alejándonos el contenido del tema que tratan. Lo mismo po-
bre el mundo, pero tiene el suyo propio, que sólo ella posee com.o glo-
demos decir de grandes obras dogmáticas que, con sus innumerables
ria y dignidad, como peso y encargo. Ella asume la sagrada misión y
citas y lenguaje pseudocientífico, en vez de hacer trasparente y razo-
la pesada responsabilidad de pronunciarlo en el mundo con atrevi-
nable el misterio de Dios, lo ocultan.
miento y valentía, con sencillez y humildad, dentro de la sinfonía de la
Por otra parte, es el mismo Espíritu quien nos conduce y guía a
verdad y en diálogo con el resto de las ciencias.
nuestra historia y a nuestro mundo, para descubrir en ellos la presen-
cia de Dios (signos de los tiempos). Desde ella tenemos que volver a
3) Contemporaneidad: teología en el tiempo
anunciar al hombre de hoy de forma nueva, significativa y sugerente
Como cualquier otra ciencia, la teología es una acción humana. Y las viejas palabras de siempre, que nunca pueden ser definitivamente
en cuanto tal, se halla sujeta al tiempo; es limitada. No constituye una desterradas del corazón humano.
palabra definitiva y eterna, sino una palabra que vamos pronunciando Esta contemporaneidad de la teología, por ello, no tiene que ver
humildemente a lo largo del camino con nuestro Dios por la historia. tanto con una adecuación de Ja teología a los tiempos modernos, o a las
Que la teología se realice necesariamente en el tiempo significa modas presentes y pasajeras, sino con una obediencia filial al Espíritu
que hemos de tener en cuenta el carácter histórico de nuestro lagos y de Dios que nos hace contemporáneos de él, de lo mejor de nuestra tra-
su necesaria apertura a la actual presencia del Espíritu. Vamos cami- dición teológica y eclesial y de los deseos y anhelos profundos del
nando hacia una plenitud definitiva guiados por el Espíritu. Él nos hombre actual. La contemporaneidad de la teología nos ha de volver
contemporáneos al corazón de Dios, al corazón de la Iglesia como Tra-
42. Cf. K. Barth, Tntroducción a la teología evangélica, 33-34.
dición viva y al corazón del mundo.
36 El ejercicio de la teología
¿Qué es la teología? 37
5. Las dimensiones de la teología
c"iirn de los hombres emblemáticos y ejemplos de moralidad para todos
«Así podréis comprender, junto con todos los creyentes, cuál es la los hombres. El misterio de la encarnación y del misterio pascual sólo
anchura, la longitud, la altura y la profundidad del amor de Cristo» (Ef "rn inteligibles desde el fenómeno originario: el misterio trinitario de
3, 18). Este conocido texto, utilizado por los Padres de la Iglesia para 1lios. Porque la capacidad de Dios de poder llegar a ser en lo otro (en-
mostrar la dimensión cósmica y universal de la nueva religión cristia- carnación), reside en que en sí mismo es comunicación y alteridad.
na, puede sernos de gran ayuda para mencionar brevemente cuáles El misterio de la Iglesia se volvería una paradoja incomprensible
son las dimensiones o características que la teología tiene que acen- -;i no fuera comprendida desde este origen trinitario, tal como lo hace
tuar en el momento presente y en el futuro. el concilio Vaticano TI. Y lo mismo sea dicho para la intelección de los
w1cramentos-liturgia como momentos fundamentales en los que a tra-
vés de signos celebrados y realizados en acto, se nos comunica esta
a) la altura de la teología: hacia una teología teológica
vida trinitaria que transforma radicalmente nuestra vida (teología de
En primer lugar, si miramos a la altura del amor de Dios, la teolo- la gracia) y las acciones que realizamos en el mundo para que este sea
gía ha de ser una verdadera teología teológica, construida y fundada 1111 reflejo y una imagen de la vida trinitaria (teología moral).
en el misterio trinitario de Dios43 • Hemos visto que Dios es el sujeto Toda esta «trinitarización» del mundo sólo se consumará cuando
y objeto de la teología. Y lo tendrá que seguir siendo. Pero no un Dios d Hijo anule definitivamente el poder del pecado y de la muerte y en-
abstracto o impersonal, sino el Dios y Padre de nuestro Señor Jesu- tregue la realidad completa al Padre, para que así Dios sea todo en to-
cristo que en su Hijo y en su Espíritu se nos ha revelado y donado co- dos (escatología )44 •
mo amor absoluto. La teología trinitaria ha vuelto a adquirir el pues-
to central que le correspondía dentro de la reflexión teológica. Y está h) la hondura de la teología: hacia una teología histórica
llamada a ser la clave de bóveda de la comprensión del cristianismo y
de la realidad. El tratado de Dios tiene que convertirse en la gnunáti- En segundo lugar, desde la profundidad del amor de Dios, tene-
ca para elaborar el resto de los tratados teológicos; pues este tratado es mos que realizar una verdadera teología histórica que tenga en el cen-
fundamento y condición de posibilidad para una verdadera compren- tro la hondura del misterio pascual, como expresión suprema y reali-
sión de la creación, del ser humano, de Cristo, de la Iglesia, de la sal- zación concreta de la inserción de Dios en la historia humana, en su
vación definitiva. Sin semejante fundamento, dichas realidades, en el complejidad, ambigüedad e incluso en su pecado. La teologia no pue-
fondo, nos resultarían incomprensibles en su ultimidad y en su carác- de conformarse con ser teológica (Dios en su centro), sino que ha de
ter más radical. ser salvífica (el hombre en su fin). Ha de poner en el centro de su la-
Así, el misterio de la creación sólo es posible afirmarlo en toda su gos la salvación que ofrece y al hombre concreto que necesita ser sal-
radicalidad desde un Dios trinitario, ya que sólo un Dios que en sí vado. Todas las grandes épocas de la historia de la Iglesia y de la teo-
mismo sea relación y alteridad puede constituir la realidad, el mundo logía han elaborado su propia teologia de la historia: Ireneo en el siglo
en su estructura fundamental de alteridad-libertad y comunión-depen- 11, Agustín en el siglo V, Buenaventura en el siglo XIII ... desde una
dencia respecto a Dios. perspectiva trinitaria. Nosotros también tenemos que elaborar la nues-
Sólo desde este misterio trinitario la cristología adquiere su estatu- tra, desde la historia concreta que nos toca vivir, con su pasado que
to definitivo. Sin ella no estariamos más que en un capítulo de las ma- hay que leer e interpretar, y las claves fundamentales que encontramos
nifestaciones de Dios en la historia de Jas religiones o en la enumera- en la Escritura como norma viva y fuente permanente.

44. Un ejemplo de esto puede verse ya en la obra de G. Greshake, El Dios uno


43. Entre otros autores W Kasper, El Dios de Jesucristo, Salamanca 1998, 321.
y Trino. Una teología trinitaria, Barcelona 2000.
38 El ejercicio de la teología ¿Qué es la teología? 39

e) La anchura de la teología: hacia una teología dialógica l'uya ejercitación va introduciéndonos en el ámbito de Dios, el cual
11<)s lleva a existir y vivir en él y desde él.
Finalmente, desde la anchura del amor de Dios, hemos de elaborar
una verdadera teología día-lógica, en comunicación serena con otras La teología, finalmente, es una misión en el mundo. Misión que
ciencias, especialmente con la filosofia, y con la pluralidad de teolo- 1cdama la total entrega del sujeto a la búsqueda de la verdad que ha
gías existentes en la Iglesia, en otras confesiones y en otras religiones. salido a nuestro encuentro guiado por el Espíritu. Porque hemos sido
Un diálogo que debe entablarse desde lo que algunos llaman método llamados a ser discípulos y apóstoles, estamos llamados a ser teólo-
de integración; algo semejante a lo que acontece en una sinfonía, don- gos; pues el teólogo es el apóstol y el amigo de Dios47 •
de se van integrando diversas tonalidades en una estructura principal
que produce un conjunto armónico de similitudes y contrastes45 •
Actualmente el pluralismo es una realidad en la cultura y en la
Iglesia que está siendo justamente subrayado y defendido. Pero dicha
pluralidad sólo tiene sentido en una unidad que no la anule, sino que
Ja integre y la conserve en sí misma. Esta unidad es la unidad relacio-
nal que de forma suprema constituye el ser mismo de Dios (Trinidad)
y que fundamenta e ilumina el camino hacia la plena unidad de todo
el género humano 46 .

Conclusión

Con la profunda expresión del evangelio de Juan que nos servía


para iniciar este capítulo, podemos considerar el ejercicio de la teolo-
gía como una forma de consagración a la verdad (Jn 17, 17 .19).
En este sentido, la teología constituye una vocación divina que
tiene su origen en la entrega de Cristo por nosotros y en la donación
de su Espíritu, separándonos de tantas palabras vanas que nos apartan
del verdadero Dios y de nuestra realidad más auténtica como seres
humanos.
La teología es una gracia que alcanza nuestro ser en el dinamismo
de su libertad, amor e inteligencia. Una gracia donde la innata bús-
queda de la verdad que habita en todo hombre, se va tornando en
aceptación de una verdad ofrecida como amor y santidad. Una gracia

45. Cf. H. U. von Balthasar, La verdad es sinfónica. Aspectos del pluralismo


cn'stiano, Madrid 1979. Agradezco a Alejandro Labajos esta descripción de lo que
es una sinfonía.
46. Cf. K. Hemrnerle, Tras las huellas de Dios. Ontología trinitaria y unidad
relacional, Salamanca 2005; C. Gunton, Unidad, trinidad y pluralidad. Dios, la
creación y la cultura de la modernidad, Salamanca 2005. 47. Cf. el capitulo 10.
2
EL OBJETO DE LA TEOLOGÍA: DIOS
EN SU REVELACIÓN Y EN SU MISTERIO

Según la revelación del misterio (Rom 16, 25).

Introducción

El análisis del término teología, llevado a cabo en el capítulo ante-


rior en busca del sentido fundamental del quehacer teológico, nos ha
remitido a Dios corno sujeto central sobre el que trata esta ciencia hu-
milde y esta actividad humana. Dios es el centro inaprensible sobre el
que se desarrolla su acción, el objeto in-objetivable de su conocimien-
to. Toda la teología se halla determinada por él. De tal manera es así,
que sigue siendo actual la definición de teólogo propuesta por K. Barth
al inicio de su Dogmática eclesial, en la que cita a J. Coccejus (1603-
1663): «Teólogo es aquel que habla de Dios, de parte de Dios, en su
presencia y para su gloria.>> 1•
El título del presente capítulo se inspira en el texto del apóstol Pa-
blo ya citado: «según la revelación del misterio» (Rom 16, 25). La in-
teligencia y el lenguaje de la fe (teología) viven en la paradoja que se
abre entre la obediencia a la revelación de Dios y la experiencia de él
como misterio. En el espacio existente entre ambas realidades, entre
la revelación y el misterio referidos a Dios, acontece lo esencial de lo

l. K. Barth, Die Kirchliche Dogmatik 1: Die Lehre vom Worte Gottes. Prole-
gomena zur kirchlichen Dogmatilc, I, l: Einleitung. Das Wort Gottes als Kriterium
der Dogmatik, Zürich 1986, 1 (Kirchliche Dogmatik, § 1, l). Karl Barthcita la obra
de J. Coccejus, Summa theologie ex scripturis repetita, l, 1 (1669). En este sentido
es siempre actual y necesaria la definición de teólogo que nos dejó Evagrio Pón-
tico (346-399) desde la imagen del discípulo amado: «El que reposa en el pecho
del Señor conoce la sabiduría de Dios; por eso será teólogo [ ... ] Si eres teólogo,
verdaderamente orarás; y si oras de verdad serás teólogo» (Tratado sobre la ora-
ción, en PG XL, 1179).
42 El ejercicio de la teología El objeto: Dios 43

que llamamos teología. El objeto de la teología es Dios mismo en su ¡J:1dcs y perspectivas4, aunque tenemos que tener en cuenta que la pri-
movimiento de apertura hacia nosotros, que consiste en la revelación rnacía es siempre de la revelación, de la iniciativa de Dios, de sus pa-
del misterio; o mejor dicho, de él mismo como misterio. En este sen- labras y de sus acciones, del acontecimiento de su manifestación por
tido, por ~<misterio» no se entiende primeramente aquella realidad más d que él se nos hace accesible, palpable y audible(! Jn 1, 2-3) 5•
allá de nuestro conocimiento y experiencia, sino ante todo -y según la Señalo, a continuación, el itinerario concreto que vamos a seguir
perspectiva que nos ofrecen las cartas paulinas- el propósito y el de- para hablar de la revelación del misterio de Dios como objeto central
signio salvífica de Dios para el hombre, el cual revela, a lo largo de su de la teología. En primer lugar, propongo un acercamiento al vocabu-
realización (oikonomia), el ser mismo de Dios (theologia) 2 • lario bíblico y a las lenguas modernas que hablan de esta manifestación
Esta relación entre revelación y misterio pretende poner de relie- de Dios en la historia. En segundo lugar, indico desde una perspectiva
ve el carácter paradójico de la manifestación de Dios en el oculta- 111ás sistemática los tres núcleos fundamentales que nos acercan a Dios

miento (H. U. von Balthasar). Por ello, resulta obligado afirmar que L'll su revelación y en su misterio: Dios como Palabra, como Misterio
Dios es un objeto in-objetivable. Ni por su absoluta trascendencia, es y como Persona veritatis. Desde esta última perspectiva esbozo lama-
decir, su altura infinita que siempre nos sobrepasa, ni por su radical nera que tiene la revelación de Dios de asumir las características de
inmanencia, es decir, su íntima cercanía o su profundidad que siempre novedad, historicidad, diálogo y encuentro. Finalmente, como conclu-
nos sobrecoge, podemos pensar a Dios como otro objeto más de nues- sión de este capítulo, sugiero una propuesta de teología trinitaria de la
tra razón, apropiándonos de él como si de una «cosa» se tratara. La historia que incluye la creación como base necesaria para toda teolo-
mejor teología siempre ha repetido que aquello que alcanzarnos a gía de la revelación.
comprender no es Dios 3•
Sin embargo, Dios ha hablado. Dios se ha revelado. Dios se ha ma-
nifestado y sigue dándosenos permanentemente a conocer. Por eso po- 1. Términos para hablar de Dios en su revelación y misterio
demos hablar de la revelación como del origen y el fundament-0 de la No se encuentra en la Escritura una única palabra para expresar lo
teología. En este sentido la teología antes que ciencia de la fe, o sea, que hoy engloba el término revelación. De hecho, no parece existir en
una acción que nace desde la dinámica y movimiento del corazón del la Antigüedad una palabra equivalente a ésta para hablar de la histo-
hombre fundado en la gracia, es la ciencia de la revelación. No en va-
ria común entre Dios y el hombre; historia en la que se pone al descu-
no, su acción es siempre respuesta al previo movimiento y dinámica del
hierto la verdadera natmaleza e imagen de Dios y la verdadera natu-
corazón de Dios, que por puro amor se nos abre y se nos manifiesta.
raleza e imagen del hombre. En este sentido, el término revelación, al
Con todo, resulta imprescindible unir los momentos objetivo (re-
igual que ha sucedido con el término teología, ha necesitado de una
velación) y subjetivo (fe) del acontecimiento salvífica: la revelación
lenta acogida y una tardía aplicación6 •
en su objetividad y primacía como principio objetivo del conocimien-
to teológico; la fe como principio subjetivo o como momento de aco-
gida de esa revelación. No podemos poner en oposición ambas reali- 4. Este equilibrio necesario entre Ja dimensión objetiva y subjetiva de la reve-
lación cristiana, ha sido expuesto magistralmente por H. U. von Balthasar, Gloria
2. Cf. Ef 1, 3-14. l. La percepción de la forma, Madrid 1985.
3. La llamada teología negativa o apofática, caracterizada por ser consciente 5. Precisamente este es el texto que sirve de proemio a la constitución dogmá-
que de Dios podemos saber más lo que no es que lo que es, ha sido una constante tica del concilio Vaticano II Dei Verbum. Cf. el excelente comentario de H. de Lu-
en la historia de la teología: Gregorio Nacianceno (330-390), Gregorio de Nisa bac al capítulo I, en B. Dupuy (ed.),La revelación divina 1, Madrid 1970, 287-327.
(330-394), Agustín de Hipona (354-430), PseudoDionisio (siglo V), Anselmo de 6. Cf. R. Latourelle, Teología de la revelación, Salamanca 1967; S. Pié-Ninot,
Canterbury (!033-1109), M. Eckhart (1220-1328), Tomás de Aquino (1225-1274), La teología fundamental, Salamanca 2001, 239-330; R. Fisichella, Introducción a
Lutero (1483-1546), Juan de la Cruz (1542-1591), K. Rahner (1904-1984). la teología fundamental, Estella 1992, 77-105.
44 El ejercicio de la teología El objeto: Dios 45

a) Perspectiva filológico-exegética Jll~1.:to


distinto de la plenitud de esta revelación acontecida en Jesucris-
'"· en quien el sujeto y el objeto de la revelación se identifican.
1) En el Antiguo Testamento
El primer campo semántico se encuentra en los Evangelios sinóp-
Para referirse a lo que hoy entendemos por revelación, la literatu- ticos. A la actitud de escucha que hallamos en el Antiguo Testamen-
ra veterotestamentaria utiliza sobre todo la expresión palabra de Yah- 10, le corresponde la apremiante llamada a la conversión que escucha-
vé. Por medio de su Palabra, Dios se nos da a conocer y nos revela sus 111os al inicio del ministerio de Jesús. Sus palabras, sus acciones y su
designios. Ella se manifiesta como camino de salvación para el pue- n1isma persona ponen de manifiesto que el reino y la soberanía de
blo de Israel en la Alianza y en la Ley. Anunciada y ofrecida por me- 1>ios han llegado a los hombres. En este contexto, los autores evangé-
dio de los Profetas, es meditada por los sabios como luz y guía en la lit:os utilizan verbos -anunciar, evangelizar y enseñar- que revelan el
vida de los hombres bajo el nombre de Sabiduría. sorprendente e inesperado acontecimiento transmitido por las pala-
Desde esta primacía de la palabra de Yahvé se comprende muy bien bras, las acciones y la persona de Jesús, es decir, la presencia miste-
que en cada recodo de la Escritura aparezca la invitación de Dios a su riosa del reino de Dios en medio de los hombres. Esta presencia sepa-
pueblo para que permanezca con los oídos abiertos a la escucha de su rece a una semilla esparcida por doquier o a un grano de mostaza
voluntad y prepare su corazón para la adoración y la obediencia: «Escu- sembrado entre la cizaña, gérmenes que sin embargo poseen una fuer-
cha Israel, Yahvé nuestro Dios es el único Yahvé. Amarás a Yahvé tu Dios 1.a interior capaz de desarrollarse por sí misma (Mt 13). Este misterio
con todo tu corazón, con toda alma y con todas tus fuerzas» (Dt 6, 4 ). del reino se da y se realiza precisamente allí donde nadie lo esperaba
La soberanía de la palabra reveladora de Dios y la correspondien- ni lo preveía (Mt 5, 1-11).
te vocación del pueblo de Israel a la escucha fiel de esa palabra, nos El segundo campo semántico puede rastrearse en el Corpus pau-
ayuda a entender la otra perspectiva de la fe veterotestamentaria. En lino. El apóstol Pablo utiliza verbos como desvelar, manifestar, ilumi-
e11a se pone insistentemente de relieve la trascendencia y soberanía de nar y conocer para referirse al misterio de Dios y a1 acontecimiento de
Dios mediante la prohibición de modelar cualquier imagen de Yahvé la salvación realizado en Cristo. La revelación es el designio escondi-
(Ex 20, 4) y la imposibilidad de ver su rostro (Ex 33, 18-20). Ambas do antes de los siglos, pero des-velado y dado a conocer en los últi-
expresiones negativas no son más que el reverso de la afirmación fun- 1nos tiempos con la muerte y resurrección de Jesucristo. La fe es la
damental del Antiguo Testamento: «Escucha, Israel». luz que ilumina nuestros ojos para poder contemplar y comprender el
Esta actitud de escucha no sólo es precisa al principio del encuen- misterio de la voluntad salvífica de Dios (Ef I, 1O), su amor en toda
tro entre Dios y su pueblo, en el inicio de la fe. Resulta también nece- su altura, longitud, anchura y profundidad (Ef 3, 17-18).
saria a la hora de tomar la opción fundamental de convertirse en el pue- El tercer campo semántico hace referencia al lenguaje típico del
blo de Dios y seguir siéndolo siempre. Con todo, no podemos olvidar Corpusjoánico. En él se utilizan términos como palabra, gloria, ver-
que Dios solamente puede dirigimos su mandato a escuchar, si él mis- dad, decir, testimoniar, para expresar la acción fundamental de Jesús
mo ha decido entrar en diálogo y comunicación con nosotros. como exegeta y revelador del Padre. El Hijo revela al Padre, de la mis-
ma forma que el Espíritu revela a los hombres al Hijo. La revelación
2) En el Nuevo Testamento se realiza a través del otro.
A lo largo de las páginas del Nuevo Testamento se descubren tres Esta estructura de la revelación que nos muestra el evangelio de
campos semánticos diferentes para expresar lo que en la actualidad Juan es sumamente importante, pues permite pensar la relación entre
entendemos por revelación7• En cada uno de ellos se subraya un as- revelación y alteridad. Ninguna de las personas divinas se revela des-
de sí misma, sino a través de la revelación mediada por la realidad de
7. Cf. R. Fisichella, Introducción a la teologíafandamental, 81. otra persona. Así, el Padre, a quien nadie ha visto jamás, sólo se reve-
46 El ejercicio de la teología El objeto: Dios 47

la a través del Hijo, quien es su rostro y su gloria (Jn 1, 17-18) y el revelación, aun corriendo el riesgo de aprisionar a Dios en su propio
único camino para llegar hasta él (Jn 14, 6). Por su parte, el Hijo se da rensamiento o sistema filosófico, Bruno Forte ha intentado recuperar
a conocer en el Espíritu, pues sólo él puede conducir a los discípulos la estructura paradójica del acto revelador de Dios. Para este pensador,
a la verdadera identidad y misión de Jesús. El Espíritu, en fin, se re- l)ios siempre se manifiesta en el ocultamiento9 , convirtiéndose esta en
vela en su naturaleza y propiedad personal cuando revela al Hijo a los la única manera posible de defender la revelación de Dios de la razón
hombres, haciendo que Cristo se convierta en principio de vida perso- humana o de todo tipo de sistema filosófico y teológico -que siempre
nal en los creyentes (Jn 14-16). tiene la tentación de introducir en esquemas preconcebidos la novedad
En el evangelio de Juan revelación y alteridad van de la mano. La de la revelación de Dios (Mt 8, 27-30}-.
auto~revelación es en realidad hetero-revelación: el Padre a través del Esta perspectiva posee unas raíces muy profundas en la historia de
Hijo, el Hijo a través del Espíritu y el Espíritu a sí mismo sólo cuan- la teología. En el Antiguo Testamento se expresa en la imposibilidad
do revela al Hijo y al Padre. de ver a Dios o fabricar una imagen suya. En el Nuevo Testamento se
manifiesta por medio de la estrecha relación que existen entre la reve-
3) En las lenguas modernas lación y el misterio.
Ya en el campo semántico de las lenguas modernas tenemos que Además, en la reflexión teológica muy pronto se intentó compagi-
tener presente los términos utilizados en las familias lingüísticas ger- nar una auténtica teología apofática (negativa) y catafática (positiva).
mana y romance. Ignacio de Antioquia acuñó para referirse a Jesucristo la bella expresión
Dada la influencia determinante que el pensamiento humanista siguiente: «La palabra que vino del silencio», pues es en ese silencio
alemán ha tenido en la teología, comenzamos nuestro análisis por la donde nuestra vida puede convertirse en auténtica revelación de Dios 1º.
palabra Ojfenbarung. Etimológicamente significa abrir una intimidad. Con todo, esta fuerte convicción no se deja notar sólo en los pri-
Este concepto nos pone en relación directa con la tradición fil~sófica meros estadios de la teología cristiana. Al contrario, es defendida por
y teológica germana, y especialmente con el idealismo alemán, que los padres capadocios (Gregario Nacianceno y Gregario de Nisa) ante
con gran fuerza ha situado en el centro de su reflexión la pregunta por el excesivo racionalismo de EWiomio, cuando afirman la incomprensi-
la posibilidad de la revelación del absoluto en la historia'. bilidad de Dios"; o por Agustín de Hipona, quien después de haber rea-
Reve/atio es la traducción latina del término griego apocalipsis. lizado uno de los esfuerzos más grandiosos de pensar a Dios como tri-
Literalmente significa mover un velo para poder ver una realidad con nidad, no tiene problemas en afirmar que Dios no es esa realidad que
claridad (des-velar). En la teología contemporánea esta palabra se ha nosotros llegamos a comprender con nuestra razón. Dios ciertamente
comenzado a escribir separada por un guión: re-ve/atio. De esta forma es cognoscible, pero no se puede «apresan> 12 ; más aún ~insiste el obis-
se quiere subrayar la paradoja que se da en el acontecimiento de la re- po de Hipona-, aquello que llegamos a comprender no es Diosn
velación de Dios. Pues al revelarse en la historia y en la persona de
Cristo, se des-vela simultáneamente tanto revelándonos su intimidad 9. B. Forte, Creer y pensar la trinidad a partir de la estructura trinitaria de
y sus entrañas, como velándose y escondiéndose, manteniendo así su la «re-velatio», en N. Silanes (ed.), Pensar a Dios (XXX semana de estudios tri·
nitarios), Salamanca 1995; J. M. Rovira Belloso, Introducción a la teología, Ma-
incomprensibilidad y su misterio. drid 1996, 6: «La revelación del Hijo Jesús sería así, según B. Forte, Ojfen-biiren:
Frente a la tradición idealista, que ha sido capaz de poner en el manifestación del misterio desde el regazo paterno que lo mantiene escondido en
centro de la teología y de la filosofia el acontecimiento trinitario de la el silencio eterno».
10. Ignacio de Antioquia, A los romanos, 3, 2.
11. Gregorio Nacianceno, Discursos teológicos, 29, 5-6.
8. En su obra A la escucha del Otro, Salamanca 2005, B. Forte ha estableci- 12. Agustín de Hipona, Sermón 117, 3, 5, en PL X.XXVIII, 663.
do un diálogo con esta tradición, mostrando sus aciertos y sus fracasos. 13. Id., Sermón 52, 16, en PL XXXVIII, 360.
48 El ejercicio de la teología El objeto: Dios 49

Esta misma línea es continuada por el autor del siglo V, Dionisia el h) Perspectiva teológico-sistemática
Areopagita, quien entre todos los nombres de Dios que podemos uti-
lizar para hablar de él, su preferido es el de lnnombrable 14 . Otro tanto Los tres núcleos esenciales que nos ayudan a comprender lo que
sucede con Anselmo de Canterbury, quien desde su programa teoló- significa el acontecimiento de la revelación son: la palabra de Dios, el
gico de la fe que busca sus propias razones y su comprensibilidad, rnisterio de la salvación y la persona de Jesucristo.
postula la incomprensibilidad de Dios 15 • Por último, podemos citar al
propio Tomás de Aquino, quien después de haber hecho uno de los es- 1) La palabra de Dios
fuerzos más impresionantes para construir un sistema teológico orde- Esta categoría tiene la ventaja de expresar inmediatamente que la
nado y afirmativo (Summa theologicae), en la Summa contra gentiles revelación es una comunicación. No se trata, sin embargo, de una co-
no tiene ningún reparo en afinnar que de Dios podemos Jlegar a saber 1nunicación de «algo» sino de «alguien». Cuando un sujeto profiere
más lo que no es que lo que es 16• una palabra, se está diciendo a sí mismo en ella. Al decir se entrega
Este brevísimo recorrido histórico nos enseña la necesidad que te- personalmente en la palabra. Por medio de la palabra pronunciada él
nemos de mantener en equilibrio ambas perspectivas de la revelación 1nismo se está poniendo enteramente en juego. Así, al referirnos a la
y de la teología. No podemos subrayar hasta tal punto la revelación de palabra de Dios no estamos aludiendo a una comunicación sin más,
Dios que caigamos en una teología excesivamente racionalista, don- sino a una auto-comunicación 18 •
de se pretenda integrar a Dios en el propio sistema filosófico y teoló- Salvador Pié-Ninot ha sintetizado en tres grandes dimensiones las
gico hasta llegar al punto extremo de incluso acabar con él. Por eso perspectivas que hay que tener en cuenta cuando hablamos de la pa-
tiene razón quien pone en el centro de la reflexión teológica a Dios labra de Dios. En primer lugar, la dimensión dinámica, ya que la pala-
como misterio. Dios es trascendente. bra de Dios es una palabra creadora y eficaz, tal como podemos apre-
Y, sin embargo, no podemos afirmar la incomprensibilidad y el ciar claramente en el relato de la creación (Gn 1) o en los relatos de
carácter misterioso de Dios hasta el punto de vernos abocados a un milagros de Jesús, donde su palabra tiene una fuerza recreadora (nue-
apofatismo radical (de Dios no podemos saber nada), puesto que se- va creación). En segundo lugar, la dimensión noética, pues la palabra
mejante vacío lo terminaríamos llenando con nuestra propia imagen comunica y enseña, como se pone de relieve en la Ley y en la Sabi-
proyectada hacia lo divino (ídolo). Dios es también imnanente. Mas duría, con sus mandamientos, preceptos y consejos, o en la nueva
de una doble manera: en nuestra historia, vinculado al espacio y al Ley y Sabiduria esbozadas en el Nuevo Testamento. Por último, la di-
tiempo (Hijo encarnado), y en nuestra interioridad, vinculado a nues- mensión personal, ya que toda la historia de la revelación se desarro-
tra vida personal y al proceso del mundo (Espíritu). Como señala Bal- lla desde la palabra que estaba en el seno del Padre antes de los siglos
thasar: «Sólo porque es superior es interior. Pero porque él sea supe- y la Palabra que ha hablado y se nos ha comunicado al hacerse carne
rior no pierde el derecho, la fuerza y la palabra para revelarse a (Jn l, 1-18)1'.
nosotros como el amor eterno, de donarse y de hacerse comprender en ¿Qué ventajas obtiene la teología si la expresión «palabra de
su incomprensibilidad» 17 • Dios» fuera utilizada para hablar de la revelación divina? Antes de na-
da, ayudaría a establecer una profunda relación entre el Antiguo y el
14. Pseudo Dionisio Areopagita, Los nombres de Dios, I, 6. Nuevo Testamento, comprendido como una unidad dual o dualidad
15. Anselmo de Canterbury, Monologion, 64.
16. Tomás de Aquino, Suma contra los gentiles 1, 30. En este capítulo co- 18. K. Barth y K. Rahner han puesto de relieve la importancia de esta catego-
menta los posibles nombres de Dios, las tres vías del conocimiento de Dios (afir- ría para la teología en general y la teología fundamental en particular. El teólogo
mativa, negativa y de eminencia) en clara referencia al Pseudo Dionisio. de Friburgo hace de ella la categoría clave de toda su teología.
17. H. U. von Balthasar, Sólo el amor es digno deje, Salamanca 2004, 137. 19. S. Pié-Ninot, La teologíafundamental, 241-242.
50 El ejercicio de la teología El objeto: Dios 51

unitaria. En segundo lugar, favoreceria el diálogo entre el judaísmo y 1110 fundamento y consistencia, y otra bien distinta es decir que sin es-
el cristianismo. En tercer lugar, podría favorecer el diálogo ecuméni- tar referidas explícitamente a él no puedan tener ningún sentido21 •
co entre el catolicismo y protestantismo, ya que este último hizo de la
Escritura y la palabra de Dios el centro de su comprensión. Finalmen- 2) El misterio
te, ayudaría a que dentro de la teología y de la vida de la Iglesia cató-
a) Dos tendencias complementarias. En la actualidad, el término
lica se diera la importancia debida a la sagrada Escritura, venerándo-
1nisterio está siendo redescubierto con el fin de pensar nuevamente la
la de igual forma que sucede con el Cuerpo (DV 21 ).
realidad de Dios22 _ Sin embargo, resulta ambiguo, ya que posee una
Por su parte, el concilio Vaticano TI ha concedido un especial pro-
doble orientación. Para el filósofo austriaco L. Wittgenstein, misterio
tagonismo a la expresión «palabra de Dios». Y lo ha hecho hasta el
es aquella realidad sobre la que no podemos decir nada, razón por la
punto de iniciar la constitución dogmática sobre la divina revelación
cual es mejor callar. Siguiendo dicha perspectiva nos hallamos frente
con las palabras «Dei Verbum». Semejante expresión resulta ambigua,
a una orientación negativa, susceptible de ser calificada como teología
pues no se termina de saber si está referida a la palabra de Dios en
apofática o negativa. Por el contrario, para el poeta alemán Goethe,
cuanto sagrada Escritura o a la Palabra de Dios en cuanto realidad per-
tnisterio es aquello que está ahí presente para revelarse con presteza.
sonal: el Hijo de Dios Padre. Según Henri de Lubac, perito durante la
Dicha perspectiva nos sitúa ante una orientación positiva, también de-
celebración del Concilio, los padres conciliares quisieron conservar
nominada con el calificativo de teología catafática o afirmativa-ma-
dicha ambigüedad para situarse en una perspectiva amplia a la hora de
nifestativa23. Ambas orientaciones se encuentran y deben estar pre-
hablar de la Palabra divina. Ella abarca toda la historia de la salvación
sentes en cada una de las perspectivas que asumamos para hablar bien
como palabra de Dios a los hombres y como Jesucristo, la Palabra de
de Dios. La primera ha sido subrayada por las religiones mistérícas y
Dios en persona, donde todas las palabras del Padre se concentran y
las teologías influidas intensamente por el neoplatonismo; la segunda
alcanzan su plenitud (Heb l, 1-3).
ha caracterizado la teología bíblica y la reflexión patristica"-
Se evitan así dos peligros de los que la teología nunca está exenta.
b) Misterio como plenitud y exceso de realidad. Cada vez que em-
En primer lugar, un biblicismo estrecho que identifica la palabra de
pleamos de forma ingenua la palabra misterio para referirnos a Dios
Dios con el texto escrito en su dimensión histórica y filológica. Pues
somos arrastados peligrosamente a una insuficiente interpretación.
aunque nada hay que objetar a una exégesis que profundiza en esta
Esta consiste en comprender a Dios por defecto, es decir, por la limi-
perspectiva por fidelidad a la encarnación de Dios en la historia y en la
tación de nuestro conocimiento, pero no por la grandeza y e] exceso
palabra humana, sin embargo se mantiene en la superficie cuando no
de realidad que representa. Con todo, ambas afirmaciones se relacio-
es capaz de sobrepasar los contextos históricos y culturales en los que
nan mutuamente. Si definimos a Dios como misterio pensando que el
se dio a luz el texto o cuando no es capaz de alcanzar el Espíritu y la
hombre no es capaz de comprenderlo en su totalidad porque su inteli-
vida desde la carne de las palabras'°- En segundo lugar, un angosto
gencia y su conocimiento son limitados, estamos definiendo en el
cristocentrismo que concentra de tal forma la realidad de Dios y del
hombre en la persona de Jesús que da la impresión de que toda palabra 21. Cf. Ya avisaba de estos dos peligros K. Rahner, Curso fundamental sobre
de Dios pronunciada con anterioridad o las palabras del hombre que la fe. Introducción al concepto del cristianismo, Barcelona 5 1998, 30-31.
22. G. Arnengual, Pensar y creer en Dios después de Nietzsche, en A. Cordo-
explícitamente no aparecen dentro del universo cristológico carecen de villa (ed.), Dios y el hombre en Cristo, 85-86; P. Rodríguez Panizo, Dios misterio:
verdad para decirnos algo de Dios y del hombre. Una cosa es que di- Sal terrae 93 (2005) 241-251.
chas palabras encuentren en Cristo su centro y su cima, incluso su últi- 23. Cf. E. Jüngel, Gott als Geheimnis der Welt, Tübingen 2001, 340-347.
24. Cf. G. Bornkamm, Mysterion, en TWNT :rv, 809-834; K. Prümm, Myste-
res, en Díctionnaire de la Bible. Supplement VI, Paris 1928s, 1-225; A. Solignac,
20. Cf. inji-a el capítulo 5: «El alma de la teología: la sagrada Escritura». Mystere, en Dictionnaire de Spiritualité X, Paris 1980, col. 1861-1874.
52 El ejercicio de la teología EL objeto: Dios 53

fondo a Dios desde el propio hombre y de forma negativa. Sin embar- ~ f,ogos), y se nos da a cada uno en el corazón como gracia y como
go, si Dios es misterio incomprensible en sí mismo por exceso y ple- gloria (Espíritu) 28 • Se trata de una manifestación y donación que no
nitud de realidad, entonces Él es vida plena e inagotable. agota el carácter inabarcable e incomprensible de Dios, sino que nos lo
En este sentido, Dios es misterio no sólo ni primordialmente como 1nanifiesta más radicalmente. Dios se nos manifiesta y se nos da pre-
realidad que está más allá de nuestro conocimiento, sino como reali- cisamente en su incomprensibilidad. La revelación no des-vela el mis-
dad que nos sostiene y fundamenta. A la vez es misterio por ser rea- terio, sino que lo hace más patente y nos enfrenta a él de una manera
lidad que nos abarca y da cobijo ( Ge-heimnis: aquella reunión que nos más radical. Es la radicalidad del don de sí mismo a nosotros la que
ofrece y nos brinda un hogar); más aún, es misterio porque perma- 29
lllJS pone en evidencia la condición inabarcable del misterio de Dios •

nentemente nos sobrepasa y nos desborda25 • Comprender a Dios como Precisamente el Deus semper maior se ha manifestado más gran-
misterio significa colocarlo en el centro de la existencia humana co- 30
lle y más incomprensible cuanto más pequeño y minor se ha hecho •

mo realidad fundante de la vida, aquella realidad que nos sobrecoge Ni por su absoluta trascendencia, es decir, su altura infinita que siem-
(imnanencia) y nos sobrepasa (gratuidad y trascendencia)". pre nos desborda y nos sobrepasa, ni por su radical inmanencia, es de-
Misterio, por consiguiente, no puede significar lo que ahora desco- cir, su íntima cercanía o su profunda interioridad que nos sobrecoge,
nocemos pero más tarde podremos llegar a conocer. Si esto fuera lo podemos pensar a Dios como un objeto más de nuestra razón, apro-
que determina la realidad del misterio significaria que la razón huma- piándonos de él como si de una «cosa» se tratara. Dios no puede ser
na constituye el criterio último y la medida decisiva para su compren- plenamente integrado en un sistema. Y si ningún sistema puede «aca-
sión; además, se estaria entendiendo y definiendo desde una perspecti- ban> con él, ¡menos aún el teológico!
va negativa que limitarla tanto la naturaleza de Dios como la naturaleza En este punto, resulta obligado destacar la tensión entre su tras-
del hombre. cendencia y su inmanencia o la dialéctica entre la radicalidad de la
Al contrario, misterio hace referencia a una realidad que nos está comunicación de Dios y la incomprensibilidad de su misterio. Pues
dada y que nos funda. En este sentido, más que un objeto de conoci- cuando se revela se nos da y está ahí para nosotros asequible en toda
miento dado junto a otros, tiene que ver con la misma condición de su radicalidad; y sin embargo, permanece al mismo tiempo incom-
posibilidad del conocer. Es ciertamente la realidad que tenemos siem- prensible e inabarcable. La revelación de Dios es en el ocultamiento.
pre por delante para contemplar (misterio que nos sobrepasa), y tam- La revelación de Dios no agota su misterio, sino que nos comunica y
bién el fundamento mismo de nuestro conocimiento y contemplación nos entrega el misterio que él mismo es.
(misterio que nos sobrecoge). Es la peculiaridad que caracteriza a d) Misterio como singularidad irrepetible. La categoria de miste-
Dios (misterio santo) y a nosotros desde Él, ya que la esencia del ser rio puede también estudiarse como singularidad absoluta, e incluso
humano consiste en estar referido al misterio absoluto que le funda y desde la perspectiva de figura («Gestalt»)31 . En un primer momento
le sostiene27 .
28. Ibid.
e) El misterio de Dios: revelación en el ocultamiento. El misterio
29. L. Ladaria, El Dios vivo y verdadero. El misterio de la trinidad, Salaman-
de Dios es Dios mismo en su ser principio sin origen (Padre) que se ca 22000, 8-11.
nos comunica en la creación y en la historia como palabra encarnada 30. Aquí hay que traer a la memoria la expresión del jesuita holandés que en
honor de su maestro y fundador san Ignacio, escribió como epitafio: «Non coer-
ceri maximo, contineri minimo, divinwn esb> (cf. H. Ralmer, Jgnatius von loyola
25. Cf. G. Greshake, El Dios uno y trino. Una teología de la trinidad, Barce- als Mensch und Theologe, Freiburg 1964, 422-440).
lona 2000, 38-39, remitiendo a J. Splett y E. Jüngel. 31. H. U. van Balthasar, ¿Por qué soy todavía cristiano?, Salamanca 2005,
26. Cf. G. Amengual, Pensar y creer en Dios después de Nietzsche, 85-86. 25-38. En términos análogos se expresa P. Ide, tre et mystere. La Philosophie de
27. K. Rahner, «Sobre el concepto de misterio en la teología católica», en Es- Hans Urs van Balthasar, Paris 1995, 74: «En Gloria, Balthasar prefiere hablar de
critos de teología IV, Madrid 1964, 53-101. figura más que de misterio, pero fundamentalmente el sentido es el mismo».
54 El ejercicio de la teología El objeto: Dios 55

esta vinculación pudiera parecer contradictoria, pues al concebir ins- rio es teológico y se utiliza para desiguar toda la historia de la salva-
tintivamente el misterio como una realidad oscura y sin contornos de- ción. Dicha historia sa/utis tiene su origen en la voluntad del Padre,
finidos, la característica de singularidad con la que tratarnos de aso- en su beneplácito (misterio), que se ha ido realizando a lo largo de la
ciarlo expresa una realidad única y concreta. historia (creación) y ha alcanzado su plenitud en la persona de Jesu-
En este último sentido, conviene señalar que misterio es la realidad cristo (encarnación). Este misterio se despliega y continúa en la histo-
que está ahí presente y se nos manifiesta. Pero en su presencia y en su ria a través de su cuerpo, que es la Iglesia (comunión), y avanza hacia
manifestación nos desborda y nos sobrepasa, no por su ambigüedad y su su consumación definitiva en el Reino (recapitulación).
carácter difuso, sino precisamente por su unicidad y singularidad, que En el Nuevo Testamento la mejor explicación de lo que siguifica el
remite a la plenitud y a la totalidad". Más aún, el misterio es aquella rea- 1nisterio se encuentra en los grandes himnos de Efesios y Colosenses.
lidad absolutamente singular que de forma inesperada, sorprendente y F.llos han servido de base, y no por casualidad, para las cuatro consti-
gratuita aparece ante nosotros en su unicidad e irrepetibilidad. Una rea- tuciones del concilio Vaticano II. Así, desde Ef 1, 3-14 podemos al-
lidad que no sólo no puede ser deducida a priori desde nuestra expe- canzar mejor el sentido del misterio de la Iglesia y su misión (Lumen
riencia o nuestra razón, sino que han de abrirse obedientemente a ella. gentium ); también la liturgia, donde se actualiza este misterio salvífi-
Para llegar a esta comprensión de la singularidad absoluta y su re- ca de Dios y se realiza la propia esencia de la Iglesia (Sacrosantum
lación con el misterio, Balthasar parte de la experiencia humana. En la concilium ), y la palabra de Dios que ella escucha con obediencia y
vida del hombre existen realidades singulares que se nos revelan en su transmite con fidelidad (Dei Verbum). Por su parte, desde Col!, 12-20
misterio porque somos incapaces de explicarlas racionalmente por podemos comprender en unidad de desiguio el misterio de la creación
completo; además, resultan inexplicables e indeducibles desde nuestra y de la encarnación, el misterio del hombre y el misterio de Cristo,
experiencia anterior. Nos referimos a aquellas realidades que son irre- afirmación esencial para entender la relación de la Iglesia con el mun-
ductibles a concepto, abstracción o sistema, y que poseen una eviden- do moderno y su misión dentro de él (Gaudium et spes).
cia y capacidad de mostración tales que antes que aprisionarlas en un
sistema determinado, tenemos que dejarlas que se nos den y se nos di- Una vez realizado este amplio recorrido de la mano de la categoría
gan en toda su irrepetibilidad e incomprensibilidad. Ejemplos de estas de misterio, resulta más claro que la perspectiva para comprender ade-
singularidades relativas son la experiencia ante una obra de arte, la cuadamente la revelación no sea tanto la de los dogmas y las verdades
experiencia del amor personal y la experiencia de la muerte. En el ám- expresadas en fórmulas, como aquella histórico-bíblica y teológico-an-
bito teológico esta realidad absolutamente singular acontece de forma tropológica. Pues el cristianismo no es, ante todo, un conjunto de mis-
suprema en la revelación, donde el Lagos de Dios desciende kenóti- terios inconexos entre sí que hay que creer desde una fe ciega e igno-
camcntc y se manifiesta como amor, como ágape y como gloria33 • El rante, o des-velar desde una inteligencia arrogante, sino un misterio
misterio de Dios deja así de ser una realidad difusa, para revelarse co- fundamental que nos abarca, nos sostiene y en el que hay que entrar.
mo realidad personal, es decir, como misterio trinitario. En este sentido, el misterio de la encarnación es el misterio funda-
e) Misterio e historia de la salvación. Si no profundizamos en la mental (profundidad), ya que en él se nos hace patente el misterio de
categoría de misterio tampoco podemos comprender lo que significa la trinidad (altura), se anticipa a modo de germen el misterio de la
bíblicamente la revelación34 • En las Cartas paulinas el término miste-
tura, la forma y el contenido de este himno de la Carta a los efesios y desde la ca-
32. Cf. H. U. von Balthasar, Das Ganze im Fragment, Einsiedeln 2 1990. tegoría de gloria he intentado realizar una lectura unitaria de la teología en sus
33. Cf. Id., Sólo el amor es digno de fe, 53. principales tratados teológicos. Una lectura wlificadora del misterio de la salva-
34. Cf. H. Schlier, La Carta a los efesios, Salamanca 1991, 47-96 y 200-201, ción y de la existencia cristiana (cf. A. Cordovilla, Gloria de Dios y salvación del
en las que comentando Ef 3, 8-13 trata la categoría de misterio. Desde la estruc- hombre. Una aproximación al cristianismo, Salamanca 1997).
56 El ejercicio de la teología El objeto: Dios 57

Iglesia y el de nuestra participación en la vida divina (longitud), y re- la revelación era comprendida sobre todo desde un esquema abstracto
presenta además el inicio del misterio de la consumación del cosmos y formal, la constitución Dei Verbum lo hace describiendo la revela-
en el Reino (anchura)_ «El cristianismo, en su acepción plena y origi- ción desde un compendio de la historia de la salvación, en Ja que su-
nal, no es una filosofía con fondo religioso ni tampoco un sistema de braya la perspectiva personal y sacramental.
doctrina religiosa o teológica o un código moral, sino un misterio en Sirva como síntesis de todo lo dicho hasta este momento la afir-
el sentido paulino de la palabra. Es una revelación de Dios a la huma- 1nación de Joseph Ratzinger en su comentario teológico a Dei Verbum.
nidad. Es Dios que se revela a sí mismo en hechos y gestos teándricos, l·:ste autor considera que el concepto clave del primer capítulo de la
pletóricos de vida y ricos en vigor, en hechos y gestos que, por esta re- constitución conciliar sobre la revelación es precisamente el de miste-
velación y comunicación de la gracia, hacen posible el acceso de la rio. Un concepto tomado de la teología paulina, concretamente de la
humanidad a la divinidad»"- (:arta a los efesios, que pone de relieve el universalismo de la salva-
¿Cuáles son, por tanto, las ventajas de utilizar la categoría de mis- ción (Ef l, 10). Y todo ello sin olvidar la dimensión cósmica del cris-
terio para referirnos a la revelación de Dios? En primer lugar, subra- tianismo (Col !, 12-20), el carácter histórico de la revelación (Hb 1, l-
yar el carácter histórico y progresivo de la revelación, algo muy im- 3) y el lugar central de Cristo en la historia de la salvación y de Ja
portante para el diálogo interreligioso. En segundo lugar, poner de humanidad (Jn 1, 1-18; Col 12-20) 39 •
relieve el carácter sacramental de la revelación, punto esencial para
establecer un diálogo fecundo con la teología de la Iglesia ortodoxa". 3) La «Persona veritatis»
En tercer lugar, tomar conciencia de la unidad de toda la teología_ Tal
Al hablar de la revelación desde un punto de vista teológico tene-
como señala Rahner: «En el cristianismo existen estos tres misterios,
mos que fijamos especialmente en la persona de Jesucristo. Tanto la
ni más ni menos, lo mismo que hay tres personas en Dios, y estos tres
palabra de Dios como el misterio de la salvación se han cumplido y
misterios dicen una misma cosa: que Dios se nos ha comunicado por
realizado en su persona_ Él es la cara, el rostro, el aspecto y la realidad
Jesucristo en su Espíritu, a nosotros mismos, tal como él es en· sí»37 •
concreta en la que se manifiesta el ser mismo de Dios (Clemente de
En cuarto y último lugar, destacar la permanente tensión que ha de
Alejandria). Él es la Verdad (persona veritatis, según Agustín) y el
existir entre la trascendencia y la inmanencia de Dios, o la necesaria
Reino en persona (Autobasilea, según Origenes); la Palabra última y
dialéctica para la teología entre la afirmación de la radicalidad de la
definitiva del Padre, en quien nos lo tiene dicho todo (Juan de la
comunicación de Dios y su incomprensibilidad. Pues la revelación de
Cruz)'"- A partir de él tienen que ser comprendidas cada una de las pa-
Dios no agota su misterio, sino que se nos da en el misterio que él
mismo es. labras que Dios ha pronunciado anterior y posteriormente, pues si
bien Jesucristo no las suprime ni las consume. sí las interpreta y las
A mediados del siglo pasado el concilio Vaticano II también puso
consuma, dándoles una mayor profundidad y sentido (Heb 1, l-3).
de relieve esta comprensión de la revelación (DV 2). Este hecho su-
puso un cambio decisivo en la concepción de la revelación respecto 39. J. Ratzinger, Kommentar zu Dei Verbum, en Das zweite vatikanische Kon-
del concilio Vaticano 1 (Dei Fi/ius) 38 • Si en la constitución Dei Filius zil TT, Lexikonfii.r Theologie und Kirche, Freiburg 2 1969, 507.
40. Clemente de Alejandría, El Pedagogo I, 57, 2; Agustín de Hipona, Las
35. O. Casel, El misterio del culto cristiano, San Sebastián 1953, 55. confesiones VII, 19, 25; Orígenes, Comm in Math., XIV, 7 (comentario sobre Mt
36. Cf. Y. de Andía, Mística y liturgia. Retorno al misterio en el siglo del Va- I 8, 23, en GCS 40, 289. «El Hijo de Dios es rey del cielo y como él es la sabidu-
ticano 11, en A. Cordovilla Pérez-J. M. Sánchez Caro-S. del Cura (eds.), Dios y el ria, la justificación y la verdad en persona, así también es el reino en persona». Cf.
hombre en Cristo, 473-508. H. U. von Balthasar, Geist und Feuer. Ein Aujbau aus seinen Schriften, Einsiedeln
37. K. Rahner, «Sobre el concepto de misterio en la teología católica», en Es- ,lJ991, 429. Un texto que hay que entender en un contexto escatológico, donde se
critos de teología IV, 95. habla de la unidad definitiva en Dios). Y por último, Juan de la Cruz, Subida II,
38_ DH 3000-3045. 22, 3-7, en Id., Obras completas, Madrid 1988, 286-289.
5N El ejercicio de la teología ¡.,·¡objeto: Dios 59

La totalidad del misterio de Cristo se convierte en la revelación vez que han contemplado su rostro, una vez que le han oído hablar, una
completa del misterio de Dios y del misterio del hombre. Por eso, vez que han disfrutado de sus regalos, a nadie que tenga buen sentido
cuando hablamos de la persona de Cristo y de su misterio, nos esta- se le ocurre preguntar: ¿qué más nos ha traído el Rey que no nos hu-
mos refieriendo a su preparación en el Antiguo Testamento, a la tota- biesen entregado ya sus hcraldos41 •

lidad de su vida y su pasión (con sus palabras, sus acciones, senti-


b) Historicidad. Junto a la novedad tenemos que señalar el aspec-
mientos y conciencia), a su muerte y resurrección; y finalmente a su
to histórico, pues la revelación cristiana está referida siempre a un he-
presencia ininterrumpida mediante el Espíritu en el corazón de la
cho concreto, particular, enclavado en el tiempo y en el espacio. La re-
Iglesia y en la conciencia de los creyentes (GS 22).
velación no es un simple desvelamiento de la verdadera naturaleza del
Afirmar que Cristo es la verdad, la justificación y el reino en per-
hombre y del mundo que nos remite a nuestra experiencia interior más
sona, no significa reducir a una perspectiva únicamente cristológica la
profunda. La revelación de Dios remite a la historia. Esta revelación
verdad, la justicia y el reino de Dios. Las dimensiones histórica, social,
es «siempre mayor que cualquier posible comprensión de ella por
antropológica e institucional están claramente implicadas. En ese sen-
tido, una identificación sin más podría tener el peligro de olvidar estas nuestra parte. Debe su origen a un acto libre y gratuito del Dios trini-
tario»42. Esta revelación «no está determinada por la subjetividad» o el
otras realidades que pertenecen de suyo al reino de Dios. Sin embargo,
sujeto que en la fe la acoge. A él va destinado, pero la forma concreta
resulta impensable una separación entre el mediador de la revelación y
de esta revelación es algo que depende exclusivamente de la bondad,
la salvación o entre el mediador y el contenido de la revelación. Cristo
libertad y gratuidad de Dios.
es el mediador y la plenitud de la revelación (DV 2 y 4).
En este sentido, tenemos que entender la especial sensibilidad de
A la luz de esta concentración en la persona de Cristo del hecho de
la teología francesa para subrayar la dimensión histórica del cristia-
la revelación, se ponen de relieve cuatro características esenciales de
nismo. El dominico Yves Congar lo ha expresado de forma definitiva
la revelación de Dios: la novedad, la historicidad, el diálogo y el en-
cuentro. al afirmar sin ambages que «el cristianismo es un hecho». Por esta ra-
zón, «la historicidad de Jesús de Nazaret es principio esencial y cons-
a) Novedad. Desde esta perspectiva personal se subraya el carácter
titutivo para el saber de la fe». Romano Guardini subraya esto mismo
de novedad que tiene la revelación y la experiencia cristiana. ¿Dónde
de otra forma cuando señala que la esencia del cristianismo es la per-
está la fuente de su eterna y permanente novedad? Sin duda, en la per-
sona de Jesús:
sona de Cristo. Ireneo de Lyón se vio en la necesidad de afirmar, en su
diálogo y controversia frente a los gnósticos, la continuidad radical [Jesucristo es] La única respuesta posible a la pregunta por la esencia
entre el Dios creador del Antiguo Testamento y el Dios redentor del del cristianismo. Esta respuesta reza: no hay ninguna determinación
Nuevo; pero además tuvo que sostener contra viento y marea la nove- abstracta de esta esencia. No hay ninguna doctrina, ninguna actitud re-
ligiosa ni ningún orden vital que pueda separarse de la persona de Cris-
dad que suponía la venida de Cristo respecto a las manifestaciones de
to. Lo cristiano es él mismo, lo que a través de él llega al hombre y la re-
Dios en el Antiguo Testamento:
lación que a través de él puede mantener el hombre con Dios [ ... ] Él, la
Si esto es así [que el Logos ha hablado por boca de los patriarcas y los persona de Jesucristo, en su unicidad histórica y en su gloria eterna, es
profetas], entonces ¿qué nos ha traído de nuevo la venida del Señor? la categoría que determina el ser, el obrar y la doctrina de lo cristiano43 .
Sabed que nos ha traído todas las novedades al dársenos a si mismo
[al traernos su presencia], él a quién habían anunciado los demás[ ... ) 41. Ireneo de Lyón, Adversus haereses, IV, 34, 1.
Los servidores que envía el rey por delante anuncian su llegada, a fin 42. R Fisichella, Introducción a la teologí.afundamental, Estella 1992, 98-105.
43. R. Guardini,La esencia del cristianismo, Madrid 4 1984, 103. Cf. O. Gon-
de que sus vasallos puedan prepararse a recibir a su Señor. Pero una
zález de Cardedal. La entraña del cristianismo, Salamanca 1997, 219-224; T. Rus-
vez llegado el Rey, una vez que sus súbditos gozan de ese gozo jubilo- ter, Romano Guardini. «Das Christliche ist er selhst»- Gr6sse und Grenze tora/o-
so que les había pronosticado, una vez que han recibido la libertad, una sen Christentums, en M. Delgado (ed.), Das Christentum der Theologen im 20.
60 El ejercicio de la teología El objeto: Dios 61

Ahora bien, hemos de aceptar que junto a esta libertad y gratuidad 111ismo internamente diálogo y comunicación. En este sentido, al en-
de la revelación en la forma concreta como Dios libremente ha queri- trar en diálogo con este hombre creado oyente de la Palabra, lo hace
do escoger para darse y comunicarse al hombre, Él mismo ha tenido desde su Palabra inmanente (el propio Hijo). Pues Dios no nos comu-
que crear al hombre, en su esencia y estructura fundamental, como el 11ica algo sobre sí mismo, sino a sí mismo en esta Palabra que lo ha es-
destinatario de esa posible revelación y comunicación divina. Por eso, cuchado todo del Padre. Por ello mismo, la historia de la salvación y
me parece plenamente legítima la búsqueda de estas «condiciones de de la revelación son la historia de su auto-comunicación45 •
posibilidad» en el hombre para que pueda acoger la revelación de Dios. A través de esta Palabra, Dios ha diseñado y realizado la creación.
Ello no significa que el hombre sea la norma y la medida de la revela- Jesús, el Hijo encarnado, no sólo nos revela el rostro del Padre o la
ción, sino que ha sido creado y destinado por Dios mismo para ser esencia intima de Dios, sino el sentido último de toda la realidad, así
ayente de su propia revelación y auto-comunicación en la historia. «Y como la vocación intrasferible del ser humano (GS 22). El hombre ha
por eso, en la propia criatura ha sido depositada, a partir de su más sido creado como oyente de la Palabra para acoger en su interior la Pa-
hondo fundamento esencial, la posibilidad de ser aswnida, de ser ma- labra comunicativa y gratuita de Dios. Él ha sido creado a imagen de
terial de una posible historia de Dios: Dios siempre proyecta creadora- ( "risto, para que llegue a la participación plena con Dios en la seme-
mente a la criatura como la gramática de un posible decir de sí mismo. janza y así pueda manifestarse plenamente aquello que ya es cada
Y aun cuando se callara, no podria proyectarla de otro modo. Porque hombre en el designio de Dios antes de la fundación del mundo: un hi-
incluso este cal1arse-a-sí-mismo supone siempre oídos que oigan la jo en el Hijo (Rom 8, 29; Ef 1, 3-6).
mudez de Dios»44 • Con todo, no nos resulta posible hablar de revelación plena hasta
c) Diálogo. Este carácter personalista de la revelación pone de re- que no existe un sujeto histórico que acoge y responde a esa palabra
lieve su dimensión dialógica. La revelación de Dios es un diálogo, previa y fundante de Dios. La revelación de Dios concluye en la res-
pues él mismo es palabra y comunicación. Dios quiere comunicarse puesta del hombre. Sin embargo, afirmar este carácter dialógico de la
para encontrarse y entablar con el hombre un coloquio de gracia y sal- revelación no significa disolverla en la subjetividad del que está lla-
vación. Si Dios en su misterio trinitario es comunión, diálogo y co- mado a acoger y responder a esta palabra divina con la obediencia de
municación, el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, es la fe, ni a nivelarla con los elementos de verdad y de gracia (revela-
esencialmente diálogo llamado a la comunión y comunicación plena ción) que existen en otras tradiciones religiosas. Cristo es el mediador
con el Creador. y la plenitud de la revelación (DV 2)46; el hombre encuentra en él la
Y puesto que la palabra es esencialmente aquello que proviene de verdad plena de Dios y la verdad última del propio ser humano. Una
otro y que tiende hacia otro, ella es pura referencialidad. Así, desde un verdad, por otra parte, que no se impone violentamente sobre el resto
punto de vista bíblico, la palabra dice relación a lo que es capacidad de realidades y caminos mediante los cuales el hombre busca ardien-
de generar, ofrecer y crear vida. temente la verdad y la salvación, sino que los sostiene afirmándolos,
Más aún, puesto que la Palabra se encuentra junto a Dios -<:orno los plenifica purificándolos y los consuma desbordándolos.
asegura el prólogo del evangelio de Juan-, Dios mismo puede entrar
en diálogo con lo que está fuera de él de una forma libre y responsa- 45. Esta es la perspectiva fundamental de la teología de K. Rahner que ha asu-
mido la constitución Dei Verbum, 2.
ble (es decir, generando capacidad de respuesta), porque él es en si
46. Sobre esta problemática, cf. Congregación de la Doctrina de la fe, Dominus
Iesus. Sobre la unicidad y la universalidad salvífica de Jesucristo y de la Iglesia, 5-8;
Jahrhundert. Vom «Wesen des Christentums» zu den «Kurzformel des G/aubens», M. Bordoni, Jesus Christus - Die Wahrheit in Person, en G. L. Milller (ed ), Einzigkeit
Fribourg 2000, 97-113. und Universalitiit Jesu Christi im Dialog mit den Religionen, Einsiedeln 2001; L. La-
44. K. Rahner, «Para la teología de la encamación», en Escritos de teología daria, Encarnación y teología de las religiones, en A. Cordovilla-J. M. Sánchez Ca-
IV, Madrid 1964, 151. ro-S. del Cura (dirs.), Dios y el hombre en Cristo, 223-243.
62 El ejercicio de la teología EJ objeto: Dios 63

En esta apropiación personal e histórica de la verdad de Dios y del La rl-"Velación como problema hoy
mundo tiene un papel fundamental el Espíritu. Él es quien interioriza
Esta comprensión de la revelación que acabamos de exponer, que
en la conciencia de cada hombre y universaliza en la diversidad de las
11cnc su punto de partida en la constitución dogmática Dei Verbum y
culturas la revelación de Dios. No porque Cristo no sea en sí mismo
¡·11 la afirmación de que Jesucristo es el centro y la plenitud de la re-
entrañable al hombre y universal en el mundo, sino porque sólo es po-
\ elación, se ha vuelto enormemente problemática en la actualidad.
sible la participación en la vida de Cristo desde la comunión con su
Comprender a Cristo como plenitud de la revelación ha supuesto
Espíritu (1 Cor 12, 3)47 • Porque en esto, y no en otra cosa, consiste la
una revolución en el pensamiento teológico. Con dicha afirmación,
respuesta a la revelación y a su palabra: en la comunión con Dios.
11 is padres conciliares han querido ampliar el horizonte en este tema
d) Encuentro. Todo diálogo es una forma de encuentro personal.
rrucial. Así, la revelación pasa de ser entendida fundamental y casi
La revelación de Dios para el hombre también se ha entendido desde
t'.\clusivamente como conjunto de verdades doctrinales, a compren~
la realidad antropológica del encuentro". Si la receptividad, la reci-
tlt:"rse desde una perspectiva más histórica, dinámica, cristológica, per-
procidad y la intimidad son características esenciales de cualquier en-
..,11nal y trinitaria.
cuentro de amistad y de amor entre las personas, por analogía pode-
Se trata, pues, de un tema que ha generado una enorme repercu-
mos aplicar estas mismas características al encuentro que se produce
entre Dios y el hombre. Así cabe entender la relación entre Yahvé y "''" en la vida de la Iglesia y en el quehacer de la teología. De hecho,
la liturgia, la catequesis, la oración, la vivencia de la Iglesia como
Moisés, con el que Dios se ha relacionado cara a cara, de amigo a
pueblo de Dios y comunidad de fe, esperanza y caridad, así como el
amigo (Ex 33, 11). Semejante relación de amistad entre Dios y los
l·nnjunto de la teología cristiana, ya no pueden entenderse hoy en día
hombres se manifiesta en toda su hondura en la relación que Jesús tie-
:-iin esta profundización en la comprensión de la revelación de Dios.
ne con sus discípulos. Jesús no se dirige a ellos como siervos, sino co-
l .a consecuencia es evidente: si cambia este punto, cambia el cristia-
mo amigos; precisamente porque a ellos les ha comunicado todo lo
nismo en su totalidad.
que él ha escuchado al Padre. Mediante el conocimiento de la intimi-
dad paterno-filial y la inserción en la relación que el Hijo tiene con el ¿Ha llegado, por tanto, el tiempo de abandonar esta perspectiva?
Padre, Jesús hace pasar a sus hermanos los hombres de la servidum- ;,Se puede invocar otra percepción y comprensión de la revelación de
bre a la amistad (Jn 15, 14-15). Amistad, comunicación y compañía se l(ffma unilateral, sin entrar y dejarse interrogar por la comunión y el
convierten por tanto en categorías fundamentales para hablar de la re- magisterio de la Iglesia? ¿Es legítimo invocar el concilio Vaticano JI
con el fin de ir contra él?
velación de Dios al hombre".
Dejemos en suspenso de momento tales cuestiones y demos un pa-
47. Cf. H. U. von Balthasar, Teológica 11: Verdad de Dios, Madrid 1997; Id., so más. No cabe duda de que la aplicación del término plenitud a Ja
Teológica III: El Espíritu de la Verdad, Madrid 1998. r~velación de Jesucristo -término bíblico vinculado a las cartas de
48. J. Martín Velasco, El encuentro con Dios, Madrid 1997. Desde su fenome-
l·:fesios y Colosenses y recuperado por el concilio Vaticano 11 de una
nología de la religión, la tradición personalista (M. Blondel, G. Marcel, M. Buber)
y la filosofia ética de Levinas, el autor emplea la realidad antropológica del en- li.ffma positiva- se ha convertido en signo de contradicción. Hablar de
cuentro como la categoría «menos inadecuada para simbolizar la originalísima re- l 'risto como plenitud de la revelación de Dios y de la verdad del hom-
lación del hombre con el Misterio que constituye el centro bipolar del fenómeno re-
bre parece significar esclavitud y opresión. Además, da la impresión
ligioso». El autor desea subrayar que Dios es absolutamente trascendente; aunque
no se trata de un objeto de nuestro conocimiento, es posible el encuentro con él en de no respetar el camino y la verdad que otros hombres siguen para al-
nuestra historia. Para Martín Velasco la expresión suprema de tal encuentro es Ja canzar la felicidad y el cumplimiento de la vocación humana.
experiencia mística. Cf. esta misma idea desde Wla perspectiva teológica, O. Gon-
zález de Cardedal, Jesús de Nazaret. Aproximación a la cristología, Madrid ·1 1993.
Al ser un téTITiino bíblico parece obligado mantenerlo. Pero ense-
49. Esta perspectiva es subrayada también por la Dei Verbum, 2. guida se lleva a cabo un enorme esfuerzo por edulcorarlo con diversos
M El ejercicio de la teología El objeto: Dios 65

adjetivos que maticen el sentido de tan excesiva plenitud. Se habla en- de un exclusivismo inaceptable en la relación entre el cristianismo y el
tonces de una plenitud sólo constitutiva para Jos cristianos, mas relati- 1csto de las religiones.

va para quienes no lo son; una plenitud cualitativa, pero no absoluta. Sin embargo, ambos problemas no son nuevos. Se plantearon con
Y sin embargo, el magisterio eclesial ha querido precisar y reforzar li ida virulencia a principios del siglo XX en la crisis modernista y a

esta plenitud, caracterizándola con expresiones como «plenitud y de- rausa del auge del estudio de la historia, la filosofia y la fenomenolo-
finitividad», «carácter definitivo y completo de la revelación de Jesu- f'.Ía de las religiones. La diferencia es que en nuestros días tal debate
cristo»5º, «carácter específico y absoluto de la revelación cristiana» 51 . 110 se circunscribe a un reducido grupo de intelectuales y teólogos, si-

De hecho, cuando se afirma que la revelación de Cristo es especi- no que tbrrna parte de la mentalidad pluralista común.
fica, se está queriendo decir que aporta una novedad radical. Él no es la En todo caso, las dos cuestiones fundamentales aquí planteadas
expresión de una religiosidad abstracta y difusa que pertenece al con- pueden ser vistas bajo una nueva luz si se establece una adecuada rela-
junto de la humanidad, siguiendo el argumento de que en Cristo la pro- ción entre creación y salvación y entre religión y revelación. Atrás han
pia humanidad alcanza su estado de mayor ejemplaridad. Al contrario, quedado las tesis católicas, que de facto separaban la creación de la
Cristo es la novedad de Dios en la historia humana. Por otra parte, salvación con el fin de poder afirmar la gratuidad de la encarnación de
cuando se afirma que la revelación de Cristo es absoluta, se está inten- Cristo; pero también las tesis protestantes, que establecían una ruptura
tando poner de relieve que esta revelación no puede ser superada ni radical entre la religión de los hombres (fuera la que fuese) y la reve-
completada con otras. Cristo es la revelación de la verdad de Dios y de lación de Dios. En este sentido, la mejor teología del siglo XX ha sido
la verdad del hombre; pues todo hombre y la totalidad de la historia tie- capaz de integrar ambas posiciones teológicas para distinguir las dos
nen una relación con él; más aún, Cristo es el lugar de su recapitula- realidades desde la afirmación de un radical cristocentrismo. Hablo de
ción, plenitud y consumación. En este sentido, el acontecimiento de un cristocentrismo que, por una parte, integra toda la realidad en un
Cristo, aun siendo un hecho preparado por la historia anterior y espe- único proyecto salvífico de Dios y encuentra en Cristo su plenitud y
rado y anhelado por todo hombre, adquiere una plena novedad, es- consumación; pero, por otra, no sólo no anula sino que fundamenta la
pecificidad y ultimidad52 • libertad y autonomía de la creación humana, valorando los elementos
Entonces ¿por qué esta afirmación revolucionaria se ha vuelto hoy de verdad y de gracia que hay en otras tradiciones religiosas.
tan problemática? No es fácil saberlo. La acusación fundamental es- Junto a este cristocentrismo se ha añadido posteriormente una ne-
grimida asegura que semejante afirmación provoca una comprensión cesaria reflexión pneumatológica; en ella se subraya la dimensión uni-
extrinsecista y supranaturalista (mágica) de la revelación. Y lo hace versal y subjetiva de este único proyecto de Dios sobre toda la huma-
porque pone en primer lugar la exterioridad y alteridad de la revela- nidad. Una universalidad y subjetividad que no está en contradicción,
ción (Cristo) frente a la conciencia subjetiva (inmanencia); pero tam- sino que nace de la particularidad e historicidad de la persona y del
bién porque, de una u otra forma, este cristocentrismo es el causante hecho mismo de Cristo.
¿Ha llegado el momento de abandonar esta teología de la historia?
50. Cf. Congregación de la Doctrina de la fe, Dominus /esus, 5-8. De esta ma- ¿La unidad lograda en la teología del siglo XX, recuperando la mejor
nera se quiere salir al paso de la ambigua afirmación de J. Dupuis cuando dice que
la revelación de Cristo, siendo plenitud cualitativa, no es sin embargo absoluta, si- teología de la historia de la Escritura y las primeras reflexiones teoló-
no que permanece relativa (Jiérso una teologia cristiana del pluralismo religioso, gicas de padres como Justino o Ireneo, reclama ser superada median-
Brescia 1997, 336-343, en especial 338).
te una identidad? ¿Está cualquier salvación y cualquier gracia en el
51. Cf. Conferencia episcopal espafiola, Teología y secularización en España,
Madrid 2006, 6. origen de la creación? ¿Es cualquier religión senciHamente revelación
52. A. Cordovilla, Cristo, verdad absoluta de la creación y de la historia, en de Dios? Todas estas afirmaciones formuladas como preguntas me pa-
J. Rico Pavés, (ed.), La fe de los sencillos. Comentario a la instrucción pastoral
«Teología y secularización en España», Madrid 2007. recen erróneas. Y no principalmente porque sean contrarias a la doc-
66 El ejercicio de la teología El objeto: Dios 67

trina católica, sino porque son ingenuas con la realidad antropológica presente una verdadera intención que hay que valorar positivamente:
e histórica. ¿Podrían sostenerse, tal vez, en un análisis riguroso de la subrayar la igualdad de las tres personas y cómo cada una de ellas es
naturaleza histórica del hombre (y no una naturaleza idealizada y abs- en relación con las otras. Sin embargo, de esta manera se produce una
tracta), de los ritos, textos y prácticas de otras religiones? No me lo ruptura respecto a la forma de entender esta comunión en la tradición
parece. bíblica, litúrgica y eclesial, que no está ajena a consecuencias impor-
Queda en todo caso claro que la teología del siglo XX ha estado tantes en la vida eclesial. Más aún, en esta línea de reflexión se perci-
excesivamente centrada en el concepto y en el desarrollo temático de be de manera renovada un viejo peligro: separar la reflexión del Dios
la revelación. Se ha producido una cierta inflación de este término. trinitario de la historia de la salvación.
Quizá se haya debido a una pura reacción contraria a una época ante- Desde mi punto de vista, la reflexión sobre la teología trinitaria
rior donde dicha «realidad central de la experiencia cristiana, se había tiene que estar estrechamente vinculada al testimonio bíblico y a la
convertido en un concepto marginal durante mucho tiempo»53 • Sin ol- acción litúrgica. No en vano, ambos siempre han hablado de Dios y se
vidar este carácter central, hay que dar la razón al teólogo inglés Co- han referido a él desde su acción en la historia como salvación y des-
lin E. Gunton cuando aboga por situar la teología de la revelación en de la experiencia religiosa que provoca su revelación en el hombre.
el conjunto de la teología para no convertirla en una cuestión pura- Desde esta perspectiva bíblica y litúrgica, la teología no ha tenido
mente formal. Esta integración de la teología de la revelación en el más remedio que describir y confesar al Padre como origen sin origen,
corpus teológico no le llevaria a perder su papel central, sino que sal- como fuente inagotable de amor, desde quien se inicia el proyecto de
dria fortalecida. Pues la teología de la revelación sólo es inteligible y salvación (Ef 1, 3-14), en comunión íntima con el Hijo y el Espíritu.
defendible desde el contenido de la totalidad de la teología; y más en El Hijo es su imagen perfecta (Col 1, 15), enviado por Él para revelar
concreto, desde una auténtica teología cristiana de la creación enrai- su rostro (Jn 1, 18) y realizar el propósito de su voluntad (Ef 1, 3-5).
zada en la cristología, en la pneumatología y en la teología trinitaria54 . El Espíritu es su aliento y su amor, derramado en el corazón del cre-
yente (Gal 4, 6; Rom 8, 16) y del mundo para conducir a la creación
3 _ Dios como misterio trinitario a su plenitud consumada (Rom 8, 23-30). Tal es la gloria de Dios y la
salvación del hombre_ Y en esto consiste la comunión de Dios. Desde
a) Punto de partida: testimonio bíblico y práctica litúrgica ellas hay que pensar a Dios como Dios trinitario.
La actual reflexión teológica está volcada en pensar a Dios desde
el paradigma o la imagen de la comunión, entendida como ámbito de b) El anclaje antropológico
relaciones personales totalmente simétricas entre el Padre, el Hijo y el
55
Esta perspectiva bíblica y litúrgica no impide que el discurso teo-
Espíritu • De esta forma, se separa de la teología clásica, que junto a
lógico busque su anclaje antropológico. La teología trinitaria actual
esta comunión hablaba de un orden intradivino, donde el Padre es ori-
tiene que tener presente cómo es la experiencia de Dios en el mundo,
gen y fuente del Hijo y el Espíritu. En estas nuevas propuestas está
para poder insertar su teología en la razón y en la experiencia huma-
na. De esta forma no aparecerá como una superestructura_ El análisis
53. Y. Lacoste, Révé/etaion, en Id., Dictionnaire en.tique de Théologie, Paris
1998, 1004. Este artículo es una gran síntesis sobre el sentido y el concepto de re- de dicha experiencia puede ser un punto de partida significativo para
velación a lo largo de la historia de la teología. el diálogo interreligioso.
54. Cf. C. E. Gunton, A Brieftheology ofrevelation, London-NewYork 22005.
En este sentido y desde mi punto de vista, la experiencia de Dios
55. Cf. G. Greshake, El Dios uno y trino. Una teología de La trinidad, Barce-
lona 2000; G. Zarazaga, Dios es comunión. El nuevo paradigma trinitario, Sala- en el mundo viene motivada por tres características fundamentales
manca 2004. que encuentran su máxima expresión en la doctrina trinitaria: la tras-
68 El ejercicio de la teología El objeto: Dios 69

cendencia, la historicidad y la inmanencia. O dicho de otra manera, la en todas las criaturas (panenteísmo). La inmediatez con Dios y la co-
alteridad, la relación y la comunión". munión de Dios con las criaturas son, en definitiva, el destino último
1. Lo divino como originan'o fandamento trascendente. La expe- de toda experiencia religiosa. En palabras de la Escritura: «que Dios
riencia que el hombre hace de Dios es una experiencia de trascendencia, sea todo en todos» (1 Cor 15, 28).
de una realidad que le excede y supera por completo. Dios es misterio La teología cristiana, asumiendo y purificando esta perspectiva,
incomprensible que sobrecoge y sobrepasa infinitamente toda realidad vincula la dimensión de la experiencia de lo divino al Espíritu Santo.
humana. Expresado en ténninos más filosóficos, Dios aparece como
fundamento trascendente del mundo, como lo Incondicionado, el fun-
e) Historia de Israel y vida de Jesús de Nazaret
damento abisal. No puede, pues, resultar extraño que las diferentes reli-
giones hayan comprendido a Dios con imágenes y metáforas naturales La experiencia humana de lo divino hay que reinterpretarla desde
como el horizonte ilimitado, el cielo, el océano, el abismo, la fuente, la la historia de Israel y desde la persona de Jesús de Nazaret. La triple
noche. Esto, según Ja Biblia, tiene que ver con la experiencia de la san- experiencia humana de lo divino, en la dialéctica irresoluble de la re-
tidad de Dios, ante cuya presencia hay que volver el rostro por miedo a lación entre la trascendencia y la inmanencia, atraviesa la forma y la
perder la vida. O según la tradición mística, alude a la subida al monte estructura de la revelación de Dios según aparece en el testimonio del
Carmelo, donde después de pasar por la noche alcanzarnos la cima don- Antiguo Testamento y de manera definitiva en la conciencia misma de
de se da la experiencia de Dios como Nada y como Todo. La actitud del Jesús. Mediante su particularísima experiencia de Dios, manifestada a
hombre ante esta experiencia de Dios o de lo divino es el silencio. través de sus acciones y palabras, Jesús de Nazaret nos revela al mis-
La teología cristiana, asumiendo y purificando dicha perspectiva, mo Dios. En su conciencia se cruzan las líneas de la trascendencia y
vinculará esta dimensión de la experiencia de lo divino al Padre. la inmanencia de Dios en la historia de los hombres. O dicho según la
2. En segundo lugar, se da en el hombre una experiencia personal terminología veterotestamentaria, la soberanía y santidad de Dios y su
de encuentro con lo divino. Lo divino aparece bajo un aspec~o perso- cercanía e intimidad. Desde la historia particular de Jesús hay que in-
nal con el que es posible entrar en relación y suscitar un encuentro. En terpretar la trascendencia del Padre y la iumanencia del Espíritu.
este sentido resulta posible hablar de una experiencia dialógica, pues La vida de Jesús enraíza a Dios en la historia concreta de los hom-
lo divino puede ser conocido a través de acontecimientos históricos, bres. No hay paso de la trascendencia de Dios a 1a inmanencia del Es-
sueños, voces interiores, mediadores. Además, al ser también repre- píritu si no es por medio de la historia de Jesús. Las filosofías de la re-
sentado con imágenes provenientes del mundo social y familiar (pas- ligión y las teologías que quieren pensar a Dios (o lo divino) desde la
tor, guerrero, señor, padre, madre, amado, voz, etc.), resulta posible dialéctica trascendencia-inmanencia tienen razón cuando señalan que
relacionarse personalmente con lo divino a través de la oración, el sa- es aquí donde se juega la relación entre Dios y el mundo. Sin embar-
crificio, la alabanza y la plegaria.
go, desde mi punto de vista, no aciertan del todo cuando no integran
La teología cristiana, asumiendo y purificando esta perspectiva,
de forma satisfactoria la historia como mediación necesaria entre las
vincula la dimensión de la experiencia de lo divino al Hijo.
dos. Ahora bien, la historia es su bisagra y su necesario nexo de unión,
3. Nos encontramos, por último, con la experiencia de Dios, deno-
aunque sin encerramos en su desnuda positividad. Ella nos abre a la
minada de forma general experiencia mística e inmanente. Se trata de
trascendencia y a la inmanencia. El arraigo histórico de la experiencia
la experiencia de la presencia de Dios en lo más íntimo del hombre y
de Dios (en Cristo) posibilita que comprendamos la radical profundi-
56. Cf. H. Kessler, Religi6se Grunderjiihrungen und der G/aube an der dreiei-
dad que atesora el Alfa, origen creador desde el amor absoluto (Pa-
nen Gott, en Id., Den verborgenen Gott suchen. Gottesg/aube in einer von Natur- dre), en pos de la Omega de la historia (Espíritu), ámbito integrador y
wissenschaften und Religionskonflikten gepriigten We/t, Paderborn 2006, 28-51. consumador de toda la creación.
70 El ejercicio de la teología El objeto: Dios 71

d) Trinidad y misterio pascual En segundo lugar, y junto a esta primera experiencia de trascen-
dencia, la comunidad primitiva ha experimentado en Jesucristo la ab-
En e1 centro del testimonio neotestamentario sobre Dios está el
soluta cercanía y compañía de ese Dios ( «Emmanueh> ). Este Dios sa-
misterio pascual. Allí Dios se revela plenamente en su ser trinitario.
lió en arriesgada solidaridad a favor del pueblo de Israel, pero ahora i
Aunque nunca podemos olvidar que el centro y punto de partida del
se ha hecho radicalmente inmanente a la historia humana (encarna-
misterio pascual es la historia, la libertad y la conciencia de Jesús (su
1

ción) y solidario con la vida de los hombres hasta la muerte (y muer-


kénosis hasta la muerte y muerte de cruz), podemos y debemos afirmar
te de cruz). La experiencia no es tanto del Dios que está sobre noso-
que en ese acontecimiento salvífica está implicada toda la trinidad. No 111,
tros, misterio incomprensible y santo, sino del Dios cercano que ha
de igual manera y de forma indistinta, sino cada persona según su pro-
tomado partido a nuestro favor de una manera decidida y eterna: Deus
piedad personal. Este acontecimiento trinitario nos ha revelado en ple-
nitud el ser mismo de Dios, es decir, un Dios radicalmente solidario de pro nobis (Rom 8, 31-33).
Por último, la comunidad cristiana ha podido experimentar que
la historia humana, que no sólo la ha puesto en marcha como signo
este Dios no se ha conformado con ser inmanente a nuestra historia
de amor y libertad supremas, sino que la ha asumido para, desde den-
viviendo con y por nosotros en un momento determinado. Por el con-
tro, sanarla y conducirla a su plenitud y consumación, el fin para el que
había sido creada. El misterio pascual nos revela en plenitud y ultimi- trario, es inmanente a la historia porque existe en ella al hacerse con-
dad el misterio de Dios (misterio de comunión trinitaria), que integra y temporáneo de cada uno de nosotros. Inmanente a todo hombre en lo
asume en su ser toda la historia humana, aun con su fragilidad y peca- más profundo de su conciencia personal (intimidad) y a todos los
do, para introducirla en la comunión de la vida divina57 • hombres en su diáspora y universalidad (extensión). Se trata del Dios
Por su parte, la comunidad cristiana reflexionó a la luz del miste- que es comunicación y comunión en el Espíritu santo: Deus in nos
rio pascual sobre el significado de la persona de Jesús (cristología), (Rom 8, 9-17).
sobre la comprensión de la salvación de los hombres (soteriología) Semejante experiencia de Dios en toda su altura (Padre), su hon-
y sobre la imagen y realidad de Dios (teología). Así, en continuidad y dura (Hijo) y anchura (Espíritu), la comunidad primitiva la ha expre-
discontinuidad con el Ai;itiguo Testamento, ha podido llevar a cabo la sado en su vida litúrgica por medio de diferentes textos bíblicos, pues
necesaria profundización en su experiencia y comprensión de Dios es en la liturgia donde se actualiza y se realiza sacramentalmente el
desde una triple perspectiva: encuentro con ese Dios trascendente, histórico e inmanente (2 Cor 13,
En primer lugar, la comunidad de los creyentes ha experimentado 13;Mt28, 19;Efl,3-14).
la imagen del Dios trascendente e incomprensible (Misterio santo).
Ese Dios revelado en el Antiguo Testamento, que permanentemente e) Trinidad e historia
nos sobrepasa y nos desborda, y que se encuentra referido al Padre. Él
Las teologías que han vinculado estrechamente la historia de la
es el Dios sobre nosotros, infinitamente trascendente: Deus extra nos
salvación y el misterio trinitario han tenido un gran acierto. Trinidad e
(Rom 11, 33-36; Ef3, 18-21).
historia no se pueden separar. Sólo tenemos acceso a Dios, Padre de
nuestro Señor Jesucristo, a través de su revelación en la historia. Pues
57. Las obras ya clásicas de J. Moltmann, El Dios crucificado. La crnz de
Cristo como fundamento y critica de la teología cristiana, Salamanca 2007; E. la historia tiene su último fundamento en el misterio de Dios.
Jüngel, Dios como misterio del mundo. Sobre la JUndamentación de la teología del Por esta razón, son plenamente actuales las teologías de Ireneo de
Crucificado en el conflicto entre teísmo y ateísmo, Salamanca 1986; 11. U. von Bal- Lyón, Gregario Nacianceno e incluso Joaquín de Fiare, autores que
thasar, El misterio pascual. Teología de los tres días, Madrid 2000. Cf. A. Hunt,
The Trinity and the Paschal Mystery. A Development in Recent Catholic Theology, han comprendido la historia de la humanidad desde un ritmo y una
Minnesota 1997. dialéctica trinitaria.
72 El ejercicio de la teología 73
El objeto: Dios

El propio simbolo de la fe relaciona al Padre con la creación, al consumación escatológica y se une a la voz de la Iglesia como sacra-
Hijo con la redención y al Espíritu con la consumación, constituyen- mento de la humanidad para pedir la venida definitiva del Señor. Él es
do así los hitos fundamentales de la historia de la salvación. El Padre el protagonista invisible de toda la salvación en la historia.
crea el mundo por medio de sus dos manos, el Hijo y el Espíritu. El
Hijo realiza la obra de la salvación en obediencia a la misión del Pa- f) Trinidad y doxología
dre en la fuerza y en el ámbito del Espíritu. Finalmente, el Espíritu
conduce a su plenitud y su consumación la obra del Padre, universa- No es posible concluir la teología trinitaria sin dedicar al menos
lizando y actualizando Ja salvación acontecida en Cristo. una mención a la ontología trinitaria que ha sido elaborada desde una
Por lo tanto, no hay nada que objetar a esta perspectiva histórica del perspectiva doxológica. Esta teología de la gloria se encuentra expues-
misterio de Dios trinitario. Aunque sí es necesaria una aclaración. Las ta de manera genial en el evangelio de Juan, especialmente en su ca-
tres personas están vinculadas a cada uno de los tres momentos en los pítulo 17, así como en dos grandes teólogos: lreneo de Lyón y Grega-
que normalmente se divide Ja historia salvífica. No podemos pensar en rio de Nisa59 .
La gloria, como kabod y como doxa, es el ser mismo de Dios en su
una época del Padre (creación y Antiguo Testamento) separada de la
esencia (peso) y en su manifestación (resplandor). La gloria del Padre
del Hijo (redención y Nuevo Tertarnento) y concluida en la época del
es el Hijo, por quien a su vez el Padre es glorificado. La gloria del Hi-
Espiritu (consumación y Evangelio eterno). El Padre es origen al ser
jo es el Padre, por quien el Hijo es glorificado. La gloria común a am-
fuente, fundamento y futuro de la creación y de la historia. Desde su
bos, corno nexo y unión, como plenitud y exceso, es el Espíritu, quien
ser comprendido como amor en pura donación, expresado en el Hijo y
glorificando a ambos también recibe su propia gloria. Una gloria que
comunicado hasta el extremo en el Espíritu, podemos entender la crea-
derramada sobre los hombres, nos introduce en el reino de Dios, es
ción como la obra de Dios, salida de sus mismas manos. para poder co-
decir, en el misterio de la Trinidad (Evagrio Póntico)60 • Aquí es don-
municar en ella su amor y sus beneficios58 .
de acontece en plenitud consumada la revelación de Dios, cuando él
El Padre crea el mundo mediante el Hijo y el Espíritu. La creación
sea definitivamente todo en todos (1Cor15, 28).
y la historia tienen en su origen el amor creador del Padre, que dise-
ñando todas las cosas a imagen de su Hijo y plasmándolas mediante el
aliento y el agua del Espíritu, las sostiene y las conduce hacia su ple-
nitud consumada. Si el Hijo es imagen de Dios invisible y el modelo
en quien todo fue hecho (especialmente el hombre), nadie mejor que
él para revelar al Padre en la plenitud de los tiempos asumiendo nues-
tra condición humana (encarnación) y mostrándonos así de forma si-
multánea la plena vocación para la que habíamos sido creados: la fi-
liación divina. El Espíritu está presente en la historia de la salvación
desde sus orígenes (Gn 1, 2), la alienta con su soplo y su calor hasta la
59. Jreneo desde una perspectiva más histórico-salvífica y Gregorio desde
58. La teología trinitaria de Ireneo de Lyón se sitúa en esta perspectiva histó- una perspectiva más ontológica, aunque sin excluirse entre sí. De hecho, ambas
rica. Con toda razón está siendo valorada y tomada como fuente de inspiración en han de ser sumadas y estar en una permanente relación. Cf. A. Cordovilla Pérez,
diversas teologías contemporáneas. Cf. C. E. Gunton, Unidad, Trinidad y plurali- Gloria de Dios y salvación del hombre. Una aproximación al cristianismo, Sala-
dad. Dios, la creación y la cultura de la modernidad, Salamanca 2005; Id., The manca 1997, 69-80.
Promise ofthe trinitarian Theology, Edinburgh 2 1997; Id., Father, Son and Holy 60. V. Lossky, The Mystical Theology of the Eastern Church, New York
Spirit: Toward a Ful/y Trinitarian Theology, Edinburgh 2003.
1976, 217.
3
EL SUJETO Y EL LUGAR DE LA TEOLOGÍA:
LA IGLESIA COMO COMUNIDAD DE FE

Dado a conocer a todos los hombres para


obediencia de la fe (Rom 16, 26).

Introducción

Dios, en la revelación de su misterio, es el fundamento y el objeto


de la teología. O dicho de otra manera, la revelación es el principio
objetivo del conocimiento teológico. Junto a esta dimensión objetiva,
tenemos que hablar de la fe como principio subjetivo. Si la revelación
hace referencia al fundamento y al objeto de la teología, la fe dice re-
lación al sujeto. Por tanto, sólo desde el establecimiento de una ade-
cuada relación entre objeto y sujeto se ilumina la cuestión del lugar de
la teología.
Para desarrollar este aspecto fundamental intentaremos acercar-
nos, en primer lugar, a una comprensión global de la fe desde cinco
imágenes que la Escritura utiliza, imágenes que también pueden ser-
vir para referirnos a la teología. Porque aunque la fe no puede identi-
ficarse con la teología, y en este sentido puede haber fe sin teología,
sin embargo no puede darse teología sin fe. En este sentido, la fe siem-
pre precede en el corazón del creyente por ser don de Dios; pero tam-
bién por ser entrega radical del hombre a ese Dios que previamente se
le manifiesta. Dios se da a conocer a los hombres para la obediencia
de la fe (Rom l, 16 y 16, 26), una obediencia filial que es ejercida por
el hombre desde su plena libertad en su capacidad de conocer, de es-
perar y de amar.
Esta libertad necesaria como presupuesto de la fe se expresa y se
ejercita en el movimiento que constituye el quehacer mismo de la teo-
logía. En segundo lugar, por tanto, tendremos que abordar la teología
como acción humana que nace necesariamente de la libertad de la fe
76 EL ejercicio de la teología El lugar: la Iglesia 77

y que se manifiesta como fe en movimiento, es decir, en acto de pen- ("sa luz se hacen nuevas todas las cosas. La fe es el amor en una rela-
sar, de creer, de amar y de esperar. Desplegado en el triple horizonte 1·1ún personal que alimenta y nutre. La fe es lo que tira de nosotros ha-
de la verdad, el amor y la esperanza, este movimiento que es la teolo- r1a una meta de plenitud que nos aguarda y que consumará nuestras
gía discierne sus propias razones, se siente impelido por el amor y .1spiraciones y deseos, más allá de ellos. La fe es roca, camino, luz,
busca motivos para seguir esperando. a111or y meta. Y la teología, en cuanto ciencia de la fe, participa de esas
Finalmente, nos preguntaremos por el lugar de la fe y de la teolo- 111ismas características fundamentales.
gía, que no puede ser otro que la Iglesia en cuanto comunidad de fe,
esperanza y amor. Ella constituye el auténtico sujeto de la teología, a) Roca
pues es al pueblo de Dios a quien el Padre se ha manifestado como
Verdad y se ha entregado como Amor. A la Iglesia le corresponde ser, Como punto de partida hemos elegido la imagen de la roca. Se tra-
por consiguiente, el lugar hermenéutico, heurístico y vital donde el teó- ta de una figura que aparece sobre todo en el Antiguo Testamento y
logo desarrolla su vocación y misión específicas. De la misma manera que se ajusta muy bien al sentido etimológico de la raíz hebrea aman,
que el sujeto de la fe no es un individuo aislado y separado del resto, si- de la que proceden el sustantivo fe y el verbo creer. La idea base de la
no el individuo dentro de un nosotros (la comunidad de fe), así el su- raíz hebrea es la de firmeza2 • En este sentido, la fe creyente remite a
jeto de la teología es el teólogo dentro de ese mismo nosotros creyente una confianza radical en alguien, desde la que resulta posible vivir se-
que es la Iglesia, a quien sirve en sus tres ministerios fundamentales: el guro y a salvo. Y puesto que esta ha sido la experiencia fundamental
profético, el sacerdotal y el real1. del pueblo de Israel en su relación con Yahvé, los salmos repiten una
y otra vez que el Dios de Abrahán, Isaac y Jacob es la roca y el refu-
gio para Israel, el lugar firme donde este pueblo frágil y pequeño pue-
1. Imágenes complementarias de la fe y la teología de poner su asiento y su confianza.
Esta relación entre la fe y el fundamento de la vida aparece clara-
Cinco son las imágenes que aporta la Escritura para ayudarnos a
mente expresado en un texto decisivo para la historia de la teología:
comprender la realidad de la fe. Cada una de ellas subraya una idea
«Si no creéis, no subsistiréis» (Is 7, 9). Resulta relevante señalar que
central que muy bien puede servirnos para ahondar en el sentido de la
dicha afirmación, transmitida por la Vulgata de forma ligeramente di-
teología. A la imagen de la roca le corresponde la idea de la estabili-
ferente al original hebreo («si no creéis, no comprenderéis»), ha teni-
dad; a la imagen del camino, la de dinamismo; a la imagen de la luz,
do una fecundidad inmensa para la propia identidad de la teología
la de conocimiento; a la imagen del amor esponsal, la de relación; a la
cristiana. De hecho, a partir de ella ha sido comprendida como inteli-
imagen de la meta, la del destino.
gencia y razón que nacen en el acto de creer («credo, ut intelligam»)3
La fe se nos revela, por tanto, como la roca en la que nos asenta-
y también como inteligencia de la fe («fides quaerens intellectum»)4 •
mos y nos sentimos seguros, el fundamento desde donde edificamos
La fe, en su doble dimensión objetiva (fides quae) y subjetiva (fi-
nuestra vida. La fe es el camino por el que nos arriesgamos y nos
des qua), así como en su carácter personal y comunitario, ofrece a la
aventuramos hacia una tierra nueva, pertrechados con su confianza
teología una roca firme desde la que realizar su quehacer y su tarea.
inicial. La fe es una luz que nos otorga el conocimiento de una reali-
dad nueva (en la luz de Dios, vemos la Luz, vemos a Dios), y desde 2. A. Vanhoye, Foi. A. Théologie biblique, en J.-Y. Lacoste (ed.), Dictionnai-
re critique de Théologie, Paris 1998, 470-472.
l. CE W. Kasper, Das Theorie-Praxis-Problem in der Theo/ogie, en W Kern- 3. Agustín de Hipona, Sermo 43; In Joan Ev., 27, 6; Cf. W Geerlings, Jesaja
H. J. Pottmeyer-M. Seckler (hrsg.), Handbuch der Fundamentaltheo/ogie rv. Trak- 7, 9b bei Augustinus. Die Geschichte eines fru.chtbaren Miftverstiindnisses: Wis-
tat Theologische Erkenntnis/ehre, Tübingen 2 2000, 187-188; Congregación para la sensachft und Weisheit 50 (1987) 5-12.
Doctrina de Ja fe, «Donum veritatis». La vocación eclesial del teólogo. 4. Anselmo de Canterbury, Proslogion, I.
78 El ejercicio de la teología El lugar: la Iglesia 79

La teología no inventa su objeto, sino que lo acoge y lo recibe en con- Por su parte, la teología es fe que busca y se abre a unos horizon-
fianza, desde la fe. tes y paisajes nuevos. La teología es fe que se interroga y provoca al
Toda ciencia trabaja sobre una realidad dada que ha de acoger con creyente y al teólogo a ir siempre más allá y más hacia delante. La fe
gozo y pasión, como lugar firme y seguro sobre el que ejercitar des- es respuesta a la llamada previa de Dios. Una respuesta que se tradu-
pués su sentido crítico y sus preguntas pertinentes; no en vano, esa es ce en un éxodo, en una salida de la tierra conocida a un lugar todavía
la única manera que tiene para penetrar adecuadamente en la realidad desconocido. La fe supone, por tanto, riesgo y arrojo, un salto de lo
y llegar a conocerla con más profundidad. Sin esta base y fundamento conocido a lo desconocido, de lo que tenemos bajo nuestro control a
·11
toda acción posterior queda en el vacío y en la más absurda esterilidad. aquello que nos desborda y nos sobrepasa.
La fe, como respuesta a la revelación de Dios que nos alcanza a En esta misma línea, la roca a la que puede compararse la fe no es
través de un testimonio garantizado por el Espíritu y los apóstoles, es un fósil que nos habla de un pasado lejano y cerrado, sino aquella ro-
la base y la roca sobre la que se cimienta el quehacer de la teología. El ca viva que nos invita a recorrer un camino nuevo 6• La teología acep-
ejercicio de esta ciencia tiene que asentarse sobre unas sólidas bases, ta esta roca de la fe como fundamento y punto de partida para poder
sin que ello signifique encerrarse en un fundamentalismo paralizante. recorrer un camino determinado. Y en cuanto fides quaerens, es fe
Si toda obra teológica es en el fondo una auténtica construcción, se- que busca y se pregunta, fe que desde su propio dinamismo se lanza
mejante a la edificación de una catedral 5, necesitará de unos buenos hacia delante.
cimientos. Por esta razón, la teología toma como punto de partida la Con todo, no podemos perder de vista que la fe es la invitación he-
revelación de Dios aceptada y acogida en la fe. Un cimiento que en cha por Jesús a los hombres para que recorran un camino con él, jun-
ningún sentido puede entenderse como un impedimento para elaborar to a él y detrás de él. Si la fe es camino, la teología es seguimiento'.
libremente su tarea, sino como su misma condición de posibilidad. Por esta razón, nada más lejos del pensamiento teológico que un sis-
tema cerrado sobre sí mismo, que se cree protegido y a salvo en su
b) Camino propia seguridad.
El teólogo protestante Jürgen Moltmann ha subrayado con espe-
La imagen de la fe como roca y fundamento, que se traduce en la cial énfasis que toda teología es, en realidad, teología de la esperanza.
teología como punto de partida seguro, estable y generador de con- De esta forma trata de superar el reduccionismo que considera a la es-
fianza, nos abre necesariamente a la imagen complementaria del «ca-
peranza como aspecto de la teología ocupado en las realidades últi-
mino». Esta segunda imagen viene acompañada, a su vez, de la idea mas. Para Moltmann, sin embargo la esperanza es una característica
teológica de dinamismo y apertura radical a la verdad. fundamental de todo el quehacer teológico'.
La Carta a los hebreos asegura que la fe es fundamento e hipósta- Muchos siglos antes, Orígenes había expresado con suma belleza
sis, es decir, realidad estructural que funda, enraíza y sostiene. Pero si en su comentario al evangelio de Juan que la teología, porque se ocu-
hubiera que destacar una característica entre todas, sería la de ser fun- pa del misterio incomprensible de Dios, ha de estar en un constante
damento de las cosas que se esperan y están por venir (cf. Heb 11, 1). éxodo o paso permanente de la sombra a la imagen, de la superficie a
En este sentido, el fundamento de la fe nos abre a un camino nuevo y la profundidad, de la imagen a la verdad. Para el autor alejandrino, la
vivo que hay que recorrer como una bella y apasionante aventura.
6. Cf. 1Cor10, 1-13.
5. Así eran consideradas las sumas de teología. Lo que es una catedral gótica 7. Una expresión muy querida por K. Henunerle, recordando la teología de
para el arte y la arquitectura, es una suma para la teología. El pequeño libro con el san Buenaventura. Cf. Theologie a/s NachjOlge. Bonaventura - ein Weg far heute,
que Hans Urs von Baltasar (Epílogo, Madrid 1998) da razón y concluye su trilogía Freiburg 1975.
teológica (compuesta por 15 volúmenes), está realizado desde la imagen de una 8. J. Moltmann, Teología de la esperanza, Salamanca 1969; La venida de Dios.
catedral, con su pórtico, el umbral y el misterio que alberga en su interior. Escato/ogia cristiana, Salamanca 2004.
80 El ejercicio de la teología El lugar: la Iglesia 81

teología tiene como tarea aprender a expresar cada vez mejor aque1la to ciencia de la fe, mira a un pasado, al camino de Dios en Jesucristo
palabra que dijo Maria Magdalena cuando el Señor rasgó el velo y se (memoria), para hacerlo creíble y accesible a todos los hombres en es-
dejó ver en su misterio: «Rabunni, Maestro»9 . te mundo presente (anámnesis), mas sin olvidar por ello que tiene el
También Agustín de Hipona, en su magna obra sobre el misterio compromiso ineludible de abrir este camino a un futuro nuevo bajo la
de la Trinidad, afirma que la fe es un principio cierto de conocimien- guía del Espíritu (epíclesis).
to que nos lleva a seguir la autoridad de la sagrada Escritura y a bus-
car siempre la verdad. La fe y el conocimiento, partiendo de una cer- e) Luz
teza, poseen un dinamismo inmanente que lleva a quien cree a una
Desde la certeza que nos ofrece estar cimentados en un sólido fun-
permanente búsqueda. Comentando el famosísimo texto de san Pablo damento (1 Cor 15, 1-2), podemos lanzarnos con valentía al camino
en la Carta a los filipenses (3, 13-15), el obispo de Hipona dice: que tenemos por delante en pos de la meta que nos aguarda (Flp 3, 8-
La perfección en esta vida, según el Apóstol, no es otra cosa que olvi- 14). Sin embargo, para recorrer este camino con acierto, necesitamos
dar aquello que está atrás y tender hacia delante, por una tensión de sí que nos guíe y nos ilumine la única luz que puede permitimos alcan-
mismo, hacia la meta que tenemos por delante. Esta tensión en la bús- zar la esperanza a la que hemos sido llamados (Ef 1, 18).
queda es el camino más seguro hasta que alcancemos aquello hacia lo La Escritura concibe a menudo la fe como una luz que proporcio-
que tendíamos y que se extiende más allá de nosotros mismos. Aunque
na conocimiento. De forma contraria a lo que podemos pensar, la fe
sólo es recta la tensión que procede de la fe. Y la certeza de la fe, que
no está opuesta a la luz, al conocimiento, a la razón. Fe y gnosis son
de alguna manera es principio de conocimiento. Sin embargo, la certe-
za del conocimiento sólo será completa fuera de esta vida, cuando vea-
realidades que se hallan íntimamente relacionadas. Es verdad que la
mos cara a cara 10 • tentación del gnosticismo (salvación por medio del conocimiento) es
permanente en el cristianismo y fuera de él. Sin embargo, frente a la
En esta fe y teología hechas camino y seguimiento, el creyente y el falsa gnosis no hay que contraponer la solafides, sino la gnosis ver-
teólogo han de saber conjugar bien los tres tiempos fundamentales de dadera. El orden adecuado para entender la profunda relación que
la vida humana: el pasado, el presente y el futuro. La teología es eco- existe entre ambas es el siguiente: la fe es fundamento, mientras que
nomía, es decir, atenimiento a la historia de la salvación y obediencia la gnosis es lo edificado sobre el fundamento. De hecho, el movi-
al camino histórico emprendido por Dios para hacerse el encontradi- miento interno de la fe que conduce a la verdadera gnosis se funda en
zo de los hombres. Pues Él ansía dialogar con ellos como amigo y bus- una perspectiva trinitaria: «Al igual que el Padre es inseparable del
ca invitarlos a su compañía y comunión (DV 2). La teología, en cuan- Hijo, la gnosis es inseparable de la pistis, y la pistis de la gnosis»".
Aquí radica la diferencia con la falsa gnosis. No en vano, la falsa gno-
9. Orígenes, In. Joh., 32, 1; Cf. G. Pelland, Aspectes mu/tiples d'une théolo- sis trata de convertirse en el fundamento y el criterio de la fe, bien
gie de la losange: Gregorianum 73 (1993) 626-627; ld., Applications diverses d'un cuando busca un conocírniento del Padre sin pasar por el Hijo (gnosis
thi!me origénien: le «prosballein»: BLE 94 (1993) 83-94.
sin fe), bien cuando considera que basta con el kerygma del Hijo (fe
10. Agustín de Hipona, De Trinitate, 9, 1. La intentio, la distentio y la exten-
sio, son términos característicos de la antropología agustiniana. La intentio es la sin gnosis) 12 •
concentración y unificación del espíritu humano en su interior (entrar dentro de Sobre la comprensión de la verdadera gnosis merece la pena leer
ti); la distentio es el movimiento contrario, o sea, la dispersión o diversión en sen-
tido pascaliano (estar fuera de ti); la extensio es, sin embargo, la vuelta a la unidad
el siguiente texto de Clemente Alejandrino:
y concentración en lo íntimo del hombre; o dicho de otra forma, es la salida y el
camino del hombre en su búsqueda hacia el Dios trascendente e incomprensible, 1L Clemente Alejandrino, Stromata V. 1, 3.
siempre más allá de nuestra razón (trasciéndete). Cf. G. Madec, Le Dieu d'Agus- 12. Cf. H. U. von Balthasar, Glon·a l. La percepción de la forma, Madrid
tin, Paris 2000, 91-93. 1985, 123-131.
82 El ejercicio de la teología El lugar: la Iglesia 83

La gnosis es, por así decirlo, un perfeccionamiento del hombre en la misma lógica, el apóstol implora que sean iluminados los ojos de
cuanto hombre, que se realiza plenamente por medio del conocimiento nuestro corazón para que conozcamos cuál es la esperanza a la que
de las cosas divinas, confiriendo en las acciones, en la vida y en el pen-
hemos sido llamados, la riqueza de la gloria que se nos dará en heren-
sar una armonía y coherencia consigo misma y con el Logos divino.
cia y la eficacia de su fuerza poderosa (Ef !, 18). Por su parte, la tra-
Por la gnosis se perfecciona la fe (pis/is), de suerte que únicamente por
ella alcanza el fiel su perfección. Porque la fe es un bien interior, que dición de la Iglesia ha hablado siempre de los ojos de la fe y de la luz
no investiga acerca de Dios, sino que confiesa su existencia y se ad- de la fe. Unos ojos que tienen su raíz en el corazón, como símbolo del
hiere a su realidad. Por esto es necesario que uno, remontándose a par- centro personal y más íntimo de cada hombre. Sólo desde aquí es po-
tir de esta fe y creciendo en e11a por la gracia de Dios, se procure el co- sible ver y conocer a Dios 14 •
nocimiento que le sea posible acerca de él. Sin embargo, la gnosis En segundo lugar y conectado íntimamente con el primero, la fe
difiere de la sabiduria que se adquiere por medio de la enseñanza por- no sólo es la luz que Dios mismo nos da para que podamos participar
que, en cuanto esta es sabiduría, no por ello será ciertamente gnosis.
de su vida y de su gloria. La fe es también la luz que nos capacita pa-
Porque el nombre de sabiduría se aplica sólo a la que se relaciona con
el Verbo manifestado (Lagos prophurikós). Con todo, el no dudar acer-
ra ver todas las cosas con ojos nuevos, como una nueva creación. La
ca de Dios, sino creer, es el fundamento de la gnosis. Pero Cristo es 1uz de la fe da a nuestra mirada la profundidad y la perspectiva nece-
ambas realidades, el fundamento (Ja fe) y lo que sobre él se construye sarias para ver más adentro y no permanecer en la superficie de las
(la gnosis); por medio de él es el comienzo y el fin. Los extremos del cosas. Y puesto que la fe no anula la historia y las vivencias cotidianas
comienzo y del fin (me refiero a la fe y la caridad) no son objeto de la de los hombres, sus avatares y aventuras, sus gozos y sus sufrimien-
enseñanza: la gnosis es transmitida por tradición, como se entrega un tos, puede muy bien aportar aquella luz que ilumina todos esos hechos
depósito, a los que se han hecho, según la gracia de Dios, dignos de tal y circunstancias, éxitos y fracasos, esperanzas y dolores, situándolos
enseñanza. Por la gnosis resplandece la dignidad de la caridad, «de la
en una nueva dimensión y otorgándoles un nuevo sentido.
luz en luz». En efecto, está escrito: «Al que tiene se le dará más)-> (Le
19,26); al que tiene fe, se le dará la gnosis; al que tiene la gnosis, se le
También el creyente sufre con el dolor propio y ajeno, con la en-
dará la caridad; al que tiene la caridad, se le dará la herencia 13 . · fermedad y la muerte; padece el sinsentido que tantas veces aflora en
medio de la historia humana. Sin embargo, la fe no puede ser nunca la
El conocimiento otorgado por la fe se sitúa en dos direcciones es- varita mágica que facilite a capricho nuestra existencia, sino la capa-
trechamente relacionadas entre sí. En primer lugar y antes de nada, es cidad para vivir todas las realidades, tanto positivas como negativas,
conocimiento de Dios, el cual se entrega al hombre como una realidad desde la hondura y la profundidad del misterio de Dios. Un misterio
nueva. No se puede negar que Dios sea presentido y deseado en el divino que nos asocia a la vida de su Hijo por la fuerza y el don de su
fondo del corazón humano, pero desde que acontece el don gratuito Espíritu.
de la fe, Él se nos revela como una realidad nueva y sorprendente. La Por todo ello, como ya hemos visto en el capítulo primero, la teo-
fe es la luz de Dios que nos permite ver la luz misma. O como dice el logía no tiene que ver sólo con el misterio de Dios en sí mismo con-
salmo, sólo en la luz de Dios vemos la luz (Sal 36, l O). Siguiendo es- siderado, sino con el conjunto de la realidad humana contemplada a la
luz del misterio de Dios («sub ratione Dei»). Desde la concentración
13. Clemente Alejandrino, Stromata VII, 10, 55, 1. Comentando este texto di- en su único objeto, se ensancha y se abre hacia horizontes insospe-
ce J. Moingt: «Si la fe es el germen divino puesto en el alma, su perfección con- chados. Nada humano es ajeno al teólogo y a la teología. Pero ella tie-
siste en crecer para completar toda la conducta de la vida. Si consiste inicialmen-
te en adherirse firmemente al verdadero Dios gracias a Cristo, su finalidad tiene ne que aportar su luz propia e imprescindible.
que ser conocer mejor a Dios dedicándose a comprender la enseñanza que Cristo
dio de sí mismo y a recibir la ciencia que Dios comunica de sí a todos los que le 14. Agustin de Hipona, Pierre Rousselot, Romano Guardini, Hans Urs von
buscan a través de su Hijo)} (La gnose de Clément d'A/exandrie dans ses rapports Balthasar, por mencionar sólo a algunos, han escrito sobre esto páginas bellas,
avec la.foi et la philophie: Recherches Sciences Religiouses 37 [1950] 199). profundas y decisivas.
84 El ejercicio de la teología El lugar: la Iglesia 85

Ni Dios es una simple idea regulativa de la razón práctica nece- 1>1os (teología) para intentar alcanzar la unión personal con la divini-
saria para fundamentar la vida moral, ni es tampoco el horizonte in- dad (mística). A modo de botón de muestra, podemos mencionar el co-
comprensible y trascendente desde donde el hombre puede conocer el 111cntario de Origenes de Alejandría, el de Bernardo de Claraval y el
mundo y a sí mismo en una hondura y profundidad incomparables. e'úntico espiritual de Juan de la Cruz, que sin ser un comentario es-
Todo esto es válido y va1ioso; pero absolutamente insuficiente. Si só- 111cto al libro bíblico, está intensamente inspirado en él. En el prólogo
lo fuera eso, estaríamos imponiendo a Dios nuestros propios límites, a esta obra dedicada a Ana de Jesús, comenta el místico castellano:
sin dejar que Él mismo se nos revelara tal cual es. En este sentido, re- Pues aunque a Vuestra Reverencia le falte el ejercicio de teología esco-
sulta obligado afirmar que Dios es objeto real para la fe y para el co- lástica, con que se entienden las verdades divinas, no le falta el de la
nocimiento humano. Un objeto in-objetivable al que nos acercarnos mística, que se sabe por amor, en que no solamente se saben, mas jun-
siempre desde la analogía, es decir, sabiendo que no es posible afir- tamente se gustan 16 •
mar entre el Creador y la criatura tanta semejanza sin afirmar simul-
táneamente la todavía mayor desemejanza que existe entre ellos 15 . Estas palabras son una bella expresión de lo que significa el cono-
l'.itniento por vía del amor (mística). Sin embargo, muestran como un
d) Amor desgraciado hecho consumado la separación que se produjo entre teo-
logia escolástica, donde las verdades se entienden, y la teología mís-
La fe es la entrega confiada y amorosa del hombre al Dios que se 1ica, donde las verdades se conocen y gustan por amor.
le ha entregado y le ha amado primero. Por eso, la Escritura también Tal separación ha sido considerada como uno de los acontecimien-
ha utilizado para hablar de ella la imagen del amor esponsal. 1os más dramáticos de la historia de la Iglesia. Precisamente por ello,
La fe no es, primordialmente, creer aquello que no vimos, sino Hans Urs von Balthasar ha intentando volver a esta unidad original y
responder al amor de Dios que ya hemos experimentado y del que na- primigenia entre teología y santidad, mostrando que la teología con-
da ni nadie nos podrá separar (Rom 8, 31-39). Tal vez, por esta razón, siste en un diálogo permanente entre Cristo y la Iglesia. El contenido
la idolatria ha sido comprendida en la tradición bíblica como un adul- concreto sobre el que trabaja es la revelación testimoniada en una Es-
terio y, en buena lógica, el adulterio como una idolatría. La fe no es, critura y una Tradición. Además, invita a llevar a cabo esta tarea por
por tanto, un problema de conocimiento, ni siquiera de buena volun- medio del diálogo que ha de existir entre el Esposo y la Esposa"-
tad, sino una cuestión de amor. De igual manera, el amor no es una
cuestión de sentimiento, sino de fe. e) Meta
La imagen de la fe como amor esponsal y de la infidelidad como
La fe es una participación, en esperanza, de la plena realidad que
idolatría aparece sobre todo en textos proféticos admirables (en concre-
nos aguarda. Por este motivo, a la fe le pertenece ya la realidad hacia
to de Oseas y Jeremías) y especialmente en el Cantar de los cantares.
la que apunta o hacia la que camina. Pero puesto que no es posible
No es casual que este libro haya sido comentado de forma ininterrum-
afirmar que la fe sea posesión definitiva de las realidades creídas, si-
pida a lo largo de la historia de la Iglesia, regalándonos obras cumbres
no participación anticipada en la realidad plena y escatológica, ¿qué
de la literatura, la teología y la mística. En todas ellas, la belleza de la
puede significar esta imagen de la fe como meta para la comprensión
forma escrita (literatura) se ha unido al conocimiento experiencia! de
de la teología?

15. «Quia inter creatorem et creaturam non potest tanta similitudo notari, quin 16. Juan de la Cruz, Cántico espiritual B, Prólogo, 3.
inter eos maior sit dissimilitudo notandéU>. Esta es la fórmula de la analogía que 17. H. U. von Balthasar, «Teología y santidad», en Ensayos teológicos l. Ver-
acuñó el concilio Lateranense IV (DH 806) y que han utilizado profusamente con bum Caro, Madrid 1964, 235-268; Id., Teologí.a y santidad: Communio (1987)
gran fecundidad Erik Przywara y Hans Urs von Balthasar. 486-493.
86 El ejercicio de la teologia El lugar: la iglesia 87

Una de las más célebres expresiones de Tomás de Aquino mani- Desde dentro y desde fuera de la teología estamos urgidos a no
fiesta que el acto de fe no termina en las fórmulas, sino en la realidad caer en una pura repetición mimética de las formulas de fe; repetición
hacia la que dichas fórmulas apuntan. Por tanto, si esto es así para la que, al final, no es más que un rosario de conceptos vacíos que no tie-
fe, con mayor razón ha de ser para las afirmaciones teológicas. Ade- nen ninguna conexión con la realidad que quieren expresar ni con la
más, este dinamismo escatológico de la fe y la teología se ve corrobo- situación existencial de la persona a la que se quiere comunicar. Y sin
rado por la estructura del conocimiento humano. Al espíritu humano embargo, tampoco podemos abandonamos a un relativismo radical
no le bastan ni le sacian las fórmulas y las palabras que dicen la rea- que piense que, por esta limitación de las formulas y del lenguaje, re-
lidad de las cosas, sino aquellas que tienden siempre hacia la realidad sulta imposible conocer la realidad 19 •
misma.
En Gaudium et spes, 62, se encuentra uno de los textos más signi-
ficativo para comprender el doble dinamismo de la fe y el conoci- 2. la fe, principio interno del conocimiento teológico
miento humano que determina el propio dinamismo de la teología. El
a) La/e como aprehensión específica de la realidad
contexto en el que se encuentra alude a la relación entre la cultura hu-
mana y la educación cristiana. Una relación que, aunque no se identi- Si somos sinceros, hemos de confesar que toda forma de conoci-
fique sin más con la relación entre la teología y la filosofia o entre la miento tiene como punto de partida una cierta fe. Se trata, ciertamen-
fe y la razón, en el fondo deriva de ella. te, de una fe amplia, que puede ser definida como aquella confianza
El texto invita a los teólogos a una «más cuidadosa y profunda in- radical en la realidad que queremos conocer, y sin la cual esa realidad
teligencia de la fe», precisamente en los momentos en que parece que se nos volvería oscura e inaccesible. Por tanto, ya desde el primer mo-
la armonía entre cultura (razón) y educación cristiana (fe) parece rom- mento la experiencia de la fe no es algo ajeno al intelecto, ni una inje-
perse. Además, con vistas a realizar esta importante tarea, el Concilio rencia en la razón humana que se interpone entre el sujeto y la realidad,
aporta dos razones. La primera de naturaleza externa. El desarrollo y el privando al primero de libertad de pensamiento y de rigor científico.
progreso de la cultura, ya sea en las ciencias, en la historia y en la fi- En teología, por su parte, la fe es principio interno de conocimien-
losofia, plantean desde fuera desconocidos problemas a la teología, to. Ella es el a priori (como presupuesto) y el instrumento (como di-
provocándola a que realice nuevas investigaciones con el fin de buscar namismo catalizador) del conocimiento teológico. Y no sólo en el sen-
el modo más adecuado para la comunicación de la fe en la sociedad tido evidente de que el teólogo tiene que ser un hombre que cree,
contemporánea. Al mismo tiempo, «la investigación teológica debe porque su reflexión nace de un encuentro previo y una experiencia
profundizar en el conocimiento de la verdad revelada y no descuidar la personal con el Dios vivo y verdadero.
relación con su propio tiempo». La fe, además, es principio interno del conocimiento teológico en
La segunda razón es, por el contrario, interna, y se sitúa en Ja na- un sentido todavía más preciso. Ella «es un momento constitutivo de
turaleza misma de la verdad que la teología intenta comprender. Ella la teoría científica», tanto desde el punto de vista del contenido de la
no puede quedarse en las formulaciones y en el lenguaje en que está fe (jides quae) como del acto de la fe (jides qua), el cual nos permite
formulada la fe, «porque una cosa es el depósito de la fe, es decir, las conocer y comprender su contenido20 • La fe no es algo externo que li-
verdades, y otra el modo en que se formulan, conservando su mismo mita la razón del teólogo, determinando el campo y el contenido sobre
sentido y significado» 1s.
19. Cf. Comisión teológica internacional, La interpretación de los dogmas
(1988).
18. Juan XXIII, Alocución de 11 de octubre 1962 al inicio del Concilio, en 20. M. Seckler, Theologie als Wisschenschaft, en W Kern-H. J. Pottrneyer-M.
AAS 54 (1962) 792.
Seckler (hrsg.), Handbuch der Fundamentaltheologie IV, 145-146.
88 El ejercicio de la teología El lugar: la iglesia 89

el que puede pensar, sino la condición de posibilidad para poder hacer Este ejemplo pone de relieve que además del primado de la reali-
teología. El teólogo piensa no a pesar de la fe, sino en la fe y desde la dad sobre el conocimiento humano, se requiere la implicación de la to-
fe. Ella le abre a la búsqueda incesante de la verdad, a quien se entre- talidad de la persona en el acto mismo del conocer. En este sentido, y
ga y consagra. mientras que las ciencias de la naturaleza parten de una realidad dada
Algunos teólogos han puesto de relieve que la primera forma de co- sobre la que investigar y experimentar, intentando que el sujeto se sitúe
nocimiento en el hombre no es el análisis crítico y especulativo, sino la con total objetividad y neutralidad ante ella, las ciencias del espíritu
intuición. Ella precede al conocimiento reflejo. La diferencia entre am- precisan partir de una pre-comprensión en el sujeto para acercarse al
bas formas de conocimiento es importante. El conocimiento que tiene objeto de su estudio. Esta precomprensión inicial es necesaria para que
en sn base el análisis critico parte del sujeto que sale de sí mismo para puedan entrar en relación el objeto y el sujeto, o mejor dicho, los dos
tratar de poseer la realidad. El segundo, sin embargo, parte de la reali- sujetos, pues en teología esa pre-comprensión requerida es la fe.
dad misma que se presenta ante nosotros y se deja aprehender por el
sujeto. Así, mientras que en el primero modo de conocimiento se da b) Dinamismo en tres perspectivas I'"
una primacía del sujeto y de su capacidad intelectual y analítica, que
La fe despliega en el hombre un dinamismo en tres horizontes o
para analizar tiene que dividir y destruir, en el segundo asume el pro-
perspectivas.
tagonismo la realidad, ante quien el sujeto se relaciona desde el com-
ponente afectivo y omnicomprensivo de su conocimiento21 . El primero es el horizonte de la verdad, que tiene que ver con el
uso de la razón y de la inteligencia. El creyente se abre a la verdad pa-
Teniendo en cuenta esta división, podemos afirmar que es legítimo
ra intentar comprenderla de una forma cada vez más profunda. Desde
el pensamiento teológico en el que prima el momento positivo de aná-
este horizonte Anselmo de Canterbury definió la teología como la fe
lisis de fuentes, de datos, de hechos, de textos y de contextos, y que de
que busca su propia razón e inteligencia («fides quaerens intellec-
una manera crítica intenta analizarlos. Sin embargo, a este modo de
tum» ); se trata de la fe que busca la belleza de sus razones, las cuales
pensar debe preceder una determinada pasividad por parte del sujeto.
sobrepasan la inteligencia humana, llevándola a un territorio nuevo e
Pues si no deja que se manifieste la realidad en sí, tal y como ella es,
insospechado22 • Esta fe que busca su razón, nace de una experiencia,
tal y como ella se ha querido manifestar, jamás será posible el pensar
analítico y positivode la teología. Una obra de arte, por ejemplo, no se se formula en un lenguaje inteligible y conduce a un exceso.
Es necesario volver al texto de san Anselmo para percibir que el
conoce mejor cuando simplemente se analizan los colores que la in-
nuevo camino que él propone a la teología, inspirado en san Agustín,
tegran, la estructura que la caracteriza, el tipo de ténica utilizada, el
es todo lo contrario a un intelectualismo o racionalismo esterilizador.
motivo que representa o el estado de ánimo que tuvo el artista al eje-
La famosa expresión «fides quaerens intellectum», convertida en lu-
cutarla. Si bien todos esos elementos son importantes, hay algo que
gar común para definir a la teología, forma parte de una obra que iba
los precede y desborda. Me refiero a la experiencia estética, la actitud
a llevar el mismo titulo. Sin embargo, fue finalmente llamado Pros/o-
fundamental, la intuición primordial que el espectador tiene ante la
obra de arte que se manifiesta a sus ojos. De hecho, ella misma es
gion23, por motivos de obediencia y para mostrar la relación con una
la que se revela y ofrece su belleza seductora. Porque es únicamente obra anterior.
Esta exhortación razonada (proslogion) es una palabra que se pro-
a partir de ese movimiento y rapto cuando resulta accesible y puede
ser conocida y comprendida. fiere hacia otro, una palabra pronunciada en diálogo, no cerrada en sí

22. Cf. K. Barth, Anselmo d'Aosta. Fides quaerens inte/lectum, Brescia


21. R. Fisichella, fl teologo e il «sensusfidei», en Congregazione perla Doc- 2001, 59.
trina de la fede, «Donum veritatis». Jnstruzioni e comenti, Roma 1993, 99. 23. Anselmo de Caterbury, Proslogion, Proemio.
VII
!:"/ t'}ercic.:iu de la teología
El lugar: la Iglesia 91

1111s111a. Se lrata de una plegaria y razón de la fe 24 . «La razón ansel- hcnnanos, a condición de que, por razón de este estudio, no apagues el
111iana es monástica, como la del Areopagita, pero benedictina, es l·~píritu de la oración y devoción, como se contiene en la Regla» 28 •
decir, comunitaria, dialógica. Como razón monástica, en cuanto a la El doctor seráfico será capaz de realizar la gran síntesis entre el es-
forma, es contemplativa, intuitiva, dócil; como razón benedictina, en 11íritu de Francisco y las nuevas necesidades formativas para la orden.
cuanto al fondo, es conciencia de libertad personal y de vida impreg- 1. . 1 franciscano prolonga y actualiza una teología monástica más vincu-
nada de libertad»25 •
lada a lo que Pascal denominará posteriormente «las razones del cora-
Anselmo de Canterbury hace teología delante de Dios, en comu- 1ún», en el momento en que con Tomás de Aquino (y con la ayuda de
nicación orante hacia Dios (oración) y en diálogo libre y responsable Aristóteles) se inaugura la teología como ciencia. No es que Buena-
hacia los hombres (apologética). No intenta demostrar ni probar la ventura se oponga a la primacía del lagos y de la razón en el ejercicio
existencia de Dios desde una razón autónoma o desde fuera de la fe; de la teología --0 dicho de otra manera, a la racionabilidad de la fe
al contrario, por ser fruto de una experiencia mística, busca desde la (ciencia}-, sino que añade a ella la experiencia cristiana. Según estera-
verdad de la fe su propia razonabilidad. Por esta razón, san Anselmo 1.onamiento, las cosas no se saben sólo por vía de conocimiento inte-
es capaz de diribJjrse a Dios con esta sobrecogedora oración que «da la lectual, sino que se sienten y saborean por experiencia (sabiduría).
inteligencia de la fe»":
La teología es ciencia y es sabiduría. En esta unión y síntesis de
No pretendo, Señor, penetrar tu profundidad, ambas coinciden Tomás y Buenaventura, aunque cada uno haya insis-
porque de ningún modo puedo comparar con ella mi inteligencia; tido y subrayado legitimamente una de las dos dimensiones. La teolo-
pero deseo entender en cierta medida tu verdad, gía está afectada simultáneamente por el dinamismo de la verdad y
que mi corazón cree y ama.
por el dinamismo del amor, ambos existentes en el creyente. De esta
No busco tampoco entender para creer,
forma, la teología, emaizada en la vida del pueblo de Dios, se insiere
sino que creo para entender.
Pues creo también esto: en el deseo del conjunto de la Iglesia que ansia conocer mejor a aquel
que «si no creyera, no entendería» (Is 7, 9)27 • que ama (mística), y en su original vocación evangelizadora busca la
razón de la fe para ofrecerla como verdad que libera (misión)".
El segundo es el horizonte del amor, que tiene que ver con lavo- El tercero es el horizonte de la esperanza, que tiene que ver con la
luntad y el mundo de la afectividad. En realidad, no se puede conocer memoria y el deseo. Con la memoria del origen y el deseo del futuro.
lo que en el fondo no se ama. El creyente, al amar esa verdad que es Al ser el hombre memoria y deseo de Dios, ha podido afirmar Agus-
objeto de su conocimiento, la comprende mejor, y busca amarla con tín de Hipona que el corazón del hombre no descansará hasta que en-
más profundidad. cuentre su plenitud en Dios ( Conf 1, 1, 1). La teología como ciencia
Esta perspectiva ha dado lugar a una teología afectiva (theologia htUTiana siempre será una theologia viatorurn, que busca en la memo-
cordis) que podemos rastrear en la espiritualidad franciscana, donde ria del origen fundante y constituyente aquella realidad que le empuja
san Buenaventura de Bagnoregio es su máximo exponente («fides y le lleva a trascender toda imagen, todo concepto y toda categoría en
quaerens amorem» ). Francisco de Asís, en una célebre carta a Antonio su camino hacia Dios. La teología no crece tanto por innovaciones que
de Padua, escribe: «Me agrada que enseñes la sagrada teología a los a nosotros nos pueden parecer muy modernas y actuales, como por
cercanía y connaturalidad con su origen y por su capacidad de expre-
24. M. Corbin, Priere et raison de lafoi. lntroduction d l'oeuvre de Saint An- sarlo de una forma nueva y actualizada con un lenguaje y una ex.pre-
selmo de Cantorbery, Paris 1992.
25. H. U. von Balthasar, Gloria U. Esh'los eclesiásticos, Madrid 1986, 209.
26. Anselmo de Caterbury, Proslogion, 2. 28. Francisco de Asís, Escritos. Biografias. Documentos, Madrid 1985, 74.
27. Id., Proslogion, 1. 29. Congregación de la Doctrina de la fe, instrucción «Donum veritatis». So-
bre la vocación eclesial del teólogo, 7.
92 El ejercicio de la teología El lugar: la Iglesia 93

sión adecuados. La teología es fe que busca razones para comprender logía en la vida del pueblo de Dios"- La teología es un carisma da-
mejor, para amar más y para esperar siempre. La teología es la fe pen- do en primer lugar al pueblo santo de Dios en su conjunto. Por consi-
sada que busca razones para el amor y razones para la esperanza. guiente, sólo en y desde la Iglesia se otorga este «don de la verdad» a
En esta perspectiva se sitúan todos aquellos que han realizado una quienes reciben como vocación propia y específica la labor teológica;
teología muy ligada a la búsqueda de la renovación y la reforma de la una vocación, en definitiva, que nunca puede ser entendida como ac-
Iglesia, así como de la transformación de la sociedad. La teología de ción individual y aislada, sino dentro de la comunión del pueblo de
la esperanza de Jürgen Moltmann, la teología política de Johann Bap- Dios. De acuerdo con esta lógica, a la teo1ogia le es esencial la rela-
tist Metz, la teología de la liberación de Gustavo Gutiérrez, sin olvidar ción con el sentido de la fe de los creyentes (LG 12 y DV 8) y el ma-
la importancia que ha tenido en la historia de la teología la perspecti- gisterio (LG 25 y DV 1O). Ambas relaciones no son externas, sino que
va histórica de Joaquín de Fiore. En este último sentido, el jesuita pertenecen a su esencia.
francés Henri de Lubac ha puesto de relieve la amplia influencia de la Quizás como reacción a una excesiva concentración en el indivi-
1
visión histórica del religioso calabrés en los diferentes movimientos duo autónomo llevada a cabo por Ja teología liberal de comienzos del '

reformadores a lo largo de la historia de la Iglesia, y en la inspiración siglo XX, Karl Barth ha subrayado de forma clara y tajante el carácter 1
de los diferentes proyectos ilustrados, idealistas, ateos y revoluciona- eclesial y comunitario de la teología. De hecho, las palabras con las
rios que se han dado en la modernidad30 • que inicia su monumental Dogmática eclesial, se han convertido en
Sirva como conclusión indicar que el dinamismo desplegado en la un tópico: «La Dogmática es una disciplina teológica. La teología
triple perspectiva analizada, genera el método teológico. Un método existe en función de la Iglesia» 33 . En el mismo sentido puede leerse
peculiar que, en pos de lograr el objeto de su conocimiento, estructu- este otro texto del teólogo suizo:
ra el quehacer teológico en tres momentos fundamentales: la escucha El sujeto de la ciencia sólo puede ser aquel que mantiene con el objeto
(auditus), la comprensión (intellectus) y la acción (actio) de la fe 31 • y la actividad considerados, relaciones de presencia y de confianza.
Cuando afirmamos que el sujeto de esta ciencia es la Iglesia, no le im-
ponemos a la dogmática en tanto que ciencia una reducción molesta o
3. Teología e Iglesia limitadora. La Iglesia es el lugar, la comunidad a la que le están con-
fiados el objeto y la actividad propia de la dogmática, es decir, la pre-
a) El sujeto de la teología
dicación del Evangelio. Cuando se dice de la Iglesia que ella es el su-
La Iglesia, en cuanto pueblo de Dios y comunidad de fe, es el su- jeto de la dogmática, entendemos que justo desde el momento en que
se ocupa de ella, bien sea para aprenderla o para enseñarla, uno se en-
jeto de la teología. La fe no es algo que afecte de una manera aislada
cuentra en el ámbito de la Iglesia. Quien quiera hacer dogmática colo-
e individual a la persona, sino que reclama esencialmente comunión,
cándose conscientemente fuera de la Iglesia, debe hacerse a la idea de
comunidad, eclesialidad. E1 binomio «yo creo-nosotros creemos», po- que el objeto de la dogmática le quedará ajeno, y no debe extrañarse
ne de relieve la tensión entre el carácter personal y comunitario de la de sentirse perdido desde los primeros pasos, o de representar el pa-
fe. Si la teología es la ciencia de la fe, la Iglesia es el sujeto primordial pel de destructor. En dogmática, como en otros ámbitos, debe haber fa-
de su ejercicio, pues ella es la que ejercita primordialmente la fe y, por miliaridad del sujeto de la ciencia con el objeto que estudia. Y tal co-
ende, también su inteligencia. nocimiento íntimo tiene aquí por objeto la vida de la lglesia34 •
El documento Donum veritatis, en el que se trata de la vocación y
32. Cf. Instrucción de la Congregación para la Doctrina de la fe, Donum ven·-
la misión del teólogo dentro de la vida de la Iglesia, ha situado la teo- tatis. La vocación eclesial del teólogo, Roma 1990.
33. K. Barth, Kirch/iche Dogmatik 1/1, 1. El propio título de esta obra ( «Dog-
30. H. de Lubac, La posten"dad espiritual de Joaquín de Fiore 1-11, Madrid 1989. mática eclesial») ha de ser entendido en este mismo sentido y perspectiva.
31. Tratamos este tema en el próximo capítulo: «El método de la teología». 34. Id., Dogmatik im Grundriss, Zürich 8 1998, 10.
94 El ejercicio de la teología El lugar: Ja Iglesia 95

b) El lugar de la teología lugares teológicos son aquellos órdenes de realidad, de experiencia,


de autoridad o de razón a los que puede pedir argumentos para de-
Al tratar la cuestión del sujeto, se hace necesario afrontar el tema
1nostrar las afirmaciones teológicas y explicitar cuál es la revelación
clásico del lugar de la teología. Melchor Cano (1509-1560) no fue el
de Dios y la fe de la Iglesia»".
primero en aplicar a la teología el término «lugar». Sin embargo, su
Ciertamente, no todos los que Cano menciona tienen la misma im-
obra De locis theologicis (1563) ha pasado a la historia de la teología
portancia, razón por la cual el teólogo dominico establece una jerarquía
como la primera y más importante en plantearse la cuestión del méto-
de autoridades. En primer lugar, como lugares fundadores y constitu-
do teológico".
tivos, identifica la Escritura y las tradiciones de Cristo y los apóstoles.
El teólogo dominico escribió aquellas páginas apoyado en el senti-
l·:n un segundo orden, y como lugares de conservación, interpretación
do aristotélico de topoi y en respuesta a la obra de Melanchton (1497-
y transmisión, señala a la Iglesia católica en su conjunto, a los conci-
1560), De locis communes (1521 ). Pero mientras que para Melanchton
lios ecuménicos y al Papa, denominándoles lugares ciertos; los padres
los lugares representan el contenido específico sobre el que versa la
de la Iglesia y los autores medievales, tanto teólogos como canonistas,
teología y en el que puede ser dividido su estudio (trinidad, cristología,
reciben la calificación de lugares probables. Finalmente, como lugares
etc.), para Melchor Cano no se trata sólo de los lugares donde encon-
anejos, que se salen del marco de las autoridades de la fe propiamente
tramos la materia propia y diferenciada, sino el ámbito desde el que
dicha, destaca la razón natural, los filósofos y la historia humana39 .
dicho contenido es correctamente interpretado. En este sentido, alude
En su obra El lugar de la teología, Olegario González de Cardedal
a principios de conocimiento teológico, aquellos «diversos ámbitos a
distingue dos ámbitos de significación para referirse al lugar: uno de
partir de los cuales el conocimiento teológico puede elaborar su sa-
orden fisico, entendido como emplazamiento y origen; y otro de or-
beo>36. El lugar, por tanto, es la auctoritas, es decir, la fuente creadora
den moral, entendido corno misión y responsabilidad. Sin embargo,
de realidad y de conocimiento.
cuando lo aplica a la teología propone tres sentidos: a) el lugar fisico
Jared Wicks ha mostrado de forma convincente que mientras que
o ámbito social desde donde se hace teología; b) el lugar interior o ley
en la teología reformada la perspectiva y el criterio de interpretación
que viene exigida por el quehacer teológico; c) el lugar interno o ac-
se concentraban bajo el adjetivo sola («sola fides, sola scriptura, sola titud personal desde la que se realiza esta misión y responsabilidad
gratia, solus Deus»), en la teología católica se ha conservado la pers-
eclesial y ciudadana40 •
pectiva en toda su anchura y diversidad -tanto desde una perspectiva Para Karl Barth el lugar de la teología no es tanto el lugar exterior
formal (interpretación) como material (contenido), mediante la afir- que la teología tiene que alcanzar en el ámbito de las otras ciencias
mación de los lugares teológicos como ámbito eclesial y criterio her- humanas, sino su exigencia interna de actuar siendo fiel a su propia
menéutico desde donde se realiza la teología"- «Para Melchor Cano norma e identidad a la hora de presentarse en público. «Por lugar
-continúa el teólogo de Basilea- entendemos aquí sencillamente la
35. Melchor Cano, De locis theologicis, Prólogo general, según la edición de necesaria posición inicial que le ha sido asignada desde el interior,
J. Belda Plans, Madrid 2006: «Con frecuencia he reflexionado en mi interior, dis-
tinguido lector, acerca de quién haya aportado más a los hombres, si aquel que pro- por su objeto, y desde la cual la teología ha de avanzar en todas sus
porcionó a las ciencias la abundancia de contenidos materiales, o el que preparó un
método científico por el que esas mismas ciencias se trasmitieran de una manera 38. O. González de Cardedal, El lugar de la teología, Madrid 1986, 45. Este
más fácil y adecuada. Pues no podemos negar que nosotros debemos mucho a los texto fue redactado con ocasión del ingreso del autor en la Academia de ciencias
descubridores de las cosas, pero también es cierto que debemos mucho igualmente 1norales y políticas, de España (1986).
a quienes con método y arte adecuaron al uso común las cosas descubiertas» (p. 3). 39. Melchor Cano, De Jocis theologicis 1, 3, p. 8-10; Cf. B. Sesboüé, Melchor
36. C. Michon-G. Narcisse, Lieux théologiques, en Y.-M. Lacoste (ed.), Dic- Cano y los lugares teológicos, en Id., Historia de los dogmas IV. La Palabra de la
tionnaire critique de Théologie, Paris 1998, 658. Salvación, Salamanca 1997, 131-137.
37. J. Wicks, Introducción al método teológico, Estella 1998, 18-24. 40. O. González de Cardedal, El Lugar de la teología, 14-18.
96 El ejercicio de la teología El lugar: la Iglesia 97

disciplinas: bíblica. histórica, sistemática, práctica. Tal es la norma se- las formas de vida que existen y los ámbitos donde se desarrollan (la
gún la cual la teología ha de presentarse constantemente en público»41 • universidad, la plaza pública, el templo). No obstante, sea cual sea el
Por mi parte, al abordar la cuestión del lugar teológico quiero des- lugar concreto desde donde se hace teología, hay que tener en cuenta
tacar que el sujeto de la teología ha de ser asimismo el lugar de su que el lugar y el ámbito natural siempre es la Iglesia.
realización. En este sentido, resulta significativo que la obra de Mel-
chor Cano haya sido interpretada no tanto desde un punto de vista epis- e) La libertad de investigación
temológico, sino eclesial". Los lugares teológicos son el ámbito de la
teología, pudiendo comprenderse como fuente y principio de conoci- En esta insistencia en el sentido eclesial de la teología aparece, y
miento, como condición de posibilidad para su realización y como ám- cada vez con más fuerza, la cuestión de la libertad de investigación en
la labor teológica. ¿Es libre un teólogo que está sujeto al sentido de la
bito concreto en el que la teología se realiza. Así, ellos son simultánea-
fe de todo el pueblo de Dios y al magisterio que garantiza que tal sen-
mente: el lugar heurístico, en el que podemos hallar los datos objetivos
tido es el original y auténtico dado por el Señor a su Iglesia? ¿No pier-
de esa tradición de fe; el lugar hermenéutico, desde donde se dan las
de su libertad de actuación e investigación al tener como a priori de su
garantías para poder percibir, pensar e interpretar la revelación de
conocimiento la fe? ¿Es verdaderamente libre cuando para el público
Dios; y el lugar vital, desde donde se realiza la tarea teológica.
ejercicio de su magisterio depende de la autoridad apostólica?
En la actualidad el concepto «lugar teológico» ha sufrido una con-
Sin duda, se trata de un problema que no puede ser resuelto más
siderable inflación. Así, cualquier situación nueva o acentuación de la
que desde la adecuada comprensión de la relación que existe entre li-
cultura contemporánea ha sido susceptible de ser calificada como
bertad y verdad. Según la instucción Donum veritatis (1990), la liber-
nuevo lugar teológico, pero sin especificar adecuadamente el uso da-
tad de investigación en teología se identifica con la disponibilidad pa-
do a este término técnico. No se sabe muy bien si se está aludiendo al
ra acoger la verdad. En este sentido, Réal Tremblay ha comentando de
lugar heurístico, donde encontramos los contenidos fundamentales de
forma convincente lo que sigue:
la teología, o bien al lugar hermenéutico, donde tenemos los elemen-
tos necesarios para interpretar la revelación de Dios y discernir la ver- La libertad de investigación es entendida no como ausencia de cons-
dad de las razones de la fe, o bien al lugar vital concreto e histórico, tricción en la investigación, sino como adhesión sin reservas a la ver-
dad descubierta y desvelada en la investigación y en la búsqueda. Esta
desde el que estamos realizando el quehacer teológico43 .
transparencia frente a la verdad manifestada presupone una disposición
Y puesto que en un sentido estricto el lugar teológico se refiere a para acoger las leyes que regulan la ciencia práctica (aquí la teología)
los dos primeros significados, no sería bueno ampliar en exceso los que se podría llamar también libertad en el sentido que hay libertad allí
diez lugares que señaló en su día Melchor Cano. Con todo, sí parece donde se dice sí a aquello que caracteriza un ser o una cosa. Ya que la
necesario llevar a cabo una permanente actualización de su compren- teología tiene por objeto la verdad revelada, que es también la «ver-
sión concreta. De hecho, esta expresión también se ha utilizado en un dad» tomada de la fe de la Iglesia, es interpretada bajo la autoridad del
magisterio. Esto significa que el sí-condición de la libertad, que la teo-
sentido amplio para hablar del lugar específico desde donde el teólo-
logía dice al objeto de la ciencia que practica, debe dirigirse también al
go hace teología. Aquí la diversidad es tan grande como diversos son
Magisterio y a su función eclesial44 •

41. K. Barth, Introducción a la teología evangélica, Salamanca 2006, 34. La libertad de investigación teológica no es simplemente la posi-
42. Cf. E. Klinger, Ekklesiologie der Nuezeit, Freiburg 1978, 19-99; M. Sec-
kler, Die ekklesiologische Bedeutung des Systems der «loci theologici», en Weis- bilidad de que un teólogo particular afirme algo que no se ajuste to-
heit Gottes - Weisheit der Welt, St. Ottilien 1987, 37-65; Id., Loci theologici, en
LThK VI, Freiburg '1997, 1014-1016. 44. R. Tremblay, «Donum veritaris». Un documento que fa rijlettere, en Con-
43. Cf. O. González de Cardedal, El lugar de la teología, 47. gregazione perla Dotbina della fede, «Donum veritatis». Instruzioni e comenti, 161.
98 El ejercicio de la teología

talmente a lo que dice el magisterio de la Iglesia. Una comprensión de 4


la libertad que trabaje de forma unilateral siempre en ese mismo sen-
tido corre el riesgo de quedarse atrofiada. Pero, además, es apreciar en EL MÉTODO DE LA TEOLOGÍA:
muy poco lo que significa la libertad humana. «AUDITUS-INTELLECTUS-ACTIO FIDEI»
La libertad de investigación consiste en la capacidad que el teólo-
go tiene de abrirse y consagrarse enteramente a la verdad45 , desvelan-
do los falsos ídolos sociales que bajo apariencia de libertad y toleran-
cia, ocultan la verdad con la mentira (poderes mediáticos), y los falsos
ídolos personales que van cegando nuestra mirada y minando nuestra
verdadera libertad (ídolos del autoconocimiento46).
El teólogo, antes que obsesionarse por las censuras que pueda reci-
Introducción
bir de parte de la autoridad eclesiástica, tendrá que estar atento a las
censuras que existen en nuestra sociedad, de forma más o menos vela- «lterim ab ipsa veritate», el camino nace de la verdad misma, pien-
da, y a las censuras que de forma inconsciente todos los seres humanos sa Aristóteles 1 • La misma idea es formulada por Walter Kasper del si-
nos ponemos por miedo a asumir la verdadera libertad y autonomía. guiente modo: «El camino que conduce a la verdad (methodos) sólo
Los mayores miedos a la libertad anidan con frecuencia en nuestro co- puede ser la verdad misma»'. Porque la realidad en su verdad es la que
razón. Por ello, la teología tiene una inexcusable función crítica y pro- nos muestra el camino para llegar hacia ella y la que exige que la razón
fética en la vida del pueblo de Dios. Función que tiene que ver con el esté siempre en camino de búsqueda.
desenmascaramiento de los falsos dioses y que ha de apuntar hacia En este sentido, el método teológico es el resultado de la confluen-
el conocimiento del rostro del Dios vivo y verdadero. Pero siempre cia armónica que se ha de dar entre el objeto y el sujeto de la teología,
empezando por sí misma. La teología no consiste en hablar de Di9s, si- pues el método que hay que emplear para llegar al conocimiento de un
no en hablar bien de Dios, delante de Dios y para su gloria. objeto debe ser conforme a la naturaleza del objeto que se examina'.
El teólogo está llamado a consagrase a la verdad y a la santidad de Ha de existir entre ambos una profunda connaturalidad. En las ciencias
la inteligencia. Él tendrá que estar dispuesto a arriesgar su carrera ci- del espíritu el método no puede ser algo extrinseco al sujeto y al obje-
vil y eclesiástica, el prestigio social y mediático, en aras de la verdad. to, ni puede ser aplicado desde fuera con el marchamo de una aparen-
Una verdad que no es la suya y que nunca pretenderá haberla alcan- te objetividad. De hecho, no puede ser aplicado el mismo método que
zado ya desde su inteligencia o su voluntad. Al contrario, la verdad le
es utilizado para las ciencias experimentales o naturales.
alcanzará a él y le lanzará siempre hacia delante, hasta que se le ma- Si la teología tiene un objeto propio y es una tarea humana especí-
nifieste y entregue finalmente como libertad y alegria desbordante en fica, también tiene que tener su propio método. En nuestro caso, el
favor de todo el género humano. Hacer teología es un gozo inmenso y
método adecuado para examinar y contemplar el objeto es la fe que
una gran responsabilidad que hay que vivir como un regalo y acoger
con agradecimiento y humildad. 1. Aristóteles, Metafisica, 984b, edición trilingüe de V. García Yebra, Madrid
3 1998,27.
2. W K.asper, Unidad y pluralidad en teología. Los métodos dogmáticos, Sa-
45. Cf M. García-Baró, «Ensayo preliminar sobre la libertad», en Del dolor, lamanca 1969, 17.
la verdad y el bien, Salamanca 2006 («El hombre intelectual no es más que aquel 3. Cf. R. Guardini, Heilige Schrift und Glaubenswissenscha.ft: Die Schildge-
que desarrolla radicalmente una posibilidad humana general: vivir para la verdad, nossen 8 (1928) 24-57; l. de la Potterie, La exégesis bíblica, ciencia de la.fe, en L.
hacia la verdad y de la verdad», p. 9). Sánchez Navarro-C. Granados (eds.), Escritura e interpretación. Los fandamentos
46. Cf. M. Scheler, Los ídolos del autoconocimiento, Salamanca 2003. de la interpretación bíblica, Navarra 2003, 84-88.
100 El ejercicio de la teología El método 101

acoge y escucha; la fe que se interroga y busca comprender; la fe que górico y moral, para iluminar el camino del hombre hacia el futuro
actúa y transforma. que inaugura el sentido anagógico.
El método teológico está constituido por tres momentos funda- La mirada al pasado nunca puede ser neutra. Siempre se realiza
mentales: la acogida de la revelación en la fe (auditusfidei); la intui- Jcsde preguntas actuales y preocupaciones contemporáneas. La clave
ción interna de la fe, con su intelección racional y su exposición siste- se encuentra en tomar conciencia de ello, tratando de no imponer los
mática (intellectus jidei); y, finalmente, la realización histórica y propios esquemas (precomprensiones) a la realidad, ni pretendiendo
concreta de esa fe en la vida de la Iglesia y la sociedad (actio fide1). que los textos o los hechos del pasado digan aquello que deseamos oír.
l-lemos de delimitar bien el contexto en el que dichos textos fueros es-
critos y conocer bien las circunstancias históricas en las que se produ-
l. «Auditus fidei»
jeron ciertos hechos. Y hemos de intentar hacerlo con la mayor obje-
El primer momento consiste en la escuha de la fe. En él cobra pro- tividad y sobriedad posibles. Pero si queremos penetrar en su realidad,
tagonismo la razón crítica y contemplativa. Crítica porque este audi- tendremos que llegar a la cuestión decisiva que el1os tuvieron que
tus consiste en un conocimiento objetivo de los hechos, textos y do- afrontar y al camino que siguieron para resolver los problemas que se
cumentos en los que se ha ido depositando la revelación de Dios en el plantearon (unas veces bajo la inspiración del Espíritu de Dios -Es-
ámbito de la fe de la Iglesia. El centro de este momento, como funda- critura-y otras bajo su especial iluminación en un momento históri-
mento, fuente y alma, lo ocupa la sagrada Escritura, acogida, interpre- co concreto -padres, concilios, magisterio--). Si las cuestiones y las
tada y actualizada en la Tradición. En este sentido, tiene razón Frie- preguntas que nos hacemos hoy son verdaderas, conectarán sin duda
drich Schleiermacher (1768-1829) cuando asegura que la teología es con los problemas y las cuestiones que se han planteado siempre en la
una ciencia positiva4 • historia de la humanidad. Las formulaciones pueden ser distintas, pe-
Sin embargo, a pesar de realizarse con la mayor seriedad y objeti- ro las cuestiones de fondo son las mismas. En teología la investiga-
vidad posible y de ser auxiliado por las ciencias humanas, el auditus ción histórica requiere siempre una razón teológica.
es siempre auditus fidei. La fe es la que abre el acceso al orden de la
contemplación y de la belleza. El ejemplo preclaro de haber com-
2. (([ntel/ectus fidei»
prendido esta verdad se encuentra en Ja teología monástica, que ha si-
tuado en su mismo corazón la /ectio divina 5 . Todo lo que venimos di- El segundo momento es la fe en búsqueda de lagos. En él destaca
ciendo significa que, en este momento, no se trata de realizar una la razón especulativa (intel/ectus). Los datos de la revelación, acogi-
contemplación a-histórica e intemporal de la palabra de Dios o adqui- dos e interpretados en la fe, son expuestos de forma racional, orgáni-
rir un conocimiento histórico anclado en un pasado cerrado sobre sí. ca, discursiva y argumentativa. Se trata del orden de la verdad y de la
La escucha y la acogida de la revelación llevada a cabo desde el sen- razón, propio del ámbito universitario. En ocasiones su núcleo ha sido
tido histórico y literal, se actualiza en el presente desde el sentido ale- ocupado por la questio, donde prima la reflexión teológica desde la
pregunta del hombre en la situación histórica determinada, y en otras
4. F. D. E. Schleiermacher, Lo Studio de la teologia. Breve presentazione, edi- por la thesis, donde prima la reflexión sobria y objetiva del misterio de
ción de R. Osculati, Queriniana 2005: «La teología, en el sentido en el que aquí es
entendida la palabra, es una ciencia positiva, cuyas partes están unidas en un todo la fe. La primera busca dar razón de la fe y de la esperanza a los hom-
solamente a través de su relación común a un determinado tipo de fe o a una de- bres de su tiempo (apologética); la segunda se esfuerza por fortalecer
terminada configuración de la conciencia de Dios. La teología del tipo cristiano de y robustecer la fe de los creyentes (mistérica).
fe es una ciencia positiva por su relación con el cristianismo» (p. 107).
5. Cf. G. M. Colombás, La lectura de Dios. Aproximación a la lectio divina, La tarea que mejor define al intel/ectus fidei es esa búsqueda de
Zamora 1995. las razones y de la lógica de fondo que se hallan en las afirmaciones
102 EL ejercicio de la teología El método 103

acogidas anteriormente en la fe. No basta con repetir lo que hemos es- teológica, que busca en los contextos, los textos y los hechos una úl-
cuchado. Se trata de percibir su lógica profunda desde la integración tima intención metafísica y teológica, llegado el momento de la razón
en el todo. lreneo de Lyón consideraba que esta actividad estaba to- teológica especulativa se precisa a su vez una adecuada perspectiva
cando el cuerpo de la verdad; una actividad que se lleva a cabo me- histórica. El teólogo Walter Kasper ha formulado esta idea con enco-
I~
diante la analogía de la fe, tal como propone el concilio Vaticano II miable claridad: «El pensamiento histórico en la teología, si quiere ser
il
(DV 24). En esta línea, la teología está llamada a ser hermenéutica y adecuado y fructífero, ha de estar inspirado teológicamente; el pensa- 1

sistemática6 . miento especulativo ha de ser concebido como un pensamiento histó- ,1


En cuanto ciencia hermenéutica, la teología indaga en el sentido rico concreto» 10 •
último de las afirmaciones; en cuanto ciencia sistemática, integra de
manera armónica cada afirmación en un cuerpo, en un sistema, para
hallar la verdad'. 3. «Áctio fidei»
La teología es pensar (K. Rahner). Sin embargo, para realizar este El tercer momento se refiere a la fe como acción. En él destaca el
ejercicio no basta con narrar lo que otros han pensado; al contrario, se momento práctico (actio), que busca llevar la verdad a la vida y vivir
necesita volver a pensar con ellos, como e11os y desde ellos8• Por otra la vida a la luz de la verdad. Dicho en términos bíblicos que son ca-
parte, sólo hay pensamiento en plenitud cuando de las palabras pasa- racteristicos del evangelio de Juan y de la Carta a los efesios, se trata
mos a los conceptos, de ellos a las afirmaciones y de éstas a su inte- de realizar la verdad en el amor.
gración en un sistema coherente, aunque nunca cerrado en sí mismo. Nos hallarnos situados, por tanto, en el orden de la bondad; un or-
Porque este sistema no puede pretender agotar la realidad, ni la reali- den que es propio del ámbito de la vida pública en sociedad y en cu-
dad humana ni mucho menos la divina. La teología está llamada a ela- yo centro se encuentra la acción transformadora. La teología de la li-
borar un sistema que respete la incomprensibilidad del misterio de beración hizo de este momento el principio fundamental y el criterio
Dios y el dinamismo inherente de nuestro pensamiento. Un sist~ma, decisivo de su quehacer teológico. Si Romano Guardini había expre-
en definitiva, que no termina en los enunciados y en los conceptos. si- sado que desde el espíritu y la naturaleza de la liturgia tenemos que
no que siempre tiende y está abierto a la realidad misma9• afirmar en el cristianismo y en la teología un primado del lagos sobre
A lo largo del ejercicio de la teología, habrá que estar atentos a un el ethos, la teología de la liberación ha invertido esta relación al abo-
positivismo estéril que no es capaz de ir más allá de la afirmación de gar por la necesidad de una primacía de la praxis sobre la doxa, de la
un texto o la comprobación de un hecho, pero también a todo sistema ortopraxis sobre la ortodoxia 11 . Y aunque no resulta fácil encontrar un
acabado que pretende explicar toda la realidad. De la misma manera equilibrio entre la relación que ha de darse entre la teoria y la acción,
que en el momento de la investigación histórica es necesaria la razón tal como lo demuestra la historia de la teología en el siglo XX, sí es
innegable que «la dimensión práctica es un momento estructural de la
6. Cf. W. Pannenberg, Teología sistemática I, Madrid 1992, 17-27.
7. En la analogía de la fe y no de forma aislada (DV 12) las diferentes afirma- misma verdad» (G. Gadamer).
ciones de fe adquieren su verdad y su jerarquía (UR 11 ). Desde el punto de vista de Hoy la reflexión teológica, sin hallarse necesariamente vinculada
la filosofia son importantes las palabras de J. Ortega y Gasset, ¿Qué es filosojia?,
a la teología de la liberación, quiere mostrar de una forma más clara
Madrid 1972, 108-109, donde habla del doble principio de autonomía y de panto-
nomía. «Desde Hegel se ha olvidado que filosofia es ese pensamiento integral». A la importancia que tiene esta dimensión práctica de la teología, vin-
este pensamiento integral es al que me refiero cuando digo que la verdad está en la
totalidad. 10. W. Kasper, Unidad y pluralidad en teología, 81.
8. Cf. A. Cordovilla, La teología es pensar. La relación entre.filoso.fla y teo- 11. G. Gutiérrez, Teología de la liberación, Salamanca 17 2004, 61-72; A. Gon-
logía en K. Rahner: Estudios eclesiásticos 79 (2004) 395-412. zález, Teología de la praxis evangélica. Ensayo de una teología fandamental, San-
9. K. Rahncr, «Proyecto de una dogmática», Escritos de teologí.a l, 26. tander 1999, 71-111.
104 El ejercicio de la teología El método 105

culándola al lugar y a la misión que le corresponde en la Iglesia y en función terapéutica. No en vano, ella ha sido capaz de responder po-
la sociedad. De hecho, cuando los teólogos contemporáneos afirman sitivamente a los diferentes ataques de ansiedad que han aparecido en
que debe darse una revisión de la comprensión de la teología como el curso de la historia: la ansiedad frente a la muerte, en la civilización 11¡'
ciencia, tal vez sea necesario entenderlo desde esta perspectiva 12 • antigua; la ansiedad de la culpa, en la Edad Media; la ansiedad ante la I'

Con todo, tal opción no significa en ningún caso desandar el camino falta de sentido, en la modernidad; y la ansiedad a causa de la falta de
recorrido por la teología a lo largo de su historia, renunciando a la ra- verdad, en la época posmodema.
cionalidad y al «esfuerzo del concepto» que exige su método cientí- Con todo, la teología no puede quedar reducida a la sola dimen- q
fico. Se trata, más bien, de entender la necesidad que existe de equi- sión práctica. Tres son, por tanto, ]as dimensiones que al menos han
librar esta perspectiva científica con la comprensión de la teología de sumarse a ella: la celebrativa, la comunicativa y la crítica. En pri-
como sabiduría. Sin embargo, conviene aclarar en este punto que por mer lugar, conviene indicar que para la teología resulta esencial su ca-
sabiduría no ha de entenderse únicamente la ineludible dimensión es- rácter celebrativo, ya que la liturgia es el lugar natal y el suelo nutricio
piritual que posee toda teología, sino asimismo la dimensión vital, donde se alimenta. En segundo lugar, es obligado señalar la dimen-
práctica y social. Es decir, el sentido y la incidencia que tiene la teo- sión comunicativa, la cual pone de relieve la necesidad que tiene la
logía en la vida del creyente y del ciudadano, en la vida de la Iglesia teología de explicar el significado de Dios y de sus obras para aque-
y de la sociedad. llos que viven dentro y fuera de la Iglesia. Por último, se destaca la di-
Por tanto, la teología es ciencia y sabiduría; aunque, según el teó- mensión crítica, la cual subraya el papel desempeñado por la teología
logo norteamericano Kevin Vanhoozer, su futuro dependa de la capa- en su esfuerzo por distinguir el testimonio verdadero de Dios de los
cidad que ella atesore para hacer valer el sentido práctico de su doc- testimonios falsos. En este sentido, la competencia teológica es una
trina. La teología, sin duda, habrá de esforzarse más por llegar a ser forma de ser capaz de hacer juicios que manifiesten la mente de Cris-
sapientia en el presente contexto, que simple scientia sobre un texto 13 • to (1 Cor 2, 16)15 •
Hemos de salir de la falsa dicotomía entre teoría y práctica. Pues No obstante, resulta muy significativo constatar que en los lugares
«quien está cansado de la doctrina, está cansado de la vida, ya que la donde se ha llegado a cotas más altas eu el desarrollo de la teología
doctrina es el producto de la vida. La doctrina cristiana es necesaria como ciencia ( Wissenschafl), se escuchen insistentemente voces que
para el crecimiento humano: sólo la doctrina nos muestra quiénes so- reclaman el arraigo eclesial, la dimensión espiritual y la proyección
mos, por qué estamos aquí y qué tenemos que hacen> 14 • Además, pa- social de la teología. La teología ha de arraigarse, ante todo, en ese
ra este autor, Ja dimensión práctica de la teología se manifiesta en su humus eclesial donde la vida del creyente tiene lugar. Pues es justa-
mente en él donde cobra trascendencia el anuncio de la palabra de
12. S. Wiedenhofer, Theologie als Wissenschaft. Eine theologische Revision, Dios (kerygma-martyria), la celebración de los sacramentos (leitur-
en A. Franz (hrg.), Bindung an der Kirche oder Autonomie? Theo/ogie im ges~l­ gia) y el servicio de la caridad (diakonia ). Únicamente desde este sue-
schaftlichen Diskurs, Freiburg 1999, 90-124. Aunque con importantes diferencias
participan de esta misma sensibilidad la nueva teología posliberal norteamericana lo puede contiuuar siendo teología y puede, al mismo tiempo, ofrecer
de G. Lindbeck (The Nature of Doctrine: Religion and Theology in a Pos/ibera/ una palabra verdadera y diferente a la comunidad eclesial y a la so-
Age, Philadelphia 1984), la Radical Orthodoxy de J. Milbank (Theology and So- ciedad civil. Ciertamente una palabra sobre Dios, desde Él y en Él,
cial Theory. Beyond Secular Reason. Blackwell, Oxford 22005) y otros autores
más (J. Milbank-C. Pickstock-G. Ward [eds.], Radical Orthodoxy. A new Theology, pero también sobre cada una de las cuestiones que preocupan e inte-
London-New York 1999; James K. A. Smlth, lntroducing Radical Orthodoxy. Map- resan al hombre de hoy.
ping a Post-secular Theology, Michigan 2004 ).
13. K. J. Vanhoozer, The Drama of Doctrine. A Canonical linguistic approach
to Christian Theology, Louisville, Kentucky 2005, 307.
14. !bid., XIII. 15. !bid., 2.
/06 El ejercicio de la teología El método 107

4. Integración de los tres momentos tética que produce el ejercicio de la teología, sino por la verdad que
trasluce; una verdad existencial y salvadora, que hace posible que uno
Los tres momentos que conforman el método teológico («auditus- pueda poner su vida enteramente en juego por ella. También en este
intellectus-actio fidei») no tienen por qué Jlevar necesariamente un or- ejemplo conviene advertir que «prima<lo» no significa exclusividad.
den determinado. Es cierto que en la práctica se suele privilegiar uno Si la verdad no es presentada con la belleza que atrae y va acompaña-
de ellos por encima de los otros dos, pues, en la mayoría de los casos, da de la bondad que genera, se convertirá en opresora. Reduciríamos
el lugar concreto en el que se ejercita la teología (monasterio, univer- la teología a un pseudo-ciencia estéril. En este sentido, los teólogos
sidad, sociedad) impone el orden a seguir. Sin embargo, toda teología tendrán que esforzarse por mostrar el significado vital y pastoral que
habrá de integrar los tres si quiere ser auténtica. Dicho lo anterior, he tiene la teología, a la vez que habrán de exponerla de una forma bella.
de confesar como preferible seguir el orden más lógico indicado desde Mas el criterio último de su tarea es la verdad. El teólogo busca la ver-
el enunciado del presente capítulo, ya que resulta más coherente con dad; el resto lo recibirá por añadidura.
las características internas de la teología. La teología hay que vivirla y ejercerla con la misma sinceridad de
La vida humana se vive desde tres grandes campos o realidades: el corazón que el maestro de novicios trata de ver en el joven que desea
de la belJeza o experiencia estética, el de la bondad o realización ética ingresar en un monasterio bajo la regla de san Benito: «Si verdadera~
y el de la verdad o fundamento existencial. En cualquier actividad que mente busca a Dios» 16 . Un ejercicio perseverante al que Platón nos
emprendamos estas tres dimensiones han de llevarse a cabo desde una exhorta con estas bellas palabras: «Es hermoso y divino el ímpetu ar-
profunda unidad. No obstante, dependiendo de qué acción estemos rea- diente que te lanza a las razones de las cosas; pero, mientras aún eres
lizando, pondremos en primer plano una u otra. joven, ejercítate y adiéstrate en estas prácticas que en apariencia no
Veamos tres ejemplos de la vida cristiana. En el ámbito de la ora- sirven para nada, y que el vulgo llama palabreria sutil; de lo contrario,
ción o la acción litúrgica que celebra el Misterio, hemos de destacar la verdad se te escapará de las manos» 17 • Una apertura que puede com-
antes de nada la realidad de la belleza y su capacidad de conmoción. pararse con Ja requerida por cualquier otro trabajo intelectual, según
De hecho, en una celebración litúrgica no consideraremos corno pri- las palabras del filósofo Julián Marias: «No me interesa la originali-
mer y único asunto la cuestión de la verdad por las palabras que en dad sino la verdad [ ... ] La originalidad es algo que se da por añadidu-
el1a se escuchan, ni tampoco daremos la primacía al compromiso mo- ra cuando no se la busca, cuando se piensa o se crea desde la propia
ral y ético a que se nos invita. Y ello a pesar de saber que ambas cues- realidad, que siempre es única e insustituible»".
tiones son necesarias y tienen que estar implicadas, pues sin verdad y
bondad la belleza degenera en esteticismo vacío. 5. El lenguaje de la fe: la analogía
Segundo ejemplo. Durante el desarrollo de una acción pastoral
concreta, nos preguntamos primera y fundamentalmente por su capa- Unido al problema del método se encuentra la cuestión del len-
cidad de incidir de forma práctica en nuestra vida, en la de los demás guaje. El problema del lenguaje en teología es antiguo. Los hombres,
y en las estructuras sociales; aunque, como es lógico, deseamos que desde que han tenido una percepción y experiencia de lo divino, de lo
esta acción regida desde la bondad no esté realizada contra la belleza santo, de lo trascendente, del fundamento último de toda realidad, se
que atrae y contra la verdad que nos funda. Pues sin verdad ni belle- han preguntado si era posible hablar de él y cómo era posible. Todo
za la bondad degenera en puro moralismo. lenguaje sobre Dios, todo lenguaje de la fe es analógico, es decir, afir-
Último ejemplo. Con la teología, es decir, el acto de pensar la fe,
16. Benito de Nursia, Regla de los monjes, 58, 7, Salamanca 2006.
nos situamos peferentemente en el primado de la verdad. La pregun- 17. Platón, Parménides, l 35d.
ta fundamental no es tanto por la validez práctica o por la emoción es- 18. J. Marías, Prólogo, en Introducción a lafilosofia.
108 El ejercicio de la teología El método 109

ma a la vez una semejanza entre Dios y la criatura desde la mayor de- vismo y pluralismo radicales (equivocidad; riesgo de la analogía de
semejanza19. El lenguaje de la fe y de la inteligencia de la fe alcanza proporcionalidad).
la realidad que en él se nos dice y se nos entrega, aunque tal lenguaje La analogía trata de coordinar la semejanza y la desemejanza de
nunca pueda ser considerado idénticamente con la realidad misma20 • dos realidades, una inmanente y otra trascendente. En concreto, la
La problemática en torno al uso de la analogía en el lenguaje y el analogía que utilizamos para establecer una relación entre la realidad
discurso sobre Dios traduce al aspecto intelectual una actitud típica humana y divina posee una dialéctica que, con el concilio IV de Le-
del hombre creyente. Dicha actitud consiste en reconocerse como trán, podemos definir como de semejanza en la mayor desemejanza;
criatura distante y distinta al Creador, pero a la vez en comprenderse o como ya formulara el Pseudo-Dionisio en su tratado sobre los nom-
como criatura que vive en relación con Él y está llamada a la comu- bres divinos, de una radical paradoja, «pues las mismas cosas son se-
nión con Él. Esta relación está fundada en la afirmación de la antro- mejantes y desemejantes a Dios». Esta dialéctica es posible llenarla de
pología teológica de que el ser humano es imagen suya, una imagen contenido desde los tres pasos que el pensamiento clásico menciona-
de la verdadera imagen de Dios que es Cristo. ba como caminos diferentes -aunque no excluyentes- en el conoci-
La analogía intenta solucionar un problema lógico que podemos miento de Dios (teología afirmativa, teología negativa y teología mís-
enunciar como la posibilidad de utilizar conceptos de la experiencia tica). Por su parte, Tomás de Aquino la calificó como fases o etapas
finita para referirnos a Dios, el cual, por definición y naturaleza, es necesarias que tiene que seguir nuestro lenguaje cuando queremos
infinito, incomprensible y absoluto. Aquí entendemos la analogía des- nombrar a Dios con nombres o propiedades aplicables a la experien-
de un punto de vista lógico y en su movimiento ascendente. Por con- cia humana. Todo ello dentro de un contexto en el que el Aquinate lle-
siguiente, el movimiento se dirige de la realidad creada a la realidad va a cabo una apuesta muy clara por la teología apofática o negativa,
divina. pues «no podemos captar propiamente lo que Dios es, sino más bien
Sin embargo, la analogía implica un problema o una cuestión on- lo que no es».
tológica, pues contiene una determinada comprensión de la realidad. En síntesis, el tripe momento que integra y revela el lenguaje de la
Platón consideró la analogía como un instrumento indispensable para analogía expresa de forma simultánea la afirmación, la negación y el
pensar la complejidad de lo real; Rahner, por su parte, como la forma desbordamiento 21 •
más radical y original del conocimiento humano. Para el teólogo ale-
mán, la analogía constituye la forma de existencia propia del ser hu-
mano, porque el hombre se encuentra fundado en el Misterio como rea-
lidad que lo sostiene. En nuestro caso, la analogía la utilizamos para
poder hablar, por un lado, de una participación de la realidad en Dios
(creación) sin que signifique un panteísmo que no respeta la diferen-
cia y alteridad entre la Divinidad y el mundo (univocidad; riesgo de la
analogía de atribución); y por otro, para comprender el mundo sin que
exista aquella posible unidad de lo diverso que nos lleve a un relati-

19. Cf. concilio de Letrán IV, DH 806.


20. Conferencia episcopal española, Teología y secularización en España, 14:
«l.a fe se expresa mediante afirmaciones que emplean un lenguaje verdadero, no
meramente aproximativo, por más que sea analógico». El texto cita a Tomás de
Aquino, Suma de teología 1, 13. 21. Cf. el capítulo 8: «La forma católica de la teología».
5
EL ALMA DE LA TEOLOGÍA:
LA SAGRADA ESCRITURA

Escogido para anunciar el Evangelio de Dios, que él había


prometido por medio de sus profetas en las sagradas Es-
crituras respecto a su Hijo (Rom 1, 2).

Introducción

El objeto y el sujeto de la teología confluyen en la Escritura. Ella


es el documento escrito donde el pueblo de Dios y la comunidad cre-
yente (Israel y la Iglesia) dan testimonio de la revelación divina en la
historia (el Dios de Abrahán, de Isaac, de Jacob, de Jesucristo). Esta
doble referencia a la revelación de Dios y a la experiencia de fe de la
comunidad creyente supone el elemento fundamental que configura
la Biblia. Sin ella, la verdadera naturaleza de la Escritura se diluye.
El sustantivo de origen griego «biblia» significa, por estar en plu-
ral, libros. La heterogénea serie de escritos agrupados en este único
volumen, plantea con frecuencia diversidad de preguntas. Entre las
más polémicas suelen encontrarse las referidas a la selección de libros
que componen la denominada Biblia cristiana. Así, ¿quién y con qué
autoridad ha decidido reunir de forma arbitraria e interesada determi-
nados textos como un único libro que posteriormente se ha considera-
do sagrado y normativo? ¿Por qué pertenecen a esta colección libros
calificados de canónicos y han sido excluidos otros tildados de apó-
crifos? ¿La Biblia es un don de Dios a los hombres o una creación hu-
mana, bella y profunda, pero en definitiva humana?
Inmersos en semejante cúmulo de cuestiones ambientales, los cris-
tianos insisten en afirmar que este Libro sagrado es el alma de la teo-
logía. Y, sin embargo, también a ellos se les plantean algunas cuestio-
nes complejas: ¿Cuál es la naturaleza de la Biblia, cómo debe ser su
112 El ejercicio de la teología El alma: la sagrada Escritura 113

uso y su interpretación para que sea de verdad fuente y fundamento de 1. La naturaleza de la sagrada Escritura
11,
Ja teología como ciencia de la fe? 1
Para comprender correctamente la naturaleza de la sagrada Escri-
«La Biblia -comenta Ribera-Mariné- no es una biblioteca, es un lilí
tura desde un punto de vista teológico se proponen, a continuación,
libro escrito durante siglos», donde por medio de escritos diferentes se
tres perspectivas: a) en relación con la revelación del Padre, es decir,
da un testimonio unánime de la revelación de Dios y se manifiesta de
forma correlativa la fe de un pueblo elegido. Esta característica esen-
como palabra de Dios; b) en relación con el misterio de la encarna- 1
ción del Hijo, como cuerpo de Cristo; c) en relación con la inspiración ¡;I
cial le aporta unidad, homogeneidad y armonía.
del Espíritu y el misterio de la Iglesia, como voz del Espíritu y expre-
Con todo, conviene tener en cuenta que la sagrada Escritura no es 1
sión objetiva de la conciencia y de la fe de la Iglesia.
un libro entregado directamente por Dios a su pueblo2 • Se trata, más ,111

bien, de una obra que tiene su historia y su genealogía. A lo largo del ;,I

itinerario que ha recorrido, se han ido depositando en ella diversas tra- a) La Escritura como palabra de Dios 'il!

diciones culturales de origen milenario, ha ido madurando la fe de un La Escritura es palabra de Dios porque da testimonio de la revela-
11:1 ,
Pueblo y se ha ido acrisolando la comprensión de la revelación de ción del Padre, que de muchos modos y de distintas maneras se co- 11
Dios. La Biblia ha sido y continúa siendo reconocida por numerosos munica a los hombres para hablar con ellos como un amigo e invitar- ;:·1'
1

creyentes como un libro inspirado por Dios, que contiene la palabra los a su compañía. La Escritura da testimonio de la revelación, es su 111:¡,,

de Dios a los hombres. El reconocimiento de semejante inspiración ha sacramento, pero no puede ser identificada sin más con ella. De he- I'

necesitado de una larga elaboración y una lenta construcción a través cho, la revelación y la palabra de Dios desbordan por los cuatro cos- 1,¡1'1·'
de casi doce siglos de historia, hasta poder afirmar de ella que es pa- tados la palabra escrita. 1:¡1

'
labra de Dios en palabra humana. Sin embargo, tampoco resulta posible separar la revelación y la
Por otra parte, no puede olvidarse que la Biblia es también un libro Escritura, pues no podemos tener acceso a una revelación indepen-
11:1

homogéneo y plural, divino y humano, teológico e histórico, religioso diente de la que se nos ha dado por medio del texto escrito. Por otra
y cultural. En esto consiste su inherente paradoja y la fuerza irresisti- parte, la letra de la Escritura no es separable de su contenido, aunque 1,.'
'I

ble y atrayente del misterio que alberga en su interior. no se pueden identificarse sin más. La Escritura es el diálogo y el co- '11
'

Con el fin de aproximarnos a este texto sagrado que denominamos loquio que Dios realiza con los hombres de forma permanente. «En
Escritura, reflexionaremos en primer lugar sobre su naturaleza; a con- los libros sagrados, el Padre, que está en los cielos se dirige con amor
tinuación, destacaremos el lugar que ocupa en la teología; por último, a sus hijos y habla con ellos» (DV 21 ).
referiremos los puntos centrales relativos a su interpretación en la En definitiva, la propia existencia de la Biblia expresa el deseo que
Iglesia. Dios ha tenido de revelarse en la historia. Una historia concreta (DV 3)
,¡,•I
que permanece para siempre como lugar sagrado de su revelación. 1~ '

l. Para todas estas cuestiones A.M. Artola-J. M. Sánchez Caro, Introducción


al estudio de la Biblia II. Biblia y palabra de Dios, Estella 1992.
2. En este sentido ni el judaísmo ni el cristianismo pueden ser considerados b) La Escritura como cuerpo de Cristo
como religiones del libro. Respecto a la propia comprensión del cristianismo, Ca-
En relación y analogía con el misterio de la encarnación, podemos
tecismo de la Iglesia católica, 108: «La fe cristiana no es una 'religión del Libro'.
El cristianismo es la religión de la 'Palabra' de Dios, no de un verbo escrito y mu- decir que la Escritura es el cuerpo de Cristo. Con esta expresión no
do, sino del Verbo encamado y vivo (san Bernardo, llom. Miss., 4, 11). Para que pretendemos establecer una burda identificación, a todas luces imposi-
las Escrituras no queden en letra muerta, es preciso que Cristo, Palabra eterna de
Dios vivo, por el Espíritu Santo, nos abra el espíritu a la inteligencia de las mismas ble, sino subrayar lo que el teólogo Hans Urs von Balthasar ha mostra-
(cf. Le 24, 45)». do desde su conocimiento de la teología patrística. Para este autor, el
1
114 El ejercicio de la teología El alma: la sagrada Escritura 115 1111
111: 1

problema de la interpretación y sentido de la Escritura es, en el fondo, de corporeidad con la pretensión de ser mediadoras entre el cuerpo de !: íl: ~
una cuestión cristológica, pues la relación que existe entre la letra y el Cristo terreno y el cuerpo de Cristo eclesial. Nos estamos refiriendo a 1''l¡111·1
i'¡ili
espíritu en la exégesis bíblica se ilumina desde la relación que existe en la Escritura y a la eucaristía'. Así, el que es el origen (Jesucristo) y la 1,,;',11
Cristo entre su naturaleza humana y divina3• Algo parecido quiere de- meta (Cristo total), se convierte también en el camino. Jesucristo no
1
'I
cir la Dei Vérbum cuando comenta: «Las palabras de Dios expresadas sólo es fuente y culmen de la vida de la Iglesia, sino su caruino, pues Ir
con lenguas humanas se han hecho semejantes al habla humana, como nos comunica la vida del Padre en la eucaristía y la verdad de Dios en
11 I
l1i
'I·.
en otro tiempo el Verbo del Padre eterno, tomada la carne de la debili- la Escritura (Jn 14, 16). I·
1.11
dad humana, se hizo semejante a los hombres» (DV 13). Cristo está presente y permanece en su Iglesia a través de la sa- 11¡¡·¡111
En este sentido, es posible pensar la Escritura a la luz del miste- grada Escritura. Toda ella es un gran y único discurso sobre Cristo. La 1
,
rio de la encarnación. La Escritura para nosotros es semejante a la car- Escritura forma su cuerpo para nosotros hoy, pues en ella los misterios '"
,1.,

1;. .li
ne del Lagos; es, en cierto modo, la Palabra hecha carne. Entre los pa- de su vida se hacen presentes contemporáneamente a los creyentes.
11

dres de la Iglesia, Orígenes ha sido quien más ha desarrollado esta


analogía, seguido en el Occidente latino por Ambrosio de Milán. Para
Desde esta estrecha relación entre la Escritura y el cuerpo de Cristo po-
demos entender la conocida expresión de san Jerónimo: «Ignorar las il''
" 1: ~ 'I

el autor alejandrino, la Escritura equivale al cuerpo del Señor'. Entre Escrituras es ignorar a Cristo»'. Por su parte, el Catecismo de la Iglesia 111:
11
los padres de la Iglesia la expresión cuerpo de Cristo tiene básicamen- católica ha recogido un bellísimo texto de Agustin, donde se resume el 1111

te dos significados: En primer lugar remite, como forma fundamental y sentir de toda la tradición patrística: «Recordad que es una misma Pa- 11·

originaría, al cuerpo de Jesús que nace de María y muere en la cruz. En labra de Dios la que se extiende en todas las Escrituras, que es un mis-
segundo lugar alude, como forma última y definitiva, al cuerpo de la mo Verbo que resuena en la boca de todos los escritores sagrados, el
Iglesia, en donde Cristo, su cabeza, continúa la obra de la redención. que, siendo al comienzo Dios junto a Dios, no necesita sílabas porque ,!1
Años después, Agustín de Hipona acuña la expresión «Cristo total».
Entre ambos significados del cuerpo de Cristo, y para expresar
no está sometido al tiempo (Psal. 103, 4, 1)» (CEC 102).
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que se trata de realidades conexas entre sí, surgen dos nuevas formas e) La Escritura como voz del Espíritu en y para la Iglesia 1:1:!
,,.1,
De la misma manera que no podemos separar la misión del Hijo i1ll
3. H. U. von Balthasar, Ensayos teológicos l. Verbum Caro, Madrid 1964, 31:
de la del Espíritu, tampoco podemos olvidamos de la relación del Es- ·11.1!
«Por este motivo la relación, de que tanto se habla, entre el sentido literal y el sen- '.;

tido espiritual de la Escritura es un problema cristo lógico y ha de solucionarse ha- píritu con la Escritura. Él es el ámbito en el que ella fue escrita (íns-
ciendo que los dos sentidos se relacionen como la naturaleza humana y la natura- il,:
leza divina de Cristo. Lo humano es el medium de la revelación de lo divino; 5. «La Iglesia ha venerado siempre las Sagradas Escrituras al igual que el
medium accesible en primer término; medium que encubriendo manifiesta; me- mismo Cuerpo del Señor, no dejando de tomar de la mesa y de distribuir a los fie-
dium que en la resurrección se hace transparente, pero que no podrá suprimirse ni les el pan de vida, tanto de la palabra de Dios como del cuerpo de Cristo>) (DV 21 ).
liquidarse por toda la eternidad. El sentido espiritual no puede buscarse jamás «de- Cf. Tomás de Kempis, Imitación de Cristo, lV. 4 («Me diste, pues, como a enfer- l:i1ll
trás>> de la letra, sino siempre en ella, de igual manera que al Padre no lo encon- mo tu sagrado Cuerpo para alimento del cuerpo, y además me comunicaste tu di-
1,

tramos detrás del Hijo, sino en el Hijo y a través del Hijo. Quedarse en el sentido vina palabra para que sirviese de luz a mis pasos. Sin estas dos cosas yo no podría
literal y desdeñar el sentido espiritual equivaldría a considerar al Hijo como puro vivir bien; porque la palabra de Dios es la luz de mi alma, y tu Sacramento el pan i1
1

hombre y no sería, en último término sino cafarnaitismo. Todo lo humano de Cris- que le da la vida. Estas se pueden llamar dos mesas colocadas a uno y a otro lado 1·
to es revelación de Dios y habla acerca de Dios; no hay en su vida, ni en su obra, en el tesoro de la Santa Iglesia. Una es la mesa del sagrado altar, donde está el pan
ni en su muerte ni en su resurrección nada que no sea expresión, explicación, ex- santificado, esto es, el precioso cuerpo de Cristo. Otra es la de la ley divina, que
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posición de Dios en el lenguaje de lo creatural». contiene la doctrina sagrada, enseña la verdadera fe, y nos conduce con seguridad
4. Cf. B. Studer, «Das Christusbild des Origenes und des Ambrosius», en hasta lo mas interior del velo donde esta el Santo de los Santos»). 1:11
Mysterium caritatis. Studien zur Exegese und zur Trinitiitslehre in der A/ten Kir- 6. Jerónimo, In Is. pro/., en PL 24, 17B. Cf. B. Studer, «Das Christusbild des
che, Roma 1999, 397-424; en especial 398-403. Origenes und des Ambrosius», 399.
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116 El ejercicio de la teología El alma: la sagrada Escritura 117

pirada) y donde mejor puede ser interpretada (espiritual). «La Escri- Con todo, para llegar al origen normativo y recrearlo de forma vi-
tura no es otra cosa que el testimonio de la Iglesia misma, escrito des- va en el presente no basta con remitir a una realidad objetiva. Se nece-
de el Espíritu santo, que allí habla y da testimonio»'. En este sentido, sita, además, que esa interpretación se haga en el Espíritu (epíclesis),
la Escritura es incomprensible sin una relación interna con la Iglesia y verdadero agente de la anámnesis que recuerda actualizando. Como
con el Espíritu. Porque el santo Espíritu, unido a Cristo, es a la vez Se- dijo Mons. Edelby en las discusiones conciliares sobre el texto de la
ñor soberano de la Tradición y de la Escritura". Dei Verbum: «La Tradición santa es la epíclesis de la historia de la sal- 1

Desde esta perspectiva pneumatológica de la Escritura, podemos vación, la teofanía del Espíritu santo, sin la cual la historia es incom-
entender mejor su raíz eclesial y la estrecha relación que existe entre prensible y la Escritura es letra muerta». Así, de ta misma manera que
la propia Escritura y la Tradición. La Escritura es la objetivación pu- resulta imposible afirmar la Iglesia sin la Escritura, tampoco es posi-
ra de la «autocomprensión regulativa e insuperable de la Iglesia pri- ble defender la Escritura sin la Iglesia.
mitiva»'. La Escritura es la voz del Espíritu a la Iglesia, pero también
es el ámbito en el que ella es ofrecida y entregada a la comunidad de
los creyentes, como palabra de Dios y expresión objetiva de su ser. La 2. El alma de la teología: la sagrada Escritura 11

Escritura es «la objetivación pura y configuradora, la norma non nor- a) El retorno a las.fúentes (Escritura) y el distanciamiento de la
mata absolutamente normativa de ese comienzo escatológico final, exégesis 11:,
esto es, la Iglesia primitiva, que en la dimensión citada se denomina
Escritura» 10 • La recuperación de la Escritura ha sido uno de los grandes logros
La Tradición es la conciencia viva de la Iglesia y, por tanto, la au- de la teología posconciliar. Tanto en la vida de la Iglesia como en el
tocomprensión viva y duradera de la Escritura. Si Cristo es la revela- ejercicio de la teología. Ella ha fecundado y enriquecido enormemen-
ción definitiva en el que se concentra la historia anterior y posterior, la te la teología, llenando de contenido real una reflexión teológica que
historia que acontece desde Cristo tiene que ser comprendida como se perdía en elucubraciones de tipo lógico sin conexión con la reali-
anámnesis de ese acontecimiento último y escatológico. Una anámne- dad y sin un lenguaje adecuado.
sis que no es sólo recuerdo del pasado, sino acción actualizadora en el El retorno a la Escritura, sin embargo, no ha sido del todo pacífi-
momento presente y creación de novedad que anticipa el futuro. co. También ha descubierto y puesto en evidencia otra serie de difi-
¿Cómo se realiza esta anámnesis? Por un lado, se necesita que cultades. Mientras que la exégesis católica fue punta de lanza de la re-
exista una realidad objetiva a la que la comunidad actual pueda refe- novación teológica y fuente de la renovación eclesial y pastoral en los
rirse como origen normativo desde donde llevar a cabo una correcta años inmediatamente posteriores al concilio Vaticano 11, actualmente
relectura o interpretación. Esta realidad se llama Escritura, pues ella se ha convertido en una disciplina irrelevante para la teología, el ma-
es la expresión de la autoconciencia objetivada de la comunidad pri- gisterio y la vida pastoral de la Iglesia n
mitiva y lugar donde se ha recibido en la fe esa revelación escatológi- Esta falta de significación de la exégesis en la vida de la Iglesia y
ca y definitiva de Jesucristo. de la teología, se debe esencialmente al propio desarrollo de la ciencia
bíblica; aunque también puedan existir otras causas sociológicas que
7. J. Diedro, De Ecclesia Scripturis et dogmatibus (1933), en Opera l, fol. lo expliquen. A lo largo del siglo XX la exégesis se ha ido desligando
61v, Lovaina 1556, tomado de H. U. von Balthasar, Teológica 111. El Espíritu de la
Verdad, Madrid 1998, 321-322.
cada vez más de la vida eclesial, desarrollándose como ciencia litera-
8. H. U. von Balthasar, Teológica 111. El Espíritu de la Verdad, 317.
9. !bid., 112. 11. J. Kügler, Die Gegenwart ist das Problem! Thesen zur Rolle der neutesta-
10. K. Rahner, «Sagrada Escritura y Teología», en Escritos de teología VI, mentlichen Bibelwissenschaft in Theologie, Kirche und Gesellschaft, en U. Busse
Madrid 1969, 108-109. (hrsg. ), Die Bedeutung der Exegese jür Theologie und Kirche, Freiburg 2005, 10-37.
118 El ejercicio de la teología El alma: la sagrada Escritura 119

ria e histórica, sin cortapisas de autoridades o normas eclesiales. En de su función profética, justamente «en la medida en que Ja exégesis
este sentido, se ha esforzado por demostrar en la universidad que era critica las formas de lectura que son una simple proyección, defiende
una ciencia más, con los mismos derechos y exigencias que el resto. el valor propio y la extrañeza del texto y, finalmente, su carácter de re-
Sus publicaciones han estado orientadas sobre todo a los especialistas velación»14. Lo que está en juego es una reconstrucción pastoral de la
de la propia disciplina, resultando prácticamente ininteligibles e inser- ciencia bíblica y, en el fondo, de toda la teología".
vibles para la predicación, la catequesis e incluso para las demás dis- Este diagnóstico del exegeta católico Joachim Kügler puede ser
ciplinas teológicas. Todo ello ha conducido a un aislamiento de la vi- discutible. Algunas de sus tesis son, sin duda, más acertadas que otras,
1!!!1
da eclesial e incluso de la sociedad, pues la ciencia bíblica ha padecido pero creo que tiene la virtud de sacar a relucir los problemas funda- ,,
1 ,,
el mismo desinterés que el sufrido por las llamadas ciencias humanís- mentales en torno a la exégesis de la Escritura como ejercicio de la
ticas. Además, el proceso imparable de especialización seguido por es- teología y fuente de la vida de la Iglesia. Si el concilio Vaticano 11 ha
tas ciencias ha desembocado, si cabe, en un mayor autismo social. hablado de la necesidad de que el estudio de la Escritura sea el alma
Entre algunos exegetas se intenta solventar este aislamiento y pér- de la teología, es porque el método teológico la había relegado con
dida de significación, convirtiendo la ciencia bíblica en «una ciencia frecuencia a puro corolario de las afinnaciones dogmáticas. La Escri- I'

de la religión del cristianismo primitivo»". En el fondo, sin embargo,


da la impresión de abocar a un cal1ejón sin salida 13 .
tura era utilizada como un arsenal para justificar las afirmaciones teo-
lógicas construidas con anterioridad desde otros presupuestos ajenos
,f
Por tanto, si la exégesis quiere recuperar su influjo en la Iglesia y e independientes de ella. Hoy, sin embargo, el problema es otro. Me
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en la teología, tiene que mostrar con claridad que su actividad es ecle- atrevería a decir que es el inverso. El aislamiento de la Escritura no
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sial y teológica, capaz de ponerse en relación con otros ámbitos don- viene producido por el método teológico actual, con una gran sensibi-
de se desarrolla la vida de la Iglesia y con el resto de disciplinas teo- lidad para el pensamiento bíblico, histórico y contextual, sino por el
lógicas. De alguna forma ha de ser capaz de liberarse de su pretensión estatuto epistemológico de la propia ciencia bíblica, que se ha cerrado 1:!
de ofrecer la interpretación exacta del sentido de un texto bíblico; pe- sobre sí, separándose del lugar eclesial y del método teológico. Ya no
ro también debe ayudar a llevar a cabo una lectura más profunda y co- se considera una parte de la ciencia de la fe, de la teología.
rrecta, criticando toda posible reconstrucción cerrada de los textos y La exégesis tiene su propia autonomía, que hay que respetar. Pero
defendiendo la imposible fijación de su sentido definitivo desde las si quiere ser de nuevo el alma de la teología, tendrá que estar dispues-
¡1¡,'
ciencias humanas, incluida la propia exégesis y la teología. Aquí resi- ta, con humildad, a ser una disciplina teológica. Nadie introduce en su ,1

centro más íntimo una realidad que en el fondo le es ajena y extraña 16 •


12. B. H. Raisanen, Neutestamentliche Theologie? Eine religionswissen-
schaftliche Alternative, Stuttgart 2000; G. Theissen, La religión de los primeros
!,¡
1

b) El lugar de la Escritura en la teología 11¡).,J


cristianos. Una teoría del cristianismo primitivo, Salamanca 2005; U. Luz, Kann
die Bibel heute noch Grundlage jür die Kirche sein? Über die Aufgabe der Exe-
r
gese in einer religii5s-pluralistischen Gesellschafi; New Testament Studies 44 «El estudio de la sagrada Escritura [sacra Pagina] ha de ser como '~I:
( 1998) 317-339. 11
el alma de la sagrada teología» (DV 24) 17 • Esta es una de las expre-
13. J. Kügler--autor al que estoy siguiendo en estas reflexiones- se refiere a
esta propuesta como una invitación a una bella muerte. No porque desprecie los
siones más conocidas referidas a la relación entre Biblia y teología.
·!,1
I:
resultados de sus colegas, ni porque no vea interesante el diálogo con las ciencias
de las religión, sino porque para él este no puede ser el punto de referencia para el
proyecto de una exégesis bíblica. Lo mismo sería válido para quien quiera redu-
14. /bid., 31.
15. !bid. Ji'
cirla a una ciencia filológica o literaria. Todas ellas son importantes y necesarias 16. Cf. G. Uríbarri Bilbao, Exégesis científica y teología dogmática. Mate-
para el trabajo exegético, pero no pueden ser el criterio de su epistemología (cf. riales para un diálogo: Estudios bíblicos (2006). 111 .•
,,,I.;
Die Gegenwart ist das Problem! Thesen zur Rolle der neutestamentlichen Bibel- 17. Cf. J. M. Lera, «Sacrae Paginae studium sit veluti anima sacrae Theolo·
wissenscha_ft in Theologie, Kirche und Gesellschafl, 21-22). giae». Notas sobre el origen y procedencia de esta frase: Miscelánea Comillas 78-

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120 El ejercicio de la teología El alma: la sagrada Escritura 121

Pero ¿qué significa realmente? La expresión aparece en dos textos del desarrollos teológicos posteriores. El ejemplo más significativo de lo
Vaticano 11: en la constitución dogmática sobre la divina revelación
Dei Verbum, 24, y en el decreto sobre la formación para los futuros
que supuso esta renovación en el método teológico, es decir, poner en
primer lugar el auditus sobre el inte/lectus fidei, convirtiendo la Es- 11
presbíteros Optatam totius, 16. En la Dei Verbum se está hablando de critura en fuente de la teología, es el manual de teología como historia
la importancia de la sagrada Escritura en la vida de la Iglesia y, por de salvación, Mysterium salutis 19• 11:
:1
ende, en la teología. En su número 24 se reseñan tres imágenes para ::1,1
i!.; ¡
comprender el papel y la función esencial de la Escritura en la tarea l) Fundamento
teológica. La Escritura ha de ser el fundamento perenne, la fuente re-
La primera imagen proviene del mundo de la construcción. La Es-
juvenecedora y el alma de la teología". Por su parte, en el decreto so-
critura ha de ser el fundamento permanente de la teología. Fundamen-
bre la formación sacerdotal se utiliza esta expresión en el número 16,
to es lo que se coloca en la base de un edificio para que haga las veces
texto decisivo y fundamental para la reforma de los estudios eclesiás-
de sólido cimiento que sustenta, da seguridad y permite elevarse hacia
ticos. En él se aboga por un método teológico más bíblico e histórico
lo alto. Frente a una utilización de la Biblia como «dicta probantia»
que dogmático y especulativo, donde la Escritura no se utilice única- j':,
(corolario y conclusión de lo que ya se ha propuesto y demostrado por
mente al final de la construcción teológica para probar o rechazar te-
sis ya definidas, sino desde el principio, como fuente y alma de los
otros caminos) que era frecuente en los manuales anteriores al conci- I,'
lio Vaticano II, se propone aquí la sagrada Escritura como inicio que ,I,,
fundamenta y sostiene todo el edificio. En este sentido, cuando el de- 1
79 (1983) 409-422; J. M. Rovira Belloso, «La Escritura, alma de la teología», en 1
Introducción a la teología, Madrid 1996, 195-220; J. A. Fitzmyer, «Scripture, the creto sobre la formación de los futuros presbíteros (OT 16) propone .:1
Source ofTheology», en Scripture, the sou/ ofthe Theology, NewYork 1994, 39- comenzar los estudios teológicos por la exégesis y la teología bíblica,
92. Sobre este ensayo del exegeta norteamericano he de decir que estoy de acuer-
do en su insistencia y afirmación sobre la necesidad de estudiar la Biblia hoy, a la
está realizando una propuesta revolucionaria. :''¡
altura de nuestro tiempo. Pero precisamente por esta razón, no entiendo su critica Pero ¿cómo puede ser la Escritura fundamento para la teología,
11
desmedida a los teólogos que han puesto en evidencia la limitación del método cuando tenemos la sensación de que se nos queda demasiado corta pa-
'
histórico-crítico (H. de Lubac, L. Bouyer, H. U. von Balthasar, J. Ratzinger, entre
ra la construcción teológica que queremos realizar? Es evidente que
otros). Afirmar, sin más, que estos teólogos propugnan una vuelta a una exégesis
«pre-crítica», no me parece que haga justicia a la intención de estos autores. Tam- no se está refiriendo al simple uso de textos aislados, sino a compren- )

'll~,
1

poco entiendo la concepción de fondo que el autor tiene sobre la exégesis patrís- der la Escritura como un testimonio global de la revelación, inscrito
tica. Es evidente que no se pueden repetir las formas concretas según las cuales los
en la tradición viva de la Iglesia (DV 8). Ella es el alma, el centro y el
Padres hicieron exégesis de la Escritura. Tampoco ellos mismos la harían hoy así. 1'
111'
Pero una cosa es esto y otra pensar que los Padres eran ingenuos en su exégesis. fundamento de la teología y de la vida de la Iglesia.
1

Sus principios fundamentales siguen en pie y más aún la razón última y el impul- Y sin embargo, no lo es todo. Precisamente la historia de la teo-
so radical de su teología: interpretar la Escritura recibida en un contexto cultural
nuevo, fecillldando así la fe y la cultura. Todavía está por ver que los exegetas y teó- logia (en especial el concilio de Ni cea) muestra que en determinados
logos actuales seamos capaces de hacer lo que ellos hicieron. Nadie es propieta- momentos la mera exégesis filológica de los textos (Arrio) no es su-
rio de la Escritura, ni de su estudio, ni de su interpretación. Ni los teólogos ni los ficiente. Más aún, se vuelve infiel a la propia palabra de Dios cuan-
exegetas. Todos estamos embarcados en esa tarea, desde diferentes puntos de vis-
ta y con diversas precomprensiones. Ser consciente de ellas no es «filosofar acer- do pretende alcanzar una mera objetividad que en el fondo resulta re-
ca de la interpretación de la Escritura>> (como irónicamente comenta Fitzmyer de ductiva, puesto que se resiste a integrar todo elemento extraño que no
los teólogos dogmáticos), sino ser críticos con nosotros mismos, pues para com- encaja en su esquema. Semejante puritanismo exegético es el que in-
prometerse en el ejercicio de la interpretación de la Escritura hay que ser críticos,
con nuestros propios métodos criticas. troyecta, a modo de precomprensión, diversas filosofias y teorias aje-
18. Cf. T. SOding, El alma de la teología. Su unidad a partir del Espíritu de la
Sagrada Escritura en la «Dei Verbum» y según Joseph Ratzinger: Communio 8 19. J. Feiner-M. L6rer (eds.), Mysterium salutis. Manual de teología como
(2007). historia de la salvación I-V, Madrid 1971.
122 El ejercicio de la teología El alma: la sagrada Escritura 123

nas al sentido y testimonio global la Escritura, normalmente sin caer da y aliento que permanentemente rejuvenece a cualquier sistema te-
en la cuenta de ello. ológico. Si la teología tiene como base y cimiento a la sagrada Escri-
Hay que ser conscientes de que la Escritura ofrece al teólogo un tura, jamás podrá ser una casa concluida y cerrada sobre sí, en la que
'
testimonio abierto, que puede parecer frágil e incompleto desde el pun- almacenar la inagotable e inabarcable revelación de Dios, pues todo
!
1

to de vista de la elaboración de un sistema conceptual perfectamente fundamento perenne exige estar vivo y en movimiento. No podemos 1:11
!.1'1
olvidar que el fundamento de la teología lo constituyen la palabra de ;¡,
acabado. Sin embargo, este testimonio incoado, en apariencia infantil
e imperfecto, es el fundamento permanente; no en vano, indica a su Dios escrita y la tradición viva. Y si leemos con atención el texto, po- 1:¡¡
manera que el único acceso a la realidad de Dios es su manifestación demos constatar que así como la expresiónfandamento se usa para
!1·
en la economía de la salvación. Esta economía es el camino y el límite hacer referencia a esta palabra escrita transmitida por la tradición, la
para toda teología. Aquí la teología de san Ireneo, fiel a la sobriedad de expresión.fuente de renovación permanente, está puesta en relación 11.'
1.
con la verdad que se encuentra en el misterio de Cristo y que nosotros ¡,;'!:
la Escritura y reacia a las especulaciones y elucubraciones gnósticas, ;h,

es para nosotros un ejemplo permanente. Cuando la teología se aleja de tenemos que investigar a la luz de la fe.
este testimonio histórico y personal, de la simplicidad inherente a la Esta idea del carácter inagotable y rejuvenecedor de la «doctri-
Escritura, construye sistemas muy lógicos desde sí misma que paradó- na divinamente revelada» había sido ya expuesto por Pío XII fren-
jicamente terminan no necesitando a Dios. te a un pensamiento que, alejado del depósito de la revelación, re-
Un ejemplo. En el desarrollo de la teología trinitaria, el Nuevo Tes- sultaba estéril: ,::1

:i;''''
tamento contiene un potencial que invita a la afirmación de los dogmas Con el estudio de las sagradas fuentes, las ciencias sagradas se rejuve-
,,':¡
y a la profundización de la teología, pero ofrece también una critica necen constantemente; sin embargo, sabemos por experiencia que la
permanente a los mismos. Por una parte anima al teólogo a buscar con- especulación que descuida la ulterior investigación del depósito sagra-
do, se hace estéril2 1•
ceptos que vayan más allá de la Escritura, pero por otra le exige no
acomodarse a los conceptos encontrados. Los credos eclesiásticos ela-
Y aunque este texto fue pronunciado en respuesta a una cuestión
boraron excelentes penetraciones del lenguaje relacional, narrativo y
diferente, donde se pretendía evitar que una teología positiva desoye-
litúrgico del Nuevo Testamento. Lo mismo que el mensaje neotesta-
ra el magisterio vivo de la Iglesia (cuestión a la que responde DV 1O),
mentario proclama que Jesús y el Espíritu pertenecen al movimiento y
su novedad radica en algo bien distinto. Así, la teología no debe bus-
acontecer de Dios, los credos lo formulan en categorías de identidad
car relacionarse en primer lugar con la palabra escrita, sino con la ver-
y diferencia. Si los credos protegen el mensaje del Nuevo Testamento
dad contenida en el misterio de Cristo, pues la palabra de Dios escri-
de una errónea interpretación, el Nuevo Testamento impide que el mis- ta no agota la palabra de Dios que es el Hijo. Ciertamente se da una
terio de Dios sea introducido en un sistema cerrado que acabe con la ri- relación recíproca entre ambas, pero no una identificación. La palabra
queza, variedad y policromía en la que se nos revela y manifiesta en la ,,
de Dios o el misterio de Cristo no equivalen a la palabra de Dios es-
Escritura el Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo". crita. Una es la palabra atestiguada y otra es la palabra atestiguante.
La primera es el sacramento o e1 medium expresivo de la segunda:
2) Fuente
La Palabra atestiguada es, en su punto central, Jesucristo, Palabra eter-
El fundamento escriturístico no puede ser comprendido, sin em- na del Padre, el cual tomó, como Palabra, figura de carne, para atesti-
bargo, como algo estático y cerrado, sino como auténtica fuente de vi- guar, representar y ser en la carne la verdad y la vida de Dios [ ... ] La

20. Cf. M. Karrer, Jesucristo en el Nuevo Testamento, Salamanca 2001. 21. DH 3886.
'1,· 1:~'1
124 El ejercicio de la teología El alma: la sagrada Escritura 125 11:1,1:

¡I '! 1.'I

palabra atestiguante es la serie de Escrituras que, desde el Génesis has- teología sin tener un contacto y estudio directo con la fuente. Ella es la ·I":11:1
ta el Apocalipsis, acompaña y capta como en un espejo la revelación de que hace que la teología sea siempre una realidad viva y no algo que se ¡·1,:
1.I¡!,
la Palabra en la carne; por esta función se distingue, en primer lugar, la permanece anclado en el pasado. Es el centro que unifica, porque en I"'
Escritura de la revelación22 • I'!'·
ella se nos hace presente la figura y la plenitud de la revelación. Pero 1l!i
es un centro inaprensible, una verdad desbordante que permanente-
Una diferencia que en último término no se da cuando se tiene un
mente nos mueve y nos lleva a comprender la verdad completa. il'
concepto amplio de Escritura. El cristianismo no es una religión del li- •I

bro si por éste entendemos el texto material de la sagrada Escritura. El efecto de la inspiración no debemos buscarlo ante todo en la in- 'I'
errancia de la Escritura; debemos buscarlo en una cualidad constante, !il
En ella y a través de ella se nos comunica la revelación de Dios. Se 11,

~
en virtud de la cual el Espíritu santo viviente se encuentra siempre co-
trata, en definitiva, de «la Palabra única de Dios, que se atestigua a sí mo auctor primarius detrás de la palabra, dispuesto en todo momento 1 :: ! 1·

misma en la revelación única»23 • a introducir en profundidades mayores de verdad divina a todo aquel "
que intente comprender esta palabra suya en el Espíritu de la Iglesia 'i'l!I
3)Alma (que tiene como Esposo al Espíritu). Y el contenido primario de la Es-
critura sigue siendo siempre Dios [ ... ] Es la palabra que abre el acce-
La tercera imagen presenta a la sagrada Escritura como el alma de so a Dios y que continúa abriéndolo; en ningún lugar se echan cerrojos 'I
1,

toda la teología. Quiero subrayar que el texto no se refiere a la sagra- sino que por doquier se crean aberturas26•
1

da Escritura sin más sino a su estudio, tal como lo entiende la Dei Ver- 1

1'
bum cuando se refiere a la interpretación de la Biblia (DV 12) y a la En realidad, esta reflexión nos está llevando a la cuestión de Dios 1

forma como ha sido ejercitado a lo largo de la mejor tradición teoló- como «objeto» de la teología (capítulos primero y segundo), es decir,
""
gica y eclesial (sacra Pagina). a la concentración teológica de la teología. Comprender la Escritura
La imagen de la Escritura como alma de la teología hay que com- y su estudio como alma, fundamento y fuente del quehacer teológi-
111
prenderla desde la imagen paralela del Espíritu santo como alma de la co, significa recuperar su centro y objeto primario. No se trata, pues,
:i¡¡¡
lglesia24 • En primer lugar, conviene señalar que se trata de una imagen de una legítima petición de los exegetas frente a los dogmáticos, sino de
!.'11.. '
y no de una aplicación o definición directa. La constitución dogmáti- la necesidad de recuperar el verdadero centro y corazón de la teología; 11:
I'·
ca Lumen gentium, recogiendo la doctrina de León XIII, utiliza la ima- recuperar una teología que vuelve a poner en el centro de su reflexión :'

gen del Espíritu como alma de la Iglesia (LG 7") al hablar de la per- a Dios y, desde él, busca integrar el resto de las afirmaciones sobre el
manente renovación que ha de darse en ella. El Espíritu es quien hace mundo, el hombre y la historia. Esta recuperación del centro verdade-
posible esta renovación permanente, pues él vivifica, uniflca y mueve ro de la teología nos invita a una actitud de apertura permanente en la
al cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. búsqueda de aquel que está siempre más allá de nuestras propías for-
La aplicación de esta imagen a la Escritura sugiere sobre todo una mulaciones, incluso más allá del texto material de la Escritura, aunque
función nutricia y vivificadora, pues ella es la fuente inmediata de la para nosotros no pueda darse ya sin él. Con todo, la letra de la Escri-
teología. El Concilio afirma sin ambigüedad que no se puede hacer tura es esencialmente diversa de la letra de nuestras formulaciones
dogmáticas, pues mientras que la primera está inspirada por el Espí-
22. H. U. von Balthasar, «Palabra, Escritura, Tradición», en Ensayos teológi- ritu, la segunda está garantizada en su verdad -a lo sumo- por la asis-
cos l. Verbum Caro, Madrid 1964, 19. tencia del Espíritu, pero sin ser inspirada. Como podremos ver más
23. lb;d., 20.
24. Divinum illud (1897); DH 3229: el Espíritu alimenta y acrecienta a la
Iglesia. 26. H. U. von Balthasar, «Palabra, Escritura, Tradición», en Ensayos teológi-
25. LG 7 está dedicado a la comprensión de la Iglesia como cuerpo de Cristo. cos l. Verbum Caro, 32 y 37.
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126 El ejercicio de la teología El alma: la sagrada Escritura 127 1

adelante, el espíritu del texto no se encuentra ni inmediata ni separa- Iglesia para la salvación en el mundo de hoy. Por su parte, el estudio de ,,i 11
!,'
damente de la letra, sino en él. Por este motivo, siempre resulta nece- la Biblia en la academia (exégesis) persigue interpretar correctamente
saria su interpretación. el texto desde la aplicación de los métodos histórico-críticos, la deter-
11·1
minación de su contexto, la composición literaria, la estructura lin- ,.f
güística y, finalmente, la historia de la recepción. Si por medio de la li- ,'
3. La interpretación de la Escritura I
turgia, la Iglesia en oración es la que trae la palabra de Dios al presente
a) Exégesis cientifica y teológica de la forma más perfecta (actualiza), la exégesis debe preparar y ayu-
li:1
dar para esta actualización29 , pues sólo cuando los exegetas explican el ·1!]1
Los principios de interpretación de la Escritura deben surgir de la significado del texto bíblico como palabra de Dios para hoy, alcanzan 'li!
naturaleza de la Biblia y del lugar que ocupa en la vida de la Iglesia y el auténtico fm de su trabajo'°. La exégesis bíblica tiene que usar todos I'!
en la teología. Como dice el exegeta Klaus Berger: «El uso que se ha- i:"
los medios a su alcance para investigar el sentido del texto, pero sola-
ce de un escrito es ya una determinada interpretación». Si el origen de lj
mente llegan al sentido de su acción y misión cuando, preguntándose ¡,
los diferentes libros de la Biblia está en relación con la función que por la verdad de lo leido, pasan a su sentido religioso y teológico. Co-
desempeñaron en la liturgia (hímnica, parenética, narrativa, doxológi- mo dijo Martin Lutero mediante sus provocadores aforismos: «Qui
,¡l:1
ca) para nutrir la vida de los creyentes, esto ya supone una determina- non intelligit res, non potest ex verbis sensum elicere» 31 . Se trata de 1,:
da interpretación27 . No es lo mismo proclamar la Biblia en la asam- una exégesis que algunos han calificado de «integral» 32 •
blea eucarística, escuchando en primer lugar el Antiguo Testamento, a En la historia reciente, la lectura e interpretación de la Escritura en
continuación el Nuevo y por último el Evangelio como culminación, la Iglesia ha corrido dos peligros: 1. El de una interpretación que sub- 1

que leer y analizar en el silencio del escritorio con los métodos cien- li1··
raya tanto el aspecto humano de la Biblia, que no tiene en cuenta que
1
tíficos disponibles un pequeño fragmento de una parte de la Biblia. ella es palabra de Dios inspirada por el Espíritu santo (Providentissimus ;, 1
Pues aunque ambas formas de interpretación estuvieron unida~ du- Deus, 1893). 2. El de una interpretación que subraya tanto el carácter
rante mucho tiempo en la historia de la teología, desde el siglo XIX se divino y sagrado de Ja Escritura, que no tiene en cuenta que ella es pa- 11
ha ido produciendo de forma progresiva una profunda separación. Es- labra de Dios en lenguaje humano (Divino a.fflante Spiritu, 1943) 33 . : ~;I
te desarrollo ha conducido a una separación entre la exégesis cientí- En el exceso de la primera tendencia se ha situado una exégesis
fica y la vida real de la Iglesia". desvinculada de la fe y de la Iglesia, cuyo objetivo se ha centrado en 1 ¡
El uso de la Biblia en la liturgia supone un reconocimiento de que desarrollar una «exégesis crítica>> y realmente científica. Esta exégesis ''1·:
esa palabra es en verdad palabra de Dios, que él mismo dirige a una '~ ·l'I
¡¡¡
logra reconstruir los textos en su versión más auténtica según la criti-
1

comunidad y a un pueblo en un momento histórico concreto y deter- ca textual; a continuación, los examina, buscando descubrir en ellos di-
minado, para ofrecerle la salvación e invitarle a habitar en su compa- versas fuentes y estratos hasta su redacción definitiva y tratando de in-
ñía. La Biblia es interpretada y actualizada como palabra de Dios en la
29. A. Vanhoye, La exégesis católica hoy: Communio 19 (1997) 440-451.
27. O. González de Cardeda1, La entraña del cristianismo, Salamanca 1997, 30. Pontificia comisión bíblica, La interpretación de la Biblia en la Iglesia,
744: «Sólo transmitiendo y viviendo las realidades cristianas pueden la Iglesia, los Madrid 1994,
exegetas y los teólogos tener una palabra verdadera sobre los libros cristianos_ 31. M. Lutero, Charlas de sobremesa, núm. 5246. Cf. O. González de Carde-
Quien es tuerto para la liturgia es ciego para la Biblia». dal, La entraña del cn·stianismo, 744.
28. F. Dreyfus, Exégese en Sorbonne, exégf!se en Eglise: Revue Biblique 83 32. M. Gilbert, Exégesis integral, en R. Latourelle (ed.), Diccionario de teo-
(1976) 161-202; ld., L'actualisation de L'Ecriture l. Du texte á la vie: Revue Bi- logíafandamental, Madrid 1991, 459-468. 111,,11

blique 86 (1979) 5-58; Id., L'actualisation de L'Ecriture JI. L'action de l'Esprit: 33. «Discurso de Juan Pablo 11 sobre la interpretacióin de la Biblia en la Igle-
Rcvuc Biblique 86 (1979) 161-193. sia)), en La interpretación de la Biblia en La Iglesia, 3-11. ¡'¡I'.,¡
1111
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128 El ejercicio de la teología El alma: la sagrada Escritura 129

,,
terpretarlos mejor en su forma y su sentido final; además, determina el la interpretación de la Escritura en la Iglesia. A su vez, ha tratado de I
'.

!
contexto histórico y cultural en el que ha surgido cada uno de ellos me- integrar las dos perspectivas fundamentales que hemos visto anterior-
diante la arqueología, la literatura comparada, etc., y desentraña su mente y ha establecido varios criterios esenciales en su interpretación
contexto histórico y cultural. Es de justicia reconocer que en este cam- que pasamos a enumerar seguidamente39 • Dichos criterios deben ser
po la exégesis se ha desarrollado de forma admirable. Pero llegada a entendidos en el conjunto de la doctrina esbozada en la Dei Verbum, es
este punto, todavía no ha sido suficientemente radical. Aún no estamos decir, desde la comprensión de la revelación como relación personal y
en el campo propiamente dicho de la exégesis y la teología, cuyo fin participación en la comunión trinitaria (DV 1); desde la relación que
primero no consiste en reconstruir la historia de Israel, la del Jesús se establece entre Escritura y palabra de Dios, que como ya hemos vis-
histórico o la de las comunidades primitivas, sino en profundizar el to no son sin más identificables; desde la relación fecunda que existe
sentido de la Escritura como palabra de Dios inspirada por el Espíri- entre Escritura y Tradición, pues teniendo un mismo origen tiende a un
tu santo. La exégesis ha de ser crítica y teológica a la vez34 . «El estudio mismo fin; por último, desde la relación entre Escritura e Iglesia, y en-
científico de la Biblia no puede aislarse de la investigación teológica, tre el estudio de la Escritura y la teología'°.
ni de la experiencia espiritual y el discernimiento de la Iglesia»35 • Punto de partida: Su naturaleza. El punto de partida de la inter- il
'I
En el otro extremo está lo que se ha denominado una lectura funda- pretación de la Biblia es su naturaleza humano-divina. Toda ella es pa- 1

mentalista de la Biblia. Esta lectura «parte del principio de que, siendo labra humana y toda ella es palabra de Dios. Desde este principio fun-
la Biblia palabra de Dios inspirada y exenta de error, debe ser leída e in- damental que tiene que ver con la naturaleza de la Escritura, nacen sus
terpretada literalmente en todos sus detalles»". Semejante lectura, que principios hermenéuticos fundamentales. La hermenéutica de la Es-
no puede calificarse de exégesis, excluye todo esfuerzo de comprensión critura ha de contar con estas dos cualidades esenciales e inseparables
de la Biblia que tenga en cuenta su crecimiento histórico y su desarro- de su naturaleza: <<Dios habla en la sagrada Escritura por medio de
llo, oponiéndose al método histórico critico y al resto de métodos cien- hombres y en lenguaje humano». Al ser la Escritura Dios en lenguaje
tíficos. Esta lectura no admite que la Biblia sea palabra de Dios puesta humano, ha de ser interpretada, pues sólo llegaremos a conocer lo que
por escrito a través de autores humanos inspirados por el Espíritu, bajo Dios quiso comunicarnos si tenemos en cuenta el lenguaje humano
una inspiración que tiene en cuenta la historia y la mediación humana. con el que nos habla. El exegeta católico ha de acercarse a la Biblia con
Y puesto que, en el fondo, esta tendencia no asume el carácter históri- la convicción de que es sagrada Escrirura, libro plenamente humano y
co de la revelación de Dios y la verdad de la encarnación37 , el «método plenamente de Dios. Esto forma parte de su pre-comprensión.
histórico-crítico» viene exigido como «el método indispensable para el Primer criterio: La intención del autor. Para conocer lo que Dios ha
estudio científico del sentido de los textos antiguos»38 • querido comunicarnos, la constitución dogmática sobre la revelación
propone un primer principio hermenéutico: investigar la intención del
b) Dei Verbum, 12 autor (DV 12). El teólogo español José Manuel Sánchez-Caro, en su
manual de introducción a la palabra de Dios, nos previene contra una
En la constitución dogmática sobre la divina revelación, el conci- aceptación excesivamente ingenua de este principio si no se toma una
lio Vaticano 11 ha sentado las bases para el desarrollo de la exégesis y
39. El número más importante es Dei Verbum, 12, aunque no puede ser leído ¡,,
34. Cf. G. Uríbarri, Exégesis científica y teología dogmática. Materiales pa- de forma aislada, sino en el conjunto de toda la constitución. Cf. l. de la Potterie,
ra un diálogo: Estudios bíblicos (2006). «11 Concilio Vaticano II e la Bibia» en L'esegesi cristiana oggi, Casale Monferra- ¡11

35. Pontificia comisión bíblica, La interpretación de la Biblia en la Iglesia, 106. to 1991, 19-42.
36. !bid., 67. 40. A. Vanhoyc, La recepción en la Iglesia de la constitución dogmática «Dei :11

37. Cf. ibid., 67-70. Verbum», en L. Sánchez Navarro-e. Granados (eds.), Escritura e interpretación,
38. !bid., 33. 147-173.
130 El ejercicio de Ja teoloJ:,,rfa El alma: Ja sagrada Escritura 131

,,¡I'
primera distancia entre el autor y su obra, y otra mayor entre el lector y pia Iglesia: 1. el contenido y la unidad de la Escritura, máxima funda-

l~1
el autor. Esto se complica cuando la exégesis histórico crítica afirma mental de la exégesis patrística que ha sido retomada y actualizada en 1
que no se trata de un único autor, sino de varios autores que además el acercamiento canónico; 2. la lectura de la Biblia dentro de Tradición
responden a épocas diversas. Por último, la complejidad aumenta cuan· viva de toda la Iglesi~. lugar donde acontece la epíclesis de la historia ¡1~:r
do se recomienda estudiar «lo que Dios quería dar a conocer con las de la salvación y la memoria viva de la Iglesia donde el texto se con- ·I'
palabras de ellos» (DV 12). Todo ello parece querernos decir que el vierte en fuente, fundamento y alma; 3. y, finalmente, la analogía de la 11

sentido de los autores humanos y el intentado por Dios deben deducir- fe, es decir, una lectura de la Escritura en armonía con la fe de la Igle- 11

se fundamentalmente del texto y no sólo de la intención del autor. sia y el misterio total de la revelación de Dios, donde el magisterio
Segundo criterio: Palabra de Dios «en palabra humana». Si la Es- eclesial tiene la palabra última y definitiva en su interpretación. 1!

critura es palabra de Dios en palabra humana no es de extrañar que el


Concilio subraye la importancia de los géneros literarios para conocer
c) La interpretación de la Biblia en la Iglesia
la intención del autor expresada en el texto y descubrir su sentido. Los
géneros literarios son aquellas formas de expresarse oralmente o por En 1993 la Pontificia comisión bíblica publicaba un importante
escrito que caracterizan una literatura o un autor. A ellos, y debido al documento al que ya hemos hecho referencia: La interpretación de la
carácter histórico de la Escritura41 , deben unirse otros métodos que, sin Biblia en la Iglesia. El documento quiere realizar una síntesis entre las
necesidad de asumir una determinada filosofia, traten de fijar el texto posturas racionalistas, que reducen la Biblia a mera palabra humana
en su contexto y en su historia. Para llevar a cabo semejante tarea, se expresada en el tiempo y vinculada a un lugar concreto, y las lecturas 1111

utiliza el análisis textual y literario, filológico, lingüístico e histórico- fundarnenta!istas, que rechazan cualquier tipo de estudio exegético de
critico. Junto a estos métodos de interpretación que provienen de las la Biblia y proponen una interpretación literal del texto en sentido re-
ciencias humanas, habria que añadir aquellos que están siendo emplea- ligioso y espiritual, sin contar con la mediación humana. '.11'1

dos acrnalmente con mayor intensidad, como la semiótica o análisis es- La Iglesia, por su parte, no tiene un método propio. Asume como 1 ~ :

11.·¡1
tructural, el análisis sociológico, la interpretación psicoanalista:, etc., necesario el método histórico crítico por su fidelidad a la historia de 1
11
1! 1
11:!1
aunque liberados, como los anteriores, de aquellos principios filosófi- la revelación, pero sin olvidarse de sus límites. En este sentido, siem- ,J
11!:
cos que entran claramente en contradicción con la Escriru.ra. pre ha sido necesario usar otro tipo de métodos y acercamientos. Unos
¡1,,
Tercer criterio: Lectura en el Espíritu. Los criterios hermenéuticos de carácter literario, basados en el análisis retórico, narrativo o se- '111
I''
nacen también del carácter divino de la Escritura, sin olvidar que ésta miótico; otros, fundados en la tradición, como el canónico, el herede- 11
1!1
siempre se realiza en mediación humana. «La Escritura ha de ser in- ro de la exégesis judía y el de la historia de la influencia o de los efec- 1

terpretada en el mismo Espíritu en el que fue escrita» (DV 12d). Neó- tos (Wirckungsgeschichte); otros, en fin, inspirados en las ciencias ,1'111

fitos Edelby, arzobispo melquita titular de Edesa, acuñó la famosa ex- humanas (sociológico, antropológico cultural, psicológico) y en el
presión «lectura en el Espíriffi», para expresar que la Escritura sólo contexto (liberacionista y feminista). De esta forma se da razón de la
puede ser leída e interpretada adecuadamente en el mismo Espíritu que perspectiva diacrónica y sincrónica de los textos bíblicos.
sigue actuando en la Iglesia de todos los tiempos. El texto del Conci- Al ser la exégesis interpretación, su desarrollo «se debe repensar
lio explicita dicha lectura en el Espíritu no como una mera lectura sub- teniendo en cuenta la hermenéutica filosófica contemporánea, que ha
jetiva, sino desde la integración de tres realidades fundamentales de la puesto de relieve la implicación de la subjetividad en el conocimien-
Iglesia, las cuales son decisivas para comprender la Escritura y la pro- to, en particular en el conocimiento histórico»42 . De hecho, «toda exé-

41. DV 19 se refiere, en concreto, a la historicidad de los evangelios, que la 42. Pontificia comisión bíblica, La interpretación de la Biblia en la Iglesia,
Iglesia <~afirma sin dudar». 71. El documento cita a Schleiermacher, Dilthey, Heidegger. Bultmann (precom-
132 EJ ejercicio de la teología El alma: la sagrada Escritura 133

gesis de los textos debe ser completada por una hermenéutica en el Esta nueva perspectiva nos hace volver, de alguna forma, a la doc-
sentido reciente del término». Se trata de franquear la distancia entre trina de los sentidos de la Escritura, segúo la cual los clásicos distin-
el tiempo de los autores, de los primeros destinatarios de los textos bí- guían diferentes niveles: literal, moral, alegórico y anagógico 45 • Llama
blicos y nuestra época contemporánea, para actualizarlos hoy correc- Ja atención cómo esta doctrina clásica que prácticamente había sido
tamente y que así puedan nutrir la vida de los creyentes. desechada de la exégesis actual, ha sido utilizada, en menor o mayor
Frente al positivismo histórico, la hermenéutica es una sana reac- medida, por algunos filósofos para entender mejor la complejidad del
ción que nos ha permitido salir con más facilidad de un espejismo que .:onocimiento humano y para acercarse a la complejidad y riqueza de
me atrevería a llamar pseudo-científico, al pensar que para que la in- toda experiencia religiosa 46 . Independientemente de que la doctrina
terpretación de la Escritura sea realmente una ciencia, necesita po- de los sentidos espirituales de la Escritura pueda ser rehabilitada en la
ner entre paréntesis la fe. Como ha mostrado Albert Vanhoye en un exégesis biblica (ya hemos dicho que tal como se usó en la época de
artículo de respuesta a otro de Jean Marie Sevrin, la fe no sólo no es los Padres y en la Edad Media hoy resulta imposible), es innegable
impedimento para una exégesis científica, sino su misma condición que muestra la riqueza y anchura tanto del conocimiento humano co-
de posibilidad, ya que todo científico parte de una comprensión previa mo de la experiencia de Dios. Si esto es así para el «objeto» y para el
necesaria para cualquier tipo de interpretación43 • ¿Y qué mejor pre- sujeto de conocimiento y experiencia, ¿no aparecerá reflejado tam-
comprensión puede tener el lector e intérprete de la Escritura que el bién en un texto que es el resultado de la confluencia de ambos?
ámbito espiritual en el que fue escrita y el sentido último para el que Frente a una exageración en la utilización de los sentidos de la Es-
fue escrita? Ámbito espiritual y sentido último que los cristianos lla- critura, la exégesis histórica optó por la unidad de sentido, según Ja
marnos fe y que permite una continuidad y connaturalidad únicas en- cual el texto no podria tener diferentes significados. Pero lo que co-
tre el sujeto que hoy accede al texto y el contexto real en el que ese menzó siendo una opción necesaria, justa y razonable, terminó provo-
texto surgió. Porque mientras que la historia nos aleja, la fe nos acer- cando una cierta dictadura del sentido histórico-literal, entendido des-
ca. No en vano, ambos momentos, tanto la distancia como la cercanía, de un método determinado. La Escritura se alejó de la vida real del
la entrañeza como la extrañeza con el texto, son necesarios para una creyente, para pasar a manos de los especialistas, como únicos capa-
correcta interpretación. ces de determinar su sentido. La hermenéutica moderna afirma, sin
Con todo, para que sea exégesis científica no basta la fe, es necesa- embargo, la posibilidad de la polisemia de sentidos.
ria la investigación crítica del contexto histórico, de su forma literaria El documento de la Pontificia comisión bíblica afronta esta cues-
y de su sentido teológico. Pero decir que no es suficiente no es sinóni- tión desde una perspectiva muy equilibrada. Asume, con la nueva co-
mo de su exclusión premeditada en aras de una «objetiva cientifici- rriente de la filosofia hermenéutica y en continuidad con la exégesis
dad>>. Si la exégesis no se realiza dentro del ámbito y el marco de la fe, antigua, la posibilidad de diferentes sentidos en la Escritura, aunque
no podrá ser útil a la teología". los reduce al sentido literal, espiritual y pleno. Por otra parte, recoge
la preocupación y critica que ha hecho la exégesis a un abuso de esta
prensión), Gadamer (círculo hermenéutico: texto, autor, lector; fusión de horizon- aplicación de los sentidos; mas al no refrendar expresa y directamen-
tes, afinidad fundamental entre objeto y sujeto; eficacia histórica del texto) y Ri- te la doctrina clásica, señala como punto de partida ineludible la de-
coeur (distancia para la apropiación y actualización en la lectura y vivencia). Ya
Gregorio el Grande, en el siglo VI, se maravillaba de que los textos leídos «cre- 45. Estos cuatro sentidos son formulados con toda claridad por Agustín de Di-
cían» con el espíritu del lector. namarca en el siglo XIII: «Littera gesta docet, quid credas allegoria, moralis quid
43. A. Vanhoye, Esegesi bíblica e teologia: la quiestione dei metodi: Semina- agas, quid speres anagogia».
rium 31 (1991) 267-278; J. M. Sevrin, L'exégese critique comme discipline théo- 46. Cf. R. Schaeffler, Philosophische Einübung in die Theo/ogie. Zweiter
/ogique: Revue théologique de Louvain 21 ( 1990) 146-162. Band: Philosophische Einübung in die Gotteslehre, München 2004, 75-140. Cf.
44. B. Childs, lnterpretation in Faith: Interpretation 18 (1964) 432-449. nota 26 del capitulo 1.
134 EL ejercicio de la teología El alma: la sagrada Escritura 135

terminación del sentido literal. Éste es absolutamente necesario para Pero la carne y los hechos no hablan por sí solos; al contrario, es-
precisar el sentido de los textos en fidelidad a los autores. El texto, ex- peran y aguardan a los diferentes sentidos de su interpretación. No
presado directamente por los autores inspirados, es también querido existe una inmediatez pura con la realidad, pues ésta siempre se nos da
por Dios, su autor principal. En todo caso, no se puede interpretar un en la conjugación entre su presencia y la interpretación (P. Ricoeur).
texto sólo desde un punto de vista subjetivo47 • Para la teología esa ineludible mediación es la fe, que actúa como pre-
Al sentido literal sigue el sentido espiritual. En él, la singular del comprensión necesaria para que la Escritura se convierta realmente en
contexto histórico que se da en un momento determinado hace radi- alma, fuente y fundamento de la teología y de la vida de la Iglesia.
calmente nueva la interpretación de un texto desde la luz que arroja el El exegeta Albert Vanhoye, secretario durante muchos años de la
misterio pascual de Cristo. «Sentido expresado por lo textos bíblicos, Pontificia comisión bíblica, ha percibido con toda claridad dónde está
cuando se los lee bajo la influencia del Espíritu santo en el contexto el secreto para que el estudio de la Escritura pueda volver a ser, de
del misterio pascual de Cristo y la nueva vida que proviene de él». La verdad, «el alma de la teología». Su secreto es muy sencillo: Perma-
aplicación de este sentido a la Escritura parte de la convicción de su necer atentos a la profundidad espiritual de los textos históricos. Sir-
unidad y de que toda ella habla de Cristo, una de las máximas funda- va este texto suyo como punto final de este capítulo.
mentales de la Tradición que podemos rastrear en el mismo Nuevo La revelación no es simplemente comunicación de un conjunto de ver-
Testamento. dades: es ante todo un entrar en relación con personas; introduce en
A los dos sentidos anteriores sigue el sentido pleno. Se trata del una vida de comunión con Dios, el Padre, el Hijo y el Espírihl. Para po-
«sentido profundo del texto, querido por Dios, pero no claramente ex- der ser «como el alma de la teología», el estudio exegético debe estar
atento a esta profundidad espiritual de los textos históricos, lo cual su-
presado por el autor humano». Este sentido se descubre cuando se es-
pone, por parte del exegeta, docilidad al Espírihl santo48 .
tudia a la luz de otros textos bíblicos que lo utilizan (cf. Mt I, 23; Is 7,
14) o en su relación con el desarrollo interno de la revelación (cf.
Rom 5, 12-21; Trento habla desde ahí sobre el pecado original). El do-
cumento advierte, no obstante, que no es aconsejable abusar de esta 11

forma de interpretación; sobre todo cuando no se dan ninguna de las ,,


'1.1

1
dos posibilidades descritas anteriormente: desde otros textos bíblicos
o desde el desarrollo interno de la revelación. 1:111

111

Conclusión

La fidelidad a la Escritura es el reflejo de la fidelidad que la teo-


logía ha de mostrar a la historia de los hombres y a la encarnación de
Dios. La palabra de Dios se ha hecho carne, y en esa carne es para
nosotros palabra y salvación.

47. En este punto conviene realizar una precisión. El sentido literal de un tex-
to suele ser único, aunque no siempre, como sucede por ejemplo en Jn 11, 50, don-
de el sentido literal está compuesto por un pérfido cálculo político y una admira-
ble fonna de revelación divina. Con todo, el sentido literal es indispensable para 48. A. Vanhoye, La recepción en la iglesia de la constitución dogmática «Dei
determinar el sentido de un texto y para buscar su correcta interpretación. Verbum», 173.
6
LA MEMORIA DE LA TEOLOGÍA:
LA TRADICIÓN

Yo he recibido del Señor, lo que a su vez os he trasmi-


tido: Que el Señor Jesús en ta noche en que fue entre-
gado ... Haced esto en memoria mía (1Cor11, 23-24).

Introducción

Si la Escritura es el alma de la teología y de la vida de la Iglesia, la


Tradición es su memoria. Si la Escritura es la fuente, la Tradición es el
cauce. Sin esta memoria y este cauce la Escrintra deja de ser alma y
fuente de la teología y de la vida de la Iglesia. Por el camino de la Tra-
1~1 1
dición se accede de una forma viva, actual y significativa a la revela-
ción testimoniada en la Escritura. Unidas entre sí, la Escritura y la 11

Tradición se convierten en la mediación necesaria que nos entrega y


1

actualiza la revelación de Dios.


El texto bíblico que encabeza este capítulo sintetiza con brillantez
la esencia de la Tradición. Ella es memoria de la Iglesia y, en conse-
cuencia, de la teología. Por otra parte, se describe el acto fundamen-
tal de la Tradición, el cual consiste en recibir y transmitir; pero tam-
bién su contenido básico, la entrega de Cristo por nosotros y para la
vida del mundo. Esta donación en favor de los hombres constituye el
principio fundamental de la Tradición que la Iglesia guarda en su me-
moria y actualiza en su vida.

l. La Tradición en diálogo

a) Escritura y Tradición: en diálogo con la Reforma


La historia de la interpretación teológica de la relación entre Es-
critura y Tradición es larga y compleja, especialmente después de la
138 El ejercicio de la teología La memoria: la Tradición 139

Reforma protestante y el concilio de Trento 1• No podemos entender la Tradición eclesial»4 . No en vano, «tradere expresa el modo según el
la Escritura y la Tradición como dos fuentes diferentes de la revela- cual la manifestación de Dios, de su misterio, de su plan de salvación,
ción, sino como una única realidad que hace posible que el aconteci- llega a cada hombre para convertirse, una vez recibidos [dichos acon-
miento de la revelación de Dios acaecido en Jesucristo sea acogido y tecimientos centrales] por la fe, en principio de salvación» 5• Así pues, !,,,
recibido en Ja fe mediante Ja recepción del Espíritu santo en el cora- «la Tradición apostólica es siempre histórica y pneumática o carismá-
zón de cada creyente. Pues tan sólo de esta forma semejante aconte- tica. Histórica por su origen y por Ja materialidad del contenido; pneu-
cimiento puede realmente pasar de ser un hecho objetivo a fuente de mática o carismática en cuanto al poder que obra en ella»6• Desde aquí ]lí
salvación2 • se percibe ya cuál va a ser la estructura fundamental de la Tradición
La comprensión de la revelación esbozada en el concilio Vaticano cristiana; más aún, la forma fundamental de] cristianismo en sí: ser don
II y en la teología contemporánea nos ha ayudado a tener, por un lado, de Dios (Padre) como acontecimiento histórico (Cristo) y presencia es-
una visión menos literalista y fundarnentalista de la sagrada Escritura piritual (Espíritu santo). Ese acontecimiento «tiene que moverse por
(peligro que se halla de forma más acentuada en Ja Tradición protes- dentro de ese espacio-temporalidad de la existencia histórica de la hu-
tante), y a desarrollar, por otro, un concepto más vivo y dinámico de manidad y 11egar así hasta nosotros» 7• La «tradición es memoria lesu
la Tradición (y no tan fosilizado como el que ha predominado en Ja Christi que acontece en el Espiritu santo; es la palabra de Dios que vi- r
1

Tradición católica)'. Esto ha permitido comprender ambas realidades ve en Jos corazones de Jos creyentes por medio del Espíritu santo» 8• La
desde su unidad esencial, pues las dos provienen de la misma fuente, Tradición es Ja mediación en el espacio y en el tiempo para la inme- !111

es decir, la revelación de Dios, y tienden al mismo fin, es decir, la sal- diatez con el acontecimiento revelador.
vación del hombre (DV 9).
c) Tradición o ruptura: en diálogo con la Modernidad
b) Cristo y el Espíritu: en diálogo con la Ortodoxia
En su fase última, Ja Edad Moderna se comprende a sí misma co-
Cuando en teología hablarnos de Ja Tradición estamos afrontando mo ruptura con la Tradición anterior, ya que su objetivo consiste en la
Ja delicada cuestión de la relación entre historia objetiva y presencia búsqueda y conquista de la libertad y la autonomía del sujeto. Todavía
subjetiva, entre pasado y presente, entre mediación objetiva e inme- hoy impresionan las palabras magistrales con ]as que uno de sus re-
diatez personal, entre identidad y significación, entre fidelidad y crea- presentantes más cualificados, el filósofo de Konisberg Immanuel
1¡1
tividad, en definitiva, entre cristología y pneumatología. Kant, describió la esencia de este periodo: ~~ ¡
Para el maestro dominico Yves Congar, el principio de la Tradición 11·
La Ilustración es la emancipación del hombre de su condición de mi- 'I
ha sido fundamental para el desarrollo del pensamiento teológico. De :,
noría de edad, de la que él mismo es responsable. La minoria de edad
hecho, la teología ha logrado comprender que «los acontecimientos es la incapacidad de servirse de la propia razón sin la guía de otro. El
centrales de Ja historia de la revelación y de la salvación testimoniados hombre mismo es responsable de tal condición, pues ésta no es el re-
en Ja Escritura, Jos cuales forman el fundamento histórico y objetivo
del cristianismo, se transmiten al presente vivo en el acontecimiento de 4. Y. Cangar, La Tradición y las tradiciones. Ensayo histórico l, San Sebas-
li
tián l 964, 74.
1. Cf. J. Ratzinger, Ensayo sobre el concepto de tradición, en K. Rahner-J. 5. !bid., 54.
Ratzinger, Revelación y tradición, Barcelona 1970, 27-76. 6. !bid., 40.
2. Sobre la relación de la teologia católica con la teología protestante y orto- 7. K. Rahner, «Sagrada Escritura y Tradición», en Escritos de teología VI,
doxa en la cuestión de la Tradición 1.-G. Roeglin, La question de la Tradition dans Madrid 1969, 120.
la théologie catholique contemporaine, Paris 1998. 8. W Kasper, «La Tradición como principio del conocimiento teológico», en
3. Cf. J. M. Rovira Belloso, Introducción a la teología, Madrid 1996, 248. Teología e Iglesia, Barcelona 1989, 122-123.
140 El ejercicio de la teología La memoria: la Tradición 141
'11
1'
; 1
sultado de la falta de inteligencia, sino de la falta de coraje y decisión d) La Tradición. mediación para la inmediatez: en diálogo con la
para servirse sin la guía de otro. Sapere aude! Ten el coraje de servirte pos/modernidad "
de tu propia razón: he aquí la palabra clave de la Ilustración9 •
La relación que existe entre mediación e inmediatez genera un pro-
El teólogo inglés Colin E. Gunton, ayudado del análisis de la Mo- blema irresoluble en la experiencia religiosa y en la experiencia de
M'.
dernidad que hace el filósofo comunitarista Charles Taylor 10, ha seña- Dios. Por un lado, se constata la relación entre las mediaciones históri- ¡R:
lado como característica de dicha época el proceso continuo de «des- cas e institucionales, que facilitan y traducen la experiencia de Dios en
conexión>> («Modernity as disengagement») iniciado con Descartes. una historia e institución determinada (culto, credo y código); pero, por
Y en concreto, desconexión de las realidades que constituyen al ser otro, se percibe la necesidad de que esas mediaciones conduzcan a la
humano: el mundo, los otros y Dios. Una desconexión, por lo tanto, inmediatez de la experiencia de Dios, la cual afecta a lo más íntimo de
cosmológica, antropológica y teológica. Con ella se produce un des- nuestro ser y nuestra vida (conciencia, comunicación y comunión).
plazamiento hacia la inmanencia, situándose el hombre como centro Esta problemática, en el fondo, recnpera la relación entre Cristo y
autónomo y absoluto, que instaura con su entorno una relación nueva el Espíritu, planteada unas líneas atrás. Con todo, lo que denomina-
que podríamos definir como instrumental. Ahora se trata al mundo y mos en teología «doctrina del Espíritu santo» cobra hoy plena actuali-
a los otros como algo externo y ajeno a mi, como un objeto del cual dad. Así, al igual que hemos descubierto que no puede haber verdade-
puedo disponer y usar en beneficio de mi autonomía y libertad. ra teología sin pneumatología, es decir, un verdadero discurso sobre
Según la presentación de este autor, la Modernidad se equivocó al Dios sin tener en cuenta la experiencia que Él suscita en el interior de
concebir lo otro (alteridad) como realidad necesariamente heterónoma la conciencia de cada hombre (inmanencia), tampoco es posible abor- :¡

de la que conviene desvincularse para ser libre. Y ya que el pathos de dar la pneumatología sin teología, es decir, pensar la experiencia de lo ¡..

la modernidad se caracteriza por ser el intento de liberarse de una he- divino sin remontarnos a la idea de un Dios personal y trascendente
teronomía cósmica y teológica, e1 resultado no ha sido otro que una (trascendencia) 13 mediado por una exterioridad histórica (alteridad).
nueva forma de heteronomía más enajenadora que las anteriores. El in- No hay, pues, acceso a Dios si no es por Cristo y en el Espiritu.
dividualismo resultante ha traído formas nuevas y más sofisticadas de Insistamos en esta misma constelación de ideas. No hay inmanen-
dominación (V. Havel), entre las que destaca la homogeneización pro- cia sin historia ni trascendencia. Es decir, no hay verdad interior del
piciada por los avances tecnológicos y los medios de comunicación. Espíritu en el sujeto que no esté remitida a una historia concreta y ob-
Llegados a este punto, la solución propuesta para salir del laberin- jetiva de Jesús de Nazaret, el cual, a su vez, nos abre y nos remite a la
to en el que se haya arrojado el hombre actual (J. L. Pinillos) consiste última trascendencia de Dios Padre. No hay trascendencia, sin histo-
l'f¡,i
11
en volver a conectarlo con sus realidades constituyentes y constituti- n·a ni inmanencia. A saber, no hay misterio incomprensible de Dios y
:,11·
vas11: el cosmos, el prójimo y Dios, donde la Tradición (entendida co- verdad trascendente que siempre nos desborda y supera, sin su rela-
mo memoria e identidad colectiva a la vez que potencia creadora) tie- ción a la revelación y verdad concreta de Jesús de la que nos apropia-
ne una función capital1 2 • mos personalmente desde la acción inmanente del Espíritu. No hay
historia, sin inmanencia ni trascendencia. O sea, la verdad de la his-
9. l. Kant, Beantwortung der Frage: Was istAujkltirung? (1783), en Werke toria de Jesús no puede percibirse y acogerse en su pura facticidad, sin
IX, Dannstadt 1975, 53. la presencia inmanente del Espíritu en el hombre y en la medida en
10. C. Taylor, Fuentes del yo. La construcción de la identidad moderna, Bar-
celona 1996. que esa historia nos abre al misterio trascendente del Padre.
11. Cf. C. E. Gunton, Unidad, trinidad y pluralidad. Dios, creación y cultura
de la modernidad, Salamanca 2005, 26-54. 13. Cf_ T. Ruster, Der verwechselbare Gott. Theologie nach der Eniflechtung
12. Cf. D. Hervieu-Leger, La religión, hilo de memoria, Barcelona 2005, 140-145. von Christentum und Religion, Freiburg 72004, 22.
142 El ejercicio de la teología La memoria: la Tradición 143

2. Imágenes para hablar de la Tradición b) Tradición como organismo

Son numerosas las imágenes que se han venido utilizando para La metáfora del organismo vivo procede indistintamente del mun-
comprender el fenómeno humano y la realidad teológica de la Tradi- do vegetal o animal. Se trata de una imagen muy querida en el ro-
ción. Entre ellas queremos destacar la imagen de camino, organismo manticismo (siglo XIX), que ha sido utilizada como reacción a una
vital y memoria. Ilustración que se comprendió a sí misma en ruptura con el pasado y
1'¡: 1
La cuestión de la Tradición, comprendida desde su doble perspec- la Tradición.
tiva de realidad humana y principio teológico, nos sitúa ante un pro- La fuerza de esta imagen nace de estar orientada hacia el futuro en l1

11
blema fundamental: cómo establecer una adecuada relación entre el su relación con el presente. No en vano, la Tradición se comprende
pasado y el presente (imagen del camino), entre el origen y su desa- como un proceso vital de crecimiento de una realidad dada y recibida, 1,
rrollo posterior en una continuidad discontinua (imagen del organis- hasta que llega a su pleno desarrollo. I';
mo vital), entre un deseo legítimo de inmediatez con la realidad y la La Tradición es percibida y definida como una totalidad orgánica y 1

mediación necesaria que nos permite y nos da acceso a esta inmedia- viviente, que exige, a la vez, una continuidad histórica y una creativi- ¡11
tez (imagen de la memoria). dad innovadora. Esta imagen fue impulsada y desarrollada por la es- '~-
cuela de Tubinga. De hecho, a ella recurre su fundador, Johann Sebas-
a) Tradición como camino tian von Drey, y uno de sus mejores discípulos, Johann Adam Mohler. l¡i
La imagen del organismo vital puede entenderse tanto en sentido 111

'•11
La metáfora del camino evoca, en primer lugar, el dinamismo de positivo (modelo del desarrollo) como negativo (modelo de la dege-
11:
un recorrido. Aplicada al término Tradición, representa aquella vía neración), ya que los organismos vivos no sólo tienen la posibilidad y
para llegar a un origen que se localiza en el pasado, pero que al ser
normativo y esencial para el presente (auctoritas), ha de ser recibido,
la capacidad de crecer y desarrollarse, sino la de enfermar o degene- ,,,
rar. La clave de esta metáfora se encuentra, por tanto, en impedir que
integrado y transmitido a generaciones sucesivas (recepción, apropia- el organismo se desarrolle de forma indiscriminada, pautando un pro- ~-
ción y transmisión). grama de purificación y de cura. En este sentido, resulta clarificado- 1
Justamente en este punto el argumento de autoridad encuentra su ra la imagen bíblica de la viña, que necesita de poda y saneamiento ·111,_
fundamentación. La autoridad no es un poder que se impone desde para alcanzar su madurez 14 • !1'

fuera por la fuerza, sino la asunción y el reconocimiento de que algo El problema fundamental de esta imagen es evidente. Se afirma de ~
significativo e importante para el presente proviene originariamente tal forma la continuidad viviente en la Tradición como un todo orgáni-
~-11
del pasado, es decir, de una tradición. El origen, por tanto, deja de ser co, que no se distingue con suficiente claridad el momento constitutivo
,

cronológico para convertirse en «Ontológico» (principio esencial y t¡'


de la revelación profética y apostólica, del posterior momento dinámi- ,,I'
1

1
sustentador). ~'1
co, actualizador e interpretativo de esa salvación 15 • Por otro lado, esta i
,j
La fuerza de la imagen del camino nace de estar orientada hacia imagen genera dificultades propias en cada una de las formas que exis-
el pasado en su relación con el presente. Y sin embargo, aquí surge el
ten de comprenderla 16 . Así, el modelo de la degeneración progresiva 11
1'11
problema principal en este proceso de mediación hacia el pasado. ¡,¡
¿Cómo es posible acceder a un hecho único e irrepetible en la historia, 14. C. E. Gunton, A BriefTheology of Revelation, London-NewYork 3 2005, 1¡:·
,,¡

que se nos escapa en el origen de los tiempos, y que ni siquiera es uní- 83-87. 11.b
15. Y. Congar, La Tradición y las tradiciones l, 175. ,¡¡1¡
voco y transparente en su interpretación? Más aún, ¿quién tiene la au- l
1:,,,
,1_1·
16. Cf. D. Wiederkehr, Das Prinzip Üherliejf!rung, en W. Kern (ed.), Hand-
toridad para interpretar mejor ese hecho en su significación original buch der Fundamentaltheologie IV. Traktat Theologische Erkenntnislehre, Tübin- '·' I
I·:)!
y, por ello, en su repercusión actual? ¡li
1

gen-Basel 2000, 73-78.

*1'
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}
144 El ejercicio de la teología La memoria: la Tradición 145

respecto a un origen único y pleno, que con el paso del tiempo va per- ria es la condición de posibilidad de que el Eterno se manifieste en el
diendo vitalidad y originalidad, no hace justicia a la afirmación funda- tiempo y el tiempo se abra a la eternidad. La memoria es la capacidad
mental de la presencia del Espíritu en su Iglesia. De hecho, este mode- para lo eterno en el tiempo 19 • ·1!¡

lo conduce a un arqueologismo, donde lo más antiguo siempre es lo La actual sociología de la religión concede mucha importancia al fe- 'I

mejor y más original desde un punto de vista objetivo. El modelo del nómeno de la Tradición, a la cual comprende como lugar y espacio de
desarrollo lineal y ascendente no toma en serio la historicidad del hom- la memoria colectiva20 . Mientras que la modernidad quiso romper cons- 11, !
bre y de la Iglesia, pudiendo desembocar en un fanatismo que contem- cientemente con todo lo que significara tradición, la posmodernidad ha ¡¡,
1·.:
pla el desarrollo de la Tradición concreta como el desarrollo orgánico sido mucho más cauta al respecto. Si la reivindicación de la modernidad
de un núcleo original. Además, se absolutiza la forma última en la que fue la libertad desvinculada de toda realidad anterior, a la que com- 'I:
ha cuajado esa evolución, olvidando que en todo proceso histórico se prendía de manera alienadora y esclavizante, el hombre posmodemo ha :!
dan avances y retrocesos que nada tienen que ver con la historia crono- sido más consciente al asumir que sólo se es libre desde una realidad lt
lógica de los hombres". Por ejemplo, ¿podemos decir realmente que ha previa que debe ser personal y subjetivamente integrada y recreada.
11
comprendido mejor la novedad cristiana la teología del siglo XVII que Más aún, la sociología de la religión ha llegado a subrayar la rela-
i'
la de los siglos 11 y Ill? En algunos temas seguro que se ha producido ción esencial que existe entre memoria y religión. Así, ha acogido y
un progreso real, pero en otros el retroceso es obvio. ponderado la importancia de la Tradición para la vida humana, recono-
ciéndola como proceso de recepción de un pasado que nos hace cons-
tii'1
c) Tradición como memoria cientes de pertenecer a un linaje, mas también como proceso de comu-
nicación que posibilita la construcción creativa en la que cada miembro 'lf
La metáfora de la memoria alude, de manera análoga, a la función
es agente generador y creativo de esa misma tradíción recibida 21 . il
de dicha facultad en el ser humano. La memoria posibilita la relación
Con todo, el fenómeno de la Tradición como memoria no puede
del pasado con el presente, actualizándolo y haciéndolo vivo en noso-
ser percibido, exclusivamente, desde un punto de vista social como
tros; además, nos abre al futuro, anticipándolo en nuestra conciencia.
memoria colectiva y vínculo de identidad y continuidad con las gene-
La Tradición tiene que ver con el pasado, pero también con la auto-
raciones anteriores (linaje). Esto es necesario, pero no suficiente. La
ridad que ejerce sobre el presente, al que ilumina y juzga. A su vez, tie-
memoria es una realidad más compleja y más rica desde el punto de I¡
ne que ver con el futuro y con la capacidad de acoger la novedad que 1
vista filosófico-antropológico y desde el punto de vista teológico. En il1
siempre espera más adelante. La memoria es la capacidad de acoger el
este sentido, Agustín de Hipona realizó un original y penetrante estu-
pasado actualizándolo en el presente, y desde ese presente, anticipar 'lii
dio sobre la memoria en el libro X de sus Confesiones 22 , yendo más illl
el futuro anhelado. La Tradición es una forma positiva de comprender lf'
la relación entre el presente, el pasado y el futuro, sin absolutizar nin- 19. Cf. K. Rahner, Curso fundamental de la fe. Introducción al concepto de
l'I
guna de las tres dimensiones del tiempo 18 • cristianismo, Barcelona 1979, 372. i ,1

Sin embargo, aunque la memoria no es el ámbito en el que se pro- 20. D. Hervieu-Léger, La religión, hilo de memoria. En este aspecto fueron l.
',:1:1
pioneros los estudios de M. Halbwachs, Les cadres sociaux de la mémoire, Paris
duce esa interconexión temporal de forma horizontal, sí hace posible 1952; La memoire collective, Paris 1950; Typugruphie légenduire des Évungiles. ,11
la relación entre el tiempo humano y la eternidad de Dios. La memo- Actualmente está aplicando esta perspectiva a los orígenes del cristianismo F. Ri- l'I :
vas Rebaque, Los profetas 6' maestros) en la «Didajé»: cuadros sociales de la me- 1 :

moria de los orígenes cristianos, en S. Guijarro Oporto (ed.), Los comienzos del 11 1

17. W Kasper, «La Tradición como principio del conocimiento teológico», cristianismo, Salamanca 2006, 181-203.
94-134, aquí 126-127. 21. IhM., 202-207. 11,¡
1
'11
18. C. E. Gunton, A BriefTheology of Revelation, 89; cf. Id., Unidad, trinidad
y pluralidad, 113-119.
22. Agustín de Hipona, Confesiones, X, Vlll, 12-XXVI, 37. Cf. A. Solignac,
«La memoire selon Saint Augustin», en Oevres de Saint Augustin, Les Con/es-
'1~11
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146 El ejercicio de la teología La memoria: la Tradición 147

allá de las investigaciones de Aristóteles y de Plotino, que posterior- a) El hombre como ser de Tradición
mente fueron prolongadas en su tratado sobre la Trinidad23 • La me-
El hombre es el ser de la Tradición. Sin ella no habria ser humano,
moria constituye el órgano mediante el cual el ser humano llega a ad-
al menos como lo conocemos. Y lo es en una doble relación, pasiva y
quirir conciencia de sí (subjetividad), se abre al vasto mundo que le
activa. Pasiva, porque todo hombre nace en una Tradición determina-
rodea (exterioridad) y es receptor de la presencia íntima y trascenden-
da que tiene que acoger y asumir como realidad que precede a su 1i- '¡
te de Dios (trascendencia)24 •
bertad personal, como límite y como posibilidad. Sin embargo, esta
Desde esta original perspectiva, la memoria se convierte en capaci-
dad subjetiva y condición de posibilidad para el conocimiento de uno relación pasiva no es suficiente. Los hombres, además de acoger y 1

.1
mismo; en capacidad crítica y condición de posibilidad del conoci- asumir la Tradición que les precede, llevan a cabo de forma activa su
miento del mundo en alteridad y en relación con el yo personal; y, fi- transmisión y su interpretación, bien mediante la renovación de la
nalmente, en capacidad trascendental y condición de posibilidad de la misma, bien creando nuevos elementos que engendran una nueva Tra-
relación personal con Dios. La Tradición, al ser comprendida como dición. En este mismo sentido, la Tradición emplaza a la persona an-
memoria, desempeña una función subjetiva y personal de afianza- te un destino que ha de acoger y ante un reto y desafio que ha de ser ,,,

miento y continuidad de la identidad personal; una función social de asumido. La Tradición se convierte, por tanto, en límite y posibilidad
reconocimiento grupal y de sentimiento de pertenencia a un linaje; pe- del desarrollo para cada ser humano.
ro también, y sobre todo, una función trascendental que actualiza, in- En el fondo, este carácter constitutivo de la Tradición respecto de la
terioriza y personaliza en la historia y en la conciencia de los hombres cultura tiene su fundamento en la estructura misma del hombre. Todo
la presencia del Eterno25 • individuo es un ser finito, mortal e histórico que necesita vivir desde la
experiencia de los otros. El ejemplo más evidente es el fenómeno del
lenguaje. En él recibimos una tradición que nos precede y nos permite
3. La Tradición como elemento constitutivo de la cultura humana ser en relación con los demás. Desde él podemos acrecentar y desarro-
llar esa misma tradición, innovándola. La importancia del lenguaje pa-
Antes de abordar el fenómeno de la Tradición en el cristianismo
ra el género humano ha sido tal que se ha llegado a afirmar que el éxi-
como principio de realidad eclesial y de conocimiento teológico, es
to de la especie «horno sapiens sapiens» -frente a otras más fuertes y
importante insistir en que se trata de un hecho a la vez común y esen-
desarrolladas fisicamente- se debe precisamente a la capacidad de co-
cial a toda religión y cultura26 • Y aunque en la religión cristiana el
municación (lenguaje) y tradición de dicho grupo. Es decir, de comu-
principio de la Tradición tiene una significación especial, no resulta
nicación en la misma generación y en generaciones sucesivas. Pues el
posible comprenderlo de manera adecuada si no se analiza también
ser humano no sólo hereda de sus antepasados un patrimonio genético,
desde una perspectiva social, cultural y antropológica27 •
sino un patrimonio cultural o tradición determinada.
sions. Livres VIII-XIII. Texte de l'edition de M. Skutella; Introduction et notes par En definitiva, la Tradición, en cuanto fenómeno radicalmente hu-
A. Solignac; Traduction de E. Tréhorel et G. Bouissou, Perpignan 1996, 557-567. mano, es un proceso comunicativo diacrónico y sincrónico que crea
23. Cf. Agustín de Hipona, De Trinitate, IX-XIV.
24. lbid. De esta triple perspectiva proviene su imagen trinitaria.
comunidad, o sea, aquel lugar esencial donde vive el individuo.
25. !bid., xrv, 8, 12; Buenaventura de Bagnoregio, Itinerarium mentis in Deum,
III, 3.
b) Actitudes fandamentales ante la Tradición
26_ Cf. J. Ratzinger, «Fundamento antropológico del concepto de tradición»,
en Teoría de los principios teológicos. Materiales para una teología.fundamental,
El fenómeno de la Tradición puede ser abordado en la actualidad
Barcelona l985, 98-109.
27. Cf. H. J. Pottmeyer, Tradición, en R. Latourelle-R. Fisichella (eds.), Dic- desde cuatro actitudes fundamentales. En primer lugar, desde la posi-
cionario de Teología.fundamental, Madrid 1991, 1560-1568; aqui 1561-1562. ción tradicionalista, donde una determinada tradición es acogida sin
148 El ejercicio de la teología La memoria: la Tradición 149

posibilidad de reinterpretación o desarrollo. Esta actitud nace de una nos da la impresión de que no hay puerto adonde dirigirnos'°. La cues-
búsqueda auténtica de seguridad frente a la sensación de que el mun- tión central que aquí se plantea consiste en saber si los frutos de los que
do existente y los valores que lo caracterizan, se desmorona. Tras ella vivimos pueden aguantar y sostenerse sin una implicación en ese pro-
se descubre una legítima mentalidad conservadora que, sin embargo, ceso de tradición creadora; un proceso que asume el pasado y lo entre-
tiene como riesgo principal derivar hacia una postura de carácter ideo- ga a la siguiente generación de forma renovada y creativa.
lógico y fundamentalista. i'I
La actitud contraria a la anterior es la progresista. En ella se sub- '!
4. El principio de la Tradición en el cristianismo
raya la capacidad que tiene el hombre contemporáneo de forjar su fu-
turo en novedad respecto del pasado. También se apoya una mentali- a) La Tradición a la luz del acontecimiento de la revelación («Dei
dad legítima, pero corre el riesgo de convertirse en irreal y utópica. Y Verbum») y del misterio de la Iglesia («Lumen gentium»)
ello, hasta el punto de manifestarse como puro sueño de la realidad
deseada, Ja cual degenera muy pronto en el inconformismo radical y El principio de la Tradición hemos de comprenderlo a partir de la
desemboca en el maniqueísmo28 . perspectiva renovada que el concilio Vaticano II ha aportado a dos tér-
En tercer lugar se encuentra el deseo de inmediatez, que todo hom- minos teológicos esenciales: «revelación», principalmente en la cons-
bre busca en la realidad y la verdad. Desde este deseo puede ser en- titución dogmática Dei Verbum, y «misterio de Iglesia», especialmen-
tendida hoy la consideración de que toda tradición que intente mediar te en la constitución dogmática Lumen gentium. La claridad aportada
entre la persona y la realidad es una estructura alienante y opresora. por ambas constituciones representa una ayuda inestimable para asi-
Dicha actitud nace de un cierto cansancio ante las estructuras, las cua- milar mejor esta realidad central del cristianismo. Más aún, el princi-
les, más que ayudar, dificultan la experiencia personal inmediata con pio de la Tradición cobra una luz nueva cuando se contempla desde los
la realidad. La proliferación de una nueva religiosidad, conocida por siguientes cuatro niveles: cristológico, pneumatológico, eclesiológico
la mayoria de la gente bajo el título de «nuevos movimientos religio- y escatológico. En este mismo sentido, la definición propuesta por el
sos»29, es prueba evidente de este cansancio que se da ante las media- teólogo Hermann Josef Pottrneyer resulta esclarecedora: «La Tradición
ciones estereotipadas. cristiana puede entenderse teológicamente como la constante auto-
La última actitud se refiere a la relación entre el hombre contempo- transmisión de la Palabra de Dios en virtud del Espíritu santo median-
ráneo y su pasado. Se trata de un fenómeno novedoso, de origen funda- te el ministerio de la Iglesia para la salvación de todos los hombres»31 .
mentalmente europeo, al que Remi Brague denomina fenómeno parasi-
tario. Para este autor, la cultura europea contemporánea es un parásito 1) La Tradición, acto en el que Cristo se ha entregado por nosotros
respecto de los logros alcanzados por la antigua. En la actualidad se ha
Cristo, entregado a su Iglesia para la salvación de todos los hom-
roto con una larga tradición que consistía en tener conciencia de estar
bres, es simultáneamente el acontecimiento de la revelación y el prin-
transmitiendo de forma renovada la herencia asumida y recibida. En
cipio de la Tradición. En el Nuevo Testamento transmitir es entregar,
ocasiones podía haberse tenido la impresión de que este pasado era un
y entregar significa dar gratuita y libremente la vida. La Tradición es I'1ii
fardo que, sin embargo, había que transportar y llevar a buen puerto. ¡1,
Hoy, por el contrario, hemos decidido arrojar la carga por la borda, pues
30. Cf. R. Brague, Europa zwischen Herkunfl und Zukunfl: lntemational Ka-
tholische Zeitschrift Communio (2005) 213-224.
28. Cf. W. Kasper, «La Tradición como principio del conocimiento teológi- 31. H. J. Pottmeyer, Normen, Kriterien und Strokturen der Überlieferung, en
co», 103-104. W. Kem (ed.), Handbuch der Fundamentaltheologie rv, Freiburg 22000, 95. Un re-
29. Cf. J. Martín Velasco, Introducción a lafenomenología de la religión, Ma- sumen del propio autor se encuentra en la voz «Tradición>>, en R. Latourelle-R. Fi-
drid 2006, 513-547. sichella (eds. ), Diccionario de Teología fundamenta/, 1560-1568.
~111
150 El ejercicio de la teología La memoria: la Tradición 151 ;,I i
¡1,,

el acto en el que Cristo ha entregado su vida para la salvación del está fundado es el Evangelio de la salvación. Un Evangelio que acon- il'"'I'
mundo en obediencia al Padre, actualizado y ofreciéndose a nosotros tece únicamente por la fe y la gracia, sin las obras de la ley; pero que !1!1'

mediante el don de su Espíritu (Jn 19, 30). está siempre abierto a la universalidad expresada en su anuncio a los •11'¡1
111
Desde este punto de vista, el texto más significativo sobre la Tra- gentiles (Gal 1-2). lil'
dición desde una perspectiva cristológica es el relato paulino de la úl- La anámnesis es la tercera clave comprensiva de Ja Tradición, se- 1
\11!1,
tima cena, que nos ha servido para iniciar este capítulo: gún el texto paulino que estamos comentando. No se trata, sin embar-
Porque yo recibí del Señor lo que os transmití: que el Señor Jesús, la go, de ejercitar cualquier tipo de memoria; por ejemplo, el simple re- ¡111
noche en que era entregado, tomó pan, dando gracias, lo partió y dijo: cuerdo subjetivo que se queda encerrado en la propia conciencia. Al
Esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros; haced esto en memoria contrario, alude al principio pneumatológico de la acción sacramental,
mía. Asimismo tomó el cáliz después de cenar, diciendo: Esta copa es donde la realidad que recordamos y que aconteció de una vez para 'li'
la nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebiereis, hacedlo en siempre es actualizada en el momento presente. La Tradición consis- I'
I
!

memoria mía. Pues cada vez que comáis y bebáis de este cáliz, anun- te en la transmisión de Cristo entregado por nosotros y para la vida del ',¡''
ciáis la muerte del Señor, hasta que venga (1 Cor 11, 23-27). ':i''
'
mundo, acción que acontece en la palabra y en el sacramento, pero en 1 ,,

ji
su dimensión espacio-temporal, tal como ha acontecido la revelación
Lo recibido y lo transmitido no es otra cosa que la entrega misma
del Señor, realizada de una forma sacramental y mediante el testigo
escatológica de Dios: !11
1, 1

apostólico. De hecho, en estos versos de la Carta primera a los corin- Por eso el concepto de paradosis, de traditio, de transmisión tiene, vis-
to bíblicamente, su último y más profundo contenido, su último y más
l:
tios se ponen de relieve tres conceptos y realidades claves en el acto 'I
1!'
hondo sentido y su última y más honda realidad no por de pronto en la
de la Tradición: recibir del Señor, transmitir a otros y hacer anámne- entrega sucesiva de proposiciones, sino en laparadosis, en la transmi-
!li
sis (memoria) del mensaje transmitido. sión, en la transferencia en la que el Hijo de Dios hecho hombre, el Lo- 1 1
1

Desde esta perspectiva cristológica nace y se fundamenta el papel gos de Dios en la carne, partiendo del acontecimiento de la sagrada Ce-
y la misión del apóstol en al acto de la transmisión de la fe. Ese yo na (en unidad con su muerte) se nos transmite y entrega una y otra vez 1111, i

nuevamente en la celebración del misterio santo, de la sagrada cena de 1,


paulino tiene mucha importancia y significación en el acto de la Tra-
la Iglesia, en la eucaristía. Aquí es donde sucede primariamente la Tra- 111',
dición. Pablo, apóstol de Cristo, es un testigo en la cadena de la trans-
dición, donde se da el singular acontecimiento salvífico de la muerte y '11
misión. Él, que no ha conocido personalmente a Jesús de Nazaret, tie- resurrección de Cristo, siempre progresando nuevamente y expandién- if'
ne conciencia de haber recibido personalmente de él aquello que a su dose en la humanidad para todos los hombres 32 • :1'
1

vez, como testigo fiel, transmite a otros. Podemos llegar a decir que
Pablo, sin ser contemporáneo de Jesús, ha llegado a ser contemporá- 2) La Tradición, acción conmemorativa del Espíritu
neo de Cristo. Desde esa contemporaneidad fundamenta su apostola-
Si la revelación no es en primer lugar y ante todo comunicación de
do y su misión: Hacer a otros contemporáneos de Cristo.
verdades, sino auto-comunicación de Dios, el cual quiere hablar con
Cuando el Apóstol de los gentiles tiene que argumentar sobre la
los hombres como amigo, la Tradición no puede ser comprendida ex-
legitimidad y el fundamento último de su apostolado, recurre a su en-
clusivamente como depósito de verdades provenientes de la enseñan-
cuentro personal con el Señor (Gal 1, 15; Flp 3, 8-11). Él es testigo
za de los apóstoles, sino como la presencia viva de la Palabra de Dios
del Resucitado (1 Cor 15, 3s) y ha sido enviado por él con el encargo
por la que el Padre, que habló en otro tiempo con su pueblo elegido,
apostólico. Dicho encargo no lo desarrolla desde la pura repetición
quiere seguir conversando con la Esposa de su amado Hijo. Esta pre-
nlimética, donde se identifican repetición y fidelidad, sino interpre-
tándolo y actualizándolo. El Evangelio que ha recibido y en el cuál 32. H. J. Potfineyer, «Tradición», 120.
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152 El ejercicio de la teología La memoria: la Tradición 153 ',:¡'
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sencia llega a nosotros por medio del Espíritu; no en vano, es el mis- labras, con su vida y muerte, el rostro paterno. De esta misma forma,
mo Espíritu quien hace oír su voz en la Iglesia y en el mundo por me- el Espíritu se ha convertido en el exegeta del Hijo, pues su tarea no
dio del Evangelio. La palabra del Espíritu nos lleva a la verdad com- consiste en anunciar algo propio, sino en revelar aquello que ha escu-
pleta y a una interiorización plena de la palabra del Hijo. El Espíritu chado. El Espíritu tiene así lo que después se ha dado en llamar una
:11
es el Señor soberano de la Tradición al hacer posible que dicho acon- función de actualización e interiorización de la enseñanza de Jesús, I,
tecimiento pueda ser transmitido en fidelidad creadora a lo largo de la que no sólo consiste en ser intérprete del pasado acaecido, sino guía
historia, en universalidad y en intimidad. y consumador del futuro hacia el que nos encaminamos. 1111

Tiene razón el teólogo Yves Cangar cuando señala que para com- El siguiente texto del evangelio de Juan: «Tendria que deciros mu-
prender en toda su profundidad el fenómeno de la Tradición es esencial chas cosas más, pero no podriais entenderlas ahora» (Jn 16, 12), ha si-
partir de una comprensión bíblica del tiempo y de una teología del Es- do utilizado para justificar una superación de la revelación de Jesús, 11:1
33
píritu santo • Semejante afirmación nos devuelve a la cuestión de la como si sus enseñanzas vinculadas a la historia fueran incompletas. ¡::
memoria, central en la comprensión trimembre del tiempo como pasa- Sin embargo, conducir a la verdad plena es recordar completamente j:¡
,1,

do, presente y futuro, en íntima relación, tal como describió magistral- la palabra de Jesús. Una verdad que no significa sólo un progreso en 1¡1

mente Agustín de Hipona en las Confesiones y en su tratado Sobre la la comprensión intelectual de la revelación, sino en la realización
Trinidad. Pero también nos retrotrae a la misión y tarea del Espíritu, tal práctica de la vida cristiana en su totalidad, que se verifica en la vida
11111

como aparece con toda claridad en el evangelio de Juan34 •


El Espíritu moral y se realiza en el amor. Esta verdad no puede ser reducida a ver-
es la persona, la faerza y el ámbito que suscita unos efectos (internos y dad gnóstica de conocimiento o a pura acción moral, sino a la tota- ¡1¡.
·1
externos) en la Iglesia y en la vida de los creyentes: edifica el cuerpo :,1
lidad de la figura y el contenido de la revelación. El Espíritu nos in-
de Cristo (1 Cor 12; Rom 12), impulsa la predicación y el testimonio troduce en la profundad del contenido de la revelación y nos guía en
de Jesús (Hechos), posibilita la vivencia de la filiación adoptiva (Gal 4, la aplicación de esa revelación en la vida de la comunidad en medio
6-7; Rom 8, 14-17), configura con Cristo (Rom 8, 28-30); enseña, con- del mundo35 • El Espíritu es intérprete y consumador de la verdad de
duce y recuerda la verdad completa de Jesús (Jn 14-16). Jesús, así como Jesús es revelador de la verdad del Padre.
El Espíritu de la verdad es el guía que conduce a los creyentes a la
verdad plena y completa (Jn 16, 13). El verbo griego usado en este 3) La Tradición: «Todo lo que la Iglesia es y celebra»
versículo (hodegeo), se emplea en el Nuevo Testamento para hablar de
la función del lazarillo (MI 15, 14) y del pastor (Ap 7, 17). Este ver- Si la perspectiva cristológica subraya la misión del apóstol en el
bo implica la concepción del camino que Jesús se había aplicado pa- acto de la Tradición, la perspectiva pneumatológica nos abre a una
ra sí mismo (Jn 14, 6). Existe una variante interesante en este texto comprensión eclesial de e11a. Si Ja revelación es un acontecimiento
(diegesetai), un verbo que nos recuerda la expresión de Juan 1, 18, en que se realiza por obras y palabras, la Tradición se realiza a través de
la que se describe a Jesús como el exegeta del Padre. Pues el Hijo, re- la doctrina, el culto y la vida de la Iglesia. Así, pues, pertenece a la
costado en el seno del Padre, nos ha revelado con sus acciones y pa- Tradición de la Iglesia Ja doctrina de los concilios, la doctrina de los
Padres, la doctrina de los teólogos, la doctrina de los místicos.
33. Y. Cangar, La Tradición y las tradiciones 1, 15. Con todo, para la actualización de esa Tradición viva, no es menor
34. Cf. !bid., 30-40. J. Ratzinger señala que con el término memoria «el Evan- la importancia de la vida concreta de la Iglesia y de los fieles. En un
gelio de Juan presenta el estrecho vínculo que une tradición y conocimiento. Pero,
ante todo, aclara que el desarrollo y la defensa de la identidad de la fe van a la par. lugar destacado tenemos que situar la liturgia, que -como veremos
Este pensamiento podría describirse de este modo: la Tradición de la Iglesia es
aquel sujeto trascendental en el que se halla presente la memoria del pasado» (El 35. Cf. R. Schnackenburg, Das Johannesevangelium IV/3, Freiburg-Basel-
camino pascual, Madrid 2005, 148). Wien 2000, 153.

1
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154 El ejercicio de la teología La memoria: la Tradición 155 1,
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más adelante-- constituye nn lugar privilegiado de la Tradición viva de sentido. Primero, porque dicha realidad es única, definitiva e irrever-
1

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11
la Iglesia. En este sentido, se ha hecho clásico el axioma de Próspero sible en el acontecimiento de Jesucristo; y segundo, porque la verdad
de Aquitania, recogido por el magisterio de la Iglesia: «Que la ley de plena y completa hacia la que nos guía el Espíritu de Cristo, el Espí-
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la oración establezca la ley de la fe» 36 • ritu de la Verdad, está siempre por delante de la Iglesia. (1
Además, si toda la Iglesia es pueblo de Dios en camino hacia el Todo testimonio de la Tradición, expresado en textos, ritos, dog- 11
il:11
Reino, el sujeto de esta transmisión y de la creciente comprensión de mas, etc., tiene un carácter cuasi-sacramental, ya que participa y goza, ,,
la revelación en la historia es la Iglesia entera. Desde esta perspectiva, según el grado manifestado explícitamente por la Iglesia, de nna defi- 'I
111
el concilio Vaticano II afirma que esta Tradición, en cuanto recepción nitividad. Y ello, en cuanto signo de Ja verdad y la Tradición, es decir,
de la revelación, crece en la Iglesia desde tres campos diversos: me- de Cristo, pero también sin identificarse con él. Se trata de un signo
diante la contemplación y el estudio de los creyentes; por la experien- que apunta a una realidad siempre mayor y que por esta razón pide ser
cia espiritual en la vida cristiana; y a través del ministerio magisterial superada en la propia dirección a la que apunta, mas nunca en la con-
de los que han recibido el carisma cierto de la verdad (DV 8- 1 1). traria o en la opuesta38 . "I',,
En este sentido, podemos percibir con claridad el carácter históri-
'

4) La Tradición, camino hacia la Verdad completa co y, por tanto, fragmentario de nuestro conocimiento y de nuestra
11:
comprensión de la revelación. Todo conocimiento en este tiempo de la
Junto al principio cristológico, pneumatológico y eclesiológico de Iglesia peregrina semeja el conocimiento que proporciona un espejo a ¡,i',
la Tradición tenemos que hablar del principio escatológico; no en va- medio bruñir. Al igual que sucede en ese caso, la Tradición no puede
1

11 H
1

no, la Iglesia es peregrina, y en su caminar por la historia contempla a ser comprendida definitivamente como algo acabado y cerrado en sí
Dios como en un espejo, hasta que pueda contemplarlo cara a cara tal mismo, sino como realidad y dinamismo que nos hace estar abiertos
11'1:
cual es (! Jn 3, 2; cf. DV 7). De hecho, «gracias a su carácter escato- y en tensión a lo largo del camino que tenemos por delante. Un cami- ·1
1
1

lógico, la Palabra no queda absorbida en ninguna de sus formas de no en el que sólo al final, cuando logremos contemplar a Dios cara a ¡i,
11'

testimonio»37 • cara, tal cual es, se nos hará patente la verdad completa. 11;
La Tradición, por su propia esencia y definición, no puede enten- 'I'
derse como una realidad cerrada y fija en sí misma. Se trata, más bien, li'
b) Acto, contenido y sujeto de la Tradición 1

de una realidad viva, dinámica, abierta hacia el futuro. «Es a la vez,


1) Acto
inmovilidad y actualidad, recuerdo de hechos y expansión de su senti-
do, conformidad con lo que se ha hecho una vez por todas, y presen- El tema de la Tradición hace referencia, en primer lugar, al acto de
cia siempre actual y dinámica de aquello mismo que fue dado de una la transmisión de la revelación, pues el acontecimiento de la auto-co-
vez por todas». Según esta lógica, la Tradición cristiana tiene que ser municación escatológica de Dios tiene que anunciarse y transmitirse
entendida desde una perspectiva escatológica, pero según nn doble fielmente a todas las generaciones. En este punto, resulta obligado
destacar la importancia que adquiere el principio cristológico y pneu-
36. Próspero de Aquitania, De vocatione omnium gentium, l, 12, en PL 51, matológico de la Tradición, tal como ya hemos visto con anterioridad.
664CD. Cf. DH 246. Su sentido original lo ha explicado claramente Y. Cangar: Cristo, en toda su realidad, es el que se entrega y se da en sus pa-
«La ley intimada por san Pablo de orar en todo tiempo sin interrupción, indica la labras, en sus acciones, en su comportamiento y en su pasión. En el
verdadera doctrina de la gracia necesaria para todos los hombres (cf. Celestino 1,
Denzinger 139)» (La Tradition et les traditions II, 303). No es que la liturgia se origen no se encuentran las palabras escritas, sino la Palabra en su ple-
convierta en arsenal dogmático para la teología, sino que su estructura y dinámi-
ca interna constituye la verdad misma de la fe cristiana. 38. Cf. W Kasper, «La Tradición como principio del conocimiento teológi-
37. H. J. Pottmeyer, «Tradición>>, 1567. co», 124-134.
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156 El ejercicio de la teología La memoria: la Tradición 157 '.'!;
1

na y consumadora realidad (DV 7). Y sin embargo, es el Espíritu el Como podemos apreciar en el fenómeno de la Tradición, el acto, I
1
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que actualiza esta Palabra en la historia según un doble movimiento de el contenido y el sujeto, aun siendo diferenciables, no son nunca se-
1:1
interiorización y universalización. parables. Esta es la gloria y la cruz de la transmisión de la fe y de la 1,I,

En todo caso, la comprensión del acontecimiento escatológico de mediación de 1a gracia. !1


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la salvación en Cristo se actualiza en el Espíritu. Y lo hace no tanto El acto de la Tradición es su contenido esencial, que se despliega ¡:

en la dimensión objetiva de conocer realidades nuevas, sino en la per- en diversas formas y maneras. Y el sujeto de la Tradición es, referido
cepción de la comunidad creyente, en la dirección de la profundidad, a Cristo, el contenido y el agente de la Tradición; pero referido a la
interioridad y vivencia. Iglesia, es la realidad que nace de la acción de Cristo. En otras pala-
bras, el contenido de Ja Tradición no es algo que permanezca ajeno al
2) Contenido sujeto que lo transmite y a la acción de transmitir, sino que tanto des-
de el punto de vista del sujeto primordial como del sujeto ministerial
Si Cristo entregado y comunicado mediante el don del Espíritu es
está implicado en la una y misma Tradición.
el acto original de la Tradición, también es su contenido esencial. Un
Y puesto que la Tradición es ante todo transmisión de realidades
contenido nuclear que se explicita en el anuncio del Evangelio y de la
Palabra de la verdad (kerygma-martyria), en la celebración del miste-
personales, tanto ella como la Iglesia son igualmente ca-extensivas. lil

rio y los sacramentos (leiturgia) y en el ejercicio y la vida de caridad Con la Tradición comienza la Iglesia y con la Iglesia comienza la Tra-
dición. Más aún, la Iglesia no es sólo el lugar en el que se encuentra la
con el prójimo desde el despliegue de las virtudes teologales o la exis-
tencia cristiana (dialwnia). Tradición o el testimonio de la fe apostólica (lugar heurístico), sino el
testigo y la portadora de la Tradición misma.
Cuando el Concilio afirma que la Tradición es todo aquello que la
Iglesia es en el culto, la doctrina y la vida, está ensanchando y am-
pliando una perspectiva excesivamente objetiva y doctrinal de la Tra- c) Normas y criterios de discernimiento
dición. La Tradición es transmisión de realidades antes que comÚni- Esta visión integral de la Tradición no puede hacemos caer en un
cación de textos, hechos e instituciones. Si todos ellos se encuentran mero tradicionalismo, donde todo lo que en la Iglesia existe es parte
incluidos en lo que denominamos «Tradición», es porque Dios nos ha esencial y principio constitutivo de la Tradición. Más bien hay que dis-
transmitido su gracia de forma encarnada, de la misma manera que tinguir entre la única Tradición y las diversas tradiciones en las que ella
nosotros somos seres encamados en un tiempo y un lugar. se expresa y encarna. Sólo en la medida en que las tradiciones trans-
mitan fielmente Ja única Tradición, tendrán razón de ser; sólo en la me-
3) Sujeto
dida en que dificulten su acceso, deberán ser renovadas y purificadas.
Al hablar de la Tradición también estarnos haciendo referencia, La Iglesia, siempre peregrina, se encuentra en la senda de la reno-
111

por último, a] sujeto que realiza esta acción de transmisión. Un suje- vación y la reforma continuas para acercarse más al Señor. En este ca- 1
I'
to que, en sentido original y primario, es la Palabra misma de Dios, mino es preciso discernir las diversas formas y mediaciones que la
hecha carne en Jesucristo y presente de forma viva en el Espíritu san- Iglesia ha ido asumiendo a lo largo de su historia, con el fin de com- 1

to. Y en sentido derivado, en cuanto Cuerpo de Cristo y esposa del Es- probar si aproximan a los creyentes al Señor o les alejan de Él.
píritu, es la Iglesia. Ella es el sujeto ministerial, que gracias al aliento Para llevar a cabo este discernimiento son necesarios criterios que
y la fuerza del Espíritu, y mediante el culto, la doctrina y la vida -es faciliten la tarea y liberen a los hombres de las siempre peligrosas pers-
decir, lo que ella es y cree- transmite a las generaciones futuras Ja re- pectivas subjetivas y los intereses de partido. Un somero recorrido por
1
1 1

velación de Dios en Jesucristo. la historia cristiana permite elaborar la siguiente criteriología teológíca: ',!
I.1

1
158 El ejercicio de la teología La memoria: la Tradición 159

1) lreneo de Lyón, regla de la fe y sucesión apostólica presentacióm>41 • Para el patrólogo Eugenio Romero Pose, la regla de
El momento más importante en el que la Iglesia tuvo que enfren- la verdad o regla de la fe agrupa «los contenidos fundamentales del
tarse a esta situación fue el siglo II con la crisis del gnosticismo. cristianismo, la doctrina de los apóstoles transmitida por la magna
Frente a un sistema difuso y ambiguo que requería para sí la autori- Iglesia, garantizada por la sucesión apostólica y normativa para todas
dad de una revelación secreta y una iluminación privada desde la que las Iglesias. La regla de la fe la recibe el cristiano en el bautismo»42 •
interpretar el Evangelio y la Tradición, la gran Iglesia subraya y esta- Ireneo de Lyón es el primero de los autores cristianos que propone
blece, apoyada en el gran teólogo Ireneo de Lyón, el principio subje- una definición de la regla de la fe, regla que será desarrollada y expli-
tivo de la asistencia del Espíritu y el principio objetivo de la doble cada posteriormente. En ella destaca su clara y profunda estructura
regla: el canon de la verdad de fe y la sucesión apostólica. En esta trinitaria. Afirma este santo padre:
misma lógica, «la sucesión apostólica es la figura y forma concreta de He aquí la Regla de nuestra fe, el fundamento del edificio y la base de
Ja Tradición, mientras que la Tradición es el contenido de la sucesión nuestra conducta: Dios Padre, increado, ilimitado, invisible, único Dios,
apostólica» 39 • creador del universo. Este es el primer y principal artículo de nuestra fe.
Lentamente, la Iglesia ha ido desarrollando un testimonio escrito El segundo es: El Verbo de Dios, Hijo de Dios, Jesucristo nuestro Señor,
con una función normativa (canon del Nuevo Testamento), para garan- que se ha aparecido a los profetas según el designio de su profecía y se-
gún la economía dispuesta por el Padre; por medio de Él ha sido crea-
tizar y mostrar lo que la define e identifica como Iglesia de Cristo; más
do el universo. Además, al fin de los tiempos, para recapitular todas las
aún, ha enmarcado el contenido de la Tradición en una estructura ecle-
cosas, se hizo hombre con los hombres, visible y tangible, para destruir
sial e histórica denominada sucesión apostólica, para protegerse de to- la muerte, para manifestar la vida y restablecer la comunión entre Dios
da tentación de interpretación gnóstica de la Verdad salvadora. Pues la y el hombre. Y como tercer articulo: El Espíritu santo por cuyo poder
regla de la verdad es el instrumento que permite discernir e interpretar los profetas han profetizado y los Padres han sido instruidos en lo que
la auténtica doctrina de Cristo y la genuina tradición apostólica. Una concierne a Dios, y los Justos han sido guiados por el camino de la jus-
regla que es, en el fondo, «la autoridad del contenido de la Tradición ticia, y que al fin de los tiempos ha sido difundido de un modo nuevo
apostólica en su forma de mediación eclesial»40 . En este sentido, no se sobre la humanidad, por toda la tierra, renovando al hombre para Dios
(Demostración de la fe apostólica, 6).
trata tanto de un contenido que se añade a la doctrina de la verdad, si-
no de textos claros de la Escritura que sirven de canon, de regla y de
2) Vicente de Lerins, consenso diacrónico y sincrónico
medida para la interpretación de otro tipo de textos discutidos que sir-
ven como base de concepciones erróneas. El segundo criterio teológico viene de la mano de Vicente de Le-
La regla de la fe es, en definitiva, el resumen libre del contenido rins43. Este monje de la primera mitad del siglo V, siguiendo el méto-
esencial de la predicación cristiana en todos los tiempos y lugares.
«Este canon o norma de la verdad es muy finne en sus rasgos funda- 41. A. M. Ritter, «De Polycarpe aClément: aux origines d' Alexandrie chre-
tienne», Alexandrina, 156.
mentales, pero es libre y cambiante en los detalles y sobre todo en su 42. Ireneo de Lyón, Demostración, 56, n. l.
43. Vicente de Lerins, Commonitorium pro catholicaefidei antiquitate et uni-
39. J. Ratzinger, Lexikonfür Theologie und Kirche. Das Zweite Vtitikanische versitate adversus profanas omnium haereticorum novitatis, en Corpus Christia-
Konzil 11, Frieburg 1968, 517: «Die Nachfolge ist die Gestalt der Überlieferung, norum LXIV Y. Congar, La Tradición y las tradiciones I, 75: «Buscando una re-
die Überlieferung ist der Gehalt der Nachfolge». Ireneo de Lyón es uno de los pa- gla segura para distinguir la verdad de fe católica de la falsedad de mentiras
dres que más ha insistido en la importancia de esta sucesión apostólica frente a la heréticas, Vicente de Lerins escribe y resume así perfectamente la posición clási-
teología gnóstica. La regla de la fe y la sucesión apostólica son dos principios her- ca: 'Defenderse con doble protección; primeramente la autoridad de la ley divina,
menéuticos que nos ayudan a discernir dónde se encuentra la Iglesia que custodia después la Tradición de la Iglesia católica. ¡,Cómo reconocer esa tradición?, se
y transmite la verdadera doctrina de Cristo y de los apóstoles. pregunta seguidamente. Por la universalidad, la antigüedad y la unanimidad: id te-
40. H. J. Pottmeyer, «Wegstationen der Kirteriologie der Überlieferung», 89. neamus quod ubique, quod semper, ab omnibus creditum est'».
160 El ejercicio de la teología La memoria: la Tradición 161

do inductivo, identifica los criterios que ha aplicado la Iglesia duran- samiento fundamental insiste en retornar a la enseñanza paulina de la
te los primeros siglos para discernir la doctrina verdadera de la falsa. sola (sin la colaboración del hombre) fe justificante o de la justifica-
No en vano, toda herejía o error tiene como base y fundamento la in- ción (liberación de la esclavitud del pecado) por la fe. Sólo resulta de-
terpretación inadecuada de una serie de textos biblicos. cisiva para la salvación esta enseñanza de la Biblia; no así el Papa, ni
Según Vicente de Lerins, si la cuestión que se discute afecta a la el magisterio, ni la Tradición. ,,
interpretación de determinados textos bíblicos, ésta no podrá ser re- El monje agustino tiene una clara conciencia de ruptura con el pa- ; ¡,
suelta únicamente desde la Biblia misma, precisándose para ello de un sado, especialmente con la teología que utiliza como instrumento
criterio interpretativo. De hecho, constata que Ireneo de Lyón se vio esencial la metafisica clásica aristotélico-tomista, donde la analogia
obligado a definir la «regula veritatis» o canon de la verdad como cri- entis establecía la necesaria mediación e imprescindible textura aglu-
terio de discernimiento en su lucha con el gnosticismo; y que Agustín tinadora para elaborar una teología sistemática y equilibrada. Frente a
de Hipona tuvo que aplicar este mismo método de interpretación de la esta teología escolástica o cristología metafisica Lutero propone una
Escritura desde regla de la fe en su lucha contra el arrianismo, el pe- vuelta a la Biblia sin mediaciones metaflsicas, una teología existencial
lagianismo y el donatismo. y kerigmática que sitúe en primer plano la relación entre la historia
Ambos ejemplos sirven a Vicente de Lerins para concluir que con- salutis y la concreta experiencia humana: «Lo que otros han aprendi-
tra Ja herejía donatista el criterio seguido fue el de la universalidad do en la teología escolástica, que lo juzguen ellos mismos ... Yo perdí
(quod ubique), contra el arrianismo fue la antigüedad (semper) y con- allí a Cristo y ahora lo he recuperado en san Pablo».
tra el nestorianismo, el consenso (ab omnibus). Universalidad, antigüe-
dad y consenso constituyen, pues, la tríada metodológica que se asien- 4) Los lugares teológicos de Melchor Cano
ta en la única Tradición. Pero la Edad Moderna no es sólo Lutero, también en ella se en-
cuentra una de las obras fundamentales de la historia de la teología ca-
3) Lutero, «Sola Scriptura» tólica que va a influir posteriormente de manera decisiva. Me refiero a
El gran reformador alemán ya percibió este problema que estarnos De /ocis theologicis (Salamanca 1563), de Melchor Cano". Frente a la
tratando. Su expresión sola Scriptura no era, en principio, una fórmu- angostura y estrechez luteranas, el teólogo dominico propone ensan-
la para oponerse a la Tradición, sino la expresión de la necesidad ur- char la perspectiva.
gente de volver al Evangelio frente a las innumerables tradiciones que El autor enumera diez Jugares teológicos que posibilitan la elabora- !111

lo escondían en su soberana y majestuosa sobriedad. ción de una rigurosa teología católica. Siete de ellos son calificados co- ,¡1,1,,
l 1;·
Lutero no fue él único. Pero tal vez como ningún otro, en el inicio mo lugares propios: la sagrada Escritura, las tradiciones orales de Cris- I''

de la Edad Moderna, dio voz a las ansias de reforma que existían con- to y los apóstoles, la Iglesia católica, los concilios, Ja Iglesia de Roma, ·11

,11

tra la corrupción de ciertas tradiciones eclesiales que impedían el ac- los padres de la Iglesia y, por último, los teólogos; y tres son denomi-
ceso al verdadero mensaje de Dios en la Tradición y la Escritura. nados impropios: la razón humana, la filosofía y la historia. De entre
Frente a la tradición eclesial y la mediación metafisica, Lutero pro- todos ellos, los dos primeros tienen una primacía especial.
'1,
pone la experiencia como fuente de inmediatez y base de la teología. La interpretación llevada a cabo por Max Seckler ha sido funda-
Ella es la que, en definitiva, hace verdaderamente teólogos44 • Su pen- mental para la comprensión de este primer e influyente trabajo de mé-
todo y criteriología teológica. Sus dos aportaciones más relevantes,
que corrigen la interpretación anterior de Albert Lang, son las siguien-
44. «Experientia, (quae sola] facit theologum», en M. Lutero, Lección sobre
Isaías (1527-1529), cap. lV, tomado de A. Batloog, Die Mysterien des Leben Jesu
bei Karl Rahner, Innsbruck 2001, 119. 45. Melchor Cano, De locis theologicis, edición de J. Belda Plans, Madrid 2006.

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162 El ejercicio de la teología La memoria: la Tradición 163
' 11
tes: en primer lugar, distinguir Ja sagrada Escritura y la Tradición como
lugares especiales dentro de los Jugares propios; y en segundo lugar,
mostrar cómo estos lugares hay que comprenderlos desde un punto de
2. Criterios. Los criterios de pertenencia a esta Tradición vincu-
lante que acabamos de ver son los siguientes: el consenso diacrónico o
li
la antigüedad, tal como fue aplicado en la controversia arriana; el con- ¡¡lil.,
vista pasivo, el lugar donde se encuentra objetivamente el contenido senso sincrónico o la universalidad, aplicado en la lucha contra el do- , ,M
' '

de la Tradición, y en un sentido activo, el ámbito en el que se participa natismo; la claridad formal con la que una verdad es declarada como ,,

activamente en la transmisión y tradición de la Iglesia46 . revelada o necesaria, a fin de que sea defendida, salvaguardada y ex- '
plicada como tal verdad revelada. 1

¡ 11
5) El concilio Vaticano 11 Junto a estos criterios de pertenencia a Ja verdadera Tradición de fe
de la Iglesia, hay que enumerar los criterios de interpretación que re- 1111
Hermann Pottmeyer, siguiendo las directrices del concilio Vaticano 1.:
II y acogiendo la historia anterior, ha establecido una serie de normas sultan útiles para descubrir el verdadero sentido, la importancia del 11

fundamentales y criterios diversos que enumerarnos a continuación. contenido y el significado presente de una tradición de fe. Entre dichos 11
!:(
l. Normas. La norma suprema de la fe cristiana y de la Tradición criterios destacan: la investigación histórica, que nos ayuda a compren- 1
es la Palabra de Dios. De ella derivan todas las demás, pues represen- der en qué condiciones temporales nace una formulación y qué es lo
1
ta a1 mismo Jesucristo hecho carne que permanece presente en el Es- que quiere decir exactamente; la trascendencia salvifica (DV 8.11 ); la
.'
píritu. Conviene insistir en que se trata de la norma normans non nor- jerarquía de verdades (UR 11), y los signos de los tiempos (GS 4.11). 'I'
rnata, no de una forma más de testimonio entre otras, pues esta Palabra 1

da testimonio de sí misma en la sagrada Escritura, en la doctrina, en la 5. Testigos y actores privilegiados de la Tradición


liturgia, en la vida de la Iglesia y en el corazón de cada creyente.
La norma primaria («norma normata primaria») de entre las ma- a) La Tradición en acto. La liturgia
nifestaciones de la Palabra de Dios es la sagrada Escritura. En ella re-
La Tradición tiene que ver con e1 contenido objetivo que se transmi-
side la Tradición constitutiva, razón por la cual constituye la norma, el
te a través de textos, ritos, teologías de los Padres, etc., pero sobre todo
criterio y la inspiración de la Iglesia posterior. Como bellamente ha
con el acto subjetivo de recepción y transmisión de la vida cristiana. La
expresado Louis Bouyer, la Escritura es el corazón de la Tradición.
Tradición no se reduce solamente a la transmisión de un contenido ob-
La norma subordinada corresponde a la Tradición vinculante de la
jetivo, sino que es el ámbito y espacio vital desde e] que se vive de for-
fe de la Iglesia. Si la Escritura es la Tradición constituyente, ésta cons-
ma actual y cada vez más plena la experiencia original y fundante.
tituye la Tradición interpretativa y explicativa. Más aún, la Tradición
Ahora bien, no podemos pensar ambas realidades en contradicción, J~'
está asegurada por la asistencia del Espiritu santo y la promesa de la
sino en profunda relación. El ámbito o contexto vital de la vida cristia- 11
presencia permanente de Cristo. Conviene destacar, además, el sentido
na necesita del criterio objetivo para discernir si ese «ámbito» y «espa- 1:1,
de la fe de los creyentes o infalibilidad in credendo (LG 12), y el ma-
cio» es realmente espiritual, es decir, está posibilitado y animado por el
gisterio en sus diversas formas o infalibilidad in docendo (LG 25)47 • ¡I
Espíritu de Cristo. De hecho, la Tradición es simultáneamente trans-
46. Cf. M. Seckler, Die ekklesio/ogische Bedeutung des Systems der /oci theo- misión de contenido de verdad y de principio de vida, por una parte, y
11
/ogici. Erkenntnisttheoretische Katholozitiit und struktura/e Weisheit, en W Baier transmisión de doctrina cristiana y comunicación profunda de realida- ,;'
(Hg.), Weisheit Gottes-Weisheit der Welt (FS J. Ratzinger), St. Ottilien 1987, 37-65. des y principios de vida, por otra. Dios no se comunica sólo por pala-
El autor ha vuelto sobre este tema desde la categoría de comunión en Die Commu-
nio-Ekklesiologie, die theologische Methode und die loci-theo/ogici-Lehre Mel- bras e ideas, sino por realidades48 • En este sentido, el acto más impor-
chior Canos: Theologische Quartalschrift 187 (2007) 1-20. tante de la vida de Ja Iglesia que tiene que ver con la Tradición es la
47. Cf. G. Philips, La Chiesa e il suo mistero. Storia, testo e commento della
«Lumen gentium», Milano 1975, 153s y 280s. 48. Y. Congar, La Tradición y las tradiciones 1, 54.
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164 El ejercicio de la teología La memoria: la Tradición 165 1

,,111
liturgia, pues en ella se actualiza el acontecimiento salvador de Cristo, otros diez propuestos por Melchor Cano, pues ella no es más que la
se manifiesta y confiesa públicamente la fe de la Iglesia y se convoca expresión orante y celebrativa de lo que la Iglesia cree y es 50 • Según
11
il
al mundo y a la creación hacia su plenitud consumada en el Reino, que Yves Congar, «la liturgia es la expresión de la Iglesia en acto de vivir,
gracias al Espíritu se está anticipando ya en ella. en alabanza a Dios y en realización de una comunión santa con Él»51 •
Desde el punto de vista cronológico no podemos obviar que los Más que lugar teológico es la expresión dramática de la Iglesia como
textos más antiguos del Nuevo Testamento son las confesiones de fe y lugar teológico radical.
los himnos que la comunidad cristiana usaba en la liturgia. Dichos En este sentido, si el objeto de la ciencia litúrgica es la fe celebra-
himnos fueron posteriormente asumidos y reelaborados desde sus res- da, existe entonces tina radical coincidencia con el objeto propio de la
pectivas teologías por el apóstol Pablo y el evangelista Juan, para con teología, es decir, la fe. Pues resulta secundaria, en este caso, la espe-
ellos expresar su peculiar comprensión del misterio de Dios o de Cris- cificidad propia de la liturgia, a saber, la fe dentro de la celebración".
to. Hasta tal punto han sido importantes en la formación del Nuevo Y puesto que, en puridad, la liturgia no es un nuevo lugar teológico
Testamento que se ha llegado a calificar a esta colección de escritos donde recabar argumentos a favor o en contra (especie de arsenal dog-
como un evangelio en himno. mático), ni tampoco aquel lugar desde donde realizar inmediatamente
Más aún, la liturgia ha sido la matriz y el lugar de nacimiento del el quehacer teológico, es necesario concluir que se trata, más bien, del
Nuevo Testamento, su lugar natal y para el que nacieron. De hecho, es «lugar privilegiado de la Tradición; y no sólo en su aspecto de con-
el contexto vital en el cual hay que interpretarlos y comprenderlos. servación, sino también en su aspecto de progreso»53 •
Por otra parte, la explicación e interpretación de este aconteci-
miento testimoniado en la Escritura que es la teología, tiene un origen b) La Tradición en figura. Los padres de la Iglesia
y una fuente permanente en el culto y la adoración. El quehacer teo-
Unos de los lugares teológicos más comunes para hablar de la Tra-
lógico resulta imposible sin una relación viva, teologal y comunitaria
dición ha sido denominado genéricamente «los padres de la Iglesia» o,
con el Dios que se nos ha manifestado. Por ello, su contexto vital es la
según la teología medieval, el «consensus Patrum». En él no sólo pue-
liturgia.
de rastrearse el contenido concreto para el desarrollo de la teología, si-
Durante mucho tiempo esta verdad ha sido vivida en la teología
no el ejemplo y el modelo para elaborar una verdadera teología.
sin necesidad de formularla explícitamente ni de justificarla racional-
Pero ¿quiénes son los padres de la Iglesia? ¿Por qué los llamamos
mente. Sin embargo, una vez que ha entrado en crisis, la teología se ha
«padres»? ¿Podemos incluir a otros? ¿Qué aportan a la teología y a la
visto en la necesidad de justificar la liturgia como fuente de su pensar
vida de la Iglesia en la actualidad? Según Vicente de Lerins, el título
teológico. Según esta lógica, Walter Kasper señala que la perspectiva
«padre de la Tglesia» corresponde al que enseña en la unidad de la fe
vital de la teología es triple, como triple es su misión en medio del
y la comunión eclesial (doctrina), y es considerado maestro probado
mundo: profética, sacerdotal y real. Desde ahí que la propia teología
(vida). Por su parte, Melchor Cano especifica que para ser digno de
pueda ser comprendida como reflexión sobre la predicación de la fe
recibir tal título se requiere ortodoxia de doctrina, antigüedad, santi-
(apología), meditación sobre la fe celebrada (mistagogía) y servicio
dad de vida y aprobación de la Iglesia, especialmente de la Iglesia ro-
pastoral de la Iglesia al mundo de hoy (diakonia)49 •
Con todo, tiene razón Max Seckler al afirmar que no seria necesa- 50. M. Seckler, Die ekkiesiologische Bedeutung des Systems der loci theolo-
rio considerar la liturgia como un nuevo lugar teológico junto a los gici. Erkenntnisttheoretische Katholozitii.t und strukturale Weisheit, 44, nota 11.
51. Y. Congar, La Tradition et les traditions !l. Essai théologique, Paris 1963, 184.
52. Cf. A. Saberschinsky, Der gefeierte Glauhe. Einfiihrung in die Liturgie-
49. W. Kasper, Das Theorie-Praxis-Problem in der Theologie, en W. Kern-H. J. wissenschaft, Freiburg 2006, 13-27.
Pottmeyer-M. Seckler (hrsg.), Handhuch der Fundamentaltheologie Iv, 186-188. 53. Y. Congar, La Tradition et les traditions 11, 186.
,.

166 El ejercicio de la teología La memoria: la Tradición 167


11

mana. Como ha señalado Antonio Orbe, gran conocedor de lreneo de la interpretación eclesial y la fijación dogmática. De hecho, el proble-
1
1111

Lyón y de la primera teología cristiana, ellos son testigos cualificados ma de la teología trinitaria de los primeros siglos de la Iglesia se ca- ¡~
1

de la Tradición apostólica en lo que se refiere a la transmisión e inter- racteriza por ser un problema de interpretación y comprensión (her- '¡'
1

pretación auténtica de las verdades reveladas en las Escrituras54 • menéutica) correcta de estos datos y de la experiencia fundamental. 111
Esta definición de los padres de la Iglesia, basada en los criterios La gran Iglesia no tiene ninguna voluntad de innovar; al contrario, de-
1

que se acaban de mencionar, ha sido criticada por historiadores y pa- sea interpretar correctamente lo recibido, para entregarlo a la siguien-
1 11
trólogos, pues se introduce una realidad extraña y ajena a la historia te generación con fidelidad (cf. 1 Cor 11, 23)57 •
en nombre del magisterio y la ortodoxia. Desde un punto de vista pu- Con vistas a favorecer esta correcta interpretación, se establece
ramente histórico, tales criticas no están exentas de lógica; sin embar- entre los primeros Padres el requisito de adecuar toda afirmación teó-
go, desde un punto de vista teológico, también resulta razonable ad- rica o práctica a un canon o medida denominado regla de la verdad o
mitir el valor de una referencia dogmática y moral5 5 • Con todo, en regla de la fe; pero también de armonizar toda afirmación con el cuer-
ambos grupos existe un amplio consenso a la hora de determinar el fi- po de la verdad (lreneo, Tertuliano, Orígenes). Con el transcurso del :¡,¡
nal de la época patrística: la muerte de Gregorio Magno (604) y Isi- tiempo serán los concilios (Nicea) los encargados de sancionar la in-
¡,
doro de Sevilla (636) marca su término en Occidente, y el deceso de terpretación autorizada (exousía) y de rechazar el resto.
,,
Juan Damasceno (749) lo señala en Oriente". 3. La renovación teológica posterior a los Padres tiene que remi- ¡,
Pero ¿por qué este tiempo tiene una especial relevancia para la teo- tirse a la época fundadora de la revelación divina y del testimonio ¡:I
logía y para cada creyente cristiano en particular? Varias son las razo- apostólico, así como a la de la interpretación eclesial y fijación dog-
nes que explican dicha significatividad: mática. Y ello no para absolutizar el lenguaje, que por naturaleza es
1. La teología de los Padres representa, propiamente hablando, la hijo del tiempo, sino para acoger su impulso creador y evitar los erro-
primera teología. La Escritura narra y da testimonio de un aconteci- res del pasado. La patristica no es la repetición mimética de la etapa
miento de revelación que ofrece salvación para el mundo; sin embar- fundacional del cristianismo (sagrada Escritura), sino la comprensión,
go, son los Padres, en diálogo con la cultura y espoleados por las res- la profundización y la afirmación del sentido recto y verdadero de los
puestas erróneas (herejías), los que piensan a fondo (mistagogia) y datos de la revelación en diferentes momentos históricos y contextos
exponen en diálogo (apología) la lógica de la fe (teología). La teolo- culturales. En este sentido, se trata de un ejemplo paradigmático de lo
gía patrística, junto con las definiciones y credos conciliares, ha for- que hoy denominarnos inculturación: fidelidad al Evangelio anun-
jado mayoritariamente el lenguaje teológico futuro. ciándolo en una cultura nueva y utilizando nuevas categorías; no para
2. Los Padres, por su proximidad al testimonio apostólico y reve- traicionarlo, sino para que siga siendo palabra de verdad y buena no-
lado y por su tarea de transmisión en la sociedad greco latina, se han ticia de salvación en el nuevo contexto. ,,
convertido para la Iglesia en un modelo de actividad evangelizadora y 4. La reflexión de los Padres se enraíza en la historia concreta de ,.1!
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de quehacer teológico. Si el Nuevo Testamento constituye la época la salvación, ya sea por su amplitud y extensión de miras (pedagogía
fundadora porque en ella se sitúa la revelación divina y el testimonio
1

y recapitulación), ya sea por su concentración en la plenitud de los :111


apostólico, el tiempo de los Padres puede ser también calificado, en tiempos (encamación y misterio pascual). Esta historia salvífica es el
cierta medida, de época fundadora derivada, pues se ha llevado a cabo verdadero soporte de la reflexión patrística; más aún, la teología de
los Padres sigue siendo una escuela permanente para la reflexión ac-
54. A. Orbe, El estudio de los Padres en la formación actual, en R. Latoure-
lle (ed.), Vilticano Il. Balance y perspectivas, Salamanca 1990, 1037.
55. Cf. Y. Congar, La Tradition et les traditions 11, 192. 57. «Los Padres no pretendieron más que explicar el contenido de la Escritu-
56. Cf. Id., La Tradición y las tradiciones 1, 155. ra» (;bid., 171 ).
168 El ejercicio de la teología La memoria: la Tradición 169

mal. Dos son las razones que corroboran tal afirmación: primera, por- de ahí atrevemos a proponer una ontología trinitaria y una metafisica
que su metafísica de la salvación o su ontología trinitaria nace de la de la salvación.
necesidad de salvar el dato bíblico y la experiencia personal y comu- Como resultado de estas preguntas, se manifiesta ante nuestros
nitaria de la salvación; segunda, porque su diálogo fecundo con la cul- ojos una teología actual en cierto modo aprisionada en viejos esque-
tura nace de la convicción de la novedad radical aportada por Cristo mas que nos resultan cómodos para entender nuestra historia teológi-
en su venida al mundo, novedad que el cristianismo tiene que extender ca, pero que son irrelevantes para nuestra vida actual. Además, da la
y comunicar.
impresión de estar seducida por modas pasajeras, cuya validez es la de
5. La época de los Padres resulta relevante para la Iglesia de cual- la propia moda, pero que desprecia como caduca aquella otra teología
quier tiempo por la conjunción única que se ha dado entre teología y perenne.
santidad, y entre teología y vida.
Es claro que no podemos repetir sin más la teología de los Padres,
En este sentido, tres son las características fundamentales de su pero sí debemos recoger su estilo, forma e impulso original. En este
teología que deben ser consideradas. En primer lugar, su pastoralidad. sentido hay que dar la razón a George Florovsky cuando enfrentándo-
Los teólogos son antes de nada pastores, es decir, su teología está al se a una idea extendida en la teología latina y en su propia tradición
servicio de la edificación de la Iglesia de Dios. En segundo lugar, su teológica de que la Iglesia ortodoxa es sólo una Iglesia de los Padres
sacramentalidad. Pues su teología es comunicación, ilustración y de- y de los siete primeros concilios ecuménicos, «reivindica para la Igle-
fensa del misterio cristiano. Un misterio que no es entendido tanto co- sia y para la labor teológica que se realiza en ella, una plena continui-
mo objeto de estudio, sino como realidad desde la que se vive, se ce- dad de espíritu y de gracia, de genio y de autoridad espiritual, con los
lebra y se ora; es decir, el lugar vital desde el que se trabaja. En tercer primeros siglos de su vida»59 •
lugar, su integralidad. El resultado objetivo de la teología de los Pa-
dres responde a las condiciones subjetivas de su trabajo.; sin embargo,
todos buscan la unidad de la fe y de la realidad cristiana, contemplan- Conclusión
do siempre la teología y la fe como un todo (analogía de la fe). Su teo-
La Tradición es la memoria de la teología porque ella es la memo-
logía no está dispersa en tratados particulares, sino que se preocupa de
ria de la Iglesia. Tradición es un acontecimiento personal donde se ac-
mostrar e ilustrar el movimiento esencial de la revelación y de la eco·
tualiza la verdad del ser y del origen de la Iglesia, así como el futuro
nomía de la salvación (Ef I, 3-14)58 .
de su destino y de su misión. La transmisión de la fe es un acto esen-
Una vez esbozadas estas cinco grandes razones que ponen de ma·
cial de la Iglesia, pues esta transmisión consiste en el principio teoló-
nifiesto la enorme significación de la teología de los Padres, podemos
gico de ]a Tradición. La Iglesia misma es Tradición viviente. En este
dirigir nuestra mirada, como contraste, a la teología actual. Al con-
sentido, la transmisión de la fe tiene que ver con lo que la Iglesia ya es
templarla en sus luces y sus sombras, podemos preguntarnos si real-
por gracia y con lo que ella está llamada a ser por vocación.
mente ella muestra esa misma pasión por el diálogo con la cultura mo-
Y aunque en este capítulo hemos puesto de relieve la importancia ¡11
derna y antigua desde la convicción de que Cristo tiene la capacidad
de la liturgia y de los Padres como acto y figura de la Tradición, nun-
de penetrar hasta el último rincón del mundo y otorgar una novedad
ca ha sido en exclusividad, sino como ejemplaridad. Ambas realidades
única para la vida humana. O si tiene ese arraigo en la historia de la
nos muestran que la Tradición es gracia para ser acogida y celebra-
salvación tal como demostraron los padres de la Iglesia (la teología
da, así como tarea para ser entregada y transmitida. La liturgia es la
como economía, es decir, como obediencia a la revelación), para des-

59. !bid., 198. Cita a G. Florovsky, Grégoire Fa/amas et la patristique: Istina


58. Id., La Tradition et les traditions II, 203-206. 8 (1961-1962) 114-125.
170 El ejercicio de la teología

obra de Dios (opus Dei, según la tradición benedictina), donde Él se 7


nos da en Palabra y Sacramento, y muestra la prioridad esencial y pas-
toral de su amor y gracia sobre nuestras acciones. Los Padres consti- EL MARCO DE LA TEOLOGÍA:
tuyen la mejor expresión de la Tradición como tarea de la transmisión EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA
de la fe y del Evangelio en una cultura nueva, acogiendo sin ninguna
reserva y en toda su verdad la novedad de Cristo para presentarla co- ¡¡,
mo plenitud de la vida humana en una sociedad diferente al lugar don- 1,

de nació el cristianismo.
En su última radicalidad, transmitir es entregar. Una entrega que En la Iglesia del Dios viviente, la cual sostiene y
nace de la acogida y recepción de la entrega del Hijo que posibilita el defiende la verdad (1Tim3, 15).
Espíritu, y que se prolonga y actualiza en la historia mediante la entre-
ga en favor de los hombres. La transmisión de la fe tiene que ser rea-
Introducción
lizada a través de mediaciones de gracia, mediaciones institucionales
y, por ende, históricas y paradójicas, sin dejarse agarrotar por el mie- La palabra de Dios entregada en la sagrada Escritura y transmitida
do a que no sean puro Evangelio. Los odres, por más nuevos que sean, ininterrumpidamente en la Tradición es la guía interior de la reflexión
nunca pueden confundirse con el vino. Lo importante es que conten- teológica. Por su parte, el magisterio de la Iglesia determina los hitos
gan el vino nuevo. En este sentido, hemos de ser conscientes de que del carnino 1• Si la teología es un itinerario de búsqueda radical de la
la transmisión de la fe exige y necesita, en última instancia, la entre- verdad y una profundización cada vez mayor en la fe recibida y con-
ga de la vida. Sólo desde aquí nuestra transmisión puede ser eficaz en fesada, el magisterio es el límite necesario, el marco que circunscribe
el mundo de hoy. y la guía que nos asegura que estamos en el contenido auténtico reve-
Concluyamos haciendo memoria de las palabras de Jesús en el lado en la Escritura y en comunión efectiva y real con la Tradición vi-
evangelio de Juan, a punto de afrontar su hora definitiva ante la in- va de la Iglesia, tanto en su dimensión diacrónica como sincrónica. '.'I'
'11

!11
comprensión de los discípulos: «Si el grano de trigo no cae en tierra Esta manera de describir el magisterio en su relación con el que-
y muere, queda infecundo» (Jn 12, 36). Y si esto fue verdad para el hacer teológico significa ante todo dos cosas:
Maestro y el Señor, lo ha de ser también para sus discípulos. a) Desde un punto de vista negativo, se pone de relieve que el ma-
gisterio no es la totalidad de la doctrina cristiana y menos aún la reali-
dad que representa a través de sus imágenes y conceptos. No podemos
identificar magisterio y vida cristiana, ni tampoco magisterio y teolo-
gía, pues la teología no es una simple explicación y justificación de las
afirmaciones del magisterio. Tal como señala la constitución dogmáti-
ca Dei Vérbum, el oficio del magisterio consiste en interpretar autén-
ticamente (es decir, con la autoridad transmitida por Cristo a los após-
toles), la palabra de Dios escrita en la sagrada Escritura o transmitida
en la Tradición (DV 1O). Para ello se pone bajo esta Palabra, a la que

1. Cf. J. Ratzinger, Lexikon fiir Theologie und Kirche V, 448. El autor utiliza l'l
la expresión Leitfaden para referirse a la Escritura y a la Tradición; Grenzstein pa- 1:"'
ra referirse al magisterio en su relación con la teología. :1
11'
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172 El ejercicio de la teología El marco: el magisterio eclesial 173

sirve, con el fin de escucharla religiosamente, guardada con exactitud tes de la Iglesia es preciso contemplarlas desde los dos principios fun-
y exponerla con fidelidad. No es la única palabra, pero es la última. damentales sobre los que se asienta la misma Iglesia: Cristo, revela-
b) En un sentido positivo, el magisterio no es un simple límite for- ción escatológica de Dios en la historia humana, y el Espíritu, don del
mal de la teología y de la vida cristiana, sino la ratificación del con- Padre por medio del Hijo que asegura la asistencia y permanencia de
tenido real de ambas. Aunque no se puede identificar con ellas, tam- Cristo en esa realidad fundada por Él.
poco resulta posible reducirlo a un puro límite formal y externo. Al
contrario, el magisterio se relaciona de manera interna y connatural a) Perspectiva cristológico-escatológica
con el objeto al que intenta servir, guardándolo con exactitud y trans-
Cristo es la revelación escatológica del Padre en la historia de los
mitiéndolo con fidelidad, y con los fieles a los que quiere auxiliar en
hombres. Y al decir escatológica queremos decir que Cristo es la re-
un determinado momento histórico. Sin duda es un límite, pero no pa-
velación de Dios acontecida en la historia de forma irrepetible y defi-
ra impedir, sino para ofrecer una determinada posibilidad.
nitiva. Los hombres ya no estamos a la espera de otra nueva revela-
Para acercamos a la realidad eclesial y teológica del magisterio se-
ción que venga a completar o a perfeccionar la acontecida en Cristo.
guiremos tres pasos. En primer lugar, nos preguntaremos por su natu-
Él es el mediador y la plenitud de la revelación de Dios (DV 2-4), la
raleza desde una doble perspectiva: cristológico-escatológica y pneu-
presencia absoluta y victoriosa de Dios en el mundo, la Palabra de
mático-eclesiológica; en segundo lugar, abordaremos la forma de su
ejercicio en la Iglesia; por último, reflexionaremos sobre su necesaria Dios definitiva y encarnada en la historia. Si queremos tomar en se-
hermenéutica e interpretación. rio esta definitividad e historicidad de la revelación de Dios, tenemos
que pensar en una realidad histórica que exprese, represente y actua-
lice, de alguna manera, esa definitividad de la palabra de Dios.
1. Naturaleza del magisterio La Iglesia, fundada por Cristo y existiendo en él, es la presencia sa-
cramental de esta palabra definitiva e irreversible en la historia, tanto
El magisterio tiene que ver con el acto de enseñar. En un sentido
en el orden de la gracia (sacramentos) como en el de la verdad (doctri-
amplio, se refiere a la gracia que Cristo otorga al pueblo de Dios en su
na). La palabra victoriosa y definitiva que Dios ha pronunciado en la
conjunto y que se ejerce de diversas formas; en un sentido restringido,
vida e historia de los hombres es prolongada sacramentalmente por
como sucede en la actualidad, alude al ejercicio específico de enseñar
la Iglesia, mediante la realización de su ser en la celebración sacra-
con autoridad reservado por voluntad divina a los obispos, sucesores de
mental y en el ejercicio de su misión evangelizadora (obras y palabras).
los apóstoles, en comunión con el obispo de Roma, sucesor de Pedro. ' "I
La autoridad doctrinal de la Iglesia se asienta firme y sólidamente
«Se llama magisterio eclesiástico a la tarea de enseñar, que pertenece
en este fundamento cristológico4 • «Jesucristo es el hecho que revela
en propiedad, por institución de Cristo, al colegio episcopal o a cada
que la comunicación de Dios está dada en el mundo como la verdad
uno de los obispos en comunión jerárquica con el sumo Pontífice» 2 •
del amor definitivo en este mundo, que la verdad amorosa de Dios y el
Sin embargo, antes de afrontar directamente la naturaleza y el
ejercicio del magisterio en sí mismo3, conviene buscar el fundamento
si 2 1993 (1983); Id.. Magisterio, en Diccionario de teología fundamental, Madrid
último de su existencia en la Iglesia. Todas las realidades constituyen- 1993, 841-849; Id., Creative fidelity. Weighing and lnterpreting Documents of the
Magisterium, Oregon 2003 (1996); S. Pié-Ninot, La teologíafundamental, Sala-
2. Comisión teológica internacional, Magisterio y teología (1975), tesis I, en manca 2001, 608-622; Id., Eclesiología. La sacramentalidad de la comunidad
C. Pozo (ed.), Documentos 1969-1996, 128. cristiana, Salamanca 2007, 499-509.
3. Cf. F. Ardusso, Magisterio eclesial. El servicio de la Palabra, Madrid 1997; 4. Cf. K. Ralmer, «El magisterio de la lglesia», en Curso fandamental sobre la
R. R. Gaillardetz, Teaching with Authority. A Theology oj"the Magisten"um in the fe. Introducción al concepta de cristianismo, Barcelona 5 1998, 436-438. También
Church, Minnesota 1997; F. A. Sullivan, JI magistero nella Chiesa Catolica, Assi- Id., Magisterio eclesiástico, en Sacramentum mundi IV, Barcelona 1971, 381-398.
174 El ejercicio de la teología El marco: el magisterio eclesial 175

verdadero amor no sólo se ofrecen al hombre y a su historia sino que 2. El ejercicio del magisterio
vencen también realmente en esta historia, y no pueden ser eliminados
ya por el «no» del hombre» 5 • El magisterio en su último sentido es la a) Dentro del triple ministerio y servicio, sin absolutizarlo
expresión de la victoria del amor y de la verdad de Dios en el mundo. " La Iglesia, como pueblo y familia de Dios en el mundo, desarro-
lla una triple actividad: anuncia la Palabra desde su ser y misión pro-
b) Perspectiva pneumático-eclesiológica fética (kerygma-martyria); celebra la liturgia desde su ser y misión sa- 1

cerdotal (leiturgia); y sirve a la caridad desde su ser y misión real


La Iglesia es prolongación sacramental de la palabra victoriosa de I!
(dialwnia). Por tanto, esta actividad integral no alude a una simple ac-
Dios en Cristo, pero la relación que se da entre ambos no puede enten-
ción externa a su ser, si no que expresa su naturaleza íntima7 • Más
derse en términos de identidad. La autoridad doctrinal de la Iglesia no
aún, el ejercicio de la triple misión de la Iglesia desentraña su natura-
se encuentra en el mismo nivel que la autoridad de Cristo, ni suplanta
leza íntima, la vincula al ser y a la misión de Cristo.
el lugar preeminente y central de la palabra de Dios. El magisterio es
La categoria teológica utilizada para expresar dicha relación es la
sencillamente su intérprete autorizado (DV 1O). La promesa hecha por
de representación. Este concepto remite al término griego apóstol y al
Cristo a su Iglesia en la persona de Pedro de que el poder del Hades no
hebreo schaliach. Cristo es el enviado de Dios para hacer presente en
la derrocará (Mt 16, 18), tiene su correlato en la estructura histórica y
medio de los hombres el reino del Padre. Además, con el fin de llevar
encarnada de la Iglesia como columna y fundamento de la verdad (1
adelante esta misión, Cristo reúne en torno a sí un grupo de doce
Tim 1, 13). No se trata, pues, de un poder y una autoridad de la Iglesia
apóstoles para estar con él y para enviarlos a predicar, pero también
separados de la obediencia a Cristo, sino expresión de la permanencia
para que sean sus representantes en medio del mundo. La representa-
de Cristo en la Iglesia por medio del Espititu, que la guía, conduce y
ción no es sustitución, sino una forma de hacerse presente en el en-
asiste hasta alcanzar la verdad completa (Jn 16, 12-13).
viado aquel que le envía. «Enviar (con el trasfondo de schaliach) sig-
El ejercicio de la autoridad en la Iglesia es un acto de obediencia,
nifica enviar con poder. El enviado es un encargado autorizado para
es decir, de escucha fiel de la Palabra de Dios; más aún, la Iglesia
representar [ ... ] La misión es una misión para la inmediatez de quien
ejerce verdaderamente su autoridad cuando posibilita la presencia de
envía. El enviado, por tanto, es un representante. Más que representar
la autoridad salvífica de Cristo en ella. Por esta razón, el magisterio
al que le envía, el que le envía se hace presente en el enviado»8 .
no puede situarse nunca por encima de la palabra de Dios, sino a sus
La actividad kerygmática de Jesús fue realizada a través del anun- li
pies, como servidor e intérprete autorizado que actualiza su sentido a 11
cio del Evangelio y de la enseñanza de una doctrina nueva (Me l, 27),
lo largo de la historia. Así, «el magisterio no está por encima de lapa- 'I
corroborada finalmente por el bello testimonio de su vida (1 Tim 6,
labra de Dios, sino a su servicio, para enseñar puramente lo transmiti- 13). Esta actividad es confiada a los apóstoles, quienes en nombre y
li
1
do, pues [ ... ] lo escucha devotamente, lo conserva celosamente y lo
con la autoridad de Cristo, predican su mensaje y enseñan su doctrina.
expone fielmente, y todo lo que propone para ser creído como revela-
Con Pablo de Tarso se plantea una cuestión central que va a ser de-
do por Dios lo saca de este único depósito de la fe» (DV 1O). cisiva para la historia del cristianismo, la de saber cuál es la fuente
En definitiva, no sólo la teología, sino el propio magisterio, han de originaria de donde procede y en donde se asienta la legitimidad del
esforzarse en mostrar la relación que existe entre sus afirmaciones apostolado; y la de conocer el modo cierto y seguro desde donde es
dogmáticas y el testimonio de la Escritura y la Tradición'.
7. Cf. Benedicto XVI, Dios es amor, 25.
5. Td., Curso fundamental sobre la/e, 438. 8. Cf. M. Legido López, Conformar la vida con el misterio de la cruz del Se-
6. Cf. B. Sesboüé, El magisterio a examen. Autoridad, verdad y libertad en la ñor, en Simposio sobre la espin·tualidad del sacerdote diocesano secular (Madrid
Iglesia, Bilbao 2004. 30.10-2.11.1986), Madrid 1987, 101-191; aquí 113.
176 El ejercicio de la teología El marco: el magisterio eclesial 177

posible llevar a cabo la verificación de la autenticidad de la doctrina ministerio que compete a todo el pueblo de Dios (LG 12). En este sen-
enseñada. La respuesta parece sencilla: La legitimidad apostólica y la tido amplio podemos hablar del magisterio de los testigos y de los
autenticidad doctrinal dependen de su vinculación al origen divino de mártires, de los doctores y de los maestros, de los santos y de los mís-
su apostolado (Gal 1-2) y a la fidelidad en la transmisión de lo reci- ticos, de Jos fieles y de los creyentes.
bido con anterioridad (1Cor11, 23ss; 15, 3ss). No obstante, hay que afirmar que el magisterio entendido en un
A esta cuestión sigue otra no menos importante, la de saber cómo sentido moderno es, a su vez, un carisma otorgado de forma específi- 'i!"!'
es posible conectar con el origen normativo de Cristo (perspectiva teo- ca a los sucesores de los apóstoles 10 • Estos no poseen la única palabra ¡I'
lógica y vertical) y la de tener certeza de que se permanece en la co- en la Iglesia, pero sí la última cuando se produce un conflicto en su in- 11

munión apostólica (perspectiva eclesiológica y horizontal). ¿Depende


exclusivamente de la conciencia subjetiva o de la santidad personal?
¿Hay algún tipo de instancia o mediación externa y objetiva que ga-
rantice esa relación con el origen? También aquí la respuesta es clara:
terpretación. El ejercicio y el ministerio de esta palabra autorizada y
auténtica en la interpretación de la Escritura y de la verdadera Tradi-
ción de la Iglesia, tiene sus exigencias y es realizado en diversos gra-
l
¡¡,
dosn La recepción por parte de los fieles, el grado de adhesión re-
La regla de la fe como contenido fundamental de la tradición y la su-
cesión apostólica como forma visible de ella.
querido y la posible critica a su contenido y expresión, depende del ¡t
grado que ocupe respecto a su naturaleza. ,,1.
En este contexto hay que situar la función magisterial. Una activi- A partir de la carta apostólica de Juan Pablo 11, Ad Tuendam fidem
dad que pertenece a la Iglesia en su totalidad, pues a través del senti- (1998), se habla en la actualidad de tres tipos fundamentales de ma-
do de la fe de los fieles está garantizada la permanencia de la Iglesia gisterio. El corazón y centro de la profesión de la fe de un cristiano se
en la verdad (LG 12), y también a algunos miembros de la Iglesia de halla en el símbolo, confesado semanalmente en la asamblea litúrgica
una forma específica (obispos), como sucesores de los apóstoles (LG convocada para celebrar la eucaristía. Junto a esta forma fundamental
25). Esta permanencia de la Iglesia en la verdad es un carisma que hay de expresión y confesión de la fe, Ad Tuendam fidem añade tres apar-
que entender en su sentido global (indefectibilidad); sin embargo, tados donde se explicitan y exponen las verdades de la fe católica que
tampoco puede excluirse que, en determinados momentos y bajo cir- la Iglesia, en los siglos sucesivos y bajo la guía del Espíritu santo, ha
cunstancias específicas, sea un carisma dado y ejercido para decisio- indagado o debe aún estudiar con mayor profundidad.
nes histórico-concretas (infalibilidad)'. En un primer bloque se sitúan las dos formas fundamentales del
Así, sin la posibilidad de afirmar que la Iglesia es infalible en de- llamado magisterio infalible:
cisiones y cuestiones concretas en un determinado momento histórico
-El magisterio solemne o extraordinario, que sanciona una doctrina a
y bajo un lenguaje determinado, la afirmación de una general y abs-
través de un pronunciamiento «ex cathedra» o mediante la celebración
tracta permanencia en la verdad queda minada en su raíz, llegándose de un concilio ecuménico. Esta forma del magisterio requiere un asen-
incluso a manifestar finalmente como algo carente de sentido. timiento de fe teologal y está referido a las verdades contenidas en la
revelación en materia de fe y costumbres.
b) Un servicio de toda la Iglesia, sin diluir su función especifica
1O. Cf. Y. Congar, Pour une histoire sémantique du terme «Magisterium»: Re-
El ejercicio del ministerio de la palabra en su doble dimensión de vue des Sciences philosophiques et théologiques 60 (1976) 94: «La expresión el ma-
permanencia y fidelidad en la Verdad recibida, por un lado, y en la ex- gisterio en su acepción actual fue introducida por la teología del siglo XVIII, pero
sobre todo por los canonistas alemanes de comienzos del siglo XIX». Todavía este
tensión y comunicación del Evangelio en el mundo, por otro. es un
estudio de Y. Congar sobre la historia del ténnino «rnagisterio» sigue siendo funda-
mental. En plena sintonía con este artículo, cf. B. Sesboüé, «La noción de magiste~
9. Cf. K. Rahner (ed.), ¿Infalibilidad en la Iglesia? Respuesta a Hans Küng, rio en la historia de la Iglesia y de la teología», en El magisterio a examen, 17-67.
Madrid 1971. 11. Cf. Congregación para la Doctrina de la fe, Donum veritatis, 23-24.
!I'
178 El ejercicio de Ja teología El marco: el magisterio eclesial 179
lil1
-El magisterio ordinario universal, que corresponde a los obispos, ya po es posible distinguir entre el núcleo central y los elementos añadidos
sea reunidos en Concilio o dispersos por todo el orbe, pero en comu- y contingentes que pueden ser reformados a partir de una comprensión
nión con el colegio episcopal, donde el obispo de Roma es su cabeza. más profunda de la verdad de fe y de la revelación. Para este tipo de ma-
Este magisterio se refiere al mismo contenido que el anterior y requie- gisterio que no es irreformable, se pide un obsequio leal.
re la misma forma de asentimiento, expresada en el concilio Vaticano
II con la expresión paulina obediencia de la fe. En realidad, y por lo
que se refiere al contenido definido, no difiere en nada respecto alma- 3. La interpretación del magisterio
gisterio extraordinario; tan sólo es distinta la forma solemne de su ex-
presión. Por otra parte, y como ya hemos dicho, en ambas expresiones Toda palabra necesita una recepción y una interpretación para lle-
del magisterio se trata de magisterio infalible 12 _ gar al sentido que nos quiere transmitir. Si esta verdad elemental la
hemos aplicado a la palabra de Dios en la sagrada Escritura, con ma-
En un segundo bloque se encuentra el magisterio definitivo: yor razón hemos de aplicarla a la palabra que el magisterio ofrece a la
-Este magisterio propone la doctrina de modo definitivo en verdades teología y a la vida de la Iglesia. No obstante, conviene aquilatar esta
de fe que, aunque no pertenecen directamente a la revelación, están es- afirmación, pues en algunos casos se invoca la recepción y herme-
trecha e íntimamente unidas a ella, ya sea por conexión histórica o co- néutica del magisterio para sobrepasar el sentido en el que el propio
nexión lógica. Estas afirmaciones del magisterio han de ser recibidas y magisterio ha querido intervenir.
aceptadas de forma firme 13 • El magisterio es, por naturaleza, una palabra interpretativa de la
Tradición y de la Escritura que nos garantiza el correcto sentido de
En un tercer bloque, por último, se halla el magisterio no infalible: ambas en continuidad con la fe apostólica. Por tratarse de una inter-
-Este magisterio propone una doctrina para servir de ayuda a la inteli- pretación autorizada que se lleva a cabo en un contexto histórico de-
gencia más profunda de la revelación y para explicitar su contenido, ya terminado, tiene que buscar la ampliación y el ensanchamiento de su
sea con el fin de reclamar la conformidad de una doctrina con la _ver- sentido con vistas a profundizar en él, situarlo y comprenderlo mejor,
dad de fe, ya sea para poner en guardia contra concepciones incompa- mas nunca para ir en su contra. Una hermenéutica que actúe contra el
tibles con esta verdad de fe. A estas afirmaciones se pide un obsequio
sentido literal de una afirmación magisterial invocando un espíritu de-
religioso de la voluntad y de la inteligencia, dentro de la lógica de la
obediencia de la fe. terminado, no es posible. Y no lo es ni en la interpretación de la Escri-
'11'
,11
-Existe una última forma de magisterio referida a la intervención sobre tura ni en la del magisterio. Sin letra y sin texto no hay espíritu. La in-
cuestiones teológicamente debatidas, «en las que están implicadas jun- terpretación quedaría sujeta al arbitrio de cada receptor, iria perdiendo
11
to a puntos firmes de la fe elementos contingentes». Sólo con el tiem- su sustancia real y se terminarla disolviendo la conciencia cristiana 14 •
Con el fin de interpretar de forma adecuada los textos magisteria-
12. «Aunque cada uno de los prelados por si no posea la prerrogativa de la in- les, propongo realizar un recorrido donde se invita a responder desde
falibilidad, sin embargo, si todos ellos, aun estando dispersos por el mundo, pero tres claves complementarias.
manteniendo el vínculo de comunión entre si y con el sucesor de Pedro, convienen
en un mismo parecer como maestros auténticos que exponen como definitiva una
doctrina en las cosa de fe y de costwnbres, en ese caso anuncian infaliblemente la a) La intención y la forma de expresarse
doctrina de Cristo» (LG 25). Cf. Concilio Vaticano I, Dei Filius, 3 (DH 3011).
13. Hasta ahora se hablaba de magisterio infalible y no infalible. A partir de la Como punto de partida, resulta obligado precisar la naturaleza del
carta apostólica Ad tuendam jidem se ha añadido una tercera forma que se denomi-
na definitivo. Hoy la teología trata de comprender correctamente esta forma que, documento en el que una afirmación doctrinal está escrita. Preguntar-
sin ser del todo nueva, supone una novedad en la doctrina del magisterio; además,
por esta razón, ha creado cierta perplejidad a la hora de distinguir de hecho el ma- 14. O. González de Cardedal, La recepción del Concilio en España. R~flexio­
gisterio infalible del definitivo_ Cf. B. Sesboüé, El magisterio a examen, 345-363. nes a los cuarenta años de su clausura: Communio (nueva época) 1 (2006) 51-75.
180 El ejercicio de la teología El marco: el magisterio eclesial 181

se por su naturaleza es preguntarse por su verdadera intención, por documento magisterial. De este modo, resulta más comprensible la in-
aque1lo que realmente se quiere sancionar o definir. tervención del magisterio y la razón de expresarse en dichos términos.
En este sentido, tiene una gran importancia el análisis del lenguaje Todo texto tiene que ser situado en un contexto. No es legítimo di-
magisterial, de cara a determinar si se trata de una exhortación pasto- luir un texto al introducirlo en un contexto, ni tampoco absolutizar
ral, de una carta apostólica, de una definición dogmática, etc. No todo una expresión determinada, ya que resulta imprescindible tener en
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tiene formalmente el mismo valor ni requiere el mismo tipo de adhe- cuenta el conjunto de las afirmaciones anteriores o el conjunto de la
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sión. Y sin embargo, hay que ser conscientes de que al final nunca se doctrina que existe en torno a dicha cuestión teológica o verdad de fe. i·
sabrá del todo cuáles son los textos o documentos del magisterio que, Esta perspectiva histórica de los textos ayuda a comprender que lo im- i''
a la larga, tendrán una incidencia mayor en el desarrollo del dogma y portante es lo que se dice, aunque a veces tenga que ser expresado en 1

en la profundización de la teología. unos términos y en un lenguaje que por naturaleza tienen sus límites, l1
,11
1

En esta perspectiva, y con motivo de las críticas que causó el «to- incluso por no encontrar las expresiones más adecuadas en un mo-
no» de la declaración Dominus Iesus y la subsiguiente notificación al mento determinado.
libro del jesuita belga Jacques Dupuis, Hacia una teología cristiana del Un ejemplo clásico de lo que venimos diciendo fue la definición
pluralismo religioso, se publicó en ICOsservatore romano (27.2.2001) del concilio de Vienne sobre la unidad psicosomática del ser huma-
un comentario a dicha notificación donde se explicitaban los diferentes no1'. La doctrina católica había defendido que el hombre constituye
lenguajes utilizados en el magisterio contemporáneo según la finalidad una unidad de cuerpo y alma (Lateranense !Y, siglo XIII). Lentamen-
que pretende lograr. El comentario habla de distintos géneros literarios: te se fue perfilando mejor la forma de esta unión, hasta afirmar que se
trata de una unidad sustancial. Sin embargo, para explicar dicha for-
1. El expositivo e ilustrativo, que contiene amplias y precisas motiva-
ciones sobre la doctrina de la fe y las indicaciones pastorales (docu- ma, se eligió en aquel preciso momento la teoría hylemórfica de Aris-
mentos del concilio Vaticano 11, muchas encíclicas del Papa). tóteles pasada por la reflexión de Tomás de Aquino. Esta teoría de-
2. El exhortativo y orientativo, que afronta problemas de naturaleZa es- fiende que el alma es la forma del cuerpo («anima forma corporis» ).
piritual y práctico pastoral. Pero el concilio de Vienne (siglo XIV) no quiso sancionar la teoría
3. El declarativo y asertivo, que busca comunicar a los fieles no tanto hylemórfica como forma de entender la unión de dos realidades en
argumentos opinables o cuestiones disputadas, sino verdades centrales una, sino que prefirió considerar al hombre como un ser único com-
de la fe cristiana, las cuales son negadas o puestas en peligro por de-
puesto de cuerpo y alma, donde la unidad de ambos elementos se lle-
terminadas interpretaciones teológicas.
va a cabo en una unión sustancial. De esta manera, el concilio remar-
ca el punto esencial que hay que afirmar y mantener (cf. GS 14).
El tono y el lenguaje utilizados en un pronunciamiento magisterial
Siendo cierto todo lo anterior, conviene señalar que la forma concre-
dependen de la natnraleza y la intención del documento. De ello se de-
ta de entender esta unidad sustancial puede variar con el paso del
duce que, para determinar la naturaleza e intención de la afirmación
tiempo. De hecho, los avances que se producen en el conocimiento
magisterial, así como su grado necesario de vinculación y asentimien-
humano ayudarán sin duda a comprender mejor la forma de esa unión,
to, resulta imprescindible analizar el tono y la forma de la expresión.
sin que ello suponga una infravaloración del cuerpo frente al alma.
En esta misma línea, se han hecho clásicas las palabras de Juan ¡ll
b) El momento histórico y el marco de la gran Tradición de la Iglesia XXIII en su discurso al inicio del concilio Vaticano ll y que recoge la 111¡:11
,!·11

En segundo lugar, hay que situar en su contexto histórico y dentro 15. DH 902. Cf. J. L. Ruiz de la Peña, Imagen de Dios. Antropología teológi-
de un amplio marco de interpretación las afirmaciones concretas del cafandamental, Santander 1988, 110-112.
182 El ejercicio de la teología El marco: el magisterio eclesial 183

constitución Gaudium et spes. En ellas se distingue entre el corazón e) Una hermenéutica cordial
de la doctrina (irreformable) y su forma de expresión (siempre nece-
El ejercicio de la teología necesita, por último, relacionarse con el
sitada de una profundización): «Una cosa es el depósito de la misma
magisterio desde una hermenéutica cordial, es decir, una interpreta-
fe, o sea sus verdades. y otra cosa es el modo de formularlas conser-
ción realizada desde el corazón. Se trata de aceptar con humildad la
vando su contenido» (GS 62).
palabra del magisterio, integrándola cordialmente en el pensamiento
Karl Rahner ha hablado de una imposibilidad de reformar el dog-
propio desde aquellos puntos o perspectivas que están más en confor-
ma hacia atrás, en tanto que siempre es necesario comprenderlo de
midad con los aspectos teológicos que el teólogo está desarrollando o
nuevo hacia delante. Toda afirmación dogmática significa para la teo-
que se acercan mejor a su propia forma mental.
logía un final y un nuevo comienzo. Es límite porque cierra un deba- :¡
Esta conexión entre palabra magisterial y reflexión teológica per-
te determinado como última palabra; pero, a la vez, abre un nuevo ho-
sonal ha de tener un punto de partida real y objetivo. Por tanto, no pue-
rizonte y una nueva perspectiva de comprensión respecto de una
de ser un tema ajeno a la palabra magisterial, aunque en ocasiones no
verdad de fe 16 • No parece, pues, muy fructífera para la teología ni una
concuerde directamente con el aspecto que, en ese momento determi-
ortodoxia formal ni una heterodoxia estéril:
nado, parece constituir el punto central de la afirmación doctrinal.
El esfuerzo de la teología y del magisterio de la Iglesia en tomo a una re- Tal manera de ejercitar la teología en ningún sentido es un subter-
alidad y verdad revelada por Dios termina siempre en una formulación fagio para evitar enfrentarse a las afirmaciones más conflictivas del 1111
exacta. Esto es natural y necesario. Porque únicamente así es posible tra-
magisterio. El teólogo ha de conocerlas criticamente y acogerlas en el 111:
zar, frente al error y la falsa intelección de la verdad divina, una línea de
demarcación que sea respetada en la práctica religiosa diaria. La fórmu-
asentimiento que requieran. Sin embargo, a la hora de desarro11ar o
la es, por tanto, término, un resultado y una victoria que nos regala su llevar adelante su propia propuesta sistemática, sí resulta legítimo to-
precisión y claridad y que posibilita la enseñanza segura. Pero en tal vic- mar como punto de partida e impuso necesario aquellos aspectos que
toria todo depende de que el término sea, a la vez, un comienzo 17 • se ajustan mejor a su perspectiva personal. Dichos aspectos son los
El pensamiento de las generaciones precedentes (aun en el caso cie que que debe profundizar, desarrollar y llevar adelante en su estudio e in-
hayan llegado a resultados condensados en forma de definiciones dog-
vestigación propios, facilitando así que la propia expresión o defini-
máticas) no es jamás un lecho de descanso para el pensamiento de las
ción doctrinal que en un principio parece más dificil de asumir, sea
generaciones futuras. Las definiciones son menos un final que un co-
mienzo. Son hic Rhodus. Una abertura. Ninguna cosa verdaderamente equilibrada con otras perspectivas que quizá en ese momento no se
conquistada se pierde en la Iglesia. Pero nada le ahorra al teólogo el se- hallaban situadas en primer lugar.
guir trabajando. Lo que sólo es almacenado, lo que sólo se transmite, Por otra parte, el teólogo católico no se enfrenta a una afirmación
sin un esfuerzo nuevo, propio (que parta ah ovo, desde la revelación), del magisterio desde esa pretendida equidistancia ~tan perfecta como
se corrompe, como el maná. Y cuanto más tiempo permanece inte- ingenua- que permita acogerla o rechazarla indistintamente. Su punto
rrumpida la Tradición viva, a causa de una repetición verbal puramen-
de partida tiene que ser la recepción cordial, para desde ella encami-
te mecánica, tanto más dificil puede resultar reanudarla 18 •
narse a una recepción critica. Aquí, sin embargo, entiendo por critica
no tanto el esfuerzo por des1egitimar esa afirmación, sino el camino
16. Cf. K. Rahner, Magisterio eclesiástico, 392. Esta idea fue aplicada por
Rahner en un célebre artículo sobre los problemas actuales de cristología, con mo- de búsqueda donde uno se pregunta rigurosamente por el porqué de
tivo del 450 aniversario de la celebración del concilio de Calcedonia («Problemas tal afirmación. ¿Qué es lo que se quiere afirmar, defender, negar o re-
actuales de cristología>>, en Escritos de teología I, Madrid 3 1967, 167-221).
17. K. Rahner, «Problemas acruales de cristología>>, 167.
18. H. U. von Balthasar, «El lugar de la teología», en Verbum Caro. Ensayos ta cita la recoge K. Rahner en el artículo «Ensayo de esquema para una dogmática»,
teológicos I, Madrid 1964, 203 (original: ¿Qué debe ser la teología? Su lugar y su Escritos de teología 1, 21. Texto inspirado en un proyecto común de Rahner y Bal-
figura en la vida de la Iglesia: Word und Wahrheit 8 [1953] 325-332, aquí 330). Es~ thasar realizado en 1939 en el patio del Colegio Canisianwn, en lnnsbruck.
El ejercicio de la teologia El marco: el magisten·o eclesial 185
184

novar? ¿Cuál es el problema que se desea iluminar? ¿Qué puntos se- dificultad para poder articular de forma adecuada las otras palabras,
guros nos ofrece el magisterio para seguir avanzando en la mejor legítimas y necesarias, que son pronunciadas con anterioridad. La úl-
comprensión de un problema determinado? tima palabra no debe ni puede ser nunca la única, pues no sustituye a
A la pregunta sobre si es posible la critica a la palabra del magiste- las palabras anteriores, sino que las necesita. Sin embargo, las pala-
rio, la respuesta sólo puede ser afirmativa. El entonces cardenal Joseph bras penúltimas tienen que reconocer el derecho y la legitimidad del
Ratzinger, refiriéndose al magisterio en cuestiones de moral -tema es- pronunciamiento de esa última palabra que zanja la cuestión en una
pecialmente problemático en la recepción eclesial desde la encíclica determinada dirección, aunque siempre -en el fondo- la esté abriendo
Humanae vitae (1968) de Pablo VI-, se expresa con bastante claridad: hacia otras perspectivas nuevas y diferentes.

Vale aquí lo que el concilio Vaticano 11 ha dicho sobre los grados de


adhesión y, análogamente, sobre los grados de la critica relativa a las Conclusión. Una imagen deficiente, pero imagen
modalidades del magisterio eclesial. La critica podrá ser realizada se-
gún los niveles y según la exigencia de las enseñanzas magisteriales. Quiero finalizar con una imagen, una imagen deficiente a todas lu-
Será de tanta mayor ayuda si lo que hace es completar una falta de in- ces, pero que aun así ilumina la función esencial del magisterio en la
formación, aclarar una insuficiencia en la presentación literaria o con- teología. Toda obra de arte necesita un marco. Éste puede ensancharse,
ceptual y profundizar a la vez la visión de los límites y del alcance de agrandarse y aun confundirse con la obra artística realizada o con el
las afirmaciones en cuestión 19 • mundo del sujeto que la contempla. Pero un límite y un horizonte es la
condición de posibilidad del conocimiento del mundo como tal.
A un verdadero teólogo no le es suficiente ni una ortodoxia formal, Esto mismo puede decirse de la teología. Como ejercicio humano,
que repite sin argumentar ni preguntarse por sus razones últimas aque- necesita de unos límites y unas nonnas, de unas reglas de juego. Para 1

llas afirmaciones que realiza el magisterio, ni una heterodoxia estéril, comprender mejor el juego, las normas son susceptibles de ser revisa- 11'
que da la impresión de estar motivada por la necesidad de mostrar fi- das, aunque esto sólo pueda hacerlo el órgano competente (concilio
delidad a modas o grupos de presión social y que no cuestiona crítica- ecuménico, colegio episcopal unido a la cabeza, el obispo de Roma). '!!1
mente las consecuencias de sus propias afirmaciones. En este sentido, Veamos las dos caras de un mismo ejemplo. Un teólogo particular
no resulta posible considerar de igual manera una notificación o una puede decidir unilateralmente romper o cambiar esas reglas, pero no
advertencia realizada por el magisterio eclesial a un intento limpio y puede pretender que la comunidad eclesial, incluida la teológica, le si- 1

profundo de avanzar en un campo teológico determinado, que aquella ga en ese camino. También la autoridad competente puede decir de
motivada por el empeño sistemático de ir contra una doctrina pertene- forma expresa que esas nuevas reglas no respetan la naturaleza del
ciente al depósito de la fe y cuyo sentido se ha ido decantando en el pa- juego y que por lo tanto no sirven ni son vinculantes para los demás.
so de los siglos. No es lo mismo que un teólogo viva en un respetuoso En todo caso, el marco y las reglas son un límite, pero precisamen-
silencio por cuestiones que no termina de comprender en el momento te por ello son una posibilidad. Desde el punto de vista del conoci-
actual, o que manifieste de manera pública y permanente un disenso miento humano, el marco siempre es histórico; mas desde el punto de
con el magisterio de la Iglesia, habitualmente desde una «ortodoxia» vista de la revelación de Dios, en Cristo y el Espíritu, siempre es defi-
más dura que la que él mismo critica a la autoridad eclesiástica. nitivo y escatológico. Por tanto, ese marco no es sólo un límite formal
Hay que ser conscientes de que en cualquier comunidad humana que el teólogo deba soportar, sino contenido propio de su tarea y de su
que existe una palabra última, se producen momentos de tensión y de ejercicio, que le abre a nuevos horizontes y a la verdadera catolicidad.

19. J. Ratzinger, La fe como camino. Contribución al «ethos» cristiano en el


momento actual, Madrid 2005, 51.
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LA FORMA CATÓLICA DE LA TEOLOGÍA '

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La Iglesia es el cuerpo de Cristo, la plenitud de


Cristo, que es quien lleva todas las cosas a su ple-
nitud (Ef 1, 23).

Introducción

Atrás quedó el ejercicio de la teología en la época de las contro-


versias confesionales o de las cerradas defensas apologéticas. Desde
mitad del siglo XX, el esfuerzo ecuménico llevado a cabo por las dis-
tintas confesiones cristianas ha generado avances considerables, pero
también ha servido para que cada una se comprenda mejor a sí misma.
En este sentido, la teología se ha convertido necesariamente en ecu-
ménica 1• Y ello, no tanto por crearse un tratado específico para abor-
dar el problema, sino a causa del tratamiento interno de cada uno de
los tratados. Este clima favorable al diálogo y al ecumenismo no pue-
de, sin embargo, hacernos olvidar las diferencias dogmáticas existen-
tes, las cuales establecen diferencias institucionales y teológicas.
El interés fundamental del presente capítulo desborda los límites
estrechos de una defensa de la forma católica de la teología frente a
las demás confesiones cristianas, aunque la forma particular de una
confesión tal vez se aprecie mejor al contrastarse con el resto. Se tra-
ta, sin embargo, de dar protagonismo al verdadero diálogo ecuménico,
cuyo punto de partida no puede ser otro que la comprensión ajustada 11

y profunda de la propia identidad.


El espaldarazo otorgado por el concilio Vaticano II al diálogo ecu-
ménico ha favorecido la realización de esfuerzos encomiables para
discernir el lugar y la bas~ común existente entre las tres grandes con-
fesiones cristianas. Pero una· vez concluida dicha etapa, encaminada a
eliminar falsos prejuicios y mostrar una voluntad sincera de búsqueda
1

1. Cf. B. Sesboüé, Por una teología ecuménica, Salamanca 1999. ¡11


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i.'".I'
'
188 El ejercicio de la teología La forma católica 189

común de la verdad, toca abordar las cuestiones de fondo. Y aquí las más representativas de la teología luterana, contestando la firma de
cosas son más lentas. esta declaración4 •
La fase en la que nos encontramos no puede ser considerada, de Como expresa con toda claridad Karl Heinz Menke en su breve
ninguna manera, como un retroceso en el camino hacia la unidad de- pero sustancial teología de la gracia, en esta declaración conjunta se
seada por todos, sino más bien un momento más en el desarrollo nor- está de acuerdo en que la doctrina de la justificación trata de com-
mal de cualquier institución humana. Cuando más cerca estamos los prender correctamente una relación entre Dios y el hombre, la cual no
unos de los otros, mejor y más claro percibimos las diferencias. Ama- puede construirse desde el hombre sino sólo desde Dios. Mas la for- 111111
1:
yor cercanía entre las confesiones cristianas, mayor percepción de su ma de entender positivamente esta relación ... ¡Eso es algo en lo que
1

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desemejanza. El camino ecuménico no progresa si el esfuerzo está en- ambas confesiones ya no están tan de acuerdo! 5
caminado a buscar una zona neutral, donde aparentemente todos nos Desde estos presupuestos afrontamos el presente capítulo. No in-
podemos sentir cómodos; al contrario, para avanzar se requiere pro- tenta proponer una apologética católica al uso, sino bosquejar la for-
fundizar de forma radical en la propia tradición de cada uno. Aquí re- ma católica de la teología. Conviene señalar que esta forma mentís no , :1 il
su]ta válido el axioma de Nicolás de Cusa, para quien la coincidencia pretende ser partidista; y sin embargo, condiciona profundamente una I' 1

11
de los opuestos sólo puede darse en la profundidad. manera de hacer teología y de abordar los temas teológicos funda-
Por muy cercanas que nos parezcan la exégesis católica y protes- mentales, hasta el punto de hacerla diferente a la forma ortodoxa o 'i. 1

tante, o ]a teología patrística ortodoxa y católica, existen unos «pre- protestante. Por otra parte, se trata de un estilo teológico que se ha for-
supuestos» propios que condicionan radicalmente el pensamiento de jado en el diálogo con las otras tradiciones cristianas. No en vano, ha
cada confesión. Nos referimos a la «forma mental» (forma mentis ). sido en el encuentro (y desencuentro) con ellas como se ha ido pro-
que no se muestra tanto en los contenidos concretos de cada discusión fundizando y perfilando mejor en la comprensión de su tradición y en
(perspectiva material). sino en el estilo y en la forma concreta (pers- su específica forma de pensamiento.
pectiva formal) en la que se afronta un mismo problema (relación en-
tre Dios y el hombre, relación entre la cristología y la pneumatología,
1. Determinación positiva de la fe católica
etc.) o explica un mismo contenido (teología de la gracia, doctrina del
pecado original, ministerio ordenado, dogmas mariológicos)2 • En el siglo XIX la forma católica del cristianismo ha sido percibi-
Un ejemplo significativo de este problema se ha manifestado en la da de maneras diversas. Así, la teología protestante ha pensado el ca-
recepción de la declaración conjunta que firmaron la Iglesia católica tolicismo como un momento necesario, aunque unilateral, que el cris-
y la Confesión luterana sobre la <)octrina de la justificación3• En lo tianismo está llamado a superar en el movimiento histórico de su
esencial existe un acuerdo; pero en la forma implícita de compren- auto-dcsarroUo (Schellíng)6 • También lo ha visto como una forma le-
sión, no es tan evidente. Una muestra fehaciente de ello es la reacción gítima y complementaria del protestantismo, pero de la que éste tiene
de Eberhard Jüngel, prestigioso teólogo protestante y una de las voces que permanecer alejado, ya que se trata de una realidad extraña y aje-
na a él (Schleiermacher)'. Por último, y de manera más drástica, lo ha
2. Así se manifiesta un teólogo de la talla de G. Greshake en tomo a la doc-
trina de la gracia. En este tema, la diferencia entre la tradición católica y la pro- 4. Cf. E. Jüngel, El Evangelio de la justificación del impío, Salamanca 2005.
testante no es de contenidos concretos, sino de jOrma mental. Él denomina esta 5. K. H. Menke, Teología de la gracia. El criterio del ser cristiano, Salaman-
forma de pensamiento propio de cada tradición Gafalle, es decir, la tendencia que ca 2006, 197.
en su caída y gradiente arrastra tras de sí precomprensiones que tienen detrás una 6. Cf. F. W. J. Schelling, Philosophie der Offenbarung; F. Heiler, Der Katho-
historia de la que es dificil salir (cf. Breve tratatto su/la grazia, Brescia 1993). lizismus, München 1923.
3. Declaración conjunta sobre la doctrina de lajust(ficación, firmada enAus- 7. Cf. F. E. D. Schleiermacher, Der ChristUche Glaube § 24 (1830-1831); ecli-
burgo el 31 de octubre de 1999. ción preparada por Martin Redeker, Berlin-NewYork 1999, 137-142. ,I;
1.1!

i.11
'i'
'1
190 El ejercicio de la teología La fonna católica 191

comprendido como una deformación jurídico-dogmática del propio cuatro grandes teólogos en el siglo XX: Karl Ralmer, desde el exis- 1

cristianismo. Tal es la opinión de uno de los grandes teólogos del pro- tencial sobrenatural y la corporalidad de la gracia 10 ; Henri de Lubac, 1

testantismo liberal, Adolfvon Hamack, el cual concibe al catolicismo desde la comprensión social del cristianismo 11 ; Yves Cangar, como
como una evolución aberrante del cristianismo o del llamado catoli- don de Dios y realización humana 12 ; Hans Urs von Balthasar, desde el
cismo primitivo (Frühkatholizismus) 8 • fragmento único y singular13.
La teología católica, por su parte, ha contemplado el catolicismo
como la determinación positiva de la esencia cristiana: bien como ex-
2. Los tres principiosfandamentales de la forma católica
presión de la unidad del género humano (J. A. Mohler), bien como ex-
presión de la apertura al mundo y su valoración positiva (K. Adam)9 • El principio teológico alude a la forma de entender la relación en-
Nuestra valoración del catolicismo asume esta determinación po- tre Dios y el mundo y a la capacidad que el hombre tiene para acoger,
sitiva de la fe católica y la desarrolla teológicamente desde dos gran- pensar y decir lo divino, sin que falsee su realidad, pero llegando real-
des líneas maestras: 1. Desde la integración de los principios esencia- mente a ella. El principio histórico explicita de forma temporal y con-
les que han configurado los núcleos de discusión entre las diferentes creta cómo ha sido Ja forma en la que Dios mismo ha establecido es-
confesiones cristianas: a) el teológico, que aborda la relación entre ta relación, es decir, en una historia de salvación realizada a través de
Dios y el hombre desde el principio de la analogía (en diálogo con la la Palabra y del Amor, del Hijo y del Espíritu. Cada una de estas mi-
tradición reformada protestante); b) el histórico, que plantea la rela- siones pone de manifiesto una dimensión constitutiva de la salvación
ción entre Cristo y el Espíritu desde el principio de dos misiones di- y de la forma como Dios se nos da en ella. Finalmente, el principio
ferentes en una única economía (en diálogo con la tradición ortodo- mariano muestra que la revelación de Dios no sólo crea un sujeto ca-
xa); c) el mariano, que presenta la relación entre Maria y la Iglesia paz de recibir y responder adecuadamente a esa revelación, sino que
desde el principio de recepción y participación del hombre en el mis- es invitado a participar personal y colectivamente en este movimien-
terio redentor de Cristo, como forma esencial de la existencia cristia- to salvífico y revelador. En esto se manifiesta la importancia que tie-
na. 2. Desde el mantenimiento de la «catolicidad», es decir, aquella nen la mariología y la eclesiología para la teología católica. Pues sin
comprensión muy arraigada en el Primer milenio de la Iglesia que formar parte de los núcleos centrales de su dogmática y de su credo,
destaca la universalidad del cristianismo, y que lo concibe como ple- es el lugar donde se acrisola su forma específica.
nitud original (don) y tarea a la que está llamado (vocación). Todo lo dicho hasta aquí, apunta al problema decisivo de la teología
¡·¡,
En este sentido, la nota de la catolicidad de la Iglesia ha dejado de de la mediación, una cuestión clave que repercute necesariamente tan-
'11
ser utilizada de forma apologética y controversística, con vistas a recu- to en el plano dogmático como en el institucional. Mas para acceder de i ,I

perarla y proponerla como una de las notas esenciales del cristianismo manera adecuada a la realidad teológica de la «mediación», se precisa
en una perspectiva misionera. Y aunque la Iglesia católica piense que se de esta doble perspectiva: a) contemplar la mediación de Dios en su re-
trata de una nota propia y esencial de su ser, no excluye que pueda es- lación hacia nosotros (catalógica), realidad que determina la compren-
tar presente en el resto de tradiciones e Iglesias cristianas (cf. LG y UR).
La catolicidad, entendida sobre todo como vocación a la universa- 1O. K. Rahner, Curso JUndamental de la fe. Introducción al concepto de cris-
tianismo (1976), Barcelona 5 1998.
lidad y como propiedad esencial del cristianismo, ha sido pensada por 11. H. de Lubac, Catolicismo. Aspectos del dogma ( 193 7), Madrid 1988. 1

12. Y. Congar, La Iglesia es católica, en J. Feiner-M. LOhrer (eds.), Myste-


8. A. von Harnack, Lehrbuch der Dogmengeschichte I, 480-496; 111, 692-764; rium salutis IV/1, Madrid 2 1984, 492-516. !111
R. Schom, Kirchenrecht I, Lcipzig 1892, 162. 13. H. U. von Balthasar, Das Ganze im Fragment. Aspekte der geschichtstheo-
9. Cf L. Hell, Catho/icisme, en Y. M. Lacoste (ed.), Dictionnaire critique de logie (1963 ), Einsiedeln 2 1990; Id., Católico. Aspectos del misterio (1975), Madrid
Théologie, Paris 1998, 211-213. 1988.
192 El ejercicio de la teología La fonna católica 193

sión trinitaria de Dios (pero también la cristología y la pneumatología) infinita y trascendente? ¿Tiene capacidad nuestro lenguaje para co-
desde la"valoración que el catolicismo hace de los sacramentos como municar la realidad incomprensible del misterio? ¿No convertiremos a
mediaciones objetivas en las que Él se entrega al hombre; b) contem- Dios en un concepto y un ente finito cuando usamos el lenguaje hu-
plar la importancia de la realidad humana para llegar a ser una adecua- mano, atribuyéndole caracteristicas propias de nuestra experiencia? La
da mediación de Dios (analógica), realidad que determina la compren- analogía intenta solucionar un problema lógico que podemos enunciar
sión del mundo, del ser humano, amén del diferente papel y lugar de la como la posibilidad de utilizar conceptos de la experiencia finita para
mariología en el conjunto del dogma y la reflexión teológica. referirnos a Dios, el cual es por definición infinito, incomprensible y
absoluto. Aquí se entiende la analogía desde un punto de vista lógico
a) El principio teológico: la relación entre Dios y el hombre desde la y según un modelo ascendente, donde partiendo de la realidad creada
analogía se eleva hasta alcanzar la realidad divina.
Los tres tipos de lenguaje más habituales que existen para poner
El principio católico de la analogía ocupó a principios del siglo en relación realidades diversas son los siguientes:
XX un lugar destacado en la controversia entre católicos y protestan- -El lenguaje equívoco, donde a cada forma de realidad se corres-
tes. Atrás han quedado las sorprendentes palabras de Karl Barth: «Yo ponde un concepto sin que exista la posibilidad de ponerlo en relación
considero la analogia entis como el invento del Anticristo, y el único con otra forma de realidad. Dios y el hombre son realidades distintas
motivo serio para no ser católico» 14 • y no pueden ponerse en relación mediante el mismo término. No se
¿Qué está en juego cuando se afirma o rechaza este principio fun- puede predicar el ser respecto de Dios y del hombre, pues ambos son
damental que acercó y separó a teólogos de la talla de Barth y Baltha- realidades totalmente distintas. La solución es el silencio sobre Dios.
sar? La problemática sobre el uso de la analogía en el lenguaje y el dis- De lo que no se puede hablar es mejor callar.
curso sobre Dios traduce al plano lingüístico una comprensión creatural -El lenguaje unívoco, donde al utilizar un mismo concepto para
de la realidad y del ser humano. De hecho, el hombre no sólo se reco- hablar de dos realidades distintas, se están identificando. De esta for-
noce corno criatura distinta y distante del Creador, sino como aquel ma, al no poder distinguir una realidad de la otra, la distinción es apa-
que tiene la capacidad de establecer una relación con Dios, e inclu- riencia. Dios y el hombre son realidades tan semejantes que en el fon-
so ser invitado a la comunión con Él. Esta relación encuentra su fun- do no se diferencian (panteísmo).
damento, según la antropología teológica, en la decisión de Dios de -La analogía. Esta forma de lenguaje intenta dar razón de un pen-
crear al hombre a su imagen, una imagen que no desaparece ni siquie- samiento humano uniéndolo y distinguiéndolo al mismo tiempo. Es
ra con la caída en el pecado. decir, pone en relación dos realidades distintas, sin que ello signifique
Demos un paso más. La cuestión de la analogía puede ser aborda- una semejanza tal que termine en la identidad o una desemejanza tal
da desde tres perspectivas complementarias: lingüística, ontológica y que termine en la total y radical diferencia y alteridad. Esta forma la
teológica. definió Aristóteles como término medio entre la equivocidad y univo-
cidad; y el Lateranense IV (DH 806) como semejanza en la mayor
1) Perspectiva lingüística desemejanza.
Planteada esta perspectiva como problema del lenguaje, la pregun- La definición aristotélica tiene el valor positivo de la claridad y de
ta que debe responderse es la siguiente: ¿Se puede usar el lenguaje hu- mantener un equilibrio entre las otras dos posturas radicales, pero tie-
mano, de suyo finito y limitado, para expresar una realidad ilintitada, ne la desventaja de ser una definición excesivamente aséptica y está-
tica, sin un dinamismo interno que integre la verdad legítima de cada
14. K. Barth, Die kichliche Dogmatik I, 1, Prólogo, Zürich 1986, Vlll-IX. una de las otras dos tendencias. La fórmula del Lateranense IV tiene
194 El ejercicio de la teología La forma católica 195

la ventaja de entenderse en movimiento, casi de forma dialéctica, in- 3) Perspectiva teológica


tegrando lo que comúnmente se denomina teología negativa (deseme-
Por último, esta cuestión tiene que ser tratada desde un punto de
janza), aunque quizá, si no se explica bien el contenido concreto sobre
vista teológico, como forma de entender en Cristo la relación de Dios
el que se quiere hablar, sea excesivamente formal y paradójica. Por es-
y el hombre.
ta razón, a la fórmula del Lateranense, y dentro del subrayado de la
Dios ha hablado al hombre en lenguaje humano, haciendo del idio-
desemejanza, en el tema concreto sobre el misterio de Dios y la posi-
ma un medio e instrumento capaz de decir lo divino. Los dos movi-
bilidad de su conocimiento y lenguaje sobre él, habría que integrarle
mientos de la analogía vertical tienen pleno sentido y los dos son ad-
los tres momentos clásicos del conocimiento de Dios según fueron
mitidos por la teología católica. Pero desde una perspectiva teológica;
formulados magistralmente por Tomás de Aquino en la Summa contra
ella pone en el centro y en el principio de todo decir y pensar de Dios la
gentiles: afirmación (sentido de la afirmación), negación (respecto del
revelación divina, pues el movimiento descendente es el que funda el
modo de aplicarlo) y eminencia (atributo aplicado a Dios: inmortal,
movimiento ascendente. Sólo Dios puede hablar bien de Dios; y porque
invisible, eterno, inmutable, etc.) 15.
ha hablado en Jesucristo, asumiendo las anteriores palabras de los hom-
bres y llevándolas a su plenitud, el hombre puede hablar bien de Dios.
2) Perspectiva ontológica
Sólo mediante la analogía es posible hablar de una participación
Desde un punto de vista ontológico, la realidad puede ser com- de la realidad en Dios (creación), sin que ello signifique un panteísmo
prendida en dos diferentes planos: que no respeta la diferencia y alteridad entre Dios y el mundo (univo-
-El horizontal, que trata de responder a la pluralidad y compleji- cidad, riesgo de analogía de atribución); pero también es posible ha-
dad de lo real. ¿Es lo real mera apariencia de una unidad anterior o blar de una comprensión del mundo donde no se logra la unidad de lo
complejidad y pluralidad imposible de reducir a la unidad? Ya Aristó- diverso, sin que ello nos lleve a un relativismo y pluralismo radicales
teles había afirmado en su metafisica que el ser se dice de muchas (equivocidad, riesgo de analogía de proporcionalidad).
maneras; o lo que es lo mismo, la complejidad, diversidad y pluralidad Karl Barth no ha podido por menos de criticar a la teología liberal
del mundo es lo que permite establecer una relación de comparación porque, según él, disuelve la revelación en el correlato de una expe-
(semejanza y desemejanza) entre las cosas. Lo plural no es pura apa- riencia humana dada ya con anterioridad en el sujeto. Pero además, ha
riencia, sino signo de la riqueza de la realidad y de la plenitud del ser. criticado la analogia entis que usa la teología católica porque, para él,
Y aunque realidad y ser son percibidos por nosotros como pluralidad se trata de un intento de reducción de la soberanía y el ser de Dios a la
y complejidad, también son susceptibles de ser reducidos a una unidad naturaleza y conocimiento de los hombres; como si pudiéramos inte-
que en sí integra lo plural. grar bajo un mismo concepto de ser a Dios y al hombre. Esta critica
-El vertical, que intenta explicar Ja relación existente entre Dios y ha provocado, de hecho, una reelaboración y profundización en la
el mundo. ¿Hay posibilidad de comunicación y relación entre ambos? doctrina de la analogía.
Sí, en dos sentidos. Siguiendo una lógica catalógica (descendente), Con todo, el propio Barth afirma la posibilidad de una analogía, es
Dios habla al hombre en lenguaje humano; sin embargo, siguiendo decir, una relación entre Dios y el hombre; aunque semejante relación
una lógica analógica (ascendente), el hombre habla de Dios desde su sólo puede darse en la fe (analogiafidei: cf. Rom 12, 6). De esta ma-
propio idioma 16 . nera, intenta que la relación entre Dios y el hombre no se convierta en
algo estático y en una naturaleza disponible para el ser humano, que
pueda oscurecer o poner en duda la soberanía y la gratuldad de Dios.
15. Tomás de Aquino, Suma contra gentiles I, XXX. Por su parte, la teología católica responde aclardndo lo que entien-
16. Cf. H. U. von Balthasar, Teológica 11. Verdad de Dios, Madrid 1996. de, en realidad, por analogia entis. Para nada se trata de un concepto
196 El ejercicio de la teología La forma católica 197

abstracto que pone en el mismo plano a Dios y al hombre; tampoco se mo analogía consummationis, que nos ayude a pensar a Dios en el
pretende afirmar que el ser humano posee una teología natural inde- mundo y al mundo en Dios, más allá de la afirmación simplista que
pendiente y autónoma de la revelación. Se habla, más bien, de la po- conduce a la idolatria y más allá de la cómoda negación que nos lleva
sibilidad real de que entre Dios y el hombre pueda existir una relación al agnosticismo y al ateísmo.
en la creación, que llega a su consumación en la relación que Él mis- Así pues, la analogía, como principio fundamental del catolicis-
mo establece en la encarnación. Por este motivo, algunos teólogos ca- mo, hay que comprenderla desde una antropología teológica que pon-
tólicos señalan que la analogia entis de la que habla el catolicismo es ga de relieve que el ser humano es imagen de Dios, llamado a la se-
la analogia entis concreta, realizada y manifestada en Cristo. En este mejanza. Pero también desde una cristología que ponga de relieve que
sentido, la analogia entis y la anlogia fidei no se excluyen, sino que se la verdadera imagen de Dios es Cristo y que él mismo ha revelado al
presuponen mutuamente. hombre la imagen de Dios, sin confusión y sin separación. Por último,
En la teología contemporánea se han ido proponiendo reformula- desde una teología trinitaria que afirme claramente que toda distancia
ciones de esta analogía. Con ellas se intenta mostrar que la relación y cercanía posible entre Dios y la criatura. entre Cristo y el ser huma-
concreta entre Dios y el hombre no se da en un ser abstracto y estáti- no, están integradas, custodiadas y salvadas en la relación y diferencia
co, sino en una historia de dolor y sufrimiento, que a su vez es asumi- que existe en la vida interna y trinitaria de Dios 17 •
da y padecida por Dios mismo (analogia doloris); en una historia en
la que el hombre aparece crucificado y Dios, com-padeciéndose de él, 4) Consecuencias
asume esa cruz en su misma vida divina (analogía crucis); en una his-
Si de una forma genérica y algo simplista podemos decir que el
toria en la que se ha revelado el verdadero ser de Dios y del hombre,
adjetivo «sola» define la forma mentis de la Reforma, la conjunción
que es el amor (ana/ogia caritatis).
copulativa «el» resume muy bien la forma mentis de la Iglesia católi-
La analogía, comprendida como cuestión teológica que busca ha-
ca (Dios y el hombre, la fe y la razón, la gracia y la libertad, la Escri-
blar bien de Dios, presupone una teología de la creación y una antro-
tura y la Tradición). Y sin embargo, resulta obligado asumir la verdad
pología donde el hombre es visto como imagen de Dios en su ser crea-
de la critica de la mejor teología protestante. En este sentido, la «y»
tural. En este sentido, es legítima la así llamada analogía entis, siempre
no puede ser entendida como una simple conjunción copulativa que
y cuando el concepto «seo> no sea entendido de forma abstracta y ce-
sitúe en el mismo nivel y lleve a cabo la suma dos realidades cualita-
rrada en sí misma, sino como creación, es decir, realidad que ya inclu-
tivamente idénticas. Esta «y» expresa una determinada relación, en la
ye la gratuidad de su origen y la historicidad de su ser. Pero, en segun-
que e] primer término tiene no sólo la primacía y la iniciativa, sino
do lugar, presupone también una cristología, porque en Cristo podemos
también el fundamento interno de la existencia del segundo.
pensar la mayor cercanía entre Dios y la criatura (encarnación), así co-
Dios tiene siempre la iniciativa en el movimiento de la revelación.
mo la mayor desemejanza (cruz).
Él es capaz de acercarse al hombre; más aún, de llegar a ser hombre
Y llegados a este punto, sí es legítima una analogia crucis que su-
(«Deus capax homini»). Sólo desde aquí puede comprenderse que el
braye el momento de la negación, la alteridad y la diferencia, pero sin
romper la estructura de la creación, o sea, de la analogía entis.
17. /bid., 304: «Dentro de la analogía cristológica permanece la distancia ori-
También, y en último término, la doctrina de la analogía presupo-
ginaria y siempre infinita entre Dios y la criatura, distancia nwtca mensurable pa-
ne una escatología y un sistema trinitario. No en vano, es en la realidad ra la criarura y, por eso mismo, nunca susceptible de ser vista de forma global co-
consumada en Dios donde podemos ver que ese Dios es realmente to- mo analogía; distancia que, sin embargo -y esta es la otra perspectiva- sólo
permanece dentro de la recapitulación de la creación en Cristo, y por eso, sin re-
do en todos, sin que Él y el mundo se confundan en sus propiedades
sultar eliminada, queda transfigurada en la distancia infinita entre las personas di-
esenciales. Por tanto, es legítima una analogia caritatis, entendida co- vinas dentro de la idéntica naturaleza divina».
198 El ejercicio de la teología La fonna católica 199

hombre sea capaz de recibir, acoger y responder a la palabra y revela- La reflexión católica actual, desde el diálogo con la teología orto-
ción de Dios, es decir, ser un sujeto capaz de Dios («horno capax Dei»). doxa y desde la recuperación del pensamiento de los padres anteriores
La fe es el principio del conocimiento del Dios revelado que pre- al concilio de Nicea, ha puesto de relieve la importancia del Espíritu en
supone la razón. La razón es, por su parte, el presupuesto necesario la vida terrena de Jesús. El Espíritu domina por completo la vida del
para afirmar la universalidad de la revelación de Dios y la libertad del Señor (cristología pneumatológica), es decir, su experiencia de Dios y
hombre en su respuesta. La gracia es el único principio de la justifi- su conciencia filial (Abbá), su misión salvífica (Reino) y su conciencia
cación. Una gracia que tiene como tarea incitar a la libertad humana a mesiánica (Mesías). El camino que Jesús inicia con la fuerza del Espí-
dejarse liberar mediante el arraigo en la libertad infinita y el ejercicio ritu, termina en su pasión por la fuerza de este mismo Espíritu (Heb 9,
del amor al prójimo. La Escritura es la palabra de Dios soberana en la 14). Él es quien lo empuja al desierto para acrisolar su condición filial
Iglesia. Una Palabra que ha de ser acogida e interpretada desde el mis- y su misión mesiánica (tentaciones), quien lo acompaña en su vida y lo
mo Espíritu en el que fue escrita y que llega a través de la Tradición. sostiene en su tribulación (Me 14, 32-42). La misión de Jesús es lle-
La Iglesia vive bajo su sombra. vada a cabo en el Espíritu de filiación como obediencia a la misión y
a la voluntad del Padre (bautismo y tentaciones). Desde esta obedien-
b) El principio histórico: la relación entre Cristo y el Espíritu cia e intimidad con el Padre resulta posible entender la pretensión me-
siánica que se desprende de sus palabras y acciones. De hecho, es esta
Esta relación entre Dios y el hombre, no se da de una manera es- misma pretensión la que le otorga a Jesús su sorprendente autoridad y
tática y abstracta, sino dinámica y concreta. Dios sale de sí mismo pa-
absoluta libertad para relativizar todas las instancias anteriores (el tem-
ra revelarse al hombre como su Dios en historia y en trascendencia. Se
plo, la ley, los sacerdotes) que, bajo la ingenua idea de convertirse en
revela por medio de Cristo en forma concreta y positiva, y por medio
los intérpretes autorizados de la voluntad de Dios, lo único que consi-
del Espíritu en inmediatez de conciencia y universalidad de destino.
guen es ocupar su lugar. Por su parte, Jesús se revela como el único ca-
Ambas formas de revelación se corresponden con las formas sustan-
paz de vivir desde una libertad suprema la obediencia a la verdad del
ciales en las que el hombre vive: historia y trascendencia, mediación e
Padre y la entrega de amor por los hombres.
inmédiatez, verdad y amor. Si el catolicismo ha subrayado la primera
Esta presencia y relación del Espíritu con la persona y misión de
dimensión, la ortodoxia ha subrayado la segunda.
Jesús, no sólo nos ayuda a comprender su íntima relación con el Pa-
La teología católica actual, en diálogo con la tradición ortodoxa
dre, sino también su relación con nosotros. En primer lugar, Jesús se
pero sin renunciar a su propia tradición, habla de una mutua implica-
relaciona con el Padre al asumir, de manera histórica y dinámica, una
ción de la revelación de Dios en una única historia salvífica mediante
verdadera naturaleza humana que crece, se desarrolla y madura (Le 2,
dos misiones diferentes. Veamos a continuación esta fructífera rela-
52). Sin este itinerario sostenido y realizado por el Espíriru, su encar-
ción teológica entre la reflexión ortodoxa y católica.
nación no sería real ni verdadera. En segundo lugar, el protagonismo
del Espíritu en la vida de Jesús nos da la posibilidad de comprender el
1) Cristología pneumatológica y pnenmatología cristológica
seguimiento de Cristo y nuestra relación con él como una incorpora-
La primerd consecuencia de este principio histórico de comunica- ción intima a su vida y su destino. El seguimiento de Jesús y la imita-
ción de Dios (oikonomia) mediante su Palabra y el Espíritu, busca ción de Cristo no se realizan de una forma externa y ajena, como si
mostrar el equilibrio entre una cristología del Logos (Jn !, 14) y una Cristo fuera un ejemplo de vida moral a seguir por nosotros, sino en el
cristología del Espíritu (Rom 1, 3). O dicho de otra manera, la necesa- Espíritu común de filiación que a él le pertenece como Hijo y a noso-
ria complementariedad entre Ja cristología pneumatológica y la pneu- tros nos es otorgado como hermanos suyos (Rom 8, 29s). Esta confi-
matología cristológica. guración y seguimiento es íntimo y personal. Dios no se comunica a
200 El ejercicio de la teologí.a La forma católica 201

nosotros sólo desde la objetividad externa, sino desde la intimidad de para siempre. Así, el Espíritu universa/iza y hace eficaz para todos los
nuestra conciencia y en el sagrario de nuestro ser personal. Sin este tiempos y lugares la obra de Cristo, realizada en un momento y lugar
último destino, no hay plena revelación de Dios. concretos. Al universalizarla la actualiza y la presencializa, especial-
Con todo, esta cristología del Espíritu o cristología pneumática, no mente en los sacramentos. Y al actualizarla la interioriza en la con-
puede desvincularse de la pneumatología cristológica. El Espíritu san- ciencia de los creyentes y de todos los hombres:
to, que efectivamente tiene un papel protagonista en la vida de Jesús y
De la misma manera que el Hijo es el intérprete y exegeta del Padre, la
lo va a tener en la incipiente vida de la Iglesia, no puede ser conside- persona que lo hace externamente visible en la historia de los hombres,
rado correctamente sin su relación a Cristo resucitado. El Espíritu es el Espíritu de la Verdad es aquel desconocido allende del Verbo que ha-
el don otorgado por el Resucitado a los creyentes (Jn 20, 19-23). Es la ce de intérprete y exegeta del Hijo, haciendo que la forma y revelación
persona, lafaerza dinámica o el ámbito que suscita unos efectos (in- externa de la Verdad de Dios se convierta en principio inmanente a
ternos y externos) en la Iglesia y en la vida de los creyentes. Pero nuestra conciencia (inmediatez-íntimun Dei) y en acontecimiento uni-
versal que afecta a todo hombre en cualquier tiempo o espacio donde
siempre en referencia a Jesús: edifica el cuerpo de Cristo (1 Cor 12;
se encuentre (universalidad-extremun Deí) 19 •
Rom 12), impulsa la predicación y el testimonio de Jesús (Hechos de
los apóstoles), posibilita la vivencia de la filiación adoptiva (Gal 4, 6- Pero esta universalización de Dios, obrada por el Espíritu hasta los 'I
7; Rom 8, 14-17), configura con Cristo (Rom 8, 28-30); enseña, con- confines de la tierra, e inmediatización de Dios a nuestra conciencia 1

duce y recuerda la verdad completa de Jesús (Jn 14-16). ¡11


es la universalidad de Cristo y no otra: «El Espíritu explicador sola-
Y puesto que el Espíritu de Dios es el Espíritu del Hijo (Gal 4, 6) mente universaliza lo universal que se encuentra sin desarrollar en lo
y el Espíritu de Cristo (Rom 8, 9), el Nuevo Testamento ha podido co- particular de Jesús»'°- Porque «la Palabra encamada permanece siem-
nectar entre sí la misión y la función de Cristo y la misión y la función pre como punto de partida y sustrato permanente del movimiento as-
del Espíritu (estar en Cristo~ estar en el Espíritu, Rom 8) 18 • Por tanto, cendente suscitado por el Espíritu hasta la Palabra junto a Dios»21 • Es
y siguiendo esta misma lógica, ni la pneumatología puede ser com- por lo tanto una universalidad que ya se halla latente en la particula-
prendida como un tratado absoluto, sino en relación con la cristología, ridad de la existencia terrena y concreta de Jesús.
ni la cristología puede ser entendida aisladamente, sino en conexión Por lo tanto, la universalidad de la obra del Hijo corresponde a la
con la pneumatología. del Espíritu22 • La misión de Cristo y la misión del Espíritu no pueden
ser comprendidas como obras separadas, ni mucho menos puestas en
2) Una relación en mutua implicación contradicción. Ambos son las manos de Dios, mediante las cuales el
Esta relación (de las dos misiones) entre Cristo y el Espíritu no Padre realiza la entera obra de la salvación: desde la creación hasta la
puede ser entendida de forma meramente instrumental (Jesús recibe el consumación. Las dos manos no actúan ni trabajan cada una por su
Espíritu antes de entregárnoslo a nosotros), ni tampoco de manera cuenta ni una después de la otra, sino de una manera diferenciada, es
subordinada o yuxtapuesta. La verdadera relación que se establece si- decir, una con la otra y dentro de la otra23 •
gue el modelo de la mutua implicación. El Padre tiene la iniciativa, Él
19. A. Cordovilla, Gramática de la encarnación. La creación en Cristo en la
es el origen y la fuente del proyecto salvífica que realiza a través de la teología de Rahner y Balthasar, Madrid 2004, 397.
única mediación de Jesucristo (1 Tim 2, 4-6a). Pero Jesucristo ha rea- 20. H. U. von Balthasar, Teológica lll. El Espíritu de la verdad, Madrid
lizado esta mediación salvífica en el Espíritu, por quien nos llegan 1995, 295.
21. [b;d., 197.
hoy a nosotros los efectos de esa salvación llevada a cabo de una vez 22. Cf. ;b;d., 253.
23. Sobre la relación entre Cristo y el Espíritu, cf. L. F. Ladaria, La. Trinidad,
18. Cf. más textos en Y. Cangar, El Espíritu santo, Barcelona 1991, 67. misterio de comunión, Salamanca 2002, 173-236.
202 El ejercicio de la teología La forma católica 203

3) La relación entre pneumatología y eclesiología ción del Cuerpo de Cristo (Ef 4, 11-16). Junto a los ministerios -y no
La Iglesia es fruto de dos misiones diferentes pero interrelaciona- en contradicción con ellos- se encuentran los carismas, dados por el
das: la del Hijo y la del Espíritu. Ambos son sus co-fundadores. En mismo Espíritu para el bien común y la edificación del Cuerpo ( l Cor
cuanto fruto de la misión del Hijo, la Iglesia recibe el fundamento, la 12-14). Unos carismas que tienen que ser vividos desde el criterio úl-
figura, la forma y la orientación de Cristo. A ella es encomendada timo del amor (1 Cor 13).
la misma misión del Padre y es enviada en su misma autoridad y po-
testad. Desde esta perspectiva, aparece ante el Señor como su Esposa 4) Consecuencias
y ante el mundo como la alteridad del Evangelio y de la gracia que se La teología católica ha subrayado el fundamento cristológico de la
le ofrece desde fuera de manera absolutamente gratuita. En cuanto Iglesia, mientras que la Ortodoxia ha puesto de relieve el pneumato-
fruto de la misión del Espíritu, la Iglesia está animada internamente lógico. Las dos son legítimas, pero acentúan dimensiones eclesiológi-
por el Espíritu mismo del Hijo y aparece ante el Señor como Cuerpo cas distintas. Así, la Ortodoxia ha reclamado una eclesiología local y
de Cristo y Templo del Espíritu. Desde esta perspectiva pneumatoló- eucaristica frente a una Iglesia universal petrina; un primado de honor
gica se ponen de relieve en el misterio de la Iglesia los aspectos de la
compartido frente a primado jurídico exclusivo; una preeminencia de
unidad, la intimidad y la universalidad que la Iglesia tiene que vivir y
la espiritualidad cristiana frente a la doctrina teológica; una compren-
ofrecer como signo y sacramento del misterio de Dios.
sión de la salvación como divinización frente a otra exclusivamente
Si nos fijamos en la forma fundamental que constituye la persona
redentora; la trinidad económica y salvífica frente a la trinidad meta-
de Cristo (proexistencia), podemos decir que la constitución cristoló-
fisica; el carisma frente a la institución; la pneumatología frente a cris-
gica de la Iglesia apunta a la verticalidad leo-lógica de la vida de Je-
tología, etc.
sús (misión, autoridad, obediencia, gracia, alteridad); por su parte, la
Por su parte, la teología católica ha ido integrando paulatinamen-
constitución pneumatológíca de la Iglesia pone de relieve la horizon-
te estas realidades del Oriente cristiano en su perspectiva teológica.
talidad y extensión en la perspectiva del Reino (fraternidad, comu-
De hecho, nada más acabar la Segunda guerra mundial, el instituto
nión, universalidad, solidaridad).
En las cartas paulinas se afirma que el fundamento de la Iglesia es San Sergio de París se convirtió en uno de los ámbitos más determi-
la filiación: don y regalo del Espíritu a los creyentes en el bautismo nantes para establecer un enriquecedor diálogo teológico. Por este ca-
(Rom 8, 14 y Gal 4, 6). Este elemento esencial para comprender la mino, el concilio Vaticano 11, a través de los peritos franceses, pudo
Iglesia destaca, en primer lugar, la igualdad radical que existe entre asumir lo sustancial de la tradición ortodoxa sin renunciar a sus legí-
todos sus miembros. A él debe añadirse el texto del evangelio de Ma- timas acentuaciones.
teo donde Jesús amonesta a sus discípulos sobre la imposibilidad de Fue como recuperar el Primer milenio del cristianismo, cuya for-
que alguien sea llamado maestro y padre dentro de la comunidad, ma fundamental de comprensión puede ser perfectamente resumi-
pues uno sólo es el Maestro y el Padre, y todos los demás son herma- da en el concepto teológico de «misterio». No en vano, mientras que
no (Mt 23, 8-9). para la Ortodoxia el protagonismo lo tiene la perspectiva apofática,
Pero junto a esta estructura fundamental de filiación y fraternidad, donde el término «misterio» alude a la incomprensibilidad de Dios, al
se encuentra también la afirmación paulina del don de los ministerios carácter desconocido del Espíritu y a su presencia invisible en el cre-
y de los carismas por parte del Espíritu (Rom y 1-2 Cor). Unos minis- yente; para la Iglesia católica el punto de vista dominante lo aporta
terios que se ordenan jerárquicamente -primero el apóstol, como fun- la perspectiva catafática, donde se subraya la convicción de que Je-
damento de la Iglesia (1Cor3, 10; Rom 15, 20), después los profetas sucristo es la revelación plena del «misterio». Más aún, Cristo es el
y a continuación los maestros- y que son otorgados para la edifica- «misterio» entregado a los creyentes y explicado por el Espíritu, cuya
204 El ejercicio de la teología La forma católica 205

presencia está ligada a la mediación objetiva de la Iglesia, verdadero actualizar la Escritura con vistas a determinar aquellos contenidos
sacramento universal de salvación. Dios se ha comprometido radical- dogmáticos de la fe que, sin estar directamente afirmados en la Biblia,
mente con la historia de los hombres en su materialidad última 24
. se consideran un desarrollo legítimo de las afirmaciones contenidas
en ella. Aquí se sitúa el debate en torno a los dos últimos dogmas san-
c) El principio mariano: la relación de María y la Iglesia en la obra cionados por la Iglesia católica: la inmaculada concepción de María y
su ascensión a los cielos.
de la redención
En segundo lugar, desde la antropología. No cabe duda de que en
María ocupa un puesto importante en la vida de la Iglesia católica la doctrina sobre María también subyace una determinada manera de
expresada en Ja piedad de los creyentes25 , que contrasta actualmente comprender al hombre. En este caso, se afirma la posibilidad que to-
con su escasa relevancia en la teología26 . Parece que ésta se encuentra do hombre tiene de resistir por la gracia al poder del pecado y de res-
incómoda ante la piedad mariana, pues da la impresión de que la fe de ponder positivamente a la revelación de Dios. Y puesto que el pecado
los sencillos coloca a Maria en el lugar de Cristo, incluyéndola dentro no destruye la naturaleza humana ni la corrompe, se conserva siempre
del misterio trinitario. También porque las afirmaciones dogmáticas la posibilidad de responder afirmativamente a Ja oferta de Dios. La
sobre Maria no tienen un fundamento explícito en la Escritura. Por otra mariología invita a la antropología a no caer en un pesimismo antro-
parte, la mariología ha sido criticada especialmente por la teología pro- pológico. La espiral de violencia y de pecado ya ha sido vencida en el
testante, tanto por el desarrollo de su contenido concreto, como por la nuevo Adán, pero también en la nueva Eva, figura y modelo de la hu-
justificación dogmática y el fundamento bíblico de sus afirmaciones. manidad reconciliada por Dios.
La mariología no es el centro de la teología. Pero en ella se perfi- En tercer lugar, desde la cristología. La mariología subraya la nece-
lan, como en ningún otro de sus tratados, las acentuaciones dogmáticas sidad de comprender más profundamente la única mediación de Cristo
de las distintas confesiones cristianas. No es este el momento para corno mediación incluyente en la que participa Maria y en la que los
abordar el contenido de las afirmaciones teológicas sobre María en el demás hombres están llamados a participar. Catolicismo y Reforma
magisterio y en las diferentes corrientes teológicas que han profundi- afirman que la mediación de Cristo es única (LG 8). En este sentido,
zado en su doctrina. Tan sólo pretendemos subrayar cómo cristalizan ambas tradiciones suscriben la expresión Solus Christus; pero mientras
en ella los elementos más específicos de la forma católica. En este sen- que para el protestantismo esta representación de Cristo es exclusiva y
tido, se habla de un principio mariano del catolicismo, donde se pone exclnyente, para el catolicismo es inclusiva e incluyente (LG 62).
de relieve la relación entre María y Ja Iglesia como forma fundamen- En cuarto lugar, desde la eclesiología. Toda teología de la media-
tal para entender el sentido de la recepción y participación del hombre ción de Cristo sintoniza con la valoración que la teología católica ha-
en el misterio redentor de Cristo, forma esencial de la existencia cris- ce del papel jugado por la Iglesia en la salvación. Su mediación es ne-
tiana27. Veamos a continuación cinco de sus aspectos esenciales: cesaria porque ella es en Cristo, el sacramento universal de salvación
En primer lugar, desde la teología fundamental. Se trata de refle- (LG 48). También desde esta comprensión de la mediación, la teolo-
xionar sobre el papel que juega la Tradición a la hora de interpretar y gía católica siempre ha afirmado positivamente el papel y la signifi-
cación de las acciones humanas en el acontecimiento gratuito de la
24. H. U. von Balthasar, Católico. Aspectos del misterio, 1O1. justificación del pecador: primero como preparación para la justifica-
25. Sigue siendo digna de lectura reposada y meditativa la carta de Pablo VI
sobre el culto y la piedad mariana Maria/is cu/tus. ción propia y segundo como mediación de gracia para el prójimo a
26. Como siempre hay excepciones. Cf. S. de Fiores, María en la teología través de las obras del amor y de la justicia28 .
contemporánea, Salamanca 1989; K. H. Menke, María en la fe de Israel y de la
Iglesia, Salamanca 2007.
27. Cf. H. U. von Balthasar-J. Ratzinger, Maria, Iglesia naciente, Madrid 1998. 28. Cf H_ U. von Balthasar, Teodromática rv. La acción, Madrid 1995, 328-337.
206 El ejercicio de la teología La forma católica 207

En quinto y último lugar, desde la escatología. María es '~ermen y de aquí es posible pensar el significado salvífico que pueden tener
anticipo del destino de la humanidad, que responde de manelra positi- otras tradiciones religiosas en relación con Cristo29 .
va al designio salvífico de Dios. Ella es, junto a su Hijo, la nueva tie-
rra y los nuevos cielos, que todos anhelamos y esperamos (Ap 12).
3. Catolicidad: plenitud de origen y universalidad de destino
Ella es la primicia de lo que la humanidad está llamada a ser. La vida
y la historia de los hombres no se encuentran abocadas a la muerte y a) Karl Rahner. La catolicidad desde el existencial sobrenatural y la
al sinsentido por el poder del pecado. Al contrario, todos los hombres corporalidad de la gracia
están llamados a la comunión de vida con Dios a través de la disponi-
Karl Rahner ha sido uno de los grandes intérpretes de lo católico
bilidad y la obediencia al Señor.
en la teología del siglo XX. Su teología trató de comprender el cris-
tianismo en diálogo con la modernidad, haciendo inteligible la rela-
d) La teología de la mediación ción existente entre la singularidad e historicidad de la revelación de
No es posible concluir el presente epígrafe sin hacer referencia a Dios (corporalidad de la gracia) con su esencial vocación a la univer-
la teología de la mediación que deriva de los tres principios que he- salidad (existencial sobrenatural).
mos expuesto: el teológico, el histórico y el mariológico. Pero ¿cómo Contrariamente a lo que se suele decir, el punto de partida de la
puede ser entendida hoy la mediación en el cristianismo? Aquí se sin- teología de Rahner es teológico y, a la vez, descendente. El protago-
tetiza la forma mentís propia de la teología católica, su forma de en- nismo de su reflexión lo tiene el principio de la voluntad de Dios de
tender la relación con el mundo, el valor de las instituciones eclesiales comunicarse a sí mismo. Para realizar este deseo, ejecuta un proyecto,
como mediación para el encuentro personal e inmediato con Dios, la que implica la creación de un mundo o naturaleza como destinatario
consideración de otras tradiciones religiosas en relación con la me- futuro de dicha comunicación. Con todo, Dios lleva a cabo su volun-
diación de Cristo. tad comunicativa no desde fuera de esa creación, sino desde su inte-
La única mediación de Cristo es la que integra, asumiendo y puri- rior, convirtiendo a la creación no sólo en la destinataria de su comu-
ficando, la naturaleza humana y todo su esfuerzo de apertura a Dios nicación, sino en la gramática (condición de posibilidad) con la que
en libertad y creatividad cultural. El cristocentrismo católico no impi- decirse y darse a la criatura. En este sentido, Dios se crea su propia
de afirmar la capacidad del hombre en su diálogo con el Creador; an- condición de posibilidad, para después comunicarse. Esta gramática o
tes al contrario, la presupone y la funda. condición de posibilidad no impone o reduce a Dios la capacidad, la
Además, la mediación de Cristo únicamente es operativa en la ac- forma y el contenido de su comunicación, sino al contrario. Es la crea-
ción del Espíritu. Pues es el mismo Espíritu quien, donde quiere y ción como gramática 1a que está diseñada y realizada de ta1 manera
cuando quiere, universaliza e interioriza la acción salvífica de Cristo. que su ser más íntimo y su naturaleza sean los cauces y la expresión
La mediación de Cristo es para la inmediatez de Dios en el Espíritu, de su palabra y revelación30 .
pero esta inmediatez de Dios sólo es real en la mediación histórica y Desde este breve y sencillo acercamiento al punto de partida de la
teología de Rahner, hay que comprender las dos afirmaciones radica-
objetiva de Cristo. Ambas misiones no pueden ser entendidas en dos
les de su teología. En primer lugar, la universalidad de la salvación,
economías diferentes.
cuyo correlato en el hombre es el existencial sobrenatural o la concre-
En definitiva, la mediación de Cristo, siendo única y absolutamen-
te singular, no es excluyente, sino inclusiva. Integra en sí la mediación
29. Cf. Juan Pablo ll, Redemptoris missio, 5; Congregación para la Doctrina
de María y de la Iglesia como participación, nunca como vías o me- de la fe, Dominus Jesus, 14.
diaciones paralelas a la única mediación de Cristo (LG 62). Sólo des- 30. Cf. A. Cordovilla, Gramática de la encarnación, 125·139.
208 El ejercicio de la teología La forma católica 209

ción histórica de ese deseo original de Dios; y en segundo lugar, al- cipio de explicitación» de las «resonancias sociales» del cristianismo
go que normalmente pasamos por alto en la teología de Rahner, a sa- en el orden temporal. Pero además, se consigue preservar a la misma
ber: que esta salvación que Dios ofrece a todos los hombres (universal) Iglesia de caer en aquella «tentación social» que terminaría corrom-
está siempre mediada por la gracia de Cristo en historia y en corpo- piéndola34.
ralidad31. Cristo es la comunicación definitiva y escatológica de Dios La primera parte de la obra sitúa el carácter esencialmente social en
en la historia humana, pero también es «la permanencia histórica» de el corazón del dogma católico, es decir, en los principales artículos del
Dios, llevada a cabo por el propio Cristo en la Iglesia, es decir, «a tra- credo, en su constitución viva, en su sistema sacramental y en el desti-
vés de la comunidad de los que creen en él y en la profesión de fe» de no último que nos aguarda. El dogma católico tiene en su base la uni-
quienes «lo aprehenden explícitamente como mediador de la salva- dad del proyecto salvífica de Dios. Si la unidad es en lo que consiste la
ción»32. Dios se ha comunicado de forma irrevocable en Jesucristo. La salvación, la división es el signo del pecado. La salvación consistirá en
forma histórica e institucional que da razón y testimonio de este hecho restaurar esa unidad original; una salvación realizada por Cristo, el
es la Iglesia. Ella no es una institución social y accidenta] de lo que es hombre nuevo, quien en su encarnación y por medio de ella se ha uni-
el cristianismo, sino algo que pertenece a su esencia. Y lo es tanto por do en cierto modo a toda la humanidad. Este hombre nuevo, inicio de
la forma como Dios se ha comunicado históricamente en Jesucristo, la nueva humanidad, es la obra maestra del Espíritu de Dios. La Iglesia
como por la propia esencia del hombre (espíritu encarnado, ser cons- es «Jesucristo extendido y comunicado» a la humanidad. Ella es ex-
titutivamente social, sujeto histórico). Y puesto que la Iglesia es un mo- presión de la obra de la salvación realizada por Cristo y el Espíritu, que
mento constitutivo del cristianismo, que lleva en su ser la dinámica de consiste en la unidad de todo el género humano. Ella es católica ya en
la encarnación, se sigue la necesidad de la Iglesia para la salvación. Pentecostés, por lo que la catolicidad no consiste en añadir unidad a los
Ella es sacramento universal de salvación, cuyos límites reales viene particulares, síno en percibir la singularidad de lo universal. Los sacra-
dados por el hecho de ser comunidad histórica de creyentes33 • mentos son signos e instrumentos de esta unidad lograda y deseada. Y
la vida eterna expresa la consumación del misterio de la unidad cuyo
b) Henri de Lubac. La catolicidad desde la comprensión social del preludio fue la creación. «Jesucristo no estará entero mientras el nú-
cn"stianismo mero de los santos no quede completo» (Bossuet).
En la segunda parte de la magna obra, el catolicismo es puesto en
Para la teología católica del siglo XX', su obra Catolicismo ha re- relación con la historia, mostrando la novedad que aporta y su inelu-
presentado una auténtica revolución. En ella trata de mostrar el ca- dible vocación a la universalidad. La salvación que ofrece el cristia-
rácter social y comunitario de la salvación cristiana, respondiendo a nismo nada tiene que ver con una huida individual inscrita en un eter-
los críticos que achacan al cristianismo una comprensión individua- no retorno; al contrario, el cristianismo «afirma a la vez que para el
lista de la salvación. Aportando los textos emblemáticos de la Tradi- hombre hay un destino trascendente y para la humanidad un destino
ción, el teólogo francés no gasta sus energías en poner de relieve la común», y ambos son dos realidades indisociables. La novedad del
dimensión social del cristianismo, sino en demostrar que lo social cristianismo en la historia se muestra en la interpretación ~ueva que
forma parte de su centro más íntimo (el misterio) y conforma la esen- ofrece de los textos y en especial de su texto sagrado. La exégesis
cia de su dogmática. De hecho, al comprender a la Católica desde la cristiana ha sido innovadora en el arte de la interpretación judía y pa-
categoría de misterio, se percibe mucho más adecuadamente el «prin- gana, porque intenta dar razón de un hecho absolutamente nuevo:
Dios se revela y actúa en la historia de los hombres, dando a la histo-
31. Cf. K. Rahner, Leiblichkeit der Gnade, Freiburg-Zürich-Wien 2002.
32. K. Rahner, Curso fundamenta/ sobre la fe, 375.
33. !bid., 397-412. 34. H. de Lubac, Catolicismo, 18.
210 El ejercicio de la teología La forma católica 2Il

ria y a la vida social una profundidad espiritual y a la espiritualidad controversia han dañado a la larga lo que se comprende que está de-
una necesaria dimensión histórica y social. trás del nombre de «católico». Para de Lubac este nombre no signifi-
Esta salvación ofrecida por el cristianismo acontece mediante la ca estrechez o reserva, celosa siempre de una ortodoxia doctrinal, si-
Iglesia. Su catolicidad no es sólo un don de Dios, sino una exigencia no expansión del cristianismo y plenitud del espíritu cristiano, que
misionera. La Iglesia es un cuerpo en crecimiento y un edificio en nunca se conforma con las diversas parcialidades o miradas estrechas
construcción. Esta necesidad de la Iglesia para la salvación, no hay de ciertas dogmáticas cristianas. El espíritu y la esencia del catolicis-
que entenderla como una postura intransigente y exclusivista que im- mo se encuentra en la siguiente afirmación de la Escuela de Tubinga:
pide la salvación de todos los hombres, sino como la forma de expre- «El hecho central es la revelación del plan realizado por Dios en la hu-
sar que la salvación desborda al individuo y pone en juego el destino manidad. Este plan es un todo orgánico que se desarrolla progresiva-
de todos los hombres. Este crecimiento y misión del cristianismo en la mente en la historia».
historia acontece en la paradoja de la venida de Cristo, que por un la- No obstante, afirmar dicho carácter social del cristianismo (catoli-
do representa el otoño de la siega de la cosecha y por otro la primave- cismo) no puede malinterpretarse en un sentido colectivista que des-
ra de la nueva germinación. La actitud fundamental es la alegria por el truye al individuo. Pues en el centro de la doctrina social del catoli-
cumplimiento realizado y la esperanza por la futura consumación, cismo siempre está la persona, a la que se comprende como relación
siendo su nexo de unión la obligada paciencia de la maduración. constitutiva hacia otros y que se desarrolla en un drama como voca-
En el encuentro con las culturas, el catolicismo ha de ejercer esa ción. La persona es un centro centrífugo que, paradójicamente, nece-
actitud que no es sincretismo ni liberalismo, sino verdadero catolicis- sita la comunión para ser más sí misma. Una persona aislada es un
mo, el cual asume, purifica y lleva a su consumación los elementos de sinsentido, igual que una persona plenamente realizada sin Cristo. No
verdad y de gracia que encuentra en otras tradiciones religiosas y ex- somos plenamente personales más que en el interior de la persona del
presiones de la vida humana. En un contexto en el que se está reiteran- Hijo, mediante el cual tenemos parte en la comunión de las personas
do la necesidad de la expansión misionera de la Iglesia sin vincularse a trinitarias. El cristianismo afirma por igual la fraternidad universal en
una cultura determinada como la europea, donde se pide perdón por Cristo como el valor absoluto de todo hombre. Su carácter social e
los errores del pasado y se asevera que no hay nada verdaderamente histórico no mengua el valor que desde el catolicismo se le concede a
humano que le pueda ser ajeno, Henri de Lubac afirma con rotundi- cada persona en quien brilla la imagen del Eterno.
dad: «El catolicismo es la Religión. Es la forma que debe revestir la Por último, este doble carácter histórico y social del catolicismo,
humanidad para ser finalmente el la misma» 35 • no debe ocultar la presencia del Eterno y su trascendencia inalterable,
En la tercera y última parte de su obra, el autor presenta al catoli- «como el Lugar en donde, generación tras generación, la humanidad
cismo en diálogo con el tiempo presente (año 1936), pues la mejor tra- sea recogida; el Centro en donde toda ella converja; el Eterno que la
dición de la teología cristiana puede malinterpretarse si no se realiza totalice; el Absoluto que, en el sentido más fuerte y plenamente actual
un justo ejercicio de puntualización y adaptación, es decir, un esfuer~ de la palabra, la haga existir; el Amante que la atraiga; el Otro a quien
zo de asimilación transformadora. De hecho, la fidelidad a una tradi- entregarse» 36 .
ción nunca puede consistir en una repetición servil, aunque también En resumen, Henri de Lubac ha situado a la Iglesia de Cristo den-
sucede que ciertos progresos en la aclaración y definición de concep- tro de unas coordenadas verticales y horizontales que constituyen su
tos teológicos, terminan siendo retrocesos en la comprensión global esencial forma católica, una forma que tiene en realidad forma de
del misterio cristiano. Tanto el individualismo como la teología de cruz: la línea vertical o la trascendencia de lo cristiano, presentada

35. !bid., 210. 36. !bid., 249.


212 El ejercicio de la teología La forma católica 213

como una única figura histórica en la que acontece la novedad de y haga así posible la verdadera catolicidad: la unidad de lo diverso sin
Dios como salvación del mundo en su totalidad; y la línea horizontal- anular esa diversidad41 .
temporal, en la que acontece la trascendencia del tiempo de la pro- Estas raices teológicas de la catolicidad que brotan de su fuente di-
mesa en el tiempo de la plenitud, significando el paso de la Antigua a vina, se corresponden con unas raíces históricas y naturales que nacen
la Nueva Alianza". La forma católica del cristianismo remite final- a su vez de una fuente terrena. La humanidad es esencialmente histó-
mente al misterio de la cruz. Porque la humanidad no podrá alcanzar rica y cósmica. Su destino es común y se halla vinculado al destino
su deseo y objetivo de unidad si no renuncia primero a tomarse ella del cosmos42 .
misma como fin, pues «sólo hay fraternidad definitiva en una común Teniendo en su origen estas fuentes, la catolicidad tan sólo puede
adoración»38 . La forma de cruz es la forma católica del cristianismo. realizarse de manera histórica y de forma concreta en la Iglesia, lugar
A través de ella se ha manifestado a todos la obra del Verbo de Dios en el que se unen como en un sacramento el designio de Dios y el ca-
y sus manos se han extendido para poder abrazar y recoger a todos mino a la unidad de la naturaleza y la historia (potencialidad humana).
los hombres (Ireneo de Lyón)". Sin embargo, esta realización eclesial es paradójica. Pues, por un la-
do, la Iglesia ya es católica en cuanto Ecclesia congregans, es decir,
c) Yves Congar. La catolicidad como don de Dios y realización en sus principios formales; pero por otro, ella tiene que llegar a serlo
humana y realizarlo en su vida en cuanto Ecclesia concregata.
La catolicidad es un don de Dios dado a su Iglesia, mas también una
Después de rastrear en la historia el sentido del término católico, tarea que debe realizar en el tiempo. La catolicidad le es dada a la Igle-
Yves Congar lo define como aquella caracteristica cuantitativa y ex- sia no como cabeza, sino como cuerpo. Es un atributo de toda la Iglesia,
tensiva de la Iglesia que expresa su universalidad y como aquella ca- también de cada Iglesia local e incluso de cada cristiano. Pues lo esen-
racterística cualitativa que significa verdadero40 . Si la apologética clá-
cial de la catolicidad consiste en estar referida a la totalidad, al centro de
sica se servía de esta nota externa para probar que la Iglesia católica
la revelación de Dios, a la totalidad del testimonio bíblico y apostólico,
(romana) es la verdadera Iglesia de Cristo frente a otras confesiones
en definitiva, al contenido armónico de la fe (analogía de la fe). Y todo
cristianas, el teólogo francés la comprende como expresión de una rea-
ello sin perder de vista que la catolicidad también significa estar esen-
lidad interior que define a la Iglesia no tanto desde la eclesiología co-
cialmente abierta a un dinamismo de alcance universal (sacramento
mo desde la cristología.
universal de salvación) que, como signo de su vitalidad y fecundidad, le
La catolicidad de la Iglesia tiene sus raices en el misterio trinitario,
hace abrirse a la incorporación de diferentes pueblos y culturas43 •
el cual ha sido manifestado en el designio salvífico del Padre realiza-
do por el Hijo y llevado a su consumación por el Espíritu. Por Cristo y
en Cristo, Dios se ha comprometido definitivamente a procurar a toda d) Hans Urs von Balthasar. La catolicidad desde el fragmento único
la humanidad y al mundo la plenitud de sus aspiraciones más profun- y singular
das. Y esta obra es consumada por el Espíritu, que no realiza una obra El teólogo suizo también se ha preguntado por el significado de la
distinta a la del Hijo, sino que la lleva a cabo desde el interior de ca- catolicidad como forma positiva y esencial del cristianismo. Para es-
da persona con el fin de que repercuta en todos los pueblos y culturas, te autor, la catolicidad hay que entenderla en un sentido cualitativo co-
mo totalidad y plenitud. «Católico hace referencia a una cualidad. Es
37. Cf. H. U. von Balthasar, Henri de Lubac. Sein organisches Lebenswerk,
Einsiedeln 1976, 50·74.
38. H. de Lubac, Catolicismo, 258. 41. lbid., 501-505.
39. Cf. Ireneo de Lyón, Adversus haereses, V. 14, 4. 42. !bid., 505-508.
40. Y. Congar, La Iglesia es católica, 492-501. 43. !bid., 508-515.
214 El ejercicio de la teo/ogia La forma católica 215

totalidad y universalidad, y su comprensión presupone una determi- desde su forma católica, integra, conserva y consuma el movimiento
nada actitud espiritual del hombre» 44 . Universalidad y totalidad son, desde abajo (universalismo antropológico) y desde fuera de la revela-
pues, las palabras que definen lo católico. ción acontecida en el Nuevo Testamento (otras religiones).
La Iglesia puede llamarse «católica» porque es el ámbito de la re- t La universalización del Logos no se realiza por una pérdida de la
velación y la comunicación de la totalidad divina. Una totalidad, por particularidad o «relativizando el movimiento de la encarnación del
ello mismo, revelada en el fragmento. La teología de Balthasar trata de lagos a favor de una neutral presencia universal del Lagos en la razón
mostrar que ambas características fundamentales de la catolicidad no creada»47 . Pero hay que decir también que «el acontecimiento Cristo
son contradictorias. Por tal motivo, el universalismo cristiano no puede no lo encierra todo en el apretado marco de una teología cristológica,
nunca estar en contradicción con su esencial carácter católico (pleni- sino que deja espacio a una metafisica de la creación (cosmología y
tud). Es esta totalidad revelada en el fragmento la que tiene vocación antropología en todas sus ramificaciones) y a una filosofia de la his-
de universalidad y extensión hasta todos los rincones de la tierra. toria y de la cultura»".
Este universalismo nunca es postulable ni deducible desde abajo,
1) El universalismo cristiano: el todo en el fragmento desde la abstracción de una naturaleza humana religiosa expresada en
ritos diversos. Más bien se realiza desde lo más concreto de la historia,
Balthasar, en diálogo con su amigo Karl Barth, se ha preguntado
desde la cruz del Señor, que se abre hacia el mayor universalismo pen-
por la forma de comprender el universalismo cristiano. Con el teólogo sable, pues el Señor, que se ha entregado hasta la muerte para la vida
calvinista reformado concuerda en que este universalismo no puede ser del mundo, es aquel que a la vez es el Alfa y el Omega de la historia.
realizado desde abajo, es decir, desde la afirmación de una base común Todo intento de realizar una teología cristiana del pluralismo reli-
de la experiencia religiosa (F. Schleiermacher). La universalidad tiene gioso que no tome en serio la novedad aparecida en Jesús de Nazaret
que ser afirmada desde arriba, es decir, desde la revelación gratuita de y quiera colocar el punto de convergencia fuera del Crucificado Señor
Dios (K. Barth). Pero a diferencia del gran teólogo de Basilea, para de la gloria, no estará siendo fiel al mensaje del Nuevo Testamento (cf.
Balthasar el universalismo cristiano que se funda y realiza desde arri- 1 Cor 1-2). El universalismo cristiano, su pretensión de catolicidad y
ba (desde el misterio de Dios) tiene que integrar el legítimo movi- su capacidad de integración no son realidades que estén justificando
miento desde abajo (desde la realización humana). La revelación de un larvado imperialismo cultural y religioso por parte del cristianismo,
Dios no es una realidad pensable y deducible desde abajo, el todo no se sino el signo de la fidelidad a un hecho absolutamente novedoso en la
puede postular a priori y anticipadamente desde los fragmentos, sino historia de las religiones y de la humanidad, a saber: que Dios se ha he-
que se hace evidente y creíble desde su propia manifestación libre en el cho hombre y ha muerto por nosotros para que todos los hombres sin
amor45. En este sentido, los fragmentos pueden ser integrados en un excepción puedan participar plenamente de su vida divina.
Todo únicamente porque el Todo se ha revelado, manifestado y entte- En este sentido, no es posible perder de vista que «la posibilidad
gado en y como fragmento: «Sólo el todo en el fragmento porque el to- de ser cristiano está ahí entre muchas concepciones del mundo, como
do se ha manifestado como fragmento»46 • Para Balthasar tiene razón una oferta para ser elegida. No puede ponerse en el primer puesto ¡¡,,,
Barth cuando postula que el universalismo cristiano sólo puede ser rea- echando mano de la violencia. Eso se opondría al espíritu de su fun-
lizado desde arriba. Pero a diferencia de su postura radical y negativa dador y al de sus mejores representantes. Debe pretender probar su
sobre todo lo que no sea Dios, el universalismo cristiano comprendido credibilidad y -según su propia comprensión- su peculiaridad me-

44. H. U. von Balthasar, Católico. Aspectos del misterio, 7. 47. Id., Ensayos teológicos J. Verhum Caro, Madrid 1964, 314.
45. Cf. Id., Sólo el amor es digno de fe, Salamanca 2004. 48. Id., «Pretensión de catolicidad)), en Puntos centrales de la fe, Madrid
46. Cf. Id., Das Ganze im Fragment, 291. 1985, 44-45.
216 El ejercicio de la teología La forma católica 217

<liante argumentos puramente espirituales, que, suficientemente para- que miran hacia el alfa y el pasado de la historia o hacia el omega y el
dójicos, nunca pueden ser 'constrictivos', pues no deben frustrar el ac- futuro. Las dos constituyen uoa huida del presente, pues consideran que
to de fe libre y libre entrega»". Y concluye Balthasar: «Este misterio no tiene sentido. El budismo huye hacia el alfa o el origen de la histo-
puede ser aceptado también en su revelación como verdadero, y por ria; se trata de una evasión en vertical. El marxismo escapa en horizon-
consiguiente, creído sólo en decisión libre, suscitada por la gracia de tal, hacia la búsqueda de uo futuro reino venidero y mesiánico.
Dios; con lo que se subraya una vez más que este proceso total de in- El cristianismo, tomando el testimonio de la sagrada Escritura,
tegración de todos los fragmentos de sentido de la existencia no pue-. ,profesa en el credo que Cristo es el Alfa y Omega de la historia desde
de ser una demostración estricta de la verdad de la fe cristiana» 5º. la historia concreta y presente54 • El Hijo se designa como Alfa y Ome-
ga, al mismo tiempo que remite al Padre como Alfa y al Espíritu co-
2) Catolicidad mo Omega. Podemos decir que el Hijo es Alfa y Omega dejando al
El sentido de esta catolicidad, que puede ser vivida en la diáspora Padre y al Espíritu ser, respectivamente, Alfa y Omega. En su entrega
o en la dispersión, procede de Henri de Lubac, y en concreto de su li- libre a la muerte deja lugar tanto a la esfera creacionista, propia del
bro Catolicismo, que el propio Balthasar había traducido al alemán". Padre, como a la profética e inventiva característica del Espíritu. De
Pero también de una pasión que comparten ambos autores: la teología esta manera, Cristo, en cuanto Hijo que retoma al Padre desde la obe-
de los padres de la Iglesia. diencia, es el cumplimiento de toda religión como retorno al origen.
Refiriéndose a sus años de estudios teológicos en Lyón y a su en- Pero en cuanto que otorga anticipadamente el Espíriru y deja espacio
cuentro con de Lubac y otros jesuitas, escribe Balthasar: «El sentido a la autoconstrucción del hombre y de su mundo para que se desplie-
de la venida de Jesucristo es redimir al muodo y abrirle como totalidad gue conforme a las audacias de su libertad humana, dotada de creati-
el camino al Padre: la Iglesia es sólo el medio, un destello que desde el vidad y profecía, es el cumplimiento de la utopía, como apertura al
Futuro absoluto 55 •
Dios-hombre penetra en todos los ámbitos por medio de la predicación,
el ejemplo y el seguimiento. Porque patrística significaba para nosotros Balthasar puede afirmar, en este sentido, que «una religión que se
cristianismo que todavía quiere penetrar en el último rincón de los pue- ha llamado siempre uoiversal puede llevar hacia delante la pretensión de
blos y que mantiene la esperanza de la redención del mundo»''. continuar en sí todos los elementos positivos de las demás y, sin embar-
El cristianismo lleva en sí mismo esta pretensión de catolicidad, en go, al mismo tiempo colmarlas trascendiéndolas» 56 • Esta pretensión de
uoiversaliru¡,{del cristianismo se funda en la uoicidad de uoa figura úni-
competencia con otras religiones y cosmovisiones que también intentan
ca y sin .,nalogías en la historia uoiversal, que cumple en sí la pretensión
dar respuesta al sentido del hombre y al destino de la historia. Para Bal-
thasar, en el fondo, sólo hay dos respuestas alternativas al cristianismo:
tido en una forma de configurar la sociedad desde un modelo cultural, político y
el budismo y el marxismo (judaísmo) 53 , ya que ambas son respuestas económico, el autor percibe la fascinación por el judaísmo y, desde éste, por el is-
lamismo, que para él es una zona neutra donde se juntan lo que tienen las religio-
nes antiguas de primado del «absoluto>' o de «lo divino'> con una vuelta al Dios del
49. Id., Epílogo, Madrid 1998, 15. Antiguo Testamento, elevado sobre el mundo (cf. «Pretensión de catolicidad>,, en
50. lbid., 39. Puntos centrales de la fe, Madrid 1985, 9).
51. Una obra traducida por Balthasar al alemán con dos significativos títulos: 54. La estructura del credo es trinitaria: Padre (creación-origen), Cristo (re-
Kirche a/s Gemeinschaft (<<La Iglesia como comunión») en la primera edición de dención-historia), Espíritu (consumación-futuro). Desde la historia concreta de la
1945, y G/auben aus der Liebe («La fe desde el amor») en las siguientes reedicio- encarnación y de la cruz, el Hijo se abre hacia el origen (Padre) y se expande ha-
nes. Este último titulo recuerda el de su obra programática Glaubhaft ist nur Lie- cia el futuro (Espíritu).
be («Sólo el amor es digno de fe''). 55. Cf. H. U. von Balthasar, Epílogo, 42-45. La misma imagen en otro texto
52. H. U. von Balthasar, Epílogo, 42. del propio autor: Lo católico en la Iglesia, en H. U. von Balthasar-J. Ratzinger,
53. En el budismo están integradas las religiones orientales o lo que en otros María, Iglesia naciente, 125-127.
lugares Balthasar denomina tendencia asiática. En el marxismo, que se ha conver- 56. H. U. von Balthasar, Incontrare Cristo, Casale Monferrato 1992, 69.
218 El ejercicio de la teología

de las religiones orientales, del judaísmo y del islamismo en el justo 9


momento en el que él eleva por sí mismo la pretensión de autoridad di-
vina y de comunicación de la vida. Sólo en Cristo se cumple el deseo de LA BIOGRAFÍA DE LA TEOLOGÍA
llegar a ser uno con Dios sin que el hombre pierda su ser personal".
El cristianismo lleva adelante esta pretensión católica y este diálo-
go ecuménico ante todo por medio de sus testigos. Así, con las reli-
giones orientales propone el amor personal que nace de un Dios per-
sonal y que funda, sustenta y custodia al hombre como valor absoluto
y destinatario de mi amor concreto y hasta el final (Teresa de Calcu-
la). Con el mundo musulmán comparte el servicio a los pobres y la
adoración de la eucaristía como signos supremos de la inmanencia y Introducción
de la presencia del Dios absoluto porque, como dice el adagio clásico,
«que lo máximo pueda contener a lo minimo es algo divino» (Charles A la teología le corresponde un quehacer propio y original que la
de Foucauld). Con las demás coefesiones cristianas recorre un mismo identifica como ciencia, por esta razón, a pesar de que su forma exter-
itinerario de profundización en la tradición viva de la Iglesia acogien- na cambie a lo largo de su historia (biografia) 1, la naturaleza de su
do la herencia de los Padres (Ortodoxia) y el tesoro de la Escritura ejercicio permanece inalterable. Esta ejercitación tiene que tener en
(Reforma), mediaciones ambas que encaminan hacia la unidad católi- cuenta el «objeto» singular sobre el que trata (revelación de Dios), así
ca viviente de hoy (John Henry Newman). como el sujeto y el lugar desde donde se realiza. Y precisamente des-
de el espacio que surge de esta relación entre el objeto y el sujeto, na-
ce el método teológico. Este método, comprendido como auditus-in-
Conclusión
tellectus-actio fidei, parte del alma que sostiene y vivifica a la teología
El catolicismo es cristianismo en su vocación de universalidad y (Escritura), la memoria que la interpreta y actualiza históricamente
de plenitud. Dado por Dios en su ser más íntimo y buscado con luces (Tradición) y enmarca su reflexión tratando de concordarla con la in-
y sombras a lo largo de la historia. El carácter extensivo y cualitativo terpretación autorizada que la limita y la define (magisterio). Esta for- ij¡

de lo católico crece en proporción directa a la manifestación de su ple- ma de entender el método teológico desde la integración del alma, la lj!:'1
nitud cualitativa. memoria y el marco de la teología, ha producido una forma determi- 1fl
Dios y el hombre (principio teológico de la analogía), Cristo y el nada, que podemos llamar católica, es decir, una teología que quiere 1:1,1
.1.:
Espíritu (principio histórico de la oikonomia), Maria y la Iglesia (prin- dar razón de la totalidad en extensión universal y en intensidad cuali- !I
cipio mariano de la existencia cristiana) son los principios fundamen- tativa. Además, esta forma tiene su propia biografia, pues aunque la
tales de la comprensión católica del cristianismo que nos refieren a la esencia de su quehacer no varíe, la forma concreta de su realización ha
totalidad de la fe y a la plenitud del misterio cristiano. Mas a la vez tenido expresiones muy diversas a lo largo de la historia'. li11
1
son una exigencia para que esta conexión con la catolicidad se tra-
duzca en esfuerzo más vigoroso por extender dicha plenitud a todos 1. Agradezco a Alejandro Labajos Ja sugerencia que me hizo para el título de
este capítulo.
los hombres, haciendo realmente de la Iglesia el sacramento universal
2. Cf. P. Tillich, A History ofChristian Thought, London 1965; R. J. Schreitter, 11'
!: 1,
1
'' I' '
de salvación y reconciliación en el mundo. «La teología y su contexto: la tradición de la Iglesia como teologías locales», en ,,
1

Constructing Local Theologies, London 1985, 80-93. Este autor propone cuatro

57. Cf. lbid., 68-71.


formas fundamentales que la teología ha asumido en su historia: l) la teología co-
mo variaciones sobre un texto sagrado; 2) la teología como sabiduría; 3) la teología
.1;
i,
'
1
220 El ejercicio de la teología La biografía 221

La teología, como toda acción humana, está vinculada a la historia. donde nos encontramos al inicio de la reflexión teológica propiamen-
En este sentido, a la hora de afrontar su estudio y ejercicio, hay que te- te dicha. Aquí destacan autores como Justino, Ireneo, Tertuliano, Orí-
ner en cuenta su esencial dimensión histórica, que nace desde el punto genes. El denominador común es la comprensión de una teología co-
de vista del «objeto» que estudia, como del «sujeto» que la realiza. mo ciencia de la fe, que es pensada en diálogo y desde una razón
Desde el objeto, la teología es obediencia a la economía de la salva- histórica. Teología como ciencia de la fe no en el sentido que le dará
ción realizada por Dios a partir de la «ley de la encamación». Ésta le Tomás de Aquino en el siglo XIII, sino pensando más bien en que el
obliga a estar siempre vinculada a la historia salutis y a la historia con- punto de partida de la teología los Padres de la Iglesia siempre es la fe
creta de los hombres. Pero a la vez, desde el sujeto, ella es una ciencia (la regla de la fe), desde cuyo fundamento se parte para profundizar
humana cuya forma de pensamiento es histórica y limitada. después en temas abiertos y discutibles desde la razón en diálogo con
Con vistas a realizar el ejercicio de la teología es necesario tener la cultura (apología) y desde una estrecha vinculación a la historia de
conciencia del pensamiento histórico. Conviene ser conscientes de la salvación y la revelación (razón histórica)4 •
que no es lo mismo leer un documento de la tradición cristiana escri- El segundo, todavía dentro de esta primera etapa fundadora, se re-
to en el siglo II o III, que la reflexión de un teólogo del siglo V, una fiere a lo que podemos denominar como la edad de oro de la teología,
vez celebrados los grandes concilios, en especial el concilio de Nicea situada en el siglo IV-V. Aquí se fragua el credo de la fe de la Iglesia.
(325). Esta diferencia se agudiza si nos referimos a cualquier teólogo El cristianismo se abre de facto a la universalidad manteniendo su ori-
del Segundo milenio que escribe al inicio de la Escolástica en el siglo ginalidad e irreductibilidad a ética, estética o metafísica. Es la etapa
XI, o durante su esplendor en el siglo XIII, o en su ocaso, mediado ya más significativa en la determinación dogmática de la fe en lo que res-
el siglo XVIII. Entre todos estos pensadores se da una discontinuidad pecta a la comprensión de Dios (Padre, Hijo, Espíritu) y a la salvación
en su manera de afrontar los problemas teológicos, pero también en la cristiana (gracia-libertad). Aquí se da el paso que se ha denominado
forma de su expresión. Con todo, no puede perderse de vista que en de la Escritura al Símbolo. De la teología narrativa de la Escritura al
esa diversidad existe una semejanza y unidad profunda entre los dife- símbolo de la fe que interpreta y garantiza su sentido verdadero.
rentes estilos cuando se enfrentan a los verdaderos y permanentes pro- b) De la Edad Antigua pasamos a la Edad Media, de la teología
blemas teológicos. patrística al nacimiento de la Escolástica. Del siglo V damos un salto
hasta el siglo XI y el nacimiento de la teología crítica comprendida
como questio desde una ratio crítica que se pregunta por la racionabi-
1. Las diferentes formas de la teología en la historia lidad de su propia fe en diálogo apologético (Anselmo de Canter-
No es fácil resumir dos milenios de andadura. La biografía de la bury). Del Símbolo como expresión de la fe dogmática y doxológica
teología es larga y compleja'. A pesar de ello, vamos a resumirla en que interpreta la Escritura en espacio litúrgico y comunión eclesial, se
cinco formas fundamentales o estilos, que responden a cinco momen- pasa a la teología formulada como afirmación que encontramos en la
tos decisivos en la historia de la teología. Escritura y en la Tradición (consensus Patrum) que hay que justificar
a) En primer lugar, dirigimos la mirada a la teología patrística. Se desde las autoridades que las avalan y desde la lógica y dialéctica de
trata de los años iniciales en los que la teología cristiana afronta dos la razón (Abelardo). Aquí se da el paso del Símbolo a las sentencias,
cuyo autor más representativo es Pedro Lombardo.
momentos decisivos. El primero hace referencia a los siglos II y 111,
c) Si el siglo XI supone el nacimiento de una forma nueva de ha-
como conocimiento seguro; 4) la teología como praxis. El monje benedictino G. cer teología en continuidad con la anterior, el siglo XIII es el momen-
Lafont (La Sagesse et la Prophétie. Modeles théologiques, Paris 1999), propone dos
modos fundamentales del discurso teológico: la profecía y la sabiduría. 4. Uno de los ejemplos más claros puede verse en Orígenes, De Principiis I,
3. Cf. E. Vilanova, Historia de la teología cristiana 1-11, Barcelona 1987. 4 (edición de M. Simmonetti, Torino 1989, 121-122).
222 El ejercicio de la teología La biografia 223

to de su mayor esplendor. En esta época surgen las Universidad naci- 2. De la Escritura al Símbolo
das de los claustros y escuelas catedralicias. Si la época patrística nos
muestra la capacidad que tiene la fe de entrar en diálogo con una cul- La primera etapa de la biografia de la teología está caracterizada
tura diferente, este siglo manifiesta su vitalidad para generar una cultu- por la interpretación de la Escritura. En esta etapa se produce el primer
ra desde ella misma. La teología llega a su máxima expresión como cambio decisivo en la forma de la teología: de la Escritura al Símbo-
«edificio de Dios», como catedral, como suma teológica (Alejandro lo. Esto no significa que la Escritura deje de ser la fuente y el alma de
de Hales, Alberto Magno, Tomás de Aquino). Junto a la comprensión la teología, pero ella tiene que ser interpretada en un contexto nuevo,
clásica de la teología como sabiduría y seguimiento de Cristo (Buena- dando lugar al Símbolo como criterio supremo de interpretación. Des-
ventura), en esta época comienza a ser comprendida también como pués de un breve paso por la teología del Nuevo Testamento, afronta-
ciencia, como ciencia de la fe (Tomás de Aquino). mos esta rica y fecunda etapa de la teología cristiana en su etapa ante-
d) El siglo XVI supone, de alguna manera, el intento de un nuevo rior al concilio de Nicea. Después nos detendremos brevemente en la
inicio (re-nacimiento) desde un deseo de volver a la fuente de la teo- importancia que ha tenido el Símbolo de fe de Nicea en el desarrollo
logía (Escritura) sin la mediación de la Tradición y las tradiciones que de la teología, así como en el papel determinante de las herejías y el
nos la ocultan. Frente a la gruesa mediación de la teología escolástica importante fenómeno de las escuelas teológicas como signo de la uni-
y especulativa, surge una teología histórica-positiva que estudia los dad de fe y pluralidad de teologías. Concluimos esta etapa ofreciendo
orígenes del cristianismo desde la inmediatez de la experiencia subje- unos rasgos fundamentales de la imponente figura de Agustín de Hi-
tiva. Aunque a lo largo de su historia siempre han existido diferentes pona y de la época de síntesis que cierra esta etapa y pone las bases
teologías, en esta época las diferencias se agudizan dando lugar a di- para la posterior. El lector se percatará que a ella le dedicarnos más es-
ferencias confesionales. De la unidad expresada en la Suma, se pasa pacio y atención que al resto. Ello se debe a la importancia objetiva
a la divergencia de las C011;fesiones. que esta etapa patrística ha tenido después a lo largo de su biografia.
e) Por último, dirigimos la mirada al siglo XX. Con este salt<>cro- Estos primeros siglos de su historia han sido decisivos y determinan-
nológico no queremos dar a entender que entre los siglos XVI y XX tes para toda la historia posterior.
no se produjo una teología rica y rigurosa que merezca nuestra aten-
ción, si bien es cierto que en un repaso histórico a grandes rasgos no a) Pablo de Tarso, el primer teólogo cristiano
encontramos hechos o autores excesivamente relevantes. En este si-
La primera teología cristiana comienza en el siglo 11. Aunque hay
glo, dentro de la Iglesia católica, se produce un acontecimiento deci-
algunos autores que ya hablan de teología en el Nuevo Testamento.
sivo que marcará la historia de la Iglesia y de la teología: el concilio
Efectivamente, el primer teólogo cristiano es san Pablo'. Éste judío
Vaticano 11. En él confluyen los movimientos de reforma de la teolo-
convertido al cristianismo desarrolla la primera teología cristiana, en
gía a inicios del siglo XX y especialmente los desarrollados durante el
cuanto que desde su experiencia personal y el contexto particular en el
periooo de entreguerras. La teología sale al encuentro y al diálogo con
que escribe, elabora las primeras reflexiones sobre el Dios que se re-
el mundo moderno desde el aliento original (vuelta a las fuentes) y la
vela como Padre de nuestro Señor Jesucristo y que nos envía su Espí-
percepción cada vez más consciente de su relación con las diferentes
ritu para convertimos en una criatura nueva, formando parte del Cuer-
culturas y latitudes. Todo ello va a motivar un cambio que, de forma
po de Cristo. Esta participación en el Abbá de Cristo (Gal 4, 4-6; Rom
global, hemos denominado como el paso de las confesiones a una te-
8, 14-16), hace posible una nueva relación con Dios (filiación) y fun-
ología integradora y ecuménica, y de ésta a una variedad y pluralidad
da una nueva forma de fraternidad, desde la que hay que vivir desde
enorme de diferentes teologías, según el contexto cultural y geográfi-
co desde donde se realice. 5. Cf. J. Becker, Pablo, el apóstol de los paganos, Salamanca 1996.
224 El ejercicio de la teología La biografia 225

una determinada ética y forma de vida. En este sentido se puede de- de ver en el capítulo 5, él (junto con el Antiguo Testamento) es alma,
cir que Pablo es teólogo, aunque hay que ser conscientes de que él no fuente y fundamento permanente de la teología, y no una forma más
escribe tratados de teología. Su teología podemos caracterizarla como de ella que pueda ser superada por otras posteriores.
una teología apostólica, realizada a la par de su tarea misionera y
evangelizadora. Por esta razón, la forma de su teología es epistolar b) La primera teología cristiana
y poética, con el objetivo de alentar, exhortar, confortar, reprender a
La teología surge cuando 1os primeros cristianos tienen que dar ra-
las comunidades cristianas fundadas o evangelizadas por él. Aquí es
zón de su vida y de su fe en un contexto diverso en el que acontece la
donde Pablo nos ha dejado su teología, con una comprensión del mis-
revelación de Dios y surge la experiencia y el testimonio cristiano ori-
terio de Dios, de la persona de Cristo, del hombre empecatado y jus-
ginal. El primer momento de esta relación es el encuentro en diálogo
tificado, de la Iglesia de Dios, del fin último del hombre.
y confrontación del cristianismo nacido en un contexto judío ante la ra-
Si desde este punto de vista podemos considerar a Pablo de Tarso
zón griega y la cultura romana. Los nombres de Justino, Ireneo, Cle-
como el primer teólogo cristiano, después de él tenemos que mencio-
mente de Alejandría, Tertuliano, Orígenes, Cipriano, etc., entre los más
nar a los autores de los evangelios (Marcos, Mateo, Lucas, Juan).
destacados, son expresión cualificada de esta fecunda relación que se
Ellos nos han narrado la historia de Jesús desde su propio estilo y des-
realizó, por un lado, con la clara conciencia de la identidad y novedad
de las circunstancias personales y comunitarias que vivían, dando así
a una determinada teología'. Así podemos hablar de una teología joá- del cristianismo ante la cultura circundante, pero, por otro, con la con-
nica, lucana, mateana, marcana7 . Este no es el lugar para poder reali- vicción de la profunda sintonía que existía con ella. ¿Qué relación ins-
zar un estudio detallado de las características propias de cada evange- taura el cristianismo con esta vida y cultura anterior? Fundamental-
lista. Lo importante es que el misterio inabarcable de la persona de mente podemos resumirla en que la hereda, en un ejercicio que implica
Cristo ha dado de sí diferentes documentos en el Nuevo Testamento, un triple movimiento que va a constituir la forma casi normativa de to-
que lejos de ser heterogéneos, muestran una admirable unidad en la do diálogo posterior del cristianismo en el encuentro con otras cultu-
ras: la asume, la purifica y la transforma (LG 17 y AG 9).
diversidad'.
Sin embargo, dado que este testimonio del Nuevo Testamento ha Esta relación en el origen puede resumirse muy bien en el dicho
sido considerado normativo en un proceso de canonización que se ini- formulado por Pablo de Tarso en la Carta a los filipenses que va a ser
cia en el siglo 11, frente a la corriente gnóstica del cristianismo y que permanentemente comentado por los autores cristianos: «Todo cuan-
concluirá en el siglo XVI en los debates entre las confesiones católi- to hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de hono-
ca y protestante con la recepción completa y definitiva del canon de la rable, todo cuanto sea virtud o valor, tenedlo en aprecio» (Flp 4, 8).
Biblia (aunque prácticamente en el siglo IV este proceso queda prác- En verdad este cristianismo primitivo actúa de esta manera porque es
ticamente definido), no puede ser comprendido sin más como una consciente de que esta realidad buena y verdadera con la que se en-
parte de la historia de la teología. Como ya hemos tenido oportunidad cuentra es expresión del Lagos amoroso y creador de Dios que ha ido
sembrando fragmentos de su presencia en la vida de los hombres,
6. Cf. R. Schnackenburg, La persona de Jesucristo reflejada en los cuatro conduciéndoles con una luz interior, sin violentar su libertad (con-
evangelios, Barcelona 1998. ciencia) hacia su presencia definitiva en el Lagos encarnado. Desde
7. Cf. J. Gnilka, Teología del Nuevo Testamento, Madrid 1998; P. Stuhlma-
cher, Biblische Theologie des Neuen Testaments. Band l: Grondlegung von Jesus esta cristología del Lagos presente de forma incipiente en el prólogo
zu Paulus, GOttingen 32005; Band 2: Von der Paulusschule bis zur Joannesojfen- del evangelio de Juan y desarrolla posteriormente en los siglos 11 y III,
barung. Der Kanon und seine Auslegung, Güttingen 1999.
el cristianismo va a establecer el diálogo con la cultura que le prece-
8. Cf. J. N. Alletti, Jesu-cristo, ¿Factor de unidad del Nuevo Testamento? Sa-
lamanca 2000. de y con la que se encuentra no tanto desde el ámbito de las religiones
226 El ejercicio de la teología La biografía 227

y sus mitos («theologia mitica»), sino con la filosofia (<<lheologia phi- Símbolos de fe, o entre Biblia y dogma. Esta es la razón por la que los
losophica») centrada en la búsqueda de la verdad, desde la primacía teólogos se preguntan una y otra vez la misma cuestión: ¿El concilio
del logos y el ejercicio de la paideia9 • de Nicea es la expresión de la helenización del cristianismo que hoy
La teología en este periodo inicial se va a comprender como un co- tenemos que rechazar y superar definitivamente? O, por el contrario,
mentario e interpretación actualizada del testimonio de la Escritura en ¿es un hito irrenunciable en la historia de la teología cristiana impo-
este nuevo contexto cultural. Pero una interpretación que sea una ver- sible de superar hacia atrás?
dadera actualización de su mensaje sin sucumbir a un vaciamiento del El concilio de Nicea no inventa, sino que interpreta la Escritura.
contenido y de su verdad. En esta etapa encontramos tres tipos de Para conservar hay que interpretar y aplicar. La fe de Nicea represen-
obras fundamentales: las apologéticas que exponen y defienden la fe ta la corriente «progresista» que entiende que, para poder conservar la
cristiana ante la cultura pagana; las obras de controversia que profun- tradición, hay que interpretarla con palabras nuevas, incluso ajenas a
dizan en el sentido auténtico de una afirmación de la Escritura frente la Escritura, frente a una corriente «biblicista conservadora» que, ba-
a alguna interpretación errónea de la doctrina cristina 10 ; los comenta- jo aparente fidelidad al lenguaje de la Escritura, la interpreta desde
rios bíblicos para exposición positiva de la fe y crecimiento espiritual unos presupuestos filosóficos realmente heterogéneos con ella, y que
de los creyentes. No obstante, a pesar de esta diferente forma de ex- quedaban ocultos a su percepción (helenización). Si el cristianismo
posición debido al objetivo último de la obra, el método utilizado es hubiera asumido las tesis arrianas, entonces sí se hubiera producido su
común a todas ellas: la interpretación correcta de la Escritura. El inte- verdadera helenización, ya que habría supuesto comprender a Dios
rés también es unánime: la salvación del hombre en la historia por desde los esquemas del neoplatonismo o platonismo medio, que par-
parte de Dios, haciéndose él mismo historia y hombre. De tal forma tiendo de una teología negativa radical no pueden asumir la verdadera
que estos tres puntos serán el centro de la teología de estos primeros y plena encarnación de Dios en el mundo. Nicea afirma, interpretando
siglos: historia, hombres, Dios, donde Cristo constituye el quicio don- la Escritura, que Dios no es un Dios solitario e inaccesible, incapaz de
de los tres se dan cita sin confusión y sin separación. entrar en contacto real con el mundo. El Dios cristiano es comuni-
cación en amor constituyente: comunicación en sí mismo y comunica-
c) El Símbolo como criterio de interpretación ción hacia fuera de sí. Dios es relación en si mismo y por esta razón
puede entrar en una relación libre y verdadera con e1 mundo.
En este contexto, la teología tendrá que introducir un criterio de Alois Grillmeier nos da la clave del sentido del Símbolo de Nicea
interpretación objetivo, en parte sacado de la Escritura, y, en parte, re- en su relación con la Escritura, al afirmar que «1os Padres de Nicea tu-
alizado desde fuera de ella. Es la función de la regla de.fe, que des- vieron el valor de mantener con todo rigor la tradición bíblica y ecle-
pués fraguará en el Símbolo de fe, como criterio máximo de interpre- sial del Hijo-Palabra, en parte con un lenguaje no bíblico» 12 • Si bien al
tación de la Escritura. En el cristianismo primitivo había diferentes principio los Padres de Nicea intentaron formular su doctrina con un
Símbolos y credos 11 • El más conocido es el Símbolo del concilio de lenguaje bíblico, pronto se dieron cuenta de la imposibilidad de este
Nicea, el cual, al ser el primero nacido del primer concilio ecuméni- camino, pues no había ningún término bíblico que no pudiera ser inter-
co de la Iglesia, se ha convertido en la expresión suprema y más sig- pretado en un sentido arriano. De ahí que se haya dicho que en realidad
nificativa de cómo ha de establecerse la relación entre Escritura y «Nicea se reduce de hecho a un conflicto de interpretación ... La para-
doja de la función dogmática está precisamente aquí: crea algo nuevo,
9. W Jaeger, Cristianismo primitivo y paideia griega, México 7 1998. a fin de evitar la 'hemorragia de sentido' (G. Widmer) de la confesión
10. Cf. A. Orbe, Sobre los inicios de la teología: Estudios eclesiásticos 56
( 1981) 693-695.
11. J. N. D. Kelly, Primitivos credos cristianos, Salamanca 1980. 12. A. Grillmeier, Cri.\·to en la tradición cristiana, Salamanca 1997, 450-451.
228 El ejercicio de la teología La biografía 229

antigua. Pues por hipótesis en este momento no bastan las palabras an- Sin entrar a valorar cada una de las propuestas, hay una pregunta
tiguas para clarificar el debate»"- Con la expresión «es decir», que apa- muy sencilla que nos podemos hacer: ¿cómo podemos juzgar una he-
recía en el credo de Nicea y que fue eliminada posteriormente en el así rejía como tal si no es desde lo que denominarnos regla de la fe o ca-
llamado nicenoconstantinopo1itano, se pone de relieve que los Padres non de la verdad? «En el cristianismo la dialéctica ortodoxia-herejía
no quieren añadir nada nuevo al kerygma y a la fe tradicional de la Igle- era distinta. Al dato original de Jesús de Nazaret se le dio la única lec-
sia, sino sencillamente interpretar esa fe. Es una explicación autoriza- tura posible con garantía suficiente de los testigos directos, aceptado
da y auténtica de la sagrada Escritura, una precisión lingüística, pues como tales en la comunidad. En esta línea se asentó la ortodoxia; fue-
los Padres del concilio de Nicea no quieren hacer otra cosa que «una in- ra de este surco, señalado luego técnicamente como 'apostólico•, y sin
terpretación auténtica de la Escritura a la luz de la regla de fe» 14 . prescindir de él es como se habló de herejía, que por consiguiente no
puede definirse más que en relación con la ortodoxia.>> 17 •
d) «Es necesario que existan 'herejías' entre vosotros»(/ Cor 11, 19) La herejía nace como una legítima tendencia teológica. Legítima
porque en su origen parte de una dimensión auténtica de la verdad de
La herejía ha sido un elemento determinante en la historia del dog-
fe. El problema viene por la absolutización que hace de uno de sus
ma y en la historia de la teología. La forma de plantear la relación en-
afirmaciones y por la negación de aquellos que tiene dificultad de in-
tre historia del dogma e historia de las herejías puede ser comprendi-
tegrar en su sistema teológico, precisamente por esta absolutización.
da desde tres modelos diversos. En primer lugar está la comprensión
La herejía tiene razón, normalmente, en aquello que afinua, ya que es
clásica. Para ella en el origen está la ortodoxia, y sólo en un momen-
una parte esencial del dogma de la Iglesia. Pero no tiene razón en
to ulterior aparecen las herejías como desviaciones perversas y ma-
aquello que niega, pues esa parte pertenece también al cuerpo de la
lévolas de un sujeto o un grupo debido a su debilidad racional o a la
verdad. La teología ha de dar razón de la totalidad, en su complejidad
deficiencia de su vida moral. En segundo lugar, tenemos la propuesta
y en su paradoja, sin caer en la tentación de reduccionismos de ningún
que Walter Bauer realizó en 1934 15 y que de una u otra forma se ha
tipo. El tópico paulino que habla de la necesidad de las herejías, po-
ido repitiendo posteriormente. Según este autor, lo original y el pun-
demos comprenderlo como la necesidad histórica que tiene el pensa-
to de partida de la teología cristiana fue la heterodoxia, y lo derivado
miento humano de ir acercándose a la verdad completa, cayendo a ve-
y secundario la ortodoxia. Ésta logró imponerse gracias a su conni-
ces en errores inevitables.
vencia con el poder secular. La así llamada ortodoxia seria el triunfo
El estudio de las doctrinas heterodoxas no ha de hacerse desde un
de una facción dentro de una pluralidad radical en el origen, pero que
juicio moral a los autores que las han sostenido o a las tendencias teo-
en el fondo resulta imposible alcanzar. El cristianismo en su origen es
lógicas que puedan tener algo de ellas en la actualidad. El interés ha de
heterogéneo e irreducible a una ortodoxia 16 • En tercer lugar, la rela-
centrarse más bien en mostrar que el pensamiento, incluso el pensa-
ción entre ambas debería ser comprendida a la manera hegeliana: co-
miento teológico, es histórico, y que la Iglesia guiada y asistida por el
mo relación dialéctica entre una y otra que termina en una síntesis in-
Espíritu se va acercando hacia la verdad completa. El estudio de las
tegradora y superadora de ambas.
doctrinas heterodoxas no debe ofrecer un plano para ir a la búsqueda
13. B. Sesboüé, Historia de los dogmas 1: El Dios de la salvación, Salamanca obsesiva de herejías en la teología contémporánea, sino proporcionar
1996, 197. las herramientas necesarias para conocer más profundamente la teolo-
14. Cf. O. González de Cardedal, Cristología, Madrid 2000, 230.
gía cristiana en sus orígenes, con sus logros y aciertos, con sus límites
15. Cf. W. Bauer, Rechtgliiubigkeit und Ketzerei im iiltesten Christentum, Tü-
bingen 2 1964.
16. Cf. A. Fierro, La imposible ortodoxia, Salamanca 1974; Id., Teoría de los 17. V. Grossi, Herejía-Hereje, en Diccionario patrístico de laAntiguedad cris-
cristianismos, Estella 1982. tiana!, Salamanca 1998, 1017-1019.
230 El ejercicio de Ja teologia La biografia 231

y fracasos, para aprender así donde están los problemas fundamentales concepción antropológica desde la que trabajan, que se traduce des-
que se tienen que tratar a la hora del enfrentarse a los verdaderos pro- pués en la diferente inteligencia de la Escritura y de los misterios cris-
blemas teológicos, que de alb'llna forma vuelven una y otra vez. tianos fundamentales 21 • Dos de ellas son ortodoxas: asiática y alejan-
drina; y una heterodoxa: la gnóstica. Las tres parten de la definición
e) Las diferentes escuelas de teología clásica y pagana de hombre como «animal racional capaz de intelecto
y de ciencia», pero cada una de ellas buscará subrayar un aspecto de-
La unidad de fe y la pluralidad en la teología ha sido una constan- tenninado y característico. El texto básico es: «Que el mismo Dios, el
te a lo largo de la biografía de la teología, desde sus inicios hasta el Dios de la paz, os haga perfectamente santos y os conserve todo vues-
día de hoy. Esa unidad plural ya se percibe en los diferentes escritos tro ser, espíritu, alma y cuerpo sin defecto alguno, para el regreso de
del Nuevo Testamento, así como en el inicio de la teología de los pa- nuestro Señor Jesucristo. El que os ha llamado es fiel y lo cumplirá»
dres de la Iglesia. Entre ellos hay una diversidad de métodos de inter- (1 Tes 5, 23), donde se menciona la totalidad del ser humano hacien-
pretación de los mismos datos de la Escritura. El contexto cultural en do referencia a sus tres componentes fundamentales: espíritu, alma y
el que se desarrolla la teología y los destinatarios para quienes se rea- cuerpo. Cada una de las escuelas subrayará un elemento sin romper la
liza, condiciona en gran medida la impostación fundamental de cada unidad, excepto el gnosticismo, que aferrándose a ese mismo texto ha-
escuela teológica. blará de tres tipos diversos de seres humanos irreductibles entre sí.
A juicio de Antonio Orbe, uno de los mayores conocedores de es-
ta primera teología cristiana, la diferencia entre las diferentes escuelas 1) Teología asiática
tiene su fundamento último en la concepción antropológica desde la
que trabaja cada escuela, pues ésta condiciona la visión de la salva- La escuela asiática, cuyos autores principales son Ireneo y Tertu-
ción que el hombre necesita, así como la reflexión que se haga sobre liano, pone el acento en el cuerpo (tradición paulina), más aun, en el
ella. Y no podemos olvidar que en el inicio de la reflexión teológica, ser humano comprendido como carne (tradiciónjoánica). Esta escue-
la teología es esencialmente soteriología, es decir, la pregunta ·por la subraya la extrema pobreza y fragilidad del ser humano. El origen
Dios está esencialmente unida a Ja cuestión de la salvación del hom- del hombre es la sarx, el fango de la tierra, pero su destino es la gloria
bre: «La teología refleja la antropología sobre la que descansa. Y no del Creador''. El hombre creado a imagen de Dios debe progresar sos-
por lo que tenga de rigurosa teología, sino porque aun ésta se inserta tenido por las manos del Padre hasta llegar a la semejanza: «Horno ca-
ro capax Dei est». Frente a la explicación gnóstica que subraya, por un
en la oeconomia salutis (hominis), y mira como objeto último la sal-
lado, el pneuma y, por otro, la vuelta al origen y a la unidad original
vación del hombre. Definido el horno como spiritus o por anima o por
perdída, lreneo subrayará el aspecto carnal del ser humano, así como
caro, era obvio definir asimismo la teología en función de la Salus
spiritus!animaelcarnis» 18 • 21. Jbid., 522-576: «La definición clásica de hombre 'animal racional mortal,
Desde este punto de vista hay tres grandes escuelas o corrientes susceptible de intelecto y de ciencia', no vale para los autores cristianos del siglo
teológicas en los albores de la teología cristiana 19 : la asiática, la ale- 11. Los eclesiásticos gustarían de caracterizarlo como 'animal racional carnal, sus-
ceptible de la visión de Dios', o también 'plasma hecho a imagen y semejanza de
jandrina y la gnóstica20 • Sus divergencias fundamentales están en la Dios': con énfasis en su origen ínfimo y su destinación divina. Los gnósticos lo
definirían como 'viviente (configurado) a imagen de Dios', con un fuerte acento
18. A. Orbe, Sobre los inicios de la teología, 697. sobre la forma» (p. 576).
19. Sobre el fenómeno de las escuelas ·en la antigüedad, cf. G. Pelland, Le 22. Cf. A. Orbe, Gloria Dei vivens horno: Gregorianum 73 (1992) 267. Nos
phénomCne des écoles en théologie: Gregorianum 75 (1994) 431-467, en especial señala el autor cómo la frase célebre de san Ireneo podía ser asumida perfecta-
431-442 y 458-467. mente por la gnosis valentiniana. El sentido dado por el obispo de Lyón frente a
20. Cf. A. Orbe, La definición del hombre en fa teología del siglo JI: Grego- este planteamiento gnóstico es que el hombre, en su carne, es llamado a la claridad
rianum 48 (1967) 522-576. y gloria del Padre creador.
232 El ejercicio de la teología
La biogra.fia 233

la progresión que ha de darse desde el comienzo hasta el fin 23 • La car- tratar de encontrar su justo medio o equilibrio. Su segunda perspectiva
ne que es el hombre será trasformada en una carne gloriosa como la considera que el alma ha sido creada por Dios a imagen de la verda-
del Hijo que fue glorificada mediante el Espíritu en la resurrección 24 . dera imagen de Dios que es Cristo. Solo el Verbo es la verdadera ima-
gen de Dios. El hombre es considerado como una brújula que apunta
2) Teología alejandrina y antioquena siempre hacia la única imagen real que es Cristo. Toda la historia del
La antropología de Ja escuela alejandrina pone el acento en el al- hombre es la transformación del alma, tirando y atrayendo hacia así a
ma, aunque sin negar el resto, ya que tanto para Clemente de Alejan- su cuerpo, para conformarlo en la única, real y verdadera Imagen. La
dría como para Orígenes, dos autores prominentes de esta escuela, es verdad del hombre, su vocación más original e íntima consiste en ca-
todo el hombre el que será salvado. La insistencia en el alma se en- minar hacia el Logos21 •
tiende por el contexto cultural en el que se desarrolla y al que se quie- Teología antioquena. En el siglo IV, esta escuela de Alejandría se
re evangelizar". Según Clemente, ayudado de la filosofia estoica, el encontrará con otra escuela teológica que de forma legítima subraya-
hombre es una unidad, no de elementos del mismo orden que forman rá aspectos diferentes: la escuela de Antioquía. Así, frente a una exé-
una craxis, sino de elementos diversos unidos jerárquicamente por gesis en la que se prima la exégesis alegórica y el sentido espiritual de
uno superior y que constituyen una parathesis. El hombre es una sín- la Escritura, la escuela de Antioquía subraya su sentido literal (Lucia-
tesis viviente, organizada y jerarquizada por el elemento superior, a la no, Diodoro de Tarso, Teodoro de Mopsuestia). Frente a una cristolo-
que se llega no de manera automática, sino desde el ejercicio de la li- gía que trabaja desde un esquema Lagos-san: para comprender la en-
bertad, en un proceso permanente (epektasis) que nace en el bautismo carnación del Verbo, subrayando el papel y el protagonismo de la
y llega a su consumación en la visión. Comienza así un largo camino persona divina de Cristo, la antioquena trabajará desde un esquema
para el hombre, cuyo alfa y fundamento es la pistis, y cuyo omega y Logos-anthropos, con una mayor sensibilidad por subrayar la singular
consumación es la gnosis, edificada sobre el fundamento de la fe''. humanidad de Jesucristo. Ambas acentuaciones y escuelas de exége-
El planteamiento de Orígenes es más rico y complejo ya que este sis son legítimas, siempre que la primera afirme la verdad e integridad
no se puede presentar en un único esquema sino desde perspectivas de la naturaleza humana asumida por el Verbo (frente al apolinaris-
diversas. En un primer planteamiento Orígenes considera al hombre mo), y la segunda afirme con claridad la unidad personal de Cristo en
como alma. Pero «alma» que necesariamente tiene que tener una es- la persona divina (frente a nestorianismo).
pecificación o determinación característica, bien sea de la sarx o del
pneuma. Si en libertad opta por la primera será un hombre carnal y si 3) Teología gnóstica
opta por el segundo será un hombre espiritual. La vida consiste en
No podemos comprender la teología del siglo 11 y III sin tener en
una lucha permanente, un combate espiritual entre estas dos tenden-
cuenta que muchas de sus afirmaciones son una refutación de la teo-
cias irreductibles e irrenunciables entre las que el hombre tiene que
logía gnóstica, especialmente, de la teología valentiniana. En el siglo
23. Cf. Ireneo de Lyón, Demostración de la predicación apostólica, 11. Esta 11 «la lucha contra el gnosticismo es un factor decisivo en el proceso
es una de las diferencias fundamentales con la gnosis valentiniana. Frente a una de consolidación o constitución de la gran Iglcsia»28 • El gnosticismo
conversión de la escatología en protología, san Ireneo elaborará una auténtica teo-
es un movimiento muy complejo y muy dificil de delimitar y erradi-
logía de la historia y del progreso.
24. Cf. Hilario de Poitiers, Tractatus super psalmos 150. Cf. G. Pelland, As- car, pues «no es una ruptura, sino un deslizamiento desgarradon> 29• De
pects mu/tiples d'une théologie de la louange: Gregorianum 74, 4 (1993) 618-614.
25. Cf. H. U. von Balthasar, Gloria l. La percepción de la.fOrma, Madrid 1985, 27. Cf. Orígenes, Filocalia, 8.
123-132; A. Leonard, Pensamiento cristiano y fe en Jesucristo, Madrid 1985, 28-32. 28. R. Trevijano, Patrología, Madrid 1995, 67.
26. H. U. von Balthasar, Gloria I, 129.
29. A. Manaranche, Querer y formar sacerdotes, Bilbao 1996, 19.
234 El ejercicio de la teología La hiografia 235

hecho, actualmente hay autores que hablan de una vuelta del gnosti- sin la necesaria mediación racional (gnosticismo). «Este paso del ag-
cismo, bajo diferentes formas y ropajes 30 , que está suponiendo un re- nosticismo al gnosticismo se repite de nuevo en nuestra época, que,
to renovado a la Iglesia31 • cansada del escepticismo de un racionalismo sin espíritu, se vuelve a
Ramón Trevijano ha señalado cuatro aspectos centrales de su sis- un espiritualismo en el que la razón ya no tiene lugan> 35 • Frente a ella,
tema teológico: a) Un conocimiento teosófico y antroposófico. El el cristianismo aboga por la espiritualización y verbificación de la car·
hombre se reconoce en su yo profundo como parte integrante de la di- ne del hombre, mediante el Espíritu-Amor y el Hijo-Lagos de Dios"-
vinidad. b) El dualismo anticósmico, entre el yo profundo y el mundo.
c) Radicaliza esta escisión entre el yo y el mundo proyectándola sobre f) Agustín de Hipona: un cruce de caminos
la divinidad: el mundo no procede directamente de Dios, sino de una
divinidad inferior; d) Esta concepción dualista de la realidad se elabo- Agustín de Hipona (354-430) fue el teólogo más grande de la Igle-
ra sobre un fondo monista, que se expresa, con el recurso de la mito- sia latina en la Antigüedad. Él llevará a la teología occidental a suma-
logía, en un doble movimiento de degradación y reintegración en la durez y le ofrecerá unas aportaciones que serán decisivas para su futu·
divinidad32 . La salvación es la reintegración de estos elementos en el ro, ejerciendo una enorme influencia en la teología posterior. Agustín
plérorna (la escatología se identifica con la protología)33 • no fue un teólogo de gabinete. Elabora su teología desde la experien-
Como indica Y sabe! de Andia34 , la falsa gnosis constituye una pér- cia de su conversión, desde la tarea apostólica que le toca realizar y
dida de la unidad: de la unidad de Dios, de la unidad de la Escritura desde las diferentes crisis a las que ha de hacer frente en la Iglesia y en
(Antiguo Testamento-Nuevo Testamento), de la unidad de la Iglesia. la sociedad. Su teología, atendiendo al desarrollo histórico, puede ser
Ella destruye la unidad de la fe de la Iglesia y la unidad del hombre, considerada con toda razón una teología cristocéntrica, donde el pro·
pues dividiendo al hombre en tres partes, no sólo menosprecia la car- blema central sigue siendo el problema fundamental de toda la teolo-
ne del hombre, sino también su razón, pues la gnosis quiere pasar de gía patrística: la salvación del hombre. Siguiendo la excelente síntesis
la ignorancia del Dios desconocido (agnosticismo) a la gnosis secreta que ha realizado el patrólogo benedictino Basil Studer37 , podemos sin-
tetizar su trayectoria teológica en cinco etapas.
30. Cf. J. Sudbrack, Gnosis y gnosticismo en la modernidad: Communio 19 La primera etapa está en relación con su propia conversión, que
(1997) 474-485; A. Manaranche, Querer y formar sacerdotes, 19-88. El autor pre- consistió fundamentalmente en una controversia con el maniqueísmo
senta las nuevas gnosis: La fe en los límites de la mera razón; la fe en los límites de
y el platonismo, Agustín ha hablado de Cristo como auctoritas, via,
la subjetividad; la fe en los límites de lo existencial; la fe en los límites de la histo-
ria; la fe en los límites de la utilidad social; la fe en los límites de la antropología. patria. De esta forma ha respondido a su propia problemática sobre el
31. M. Figura, La gnosis y el gnosticismo como reto renovado a la Iglesia: conocimiento religioso, así como a las profundas aspiraciones de sus
Communio 19 ( 1997) 486-484.
contemporáneos sobre el deseo de la búsqueda de verdad y amor''. En
32. R. Trevijano, Patrología, 72.
33. !bid., 75. El Dios trascendente es un Dios que se comunica en una serie de segundo lugar, el trabajo teológico de Agustín tiene que enfrentarse a
emanaciones (treinta según los valentinianos), que constituyen la plenitud de la di-
vinidad. De este Dios (El Padre, el incomprensible, el inconcebible) procede di- 35. !bid., 472. ¿No habría que entender en este contexto una de las insisten-
rectamente el Todo divino, y en última instancia no hay nada que no sea de algu- cias mayores de J. Ratzinger, como teólogo, y después del papa Benedicto XVI?
na manera derivación de esa única realidad absoluta. Ahora bien, cómo explicar la Cf. el nuevo prólogo de la obra de J. Ratzinger, lntroducción al cristianismo, Sa-
actual multiplicidad desde este monismo radical (unidad). La multiplicidad, el lamanca 2006; Benedicto XVI, Glaube und Vernueft. Die Regensburger Vor/esung,
mundo, es fruto de una caída del último de los eones (Sophia) emanados a partir Freiburg 2006.
del Padre. Este eón salió del pléroma, quedando en el vacío exterior. Como un «big 36. Y. de Andia, La gnosis de nombre mentiroso: seducción y divisiones, 472.
bang» mítico, dio origen a la eclosión de todo el actual conglomerado de elemen- 37. B. Studer, Soteriologie. In der Schrift und Patristik, en M. Schmaus
tos divinos, lo psíquico y lo material. (hrsg.), Handbuch der Dogmengeschichte. Christologie-Soteriologie-Mariolo-
34. Y. de Andia, La gnosis de nombre mentiroso: seducción y divisiones: Co- gie IIl/2a, Freiburg-Basel-Wien 1978, 158-159.
munio 19 (1997) 452-473, en especial 471-472. 38. Agustín de Hipona, Confesiones.
236 El ejercicio de La teología La biografia 237'

la controversia donatista. Su respuesta será también cristológica, pues y del hombre, donde la libertad de este último en la máxima presencia
afirmará sin ambigüedad la presencia de Cristo en la Iglesia, que ga- de Dios no sólo no disminuye, sino que crece y se incrementa, siendo
rantiza la communio sanctorum y, mediante la santidad de los sacra~ Dios la posibilidad infinita de su incremento y promoción40 •
mentos, la societas sanctorum. La autoridad de su presencia permane- A Juan Damasceno lo podemos considerar como e1 último repre-
ce siempre en la Iglesia, que unida a Cristo forma el totus Christus. En sentante de la teología patrística. Su obra constituye un paso esencial
tercer lugar, desde el 412 hasta el final de sus días Agustín tuvo qne del Símbolo a la Suma", es decir, hacia la articulación de la teología
ocuparse de la controversia pelagiana. Y nuevamente su respuesta fue que se elaborará en la Escolástica. Su obra principal se llama la Fuen-
fundamentalmente cristológica. Cristo no es sólo ejemplo o modelo te de la gnosis. Esta obra se divide en tres partes: 1) «Capitula philo-
para la vida cristiana, sino también adiutorium, fuente de gracia. La sophica»; 2) «Liber de haeresibus»; 3) «Expositio fidei» («De fide or-
muerte de Jesús es exemplum et sacramentum. En cuarto lugar, Agus- thodoxa»)42. Esta última parte de su obra será la más conocida y la
tín tuvo que elaborar una nueva teología de la historia para enfrentar- que tenga una mayor influencia, debido a la forma como divide su
se al problema de la caída y desaparición del Imperio romano. Aquí te- contenido43 . Si hasta ahora la teología se centraba en la relación entre
nemos que situar su gran obra De civitate Dei, largamente preparada. theologia (el misterio de Dios) y oilwnomia (su revelación y salvación
En ella está Cristo, su encarnación, su presencia permanente en la his- en la historia), Juan Damasceno introduce explícitamente y de forma
toria (XI-XXIl) en el punto central. Finalmente, en sus últimos días, sistemática los problemas relativos a la creación del mundo y del
Agustín tuvo que enfrentarse a problemas propiamente cristológicos hombre, así como los relativos a la vida mora] y sacramental, estable-
(frente a Leporius, señalado como el Nestorio de Occidente). En este ciendo así la forma como después se va a realizar la síntesis teológi-
momento precisará las posturas sobre la unidad personal de Cristo ela- ca en las sentencias y, más tarde, en la suma.
boradas con anterioridad frente a los arrianos.
3. Del Símbolo a las sentencias
g) La síntesis tardía
La segunda gran etapa de la biografía de la teología coincide con el
Finalmente, en esta primera etapa de la teología cristiana, tan fe- paso de la Época Antigua a la Edad Media. Como ya hemos dicho,
cunda y rica en propuestas y matices, tenemos que tener presente otra Agustín de Hipona va a ser el autor más influyente en cuanto al conte-
serie de obras que pertenecen a una época más tardía de lo que nor-
malmente consideramos propiamente como patrística. Ésta etapa es 40. Máximo el Confesor, Opuscula theo/ogica 91, en PG, 96D-97A. Se hace
importante no tanto por la creación teológica cuanto por el esfuerzo eco de esta afirmación K. Rahner, Encarnación, en Sacramentum mundi JI, Barce-
lona t 972, 559; K. Hemmerle, Tras las huellas de Dios. Ontología trinitaria y uni-
de sistematización y transmisión de la floreciente etapa anterior. Aquí
dad relacional, Salamanca 2005, 55-56. Anteriormente esta idea la podemos en-
hay que mencionar las obras de Máximo el Confesor (579-655) y Juan contrar ya en Treneo de Lyón, Adversus Haereses, 111, 20, 2-3 y León Magno, Tomus
Damasceno (650-750). ad Flavianum, 3, 17 (humana augens), en M. Siminetti (ed.), Il Cristo 11. Testi teo-
logici e spirituali in lingua Greca da/ IV al VII seco/o, Farigliano 32003, 426.
Máximo el Confesor se ha convertido en el mejor intérprete y de-
41. La expresión está tomada de un artículo clásico de A. Grillmeier, «Vom
fensor de la fe de Calcedonia en la controversia contra los monotele- Symbolum zur Summa. Zum theologiegeschichtlichen Verhliltnis von Patristik
tas. Toda su obra está regida por idea de la síntesis". Cristo es la sín- und Scholastilo>, en Mit ihm und in ihm. Christologische Forschungen und Pers-
pektiven, Freiburg-Basel-Wien 1975, 585-636.
tesis en el que se unen sin confusión y separación el misterio de Dios 42. Juan Damasceno, Exposición de lafe, Introducción, traducción y notas de
J. P Torrebiarte Aguilar, Madrid 2003.
39. Esta es la tesis principal de la gran obra sobre este autor, cf. H. U. von 43. La estructura es la siguiente: l. Trinidad (cap. 1-14); 2. Creación y antro-
Balthasar, Kosmische Liturgie. Das Weltbild Maximus des Bekenners ( 1941 ), Ein- pología (cap. 15-44); 3. Cristología (cap. 45-81 ); 4. Sacramentos, moral, etc. (cap.
siedeln 2 1961. 82-99); 5. Resurrección (cap. 100).
238 El ejercicio de la teología La biograjia 239

nido concreto de la teología, así como la obra De fide ortodoxa de Juan La obra de Anselmo está polarizada por este acontecimiento de
Damasceno lo será desde el punto de vista de su estructura. De forma Dios que sobrepasa toda palabra y todo conocimiento. Para Anselmo
lenta se va a ir pasando de una teología centrada en la Escritura y en la la teología consiste en pensar y en decir este magis de Dios. A esto de-
liturgia, a una teología centrada en la tradición patrística, iluminada dica una de sus obras más importantes Cur Deus horno, con la que se
desde la razón crítica y dialéctica. Se va imponiendo el orden y el sis- inicia explícitamente una reflexión teológica determinada que deno-
tema, frente al comentario y a la glosa. Una tendencia que fraguará pri- minarnos soteriologia. A pesar de la dificultad y extrañeza que supo-
mero en las sentencias y más tarde en las sumas de teología. ne su lenguaje y forma de expresión, ésta ha sido una de las obras teo-
lógicas peor comprendidas a lo largo de la historia, especialmente en
a) Anselmo de Canterbury: la racionalidad de la incomprensibilidad nuestros días. En ella Anselmo elabora una doctrina de la salvación
que no tiene nada que ver con el honor feudal o con la ofensa que exi-
de Dios
ge la reparación en la medida de la ofensa.
El autor más importante y significativo en esta etapa es sin duda el Anselmo rechaza desde el comienzo de esta obra toda idea per-
monje benedictino Anselmo de Canterbury (1033-1109). Él fue capaz versa de la necesidad de un sacrificio del inocente que aplaque a Dios
de realizar una bella síntesis entre la teología patrística y el nuevo para nuestra redención 45 . La categoría «honor de Dios», central en la
pensamiento dialéctico que se va a desarrollar en la Edad Media. An- soteriología de Anselmo, hay que comprenderla no tanto desde el con-
selmo será llamado el «padre de la escolástica» con el programa de la texto cultural en el que vive, sino como la traducción adecuada a ese
teología que él resumió de forma magistral como la fe que busca com- momento histórico de la categoría bíblica de gloria, gloria de Dios,
prender («fides quaerens intellectum»). comprendida fundamentalmente como manifestación de la santidad
Un ejemplo de esta nueva teología es su conocidísima afirmación de Dios y el peso (pondus) de su amor por el hombre. En realidad la
sobre la posibilidad del «conocimiento ontológico de Dios», desde el comprensión de la justicia, que Anselmo recoge de la Biblia, no con-
que quiere aportar un argumento racional a la existencia de Dios. D~s­ siste en la expiación de los pecados (término que no aparece en toda
cartes reflexionó sobre la posibilidad de este conocimiento en la quin- su obra) ni en una satisfacción del honor ofendido, sino la capacidad
ta de sus Meditaciones metafísicas y después Kant lo denominó con la donada al hombre de forma gratuita por parte de Dios, de pagar por él
famosa expresión «argumento ontológico» en la Critica de la razón mismo la deuda, o dicho con otras palabras, de levantarse él mismo
pura. Quizá por esta razón, su teología ha sido injustamente criticada para unirse realmente a Dios como su verdadero hijo. Mediante esa li-
de racionalista, al no comprender el sentido profundo de lo que An- beración de la libertad creada, el hombre se vuelve capaz de respon-
selmo llamó razones necesarias, y no captar el dinamismo profundo der, en el impulso de un amor libre más grande, un amor preveniente
que supone poner en primer lugar de la reflexión teológica el exceso y supcrabundante46 •
del pensamiento sobre Dios, es decir, la idea de Dios por encima de la El acento de su soteriología está puesto en la categoría de Alianza
cual no puede ser pensado nada. Las razones necesarias no significa, o en el deseo de Dios de suscitar en el amor un interlocutor auténtico
como normalmente se ha entendido, que su teología sea una deduc- y libre, que responda al amor libre y gratuito de Dios, un amor prime-
ción racional construida a priori de los artículos de la fe, sino una ex- ro y siempre mayor de lo que podemos pensar («quo maius cogitari
presión racional de la obediencia de la fe. Ellas son la expresión de la nequit») 47 , aunque esto no significa que pierda el derecho y la fuerza
coherencia interna de la economía de la salvación, y expresan el desa- para hacerse comprender en su incomprensibilidad ( «consideratio ra-
rrollo de la racionalidad interna del credo de la Iglesia44 •
45. Anselmo de Canterbury, Cur Deus homo T, 10.
44. M. Corbin, enL'oeuvre de S. Anselme de Cantorbery Ill. L'incarnation du 46. Id., Cur Deus hamo II, 20; cf. Jn 1, 12.
Verbe. Pourquoi un Dieu-homme, Paris 1988, 291 nota a. 47. Id., Proslogion, 2.
240 El ejercicio de la teología La biografla 241

tionabiliter comprehensibili es se» )48 • Precisamente la teología consis- uno de los capítulos está constituido por opiniones patrísticas aparen-
te en percibir y estar atento a esta racionalidad de la incomprensibili- temente contradictorias, que hablan a favor y en contra de ese argu-
dad del exceso y del amor de Dios. mento o afirmación teológica50 . Los especialistas en este autor, subra-
yan que la novedad de esta obra de Abelardo no se encuentra tanto en
b) De la «lectio» a la (<questio» el dossier de afirmaciones contradictorias, ni siquiera en la estructu-
ra de la obra, ya que anteriormente esa misma fórmula había sido uti-
El cambio más significativo que se produce en este periodo se da lizada por su maestro Anselmo de Laon y Guillermo de Saint Thierry
en el método teológico. Si hasta ahora el método dominante había si- en su obra De sacramentum altares, sino en el prólogo que escribe so-
do la interpretación de la Escritura, donde la teología era comprendi- bre cuestiones metodológicas, constituyendo casi un auténtico mani-
da fundamentalmente como lectio divina o sacra pagina, ahora se da fiesto del método escolástico en teología' 1 •
inicio a un nuevo método que tiene su punto de partida en la questio, Bernardo de Claraval (1091-1153). La historia de la Iglesia y de la
poniendo los elementos fundamentales para que la teología pase a ser teología ha situado a Bernardo de Claraval, en las antípodas de Abelar-
comprendida como sacra doctrina. No porque la /ectio deje su lugar, do. Mientras el teólogo parisino ha sido considerado como uno de los
sino porque junto a ella aparecerá la questio y la disputatio, despla-
exponentes máximos de una teología racional, dialéctica con mucho
zando poco a poco a la primera en beneficio de las otras dos. En otras
sentido crítico, el monje cisterciense es considerado como quien ha
palabras, en esta época se da inicio al método dialéctico. realizado una teología mística y monástica, articulada fundamental-
Pedro Abe/ardo (1079-1142). El primer autor más significativo en mente desde los elementos ascéticos-contemplativos de la teología pa-
utilizar este método es Pedro Abelardo, considerado como el precursor trística52. Como siempre los esquemas generales nos sirven para un
del nominalismo, al poner en duda la existencia de los universales en primer acercamiento, después hay que olvidarlos y dejarlos, para entrar
virtud de una filosofía del individuo y de lo concreto. Fue maestro y di- de verdad en los textos y en la teología de los autores, que siempre nos
rector de la importantísima Escuela de Paris. Su mayor aportación es el
muestra una mayor variedad y complejidad de tendencias y posturas.
análisis sistemático de las doctrinas tradicionales desde un punto de
vista filosófico. Abelardo escribió tres grandes obras de teología: Theo-
c) Las sentencias: nueva forma de la síntesis teológica
logie Summi boni ( 1120), condenada y quemada en el sínodo de Sois-
sons, Theologia christiana, una nueva edición profundamente amplia- El gran sistematizador de esta época es Pedro lombardo (1095-
da de su obra anterior (1123-1125) y finalmente Theologia scholarium, 1 160), perteneciente a la Escuela teológica de París, en concreto, a
publicada diez años después (1134-1135)49 • la de Notre Dame. Desde el nuevo método teológico centrado en la
Una de sus obras más originales es Sic et non. Esta obra está for- questio inaugurado por Abelardo, el maestro parisino intenta articular
mada por un prólogo y dos partes fundamentales. La primera recoge la teología entera en un libro que tendrá una influencia central en la
afirmaciones de la Escritura, de los Padres y de los concilios, aunque teología: las Sentencias, escrita en torno al 1156-1158. La obra es una
las más abundantes son las de los Padres. El libro lo componen 158
capítulos. Su estructura fundamental está dividida en tres partes: fe, 50. C. Mews, Abelardus, Piere, en Y. M. Lacoste (ed.), Dictionnaire critique
de théologie 1-Il, Paris 1998; G. Wieland, Abaelard, en Lexikonfiir Theologie und
sacramento y caridad. Lo más característico de este libro es que cada Kirche I, Freiburg 1993, 9-10; J. Jolivet, La théologie d'Abélard, Paris 1995; U.
Niggli (hg.), Peter Abaelard. Leben-Werk-Wirkung, Freiburg-Basel-Wien 2003.
48. Id., Monologion, 64; cf. H. U. von Balthasar, Sólo el amor es digno de fe, 51. F. Bezner, Sic et Non, en Lexikon der theologischer Werke, Stuttgart
Salamanca 2004, 137. 2003, 661.
49. Sobre la función y el contenido de estas tres obras, cf. U. Niggli, «Philo- 52. Cf. J. Leclercq, Cultura y vida cristiana. Tniciación a los autores monás-
sophischer Scharfsillll in der thcologischen Kritik», en Id., Petrus Abaelard, 235- ticos medievales, Salamanca 1965; E. Gilson, La teologia mística di san Bernar-
266, aquí 246-248. do, Milano 1987.
242 El ejercicio de la teología La biografia 243

recopilación de afirmaciones de los Padres (patrum sententiae) ar- sas sumas. De los tres el más significativo es santo Tomás quien junto
ticuladas en 933 capítulos que se inician con una pregunta (questio). con san Agustin será considerado como el gran teólogo de la tradición
La obra está dividida en cuatro libros estructurados de la siguiente teológica occidental. El Aquinate otorga a la razón un papel importan-
manera: El libro primero está dedicado a Dios y la trinidad, y consta f
te en la reflexión teológica, colocando su interpretación de Aristóteles
de 21 O capítulos. El segundo libro se refiere a la creación visible e in- ~:
como base de su teología, con una fuerte visión optimista de la reali-
visible, al hombre y a su caída, en 269 capítulos. El tercero a la cris- dad. Su obra más importante es la Suma de teología con una transpa-
tología y la salvación, con 164 capítulos. Y, finalmente, el libro cuar- rente y rigurosa construcción que, no obstante, dejó incompleta.
to, dedicado a los sacramentos y la escatología y compuesto de 290 Ya hemos comentado que el objetivo principal de esta obra es fun-
capítulos. A pesar de que en 1170 el papa Alejandro III declaró heré- damentalmente pedagógico, de ahí que su estructura sea muy sencilla.
tica la cristología del Lombardo porque no subrayaba suficientemen-
te la humanidad de Jesús 50 , su obra se convertirá en el manual funda-
mental para el estudio teológico hasta que el concilio de Trento en el
siglo XVI lo sustituya por la Suma de santo Tomás.
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En un esquema circular, de salida de Dios de sí mismo al mundo y al
hombre, y de nueva vuelta hacia Él a través de Cristo comprendido
como camino, santo Tomás irá exponiendo el contenido fundamental
de la teología cristiana. Este esquema ha sido descrito desde el esque-
ma neoplatónico exitus-reditus, pero independientemente de esta re-
ferencia, es indudable que este sencillo esquema pertenece a la entra-
4. De las sentencias a la suma
ña misma de la estructura de Ja historia de la salvación, tal como
Las sentencias supusieron el paso de una teología bíblica narrativa puede verse en los himnos cristológicos que encontramos en el Nuevo
a wia teología crítica y especulativa. Pero esta forma tenía el inconve- Testamento (Ef !, 3-14) y en afirmaciones del evangelio de Juan: «He
niente de favorecer la dispersión y la fragmentariedad. A partir del si- salido de Dios y vuelvo a Dios» (Jn 13, 4). Después del prólogo en el
glo XII aparece una nueva forma y una nueva estructura para la teolo- que santo Tomás explica la razón pedagógica por la que escribe la Su-
gía: la Summa. Frente a la dispersión y el caos en el estudio teológico ma de teología, expone brevemente su estructura:
motivado por el comentario a las Sentencias del Lombardo o por las Así, pues, como quiera que el objetivo principal de esta doctrina sa-
innumerables notas y glosas que se integran en la Biblia al hilo de su grada es el conocimiento de Dios, y no solo como ser, sino también co-
lectura e interpretación, la suma intenta resumir, articular y poner en mo principio y fin de todas las cosas, especialmente de las criaturas ra-
orden todo el contenido anterior. A partir de ahora, para mostrar la ra- cionales según ha quedado demostrado (q. la, 7), en nuestro intento de
cionalidad de la fe ya no es tan importante el argumento concreto en exponer dicha doctrina trataremos lo siguiente: primero, de Dios; se-
gundo de la marcha del hombre hacia Dios; tercero de Cristo, el cual
una determinada cuestión, sino la armonía interna del conjunto.
como hombre, es el camino en nuestra marcha hacia Dios54 •

a) La suma: el triunfo de la pedagogía


b) Tomás de Aquino, el teólogo
La suma de teología facilita significativamente su enseñanza. Con
Tomás de Aquino también es un cruce de caminos en la historia de
una estructura sencilla y un método común se ordenan de forma siste-
la teología. En él se dan cita toda la historia de la teología anterior a él
mática las cuestiones fundamentales de la teología. Alejandro de Hales
y se abre un camino nuevo. No obstante hay que tener en cuenta que
(1185-1245), Alberto Magno (1206-1280) y Tomás de Aquino (1225-
esto no se produjo de forma inmediata. Además de las dificultades
1274) serán los teólogos más significativos en la elaboración de diver-
que encontró en vida por introducir a Aristóteles en su teología y lu-
53. Carta Cum in nostra delpapaAlejandro 111 al arzobispo Guillermo de Sens
(DH 749). 54. Tomás de Aquino Suma de teología I, q. 2. Prólogo, Madrid 1988, 107.
244 El ejercicio de La teología La biografia 245

char por la presencia de la teología como ciencia en las universidades lidad divina", podemos entender que ante la cercanía del misterio de
nacientes, hay que tener en cuenta que su obra no tuvo una influencia Dios, Tomás considerara toda su obra como paja que debe ser quemada
general en la Iglesia hasta el siglo XVI. A partir de esta época la suma por el fuego del amor que excede todo conocimiento y comprensión 58 •
se convierte en el manual de teología, pasando a ser el autor con ma-
yor influencia en la teología occidental latina, especialmente en la teo- e) La teología como ciencia y sabiduría
logía católica.
Pero, desgraciadamente, con el paso del tiempo la lectura de este Aunque la pluralidad teológica manifestada en las escuelas patrísti-
autor se hizo a través de sus discípulos y comentadores que no tenían cas y en las diferentes escuelas de teología en el inicio de la escolásti-
ni su genialidad ni su saber. Se produjo una doble reducción en la lec- ca continúa, poco a poco se va produciendo un fenómeno de unifica-
tura de su obra: en primer lugar, sobre su propia obra ya que se olvi- ción. No obstante, la pluralidad y diversidad de métodos teológicos
daron las diferentes obras que escribió el autor, especialmente sus pro- sigue siendo una constante en la biografía de la teología. No podemos
fundos comentarios bíblicos y literatura espiritual, para concentrarse hablar de Tomás de Aquino sin mencionar a su oponente: Buenaventu-
en su obra escolar: la suma. Y, en segundo lugar, ésta era interpretada ra de Bagnoregio (1221-1274), teólogo que representó las antípodas de
desde la lectura que ofrecían autores posteriores, que no tenían ni el santo Tomás y que ha ejercido un enorme influjo en lo que se denomi-
fondo ni el conocimiento del maestro. na Ja escuela franciscana, más pendiente de una teología cordial, que
En una bellisima y profunda meditación sobre la figura de Tomás tiene en cuenta de forma más explícita la vida del Espíritu en el hombre
de Aquino, Karl Rahner ha puesto de relieve tres caracteristicas esen- y la profundidad espiritual de la devoción popular. Si Tomás de Aqui-
ciales de su teología, que pueden y deben ser pretendidas por cual- no representa la legítima y profética reivindicación de la teología como
quier teólogo que se precie. En primer lugar está la sobriedad y la ob- ciencia en el ámbito universitario, junto con otras ciencias y ramas del
jetividad a la hora de presentar las afirmaciones teológicas. A juicio saber, Buenaventura representa la legítima y profética reivindicación de
del teólogo jesuita, cualquiera que lea la Suma de teología se percata- que la teología es una ciencia especial que tiene más de sabiduría hu-
rá enseguida de que su autor no aparece nunca en primera persona, si- mana y divina que de ciencia positiva. Buenaventura reivindica la teo-
no siempre en una humilde y contenida presencia. En segundo lugar, logía como itinerario del hombre hacia Dios desde el seguimiento de
su teología está realizada desde la hondura y la profundidad de su pro- Cristo, clave y síntesis de todo conocimiento teológico59 •
pia vida espiritual. Esta perspectiva no ha sido suficientemente subra-
yada por la teología posterior, pero hay que reconocer, junto con Jean
5. De la suma a las confesiones
Pierre Torrell, que Tomás de Aquino es en verdad todo un maestro es-
piritual. Su teología, «siguiendo la estela de Juan evangelista y de los Cuando la Suma de Tomás de Aquino se impone como manual y
padres de la Iglesia, tiene una orientación netamente contemplativa, forma determinante del quehacer teológico, va a surgir una nueva for-
tan profundamente espiritual como doctrinal»". Y, en tercer lugar, en
relación con esta característica, su teología es la de un místico que vi- 57. Tomás de Aquino, Suma de teología 11-11, q. 1, a. 2, ad 2: «Actus autem
vió desde la adoración ante misterio incomprensible de Dios, y ante el credentis non terminatur ad enuntiabile ~edad rem>~.
cual todo el lenguaje teológico se queda corto y pequeño56 . Si el acto 58. Desde esta perspectiva habría que entender la leyenda que dice que Tomás
de Aquino, al fmal de sus días, decidió no volver a escribir nada y quemar todo lo
creyente no termina en las fórmulas del credo, sino en la misma rea- que ya había escrito (cf. J. P. Torrell, Tommaso d'Aquino. L'uomo e il teologo, Ca-
sale Monferrato 1994).
55. J. P. Torrell, Tommaso d'Aquino - maestro spiritua/e, Roma 1998, 6. 59. Cf. K. Hemmerle, Teologie als Nachfolge. Bnnaventura - ein Wegfiir heu-
56. K. Rahner, ((Thomas von Aquim>, en Siimtliche Werke XIV Christliches te, Freiburg 1975; C. Carpenter, San Buenaventura. La teología como camino de
Leben: Aufsiitze- Betrachtungen - Predigen, Freiburg-Basel-Wien 2006, 201-204. santidad, Barcelona 2006.
246 El ejercicio de la teología La biografia 247

ma de ejercicio de la teología que precisamente querrá saltarse esta escotismo; esa escuela teológica que se comprende en contraposición
mediación escolástica. En un primer momento, al servicio de la refor- al tomismo, especialmente en su concepción de la metafisica. Esta es-
ma de la Iglesia y, finalmente, al servicio de las diferentes confesiones. cuela subraya el amor como la categoría que mejor expresa la esencia
de Dios, de donde se deduce el primado de la voluntad, de la libertad
a) Lutero: la experiencia hace al teólogo y la individualidad, junto con un carácter existencialista y critico de su
teología61 . De ahí la famosa expresión del teólogo agustino que la «ex-
La obra de Lutero (1483-1546) es dificil de clasificar. Por un lado
perientia facit theologum»; sólo ella es la que constituye la base de la
pertenece a la espiritualidad y la piedad de la baja Edad Media, algo
teología y la que nos hace teólogos".
muy evidente en su polémica y controversia con Erasmo en tomo a la
No se puede negar que Lutero sacó a la teología de sus esquemas
libertad del hombre, aunque, por otro lado, inaugura el periodo que
excesivamente formales, para volver a situarla en una clave eminen-
hemos denominado como Edad Moderna, ya que pone en el centro de
su problemática teológica la experiencia y la libertad, dos cuestiones temente bíblica y soteriológica. En este sentido conecta con la mejor
que serán centrales en la Modernidad. Si la teología escolástica esta- teología patristica y hace que en cierta medida sus textos nos resulten
ba centrada en los conceptos de naturaleza y persona, ambas com- más contemporáneos y fáciles de entender que los Anselmo y Tomás
prendidas desde lo que de una manera general podemos definir como de Aquino. Lutero es un gran teólogo y un místico, que hace volver a la
una metafisica de la sustancia, ahora con Lutero, se da inicio a lo que teología a sus fuentes, en un momento en el que ésta podía estar estan-
se ha llamado una metafisica de la subjetividad'°. El monje agustino cada en las innumerables cañerías. Pero su mayor dificultad se en-
tiene una clara conciencia de ruptura con el pasado, especialmente con cuentra en la opción metafisica y filosófica, explícita o implicadamen-
la teología que utiliza como instrumento esencial la metafisica clásica te asumida. Lutero trabaja desde la filosofia nominalista de Guillermo
aristotélico-tomista, donde la analogia entis establece la necesaria me- de Ockham transmitida por Gabriel Biel. Todo es acto puro, sin con-
diación y la necesaria textura aglutinadora para elaborar una teología sistencia metafisica y sin mediación personal.
sistemática y equilibrada. Frente a esta teología escolástica Lutero pro- Por esta razón, también creo que es justo advertir que el teólogo
pone una vuelta a la Biblia sin mediaciones metaflsicas, una teología reformador no tiene la mediación filosófica necesaria para sostener y
existencial y kerigmática que ponga en primer plano la relación entre fundar de forma ajustada y adecuada muchas de sus intuiciones que
la historia sa/utis y la concreta experiencia humana. A este respecto es tendrán que ser purificadas, acrisoladas y desarrolladas con posterio-
muy significativa esta expresión de Lutero: «Lo que otros han apren- ridad. Por ejemplo, Lutero acierta del todo al comprender la doctrina
dido en la teología escolástica, que lo juzguen ellos mismos ... Yo per- de la gracia y de la justificación como una relación. La visión es co-
dí allí a Cristo y ahora lo he recuperado en san Pablo». rrecta, tal como se expresa en el decreto sobre la justificación firma-
Pero no podemos ser ingenuos, pues nadie trabaja desde el vacío do por la Iglesia católica y luterana, pero a Lutero le faltaba la media-
filosófico. Sin filosofia, no hay teología, y toda lectura e interpreta- ción de una filosofla personalista y de una metaflsica de la relación
ción de la Escritura, de la Tradición eclesial, de la propia experiencia para poder comprender de verdad y a fondo el alcance de su descubri-
personal, se realiza desde una determinada metafísica o filosofla, ex- miento63. Lo mismo puede decirse de la comprensión que tiene de
plícita o implícitamente asumida. Lutero hereda una nueva metaflsi- Dios desde su revelación en la historia y no desde una metafisica pre-
ca trascendental (D. Scoto, G. Ockham, G. Biel) que rompe con la
metafisica tomista (analogía del ser) abriendo una nueva vía (moder- 61. Cf. K. Rahner, «Skotismus», Kleiner theoiogische WOrterbuch, 336.
62. «Experientia, [quae sola] facit theologwn», Lutero, capítulo 4 de su Lec-
na) en la voluntad. La teología de Lutero tiene una clara influencia del
ción sobre Isaías (1527/29). Tomado de A. Batloog, Die Mysterien des Leben Je-
su bei Karl Rahner, Innsbruck 2001, 119.
60. Cf P. Hünermann, Cristología, Barcelona 1997, 270-275. 63. Cf K. H. Menke, Teología de la gracia. El criterio del ser cristiano.
248 El ejercicio de la teología La biografia 249

via, que después hace imposible pensar en toda su hondura lo que sig- atrayente, pero a Ja larga se vuelve contra la doctrina de la propia Es-
nifica e implica la encamación de Dios y la muerte del Hijo para la critura. Una Escritura sin lugar autoritativo que la guarde y la proteja
comprensión del ser de Dios64 • de los diferentes sistemas filosóficos que de forma implícita actúan de
precomprensiones desde la que realmente se la interpreta, termina por
b) El lugar (coefesional) de la teología: Philipp Melanchton y Mel- vaciar el contenido mismo de la Escritura. Junto a la obra de Me-
chor Cano lanchton tenemos que mencionar de nuevo la de Melchor Cano, Loci
theologid'. Se trata de un texto de metodología teológica, que sigue
La teología de Lutero supuso una auténtica revolución en su época
el sentido clásico de la palabra lugar en la filosofia de Aristóteles, Ci-
y supuso una verdadera renovación. No obstante, Lutero originó una
cerón y Agricola66 . Si para Melanchton los lugares teológicos se refie-
ruptura confesional dentro de la teología occidental latina de conse-
ren al contenido esencial de la teología determinado por la Escritura y
cuencias hasta ahora irreversibles. La unidad alcanzada en la síntesis
especialmente por la Carta a los romanos, para el teólogo dominico
tomista, se toma en ruptura en diferentes teologías confesionales, no
hacen referencia al lugar heurístico y hermenéutico desde donde hay
sólo entre catolicismo y protestantismo, sino dentro del mismo protes-
que hacer teología para que resulte relevante el contenido estudiado.
tantismo (calvinismo, luteranismo, etc.). Si la pluralidad ha sido una
Las dos obras van a marcar, para bien y para mal, el camino de
nota dominante en la teología desde sus origenes, en estos momentos
ambas teologías. En la búsqueda de la inmediatez entre el sujeto y el
parece que esa pluralidad avanza hacia un pluralismo irreconciliable.
contenido de la Escritura, el protestantismo asumirá el riesgo en cier-
Los dos autores más representativos de esta nueva teología confe-
ta medida peligroso de perder el contenido mismo, al identificarlo en
sional (y en este sentido de controversia) son Philipp Melanchton
exceso con la subjetividad y Ja experiencia humana y religiosa gene-
(1497-1560) por parte luterana, y Melchor Cano (1509-1560) por par-
ral. Por su parte, el catolicismo, más consciente de que para que se de
te católica. Ambos serán grandes sistematizadores de las dogmáticas
esa inmediatez es necesaria una mediación, tendrá el peligro de per-
respectivas y del método teológico. Como ya hemos expresado en
derse en mediaciones a menudo excesivamente fuertes y relevantes,
otro lugar, Jared Wicks ha percibido con claridad la distinción funda-
llegando a enmascarar en cierto sentido el contenido original.
mental entre ambos métodos. Mientras Melanchton, siguiendo a Lu-
tero, realiza un continuo proceso de concentración y reducción al má-
e) La fecundidad de la teología mística trinitaria
ximo desde el adjetivo sola («Scriptura», «fides», «gratia», «Deus»),
Melchor Cano realiza el camino inverso: amplia la perspectiva en la
máxima anchura que se puede dar (diez lugares teológicos), aun con-
t Junto a la especulativa, se ha desarrollado una teología mística y
espiritual que ha mostrado una especial sensibilidad para la teología
cediendo una determinada jerarquía y estructura, pues él otorga una trinitaria en su repercusión e incidencia en la vida del cristiano67 . Ella
incuestionable primacía a la Escritura y a la Tradición, en definitiva, a
la comprensión de la Escritura en Iglesia. 65. Autor perteneciente a la prestigiosa e importante Escuela de Salamanca.
El primero escribió su obra Loci comunes ( 1521) como guía fun- Fue discípulo de Francisco de Vitoria, profesor en la Universidad de Alcalá y de
damental para el estudio de la sagrada Escritura, teniendo como fuen- Salamanca, teólogo del concilio de Trento. Fue nombrado obispo de Canarias, por
lo que dejó la cátedra de teología. Finalmente renunció a la sede episcopal y se re-
te inspiradora la Carta a los romanos, y una impronta fuertemente so- tiró a Piedrahíta (Ávila) donde se dedicó a escribir su obra De locis, siguiendo la
teriológica. Frente a los problemas especulativos dogmáticos de la inruición de su maestro Francisco de Vitoria. La obra quedó incompleta. Quizá es
teología escolástica, Melanchton se concentra en las acciones salvífi- la obra de teología española más influyente hasta el día de hoy.
66. Cf. M. Andrés, «La teología en el siglo XVI», en Id., Historia de la teo-
cas de Cristo. Un programa que en un principio es liberador y muy logía española I, Madrid 1983, 579-735, aquí 601-604.
67. Una selección de los textos más importantes de teología trinitaria desde
64. Sobre este tema A. Gesché, Dios. Dios para pensar 111, Salamanca 2007. esta perspectiva mística puede consultarse en X. Pikaza, Enchiridion Trinitatis.
250 El ejercicio de la teología La biografia 251

sea quizá la aportación más importante y significativa a la teología, ligión y La fe cristiana. Esta última obra está considerada como una
especialmente a la trinitaria, tras la gran síntesis de santo Tomás. obra maestra de la teología protestante. La primera escrita en 1799 y
Los teólogos-místicos no han intentado comprender la vida trinita- la segunda en dos ediciones sucesivas en 1820-1821 y 1830-1831. Es-
ria en sí misma, sino en su relación con el hombre y en la forma con- ta sucesión en las obras, así como en la propia estructura de la fe cris-
creta de nuestra integración en ella. Aquí tenemos que mencionar a los tiana, nos muestra la dinámica y la forma mental del pensamiento de
grandes místicos renanos de la Edad Media (siglo XN) como el Maes- Schleiermacher: Él piensa y reflexiona de lo más general a lo más par-
tro Eckhart, Johannes Tauler y Jan Ruysbroeck, y a los mayores repre- ticular y concreto.
sentantes de la mística española en el inicio de la Edad Moderna (siglo Friedrich Schleiermacher intenta salir de la angostura en la que se
XVI) como Teresa de Jesús y Juan de la Cruz. Este último, por ejemplo, ha situado a la religión en general y al cristianismo en particular. A jui-
no sólo nos ha dejado dos pasajes admirables sobre la inhabitación del cio de este gran teólogo, la religión es una realidad específica en la vi-
Dios trinitario en el creyente de gran profundidad espiritual y teológi- da humana, que no dice relación, en primer lugar, ni con el conoci-
ca68, sino que esta doctrina y perspectiva trinitaria se puede descubrir en miento (razón) ni con la acción (moral), sino con el sentimiento, «su
la articulación y estructura de toda su obra. En este sentido, Noche y esencia no es pensamiento ni acción, sino intuición y sentimiento»7º.
Subida están referidas fundamentalmente al itinerario que el hombre ha La religión no es una metafísica que intenta explicar y determinar el
de recorrer en su búsqueda del misterio santo que es Dios; Cántico pre- Universo, ni una moral que pretende perfeccionarlo y consumarlo des-
senta al Hijo como Esposo, míentras que Llama alude al Espíritu como de la acción y la libertad humana. Mientras que la metafisica y lamo-
agua y fuego en el alma del creyente. Esta teología mística trinitaria
ral tiene en el centro al hombre en cuanto ser finito, la religión se cen-
puede verse anticipada en Catalina de Siena (siglo XIV) y proseguida
tra en el hombre como ser finito, pero descubriendo en él lo Infinito,
por Teresa de Lisieux y sor Isabel de la Trinidad (siglo XIX).
siendo su impronta y su manifestación. Pero no podemos hablar de
sentimiento sin más. Se distingue de los otros sentimientos porque es
d) La renovación de la teología en el siglo XIX un sentimiento de absoluta dependencia de la divinidad. La religión
En ambas confesiones ha habido grandes teólogos que es imposi- es sentimiento, un sentido y gusto por la infinitud. Pero este senti-
ble mencionar aquí. Entre ellos quiero mencionar a algunos teólogos miento ( Geftlh[) no consiste en una realidad difusa, sino la presencia
del siglo XIX que prepararán la importante reforma de la teología que inmediata de la existencia entera, tanto sensible como espiritual 71 •
se producirá en el siglo XX. La piedad (Frommigkeit) es lo primero en el cristianismo, una pie-
dad «que no es ni un saber ni un hacer. Sino una determinación del
1) Friedrich Schleiermacher: la teología como pneumatología sentimiento o de la conciencia de sí inmediata»72 • Después viene la
doctrina y la teología, como la reflexión honesta, persistente y crítica
Dentro de la teología protestante hay que mencionar al padre del
protestantismo moderno, Friedrich Schleiermacher (1768-1834) 69 •
este juicio no es compartido por todos ya que mientras para algunos ha sabido in-
Las obras fundamentales de este autor son dos: Discursos sobre la re- tuir y prolongar el punto de partida de la teología de Lutero (experiencia), para
otros ha sido quien ha vaciado de contenido el Evangelio, reduciéndolo a una pu-
Textos bá.sicos sobre el Dios de los cristianos, Salamanca 2005, 449-488 (cap. 12: ra experiencia subjetiva y antropológica.
«Mística. Contemplación trinitaria>>). 70. F. Schleiermacher, Sobre la religión, Madrid 1990, 35 ( Über die Religion,
68. Puede verse en sus atrevidísimas afirmaciones sobre cómo el hombre Bcrlin 2001, 79: «lhr Wesen ist weder Denken noch Handcln, sondern Anschauung
puede llegar a ser Dios por participación, cf. Cántico espiritual B, estrofa 39 y lll1d Gefühl»).
Llama de amor viva, 4, 17. 71. E. Brito, Schleiermacher, en J. Y. Lacoste (ed. ), Dictionnaire critique de
69. Cf. B. A. Gerrish, A Prince ofthe Church. Schleiermacher and the Begin- Théologie, Paris 1999, 1070.
nings of Modern Theology, Oregon 2001. Aunque hay que ser conscientes de que 72. F. Schleiermacher, Der Christliche Glaube, § 3.
252 El ejercicio de la teología La biograjia 253

de la piedad. Ésta, y no primariamente los dogmas, es el objeto de la ron. resultaron decisivos para la historia posterior. Entre ellos hemos
reflexión teológica. En este sentido, podemos decir que Schleierma- de mencionar al cardenal Newrnan como un caso excepcional, así co-
cher sigue y confirma el camino de Lutero, para quien la fe y la expe- mo las escuelas teológicas de Roma y Tubinga, sobre todo esta última.
riencia tenían una prioridad sobre los dogmas y Ja reflexión teológica. John Henry Newman (1801-1890) fue un teólogo adelantado a su
«Sólo la experiencia hace al teólogo», decía Lutero. Schleiermacher, tiempo, sacerdote de la Iglesia anglicana, que defendió en un primer
citando a Anselmo, pone dos textos como exergo de su obra La fe cris- momento el anglicanismo como vía media entre el catolicismo y pro-
tiana: el primero del Proslogion 1, «No quiero entender para creer, si- testantismo, para después, estudiando el fenómeno del entonces llama-
no creer para comprender; y el segundo del libro Sobre la fe trinitaria, do semi-arrianismo del siglo IV, pasarse a la Iglesia católica. Como
2, «Quien no cree no puede experimentar y quien no experimenta (no todo «converso», él no fue comprendido ni por los compañeros que de-
es un experto), no puede entender>>. En un momento en el que el ac- jó atrás, ni por aquellos que se encontró en el nuevo lugar al que se in-
ceso a Jesús se estaba volviendo especialmente problemático, ya sea corporó. Antes de abandonar la Iglesia anglicana tuvo que responder a
por el criticismo y el racionalismo, por un lado, ya sea por el suprana- los virulentos ataques contra la integridad de su persona. Para respon-
turalismo y dogmatismo, por otro, el teólogo alemán afirma la inme- der a estos (al escritor Charles Kingsley), Newman escribió un relato
diatez del creyente en relación a la persona y la obra de su Redentor. autobiográfico donde nos ha mostrado el itinerario íntimo y religioso
Frente a la razón y los dogmas, Schleiermacher apela a la experiencia de su vida, así como una bella reflexión y testimonio personal sobre el
creyente de la comunidad cristiana. Lo primero es la experiencia de camino de la santidad de la inteligencia 75 , en un libro que ha sido con-
redención que es vivida de manera corporativa y eclesia1 73 • siderado las nuevas confesiones, escritas en la edad moderna76.
Karl Barth, teólogo calvinista que se situó en el lado opuesto de Si Apología ( 1864) es la justificación biográfica de su paso de la
la teología liberal inspirada por el teólogo de Breslau, advirtió acerca confesión anglicana a la católica, su Ensayo sobre el desarrollo de Ja
de la posibilidad de volver a una relación fecunda con la teología de doctrina cristiana (1845) constituye la justificación teológica77 • Si en
Schleiermacher. Para él el punto de encuentro se halla en el desarrollo la primera su reflexión sobre la santidad de la inteligencia puede ser
del tercer artículo del credo, en la construcción de la teología como una considerada como una de sus grandes aportaciones a la teología y vi-
teología del Espíritu Santo, ya que «todo aquello que se debe creer so- da de la Iglesia, en esta segunda la palabra clave es desarrollo (deve-
bre Dios Padre y el Hijo, debe ser mostrado e iluminado en sus funda- lopment), aplicada a la doctrina y al dogma cristianos". A través de sie-
mentos partiendo del Espíritu santo, el vinculum pacis inter Patrem et te notas, Newman muestra cómo podemos comprobar la continuidad
Filium»74 • Una tarea en la que actualmente está embarcada la teología. de la doctrina cristiana actual con la fe apostólica, haciendo posible la
comprensión de la historicidad de la doctrina cristiana en una identidad
2) Los precursores del concilio Vaticano II: John Henry Newman y continuidad fundamentales con la idea y doctrina original".
y la Escuela de Tubinga
75. Esta es la profunda intuición de Segundo Galilea al referirse a la teología
Quizá dentro del catolicismo no hemos tenido una figura tan rele- de J. H. Newman.
vante como Schleiermacher, pero sí ha habido una serie de teólogos 76. J. H. Newman,Apologiapro vita sua, edición de l. Ker, London 1994.
que, sin ser excesivamente significativos en el momento en que vivie- 77. La «conversión» se produce un año antes de la publicación de este libro.
Cf. C. Arnold, An Essay on the Development o/ Christian Doctrine, en Lexikon der
theologischen Werke, 280.
73. Id., Der christliche Glaube, § 100, 3. 78. G. Biemer,John Henry Newman (1801-1890). Heligkeit und Wachstum, en P.
74. K. Barth, «Appendice autobiografica sui rapporti Barth-Schleiermacher», Neliller-G. Wenz (hrsg.), lheologen des19. Jahrhunderts, Dannstadt 2002, 127-143.
en Id., Introduzione a/la teologia evangelica, Cinisello Balsano 1990, 263. No es 79. Estas notas de un genuino desarrollo de una idea, frente a su corrupción,
casual que E. Brito haya titulado su gran obra sobre Schleiermacher, La Pneuma- son: l. Preservación de su tipo; 2. Continuidad de sus principios; 3. Su poder de asi-
tologie de Schleiermacher, Leuven 1994. milación; 4. Su secuencia lógica; 5. La anticipación del futuro; 6. Acción conser-
254 El ejercicio de la teología La biografia 255

Respecto a la escuela romana, siguiendo una teología clásica, su- movimientos teológicos en el siglo XX, que pueden servirnos muy bien
pone una auténtica renovación en la teología católica, como podemos para sintetizar la historia de la teología del siglo XX. Seguimos este es-
apreciar en autores de la talla de loannes Perrone ( 1794-1876), Carolus quema, añadiendo algún dato e introduciendo alguna matización81 •
Pasaglia (1812-1887), etc., tan importantes en la teología y desarrollo
del concilio Vaticano l. Pero más cercana a la teología de Newman y 1) El giro fenomenológico
más determinante en el desarrollo de la teología del siglo XX será la
El primer movimiento teológico del siglo XX se produce en la de-
nueva Escuela teológica de Tubinga, iniciada por Johann Sebastian
nominada teología dialéctica, cuyo máximo representante fue Karl
Drey (1777-1853), y continuada por discípulos tan eminentes como Jo-
Barth. Aquí, a la par que en la filosofia, se produce lo que podemos lla-
hann Adam Mohler (1796-1838), Franz Anton Staudenmaier (1800-
mar de forma general un giro fenomenológico, pues la teología vuelve
1856), Johann Evangelist Kuhn (1806-1887), quienes desde una preo-
a «atender fenomenológicamente al tema que le es propio»82 , a Dios.
cupación por introducir la perspectiva histórica en la comprensión
Un movimiento que fue percibido por el filósofo español Ortega y
católica del dogma y de la tradición, van a preparar el terreno para al-
Gasset en 1929 y que describió con estas certeras palabras:
canzar muchas de las soluciones a los problemas teológicos más signi-
ficativos que se darán setenta años más tarde en el concilio Vaticano II. No puede sorprendernos -una vez que hemos atisbado esta tendencia
del nuevo pensamiento- la aparición reciente de una teología que se re-
vela contra la jurisdicción filosófica. Porque hasta la fecha fue la teolo-
6. De las confesiones a la(s) teología(s) en contexto gía un afán de adaptar la verdad revelada a la razón filosófica, un inten-
to de hacer para ésta accesible la sinrazón del misterio. Mas la nueva
El siglo XX ha sido uno de los más fecundos en la biografia e his- teología dialéctica rompe radicalmente con tan añejo uso y declara al sa-
toria de la teología. Como en todos los momentos que hemos ante- ber de Dios totalmente soberano. Invierte así la actitud del teólogo, cuya
riormente hemos descrito, es muy dificil sintetizar este rico periodo. faena específica consistía en tornar desde el hombre sus normas cientí-
ficas y adaptarlas a la verdad revelada; por tanto hablar sobre Dios des-
Rosino Gibellini ha escrito una historia de la teología del siglo XX
de el hombre. Esto daba una teología antropológica. Pero Barth y sus co-
muy iluminadora de las diferentes corrientes teológicas desarrolladas legas vuelven del revés el trámite y elaboran una teología teocéntrica83 •
en el siglo pasado'°. Después de su lectura a uno le queda la impresión
de que el denominador común en el siglo pasado ha sido la vuelta a
los origenes de la teología (Biblia, Padres, liturgia, etc.) y la apertura
al mundo moderno (razón, historia, movimientos de liberación, etc.).
f' Este movimiento es la reacción de la teología protestante a la teo-
logía liberal del siglo XIX e inicios del XX, cuyo máximo exponente
fue el historiador del dogma Adolf von Hamack (1851-1930). El siglo
Esta doble orientación al origen y al lugar contemporáneo en el que se XIX había dejado un problema planteado a la teología del siglo XX:
desarrolla, es lo que ha favorecido un impulso teológico sin igual, a la
vez que ha producido una enorme variedad y pluralidad de teologías.

a) Los cuatro movimientos teológicos en el siglo XX


'
!

'
¿cómo integrar en la teología y en el dogma la experiencia humana y
la historia religiosa, siendo conscientes de que la teología no es una
ciencia eterna e inamovible, pero tampoco una disciplina que se pue-
de disolver en mera filosofia o fenomenología de la religión? Frente al
exceso de la teología liberal, fue legítima y necesaria la reacción de
En el epílogo de su obra sobre la teología del siglo XX, Rosino Gi-
bellini, siguiendo al filósofo alemán Jürgen Habermas, señala cuatro
' 81. Id., 553-554. La obra de J. Habermas, El pensamiento postmetafisico,
identifica cuatro movimientos en la filosofia del siglo XX.
vadora de su pasado; 7. Su vigor crónico (cf. J. H. Newman, An Essay on the De- 82. R. Gibellini, La teología del siglo XX, 553.
velopment o/Christian Doctrine, edición de l. Ker, Notre Dame 2003, 169-206). 83. J. Ortega y Gasset, Qué es jilosofia, en Obras completas VII, Madrid
80. R. Gibellini, La teología del siglo XX, Santander 1999. 1964, 306.
256 El ejercicio de la teología La biografía 257

Barth, aunque no suficiente, pues su respuesta, por unilateral, dejó la hacia la historia y la política. De aquí van a surgir toda una serie de
cuestión central sin resolver. teologías de la historia de diverso signo y con diferente perspectiva
(O. Cullmann, W. Pannenberg, H. U. von Balthasar, etc.) 84, así como
2) El giro antropológico diferentes teologías políticas (J. B. Metz, J. Moltrnann, C. Bof!) que
fraguarán de alguna u otra forma en las diferentes teologías de la li-
El segundo movimiento lo podemos denominar como el giro an-
beración (G. Gutiérrez, l. Ellacuria, J. L. Segundo, etc.)85 •
tropológico en teología, representado por la teología existencial de
Rudolf Bultmann, la teología en la frontera y en el límite de Paul Ti- La teología de la historia tiene razón en afirmar que Dios no vie-
llich y la teología trascendental de Karl Rahner. Estos autores, entre ne al hombre únicamente en la profundidad del ser y la razón, o en el
los más representativos, perciben la importancia de la respuesta del dinamismo de su conocimiento y libertad trascendental, sino en una
teólogo suizo al reclamar legítimamente la soberanía de Dios en la teo- historia determinada. Una historia que es historia de salvación que
logía, pero a su vez, se dan cuenta de la insuficiencia de su respuesta. tiene ya la plenitud en su centro, que es Cristo, aunque todavía no es-
¿Dónde queda el hombre, con su experiencia y su historia, con su ex- té plenamente consumada (O. Cullmann). No obstante, esta consu-
periencia y subjetividad, en el acontecimiento de la revelación de la mación se ha anticipado prolépticamente en la resurrección de Cristo,
palabra de Dios? Sólo hay revelación de Dios y palabra de Dios al que es como una ventana abierta hacia el destino último que nos
hombre (Barth), si esta revelación llega a un ser humano que tiene en aguarda (W. Pannenberg). Mientras caminamos en esta historia hacia
sí la capacidad sentirse interpelado por esta palabra en la dimensión y su consumación definitiva, se da en ella el diálogo y la confrontación
profundidad de su existencia, si hay una correlación entre Dios y el entre la libertad finita e infinita, pues vivimos en una historia dramá-
hombre para poder entrar en diálogo y en relación, o si ese hombre es- tica, que se va desarrollando en un ritmo y despliegue trinitarios (H.
tá constituido previamente como un oyente de esa palabra de Dios pa- U. von Balthasar).
ra poder acogerla en su interior y plasmar en su vida. No obstante, hay Pero el hombre es también un ser social. Por esta razón, Dios vie-
que tener en cuenta que esta dimensión antropológica de la teología, ne al hombre y le habla no sólo desde la profundidad de su existencia,
no está desarrollada desde una idea del hombre autónoma de la reve- desde el dinamismo de su libertad y desde la historia salvífica, sino
lación de Dios, sino más bien en clara relación y dependencia con también desde la sociedad en la que vive. No para divinizar, sin más,
ella. Si en esta comprensión de la relación entre Dios y el hombre po- cada una de esas dimensiones, sino para enderezarlas desde su justi-
demos decir que el hombre es pregunta y Dios es la respuesta al hom- cia, a la luz de su proyecto original sobre toda la creación (Ef 1, 3-14)
bre, hay que ser conscientes de que «la respuesta vino como pregunta, y del destino definitivo en el Reino de Dios (1 Cor 15, 28). La palabra
Dios como hombre, para que comprendamos que en la pregunta ya se de Dios es juicio sobre el mundo que desenmascara una violencia e
escondía la respuesta» (K. Rahner). injusticia establecidas que van dejando innumerables victimas en la
cuneta de la historia. La teología ha de tomar partido por ellas, para
3) El giro histórico-social iniciar desde ellas un proceso de liberación que nos acerque lo más
posible a ese proyecto y reino de Dios.
Pero el hombre no es un individuo aislado, ni un ser abstracto en
su aséptica experiencia trascendental. Vive en una historia concreta,
84. Cf. G. Pasquale, La teología della storia della salveza ne/ seco/o XX, Bo-
en una comunidad política determinada, en una sociedad estructura- logna 2001.
85. Después de la gran obra de G. Gutiérrez, Teología de la liberación (1972),

t:
da e interrelacionada. Por eso en torno a los años 60 se produce el ter-
Salamanca 172004, quizá la obra colectiva dirigida por l. Ellacuria-J. Sobrino (eds.)
cer movimiento dentro de la teología que podemos denominar como Mysterium liberationis 1-Il, El Salvador 1989, sea la obra más representativa de es-
giro histórico social, ya que se produce un movimiento de la teología ta corriente teológica.
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.J.
258 El ejercicio de la teología 259
La biografía

4) El giro contextual b) La vuelta hacia lo único necesario


Nos encontramos en una situación donde la teología se ve inserta Es dificil saber cuál será la forma teológica del futuro. Pero una
en un contexto ecuménico y planetario. Ella percibe mejor el desafio cosa parece clara: si la teología quiere perdurar, tiene que ser verda-
interno que supone el ecumenismo para las confesiones cristianas, así deramente tal. En el primer capítulo he hablado de sus diferentes di-
como el empuje cada vez mayor del pluralismo religioso. Junto a esta mensiones (altura, anchura y profundidad). Sin duda, la forma del fu-
conciencia ecuménica y pluralista, se cae en la cuenta de la importan- turo habrá de atender a esas tres dimensiones esenciales: una teología
cia que tiene el contexto concreto desde donde cada teólogo hace teo- teológica (altura), una teología histórica (hondura) y una teología ecu-
logía (contextual), así como del desafio que supone la globalización. ménica (anchura). Pero es esencial que la teología, independiente-
Esta conciencia agudízada de ejercer la teología en contexto, es vi- mente de la forma que revista en el futuro, sea y permanezca necesa-
vida desde dos perspectivas fundamentales. La primera alude a un tipo
riamente como teo-/ogía, es decir, palabra de Dios y sobre Dios.
de teología que ante esta situación plural, opta por una búsqueda de su
Los cuatro giros y movimientos de la teología del siglo XX han de
significación y relevancia desde las ciencias adyacentes, como la feno- hacemos percibir la importancia de las anteriores dimensiones. No es
menología, la sociología, la filosofia, la filología, la historia (de las re- posible una teología dialéctica que pone a Dios en el centro si no atien-
ligiones), pidiendo con insistencia que la teología abandone su método
de a la verdad última de quien es su destinatario. Pero tampoco es posi-
tradicional para adaptarse a esta nueva situación mundial. Se constata
ble atender a la estructura fundamental del destinatario de la revelación
que la teología ha estado encerrada en sus propios ámbitos y hoy no in-
y de la palabra de Dios si no lo contemplarnos como un ser histórico y
teresa a casi nadie. Sin afirmarlo explícitamente, da la impresión de
social, un ser que vive en un contexto determinado. Por lo tanto, los gi-
que la teología se diluye en estas ciencias que, aunque necesarias para
ros de la teología no significan una derrota de la perspectiva anterior, si-
ella, resultan insuficientes para dar razón de su objeto y método.
no la necesidad de su recíproca integración. Ningún movimiento teoló-
La segunda opción se refiere a aquéllos que reconociendo tam-
gíco se pierde si es verdaderamente teológico: queda integrado en el
bién esta pluralidad, ven en esta situación una posibilidad de volver a
siguiente, siendo asumido e interpretado en un marco superior.
un ejercicio propio de la teología, conscientes de su situación humil-
Sin olvidar esta historia y asumiendo en su justa medida los dife-
de, relativa y minoritaria, pero también cayendo en la cuenta de que
rentes movientos teológicos en el siglo XX, hago mías las palabras de
ella, en cuanto ciencia de la fe, tiene una palabra única que no puede
Eberhard Jüngel cuando, refiriéndose al futuro de la teología, dice: «La
soslayar ni dejar de pronunciar. Una teología que es consciente de
libertad de la teología es la exigencia de caminar hacia la concentra-
pertenecer a una determinada comunidad de referencia, a una tradi-
ción en lo necesario»87 . Su futuro depende de que retome a su tarea es-
ción lingüística y a un ámbito de memoria, desde la cual realiza me-
pecífica y esencial. Igual que Marta, la teología parece haber estado
jor su tarea y su misión. La teología está llamada a recuperar una
absorta en infinidad de tareas, pero ahora es tiempo de que se vuelva,
cierta unidad esencial de contenido y su significación universal, des-
como Maria, hacia lo único necesario. La teología agoniza encerrada
de un conocimiento riguroso de las diferentes materias que la con-
en sus propias disquisiciones «científicas», o mendigando foros y ám~
forman y desde la conciencia de su específica singularidad. «En Eu-
hitos desde tareas que no le pertenecen. Sólo tendrá futuro si se centra
ropa la teología sólo puede asumir adecuadamente los desafios
en su tarea específica, aunque sin encerrarse en su propio ámbito teo-
eclesiales y sociales del incipiente siglo XXI si ella tiene claro cuál
lógico. Los teólogos han de ser conscientes de que el lugar fundamen-
es su tarea específica, y, agudizándola, se abre hacia fuera, sin poner
tal de su ejercicio es la Iglesia, y, el destino de su tarea, la sociedad.
en juego su propia identidad» 86 .
87. «Die Freiheit der Theologie ist die Zumutung, die K.onzentration auf das
86. U. Ruh, Wozu Theologie?: Herder Korrespondenz 61 (2007) 110. Notwendige zu wagen», tomado de U. Ruh, Wozu Theologie?, 109.
260 El ejercicio de la teología

Conclusión
10
Para llevar a cabo esta biografía de la teología, hemos sistematiza- LA TEOLOGÍA, AMISTAD DE DIOS
do cinco formas esenciales a lo largo de la historia.
Y DON DEL ESPÍRITU
En ellas no se contiene toda la riqueza espiritual y al dinamismo
intelectual de los diferentes teólogos que han desarrollado en cada
época su quehacer teológíco, pues ninguna historia sociológica de las
formas de la teología puede percibir su hondura última y su impulso
central. Sin embargo, estos cinco estilos pueden servimos de guía pa- A vosotros ya no os llamo siervos, sino amigos,
ra elaborar la teología a la que cada generación de creyentes está urgi- porque os he dado a conocer todo lo que mi Padre
da en su tiempo. Y puesto que tampoco hoy estamos obligados a repe- me ha dicho (Jn 15, 15).
tir sin más formas concretas del pasado o aÍIImaciones felices, hemos
de asumir el compromiso ineludible de esforzarnos por integrar el im- Introducción
pulso y el dinamismo interior que se nos ha legado, para realizar la
propia teología en la Iglesia, a la altura del tiempo y con la profesio- ¿Por qué estudiar teología? ¿Por qué consagrar la vida a la verdad
nalidad propia que se le pide a toda ciencia. desde el ejercicio de la teología? La respuesta es sencilla: por vocación
De esta gran riqueza teológica que hemos recibido en herencia, apostólica y amistad teologal. Hoy para poder ser testigos hay que ser
quisiera destacar a continuación los elementos esenciales. En ellos es en verdad teólogos. Una teología que cultiva una amistad profunda y
posible percibir lo teológicamente válido para nuestro tiempo: arraigada con Dios. Porque la teología no es una ciencia autosuficien-
te y cerrada en sí misma, sino una ciencia al servicio de la misión de
1. <d>e la Escritura al Símbolo»: habría que aswnir el papel fundamental
la Iglesia en el mundo y de la vida espiritual de los creyentes.
de la Escritura como fuente de la teología, la interpretación que se hace ·de
ella en un contexto cultural nuevo (inculturación) con una convicción clara En este último capítulo ofrezco dos textos que van al centro de lo
de la vocación universal del cristianismo y la obediencia radical a la historia de que es la teología. A pesar de estar escritos hace más de medio siglo,
la salvación (oíkonomia salutis). siguen siendo sorprendentemente válidos por su contenido y hondura.
2. «Del Símbolo a las sentencias»: habría que recuperar el esfuerzo por el Ambos fueron pronunciados en el marco de unas jornadas de forma-
conocimiento riguroso, partiendo de la pregunta que cuestiona e interroga
ción cristiana, durante el verano de 1937, en Salzburgo. El primero
(questio) y de las aparentes contradicciones de las aímnaciones teológicas
(dialéctica). corresponde a una homilía de un joven que con el tiempo llegaría a ser
3. «De las sentencias a la suma>>: convendría conservar el gusto por la ex- uno de los mejores teólogos del siglo XX: Karl Rahner (1904-1984) 1•
presión sobria y la estructura sistemática a favor de una verdadera pedagogía En él reflexiona acerca del sentido de la formación cristiana como ele-
teológica. mento fundamental para crecer en la amistad con Dios. El segundo
4. <<De la suma a las confesiones»: el fuego que nace de la experiencia reli- texto es una lección pronunciada por el monje benedictino Anselm
giosa y que se transforma en verdadera fuente del quehacer teológico (Lutero),
Stolz (1900-1942)2 a personas que se estaban iniciando en el ejercicio
así como la amplitud y anchura de la mirada para comprender los lugares desde
donde se hace la teología (Melchor Cano). de la teología. Confío en que su lectura ayude al lector a comprender
5. «De las confesiones a la[s) teología[s] en contexto»: habría que asumir mejor cuál es el meollo de esta ciencia y la identidad del teólogo.
los cuatro giros que se han producido en la teología del siglo XX: Dios, hom-
bre, historia-sociedad y contexto. para dirigirse de manera convencida y ímn.e 1. K. Rahner, «Freunde Gottes», en Id., H6rer des Wortes, Siimtliche Werke JY,
hacia lo único necesario de la teología: pensar a Dios para el hombre y la so- Düsseldorf-Freiburg i. B. 1997. 294-295.
ciedad de hoy. 2. A. Stolz, Was ist Theologie?, en G. Baumgartner (hrg.), Die Siebten Salz-
burger Hochschulwochen, Salzburg 1937, 17-23.
262 El ejercicio de la teología Amistad de Dios y don del Espíritu 263

De esta forma sencilla quiero también rendir homenaje a estos dos velación desde una clara perspectiva cristocéntrica, coincidiendo su
teólogos y a una teología realizada en el periodo de entre guerras. idea directriz con la visión que Karl Rahner expuso en 1951 en su fa-
Quizás hoy aquellos esfuerzos hayan sido en cierta medida olvidados, moso artículo Problemas de cristología hoy, y más adelante asumió el
a pesar de resultar enormemente enriquecedores y decisivos para la decreto sobre la formación sacerdotal del concilio Vaticano II (OT 14).
gran renovación teológica que tuvo lugar a partir de los años 60.

2. Karl Rahner: la teología como amistad


1. Contexto de los textos
Con ocasión de la fiesta del apóstol Bartolomé, Karl Rahner se di-
Las semanas de Salzburgo de 1937 son claves para comprender rige en una homilía a los asistentes de las jornadas de formación cris-
desde un punto de vista teológico la obra filosófica de Rahner. Aquel tiana de Salzburgo. La circunstancia litúrgica suscita una sencilla y
año el autor alemán se dirige a Innsbruck para hacerse cargo en la uni- profunda reflexión sobre el sentido de la formación teológica en la vi-
versidad de las clases de teología fundamental, aunque finalmente im- da cristiana y apostólica. Para Rahner la teología es un don y una exi-
partiera las de teología de la gracia («De Gratia Christi») y de creación gencia. En cuanto don, tiene que ver con la Palabra del Padre, que se
(«De Deo creante»). Durante el verano también recibió la encomienda entrega de forma gratuita al corazón del hombre por el bautismo. En
de dictar esas mismas materias en las semanas de Salzburgo, que co- cuanto exigencia, esta Palabra, dada de una vez para siempre y sin re-
menzaban a ser relevantes y significativas en el ambiente eclesial y servas, ha de alcanzar en nosotros paulatinamente una mayor densidad
cultural centroeuropeo. Aquí inició Rahner su tarea teológica. y presencia: en la inteligencia (Head), por medio de una mayor inte-
La primera semana dirigida por Rahner presenta una serie de con- lección y comprensión; en el corazón (Heart), por el amor ardiente;
ferencias («Religionphilosophie und Theologie») que serán el germen en las manos (Hand), por una acción realizada cada vez más desde la
de su famoso libro sobre filosofia de la religión: Oyente de la Palabra lógica de su palabra y amor. Según esta lógica, la teología consiste en
(«Hiirer des Wortes»). Siguiendo las reflexiones realizadas en Espiri- «el esfuerzo de pasar de siervos a ser cada vez más amigos de Dios».
tu en el Inundo («Geist in Welt»), medita sobre la teología como cien- A continuación, ofrezco mi propia versión de esta homilía, con-
cia de la escucha de la revelación libre del Dios vivo. No en vano, en- vertida ya en todo un clásico del quehacer teológico.
tiende la teología como una ciencia basada en la existencia del
hombre, un ser esencialmente abierto a la escucha de esa posible re-
velación libre de Dios. Más aún, el hombre se descubre como un es- EL TEÓLOGO: APÓSTOL DE JESUCRISTO y AMIGO DE Dios
píritu en el mundo y un oyente de la Palabra de la revelación de Dios.
«Este es mi mandamiento: Amaos unos a otros, como yo os he amado.
Sus lecciones destacan como reflexión en torno a una ontología de la Nadie tiene amor más grande que quien da la vida por sus amigos. Vosotros os
potencia obediencia! del hombre para la revelación de Dios. llamo amigos, si hacéis lo que yo os digo. En adelante, ya no os llamo siervos,
Pero en aquellas fructíferas semanas de Salzburgo no sólo se dedi- sino amigos, porque el siervo no conoce lo que hace su señor. Desde ahora os
caban al estudio de la teología, sino también a otras disciplinas. Du- llamo amigos, porque os he dado a conocer todo lo que he oído a mi Padre.
rante la semana en que tuvo lugar Ja homilía a la que nos vamos a re- No me elegisteis vosotros a mí; fui yo quien os elegí a vosotros. Y os he des-
ferir, las lecciones se dividieron en tres campos diferentes: a) La tinado para que vayáis y deis fruto abundante y duradero. Así, el Padre os da-
rá todo lo que le pidáis en mi nombre» (Jn 15, 12-16).
teología como ciencia. b) La formación y el crecimiento cristiano. c)
Las palabras pronunciadas por el Señor en el discurso de despedida del
La religión y la medicina. Además, el profesor de dogmática del centro
evangelio de san Juan nos dicen hoy, según el deseo de la Iglesia en esta vigi-
romano de San Anselmo, el benedictino Anselm Stolz, dictó la suge- lia del apóstol Bartolomé, en qué consiste el apóstol de Jesucristo. Por apóstol
rente lección: ¿Qué es teología? En ella esboza una teología de la re- se entiende aquel que es elegido por la libre gracia de Dios, aquel que realiza el

l
264 El ejercicio de la teología Amistad de Dios y don del Espíritu 265

manda.miento del Señor, aquel que ama hasta la muerte, aquel que realiza obras Palabra que Dios mismo es. Porque detrás de nuestras preguntas y de nuestras
y trae frutos, y por último, el amigo de Cristo y de Dios. Y esto que nuestro Se- respuestas tiene que estar la seriedad de la inteligencia; pues se trata, en el fon-
ñor dice de forma especial aquí de todo hombre cristiano y de todo apóstol es do, de una escucha cada vez mejor de esa Palabra por la que el Dios inímito
lo más bello y definitivo. «No os llamo siervos, sino amigos» («Non iam dico quiso abrimos y confiamos el último y definitivo misterio de su propia vida.
vos servos, sed amicos» ). Para quienes somos sacerdotes, esta palabra resuena
dulcemente desde el día de nuestra ordenación. Mas también resulta válida pa- [El ejercicio: entre la seriedad y la esperanza]
ra todos los que por el bautismo hemos llegado a ser amigos de Dios. Con todo, esta es también nuestra palabra. Posiblemente nuestros pensa-
mientos y comprensiones van y vienen, se inflaman en el entusiasmo de un
[La teología en su origen permanente: la Palabra del Padre)
congreso y tratan nuevamente de desvanecerse en la gris cotidianidad a la que
El Señor nos explica por qué nosotros somos suyos y amigos de Dios: el una vez más regresan. Sin embargo, traemos en nosotros esa Palabra, de la
siervo no sabe lo que hace su señor. Pero a vosotros os lo he dado a conocer to- cual se dice: la Palabra del Señor, a pesar de los pesares, permanece para
do, todo lo que he oído de mi Padre. La Palabra de Dios, que es Jesús nuestro siempre. Y por eso sabemos que ha venido a nosotros en plenitud la buena no-
Señor, ha escuchado todo del Padre. Porque esta es la Palabra, en quien el Pa- ticia del Evangelio de hoy: A vosotros ya no os llamo siervos, sino amigos,
dre se ha dicho totalmente a sí mismo; la Palabra que desde el principio estaba porque yo os he dado a conocer aquello que he escuchado a mi Padre.
con Dios. Y porque esta Palabra es espíritu, se reconoce a sí misma como Pa-
labra del Padre, y escucha la propia comunicación del Padre que ella misma es.
Breve comentario
[El principio y fundamento de la teología: el bautismo]
Esta Palabra, que todo lo ha escuchado del Padre, ha hablado dentro de Veamos a continuación las principales ideas que Rahner señala so-
nuestro corazón. Pues desde el día en que nosotros hemos sido hechos parti- bre la teología en este texto de 1937. El simple hecho de destacarlas
cipes de la naturaleza divina (esta Palabra ha sido pronunciada y dirigida por servirá para comprender y vivir el significado del quehacer teológico.
el Padre a nuestro ser), resuena en la profundidad de nuestra alma agraciada.
Y de esta manera, Jesús nos ha manifestado ya lo que él desde siempre ha es-
a) Teología como autocomunicación intradivina
cuchado al Padre. Porque él se nos ha regalado a si mismo; él, la única Pala-
bra definitiva del Padre. Pero, en verdad, todavía esta Palabra de Dios pro- La teología tiene su origen en la vida trinitaria. Es decir, la teolo-
nunciada en nuestro corazón necesita la externa predicación de la fe; todavía gía (el logos de Dios) tiene que ser comprendida, en primer lugar, en
esta revelación es oscura para nosotros; todavía esta Palabra divina, que en la
un sentido objetivo. Hay palabra sobre Dios porque primero hay una
profundidad de nuestro ser ha sido pronunciada, resuena sólo en voz baja y
como un lejano eco en las antesalas de nuestra vida consciente. Y a pesar de
Palabra de Dios que se nos da y se nos comunica.
ello, ella es ya una realidad llena de gracia: Nosotros somos amigos de Dios Pero hay Palabra que libremente se da y comunica porque antes hay
porque la misma Palabra de Dios habita en nosotros y ya nos ha dicho todo lo una autocomunicación de Dios en su vida interna intradivina. El Padre
que etla ha escuchado del Padre. se dice y se da enteramente por medio del Hijo, que es su Palabra. Es-
te Hijo, en cuanto espíritu, se reconoce a sí mismo como Palabra que
[La teología: el paso de la servidumbre a la amistad]
a su vez escucha la comunicación que ella misma es3• Por eso él, que es
¿Qué nos ha reunido aquí a nosotros en estas semanas? Las preguntas de la
la Palabra, es el verdadero mediador de la Palabra y la comunicación
fe y la formación de la vida cristiana en sus diferentes aspectos. Todo esto, en el
que él mismo es y que el Padre ha querido comunicar al mundo y al
fondo, no es otra cosa que el esfuerzo de pasar de siervos a llegar a ser cada vez
más amigos de Dios; hacer que la Palabra, que en nosotros fue pronunciada, sea hombre. Primeramente en la creación, como palabra deficiente y gra-
cada vez más claramente comprendida. Y esto es para nosotros una exhortación mática de la Palabra última y definitiva; y después en la encarnación,
a la seriedad y un consuelo. Una exhortación a la seriedad porque esto que aquí como cumbre única de esa palabra y comunicación en la creación.
hacemos y hablamos no es, en último ténnino, un conjunto de pensamientos y
opiniones, de leyes y sistemas, sino que debe ser una clara comprensión de una 3. Idea fundamental para el tema de la autoconciencia de Jesús y de su misión. )
266 El ejercicio de la teología Amistad de Dios y don del Espíritu 267

La teología es posible como gramática que prepara, explica e intro- queda en el concepto o en la afirmación sino que se trasciende y tiende
duce más profundamente en el misterio de Dios revelado en Cristo'. por su dinámica interna a la realidad misma. Dios desborda la objetivi-
dad para ser, en el fondo, sujeto único de la teología, es decir, la realidad
b) El bautismo como el fandamento de la teología inagotable hacia la que se tiende y a la que se pretende comprender.

Esta Palabra que es Dios mismo y que tiene conciencia de sí mis-


e) La teología, desde la seriedad de la inteligencia y la confianza de
ma se nos da y comunica en el bautismo. En nosotros la teología, co-
la amistad
mo comunicación de la Palabra del Padre, comienza en el bautismo.
Este sacramento, con lo que significa de gracia, de eclesialidad y de fe Si Dios es el objeto de la teología y Aquel que está detrás de nues-
personal, es el fundamento permanente de la teología. tra palabra, por.fuerza tiene que afectar nuestra labor teológica. Serie-
La fe se convierte así en principio de conocimiento teológico. La dad y confianza son dos de sus notas básicas. La confianza del que se
fe es luz y ofrece un nuevo conocimiento (ojos de la fe) de las verda- sabe acogido y sostenido por una Palabra preveniente que le sobrecoge
des reveladas. Sin embargo, es ante todo una nueva comprensión de la y sobrepasa infinitamente. Una Palabra que se nos da como gracia y
realidad desde la iluminación de esa luz nueva («lumen fidei»). Este que provoca en nosotros la respuesta en palabra humana como agrade-
acontecimiento es íntimo y personal, es decir, se realiza de una vez cimiento (alabanza) a Dios y agraciamiento a los hermanos. Pero tam-
para siempre (ya); pero tiene necesidad de un desarrollo y de una ple- bién la seriedad de la inteligencia, porque es la comprensión de Dios
nitud (todavía no). Aquí se sitúa la necesaria libertad e individualidad mismo y la vocación última del hombre las que están en juego.
en el trabajo teológico, a la vez que la necesidad de la intervención ex- Desde una teología como la descrita, se entiende que su ejercicio
terna y autorizada de la Iglesia. tenga que ser vivido con seriedad y esperanza. De una forma seria y
responsable, porque detrás de todo lo que estudiamos, escribimos, de-
c) La teología entre el ya y el todavía no cimos o repetimos no está un conjunto de sistemas, de leyes o pala-
bras vacías, sino aquella Palabra que Dios mismo es. Palabra única del
En esta tensión se sitúa la labor teológica: entre el ya de la comuni- Padre por la que el Dios infinito ha querido abrirnos y confiarnos el
cación de Dios en el bautismo, hecha de una vez para siempre, y el to- último y definitivo misterio de su propia vida. Pero también de una
davía no de su comprensión en plenitud (incomprensibilidad de Dios). forma consoladora y esperauzada, porque esa Palabra no es la nuestra.
La teología nos ayuda a ser cada vez más conscientes de la realidad que O mejor dicho, nuestras frágiles y balbucientes palabras están alenta-
nos ha sido dada: el don de la amistad de Dios, desde el amor y el co- das y sostenidas por la Palabra de Dios que permanece para siempre y
nocimiento mutuo, que aumenta poco a poco. La teología puede ser de- que nos hace a nosotros eternos.
finida desde aquí como la tarea de ser cada vez más amigos de Dios; o
dicho de otro modo, el paso de la servidumbre a la amistad con Dios.
3. Anselm Stolz: la teología como don del Espíritu (carisma)
d) Dios mismo es el objeto de la teología Por desgracia, el benedictino y profesor en San Anselmo (Roma),
El objeto de la teología no son palabras, ni sistemas, ni conceptos, Anselm Stolz, murió prematuramente5 . Su contribución teológica ha
sino Dios mismo, en el último y definitivo misterio de su propia vida. sido resumida por Elmar Salmann en cuatro aspectos fundamentales:
Como ya decía Tomás de Aquino, el pensamiento del hombre no se
5. Así explica G. J. Békés, Testimonianze personali, en E. Salmann (ed.), la
teologia mistico·sapienziale di Anselm Stolz, Roma 1988, 22: «Terminado el año
4. «Mea gramatica Christus est», Pedro Damiano, Ep. 8, en PL 144, 476. académico, en el verano de 1942, el abad primado de Fidelis Stotzingen pide al P.

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268 El ejercicio de la teología Amistad de Dios y don del Espíritu 269

a) una renovada interpretación del analisis fidei según santo Tomás, teología como ciencia ( «Theologie als Wisschenschafu>). Para ello,
siguiendo el camino iniciado por Pierre Rousselot6; b) un renovado contempla la revelación con un marcado acento cristocéntrico y un
concepto de la mística7, que si en un primer momento fue causa de protagonismo especial de los carismas 12 , respondiendo así a la natura-
discusión y controversia, posteriormente fue recibido y confirmado a leza y al contenido de la teología.
través de una comprensión teológica de la mística (Lubac y Balthasar) La obra más representativa de Soltz, Teología mística", se sitúa en
y de la liturgia (Vagaggini)'; c) una presentación mística-sapiencial de la mísma linea de la teología de la predicación. En ella intenta liberar la
los escritos de Anselmo de Canterbury9 ; d) una apertura interna de la teología de una reflexión fría, separada de la vida real del cristianismo y
escolástica al mundo de los padres de la Iglesiaw Por otra parte, cada de los hombres, e iniciar la búsqueda de una teología viva capaz de po-
uno de estos cuatro núcleos de su actividad teológica estaba fuerte- ner en estrecha relación al hombre y a Dios, la razón y la historia.
mente impregnado de una teología místico-sapiencial. La teología es una tarea humana, fruto del esfuerzo de su pensa-
En el verano del año 1937 Amselm Stolz compartió con Karl Rah- miento, pero también es una gracia y un carisma, ya que el funda-
ner una de las famosas semanas de teología de Salzburgo (Sa/zburger mento último de su quehacer es la profundización en la gracia y en el
Hochschulwochen), en la que se impartieron diversas conferencias en don de la fe. La teología en cuanto discurso sobre Dios («Reden uber
tomo a la relación entre la filosofía de la religión y la teología de la Gotl>>) es posible por ser previamente discurso de Dios mismo («Re-
revelación 11 • En este contexto se enclava su lección ¿Qué es la teolo- den von Gotl>>). Es decir, hay teología porque hay revelación y encar-
gía? («Was istTheologie?»), cuyo trasfondo es la consideración de la nación en Jesucristo 14• Su fundamento es la gracia de la fe, Ja cual se
sitúa entre dos tiempos: entre la liberación de los ídolos y la espera de
Anselmo que vaya al monasterio de Sorrento para sustittM durante los meses de ve- la venida del Señor como consuelo y aliento en la espera 15 •
rano al capellán. Probablemente visitando entonces un hospital alemán es contagia-
do de tifus. Retoma a Roma en estado febril y sin guardar reposo para curarse, mar- En esta línea de pensamíento, Stolz considera una urgencia recu-
cha a la Camáldula (Camaldoli) a predicar ejercicios espirituales a los monjes ... A perar la unidad de la teología. La especialización sólo es posible en un
finales de septiembre regresa a Roma ... El 18 le llega la crisis y el 19 la muerte. sentido material, pues no existe más que un objeto formal. Para él re-
A causa del peligro de infección, sus pertenencias personales fueron quemadas»·.
6_ A. Stolz, Glaubensgnade und Glaubenslicht nach Thomas von Aquin, sulta impensable una distinción, desde el punto de vista del objeto for-
Rom 1933. Con esta obra se inicia la prestigiosa colección StudiaAnselmiana. Cf. mal, entre teología positiva y especulativa. Esta unidad se da en Cris-
E. Salmann ( ed.), La teologia mistico-sapienzia/e di Anselm Stolz, Roma 1988, 5- to. De él habla toda afirmación de fe y tal es el sentido de la tesis
11; Das Problem der «analisis fidei» bei A Stolz und P. Rousselot, en Id., 71-99.
7. Aquí hay que situar su famoso libro 1ñeologie der Mystik, Regensburg clásica que afirma que Cristo es el objeto de la teología 16 •
1937 _ La ruptura con una interpretación psicológica y subjetivista de la mística a
favor de una interpretación objetiva y teológica es favorecida por la llegada de teó- von Balthasar, JVn den Aufgaben der katholischen Philosophie in der Zeit (1946);
logos ortodoxos rusos a las universidades francesas. Cf O. González de Cardedal, E. Coreth, Dios en el pensamiento de los filósofos, Salamanca 2006, 244-256.
El lugar de la teología, Madrid 1986. 12. Cf. A Stolz, Was ist Theo/ogie?, en G. Baumgartner (hrsg. ), Die siebenten
8. Cipriano Vagaggini es el discípulo más famoso de A. Stolz. En la voz Salzburger Hochschu/wochen. Salzburg 1937, 17-23.
«Teología», redactada para el Nuovo Dizionario di Teologia, Roma 1977, 1597- 13. A. Stolz, Teologie der Mystik, Regensburg 1937; B. Calati, Linee portan-
1711, Vagaggini ha profundizado en el sentido y en el programa de una teología ti della mistica di A. Stolz e la spiritualitá oggi, en E. Salmann (ed.), La teologia
sapiencial iniciado por su maestro. Cf. E. Salmann (ed.), la teologia mistico-sa- misticosapienziale di Anselm Stolz, 25-48; A. Lipari, Teologia della mistica in A.
pienziale diAnselm Stolz, 7, nota. 7. Stolz, en Id., 49-{i9.
9. E. Salmann, Die Anselm-interpretation bei A. Stolz, en Id., la teologia 14. Para comprender estas afirmaciones de Stolz tenemos que tener en cuenta
mistico-sapienziale di Anse/m Stolz, 1O1-124. el debate sobre Was ist Theologie? entre K. Barth, E. Peterson y A. Stolz. Cf. B.
10. Esta apertura desde dentro se expresa en la serie de manuales de teología. Nichtweiss, Erik Peterson. Neue Sich aufLeben und Wérk, Freibmg 1992, 499-72 l.
11. La preocupación que está en el fondo de las lecciones tanto de Rahner co- 15. Esta comprensión de la teología es compartida por Rahner; cf. la homilía
mo de A. Stolz es el debate en tomo a la cuestión de la posibilidad o no de una «fi- final de estas jornadas, Freunde Gottes, en S/imtilche Wérke rv, 294.
losofia cristiana>>, como se puede ver al final de la conferencia de Stolz. Cf. K.. 16. Cf. K. Rahner, Problemas de cristología actual, en Escritos de teología 1,
Rahner, Religionsphilosophie und Theologie, en Siimtilche Werke Iv, 285-293; H. U. Madrid 1965 y en Curso fundamental sobre la fe.
270 El ejercicio de la teología

La gran renovación teológica producida por el concilio Vaticano


11, el acontecimiento eclesial más importante en el siglo XX, ha pro-
vocado un ocultamiento de todos los esfuerzos teológicos anteriores.
Sin embargo, los años treinta fueron un periodo de gran fecundidad
l
;¡¡
Amistad de Dios y don del Espíritu

comprende la revelación en oposición al racionalismo, el cual no reconoce nin-


271

guna verdad suprarracional y quiere disolver toda teología en filosofía, así co-
mo la comunicación de las verdades suprarracionales. Esto condujo a que se
hablara de una revelación ((naturah>, en la medida en que Dios se ha dado a co-
teológica, como lo demnestran las nuevas corrientes teológicas y filo- nocer al hombre en la naturaleza, y también de una teología natural (teodicea),
que se elabora desde dicho conocimiento natural. El teólogo dogmático, ci-
sóficas que nacen en esta época: la teología de la predicación (J. A.
ñéndose al lenguaje que usa el Nuevo Testamento, se refiere a ella como el ha-
Jüngmann, H. Rahner), la renovación de la filosofia cristiana desde el
cerse manifiesto del reino de Dios (((Qffenbarwerden des Reiches Gottes»).
espíritn de la filosofia de la vida y la fenomenología (R. Guardini, E. Un Reino que ha sido preparado en el Antiguo Testamento, en Cristo ha alcan-
Stein), la apertnra y la vuelta al mundo de los Padres (K. Adam, H. de zado su comienzo pleno y misterioso y con el juicio fmal llegará a su plena
Lubac, J. Daniélou, H. U. von Balthsar), amén de la reinterpretación ~ realidad. Este concepto sobrepasa al primero. Aquí se afirma también la co-
de la escolástica desde el diálogo con la filosofia moderna: perspecti- ti municación de verdades suprarracionales, pero no en primer lugar. Él coloca
!',.
va kantiana (P. Rousselot, J. Maréchal), Kant y Heidegger (K. Rahner, cerca los paralelos de una revelación y teología «natural», pero no las subraya

~
G. Siewert, J. B. Lozt), Hegel (A. Marc) y Hartmann (G. Sohngen). mucho, ya que para el acontecer de la revelación del reino de Dios no hay en la
}Í naturaleza propiamente ningún paralelo. Además se comprende que e1 conoci-
Pero nada mejor que acceder personalmente a este texto paradig-
"' miento de los teólogos, que hablan del Reino de Dios real, aunque está toda-
mático de Amselm Soltz constantemente aludido en estas líneas. Pre-
~ vía escondido, debe hacerse comprensible en los creyentes, así como también
sento para ello mi versión del mismo. debe ser aprehendido en todo e] proceso del acontecer de la revelación (cf. Mt
16, 17: ((No lo ha revelado ni Ja carne ni la sangre»). Una teología sin fe, que
sólo asume afirmaciones de fe de forma hipotética y desde ellas desarrolla un
¿QUÉ ES TEOLOGÍA?
sistema lógico, no es capaz de decir nada del verdadero hablar del Dios que se
Tiene pleno sentido preguntarse por la naturaleza de la teología porque la revela en la historia de la salvación. La teología es, por otra parte, una necesa-
respuesta no busca tanto el puro interés científico, sino iluminar la totalidad ria función en el cuerpo de Cristo, porque la Palabra de Dios (Logos), que la
de la existencia cristiana en su relación con la Palabra de Dios. Iglesia tiene en la sagrada Escritura y en Cristo, vive y actúa y no puede per-
manecer en nosotros en silencio (Ambrosio de Milán).
[l. La teología como discurso «de» Dios y «sobre» Dios]
[El concepto ((teología»]

1
Teología es, dicho de una manera general, hablar de Dios («Reden von
Gott»). Esto presupone que Dios ha hablado de sí mismo a los hombres. Con Resulta aleccionador investigar la razón por la que la tradición de la Igle-
todo, la Palabra de Dios llega a nosotros por medio de los libros inspirados de sia ha denominado este «hablar de Dios» («Reden von Gott») con el término
la sagrada Escritura y, de manera propia, en la encarnación del Hijo, la Pala- «teología>>. Esta palabra, cuyo origen no es bíblico, fue tomada en el siglo IJI
bra eterna y divina. La teología sólo es posible, en su pleno sentido, si hay sa- de la lengua sacra antigua. Originalmente ponía nombre a un canto entusias-
grada Escritura y si hay encarnación. Sin ambas [realidades] habría a lo sumo mado sobre Jos dioses y sus efectos agraciantes en la humanidad. Clemente de
un hablar sobre Dios («Reden über Gott»), pero no un hablar de Dios, es de- Alejandría y Orígenes asumen por primera vez esta palabra (los primeros apo-
cir, un hablar que tiene su punto de partida en Dios. Y en el fondo, un hablar logetas no hablan de «teología», sino de «filosofía verdadera>>). Con ella no se
sobre Dios a penas es capaz de decir nada de la realidad de la vida interna de refieren a un hablar de Dios que proviene del Espíritu santo y que a la vez es
Dios (por ejemplo de su paternidad). alabanza y oración a Dios. Se comprende desde aquí por qué los antiguos
monjes consideraban a la teología como un determinado grado de la vida mís-
[Teología y revelación] tica. La teología es el don de hablar a Dios de su propia vida mística bajo el
entusiasmo y la alabanza. Por ello, la tradición que versa sobre el «hablar de
Cuando hablamos de la revelación de Dios nos referimos a la palabra de Dios» se comprende no tanto como acción humana, sino como carisma del
Dios escrita y a la encarnación. ¿Qué es revelación? Tenemos que distinguir un Espíritu santo; no sólo como pura ciencia, sino como oración y alabanza. Pa-
doble concepto de revelación: uno apologético y otro dogmático. El primero ra expresar esta idea escogieron el nombre «teología».
272 El ejercicio de la teología Amistad de Dios y don del Espíritu 273

[2. La teología como carisma] mas. Él es (a diferencia del apóstol y del profeta, bajo los cuales está) quien or-
dena una determinada comunidad, hace comprensible la doctrina de la fe en su
[Teología frente a idolatría]
unidad y consuela a los creyentes hasta la venida del Señor. El maestro, al mis-
El carisma es un don efectivo del Espíritu santo, que capacita a los cris- mo tiempo y a diferencia del profeta, está esencialmente referido y depende
tianos para el desarrollo del ser cristiano en una determinada dirección. Los del estudio personal. Estas propiedades son las que con derecho los teólogos
carismas son un efecto del Espíritu Santo; dicho con otras palabras, abren la .·~ han asumido. En los teólogos pervive el maestro (didáskalos) del cristianismo
estrechez de la naturalez.a mediante el poder sobrenatural de Dios. En este sen- primitivo. Y como maestros que son se les da parte en el magisterio de la Igle-
tido, cada cristiano es un carismático, es decir, aquel que encamina su vida de
ii.
sia y se les hace participes de un don espiritual. El obispo de Roma. en quien
gracia hacia el pleno desarrollo. En la teología antigua sólo algunas acciones permanece el apostolado, es portador en primer lugar del carisma de ense-
gozaban de la consideración de carismas (consolación, obras de misericordia), ñanza. La plenitud de su carisma de enseñanza se muestra sobre todo en la
las cuales convivían junto a otros dones de la gracia, como la expulsión de de- universalidad de su tarea magisterial y en la infalibilidad de sus decisiones
monios y el hablar con sabiduría. Cada expresión de la vida cristiana es «ca- dogmáticas. El obispo posee este carisma para su diócesis, el párroco para su
rismática». La teología posterior ha limitado este concepto a los dones de la parroquia, el teólogo para su círculo, para el cual le ha sido dada la tarea. Jun-
gracia que, en una determinada forma, sirven a la totalidad de la comunidad to a esto hay que anotar que el carisma de enseñanza (prescindiendo de las de-
cristiana. como por ejemplo el don de lenguas, el discernimiento de espíritus, cisiones pontificias) es esencialmente dependiente de la colaboración de los
el don de hacer milagros, etc. Si la teología es deímida como carisma en el portadores en lo que respecta a su repercusión.
sentido de la antigua teología, es para señalar que el hablar de Dios proviene El ser carismático de los teólogos se funda en la gracia de la fe que fuer-
del Espíritu de Dios, el cual desciende sobre la estrechez de la pura naturaleza za su naturaleza para comprender la visión de Dios en profundidad y plenitud.
y donde el puro pensamiento natural no puede intervenir. Por otra parte, en Se profundiza la gracia de la fe hasta una «experiencia» de lo divino, donde el
cuanto hablar carismático de Dios, la teología es un signo del incipiente seño- creyente llega a ser místico. Él tiene la posibilidad y la tarea de expresar su
río de Dios. Sin embargo, en cuanto discurso que viene del Espíritu consola- profundo conocimiento y compartirlo con otros. La profundización de la gra-
dor, puede que no sea en primer lugar un discurso sistemático y doctrinal, si- cia de la fe es, en el fondo, el fundamento del quehacer teológico. Esta es la
no aquella palabra que de facilita el tiempo de la espera entre la primera y la razón por la que podemos hablar en cada cristiano singular de una llamada a
segunda venida y aporta consuelo a los creyentes. El discurso de Dios en este la mística y a la teología, aunque con la limitación de que cualquiera no posee
tiempo de espera es un signo para que la humanidad sea liberada del dominio la habilidad y el encargo de ejercer como maestro.
de los ídolos mudos (1 Cor 12, 2), que no sólo no dan gloria a Dios, sino que
roban a los hombres el verdadero conocimiento y la verdadera adoración. Por [La teología y el don de lenguas]
este motivo, la teología es también encuentro con los poderes enemigos, que La teología como discurso de Dios afirma una relación con la lengua y el
tratan de envolver en el engaño a los hombres. idioma. Ya en el discurso entusiástico del apóstol Pedro el día de Pentecostés
se encuentra esta relación. El hecho de que los apóstoles hablaran en lenguas
(Los teólogos, herederos de los maestros del Nuevo Testamento]
extranjeras, señala en primer lugar hacia la universalidad de la Iglesia, indi-
La naturaleza del carisma teológico es iluminada desde la conexión con el cando también que su enseñanza no está unida a ninguna nación ni lengua de-
carisma del didáskalos (maestro). En la Iglesia antigua el maestro era conside- terminada. La diversidad de lenguas -dispuesta por Dios como castigo a los
rado un estado propio después de los apóstoles y profetas(! Cor 12, 28; cf. Ef hombres según la narración del Génesis (torre de Babel) para desvanecer sus
4, 11 ). El apostolado tiene siempre el primer puesto, pues es el fundamento, la endiosadas aspiraciones de una unidad creada por sí misma- ya no tiene en la
raíz y la recapitulación de los demás oficios: «La plenitud del resto de los ca- Iglesia más consecuencias paralizadoras: cada lengua se convierte en un me-
rismas está encerrada en el apostolado como en la cabeza» (Juan Crisóstomo). dio para que todos los hombres sean conducidos juntamente a la unidad del
El profeta del Nuevo Testamento es iluminado por el Espíritu santo para ser cuerpo de Cristo. En el don de lenguas, ciertamente, sólo se expresa que en un
iluminación de los misterios de Dios y anuncio de la voluntad divina. Una rein- estado extático el hombre no habla más con la lengua de los hombres, sino
tegración del don de profecía construye el don de discernimiento de espíritus. con la de los ángeles, como un signo de que él es tomado de nuevo en la co-
Con él, el carismático puede decidir si un profeta habla por inspiración divina munión de los ángeles adoradores de Dios. Este discurso con la lengua de los
o por un espíritu maligno. El maestro (didáskalos) está ordenado a estos caris- f., ángeles se prolonga en la lengua paradójica de los místicos y en la expresivi-
f
r
274 El ejercicio de la teología Amistad de Dios y don del Espíritu 275

dad característica que poseen a la hora de comunicarse en su propio idioma. sis cristiana. En este sentido resulta muy significativo que las antiguas escuelas
Por esto, el idioma del teólogo, que como maestro debe hacer comprensible a teológicas se caractericen por la exégesis de la Escritura que llevan a cabo sus
los creyentes la buena noticia del Evangelio, tiene en primer lugar una rela· fundadores. Cristo es comprendido como el fundador de la «verdadera filoso-
ción con el hablar carismático de la lengua de los hombres. Su tarea consiste fia» y los libros de la sagrada Escritura como el fruto y sedimento de su ense-
en abrir al pueblo, en la propia lengua materna, al consuelo del Evangelio y ñanza. Al ser comprendida la teología como discurso de Dios («Reden von
dar así a la lengua misma su propia consumación por medio del contenido Gott>>), ella tiene que ser buscada en la Palabra escrita de Dios, pero esta rela-
predicado. El teólogo es bautizado como cincelador del idioma. ción se hace aún más fuerte por la comprensión de Cristo, el fundador de la
«verdadera filosofia>>. La exégesis de la Escritura de las escuelas teológicas si-
[3. La teología como ciencia] gue siendo decisiva en la Edad Media. Sólo al establecerse la posterior com-
;;r. prensión tomista del carácter científico de la teología, vino la disolución de la
[La verdadera filosofia]
enseñanza propiamente teológica de la Escritura (que había sido preparada por
También la teología puede ser contemplada como ciencia (Wissenschaft). las Sentencias de Pedro Lombardo). La doctrina del carácter científico de la
Esta comprensión no es excluida por la visión anterior. Los apologetas del teología todavía entre otras consecuencias importantes el deseo de una síntesis
cristianismo primitivo dieron el primer paso hacia esta comprensión cuando
(«ordo disciplinae» ), que naturalmente no podía venir de la ruptura. La com-
calificaron la doctrina de la fe -en oposición a la filosofia pagana- como la
prensión tomista del carácter científico de la teología tuvo el mérito de condu-
verdaderafilosofla. E11os pusieron en una relación cercana, por primera vez,
cir la exégesis diversificada de las diferentes escuelas teológicas, en su ya de-
la doctrina cristiana y el conocimiento filosófico, razón por la cual han podi-
generación alegórica, a los caminos de la objetividad, protegiendo así la teología
do ser denominados como reales fundadores de la ciencia teológica. Sin em-
del racionalismo de la dialéctica. La teología, como ciencia ordenada al cono-
bargo (y esto proviene de su posición polémica frente a la filosofía pagana), ~r
cimiento de Dios ( «scientia suba1temata»), no se conforma con una compren-
los apologetas no podían poner de relieve directamente el carácter científico
sión racional de las verdades de fe, sino que tiende siempre a la realidad misma.
de la teología, sin decir con anterioridad que la doctrina cristiana ofrecía la
La comprensión tomasiana del carácter científico de la teología tiene en sí
plenitud de aquello que la filosofla pagana había buscado a tientas. Los apo-
misma, sin embargo. el peligro de separar la teología de sus fuentes (espe-
logetas pusieron en relación su comprensión de la teología como filosofía con
la doctrina de la redención: Cristo ha venido al mundo para enseñarnos la ver-

-J"J cialmente de la sagrada Escritura). La escolástica tardía no supo evitar en to-

dadera filosofía. Con ello nos ha librado del dominio de los demonios que
' das las ocasiones este problema. Por ello se produjo una decadencia de la teo-
logía, contra la que se reaccionó en la época humanista con la incipiente
mantenían a la humanidad encerrada en el engaño.
teología positiva. La reforma introducida no está aún terminada. La siguiente
[Santo Tomás] tarea de la teología habrá de consistir en elaborar annónicamente este nuevo
material bíblico y patrístico en el sistema doctrinal escolástico.
En la época de santo Tomás las cosas cambian. Él habla conscientemente
de la teología subrayando su carácter científico. Para ello, se deja guiar fiel-
[Teología y filosofía]
mente por el pensamiento aristotélico: la teología, como cualquier otra cien-
cia, contiene unas verdades fundamentales (las afirmaciones de fe) desde las Al comprender 1a teología como ciencia, se pone en relación con otras
cuales pueden extraerse nuevos conocimientos aplicando un riguroso método ciencias, especialmente con la filosofia. ¿Se encuentra influida la teología por
científico. Sin embargo, la teología sigue siendo una ciencia con método pro- parte de esta región del conocimiento natural? Semejante pregunta es contes-
pio, el cual se funda en aquello que se encuentra en su base, o sea, en la fe. tada de diferentes formas por eruditos católicos en la disputa sobre la «filo-
Porque en la teología la aceptación de las verdades de fe no proviene, como en sofía cristiana.>>. En ella se aprecia que la pregunta decisiva es la siguiente:
el resto de las ciencias, de la capacidad del pensamiento humano ( Einsicht), ¿En qué sentido se puede poner una filosofiajunto a la teología? Esta com-
sino de lo que acontece en la fe sobrenatural actuada por la gracia. Por esta ra- pañía no debe, en todo caso, ser comprendida de forma absoluta (como total
zón, el carácter científico de la teología no puede ser tomado en un sentido iluminación de la realidad). En este sentido sólo hay una filosofia: la teología.
absoluto. Las propiedades de la teología se aclaran a través de lo que se en- El punto histórico filosófico no debe ser generalizado, es decir, ser transmi-
tiende por ciencia, pero, con ello, su esencia no es totalmente comprendida. tido a la teología de tal manera que en ella se olvide el problema propiamen-
Los apologetas del cristianismo primitivo, al comprender y realizar la teo- te teológico y se coloquen en un primer plano los problemas filosóficos in-
logía como verdadera filosofia, provocaron a su vez el desarrollo de la exége- vestigados desde las fuentes de la fe.
276

[Teología y magisterio]
El ejercicio de la teología

Hoy tiene un especial interés la relación entre la teología y el magisterio,


una relación usualmente mal interpretada, a saber, la relación entre la teología
l Amistad de Dios y don del Espíritu 277

to de la teología. Cristo es el centro de la teología, hasta el punto de que él es


quien crece en los teólogos si se profundiza en la inteligencia de la fe («inte-
llectus fidei>> ). La gracia de la fe es la participación en la eterna sabiduría de
Dios. Sólo si la dirección de los diferentes problemas teológicos es conducida al
y las decisiones de fe infalibles de un concilio general o de los papas_ Ya que
estas decisiones infalibles (como se puede deducir de las afirmaciones de los Cristo total, puede hacer comprender y satisfacer internamente a los creyentes.
padres del concilio Vaticano 1) no son necesariamente un fmal para cualquier
desarrollo dogmático, la teología no puede, en tanto ninguna herejía intran-
Breve comentario
quilice a la Iglesia, prever su tarea con el fin de introducir cualquier decisión
magisterial. La teología tampoco construirá sus tratados sobre los dogmas o He dividido el texto en tres partes y he introducido algunos epígra-
sobre las solas afrrmaciones defmidas como puntos cardinales de los tratados, fes para captar mejor el hilo de la argumentación. La primera parte ha-
porque no todos los puntos esenciales de la doctrina de la fe y de la teología
ce referencia a la comprensión de Ja teología desde su sentido etimoló-
son definidos.
gico, es decir, aquel discurso racional de y sobre Dios. La idea central
[La unidad de la teología] del autor es que el cristianismo acepta este término pagano invirtiendo
Un inconveniente de la teología actual es su falta de unidad. El conoci- su sentido. Antes que ser discurso del hombre sobre Dios, es palabra de
miento teológico se baila fragmentado en incontables disciplinas aisladas, que Dios al hombre. La teología cristiana presupone, en definitiva, la reve-
con frecuencia se integran de una fonna débil. Y sin embargo, la teología de- lación, la encarnación y la fe. Sin ellas no hay teología cristiana.
be ser una ciencia, como expresamente enseñó santo Tomás. La dispersión La segunda parte se centra en la teología como carisma, un don que
moderna en disciplinas teológicas, que juntas sólo poseen una unidad vacía, el Espíritu concede a todo creyente. Este carisma distingue entre la ido-
proviene de la separación de la teología de sus fuentes, tal como se produjo en
lama de los ídolos mudos, que roban al hombre el verdadero conoci-
la escolástica tardía Las disciplinas teológicas derivadas que se comprenden
desde el estudio de las fuentes (teologia bíblica, patrística, historia de los dog- miento, y el discurso sobre la palabra de Dios liberadora y consolado-
mas, es decir, las disciplinas de la <<teología positiva»), se encuentran en opo- ., ra en la espera de la definitiva victoria de Dios sobre los poderes de este
sición a la así llamada teología «especulativa>>, que se funda y es construida mundo. Todo cristiano está llamado a ser místico y teólogo, aunque no
desde el propio sistema teológico. Esta división de la teología no está funda- todos estén llamados, en sentido técnico, a ser maestros. Además, es-
da en la comprensión de santo Tomás, el cual todavía de forma expresa quiso pecíficamente, el carisma de la teología está vinculado al ministerio de
dominar el tratamiento de las fuentes de la teología, pero tampoco en la teo- los <<maestros» en el Nuevo Testamento. En palabras de Amselm Stolz,
logía de los primeros teólogos <<positivos». Estos quisieron aceptar conscien-
anticipando de alguna forma la tesis de Heinz Schürmann, «en los teó-
temente la tarea de la teología en su totalidad, tarea de la actual teología es-
peculativa. Ellos se diferenciaron de los teólogos escolásticos únicamente logos sobrevive el maestro del cristianismo primitivo». Ellos tienen una
desde el punto de vista del método, liberándose así de la forma silogística de función propia respecto a los apóstoles y profetas, pero su actividad es-
la teología de escuela. No puede darse un objeto distinto para la teología es- tá vinculada y sujeta a estos dos carismas que en las listas del Nuevo
peculativa y la teología positiva sin romper su unidad. En teología sólo es po- Testamento aparecen en primer lugar. La enseñanza con autoridad de
sible una división del trabajo desde el punto de vista material, en la medida en los maestros no se refiere a la autoridad apostólica, vinculada al sacra-
que las disciplinas teológicas particulares son tratadas, a la vez, de una forma
mento del orden, ni a la autoridad del profeta, vinculada a un don espe-
«positiva>> y «especulativa>>. Sólo de esta forma resulta posible una nueva vi-
vificación de la teología.
cial de testimonio en el mundo que anticipa y anuncia el reino de Dios
en medio de la vida de los hombres, sino a la autoridad de la sabiduría,
(Unidad en Cristo] que se ejercita pacientemente en el estudio cotidiano y termina mani-
Objetivamente la teología encuentra su unidad en Cristo. De él habla cada festándose en la pericia del experto. Este carisma se encuentra vincu-
afinnación de fe: del Cristo total, del Cristo místico, de la cabeza y de los lado al don de lenguas, donde el teólogo debe ser un filólogo capaz de
miembros. Este es el sentido de la antigua tesis, según la cual Cristo es el obje- transmitir en lengua vernácula la Palabra consoladora del Evangelio y
278 El ejercicio de la teología '1
'.
-,_

conducir a dicha lengua a su máxima expresividad y consumación en ÍNDICE DE AUTORES


favor de la naturaleza del objeto y contenido proclamado 17 •
En la tercera parte, el autor aborda la cuestión de la teología como
ciencia. La teología presupone la revelación y la fe. En cuanto carisma
del Espíritu en el creyente, actualiza y hace presente el ministerio de
los maestros en el Nuevo Testamento; mas como ciencia rigurosa, dia-
loga a fondo con la filosofia y se comprende a sí misma como «la fi-
losofia verdadera». Tomás de Aquino ha mostrado de manera paradig-
mática que la teología, dado su peculiar «objeto» y, por consiguiente, Benedicto XVI: 175, 235
Abelardo, P.: 221, 240, 241
su método propio, es también una ciencia rigurosa que debe ser com- Adam, K.: 190, 270 Benito de Nursia: 107
prendida en relación a otras ciencias, especialmente a la filosofla. Agrícola, J.: 249 Berger, K.: 126
Por último, Amselm Stolz presenta dos temas muy actuales: 1. La Agustín de Dinamarca: 133 Bernardo de Claraval: 85, 112, 241
Agustín de Hipona: 23, 27, 42, 47, Bezner, F.: 241
relación entre la teología y el magisterio, comprendiendo las definicio- 57, 80, 83, 89, 115, 145, 146, Biel, G.: 246, 247
nes dogmáticas como término de una discusión y comienzo de una ta- 152,223,235-237 Biemer, G.: 253
rea teológica insospechada (Rahner y Balthasar desarrollarán poste- Alberto Magno: 222, 242 Bordoni, M.: 61
Alejandro 111: 242 Boeglin J.-G.: 138
riormente esta idea 18). 2. La unidad de la teología frente a la dispersión
Alejandro de Hales: 222, 242 Boff, C.: 257
de los tratados teológicos, donde se ha producido una nefasta división Alletti, J. N.: 224 Bomkamm, G.: 51
entre una teología positiva, desentendida de la tarea de la teología como Ambrosio de Milán: 114 Bossuet, J. B.: 209
totalidad, y una teología especulativa, que separada de las fuentes se Amengua!, G.: 12, 52 Bouyer, L.: 162
Ana de Jesús: 85 Brague, R.: 148, 149
constituye desde su propio sistema. En este punto sigue nuestro autor la Andia, Y. de: 56, 234, 235 Bríto, E.: 251, 252
tesis clásica que ve a Cristo como centro de la teología. Esta tesis ha .si- Andrés, M.: 249 Buenaventura:91, 146,222,245
do defendida por los Padres en la interpretación de la Escritura, ha des- Anselmo de Canterbury: 27, 28, 42, Bultmann, R.: 13, 15, 131, 256
tacado como convicción clave de la teología escolástica (sobre todo en 48, 77,89,221,238-240,252
Anselmo de Laon: 241 Calati, B.: 269
san Buenaventura) y ha estado muy presente en la renovación teológica Antonio de Padua: 90 Carpenter, C.: 245
de aquellos años (cf. autores tan diversos como H. Rahner, J. A. Jüng- Ardusso, F.: 172 Case], O.: 56
mann, E. Mersch, K. Barth, R. Guardini, Teilhard de Chardin) 19 • Aristóteles: 25, 99, 146, 181, 193, Catalina de Siena: 250
194,243,249 Celestino 1: 154
Únicamente en Cristo puede encontrar la teología la razón de su Charles de Foucault: 218
Amold, C.: 253
unidad y el sentido de su significación pastoral para la vida cristiana. Artola, A. M.: 112 Childs, B.: 132
Cristo es el corazón de la teología desde el punto de vista de su obje- Clemente Alejandrino: 57, 81, 82,
to de conocimiento y desde el punto de vista del sujeto que conoce. Balthasar, H_ Urs von: 13, 15, 20, 225,232
26, 38, 42s, 48, 53s, 57, 62, 70, Cicerón: 249
78, 81, 83-85, 90, 113s, 116, 124s, Cipríano de Cartago: 225
182s, 192-194, 197, 201, 204s, Coccejus, J.: 41
212-218,232,236,257,268,270 Colombás, G. M.: 100
Barth, K.: 13, 14, 30, 33, 34, 41, 49, Congar, Y.: 13, 30, 59, 138, 139,
17. En esta tarea resuena la importancia que ha tenido Lutero en la creación 89, 93, 95, 96, 192, 195, 252, 143, 152, 154, 163, 166-169, 177,
de la lengua alemana moderna. 255,269,278 191,200,212,213
18. Cf. el capítulo 7: «El marco de la teología: el magisterio de la Iglesia)>. Bauer, W: 228 Corbin, M.: 90, 238
19. Cf. A. Cordovilla, Gramática de la encarnación. La creación en Cristo en Becker, J.: 223 CordovillaPérez,A.: 15,55, 73, !02,
la teología de Rahner y Balthasar, Madrid 2004, 68-76. Békés, G. J.: 267 201, 207, 278
280 Índice de autores ~ Índice de autores 281

Coreth, E.: 27, 269 Grillmeier, A.: 227, 237 Kelly, J. N. D.: 226 Moingt, J.: 82
Cullmann, O.: 257 Grossi, V.: 229 Kessler, H.: 68 Moltmann, J.: 13, 15, 70, 79, 92, 257
Guardini, R.: 12, 59, 83, 103, 270, Kierkegaard, S.: 9
Damiano, P.: 266 278 Kingsley, Ch.: 253 Narcisse, G.: 94
Daniélou, J.: 270 Guillermo de Saint Thierry: 241 Klinger, E.: 96 Newman, J H.: 218, 253, 254
Diedro, J.: 116 Gunton, C. E.: 38, 66, 72, 140, 143s Kügler,J.: 117-119 Nichtweiss, B.: 14, 269
Dionisia el Areopagita: 48, 109 Gutiérrez, G.: 13, 16, 92, 103, 257 Kuhn, J. E.: 254 Nicolás de Cusa: 188
Drey, J. S.: 143, 254 Niewiadomski, J.: 33
Dreyfus, F.: 126 Habermas, J.: 254s Labajos, A.: 38, 219 Niggli, U.: 240, 241
Dupuis, J.: 64, 180 Halbwachs, M.: 145 Ladaria,L.F.:53,61,201
Harnack, A. von: 190, 255 Lafont, G.: 220 Ockam, G. de: 246
Ebeling, G.: 22 Hartmann, N.: 270 Lang,A.: 161 Orbe, A.: 165, 166,226,230,231
Eckhart de Hocbbeim: 42, 250 Havel, V.: 140 Latourelle, R.: 43 Origenes: 8, 24, 57, 79, 80, 85, 114,
Edelby, N.: 117, 130 Hegel, G. W. F.: 270 Leclercq, J.: 241 167,221,225,232,233
Ellacuría, l.: 257 Heidegger, M.: 131, 270 Leonard, A.: 232 Ortega y Gasset, J.: 102, 255
Eunomio: 47 Heiler, F.: 189 Legido López, M.: 175
Hell, L.: 190 Lera, J. M.: 119 Pablo VI: 184, 204
Feiner, J.: 121 Hemmerle, K.: 38, 79, 237 León XIII: 124 Pannenberg, W.: 102, 257
Fierro, A.: 228 Hervié-Leger, D.: 140 León Magno: 237 Pasaglia, C.: 254
Figura, M.: 234 Hesíodo: 19, 23 Lindbeck, G.: 104 Pascal, B.: 26, 91
Fiores, S. di: 204 Hilario de Poitiers: 232 Lipari, A.: 269 Pasquale, G.: 257
Fisichella, R.: 43, 44, 59, 88 Homero: 19, 23 Lohrer, M.: 121 Pelland, G.: 80, 230
Fitzmyer, J. A.: 120 Hünermann, P.: 246 Lombardo, P.: 221, 241, 242, 274 Perrone, l.: 254
Florovsky, G.: 169 Hunt,A.: 70 Lossky, V.: 73 Peterson, E.: 13, 14, 269
Forte, B.: 46, 47 Lotz, J. B.: 270 Philips, G.: 162
Francisco de Asís: 90, 91 !de, P.: 53 Lubac, H. de: 43, 50, 92, 191, 209- Pickstock, C.: 104
Francisco de Vitoria: 249 Ireneo de Lyón: 35, 38, 58, 59,.71- 213, 216, 270 Pié-Ninot, S.: 43, 49, 173
73, 159, 167, 212, 225, 231, 232, Lutero, M.: 26, 42, 127, 160, 161, Pinillos, J. L.: 140
Gadamer, G.: 103 237 246-248, 251, 252 Pío XII: 123
Gaillardetz, R. R.: 172 Ignacio de Antioquía: 47 Luz, U.: 118 Platón: 25, 107
Galilea, S.: 253 Isabel de la Trinidad: 250 Plotino: 146
García-Baró, M.: 98 Isidoro de Sevilla: 166 Madec, G.: 80 Póntico, E.: 41, 73
Geerlings, W.: 77 Madrigal, S.: 30 Potterie,l.dela:99, 129
Gerrish, A.: 250 Jaeger, W.: 226 Manaranche, A.: 233, 234 Ponmeyer, H. J.: 146, 151, 154, 158,
Gesché, A.: 13, 16, 17, 248 Jerónimo de Estridón: 117 Maréchal, J.: 270 162
Gibellini, R.: 254, 255 Joaquín de Fiare: 71, 92 Marias, J.: 107 Próspero de Aquitania: 154
Gilbert, M.: 127 Jolivet, J.: 241 Marion, J. L.: 26 Prümm, K.: 51
Gilbert, P.: 12 Juan Damasceno: 166, 236 Martín Velasco, J.: 62, 148 Przywara, E.: 84
Gilson, E.: 241 Juan de la Cruz: 42, 57, 85, 250 Máximo el Confesor: 236
Gnilka, J.: 224 Juan XXIII: 86, 181 Menke, K. H.: 189, 204, 247 Rahner, H.: 53, 270, 278
Goethe, J. W. von: 51 JuanPabloll: 127, 177,207 Melanchton, Ph.: 94, 248 Rahner, K.: 13-15, 18, 42, 49, Sis,
González, A.: l 03 Jüngel, E.: 51, 70, 188, 189, 259 Melchor Cano: 94s, 161, 165, 248s 56, 60, 102, 108, 116, 138s, 145,
González de Cardedal, O.: 13, 17, Jüngmann, J. A.: 270 Mersch, E.: 278 173s, 176, 182s, 191, 207s, 237,
58,62,95s, 126s, 179,228,268 Metz, J. B.: 92, 257 244, 247, 256, 261, 262, 261-267
Gregario de Nisa: 47 Kant,!.: 33, 140, 270 Mews, C.: 241 Raisanen, B. H.: 118
Gregorio Magno: 132, 166 Karrer, M.: 122 Michon, C.: 94 Ranke, L. von: 12
Gregario Nacianceno: 24, 42, 47, 71 Kasper, W.: 36, 76, 99, 103, 139, Milbank, J.: 104 Ratzinger, J.: 23, 27, 57, 138, 146,
Greshake, G.: 37, 52, 66, 188 144, 148, 155, 164 Mohler, J. A.: 143, 254 152, 158, 171, 184,204,217,235
282 Índice de autores
~
Ribera-Mariné, R.: 112 Stoder,B.: 114, 115,235
Ritter, A.M.: 159 Stühlmacher, P.: 224
ÍNDICE GENERAL
Rivas Rebaque, F.: 145 Sudbrack, J.: 234
Rodríguez Panizo, P.: 51 Sullivan, F. A.: 172, 173
Romero Pose, E.: 159
Rousselot, P.: 83, 268, 270 Tauler, J.: 250
Rovira Belloso, J. M.: 47, 120, 138 Taylor, Ch.: 140
Ruh, U.: 258 Teilhard de Chardin, P.: 278
Ruiz de la Peña, J. L.: 181 Teodoro de Mopsuestia; 233
Ruster, T.: 59, 141 Teresa de Calcuta: 220
Ruysbroeck, J.: 250 Teresa de Jesús: 250
Teresa de Lisieux: 250
Saberschinsky, A.: 165 Tertuliano:26, 167,225,231 Prólogo ................................................................................................... 9
Salmaun, E.: 267, 268 Tillich, P.: 219, 256
Sánchez Caro, J. M.: 112, 129 Tomás de Aquino: 20, 21, 24, 42, l. ¿Qué es la teología?......................................................................... 11
Schaeffier, R.: 26, 133 47, 86, 91, 108, 109, 181, 194, l. El sentido de la pregunta .. ... ..... ..... .... ....... ..... ...... ......... ..... .......... 11
Scheler, M.: 98 221,222,242-245,250,266,274 a) Sobre el preguntar mismo ....... ............................................... 11
Schelling, F. W J.: 191 Tomás de Kempis: 115 b) Necesidad de responder personalmente ... .......... ................... 11
Schleiermacher, F. E. D.: 100, 131, Torrell, J. P.: 21, 31, 244, 245 c) Una sencilla mirada a la historia de esta cuestión en el s. XX . 13
189, 250-252 Tremblay, R.: 32, 97 2. Sentido etimológico de la palabra «teología» .............................. 17
Schlier, H.: 54 Trevijano Etcheverría, R.: 233s a) La paradoja: Dios en palabra humana ..................................... 17
Schnackenburg, R.: 153, 224 b) Unidos en dos direcciones....................................................... 18
Schiingen, G.: 270 Uribarri Bilbao, G.: 119, 128 3. Unidad y pluralidad en su origen y en su sentido ........................ 20
Schreitter, R. J.: 219 a) Dios, sujeto y objeto de la teología ......................................... 20
Schünnann, H.: 29, 277 Vagaggini, C.: 268 b) Concentración en el objeto y anchura en la mirada ................ 22
Scoto, D.: 246 Varthoozer, K.: 104, 105 c) Las tres formas fundamentales de teología ............................. 22
Seckler, M.: 22, 27, 87, 96, 161, Varthoye, A.: 77, 127, 129, 132, 135 4. ¿Qué es la teología? Definición y características esenciales ....... 28
162, 165 Varrón, T. M.: 23 a) Una definición .............................................. .......................... 28
Segundo, J. L.: 257 Vicente de Lerins: 159, 160, 165 b) La teología, características esenciales ........................ ............ 28
Sesboüé, B.: 95, 174, 177s, 187, 228 Vilanova, E.: 220 5. Las dimensiones de la teología..................................................... 36
Sevrin, J. M.: 17, 132 a) La altura de la teología: hacia una teología teológica ............. 36
Siewert, G.: 270 Ward, G.: 104 b) La hondura de la teología: hacia una teología histórica .......... 37
Smith, J. K. A.: 104 Welte, B.: 9 c) La anchura de la teología: hacia una teología dialógica.......... 38
Sobrino, J.: 257 Wicks, J.: 94 Conclusión......................................................................................... 38
Siiding, T.: 120 Wiedenhofer, S.: 104
Solignac,A.: 51, 146 Wiederkehr, D.: 143 2. El «objeto» de la teología: Dios en su revelación y en su misterio ...... 41
Staudenmaier, F. A.: 254 Wittgenstein, L.: 51 Introducción ........... ...... ................................................................... 41
Stein, E.: 270 1. Términos para hablar de Dios en su revelación y misterio .......... 43
Stolz, A.: 13, 14, 29, 26s, 267-277 Zarazaga, G.: 66 a) Perspectiva filológico-exegética .... ............ ............................ 44
b) Perspectiva teológico-sistemática............................................ 49
2. La revelación como problema hoy ............................................... 63
3. Dios como misterio trinitario ....................................................... 66
a) Punto de partida: testimonio bíblico y práctica litúrgica ......... 66
b) El anclaje antropológico.......................................................... 67
c) Historia de Israel y vida de Jesús de Nazaret .......................... 69
d) Trinidad y misterio pascual ..................................................... 70
e) Trinidad e historia ................................................................... 71
1) Trinidad y doxología .. ......................... .... .... ....... .............. ....... 73
284 Índice general 'f Índice general 285

3. El sujeto y el lugar de la teología: la Iglesia como comunidad de fe 75 2. Imágenes para hablar de la Tradición........................................... 142
Introducción ..................................................................................... . 75 a) Tradición como camino ........................................................... 142
1. Imágenes complementarias de la fe y la teología ........................ . 76 b) Tradición como organismo...................................................... 143
a) Roca ........................................................................................ . 77 c) Tradición como memoria ··---··---··--··--··-···-··--·---·--···--····--·---·-·-· 144
b) Camino ................................................................................ . 78 3. La Tradición como elemento constitutivo de la cultura humana ...... 146
c) Luz .......................................................................................... . 81 a) El hombre como ser de Tradición -·------.. --............................... 147
d) Amor ...................................................................................... . 84 b) Actitudes fundamentales ante la Tradición ............................. 14 7
e) Meta ........................................................................................ . 85 4. El principio de la Tradición en el cristianismo ............................. 149
2. La fe, principio interno del conocimiento teológico ................... . 87 a) La Tradición a la luz del acontecimiento de la revelación (Dei
a) La fe como aprehensión específica de la realidad ................. . 87 J!,rbum) y del misterio de la Iglesia (Lumengentium) .............. 149
b) Dinamismo en tres perspectivas ............................................. . 89 b) Acto, contenido y sujeto de la Tradición................................. 155
3. Teología e Iglesia .................................. ........... ................. . 92 c) Normas y criterios de discernimiento -·---··-··--··------···-·-··-·· .. ··-- 157
a) El sujeto de la teología ··-- ·····-···--·--···-···-···-- ......................... . 92 5. Testigos y actores privi1egiados de la Tradición --··---·---··---···-···-··- 163
b) El lugar de la teología .......................................................... . 94 a) La Tradición en acto. La liturgia ............................................. 163
c) La libertad de investigación ··-··-···-··---··-···---··-····-······--·····--····· 97 b) La Tradición en figura. Los padres de la Iglesia ..................... 165
Conclusión·············-·-··-······································································ 169
4. El método en teología: «auditus-intellectus-actio fidci>> .................. . 99
Introducción ··--·--··--···--··--···-···-···-···--··-·······-···-·································· 99 7. El marco de la teología: el magisterio de la Iglesia........................... 171
l. «Auditus fidei>> ........................................................................... .. 100 Introducción ...................................................................................... 171
2. «lntellectus fidei» ....................................................................... .. 101 l. Naturaleza del magisterio ...................... ........ ............................... 172
3. <<Actio fidei» .............................................................................. .. 103 a) Perspectiva cristológico-escatológica ...................................... 173
4. Integración de los tres momentos ................................................ . 106 !
b) Perspectiva pneumático-eclesiológica --··-··--··--·---·-·-···---··--··-··- 174
5. El lenguaje de la fe: la analogía .................................................. . 107
2. El ejercicio de1 magisterio ·--··--··---··--··---·--·-·-··-··--··--··---·----·-·-·---··- 175
5. El alma de la teología: la sagrada Escritura
Introducción ··-···--······--···-···---··-·······-···-··-···-·········-··-···--··-···-···-··-····-·
1. La naturaleza de la sagrada Escritura .......................................... .
111
111
113
; a) Dentro del triple ministerio y servicio, sin absolutízarlo ----·--·
b) Un servicio de toda la Iglesia, sin diluir su función específica .
3. La interpretación del magisterio ..................................................
a) La intención y la forma de expresarse .....................................
175
176
179
179
a) La Escritura como palabra de Dios ........................................ .
b) La Escritura como cuerpo de Cristo ....................................... .
c) La Escritura como voz del Espíritu en y para la Iglesia ......... .
113
113
115
l b) El momento histórico y el marco de la gran Tradición de la
lglesia ...................................................................................... 180
2. El alma de la teología: la sagrada Escritura ................................ . 117 c) Una hermenéutica cordial ·---·---··---·--···-··--··--·---··--··--··--.. ·--··-··- 183
Conclusión. Una imagen deficiente, pero imagen ............................ 185
a) El retorno a las fuentes (Escritura) y el distanciamiento de la
exégesis ··-···-··--···- ·······-···-···-···-··-···--··-···--···-·······-···-··---·-···--··· 117 f'
b) El lugar de la Escritura en la teología .................................... . 119 8. La forma católica de la teología ·---·---................................................ 187
3. La interpretación de la Escritura ................................................. . 126 Introducción -··---·--··--···-··--··---·--··--··----··-··---·------·-------·--··----··--·---··--··- 187
,f
a) Exégesis científica y teológica ............................................... . 126 L Determinación positiva de la fe católica ------··-··--··-···--···-···---·--··-- 189
b) Dei Verbum, 12 ....................................................................... . 128 .f' 2. Los tres principios fundamentales de la forma católica ·-···---··-·-·- 191
c) La interpretación de la Biblia en la Iglesia ............................. . 131 a) El principio teológico: la relación entre Dios y el hombre des-
134 't ! de la analogía .. ... .... .... .... .... .... ..... .... .... .... .... .... ... .... ..... ..... ... ..... 192
Conclusión···-··············································-····-···-·······-····-··-···-··--···-· ;¡,' b) El principio histórico: la relación entre Cristo y el Espíritu ..... 198
137
¡1 c) El principio mariano: la relación de Maria y la Iglesia en la
6. La memoria de la teología: la Tradición ....................................... .
Introducción ··-···-···-···-········--··-··-····-··············-···--···-···--··- ----·--·-·
1. La Tradición en diálogo --······-····-··-···-···-···-···--···-···--··-··--··-···-··
a) Escritura y Tradición: en diálogo con la Reforma .................. .
b) Cristo y el Espíritu: en diálogo con la Ortodoxia ................... .
c) Tradición o ruptura: en diálogo con la Modernidad ............... .
d) La Tradición, mediación para la inmediatez: en diálogo con la
postmodernidad
137
137
137
138
139

141
'
'I
'
obra de la redención --·--·-·-··--···--··---··-··--··-··---·--··--··---···-·······-··
d) La teología de la mediación ....................................................
3. Catolicidad: plenitud de origen y universalidad de destino .........
a) K.arl Rahner. La catolicidad desde el existencial sobrenatural y
la corporalidad de la gracia .....................................................
b) Henri de Lubac. La catolicidad desde la comprensión social
del cristianismo ·--··--··-··---·---··--···-···-···-··---·--··--·-·-···-··---··--··-···-
204
206
207

207

208
286 Índice general

e) Yves Congar. La catolicidad como don de Dios y realización


i
,.

humana .................................................................................... 212


d) Hans Urs von Balthasar. La catolicidad desde el fragmento
único y singular ....................................................................... 213
Conclusión ......................................................................................... 218

9. La biografla de la teología ................................................................ . 219


Introducción ..................................................................................... . 219
1. Las diferentes formas de la teología en la historia ...................... . 220
2. De la Escritura al Símbolo 223
a) Pablo de Tarso, el primer teólogo cristiano ........................... .. 223
b) La primera teología cristiana .................................................. . 225
e) El Símbolo como criterio de interpretación ........................... . 226
d) «Es necesario que existan 'herejías' entre vosotros» ............ .. 228
e) Las diferentes escuelas de teología 230
f) Agustín de Hipona: un cruce de caminos .............................. . 235
g) La síntesis tardía ................................................................... . 236
3. Del Símbolo a las sentencias ....................................................... . 237
a) Anselmo de Canterbury: la racionalidad de la incomprensibi-
lidad de Dios .......................................................................... . 238
b) De la «lectio» a la «questio» .................................................. . 240
c) Las sentencias: nueva forma de la síntesis teológica ............. . 241
4. De las sentencias a la suma ......................................................... . 242
a) La suma: el triunfo de la pedagogía ...................................... .. 242
b) Tomás de Aquino, el teólogo
c) La teología como ciencia y sabiduría .......................... .
5. De la suma a las confesiones ................... .
a) Lutero: 1a experiencia hace al teólogo
243
245
.245
246
1
b) El lugar (confesional) de la teología: Philipp Melanchton y
Melchor Cano ........................................... . 248
J
c) La fecundidad de la teología mística trinitaria ....................... .
d) La renovación de la teología en el siglo XIX ......................... .
6. De las confesiones a la(s) teología(s) en contexto ...................... .
249
250
254
l~
a) Los cuatro movimientos teológicos en el siglo XX
b) La vuelta hacia lo único necesario ........................................ .
Conclusión

10. La teología, amistad de Dios y don del Espíritu ............................. .


Introducción
254
259
260

261
261
;
1. Contexto de los textos ................................................................. . 262
2. K.arl Rahner: la teología como amistad ............. .
El teólogo: apóstol de Jesucristo y amigo de Dios ...................... .
263
263 11
Breve comentario ........................................................................ . 265
3. Anselm Stolz: la teología como don del Espíritu (carisma) ........ . 267
¿Qué es teología? .................. :..................................................... . 270
Breve comentario 277

Índice de autores ................................................................................ . 279

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