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L CHARLES ANDRÉ BERNARD

TEOLOGIA
ESPIRITUAL
Hacia la plenitud de la vida en el Espíritu

- -

------- COLECCION SINTESIS


ChMle5 André Bemard nació en Berckpla-
ge (Francia} en 1923. En1ró en la Compañía de
Jesús en 1943: se doctoró t·n filosofía en 1951;
.:,.~+~
llf; ,.
se ordenó sacerdote en i (J54; en 19S8 consi-
guió un .~cgundo doctorado con una tesis
sohre Lu théologie de /'espérance cbez saint
.: , ¡~ 7bmna., (Vrin. Parí~ 1% 1). Desde 1962 enseña
teología espiritual en la Universidad Gregoria-
na de Roma y desde 1987 preside el Instituto
de Espiritualidad anejo a la misma. Son nume~
rosas sus obras monográficas y sus ,trticulos.
citados frecuentemente en las not,,,'; hihliográfi-
cas de este tratado; rt·cordamos e.~pt•ciahnente
los ensayos Teo{ogtc, simbolica 0984) y Teolo-
gía ajfeuüia 0985), La spiritualita del Cuore di
Cristo <1989). pt1hlicados por las Ediciones
Paulinas de Italia. Adem;is de su actividad aca-
démica, el padre Bernard se dl:'dic;1 al ministe-
rio parroquial y sobre todo a la dirección e~pirítual y a la predicad6n de los
ejercidos ignacianos. El fruto de este último trnb.iJo apn:;tólico ha sido el l.ibro
Pour mieu..-,: donner les fü::ercices ignatiens. CIS, Roma 1979.
La presente Teología espiritual aporta como novedad erl su campo el
recurso cunstantt> a la Sagrada Escritura como fuente de todo pensamiento
crístiano y el amplio espacio <h~dicado a la íntegración de las nut~v;,s perspec~
tivas p.~icolúgícas y teológicas: algunos temas como la afectividad, la dualidad
homhre,rnujer, el simholisrno, la ínfluencia dd amhiente, las manífestaciones
del Espíritu Santo se exponen con sl;:'renidad y apt:11ura, ("on la finalidad de
clarificar los prohlemas de la dirección c.~piritual. Pero quizás las característi-
cas más llamativas son la insistencia en el aspecto dinámico y el método
adoptado: má~ que la descripdón de las estructuras dt' la vida crü,tiana. una
invit;ición al lector recorre un camino vital qt1e'le conducirá a desear ;~k,1ru.ar
la pknitud de la vida en el Espíritu.
ISBN 84-7020-352-5

JllJ1IL,
SINTESIS
6/3 CHARLES ANDRÉ BERNARD
Son muchos los creyenti:~ lJLil' desean conocer una SINTESIS obje-
tiva, completa e imparcial de las diversas ramas del saber y del
actuar religioso.
Con frecuencia se encuentran necesitados de una respuesta rápida
y breve a múltiples preguntas del hombre de hoy en materia de
fe, de dogma, de moral, de derecho, de espirirualidad, de histo-
ria ,, ui riqueza que en rcx:ios esos campos ha logrado la doctrina
religiosa cristiana no está al alcance del hombre medio de nuestro
tiempo si 110 se la damos en una SINIESIS breve, pero completa:
senci!la, pero sin esconder la profundidad de algunos temas; infor-
mativa de toda opinión que pueda considerarse seria.
•_Esto es lo que intenta ofrecer a sus Jeo:ores la colección SINTESIS.

TEOLOGIA
ESPIRITUAL
Hacia la plenitud de la vida en el Espiritu

2.ª Edición

.-

SOCIEDAD DE EDUCACIÓN ATENAS


Mayor, 81 • 28013 MADRID - 1997
PRÓLOGO

Al presentar esta nueva Teología espiritual, me gustaría indi-


car brevemente al lector los dos motivos principales que me han
movido a emprender este trabajo.
EJ primero guarda relación con Jos cambios /JUe en Jos últi-
mos decenios han afectado a la investigación teológica .. Mien-
tras que la teología escolástica clásica se esforzaba en definir
un cuadro teológico completo basado en el uso de nociones
precisas, aptas para poner de relieve las grandes estructuras de
la realidad cristiana (Dios uno y trino, la encarnación, la
Iglesia, los sacramentos, etc.), la investigación reciente ha
intentado atender con mayor fidelidad a la vida cristiana
considerada en su dinamismo, estudiando por ejemplo la his-
toricidad del Misterio de la salvación, la misma experiencia
cristiana, el compromiso moral en Ja sociedad, etc. Desde el
Traduce: Alfonso Ortiz García, del original italiano Tt?ologia Spirituale, punto de vista metodológico este esfuerzo ha llevado a recono-
Edizioni Paoline, 1989 cer la máxima importancia al estudio de la sagrada Escritura
~ como fuente de todo el pensamiento cristiano y a insistir en la
Con licencia eclesiástica ('--------- dinamicidad de toda la vida cristiana, así como en su carác-
ter comunitario-eclesial.
Es verdad que la teología espiritual, por su misma naturale-
za, siempre se ha mostrado más atenta a la realidad concreta de
la vida cristiana que a la especulación teológica. Pero hay que
reconocer que muchos teólogos espirituales, al intentar seguir el
ISBN: 84-7020-352-5 camino seguro de la teología dogmática, se han contentado con
Depósito legal:M-5.096-1997 sacar directamente de ella las aplicaciones prácticas que consti-
tuyen la substancia de su enseñanza espiritual; de esta manera,
Printed in Spaín. Impreso en España por: la espiritualidad no se apoyaba en sus principios propios, sino
M.G. Comunicación Gráfica que se bacía dependiente por completo de los planteamientos
Aldea del Fresno, 27 - 28045 Madrid dogmáticos.
7
Al contrario, en el presente tratado he intentado poner de 193 7 y todavía incompleto) y el Nuevo Diccionario de Espiritua-
relieve los conceptos propios de la teología espiritual· la noción de lidad (= NDE) (Ediciones Paulinas, 1983 ).
vida espiritual, la de experiencia, o bien el concepto de progreso Quizás resulte extraño al lector el hecho de que con frecuen-
hacia la plenit,ud. Y cuando me he inspirado en las aportaciones cia cite mis publicacio_nes en materia espiritual. Este preferencia
de la teoioRí4 dogmática -algo que remltaba inevitable, dado encuentra una doble justificación: por una parte (lo he insinua-
que la ddá b:_,:tstiana procede de un fundamento sobrenatural do hace poco) muchos de estos temas han sido objeto de un estu-
que se conoce por medio de la fe y que es iluminado por la refle- dio previo personal; por otra, he querido presentar los resultados
xión teológica-, he procurado siempre considerarlos en su carác- de mi actividad dialéctica y los argumentos más profundos que
ter dinámico y en su impacto existencial. Vista en esta perspecti- sirven de apoyo a mis posiciones.
va, la teología espiritual, aun sin adquirir una independencia Antes de entrar en materia, permítaseme presentar las líneas
total, manifiesta una autonomía que puede darle la categoría de directrices de toda la problemática de esta obra.
una auténtica disciplina teológica en el ámbito de la doctrina El eje de toda la exposición es el concepto de experiencia espi-
cristiana. ritual. Con esta expresión entendemos la toma de conciencia de
El segundo motivo por el que he emprendido la composición la realidad vital inserta en nuestro espíritu (para los cristianos se
de este libro es de orden práctico. No pocos años de enseñanza trata de una realidad sobrenatural que se deriva de la participa-
en la Universidad Gregoriana me han convencido de que podía ción en la vida divina) y sostenida por un dinamismo intrínseco
resultar útil una nueva presentación de la teología espiritual a que la lleva hasta una actuación cada vez más plena mediante
todos aquellos que se interesan no sólo por entender la realidad nuestra cooperación libre. ¿Cómo se manifiesta esta experiencia
cristiana, sino también por vivirla mejor. En los tratados anterio- cristiana? Hay que evitar destacar sólo algunas formas; una ver-·
res se reservaba muy poco espacio a ciertos temas que hoy se con- dadera teología espiritual tiene que dar cuenta de la capacidad
sideran muy importantes, como la influencia del ambiente en la extraordinaria que tiene esta experiencia de renovarse constan-
vida espiritual, la afectividad, la dualidad hombre-mujer, el sim- temente y de presentar en cada persona una variedad infinita.
bolismo, la manifestación del Espíritu. En todos estos puntos reco- Por mi parte, he intentado atender a la totalidad de la experien-
jo y pongo al día en este libro algunos de los estudios que he cia espiritual (en la medida de mis conocimientos), sin excluir la
publicado en otros lugares que se desarrolla Juera del ámbito cristiano. -
Los que se dedican al estudio de la espiritualidad se darán En este ámbito, la experiencia espiritual puede, con todo
muy pronto cuenta de la utilidad de una exposición sintética. derecho y sin caer en una tautología, calificarse como experien-
Pero también los que se interesan por la ayuda concreta que cia en el Espíritu Santo. De esta manera el acento se pone en el
puede brindarles un estudio más sensible a las exigencias de la aspecto personal de la vida espiritual cristiana: su protagonista
psicología moderna encontrarán en este libro muchas observa- es el Espíritu del Padre y del Hijo, que nos conduce al conoci-
ciones capaces de iluminar los problemas de la dirección espiri- miento de Cristo, infundiendo en 7tosotros la caridad. Nosotros,
tual. Creemos, por ejemplo, que no existe ningún otro manual por nuestra parte, respondemos a la acción constante del Espíri-
que presente un comentario a las reglas ignacianas 4el discerni- tu, cooperando con el compromiso de toda nuestra personali-
miento de espíritus. dad. Por tanto, el lector no se maravillará de que a lo largo de
El largo trato con los problemas y con los estudios de espiri- toda esta exposición hagamos referencia al Espíritu Santo: lo
tualidad me han hecho además consciente de una gran dificul- encontramos al comienzo, cuando imprime su sello a la vida
tad vinculada a la teología espiritual, dificultad que guarda espiritual cristiana; volvemos a encontrarlo en el estudio del
relación con la tarea de indicar la bibliografta sobre las diver- misterio trinitario, fuente de toda vida; lo encontramos de
sas cuestiones tratadas; ¡ciertamente abundan las publicaciones nuevo en la presentación de la caridad; finalmente, en el último
espirituales! Por fortuna existen diccionarios que contienen váli- capítulo volvemos a tocar su función determinante en el peifec-
das indicaciones bibliográficas; los dos principales, a los que ha cionamiento del desarrollo espiritual Si tuviera que indicar en
de recurrir todo el que intente estudiar más ampliamente un pocas palabras el tema central de este estudio, yo diría con san
tema específico son el Dictionnaire de Spiritualité Ascétique et Pablo: •Si vivimos gracias al Espíritu, procedamos también
Mystique ( = DSAM) (publicado por Beauchesne, París, desde según el Espíritu» (Gal 5, 25).
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Fíe! a mi propósíto de considerar toda la experiencia cristia- PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN
na, no he escogido una espiritualidad particular. Esto no impide,
como potira obsen.iar fácilmente el lector, que algunos autores me
resulten más fa,rziliare!f: por ejemplo san Ignacio de Loyola y san
Juan de la Cruz, Estaiopción no es ciertamente casual. Nos per-
mite en particular1fátar la espin'tua/idad cristiana prescindien-
do de la oposición que muchos vislumbran entre la vida apostóli-
ca y la vida contemplativa; una teología espiritual que no fuese
capaz de poner de relieve las riquezas y las exigencias de la una
y de la otra fallaría ciertamente en su finalidad de presentar una
«inteligencia de la vida espiritual•, tal como se vive en la Iglesia; y
tampoco respondería a las esperanzas del pueblo cristiano de
hoy, en el que se hace sentir un despertar de la espíritualidad
tanto apostólica como contemplativa.
Señalemos además que la vida espiritual se desarrolla nece-
sariamente en el tiempo, en virtud de un dinamismo que la con- I.a primera edición de Teología espiritual se agotó en el breve
duce a través de diversas etapas a su término. Mi discurso ha espacio de cuatro meses (noviembre 1982 -febrero 1983). Es algo
querido adherirse a este carácter progresívo del camino hacia la que naturalmente me llena de alegría. Como por un lado siguen
plenítud; de este planteamíento se deriva precisamente su carac- apremiando las peticiones del público y por otro tardan en llegar
terístíca quizás más origínal: todas las nociones, lejos de ser tra- las recensiones de la obra -¡es comprensible!-, esta segunda edi-
tadas tan sólo una vez, vuelven a aparecer en contextos diversos ción que envío a la imprenta no contiene ninguna modificación
según el desarrollo espiritual; por consiguíente, su contenído se respecto a la primera: la reproduce con fidelidad.
va enriqueciendo cada vez más y maní.fiesta aspectos nuevos
que, sín embargo, permanecen en contínuídad con las acepcío- Roma, Universidad Gregoriana
nes ya estudíadas, por ejemplo, los conceptos de místíca, de vída 2 febrero 1983
teologal, de partícípacíón en Cristo, de conocímíento espíritual CH. A. BERNARD
etc. El lector deberá tener en cuenta esta complementariedad de
los díversos capítulos; de todas formas, el índíce analítíco indica-
rá los lugares princípales en donde podrán encontrarse los diver-
sos conceptos.
Finalmente, me gustaría dar vivamente las gracias, por su
colaboración precíosa, asidua y lumínosa, a Maria Giovanna
Muzj, cuya competencia teológica y espiritual ha permitido ofre-
cer este libro al lector italíano.

Roma, Universidad Gregoriana


18 julio 1982
CHARLES ANDRÉ BERNARD S.].

10 11
PRÓLOGO A LA TERCERA EDICIÓN

Cuatro años después de la edición italiana salió también la


edición francesa de este libro (I'raité de théologie spirituelle, Ceif,
l'arís 1986). La preparación del texto francés ha estimulado ulte-
riormente la reflexión del autor, sugiriéndole las no pocas nove-
dades que se introducen ahora en la tercera edición italiana.
Se ha añadido sobre todo un capítulo entero (nuevo respecto
a la misma edición francesa), que lleva por título: La dualidad
hombre-mujer, para completar el capítulo séptimo sobre la vida
<~(ectiva. Así adquiere su justo relieve un tema tan importante
como delicado.
Se han hecho además muchas correcciones y mejoras estilísti-
cas en numerosísimas páginas del texto, que por esb mismo resul-
ta ahora más preciso y legible.
Las citas de mayor importancia se han aislado gráficamente
)1 se han impreso con caracteres más pequeños: esto las pone de
relieve y ofrece al lector la posibilidad de gustar mejor los textos
de la Sagrada Escritura o los pasajes más bellos de la literatura
e.\piritual.
Varias notas bibliográficas se han visto enriquecidas con
nuevos títulos; se han añadido otras totalmente nuevas.
Finalmente parece superfluo recordar que los índices se han
nformado por completo.
Espero que el lector agradezca estos cambios y añadidos, que
hacen de esta tercera edición un libro nuevo en cierto sentido.

Roma, Universidad Gregoriana


2 febrero 1988
CH.A.BERNARD
13
LISTA DE ABREVIATURAS

..-

LIBROS DE LA SAGRADA ESCRITURA

Hemos utilizado las siglas usadas en La Biblia, de La Casa


de la Biblia, cuya traducción adoptamos generalmente.

DOCUMENTOS DEL CONCILIO VATICANO 11

AG = Ad gentes, Decreto sobre la actividad misionera de la Igle-


sia.
DV = Dei Verbum, Constitución dogmática sobre la divina reve-
lación.
GS = Gaudium et spes, Constitución pastoral sobre la Iglesia en
el mundo contemporáneo.
LG = Lumen gentium, Constitución dogmática sobre la Iglesia.
OT = Optatam totius, Decreto sobre la formación sacerdotal.
PC = Perfectae caritatis, Decreto sobre la renovación de la vida
religiosa.
SC = Sacrosanctum Conci/ium, Constitución sobre la sagrada
Liturgia.
.
DICCIONARIOS, OBRAS COLECTIVAS, REVISTAS

DS = Denzinger-Schonmetzer, Encbiridion symbolorum, 341967


DSAM = Dictionnaire de Spiritualité Ascétique et Mystique,
Beauchesne, Paris 1937ss.
Gr= Gregorianum, Roma 1920 ss.
NDE = Nuevo diccionario de espiritualidad, Ediciones Paulinas,
Madrid 1983.
NRT = Nouvelle Revue Tbéologique, Louvain 1879ss.
PG = Patrología graeca, ed. J.-P. Migne, Paris 1857-1866.
PL = Patrología latina, ed. J.-P. Migne, Paris 1844-1864.
RAM= Revue dAscétique et Mystique, Toulouse 1920ss.
S. Ch = Sources chrétiennes, Paris 1941ss.
S. Th. = Summa Tbeologiae, de santo Tomás (trad. española:
BAC, Madrid 1947-1960).
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INTRODUCCIÓN

Intentamos, en este tratado, trazar un cuadro general de la


teología espiritual; para ello, ya en la introducción metodológica
(cap. II: Espiritualidad y teología) procuraremos determinar su
colocación exacta en el ámbito de la teología dogmática y de la
teología moral. El problema se ha hecho hoy más difícil por el
hecho de que estas dos disciplinas están sufriendo profundos
cambios. En líneas generales, los teólogos actuales tienen más
en cuenta la realidad cristiana en su concreción y por eso ape-
lan, mucho más que en el pasado, a la experiencia cristiana
social e individual. De aquí se sigue que la teología dogmática
se acerca más, tanto a la teología espiritual, que considera el
desarrollo personal de la vida cristiana, como a la teología pas-
toral, que trata de las condiciones sociológicas y de la comuni-
cación del mensaje cristiano.
Además de esto, hay que recordar que la metodología teoló-
~ica hace ya tiempo que ha abandonado la forma escolástica
usual hasta mediados del siglo XX; ahora mantiene un contacto
más estrecho con la sagrada Escritura, de la que deriva sus pro-
pios temas, y atribuye más importancia a la tradición patrística.
También en esta perspectiva los límites entre la teología dogmá-
lica y la teología espiritual resultan menos definidos.
En esta situación de hecho ni siquiera podemos definir a
/>riori qué es la teología espiritual, por lo que tenemos que
t'mpezar nuestra tarea tomando en examen el método de la teo-
logía espiritual juntamente con su contenido.
Respecto a la colocación de la teología espiritual en el con-
junto de la ,sacra doctrina•, hay dos posibilidades que corres-
ponden a las dos tendencias principales de los actuales estudios
se >hre nuestra materia.

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a. Para algunos la teología espiritual es teología en sentido <le oración están presentes en todas las espiritualidades o aun-
estricto, es decir, aplicación de las conclusiones de la dogmática que la experiencia mística reviste formas muy semejantes en
a las situaciones de la vida concreta: ¿cómo tiene el cristiano todas las espiritualidades, parece bastante arbitrario empeñarse
que hacer suya la vida que ha recibido en el bautis_mo? ¿có~o en hacer derivar todas estas formas, que asume la vida espiri-
tiene que responder el sacerdote o el laico a su propia vocac1on tual, de la comunicación de la gracia cristia!1ª·
en el estado de vida que es el suyo? Generalmente los teólogos
católicos admiten la subordinación de la espiritualidad a la dog- c. En conformidad con toda la tradición católica, afirmamos
mática; pero se dividen en lo que atañe a la elección de la teo- que la espiritualidad no puede prescindir ni de la revelación ni
logía de base sobre la que han de fundarse las deducciones de la comunicación de la vida divina, tal como ocurre en la vida
espirituales. cristiana. Lejos de considerarla como una realización particular de
la vida cristiana común a toda la humanidad, pensamos que la
A. DAGNINO, La vita cristiana, Ed. Paoline, Roma 1969: ,La vida espiritual encuentra en el cristianismo su expresión más per-
teología espiritual es una aplicación de la dogmática" (p. 41). fecta. Por consiguiente, la teología espiritual no puede ser una
Después de una presentación de la doctrina tomista clásica, el simple antropología basada en el acontecimiento histórico de
autor hace varias aplicaciones a la vida espiritual. Cristo: deriva sus principios fundamentales de la fe en el Verbo
A. BENIGAR, Compendium Theologiae Spiritualis, Secretaria encarnado, en el que se lleva a cabo la obra de la salvación. Así
Missionum O. F. M., Roma 1959: sigue la teología de san Bue- pues, aun sin convertirse en una mera aplicación de la teología
naventura. dogmática a las situaciones personales, la teología espiritual
K. FECKES, Die Lehre vom christlichen Vollkommensheitss- depende de la doctrina común que define los aspectos principa-
treben, Herder, Freiburg i. Br. 1969: construye su teología les de la vida divina que se nos ha comunicado en Cristo.
espiritual sobre el esquema del bautismo. Por otra parte, la teología espiritual tiene que considerar el
B. CALATI (y colaboradores), Spiritualita, fisionomía e desarrollo concreto de la vida cristiana. Esto significa que, para
compiti, LAS, Roma 1981. nosotros, la consideración de la experiencia cristiana -es decir,
la realización personal de la vida de fe- constituye otro princi-
Dentro de esta perspectiva, de la que podríamos citar otros pio para la elaboración de la teología espiritual, -principio que
muchos ejemplos, resulta difícil definir la originalidad de la teo- no puede reducirse a una simple deducción a partir de las con-
logía espiritual. En particular, no es posible dentro de ella dar sideraciones de la teología dogmática. Lo mismo que la sagrada
cuenta de la multiplicidad de las espiritualidades que han ido Escritura o la liturgia o la tradición constituyen lugares teológi-
floreciendo en la tradición eclesial, ni de la continua evolución cos diversos, así también la experiencia cristiana tiene que con-
de la vida espiritual. Nosotros, por nuestra parte, atribuiremos la siderarse como un lugar teológico que contiene elementos espe-
mayor importancia a la riquísima variedad y a la capacidad de cíficos para una inteligencia más profunda de la vida cristiana.
renovación que hay en la vida cristiana. Empezaremos esta primera parte con una descripción de la
vi<la espiritual cristiana a través de la experiencia de toda la Igle-
b. Otra corriente, más sensible a la experiencia de la vida sia, a fin de destacar mejor el concepto de espiritualidad; podre-
espiritual no sólo en el catolicismo, sino también en las otras reli- mos entoQces determinar en qué medida es original la vida espi-
giones, concibe la espiritualidad como antropología, esto es, ril ual cristiana respecto a la vida religiosa de la humanidad en
como ciencia del hombre religioso. Se insiste entonces en los general (cap. I). Esto nos permitirá reconocer con mayor clari-
aspectos psicológicos de la vida religiosa y el problema funda- dad la relación que existe entre la vida espiritual (y por consi-
mental de la teología espiritual se convierte en el estudio de las guiente la teología espiritual) y la teología dogmática (cap. II).
relaciones que existen entre la vida psicológica y la vida religiosa. Trataremos luego del estatuto científico de la teología espiritual,
Hemos de reconocer en seguida que es prácticamente impo- dL' la que daremos nuestra propia definición (cap. III). En este
sible, en el estudio de la espiritualidad cristiana, prescindir de 111umento volveremos sobre el tema de la vida espiritual que se
las espiritualidades no cristianas en las que se encuentran las había esbozado en el primer capítulo, para poner más de relieve
mismas estructuras psicológicas. Pero aunque las diversas formas .~us elementos principales, tal como surgen en la reflexión teo-
20 21
lógica: su fuente, que es la vida trinitaria (cap. IV) y esta misma CAPÍTULO I
vida en cuanto que es poseída por nosotros a través de la gracia
y se convierte en principio de nuestra actividad sobrenatural
LA VIDA ESPIRITUAL
mediante las virtudes teologales (cap. V).

Ya en este punto se puede intuir que, para nosotros, el obje-


to material de la teología espiritual es la vida cristiana, en cuanto
que se convierte en proyecto personal.
¿Pero cómo definir la vida cristiana? Podríamos ciertamente
partir del tratado sobre la gracia, en donde se establece la natu-
raleza de la vida cristiana recurriendo a la noción de participa-
ción en la vida divina. Pero preferimos partir, como haremos
siempre a lo largo de nuestro estudio, de la experiencia vivida.
Y esto, por lo que se refiere a la noción de vida cristiana, signifi-
ca referirse a la enseñanza contenida en la tradición histórica.
Así, después de haber presentado la noción de vi?a espiritual tal
como aparece en la sagrada Escritura, proseguiremos nuestra
investigación sobre la misma a través de la tradición eclesial.

I - PANORÁMICA IDSTÓRICA

1. En la Escritura.

Son dos los términos principales que se utilizan para hablar


de la vida: zoe, que significa el principio interno de movimiento
y de acción que existe en todo ser viviente, y bíos, que expresa
la fluencia de la vida temporal.
El concepto que más nos interesa es el de zoe, principio diná-
mico caracteristico del ser viviente como tal. Según las perspecti-
vas de la sagrada Escritura, toda vida posee una relación con Dios,
que es su fuente, y pertenece por tanto a la esfera de lo sagrado
22
23
(Dt 30, 15-20: 28, 1-14; Prov 3, 1-10). ¡Esto es más válido todavía
cuando se trata del hombre hecho a imagen y semejanza de Dios! Mupom: necesariamente el movimiento y el progreso hacia una
Dios mismo vigila por la vida del hombre. reservando para sí la dl·na plenitud (cuyo signo es la paz): este dinamismo que ~-e
venganza sobre el que mata a su propio hennano (Gn 4, 3-16). deriva del don de la gr;icia santificame está continuamente alen-
Este concepto de \·ida se va ampliando a medida que el t.1Jo y sostenido por lo.:-; estímulos particulares de la acción de
hombre vive en unión con Dios, de forma que en los libros Dio~ q~e. nos _impulsa ha~ia la santificación. Por otra parte, la
sapienciales de la Biblia aparece la noción de inmortalidad: el vida cnsllana llende a mamfe:.1arse en las obras y en el estilo de
que ha vivido unido a Dios por medio de la fe y del amor no se vida: •Renunciad a vuestra conducta anterior y al hombre viejo,
verá nunca separado de el y podrá participar de su misma vida: (Ef 4, 22); •Sed santos en todo vuestro proceder como es santo
,Las ahn.as de los ius!Os están en las manos de Dios... Su espe- ~l que os ha llamado, pues está escrito: Sed santos, porque yo
ranza estaba llena de inmortalidad· (Sah 3. 1-4). soy santo• (1 Pe 1, 15s.).
Esta concepción de una vida eterna llega a su perfección en ~a manifestación _exterior se deriva de la vida interior y ésta
el Nuevo Testamento: el cristiano está llamado a una vida eterna lmphca la trasformación del modo de sentir, de juzgar, de pen-
en el reino de los cielos, donde participará de la ,plenitud de la sar, de acuerdo con el sentido de Cristo conocido por la Igle-
vida del Cristo glorioso. ¡ sia. Para la formación de la vida interior sirve mucho el estudio
Pero desde el punto de vista de la vida esgfrítual es funda- Y la meditación de la sagrada Escritura, así como la vida sacra-
mental comprender que esta vida eterna yai, a comunicado al mental. En otras palabras, la vida. interior va unida a la vida de
creyente. Según la perspectiva típica de san.' an, la vida eterna piedad.
está poseída ya ahora por el que cree en / isto. Más aún, esta Para una presentación científica del concepto de vida
vida es a la que Jesús se refiere cuando dfe: -Yo soy el pan de en la sagrada Escritura véase la voz zao en Kittel, 1beologis-
vida• (Jn 6, 35), «yo te daría agua viva• Un 4, 10); hay en noso- ches W6rterbuch zum Neuen Testament; en particular se
tros -un manantial del que surge la vida eterna• (Jn 4. 1/4). Cuan- puede c.~tudiar el concepto ele vida en el Nuevo Testamento
do habla'!1?s d~ _vida espiritual que~eo/os_r_recisamente significar rn, 862ss) (en csla ra se cita la trad. italiana, Grande Les-
esta part1C1pac1on actual en la vida divina y sus exigencias stco del Nuovo Testa nto, Brescia; aqui, voz za6, 111, 1365-
desde el punto de vista ético. Pero .cuando se considera la vida 1473) Una exposición ucho más sencilla es la que puede
espiritual bajo su aspecto de filiación, aparece una nueva serie verse en R. Cavedo, Vi en P. Rossano, G. Ravasi. -A. Gir-
d~ facetas distintas: ¿en qué confo.,te la vida de hijos de Dios? landa, Nuevo dtccionario .de teologia bíblica, Ediciones Pau-
¿como se presenta a la conciencia la relación interpersonal entre lina s. Madrid 1990, 1921-1944, o bien en X. Lébn-Dufour,
nosotros y Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo? ¿cómo vivimos la Vocabulario de teología bíblica, Herder, Barcelona 1967,
1
realidad que se indica en la expresión de Juan: •Ahora somos ya 832-836. .

hijos de Dios- (1 Jn 3, 2)? En la teología clásica y e~os manuales de teología espiri-


Además, ésta es una vida erística: con esta expresión quere- tual que se derivan de ella, ra.\is veces se estudia en sí mismo
mos significar algo más .que una simple relación histórica con d_ concepto de vida; se encueiiri;a en la voz Vida de gracia o
Cristo: el hecho de que esta vida se refiere inmediatamente al bien en la de Vida teologal. ' 1 ,
misterio del Verbo encarnado, esto es, que reside en Cristo,
antes de llegar a nosotros a través de los sacramentos y de la
palabra de Dios. En eft."Cto. en Cristo está la vida (fn I, 4): es él 2, En la tradición cristiana
el que dispone de ella .~egún su beneplácito (Jn .5, 26) y es él el
que la comunica Un 10, 10). Después de la resurrección esta Para describir mejor los diversos aspectos de.la vida espiri-
comunicación se hace más abundante, ya que Jesús se ha con- tual, veamos cómo se han ido manifestando a través de las
vertido en ,espíritu que da vida• (] Cor 15, 45) y en -el autor de diversas preocupaciones que han id¿, afe~tando a la ~sia a lo
la vida• (Hch 3. 15). largo de la historia. .. ' •
Esta vida es algo dinámico, posee una energía propia, que '\

se manifiesta en dos direcciones. Por una parte. la vida espiritual a. En los primeros siglos: la vida espititmd y el don del Espí-
ritu Santo. -·
· 24
..
;.·.- 25
Un texto decisivo para la historia de la e.-.piritualidad es sin
duda aquel en que san Pablo habla del -espíritu, alma y cuerpo- itentido espiritual de la Escritura, convirtiéndose de este modo
en hombres del Espíritu:
del cristiano (1 Tes 5, 23). Los gnósticos de los siglos n y m lo
interpretaron en el sentido de que el espíritu, o el Espíritu, es un
,Purificarse de la suciedad contraída en los vicios, vol.ver a
elemento del ser humano: los hombres son o espirituales, o psí-
la belle1.a de la propia naturaleza, restituir por asi decirlo a la
quicos o materiales (hílicos), evidenciándose así el problema de
imagen del rey su forma primitiva por medio de la pureza:
Ja relación del hombre con el espíritu según el elemento que
solameme entonces es cuando podremos acercamos al Parácli-
predomina en cada P_erso~; de aquí_se d~r~a para cada uno la to- (BASIUO DE CESAREA., De Spirilll Sa11cto: se 17 /1947/, 147)..
salvación o bien la ahenac16n de la vida d1vma. En esta perspec-
tiva el espíritu no estaba realmente integrado con el alma, y la
b. Los padres del desierto: el hombre espiritual.
vi~ espiritual exigía un distanciamiento, o mejor dicho una
separación de toda vida psíquica o natural; era la manifestación
¿Quién es capaz de conservar para sí, bien encerrado, el
de una realidad sobrenatural, que venia a sobreponerse a una
tesoro de la vida espiritual? El que ha recibido el don del rnno-
existencia humana, la cual permanecía totalmente extraña a
cimiento de Dios, haciéndo:,;e capaz de sondear los secretos de
dicha realidad. los corazones gracias al carisma de la profecía, es reconocido
La reacción de san Ireneo contra esta doctrina fue profunda
fádlmente como padre espiritual. Este personaje tan importante
y equilibrada. Sin negar de ningún_ ~ocio la gratu~da~ ~l don en las comunidades primitivas ejerce su función en virtud del
del Espíritu Santo concedido al cnst1ano, lreneo msisuo en la propio carisma y no de una autoridad oficial. Por el hecho
transformación de la existencia que implicaba la presencia del mismo de que un cristiano viene a ponerse bajo su guía, se
Espíritu: reconoce su competencia en el campo de la existencia cristiana.
1le aquí entonces que empieza a aclararse y a precisarse la idea
•Todos los que temen a Dios, que creen en la venida de
dt.: vida espiritual: implica una búsqueda de los caminos de
su Hijo y que, por medio de la fe, albergan en su corazón al
Dios, una ascesis controlada y un progreso en el conocimiento
Espíritu de Dios, merecen ser llamados puros, espirituales y
de la Escritura y de las realidades espirituales.
vivos para Dios, puesto que tienen el Espíritu del Padre que
purifica al hombre y lo eleva a la vida de Dios, (Adversus
c. La teología clásica: vida espiritual y caridad.
Haereses, V, 9, 2 : SC IS:}, 108-110).
Como ya había indicado san lreneo, el hombre "espiritual"
Como se ve, la posesión del Espíritu Santo sumerge a todo no es en primer lugar uno que, •·especulando", se esfuerza por
el hombre, cuerpo y alma, en una nueva vida; toda su existencia liberar en su interior el elemenlo "pneumático'", sino un hombre
queda infonnada por la fe que actúa por medio de la caridad. que. bajo la guía del Espíritu Santo, desarrolla una vida evangéli-
La intluencia del Espíritu aparece en primer lugar en el ca y especialmt'nte el don de !a car_idad derramado en nosotros
conocimiento y en la comprensión -de la Escritura. El hombre por el mismo E.spíritu, ese don •más precioso que la gnosis, más
espiritual es aquel que -sabe descubrir, bajo el sen!ido h~tó~co ,1,tlorioso que la profecía, superior .a todos los demás carismas.
inmediato de la Escritura, Olro sentido escondido, m1st1co, 1l111oNw, Adtoersus haereses IV, 33, 8: se 100, 820).
mediante el cual se abren ante su vista profundas correlaciones A continuación, la reflexión teológica, sobre todo la que
tanto entre el Antiguo y el Nuevo Testamento como entre el in1enta una sistematización de la •sacr-.i doctrina•, se concentrará
tiempo de la Iglesia y el de la gloria, o también entre la ense- más bien en la idea de la caridad que en la idea del hombre
ñanza de la Escritura y la vida que llamamos espirituaJ. Este sen- movido por el Espíritu, y l:i formación espiritual tenderá hacía la •
tido ulterior de la Escritura es propiamente el "sentido espiri- perfección de la caridad. De este modo santo Tomás presenta
ruar. Este sentido manifiesta a los ojos de la fe la inlención del coda la vida espiritual como desarrollo de la caridad hasta llegar
Espíritu que inspiró a los autores sagrados. . . . a su plenitud.
Sucesivamente los Padres irán insistiendo en las ruspos1cio- Si el inconveniente de esta posición está en que deja un
n~s i,u_bjetivas necesarias a aquellos que desean penetrar en el tanto en la sombra la relación interpersonal que une al cristiano
26 27
......... 1,1,

con el Espíritu Santo, su ventaja está en que dirige las núrJ.das


hada la substancia de la vida cristiana, que es la vida teologal: R·alización de valores biológicos y utilitarios y otra vida orienta-
los carismas más o menos especrnculares, que para muchos da a los valores elevados y más desinteresados. Puesto que los
siguen todavía caracterizando a ]a santidad. no adquieren su ver- primeros guardan todos ellos ·cierta relación con el cuerpo y la
dadero valor más que cuando se insertan en la vida teologal. materia, la vida espiritual en sentido amplio se presenta como la
Pues bien, esta vida es la misma para todos; para participar de que se orienta hacia los valores del espíritu.
ella no hay necesidad de esconderse en el desierto o de some- No cabe duda de que el cristiano puede encontrar, bajo esta
terse a algún tipo de disciplina exterior. l'Xpresión, el sentido de la vida espiritual de la Iglesia primitiva,
tensa toda ella -en los mártires- hacia la posesión del reino eter-
d. Los tiempos modernos: la vida interior. no: «Las cosas que se ven son temporales -dice san Pablo-, pero
las que no se ven son eternas» (2 Cor 4, 18). No obstante, esta
Esta preocupación por la universalidad es precisamente lo t.ensión hacia los valores superiores no debe entenderse como un
que caracteriza a la doctrina de san Francisco de Sales. Cuando privilegio de la vida cristiana. En todas las religiones se encuen-
escribió su Introducción a la vida devota, el santo quiso diri- tnm personas para quienes la realidad más substancial no es la
girse a todas las categorías de personas; en vez de ,vida devo- vida sostenida por el impulso vital y físico, sino una vida mística
ta• hoy hablaríamos más bien de -vida espiritual,, Hay que dirigida a la consecución de unos valores de libertad interior, de
advertir que la expresión que utiliza el obispo de Ginebra pureza y de santidad. Más aún, se hablará de -vida espiritual,
insiste en un nuevo aspecto de la vida espiritual: para formarse de.~de el momento en que una persona se orienta hacia la reali-
y desarrollarse, necesita alimentarse de una vida de pledad zación de unos valores elevados, aunque no entren en el campo
centrada en el culto y en los sacramento¡;, Es ésta una exigen- religioso: por ejemplo, cuando uno consagra su propia vida a la
cia en la que ha insistido continuamente la Iglesia a partir del búsqueda de la verdad, de la bondad, de la belleza.
concilio de Trento; !a vida espiritual tiene que alimentarse en
las fuentes de la oración y de los sacramentos. Las numerosas f. Conclusión : la espiritualidad.
"guías espirituales" del siglo XVII .~e encargarán de ir precisan-
do esta práctica. De todo lo que llevamos dicho se puede intuir la riqueza de
Parn favorecer la vida de oración, considerada como el cen- !a vida espiritual.
tro de la vida espiritual práctica. los autores se esfuerzan en pro- Partiendo de la noción de presencia del Espíritu Santo,
poner métodos de oración o ejercicios espirituales más o menos hemos pasado a los aspectos más dinámicos: el hombre que
si¡;Lemáticos. Todos estos esfuerzos, un.idos a la preocupación posee el Espíritu Santo se hace capaz de comprender el sentido
por conducir también a los laicos al fervor espiritual, ponen de profundo de la Sagrada Escritura y de guiar luego a los demás
relieve el valor de la vida interior. con !a finalidad de hacer que por el camino de la santidad, es decir, hacia la plenitud de vida.
lo~ cri~rianos vivan ~na asimilación personal de la fe, que llegue Cuando más tarde, con los grandes reólogos escolásticos la con-
a inspirar toda su existencia. sideración teológica tome al hombre como punto de r~ferencia
de la vida ética y espiritual, la plenitud de vida se concebirá
e. La vida espiritual en el sentido común. como caridad perfecta. El problema espiritual se hace entonces
más práctico: ,¿cómo conducir a las almas a la perfección de la
Si seguimos esta linea de la vida interior. la vida espiritual se cari~~d? En el siglo XVI: por ejemplo, entre los medios de per-
presenta como una actividad de la conciencia. que intenta dis- feccion destacan la orac1on, los sacramentos, los ejercicios espi-
cernir el sentido de la vida a tmvés de una percepción de los rituales. De la noción de vida espiritual se pasa a la de vida inte-
valores evangélicos. Pero es evidente que esce esfuerzo de toma rior. Con est~ expre~ió.n se pone de relieve al mismo tiempo la
de conciencia de las motivaciones de la existencia se puede vida en sentido sub1ettvo, es decir, como principio interno de
aplicar también a otro contexto rdigioso e incluso a un contexto ª:ción, y la vida en sentido objetivo (bíos), es decir, la existen-
filosófico. De este modo se llega, de una forma más general, .a ua humana en su dimensión externa.
establecer una oposición entre una vida humana dirigida a la . En_ sentido. aml?lio, la vida espiritual llega a designar cual-
qmer tlpo de vida, incluso no cristiana, que se inspire en la bús-
28
29
queda de unos valores elevados (científicos, estéticos, morales) . r
y especialmente del valor de lo sagrado; se habla entonces de t~nto_~n~e,_ algunos autores (y también las lenguas alema-
espiritualidad cristiana, hinduísta, platónica, etc. na e italiana) mduyen bajo el nombre de Mascética ~ toda la teolo-
Así pues, a la hora de afrontar el estudio de la teología espi- R~:1 _espiritual. En francés, por el contrario, la ascética es siempre
ritual, hay que tener en cuenta el desarrollo histórico de la vida d1stmta de la nústica y la palabra espiritualidad <de la que hablá-
cristiana. Para significar el objeto de la teología espiri[UaJ emple- bamos hace un momento) se utiliza en sentido genérico.
amos comúnmente la palabra "espiritualidad". Esta palabra, sur-
gida en Francia en el siglo X\/11, indicaba entonces •todo lo que Frente a una acepción bastante unívoca de "ascesís" (ascéti-
guarda relación con los ejercicios interiores de un alma apanada ca), el concepto de "mística" se presenta mucho más confuso Y
de los sentidos, que no busca otrn cosa más que perfeccionarse plantea muchos problemas.
a los ojos de Dios, (LrITRíú. En nuestros días este término signi- . Oesde el ~unto de vista filológico la palabra mysrikós se
fica también un cierto estilo de vida cristiana que guarda rela- dt•n~a de mystes: el que se ha iniciado en los misterios. Según el
ción con ciertas corrientes espirituales históricas (benedictina :-;i~m_fica~o común de la palabra mystérlon, el campo místico
ignaciana ... ) o bien con condiciones específicas de existencia (s~ Implica siempre la existencia de una regla secreta, escondida al
hablará entonces de espiritualidad sacerdotal, laic.d ... ). Del fran- conocimiento ordinario y que, por consiguiente, se revela a tra-
cés el [énnino ~espiritualidad~ pasó a las otras lenguas: contiene vés ~e una i":iciación casi siempre de tipo religioso. Es éste el
todos los elementos que hemos resaltado y sirve para indicar las -~ent1do que ttene también mysterion en el Nuevo Testamento
diversas experiencias religiosas de la humanidad. ( Mt 13. 11; Rom 16, 15; Col 1, 26-27; Ef 3, 3-9 etc.).
Así pues, se podria distinguir entre la palabra mistérlco, que
st· refiere a los complejos mítico-rituales que implican una inicia-
3. Precisiones sobre el sentido de las palabras "ascética" y
ción y esoterismo, y la palabra místico, un término de significa-
"mística".
do más amplio y que comprende varias formas de expe.riencia
espiritual.
Si actualmente se está logrando cierto acuerdo en el uso de
Cuando la realidad escondida se pone de manifiesto, el ini-
la palabra "espiritualidad", no siempre sucedió lo mismo: por
ciado se siente introducido en un nuevo tipo de conocimiento y
una parte se encontraba el ténnino "mística", que sigue siendo
en la salvación.
~uy difícil de definir, y por otra la palabra "ascética", que se uti-
La actividad mística es eminentemente religio~a, pero la
lizó durante mucho tiempo.
c?contramos también en otros contextos de tipo filosófico, por
. Etimológica~e~t~ el t_érmino ascesis significa ejercicio y se eiemplo en la filosofía neoplatónica de Plotino o en el hinduís-
aplica tanto al eiercicio físico como a la reflexión filosófica. Pero
mo. Confrontando la noción filosófica con la religiosa, nos
muy pronto esta palabra llegó a significar los esfuerzos mediante encontramos con los mismos elementos fundamentales: una rea-
los cuales se desea llegar a progresar en la vida mornl y religio-
lidad escondida que se convierte sn la finalidad de la experien-
sa. Estos esfuerzos son a menudo, aunque no necesariamente cia y que conduce a la unión con el Absoluto.
~etódicos. En la generalidad de los casos, la ascesis espiritual En el ámbito de la fe cristiana existe una realidad secreta y
impone por un lado una disciplina corporal. mientras que por t.'scondida: Dios mismo, que lo transciende todo; pero también
otro presupone ejercicios de oración mental sometidos a méto- permanecen secretos y escondidos los diversos aspectos del Mis-
dos más o menos estrictos. terio de la salvación, que conocemos en la fe, pero sólo de una
Partiendo de la necesidad que tiene el hombre de hacer un fonna imperfec.ta. Para los padres griegos estos misterios indican
esfuerzo por conseguir la perfección, todas las espiritualidades en particular los diversos sacramentos; detrás de los símbolos
hablan de ascesis y de vida ascética: toda persona espiritual sensibles está presente una realidad divina. Lo mismo que en el
tiene que practicar "ejercicios espirituales". haulismo actúa la fuerza invisible de Cristo muerto y resucitado.
También en la vida cristiana es necesario el esfuerzo humano así también en la Eucaristía los signos del pan y del vino escon-
para cooperar a la gracia divina y disponerse a recibir un incre- den la presencia del Cristo glorioso.
mento de vida espiritual; y puesto que este esfuerzo de purifica- Esta realidad divina, siempre escondida, no es más que el
ción y de cooperación no es nunca completo y ha de ser por objeto de la fe común a todos los cristianos. Pero muy pronto,
30 31
ya en san Pablo, el Misterio de la saÍvación pasa a ser objeto de También está presente en el Cántico espiritual (A, estrofa
experiencia; él ha tenido la visión de Cristo resucitado: «Cuandc 39) de san Juan de la Cruz.
Dios, que me eligió desde el seno de mi madre y me llamó prn En vez de insistir en el áspecto objetivo, era inevitable que
pura benevolencia, tuvo a bien revelarme [o: revelar en rrú] a su en los siglos XVI y XVII_, una época en la que prevalecía la con-
Hijo y hacerme su mensajero entre los paganos .. ," (Gal l, 15- sideración psicológica, la atención se desplazase hacia las condi-
16), Pero em inevitable que otras personas profundamente reli- ciones subjetivas de la experiencia y, en párticular, hacia las
giosas realizaran una experiencia más o menos semejante a la modalidades de la contemplación mística y los fenómenos
del Apóstol; experiencia que las llevaría a discernir en la sagrada parapsicológicos que pueden verificarse en ella.
Escritura un sentido oculcc? detrás del relato histórico (pensemos
en el sentido místico del Exodo) va vivir una relación con Dios l{[ problema de la mística en teología espiritual.
capaz de suscitar un nuevo tipo de conocimiento (gnosis).
Con Marcelo de Ancira (siglo IV) aparece una expresión Por una parte, la vida espiritual requiere un esfuerzo ascéti-
que, recogida por Dionisia Areopagita, habría de conocer una co voluntario; por otra, asume, en ciertos casos, un carácter
gran fortuna: teoioRía mistica. Marcelo intentaba hablar de un />asivo, en cuanto que el conocimiento místico aparece como
conocimiento de Dios «inefable y místico» que se distinguía del una iniciativa de Dios que revela el propio misterio, aun en la
conocimiento común del de los demás fieles. oscuridad de un conocimiento inadecuado para su transcenden-
Dionisia Areopagita, en su Teología mística, añade una indi- l'ia. Todos los autores espirituales reconocen un gran valor a
cación decisiva, es decir, que este conocimiento misterioso de este tipo de conocimiento. De aquí la tentación de privilegiarlo
Dios constituye el ápice de la experiencia religiosa: a costa de la vida espiritual más común: es mejor la pasividad
en la que Dios mismo actúa que nuestra actividad, incapaz de
«Tú, querido Timoteo, mediante un ejercicio muy atento darnos a conocer a Dios y de unirnos a él de una forma cons-
en lo que respecta a las contemplaciones místicas, abandona tante y profuµda. Ésta fue la actitud de todos aquellos que se
los sentidos y las operaciones intelectuales, todas las cosas inclinaban por el quietismo, una tendencia espiritual que negaba
sensibles e inteligibles, todas las cosas que no son y las cosas la utilidad del esfuerzo del hombre por disciplinar su propia
que son; y con plena ignorancia tiende, en cuanto te sea posi- vida y por orar metódicamente: en ella podemos induir, ya en
ble, a la unión con Aquel que supera todo ser y todo conoci- L'I siglo XIII, a los «hermanos del libre espíritu", luego a los
miento. En efecto, mediante esta tensión irrefrenable y absolu- «alumbrados» españoles del siglo XVI y sobre todo a los grandes
tamente desatado de ti mismo y de todas las cosas, quitando autores quietistas del siglo XVII (Molinos, Petrucci) a quienes se
de en medio todo lo demás y liberado de todo, podrás verte añadirá sucesivamente la tendencia representada por Fénelon y
elevado hacia la luz suprasub,stancial de la divina tiniebla» por Madame Guyon.
(Teología mística I, 1: PG 3, 997B-1000A). Es éste el motivo por el que, a partir del siglo XVII, después
de las disputas teológicas suscitadas por el quietismo, empeza-
Esta doctrina de la experiencia de Dios escondido en la ron a contraponerse las dos expresiones "teología ascética" y
tiniebla atravesará toda la Edad Media. La encontramos expresa- "teología mística". De este modo se llegó a distinguir cada vez
da por Dionisia el Cartujano: más la forma ascética, voluntaria, activa, ordinaria de la vida
espiritual y de la vida de oración, de la otra forma mística, con-
«Esta teología más sublime, es decir, mística, trata de Dios templativa, pasiva, extraordinaria, haciendo surgir de esta mane-
en cuanto que, por medio de la negación de todos los seres y ra el problema tan difícil de las relaciones entre estas dos vías
de un amor de caridad sobrenatural, inflamado, experimental espirituales.
y ardentísimo, Él es conocido en una tiniebla más que lumino- Es necesario distinguir con cuidado el problema teórico, que
sa, gracias a la elevación de la mente por encima de todo lo estudiaremos en el capítulo XVI, del problema práctico. Está
creado y por medio de la unión extática, inmediata y certísima claro que, en la práctica, el director espiritual tendrá que tratar
con Dios altísimo» (De contemplatione I, 26). de manera distinta al místico y al que se ejercita en la vida ascé-
1ica, aunque sea igual para todos la substancia de la vida espiri-

32 33
tual. Dejando por ahora de lado esta distinción, hablaremos lllrla a ofrecer nuevas motivaciones y la revelación no haría
junto con la gran mayoría de los autores actuales, de "teología utru cosa más que trazar un cuadro histórico, cuyo significado
espiritual", entendiendo con esta expresión todos los grados y tllpiritual se derivaría solamente de la religiosidad inmanente al
modos de la vida cristiana. t111píritu humano. . .
Pero considerada en .-su justa perspectiva, la vida espmtual
~·rlsliana no se separa nunca del hecho histórico de la salva-
Ascesís; Mística cristiana, en NDE, 92-106 y 931-943 d(>n en Cristo, sino que aparece como la respuesta huma11:a a
Ascétique, en DSAM, I, 1010-1017, con bibliografía. 111 iniciativa divina. Se sigue presuponiendo la estructura ps1~0-
Mystique, en DTC, XX, 2599-2674. l6~ica, pero no basta por sí sola para explicar toda la vida
Mysticus, en Thesaurus Linguae Latinae, 1758ss. ~Hpiritual: ésta se basa tanto en un dinamismo dialógico entre
GUIBERT J. de, Le~ons de tbéologie spirituelle, Apostolat de la l>loi, y el hombre, como en una participación del hombre en la
Priere, Toulouse 1943, 9-27. vld:1 divina.
ID., Études de théologie mystique, Apostolat de la Priere, Tou-
louse 1930,1-23 /, La via de la inmanencia
CERTEAU M. de, Mystique au XVI/e siecle. Le probleme du lan-
gage "mystique", en Varios, L'bomme devant Dieu, Aubier, Presentemos brevemente algunas vías de inmanencia que
Paris 1964, 11, 267-282. l'oni,tituyen las formas más importantes de la vida espiritual de
BERNARD Ch. A.,, Le projet spirituel, PVG, Roma 1970, 50-58 lu humanidad.
lo., La conscience mystique: Studia missionalia 26 0977) 87- La primera forma es de carácter ético; pensemos, por ejem-
115. plo, en el taoísmo, en el budismo, en el estoicismo. Aunque
VARIOS, Spiritualitiit in Moral, Dom Verlag, Wien 1975. t'lilas espiritualidades suponen una cosmología o una metafísica
ANcILLI E., La mística; alta ricerca di una definizione, en E.
propias, son las actitudes prácticas las que prevalecen en ellas,
Ancilli (ed.), La mistica, Citta Nuova, Roma 1984, 1, 17-40. Se concibe el mundo como divino, de manera que el hombre
SFAMENI GASPARRO G., Dai misteri alta mística: semantica di 1k·ne que procurar entrar en la armonía del todo.
una parola, Ibid., 1, 73-113. La forma helenista (neoplatónica) es una vía de C(!ntempla-
cl<ín que parte del ser. Su originalidad consiste en que reconoce
dos niveles ontológicos principales: el nivel fenom~nico que se
refiere al conocimiento sensible y el nivel nouménico, real, que
II. VIDA ESPIRfl'UAL E IIlSTORIA DE 1A SALVAOÓN t·s objeto del conocimiento noético. Rechazado el conocimiento
de los fenómenos, el espíritu puro intenta percibir el Ser, el Uno
ahi,oluto que se revela en la experieE-cia csmtemplativa mediante
Dado que por "vida espiritual" se puede entender _bien sea una dialéctica ascendente.
la vida cristiana, bien los diversos modos de tender haci_~ la ple- La forma hinduísta insiste en la distinción entre la concien-
nitud, se plantea un nuevo problema: ¿cuál _e_s la _relacion con- via empírica ordinaria y el conocimiento verdadero. Aun en la
creta entre la espiritualidad cristiana y la espmtuahd~d en gene- multiplicidad de sus formas, es siempre una via inma~ente, en
ral? ¿Se encuentran en una posición de contraste, o bien de com- l"Uanto que los límites humanos quedan superados gracias a una
plementariedad? . .. . severa ascesis para llegar a lo "divino" en la libertad y la inmor-
Para los que consideran que la vida espmtual dimana ~e. la talidad.
naturaleza humana en cuanto tal, la estructura del espmtu Sin entrar en la cuestión de las formas concretas de todas
humano explica totalmente la vida espiritual, s!n _que haya l'Stas vías de inmanencia, propondremos una valoración global
necesidad alguna de recurrir el fundamento_ consrnwd<? por la de las mismas.
fe en el acontecimiento histórico de la alianza ~e- !)10s con Negativamente: fuera de la revelación judeo-cristiana (e islá-
Moisés y de su revelación en Jesucri_sto. Esta 1:'oste1on pu_ed~ mica) sólo con gran dificultad se consigue concebir a Dios
llamarse psicológica, o bien vía de la inmanencia: la fe se hmi- romo transcendente, es decir, como voluntad separada del uni-
34 35
verso y libertad personal. La contemplación metafísica c;le tipo especialistas de las grandes religiones cristianas y no cristia-
helenista, por ejemplo, es insuficiente. En efecto, como en ella nas; bibliografía al final de cada capítulo. Para estudiar el
es el hombre el que forma un concepto con el cual intenta libro, es mejor seguir este orden: los primitivos, las religiones_
expresar a Dios mediante un proceso dialéctico, el Absoluto es orientales, las religiones monoteístas y las cristianas.
concebido de forma abstracta y difícilmente aparece como ser 8ERNARD Ch. A., le projet spirituel, o. c., 13-140: intenta
personal; todas las espiritualidades de tipo metafísico tienen la determinar los rasgos principales de la conciencia espiritual.
tendencia a afirmar una continuidad ontológica entre el espíritu Contemplation (chez les philosophes du monde gréco-
humano y el divino: de aquí el peligro de panteísmo que se romain), en DSAM, II/2, 1716-1762 con bibliografía.
cierne sobre todas ellas. De manera análoga, la espiritualidad MouRoux J., L-expérience chrétienne, Aubier, Paris 1954.
hinduísta no pone necesariamente, ni de forma habitual, a un Los primeros capítulos tratan de la experiencia religiosa y de
Absoluto extra conscientiam. En consecuencia, no puede desta- la experiencia de la fe.
carse en estas espiritualidades el valor personal del hombre: y El tema de la relación entre la espiritualidad cristiana y las
por otra parte la voluntad de integrarse y, a veces, de desapare- otras corrientes espirituales ha sido objeto de la atención de
cer en el "Universo" disminuye la conciencia de la existencia teólogos y filósofos católicos como A. GARDEIL, La structure de
personal. La percepción del valor de la persona humana y la ráme et rexpérience mystique, Paris 1927, y J. MARÉCHAL, Étu-
noción de vocación personal son, por el contrario, una adquisi- des sur la psychologie des mystiques, DDB, Paris 1939. Más
ción cristiana. recientemente L. GARDET y O. LACOMBE han resumido sus estu-
Positivamente: la ventaja principal, siempre válida, de estas dios precedentes en L -expérience du Soi. Étude de mystique
vías de inmanencia es que muestran cómo el movimiento espiri- comparée, DDB, Paris 1981: se profundiza en la confrontación
tual encuentra su raíz en la naturaleza humana, tanto cuando se entre el Islam y el Hinduísmo por una parte y el Cristianismo
la entiende como aspiración a la vida total como cuando se la por otra, siguiendo los pasos de J. Maritain y la escuela de
ve como tendencia del espíritu a la totalidad del ser. En otras Études carmélitaines.
palabras: siempre hay una estructura psico-espiritual que pree- Los Studia missionalia (P. U. G., Roma) publican todos los
xiste a la experiencia cristiana. años un volumen monográfico sobre los diversos problemas
Por tanto, la función de la via de la inmanencia es doble. religiosos de la humanidad, confrontando siempre las ense-
Por una parte permite hablar de una preparación, de una dispo- ñanzas de las diversas religiones (por ejemplo, sobre mística,
nibilidad, de una estructura de acogida del mundo espiritual (los contemplación, salvación, etc.).
teólogos discuten sobre la esencia de esta tendencia del espíritu Budismo; Hinduísmo; Islamismo; Judía (espiritualidad);
hacia lo sobrenatural; pero aquí este problema no reviste gran Yoga/Zen en NDE, respectivamente: 116-123; 605-613; 726-
interés, con tal que se admita la adaptabilidad de la naturaleza 733; 786-793 y 1425-1435.
humana a la participación en la vida divina); por otra parte, .,.,
puede hablarse de una asimilación profunda de la vida sobrena-
tural, que no es algo extraño a la naturaleza humana, sino que 2. El mensaje revelado
penetra en el dinamismo vital de la misma.
Nos disponemos ahora a describir la espiritualidad cristiana
en cuanto que se basa en la fe en el acontecimiento histórico de
Espiritualidad cristiana y religiones no cristianas la salvación. Esta descripción nos permitirá destacar la originali-
dad de la espiritualidad basada en la revelación judea-cristiana.
Nostra aetate : declaración del concilio Vaticano II sobre Hemos de distinguir bien el problema teológico del espiri-
las religiones no cristianas 1ual. Es teológico el problema de la determinación de las relacio-
AUTORES VARros, L -Église et les religions non-chrétiennes, en nes concretas que existen entre el espíritu del hombre y la vida
Studia missionalia, PUG, Roma 1966. ,obrenatural. Y es espiritual -dado que la conciencia cristiana
RAVIER A.(ed.), La Mystique et les mystiques DDB, Paris pone un acto de fe en la intervención histórica del Dios trans-
1965, 1122 pp. Se encuentran aquí las aportaciones de varios cendente- el problema de la repercusión de este hecho en la

36 37
•.

vida espiritual. Siguiendo de cerca la constitución Dei Verbum El corolario de esta doctrina es de suma importancia en la
del concilio Vaticano II, veamos ahora cuáles son los aspectos vida espiritual: la manifestación personal de la voluntad de Dios
principales que configuran la conciencia del creyente. respecto a todos y a caqa uno tiene la prioridad absoluta. Esta
vDluntad es la vocación a la santidad: la santidad coincide con el
a. La iniciativa del Padre l'l11nplimiento de la voluntad concreta de Dios y se mide por la
rnnformidad de nuestra voluntad profunda a la voluntad divina.
Acostumbrados al conocimiento de Dios med~ante la fe, no l .1) mismo que la voluntad salvífica da una finalidad y un impul-
siempre nos resulta fácil percibir bien la originali_d~d ~e la re~e~a- s1, dinámico a la obra de la creación, así también el cumplimien-
ción, de la que se deriva la originalidad de la espmtual~¿ad cnstla- 10 de la voluntad de Dios va conduciendo a nuestra personali-
na. Sin embargo, cuando se estab}ece una comparaoo1: con las dad hasta su perfección y su plenitud.
otras nociones religiosas o metafísicas de Dios, se advierte ~~a
ruptura precisamente en el hecho de que el Dios de la revel~c,on b. Dios habla a los hombres.
se afirma como el Existente, es decir, como aquel que transnende
tanto la inteligencia y el deseo del hombre, como el fluir del tiem- Cf. R. LATOURELLE, Teología de la revelación, Sígueme, Sala-
po. He aquí algunas breves consideraciones sobre el tema. manca 1967, 403-419.
La existencia de Dios se afirma de manera absoluta como
hecho inicial: «Al principio era Dios», sin génesis de ninguna El hecho de que Dios se ha revelado constituye el funda-
clase (Is 41, 4; 44, 6; 48, 12; 40-55). mento absoluto de la vida cristiana. Pero a esto hay que añadir
Dios es conocido por el hombre en cuanto que él mismo se 1)1 ra determinación muy importante para la vida espiritual: Dios
revela (DV 2). No porque YHWH sea el verdadero Dios (en 1ia querido la cooperación conscienle del hombre a la salvación
efecto la noción de YHWH coincide perfectamente con la y por eso se ha manifestado hablando, es decir, dirigiendo al
noció~ común de Dios -Elohim-, según la cual él puede ser hombre una palabra que está pidiendo una respuesta: Dios ha
conocido por todos), sino porque en el orden de la revelación, establecido un diálogo con el hombre. Un breve análisis de la
que es el fundamento de la fe, YHWH se sitúa de modo absolt.~- palabra en general nos permitirá comprender mejor cómo se
to en su misterio. Sucesivamente se va llegando a un conoCJ- lleva a cabo esta comunicación dialogal con Dios.
miento de YHWH a través de la realización de su plan salvífico. Reducida a su esencia, la palabra dialógica se puede esque-
La revelación va acompañando entonces a la actuación de la sal- matizar en la frase: ,Yo te digo algo». En esta frase se distinguen
vación. En otras palabras: Dios se da a conocer como el Dios- tres elementos: la palabra expresa el pensamiento de alguien
que-salva, y que salva precisamente a través de la historia de la tprimera persona: ,Yo•); esa palabra se dirige a alguno (segunda
salvación. Por consiguiente, Dios no es solamente protector, persona: •te digo,); esa palabra liene un contenido, un significa-
bienhechor, etc., sino salvador, como se va narrando con gran Ju propio (-algo,). La formulación expresiva produce siempre
amplitud en los libros históricos de la Biblia, en el libro del una comunicación entre una primera y una segunda persona;
Éxodo y en el Déutero-Isaías. La cima de la salvación se alcanza- por eso toda palabra es un encuentro personal. Apliquemos
rá de hecho en Cristo Salvador, y consiguientemente será en él :ihora este esquema a la Palabra de Dios.
donde se nos dé la plenitud del conocimiento de Dios. El contenido de la Palabra de Dios no coincide simplemente
Dios actúa en orden a la salvación según su plan salvífico nm la letra de la sagrada Escritura. Antes incluso de ser entrega-
(DV 3). Así pues, Dios se presenta ante todo como una fuerza da a los libros canónicos, la Palabra de Dios se manifiesta a tra-
que domina y dirige el curso de los tiempos o, en otras palabras, vés de sus obras. Desde este punto de vista la Creación es el
como una voluntad personal, capaz de interpelar tanto a su pue- primer libro en el que Dios da testimonio de su presencia. El
blo como a un hombre en particular (Abrahán, Moisés, los pro- segundo libro está representado por la historia de la .salvación
fetas), e incluso a las diversas gentes, es decir, al universo entero en cuanto acontecimiento concreto: el Pueblo elegido conoc,o
(idea de vocación). En segundo lugar, al ser el Señor absoluto, :1sí el poder y la misericordia de Dios ante todo a través de los
Dios aparece como creador de todo y gobernador sabio (doctrina acontecimientos salvíficos que acompañaron a su historia; sólo
del Déutero-Isaías y reflexión de los libros sapienciales). en un segundo momento esos acontecimientos pasaron a ser
38 39
objeto de un relato histórico y de· una reflexión teológica. Pero
1>los se le da a conocer, le confía una misión y le promete su pro-
incluso después de que se completara el libro de la s~grada 11-n'ión; en la elección de los profetas (por ejemplo Is 6, 1-8) el
Escritura ' Dios siguió y sigue actuando todavía
.
en .,la .Iglesia Y .en ~do divino significa, para los hombres escogidos, una vocación
el mundo· en este sentido la Palabra de Dios esta siempre viva q1w implica un cieno estilo de vida y una misión.
;I
tanto en texto sagrado como en la historia. . , s~ñalemos bien un aspecto imponante de la elección divina:
Así pues, Dios revela su ser no directamente, sino a ~raves 11 lientras que entre los hombres el acto de "escoger a alguien"
de su obra de salvación. O formulado de otra manera: D10s se I1.1re1.:e implicar el rechazo de los demás, en el caso de Dios la
revela a través de su obrar y salva a través de su revelación; lwndición es siempre universal y la elección de uno significa
efectivamente, la gran manifestación de Dios es la encarnación i ¡m· éste tiene una función mediadora en provecho de to<la la
del Hijo, en virtud de la cual nos hemos reconciliado con el n ununidad: la elección del pueblo escogido es un instrumento
Padre y lo conocemos en su Imagen. para llamar a todos los pueblos a la salvación. Además, en el
Por medio de la fe el hombre reconoce el origen divino de Antiµuo Testamento aparece a menudo el aspecto paradójico de
la obra salvífica y por consiguiente se adhiere no sólo a la Pala- l;1 acción divina: Dios escoge siempre al que es débil para hacer
bra de Dios, sino a Dios mismo, que es el sujeto de la salvación dl' él un instrumento de su designio amoroso (Dt 7, 7-13):
y de la revelación. Con esta adhesión el hombre se une con La alianza divina se renueva en varias ocasiones y se va enri-
Dios y responde a la iniciativa benéfica del Padre con un acto queciendo continuamente con nuevos elementos que se integran
personal. De esta manera el diálogo entre Dios y el hombre. se en la realidad definitiva de la nueva alianza en Jesucristo.
convierte en el trámite de una alianza interpersonal. Es Dios Los patriarcas. Con Noé la alianza se presenta como prome-
mismo el que ha querido establecer con el hombre esta alianza. s:1 unilateral por parte de Dios (Gn 9, 8-17); posteriormente Dios
k propone a Abrahán la condición, la exigencia misma de la
c. La alianza entre Dios y el hombre. alkmza: -Camina en mi presencia con rectitud• (Gn 17, 2): ,Guar-
Jards mi alianza• (Gn 17, 9), Más tarde, en la alianza del Sinaí,
El que Dios hable a los hombres no es solamente una posi- se dan los preceptos que hay que observar (Ex 20). La alianza es
bilidad; es una realidad que se lleva a cabo permanentemente don, relación, obligación.
en la medida en que Dios establece la alianza y la mantiene por Los profetas introducen en un nuevo tipo de alianza, en que
su misma fidelidad. Esta alianza concierne ante todo a la comu- aparece más el aspecto interpersonal: "El Señor te vuelve a lla-
nidad, pero afecta también a cada individuo. mar como a mujer abandonada y abatida. ¿Podrá ser repudiada
En la Biblia, la noción de alianza pasa del sentido humano al la esposa de juventud? Esto dice tu Dios• Os 54, 6). Para el tema
sentido divino. Entendida en sentido humano, supone la promesa y de la "esposa" véase Oseas 2-3, d Cantar de los cantares y la
la fidelidad mutua, lo mismo que en la amistad (1 Sm 18, 3); enten- literatura mística. He aquí una imagen exquisitamente personal,
dida en sentido divino, se da siempre una cierta desigualdad, debi- que significa elección y amor:
do a la relación peculiar que existe entre la criatura y el Greador.
Por parte de Dios, la alianza presupone como acto constituti- ..vienen días, oráculo del Señor, en que yo sellaré con el
vo de la misma, interior al corazón mismo de Dios, una elección pueblo de Israel y con el pueblo de Judá una alianza nueva.
gratuita, cuya actuación concreta en la historia está constituída por No como la alianza que sellé con sus antepasados el día en
la misma alianza. El origen de la elección es siempre la iniciativa que los tomé de la mano para sacarlos de Egipto. Entonces
divina, que brota de un amor generoso y benévolo, de la besé~ ellos violaron la alianza, a pesar de que yo era su dueño, orá-
de Dios, es decir, de su amor misericordioso, de su gracia. Acto culo del Señor. Ésta será la alianza que haré con el pueblo de
espontáneo de Dios, la elección no tiene su razón de ser en unos Israel después de aquellos días, oráculo del Señor: Pondré mi
méritos precedentes, sino que procede de la libertad soberana de ley en su interior; la escribiré en su corazón; yo seré su Dios y
Dios. Esto mismo es lo que se advierte en los grand~s momentos ellos serán mi pueblo, (Jr 31, 31-33).
de la historia de la salvación: en la llamada de Abrah;Ilfl (Gn 12, 1-
3) toda la iniciativa viene de Dios y la elección va acothp-d.ñada de La alianza asume un carácter interior, se convierte en pala-
una bendición misteriosa; en la elección de Moisés (Ex 3, 1-12), bra de Dios en el corazón humano y exige la reciprocidad. Más
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tarde, con Ezequiel, se declara de forma explicita la responsabi- m - LA CONCIENCIA ESPIRm.JAL CRISllANA
lidad personal de cada individuo (Ez 35-36).
En el Nuevo Testamento se afirma de manera más precisa la
relación personal de Dios con el cristiano: Jn 14, 15-21. Dios Por muchos esfuerzos que se hayan hecho para definir las
manifiesta su cariño a aquel a quien ama: «Vosotros sois mis relaciones entre la teología dogmática, la espiritual y la moral, la
amigos• CTn 15, 14-15) (hablaremos más ampliamente de ello en problemática teológica no se ha detenido nunca en la desnip-
el capítulo IV). dón interior del hombre que se dedica a la vida espiritual. Sin
De la originalidad del carácter histórico de la fe cristiana se embargo, así como en la escuela fenomenológica se habla de
deduce así claramente la originalidad de la espiritualidad cristia- una conciencia que imagina, percibe (o memoriza), etc., ponien-
na respecto a las otras religiones: do así de relieve el compromiso total del hombre en el acto de
- supone la noción de vocación personal: Dios establece una imaginar o de percibir, lo mismo puede hablarse de una con-
relación personal con cada cristiano y la vida espiritual va ciencia espiritual propia de aquel que se ejercita en la vida espi-
desarrollando esta relación interpersonal; ritual.
- consiste en el cumplimiento de la voluntad de Dios, que es Con la expresión conciencia espiritual cristiana intentamos
distinto de la asimilación ontológica característica de la vía indicar, por consiguiente, aquello que en el sujeto está en la raíz
de la inmanencia; del proyecto de vida espiritual, es decir, de ese modo peculiar
todo se lleva a cabo en Cristo, que se ha introducido en dt" asumir personalmente el don divino de la vida cristiana, que
nuestra historia; por este último aspecto se diferencia deci- l'S capaz de conducir al propio sujeto a una mayor claridad y a
didamente de la fuga del tiempo propia del helenismo y un compromiso más vigoroso. Los santos, y en particular los
del hinduísmo; la alianza es el concepto fundamental de la doctores espirituales, ofrecen un modelo sancionado por la Igle-
historia de la salvación; sia de esta conciencia espiritual.
- todo se realiza en el orden del amor, tanto del amor des-
cendente de Dios, como de nuestro amor ascendente en 1. La actividad consciente del hombre espiritual
cuanto respuesta al amor primero de Dios.
La conciencia del cristiano es una conciencia humana; esto
Como para otros muchos temas bíblicos que tienen que es, encontramos en ella los aspectos principales de toda activi-
ver con la teología espiritual, también para el tema de la alian- dad humana consciente, que lleva a cabo una relación con el
za será conveniente consultar las voces de los diccionarios: el mundo a través de su propio cuerpo y que se desarrolla a lo
Tbeologisches Worterbuch zum Neuen Testament, para un largo del tiempo.
estudio más profundo; el Nuevo diccionario de teología bíbli-
ca, de P. ROMANO, G. RAVASI, A. GIRLANDA; el Vocabulario de a. La vida espiritual, en cuanto que es sobrenatural, no
teología bíblica de X. LÉoN-DUFOUR, voces Alianza, Elección, depende de suyo inmediatamente del hombre, sino que más
Vocación, etc. bien es causada por Dios. Juntamente con la gracia, Dios infun-
Las diversas teologías del Antiguo Testamento (Eichrodt, de las virtudes teologales y el hombre se hace realmente •partíci-
Jacob, etc.) contienen indicaciones muy atinadas sobre los pe de la naturaleza divina, (2 Pe 1, 4); a continuación sigue sien-
diversos temas. do Dios el que hace crecer esa vida: •Yo planté y Apolo regó,
Por ejemplo en E. ]ACOB, Teología del Antiguo Testamento, pero el que hizo crecer fue Dirn• (1 Cor 3, 6-7).
Marova, Madrid 1969, véanse los capítulos Elección, Alianza, Sin emhargo, puesto que el hombre ha sido elevado a la
pp.191-205. dignidad de persona libre, Dios solicita su concurso. He aquí
Sobre la especificidad de la espiritualidad cristiana, cf. R. por qué en muchos pasajes de la sagrada Escritura, después de
MARLÉ, La singularidad cristiana, Mensajero, Bilbao 1971. haber hablado del fundamento de la vida espiritual que se nos
ha dado en Cristo, se pasa inmediatamente a exhortar a los cris-
tianos a colaborar con la acción divina mediante una conducta
cristiana. Así por ejemplo, cuando Pablo alaba la fe, la esperan-

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za y la caridad de los fieles, insiste siempre en su esfuerzo per- nancia en la conciencia de una situac,on existencial (todo ser
sonal: viviente, en contacto con el ambienre en que vi\•e, reacciona
afectivamente según la correspondencia que ciene con su dina-
•Ante Dios, que es nuestro Padre, hacemos sin cesar mismo vitaD. y por otra parte sostenemos que el mundo espiri-
memoria de la actividad de vuestra fe, del esfuerzo de vuestro 1ual está conslituido pór la vida divina participada (capítulos IV
amor y de la firme esperanza que habéis puesto en nuestro y V), será inevitable que la resonancia de la vida sobrenatural en
Señor Jesucristo• (1 Tes 1, 3). la conciencia suscite una afectividad espiritual: la comunicación
de vida engendra gozo y dilatación en el alma: el alejamiento de
Esta misma invitación es la que dirige a los fieles Pedro, el ella engendra pena y tristeza.
cabeza de los apóstoles: Pero hay que señalar que en el hombre hay varios niveles
de vida: la sensibilidad las relaciones sociales, la vida racional,
•Así pues, manteneos vigilantes; sed sobrios y poned toda la vida espiritual, Pur ;ste motivo no pocas veces la conciencia
vuestra esperanza en la gracia que os traerá la manifestación espiritual se muestra dividida: así, cuando el hombre renuncia a
de Jesucristo. Como hijos obedientes, no os amoldéis a las wandes bienes tt:mporalcs. no deja de sentir cierta tristeza junto
pasiones de antaño, cuando vivíais en la ignorancia. Por el con un alto gozo espiritual, ya que de esta manera coloca sus
contrario, sed santos en todo vuestro proceder como es santo riquezas solamente en Dios.
el que os ha llamado, pues está escrito: Sed santos, porque yo
soy santo• (1 Pe 1, 13-16). c. La condición encarnada de la conciencia hace que la vida
espiritual se desarrolle necesariamente en el tiempo, y de dos
Más aún, la acción de Dios (que infunde las virtudes) y su maneras distintas.
inhabitación en el alma pueden conducir a una cierta experiencia En primer lugar, en cuanto que el tiempo es duración y con-
interior de la vida espiritual, por lo que san Pablo podrá decir: dición del desarrollo: lo mismo que la vida natural tiene en sí
«Los frutos del Espíritu son: amor, alegría, paz ... • (Gal 5, 22). Estos misma un principio dinámico que conduce al ser vivo por diver-
frutos pueden ser percibidos tanto por el hombre espiritual como sos caminos desde el nacimiento hasta la muerte, así también la
por los demás: "· .. ya que habéis saboreado la bondad del Señor• vida espiritual sigue caminos diversos; generalmente se adapta a
(1 Pe 2, 3); «Nuestro amor alcanza la plenitud cuando esperamos la edad del hombre, conduciendo al principiante a la madurez y
confiados el día del juicio• (1 Jn 4, 17); una confianza y una segu- a la perfección segun una cierta ley interna. Igualmente, en la
ridad que es ya ahora una actitud espiritual estable. Véase tam- medida en que el tiempo pennite la previsión, la vida espiritual
bién la noción que tiene Juan del conocimiento de Dios, que se presenta como prospectiva: el hombre se hace consciente del
implica una experiencia verdaderamente íntima Qn 14, 19-23). ténnino hacia el que camina, tanto si se tra!a de un fin particular
En la medida: en que la vida espiritual es vida «sic et simpli- <:orno si se trata de un estado det&minado, por ejemplo cuando
citer•, es decir, principio de actividad individual, la actividad uno. mediante la penitencia voluntaria, se esfuerza por conseguir
espiritual concurre al bien de la persona. Así como todo ser una purificación a fin de abrirse camino hacia el proh,reso.
viviente tiende a través de su actividad a afirmar su propio ser, Por consiguiente, todo estado espiritual puede y debe consi-
bien resistiendo a las formas contrarias, bien asimilando lo que derarse y juzgar.se tanto en sí mismo como en relación con la
necesita para su crecimiento, del mismo modo la vida espiritual vida en su totalidad: el que es1á inmerso en la tribulación o está
considerada en sí misma presupone una acción inmanente; ejer- turb-'Jdo por la desolación puede considerar el consuelo venide-
citando el conocimiento y la libertad, o con cualquier otra activi- ru y el premio prometido a la paciencia (cf. Mt 5. 1-8). Corres-
dad espiritual, la persona va creciendo y alcanzando un grado ronde propiameme al padre espiritual considerar los aconteci-
más intenso de vida espiritual, aun cuando no siempre llegue a mientos interiores en relación con el cun¡umo de la \'ida. para
tener una conciencia proporcional a dicho incremento. sostener con la paciencia y la firmeza al alma atribulada, espe-
cialmente en los tiempos de crisis.
h. Así pues, si por una parte consideramos como cierto que Además, en cuanto que el tiempo es el lugar de la decisión,
la afectividad, como explicaremos en el capítulo ~ la reso- el ejercicio de la libertad lleva a cabo una escisión en el tiempo

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personal: la decisión define un uantes" y un "después". En virtud
En el Antiguo Testamento vemos cómo esta llamada se reali-
de la decisión, el hombre puede progresar o, por el contrario,
za de diversas formas: Dios llama al pueblo como llama a los
retroceder y hasta destruir su propia vida espiritual La decisión
profetas, que nos narran su vocación (Is 6; Jr 1; etc ....). En el
es el comienzo del camino espiritual. En efecto, la vida espiritual
Nuevo Testamento Jesús llama a los Doce y llamará más tarde a
personal ímplica que el hombre ha de considerar toda su vida
san Pablo.
en relación con un Absoluto; desde el principio se fija la meta
Son diversas las formas de vocación. Podemos distinguir
de buscar su unidad personal en relación con este Absoluto. Por
entre la vocación universal a la fe y a la santidad (Jn 5, 40; Ef 1,
otra parte, en la vida cristiana el Absoluto ya se nos ha revelado 4) y las vocaciones personales, como la de Andrés, la de Juan, la
y se ha comunicado a nosotros. La necesidad de tomar decisio- de Simón, etc. (Jn 1, 35-52). Dejando aquí de lado el problema
nes acompaña a toda la vida espiritual, en cuanto que el hom- de la vocación universal, nos detendremos en el de la vocación
bre tiene que cooperar con la acción de Dios que él mismo personal.
advierte en un nivel experiencia!. Ya en el Antiguo Testamento son muchos los relatos de
vocaciones personales: Abrahán, Moisés, los profetas. La pri-
Sobre este tema nos permitimos remitir a dos estudios nues- mera característica de todas estas vocaciones es que proceden
tros que definen el aspecto más original de nuestra perspectiva: de una elección libre de Dios. La sagrada Escritura no recuerda
BERNARD Ch. A., La consciencespirituelle: RAM (1965) 441-466.
ningún motivo previo a la llamada de Abrahán. En el libro del
ID., Le projet spirituel, P.U.G., Roma 1970. Génesis se le presenta como hijo de Téraj, descendiente de
Sem, y se pasa luego en seguida al relato de su vocación: •Sal
2. La relación con Dios de tu tierra• (Gn 12, 1). Abrahán responde con la obediencia
de la fe; pero tenemos que entender esta obediencia no como
Dios ha establecido con el hombre una relación de alianza. un asentimiento a una voluntad arbitraria, sino como una res-
Considerada según su aspecto personal, esta alianza se manifies- puesta personal a un designio de salvación y de amor: •Yo
ta como vocación: Dios llama a cada uno de los hombres a rea- haré de ti un gran pueblo, te bendeciré y haré famoso tu nom-
lizar un proyecto de santidad que desemboca en la vida eterna; bre• (Gn 12, 2).
y precisamente en la medida en que el hombre toma conciencia Examinando más de cerca la vocación de los profetas, cons-
del proyecto divino e intenta adecuar al mismo su propia exis- tatamos que comprende dos aspectos estrechamente ~inculados
tencia, realiza su vocación. entre sí: la llamada de Dios impulsa ante todo al profeta a un
La llamada divina, sin embargo, no se manifiesta de una vez nuevo modo de vivir, basado en la fe y en la disposición a cum-
para siempre, sino que aflora continuamente, en cuanto que el plir la voluntad de Dios; en segundo lugai, le indica una misión
Espíritu actúa sin cesar en la conciencia espiritual del hombre que realizar en el ámbito del designio de la salvación. Por su
para conducirlo a la plenitud espiritual. La vida cristiana implica, parte, Dios, permaneciendo fiel a su-designio sobre el pueblo
por consiguiente, un aspecto totalmente original: la presencia · elegido y sobre cada una de las personas llamadas a cumplirlo,
del Espíritu divino siempre operante. no deja de dispensar su gracia, dándole a cada uno la ayuda
necesaria para realizar plenamente su propia vocación.
a. La vocación cristiana En el Nuevo Testamento se precisa más todavía la noción de
vocación personal. Encontramos su expresión más clara en el
Para definir la vocación cristiana conviene partir de la sagra- evangelio de san Marcos, en donde se la aplica en primer lugar
da Escritura, en donde se encuentra el concepto mismo de voca- a la vocación de los Doce, que son llamados cada uno por su
ción junto con toda una serie de ejemplos concretos. propio nombre:
La vocación es una realidad específicamente judea-cristiana.
Fuera de la revelación de Dios como ser personal que actúa ,Qesús) subió después al monte, llamó a los que quiso y
según su voluntad amorosa, no puede concebirse una'-\'.?cación se acercaron a él. Designó entonces a doce, a los que llamó
personal en el sentido estricto de la palabra. Dios llama- y el apóstoles, para que lo acompañaran y para enviarlos a predi-
hombre responde. car con poder de expulsar a los demonios• (Me 3, 13-14).
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En estas pocas líneas se describen todos los elementos de la piamos cada día la voluntad de Dios en aquella forma de· vida
vocación: un modo de vivir, es d½cir, de estar con Jesús para 4ue el ha escogido para nosotros.
imitar su vida, y una misión -la predicación- con los medios Ningún hombre es una isla y mucho menos aquel que está
necesarios para llevarla a cabo. Esta vocación apostólica es el en la Iglesia, constituída de numerosos miembros que forman
tipo de toda vocación personal. un solo cuerpo. Estos·miembros deben tender a insertarse cada
En efecto, a partir de la ascensión del Señor a los cielos, la vez más en el cuerpo entero y hacerlo crecel,"; en otras palabras,
Iglesia ha entendido siempre la vocación como una realidad cada miembro de la Iglesia recibe una misión y debe vivir en su
permanente. Ante todo, lo mismo que había hecho Jesús con el propio puesto. Esta misión no es sino la participación en la obra
joven rico, la Iglesia siguió proponiendo a todos los cristianos el de la salvación que se le ha confiado a la misma Iglesia. Son
camino a la vida perfecta. Luego, siguiendo las indicaciones de muchos los grados de esta participación, pero cada uno de los
la Carta a los Hebreos («Nadie puede arrogarse esta dignidad, cristianos tiene que comprometerse en el servicio de la Iglesia.
sino aquel a quien Dios llama, como ocurrió en el caso de Un episodio que nos refiere Marcos puede ayudamos a com-
Aarón»: 5, 4), reconoció la vocación al sacerdocio. Y finalmente, prender este concepto altísimo de misión:
cualquier estado de vida, como por ejemplo el matrimonio, y
toda forma de vida personal han sido reconocidos como objeto "Al subir Qesús) a la barca, el que había estado endemo-
de una vocación divina. niado le pedía que le dejase ir con él. Pero no le dejó, sino
Así pues, la forma de vida que uno abraza constituye un que le dijo: Vete a tu casa con los tuyos, y cuéntales todo lo
aspecto de la vocación personal. Normalmente, ésta se identifica que el Señor ha hecho contigo y cómo ha tenido compasión
con uno de los diversos estados de vida que existen en la Igle- de ti» (Me 5, 18-19).
sia: vida consagrada, sacerdotal y religiosa; vida laical, en el
matrimonio o en el celibato. La forma de vida comprende un En este caso es evidente que la m1s1on de proclamar las
cierto modo de vivir que depende también de las condiciones maravillas del Señor tiene que realizarse en el estado de vida
personales y de la inserción en la sociedad. que llamamo,s vocacíón laical.
Puesto que esta forma concreta de vida es una vocación Un vez precisado el contenido teológico de la idea de voca-
cristiana, imita el modelo único de toda vida cristiana que es ción. pasemos a describir ahora la vocación en cua_nto realidad
Cristo. Este principio es perfectamente claro para la vida sacer- subjetiva. que se inserta en la conciencia personal como punto
dotal, que intenta conformarse a Cristo sacerdote, y para la vida de referencia dinámico. .
consagrada, que se compromete a seguir a Cristo pobre, casto y Insistamos inmediatamente en un aspecto que con frecuen-
obediente; pero es igualmente válido para la vida en el matrimo- cia se ha dejado de lado. Se suele concebir la vocación personal
nio. Efectivamente, el fundamento de la vida conyugal consiste como un tesoro poseído una vez para siempre. Es verdad que,
en ser la imagen del amor de Cristo y de la Iglesia; como esc~ibe en los evangelios sinópticos, la yocaci_pn se presenta según un
san Pablo: «Por eso dejará el hombre a su padre y a su ma.dre esquema muy sencillo: Jesús llama y el hombre responde; pero
para unirse a su mujer, y llegarán a ser los dos uno solo. Gran una lectura más atenta del evangelio nos hace comprender que
misterio éste, que yo relaciono con la unión de Cristo y de la Jesús llamó a los discípulos en varias ocasiones. Según Jn 1, 35-
Iglesia" (Ef 5,31-32). Todo cristiano que quiera vivir su vocación, 51, algunos discípulos tuvieron un primer contacto con Jesús y
tiene que dirigir su mirada a la vida de Cristo para imitarla en su rerrnanecieron junto a él aquel día. Luego siguieron a Jesús de
propia forma de vida. una forma más decidida: después de una pesca milagrosa y del
Otra consecuencia de la noción de forma de vida como ;mundo de su misión apostólica (Jesús a Simón Pedro: •Desde
aspecto de la vocación: dicha forma es el medio ofrecido y que- ;1hora serás pescador de hombres•), lo dejaron todo y le siguie-
rido por Dios para llevar a cada uno de los cristianos a su pro- ron {Le 5, 1-11). Finalmente, de aquellos hombres que le habian
pia santificación. Todos, como ha remachado con fuerza el con- seguido, Jesús, después de haber pasado una noche en oración,
cilio Vaticano II (LG 39), están llamados a la santidad, cada uno hizo sus apóstoles; instituyó a doce, parn que fueran sus compa-
según su propia forma de vida; por tanto, es inútil ~car la san- ñeros y para mandarlos a predicar con el poder de echar a los
tidad fuera de ella; nos santificaremos en la medida enque cum- demonios (cf. Me 3, 14-15).
48 49
Así pues, la vocación personal no tiene que concebirse
miento de que todas las vicisitudes de la existencia, tanto los
como un tesoro poseído de una vez por todas o como una
gozos como los sufrimientos, tienen que contemplarse como ~l
marca indeleble, sino como una semilla que tiene que crecer y
instrumento querido por Dios para llevara cada uno a la santi-
que para ello tiene necesidad de ser prote~ida, alimenta~, s~s--
dad, mediante una vida ipspírada en el evangelio:
tenida. Lo mismo que una planta, la vocac1on posee un dmam1s--
mo interior, pero sigue estando sujeta a las condiciones exterio-
•Quedan, pues, invitado~ y aun obligados· todos los fieles
res, que provocan reacciones vitales: estas reacciones, por .otra
cristianos a buscar insistentemente la santidad y la perfección
parte, participan de la libertad humana, que puede no ser siem-
dentro del propio estado. Estén todos atentos a encauzar rec-
pre íntegra. Así por ejemplo, el joven rico no siguió la llamada
tamente sus afecto, no sea que el uso de las cosas del mundo
de Cristo y Judas traicionó al Señor.
y un apego a las riquezas contrario al espíritu de pobreza
Desde el punto de vista práctico, la vocación del cristiano se
evangélica les impida la prosecución de la caridad perfecta.
presenta IYJ.stame distinta de l~s vocaciones que ~~)S describe la
Acordándose de la advertencia del apóstol: Los que usan de
sagrada Escritura. La percepcion de la llamada d1vma no puede
este mundo no se detengan en eso, porque los atractivos de
ser ya inmediata. Jesús subió a los cielos y no actúa ya por
este mundo pasan (cf. 1 Cor 7, 31), (LG 42).
medio de una humanidad partícipe de nuestras condiciones tem-
porales y espaciales; hoy la llamada de Jesús se percibe por
Con el intento de delinear con más precisión la realidad
medio de signos in1eriores. Estos signos tienen que interpretarse
interior de la vocación, preguntémonos cómo percibe la con-
bien por la conciencia personal bien con la ayuda del padre
ciencia esta llamada de Dios.
espiritual. Pues bien, éste no se Hmita al discernimiento y ~ la
Puesto que la voluntad de Dios se manifiesta en primer
valorJ.ción de lo que le refiere su hijo espiritual, sino que extien-
lugar en las realidades naturales, si un_ ¡oven. no percibe otras
de su juicio sobre un periodo más largo, ya que prácticamente
señales que lo lleven a renuncias espec1f1cas, tiene que desarro-
tiene en cuenta todo el proceso de maduración de la vocación.
Podemos por tanto delinear el concepto práctico de voca- llar su propia personalidad y seguir. _el impulso na~~ral que lo
lleva al amor humano y a la fundac1on de una fam1ha. La tran-
ción. Hablamos de vocación cuando una persona percibe seña-
quilidad interior, la paz y la alegría serán las .señales ?e que de
les claras (pensamiemos, motivaciones y atractivos interiores))
esa manera está cumpliendo la voluntad de Dios.
que la impulsan a la elección concreta de un e~tado de vida: De
Para que esta disposición no sea .una mera. pas~vidad y
suyo, este concepw se aplica tanto a la vida laica! y al matnmo-
mucho menos una negligencia, hay que intentar construtr la pro-
nio como a la vida consagrada y sacerdotal. Pero hay que adver-
pia vida sobre unas motivaciones cristianas, determinando s~
tir que la elección de la vida laica! se ve sostenida por. ~nos
polo unificador de tal manera que no se _la sufra como un ~estt-
impulsos naturales y ambientales que a menudo .la fac1li~an,
no, sino que se la considere en sus relaciones de .ª1?-ºr a D~os y
mientras que la elección de la vida consagrada requiere ?1ot1va-
al prójimo. Toda vida cristiana tiene que- ser serv1c10 de Dios y
dones má5 profundas y más maduras, frente a las renuncias que
del prójimo, y responder así a la invitación evangélica de com-
impone.
Por otro lado, no es raro el caso de una vida conyugal que promiso y de disponibilidad. .
no ha sido objeto de una opción vocacional. Los esposos debe-
•Es cierto, hermanos, que habéis sido llamados a la liber-
rán tomar conciencia del hecho de que el matrimonio es una ver-
tad. Pero no toméis la libertad como pretexto para vuestros
dadera voe.1.ción cristiana. Por consiguiente. aun cuando la deci-
propósitos desordenados; antes bien, haceos esclavos los unos
sión no haya sido determinada originalmente por la conciencia
de los otros por amor. Pues toda la ley se cumple, si se cum-
de una vocación sobrenatural. intentarán vivir el amor humano
ple este precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, (Gal
como una vocación divina, es decir, en la caridad, haciendo que
5, 13-14).
el amor oblativo prevalezca sobre el instinto posesívo y egocén-
bico, sin olvidar que la fecundidad de la vida conyugal_ es una
De suyo, esta voluntad de vivir plenamente el ev~n?~lio no
participación en la comunicación de la vida por p~rte de Oios. ~
implica una opción precisa; pero, sin cerra~ otras pos1b1hdades,
voc.1ción a la vid<!. familiar, por consiguiente, implica el conveno-
es una actitud de espera positiva que penrnte a cada uno desa-

51
rrollar y explotar sus propios talentos disponiéndose a cualquier l'spiritual, sino con frecuencia de una infidelidad a un compro-
acontecimiento. rniso solemne -sacerdocio, vida religiosa-, del que la comuni-
Por lo que se refiere a la vocación a la vida consagrada, el dad puede y tiene que juzgar según criterios objetivos).
discurso se hace más delicado y se le puede presentar de la De las consideraciones precedentes se derivan algunas con-
manera siguiente: ,secuencias espirituales. Para corresponder al designio de Dios
sobre si mismo, el cristiano tiene que preguntarse cuál es su
- en un primer tiempo se hace sentir un atractivo por la vida vocación personal; efectivamente. es1a vocación constituye un
consagrada, religiosa o sacerdotal, y este atractivo secreto modo personal de llevar a cabo la vocación que todos tienen a
lleva al joven a considerar otro modo de vida inauténtico para la salvación y a la santidad.
él. En este primer momento, que puede interesar incluso a los Por tr:a1arse del cumplimiento de la voluntad amorosa del
más jóvenes, hay que valorar bien el elemento negativo de la Creador, la realización de la vocación tiene que llevar a una vida
renuncia a la vida conyugal; en efecto, éste puede ser el con- más plena y engendrar por consiguiente un clima afec""t.ívo positi-
tragolpe normal al atractivo de la castidad perfecta, o bien vo. que representa siempre el signo más claro de la rectitud de
una reacción de defensa. Se encontrará .un primer criterio de la opción vocacional.
valoración en el juicio emitido respecto a la vida conyugal: un En la búsqueda y en la aceptación de la propia vocación, el
desprecio teórico y global es el signo de una reacción de cristiano ve comprometida su lihertad en una vinculación con la
defensa; y al revés, el aprecio de la misma, unida a la genero- lglesía, representada por el guía espiritual o por la jerarquía;
sidad de la renuncia, es un signo muy positivo; efectivamenle, la vocación no es .sólo una realidad que atañe al
- en el segundo tiempo, que corresponde al compromiso pro- individuo, sino que lleva consigo una misión en la Iglesia.
gresivo por la vida consagrada, se advierte de ordinario una
sucesión de movimientos afectivos de sentido contrario. Este En las revistas Voca/.ions, Seminarium, Rogare e71;0 (para la
periodo debe servir para que surja la inclinación de fondo del pastoral de las vocaciones) se encuentran muchos articulas
sujeto, que le permitirá orientar las fuerzas afectivas hacia la que tratan Je\ problema del discernimiento y de la formación
realización de su vocación. Desde el punto de vista práctico de las vocaciones.
es éste el momento decisivo: o se consigue orientar la afecti- BERNARD Ch. A. Le projet spirituel, o.e., c. 3: Vqcation,
vidad en dirección hacia la vocación, y la persona se realiza; pp.105-128.
o no se consigue, y la elección de vida sigue siendo incierta ID., Formation a la vie consacrée, P. U. G.,Roma 1973, 125- •
(un fenómeno bastante difundido en nuestra época). Esta 136.
orientación de la afectividad excluye violencias y tensiones ID., L-aiuto spirituale persona/e, Rogate, Roma 31985.
excesivas, así como intervenciones externas frecuentes; en FRAINE G. J. DE, Vocazíone ed elezione nella Bibbia, Ed.,
efecto, tiene que proceder del impulso interior hacia la seque- Paoline, Roma 1968. _
la Christi y hacia el servicio a Dios y a la Iglesia; DELABROYE, Vocations religieuses. Itinéraires, Centurion,
- un vez transcurrido este periodo de prueba que se prolonga Paris 1964.
durante varios años, llega (tercer tiempo) el momento de la VARIOS, La vocazione, Pavero, Vicenza 1972.
resolución firme y del compromiso definitivo, que sella el acuer- B10T-GALLIMARD, Guida medica delle vocazioni, Vita e Pen-
do mutuo entre el aspirante y la autoridad eclesiástica. Por parte siero, Milano 1949.
del que emite los votos definitivos o recibe el sacerdocio, este R.!VA A., Sulla psicodinamica della vocazione religiosa, Vita
compromiso recibe la forma de una opción libre; la vocación e Pensiero, Milano 1969.
significa entonces el compromiso de una persona libre, ilumina- HosnE R., 11 discemimento delle vocazioni, Borla, Torino
da teórica y concretamente sobre las exigencias de la opción 1964.
que hace; es una respuesta plena a la llamada previa de Dios. GouvERNAIRE J., Qu -est-ce done qu -une vocation?: Christus
48 (1965) 540-553.
(Por lo que se refiere al abandono de la vocación~ que •= RuLLA L. M., Psicología profunda y vocación: l. Las perso-
considerar que no se trata solamente de un cambio en la vida nas; II. Las instituciones, Atenas, Madrid '1986 y 1985.

52 53
ID., Strnttura psicología e vocazione. Motivazioni di entra- ciosos como la danza y la mus1ca. Pero a los grandes profetas
ta e diabbandono, Marietti, Torino 1977, esta agitación les pareció siempre sospechosa. Ellos reconocen
Vocación, en NDE, 1418-1424, con bibliografía. la acción de Dios a través de }a palabra que se les dirige y de la
presencia serena del Espíritu en su corazón, una presencia que
Sobre la vocación profética: suelen comparar con la éle la unción penetrante y duradera. Por
HELEWA G., L 'esperienza di Dio, en La Mística I, 118-148. eso mismo se dirá, por ejemplo, que el mensajero de la buena
FAVALLE A.,(en colaboración), Vocación común y vocacio- nueva está ungido por el Espíritu:
nes especificas, Atenas, Madrid 1984
BALTHASAR H. U. voN, Gli stati di vita del cristiano, Jaca •El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me
Book, Milano 1985, 3a parte: La chiamata: l'essenza, l'avveni- ha ungido. Me ha enviado para dar la buena nueva a los
mento, pp. 392-442. pobres, para curar los corazones desgarrados• (Is 61, 1).
RULLA L. M., Antropología de la vocación cristiana: I. Bases
interdisciplinares, Atenas 1990. Cuando se llegue a los tiempos de la efusión universal del
LuZARRAGA J., Espiritualidad bíblica de la vocación, Ed. Espíritu, volveremos a encontramos con la impetuosidad de los
Paulinas, Madrid 1984. antiguos profetas, así como con su unción silenciosa pero eficaz.
A la primera fonna se refiere el pasaje de Joel 3, 1-2, que se cita
b. La presencia del Espíritu Santo. en Hechos 2, 17-18:
Llamado por Dios a cumplir su voluntad y a realizar de este •En los últimos días, dice Dios, derramaré mi Espíritu
modo su propia vocación, el cristiano parece situarse en un pri- sobre todo hombre y profetizarán vuestros hijos y vuestras
mer momento como interlocutor de Dios. Pero en realidad su hijas, vuestros jóvenes tendrán visiones y vuestros ancianos
situación respecto a Dios es más compleja y misteriosa; en efec- sueños; sobre mis siervos y mis siervas derramaré mi Espíritu
10, hay que considerar que la conciencia espiritual cristiana esta en aquellos días, y profetizarán•.
caracterizada por la presencia en su interior del Espíritu Santo,
persona divina que la inspira y la fecunda. A la manera más discreta de la unión aluden lo~ escritores
Nos encontramos frente a una situación singular: por una del Nuevo Testamento:
parte la conciencia espiritual se mueve y se determina libremen-
te en función de una revelación objetiva contenida en la sagrada ,En cuanto a vosotros, el Espíritu que habéis recibido de
Escritura y manifestada definitivamente en el acontecimiento él permanece en vosotros y no tenéis necesidad de que nadie
Cristo; por otra, el Espíritu Santo, sin lesionar la libertad huma- os enseñe• (1 Jn 2, 27).
na, actúa en la conciencia por medio de inspiraciones y de
mociones afectivas. ¿Con qué otra finalidad, sino con la de santi- Esta palabra de san Juah hace eco a la de san Pablo:
ficar al hombre para que cumpla el designio divino? Todo esto
lo hace posible el hecho de que el Espíritu pertenece totalmente ,(Vosotros) habéis recibido un Espíritu que os hace hijos
a la esfera divina y es por tanto capaz no sólo de conocer la adoptivos y os permite clamar: "¡Abba!", es decir, "¡Padre!".
voluntad del Padre sino también de obrar en el corazón del Ese mismo Espíritu se une al nuestro para dar testimonio de
hombre. que somos hijos de Dios" (Rom 8, 15-16).
Si consideramos con atención el desarrollo del sentido del
Espíritu de Dios en el Antiguo Testamento, nos damos cuenta de El Espíritu Santo es nuestro maestro y nos da testimonio
que él no se manifestó inmediatamente como interioridad. Al del Padre. Para comprender cómo se lleva a cabo esta fun-
principio se aparecía como una fuerza desbordante que caía ción del Espíritu, hay que referirse al misterio de la tercera
sobre los profetas y los héroes. El profetismo antiguo se compla- Persona de la Trinidad. El Espíritu nos revela el pensamiento
cía en abandonarse a las manifestadones tumultuosas déN3spjri- del Padre porque es interior a Dios mismo y conoce sus secretos.
tu, sin vadlar a la hora de acentuarlas con procedimientos artifi- Deseando expresar esta interioridad, san Pablo propone como
54 55
punto de referencia la interioridad de la conciencia a sí
misma: tido preciso y nos impulsa hacia delante, hacia una participación
más vital y más profunda en el misterio de Cristo.
,Pues ¿quién conoce lo íntimo del hombre a no ser el De esta participación en la verdad de Cristo se sigue la
mismo espíritu del hombre que está en él? Del mismo modo segunda forma de la intervención del Espíritu en nuestra vida:
sólo el Espíritu de Dios conoce las cosas de Dios• (1 Cor 2, 11).' conducirnos al descubrimiento y a la realiz;ición de nuestra
vocación personal. Insertando la verdad espiritual en nuestra
Interior a nuestro corazón, interior a Dios, el Espíritu Santo vida, el Espíritu Santo hace que se la perciba como una verdad
está siempre obrando para conducimos a la realización plena de dinámica que hay que poner en actuación para corresponder a
la voluntad del Padre sobre nosotros y ayudamos a responder a la voluntad del Padre. Y es este dinamismo transformador el que
su designio de salvación y de amor. Por ser interior a nuestra permite la realización, en el tiempo, del pensamiento eterno del
conciencia, el Espíritu Santo tiene la función propia de llevar a Padre sobre nosotros ..
su cumplimi~nto el designio de salvación y de santificación, o Jo En esto consiste el concepto más profundo de vocación per-
que es lo rn1smo-desde el punto de vi.~ta del cristiano-, la de sonal: configuración en el tiempo, realizada por medio del Espí-
conducirlo a la realización de su vocación personal. ritu, de nuestra existencia ideal tal como la concibe Dios desde
. <:amo veremos mejor a continuación, la vocación personal toda la eternidad. Efectivamente, el Espíritu, conociendo los
d1bu1a para cada uno de nosotros una figura particular de la imi- secretos del Padre, actúa como Espíritu santificador y plasma
tación de Cristo. Por ser también el Espíritu de Cristo, el Espíritu nuestra vocación según la realidad eterna escondida en el cora-
Santo es el artífice principal de nuestro esfuerzo de conforma- zón del Padre.
ción con Cristo. Él reconcilia por tanto el aspecto universal de la
llamada a la santidad con el aspecto personal de su realización
concreta:

•Por tanto, ya no sois extraníeros o advenedizos, sino con-


ciudadanos dentro del pueblo de Dios; sois familia de Dios,
estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas,
y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular, en quien todo el
edificio, bien tarbado, va credendo hasta formar un templo
consagrado al Señor, y en quien también vosotros vais for-

-
mando conjuntamente parte de la construcción, hasta llegar a
ser, por medio del Espírin1, morada de Dios• (Ef 2, 19-22).

la primera forma de la intervención del Espíritu en nuestra


vida espiritual es la de introducirnos en la verdad total de Cristo.
Por medio del evangelio, Cristo ha revelado a la Iglesia y a
todos nosotros el sentido auténtico de la vida del hombre; pero
cada uno de nosotros tiene que insertar este sentido en la con-
creción de su propia vida. Y he aquí que el Espíritu Santo, sin
traemos una nueva revelación, hace viva la revelación de Cristo,
es decir, hace que se convierta en un germen que va creciendo
Y produciendo frutos de luz ,r de santidad. De esta manera.
cuando el Espíritu Santo recue¡da en nuestra vida e~piritual un~
p~labra de Cristo, esa palabra ilumina indu:so aquellos aconteci-
mientos de nuestra exislenda que parecían no tener ningún sen-

56
57
CAPÍTULO II

ESPIRITIJALIDAD Y TEOLOGIA

En el capírulo anterior hemos intentado exponer el concepto


de vida espiritual; después de un primer estudio basado en la
tradición histórica, hemos señalado los aspectos estrictamente
cristianos. En particular, hemos visto que eran constitulivas de la
realidad cristiana ciertas nociones como las de diálogo con Dios,
alianza, vocación personal ... ; por eso tenían que ser estudiadas
específicamente en la teología espiritual.
Pero esta claro que estas nociones pertenecen también a la
teología dogm.árica y que, para Ueg.u a una verdadera compren-
sión de la teología espiritual, hay que tener en cuev.ta todo el
conjunto de la teología dogmática, que se encarga de explicitar
las condiciones de la vida cristiana, su relación .con Cristo, la
acción del Espíritu Santo, la naturaleza de las virtudes teologa-
les: todos esos aspectos con los que ya nos hemos encontrado
en las páginas anteriores.
Se trata ahora de afrontar el problerpa de las relaciones que
necesariamente se dan entre la teología espiritual y las otras dis-
ciplinas teológicas. Lo mismo que hicimos cuando se trataba de
definir la vida espiritual, rnmbién ahora empezaremos con una
investigación histórica sobre el desarrollo de las relaciones entre
la1> diversas r.amas de la •sacra doctrina•. De esta manera se verá
con claridad cómo se fue dando el paso de la unidad primitiva a
la diferenciación actual.

l. PANORAMA HISTÓRICO

Si volvemos a la fuente de toda reflexión teológica, es decir


a la sagrada Escritura, nos damos cuenta enseguida de que el
mensaje de la revelación en su unidad comprende un aspecto

59
doctrinal. que habla de Dios y de su designio de salvación, y un Bajo este aspecto hay que hacer una referencia especial a
aspecto práctico. que es definido por la ley y que incluye todas dos grandes autores espirituales. cuya influencia se dejó sentir
las exhortaciones parenéticas contenidas en el Antiguo y en el durante toda la Edad Media: Orígene.s y Gregorio Niseno. Sus
Nuevo Testamento. comentarios al Cantar <le los cantares, en particular, dieron
El discurso práctico. a su vez. presenta dos aspectos vincula- forma a toda una corriente espiritual que se prolonga hasta
dos entre sí, pero diversos. En efecto. contiene tanto las leyes, nuestros días. Es lícito reconocer en estas reflexiones el comien-
los mandamienws y las prescripciones de codo tipo que infor- zo de una teología espiritual no sistemática.
man la rnnduc!a del creyente en su cualidad de miembro del La alta Edad Media sigue en gran parte la tradición patrísti-
Pueblo de Dios, como otros textos que describen la vida de fe y ca. Pero en muc:-hos tratados de la teología monástica aparecen
exhortan a un compromiso personal (pensamos en los salmos, y.1 algunas disquisiciones que insisten en el proceso gradual de
en los que se expresa en clave paradigmática la ornción del cre- la vid:¼ espiritual (los grados de caridad de Ricardo de san Víc-
yente, y en las figuras heroicas siempre ejemplares), lur; los grados de humildad de s:tn Bern.,irdo). Estos 1ratados,
Tampoco fa!tan los libros que pertenecen a un género lirera- que a menudo recogen y amplían los esbozos de los fundadores
rio muy parecido al de nuestros textos de espiritualidad. En pri- de la vida monástica (san Basilio, san Benito, Casiano, etc,). for-
mer lugar, los libros sapienciales: éstos no sólo exhonan a la man parte sin duda alguna del tesoro de la literatura que sole-
conquista de la .sabiduría, sino que describen sus condiciones y mos calificar de "espiritual". A ellos hay que añadir codos los tes-
sus etapas sucesivas: entre ellos destaca el Cantar de los canta- timonios de vida espiritual profunda que podemos recabar de
res. que describe la unión con Dios ha¡o la forma de la relación las reglas religiosas, de las ensefíanzas de vida espiritual y de las
amorosa entre el hombre y la rnu¡er: tampoco hay que olvidar el hiograffas.
libro de Job, que nos presenta una larga y dramática meditación A finales del siglo XII y durante todo el siglo XIII el discurso
sobre la relación que !'ie da enue el sufrimiento y el pecado. Más teológico tiende a asumir una forma científica que lo aleja cada
tarde, en el Nuevo Testamento, las cartas de san Pablo, de san vez más de la teología concebida como comentario a la sacra
Pedro y de Santiago contienen no pocos pasajes en los que se pagina y lo acerca a la invesrigación filosófica. De.~de este
describe una experiencia cristiana rica y diversificada. San Pablo, momento se empieza ya a distinguir entre comentarios exegéti-
en particular, no vacila en hablar de su experiencia espiritual cos, por una parte. y cuestiones disputadas o sumas teológicas,
personal. por otra (aunque luego el mismo teólogo, por ejemplo santo
Basándose en la sagrada Escritura, los Padres de la Iglesia Tomás, tenía lecciones de exé~csis y de teología).
desarrollaron siempre en sus comentarios los diversos aspec- ¿Qué diferencia existe entre la lección del maestro en teolo-
tos de la vida cristiana; su reflexión teológica ponía de mani- gía y la conferencia del monje? El teólogo se esfuerza en deter-
fiesto no sólo los aspectos doctrinales que con frecuencia les minar el contenido objetivo del texto sagrado llegando pronto, a
obligaba la polernica a disrntir, sino cambién los aspectos través de las diversas cuestiones, auna dencia que tiende a eli-
morales y espirituales. Su metodo consiste prindpalmcme en minar por completo el coeficiente afectivo y personal del testi-
seguir el texto de la sagrada Escrüura. procurando señalar los monio. La Palabra de Dios es tratada de modo objetivo; por con-
diversos niveles de comprensión que corresponden a los siguiente, la lección magistral carece de interioridad personal.
diversos senlidos de la Escritura: además del sentido literal e Mientras que los monjes se dedican a la meditación de la sagra-
histórico, los Padres desarrollan un sentido típico (cercano al da Escritura y proponen una interpretación de la misma que
sentido doctrinal), un sentido anagógico (que intenta elevar la lk•ve a saborearla interiormente, los maestros elaboran una cien-
mente hacia la vida eterna), un sentido moral y un sentido da objetiva en relación con las otras ciencias y en primer lugar
místico. Basado en el dato de fe de que la vida cristiana es la l'On la filosofía.
realización anticipada de la vida eterna, este sentido místico, La búsqueda de una cientificidad cada vez más precisa lleva
tal como lo ha desarrollado la exégesis patrística, se presta muy pronto a distinguir varios campos en la teología. Aunque
maravillosamente a ciertas descripciones que hoy constituyen la~ sumas teológicas presentan d conjunto de la reflexión teoló-
la materia de la teología espiritual, es decir, el progreso del gka, las necesidades didácticas introducen varias subdivisiones
alma y la vida de oración. - s,~¡.:ún los tratados y, consiguientemente, según los grandes

60 61
temas que acabarán, con el tiempo, determinando las diversas na, la vida espiritual reivindica cada vez más decididamente su
disciplinas teológicas. propia autonomía y ·se refugia en el campo de la vida interior.
Por lo que se refiere a las especializaciones teológicas, con- La vida de oración y la vida de piedad se alejan de la reflexión
viene que hagamos ahora una observación que nos permitirá teológica, llegando incl_uso a oponerse a ella. Con la corriente
comprender mejor el pensamiento de los teólogos medievales. espiritual de la devotio moderna, que tiene en La imitación de
Para nosotros, todo discurso científico vale por sí mismo y no se Cristo su emanación más genuina, la vida interior se convierte
ve afectado por el estado subjetivo de aquel que estudia una en el tema casi exclusivo de la reflexión espiritual. Lo que
ciencia determinada o escribe sobre ella. Para los grandes auto- importa es el diálogo íntimo que se establece con Jesús en el
res escolásticos, por el contrario, la teología era considerada secreto de la oración y de la comunión eucarística.
como un ejercicio personal del "intellectus fidei" y no se aparta- En la edad moderna, paralelamente a este compromiso de
ba de la vida espiritual. Éste es el sentido en que hay que enten- vida interior, la conciencia individual, bajo el influjo de la refor-
der, por ejemplo, la siguiente afirmación de san Buenaventura: ma protestante y más tarde bajo el de la filosofía cartesiana, rei-
vindica con energía sus propios derechos. De aquí se sigue cier-
,La ciencia teológica es un "habitus" [es decir, una dispo- to despego de la vida interior y espiritual respecto a la vida reli-
sición subjetiva] afectiva, entre lo especulativo y lo práctico, giosa comunitaria y, por tanto, cierto individualismo que los
que tiene como finalidad tanto la contemplación como, sobre grandes maestros del siglo de oro español aceptarán como pre-
todo, el progreso personal (ut bonifiamus) [. ..] ; y este "habi- misa para sus grandes tratados de espiritualidad.
tus" se llama sabiduría, la cual significa al mismo tiempo En estas obras la atención se dirige sobre todo a las condi-
conocimiento y amor•(/ Sent. Proemii, q. 3). ciones psicológicas de la vida interior y en particular de la vida
de oración. Es muy probable que estos maestros hayan gozado
Enseguida se comprende hasta qué punto se distingue esta de una claridad de conciencia excepcional; resulta difícil conce-
teología de nuestro estudio escolar, ¡para el que algunos ni bir que puedan superarse las descripciones de santa Teresa de
siquiera exigen que haya fe! Avila o las reglas de discernimiento de espíritus de san Ignacio,
Sea cual fuere el modo con que la entendían y la vivían los y mucho menos la doctrina de san Juan de la Cruz, en quien se
grandes teólogos, la teología se ha presentado cada vez más conjuga una gran profundidad contemplativa con una rigurosa
como una ciencia objetiva accesible a todos. La distinción que precisión psicológica.
admitía san Buenaventura desde el punto de vista del ejercicio La situación presente. Nosotros somos los herederos de la
de la reflexión teológica, se convierte entonces en distinción situación que llegó a crearse a través de esta larga y laboriosa
objetiva: la teología, distinta de la exégesis, se subdivide poste- historia de la espiritualidad. Por una parte, las disciplinas teoló-
riormente en teología especulativa o dogmática, teología práctica gicas han adquirido un carácter técnico-científico cada vez más
o moral y teología afectiva o espiritual. marcado. No sólo nos las tenemos que ver con las subdivisiones
A esta última le correspondía un terreno cuya originalidad fundamentales de la teología que ya hemos mencionado; dentro
todos reconocían, a saber, el campo de la contemplación místi- de ellas se multiplican las especializaciones que se derivan de la
ca. El famoso opúsculo de Dionisia Areopagita titulado De theo- complejidad de la cultura científica: en el terreno dogmático se
logia mystica, escrito en el siglo VI en los ambientes helenistas plantean nuevos problemas históricos y hermenéuticos, así
de Siria, habría de ejercer una influencia incalculable tanto en la como especulativos; en el terreno moral hemos de hacer frente
teología occidental, como (precedido por Evagrio Póntico) en la a la aparición de problemas categoriales siempre nuevos. Por
oriental. Y está claro que el problema de la mística sigue siendo otra parte, con la acentuación de su propio carácter psicológico,
el terreno indiscutible de la teología espiritual, ya que el místico la teología espiritual se va haciendo cada vez más dependiente
apela directamente a su propia experiencia de Dios, que él de los progresos de las investigaciones psicológicas; incluso los
conoce de forma pasiva. La mística no puede ser objeto de métodos de oración se refieren de buen grado a unas disciplinas
deducción; es necesariamente experiencia. psicológicas nacidas en otros contextos espirituales.
Frente a la constitución de las diversas disciplinas teológicas Además, siguiendo la evolución de la mentalidad científica,
y su carácter cada vez más abstracto y alejado de la vida ~ - ésta busca un rigor cada vez mayor en la determinación de los

62 63
valores y de los campos de investigación que le son propios. La cuadro cultural en· que vive. Por eso una teología particular no
teología espiritual se ve impulsada a estas matizaciones incluso tiene que considerarse nunca como normativa de manera absqluta.
por las necesidades didácticas que le propone la autoridad ecle-
siástica. 1. De la dogmática a la espiritualidad
Sobre este punto nos permitimos remitir al lector al estu-
dio de G. Mrnou, Teología espiritual, en NDE, 1349-1358; no De todo lo dicho en el capítulo I sobre las fuentes de la
creemos que haya mucho que cambiar o que añadir a lo que revelación que se refieren a la vida espiritual y de lo que dire-
allí se dice. nms en el capítulo IV sobre la comunkación de la vida divina,
l'-~ fácil comprender cómo necesariamente la espiritualidad ha de
II. ESPIRITUALIDAD Y DOGMÁTICA acudir a la ·doctrina común de la Iglesia 9ara fundamentar sus
propios principios de comprensión de la vida cristiana; por lo
La relación de dependencia de la espiritualidad respecto a la dl·más, todos los católicos están de acuerdo en el hecho de que
dogmática es algo que casi siempre se da por descontado y que la teología espiritual se subordina a la doctrina eclesial. Según la
incluso se acentúa unilateralmente; por eso, aquí intentaremos expresión que es ya de uso común, lo indicativo de la doctrina
más bien resaltar la relación de diferenciación y de complemen- r!c'velada es nonna para el imperativo de la teología moral y fun-
tariedad entre ellas. damento de la experiencia espiritual.
Históricamente la vida espiritual, por ejemplo en donde ha Si luego, más en concreto, consideramos que la vída espiri-
dado origen a una escuela de espiritualidad, no depende nunca tual parte de la decisión de actuar plenamente la gracia bautis-
de una teología preexistente ni se presenta esquematizada en un mal, des<:ubrimos que la teología espiritual se reinserta por un
sistema teológico. Más aún, no es raro ver que una espirituali- nuevo motivo en la dogmática, que es la que nos dice precisa-
dad nace como reacción frente a una mentalidad teológica pre- mente que la comunicación de la vida. cristiana se lleva a cabo a
dominante. Así la devotio moderna reaccionaba contra una teo- 1ravés de los sacramentos y produce una inserción en la Iglesia.
logía nominalista y demasiado abstracta: la Imitación de Cristo Decimos en general que los fundamentos de la vida sobrenatu-
desconfiaba de las construcciones y de las discusiones teológi- ral, o sea la vida de gracia y las virtudes que la acompañan (este
cas; más cerca de nosotros, santa Teresa de Lisieux recomenda- tema se estudiará en el capítulo V) se describen en la doctrina
ba un retorno al Evangelio y a la sagrada Escritura, cosa que en <le la Iglesia basada en la sagrada Escritura, y que es precisa-
aquel periodo no era ni mucho menos común; en nuestros días, mente esta doctrina la que nos ofrece las bases de la teologfa
finalmente, el movimiento carismático debe muy poco a las dogmática.
especulaciones teológicas, a las que por su parte les cuesta no Pero hay que hacer una advertencia: en la medida en que
·poco trabajo justificarlo. · una teología particular se propone poner de relieve los aspectos
Si la experiencia espiritual precede a la reflexión teológica, :rntropológicos y experienciales_esta teología se aproxima nece-
¿por qué la teología espiritual no debería tener en cuenta esta sariamente a la teología espiritual, Hoy la teología se esfuerza en
relativa independencia? Una independencia, ciertamente, que no llegar hasta el sentido existencial, vital, experiencia!; por e:.o, en
es nunca total, pero que no por eso hay que olvidar. vez de decir que la espiritualidad depende de la dogmática,
Para encuadrar bien el problema, conviene distinguir con sería más justo reconocer que la teología se inspira en la espiri-
cuidado la doctrina común de la Iglesia, tal como se expresa en 1Ualidad. (Pero entonces e! teólogo dehería ser más cauto al
la sagrada Escritura y en la Tradición, de los sistemas teológicos hacer ciertas afirmaciones: sj, por ejemplo, destaca el significado
particulares. simbólico espiritual de la virginidad de María, no debería sacar
Una teología particular no es la teología. El teólogo (santo luego de allí que no se trata de un h,:,.;ho real-dogmático).
Tomás, san Buenaventura, Suárez, K Rahner, K. Barth) es autor de De todas formas queda en pie otro problema. Es verdad que
una reflexión sistemática que sigue siendo limitada: refleja las con- la reflexión teológica ha elaborado unas nociones y unos esque-
diciones históricas en que actúa el teólogo, así como la experien- mas que ayudan a penetrar en el sentido del misterio de la fe: la
cia personal del mismo; la riqueza y la validez de una teología par- teología trinitaria gira en torno a las nociones de naturaleza. per-
ticular dependen del compromiso del teólogo, de su santidad, del sona, economía, misiones, igualdad de las Personas, atribuciones
64 ----- 65
1

etc.; la teología del Verbo encamado estudia la relación entre el necesariamente sucesivas y parciales. La fe no es sólo ni princi-
misterio de la encarnación y el misterio de la redención, etc. palmente un acto del entendimiento que toma conciencia de un
Pero la experiencia espiritual por -su parte, ¿sigue realmente contenido objetivo; es un don de Dios, un don vital gracias al
estos esquemas o nociones? ¿o se desarrolla más bien siguiendo cual el hombre se adhiere a la totalidad del Misterio y a Dios
su propia lógica? ¿o quizás, mejor, siguiendo su libre espontanei- como fuente de la revelación:
dad?
•En consecuencia, puédese considerar de dos modos el
2. La originalidad de la experiencia espiritual objeto de la fe: uno, por parte del objeto creído, y entonces es
algo incomplejo, es decir, la cosa misma que se cree. Otro
Para resolver estos problemas hay que precisar cómo capta modo es por parte del creyente, y bajo este aspecto el objeto
la experiencia espiritual la substancia del misterio de la fe. Inte- de la fe es algo complejo en forma de enunciado [.. .l. Mas el
rroguemos brevemente, en este sentido, a la historia de la espiri- acto de creer no termina en el enunciado, sino en la cosa, ya
tualidad. que no formamos enunciados sino para alcanzar conocimiento
de las cosas; como así ocurre en la ciencia y lo mismo en la
a. El primer aspecto que impresiona al observador es que la fe• (SANTO TOMAS, s. 7b. 11-11, q.l, a. 2: BAC VII, 95-96).
,~ percepción espiritual es siempre parcial. En efecto, sobre el
· fondo de la totalidad del misterio, según las diversas épocas y c. El lenguaje espiritual, por consiguiente, se apoya normal-
personas, se destaca uno u otro aspecto: en los Padres encontra- mente en el lenguaje de la fe. Lo mismo que éste, frente a la
mos el tema fundamental de la imagen y semejanza de Dios, revelación, ha elaborado unas proposiciones que se consideran
mientras que en la Edad Media la contemplación de la humani- centrales y en relación orgánica entre sí, también la persona que
dad de Cristo goza de un privilegio casi universal; se pasará siente intensamente un misterio particular (la eucaristía, o la per-
luego a la contemplación del C0razón de Jesús y a los temas de sona de Maña, etc.) se esfuerza en explorar su riqueza y en con-
la reparación; hoy es difícil .que una homilía no toque la tecla densarla en unas expresiones más esenciales. Al estar vinculado
del compromiso concreto de caridad o que no hable del tema a la totalidad del Misterio de la fe, el misterio particular_ se con-
de los carismas, etc. vierte en un centro de perspectiva para la percepción del Miste-
Sin embargo, este aspecto fragmentario de la contemplación rio total; además, en cuanto que se le ve desde un ángulo subje-
no es signo de infidelidad o de falsedad, ya que los diversos tivo, suscita unas actitudes espirituales que condensan el conjun-
aspectos del misterio se implican mutuamente y constituyen un to de la via ética. Nace así una devoción, es decir, una configu-
todo indisoluble. Aquel que por medio de la fe viva capta un ración personal de la vida espiritual.
aspecto particular del Misterio, entra en contacto con el Misterio
entero y se adhiere a Dios, fuente única del designio de la salva- d. Observemos finalmente un hecho d~ experiencia común:
ción. Encuadramos mejor, entonces, un fenómeno característico la asimilación del Misterio de la fe es siempre progresiva. Aun-
de la vida cristiana: la formación de varias devociones (al Cora- que la raíz y la substancia de la vida espiritual, esto es, la partici-
zón de Jesús, a la Virgen, al Amor misericordioso, a la divina pación de la vida divina en Cristo, sea la misma para todos, la
Providencia, etc.), que, a partir de un aspecto particular, dan evolución de la vida espiritual no tiene que juzgarse por su fun-
lugar a varias configuraciones espirituales más o menos orgáni- damento ontológico, sino más bien por el ejercicio de las virtu-
cas y personales. des teologales y sobre todo de la caridad. Pues bien, esta reali-
zación depende precisamente de la libertad humana, no sólo en
b. La justificación profunda de esta posibilidad, es decir, de cuanto a la cooperación más o menos perfecta con la gracia de
que una visión sea parcial y al mismo tiempo auténtica, la Dios, sino también en cuanto a los pecados que destruyen o
encontramos en el hecho de que la experiencia cristiana está retrasan el progreso. Así pues, una vez establecido el funda-
basada en la fe; pues bien, la fe no se detiene en la compren- mento y el fin, no por eso está ya determinada la vía y la inten-
sión de una proposición clara y bien delimitada, sino que abraza sidad de la vida personal. Aunque la unión con Dios se efectúe
la realidad a la que tiende, aun adhiriéndose a enunciaciones por medio de Cristo, en el Espíritu, el modo de adhesión está
66 67
determinado sólo globalmente. Además, son diversas las formas L·:1.suistica de los deberes y de las obligaciones relacionados con
(Gestalt, constellatíon) bajo las cuales Cristo se da a conocer y la observancia de los diversos mandamientos; en este contexto,
se convierte en objeto de imitación (la actividad apostólica, la la teología espiritual s~ proponía definir un camino de perfec-
oblación, la oración, la pobreza, la virginidad, etc.). Y también dón y señalaba sus instrumentos principales, como la vida
es diversa, en la experiencia trinitaria, la conciencia de la rela- s:icramental y la oración. Pero cuando, siguiendo a la escuela
ción que cada uno tiene con las Personas divinas. alemana de Sailer e Hirscher (la llamada escuela de Tubinga),
En resumen, si el fundamento ontológico de la vida cristia- los moralistas empezaron a insistir en el hecho de que la teolo-
na, objeto específico de la teología dogmática, es único, es muy Ría moral tiene que estudiar el ideal de la vida cristiana en su
variada la experiencia que el sujeto hace de ella y la conciencia totalidad y en conformidad con el ideal evangélico, resultó más
que tiene de ella; y en esto consiste precisamente la materia dificil señalar una frontera clara entre las dos disciplinas. El
específica de la teología espiritual. mísmo concilio Vaticano U hizo suya esta nueva perspectiva:

BALTHASAR H. U. voN, Tbeologie und Spiritualitiit: Gr SO •Las restantes disciplinas teológic-ds [distintas de la teología
0969) 571-589. dogmática] deben ser igualmente renovadas por medio de un
BERNARO CH. A., Le projet spirituel, o.e., 176-191. contacto más vivo con el misterio de Cristo y la historia de la
lo., Teologia spirituale, en Nuovo dizionario di teología. salvación. Téngase especial cuidado en perfeccionar la teología
Supplemento I , Ed. Paoline, Roma 1982, 2101-2114 (no figura moral, cuya exposición científica, nutrida con mayor intensidad
en la ed.española del Nuevo diccionario de teología, Cristian- por la doctrina de la sagrada facritura, deberá mostrar la exce-
dad, Madrid 1982). lenda de la vocación de los fieles en Cristo y su obligación de
Mo1ou G., Teología espiritual (con bibl.), en NDE, 1349- producir frutos en la caridad para la vida del mundo- (OT 16).
1358: se estudia el aspecto didáctico de la Teología espiritual,
tal como se deduce de las normas oficiales, y la colocación de Hablando en términos modernos, digamos que la teología
la misma en el conjunto de la formación teológica. moral no debe encerrarse en una perspectiva categorial (las
Sobre la evolución de la teología: diversas virtudes, los mandamientos específicos, etc.)," sino que
LUBAC H. DE, Esegesi medievale, Ed. Paoline, Roma 1971. dt'be ampliar su perspectiva hasta establecer los fundamentos
CHENU M.-D., La théologie au XI/e. siecle, Vrin, Paris 1957. transcendentales de la vida cristiana (la vocación a la santidad,
su realización mediante la unión con Cristo y la participación en
Sobre el problema de las devociones véase Dévotíons, en d Espíritu Santo, etc.). Se percibe inmediatamente que de esta
DSAM III, 747-768. manera la teología moral y la teología espiritual están muy cerqt
l;t una de la otra, -

m. TEOLOGÍA MORAL Y TEOLOGÍA ESPIRITUAL 1. Ninguna distinción desde el punto de vista del objeto ·

Los deberes y la perfección, los mandamientos y los conse-


Mientras que la diferencia entre la teología dogmática y la ;os: la teología moral tiene que tratar tanto de los fundamentos de
teología espiritual depende de la importancia decisiva que revis- b vida cristiana como del fin de ésta, a saber, la santidad del
te para esta última el concepto de experiencia, el criterio de hombre. La teología moral y la teología espiritual abrazan ambas
diferenciación entre la teología moral y la teología espiritual no LI vida humana en su totalidad: son partes o aspectos de la única
es tan claro; en efecto, las dos se refieren a la vida concreta y antropología sobrenatural que considern al hombre en su movi-
atienden al lado práctico de la existencia humana. miento hacia la plenitud de la vida divina. Lo mi.-,mo que la llama-
La evolución recierite de la teología moral acentúa la dificul- da de Dios a la santiJad, o plenirud de vida, es el fundamento
tad de proponer un criterio evidente. Esto era posible cuando, común tanto de la moralidad cranscendemal como de la vida espi-
como en los siglos pasados, muchos moralistas (a excepción de l"i1ual, así rambién todo acto del conocimiento espiritual supone
los seguidores de santo Tomás) reducían la teología moral ~ una detenninación libre y encierra por tanto un aspecto ético.

68 69
2. Difieren por el aspecto formal de su objeto y por el método. 3. El nexo intrínseco entre ambas disciplinas
Para captar la diferencia que hay entre estas dos disciplinas, La teología espiritual presupone necesariamente la teología
que tienen el mismo objeto material, hay que saber distinguir los moral, ya que el moviqliento hacia la plerlitud, para ser recto,
diversos puntos de vista en los que se sitúan para estudiar la implica la conformidad de la voluntad humana con la voluntad
acción del cristiano, orientada totalmente por el amor: el ordo de Dios. Tratándose de una condición sine qua non, la teología
caritatis y el commercium caritatis. En efecto, toda acción con- espiritual está subordinada a la teología moral. Esta última con-
creta tiene que respetar un cierto orden que procede del amor; duce al cristiano hasta la plena concreción de su vida cristiana y,
además, en la vida cristiana, toda acción se propone conducir a por tanto, hasta establecer con Dios aquel diálogo cuyas reglas
una unión más profunda con Dios mediante la conformación de ha de examinar la teología espiritual.
nuestra voluntad con la voluntad divina. En otras palabras, si la vida espiritual se considera en su
Es propio de la teología moral considerar en primer lugar la dimensión histórica, implica la estructura objetiva de la condi-
estructura de la acción y buscar las leyes que la regulan. Es ver- ción humana; y la estructura objetiva, a su vez, constituye el
dad que sopesa todas las circunstancias de esa acción, pero fundamento de la evolución personal.
siempre bajo un aspecto universal: ¿cómo debe actuar el médi-
co, el esposo? Por tanto, su método es racional, aunque se BERNARD Ch. A., Le projet spirituel, o.e., 149-156; 192-212.
ocupe de todas las determinaciones concretas: no se pasa nunca ID., Vie morale et croissance dans le Christ, P. U. G., Roma
del hecho al derecho. En teología moral la experiencia no es 1973, 11-77.
normativa: aunque todos mientan, de eso no se deduce que la EGENTER, Über das Verhaltnis von Moraltheologie und Asze-
mentira sea lícita; de manera semejante, en el orden de la casti- tik. Theologie in Geschichte und Gegenwart, Munich 1957, 21-
dad, de la consideración estadística no se sigue la licitud de los 42.
actos, sino solamente una valoración de las circunstancias con- FucHs, J. Moraltheologie und Dogmatik: Gr 50 (1969) 689-
cretas. 717.
La teología espiritual, por el contrario, considera ante todo la
evolución existencial de la vida cristiana, acercándose de esta
manera al arte. Las leyes que establece no fijan una.obligación, IV. LA APORTACIÓN POSITIVA
sino que son más bien reglas prácticas para iluminar el camino DE LA TEOLOGÍA ESPIRITUAL A LA TEOLOGÍA
espiritual de cada persona en cuanto que ésta es objeto de un
designio particular de Dios y establece un diálogo personal con
él. La teología espiritual, por ejemplo, no se detiene en la obliga- Por el hecho de introducir en la reflexión cristiana la riqueza
ción de orar, sino que estudia el modo y la evolución de la ora- de la experiencia vivida; la teologírespiritual no puede reducir-
ción; dada una vida matrimonial recta, la teología espiritual pro- se a una mera aplicación concreta de los principios de la teolo-
fundizará en la manera tomo pueden los esposos, en su estado, gía dogmática rli a una parte integrante de la teología moral. Por
ir creciendo hacia la plenitud de la vida cristiana. Por tanto,, su tanto, es lícito diseñar la aportación original que brinda a la
método no puede prescindir de la experiencia: ni de la de quie- ciencia teológica.
nes alcanzaron la plenitud, ni de la historia concreta de los que Negativamente, la experiencia espiritual no contribuye a
tienden a ella (a fin de delinear, por ejemplo, el modo y la medi- incrementar el contenido del saber teológico, aunque puede
da de la purificación), ni tampoco de la experiencia general de conducir a un desarrollo de ciertos conocimientos implícitos
donde se podrán sacar ciertas reglas de la acción divina en las (como ocurre con la doctrina mariana),
almas; pensemos, por ejemplo, en las reglas ignacianas del dis- Positivamente, la experiencia espiritual conduce a penetrar
cernimiento de espíritus o en la descripción normativa del itine- en la realidad del Misterio de la salvación, deduciendo de él un
rario del alma hacia la unión con Dios según san Juan de la cierto sabor interior. Esta penetración es el fruto de la connatu-
Cruz, o también en el desarrollo de la vida de oración. ralidad que se vive entre el alma que posee el Espíritu Santo y el
Misterio, que es misterio de amor.
70 71
En lo que se refiere a la conciencia ética, la vida espiritual CAPÍTULO III
da el sentido de la "moralidad transcendental", la cual supone
un impulso hacia la vida eterna, una vocación personal y una LA TEOLOGÍA ESPIRITUAL
presencia del Espíritu Santo. la idea de vida eterna y divina COMO DISCIPLINA CIENTÍFICA
desempeña la función de idea reguladora de la moralidad con-
creta (categorial). Esta misma función podría verificarse también
en relación con el conocimiento dogmático: el conocimiento
oscuro de Dios permite juzgar de los éonocimíentos particulares
y verificar .su coherencia con el conjunto del Misterio de la fe.
La experiencia espirilllal tiene además una función ordena-
dora: la penetración y la adhesión al Misterio de fe llevan a la
unificación del pensamiento teológico, no con una acumulación
de conocimientos particulares, sino con una integración de las
verdades parciales en una idea comprensiva y fecunda para la
vida espiritual: santa Catalina de Génova veía todo el Misterio
encerrado en el concepto de Amor. Estamos ahora en disposición de determinar con mayor pre-
Recíprocamente, el conocimiento espiritual requiere un cisión qué es la teología espiritual, en cuanto disciplina científi-
esfuerzo tanto de objetivación como de expresión. La leología ca.Ya hemos indicado su objeto material -la vida espiritual cris-
dogmática, tal como es presentada por la Iglesia, ofrece un tiana, de la que busca una cierta comprensión- y hemos señala-
marco expresivo común para poder juzgar y regular el conoci- do los aspectos que permiten distinguirla de la teología dogmáti-
miento espiritual. De lo contrario, se correría el riesgo de una ca y de la teología moral: la diferencia nace siempre de la consi-
percepción demasiado subjetiva del Misterio. deración de la experiencia vivida, contrapuesta al estudio tanto
Existe finalmente un terreno común: los conceptos de pasi- especulativo como práctico de sus condiciones objetivas.
vidad y actividad, de frutos sacramentales, de efectos de la gra- ¿Cuál es entonces su carácter específico? Después de una
cia, nacen directamente de la experiencia espiritual. Y hay olros consideración sobre el concepto mismo de ciencia, pasaremos a
conceptos, como las -virtudes teologales, los dones del Espíritu proponer nuestra definición de teología espirítual y analizare-
Santo o los sacramentos, que presuponen una investigación mos punto por punro sus diversos elementos ·
común.
Nota preliminar: la noción analógica de ciencia
CH. A. BERNARD, Vie spirituelle et connaissance théologique:
Gr 51 (1970) 225-244. Dado que el término "cierrcia" él"plicado a la teología y
también, por tanto, a la teología dogmática engendra no pocas
perplejidades, proponemos aquí una aproximación a la
noción de ciencia que distinga entre el objeto, el tipo de cer-
teza y el método.
Las cienc,ias exactas consideran un objeto propio (la mate-
mática estudia las figuras y los números en abstracto); tienen
un método propio, deductivo o experimental; alcanzan una
certeza comunicable, universal, cada una según su propio
aspecto (mediante los teoremas para la ciencia matemática, o
mediante las leyes fisicas para la física).
Las ciencias humanas (la rs;cología, la sociología, la histo-
ria ... ) tienen también su propio objeto: el hombre en las diver-
sas condiciones de vida; se sirven de métodos propios, bien
72 73
11

I. UNA DISCIPLINA TEOLÓGICA. ..


experimentales o bien positivos y racionales; alcanzan una
certeza particular que se expresa bajo la forma de leyes 0
Hay dos nociones de teología que se encuentran en la acti-
estadísticas o cualitativas, que dejan siempre a salvo la libertad
vidad teológica actual:. la tomista intenta establecer, a modo de
del individuo (para el individuo la ley no significa una necesi-
dad, sino que indica sólo una probabilidad).
deducción lógica, nuevas proposiciones científicas; la teología
La ciencia teológica lo considera todo en relación con
más moderna, por el contrario, considera el misterio de la salva-
Dios, principio y fin, y así "materialiter" lo incluye todo, espe-
ción en su unicidad y busca una inteligencia del mismo, estable-
cialmente en lo que se refiere al hombre libre. Se sirve de su
ciendo correlaciones entre los diversos aspectos del misterio
propio método, muy complejo: desde la autoridad de la Escri-
(por ejemplo -como hace G. Martelet en uno de sus libros--- rela-
tura y de la Tradición, de donde toma los principios de fe,
cionando la resurrección de Cristo con la eucaristía y con la
hasta los principios de la razón y de las otras ciencias, a fin de génesis de la humanidad).
obtener una certeza de tipo específico: de fe, cuando enuncia Pues bien, como hemos dicho, la teología espiritual presenta
un dogma, o de opinión racional cuando, gracias a la investi- un doble cará<.ter histórico: objetivamente, se basa en la actua-
gación racional, llega a una cierta inteligencia de las proposi-
ción de la alianza de Dios con el hombre; subjetivamente, tiene
ciones de fe. Otro tanto hay que decir de la metafísica, que
en cuenta la diversidad de las condiciones históricas y se desa-
busca una inteligencia de toda la realidad por medio de la rrolla en la unidad temporal de la existencia personal.
investigación racional, que no compona una verificación obje- Pero en la medida en que la vida espiritual no es una mera
tiva. manifestación inmanente de la conciencia religiosa, sino una
Si se la considera en alguna de sus realizaciones particula- participación transcendente de la vida divina comunicada libre-
res (en santo Tomás, en K. Rahner, etc.) la teología aparece mente, los principios de la teología espiritual se refieren a la
limitada en los resultados que alcanza (¡no lo explica todo!) y Revelación y a las elaboraciones teológicas que ata.nen a la vida
en el grado de certeza que corresponde a sus diversas propo- sobrenatural comunicada por Dios. Todos los católicos están de
siciones: •La fe y la ciencia pertenecen a dos órdenes diversos acuerdo en este punto: la teología espiritual es una palle de la
de conocimiento. En esto se revela además que la razón no •s.acra doctrina•. Efectivamente, trata de Dios, de cuya vida parti-
puede hacerlo todo por sí sola; es finita. Tiene que concretar- cipa el hombre, y del hombre que está en relación con Dios,
se en una multiplicidad de conocimientos particulares, se des- principio y fin de la vida sobrenatural. •
pliega en una pluralidad de ciencias singulares. Puede captar Este carácter propiamente teológico no impide sin embargo
la unidad que liga al mundo y a la verdad con su origen tan que la teología espiritual implique el conocimiento del hombre
sólo dentro de unos modos parciales de conocimiento. Tam- en su máxima extensión. En efecto, el principal objeto material
bién la filosofía y la teología son, en cuanto ciencias, intentos de esta teología es precisamente el hombre en cuanto que vive
limitados que pueden captar la unidad compleja de la verdad espiritu~lmente. Según la afirmación fundamental de que «gratia
únicamente en la diversidad, es decir, dentro de un entramado supponn naturam eamque perficit-, todo conocimiento del hom-
de conocimientos abiertos y complementarios, (JuAN PABLO II, bre ayudará a la teología espiritual a edificarse como ciencia
Discurso sobre la ciencia y la/e, 15 noviembre 1980). P!ºPi~ y verdadera. Podemos afirmar entonces que, aunque las
c1_enctas humanas no puedan considerarse como primer princi-
Definición de teología espiritual pio de la teología espiritual -ya que entonces se negarla la trans-
cendenci~ ?bietiva de la vida divina en nosotros, que nos hace-
LA TEOLOGÍA ESPIRITUAL ES UNA DISCIPLINA mos P3:rtic1pes de la naturaleza divina-, no por eso tienen que
TEOLÓGICA QUE, BASADA EN LOS PRINCIPIOS DE LA REVE- ser temdas como secundarias. O mejor dicho, lo mismo que el
LACIÓN, ESTUDIA LA EXPERIENCIA ESPIRITUAL CRISTIANA hombre es el receptáculo de la vida divina, así también las cien-
DESCRIBE SU DESARROLLO PROGRESIVO Y DA A CONOCER cias hum~~as, respecto a los principios teológicos recibidos de
SUS ESTRUCTURAS Y SUS LEYES. la r~~elaCH:m, son como el fundamento material de la teología
espmtual. Esta es, por consiguiente, una especie de antropología
sobrenatural. Y por tanto, cualquier progreso de las ciencias

74 75
humanas (por ejemplo, de la psicología de lo profundo y de la y practico-prácticas; la teología moral es especulativo-práctica Y
historia de las religiones) planteará nuevos problemas en la teo- la espiritual es práctico-práctica, ya que se propone ayudar a fas
logía espiritual. almas a conseguir la santidad.
Así pues, con la palabra "disciplina" intentamos significar En este punro las di-rcusiones entre los teólogos presup".nen
que el estudio de la teología espiritual es ·ante todo un estudio la noción tomista de ciencia. Pero esta noción parece demasiado
científico, que requiere un rigor de método y una gran amplitud rígida y no riene suficientemente en cuen~a la historici_dad de la
de información objetiva. Sin embargo, el uso de este término vida cristiana. La unidad de la •sacra doctnna, no penrute propo-
sirve para atenuar la idea de ciencia, si con esta palabra se ner un.'l distinción entre especulación y praxis que equivalga a
entiende una construcción cuyas conclusiones se impongan uni- una definición de dos tipos de dencia teológica.
versalmente. Hablar de "disciplina" implica finalmente que los En realidad, muchos de los conceptos de la teología espiri-
estudios espirituales comprometen a toda la persona en su acti- tual han tenido su origen en la experiencia espiritual y han
vidad moral y en su esfuerzo hacia la plenitud espiritual; en entrado luego en el ámbito de la teología dogmáticJ., por e!e~-
efecto, el contenido de la espiritualidad sólo puede percibirse a
través de una experiencia personal.
plo, la oración, la contemplación, los dones y !~s
frutos del Esp1-
ritu, la purificación de los sentidos y del espmtu, ('\ abandono,
la pobreza espiritual etc. (Está claro que desde este. pu~to de
Resumamos diciendo: vista la teología cspirilual no puede ser una mera aphcac16n de
las conclusiones de la dogmática, sino que tiene que referirse
,Según Teresa Russo Agresti, que ha estudiado el signifi- necesariamente al desarrollo de la experiencia espiritual).
cado etimológico del término y su evolución linguística, el sig- Pues bien, el progreso de la vida espiritual sigue una cierta
nificado original del término "disciplina" se relaciona con el lógica que la teología espiritual tiene la misión de descubrir y d~
de habilidad: indica el aprendizaje según las habilidades espe- estudiar. Y se presenta entonces san Juan de la Cruz para descri-
cíficas sobre cuya base se actuaron las primeras diferencias de bir el itinerario espiritual, o san Ignacio para compendiar las
los campos de investigación. Pero, con el tiempo, este término reglas para eJ discernimiento de espíritus, o santa Teresa para
llegó a indicar, por una parte, el aprendizaje realizado según proponer un tipo ejemplar de unión con Dios medial)te la con-
un sistema de normas y/o criterios --disciplina como compor- templación.
tamiento-- y, por otra, el conjunto de aquellos conocimientos
agrupados según criterios específicos que constituyen las VARIOS, Estado actual de los estudios de teología espiritual,
diversas materias de enseñanza y de estudio• (Hiang-Chu Ed. Flors, Barcelona 1957.
Aus1LIA CHANG, JI concetto di disciplina di studio: Rivista di GIARDINI F., La natura della teología spirituale : RAM
scienze dell'educazione XXIII (mayo-agosto 1985) 187). (1965) 3-4. 365-416, con nota bjpliogr_áfica en pp. 413-416;
véase todo el fascículo. · ·
Sin embargo, esta disciplina es "teológica" porque Dios, en CALATI B.(en colaboración), Spiritualite, fisionomía e com-
cuanto primer agente y fin de la vida espiritual, sigue siendo su píti, LAS, Roma 1980.
objeto principal y por tanto debemos conocerlo tal como se nos
ha revelado y tal como actuó y sigue actuando a través de su
alianza.
Pero se trata de una disciplina no solamente práctica, sino II....QUE ESTUDIA LA EXPERIENCIA
también especulativa. Casi todos los autores admiten que la dife- ESPIRITUAL CRISTIANA ...
rencia entre la teología dogmática y la teología espiritual radica
en el aspecto más especulativo de la primera y el aspecto más
práctico de la segunda, de manera que esta última sería sola- Ya hemos aludido a la noción de experiencia espiritual: al
mente una aplicación de la dogmática. Así, para Jacques Mari- definir el carácter específico de la teología espiritual respecto a
tain, las ciencias se distinguen según su fin en especulativas y !a dogmática y la teología moral, la experiencia se presentaba
prácticas, o bien, más concretamente, en especulativo-prácticas como la huella que había dejado en la tradición de la Iglesia
76
77
sobre todo la vida interior y mística. Intentaremos ahora preci- transcendencia de la conciencia en relación con la propia activi-
sar la noción de experiencia como objeto de la teología espiri- dad común de utilización y de sometimiento del mundo (el espí-
tual. ritu contempla el mundo y se asombra de él) y transcendencia
En su sentido más amplio, la palabra experiencia significa de la conciencia en el reconocimiento de la existencia de lo
un contacto con la realidad a través del cual se forma la perso- clivino y en el culto que se deriva de él.
na o se construye una ciencia. Toda experiencia, por consi- De este modo queda superada la actitud metafisica para la
guiente, implica al mismo tiempo una cierta pasividad, debida a que, cuando se presenta en el horizonte de la conciencia una
la presencia de una realidad concreta, y una reacción de la con- cierta experiencia de Dios, el problema de :.-u valor se reduce
ciencia que interprela la impresión dejada por la realidad, la casi siempre a intentar una legitimación del proceso de objetiva-
acepta o la rechaza, la provoca y la organiza; se habla entonces ción de la idea de Dios; legitimación perseguida de varias mane-
de la experiencia de la vida vivida, de la experiencia del mal o ras y propuesta continuamente de nuevo a la reflexión metafISi-
de la experiencia científica. ca.
Aunque es imposible aislar el elemento pasivo del elemento
interpretativo y activo, se habla de experiencia solamente donde b. La noción de experiencia religiosa
se verifica una cierta receptividad, un hecho que no puede
reducirse a la construcción de la mente. En realidad, la noción de experiencia religiosa significa algo
más que la simple presencia de un concepto en la condenda;
1. La experiencia religiosa. apenas se habla de experiencia, se presupone que hay un dato
que se impone objetivamente a la misma conciencia. La idea•
El problema específico que plantea la noción de experiencia límite de experiencia pura implicaría la inmediatez del contacto
religiosa se refiere a la posibilidad de tener un contacto con la con la realidad y una inferencia infalible: ahora está lloviendo.
realidad transcendente. ¿Pero puede haber un contacto inmediato con cualquier reali-
dad? Apenas se sale del conocimiento inmediato, entra en juego
a Históricamente la organización categorial, puesta de manifiesto especialmente
por Kant; además, en el terreno psicológico, los fenomenólogos
Frente a la noción de "experiencia religiosa" los estudiosos han mostrado cómo ya la percepción simple, lejos d~ determinar
de la religión han planteado el problema de su valor. Algunos, objetivamente la conciencia, depende en realidad de la concien-
como W. James, han reducido la experiencia religiosa a la per- cia misma que impone sus propias estructuras a la percepción:
cepción afectiva, absteniéndose de todo juicio sobre el conteni- yo miro siempre desde una determinada perspectiva. Por lo que
do objetivo del movimiento afectivo. El psicoanálisis, además, ha se refiere a la experiencia espiritual, esto significa que escara
hecho caer sus propias sospechas no sólo sobre el contenido condicionada desde arriba por la estructura men1al del que hace
objetivo que acompaña al movimiento afectivo, sino sobre el esa experiencia, cargándola así de un coeficiente personal; y,
mismo elemento afectivo de la experiencia religiosa, que estaría desde abajo, cuando se Lrata de describirla y de trasmitirla, por
totalmente arraigada en condicionamientos subjetivos, y, puesto d leng,ua¡e usado y por las estructuras personales y culturales.
que el sentimiento religioso no sería más que la sublimación de A.-;í pues, el problema que plante-& 1a experiencia espiritual es el
unos movimientos afectivos de trasfondo sexual, su intencionali- de la posibilidad o no de a\01.nzar una realidad objetiva relativa
dad llegaría a encontrarse sólo con el vacío. al mundo espiritual: ¿puedo tener una aprehensión objetiva de
Reaccionando contra este subjetivismo y sometiendo a una la belleza o de Dios?
encuesta fenomenológica las nociones religiosas esenciales (ora- La experiencia religiosa, en particular, se distingue tanto de
ción, sacrificio, mística, adoración), M. Scheler y sus seguidores la experiencia científica organizada -siempre capaz de someter-
?ªn planteado de nuevo el problema de su valor objetivo. La se a una verificación objetiva y reiterable-, como de la experien-
mtencionalidad de la experiencia religiosa, y en particular de la l'ia de los valores, bien sean estéticos o morales; en efecto, esta
experiencia mística que representa su cima más alca, se presenta experiencia, aunque implica el sentido de la transcendencia del
como testimonio de un doble movimiento de transcendencia: valor en relación con la conciencia individual, no alcanza al ser
78 79
como tal sino solamente a sus manifestaciones concretas percibi- ra que le ofrece una primera clave de interpretación y, por otra,
das como buenas o hermosas. La experiencia religiosa, por el en función de sus propias aspiraciones.
contrario, no solamente percibe un valor (lo sagrado o lo abso- Verifiquemos ahora las analogías que tiene la experiencia
luto), sino que se presenta como un contacto con el ser divino. religiosa con la experiencia que acabamos de describir de la
En cuanto que es experiencia vital, puede decirse que está percepción del mundo. En primer lugar, está sometida a los con-
emparentada con la experiencia de la percepción común: lo dicionamientos subjetivos y en particular al del lenguaje, dado
mismo que la existencia del mundo, lejos de poder reducirse a que la experiencia religiosa se desarrolla en un terreno cultural,
una producción de la conciencia, se impone mediante la per- que posee sus propias estructuras. Y aunque no siempre hay
cepción en su Da-sein, de forma semejante al hombre en ora- una continuidad entre la mentalidad ambiental y la aparición de
ción se impone la existencia de un mundo espiritual percibido la experiencia -por ejemplo, en el caso de una conversión
como existente, dotado de una realidad ontológica y que no es repentina-, esto no significa que pueda eliminarse por completo
una proyección de sus deseos: el hecho de que esta conciencia el influjo del lenguaje como instrumento de la formación y de la
esté también condicionada por estructuras preexistentes no cultura del individuo.
implica que haya que aceptar la reducción del mundo espirit~_al Hay que tener en cuenta además la influencia de los factores
a la conciencia que se tiene de él. Este mundo existe: esta afir- que se derivan de la comprensión que adquiere la persona de
mación realista encuentra siempre una confirmación en la expe- su propia experiencia interior, la cual nace de un acontecimien-
riencia primaria de la oración. to determinado para desarrollarse luego en el tiempo. Es verdad
Para entresacar el dato objetivo primitivo de la elaboración que del suceso espiritual en cuanto tal no hay mucho que decir,
estructurada que se hace del mismo por obra de la conciencia, ya· que constituye un shock irrepetible y substancialmente inco-
será interesante profundizar en la comparación con la percep- municable. Pero en torno a él se va elaborando una verdadera y
ción común del mundo. Ésta, según la escuela fenomenológica, propia experiencia, en la que toman forma unas representacio-
lejos de ser un mero espejo de la realidad, es la relación global nes, unas reflexiones y unos juicios mediante los cuales el suce-
de la conciencia con el mundo. El hombre alcanza el mundo a so espiritual se convierte en inspirador de la acción y del com-
través de su propio cuerpo, que define el espacio vivido: el portamiento. Bajo el impulso de este desarrollo, -el aconteci-
niño, que parte al descubrimiento del mundo que lo rodea, no miento espiritual se transforma en experienci~ en el sentido
es el adolescente que le interroga a partir de sus problemas, ni común de la palabra.
el adulto que lo considera selectivamente en función de unas Otro factor que influye en la experiencia interior es el estado
estructuras personales ya cristalizadas. Más secretamente todavía, afectivo del sujeto. Esta afectividad puede ser totalmente cons-
la percepción de las cosas, y más aún la de las personas, está ciente y la persona puede escoger deliberadamente alimentar y
orientada por los intereses profundos e inconscientes del indivi- desarrollar su propio deseo religToso. Pero la esfera de influen-
duo. La expresión orientación selectiva puede describir muy cia de la afectividad se extiende mucho más allá de los deseos
bien la modalidad de aprehensión de la conciencia respecto al de tipo general. Lo mismo que nuestra percepción del mundo
mundo. Efectivamente, el hombre percibe el mundo en función externo está dirigida por nuestros intereses profundos, así tam-
de la acción que ha de ejercer en él. De espectador se convierte bién la experiencia religiosa se resiente de los intereses de las
en actor, y esto de dos maneras: primero, de forma más banal, diversas épocas y de las preocupaciones sucesivas de una perso-
en cuanto que se ve solicitado a imprimir sobre el mundo su na determinada. Es precisamente la influencia de los factores
propia huella; segundo, de una forma más rica en implicaciones, afectivos sobre la percepción común y sobre la experiencia reli-
en cuanto que su mirada sobre el mundo lo conduce a una giosa la que plantea de forma aguda el problema del valor obje-
transformación interior. En otras palabras, la relación con el tivo de la una y de la otra. Por lo que se refiere a la experimen-
mundo solicita aquella exigencia de unidad que caracteriza a tación científica, todos están de acuerdo en enunciar el principio
una vida plenamente humana. La persona procura realizar siem- de la eliminación del coeficiente subjetivo. Pero en lo que atañe
pre la conjunción y la identificación de su propia percepción del a la experiencia religiosa, ya hemos visto que ésta pertenece a la
mundo y de su propio sentido de la vida, esforzándose para ello conciencia personal y que no es repetible ni tampoco propia-
en comprender el mundo, por una parte, en función de la cultu- mente verificable.
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c. Papel de la oración en la experiencia religiosa. te inatacable, pero que chocan con cierto sentido espiritual, que
asume entonces un papel de verificación. Nos encontramos aquí
Semejante en este aspecto a b actividad sensible que nos con la doctrina clásica de; los dones del Espíritu Santo, que se
revela la existencia de las cosa.5 y su grado de adaptabilidad a la nos dan no como pri.ncipios de nuevas operaciones espirituales,
expansión de nuestra vida, la oración no nos enriquece de sino para que el ejercicio concreto de las virtudes teologales se
conocimientos particulares sobre Dios y sobre el misterio de la libre de la estrecha dependencia de las estructuras subjetivas y
salvación, sino que confiere a todas nuestras operaciones un reciba una medida nueva de la presencia operante del mismo
peso de realidad espiritual. El primer movimiento de la actividad Espíritu.
de la of".ación es ponerse en la presencia de Dios: no se trata ni Veamos cómo el alcance objetivo de la experiencia religiosa,
mucho menos de la evocación de una idea de Díos, sino de la y de la cristiana en particular, está ligada al contacto con la reali-
experiencia, por parte de la conciencia, de una receptividad dad del mundo espiritual, contacto al que la oración ofrece el
radical frente a una realidad transcendente. Dios es libertad viva ambiente experiencia! propicio, en cuanto que implica una acti-
y amorosa. Ponerse en su presencia significa disponerse a escu- tud de pasividad y de receptividad voluntaria, disposición inte-
char y a acoger. De esta forma la oración llega a constituir, para rior esencial para que se garantice a la experiencia una suficien-
la experiencia religiosa, una garantía de objetividad; por este te independencia de las estructuras culturales y subjetivas.
motivo, aun sin dar una justificación teórica de este hecho, la Concluyamos diciendo que toda experiencia religiosa está
tradición constante de los guías espirituales ha visto en ella el estrucrurada de diversas fom1as. Depende de las condiciones
criterio de autenticidad de una vida que quiera llamarse cristia- históricas del acontecimiento: disposiciones psicológicas y cultu-
na, de una reflexión verdaderamente teológica o de una deci- rales del sujeto que realiza la experiencia, deseos y pasado del
sión según Dios. mismo; depende también de las concepciones doctrinales, esto
Además, junto con el sentimiento de la presencia de Dios, la es, del contenido de la fe religiosa que está en la raíz de la
oración surte varios efectos que explican que se le reconozca un experiencia: la experiencia religiosa no puede disociarse de la
papel primario tanto en la esfera de la reflexión sobre las cosas religión concreta que le da paso, la envuelve y expresa su signi-
de Dios como en el discernimiento de su voluntad actual y, ficado; finalmente, es interpretada por el sujeto a fin de determi-
finalmente, en la dirección cotidiana de la vida del creyente. En nar el sentido de su vida personal, siendo por eso mismo objeto
primer lugar, la oración proyecta todas Ja.5 consideraciones parti- de un juicio de valor ( casi siempre se la juzga como experiencia
culares sobre un fondo de infinito: esta perspectiva lleva consi- decisiva y suprema). ·
go, como actitud interior, una cierta modestia en lugar de una
seguridad demasiado perentoria; la oración pone siempre a la 2. Úl experiencia cristiana.
conciencia ante el sentido del misterio y de la imprevisibilidad
de la acción del Dios omnipotence (Le 17, 20-21). El espíritu de Todo lo que hemos dicho a l)roposito de la experiencia reli-
omción, en segundo lugar, dispone a la acogida dócil del men- giosa general sirve también para encuadrar la experiencia del
saje de las Escrituras, permitiendo que, gracias al sentido de la cristiano. Vista desde fuera, ésta aparece determinada por un
presencia de Dios, el lector no se detenga en ese mensaje en conjunto de estructuras que dejan poco espacio a la espontanei-
cuanto que está marcado por una cultum, por un lenguaje o por dad interior, insertándose en una tradición estable y elaborada.
una situación histórica determinada, sino que llegue siempre El cristiano no se contenta con postular la existencia de Dios,
hasta el Mensajero presente y opern.nte (Heb 1, 1-2). En tercer sino que cree que éste se ha manifestado en el tiempo y que se
lugar, aunque el sentido de la presencia divina no pueda tradu- le puede alcanzar en virtud de una comunicación concreta, ase-
cirse en pensamientos nuevos, la oración desempeña un papel ¡.!;urada por la Escritura y por los sacramentos. Pero estos ele-
de regulación del pensamiento discursivo. Es verdad que éste mentos, que representan el polo de referencia objetiva de la
sigue sus propias leyes e.struclurales, pero el recurso a la omción experiencia de fe cristiana, se refieren a su vez a la experiencia
constituye a su vez una especie de retorno a la realidad, que religiosa primitiva de los testigos de la vida de Cristo. Pues bien,
aquí es el mundo espiritual. He aquí por qué puede haber con- lo que vivieron, expresaron y trasmitieron los discípulos de
clusiones teóricas o prácticas hechas con un rigor aparentemen- Jesús no se distingue mucho de la experiencia religiosa en gene-

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ral. En efecto, su testimonio no es un puro eco de las palabras y kerigma primitivo recorre toda su vida, reducida a los elementos
de los hechos de Jesús, sino testimonio de una experiencia que, esenciales: el bautismo de manos de Juan, la predicación en
basada en la percepción directa e irrepetible de los aconteci- Galilea, la "subida" a Jerusalén, la pasión, la muerte, la resurrec-
mientos de la encarnación, asumió su significado de una expe- ción, la ascensión, el envío del Espíritu, la promesa de su retor-
riencia situada en otro nivel y llamada por eso mismo experien- no. Sean cuales fueren las preferencias personales que pudieron
cia de fe. Cuando el apóstol Tomás prorrumpe en la confesión: tener los discípulos o las necesidades de las comunidades, estas
. ¡Señor mío y Dios mío!» (Jn 20, 29), no se trata de que haya etapas de la vida de Jesús forman el dato de base intangible e
sacado una conclusión necesaria de su contacto con la carne de insoslayable. El que no acepte los hechos expresados por este
Cristo resucitado, sino de que ha dado un salto cualitativo dicta- kerigma y el sentido religioso que se deriva inmediatamente de
do por una evidencia interior, que es definida por Juan como él, no tiene derecho a decir que es cristiano.
don del Padre (Jn 6, 65) y que es precisamente experiencia vital De este sentido religioso los apóstoles no son propiamente
de la presencia del Espíritu; sin ella ni siquiera los testigos ocu- los intérpretes, sino los depositarios, ya que Jesús mismo es el
lares habrían podido pasar del Cri<;to histórico al Cristo Hijo de que durante su vida en la tierra (hasta la asfensión) reveló a los
Dios. apóstoles el significado de la propia existencia. Si no se quiere
correr el riesgo de reducir el mensaje de Jesucristo a su conteni-
a. La experiencia de los apóstoles do ético, hay que conceder la mayor importancia al periodo que
va desde la resurrección hasta la ascensión. Efectivamente,
Puesto que nuestra experiencia se basa en la tradición apos- durante este tiempo los apóstoles tuvieron la posibilidad de cap-
tólica, convendrá describir su estructura partiendo de la expe- tar el sentido profundo del misterio pascual y de recibir la capa-
riencia de los apóstoles. citación para proseguir en la Iglesia la misión universal de la sal-
Desde el momento en que los primeros testigos de Jesús vación de los hombres. Se trata de una experiencia única y pri-
confesaron expresamente que él era el Hijo de Dios, cambió su vilegiada (Hch 10, 40-41), de un privilegio apostólico que hay
percepción de los acontecimientos. Al principio, a través de la que entender, no en el sentido de que los apóstoles hayan
enseñanza y de las manifestaciones de Jesús, tenían conciencia manifestado de hecho una mayor inteligencia del misterio, sino
de estar ante un gran profeta; después de la resurrección, los en el sentido de que fueron los testigos de una experiencia his-
mismos acontecimientos fueron portadores de otro mensaje. tórica única, cuyo significado les reveló directamen~e Cristo.
La experiencia de los discípulos inmediatos de Jesús puede El Espíritu Santo, que ya había garantizado la transmisión de
considerarse, por tanto, en niveles distintos. En un primer nivel, la revelación bajo la antigua alianza, se les dio a los apóstoles
interpretaban su experiencia a través de las categorías veterotes- para que no fallase ni vacilase su sentido de la fe y para que
tamentarias que formaban la armadura de su inteligencia religio- pudieran transmitir la fe perfectamente pura. Así pues, hay que
sa. En un segundo nivel, por el contrario, la fe en Cristo les considerar la narración neotestameñtaria- de los acontecimientos
impuso una relectura del Antiguo Testamento, renovando así su y de los hechos relativos a Jesús como la base primera de refe-
experiencia religiosa. Podemos añadir un tercer nivel, definido rencia para todo el proceso de la fe cristiana.
por la vida de las iglesias locales. Al pertenecer a unas comuni-
dades que solicitaban su testimonio y su enseñanza, los escrito- b. Estructuras de la experiencia cristiana
res del Nuevo Testamento reconsideraron el acontecimiento-
Cristo, seleccionando los episodios y las palabras que más Aunque la percepción que tiene el cristiano de la existencia
correspondían a las necesidades de sus comunidades. de Cristo sea una percepción derivada, no por eso es menos
De nuevo estamos ante el problema suscitado por las carac- real. El cristiano no solamente recibe su testimonio auténtico
terísticas de la percepción y del testimonio: al poner de relieve transmitido por la Iglesia, sino que posee el mismo Espíritu que
los condicionamientos de la percepción espiritual de los discípu- presidió la formación de este testimonio y continúa obrando en
los, ¿no se limita, mas o menos ampliamente, su contenido obje- la Iglesia. Hay que añadir además que a través de los sacramen-
tivo? En realidad, toda percepción de los apóstoles se apoya en tos se le asegura un cierto contacto con la humanidad gloriosa
el hecho de que en aquel tiempo apareció Jesús de Nazaret; el de Cristo. El bautismo nos ha sumergido ya en su muerte y resu-

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rrección y la eucaristía, que contiene realmente el cuerpo de Cris- el Absoluto, el Viviente, es una realidad divina que se des-
to resucitado, asegura una forma de presencia única, que se identi~ pliega a través de las relaciones entre Personas, cuya pureza
fica substancialmente con la percepción, a través de la fe, del Cris-- y bondad esenciales se convierten desde ahora, mediante
to de Palestina (1 Cor 10, 16). De este modo, lo que la oración es unas comunicaciones interpersonales, en punto de apoyo y
para la experiencia de Dios, lo es también el recurso al contacto en criterio de toda actividad contemplatjva o teológica, así
vivo con Cristo para la experiencia de fe. Tanto por un lado como como en criterio y modelo del comportamiento de los hijos
por otro, queda asegurada la receptividad radical de la percepción invitados a imitar la perfección del Padre. La relación del
espiritual. Padre con el Hijo significa la fontalidad del Padre, origen y
Veamos ahora algunos elementos de esta fe en Cristo que dador de la vida, y al mismo tiempo el misterio de la comu-
estructuran la experiencia del cristiano. Totalmente cristocéntrica, nicación eterna de esta vida. Recíprocamente, la relación del
la experiencia espiritual neotestamentaria vivida en la fe y tal Hijo con el Padre significa la acogida radical dei don totaJ-
como se expresa en las confesiones eclesiales se articula en tomo mente bueno que es la Vida misma del Padre, realidad divi-
a tres puntos principales: la trayectoria espiritual seguida en el na que se expresa en la vida terrena del Hijo encamado a
misterio de la encarnación redentora; la estructura ontológica de través de la obediencia del Siervo de YHWH y de su acepta-
Jesús, Verbo encarnado, verdadero Dios y verdadero hombre; su ción de la voluntad del Padre, fundadas ambas en la absolu-
condición de Hijo en relación con el Padre y con el Espíritu. ta apertura a su bondad. De esta manera, la vida espiritual
del cristiano consiste en insertarse en la comunicación de la
1) En la meditación apostólica sobre el camino recorrido por vida intratrinitaria. El Espíritu Santo enviado por el Padre y
Jesús (su condición junto a Dios, su venida a los hombres, su por el Hijo nos lleva, mediante el amor, al Hijo único, que a
vida obediente, la cruz, la exaltación: cf. Flp 2, 6-11) se pue- su vez nos vuelve a conducir al Padre, fuente de toda bon-
den señalar dos constantes relacionadas con la experiencia de dad en la divinidad y ad extra. Esta participación en la vida
la alianza que describíamos en el capítulo I: la primera es que intratrinítaria constituye la singularidad de la fe y de la expe-
la reflexión parte siempre de una historia concreta, la que riencia cristiana, plenitud insuperable de vida ontológica e
vivió Cristo; la segunda es la conciencia de que en la historia interpersonal.
de Jesús hay un momento central: el misterio pascual, del que
hay que partir sí se quiere comprender realmente el misterio 3. La dinámica de la experiencia espiritual.
de Cristo. El centro de la espiritualidad cristiana no es simple-
mente la encarnación (en cuanto que se podría pensar en una Después de haber precisado las estructuras propias de la
humanidad fuera de nuestra historia y exenta de la caducidad, experiencia cristiana y en particular las que se derivan de la his-
de las necesidades vitales y de la muerte), sino la encamación toricidad de la revelación, hay qLJ..e señJ¡.lar su aspecto dinámico.
en sus modalidades concretas e históricas. En efecto, esa experiencia no es una mera toma de conciencia
de una situación, sino la participación en un dinamismo vital
2) La encarnación del Hijo de Dios significa el acceso definitivo hasta La plenitud que puede alcanzar un ser humano. En otras
de la humanidad a la esfera divina. Puesto que en Jesucristo palabras, la experiencia cristiana se inserta en una vocación a La
la historia del hombre entra definitivamente en el mundo de santidad: Dios nos llama a ser santos y de esta llamada debe ser
Dios, cae también el muro de separación (Ef 2, 14) que mar- consciente el cristiano que hace la experiencia espiritual. Ade-
caba la frontera insuperable entre lo divino y lo humano: más, la plenitud no conoce límites de extensión y requiere La
Cristo, nuestra paz y nuestro sacerdote, abre el tiempo a la integración de toda la vida en el propósito de santificación.
esperanza. Consiguientemente, ya no hay sitio para la tenta-
ción gnóstica basada en el concepto de un mundo material a. La vocación a la santidad.
que no puede ser salvado.
Aunque el concepto de "santidad" no es exclusivo de la fe
3) La revelación del misterio trinitario transforma radicalmente cristiana, asume en ella unas características más precisas que en
la posición espiritual del hombre, en cuanto que revela que las otras religiones.
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La santidad es siempre participación en la santidad de Dim Otros manuales ponen en primer lugar la noción de s~ti:
el Santo por excelencia (Is 6, 3), bajo el doble aspecto ontológi dad o la de perfección. A continuación pasan a describir la
co (Dios transciende a todas las criaturas) y moral (Dios es luz , vida de gracia y el organjt;m0 espiritual que de allí brota, así
en él no hay sombra de pecado). · como la evolución de la vida cristiana hacia su plenitud. Exa-
En efecto, Dios quiere que nosotros participemos de su vid minando las diversás panorámicas, se advierte que el punto
santa: «él nos eligió en Cristo antes de la creación del mundc de partida no introduce en ellas muchas diferencias a la hora
de tratar la teología espiritual.
para que fuéramos su pueblo y nos mantuviéramos sin manch:
en su presencia» (Ef 1, 4). Esta vocación universal a la santida< ANCILLI E. (en colaboración), La santitii cristiana, col.
"Rivista di vita spirituale". Roma 1980, con bibl. en pp. 423-427.
ha sido afirmada con energía por el concilio Vaticano II:

•La Iglesia, cuyo misterio está exponiendo el sagrado Con- b. La vida espiritual integra toda la vida humana
cilio, creemos que es indefectiblemente santa. Pues Cristo, el
Hijo de Dios, quien con el Padre y el Espíritu Santo es procla- Si consideramos la vida cristiana bajo todos sus aspectos, des-
mado "el único santo", amó a la Iglesia como a su esposa, cubrimos en ella varias tensiones; surge entonces la pregunta de si
entregándose a sí mismo por ella (cf. Ef 5, 25-26), la unió a sí la vida espiritual tiene que referirse preferentemente a un aspecto
como su propio cuerpo y la enriqueció con el don del Espíritu o a otro: vida de oración o actividad natural; amor de Dios o
Santo para gloria de Dios. Por ello, en la Iglesia, todos, lo amor al prójimo: vida teologal o compromiso temporal, etc.
mismo quienes pertenecen a lá jerarquía que los apacentados
por ella, están llamados a la santidad, según aquello del Após- La respuesta tiene que ser clara:
tol: "Porque ésta es la voluntad de Dios, vuestra santificación"
(1 Tes 4, 3)• (LG 39).
,Una misma es la santidad que cultivan, en los múltiples
géneros df' vida y ocupaciones, todos los que son guiados por
Los diversos aspectos de la santidad e! Espíritu de Dios, y obedientes a la voz del Padre, adorándo-
le en espíritu y verdad, siguen a Cristo pobre, humilde y carga-
Puesto que la substancia de la santidad, que es participaciór do con la cruz, a fin de merecer ser hechos particlpes de su
en la vida divina, se manifiesta bajo muchos aspectos, los teólo gloria. Pero cada uno debe caminar sin vacilación por el cami-
gos espirituales, poniendo como principio de la teología espiri no de la fe viva, que engendra la esperanza y obra por la cari-
tual el fin que se persigue en la vida cristiana, la conciben dt dad, según los dones y funciones que le son propios, (LG 41).
varias maneras.
BENIGAR A., Compendium Theologiae Spiritualís, Secretaria Esta integración se realiza a través de dos actitudes que son
Missionum O. F. M., Roma 1959, comienza con la noción de de suyo universales: - _
participación en la vida trinitaria, Una actitud religiosa: en todas sus acciones, además de las
FECKES K., Die Lehre vom chrístlíchen Vollkommenheítsstre- que, c_omo la oraci~'m, son acto_s de religión, el cristiano puede y
ben, Herder, Freiburg 1949, construye toda la teología espiri- debe mtentar renchr culto a Dios, es decir, procurarle la mayor
tual sobre el esquema del bautismo, gloria:
JUBERIAS F., La divinización del hombre, Coculsa, Madrid
1972: asentado el concepto de divinización como meta de la "En cualquier caso, ya comáis, bebáis o hagáis otra cosa
vida espiritual, el libro insiste en los temas habituales de tipo cualquiera. hacedlo to<lo para gloria de Dios, (1 Cor 10, 31).
tomista. •La religiosidad aucéntka y sin tacha a los ojos de Dios
El tema de la divinización guarda muchas relaciones con Padre consiste en socorrer a huérfanos v viudas en su tribula-
la espiritualidad oriental, que insiste en la noción de imagen y ción y en mantenerse incontaminado deÍ mundo• (Sant 1, 27).
de semejanza. Sobre este punto, véase:
KIRCHMEYER ]., Grecque (Eglise), en DSAM VI, 808-872, La caridad: arnoi a Dios y al prójimo, la caridad debe consi-
especialmente el tema de la imagen y semejanza. derarse como la virtud que hace que todas Las demás actividades

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del hombre estén ordenadas a Dios y lleven al cristiano a la rea- CoRBON J., L'expérience cbrétienne dans la Bible, DDB, Paris
lización de la santidad. Por otra parte, la caridad º? es 1!1~s que 1963.
la plenitud de la vida divina en nosotros, y la vida d1vma se HEI.EwA G., L ·esper¡enza di Dio nell'Antico Testamento, en E.
manifiesta en la caridad lo mismo que la vida de caridad lleva a Ancilli(ed.), La Mi$ica, Citta Nuova, Roma 1984, I, 117-180.
un mayor grado de vida divina. . La experiencia espiritual de una persona supone cierta continui-
La vida cristiana no puede aceptar un divorcio entre la vida dad y a menudo se describe bajo la forma de itinerario espiritual.
religiosa o la vida mística y [a vida concreta. Una vida de piedad Cuando es un grupo el que participa en una experiencia
no puede ser auténtica ni puede ser signo de santidad si no se espiritual, tenemos el concepto de experiencia colectiva o comu-
manifiesta a través de una vida de caridad realizada en concreto, nitaria_ Así por ejemplo, las escuelas de espiritualidad parten de
según las condiciones de vida propias de cada vocación. una experiencia fundadora que sirve de modelo a las otras.
la experiencia espíritual, al estar escructurada por las condi-
Indicaciones para la investigación: la experiencia espiritual ciones personales y ambientales, se renueva continuamente; así
por ejemplo, en la experiencia carismática de hoy o bien en la
Experiencia cristiana; Experiencia espiritual en la Biblia, experiencia del discernimiento comunitario.
en NDE, 491-498 y 498-542, con bibliografía.
Bibliografía sumaria, en DSAM IV/2, 2004-2026.
Hay que distinguir bien entre experiencia religiosa, expe- m ...DESCRIBE SU DESARROLLO PROGRESIVO...
riencia espiritual (en sentido teológico) y experiencia mística.
En realidad, el tratado sobre la experiencia mística no debe En ténninos modernos podemos calificar la experiencia espiri-
separarse del tratado sobre la experiencia espiritual; sus relacio- tual con el adjetivo eXistencial, que íX)f consiguiente se aplica tam-
nes se establecerán según las posiciones teóricas que se tengan bién a la teología espiritual. Los autores espirituales, de hecho, han
sobre la vida mística. insistido .~iempre en el aspecto histórico, progresivo, existencial de
MoURoux J., L 'expérience chrétienne, Aubier, Paris 1954. Es la vida espirinial. La teología espiritual considera al hombre en su
el ensayo más completo sobre el tema. A su autor se debe la condición hístórica: al mismo tiemíX) pecador y redimido, ser crea-
distinción entre experimental, que se refiere a la experiencia do y sobrenaturalmente llamado a la santidad, portador de una his-
provocada, y el neologismo experiencia! (del francés expérien- toria personal y miembro de una comunidad eclesial y humana.
tiel) que indica la experiencia personal vivida, no reiterable y Lo mismo que la vida espiritual concierne a la existencía radi-
que se deriva de modo consciente de la vida espiritual. En este calmente temporal del hombre -hamo viato,=-, también la teología
sentido se habla de la experiencia de oración, de soledad, de espiritual atiende a la comprensión de los movimientos espiritua-
ejercicios espirituales, de apostolado. les y describe el camino que han seguido las almas, desde el
La reflexión sobre la experiencia se contrapone a la refle- comienzo de la vida cristiana hasta la ·cumbre de la santidad; la
xión doctrinal y a la reflexión abstracta. Así, en la sagrada Escri- temporalidad de la vida espiritual no es una mera sucesión de ins-
tura, en vez de estudiar la doctrina de un autor, se pueden tantes, sino una duración continua que, según el designio de
estudiar las actitudes religiosas y espirituales vividas por el Dios, es dirigida de tal manera que el mismo progreso es signo de
autor mismo o por sus discípulos. En los artículos y en el libro la autenticidad de esta vida. Hay que señalar además la cantidad
que acabamos de citar se encuentran indicaciones relativas a ilimitada de estos procesos: todo lo que tiene relación con la vida
los estudios sobre la experiencia espiritual en la Biblia. espiritual consciente es ob¡eto de la teología espiritual.
BERNARD Ch. A.,, Structures et passivité dans l'expérience reli- La experiencia espiritual alcanza su mayor pureza e intensi-
gieuse: NRT 100 (1979) 6430-678 (trad. ita!. en A. MARCHES[ dad -así como su carácter de autenticidad rubricado gracias a la
(ed.), Epossibile un ·esperienza di Dio?, CUSL, Parma 1982). aprobación de la Iglesia- en los santos, especialmente en los
Véase además: que son llamados doctores o son considerados como tales; y
BoUYER L., La Bible et f'Évangile, Cerf, Paris 1951. puesto que lo imperfecto se juzga por lo perfecto, en teología
CHARLIER C., La lettura cristiana della Bibbia, Ed. Paoline, espiritual la experiencia de los santos es nonnativa, pero como
Roma 51979. ejemplo concreto, no como ley universal.
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IV... DA A CONOCER SUS ESTRUCTURAS sanlas, poseen una autenticidad y un valor ejemplar. Pero h~y '
Y SUS LEYES ... que advertir que no se trata de una pura y simple enumeración;
lns diversos estados espirituales se describen según cierto
orden; y este orden presupone un juiclo de valor (la conrempla-
La experiencia espiritual está estructurada de muchas mane• dón, por ejemplo, se cónsidera como superior a la. meditación
ras. Es tarea de la teología espiritual estudiar cómo influyen las discursiva).
diversas estructuras, individuales o ambientales, en la misma El puro empirismo no puede pronunciar juicios ni establecer
vida espiritual, A este problema se dedicará roda la segunda reglas, ya que la enunciación de una regla supone la búsqueda
parte de este libro, en la que se estudia al sujeto de la vida espi- de unas causas o al menos de un nexo inteligible entre los fenó-
ritual. Saldrán entonces a la luz determinaciones más o menos menos, nexo que nace de una estructura permanente.
precisas, que repres~ntarán las leyes del desarrollo de la vida Por lo demás, como es evidente en la acrualidad, la teología
espiritual. espiritual no puede prescindir de las otras ciencias del hombre,
como la psicología y la sociología. Es menester que el teólogo
"Ley", aquí, no significa ley física, mensurable, sino más confronte las descripciones con los datos científicos, para discer-
bien ley psicológica o norma que se enuncia con la cláusula nir mejor el valor de las experiencias descritas.
"ut in pluribus" y deja espacio para la libertad humana; las De hecho, es verdad que en la base de estas investigaciones
leyes de la caracterología, por ejemplo, se apoyan en el están los principios hermenéuticos sacados de la teología dogmá-
carácter necesario de las estructuras, pero sin suponer una tica. Pero, en la voluntad de comprender el acontecimiento espiri-
necesidad absoluta y mucho menos permitir una previsión tual puede esconderse el peligro de recurrir con demasiada facilí-
cierta en los casos particulares. Un ejemplo notable de ley dad a estos principios sin examinarlos cñtícamente: de la posibili-
espiritual, en el sentido en que aquí la entendemos, es el que dad de una intervención divina en el alma, dirigida a producir en
se encuentra en las reglas para el discernimiento de espíritus, ella visiones o locuciones interiores, no hay que deducir la perfec-
en donde san Ignacio determina la sucesión habitual· de los t:i pureza de todas estas manifestaciones, como ocurre a veces en
movimientos afectivos y su significado. las biografías y en ciertas narraciones (más o menos) históricas.
Todo depende de la manera de considerar la relación del
"orden sobrenatural" con la naturaleza. Muchos han concebido
esta relación como extrínseca, insistiendo por tant@ en aquellos
V. EL MÉTODO DE LA TEOLOGÍA ESPIRITUAL hechos "sobrenaturales" que con frecuencia habría sido mejor
llamar "preternaturales".
Hay que advertir además que los más preciados autores,
Puesto que la teología espiritual depende de la teología dog- mmo san Juan de la Cruz y santa Teresa~de Jesús, han hecho la
mática y posee al mismo tiempo como propio el terreno de la crítica de sus propias experiencias confrontándolas c.:on los prin-
experiencia, su método participará por un lado de la reflexión . cipios teológicos, tal como la santa rnm1elira advierte con pru-
sobre la experiencia y por otro de la deducción teológica. dencia que hay que hacer. El valor singular de san Buenaventu-
ra, de san Ignacio, de san Juan de la Cruz, nace tanto de su doce.
1. El método descriptivo. trina y de su sano juicio, como de su experiencia.

En cuanto que se basa en la experiencia, la teología espiri- 2. El método deductivo.


tual tiene necesariamente un carácter empírico y descriptivo.
Así P. Poulain, en su libro Des graces d'oraison, al clasificar las . Otro método es el que deduce a priori de los principios teo-
gracias místicas, hizo una descripción sistem:ítica de las mismas lógicos algunas consecuencias relativas a los medios de perfec-
(lo mismo que el biólogo Linneo había propuesto una clasifica- ción, a las formas de oración y a las etapas de la vich espiritual.
ción de los vegetales). No hay que despreciar este trabajo, ya Así hacen, por ejemplo, R. Garrigou-Lagrange, Las tres edades dt:
que las experiencias examinadas, por pertenecer a unas ~':_ la vida in¡eriqr, o dom A. Scolz, Ibeologie der ll{J-'$.lik,
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Hemos de reconocer que estos intentos son particularmente también a los bienes espirituales, que no son conocidos al princi-
eficaces para mover al alma e iluminar al espíritu. Sin embargo, pio de la vida espiritual. Esta pobreza espiritual va acompañada de
presentan ciertos peligros de los que daremos algunos ejemplos una confianza absoluta en la divina Providencia, etc.
para precisar mejor el problema. No es posible separar de la experiencia espiritual los diver-
El peligro de sistematización: de la necesidad de la purifica- sos aspectos que la componen: una fe viva, las disposiciones
ción de los sentidos y del espíritu se deduce un itinerario rígido, morales que permiten acceder a l¡is actitudes espirituales, la
pero que no se verifica en todos; Dios no conduce a todas las inserción en un itinerario espiritual personal.
almas de la misma manera. Si, por otra parte, se toma la expresión "ciencia inductiva"
El peligro de 1,.1na indebida amplificación: sea cual fuere, por en el sentido que le da la psicología actual, podemos decir que
ejemplo, el valor de la doctrina tomista sobre los dones del Espí- la teología espiritual contiene una parte inductiva: de los hechos
ritu Santo, parece difícil reducir a ella toda la doctrina mística. observados se llega a Ja ley cuyo valor científico puede equipa-
Para muchos autores dominicos la vida mística es la vida según rarse al de la psicología experimental.
los dones del Espíritu Santo; pero se debería explicar por qué En una palabra, todos los métodos propios de las ciencias
los dones del Espíritu Santo, comunes a todos los cristianos en del hombre pueden aplicarse, mutatis mutandis, en la teología
estado de gracia, se manifiestan en algunas personas de manera espiritual, con tal que se observe esta condición esencial: una
mística, y en otras no. conclusión de la teología espiritual no puede contradecir nunca
El peligro de restringir el terreno espiritual: en efecto, ¿qué a los datos del dogma, ya que, como hemos mostrado, la expe-
puede decirse a priori de la experiencia trinitaria? ¿o de la parti- riencia cristiana está estructurada por el ambiente objetivo en
cipación en la cruz de Cristo? Tienen que intervenir experiencias que se mueve, es decir, por la vida eclesial expresada a través
personales que den contenido a estas expresiones. de la doctrina común.

3. Síntesis de los dos métodos. El método fenomenológico. Indicaciones para la investigación: el método fenomenológico

En realidad todos los teólogos espirituales se sirven de estos El estudio fenomenológico de una vida espiri~ual o de
dos métodos. Y como justamente observa A. Benigar, cuando se una actitud cristiana no puede prescindir de la fe cristiana. No
trata del comienzo de· la vida espiritual y de la vía "ascética", hay se trata de definir primero una virtud humana, p¡¡:ra ver luego
que recurrir más bien al método deductivo, que basa la vida espi- cómo se presenta en la vida cristiana; dado que la actitud de
ritual sobre los datos de la revelación; pero cuando se trata de la la conciencia humana es siempre global, hay que situarse
madurez espiritual y sobre todo de la vida •mística•, en donde es inmediatamente en el ámbito de la personalidad y tener en
casi imprevisible la acción de Dios, hay que hacer una descripción cuenta ante todo la fe basada en el mensaje de la Escritura,
detenida de la misma experiencia antes de intentar una elaboración PETER OTI (seudónimo de Dietrfch von HILDEBRAND), Die
sistemática. Pues bien, ni hay ni puede haber una delimitación Umgesta/tung in Christus, describe las actitudes espirituales
indiscutible entre estas dos modalidades diferentes de una vida "verdaderas": el arrepentimiento, la sencillez, la humildad, etc.
espiritual. A menudo será conveniente recurrir a un método de Advierte muy atinadamente cómo todas las virtudes cristianas
tipo fenomenológico. Sin entrar en la discusión del valor de la lla- están relacionadas entre sí: una determinada virtud desde cier-
mada "intuición eidética", que nos permitiría aferrar la esencia de to punto de vista constituye el fundamento de otra y desde
una actitud espiritual, pensamos que en el terreno espiritual hay otra perspectiva es fruto de ella: así el arrepentimiento supone
dos modos de definir una noción: o se describe su elemento for- un comienzo de humildad y lleva a una humildad más profun-
mal, diciendo por ejemplo que la pobreza de espíritu consiste en la da que nace del sentido del pecado.
negación de todo tipo de sentimiento de propiedad -y entonces se MAx SCHELER ha propuesto estudios fenomenológicos muy
trata casi de una tautología-, o se describe su experiencia espiritual buenos sobre los diversos aspectos de la humildad.
en su complejidad. Entonces hay que tener en cuenta el desarrollo GEUN A., Los pobres de Yavé, Nova Terra, Barcelona 1953:
de la experiencia misma: la verdadera pobreza espiritual supone la pobreza espiritual representa toda una corriente espiritual
todo un proceso de renuncia, no sólo a los bienes material~o • que se ha perpetuado durante siglos.

94 -95
SAN BERNARDO, en su libro De gradibus superbiae et humi- b. Cada uno de los libros de la Escritura (indicaciones)
litatis, discurre sobre el progreso en la humildad, que sigue
efectivamente el mismo progreso que la vida teologal. Los evangelios sinópticos,: a través de la narración de la
Se han hecho algunos estudios sobre la humildad en san vida de Jesús, revelan aj Padre y describen la vida según el
AGUSTIN. Esta virtud es un tema exquisitamente agustiniano. Espíritu.
Véase la bibliografía en DSAM VII, 1137-1187, Art. Humüité. Los escritos de san Pablo: la vida ardiente del apóstol evoca
casi todas las experiencias espirituales: la lucha entre la carne y
el espíritu, la unión nústica con Cristo, el sentido de Iglesia, la
VI. lAS FUENTES DE LA TEOLOGÍA ESJ>mITUAL solicitud apostólica... Todo esto constituye un testimonio espiri-
tual garantizado por ia luz de la revelación.
Creemos oportuno exponer las diversas fuentes de la teolo- Los escritos apostólicos y los Hechos recogen la experiencia
gía espiritual según el valor concreto que asumen en la elabora- fundamental de la comunidad primitiva. En ellos se expresa el
ción de la misma. Este orden de valor se distingue del que sigue kerigma o el núcleo de la catequesis: el Cristo es Señor.
la teología dogmática. Los escritos de Juan introducen ya en la contemplación y en
la elaboración teológica; afirman con claridad la divinidad de
1. La sagrada Escritura Cristo, Verbo encamado.
Los Salmos ofrecen una forma de oración que podemos cali-
a. El valor absolutamente primario de la sagrada Escritura ficar de universal.
Entre los libros del Antiguo Testamento hay que estudiar anee
En teología espiritual este valor se fundamenta: 1) en la todo los que se refieren a una experiencia espiritual profunda,
relación tan íntima que existe entre la revelación objetiva y la por ejemplo los libros de los profetas (con la nagación de la
resonancia humana de esta revelación. Así, por ejemplo, en Ex vocación), el libro de Job, !a historia de Abr-,1hán, el Exodo.
3, la revelación del nombre divino, «El que es», no representa Los diversos libros sapienciales pueden considerarse como
el término de una especulación, sino que está ligada bien a la libros de espiritualidad, en el senlido de que contienen 1a expe-
fidelidad divina con el pueblo elegido, bien con la obediencia riencia y los consejos de los sabios a sus hijos espirituales; invi-
y el asombro sagrado de Moisés. O también, en I Jn 4, 7, la tan a buscar la sabiduría.
revelación de que Dios es amor está directamente ligada con Entre ellos destaca el Cantar de los cantares, del que se han
el mandato de la caridad fraterna. De forma análoga, en Jn 14- sacado la mayor parte de las expresiones místicas.
16, la revelación de la Trinidad no está separada de la misión
de las Personas divinas ni de las relaciones que mantienen En NDE 1071-1085, la voz Palabra de Dios insiste en la
con nosotros; 2) en el prívilegio que tienen los hombres de importancia que tiene la lecturn de la sagrada Esnitur-.1 en la
Dios de expresar de modo inefable la experiencia espiritual iglesia y en su dinamismo. Comprende una buena bibliografia.
auténtica. Así, en el salmo Miserere el salmista expresa la per- En DSAfvl IV, 128-278, el artículo Écriture Sainte et vie
fecta contrición, y san Pablo en 2 Cor 1-6 la solicitud apostóli- spirltuelle es, como de ordinario, una larga resei\.i hi~tórica; el
ca; 3) en la absoluta ejemplaridad de la vida de Cristo, de la articulo •Lecho divina• et tecwre spirituelle. ibid. IX. 470-510,
virgen María y de todos los santos; «todo lo que Jesús hizo y podrfa titularse: de la lectio divina a la leétura espiritual,
enseñó desde el principio» (Hch 1, 1); «aquel que actúa con- muestra cómo a partir de la devotio moderna (siglo XV) se
forme a la verdad, se acerca a la luz» Qn 3, 21); la Palabra de pasó a la lectura espiritual más centrada en el aspecto subjeti-
Dios en la Escritura es una invitación directa al diálogo y sus- vo-psicológico de la vida espirimal.
cita aquella respuesta espiritual que muchas veces es para Son muchos los libros que tratan del aspecto espiritual de la
nosotros el comienzo y la consolidación de la vida espiritual sagrada Escritura. Véase, por ejemplo, PAllL MAllIE DE 1A CROix,
personal. L 'Ancien Testament soun:e de 1,1·e spirituelle, Desdée, Paris 1952;
también en DSA.M rv, 1745-1772. el artículo Évangile.

96 97
2. La, experiencia personal manifestaciones individuales. Pero hay que tener siempre pre-
sente que toda descripción espiritual constituye ya en sí misma
La experiencia personal es absolutamente necesaria para dar una interpretación.
un contenido concreto a los conceptos espirituales: ¿qué podrá
comprender de la contemplación aquel que jam~ ha practicado 3. Los documentos eclesiásticos
la oración mental? ¿qué podrá entender de] amof de Cristo y del
deseo de la cruz? No podrá hacer otra cosa rnás que repetir Si es verdad que los textos dogmáticos pueden ayudar siem-
palabras oídas o leídas, pero sin percibirlas plenamente, del pre al teólogo espiritual, el hecho es que el magisterio eclesiástico
mismo modo que el miope difícilmente percibe los objetos que ha intervenido muy pocas veces en las cuestiones espirituales
están lejos: ,Expertos potest credere quíd sit Jesum diligere•. Y (todos los documentos que hay en este sentido -hasta 1930-
puesto que, como se ha dicho, la teología espiritual es práctica, están recogidos en el libro de P. DE GUIBERT, Documenta ecclesias-
cuando falta la experiencia, está privada de contenido. tica cbn'slianae perfectíonis studium spectantia, 1931). Por otra
Sin embargo, la necesidad de la experiencia en primera per- parte, estos textos son de carácter más disciplinar que doctrinal,
sona no debe entenderse como si semejante experiencia tuviera aunque no por ello menos útiles para la dirección de las almas.
que ser universal. Según la clara exposición de A. Benigar, Los documentos que contienen mayor substancia doctrinal
son las 'Cartas encíclicas recientes (por ejemplo, sobre el sacer-
,esta necesidad no significa que el director de almas tenga docio, sobre los dones del Espíritu Santo, sobre la vida religiosa)
que tener la experiencia personal de todas las gracias místicas, o las alocuciones de los sumos pontífices con ocasión de con-
sino que debe haber comenzado ya a caminar con fervor en gresos, de la aprobación de institutos religiosos y de panegíricos
las vías del Senor; gracias a !o que él mismo ha experimentado para las beatificaciones y canonizaciones.
podrá presagiar más fácilmente lo que los otros ya saborean en Una fuente inestimable es la que hoy poseemos en los tex-
un estado más elevado. Conoce el camino que hay que reco- tos del concilio Vaticano II que tratan de espiritualidad o de pas-
rrer, conoce las dificultades, aunque quizás en uo grado menos toral.
elevado que otros; conoce, por así decirlo, al Espíritu que guía
la lengua y la pluma de los más expertos• ( Compendium theo- 4. Los textos doctrinales que atañen directamente a la teología
logiae spiritualis, p. 53). espiritual
La experiencia personal se ve corroborada a través de la Hay que mencionar aquí sobre todo los escritos que contie-
dirección espiritual. En efecto, la comunicación espiritual posee nen una reflexión teológica comprobada por la experiencia espi-
un carácter de concreción, en cuanto que hace partícipe, por así ritual: en esta categoría entran muchos escritos de los Padres y
decirlo, de la experiencia misma a aquel a quien ésta se refiere. de los doctores de la Iglesia. Pensemos por ejemplo en Oríge-
Este tipo de conocimiento puede calificarse en cierto modo de nes, en san Bernardo, en san ~uenaventura: nadie puede dudar
personal y existencial. de la autenticidad substancial de la experiencia personal que
A su adquisición contribuye sobre todo ht relación muy expresan en sus obras ni de la rectitud de su reflexión doctrinal.
exhaustiva que han hecho algunas almas de su experiencia (aun En cuanto a santo Tomás, hay que considerar su doctrina
cuando el hijo espiritual no deba considerarse nunca como obje- general, expresada sobre todo en la segunda parte de la Summa
to de inquisición y tenga que respetarse absolutamente la liber- 1beologiae (con algunas Quaestiones disputatae sobre la caridad,
tad de la comunicación); efectivamente, en una relación seme- sobre el mal, sobre las virtudes, etc.), donde se elabora una pro-
jante se discierne mejor la complejidad de los elementos (moti- funda antropología sobrenatural; están además las anotaciones
vaciones, gracias internas y externas, etc.), así como la manera espontáneas, diseminadas por ejemplo en sus Comentarios a la
como Dios actúa con una persona particular. Además, por la sagrada Escritura, que se refieren directamente a la experiencia
confrontación con otrns experiencias se conoce mejor la diven,i- espiritual. En estas anotaciones se revela de forma admirable el
dad de los caminos del Señor y se discierne así con mayor preci- purísimo espíritu contemplativo de santo Tomás (cf. S. Th. I-II,
sión la substancia de la vida espiritual que está en la base de las qq. 69-70).
98 99
Vienen luego las enseñanzas de los santos que trataron CAPÍTULO IV
directamente de la doctrina espiritual: san Ignacio, santa Teresa
de Jesús, san Juan de la Cruz, san Francisco de Sales, etc., que LA COMUNICACIÓN DE LA VIDA DMNA
constituyen una fuente inmediata de la teología espiritual.

5. El conocimiento del hombre

Puesto que, por un lado, el hombre es el objeto material de


la teología espiritual y, por otro, ,la gracia supone la naturaleza
y la lleva a la perfección•, todo lo que se refiere a un conoci-
miento más profundo de la naturaleza humana y de su dinamis-
mo vital será una ayuda para la teología espiritual.
En primer Jugar hemos de recordar la psicología general en
sus formas modernas: la psicología de lo profundo (una de
cuyas formas particulares es el psicoanálisis freudiano) y la psi-
copatología. Sobre todo cuando se trata de fenómenos extraordi- Tal como se ha visto en el párrafo II del primer capítulo, la
narios que no pertenecen estrictamente a la substancia de la vida espiritual cristiana nace del encuentro entre la comunica-
vida espiritual. se les puede y se les debe someter a un examen ción que Dios hace de su propia vida y la recepción activa por
científico. parte del hombre: •Él nos amó primero, (1 Jn 4, 19). De este
En segundo lugar hay que evitar un doble peligro: el de sobre- carácter de receptividad de la vida cristiana se sigue la prioridad
valorar de fonna exclusiva el valor y la certeza de los descubri- en la teología espiritual de la consideración de la iniciativa divi-
mientos psicológicos más recientes -¡como si no plantearan tam- na y por tanto la subordinación de la misma teología espiritual a
bién ellos problemas y como si Dios no pudiera actuar libremen- la dogmática.
te!-, y el de ignorar o no tener en cuenta la importancia de algu- Nos ha parecido igualmente importante otro aspecto de esta
nos fenómenos manifiestos (por ejemplo, la frustnición, la com- vida espiritual, a saber, el de la alianza, que establece entre Dios
pensadón, etc) que a menudo se infiltr,m en la vida espiritual. y el hombre unas relaciones interpersonales mutuas. El terreno
No podemos servimos hoy de una psicología elaborada en especifico de la teología espiritual es precisamente el estudio de
los siglos pasados, sin tener en cuenta el progreso científico. cómo se desarrollan estas relaciones en la existencia humana.
También la reciente psicología de la religión sirve de ayuda Puesto que, por un lado, damos por adquirido todo lo que
a la teología espiritual; muestra cómo ciertas manifestaciones se trata en los cursos de teologí:é!_ dogf!lática, y por otro centra-
sociológicas de la vida espiritual, que a primera vista podrían mos nuestra investigación en la experíencia espiritual, pensamos
parecer como características de la vida cristiana, están en reali- que es lícito que nos detengamos en algunas estructuras teológi-
dad presentes bajo formas similares en otras religiones (por cas, más incisivas para la vida espiritual, a la hora de presentar
ejemplo, los gestos cultuales, las formas de oración, etc.). Pero brevemente los elementos teológicos que hacen de presupuesto
indiquemos inmediatamente que el aspecto puramente socioló- a la teología espiritual.
gico de ta vida religiosa entra más bien en la teología pastoral, En primer lugar consideraremos la fuente misma de la vida
que tiene la flnalídad de considerar la vida religiosa en su expre- espiritual, es decir, la vida trinitaria, insistiendo particularmente
sión comunitaria. en su aspecto interpersonal, en cuanto que el misterio mismo de
la Trinidad es comunicación vital entre las tres Personas divinas;
en efecto, estamos convencidos, con la teología clásica, de que
las relaciones intratrinitarias se manifiestan en nuestra misma
vida sobrenatural y que, por tanto, la comprensión de nuestra
vida espiritual pasa a través de la consideración de la vida trini-
taria ..
100 101
Sabemos además que la comunicación de la vida divina se He aquí cómo se expresa san Cirilo de Alejandría:
lleva a cabo a través de la humanidad gloriosa de Cristo: éste
será nuestro segundo punto de referencia, a saber, el misterio de •El Hijo ha manifestado el nombre del Padre, enseñándo-
la encarnación y su prolongación en el misterio de la Iglesia nos claramente que a él se le aplica no sólo el nombre de Dios
como Cuerpo místico de Cristo. (la verdad de "que es Dios estaba ya proclamada en la sagrada
En tercer lugar tendremos que considerar cómo vivimos Escritura), sino también el de Padre, que posee ya en sí mismo
nosotros en concreto la vida divina que se deriva de Cristo; para y por sí mismo a su propio Hijo; y este Hijo está unido eterna-
ello estudiaremos algunos aspectos de la •Vita in Christo•. mente a él, porque vive en la misma naturaleza que el Padre y
porque, creador de los siglos, no ha sido engendrado en el
tiempo. El nombre que conviene propiamente a Dios es: por
l. EL MISTERIO TRINITARIO tanto, el de "Padre" más bien que el de "Dios"; en efecto, el
segundo expresa una dignidad, mientras que el primero revela
La estructura teológica fundamental y totalmente singular de una propiedad personal. Decir "Dios" significa indicar al domi-
la vida cristiana está constituida por el misterio de Dios uno y nador de todas las cosas; decir "Padre" significa más bien
trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Este misterio está en el ori- alcanzar la razón de una propiedad íntima, ya que es manifes-
gen del universo y de la historia de la salvación. Presuponiendo tar que Dios ha engendrado. Así pues, "Padre" es en cierto
el estudio del tratado teológico sobre la Trinidad, notemos que modo el nombre más verdadero de Dios, su nombre propio
la vida espiritual no se limita al conocimiento del misterio, sino por excelencia• (In Job., lib.11, c. 7 : PG 74, 500).
que quiere profundizar en su significado para llegar a una
adhesión total, es decir, intelectual, afectiva y personal. Para Y realmente, en el Nuevo Testamento la palabra "Dios" indi-
conseguirlo conviene insistir ante todo en el sentido de las Per- ca casi siempre la persona del Padre. Citemos alguna expresión
sonas divinas como tales y en la relación dinámica existente paulina: •Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo ... •
entre el misterio de la comunicación intratrinitaria de las mis- (2 Cor 1, 3); •La iglesia de los tesalonicenses, que es la Iglesia de
mas y la historia de la salvación, que tiene en la creación su Dios Padre [. .. ] , ante Dios, que es nuestro Padre• (1 Tes 1, 1.3).
primer momento. Semejante modo de expresarse atestigua el convencimiento de
la comunidad primitiva de que el Padre es absolutamente prime-
1. La persona del Padre. ro: él es la fuente de todo cuanto existe. •
Para comprender mejor esta noción del Padre como fuente
La consideración de Dios como Padre tiene como primer universal, remitámonos a una observación de santo Tomás. A la
efecto el de acentuar el sentido del misterio divino. pregunta de si es la misma potencia la que se despliega en la
Efectivamente, Dios aparece misterioso ante todo a través generación del Hijo y en la creación del mundo, responde:
del sentimiento de su absoluta transcendencia: él es el Creador
y, para el que lo quiere conocer, se presenta siempre más allá ,La potencia de engendrar y la de crear es la misma
de cualquier esfuerzo de comprensión y de concepción. Según potencia, si consideramos su entidad, pero son diversas si
el pensamiento de san Anselmo, •Dios es tal que no se puede consideramos que están en relación con actos diversos• (De
pensar nada mayor (Proslogion); o bien, recurriendo al lenguaje Pot., q. 2, a.6).
simbólico, diremos con la sagrada Escritura y con numerosos
Padres de la Iglesia que Dios se esconde en la nube, que escon- Lo que vale de la potencia, vale de los otros atributos en
de su rostro a Moisés y a todos los que, después de él, desean particular de aquellos que significan una realidad original. '
acercarse a su majestad divina. Así pues, en esta perspectiva, el Padre aparece también como
Además, al decir que Dios es Padre, no sólo no se quita la fuente de toda vida. Según una idea expresada varias veces en
nada· a su misteriosa transcendencia, sino que se le añade el el evangelio de san Juan, el Padre ha de ser considerado como la
misterio de un ser personal, dotado de fecundidad interior y, fuente de la vida trinitaria. Dice el Señor: •El Padre, que me ha
por consiguiente, siempre vivo. enviado, posee la vida, y yo vivo por él. Así también el que me

102 103
come, vivirá por mí» Qn 6, 57); •El Padre tiene el poder de dar la ,Es ella un hálito del poder de Dios, una emanación pura
vida, y ha dado al Hijo ese mismo poder• Qn 5, 26). de la gloria del Omn_ipotente; por eso nada manchado entra
El misterio trinitario es por consiguiente misterio de vida. En en ella. Es una irradiación de la luz eterna, un espejo inmacu-
efecto, lo propio de la vida es la exigencia de comunicarse y de lado de la activ-idad de Dios, una imagen de su bondad· (Sab
reproducir en otro ser la propia forma. Pero en la Trinidad esta 7, 25-26).
comunicación es tan perfecta que el Hijo es la imagen del Padre
sin ninguna disminución de dignidad y de gloria: •Todo lo que Cómo se percibe la belleza del Verbo, a través del cual todo
tiene el Padre, es mío también• Qn 16, 15). Toda la substancia ha sido creado, nos lo dice san Juan de la Cruz haciendo de
del Padre pasa al Hijo; la única diferencia que se puede advertir portavoz de tantos místicos de oriente y de occidente. Comen-
se refiere a la relación del Padre al Hijo, distinta de la del Hijo al tando la estrofa 5 de su Cántico Espiritual:
Padre. Podemos decir que la persona misma del Padre está
constituida por la relación eterna que tiene con el Hijo, lo «Mil gracias derramando
mismo que la personalidad del Hijo consiste en ser una pura pasó por estos sotos con presura,
mirada hacia el Padre. Así pues, el Hijo no puede ser nunca el y yéndolos mirando,
término último de nuestro movimiento espiritual; él nos conduce con sola su figura
siempre hasta el Padre, del que todo procede y al que todo vestidos los dejó de su hermosura»,
vuelve.
escribe:
2. La persona del Hijo.
,Las criaturas son como un rastro del paso de Dios, por el
Antes de presentar a la persona del Hijo en el contexto de la cual se rastrea su grandeza, potencia y sabiduría y las otras
vida espiritual, observemos que la convicción fundamental del virtudes divinas• (Cántico espiritual, canc.5);
sentimiento cristiano en torno al misterio trinitario se refiere al
orden de las Personas divinas: Padre, Hijo y Espíritu Santo; pero pero el místico español sabe muy bien que,_ a pesar de su
por lo que se refiere a los diversos nombres de las Personas, no esplendor, las maravillas de la naturaleza
existe ya este mismo carácter lineal: el Hijo, por ejemplo, es
también Verbo y Sabiduría; el Espíritu Santo es Paráclito, Don y •son las obras menores de Dios, que las hizo como de
Amor. Estas denominaciones manifiestan la riqueza del Dios uno paso; porque las mayores en que más se mostró y en que más
y trino; y es precisamente esta riqueza la que nos disponemos a él reparaba, eran las de la encamación del Verbo y misterios
examinar. de la fe cristiana• (ibid.).

a. Desde el punto de vista de la actividad contemplativa, la En realidad, el misterio de la encarnación se prolonga hasta
segunda persona de la Trinidad se manifiesta como Imagen de el de la glorificación de la humanidad de Cristo:
la primera, como su Belleza, como la Sabiduría por medio de la
cual fue creado el mundo; todas estas denominaciones se refie- . En este levantamiento de la encamación de su Hijo y de
ren a la que usa Juan al hablar del Verbo, la cual indica que la la gloria de su resurrección según la carne, no sólo hermoseó
segunda persona nace del Padre a través de una operación el Padre las criaturas en parte, mas podemos decir que del
puramente intelectual y totalmente inmanente. todo las dejó vestidas de hermosura y dignidad, (ibid.).
La belleza del Hijo se afirma con claridad en la Carta a los
Hebreos: ,El Hijo que, siendo resplandor de su gloria [del Padre] Siempre en la línea contemplativa, es lícito considerar al
e imagen perfecta de su ser ... • (1, 3). Esta expresión no hace Verbo de Dios como Esposo del alma. Este tema, común en
más que aplicar a Cristo la descripción que nos presenta de la toda la literatura mística, consiste en el hecho de que la unión
Sabiduría el Antiguo Testamento: con Dios no debe considerarse como la consecución de un inte-
ligible abstracto; sino como la alianza total y definitiva con la
104 lOS
segunda Persona de la Trinidad, junto con el Espíritu Santo y el .y vi un cielo nuevo y una tierra nueva. Habían desapare-
Padre. Citemos de nuevo a san Juan de la Cruz: cido el primer cielo y la primera tierra y el mar ya no existía.
Vi también bajar del cielo, de junto a Dios, a la ciudad santa,
•Para lo cual (i.e., para poder encontrar a este Esposo) es la nueva JerusalénJ ataviada como una novia que se adorna
de notar que el Verbo Hijo de Dios, juntamente con el Padre para su ,esposo. Y oí una voz potente, salida del trono, que
y el Espíritu Santo, esencial y presencialmente está escondido decía: "Esta es la tienda de campaña que ·Dios ha montado
en el íntimo ser del alma; por tanto, el alma que le ha de entre los hombres. Habitará con ellos; ellos serán su pueblo y
hallar conviene salir de todas las cosas según la afición y Dios mismo habitará con ellos"• (Ap 21, 1-3).
voluntad y entrarse en sumo recogimiento dentro de sí misma,
siéndole todas las cosas como si no fuesen. Que por eso san No se alcanza la plenitud de la alianza si anteriormente la
Agustín, hablando en los Soliloquios con Dios, decía: No te persona del Verbo encarnado no ha sido objeto de la adhesión
hallaba, Señor, de fuera, porque mal te buscaba fuera; que de la fe: Cristo· es la revelación del Padre, a quien nadie ha
estabas dentro• (Cántico espiritual, canc. 1, 6) conocido jamás (Jn 1, 18). También aquí nos encontramos frente
a una verdad profundamente vivida por la Iglesia primitiva y
. b. Si pasamos ahora a la perspectiva ontológica del miste- expresada tanto por san Juan: ,El que me ve a mí, ve al Padre•
n<?, de la encarnación histórica del Verbo de Dios, la persona del (Jn 14, 9), como por san Pablo:
H110 se nos presenta como enviada por el Padre para llevar a
cabo su proyecto salvífica: •Yo los he enviado al mundo como •Pues el Dios que ha dicho: Brille la luz de entre las tinie-
tú me enviaste a mí» (Jn 17, 18). ' blas, es el que ha encendido esa luz en nuestros corazones
Esta noción de misión es fundamental para el sentido del para hacer brillar el conocimiento de la gloria de Dios, qu~
misterio trinitario. Si, como hemos observado, la convicción está reflejada en el rostro de Cristo• (2 Cor 4, 6).
fundamental del sentido cristiano se refiere al orden de las Per-
sonas divinas, es igualmente fundamental el postulado de la Pero el misterio del Verbo encamado no debe considerarse
correspondencia entre el orden de las Personas dentro de la solamente bajo un aspecto global, sino también bajo lodos lc:iii
Trinidad y las relaciones respectivas de las criaturas con las aspectos particulares, gracias a los cuales se realiza la adhesión a
mi_sm~s_: en este sentido hay que decir que el Padre, por ser la totalidad del misterio, ya que la plenitud de la divinidad que
pnnc1p10 absoluto, no puede ser enviado, sino que se da a sí habita en Jesús es tal que santifica radicalmente cada una de sus
mismo en el amor; el Hijo, por el contrario, que tiene su ori- palabras, cada uno de sus gestos, cada uno de sus estados.
gen en el Padre, es enviado por él de tal manera que la perso- Mediante la encarnación, Jesús ha santificado al mundo y en pri-
na del Hijo es el término de la unión hipostática con la huma- mer lugar a la humanidad misma, no sólo en su esencia abstrac-
nidad de Jesús, hecha una vez para siempre. Esta misión visi- ta sino también en su concreciÓfl histórica. Así se explica por
ble del Hijo es única y constituye el centro de toda la historia qué muchos Padres, por no decir todos ellos, han escrutado y
de la humanidad. comentado el evangelio. En todas las palabras escritas en él, en
La misión visible del Hijo constituye la nueva alianza, per- los más mínimos detalles narrativos, ellos veían una enseñanza
fecta y definitiva. Perfecta, porque no se puede concebir una espiritual. En este sentido podemos citar un pasaje del cardenal
relación de la criatura con Dios más estrecha que la de la asun- de Bérulle, en donde se resume toda la tradición:
ción de una humanidad concreta en la persona del Hijo único:
Jesucristo es el Enmanuel, el Dios-con-nosotros (Is 7, 14). Defi- •Por medio de este designio ele"ado, supremo y divino,
nitiva, porque en él toda la humanidad queda unida con Dios. no solamente tenemos un hombre-Dios, lo cual se nos ha
En esta perspectiva la humanidad renovada es presentada como dado en el misterio de la encamación, sino que tenemos un
la Esposa del Cordero degollado; queda entonces sellada la Dios-niño, un Dios mortal, que sufre, que tiembla de frío, que
alianza eterna de Dios con los hombres: llora en el pesebre: un Dios que camina y vive en la tierra, en
Egipto, en Judea; y como si esto no bastase para la elevación
del hombre, Dios quiere que todas las miserias, condiciones y

106 107
abajamientos de nuestra natural~za queden ennoblecidos por rosa y que, una vez realizada la purificación de los pecados,
medio de la subsistencia y de la personalidad divina: un Dios se sentó a la derecha de Dios en las alturas• (Heb 1, 3).
que sufre y muere en la cruz, un Dios muerto en el sepulcro;
en efecto, aquel que tomó nuestra naturaleza humana a través De este texto se deduce con claridad que la misión del Hijo
del misterio de la encamación, quiso tomar todos estos esta- se basa en su procesión eterna; él lo r.~cibe todo del Padre y
dos y condiciones de nuestra naturaleza y honrarlos con su está enteramente vuelto hacia él: enviado por el Padre, vuelve al
subsistencia divina. Esto es precisamente lo que los Padres de Padre con todos aquellos que le pertenecen:
la Iglesia llaman la economía y la dispensación del misterio
divino, (P. DE BÉRULLE, Oeuvres de Piété, XVIII, col. 941). •Padre, yo deseo que todos estos que tú me has dado
puedan estar conmigo donde esté yo, (Jn 17 1 24).
De esta verdad esencial san Juan de la Cruz saca una conse-
cuencia inmediata: tenemos que buscar en la revelación del 3. El Espíritu Santo.
Verbo encarnado la respuesta a todas las preguntas que puede
plantear la vida espiritual: Mientras que la misión del Hijo constituye un acontecimien-
to histórico cuya manifestación todos pueden percibir, la misión
-Si te tengo ya habladas todas las cosas (dice el Padre) del Espíritu Santo sigue siendo esencialmente invisible. Es ver-
en mi palabra que es mi Hijo, y no tengo otra, ¿qué te puedo dad que se puede hablar también de una misión visible del
yo ahora responder o revelar que sea más que eso? Pon los Espíritu, en cuanto que se manifiesta a través de unos signos
ojos sólo en él, porque en él te lo tengo dicho todo y reve- (las lenguas de fuego en Pentecostés), así como el Verbo es
lado, y hallarás en él aún más de lo que pides y deseas. Por- ob;eto de una misión invisible en el don de la sabiduría, pero si
que tú pides locuciones y revelaciones en parte, y si pones consideramos la misión sobre todo en cuanto que constituye
en él los ojos, lo hallarás en todo; porque él es toda mi locu- una realidad habitual en el cristiano y permanente en la Iglesia,
ción y respuesta, y es toda mi visión y toda mi revelación; lo se hace fundamental la misión invisible del fapíritu así como la
cual os he ya hablado, respondido, manifestado y revelado, misión visible del Hijo en la encarnación.
dándoosle por hermano, compañero y maestro, precio y pre- La sagrada Escritura, por un lado, relaciona claramente estas
mio, (San JUAN DE LA CRUZ, Subida del monte Carmelo, lib. 2, dos misiones:
c. 22, 5).
"Pero cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió
Por ser el revelador del Padre, el Hijo encarnado es princi- a su propio Hijo, nacido de mujer, nacido bajo el régimen de la
pio de salvación, ya que hace posible nuestra adhesión al Padre ley, para liberamos de la sujeción a la ley y hacer que recibiéra-
por medio de la fe. Pero la obra de la salvación no se manifiesta mos la condición de hijos acloptivos de Dios. Y la prueba de
sólo a través de la revelación; se actúa a través del misterio de la que sois hijos es que Dios envió a nuestros corazones el Espíri-
reconciliación y de la redención. De este aspecto hablaremos tu de su Hijo que clama:"Abba", es decir,"Padre", (Gal 4, 4-6).
más difusamente dentro de poco. Limitémonos por ahora a indi-
car cómo la persona del Hijo está constituida precisamente por Por otro lado, insiste en la interioridad y por tanto en la invi-
su relación con el Padre, en la eternidad, y cómo, en el misterio sibilidad del don del Espíritu:
de la encarnación, esta relación define la personalidad de Jesu-
cristo. De esta manera, al enviar a su Hijo al mundo, el Padre "Los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios, ésos son
estableció con el mundo una nueva relación. Y cuando el Hijo hijos de Dios. Pues bien, vosotros no habéis recibido un Espí-
vuelva a la gloria del Padre, llevará consigo al mundo, habiendo ritu que os haga esclavos, de nuevo bajo el temor, sino que
cumplido su misión: habéis recibido un Espíritu que os hace hijos adoptivos y os
permite clamar: "Abba", es decir, "Padre". Ese mismo Espíritu
•El Hijo que, siendo resplandor de su gloria e imagen per- se une al nuestro para dar testimonio de que somos hijos de
fecta de su ser, sostiene todas las cosas con su palabra pode- Dios, (Rom 8, 14-16).

108 ------- 109


Al ser un nuevo modo de alianza de Dios con los hombres, En teología espiritual nunca se podrá exagerar la importan-
la misión no tiene más finalidad que la de santificar la realidad a cia de esta doctrina, tanto en lo que se refiere al papel del Espí-
la que es enviada una Persona divina. Así pues, el Espíritu Santo ritu Santo, como en lo que atañe a la centralidad de la caridad.
es enviado por el Padre en cuanto que se hace término de una En realidad estos _dos aspectos están íntimamente vinculados
unión mediada por el conocimiento y el amor. En este sentido entre sí; efectivamente, según la teología occidental, el Espíritu
podemos hablar de la inhabitación de las Personas divinas en Santo es amor y derrama el amor de Dios' en nuestros corazones
nuestra alma, significando con esta palabra la permanencia de la: (Rom 5, 5), de manera que no hay ninguna diferencia substan-
relación de conocimiento y de amor. cial entre la afirmación: ,el Espíritu Santo es el agente de nuestra
No hay razón para limitar la noción de misión del Espíritu vida espiritual,, y el reconocimiento de que ,la caridad es su
Santo al primer don que se hace de él, sino que cada vez que se principio inmediato•, ya que donde está el Espíritu Santo allí está
da al Espíritu Santo para introducir al hombre en una nueva la caridad, y donde está la caridad allí está el Espíritu Santo.
forma o en un nuevo grado de vida espiritual, se puede hablar Detengámonos brevemente en estas reflexiones.
de una misión del Espíritu Santo, aplicando la expresión, por
ejemplo, al crecimiento espiritual o a la concesión de un caris- a. Intentando comprender mejor la personalidad del Espíritu
ma. Siempre en este senlido, el sacramento de la confirmación Santo, podemos distinguir dos modos de amor: el primero es el
constituye, respecto al bautismo, un nuevo don del Espíritu. amor de adhesión de todo ser a sí mismo; el segundo es el amor
No solamente la misión se hace con vistas a la acción espiri- interpersonal, es decir, el amor de amistad. El Espíritu Santo no
tual, sino que produce también una asimilación del alma a la procede del Padre y del Hijo según el primer modo (la adhesión
persona divina enviada: de imagen de Dios como lo es en virtud ontológica al propio ser es común a las tres Personas de la Trini-
de la creación, el alma se transforma en semejanza de la Persona dad), sino según el intercambio de amor entre el Padre y el
divina. En un texto de gran densidad y belleza santo Tomás nos Hijo. La tercera Persona de la Trinidad es por tanto el prototipo
presenta la doctrina clásica en este punto: absoluto del amor interpersonal, puesto que la comunicación
entre el Padre y el Hijo es total y sin ninguna distancia, en un
,El alma por la gracia se hace conforme con Dios. Por acto eterno.
consiguiente, para que alguna persona divina sea enviada a Al proceder del amor interpersonal entre el Padre y el Hijo,
alguien por la gracia es necesario que se verifique su asimila- el Espíritu Santo no es más que la respuesta de amor de la terce-
ción a la persona que es enviada por algún don de gracia. Y ra Persona a las otras dos. En otras palabras, Como el Padre y el
puesto que el Espíritu Santo es el Amor, el alma es asimilada Hijo producen el Espíritu Santo como su aliento de amor, así el
al Espíritu Santo por el don de la caridad; y de aquí que la Espíritu Santo está constituido propiamente por el aliento de
misión del Espíritu Santo se considere en razón del don de amor que restituye a las Personas de las que procede (a la espi-
caridad. El Hijo, en cambio, es el Verbo, pero no un verbo ración activa del Padre y dei-- Hijo- corresponde la espiración
cualquiera, sino el Verbo que espira el Amor, que por esto pasiva que es el Espíritu Santo).
dice san Agustín: "El Verbo que intentamos insinuar es cono- Para nuestra condición espiritual la consecuencia de esta
cimiento con amor". Por consiguiente, el Hijo no es enviado doctrina es de suma importancia: en la medida en que posee-
por un perfeccionamiento cualquiera de la inteligencia, sino mos el Espíritu Santo, también nosotros somos llevados hacia el
por una instrucción tal que prorrumpa en afectos de amor, Padre y hacia el Hijo. Como el Eijo no existe para sí mismo,
que es lo que leemos en san Juan:"Todo el que oye a mi sino que es totalmente relación con el Padre, así también el
Padre y recibe su enseñanza, viene a mí"; y en un salmo: "En Espíritu Santo no existe para sí mismo, sino únicamente en rela-
mi meditación se encenderá el fuego"; y por esto dice certe- ción con el Padre y con el Hijo:
ramente san Agustín que el hijo es enviado "cuando de
alguien es conocido y percibido", puesto que la percepción ,Cuando venga el Paráclito, el Espíritu de la verdad que
significa cierto conocimiento experimental, y este conocimien- yo os enviaré y que procede del Padre, él dará testimonio
to se llama propiamente "sabiduría", como si dijésemos, un sobre mí. Vosotros mismos seréis mis testigos, porque habéis
"saber sabroso" (S Th. I, q.43, a. 5, ad 2: BAC 11, 443-444). estado conmigo desde el principio• (Jn 15, 26-27).

110 --------- 111


«Los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios, ésos son que es el amor del Padre y del Hijo, cuya participación en
hijos de Dios. Pues bien, vosotros no habéis recibido un Espí- nosotros es la misma caridad creada, (S. Tb. II-II, q. 24, a.2:
ritu que os haga esclavos, de nuevo bajo el temor, sino que BAC VII, 180).
habéis recibido un Espíritu que os hace hijos adoptivos y os
permite clamar: "Abba", es decir, "Padre". Ese misrno Espíritu Por esta doctrina, que considera a la caridad como una parti-
se une al nuestro para dar testimonio de que somos hijos de cipación del Espíritu Santo en persona, podemos intuir la fun-
Dios. Y si somos hijos, también somos herederos: herederos ción eminente del amor en nuestra vida espiritual.
de Dios y coherederos con Cristo, (Rom 8, 14-17) Esta primacía del amor corresponde al carácter fundamen-
tal de la alianza entre Dios y nosotros: ésta es obra de la bene-
Considerando ahora esta doble relación de amor -amor volencia misericordiosa de Dios y exige de nosotros una res-
dado por el Padre y por el Hijo y correspondido por el Espíritu puesta de amor. Mediante este amor se establece el diálogo
Santo-, podemos decir que, al ser vínculo entre el Padre y el interpersonal entre nosotros y Dios; desde este punto de vista
Hijo, el Espíritu Santo nos introduce en la comunión del Padre y la caridad se presenta como el primer efecto, en el orden lógi-
del Hijo. Esta comunión es perfecto amor interpersonal, ya que co, de la gracia divina (cf. Santo Tomás, Contra Gentiles III,
entre las Personas divinas no existe ni "mío" ni "tuyo", sino que c.151).
todo es común. Hay sin embargo una distinción perfecta entre Si nos fijamos ahora en la finalidad de la vida espiritual, que
ellos, no en el orden del tener, sino en el del ser personal: las es la unión con Dios, hemos de atribuir a la primacía de la cari-
relaciones distinguen a las Personas, estableciendo entre ellas dad• un nuevo título, a saber, el de ser la causa formal de la
una comunicación perfecta de la que se deriva la tdnidad de las unión con Dios, ya que la unión se manifiesta realmente a través
Personas. de la asimilación a Dios y en conformidad con él. Ba10 este
Al ser Amor interpersonal, el Espíritu Santo puede llamarse doble aspecto, la caridad, en cuanto que es participación del
el Don por excelencia, ya que el verdadero don no se hace con Espíritu Santo, debe considerarse como la fuente principal de la
vistas a un intercambio, sino gratuitamente, y es precisamente la transformación en Dios.
gratuidad del amor lo que caracteriza la producción del Espíritu De las reflexiones propuestas se deduce la enorme impor-
Santo: el Padre y el Hijo se aman con un amor de mutua com- tancia que tiene la consideración del misterio trinitario para la
placencia y de esta complacencia procede el Espíriru Santo. Por comprensión de la vida espiritual cristiana. Dios :Padre es la
tanto, si Dios quiere hacer algún don a los hombres, lo hará de fuente de todo: del ser, de la vida, de la luz, del amor, etc. Y
forma gratuita y el primer don será precisamente el don del toda participación concreta de esta riqueza se nos concede por
amor, o sea, el don del Espíritu Santo. De este primer don del medio del Hijo, en el Espíritu Santo. El hecho de que esta parti-
Amor-Persona se derivan todos los demás dones espirituales. cipación se lleve a cabo a través <!e estª derivación personal,
Ahora comprendemos mejor la palabra de san Juan: •Dios es añade a la consideración del acto divino· un carácter igualmente
amor, (1 Jn 4, 8 y 16): si consideramos la substancia divina, dire- personal, más marcado en el caso de la participación en el amor
mos que este amor, fuente de todo don concedido a los hombres, y en la sabiduría; en este caso, el hombre que recibe la gracia,
es común a las tres Personas; si consideramos a las Personas en recibe al mismo tiempo una cierta semejanza con el Hijo y con
sus mutuas relaciones, diremos que la tercera Persona, que proce- el Espíritu Santo, semejanza que lo asimila a las personas divi-
de de las otras como amor entre ellas, es el Amor-Persona. nas, haciéndole participar de la comunicación vital propia de la
santa Trinidad.
b. Según las palabras de san Pablo: «los frutos del Espíritu Entre todos los dones, el de la caridad como participación
son: amor, alegría, paz» (Gal 5, 22), la caridad es efecto de la en la persona misma del Espíritu Santo goza de un singular pri-
presencia del Espíritu Santo en nuestros corazones. En efecto, vilegio: es el principio activo inmediato de nuestra transforma-
escribe santo Tomás que ción en Dios. Hemos aludido a esta función de la caridad, pero
sólo brevemente; en los siguientes capítulos volveremos a
«no podemos tener la caridad naturalmente, ni adquirirla encontrarnos con la primacía de la caridad y estudiaremos más a
por las fuerzas naturales, sino por infusión del Espíritu Santo, fondo sus aspectos espirituales.
112 113
Indicaciones para la investigación: el misterio trinitario rienda espiritual del misterio trinitario. El hecho, en cuanto que
está basado en la sagrada Escritura y proclamado por el magiste-
En teología espiritual, el misterio trinitario puede considerar- rio de la Iglesia, pertenece al contenido de la fe. La explicación
se en dos momentos distinto_., del desarrollo de la vida cristiana: del modo se deriva _de la teología específica en la que se encua-
en el principio y en la culminación de la experiencia espiritual. dra la investigación del teólogo y se basa en una metafísica de
Respecto a la bibliografía, el primer aspecto se refiere a los las relaciones de la criatura con Dios. Finalmente, la experiencia
temas de la teología dogmática sobre la Trinidad; d segundo, a espiritual se desarrolla independientemente de las teologías par-
los de la inhabitación, la participación en el Espíritu Santo y, ticulares, bien porque los místicos tienen un conocimiento poco
más generalmente, al tratado de la gracia como fundamento de más que esquemático de las mismas, bien porque la experiencia
la inhabitación. se expresa a través de unos símbolos cuyo valor epifánico del
Se encontrará bibliografia en el DSAM, art. Grace, VI, 702- misterio depende de la capacidad del místico para sugerir una
750 art. Inhabitation, VII, 1735-1767; y en Rivista del clero italia- experiencia que todos consideran inefable.
no 0975) 706-714. BERNARD Ch. A., L'esperienza spirituafe della Trinitii, en E.
Algunos autores (VI. Losskij) quieren oponer la espirituali- ANc1w (ed.), La Mística, Citta Nuova, Roma 1984, II, 295-321.
dad oriental a la occidental partiendo de la diversidad de las
concepciones trinitarias; esto no nos parece muy legítimo, ya
que hasta el siglo X no hay contrnposiciones precisas sobre la 11. CRISTO, CABEZA DEL CUERPO MÍSTICO
procesión del Espíritu Santo. Además, en el concilio de Lión
(1274) se reconocieron como válidas las dos concepciones, grie- Al presentar el misterio trinitario como fuente de la vida cristia-
ga y latina. Aparre de esto, como ya hemos indicado, la vida na, ya hemos subrayado la importancia de la misión visible del
espiritual no se deriva de ninguna teología particular, ~ino que Hijo para comprender el modo de la comunicación a nosotros de
se ap0ya en la doctrina común de la Iglesia. la vida divina. Ahora hemos de volver sobre el misterio de la
A. BE..'<JGAR, en su Compendtum theologiae spin"tu.ali.s, Roma encamación en su realización histórica, ya que la misión visible
1959, 61-125, presenta la teología trinitaria franciscana desarrolla- del Hijó, sello de la nueva alianza, establece una relación nueva
da por san Buenaventura y Duns Escoto. Esta teología insiste en entre los hombres y Dios. No sólo la nueva alianza -implica una
la participación en 1a vida trinitaria y en la predestinación abso- adhesión a Dios mediante unos actos de conocimiento y de amor,
luta de Cristo a ser. en cualquier hipótesis histórica, el mediador sino que crea un nuevo tipo de unión, análoga a la unión de los
destinado a comunicar la vida divina. Esta perspectiva resalta miembros del cuerpo en un solo organismo: Cristo es la cabeza
muy bien los aspectos positivos y maravillosos de la divinización del pueblo de Dios; este pueblo forma el Cuerpo místico de Cristo.
del cristiano. Quizás tenga el defecto de ser demasiado optimis- La novedad consiste precisamente en el hecho de que la
ta. Se encontrará en este libro una bibliografía sobre el tema, comunicación de la vida divina se- lleva- a cabo a tmvés del cuer-
que completa las indicaciones del DSAM III, 1370-1459. po resucitado de Jesús, convertido en instrumento universal de
Respecto a la teología tomista de la inhabitación de la Santí- salvación. Efectivamente, el cuerpo de Jesús resucitado posee y
sima Trinidad, véase por ejemplo: comunica la plenitud del Espíritu Santo. Y puesto que nosotros
JoURNET Ch., L 'F.glise du Verbe incarné, DDB, París 1951, t.II. poseemos un cuerpo ,de carne y de sangre», gracias a esta
358-381: Les présences de la Trinité; 454-579: L-Esprit divinisateur comunicación estamos destinados a participar de la vida gloriosa
derÉglise. del Cristo resucitado. Nuestra salvación consiste en esta partici-
BoUYER L., 11 Consolatore, Ed. Paoline, Roma 1983. pación, así como nuestra condición de pecadores depende de la
En teología espiritual, la doctrina de las misiones divinas historia de la humanidad que comenzó en Adán. Así pues, lejos
está estrechamente vinculada a la de los dones del Espíritu de considerar nuestra vida cristiana como una aventura indivi-
Santo. de loo que hablaremos más adelante kapítulo XVII). dual sin vinculación con los demás hombres, debernos conside-
Hay que distinguir bien entre la afinnación del hecho de la rarla más bien como parte de la historia de la salvación que
inhabitación, las explicaciones teológicas de! modo de la rela- ~barca a todos los hombres, unidos en Adán y luego en Cristo.
ción del alma con cada una de las Personas divinas y la e ~ Esta es la doctrina que enseña san Pablo:

114 ·115
•Adán, el primer hombre, fue creado como un ser con Esta condición de la vida espiritual continuó durante: toda
vida. El nuevo Adán, en cambio, es espíritu que da vida. Y no la Edad Media y la institución eclesial estaba presente en
apareció primero lo espiritual, sino lo animal, y después lo todas las formas de la_vida de las comunidades y de los indiv.i-
espiritual. El primer hombre procede de la tierra y es terrestre; duos; además, la vida' litúrgica en particular inculcaba a todos
el segundo procede del cielo. El terrestre es prototipo de los el sentido vivo de la Iglesia como Cuerpo místico de Cristo.
terrestres; el celestial, de los celestiales. Y así como llevamos Sin embargo, a finales de la Edad. Media se abre una
la imagen del terrestre, llevaremos también la imagen del nueva época espiritual. La comestadón protestante cre-J. una
celestial• (1 Cor 15, 45-49). gran desconfianza ame la institución eclesial y en el ámbito de
las comunidades refonnadas prevalece el sentimiento indivi-
Para la vida espiritual, este misterio constituye una estructura dual de la vida cristiana; se considera capaz a cada uno, gra-
nueva y totalmente singular, que nos mueve a tener siempre cias a la difusión de los libros sobre la religión cristiana, de
. presente hasta qué punto wda nuestra vida cristiana, desde su juzgar de forma autónoma Jel contenido de la fe. Natumlmen-
origen hasta su cumplimiento en la vida eterna, se encuentra en 1e, en la parte católica la Contrarreforma insistió en la obedien-
constante relación con el misterio del Verbo encamado, muerto cia a la Iglesia jerárquica, favoreciendo incluso el aspecto jurí-
y resucitado. Los sacramentos, en particular, nos permjten parti- dico de la vida eclesial. A pesar de ello, en conformiwd con el
cipar de la vida de Cristo y recibir de él una gracia multiforme: sentido de la primacía del sujeto que iba sustituyendo, tanto en
el bautismo nos hace nacer a esta vida, !a eucaristía la hace cre- la filosofía como en la mentalidad común, al objetivismo
cer, los demás sacramentos nos comunican Ia gracia de Cristo medieval, la época de la reforma católica acentuó el aspecto
según diversas modalidades que abarcan todos los aspectos fun- individual de la vida espiritual, atribuyendo el mayor relieve e
damentales de nuestra existencia. importancia al horizonte mema! como instrumento de progreso
Además, como el Seiior ha dispuesto comunicarnos la vida a espiritual (pensemos a est,. propósito en los grandes maestros
través de unos signos visibles, fundó para ello una comunidad de oración como san Ignacio y santa Teresa de Avila).
visible (la Iglesia), confiándole la tarea de continuar en la histo- Aunque el sentir católico tuvo siempre en cuenta el
ria su obra de salvación mediante la comunicación de la Palabra, aspecto social de la vida cristiana, a partir del siglo XIX se
la administración de los sacramentos y la participación en su hizo sentir la exigencia de insistir en d hecho de que la vida
autoridad de maestro de vida. Así pues, toda !a vida espiritual se eclesial no solamente supone un carácter jerárquico, sino que
actúa por medio de la Iglesia. Todo ser humano está invitado a ha de desembocar en una vida de comunión-;Así, ya antes del
responder personalmente a la llamada de Dios en Jesucristo, concilio Vaticano I, hubo una nueva floración de la doctrina
pero también a vivir como miembro del pueblo de Dios en el sobre la Iglesia como Cuerpo místico de Cristo, mientras que
Cuerpo místico de Cristo que es la Iglesia. después del Vaticano lI se ha insistido fuertemente en la
noción de comunidad comg com!_lnión concreta de los diver-
Nota histórica sos miembros de la Iglesia.

Si es verdad que este doble carácter, personal y social, ha 1. La comunicación de la gracia de Cristo.
sido siempre reconocido por todos los que han reflexionado
en la vida espiritual crutiana, lo cierto es que la conciencia Después de considerar el misterio de la encarnación como
cristiana no siempre lo ha vivido del mismo modo. conjunción del Verbo de Dios con la humanidad en una nueva
Los Padres de la Islesia han presentado los principios y alianza, nos proponemos ahora meditar sobre dicho misterio en
el desarrollo de la vida espiritual partiendo de los "miste- su devenir histórico. El Verbo de Dios ha querido que su encar-
rios", o sea, de los sacramentos, especialmente de los sacra- nación siguiera una parábola: tomando carne de la virgen Maria,
mentos de la iniciación cristiana (bautismo, confirmación, se hizo hombre y se humilló hasta !a muerte de cruz, para resur-
eucaristía). A sus ojos parecía evidente el aspecto social de gir luego a una vida nueva y subir al cielo.
la espiritualidad cristiana y la Iglesia era una realidad vivida La historicidad de la existencia de Jesús se encuadra en una
al compás de cada día. historia total que es precisamente la hi;toria de la salvación; ésta

116 117
comprende la larga preparación del Antiguo Testamento y luego Traduciendo esta doctrina a un lenguaje teológico, podemos
el cumplimiento definitivo a través de la participación de la decir con santo Tomás: Cristo resucitado posee la plenitud de la
humanidad salvada en la gloria del Cristo resucitado. Rracia y se ha hecho .i:apaz de comunicársela a los miembros de
He aquí algunos de los textos paulinos más significativos su Cuerpo místico por medio de los sacramentos. También en
que presentan estos dos aspectos de la encarnación: ' este caso presentaremos esquemáticamente la doctrina tomista,
siguiendo su triple articulación:
•Cristo Jesús, siendo de condición divina, no consideró
como presa codiciable el ser igual a Dios. Al contrario, se des- a. Santo Tomás se pregunta primero (S. lb. llI, q. 7) si el
pojó de su grandeza, tomó la condición de esclavo y se hizo alma de Cristo poseía la gracia santificante y motiva su respuesta
semejante a los hombres. Y en su condición de hombre, se afirmativa con tres razones: en primer lugar, porque el alma de
humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y Cristo estaba unida hipostáticamente al Verbo de Dia_<;, que es
una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó y le dio el nombre fuente de todas las gracias; de aquí se deriva en el alma de Cristo
que está por encima de todo nombre, para que ante el nom- una santidad total. En segundo lugar, Cristo tenía que realizar la
bre de Jesús doble la rodilla todo lo que hay en los cielos, en redención ofreciéndose libremente al Padre; por tanto, convenía
la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame que Jesu- que su alma fuese capaz de actuar por medio de un conocimien-
cristo es Señor, para gloria de Dios Padre, (Flp 2, 5-11). to y de un amor sobrenaturales. Finalmente, Cristo, Verbo de
Dios encamado, es mediador entre Dios y el hombre; por tanto,
,A cada uno de nosotros, sin embargo, se le ha dado la no era suficiente que su alma poseyese la gracia sólo para sí
gracia según la medida del don de Cristo. Por eso dice la mismo, ya que tenía que comunicarla también a los demás. Por
Escritura: Al subir a lo alto llevó consigo cautivos, repartió todos estos motivos Tomás concluye su discurso recordando la
dones a los hombres. Eso de "subió" ¿no quiere decir que palabra de san Juan: ,De su plenitud todos hemos recibido- (1,
también bajó a las regiones inferiores de la tierra? Y el que 16). La plenítud de la gracia en Cristo significa que esa gracia erJ.
bajó es el mismo que ha subido a lo alto de los cielos para tan pe,fecta que podía realizar la obra de salvación y comunicar
llenarlo todo• (Ef 4, 7-10). todos los dones relacionados con la vida sobrenaturnl (caridad,
fe, esper,1.nza, dones del Espíritu, carismas, etc.). Por esto precisa-
•Cristo ha resucitado de entre los muertos, como anticipo mente, como dice san Pablo, ,a cada uno de nosotros se le ha
de quienes duermen el sueño de la muerte. Porque lo mismo dado la gracia según la medida del don de Cristo, (Ef 4, 7).
que por un hombre vino la muerte, también por un hombre ha
venido la resurrección de los muertos. Y como por su unión con h. Después de haber considerado la gracia individual que
Adán todos los hombres mueren, así también por su unión con poseía Jesús de Nazaret, santo Tomás, en la cuestión siguiente,
Cristo, todos retomarán a la vida. Pero cada uno en su puesto: se pregunta si la gracia que santifica el alma de Jesús es la
como primer fruto, Cristo; luego, el día de su gloriosa manifesta- misma que la que actúa en el cuerpo místico. Su respuesta afir-
ción, los que pertenezcan a Cristo. Después tendrá lugar el fin, mativa se basa en el sentido profundo de la plenitud de la gracia
cuando, destruido todo principado, toda potestad y todo poder, de Cristo, que no es un adorno exterior de su alma, sino princi-
Cristo entregue el reino a Dios Padre• (1 Cor 15, 20-24). pio de acción santificadora en todo el cuerpo místico. Y enton- _
ces concluye diciendo:
La línea directriz de la doctrina paulina sobre Cristo cabeza
del Cuerpo místico es muy sencilla: lo mismo que Jesús, obede- ,Esta eminencia de su gracia es la que le capacita para
ciendo a la voluntad del Padre, se humilló ofreciéndose en la comunicar su gracia a los demás: en lo cual consiste predsa-
cruz para resurgir luego a la plenitud de la vida, así también meme la gracia capital. Por tanto, es esencialmente la misma
nosotros, en la medida en que somos miembros de su Cuerpo, la gracia personal que justifica el alma de Cristo y la grada
participamos de su vida y reproducimos en nosotros el misterio que le pertenece como cabeza de la Iglesía y principio justifi-
pascual que nos hace pasar de la muerte a la vida gloriosa con cador de los demás; entre ambas ~rilo hay una distinción con-
Cristo y en Cristo. ~ ceptual, (S. Tb. III, q. 8, a. 5: BAC XI, 388-389)
118 119
c. En concreto, la gracia de Cristo llega normalmente a nosO: En realidad, esta participación nuestra constituye el objeto
~os mediante los sacramentos, los cuales confieren la gracia sand.. específico de la vida litúrgica, tal como nos recuerda el concilio
f1cante en orden a nuestra situación existencial. Esta situación está, Vaticano 11, que define la naturaleza de la liturgia t:n unos térmi-
marcada por la presencia del pecado y por la necesidad de crecer nos que resumen muy bi611 todo el planteamiento teológico que
en la vida, por lo que los sacramentos están ordenados tanto a hemos trazado:
reparar los daños particulares producidos por el pecado, como a
producir efectos específicos que correspondan a las necesidades •Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lle-
de la vida concreta. ¿Qué relación existe entre la gracia sacramen- guen al conocimiento de la verdad (1 Tim 2, 4), habiendo
tal y la gracia de Cristo? En realidad, se trata de la misma gracia, hablado antiguamente en muchas ocasiones de diferentes
aunque vista desde perspectivas diversas. Dice santo Tomás: maneras a nuestros padres por medio de los profetas (Heb 1,
1), cuando llegó la plenitud de los tiempos, envió a su Hijo, el
•La causa eficiente principal de la gracia es Dios mismo, Verbo hecho carne, ungido por el Espíritu Santo, para evange-
en relación al cual la humanidad de Cristo es como un instru- lizar a los pobres y curar a los contritos de corazón, como
mento unido [un instrumento vivo y libre, como es lógico), y "médico cÓrporal y espiritual", Mediador entre Dios y los
el sacramento como instrumento separado. Por tanto, es nece- hombres. En efecto, su humanidad, unida a la persona del
sario que la virtud salvífica se derive de la divinidad de Cristo Verbo, fue instrumento de nuestra salvación. Por esto, en Cris-
a los sacramentos por medio de su humanidad, (S. Jb. 111, q. to "se realizó plenamente nuestra reconciliación y se nos dio
62, a. 5: BAC, XIII, 81). la plenitud del culto divino". Esta obra de la redención huma-
na y de la perfecta glorificación de Dios, preparada por las
Podemos resumir esta doctrina sirviéndonos de las expresio- maravillas que Dios obró en el pueblo de la antigua alianza,
nes de un comentador de santo Tomás: , Cristo el Señor la realizó principalmente por el misterio pas-
cual de su bienaventurada pasión, resurrección de entre los
"La gracia sacramental es substancialmente la gracia santi- muertos y gloriosa ascensión. Por este misterio, "con su muer-
ficante con una nueva formalidad y modalidad [. .. l. Estas te destruyó nuestra muerte y con su resurrección restauró
modalidades y formalidades consisten en una cierta derivación nuestra vida". Pues del costado de Cristo dormido en la cruz
e imitación de la graciá de Cristo, o sea, de la perfección que nació el sacramento admirable de la Iglesia entera• (S~ 5).
hay en Cristo, en cuanto que somos miembros suyos• QuAN DE
SANTO TOMAS, Cursus theologícus IX, disp. 24, a. 2, n. 20). No es necesario, en el marco de nuestra investigación espiri-
tual, insistir en todos los aspectos del misterio de la salvación,
Se percibe ya la importancia práctica de esta doctrina res- un tema que por otra parte exponen todos los tratados de teolo-
pecto a nuestra unión con Cristo: pero antes de investigar sus gía dogmática; nos limitaremos a poñer de
relieve las nociones
riquezas, detengámonos en el aspecto histórico de la redención. de sacrificio y de sacerdocio de Cristo, subrayando en particular
cómo Jesús, sacerdote en virtud de la encarnación, consiguió la
2. El drama pascual. plena eficacia de su acción sacerdotal cumpliendo su misterio
pascual.
Siguiendo el pensamiento de santo Tomás, hemos dibujado
la estructura fundamental de la comunicación que se nos hace a. Como señala la Carta a los Hebreos, con la encarnación el
de la vida divina mediante la encarnación de Cristo. Esta estruc- Verbo de Dios asumió una condición de debilidad semejante a
tura, sin embargo, se actúa a través de un drama histórico que la nuestra (la condición humana estaba sometida a la debilidad y
es el de la redención, o sea, a través del sacrificio de Cristo a la muerte después del pecado):
sumo Sacerdote, que se ofreció en la cruz y resucitó a una vida
nueva. Así pues, dado que nosotros participamos de la vida erís- .y puesto que los hijos tenían en común la carne y la san-
tica, debemos reproducir en nosotros mismos el misterio pascual gre, también Jesús las compartió, para poder destruir con su
que vivió Jesucristo. ·-. . .____ muerte al que tenía poder para matar, es decir, al diablo, y

120 121
librar a aquellos a quienes el temor a la muerte tenía esclavi- cado de las disposiciones interiores del oferente. Los profetas
zados de por vida. Porque ciertamente no venía en auxilio de en particular, frente al peligro que corrían los c~eyentes de
los ángeles, sino en auxilio de la raza de Abrahán. Por eso contentarse con el cumplimiento del rito (¡como s1 este fuese
tenía que hacerse en todo semejante a sus hermanos, para ser de suyo eficaz!), insisfen en la necesida~ del sacrificio int~r_ior,
ante Dios sumo sacerdote misericordioso y digno de crédito, es decir, del que consiste en un corazon capaz de sacnf1car
capaz de obtenel' el perdón de los pecados del pueblo• (Heb en la fe aquello que tiene de más querido, a ejempl~ _d~l
2, 14-17). patriarca Abrahán (Gn 22). Por eso, el ver~a~ero sacn_f1c1?
consiste en la oración del corazón y en la pracuca de la Justi-
Pero después de la ofrenda de su sacrificio y de su acepta- cia a través de la cual se cumple la voluntad de Dios y el
ción por parte del Padre que lo resucitó y le hizo sentarse a su mandamiento del amor:
derecha en los cielos, Cristo se ha convertido en el sacerdote
perfecto, •siempre vivo para interceder por nosotros• (Heb 7, 25) -Abre, Señor, mis labios y mi boca proclamará tu alaban-
y capaz de conducir a los que están unidos a él en calidad de za. Pues no es el sacrificio lo que te complace, y si ofrezco un
miembros de su Cuerpo místico a la plenitud de la vida eterna: holocausto no lo querrías. El sacrificio que Dios quiere es un
espíritu contrito: un corazón contrito y humillado tú, oh Dios,
•Cualquier otro sacerdote se presenta cada día para no lo desprecias, (Sal 50, 17-19).
desempeñar su ministerio y ofrecer continuamente los mismos
sacrificios que nunca pueden quitar los pecados. Cristo, por el ,Me presentáis holocaustos y ofrendas, pero yo no los
contrario, no ofreció más que un sacrificio por el pecado, y acepto, ni me complazco en mirar vuestros sacrificios de novi-
está sentado para siempre a la derecha de Dios. Únicamente llos cebados ... Haced que el derecho fluya como agua Y la jus-
espera que Dios ponga a sus enemigos como estrado de sus ticia como río inagotable, (Am 5, 22-24).
pies. Con esta única obtación ha hecho perfectos de una vez
para siempre a quienes han sido consagrados a Dios• (Heb 10, Aunque relacionado con los sacrificios de la antigua alianza,
11-14). el de Cristo es de otro tipo, ya que en él Jesús ofrece su propia
vida. Más aún, podemos decir que él ofrece toda su existencia
Así pues, todos nosotros tenemos que seguir el camino abier- desde el principio:
to una vez para siempre por el misterio pascual de Cristo. Es ésta
la conclusión práctica del autor de la Carta a los Hebreos : ,Al entrar en este mundo, dice Cristo:"No has querido
sacrificio ni ofrenda, pero me has formado un cuerpo; no has
,Así pues, hermanos, ya que tenemos libre entrada en el aceptado holocaustos ni sacrificios expiatorios. Entonces yo
santuario gracias a la sangre de Jesús, que ha inaugurado para dije: Aquí vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad. Así está
nosotros un camino nuevo y vivo a través del velo de su escrito de mí en un capítulo del libro [. .. ] Por haber cumplido
carne, y ya que tenemos un gran sacerdote en la casa de Dios, la voluntad de Dios, y gracias a la ofrenda que Jesucristo ha
acerquémonos con corazón sincero, con una fe plena, purifi- hecho de su cuerpo una vez para siempre, nosotros hemos
cado el corazón de todo mal de que tuviéramos conciencia, y quedado consagrados a Dios• (Heb 10, 5-10).
lavado el cuerpo con agua pura, (Heb 10, 19-22).
La novedad absoluta del sacrificio de Cristo ha sido destaca-
b. Considerando ahora el sacrificio mismo de Cristo, hemos da por A. Vanhoye, que opone las separaciones que caracterizan
de subrayar cómo lleva a su cumplimiento a los sacrificios pre- al ejercicio sacerdotal en la antigua alianza a la unidad total rea-
cedentes. lizada en el sacrificio de Cristo:
En el Antiguo Testamento se habían instituido varios tipos
de sacrificios, que expresan la sujeción de la criatura al Crea- ,En el culto antiguo, la Carta a los hebreos subraya el
dor y el deseo de purificación del pecado. Pero siempre esta- mantenimiento de las separaciones: la separación entre el
ba implícito que estos sacrificios rituales derivaban su ~ i - pueblo y el sacerdote (el pueblo no puede entrar en el san-
122 123
tuario; sólo puede hacerlo el sumo sacerdote); la separación Al.VES M.I., Il cristiano in Cristo,. Braga 1980: estudio de
entre el sacerdote y la víctima (el sacerdote no puede ofrecer- algunos textos-clave de san Pablo.
se a sí mismo, porque es pecador; la víctima tampoco puede Cristo en la vida éristiana
ofrecerse a sí misma, porque es un animal, y tiene que ser Imitation du Christ, en DSAM VII, 1536-1601, con bibL
ofrecida por el sacerdote); finalmente, la imposibilidad de una HILDEBRAND- D. von, La trasformazione in Cristo, Morcellia-

verdadera unión. entre la víctima y Dios, debida al hecho de na, Brescia 1952.
que un animal no puede obtener una auténtica comunión con MARMION C., Jesucristo, vida del alma, ELE, Barcelona
Dios. 1960.
•En Cristo todas estas separaciones quedan definitivamen- Église, en DSAM IV, 370-479; véase también allí: Ésprit
te abolidas; él no ha tenido necesidad de buscar una víctima Saint; Co,ps mystique.
fuera de sí, sino que se ofreció a sí mismo (Heb 7, 27; 9, 14- Cristo y la Iglesia: pueden consultarse varios estudios en
25). En lugar de la inmolación de los animales, ofreció su obe- la colección Unam Sanctam.
diencia personal que llegó hasta la muerte (Heb 10, 5-10). No MERSCH E., Le Corps mystique de Christ, Louvain 1933.
buscó ceremonias simbólicas, convencionales, sino que tomó ID., Mora/e et Co,ps mystique, Desclée, Paris 1937.
su propia existencia. Así pues, en Cristo queda borrada la dis- MúHLEN H., El Espíritu Santo en la Iglesia, Seer. Trinitario,
tinción entre el sacerdote y la víctima, así como la separación Salamanca 1974.
entre el culto y la vida. Por otra parte, este sacrificio, cumpli- JüRGENSMEIER F., El cuerpo místico de Cristo, Plantín, Bue-
miento de la voluntad de Dios, transforma la humanidad de nos Aires 1956, contiene una presentación de toda la espiri-
Cristo y la une perfectamente con Dios. Así se encuentra tualidad bajo el aspecto eclesial.
suprimida la distancia que existía entre la víctima y Dios. La DE LuBAC H., Meditación sobre la Iglesia, DDB, Bilbao
última separación, entre el sacerdote y el pueblo, queda igual- 1964.
mente abolida, ya que el sacrificio de Cristo es un acto de Después del Vaticano II se han publicado muchos estu-
solidaridad extrema con los hombres, en el que Cristo toma dios; entre otros, pueden verse:
sobre sí su muerte' de pecadores" (A. VANHOYE, Sacerdotes VARIOS, Il mistero della Chiesa, Ed. Paoline 1966, 2 vols.
antiguos, sacerdote nuevo, Sígueme, Salamanca 1984, 230-233, Iglesia, en NDE 675-598.
citado y resumido por M. G. MuzJ, La preghiera eucarística,
Russia Ecumenica, Roma 1979, 152-153).
3. El gran signo: el Corazón de Cristo.
(Como veremos a continuación, también nuestro sacrificio
unido al de Cristo y participación del mismo, es un sacrificic Quien quisiera profundizar en el sentido dogmático-espiri-
existencial y espiritual). tual del Cuerpo místico de Cristo podría estudiar alguno de los
libros que hemos indicado en la nota bibliográfica anterior. Pero
Son numerosos los libros que tratan de la vida cristiana desde el punto de vista de la espiritualidad es más importante
vista como vida de un miembro del Cuerpo místico. Señala- detenerse en un fenómeno característico de la Iglesia católica y
mos, por ejemplo, algunas aportaciones que ilustran los diver- de su piedad: el de las devociones que tienen por objeto el
sos aspectos del problema: misterio del sacerdocio y del sacrificio de Cristo; además de la
liturgia de la Semana santa, la atención espiritual del pueblo
Estudios bíblicos, sobre todo la doctrina paulina del mis- cristiano se ha dirigido al misterio de la Cruz, al Via Crucis, a la
terio de la Iglesia: preciosísima Sangre de Jesús, a las cinco llagas, al Corazón de
CERFAUX L., Jesucristo en san Pablo, DDB, Bilbao 1967 Cristo, etc. No podemos estudiar aquí todos estos aspectos; pero
ID., La teologia della Chiesa secando S. Paolo, Ave, Roma será interesante contemplar el gran signo del Corazón traspasa-
1969. do, debido a su importancia histórica y a su riqueza doctrinal,
DUPONT ]., Sun Christoi. L'union avec le Christ suivant basada en la escena de la transfixión del costado de Cristo en el
Paul, Bruges 1952. ~ evangelio de san Juan.

124 125
a. El sentido de las "devociones" particulares. realmente al orden simbólico, portador siempre de una energía
afectiva. Es inútil subrayar el doble peligro que se deriva de este
Antes de tocar el tema del Sagrado Corazón hay que hacer carácter afectivo: el primero consiste en dar mayor importancia a
algunas consideraciones sobre el sentido de esa forma particular una devoción particular que a la vida litúrgica global; el segun-
de espiritualidad que es una "devoción". do, en marginar el contenido doctrinal de la_ devoción para ape-
La finalidad de una devoción es siempre la de encerrar en garse a su aspecto afectivo. Siempre será necesario precaver
un signo sencillo la riqueza de un misterio que la teología expli- estos excesos, pero esto no quita que ciertas devociones ricas en
ca a través de todo un discurso alimentado por la sagrada Escri- contenido dogmático, como lo es precisamente la que se dirige
tura, por la Tradición y por la reflexión teológica. Efectivamente, al Corazón de Cristo, sean de una gran utilidad.
aunque ese discurso fundamenta la legitimidad y el valor de una
forma particular de espiritualidad, la forma abstracta que éste b. Del costado traspasado de Cristo al símbolo del Corazón.
reviste le impide convertirse fácilmente en fuente de una per-
cepción espiritual sencilla y accesible a la mayor parte de los fie- Como hemos explicado, el sacrificio de Jesús es un sacrificio
les. existencial, cuya realización en la Cruz no tiene ninguna apa-
Así pues, al escoger un signo que fije la atención espiritual, riencia cultual; por tanto, sólo refiriéndonos a las declaraciones
la devoción particular propone un modo más concreto de consi- de Jesús, en las que se aplica a sí mismo lo que se dice en el
derar el misterio de la fe. La concreción se refiere, por ejemplo, profeta Isaías del Siervo de YHWH -es decir, que daña su pro-
a una motivación más precisa, relacionada con la vida espiritual pia vida por las multitudes-, podemos comprender cómo, por
de la Iglesia; de esta manera, la espiritualidad del Corazón de parte de Jesús, la muerte en la cruz es la oblación de su cuerpo
Cr1sto se refiere a Ja escena de su costado traspasado, que ha mediante un acto de amor.
sido durante siglos objeto de contemplación de muchísimas per- Para significar simbólicamente el aspecto sacrifical de la
sonas espirituales. A continuación, se manifiesta mediante una muerte en la cruz, Juan llama la atención sobre un suceso apa-
•práctica determinada de veneración de un misterio particular, rentemente baladí, pero cargado de un sentido simbólico pro-
pero siempre con el riesgo de hacer que prevalezca la praxis fundo y accesible: la escena de la transfixión del costado de
externa sobre el espíritu interior que debe animar todas las for- Jesús: ·
mas de espiritualidad.
Este esfuerzo de concreción es totalmente normal. Como •Cuando se acercaron a Jesús, se dieron cue~ta de que ya
hemos explicado en el capítulo III, la experiencia espiritual está había muerto; por eso no le rompieron las piernas. Pero uno
más cerca de la actividad perceptiva que de la especulación abs- de los soldados le abrió el costado con una lanza y, al purtto,
tracta, en cuanto que nuestra conciencia espiritual, siempre limi- brotó de su costado sangre con,3gua• _(Jn 19, 33-34).
tada, difícilmente consigue abarcar un disClirso demasiado
amplio y consiguientemente va en busca de un modo más sinté- Son muchos los significados simbólicos de esta escena. Insis-
tico de considerar el misterio. tiendo en el costado (o el Corazón) de Jesús, san Juan pone de
Análogamente, por lo que se refiere a las actitudes interio- manifiesto la motivación fundamental del sacrificio de Cristo: el
res, la devoción se caracteriza por la prevalencia de una disposi- amor. La contemplación sucesiva de los cristianos irá profundi-
ción espiritual particular, como puede ser la confianza, la pobre- zando cada vez más en este significado del amor y pondrá de
za, el abandono, etc. relieve sus muchos aspectos.
Recordemos que una devoción profunda no consiste en una Otro aspecto del sacrificio de Cristo es su valor de reden-
suma de prácticas minuciosas o en un conjunto de movimientos ción, es decir, su capacidad de devolver la vida divina a los que
espirituales esporádicos, sino en un esfuerzo sintético por orga- vivían en la muerte del pecado. Este don de la vida está simboli-
nizar toda la vida espiritual en torno a un concepto central sos- zado en la efusión del agua: en el mismo instante en que es
tenido por una representación sensible. traspasado el Corazón de Jesús, se abre la fuente del Espíritu. La
Por el hecho mismo de tener un soporte sensible, ~vo- apertura de la fuente de agua viva, que representa la primera
ción comporta un aspecto afectivo. El signo sensible pertenece efusión del Espíritu, había sido profetizada por el mismo Jesús:

126 127
,El último día, el más importante de la fiesta, puesto e°: pie ve a aparecer la centralidad de este misterio, ya que a traves de
ante la muchedumbre, afirmó solemnemente: "Si alguien tle~e la consideración del amor se manifiesta el sentido último del
sed, que venga a mí y beba. Como dice la Escritura, de lo mas designio de Dios realizado mediante la misión del Hijo y del
profundo de todo aquél que crea en mí brotarán ríos de agua Espíritu de amor. Era .ésta la intención última revelada por los
viva". Decía esto refiriéndose al Espíritu que recibirían los que misterios de la alianza v de la salvación: hacer que la humani-
creyeran en él. Y es que aún no había Espíritu, porque Jesús dad se adhiriera a la fuénte eterna de toda acción divina, a Dios
no había sido glorificado• Qn 7, 37-39). mismo que es amor, y por medio de esta adhesión de fe y de
amor hacerla participar de la vida divina: Deus can·tas est(1 Jn 4,
La misma tensión muerte-vida, que da significado a la esce- 8.16).
na de la transfixión se encuentra en el simbolismo más particu- Todas las cosas son criaturas salidas de las manos de Dios;
lar de la sangre. Pa;a los Hebreos la sangre significa la vida v~~i- el mundo es un don hecho a la humanidad por un Padre gene-
da en la debilidad de la carne. Pues bien, en su encarnacmn roso; la historia es el Jugar donde los h, 1mbres se encuentran
Jesús se vio llevado a asumir nuestra condición de hombr~; par- para construir juntos su porvenir, Sobre esta realidad tan diversa
ticipando así •de la carne y de Ja sangre• (Heb 2, 14) y haciendo- y·tan cambiable, el misterio del Corazón de Jesús arroja una luz
se de este modo ca paz de entregarse hasta la muerte. Es lo. que decisiva: toda. esta vida no puede ser un impulso ciego, del que
ocurrió el viernes santo; y la lanzada del soldado atestigua no sea posible determinar ni el origen ni la fmalidad. ¡No! Todo
solemnemente que Jesús sufrió nuestra muerte. viene del amor primordial del Creador; todo ha sido renovado
La efusión de la sangre y del agua expresan por tanto el por el amor misericordioso del Padre que nos muesu-.1 el Cora-
misterio pascual. Lo mismo que la sangre recordaba la debilidad zón de Cristo; todo está oríentado hacia la manifestación plena y
de la humanidad de Cristo sometida a la pasión y a la muerte, definitiva del Amor que ha puesto su morada en el Corazón
también el agua que brota del costado de Cristo manifiesta ya la herido de Cristo.
resurrección y la vida en el Espíritu. En la actuación concreta de la espiritualidad del Corazón de
Dada la riqueza de contenido teológico de la escena del cos- Cristo aparecen otros elementos que se refieren a la interpreta-
tado abierto de Cristo, no podemos extrañarnos de que muchas ción simbólica de la escena de Juan. El agua y la sangre que
almas hayan hecho de él el centro de su contemplación y de su brotan del costado traspasado de Cristo son además símbolo de
vida espiritual. los sacramentos del bautismo y de la eucaristía. Así pues, la con-
Esta centralidad es más evidente todavía si se piensa que templación del Corazón de Cristo se convierte· por un nuevo
esta misma escena se encuentra en el centro de la historia de la título en centro de la vida espiritual, precisamente en cuanto
salvación, cuando, s~gún las palabras de san Pablo, ,llegó la ple- que se remite al origen y a la renovación continua de la vida
nitud de los tiempos y Dim envió a su propio Hijo, nacido de cristiana.
mujer, nacido bajo el régimen de la ley, parn liberamos de la No queremos insistir en estos nue~os aspectos de Ja espiri-
sujeción a la ley y hacer que recibiéramos la condición de hijos tualidad del Corazón de Jesús. Hemos hecho una breve exposi-
adoptivos de Díos• (Gal 4, 4-5). Esta plenitud de los tiempos, ción de los mismos para aclarar mejor la importancia de la doc-
centrada en la ,hora• entendida en sentido joánico, se manifiesta trina de Cristo corno cabeza de su Cuerpo rrústico, Recojamos
en la cruz, precisamente cuando todo está consumado. Hasta el ahora. este mismo discurso de otro modo: no ya el contemplati-
acontecimiento pascual, todo es preparación; después, todo es vo-simbólico.. sino el de la teología dogmátíca en sus tratados
cumplimiento. Toda contemplación del costado de Cristo traspa- sobre los sacramemos y sobre la gracia sacramental.
sado se refiere por tanto en primer lugar al drama pascual y
subraya su momento central en el que fue inmolado el Cordero La problemática espiritual sobre el Corazón de Jesús puede
redentor (Ap 5, 6), al que no se le rompió ningún hueso... , sino considerarse de dos maneras: o como hemos hecho, o sea,
que un soldado le abrió el costado. como espiritualidad del Corazón d<:: Cristo que tiene su origen
La contempladón del costado traspasado de Cristo llevó en la escena del costado traspasado de Cristo del evangelio de
luego a la tradición espiritual a la contemplación del C o ~ de Juan, o como devoción al sagrado Corazón, es decir, como
Jesús como símbolo de amor. Y desde este punto de vista vuel- forma cultual que se propone honrar al Corazón de Jesús.
128 129
Para un estudio en la última perspectiva nos permitimos pascual de Cristo, así también la forma espec~f~ca ~~ la vida
remitir al lector a nuestro libro Le Coeur du Cbrist et ses sym- espiritual cristiana está determinada por la part1c1pac10n en los
boles, Téqui, Paris 1981; también La spiritualita del Cuore di sacramentos.
Cristo., Ed. Paoline, Roma 1989.
Para una primera consideración del problema de la devo- a. Así pues, los sacramentos no deben considerarse sola-
ción al Corazón de Jesús, véase la voz Sacro Cuore, del Nuovo mente como medios de santificación, sino como instrumentos
Dizionario di Spiritualita 1344-1352, con una pequeña biblio- privilegiados, de institución divina, que definen la forma de la
grafía (esta voz falta en la traducción española del NDE) .. vida espiritual. Son instrumentos separad1?s 9ue co~1;ren la~~-
A esta bibliografía hay que añadir G. DE BECKER, Lexique cia de Cristo continuando -ad modum s1gru• la acc1on salv1f1ca
du Sacré-Coeur, Téqui, Paris 1975. En este libro se encontra- de su humanidad. Todo esto resultaría más evidente para noso-
rán, por orden alfabético, los nombres de los autores que han tros si, como, los primeros cristianos, hubiéramos recibido la ini-
tratado de la espiritualidad del Corazón de Cristo, así como ciación cristiana en la edad madura.
una breve presentación de los congresos y de los estudios La iniciación completa (bautismo, confirmación, eucaristía)
sobre el tema del Sagrado Corazón. recibida sin intervalo de tiempo, habría informado y determina-
El texto fundamental sigue siendo la encíclica Haurietis do entonces toda nuestra vida:
aquas de Pio XII (1955), que hay que completar con la encí-
clica ~Dives in misericordia de Juan Pablo 11 (1980). ,Si hemos muerto al pecado, ¿cómo seguir viviendo en él?
¿Ignoráis acaso que todos a quienes el bautismo ha vinculado
a Cristo hemos sido vinculados a su muerte? En efecto, por el
m. 1A VIDA EN CRISTO bautismo hemos sido sepultados con Cristo quedando vincula-
dos a su muerte, para que así como Cristo ha resucitado de
Se puede vivir la vida que se deriva de Cristo según dos entre los muertos por el poder del Padre, así también nosotros
modalidades que se completan entre sí: la primera, de la que llevemos una vida nueva• (Rom 6, 2-4).
hablábamos en el capítulo I, es el recurso a la Palabra de Dios,
que se manifiesta definitivamente en la persona y en el mensaje De todas formas, las palabras de Pablo siguen- siendo_ váli-
de Cristo; la segunda es la recepción de los sacramentos, por das. y la Iglesia, al invitarnos a renovar las ~romesas bautisma-
medio de los cuales participamos de la vida gloriosa de Cristo. les durante la vigilia pascual, al recordamos el sacramento de la
Consideremos ahora con mayor profundidad esta derivación confirmación con ocasión de la fiesta de Pentecostés, al obligar-
sacramental, para determinar su impacto en la estructura misma nos a participar de la eucaristía dominical, nos llama siempre a
de nuestra vida espiritual. renovar el espíritu de la iniciación cris~ana.
Bien sabemos que esta doctriná ha sido confirmada con
1. Importancia de la vida sacramental energía en la constitución sobre la liturgia del concilio Vaticano
Il; sin embargo, en los manuales de teología espiritual no suele
De los estudios de la _teología reciente se deduce una ten- ocupar el Jugar que le corresponde. A partir del si~lo XVI, el
sión dialéctica entre Sacramento y Palabra. En este punto algu- quicio de la vida espiritual está representado por la busqueda de
nos protestantes, como por ejemplo G. Ebeling, señalan una la perfección o de la unión con Dios, de manera que los autores
diferencia radical entre la mentalidad católica y la de la Reforma espirituales insisten sobre wdo en los ejercicios espirituales_ Y en
y, aunque se dé por descontado que estos autores presentan la la oración mental, mientras que casi no hablan del bautismo.
doctrina católica de forma unilateral, la diferencia sigue siendo Esta postura en su conjunto ha seguido sin va~~r hast~ ~mestros
relevante. La verdad es que el orden sacramental significa que días. No obstante, se está verificando una reacc1on dec1d1da para
la relación con Dios tiene un carácter histórico y objetivo en revaluar la espiritualidad litúrgica y sacramental.
Cristo, y que este carácter perdura en la Iglesia mediante el
sacerdocio y los sacramentos, de tal manera que, lo mistn.Q que b. Todos los sacramentos guardan relación con el misterio
la forma de la vida cristiana está en continuidad con el misterio pascual de Cristo. Esto es verdad en primer lugar por el hecho
130 131
de que todos derivan su eficacia de la comunicación de la virtud •Los bautizados, en efecto, son consagrados por la rege-
de la pasión de Cristo (cf. S. Th. III, q. 62, a. 5). neración y la unción del Espíritu Santo como casa espiritual y
Esta comunicación de la virtud salvífica de Cristo se efectúa sacerdocio santo, para que, por medio de toda obra del hom-
· desde que él se ha convertido, por su resurrección, en «espíritu bre cristiano, ofi;ezcan sacrificios espirituales y anuncien el
vivificante• (1 Cor 15, 45), ya que la gracia fluye de la plenitud poder de Aquel que los llamó de las tinieplas a su admirable
de la humanidad gloriosa de Cristo: «Aún no había Espíritu, por• luz• (LG 10).
que Jesús no había sido glorificado, Qn 7, 39).
Una verdadera catequesis de los sacramentos, que son la De manera específica, el sacerdocio común permite a los fie-
fuente de toda la vida espiritual, implica por tanto necesariamen• les «concurrir a la ofrenda de la eucaristía• y se ejerce en la
te la memoria de los misterios de Cristo. Y esto esencialmente recepción de los sacramentos.
porque el sacramento es un "signo" que por su naturaleza Intentando precisar luego el significado de la participación
requiere por parte del fiel la inteligencia espiritual del significado: en el sacerdocio de Cristo, el concilio la pone en relación con el
culto, o sea, con la expresión de la virtud de religión mediante
,Propiamente hablando, se llama sacramento lo que se la participación en la acción litúrgica. Pero esta actividad litúrgi-
ordena a significar nuestra santificación. Hay que tener pre- ca no se limita a la celebración cultual, sino que implica la parti-
sente que en la santificación se pueden distinguir tres aspec- cipación en la confesión pública de la fe:
tos: su causa propia, que es la pasión de Cristo; su forma, que
consiste en la gracia y virtudes; y su último fin, que es la vida ,Los fieles, incorporados a la Iglesia por el bautismo, que-
eterna. Los sacramentos significan todas esas realidades. Por dan destinados por el carácter al culto de la religión cristiana
tanto el sacramento es, a la vez, signo rememorativo de la y, regenerados como hijos de Dios, están obligados a confesar
pasión de Cristo, que ya pasó; signo manifestativo de la gra- delante de los hombres la fe que recibieron de Dios mediante
cia, que se produce en nosotros mediante esa pasión, y anun- la Iglesia• (LG 11).
cio y prenda de la gloria futura, (S. Tb. III, q. 60, a. 3: BAC
XIII, 27). Con estas palabras, el concilio recuerda la do~trina clásica
del carácter sacramental. Según la teología tomista, podemos
Pero advirtamos que el hechó de significar el misterio de distinguir dos efectos principales del bautismo: ~onferir a quien
Cristo presupone la inteligencia tanto de los signos sacramenta- lo recibe la gracia santificante, en virtud de la cual queda puri-
les como de las acciones realizadas por Cristo (por ejemplo, el ficado de los pecados y se hace hijo de Dios, y además impri-
perdón de los pecados, la iluminación de la mente, la alimenta- mirle un carácter indeleble que le da el derecho y la capacidad
ción del alma) y consiguientemente la inteligencia espiritual de de participar en el sacerdocio Ee Cristo. Como sabemos, son
la sagrada Escritura. Así, para poder reconocer el significado tres los sacramentos que imprimen carácter: además del bautis-
pleno del bautismo, hay que tener la inteligencia de todos los mo, la confirmación, que habilita a los fieles a atestiguar públi-
símbolos que aparecen en el rito; de aquí se deriva la conexión camente de la fe, y la ordenación en el sacerdocio ministerial,
que existe entre la espiritualidad litúrgica, por un lado, y la espi- que constituye un modo específico de participación en el
ritualidad bíblica, por otro: las dos se refieren al misterio históri- sacerdocio de Cristo, ya que da la responsabilidad y la capaci-
co de la salvación. dad suficiente para ,formar y dirigir al pueblo sacerdotal y de
confeccionar el sacrificio eucarístico en la persona de Cristo•
c. Uno de los aspectos de la vida sacramental que más ha (LG 10).
subrayado el concilio Vaticano II ha sido la participación de La participación en el sacerdocio de Cristo extiende el
todos los fieles en el sacerdocio de Cristo. Aun manteniendo aspecto religioso de la vida cristiana a muchas de las actividades
clara la distinción entre sacerdocio ministerial y sacerdocio espirituales, que van más allá de la vida sacramental entendida
común de los fieles, la constitución Lumen Gentium sobre la en el sentido estricto de la palabra. En conformidad con el espí-
Iglesia enseña expresamente que todo bautizado parti~del ritu de las primeras comunidades, podemos decir que todas las
sacerdocio de Cristo: acciones del cristiano guardan una -referencia a la manifestación

132 133
de la gloria de Dios y a su alabanza, y en primer lugar su misma 2. La participación en la vida de Cristo
existencia, como afirma san Pablo:
Tomemos debidamente conciencia de una consecuencia de
•Os pido, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, importancia primordial que tiene esta doctrina para nuestra vida
que os ofrezcáis como sacrificio vivo, santo y agradable a espiritual. Si la gracia bautismal es idéntica a la gracia de Cristo,
Dios. Éste ha de ser vuestro auténtico culto• (Rom 12, 1). tiene que producir en nosotros los mismos efectos que produjo
en él. Pues bien, la gracia condujo a Cristo a aceptar la voluntad
Así pues, con todo derecho. se considera la vida cristiana del Padre: salvar a todos los hombres mediante la sangre derra-
como ejercicio del sacerdocio común de todos los fieles: mada en la cruz. Así pues, también en nosotros la gracia recibi-
da en el bautismo tiene que producir una propensión a revivir el
•Acercándoos a él, piedra viva rechazada por los hombres, misterio de la cruz. Comprendemos mejor entonces la aflicción
pero escogida y preciosa para Dios, también vosotros como de san Pablo cuando ve a algunos cristianos rechazar esta exi-
piedras vivas, vais construyendo un templo espiritual dedicado gencia de su bautismo:
a un sacerdocio santo, para ofrecer, por medio de Jesucristo,
sacrificios espirituales agradables a Dios• (1 Pe 2, 4-5). •Como ya os advertí muchas veces, y ahora tengo que
recordároslo con lágrimas en los ojos, muchos de los que están
•Vosotros sois linaje escogido, sacerdocio regio y nación entre vosotros son enemigos de la cruz de Cristo, (Flp 3, 18).
santa, pueblo adquirido en posesión para anunciar las grande-
zas del que os llamó de las tinieblas a su luz admirable• (1 Pe No es que la vida cristiana se complazca en el sufrimiento
2, 9). como tal, sino que está toda ella orientada hacia la realización
del misterio pascual que es pasión, muerte y resurrección.
Esta idea ha sido remachada varias veces por el concilio
Vaticano 11: a. La vida de Cristo se nos comunica, no para que perma-
nezca cerrada dentro de nosotros, sino para que se manifieste
•Todas las obras de los fieles, sus oraciones e iniciativas por fuera, en nuestro comportamiento y en nuéstra acción, ya
apostólicas, la vida conyugal y familiar, el cotidiano trabajo, el que en virtud del bautismo hemos sido llamados a la imitación
descanso de alma y de cuerpo, si son hechas en el Espíritu, e de Cristo. También aquí es la vida de Cristo ia que se propone
incluso las mismas pruebas de la vida, si se sobrellevan como punto de referencia privilegiada. Según una expresión de
pacientemente, se convierten en sacrificios espirituales, acep- san ~ustín,. •toda su vida terrena fue -para el hombre que él se
tables a Dios por Jesucristo ... De este modo, también los lai- digno asumir- una enseñanza moral ( disciplina morum) •. En
cos, como adoradores que en todo lugar actúan santamente, este punto está de acuerdo toda la tradición cri~tiana, ya que
consagran el mundo mismo a Dios, (LG 34). multiplica los puntos de vista según los cuales es posible con-
templar a Cristo-modelo: pobre, paciente, casto, misericordioso,
La vida apostólica, en particular, tiene el valor de un acto de ,manso y humilde de corazón•, etc.
culto: Digamos enseguida que imitar a Cristo no puede significar
copiar un comportamiento: son demasiado distintas las circunstan-
•Con todo --<lice san Pablo- os he escrito un tanto atrevi- cias de sus acciones y de las nuestras; es demasiado distante ade-
damente con la intención de recordaros algunas cosas. Lo más la condición del Hijo de Dios, perfectamente santo, de la
hago en virtud de la gracia que Dios me ha concedido, de ser nu~stra de pecadores redimidos. Por tanto, imitar a Cristo supon-
ministro de Cristo Jesús entre los paganos, anunciando como drá un esfuerzo por penetrar en el sentido espiritual de su com-
un sacerdote el evangelio de Dios, a fin de que la ofrenda de portamiento. Con esta finalidad es oportuno, mediante la medita-
los paganos, consagrada por el Espíritu Santo, sea ag~ble a ción y la unión del corazón, ponerse en armonía interior con él
Dios, (Rom 15, 15-16). ~
para encontrar, en cada ocasión, la reacción justa; es necesario un
esfuerzo constante, realizado en la paz, que es el único que puede

134 135
llevarnos a vivir de verdad según el deseo de Cristo. Además, •En adelante, ya no os llamaré siervos, porque el siervo
debemos tener en cuenta el hecho de que la santidad de Cristo no conoce lo que hace su señor. Desde ahora os llamo ami-
confiere a sus acciones un significado absoluto, mientras que gos, porque os he dado a conocer todo lo que he oído a nú
nosotros no podemos alcanzar esta perfecta transparencia. Por Padre• On 15, 15). •
tanto, habrá que actuar siempre con gran prudencia cuando se vea
que una actitud puede favorecer reacciones de agresividad y de Así pues, es propio de la actividad del apóstol prolongar
sensualidad: ¿quién puede asegurarse a sí mismo, más allá del fac- conscientemente la acción salvífica de Cristo. No es posible
tor-riesgo inevítable, que no se desviará de su obrar? La lucidez dedicarse a la vida apostólic;a si uno no comulga de los senti-
sobre sí mismo es una prenda de humildad y de autenticidad. mientos que animaban al Salvador. Puesto que se trata efectiva-
El hecho de observar la vida moral tomando a Cristo como mente de difundir la luz y el amor, es inconcebible que el após-
modelo equivale, de todas formas, a conferirle un valor nuevo. tol no sienta el deseo ardiente que animaba a Jesús. También en
En efecto, el modelo se fundamenta en una· persona que se pre- este punto el apóstol Pablo nos ha dejado las formulaciones más
senta como soporte de unos valores. La adhesión misma que incisivas:
suscita la persona contribuye a dar a los valores que ella encar-
na una fascinación mucho más fuerte, y a quienes la imitan un •Porque nos apremia el amor de Cristo, al pensar que, si
impulso tan grande que les hace superar las propias resistencias uno ha muerto por todos, todos por consiguiente han muerto.
y repugnancias. En el orden de la eficacia, la gran diferencia Y Cristo ha muerto por todos, para que los que viven, no_
entre la norma y el modelo consiste en el hecho de que la pri- vivan ya para ellos, sino para el que ha muerto y resucitado
mera se refiere a un simple "hacer", mientras que el segundo por ellos- (2 Cor 5, 14-15).
mira directamente a un "ser". Por citar las palabras de Max Sche-
ler: «Todo el que toma un modelo tiende a parecerse o a ser Si existe un aspecto por el que es necesaria la comunión en
semejante a su modelo y, al obrar así, vive-por-experiencia-vivi- los sentimientos de Cristo, es precisamente el del celo apostóli-
da esta exigencia de deber ser•. Por tanto, el que se adhiere a co. Partiendo de esta conformidad con el deseo profundo y
Cristo como modelo mantiene estrechamente unida la concien- siempre actual del Corazón de Cristo, podrán desarrollarse otros
cia de las acciones que Cristo prescribe con la adhesión a la per- sentimientos espirituales: el amor al Padre y el deseo de la santi-
sona del legislador. Más aún, hay que decir que las prescripcio- ficación de su nombre.
nes del mensaje evangélico adquieren todo su valor solamente Esta actividad apostólica se inserta en la vida eclesial. Pablo
en la medida en que se las reconoce como traducción práctica tuvo siempre conciencia de la complementariedad dinámica de
de los valores de santidad y de amor encamados en Jesucristo. Cristo y de la Iglesia, de la Cabeza y del Cuerpo. He aquí su
El amor a la pobreza, por ejemplo, adquiere su significado sola- extraordinaria afirmación:
mente por la fe en el Dios-Padre que Jesús ha venido a revelar y
por la actitud consiguiente de abandono en manos de la Provi- -Ahora me alegro de padecer por vosotros, pues así voy
dencia divina. Nadie se despoja de si mismo, sino para conquis- completando en mi existencia mortal, y en favor del cuerpo
tar un ser más rico y para participar más de cerca en la vida de de Cristo, que es la Iglesia, lo que aún falta al total de las tri-
Cristo. bulaciones cristianas• (Col 1, 24).

b. Detengámonos ahora en otro aspecto de la unión con Aquí se expresa precisamente una participación en la vida
Cristo: la participación en su misión. redentora de Cristo en función del apostolado. Por consiguiente,
Participando de la misión de evangelización, el cristiano se el ministerio apostólico va más allá de la pura transmisión del
convierte, según la expresión paulina, en el ,colaborador de mensaje, que sigue siendo objeto de una proclamación al
Dios» y en el instrumento del que él se sirve. Pero para respon- mundo entero; dicho ministerio implica una conformación inte-
der en la medida de lo posible a esta llamada al apostol~do, rior con la conciencia redentora de Cristo y la participación en
todo cristiano tiene que recibir de Cristo una comunicación tle el misterio de su sufrimiento. Por muy elevado que pueda pare-
conocimiento y de vida, según las palabras de Jesús: cer este modo de entender la misión, tiene que ser propuesto a
136 137
T11J.ARD J. M. R., Príncipes pour une catéchese sacramen-
todos los que quieren ayudar a Cristo en la obra de su reden- taire vraie: NRT (1%2) 1044-1061.
ción; nadie puede ser verdadero apóstol sin esta conformidad Bolletino bibliografico de L.CACCIABUE, I sacramenti come
con el Corazón de Cristo. atti di Cristo netr"oggi" della Chiesa: Riv.del clero italiano 54
0973) 73-79: recensiones de las principales publicaciones.
Indicaciones para la investigación Lom E., Liturgia della Chiesa, Ed. Dehoniane, Bologna
1981: en la primera parte, La liturgia, teología mistagogica, el
En la práctica, la espiritualidad sacramental, la espirituali- autor presenta los aspectos teológicos que rigen la vida litúrgi-
dad litúrgica y la espiritualidad bíblica están unidas entre sí: en ca.
cuanto que los sacramentos son signos eficaces que confieren
la gracia, su significado simbólico se basa en la sagrada Escritu- Sobre la participación en Cristo, cf. Seminarium, oct-dic.
ra y se pone en acto en la liturgia. Por eso, históricamente los 1981, dedicado al tema Christus, exemplar et forma futuri
estudios sobre los sacramentos se refieren a los estudios bíbli- sacerdotis.
cos y litúrgicos.
DANIÉLOU J., Sacramentum futuri. Études sur les origines
de la typologie biblique, Beauchesne, Paris 1950.
ID. , Bible et liturgie, Cerf, Paris 1951.
GuARDINI R., Von hetligen Zeichen, Mainz 1927.
MARTIMORT A. G., Los signos de la nueva alianza, Sígueme,
Salamanca 1965.
PASCHER J., Die Liturgie der Sakramente, Münster 1951.
ScttILLEBEECKX E., Cristo, sacramento del encuentro con
Dios, San Sebastián 1965.
ID., I sacramenti puntt di incontro con Dio, Queriniana,
Brescia 1971.

Los sacramentos son la estructura básica de la vida espiri-


tual y determinan su significado esencial:
BAc1occm J. DE, La vida sacramentaria de la Iglesia, Sígue-
me, Salamanca 1961
PHILIPON M. M., I sacramenti nella vita cristiana, Morce-
lliana, Brescia 1959.
RoGUET A. M., Los sacramentos, signos de vida, Barcelona
1966.
HARING B., Grazia e compito dei sacramenti, Ed. Paoline,
Roma 1963.
La constitución De sacra liturgia, con los comentarios.
RAHNER K., Iglesia y sacramentos, Barcelona 1964.
Es muy importante, en el problema de la catequesis sacra-
mental, el aspecto pedagógico:
O'NEILL COLMAN E., Incontro con Cristo nei sacramenti,
Cittadella, Assisi 1968.
GoDEFROID J., Catéchese biblique et liturgique des sacre-
ments, Bruges 1957. ~

139
138
CAPÍTIJLO V

LA VIDA DE LA GRACIA

Puesto que la vida espiritual requiere el compromiso cons-


ciente y activo del hombre, el estudio de la misma tiene que
poner de relieve no solamente su fuente remota -es decir, el
misterio del Dios trino, que quiere comunicarnos una participa-
ción de su vida-, sino también los principios próximos que
transforman al hombre, confiriéndole una vida sobrenatural y la
capacidad de obrar sobrenaturalmente. Por eso, después de
haber considerado en el capítulo precedente la vida espiritual en
su fuente (o sea, en la Trinidad misma) y en su comunicación
histórica a los hombres (mediante el misterio de la. encarnación
redentora), consideraremos a continuación la vida de la gracia y
las virtudes teologales.
La finalidad de este capítulo no es describir todo el organis-
mo sobrenatural -los dones y los frµtos del Espíritu se estudia-
rán al final de la cuarta parte, en el capítulo XVII-, sino sólo sus
elementos activos, es decir, aquellos que hemos de ejercitar para
desarrollar nuestra vida espiritual y aicanzar la santidad a la que
todos estamos llamados.

Nota: precisiones sobre la terminología

La vida espiritual cristiana supone un nuevo nacimiento


-del agua y del Espíritu• (Jn 3, S) y, según la enseñanza de
san Pablo, este nuevo nacimiento tiene su origen en la acción
misma de Dios: ,Dios, que es rico en misericordia y nos tiene
un inmenso amor, aunque estábamos muertos por nuestros
pecados, nos volvió a la vida junto con Cristo -¡por pura gra-
cia habéis sido salvados!-... Por la gracia, en efecto, habéis
sido salvados mediante la fe; y esto no es algo que venga de

141
nosotros, sino que es un don de Dios• (Ef 2, 4-8). Así pues, Así pues, al aplicamos al estudio de la vida sobrenatural en
llamamos gracia a todo lo que es don de Dios ordenado a la cuanto poseída por nosotros, nos encontramos con el tratado
vida nueva que se nos ha dado en Cristo; por eso, aunque clásico sobre la gracia. Pero no nos adentraremos en los proble-
consideramos la q:eación como un acto de la benevolencia mas históricos, tan variados y complejos, de este tratado. Será
divina, preferimos llamar a lo creado el primer don de Dios y suficiente que consideremos la gracia -como gracia santificante
reservar la palabra "gracia" para indicar lo que se refiere a la que transforma al hombre infundiendo en él un dinamismo
alianza y a la nueva comunicación de la vida divina. nuevo, sobrenatural, que se manifiesta mediante unos principios
Si la consideramos en su fuente, la gracia es la misma más inmediatos de acción espiritual, es decir, mediante las virtu-
divina benevolencia que, basada en las procesiones eternas, des teologales.
quiere comunicar la participación en la vida trinitaria. Esta En nuestra breve presentación de la noción de gracia santifi-
benevolencia es eterna y no falla jamás. cante seguiremos la doctrina del concilio de Trento, que ha
Considerada en sus relaciones con la debilidad y la indi- puesto de relieve la permanencia en el alma de cada uno del
gencia del hombre al que se dirige, se la llama misericordia don de la gracia de Dios corno principio interno de la vida cris-
(bésed en hebreo). tiana, reaccionando en este punto contra la doctrina de los refor-
Finalmente, como efecto producido en la criatura, la gra- madores protestantes, que insistían casi exclusivamente en el
cia es el don recibido por el hombre que se deriva de la benes acto de fe corno principio de la justificación.
valencia de Dios.
Este don puede ser externo, o sea, constituido por una
realidad objetiva presente en la historia. Se trata entonces de l. LA GRACIA SANTIFICANTE
los dones (sagrada Escritura, Iglesia, sacramentos) que acom-
pañan al misterio de la alianza y de la encamación, que son
otras tantas manifestaciones permanentes de la benevolencia 1. La gracia nos transforma interiormente
fontal divina, en virtud de las cuales los hombres son llevados
al conocimiento y al amor de Dios: -De su plenitud todos Corno declara sin ninguna ambigüedad el -concilio tridenti-
hemos recibido gracia sobre gracia. Porque la ley fue dada no:
por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por
Cristo Jesús• (Jn 1, 16-17). •La justificación misma no es sólo remisión de los peca-
La gracia, sin embargo, debe considerarse sobre todo dos, sino también santificación y renovación del hombre inte-
como un don interior: •A cada uno de nosotros se le ha dado rior, por la voluntaria recepción de la gracia y los dones, de
la gracia según la medida del don de Cristo• (Ef 4, 7). Esta gra- donde el hombre se conv~rte de injusto en justo y de enemi-
cia es el don recibido en el acto de la santificación y se puede go en amigo, para ser heredero según la esperanza de la vida
distinguir en: eterna (Tit 3, 7) ... Recibimos en nosotros cada uno su propia
- gracia "gratis data"(o carisma), que puede ser permanente justicia, según la medida en que el Espíritu Santo la reparte a
o transitoria y está ordenada en primer lugar a la santifi- cada uno como quiere y según la propia disposición y coope-
cación de los otros y a la edificación de la Iglesia: por ración de cada uno• (DS 1528-1529).
ejemplo, el discernimiento de los espíritus o la gracia
sacerdotal; ' Como se ve, la gracia produce un doble efecto: por un lado
- gracia actual, siempre transitoria: ilumina la mente y afianza somos transformados interiormente y por otro entramos en una
la voluntad; relación interpersonal con Dios, que nos acepta en su amistad.
- gracia "gratum faciens" o gracia santificante, o gracia de las Así pues, siendo la gracia un principio poseído por el hombre,
virtudes y de los dones; de suyo es permanente y transfor- éste se hace capaz de una experiencia espiritual. La infusión de
ma el alma y sus facultades. Es el principio de la ~piri- la gracia lleva consigo un cambio de estado en el hombre y la
tual personal. exigencia de un nuevo modo de vivír. Como dice san Pablo:

142 143
•Llevaréis así una vida digna del Señor, agradándole en su carne (Col 3, 5) y presentándolos como armas de la justicia
todo, dando como fruto toda suerte de buenas obras y cre- (Rom 6, 13-19) para la santificación por medio de la observari-
ciendo en el conocimiento de Dios. El poder glorioso de Dios cia de los mandamientos de Dios y de la Iglesia: creen en la
os hará fuertes hasta el punto de que seáis capaces de sopor- misma justicia, recibida por la gracia de Cristo, cooperando la
tarlo todo con paciencia y entereza, y llenos de alegría deis fe, con las buenas obras (Sant 2, 22), y se justifican más, con-
gracias al Padre que os ha hecho dignos de compartir la forme está ecrito: "El que es justo, justifíquese todavía" (Ap 22,
herencia de los creyentes en la luz. Él es quien nos arrancó 11), y otra vez: "No te avergüences de justificarte hasta la
del poder de las tinieblas y quien nos ha trasladado al reino muerte" (Ecl 18, 22), y de nuevo: "Veis que por las obras se
de su Hijo amado, de quien nos viene la liberación y el per- justifica el hombre y no sólo por la fe" (Sant 2, 24)• (DS 1535)
dón de los pecados (Col 1, 10-14).
Evitemos por tanto pensar en la vida de gracia de una forma
2. El aspecto dinámico de la gracia exclusivamente jurídica y veamos más bien cómo crece la justifi-
cación, o sea la santidad. Esta ley del crecimiento no se apoya
•Si bien nadie puede ser justo sino aquel a quien se en un precepto exterior, sino en la realidad misma de la gracia,
comunican los méritos de la pasión de nuestro Señor Jesucris- que debe ser considerada como semilla de vida eterna. Es ésta
to, esto, sin embargo, en la justificación del impío se hace al una ley ontológica, no en el sentido de que el hombre progrese
tiempo que, por el mérito de la misma santísima pasión, la independientemente del tipo de su comportamiento, sino en el
caridad de Dios se derrama por medio del Espíritu Santo en sentido de que, de suyo, la vida de gracia tiende al crecimiento
los corazones (Rom 5, 5) de aquellos que son justificados y continuo.
queda en ellos inherente. De ahí que, en la justificación
misma, juntamente con la remisión de los pecados, recibe el
hombre las siguientes cosas que a la vez se le infunden, por 11. LA VIDA TEOLOGAL
Jesucristo, en quien es injertado: la fe, la esperanza y la cari-
dad" (DS 1530)
1. Contenido objetivo y realidad subjetiva
Este pasaje del concilio de Trento expresa con enorme clari-
dad cómo, junto con la gracia, se infunden las virtudes teologa- La gracia santificante es por tanto aquel principio interno de
les. Por medio de ellas el hombre se hace capaz de una respues- vida espiritual concedido al individuo, por medio del cual éste
ta personal de conocimiento, de confianza y de amor a la acción se hace agradable a Dios y partícipe de la vida divina. La gracia
de Dios. se convierte así en el principio df.l enc_uentro personal entre el
Así pues, la gracia es llamada con todo derecho por los justo y las Personas divinas. Para establecer relaciones de cono-
autores escolásticos •gracia de las virtudes y de los dones", cimiento y de amor con las Personas divinas se necesitan nuevas
expresión con la que se quiere subrayar el aspecto operativo de capacidades dinámicas: las virtudes teologales infundidas en el
la vida de gracia. alma y basadas en la gracia misma.
Siguiendo siempre la doctrina del concilio tridentino, señale- Por otra parte, el hombre pertenece a un mundo histórico y
mos también el aspecto dinámico de la gracia en nosotros: como es miembro de la Iglesia. La realidad subjetiva de las virtudes
se deduce claramente de las citas contenidas en el texto tridenti- teologales se une necesariamente a un contenido objetivo: la
no, esta doctrina tiene su origen en las enseñanzas de san Pablo historia de la salvación tal como se transmite en la Iglesia.
y de san Juan: Corresponde a la teología dogmática, que insiste en la concien-
cia total de la Iglesia en el tiempo y en el espacio, reflexionar
•Justificados, pues, de esta manera y hechos amigos y sobre este contenido objetivo del misterio de la fe.
domésticos de Dios On 15, 15; Ef 2, 19), caminando d e ~ Pues bien, mientras que la teología escolástica consideraba
en virtud (Sal 83, 8), se renuevan (como dice el Apóstol) de las virtudes teologales sobre todo en su realidad subjetiva (en el
día en día (2 Cor 4, 16); esto es, mortificando los miembros de tratado de las virtudes teologales), actualmente los autores se

144 145
muestran_ mucho más sensibles al contenido objetivo; en particu- (vencer a la muerte, invertir el curso natural de las cosas, supe-
lar se esta llevando a cabo una reflexión profunda sobre la espe- rar las debilidades humanas) y del riesgo que el pecado hace
ranza. Al ser ésta la virtud de la historia como tal no es de correr a nuestra salvación. Se desarrolla por tanto en una actitud
extrañar que se haya convertido en un objeto privilegiado de la de confianza, de constancia, de perseverancia: Dios es conside-
refl~~ión filosófica y teológica; sobre todo bajo su aspecto socio- rado como Deus auxilians.
P?htico, la esperanza se presenta hoy como un elemento privile-
giado de la concepción del hombre histórico. c. La caridad no conoce de suyo distancias entre su objeto y
La teología espiritual se encuentra en la confluencia de estos su dinamismo, ya que el objeto de la caridad es siempre actual:
dos aspectos, objetivo y subjetivo. El cristiano acepta necesaria- Dios y el prójimo. En su movimiento la caridad contiene siem-
mente el contenido objetivo de la fe, así como se refiere al obje- pre el propio objeto y es éste el motivo del privilegio absoluto
t~ c:m~reto de la esperanza, y los vive de modo personal. Esta que le toca gozar: la caridad no pasa nunca. El problema espiri-
d1alect1ca no raras veces se vive como una tensión espiritual y se tual se refiere por una parte a la manifestación de la caridad,
la presupone para la inteligencia de la experiencia espiritual. Si obstaculizada por nuestra limitación, y al orden del amor que
por ejemplo, la vida de fe se hiciera eventualmente oscura y tiene que adecuarse a las relaciones objetivas de la persona; y
por otra parte, a la dilatación continua de la conciencia hasta la
d~loro_sa, n_o por esto habría que negar su contenido objetivo;
ma~ ~un: _solo la adhesión a la fe de la Iglesia hace posible una universalidad vivida por Cristo.
punf1cac1on y una profundización de la vida de fe. No confun-
damos por tanto la virtud infusa y la conciencia que tenemos de 2. La/e
ella. Lo mismo hay que decir de la esperanza: su referencia al
misterio de la salvación, la nuestra y la del mundo, nos lleva a A continuación pasaremos revista a cada una de las virtudes
alcanzar la confianza plena y el abandono. Por lo que se refiere teologales desde el punto de vista de la vida espiritual. La pri-
a la caridad, ésta debe superar las antipatías y las simpatías natu- mera en el orden de la actividad espiritual es la fe, gracias a la
rales, para llegar a la universalidad presupuesta por el único cual el hombre responde a la llamada de Dios.
misterio de salvación y proclamada por Cristo. La fe, por una parte, es la raíz de nuestra vida espiritual, ya
que sin ella no podemos agradar a Dios:
a. Más específicamente, el contenido de la fe es el misterio
de salvación que Dios lleva a su cumplimiento en Cristo· como •Sin fe es imposible agradar a Dios, porque para acercarse
realidad espiritual, la fe es adhesión a la Palabra de Dios 'que es a él es preciso creer que existe y que no deja sin recompensa
el mismo Cristo: ,La fe es el fundamento de lo que se espera y la a los que lo buscan• (Heb 11, 6);
prueba de lo que no se ve• (Heb 11, 1). Además, en cuanto que
todo movimiento espiritual supone un conocimiento, la fe es la por otra parte, es la condición de la vida espiritual aquí en
raíz y la condición de toda vida espiritual. la tierra: la necesidad de apoyarse en la palabra de Dios no
podrá eliminarse hasta la visión eterna.
b. La esperanza mira al futuro, esto es, al cumplimiento
escatológico de la salvación; pero dado que la plenitud del reino
de Dios está ya inaugurada en el tiempo, objeto de la esperanza a. La fe como don de Dios
es todo proyecto que pertenezca al Reino de Dios; en otras
palabras, es toda acción positiva, tanto individual como social, Como en el orden de la salvación Dios tiene siempre la ini-
que pertenezca a la esperanza teologal. Desde este punto de ciátiva, la fe no nace de un esfuerzo nuestro, sino que es don de
vista, el objeto de la esperanza cristiana entra en concurrencia Dios que nos hace alcanzar la esfera divina:
con los fines diversos que los hombres se propone~ través de
su actividad social, política, individual. ~
•Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único,
Como realidad subjetiva, el movimiento de la esperanza para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga
nace con la conciencia de la dificultad de alcanzar la salvación vida eterna• Qn 3, 16; cf. Jn 6, 40-47).

146 147
Así pues, con la fe toda nuestra vida recibe sentido y consis- •Por la fe (Abrahán) vivió como extranjero en la tierra
tencia por la adhesión al designio de salvación realizado en Cris- que se le había prometido, habitando en tiendas. Y lo
to. Esta luz está por encima de la razón y, aunque conforte a la mismo hicieron Isaac y Jacob, herederos como él de la
misma razón en su búsqueda del significado de la vida, suscita misma promesa. Vivió así porque esperaba una ciudad de
una cierta resistencia por nuestra parte, en la medida en que sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios•
queremos conservar nuestra autonomía racional y difícilmente (11, 9-10)
sometemos nuestra razón a una luz superior, pero oscura.
Así pues, la vida de fe se basa en la promesa y es siempre,
b. El sentido de la fe (Heb 11) por así decirlo, una apuesta por el futuro. El signo más caracte-
rístico de esta promesa en el Antiguo Testamento es la manifes-
Para determinar el significado profundo de la fe, podemos tación del poder de Dios sobre la vida; él da fecundidad a la
seguir el capítulo 11 de la Carta a los hebreos, centrado por mujer estéril (11, 11-12).
completo en esta virtud. Es característico del movimiento de la Para sintetizar la actitud de fe, podemos recurrir a la bellísi-
fe llevarnos, más allá de las realidades visibles, hasta su funda- ma expresión con que el autor de la Carta a los hebreos define
mento invisible: «La fe es el fundamento de lo que se espera y la la vida espiritual de Moisés:
prueba de lo que no se ve» (11, 1). Y esta superación de la rela-
ción con las realidades visibles la verificamos de varias maneras. •Por la fe abandonó Egipto, sin miedo al furor del rey, y
La primera situación que requiere un movimiento de trans- se mantuvo tan firme como si estuviera viendo al Dios invisi-
cendencia de lo visible es el ser-contingente de lo creado: el ble, (11, 27);
entendimiento no se debe detener en la realidad visible y tangi-
ble como si fuese lo real, sino que ha de ir más allá hasta discer- y al mismo tiempo se enfrenta con la gran paradoja de la fe:
nir el fundamento invisible: el hombre de fe, aunque no puede ver la presencia de Dios y su
acción, actúa como si las divisase claramente más allá de las
•La fe es la que nos hace comprender que el mundo ha apariencias.
sido formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible
proviene de lo invisible, (11, 3). c. Fe e historia

Mucho más original, por otra parte, es el acto de fe sobre la La superación de la realidad visible podría concebirse como
disposición divina relativa a la vida del individuo. Así Abrahán en la reflexión metafísica: alcanzar un fundamento transcenden-
tiene que considerar como su propia vocación el cumplimiento tal negando sus condiciones espacio-temporales. Pero en la fe,
de una voluntad de Dios que sigue siendo secreta: el fundamento transcendental nQ, nie~ la realidad histórica, sino
que descubre su substancia espiritual: Dios que manifiesta su ser
•Por la fe Abrahán, obediente a la llamada divina, salió y su voluntad en la creación y en la historia. Por consiguiente,
hacia una tierra que iba a recibir en posesión, y salió sin saber creer no es derivar de las apariencias sensibles e históricas un
a dónde iba, (11, 8). noúmenon inteligible, sino obrar de forma compleja; es adherir-
se a una palabra que atestigua la actividad divina en el mundo,
En este caso se comprende hasta qué punto compromete la percibir al mismo tiempo la realidad histórica en sí misma y
fe a la persona, cuyo futuro queda escondido en la mente de como manifestación divina, unirse finalmente a Dios mismo, en
Dios. cuanto que es fundamento activo de todo y acto eterno en el
No solamente el curso de la existencia, sino también el final que todo subsiste.
de la vida es objeto de un acto de fe, que debe superar la "evi- Pongamos algún ejemplo de este acto de fe.
dencia" de la muerte. Dios es juez y constructor de una ciudad El tema fundamental de la fe cristiana se refiere al conoci-
celestial, cumplimiento definitivo de la peregrinaciórh€r!:ena: miento de Dios en Jesucristo. Nosotros no conocemos a Dios ni
primaria ni principalmente por medio de una reflexión sobre el
148 149
fundamento de lo creado, aun cuando no deba excluirse nunca
vida cristiana. Gracias a él, los nmos acceden al sentido del
semejante reflexión:
mundo sobrenatural, y esto de manera inmediata y muy adecua-
da en virtud de la riqueza simbólica del sacramento.
•Lo que es invisible de Dios, su eterno poder, su divini-
Pero conviene advertir el doble nivel de la presencia de
dad, se ha hecho visible desde la creación del mundo, a tra-
Cristo en la eucaristía. El primero es la presencia de Cristo resu-
vés de las cosas creadas• (Rom 1, 20);
citado y en posesión de su poder espiritual. El segundo no es
sino a través de la adhesión a Cristo, percibido como Hijo menos importante: el Cuerpo mís~co de Cristo (e~ ~ecir, la Igl~-
sia) está significado como fin últuno de la eucanstla. La gracia
de Dios. Citemos aquí dos textos de san Juan:
especifica de la eucaristía es realmente la unidad de la comuni-
dad en la caridad. En este sentido podemos entender la adver-
·A Dios nadie lo vio jamás; el Hijo único, que es Dios y
tencia de san Pablo a los Corintios (1 Cor 11, 17-34): les echa en
que está en el seno del Padre, nos lo ha dado a conocer• (Jn
1, 18); •El que me ve a mí, ve al Padre. ¿Cómo me pides que
cara que celebran la cena del Se~or sin guardar l~ ~ari~d frater-
na reconociendo en esta distorsion entre la part1c1pac1on sacra-
os muestre al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el
m~ntal y la acción concreta una falta del verdadero sentido de la
Padre en mí?• (Jn 14, 9-10).
eucaristía:
Como dice muy bien el prefacio de la misa de Navidad:
•Porque quien come y bebe sin discernir el cuerpo [es decir,
no sólo el cuerpo glorificado del Señor, sirio también su Cuerpo
•Gracias al misterio de la Palabra hecha carne, la luz de tu
místico], come y bebe su propio castigo• (1 Cor 11, 29).
gloria brilló ante nuestros ojos con nuevo resplandor, para
que, conociendo a Dios visiblemente, él nos lleve al amor de
Lo mismo que la eucaristía, también los otros sacramentos
lo invisible•.
son actos del Cristo glorioso que comunican la gracia a quienes
los reciben. Así pues, la mirada de la fe no se detiene en el
El fundamento de este acto de creer en Dios en Jesucristo es
ministro visible del sacramento, sino que llega hasta Cristo, que
la realidad de la unión hipostática: una única Persona posee la
actúa como causa eficiente por medio del ministro.·
condición divina y la condición humana. Así pues, contemplan-
Esta mirada de fe actúa también en la vida concreta de la
do al Verbo en su humanidad, el cristiano se adhiere mediante
Iglesia: también aquí, más allá de los instrumentos humanos,
el acto de fe a la realidad histórica y a la realidad eterna. Por
obra el Espíritu Santo. No queremos afirmar desde luego que. ~n
este acto complejo, el único término de comparación no dema-
todos los casos la Iglesia visible manifieste únicamente la acc1on
siado insuficiente es el conocimiento de una persona humana: a
del Espíritu Santo; siempre es necesario un discernimiento, ya
través de su manifestación corporal se llega, mediante un acto
que el Espíritu se manifiesta a-rravés de varios ca?ales: la ley
tan simple como rico, hasta la persona espiritual.
evangélica, las determinaciones generales de la lgles1a, las deter-
En continuidad con el acto de fe en el Verbo encamado,
minaciones particulares de los superiores y finalmente la con-
encontramos el acto de fe en los sacramentos, especialmente en
ciencia personal; habrá que llegar por tanto a un acuerdo e~~
la eucaristía. También aquí el Verbo de Dios está presente en los
estas diversas instancias, cuando se manifieste alguna oposic1on
signos del pan y del_ vino. Pero su presencia se deriva de ~a
entre ellas. Pero queda en pie"-el principio de que, en el orden
acción sacerdotal mediante la cual Cristo lleva a cabo el cambio
de la encamación, el Espíritu Santo actúa a través de las media-
del pan y del vino sin anular sus apariencias sensibles. •Esto es
ciones visibles, consideradas por la mirada de la fe como revela-
mi cuerpo•, ,Éste es el cáliz de mi sangre•. El acto de fe en la
doras de la voluntad divina. '·
eucaristía lleva entonces al fiel a discernir, más allá de los signos
En esta perspectiva podemos hablar de los •signos de los
sensibles (el pan y el vino), la realidad del Cuerpo y de la San-
tiempos», señalando mediante esta expresión el hecho de q~e
gre de Cristo. Desde este punto de vista, el sentido eucarístico
los acontecimientos humanos manifiestan un aspecto del desig-
constituye una educación de la fe y es lícito pens~ repre-
nio de Dios. Evitemos sin embargo pensar que la presencia del
senta el ejercicio concreto más inmediato y más importante de la
reino de Dios sea siempre tan evidente como algunos se empe-
150
151
ñan en sostener. Más atinadamente lo veía el padre J.-P. de vuestra fe -más valiosa que el oro, que es caduco aunque sea
Caussade (siglo XVII), cuando escribía: acrisolado por el fuego- será motivo de alabanza, gloria y
honor el día en que se manifieste Jesucristo. Todavía no lo
«La palabra de Dios escrita está llena de misterios; no habéis visto, pero lo amáis; sin verlo creéis en él, y os alegráis
menos misteriosa es su palabra ejecutada en los acontecimien- con un gozo inefable y radiante, alcanzando así la salvación,
tos del mundo. Estos dos libros están verdaderamente sella- que es el objetivo de vuestra fe» (1 Pe 1, 6c9).
dos, (L'abbandono a/la divina Provvidenza, cap. 9).
Este texto no hace más que reflejar el sentido pascual de la
Lo que hemos dicho de los acontecimientos socio-políticos vida cristiana: el cristiano ha pasado ya del poder de las tinie-
es válido igualmente de los acontecimientos de nuestra existen- blas al reino del Hijo querido y ansía por tanto la plenitud de la
cia: todos ellos contienen una enseñanza y una voluntad de vida en la luz:
Dios, que hay que recibir en la fe.
,Así pues, ya que habéis resucitado con Cristo, buscad las
3. La esperanza cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de
Dios. Pensad en las cosas de arriba, no en las de la tierra.
La fe y la esperanza van estrechamente unidas; en efecto, Habéis muerto y vuestra vida está escondida con Cristo en
según la Carta a los Hebreos, -la fe es el fundamento de lo que Dios; cuando aparezca Cristo, vuestra vida, también vosotros
se espera» (11, 1). Pero esta conexión parece compleja, lo apareceréis gloriosos con él" (Col 3, 1-4).
mismo que es complejo el movimiento de la esperan7..a.
Por un lado, la esperanza prolonga el acto de adhesión de la En esta perspectiva hay que enmarcar la espiritualidad del
fe en un deseo de la posesión de las realidades en que creemos: martirio, tal como la conocemos a través de las cartas de san
la vida eterna, el reino de los cielos, reconocidos por la fe como Ignacio de Antioquía, en las que el santo manifiesta, no ya el
bienes futuros. Por otro, la esperanza es la virtud del hombre en deseo de morir, sino el de la vida total y definitiva.
camino hacia la vida eterna y que durante este camino experi- El motivo profundo de la vida contemplativa se vincula con
menta las dificultades de la vida y el riesgo de no alcanzar la el del martirio; también aquí se trata de tender c9n todas las
meta deseada; en otras palabras, la esperanza se desarrolla fuerzas hacia la plenitud de la vida que se nos ha comunicado
como confianza en la gracia de Dios que permitirá superar todas en el bautismo. La esperanza contemplativa está toda ella en
las dificultades. tensión hacia la posesión de Dios; encontramos un claro testi-
monio de ello en san Juan de la Cruz:
Intentemos ahora captar mejor la complejidad del acto de
esperanza. ,Por esta causa, de esta li-2.rea v~rde (porque siempre está
mirando a Dios y no pone los ojós en otra cosa ni se paga
a. El deseo de la vida eterna sino sólo de él), se agrada tanto el Amado del alma, que es
verdad decir que tanto alcanza de él cuanto ella de él espera.
Si nos referimos al pensamiento de la Iglesia prim1t1va, no Que por eso el Esposo en los Cantares le dice á ella que en
podemos menos de advertir la gran importancia que concedía a sólo mirar de un ojo le llagó el corazón (Cant 4, 9). Sin esta
la consideración de la vida ecerna: los corazones de los primeros librea verde de sola esperanza de Dio& no le convenía al alma
cristianos se sentían movidos por un profundo sentido de Dios a salir a esta pretensión de amor, porque no alcanzará nada, por
esperar la parusía, es decir, el retorno de Cristo en la gloria para cuanto que la que mueve y vence es la esperanza porfiada.
establecer el reino de Dios en su plenitud. Lo atestigua la prime- De esta librea de espéranza va disfrazada el alma por esta
ra Carta de Pedro : secreta y oscura noche que habemos dicho, pues que va tan
vacía de toda posesión y arrimo, que no lleva los ojos en otra
«Por ello vivís alegres, aunque un poco afligidos--ahor¡¡_, es cosa ni el cuidado si no es en Dios, (Noche oscura, Libro n,
cierto, a causa de tantas pruebas. Pero así la autenticidad de cap. 21, 8-9).

152 153
Con la esperanza entendida como búsqueda exclusiva de Por tanto, para resistir al poder del pecado es necesaria la
Dios hemos de relacionar la memoria. Y esto por dos motivos. gracia de Cristo. En otro pasaje, que describe una experiencia
Primero, porque el-alma que ansía la posesión de Dios renuncia todavía más cercana a la nuestra, Pablo nos habla de una debili-
a cualquier otra posesión y por tanto elimina la memoria de dad física que pads!Ce y que le impide dedicarse plenamente a
todo recuerdo en eJ que pudiera poner su deseo de propiedad: la misión apostólica; también en esta ocasión la gracia de Cristo
para san Juan de la Cruz este despojo se refiere no sólo a los le permitirá superar los obstáculos: ·
dones y riquezas naturales, sino también a los sobrenaturales,
como Jas gracias que Dios concedió al alma en eJ pasado y a_ las
que podría apegarse el alma como si fueran propiedad suya, •Precisamente para que no me sobreestime, tengo un
mientras que no son más que dones de Dios. El segundo motivo aguijón clavado en mi carne, un agente de Satanás encargado
presupone la doctrina agustiniana que une a la memoria funda- de abofetearme para que no me enorgullezca. He rogado tres
mental con la presencia de Dios en el, fondo del alma: puesto veces al Señor para que apartase esto de mí, y otras tantas me
que el alma ha sido creada a semejanza de Dios, sus tres poten- ha dicho: "Te basta mi gracia, ya que la fuerza se pone de
cias -memoria, entendimiento y voluntad- se refieren a las tres manifiesto en la debilidad"• (2 Cor 12, 7-9).
Personas de la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. De este
modo, el alma que intenta coincidir espiritualmente con su Estamos ahora en disposición de comprender el vínculo tan
memoria fundamental, encuentra en ella la presencia del Padre. profundo que hay entre la fe y la esperanza. Mientras que la pri-
mera nos da el conocimiento del designio salvífico de Dios y la
b. La ayuda de Dios certeza de que todos los hombres están llamados a recibir una
participación en la vida divina, la segunda contempla nuestra
Para completar la noción de esperanza teologal hay que situación concreta de hombres débiles que pueden no usar bien
tener en cuenta otro elemento: la necesidad de la ayuda divina. su propia libertad y por tanto no corresponder a la voluntad sal-
Esta necesidad nace de la transcendencia misma de la vida divi- vífica de Dios en Jesucrito; nace entonces el acto de esperanza,
na, que no puede alcanzarse por el esfuerzo del hombre, sino que se apoya en la ayuda de Dios para superar toda debilidad
que se concede en conformidad con nuestra cooperación con la propia y toda tentación.
gracia divina. Además de esto, nuestra libertad solicitada por la Y que la experiencia de la debilidad y de la prueba forma
grJ.cia de Dios se ve acechada por muchos peHgros: exteriores, parte de la vida cristiana, nos lo indican claramente los textos de
como la tentación, o bien los que proceden de nuestra debilidad la Iglesia primitiva. En ellos aparece siempre en el horizonte la
interior. La consecución de la salvación corre siempre el riesgo posibilidad de la persecución:
del fracaso.
Una breve ojeada al mensaje de san Pablo nos ayudará a
comprender la situación de la esperanza. Si san Pablo conoció al •Queridos, no os extra& esta -prueba de fuego que se os
Cristo glorioso y de esta revelación obtuvo un gran sentido de la ha venido encima como si de algo insospechado se tratara.
majestad de Dios y un inmenso deseo de marcharse de este Alegraos, más bien, porque compartís los padecimientos de
mundo para estar con Cristo, pasó igualmente por la experiencia Cristo, para que también os regocijéis alborozados cuando se
de su propia debilidad y consiguientemente de la necesidad de manifieste su gloria• (1 Pe 4, 12-13) .
pedir la gr.i.cia y Ja ayuda de Dios. Particularmente en el capítulo
7 de la Carta a los romanos nos explica cómo el hombre siente Y esta misma advertencia vale para toda clase de pruebas;
una contradicción dentro de sí: dice san Pablo:

•En efecto, el querer el bien está a mi alcance, pero el .y no sólo esto, sino que hasta de las tribulaciones nos
hacerlo no. Pues no hago el bien que quiero, sino el mal que sentimos orgullosos, sabiendo que la tribulación produce
aborrezco• (Rom 7, 18-19). ----------- paciencia; la paciencia produce virtud sólida, y la virtud sóli-
da, esperanza. Una esperanza que no engaña porque, al dar-

154 155
nos el Espíritu Santo, Dios ha derramado su amor en nuestros ,Lo que le gusta al buen Dios es verme amar mi peque-
corazones, (Rom 5, 3-5). ñez y mi pobreza; es la ciega esperanza que tengo en su
misericordia ... ¡He aquí mi tesoro! [.,.] Es la confianza y sólo la
Lo mismo que la esperanza nace de la conciencia de las difi- confianza lo que debe guiarnos al amor, ( Cartas, 17 septiem-
cultades de la vida y del riesgo inherente al ejercicio de nuestra bre 1896).
libertad, así también el crecimiento de la esperanza depende de
cómo conseguimos superar los obstáculos recurriendo con No menos importante es la esperanza en lo que se refiere a
mayor constancia y confianza a la ayuda de Dios. la vida apostólica; también aquí el apóstol advierte su propia
Aunque el objeto esencial de la esperanza teologal es la con- impotencia ante la misión de la evangelización. En efecto, el
secución de la salvación, hay que indicar que la .esperanza puede compromiso apostólico busca el establecimiento del reino de
extenderse a todo objeto que parezca difícil conseguir, con tal que Dios, que pertenece al orden sobrenatural. Está claro que este
se recurra a la ayuda de Dios. En esta perspectiva, todo lo que se objetivo supera las fuerzas humanas y' que por eso exige buscar
refiere a la difusión del reino de Dios se convierte en objeto de la gracia de Dios. El que no se diera cuenta de esta índole
esperanza, en cuanto que se trata de una realidad sobrenatural sobrenatural del apostolado se movería únicamente en el activis-
que se conquista mediante una lucha contra el poder del pecado: mo.
Además, el compromiso apostólico, tanto individual como
,Nuestra lucha no es contra adversarios de carne y hueso, comunitario, lleva a otra constatación, la de sentir la falta de
sino contra los principados, contra las potestades, contra los proporción entre los propios medios de acción (y también aquí
que dominan este mundo de tinieblas, contra los espíritus del los de la Iglesia) y la misión que hay que realizar. El mundo
mal que tienen su morada en un mundo supraterreno. Por eso parece vivir, y vivir bastante bien, permaneciendo extraño a la
debéis empuñar las armas que Dios os ofrece, (Ef 6, 12-13). invocación de Cristo y fuera de la comunicación normal de la
gracia. Al discernir la presencia de Cristo escondida en el
Y la experiencia apostólica demuestra fácilmente que una mundo, el apóstol deberá apelar continuamente a la gracia de
lucha semejante nos impulsa a pedir la ayuda de Dios para Dios para reavivar su mirada de fe y su confianza en la obra
poder convertir los corazones y dilatar el reino. divina, haciendo suya la fórmula espléndida del padre J.-P. de
Actualmente, como ya hemos subrayado, se insiste mucho Caussade:
en la perspectiva de la historia humana como objeto de esperan-
za. A este propósito se podría advertir que, en realidad, esta ,Todas las criaturas viven en las manos de Dios. Los senti-
perspectiva se deriva de la concepción cristiana de la historia de dos captan solamente la acción de las criaturas, pero la fe cree
la salvación. Sea de ello lo que fuere, el tema de la esperanza en la acción divina en todas.)as cosas. Sabe que Jesucristo
humana constituye un punto de encuentro y de enlace entre la vive en todas las cosas y que actúa ·en toda la extensión de los
mentalidad del mundo moderno y la fe (puede verse sobre este siglos, (Cabbandono alta divina Provvidenza, cap. 10).
tema la voz Esperanza, en el NDE, 446-454).
Si ahora consideramos la experiencia espiritual, veremos Creer y unirse a la acción escondida de Cristo resucitado: he
cómo esta concepción de la esperanza en cuanto búsqueda de aquí la verdadera esperanza apostólica.
la ayuda de Dios se verifica en dos casos principales de la vida
cristiana. 4. La caridad
Santa Teresa de Lísieux representa muy bien el primer caso:
toma conciencia de su debilidad y de su pequeñez y las consi- La caridad, derramada por el Espíritu Santo en nuestros
dera como obstáculos para alcanzar la santidad. Su actitud fun- corazones (Rom 5, 5), puede considerarse como una participa-
damental se convierte entonces en una confianza total en la ción del Espíritu Santo como amor del Padre y del Hijo. Así
ayuda de Dios. Su camino espiritual se presenta desde entonces pues, por su naturaleza la caridad tiene la primacía sobre todas
como una continua profundización en la vida de ~nza; en las capacidades operativas de nuestro ser espiritual. Examinemos
este sentido escribe la santa: más de cerca esta primacía en el orden operativo.

156 157
a. Primacía de la caridad sobre las otras capacidades ope- vocaciones en la· Iglesia. Santa Teresa de Lisieux descubrió esta
rativas. primacía absoluta de la caridad después de una búsqueda larga
Ante todo, hemos de reconocer que la caridad es el princi- y laboriosa:
pio inmediato de nuestra unión con Dios. Es éste un punto
firme y decisivo de la teología del cuarto evangelio. •Al considerar el cuerpo místico de la Iglesia, no me
reconocía en ninguno de los miembros que describía san
,"El que acepta mis preceptos y los pone en práctica, ese Pablo, o mejor dicho, me quería reconocer en todos ellos ...
me ama de verdad; y el que me ama será amado por mi La Caridad me ofreció la clave de mi vocación. Comprendí
Padre. También yo lo amaré y me manifestaré a él". Judas, no que, si la Iglesia tenía un cuerpo compuesto de diversos
el Iscariote sino el otro, le preguntó: "Señor, ¿cuál es la razón miembros, no le podía faltar el más necesario y el más noble
de manifestarte sólo a nosotros, y no al mundo?". Jesús le con- de todos; comprendí que la Iglesia tenía un Corazón, y que
testó: "El que me ama, se mantendrá fiel a mis palabras. Mi este Corazón ardía de Amor. Comprendí que sólo el Amor
Padre lo amará, y mi Padre y yo vendremos a él y viviremos hacía obrar a los miembros de la Iglesia y que, si el Amor se
en él"• (Jn 14, 21-23). · hubiera apagado, los apóstoles no habrían anunciado el
evangelio, los mártires se habrían negado a derramar su san-
Esta doctrina ha sido sustentada por todos los santos. Limité- gre ... Comprendí que el Amor encerraba todas las vocaciones
monos aquí a citar algunos textos de santa Catalina de Siena, que el Amor lo era todo, que abarcaba todos los tiempos ;
cuya substancia podemos decir que es común a toda la tradición todos los lugares ... En una palabra, que es eterno• (Manuscri-
mística: tos biográficos B 3 v2).

,¿Qué es la caridad? Es un amor inefable que el alma ha La consecuencia de esta primacía de la caridad es la doctrina
sacado de su Creador con todo su afecto y todas sus fuerzas. clásica de la caridad como forma de todas las virtudes es decir
He dicho que lo ha sacado de su Creador: esta es la verdad (L de la caridad como principio de toda la vida moral cristiana. '
113). En este amor se consume toda humedad del amor pro- Sin la caridad, la diversas virtudes no son capaces de condu-
pio a sí mismo, y el alma se hace parecida al fuego del Espíri- c~r _al hombre a su fin último, que es la panicipación en la vida
tu Santo (L 228). En efecto, el amor transforma y convierte al d1v10a y eterna, ya que esta participación exige la conformidad
amado y al amante en una sola cosa (L 108). Hasta el punto de nuestra voluntad con la voluntad santa de Dios.
de que el corazón y el afecto del que ama no se encuentra ya La vida moral cristiana encuentra su unidad en la considera-
en él, sino en lo que él ama y en lo que ha puesto su amor. ción de la primacía absoluta de la carid~d. No nos detendremos
Es tan grande la fuerza del amor que del que ama y del que en este punto y remitimos en este sentido al estudio de los fun-
es amado hace un solo corazón y un solo afecto; porque, si dam~ntos de la teología moral, limitáñdonos a señalar la impor-
hubiera división en el amor, el amor no sería perfecto (L 101). tancia de esta consideración para la unificación de nuestra vida
Y verdaderamente el alma, que por amor está unida y trans- espiritual y moral.
formada en Dios, hace como el fuego que consume en sí la
humedad de la leña; y cuando están bien calientes, las arde y b. La caridad unifica la vida espiritual.
las convierte tanto en sí mismo que les da su mismo color,
calor y fuerza que tiene en sí mismo (L 137)• (Citas sacadas de Por una parte, todos los preceptos están encerrados en la
JI messaggio di santa Caterina da Siena, dottore della Chiesa, caridad: «El amor es la plenitud de la ley, (Rom 13, 8-10). Por
Ed. Vincenziane, Roma 1970, 241). otra, no es vedadera la caridad que no se manifiesta en las
obras: .Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando•
La preeminencia de la caridad en la transformación espiritual (Jn 15, 14).
se deriva de su origen divino y se manifiesta tamfüetíen la uni- Par_a captar el espíritu cristiano en toda su pureza tenemos
versalidad con que semejante virtud impregna todas las activida- que evitar con cuidado una noción dualista de la vida moral. No
des espirituales y está presente, informándolas, en todas las es posible considerar por separado la vida ética natural y la vida

158 159
de caridad; la caridad es la forma de todas las virtudes. Dice recibir las virtudes; pero la caridad es forma de las virtudes en
santo Tomás: cuanto que informa sus operaciones• (De caritate, q. única, a.
3, ad 19).
«Es menester que en lo que moralmente da a la acción el
orden al fin, le dé también la forma. Es evidente, según lo El mérito implica •la idea de una recompensa que Dios con-
dicho, que la caridad ordena los actos de todas las virtudes al cede liberalmente:
último fin; y por eso da la forma a los actos de las virtudes.
Por tanto, se dice que ella es forma de las virtudes, ya que «El mérito del hombre ante Dios no puede existir sino
éstas se forman tales por orden a los actos formados» (S. Th. conforme al orden divino previamente establecido, de tal
II-11, q. 23, a. 8: BAC VII, 724). manera que el hombre consigue de Dios por su operación,
como una recompensa, aquello para lo cual Dios le dio capa-
Aunque las virtudes pueden considerarse como «participacio- cidad de obrar» (S. Th. 1-11, q. 114, a. 1: BAC VI,901)
nes de la caridad», no por eso se destruye su estructura objetiva:
el coraje, la probidad, la justicia, etc. siguen siendo lo que son. Puesto que esta disposición de Dios es efecto de su amor,
Incluso la fe "informe", por ejemplo, la que no va acompañada también debe ser amor la respuesta del hombre, que cumple la
de la caridad, no se distingue esencialmente de la fe formada, voluntad divina.
en cuanto que el acto de ambas consiste en el asentimiento que El aspecto esencial del diálogo entre Dios y el hombre con-
se da a la Palabra de Dios; pero el acto de fe informe está soste- siste por tanto en la caridad activa; sea cual fuere la conciencia
nido por una voluntad imperfecta. Atengámonos al pensamiento que el cristiano posee de su unión con Dios, donde no hay
de santo Tomás: obras (tanto externas como internas; en los estados elevados
pueden consistir en una adhesión simplicísima), tampoco hay
«La caridad se dice que es forma de las demás virtudes no progreso de la vida espiritual, ya que el objeto del mérito es
ejemplar o esencialmente, sino eficientemente, en cuanto precisamente el progreso espiritual.
impone a todas la forma, del modo dicho« (!bid., ad 1).
5. La unidad de la vida teologal
Según Lottin, P~ychologie el mora/e au Xlle et X/lle siecle, t.
II, 2a parte, 588, el pensamiento de santo Tomás sufrió una evo- La doctrina común de la Iglesia, basada en . la clara afirma-
lución en este punto. De todas formas, «es cierto que para el ción paulina: «Ahora subsisten estas tres cosas: la fe, la esperan-
mismo santo Tomás, la causalidad eficiente no es puramente za, el amor» (1 Cor 13, 13), plantea el problema de la articula-
extrínseca, ya que la causa eficiente deja algo de sí misma en ción de estas tres virtudes para formar una única vida teologal.
sus efectos». Cf. del mismo autor, Príncipes de mora/e. t.II. n. Son dos las maneras principales s_!e pr~sentar el problema.
XXIV, 201-211.
Así pues, todos los actos virtuosos pueden ejercerse sólo a. Partiendo del dinamismo espiritual
bajo el influjo de la caridad. Y cuanto más constante y profundo
es el influjo de la caridad, tanlo más se ejercen las virtudes •per Por ser la gracia el comienzo de la vida eterna, las virtudes
modum amoris•. De esta forma se derivan de la caridad ferviente teologales se pueden distinguir según los diversos momentos del
tanto los motivos particulares de la acción como la prontitud movimiento del alma hacia Dios.
propia de la caridad. · Mediante la fe nos adherimos a la Palabra de Di0s que nos
. De aquí se sigue igualmente que el mérito depende del fer- revela su designio de salvación y emprendemos nuestro camino
vor de la caridad. Esto, sin embargo, no impide que el mérito se hacia Dios.
le atribuya también a la gracia, ya que según santo Tomás: Mediante la esperanza, nuestra intención y nuestro impulso
se dirigen hacia la posesión de Dios, apoyándose en él para
«La gracia de Dios se dice forma de las virtud~ cuan- superar todas las dificultades y todos los peligros que acechan
to que da al alma la existencia espiritual que la hace capaz de en nuestro camino.
160 161
Mediante la caridad, estamos ya unidos a Dios, aun cuando En la perspectiva clásica la fe guarda relación con el enten-
esta unión depende siempre de la condición imperfecta del dimiento, el cual, al recibir la lumen fidei, queda elevado a la
conocimiento de fe y del riesgo de sucumbir a las fuerzas del verdad divina.
pecado. A pesar de ello, como dice san Pablo, ,el amor no pasa Mediante la esperanza, la voluntad, como deseo, se eleva a
jamás• (1 Cor 13, 8), ya que en la vida eterna se actuará en la los bienes eternos f se ve robustecida por la ayuda divina.
visión y en la posesión. de Dios. Mediante la caridad, la voluntad libre, en cuanto principio
Podemos representar en un esquema esta continuidad en la de las relaciones interpe~sonales, queda ya transformada en
diferencia: amor de Dios, ya que la caridad es en sí misma la participación
del Espíritu Santo.

libert:ld personal ...,_..._ _► Caridad


Hombre Volunud {
de~eo } - Esperanza
(Memoria, S. Juan de la Cruz)
Inteligencia-----,,~---- Fe
esperanza caridad

Un único movimiento se desarrolla en tres momentos La perspectiva moderna no hace ninguna referencia a una
estructura del alma; considera más bien a la persona misma
con su libertad de respuesta a Dios (volviendo así a la perspecti-
va de la Escritura). Al tener una conciencia más aguda de la uni-
b. La estructura del alma dad histórica de la humanidad, tiende siempre a hacer que pre-
valezcan las visiones globales del destino del hombre y pone el
Las virtudes teologales se distinguen también a partir de la acento en el contenido objetivo del misterio. Además, puesto
estructura del alma. La investigación teológica de los escolásticos que tiende a hacer que prevalezca la praxis, el hombre moderno
admite, como principio básico, la correspondencia entre las vir- occidental insiste cada vez más en la esperanza.
tudes teologales y las facultades psicológicas, que han de per- El peligro de la tendencia moderna está en que no se preo-
feccionarse gracias a ellas. Este principio está perfectamente cupa de las condiciones subjetivas de una vida auténtica. La pro-
expresado por santo Tomás: yección hacia el futuro suena muchas- veces a un intento de eva-
sión y se olvida de la purificación necesaria para la liberación de
,Así como de la esencia del alma fluyen sus potencias, la vida espiritual.
que son principios de operación, así también de la gracia del
alma fluyen las virtudes a las potencias del alma, por las que c. La mutua inclusión de las virtudes teologales
dichas potencias se mueven a sus actos• (S. Th. 1-II, q. 110, a.
4, ad 1: BAC VI, 745) Cualquiera que sea la perspectiva que se adopte, hay que
insistir siempre en la unidad substancial de la vida teologal. Nor-
En relación con este principio se manifestarán algunas dife- malmente nuestra unión con Dios afecta a todo nuestro ser espi-
rencias entre los diversos autores. La principal se refiere a la ritual y solamente per accidens, en la medida en que el pecado
esperanza, que para santo Tomás no puede arraigarse en la puede bloquear los actos de cada una de las virtudes, se viene
memoria, en cuanto que ésta pertenece al orden sensible, mien- abajo esta unidad profunda.
tras que para san Juan de la Cruz, seguidor de la psicología Expresemos de nuevo esta virtud fundamental a partir de la
agustiniana, la memoria es precisamente la sede de la esperanza. noción de mutua inclusión de las virtudes. Esta inclusión se
162 163
basa, bien en la unidad del movimiento espiritual, bien en la m. NATIJRALEZA TEOLOGAL
función integradora de la caridad. En efecto, la caridad, como DE LA VIDA ESPIRfnJAL
principio de la relación personal con Dios, repercute en las otras
virt;udes que se van haciendo tanto más personales cuanto más
intensa se hace la caridad. De todo lo dicho se puede comprender la importancia fun-
La fe, que es ,el fundamento de lo que se espera, (Heb 11, damental de las virtudes teologales. En efecto, si la grada,
1) se prolonga en la esper.1m..a en la medida en que, sometidos comienzo de la vida eterna, es el principio básico de toda la
a las pruebas, tomamos conciencia de la dificultad y del peligro vida espiritual y produce las virtudes teologales en una especie
(cf. Ch. A. BERNARD, Épreuve et espérance: RAM 0958) 121-148). de dinamismo interior, resulta que estas virtudes, cuyos actos
Mientras que la fe se refiere al plan universal de la salvación, la dependen de nuestra conciencia, forman realmente la estructu-
esperanza considera ante todo el deseo personal de la salvación, ra de nuestra vida espiritual en cuanto que se la vive personal-
al surgir en nosotros el temor de no conseguir el fin. Además, mente.
bajo el influjo de la caridad, el objeto de la esperanza se hace
universal, pero aparece como algo arduo; «bonum arduum», 1. Vivir en Dios
objeto -según santo Tomás- de la función de agresividad-defen-
sa. Para convalidar la proposición anterior, hemos de añadir
una consideración muy importante, aunque abstracta, sobre el
La fe y la caridad se incluyen mutuamente: objeto formal de las virtudes teologales. En efecto, hay que dis-
tinguir en ellas entre objeto material y objeto formal; los dogmas
«La caridad es la fuerza de la fe, la fe es la fuerza de la o las proposiciones, por ejemplo, constituyen el objeto material
caridad. Y entonces es verdadero el nombre y es verdadero el de la virtud de la fe, mientras que el objeto formal es la Primera
fruto de ambas, cuando entre las dos partes el vínculo es indi- Verdad que da testimonio de sí misma (S. Th. II-II, q. 1, a. 1).
soluble. Cuando no se encuentran juntas, faltan las dos juntas Conviene insistir aquí en el objeto formal de las virtudes teo-
[se trata de la fe viva], ya que la una es para la otra su apoyo logales, ya que, si el objeto material puede ser cualquier cosa
y su luz, hasta que el premio de la visión no satisfaga al deseo fuera de Dios (pero no sin relación con Dios) -por
de la creencia e, inconmutablemente, sea visto y amado aque- ejemplo,cuando espero la curación de una enfermedad, después
llo que ahora no puede amarse sin fe, ni creer sin amor. Pues- de haber implorado la ayuda divina-, el objeto formal es siem-
to que, como dice el apóstol, en Cristo Jesús ya no cuenta ni pre Dios mismo:
la circuncisión ni la incircuncisión, sino solo la fe que actúa
mediante el amor (Gal 5, 6), cultivemos juntas la caridad y la •La fe y la esperanza alcanzacR- a Dies en cuanto que de él
fe» (San LEON MAGNO, Sermo 45: PL 54, 289-290). nos viene tanto el conocimiento de lo verdadero como la con-
secución del bien, pero la caridad alcanza a Dios mismo de
modo que reposa en él» (S. Th., 11-11, q. 23, a. 5).
La esperanza y la caridad se incluyen mutuamente
El objeto formal (algunos lo llaman •motivo», pero impropia-
•La esperanza y la caridad se derraman la una en la otra mente, ya que el motivo es algo externo a la voluntad del hom-
·como en un santo círculo, ya que, una vez que uno ha sido bre; así por ejemplo, la consideración de la bondad de Dios me
introducido en la caridad por la esperanza, entonces espera mueve a la confianza) constituye por tanto una especie de esfe-
también más perfectamente, teme más castamente y cree más ra en la que se sumergen el entendimiento y la voluntad, y no
firmemente• (San AMBROSIO, citado por santo TOMAS, De spe, a. sólo porque el hombre tiende a Dios con el entendimiento y la
8, ad 1). voluntad, sino porque el entendimiento y la voluntad tocan ya a
la divinidad misma y, en cierto sentido, penetran en ella. Así, en
particular, la luz de la fe con que el hombre percibe la verdad
sobrenatural y se adhiere a ella, es verdaderamente participación
164 165
de la luz divina: del mismo modo, la elevación confiada del nales, para que el alma se apoye solamente en la ayuda de Dios
alma, gracias a la cual el hombre tiende al fin sobrenatural, es y se vuelva a las cosas de arriba uniéndose sólo al poder de
causada inmediatamente por la ayuda de Dios; la caridad misma Dios.
no es otra cosa más que una participación del Espíritu Santo (S. Por la caridad, finalmente, el alma goza ya de Dios y partici-
Th. 11-11, q. 24, a.2). Bajo este aspecto está claro que el ejercicio pa de la espiración del Espíritu Santo hacia el Padre y el Hijo.
de las virtudes teologales constituye en nosotros el instrumento Todas las cosas se aman únicamente en el amor de Dios, de
esencial de la vida espiritual, precisamente porque alcanzan a manera que todo lo que se ha abandonado por amor de Dios se
Dios y nos introducen en la esfera divina. vuelve a encontrar de manera más pura en Dios.
Digamos por tanto que las virtudes teologales son actitudes
globales de la persona en camino hacia Dios; su principio es la 2. El culto interior
participación en la vida divina y su ejercicio alcanza a la esfera
de Dios. Como hemos visto, en la vida teologal, Dios, como objeto
Esta exposición encuentra una magnífica confirmación en la formal de las virtudes, se hace en cierto modo interior al alma y
doctrina de san Juan de la Cruz. Toda la doctrina de san Juan de así se lleva a cabo la unión espiritual con Dios. De aquí se sigue
la Cruz, tal como se expone en la Subida del monte Carmelo y otra consideración menos conocida, pero que se encuentra tam-
en la Noche oscura, es una doctrina de las virtudes teologales, bién en santo Tomás. Se refiere al culto que se rinde a Dios y
ya que la unión con Dios y la transformación suponen el vacia- que es el acto propio de la virtud de la religión; el cristiano se
miento y el despojo espiritual de todo afecto desordenado hacia hace adorador en espíritu y en verdad cuando obra según las
cualquier criatura, de manera que el alma pueda plenamente virtudes teologales. Así dice santo Tomás:
adherirse a Dios; esta adhesión tiene como medio privilegiado
las virtudes teologales, cuyo objeto formal es Dios mismo. Por •Como el cuerpo se ordena a Dios mediante el alma, así
tanto, es necesario que el alma, si quiere avanzar con seguridad el culto exterior se ordena al culto interior. Consiste este culto
en la vida espiritual, camine en la noche oscura, en donde el en la unión del alma con Dios por la inteligencia y el afecto•
apetito de las criaturas es negado por la voluntad y se convierte (S. Th. 1-11, q. 101, a. 2); es decir, ,se encamina ~l hombre a
en amor-de Dios (Subida del monte Carmelo JI, c., 6). Dios .. . por los actos interiores, como son creer, esperar y
La noche oscura, no es destrucción ontológica, sino abnega- amar• (S. Th. 1-11, é¡_. ·99, a. 3: BAC VI, 323 y 25(5)
ción de la voluntad. En este sentido hemos de entender ciertas
expresiones como: •el alma no sabe ya nada•, «lo ha olvidado Más precisamente todavía:
todo•, etc. Todo esto significa que los conocimientos naturales o
los recuerdos particulares ya no sirven al alma para alcanzar a ,El culto exterior debe estar en armonía con el interior,
Dios; pero no significa que, de hecho, el hombre se haya enton- que consiste en la fe, en la-espe~nza y la caridad. Luego,
tecido, aunque a veces él se lo crea y en algunos casos se lo según la diversidad del culto interior, debe variar el exterior.
crean también otros. Podemos distinguir tres grados en el culto interior: el primero,
Por la fe se niegan los razonamientos humanos y los con- en que se tiene la fe y la esperanza de los bienes celestiales y
ceptos formados por nuestro entendimiento, para que el conoci- de aquellos que nos introducen en estos bienes, como de
miento de Dios se realice más puramente según el modo de cosas futuras; y tal fue el estado de la fe y de la esperanza en
conocer propio de la fe. Todas las expresiones particulares son el Viejo Testamento. El segundo es aquel en que tenemos la
inadecuadas: los conceptos, las imágenes, los símbolos. El espí- fe y la esperanza de los bienes celestiales como de cosas futu-
ritu humano niega continuamente la validez de sus propios ins- ras; pero de las cosas que nos introducen en aquellos bienes
trumentos de conocimiento; pero precisamente en el acto de las tenemos como de cosas presentes o pasadas, y éste es el
negar los conocimientos particulares, se dirige hacia Dios adhi- estado de la ley nueva. El tercer estado es aquel en que unas
riéndose realmente a él. - y otras son ya presentes y nada de lo que se cree es ausente
Por la esperanza se purifica la memoria, es decir, se aparta ni se espera para el futuro; y éste es el estado de los biena-
el recuerdo de los favores pasados y hasta de los méritos perso- venturados, (S. Th. /-JI, q. 103, a. 3; BAC VI, 445-446).

166 167
Concluyamos, pues, con santo Tomás que, mediante esta: Para up.a primera aproximación al problema, véase;
virtudes, nuestra vida espiritual se extiende por así decirlo hast: LAURENTIN R., Nouvelles dimensions de l'espérance, Cerf,
el infinito, ya que nuestro espíritu se ve elevado a la esfera divi Paris 1972, con bibl.
na; de esta manera la vida teologal constituye el término de SuITER A.. de, L ·espérance chrétienne. Littérature des dix
culto tanto litúrgico como personal: dernieres années: Ephemerides carmeli_ticae 20 0969) 127-149.

«Una es la posición del hombre justo respecto a los actos La teología espiritual necesita insistir en los tratados que
internos con los que rinde obsequio a Dios, y otra respecto a consideran las virtudes teologales como instrumentos inmedia-
los externos; en efecto, el bien del hombre y su justicia con- tos de la vida sobrenatural y de la unión con Dios. Los estu-
sisten principalmente en los actos interiores, con los que cree, dios sobre las virtudes a partir de la Escritura pueden ayudar
espera y ama: por eso se dice en Lucas 17, 21: "Regnum Dei siempre a la comprensión de la vida espiritual y enriquecerla.
intra vos est"; no principalmente en los actos externos. Y en El gran maestro espiritual en lo relativo a la vida teologal
otro lugar (Rom 14, 17): "El reino de Dios no está en la comi- sigue siendo san Juan de la Cruz, cuya doctrina puede com-
da ni en la bebida". Por eso los actos interiores son como el pendiarse como enseñanza teórica y práctica sobre las virtu-
fin que se busca por él mismo, mientras que los actos exter- des teologales,
nos, con los que se ofrece el cuerpo a Dios, son como lo que LUCIEN MARIE DE SAINT JOSEPH, La communion dans ratten-
tiene relación con el fin. No hay que poner ninguna medida te, Ed. Carmel.
en lo que se busca como fin; pero, cuanto más se cree, se V1cToR DE LA V1ERGE, Le réalisme spirituel de sainte Tbérese
espera y se ama, tanto mejor se es. Por esto se dice en Dt 6, 5: de Lisieux, Lethielleux, Paris 1956.
"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu DELHAYE, Rencontre de Dieu et de rhomme: l. Vertus théo-
alma y con toda tu fuerza"• (In Ep. Rom., e.XII, lect.1). logales en général, Desclée, Paris 1956.
Creyente, en NDE 274-287, con bibl.
Del carácter de infinitud del objeto formal de las virtudes teo- Foi, en DSAM, V, 530-630, con bibl..
logales deducimos la continuidad del progreso espiritual, come DELCUVEN J,, Bulletin bibliographique sur (intelligence de
por ejemplo en la vida de la virgen María o cuando considera· lafoi: Vie consacrée 0970) 361-373.
mos en san Gregario Niseno · la noción de epéctasis, es decir DE CAUSSADE, L ·abbandono alta divinq Provvidenza, Ed.
"extensio" = tender hacia (cf. Flp 3, 14: •Corro hacia la meta»). Paoline, 51986.
Mou&oux J., Creo en ti. Estructura personal de la fe,
Indicaciones bibliográficas sobre la vida teologal Flors, Barcelona 1964.
Bov,s A. de, Vivir de lafe, Marova, Madrid 1968.
Hay que distinguir bien entre el aspecto objetivo del sub- Además, en el libro de J. MoUROUX, L-expérience chrétien-
jetivo de la fe y el de la esperanza; por lo que se refiere a la ne, Aubier, París 1954, hay dos capítulos sobre la conciencia
caridad, por el contrario, esta distinción no es tan adecuada, de la fe, pp. 57-90, y sobre la experiencia de la fe, pp.324-365.
ya que en ella el movimiento espiritual no se separa del obje- Esperanza, en NDE, 446-454, con bibl.
to, que es Dios y el prójimo. Espérance, en DSAM IV, 1208-1233, con bibl.
Pertenecen al aspecto objetivo de la fe todas las verdades BERNARD Ch. A., Tbéologie de respérance selon saint Tbo-
del misterio de salvación y por tanto prácticamente toda la mas d'Aquin, Vrin, Paris 1961, con bibl.
teología dogmáticá; al de la esperanza, sobre todo la realiza- Caridad, en NDE 124-136, con bibl.
ción futura y eterna del reino de Dios; los tratados De novissi- Charité, en NDSM II, 507-691: son muchas las indicacio-
mis contenían muchos temas que ahora se consi.deran desde nes bibl. contenidas en este artículo, desarrollado de forma
el punto de vista de la esperanza: hoy se insiste especialmente histórica.
en el aspecto de la teología de la historia; así, por eíemPlo:
J. MOLTMANN, Teología de la esperanza, Sígueme, Salaman- La noción de culto interior se encontraba ya en san Agus-
ca 1969. tín, Enchiridion, c.3: PL 40, 232 y c. 6: PL 40, 233; véase tam-

168 169
bién PASCA:i!o RADBE!ITO, Defide, spe et carttare: PL 120, 1387-
PARTE SEGUNDA
14320.
Cf. S. LYONNET, ,Deus cui seroio in spiritu meo, (B.om 1, 9):
Verbum Domini 41 0963) 52-59, con bibl. EL SUJETO DE LA VIDA ESPIRITUAL

170
INTRODUCCIÓN

El hombre queda transformado por la infusión de la gracia:


del estado de pecador es elevado al estado de hijo adoptivo y le
es posible mantener relaciones interpersonales con Dios; ade-
más se hace capaz de una actividad sobrenatural; sus potencias
y su alma se transforman. De aquí nacen problemas de impor-
tancia primordial para la teología espiritual.
1. Ante todo, ¿cómo se lleva a cabo la trartsformación del
hombre? Además, dado que el hombre transformado posee una
naturaleza histórica, ¿qué es lo que cambia en esa naturaleza y
qué es lo que aparece de nuevo respecto a ella?
2. Un segundo grupo de problemas, en el orden de la
actividad concreta, es el que plantea la naturaleza de la rela-
ción mutua que se da entre las facultades naturales, cuyo uso
permanece, y la influencia de la gracia. En efecto, los actos
son actos de la persona: es ~l hombre el que entiende -no el
entendimiento-, pero el hombre considerado en sus determi-
naciones culturales, personales, históricas, sociales; por tanto,
los actos son actos del hombre revestido de la gracia, de
manera que la acción procede inseparablemente de ese hom-
bre y de la gracia.
3. Se plantea finalmente una última pregunta: puesto que el
hombre elevado al estado sobrenatural es un pecador que vive
en un mundo de pecado, ¿cuál es la posición de esta realidad
del pecado respecto a la naturaleza y la gracia? La fuerza del
pecado reviste realmente un aspecto que transciende el simple
desorden natural, a pesar de que también esa fuerza se inscribe
en las estructuras naturales, por ejemplo en la sensibilidad y en
la socialidad del hombre.
173
El problema metodológico espiritual, objeto específico de la teología espiritual, presupone
la consideración del hombre concreto en cuanto que constituye
a. Para tratar el problema del hombre elevado al estado un todo e incluye, por tanto, necesariamente la consideración de
sobrenatural se ha apelado tradicionalmente a un principio teo- la naturaleza segúp sus aspectos individuales y sociales.
lógico de suma importancia, que contiene una doble afirmación:
Grafía supponit peificitque naturam. -La gracia supone la natu- Nota: orden ético y orden ontológico
raleza•: el hombre que participa de la vida de gracia posee ya
una naturaleza provista de una estructura esta.ble y dotada de Históricamente, el principio comentado se ha entendido
una radical potencialidad de recibir los dones sobrenaturales, en el orden ético: la infusión de la gracia presupondría la acti-
que -como los de la naturaleza- provienen de un único Dios, vidad ética natural. Esta interpretación tiene que desecharse a
creador y salvador. •La gracia no destruye la naturaleza, sino que partir de la condenación tanto de los pelagianos, según los
la perfecciona•: con esto se quiere afirmar la permanencia de las cuales la gracia no hace más que permitir hacer con mayor
estructuras naturales y de su actividad; más aún, cuando sobre- facilidad lo que podemos realizar con las fuerzas naturales
viene la vida sobrenatural, ésta lleva a la naturaleza a un perfec- (DS 227), como sobre todo de los semipelagianos, según los
cionamiento. Por tanto, la perspectiva cristiana tiene que consi- cuales el comienzo de la salvación y el incremento de la justi-
derarse como una concepción global del hombre, o sea, como ficación dependen del esfuerzo natural, con lo que la gracia
un verdadero humanismo. no haría más que conducimos a la perfección (DS 373-378).
Este principio de la teología no es objeto solamente de dis- Así pues, la actividad ética no puede ser considerada
quisiciones teóricas, sino que está prácticamente en la base de como la causa de la infusión de la gracia, cuya influencia en
toda descripción y reflexión espiritual. Pongamos algunos ejem- la santificación tiene una prioridad absoluta.
plos. El que enseña espiritualidad no puede pretender servirse Por consiguiente, el principio debe entenderse en el
exclusivamente de unos principios espirituales sin relación algu- orden ontológico: puesto que el sujeto de la vida de gracia es
na con las concepciones más o menos racionales; puesto que el hombre concreto, la vida que procede de los principios
busca la integración de la persona espiritual, tiene que tener en sobrenaturales se inserta en una naturaleza que está sometida
cuenta al hombre concreto; en realidad se ha hecho, por ejem- a sus propias leyes, pero que es transformada- por la gracia.
plo, una idea psicológica sobre la función de la voluntad en la ¿Cómo se realiza esto? Es mejor comenzar con una descrip-
construcción de la personalidad, o bien sobre el valor de la sen- ción de la vida concreta más bien que razonar a priori (par-
sibilidad y de la afectividad; tampoco puede ignorar la importan- tiendo, por ejemplo, de una doctrina particular sobre las rela-
cia de los impulsos inconscientes. Otro ejemplo: para compren- ciones entre la naturaleza y la gracia). A partir de estas des-
der a una persona espiritual y dar cuenta de su influencia y de cripciones, valoradas según la sentencia de los maestros de la
su acción, el hagiógrafo estudia necesariamente las condiciones vida espiritual, intentarem~ discernir mejor las formas de la
naturales de su personalidad, su formación, el ambiente en que influencia de la gracia en la vida espiritual.
vivió.. La expresión espiritual por su parte sigue formas litera-
rias condicionadas por el sujeto que realiza la experiencia; nos Cf. B. STOECKLE, «Gratia supponit naturam». Geschichte
encontramos aquí frente al aspecto cultural de la vida espiritual, und Analyse eines theologischen Axioms, Herder, Roma 1962.
es decir, frente al problema del lenguaje, que hoy se manifiesta
mn particular evidencia. Se ha podido, por ejemplo, estudiar la b. Nuestro método no se basa en principios teológicos, sino
influencia del platonismo en la vida espiritual de los Padres. en la descripción de la experiencia. Pues bien, por lo que se
La posibilidad de la teología espiritual como disciplina cien- refiere a la actuación de las relaciones entre la naturaleza y la
tífica proviene precisamente de la presencia de unas estructuras gracia, dado que toda forma de experiencia se inserta en el psi-
naturales duraderas; efectivamente, en la medida err-qtl€ la vida quismo humano dotado de estructuras propias, en la práctica
espiritual depende de la libertad de Dios y de la del hombre, no hay que considerar el conjunto de la experiencia espiritual.
puede ser objeto de una investigación científica dirigida a esta- Surge entonces el interrogante: ¿de qué manera y en qué medida
blecer unas líneas constantes. En una palabra, la experiencia condicionan esas estructuras a la misma vida espiritual?
174 175
En este análisis seguiremos un esquema lineal. CAPÍTULO VI
Trataremos en primer lugar del conocimiento espiritual.
Inmediatamente se percibe que este problema afecta al papel ESPÍRITU Y SENTIDOS
que ocupa la sensibilidad en la vida espiritual. Así pues, partien-
do de la experiencia vivida en la Iglesia, estableceremos cómo
en su lenguaje, en el conocimiento de Dios y en la praxis de la
oración, recurre normalmente a la actividad sensible y propon-
dremos una justificación de este dato constante (capítulo VI).
Pasaremos luego a la esfera afectiva. En este terreno, nuestro
esfuerzo se dirigirá ante todo a establecer la existencia de una
esfera afectiva espiritual y sus relaciones con la afectividad natu-
ral (capítulo VII). También tomaremos en consideración el pro-
blema específico de la dualidad hombre-mujer (capítulo VIII).
Sin embargo, puesto que el hornbre es un ser histórico, vive en
condiciones determinadas tanto en lo que se refiere a su perso-
nalidad, que estudiaremos bajo el aspecto del carácter, como en El hombre que recibe la gracia divina· vive una condición
lo que se refiere al aspecto social, que consideraremos desde el encarnada: es espíritu y cuerpo en la unidad substancial del
punto de vista de los condicionamientos culturales de la expe- sujeto. Se plantea por tanto el problema del papel del cuerpo en
riencia espiritual (capítulo IX). De toda esta exposición se dedu- la vida espiritual, problema que presenta diversos aspectos. El
cirá que la vida espiritual cristiana tiene que ser considerada primero se refiere al uso de los sentidos y de la imaginación en
como un humanismo sobrenatural (capítulo X). En ese momento la actividad de la oración, bien sea para llegar a la unión con
solamente quedarán por estudiar las repercusiones del pecado Dios, bien en el estado de transformación que sigue a la unión:
sobre las estructuras naturales del hombre y sobre su vida de ¿se transformarán también los sentidos del hombre de tal manera
gracia (capítulo XI). que pueda hablarse de sentidos espirituales? El segundo se refie-
Mencionemos aquí el estupendo libro de Roberto Zavalloni, re a la expresión de la vida espiritual: ¿en qué medida la sensibi-
Le strutture umane della vita spirituale, Morcelliana, Brescia lidad se ve implicada en el lenguaje espiritual? Es el problema
1971. El problema que trataremos en el capítulo XI es afrontado del lenguaje simbólico. ·
por este autor con gran riqueza de observaciones y de reflexio-
nes. Pero hay una diferencia de perspectiva entre este libro y
nuestro estudio: mientras que Zavalloni trata de la vida religiosa l. ACTIVIDAD SENSIBLE Y UNIÓN CON DIOS
en sus fundamentos y en su formación progresiva, nosotros
atenderemos más bien a la experiencia espiritual del adulto que 1. En la vida cristiana
tiende a la plenitud de la vida cristiana.
Es posible encontrar una primera afirmación de la legitimi-
dad de la actividad sensible en la vida espiritual cristiana en la
reivindicación que hace la Iglesia del uso de las sagradas imá-
genes. La Iglesia oriental en particular reivindicó siempre el
derecho a servirse de las imágenes. Sin entrar en la historia de
la disputa iconoclástica del siglo VIII en Oriente, limitémonos a
señalar la justificación teológica del culto a las imágenes. Sabe-
mos por otra parte que la Iglesia de Occidente, aun sin confe-
rir a las imágenes un papel propiamente litúrgico, no vio
nunca ninguna dificultad en utilizar las imágenes en los lugares
de culto.
176 177
Como demuestra san Juan °Damasceno, el fundamento del razón profunda de la relación entre la imagen y la realidad espi-
culto a las imágenes no es otro más que el misterio de la encar- ritual, justificando así el culto a las iconos:
nación:
•Dios -explica Galignani-, aunque no se identifica con
•Por eso no hagas ninguna imagen del Dios invisible, sus propias manifestaciones, está presente en ellas, realiza
pero cuando veas al incorpóreo hecho hombre, haz la ima- una presencia personal que tiene poder santificador y la rela-
gen de la forma humana; cuando el invisible se ha hecho ción que él establece con el hombre permite a este último
visible en la carne, pinta la semejanza de lo invisible; cuando entrar en comunión con la realidad divina a través de las imá-
lo que no tiene ni cantidad, ni medida, ni figura por la emi- genes teofánicas. Del mismo modo los iconos, al ser imáge-
nencia de su naturaleza, cuando el que estaba en la forma de nes de una realidad de la que el hombre tiene visión y sien-
Dios tomó la forma de un esclavo y por esta reducción asu- do esta realidad el fundamento ontológico de las mismas imá-
mió la cantidad, la miseria y los caracteres del cuerpo, pinta genes, el culto y la veneración que se les rinde no se tributan
entonces en tu tabla y propón a la contemplación a Aquel a las imágenes por lo que son, sino sólo por lo que represen-
que aceptó ser visto; expresa su indecible condescendencia, tan• (ibid., 44).
su nacimiento de la Virgen, el bautismo en el Jordán, la trans-
figuración en el Tabor, la pasión que da la impasibilidad, los Las citas y las observaciones precedentes bastan para legi-
milagros, las manifestaciones de su naturaleza y de su opera- timar el culto a las imágenes. Intentemos ahora poner de relie-
ción divina realizadas a través de las operaciones de la carne, ve sus principios teológicos. El fundamento del culto es el
el sepulcro saludable del Salvador, la ascensión al cielo; ilus- misterio de la encarnación, así como su utilidad se deriva de
tra todo esto por medio de la palabra y de la pintura en los la condición encarnada del hombre. La imagen prolonga la
libros y en las tablas de madera, (san JUAN DAMASCENO, citado realidad del Verbo de Dios encarnado y, lo mismo que la
por P. GALIGNANI, JI mistero e nmmagine, La Casa di Matrio- palabra, constituye un anuncio de salvación. Observemos ade-
na, Milano 1981, 41). más que la imagen no tiene la función de ser una copia del
prototipo, sino de conducir al prototipo en su totalidad perso-
Y prosigue Galignani: nal, es decir, a través de Cristo a la divinidad del Hijo de Dios
y a través de los santos a la santidad que ellos alcanzaron. En
•Las imágenes pintadas permiten al hombre encontrarse otras palabras: la contemplación de las imágenes se sitúa no
en la misma situación que los contemporáneos históricos de en el nivel de la contemplación noética, sino en el nivel de la
Cristo, que lo vieron actuar, hablar y obrar y a través de ello adhesión en la fe y de la participación vital en la realidad
creyeron que él era la salvación de los hombres. Así pues, el espiritual que se hace presente en el icono. Como observa
icono tiene una función insustituíble como anuncio de salva- igualmente Galignani:
ción• ([bid.)
,El icono es vehículo e instrumento para la comunicación
A la encamación de Cristo, que legitima el uso de los ico- de una fuerza que integra y perfecciona la que sube del pro-
nos, responde la condición encarnada del hombre, que lo hace pio fiel; es el trámite de una iluminación divina particular que
necesario. Siempre según el Damasceno: lleva a quienes lo contemplan al deseo de elevación provoca-
do por el prototipo, hacia el cual atrae el icono, haciéndoles
,Somos dobles, hechos de alma y de cuerpo, y nuestra partícipes de su santificación, (ibid., 49).
alma no está desnuda, sino revestida como de un manto; nos
es imposible ir a lo espiritual sin lo corporal, (ibid.J 2. En la oración

Tratando luego de la prohibición neotestam~ria de hacer Otro terreno importante en el que se plantea el problema
representaciones de Dios, san Juan Damasceno hace observar de la actividad sensible en la vida espiritual es el de la oración.
que las manifestaciones teofánicas permiten comprender la Más aún, este problema vuelve a plantearse de manera específi-

178 179
ca en la praxis de la orac10n mental. En efecto, ésta intenta Para establecer la legitimidad de la contemplación de la
alcanzar a Dios mediante actos mentales de conocimiento y de humanidad de Cristo en los estados espirituales más elevados,
amor, que de suyo se apartan de la particularidad de lo sensi- nos bastará considerar la doctrina de santa Teresa de Jesús, que
ble. De aquí el interrogante que plantean tantos autores que tomó sobre este tema una posición inequívoca ( Vida, c. 22;
tratan de la oración mental: ¿no sería preferible alejarse de toda Castillo interior, VI morada, c. 7). Su experiencia--demuestra con
forma sensible para llegar a una actividad mental puramente claridad que, en los comienzos de la vida espiritual, ella meditó
espiritual? la vida de Cristo y especialmente su pasión. Luego, el contacto
Una primera respuesta se refiere a los principiantes en el con Cristo se hizo más profundo: Teresa sentía la presencia mís-
camino de la oración mental: para ellos es normal el uso de la tica constante de Cristo. Y, lo que es más importante para nues-
imaginación y de los sentidos. Baste recordar aquí las indicacio- tro estudio, la humanidad de Cristo la llevó hasta el matrimonio
nes de san Ignacio de Loyola en sus Ejercicios espirituales. Al espiritual (morada VII). En su enseñanza, santa Teresa se refiere
comienzo de la oración mental recomienda el santo que se fije a su propia experiencia, pero insiste también en la de los santos
la imaginación, haciendo que coopere en todo el proceso de la y así se coloca en la prolongación de la espiritualidad medieval,
meditación: •El primer preámbulo es composición viendo el centrada totalmente en la contemplación de Jesucristo:
lugar» (Ejercicios espirituales, n. 47). Esta composición será bas-
tante fácil cuando se trata de contemplar una escena evangélica; •Yo he mirado con cuidado, después que esto he entendi-
pei:o incluso en el caso de que el tema de la contemplación no do, de algunos santos, grandes contemplativos, y no iban por
caiga inmediatamente bajo los sentidos, será muy provechoso otro camino (distinto del suyo, a saber el de la contemplación
implicar en ello a la imaginación: de Cristo): san Francisco da muestra de ello en las llagas, san
Antonio de Padua el Niño, san Bernardo se deleitaba en la
. En la (contemplación) invisible, como es aquí de los humanidad, santa Catalina de Siena, otros muchos que vuestra
pecados, la composición será ver con la vista imaginativa y merced sabrá mejor que yo» (Libro de la vida, c.22, 7; y todo
considerar mi ánima ser encarcerada en este cuerpo corrupti- el capítulo).
ble y todo el compósito en este valle, como desterrado entre
brutos animales» (ibid.). El fundamento de esta doctrina toca a la esencia de la fe:
Jesús es Dios y hombre: es el Verbo de Dios encarnado; es el
Además de esta participación genérica de la imaginación en único Mediador. Así lo sintieron los contemplatiyos, que insistie-
la meditación, san Ignacio propone una forma de •aplicación de ron en la doble belleza, divina y humana, de Jesús. Esta doctrina
los sentidos» que constituye un modo de oración totalmente se basa tanto en el evangelio de san Juan: •El que me ve a mí,
basado en la actividad imaginativa (Ejercicios espirituales, 65ss). ve al Padre", como en san Pablo:
Se puede decir que ninguno de los autores espirituales titubea
en reconocer la necesidad de la actividad sensible en los «El Dios que ha dicho: Brille fa -luz de entre las tinieblas,
comienzos de la vida de oración, comienzos que se caracterizan es el que ha encendido esa luz en nuestros corazones, para
precisamente por la forma meditativa, en donde la imaginación hacer brillar el conocimiento de la gloria de Dios, que está
prepara para la reflexión y para la adhesión del corazón. reflejada en el rostro de Cristo• (2 Cor 4, 6).
El problema se hace más difícil cuando se trata de los que
ya se adentraron en la oración mental y han llegado a formas de Así pues, hay que tener en cuenta un elemento de la doctri-
oración más sencillas y más elevadas: ¿sigue siendo válido toda- na cristiana del que no se puede prescindir: la vida contemplati-
vía para ellos el uso de la imaginación? ¿no les sería más útil va se inserta en una vida espiritual necesariamente erística. Esta
abandonar toda forma sensible para llegar a la esfera puramente vida erística, como hemos explicado en el capítulo IV, se deriva
espiritual? Llevando este interrogante hasta su~- l timas conse- de la comunicación de la gracia mediante los sacramentos, sobre
cuencias, se podría llegar a negar la utilidad de a contempla- todo el bautismo y la eucaristía, que nos hacen participar de la
ción de la humanidad de Cristo en los estados más elevados de totalidad del misterio pascual. Estos sacramentos definen la
la vida de oración. estructura constante de toda vida espiritual cristiana y también,
180 181
por tanto, de la vida contemplativa. Concretamente, los contem- Concluyamos este tema tan importante recordando las indi-
plativos cristianos han dado siempre mucha importancia a la caciones de santa Teresa de Avila ( Vida, c. 22). La mediación
vida sacramental. Incluso cuando no se detienen en su descrip- de la humanidad de Cristo es necesaria para la contemplación
ción (tal es el caso, por ejemplo, de san Juan de la Cruz), han de Dios: •El que me ve a mí, ve al Padre• (Jn 14, 9). Esto no
vivido personalmente la unión sacramental con Cristo, bien a significa que ningún acto de contemplación pueda alcanzar al
través de la liturgia en general, bien a través de la celebración y Padre o a la Trinidad sin un conocimiento actual y distinto de
la recepción de los sacramentos; su doctrina debe interpretarse, la humanidad de Cristo, sino que nuestra conciencia espiritual
por tanto, a la luz de su praxis. es limitada y tiene siempre necesidad de percibir el misterio
El presupuesto de la desconfianza de algunos autores sobre desde un punto de vista parcial. Más aún, lo mismo que esta
el papel de la humanidad de Cristo en la contemplación debe percepción puede tener como objeto un misterio de Cristo,
buscarse en su concepción intelectualista de la vida espiritual. también puede atender a un aspecto abstracto del conocimien-
En efecto, si la actividad contemplativa tuviera como término to de Dios o a un aspecto espiritual muy elevado (por ejemplo,
una aprehensión intelectual, ésta alcanzaría tanto más a la divi- la espiración del Espíritu). Y que no se diga que la contempla-
nidad cuanto más se purificara de la actividad de los sentidos ción de la divinidad es siempre, sic et simpliciter, superior a la
(concepción helenística y metafísica). Hay algo de verdad en contemplación de la humanidad de Cristo. Porque, por una
esta posición -ya que la realidad espiritual es invisible y supera parte, en la humanidad de Cristo habita la plenitud de la divi-
la realidad-, pero es incompleta y, en la práctica, resulta peligro- nidad y, por otra, la substancia de la vida contemplativa se
sa. En realidad, el movimiento de la contemplación se detiene mide por la intensidad del amor y de la adhesión personal. Por
en Dios, a quien se adhiere el alma mediante la fe y el amor. eso, nunca es admisible un propósito deliberado de excluir a
Pero el amor es precisamente la causa eficiente de la adhesión a la humanidad de Cristo de la contemplación, incluso de la con-
Dios y por tanto del conocimiento espiritual que de allí se sigue; templación mística.
pues bien, la intensidad del amor no depende tanto de la clari-
dad de la conciencia como de la pureza del alma y del impulso
del corazón, que se escapan de toda medida. 3. Transformación de la sensibilidad
Un texto de santo Tomás ilumina muy bien la diferencia
entre la superioridad que caracteriza de suyo al conocimiento de La relación de la sensibilidad con la vtda espiritual se
Dios y la preminencia que, respecto a nuestra condición huma- plantea no sólo en el terreno del uso de las imágenes y de la
na, posee la actividad sensible en el incremento del amor perso- imaginación para elevar la mente a Dios, sino también en el
nal: de la transformación espiritual de la sensibilidad. Con este
problema se relaciona la doctrina de los sentidos espirituales,
•Todo lo que atañe a la divinidad tiene de por sí máxima es decir, la de la aparición de nuevos "sentidos" en el hombre
virtualidad para excitar el amor y, por consiguiente, la devo- espiritual.
ción, pues Dios es el sumo objeto de amor. Pero la torpeza Ya desde los primeros siglos del cristianismo encontramos
del espíritu humano es tal que, así como necesita de guía sen- disquisiciones sobre la cuestión de los sentidos espirituales. Orí-
sible para el conocimiento de lo divino, también necesita de genes, por ejemplo, describe ampliamente la intervención de
realidades sensibles para el amor, entre las cuales tiene lugar estos sentidos espirituales en la contemplación de Cristo. Tam~
preferente la humanidad de Cristo, según se lee en el prefa- bién san Agustín plantea claramente este problema cuando, en
cio: "que, conociendo a Dios visiblemente, seamos por él las Confesiones (libro X, 6, 8), se pregunta cómo es que, en el
arrebatados al amor de lo invisible". En este sentido, lo que se ejercicio del amor de Dios, se puede ver, sentir, gustar y tocar
refiere a la humanidad de Cristo es un magníf~ excitante a la interiormente la realidad divina. Podemos decir sin exagerar que
devoción, como guía que nos lleva de la mano.~in embargo, todos los que en la Edad Media trataron de la contemplación, se
la devoción consiste principalmente en lo que concierne a la detuvieron en la realidad y en la naturaleza de los sentidos espi-
divinidad• (S. Th. JI-JI, q. 82, a. 3, ad 2: BAC IX, 42). rituales. San Buenaventura incluye su exposición en su síntesis
teológica; para él, los sentidos interiores, es decir, espirituales,
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se relacionan con la actividad perceptiva de la contemplación. •La tercera (señal) y más cierta [para indicar el paso al
Escribe: estado de la contemplación] es si el alma gusta de estarse a
[En el estado de descanso y de amor] ,hay dos elementos solas con atención amnrosa a Dios, sin particular considera-
que causan deleite: el alimento espiritual y su percepción. ción, en paz interior, y quietud, y descanso, y sin actos y ejer-
Por eso, a los tres géneros de "hábitos" espirituales (que son cicios de las poténcias, memoria, entendimiento y voluntad, a
las virtudes teologales, los dones del Espíritu y las bienaven- lo menos discursivos, que es ir de uno en· otros, sino sólo con
turanzas) se añaden los frutos y los sentidos espirituales; la atención y noticia general amorosa que decimos, sin parti-
éstos no significan nuevos "hábitos", sino la perfección y la cular inteligencia y sin entender sobre qué, (Subida del
actuación de los "hábitos" espirituales, (In III Sent. , d. 34, a. monte Carmelo, 11, 13, 4)
1, q. 1).
Este texto de san Juan de la Cruz se inscribe en la tradición
A la hora de precisar la naturaleza de los sentidos espiritua- mística que encuentra en Dionisia Areopagita su expresión más
les, por consiguiente, no los consideraremos como nuevas enti- incisiva:
dades espirituales que vengan a añadirse a] organismo constitui-
~o por las virtudes teologales y por los dones del Espíritu Santo, ,Tú, querido Timoteo, con un ejercicio atentísimo en lo
smo que veremos en ellos el resultado de una transformación relativo a las contemplaciones místicas, abandona los sentidos
espiritual que ha afectado incluso al nivel sensible. Todo el y las operaciones intelectuales, todas las cosas sensibles e
hombre participa de la experiencia espiritual y sus diversos nive- inteligibles, todas las cosa.5 que no son y las que son; y en
les de vida se ven atraídos hacia la esfera divina, recibiendo de plena ignorancia tiende, en cuanto te sea posible, hacia la
ella una participación vital. La unidad del hombre que, como unión con Aquel que super.1 todo ser y conocimiento. Y así,
veremos, se manifiesta ya en la actividad simbólica, es el sujeto mediante esta tensión irrefrenable y totalmente libre de ti
de la misma transformación espiritual. El hombre busca a Dios mismo y de todas las cosas, quitándolo todo de en medio y
con todo su ser y, habiéndolo encontrado, queda totalmente liberado de todo, podrás ser elevado hasta el rayo sobresubs-
transformado por él. tancial de la divina tiniebla, (Teología mística : PG 3, 997B-
lOOOA).
Cf. RAHNER K., / "sensi spirituali" secando Origene. La dot-
trina dei "sensi spirituali" ne/ Medioevo: JI contributo di Bona-
ventura, en Id., Teología datresperienza dello Spirito, Ed. Pao- Resulta claro, leyendo estos textos,que el conocimiento
line, Roma 1978, pp.133-163 y 165-208. místico se distingue precisamente por su radicalidad negativa:
ÜLPHE-GALLIARD M., Les sens spirituels dans /'histoire de la
hay que renunciar a todo conocimiento para llegar a Dios,
spiritualité, en Nos sens et Dieu : Études carmélitaines (1954) que está más allá de todo. &ro advirtamos que la fase de
179-193. negatividad no es nunca perfecta: siempre renacen en la con-
ciencia símbolos y conceptos que el espíritu tiene que negar
4. Teología apofática para tender hasta el Absoluto, que se hace presente en la
conciencia como •rayo de tiniebla,. La experiencia mística es
Una vez admitida fa importancia y la legitimidad del uso de por tanto, una continua superación de los conocimientos y
la actividad sensible en la vida espiritual, surge una última cues- de los afectos particulares; no es nunca una fijación en Ja
tión: ¿se da en la experiencia espiritual un conocimiento que no "nada".
implique el uso de los sentidos y de la imaginación? Para valorar mejor la función de la actividad sensible en la
No se puede negar que existe una experiencia de Dios por vida mística, profundicemos bien en este dato: el conocimien-
simple presencia, mediante un conocimiento ~neral y confuso, w místico de Dios, caracterizado por un proceso continuo de
que exige el alejamiento y el despojo de todos fus «fantasmas• e negación, supone una actividad previa ligada a la sensibilidad.
imágenes sensibles particulares; sobre este punto es muy clara la Este conocimiento se desarrolla en !a Iglesia, en donde
doctrina de san Juan de la Cruz: encuentra el ambiente que necesita, y presupone el uso de los

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sacramentos, así como de la Escritura. Cuando el entendimien- justo, etc. Santo Tomás decía que de Dios se conoce lo que
to niega las diversas imágenes que se presentan, no es, más que lo que es.
Esta doctrina fue ya expresada perfectamente por Dionisia
•la experiencia de la fe no se reduce a esta experiencia Areopagita:
negativa, por muy importante que se la reconozca, sino que
se apoya ante todo y más fundamentalmente en la convicción •A veces se celebra a Dios en las mismas Escrituras de
de la realidad efectiva y de la presencia misteriosa de Aquel modo supramundano con revelaciones que no tienen ninguna
cuya ausencia se siente tanto más cuanto más se la percibe semejanza con él, cuando es llamado Invisible, Infinito,
precisamente como ausencia del Uno y no de la nada• (RENÉ Incomprensible y con otras expresiones con las que no se
MARLÉ). indica lo que es, sino lo que no es. Según creo, este modo le
conviene mejor, ya que, como ha explicado la tradición secre-
Además, como se deriva de muchas experiencias espiritua- ta y sagrada, nosotros afirmamos con verdad que Dios no
les, la negación de las imágenes conduce al uso de símbolos existe de la misma manera que los otros seres, y que no cono-
más simples y más aptos para significar la simplicidad de Dios, cemos su infinitud suprasubstancial, ininteligible y arcana. Por
como la luz, la nube, la noche. Donde no se observa el uso de tanto, si las "negaciones" son verdaderas respecto a las cosas
estos símbolos, se ve a menudo que esta actividad supone inme- divinas, mientras que las "afirmaciones" no se adaptan al mis-
diatamente una cierta actividad sensible, al menos en la forma terio de las cosas arcanas ... • (Jerarquía celestial//: PG 3, 140D-
de enunciación de palabras mentales que traducen a nuestro 141A).
entendimiento la misma experiencia; de ordinario, el silencio
absoluto no dura. Este lenguaje está tanto más presente en Ia En esra perspectiva se traca de un discurso ceológico cientifi-
medida en que se quiere manifestar a los demás la propia expe- co que intenta dar de Dios un conocimiento objetivo, concep-
riencia. tual y transmisible; así pues, lo que importa es formular proposi-
A esta posición, que insiste en la presencia previa de imá- ciones que correspondan a la verdad; desde este punto de vista
genes, se le podría objetar la posibilidad por parte de Dios de las "negaciones" son verdaderas, mientras que las "afirmaciones"
infundir en el espíritu representaciones e imágenes; pero inclu- lo son solamente si se tiene en cuenta la diversidad del modo-
so en este caso las representaciones preexisten ya en la imagi- de-ser de Dios respecto al modo-de-ser de las cosas que perte-
nación; más que crear nuevos fantasmas, Dios actúa a través de necen al terreno de nuestra experiencia; Dios, por ejemplo, es
las representaciones ya existentes. Vemos entonces con cuánta bueno no a nuestro modo, sino de modo excelente e infinito.
cautela hay que interpretar las experiencias místicas y los Este discurso científico se remonta a Platón (República 509b;
hechos preternaturales: Y no creamos que las revelaciones pri- Parménides 141e); en la tradición platónica lo desarrollaron
vadas pueden sustraerse de la investigación de tos antecedentes sobre todo Plotino (Ennéadas V,--5, 13} y Proclo (Comentario a
y concomitantes personales. Aunque no estén totalmente priva- Parménides) y, entre los cristianos, los padres ortodoxos del
das de objetividad, el elemento subjetivo no es irrelevante; está siglo IV en su polémica contra Eunomio, que pretendía que el
presente en todas las "revelaciones", que deberán someterse a hombre puede conocer adecuadamente a Dios a través del con-
un juicio prudente, sobre todo si se trata de revelaciones para cepto de "inengendrado".
uso "externo". Sin entrar en el fondo de los problemas suscitados por la
coeXistencia de una teología negativa y de una teología afirmati-
Después de presentar la noción de negatividad en la vida va, nos gustaría indicar solamente que este problema incide
mística, podemos precisar ahora el problema de la llamada poco en la vida espiritual. La indicación de mayor relieve se
teología negativa, o sea apofática. Con esta expresión se refiere al hecho de que nadie puede pretender conocer a Dios
entiende el hecho de que nuestro conocimi~o de Dios se en sí mismo, y,t que Dios está siempre más allá de tocia com-
expresa con mayor exactitud cuando utiliza I)alabras que prensión. Pero esta pretensión no es una tentación que amenace
expresan negaciones (in-finito, in-comprensible, etc.) que habitualmente al hombre espiritual. Al contrario, el místico reali-
cuando procede por medio de afirmaciones: Dios es bueno, za la experiencia de la transcendencia absoluta de Dios y sufre

186 187
por el hecho de que desea a un Dios al que jamás puede afe- II. EL LENGUAJE SIMBóIJCO
rrar.
En la perspectiva de la vida espiritual basada en la fe, el
conocimiento necesario para adherirse a Dios y a su palabra no Estudiemos ah9ra el lenguaje preferido de la experiencia
tiene necesidad de ser una comprensión de la esencia divina; espiritual: el simbolismo. Su posición de privilegio se debe al
basta con que Dios, que se dignó manifestarse en la encamación hecho de que en él la función de la sensibilidad aparece inse-
del Hijo, sea indicado de manera justa y no equívoca. En la anti- parablemente unida al movimiento de conocimiento y de
gua alianza él se dio a conocer a través de su acción salvífica; adhesión espiritual. Inmediatamente vienen a la memoria las
en la nueva, se apareció visiblemente en Cristo. Concluyamos, expresiones simbólicas propias del evangelio de san Juan:
pues, diciendo que en la vida espiritual nombrar a Dios por •Yo soy la luz del mundo ", ,Yo soy el buen pastor•, •Yo soy
medio de afirmaciones, aunque sean inadecuadas, es más el pan de vida•, etc., que nos invitan a. pasar de la percepción
importante, para suscitar el amor y conducir a la unión, que de una realidad sensible, e incluso común, al nivel más espi-
insistir en la teología apofática. ritual del conocimiento de Cristo. Además, no es dificil cons-
Pero hay que distinguir entre la teología negativa y la teolo- tatar que este procedimiento simbólico se encuentra abun-
gía por así decir "privativa" (ateísmo). En la teología negativa se dantemente en la liturgia, en la vida sacramental y en la lite-
rechazan realmente las representaciones porque son inadecua- ratura espiritual y mística (baste recordar, a este propósito, el
das a la realidad divina, pero en el acto mismo de rechazarlas se Cántico de las críaturas de san Francisco y el Cántico espiri-
ejerce un impulso afectivo y espiritual que nace de la fe substan- tual de san Juan de la Cruz, inspirado en el Cantar de los
cial y del amor a Dios. Así pues, el espíritu humano no se queda cantares).
nunca vacío, sino que está lleno de deseo y de afecto; se puede Puesto que el terreno del simbolismo es un tanco nuevo y
hablar entonces de unión con Dios, aunque oscura y penosa, complejo, precisemos ante todo en qué acepción entendemos
pero de una unión auténtica. la palabra "símbolo". Para ello será útil recordar la distinción
El ateísmo, por el contrario, no sólo rechaza las representa- que existe entre algunos conceptos. La alegoría procede de lo
ciones de Dios, sino que niega cualquier forma de adhesión a abstracto a lo concrelO: las representaciones de la justicia
él. En este caso Dios está ausente, pero esta ausencia es acepta- (abstracto) con una espada y una balanza (concreto) son un
da y hasta querida; y no engendra el deseo y la tensión hacia la ejemplo típico de ello, así como la compleja alegoría de la
posesión del Dios ausente; no hay ninguna participación en un caverna en la República de Platón; por el contrario, el símbolo
Dios que está ausente. Por tanto, no se puede hablar sic et sim- propio y verdadero parte de lo concreto sensible para llegar al
pliciter -como ocurre con mucha frecuencia- de una "autentici- nivel espiritual; por ejemplo: tinieblas (concreto) / pecado
dad" de la concepción de Dios por parte de los ateos, e incluso (espiritual), luz/ santidad; •Yo soy el pan de vida-. La parábo-
por parte de los agnósticos. la evangélica participa del símbolo- y de la alegoría: así en Mt
No debemos confundir las nociones de conocimiento de 13 la semilla es símbolo de la palabra, mientras que la explica-
Dios y de presencia de Dios. El hecho de que Dios no pueda ción sucesiva se presenta de modo alegórico. El mito religioso
ser conocido en sí mismo, no implica que esté "ausente". Esta es un sistema simbólico complejo, que simboliza la situación
proposición se verifica solamente para aquellos que reducen del hombre respecto al cosmos y lo divino: el drama mítico
toda relación con Dios al nivel cognoscitivo y conciben su pre- reproduce la situación existencial del hombre, permitiendo
sencia según el modelo de evidencia intelectual. Pero en la fe participar en ella. A este tipo dramático pertenece el bautismo,
la presencia de Dios sigue siendo oscura a los ojos del enten- que simboliza la participación en la muene ;r la resurrección
dimiento; no obstante, suscita un movimiento de deseo y de de Cristo.
amor y esto basta para hacer que se experimente su presencia. Para aclarar ulteriormente en qué sentido entendemos el
La relación con Dios es siempre una relaci~e persona a per- símbolo, recogemos un esquema de G. Durand (L'imagination
sona; pues bien, en las relaciones interpersonales humanas, no symbolique, PUF, Paris 1968, 15).
hay necesidad de un conocimiento exhaustivo del otro para
establecer una relación auténtica de amistad y de amor con él.
188 189
l. M ~ de conocimiento Jndirecto el nivel de las relaciones interpersonales: la paternidad, el
amor sexual, la amistad, el grupo social. Estas relaciones van
acompañadas de unos sig~i!ica~os _humanos m~X profundos:
El signo La alegoña El símbolo complementariedad,- protecaon, nvah~d, a~ta~on; _
(en sentido estricto) - el nivel ético-espiritual, es decir, el dinamismo hacia los
valores, hacia Dios y el mundo espiritual, hacia ]a vida eterna.
Arl!itrario No arl!itrario No arllilrario
Ilustración generalmente No convencional Podemos dibujar el movimiento simbólico según este
Significante convencional del signifi- Reconduce a la signifi esquema:
,, cado. cación
Sólo él es objetivamente
Adecuado Parcia/mente adecuado Suficiente e inadecuado,
o sea, parabólico (lleva
más allá de él mismo) DIOS (valores) Relación vital
Relación entre Equivalencia indica- Traducción (traduce econó- Epifanía (o sea, mani-
significante y tiva micamente el significado) festación)
significado personas
(Dios-padre)
Puede ser captado Dificilmente captable Imposible de captar
mediante otro proce- de modo directo: en general por el pensamiento directo
Significado dimiento es un concepto complejo o una idea abstracta vida social
Dado antes del signi- Dado antes del signi- Nunca se da fuera del (banquete de la
flcado flcado mismo proceso simbólico vida interna

Naturaleza
Observemos la diferencia entre el signo convencional (que relación simbólica {Dios - Luz)
algunos llaman símbolo), por ejemplo, las señales de circula-
ción, y el símbolo en el sentido en que lo entendemos nosotros,
es decir, una realidad que existe en sí misma y que se hace Nótese la continuidad del movimiento simbólico: la concien-
capaz de significar otra realidad que pertenece a un nivel onto- cia espiritual usa los sentidos corporales para entrar en contacto
lógico superior: el cielo como morada de Dios, el agua símbolo con el mundo, y de la percepción de una relación particular con
de vida. el mundo pasa directamente, es decir, sin la ayuda de un razo-
namiento o de un parangón elaborado (por ejemplo: Dios ilumi-
1. Los fundamentos del simbolismo espiritual. na mi mente como la luz ilumina al mundo), al nivel espiritual.
Hablamos por tanto de símbolo cuando una forma sensible, Para los cristianos, el ruveJ espiritual se inserta- en una histo-
por ejemplo la montaña, se hace portadora de una pluralidad de ria de salvación que se ha prolongado durante siglos, cuya
significados que corresponden a una pluralidad de niveles de expresión se aprovecha de la religiosidad primitiva simbólica y
vida. El elemento fundamental de la simbología es la presencia añade a ella ouas alegorías que se derivan de la cultura semítica
de un dinamismo vital que lleva a la conciencia a pasar de un
(la vid, el pastor, los símbolos de la apoca1íp?ca), o bien _d~ la
nivel de vida a otro: el pan se convierte en pan de vida divina. creatividad de los hombres, por ejemplo, los s1mbolos a!egoncos
Proponemos, pues, una triple distinción: de los profetas, sus acciones. Además, la misma histori~ de la sal~
-· el nivel biológico-corporal, que pone ~la persona en rela- vadón propone algunos prototipos ejemplares: el del Ex.oda, por
ción inmediata con el mundo cósmico y social."Todo ser viviente ejemplo, considerado como tipo de toda salvació~ (I Cor 10).
establece relaciones con el ambiente en el que encuentra alimento
Así pues, la. simbología cristiana es c~ml:'Jeia y much~ más
y espacio, ritmo de actividad y de descanso, peligros y estímulos; rica que la de las religiones primitivas, mas hgadas a los ntmos

190 191
biológicos fundamentales. Pero incluso en las estructuras simbó- el punto de vista ético la postura erecta, precisamente en
licas más elaboradas se encuentran los símbolos elementales: en cuanto que supone un empeño notable, es el símbolo de la
el libro del Éxodo, por ejemplo, tenemos el camino, la nube, la ascensión, de la lucha viril, pero también de la lucidez y de la
tierra prometida, el fuego. El escritor sagrado poseía una menta- rectitud moral.
lidad profundamente simbólica. En el terreno e"spiritual se relaciona con esta postura la
El misterio de la encarnación da un contenido más preciso a noción de un Dios transcendente, celestial, viril, rey y padre,
las relaciones interpersonales: la amistad, la filiación, la relación fundamento del orden ético: en consecuencia se le aplican los
con la madre (con la Virgen), la virginidad, la hermandad místi- símbolos de la luz y de la visión: los preceptos morales se pre-
ca.... El hecho de que todos los momentos del misterio de la sentan como luz de vida (Sal 119; Jn 9). El movimiento simbóli-
encarnación posean un significado simbólico-espiritual no men- co más frecuente, en esta perspectiva, será la ascensión, y con él
gua en nada su realidad histórica; más aún, el sentido profundo se utilizarán los símbolos de la montaña, de la escalera, del
de la encarnación mueve a conferir a la misma historia un senti- árbol místico. En correspondencia con la exigencia ética se
do espiritual querido por Dios (lejos de decir, siguiendo la ten- manifestará el esfuerzo ascético de purificación mediante la
dencia modernista, que la historicidad del dogma es proyección separación de los valores rastreros para llegar a los val.ores ele-
mítica de unas realidades meramente psico-religiosas, afirmamos vados y luminosos. En la prolongación de esta tensión aparece
que el acontecimiento histórico manifiesta un designio divino un sentido de dicotomía y de dualidad: todo en la realidad se ve
que puede leerse a través de los diversos sentidos de la sagrada de forma dualista y contrastante: lo alto y lo bajo, el cielo y la
Escritura). tierra .... ; desde el punto de vista social, los vencedores y los
vencidos, el jefe y los súbditos ... ; en nosotros mismos se mani-
2. Principales estrncturas simbólicas. fiesta el contraste entre los sentidos y la razón, el espíritu y la
carne, el alma y el cuerpo. La ascesis consistirá siempre en hacer
Para llegar a establecer las principales estructuras del mundo que prevalezca lo alto sobre lo bajo. En el terreno del conoci-
imaginario y simbólico, lo mejor será partir, como hace G. miento volvemos a encontrarnos con el contraste entre la luz y
Durand (Le strntture antropologiche detrimmaginario, Dedalo las formas bien trazadas, por una parte, y todo lo que es oscuro
Libri, Bari, 1972), del primer dato en el que insisten los fenome- y vago, por otra.
nólogos y los existencialistas: nuestro estar-en-el-mundo, la exis- Valoración. Al régimen simbólico que se deriva de la postu-
tencia. Durand busca las matrices, y por tanto las estructuras ra erecta se refiere naturalmente la aspiración · a las realidades
fundamentales y los criterios de clasificación, de las imágenes celestiales y eternas y a la transcendencia; en consecuencia,
simbólicas en el •trayecto antropológico», esto es, en el continuo queda devaluada la temporalidad con su mutabilidad, materiali-
intercambio •entre los impulsos subjetivos y asimiladores y las dad, pasividad, oscuridad, mortalidad. Llevado hasta el extremo,
intimaciones objetivas que emanan del ambiente cósmico y este movimiento simbólico encierra el peligro de un distancia-
social». En esta perspectiva se pueden distinguir cuatro familias miento de la realidad común por la prevalencia exclusiva del
de imágenes o de regímenes simbólicos. dualismo y de la tensión, que puede llevar hasta la esquizofrenia
y ser un signo de la misma.
a. La postura erecta.
b. La interioridad
La primera familia de imágenes traduce las implicaciones
de la postura erecta, la cual manifiesta el primer esfuerzo del En contraste con esta primera familia simbólica nos encon-
niño: es una posición dominante y significa la fuerza, el domi- tramos con el régimen simbólico que corresponde al reflejo de
nio, la exaltación, la elevación. Al estar asociada a la búsque- absorción y de nutrición: al esfuerzo activo se opone la actitud
da de la luz, comporta una percepción an~ todo visual: la luz, de pasividad, de tranquilidad y la postura corporal replegada del
la claridad, la distinción, y se relaciona pronto con la manipu- descanso físico, propio del que se alimenta.
lación manual de formas y de instrumentos; este primer Los símbolos que caracterizan al primer régimen simbólico,
esfuerzo es el prototipo de toda acción sobre las cosas. Desde cuando se asumen en este nuevo contexto de descanso y de
192 193
intimidad, cambian de significado. La caída se convierte en des- Toda la revelación judea-cristiana privilegia el símbolo del
censo, perdiendo su carácter peligroso, mientras que el precipi- camino, aplicándoselo al ~xodo, a la pascua de Cristo, a la histo-
cio o el abismo se convierte en lugar recogido, profundo e ínti- ria de la Iglesia, o bien a la vida espiritual que va siguiendo su
mo. La noche, opuesta a la luz, se hace benévola, adquiriendo propio itinerario. ·
un valor positivo; en vez de la oposición negro-blanco aparecen
los colores vivos y materiales, propios del simbolismo afectivo. d El ciclo.
Toda cavidad adquiere un valor de intimidad materna: la casa, la
caverna, el rincón junto al camino. Finalmente, el fuego purifica- Para completar la segunda familia de símbolos o en oposi-
dor se convierte en lo que calienta e introduce en el descanso ción a la que se basa en el camino, se presenta una cuarta fami-
tranquilo del sueño. lia simbólica basada en la noción de ritmo cíclico y que corres-
En el terreno espiritual se valora la intimidad mística, oscura ponde al reflejo sexual rítmico y, antes aún, a la sucesión del día
pero cálida, con los símbolos de la casa y del centro, que se y de la noche. Tiene un profundo significado: expresa el intento
refieren a la experiencia del seno maternal. Hasta el sepulcro y de dominar y domesticar el carácter trágico del tiempo y del
la muerte se hacen aceptables como retorno a la tierra madre y devenir con la repetición de fases sucesivas y contrapuestas; es
a la paz anterior al nacimiento. un régimen dialéctico. Además de los símbolos fundamentales
Valoración. Este ciclo de imágenes simboliza la aspiración a del díar y de la noche, se vinculan con la noción de ritmo los de
la unidad interior, a la paz profunda. Mientras que el ciclo ante- la rueda, la luna, la naturaleza y las estaciones, la astronomía, la
rior simbolizaba el esfuerzo ascético, éste se utiliza preferente- serpiente que cambia de piel y renace, la vida a través del retor-
mente en la vida mística, íntima y pasiva. El peligro que encierra no a los orígenes (agua, tierra, seno materno. muerte y sepul-
es el de una cierta complacencia en la indeterminación y la con- cro).
fusión. Al insistir continuamente en el descanso, este régimen En el terreno espiritual se pone de relieve el ciclo cultual de
simbólico puecle llevar a la pérdida del sentido de la acción y de la liturgia y en particular la liturgia del bautismo, que es muerte
la necesidad de la lucha espiritual. y resurrección y que se renueva cada año en la festividad de la
pascua.
c. El camino Valoración. El ritmo cíclico expresa la transformación del
viviente que va creciendo a través de fases alternas; el suyo no
Prescindiendo ahora de la tipología de Durand, introduci- es un proceso lineal como el que se significa en el símbolo del
mos un nuevo ciclo de imágenes ligadas al símbolo fundamental viaje, sino un progreso que requiere un retorno a los orígenes
del camino.También este ciclo se basa en la actividad del niño y una renovación a través de fases alternas. El ritmo, con su
que aprende a caminar. El camino y su prolongación en el viaje posibilidad de renacimiento, ~ce la,. vida humana menos dra-
corresponden simbólicamente a la actividad del hombre que se mática.
despliega en el tiempo y en la historia y expresan la necesidad
intrínseca de la condición humana de ir caminando hacia la 3. Complementariedad de los diversos regímenes simbólicos.
maduración, hacia la construcción de la ciudad, o por el contra-
rio hacia la muerte. Estos pocos ejemplos nos muestran que en la simbología
Todo viaje, como la Odisea, es difícil y comprende siem- está presente una aspiración simultánea a la transcendencia-eter-
pre varias etapas: la partida, una iniciación, un progreso, la nidad y a la síntesis-unidad, a la acción transformadora y a la
marcha entre peligros, la superación de dificultades. El viaje contemplación, así como a la fecundidad de la acción.
simboliza siempre una aventura y una búsqueda, una tensión En realidad, esta aspiración no se contenta con las realida-
continua. des inmediatas, limitadas y perecederas, de la vida concreta,
Valoración. Este símbolo valora la füstoria como tal y la sino que busca además integrarlas como signos en el valor
condición del horno viator; se relaciona también con el con- transcendente. El primer régimen expresa la angustia de la
cepto de progreso, gracias al cual la historia adquiere un sen- encarnación de nuestro espíritu y su deseo de liberación de las
tido. contingencias de la misma; el segundo, la vanidad del esfuerzo

194 195
del primero por superar los límites y el valor del presente; el En el terreno espiritual diremos que el símbolo expresa el
cuarto tiende a la síntesis y a la aceptación del hecho y del lími- paso de Ja conciencia-al-mundo a la esfera de la relación con
te sin renunciar a la apertura hacia lo alto. En los tres tomados Dios.
juntamente se expresa la situación existencial del hombre en
camino. 5. Simbolismo y afectividad.
Hay que considerar además que lodos estos regímenes sim-
bólicos están presentes en cada individuo, aunque con diversos También en lo que se refiere a la relación entre el simbolis-
acentos y en medida diferente. La asunción de un reg1men mo y la afectividad podemos partir de un hecho innegable: la
imaginario es característica de una personalidad o de una etapa expresión simbólica está cargada de afectividad. Precisamente
de la vida espiritual. esta carga afectiva hace que el símbolo sea intraducible en clave
En el tiempo de la encamación y de la revelación de Dios, conceptual: una cosa es decir que Dios es luz y otra decir que
estos diversos regímenes fueron asumidos en la vida del pueblo Dios es verdad: la luz connota no solamente la verdad sino la
de Dios. No hay que rechazar ningún valor, sino que hemos de santidad y la vida. Intentemos a continuación poner de r~lieve el
aceptar todos los regímenes de lo imaginario tanto en 1a vida nexo entre el símbolo y la afectividad.
litúrgica como en la vida personal. Anticipando un poco lo que diremos en el siguiente capítulo
sobre la afectividad, señalemos que con esta palabra entende-
4. Valor de la expresión simbólica. mos la resonancia activa, en la conciencia del hombre, tanto de
su relación existencial con el ambiente como de su estado vital.
Negativamente: el símbolo no es más adecuado que el con- Notemos que el ambiente comprende diversos niveles de vida:
cepto para reflejar su objeto. El objeto del conocimiento espiri- el nivel cósmico, el nivel social, el nivel interpersonal; más aún,
tual es Dios, que está más allá de toda representación (en contra podemos considerar que el mundo de la gracia define un nivel
de G. MoREL, le sens de rextstence cbez saint Jean de la Crofx, de vida sobrenatural del ambiente en que se mueve el hombre
Aubier, Paris 1961, t. Ill, 39). No puede decirse que el lenguaje espiritual cristiaqo. La afectividad, necesaria e insuprimible, pro-
simbólico sea el lenguaje absoluto, ya que esto supondría su cede del impulso vital gracias al cual el ser viviente se inserta en
sobrevaloración en el ámbito de la vida espiritual. Solamente las su ambiente, lo utiliza para su crecimiento y su plenitud, se
virtudes teologales, como dice san Juan de la Cruz, son propor- defiende de él cuando éste le amenaza.
cionadas a su objeto, que es Dios. La substancia de la vida espi- Este esquema afectivo corresponde, como se ve inmediata-
ritual sigue siendo la fe que actúa por medio de la caridad. La mente, al del símbolo: los dos se sitúan en la misma trayectoria
expresión simbólica abarca solamente una parte de la experien- que va del sujeto al ambiente vital; en otras palabras, el hombre
cia espiritual, cuya totalidad debe incluir tanto la reflexión como simboliza su propia situación vital cargada siempre de afectivi-
la acción, en cuanto que son expresiones de la vida teologal. dad. Por eso hay que tener ~pecialmente en cuenta el movi-
Positivamente: el símbolo pertenece a la esfera de la expre- miento de paso del nivel de la vida natural al nivel sobrenatural.
sión del movimiento vital; por tanto, no es, habitualmente, una La conciencia espiritual, que desarrolla de este modo una afecti-
palabra sobre Dios en sí mismo, sino sobre la relación que esta- vidad propia, está también interesada en la actividad simbolizan-
blecemos con Dios; con esta finalidad nos servimos de la rela- te, que expresa la correspondencia de estructura entre los diver-
ción vital elemental para elevarnos a la esfera divina, general- sos niveles: «Dichosos los que tienen hambre y sed de hacer la
mente hablando, según la expresión de Mircea Eliade: voluntad de Dios», dice el evangelio (Mt 5, 6). Aquí el deseo
espiritual se expresa con la fuerza misma de las necesidades
,El símbolo traduce una situación humana en términos vitales elementales.
cosmológicos; recíprocamente,con mayor precisión, decimos El ejemplo más claro de la carga afectiva del símbolo lo
que revela la solidaridad entre las estructuras de la existencia encontramos precisamente en la expresión del deseo espiritual.
humana y las estructuras cósmicas, (Mi~ADE, Le symbo- Son muchos los símbolos que lo expresan; un breve ejemplo
lisme des tene~res dans les religions archaiques, en Polarité du nos permitirá entender mejor el nexo intrínseco que une a la
symbole, col.. Etudes carmélitaines ,1960, 27). actividad simbólica con la afectividad. Volviendo al símbolo de

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la sed, vemos cómo en la literatura espiritual y en la misma Al poseer una carga afectiva, los símbolos suscitan una reac-
sagrada Escritura está vinculado a los símbolos del agua viva, de ción afectiva, que a su vez. jnduce un movimiento espiritual: el
la fuente, del pozo. Orígenes, en sus Homilías sobre los Núme- símbolo ,fija las energías psíquicas o la movilidad para su servi-
ros, desarrolló abundantemente este tema simbólico. cio exclusivo, (F: Emmanuel).
Otros dos símbolos, de cuño totalmente distinto, completan Además, en la medida en que se refiere a un símbolo cultu-
el de la sed. Para sugerir el dinamismo profundo del deseo ral. el símbolo posee una especial resonancia que perciben
encontramos el símbolo de la tensión hacia adelante, correlativo todos los que pertenecen al mismo ambíente cultural; de aquí la
de la atracción por parte de Dios, que está ya presente en san necesidad de familiarizarse con la cultura bíblica a fin de perci-
Pablo (Flp 3, 13) y que pasa a través de Gregario de Nisa hasta bir el valor simbólico de los textos bíblicos. Otro aspecto de la
la beata María de la Encamación, que lo expresa por medio de importancia del ambiente wltural lo representa la valoración de
la palabra «tendencia,, significando con ella el dinamismo que los héroes: el héroe nacional se convierte en un símbolo; un
brota del centro mismo del alma deseosa de Dios. Al contrario, acontecimiento ejemplar recrea una atmósfera (por ejemplo, la
el símbolo de la herida, común en san Juan de la Cruz, insiste atmósfera heroica de la nación americana a través de las pelícu-
en la acción previa de Dios, que atrae violentamente al alma, las del oeste; o bien la importancia de los acontecimientos y de
pero sin escuchar sus deseos de unión. Cuando se presenta las situaciones de la Iglesia primitiva a través de la vida de los
unido al de la espada, expresa igualmente una exigencia de mártires, de las catacumbas; probablemente, lo que cuenta en la
pureza. visita a las catacumbas no es tanto lo que nos dice el guía, como
Siguiendo ahora la exposición sintética de Daniélou, note- el hecho de bajar a los usecretos'" de la lierra pisada por los már-
mos cómo la doctrina de Gregario Niseno atribuye una impor- tires).
tancia decisiva a la afectividad espiritual: Si entendemos el símbolo en sentido freudiano, es decir,
como emergencia de los impulsos reprimidos, vemos cómo su
•... Desde el principio [la afectividad) se propone des- papel activo desciende ante todo de la carga afectiva que contie-
pertar en el alma el deseo de Dios; luego ... , este deseo va ne y que perturba las reacciones nonnales a las situaciones de !a
aumentando a medida que el alma entra a participar de los vida; tal es el caso de las diversas "fobias" engendradas por
bienes de la vida sobrenatural; finalmente ... , Gregario, al complejos y por impulsos irreprimibles que se manifiestan de
término de la vida espiritual, nos presenta al alma devorada este modo. Su dinamismo brota de una eneFgía afectiva acumu-
por una sed inextinguible de estar unida a Dios, pero sin lada en otras circunstancias, que se reactualizan simbólicamente
que esto signifique que ese movimiento esté destinado a en las actitudes presentes.
cesar con la bienaventuranza: para Gregario va ligado a la
misma transcendencia divina y por tanto no puede cesar 6. La función transformadora de la actividad simbólica.
jamás• Q. DANIÉLOU, Platonisme et théologie mystique, p. 309,
n. 59). A través de la función representativa aparece ya con claridad
el valor original del simbolismo. Pero esto no basta. Hay que
El tema del deseo se encuentra desarrollado también en los considerar otra función del mi<;mo, a saber, la de transformar la
Sermones sobre el Cantar de san Bernardo. conciencia espiritual.
Por su parte, los símbolos interpersonales están llenos de El fundamento de esta función transformadora tiene que
carga afectiva, sobre todo cuando se alían con otros símbolos, reconocerse en el hecho de que la actividad simbólica se apoya
igualmente afectivos: por ejemplo, «la casa del Padre, (Le 15); el en la continuidad de los diversos niveles de vida. Si no hubiera
abandono en el regazo de la madre (Is 66, 10-13); el banquete cierta continuidad de estos níveles en la unidad de la concien-
cia, no se comprendería la posibilidad de la expresión simbólica.
de bodas (Prov 9, 1-16; Mt 22, 1-14). A éstos habría que añadir
Pues bien, esta continuidad es el principio de aquella uniflca-
el tema de la esposa, así como el del amigo, el compañero. La
dón de la conciencia que busca la actividad simbólica. Si al
misma función desempeñan algunas situ~es interpersona-
comienzo de la vida espiritual se advierte una cierta distinción
les, como la visita, el banquete, la lucha.
entre los diversos niveles de vida, el proyecto e.'ipiritual se pro-

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pone llegar a una unidad más profunda. Por tanto, la actividad reflejado por el lenguaje, sigue disminuyendo la parte de la sen-
simbólica es uno de los medios privilegiados para llegar a la sibilidad y de la poesía, con la consecuencia de suscitar la
continuidad vital: cuando el pan se convierte para nosotros en revancha de la sensibilídad, por ejemplo en el erotismo y en la
símbolo de la vida verdadera, todo puede asumir un valor sim- droga. La actividªd simbólica, por el contrario, restablece un
bólico; por otra parte, la actividad simbólica es el signo de una sano equilibrio en beneficio de la calidad de vida humana. Hay
unidad que está ya operando; en efecto, comovemos en la lite- que reconocer que la vida cristiana también se resiente de este
ratura mística, el hombre espiritual que ha llegado a la madurez predominio del racionalismo; contra este exceso, el simbolismo,
se hace capaz de considerar su relación con el universo a través reflejado particularmente en la liturgia, revaloriza lo sensible.
de su relación con Dios; su sensibilidad se orienta hacia la vida
espiritual; así se llega a la espiritualización de la sensibilidad; en Sobre este tema del simbolismo permítaseme remitir a
este punto nos encontramos con la doctrina mencionada de los nuestro estudio sintético:
sentidos espirituales, esbo1.;1da ya en san Juan y desarrollada BERNARD Ch.A., Teología simbolica, Ed. Paoline, Roma 1981

luego por Orígenes y los autores sucesivos. (título original: 1béologie symbolique, Téqui, París 1979); véase
Podemos prolongar esta perspectiva en dos direcciones. Por además nuestra voz Símbolos espirituales, en NDE 1504-1516,
una parte vemos que la integración de la conciencia implica una con bibl.
integración con el ambiente cósmico natural; en otras palabras, ID., La fonction symbolique en spiritualite: NRT 95 0973,
el hombre no se comprende plenamente si no se considera a sí, 1119-1136).
mismo en la naturaleza con la que está tan profundamente liga- ID., Panorama des études symboliques: Gr 55 (1974) 379-
do; el símbolo tendrá como función significar y actuar la rela~ 392. Este artículo desarrolla los temas de la bibliografía y
ción con el mundo de la naturaleza cósmica. El ejemplo insupe- resalta múltiples aspectos del problema simbólico.
rable sigue siendo el de san Francisco de Asís con su Cántico de ID., Symbole et expérience mystique, en Symbolisme et
las criaturas. Por otra parte, la unificación interior lleva a la théologie, Anselmiana, Roma 1975, 283-296.
pacificación de toda la personalidad, tal como nos la describe al ID. Symbolisme et présence au monde: Gr 55 >(1974) 749-
final de su Cántico espiritual san Juan de la Cruz: 771.
ID., Symbolisme et conscience a.ffective : Gr 61/3 (1980)
«Los cuales [los sentidos corporales] en este estado dice 421-448. Todo este fascículo de la revista trata del simbolismo
aquí la Esposa que descienden a vista de las aguas espiritua- desde diversos ángulos.
les; porque de tal manera está ya en este estado de matri- ID,. Les formes de la théologie chez Denys l'Aréopagite: Gr
monio espiritual purificada y en alguna manera espiritualiza- 59 (1978) 39-69.
da la parte sensitiva e inferior del alma, que ella con sus
potencias sensitivas y fuerzas naturales ·se recogen a partici-
par y gozar en su manera de las grandezas espirituales que
Dios está comunicando al alma en lo interior del espíritu,
según lo dio a entender David cuando dijo: Mi corazón y mi
carne se gozaron en Dios vivo (Sal 83, 3)•. ( Cántico espiri-
tual, estr. 40, 5).

A esto tiende la vida espiritual que atestiguan los místicos.


La valoración de la sensibilidad humana confiere a la expe-
riencia espiritual una nueva dimensión y lleva a toda la humani-
dad a una riqueza inestimable. Según observan ciertos psicólo~
gos como Jung y Baudouin, nuestra vida moderna está caracteri-
zada por un grave desequilibrio: mientr~e los aspectos
racionales v técnicos conducen a un exceso de abstracción,

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