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Asignatura:

Psicología del desarrollo ll

Tarea:

Trabajo final

Tema:

El Manejo de la Muerte y el Duelo

Nombre:

Clarisol pena

Facilitador:

Lic. ilusión García

MATRICULA:

11-0581.

Fecha:

23/02/2020
Índice

Portada …………………………..………………………..1

Presentación………………………….…….……………2

Índice……….……………………….………………………3

Introducción……………………………….……………….4

Objetivos generales…….……………………………….5

Desarrollo……………………….………………………….6

Conclusión…………………..……………………………..7

Anexos………………………….………………………….8

Opinión personal…………….………………………………..9

Bibliografía……………………….……………………………10
Introducción

Entendemos como duelo al proceso psicológico que se produce a partir de


una pérdida. La palabra duelo, se cree, viene del latín duellum que
significa combate o dolum que significa dolor; nos resulta bastante
acertadas ambas palabras ya que podría llamársele a este proceso un
combate con el dolor. La reacción que cada persona tiene frente a una
pérdida significativa puede ser variada y es una experiencia que para
todos resulta dolorosa. Muchos de nosotros tomamos la muerte como un
paso a otra vida, otros la ven como una marca en la vida propia, entonces
teniendo tantas concepciones de la misma podría ser difícil definir las
etapas que cada uno debe pasar o a qué obstáculos debe sobreponerse.

Empezaremos con la aceptación de la pérdida, lo que podemos aprender


de ella y quizá hasta lo que podemos aprender de nosotros mismos y
nuestra capacidad de apego y superación.

Como todo proceso, el duelo también tiene etapas a las que llamaremos
tareas. Estas tareas nos ayudarán como una lista de cosas que debemos
meditar y sobrepasar para lograr sobrellevar la pérdida de la manera más
saludable posible

Existen dos tipos principales de duelo; exploraremos el tipo de duelo no


complicado y como se manifiesta, seguido del duelo complicado o duelo
patológico en el que la persona se ve afectada de manera diferente y no
logra completar las etapas del duelo correctamente.
-Objetivo General

Conocer el proceso del duelo y los recursos para vivirlo mejor.

-Objetivos Específicos
Conocer el concepto de duelo. Tipos y manifestaciones.
Identificar estrategias para ayudar a elaborar positivamente el duelo y
evitar un duelo complicado.
La muerte de los seres humanos supone el final del ciclo vital y ese final suele
acontecer normativamente en la ancianidad, aunque puede sobrevenir en cualquier
otro periodo de la vida. Así, los seres humanos tenemos la gran ventaja pero también
el gran inconveniente de ser conscientes de nuestra finitud y ello en algunos casos
puede provocarnos miedo.

Miedo a un cambio del que las pocas experiencias que hemos vivido siempre sean
presentadas como dolorosas, un cambio para el que no tenemos estrategias
personales de ningún tipo y del que no sabemos dónde nos llevara o incluso si nos
llevara a alguna parte.

Saber que dejaremos de existir como materia viva, como seres pensantes y
relacionales, provoca miedo no sólo a lo desconocido sino también a la posibilidad de
caer en el olvido de un mundo en el que nuestra existencia, independientemente de
cómo sea, es siempre significativa.

Según Kübler-Ross (1972), cuando volvemos la mira atrás y estudiamos las culturas de
los pueblos antiguos, constatamos que la muerte siempre ha sido desagradable para el
hombre y probablemente siempre lo será. Esto, desde su punto de vista es muy
comprensible y quizá puede explicarse mejor por el conocimiento básico de que, en
nuestro inconsciente, la muerte nunca es posible con respecto a nosotros mismos.
Para nuestro inconsciente, es inconcebible imaginar un verdadero final de nuestra
vida, y si esta vida nuestra tiene que acabar, el final siempre se atribuye a una
intervención del mal que viene de fuera. Por lo tanto, la muerte de por sí va asociado a
un acto de maldad, es un acontecimiento aterrador, algo que exige pena y castigo.

Pero por otra parte, saber que vamos a morir, hace que se pueda trabajar sobre este
último proceso de cambio. Presentar a los pacientes y familiares recursos que les
ayuden a afrontar de una manera más o menos madura y serena, este último gran
salto de nuestro desarrollo evolutivo puede ayudar a conseguir que este último paso
se convierta en algo distinto.

Recordando los planteamientos de Erikson (1970), el hecho de que la persona consiga


la integridad, hace que la muerte pierda ese carácter atormentador que tiene en
nuestra sociedad, por el contrario, si no se consigue esta integración se teme a la
muerte y se cae en la desesperación.
- EL PROCESO AGONIZANTE.
Abengózar (1994), delimita el proceso agonizante desde el momento en que el sujeto
tiene conocimiento de su enfermedad crónica o terminal hasta su muerte. Según esta
autora, parece ser que durante este proceso existen cambios progresivos de
naturaleza cognitiva y de personalidad, muy sutiles a veces: bajas puntuaciones en
pruebas de inteligencia; decremento en las puntuaciones de pruebas de aprendizaje y
memoria; así como en las de complejidad emocional e introspección; aumento de las
puntuaciones en docilidad y dependencia.

Por otra parte, parece ser que por lo que respecta al recogimiento personal o actividad
espiritual, se pone de manifiesto una actividad contemplativa abundante en los sujetos
cuando se acercan a la etapa final de su vida.

- Teoría de los estadios de Kübler-Ross.

Kübler-Ross (1972), define cinco fases por las que pasan los enfermos terminales en su
desarrollo emocional. Estas fases no se deben tomar como una secuencia invariante y
universal que todas las personas deben recorrer necesariamente, sino que, por el
contrario, existen diferencias individuales.

La primera de las fases definidas por esta autora, es la que se denomina negación. Se
suele producir en el momento en que los pacientes reciben la noticia. Así, sufren un
choque inicial, recibiendo la información con incredulidad y siendo incapaz de integrar
la noticia, y mediante la negación se protegen de tanto dolor inicial.

Según Kübler-Ross (1972), la negación, por lo menos parcial, es habitual en casi todos
los pacientes, no sólo durante las primeras fases de la enfermedad, o al enterarse del
diagnóstico, sino también más adelante. Así, la negación, funciona como un
amortiguador después de una noticia inesperada, permite recobrarse al paciente y,
con el tiempo, movilizar otras defensas menos radicales. Generalmente la negación
suele ser sustituida por una aceptación parcial, pudiendo incluso hablar brevemente
de la realidad de su situación, pero esta necesidad de negar, suele ir y venir

En segundo lugar aparece una fase caracterizada por la ira, en la que el paciente
considera las posibilidades que tiene de morir. Así, una vez no puede mantener la
negación, ésta, es sustituida por una nueva reacción de ira, rabia, envidia y
resentimiento; se vuelve agresivo, exigente, se enfada consigo mismo

Y se rebela contra todo. ¿Por qué yo? Es la frase que podría resumir esta fase. Además,
los pacientes, llegados a este punto, suelen descarga su agresividad o cólera
normalmente con el personal médico y familiares que están a su alrededor, por el
hecho de que la noticia de su muerte cercana constituye la última frustración de su
vida, dado que sus proyectos quedarán inacabados y sus ilusiones truncadas. Esta
etapa debe afrontarse hablando con el paciente, mostrándole comprensión por
padecer la crueldad de la muerte, aunque ello suponga profundizar en su bajo estado
de ánimo.

Si son ancianos se enfurecerán por la juventud y salud que ya no disfrutan, además de


no poder recuperar el tiempo perdido en actividades que no hayan satisfecho. Esta
actitud irracional conviene que sea perfectamente entendida por los profesionales de
su alrededor, para que no se interprete como recriminaciones personales o falta de
competencia profesional. En lugar de comenzar una pugna o un silencio que conducen
al aislamiento del enfermo así como a un desgaste psicológico del profesional, se
recomienda leer estos mensajes en términos de impotencia y frustración, que
necesitan un destinatario sobre que descargase. Al mismo tiempo, podemos
tranquilizarnos pensando que se trata de una etapa evolutiva del proceso agonizante,
porque podremos prestar nuestro apoyo en la facilitación del paso de una etapa a otra

La tercera fase, suele ser corta, y se denomina fase de pacto o negociación, el enfermo
acepta la idea de morir. Así, si no hemos sido capaces de afrontar la triste realidad en
el primer periodo y nos hemos enojado con todo aquello que nos rodea, tal vez ahora
podamos llegar a algún tipo de acuerdo que posponga el inevitable. Así pues esta fase,
consiste en negociar tanto con el personal médico, familiares, e incluso seres
sobrenaturales la recuperación a cambio de beneficios diversos.

Sin embargo, cuando descubren que todos los esfuerzos son inútiles de que la
enfermedad sigue avanzando, uno desemboca en la cuarta fase, denominada de
depresión. Aquí se aúnan el dolor, la pérdida y el vacío así como los sentimientos de
vergüenza y culpabilidad. Al principio de esta, fase, suelen preocuparse de finalizar
algunos asuntos pendientes y se preocupan por el futuro de su familia.
Posteriormente, el sujeto se aísla. Este periodo está influenciado por el agravamiento
del estado físico y la percepción que el paciente tiene de sí mismo y su estado
terminal. En medida en que facilitemos a la persona la expresión de sus sentimientos,
se facilitara una más rápida recuperación y probablemente le conducirá a la siguiente
fase.

La última fase, la de aceptación, no implica resignación, sino la obtención de una paz


mental que comunican al exterior a través de la serenidad y la apacibilidad. Así, si se le
ha ayudado a pasar por las fases antes descritas, llegará a esta fase en la que su
destino no le deprimirá ni le enojará. Habrá podido expresar sus sentimientos
anteriores, su envidia los que gozan de salud, habrá llorado la inminente pérdida de
personas, lugares y cosas significativas.

No hay que confundirse y creer que esta fase es felicidad, sino que es un momento en
el que estamos casi desprovistos de sentimientos, es como si el dolor hubiese
desaparecido, la lucha hubiera terminado y llegase el momento del descanso final. En
estos momentos, generalmente es la familia la que necesita más ayuda, comprensión y
apoyo. Cuando el paciente ha encontrado cierta paz y aceptación, su capacidad de
interés disminuye, desea que le dejen solo o por lo menos que no lo agiten con noticias
y problemas del exterior.

Enfrentar la muerte y la pérdida: aspectos psicológicos.


El duelo es la respuesta normal y saludable de una persona frente a una pérdida.
Caracteriza las emociones que siente cuando pierde a alguien o algo importante para
usted. Las personas se afligen por muchas razones diferentes, que incluyen:

 La muerte de un ser querido, incluidas las mascotas.


 El divorcio o los cambios en una relación, incluidas las amistades.
 Los cambios en su salud o en la salud de un ser querido.
 La pérdida de un trabajo o los cambios en su seguridad financiera.
 Los cambios en su estilo de vida, como durante la jubilación o al mudarse a un
nuevo lugar.

La pérdida que desencadena el duelo no siempre es física. Puede experimentar duelo


si usted o un ser querido reciben un diagnóstico o enfrentan una enfermedad grave.
Puede experimentar duelo por los planes futuros que había hecho o las formas en que
la vida cambiará.

El duelo es diferente para todos. Puede incluir muchos síntomas emocionales y físicos,
que incluyen:

Sentimientos: ira, ansiedad, reproche, confusión, negación, depresión, miedo, culpa,


irritabilidad, soledad, insensibilidad, alivio, tristeza, conmoción o anhelo.

Pensamientos: confusión, dificultad para concentrarse, incredulidad, alucinaciones o


preocupación por lo que se perdió.

Sensaciones físicas: mareos, taquicardia, fatiga, dolores de cabeza, hiperventilación,


náuseas o malestar estomacal, falta de aliento, opresión o pesadez en la garganta o el
pecho, o pérdida o aumento de peso.

Conductas: episodios de llanto, actividad excesiva, irritabilidad o agresión, pérdida de


energía, pérdida de interés en actividades agradables, inquietud o problemas para
dormir.

El duelo a veces se describe como un proceso de cinco etapas: negación, ira,


negociación, depresión y aceptación.

Todas estas reacciones a la pérdida son normales. Sin embargo, no todos los que están
haciendo un duelo experimentan todas estas reacciones, y no todos las experimentan
en el mismo orden. Es común volver a algunas de estas reacciones, etapas y síntomas
más de una vez.

El camino hacia un mayor bienestar

No hay una manera “correcta” de hacer el duelo. Cada persona es diferente. Dese
tiempo para experimentar la pérdida a su manera. Al mismo tiempo, recuerde
cuidarse.

-Sienta su pérdida. Permítase llorar, sentirse entumecido, estar enojado o sentirse


como sea que se sienta. Duele, pero es natural y normal.

-Atienda sus necesidades físicas. Duerma lo suficiente, coma una dieta bien
equilibrada y haga ejercicio regularmente.

-Exprese sus sentimientos. Hable con otros sobre cómo se siente o encuentre una
forma creativa de expresar sus sentimientos. Esto podría incluir arte, música o escribir
en un periódico.

-Mantenga una rutina. Regrese a su rutina normal tan pronto como pueda. Trate de
mantenerse al día con sus tareas cotidianas para no sentirse abrumado.

-Evite beber alcohol. El alcohol es un depresivo que puede afectar su estado de ánimo,
por lo que podría hacerlo sentir aún más triste.

-Evite tomar decisiones importantes. Se necesita tiempo para adaptarse a una pérdida
y volver a un estado mental normal. Tomar una decisión impulsiva mientras está
afligido podría agregar más estrés a un momento de por sí difícil. Intente esperar un
año antes de hacer un gran cambio, como mudarse o cambiar de trabajo.

-Tómese un descanso. Tómese un descanso del duelo participando en actividades que


disfrute. Está bien no sentirse triste todo el tiempo. Reírse es bueno para usted.

-Busque ayuda si la necesita. No tiene que estar sufriendo. Busque amigos, familiares,
clérigos, un consejero o terapeuta, o grupos de apoyo. Si sus síntomas no mejoran o
siente que necesita más ayuda, hable con su médico de familia.

No hay un cronograma establecido para el duelo. Puede comenzar a sentirse mejor en


6 a 8 semanas, pero todo el proceso puede durar de 6 meses a 4 años. Puede
comenzar a sentirse mejor de pequeñas maneras. Comenzará a ser un poco más fácil
levantarse por la mañana o, tal vez, tenga más energía. Este es el momento en que
comenzará a reorganizar su vida en torno a su pérdida o sin su ser querido. Durante
este tiempo, puede sentir que pasa por una serie de altibajos. Puede sentirse mejor un
día, pero peor al día siguiente. Esto es normal.
Con el tiempo, comenzará a encontrar nuevamente interés en otras personas y
actividades. Si ha perdido a un ser querido, es normal sentirse culpable o desleal
durante este tiempo. También es normal revivir algunos de sus sentimientos de dolor
en cumpleaños, aniversarios, días festivos u otras ocasiones especiales.

Aspectos a tener en cuenta

Si bien es normal sentirse triste después de una pérdida, los sentimientos asociados
con el dolor deben ser temporales. A veces, los sentimientos duran más, o puede que
tenga problemas para manejar sus emociones. Cuando esto sucede, el dolor puede
convertirse en depresión. Los síntomas del duelo y de la depresión son similares. Las
señales de que podría estar deprimido incluyen:

 No se siente mejor a medida que pasa el tiempo.


 Tiene dificultades constantes para comer o dormir.
 Sus sentimientos comienzan a perturbar su vida cotidiana.
 Depende de las drogas o del alcohol para sobrellevar la situación.
 Empieza a pensar en lastimarse o lastimar a otros.

Si siente que tiene problemas para manejar sus emociones, pida ayuda. Su médico de
familia puede ayudarlo a tratar su depresión para que pueda comenzar a sentirse
mejor. También puede ayudarlo a descubrir qué otro tipo de apoyo necesita. Esto
podría incluir un grupo de apoyo, terapia individual o medicamentos.

Preguntas para hacerle a su médico

 ¿Es normal lo que estoy experimentando?


 ¿Podría estar deprimido?
 ¿Debo ir a un consejero o terapeuta?
 ¿Cuánto tiempo pasará hasta que me sienta mejor?
 ¿Los medicamentos me ayudarán a sentirme mejor?
-Muerte y duelo a lo largo del ciclo de vida.
Hablar de pérdidas también significa hablar de la vida y del aprendizaje. Desde el
momento del nacimiento la persona está sujeta a vivir en compañía de las pérdidas.

Todas las personas experimentan cambios a lo largo de su proceso de vida. Estos


cambios se producen para poder adaptarse a las exigencias del entorno. Los cambios
del cuerpo son la muestra de la evolución y del desarrollo desde el nacimiento hasta la
muerte y forman parte del proceso de madurez.

. El duelo en la infancia
Los niños y las pérdidas

Los niños tienen una manera diferente de vivir la aflicción. Detectan fácilmente y con
una sensibilidad especial el hecho de que sus sentimientos no sean atendidos o de que
el adulto no se los tome seriamente. Cuando esto pasa, deducen que hay sentimientos
buenos y sentimientos malos; consecuentemente, pueden sentir que son una mala
persona si el sentimiento que experimentan lo han etiquetado también como malo.

La falta de atención complica y dificulta que el pequeño admita abiertamente las


propias emociones y las pueda aceptar con normalidad. La muerte de las persones
nunca se debería tratar como un tema tabú. Los adultos tienen que explicar la verdad a
los niños y transmitirles seguridad y protección.

El pequeño tiene miedo de no reencontrar lo que antes tenía porque generaliza con
facilidad lo que ve y siente en el entorno más inmediato, y traspasa el sentimiento de
tristeza a todo lo que tiene que ver con las personas que lo cuidan. Por ejemplo,
piensan seriamente que los padres ya no estarán contentos nunca más.

El enfado es una emoción natural en el niño que los adultos a veces no entienden. Los
más pequeños pueden reaccionar de forma insolente o indisciplinada porque
necesitan mucha comprensión; no es nada más que la expresión de una situación de
defensa ante el miedo que sienten por la pérdida.

Por este motivo, es importante transmitir que se les hace caso y que sus miedos, sus
preocupaciones y sus sentimientos se toman seriamente. Si el adulto esconde la propia
tristeza, les transmite más confusión. Legitimar el dolor les hace sentir más
protegidos.
-Neonato-lactante (del nacimiento a los 18 meses)

Lo más relevante es afrontar las primeras separaciones, como la del paso de la


lactancia materna o artificial, cuando el recién nacido se siente muy arropado, hacia
una cierto distanciamiento del cuerpo de la madre. El neonato experimenta pérdidas,
pero al mismo tiempo descubre otros alimentos que le proporcionan una nueva
experiencia de sabores y texturas.

Desarrollo del concepto de duelo y de la muerte:

El recién nacido percibe la tristeza a través de lo que manifiestan y expresan los


padres, pero no puede entender aún qué está pasando. Aunque por razones de edad
no puede entender qué es la muerte, es muy sensible a la reacción del adulto, al llanto,
a los cambios de casa y a la ausencia del contacto físico de la persona que ha muerto.
Sabe que pasa algo y ello le afecta. Puede manifestar más llanto y mostrarse más
inquieto, lo cual es una manera de hacer saber que existe y que quiere que estén por
él.

-Preescolar (de los 19 meses a los 5 años)

Es la etapa de la socialización, el momento de ir a la escuela y compartir juguetes con


los hermanos y los amigos, lo que quiere decir experimentar la sensación de pérdida
de control de lo que es suyo. Así mismo, desde casa y desde el mundo escolar se le
exige más rigor en la disciplina y el esfuerzo. Esta nueva situación se puede acompañar
de angustia y de comportamientos emotivos regresivos que le ayudan a reafirmarse en
los nuevos roles. La pérdida más significativa es la de comprobar y asumir que ya no es
único, sino que debe prepararse para saber compartir con los otros.

-Desarrollo del concepto del duelo y de la muerte:

Hasta los cuatro años las personas, los objetos y los otros seres vivos no tienen un
límite temporal, cualquier pérdida es vivida como un suceso puntual. No relaciona que
la muerte quiere decir pérdida como un hecho definitivo, por lo tanto, la persona, el
objeto o el ser vivo volverá a la mente del pequeño y su máxima preocupación será
que no estén con él en ese momento. Ante la pérdida de un objeto o de una persona
cercana se entristece mucho durante los primeros días, pero, en cambio, es capaz de
adaptarse a la pérdida más rápidamente, sobre todo si está acompañado con cariño y
comprueba que lo siguen cuidando y que no se queda solo. La principal diferencia
entre la pena que siente un niño y la que siente un adulto es que en el niño aparece de
forma intermitente, porque el concepto de la muerte es mágico, desaparece y vuelve a
aparecer en breve.

La muerte se puede asociar a un estado de abandono, de quedarse solo. Se puede vivir


la desaparición de la persona adulta como un castigo por algo que se ha hecho mal y
que ha disgustado a la persona que ya no está.

La muerte es inmovilidad y, por ello, a veces forma parte de su juego. Es vida todo
aquello que existe para el niño. Tienen vida sus muñecos, los animales de goma, de
peluche, etc.

El niño en esta etapa no puede todavía vivir la muerte como una despedida definitiva
de la vida. No ha aprendido aún el concepto de que la muerte afecta a todos, que es
inevitable y que es definitiva.

- Escolar (de 6 a 12 años)

Lo más relevante es el esfuerzo por el compromiso en las relaciones de amistad. El


niño se ha de enfrentar a las exigencias escolares y ha de colaborar en las tareas
familiares. A veces tiene que enfrentarse a rivalidades entre los amigos.

Desarrollo del concepto del duelo y de la muerte:

Desde los seis a los diez años percibe que morir es definitivo para los otros pero no
para él. A partir de los once años empieza a entender que las pérdidas pueden ser
definitivas e inevitables y entiende el fenómeno como irreversible y universal. La toma
de conciencia le comporta tener miedo a la muerte y a veces se angustia al pensar que
puede perder también a los padres y a las personas cercanas. Ante la muerte de
personas muy cercanas puede experimentar el sentimiento de culpa al pensar que él
con su comportamiento es el culpable de lo que está pasando.
2. El duelo en la adolescencia

Adolescente (de 13 a 18 años)

Experimenta sentimientos ambivalentes como el deseo de querer ser independiente y


al mismo tiempo tener la necesidad de que los padres le marquen un cierto control.
Esta etapa es especialmente delicada si experimenta la separación o la muerte de los
padres o de personas muy cercanas. Es una etapa en que se experimentan pérdidas
evolutivas propias de esta edad, sobretodo los cambios corporales, que, a veces,
implican una baja autoestima.

Desarrollo del concepto del duelo y de la muerte:


A partir de los trece años el adolescente entiende que la muerte y las pérdidas son
definitivas e inevitables sin ningún tipo de duda. El pensamiento abstracto (capacidad
de operar mentalmente, de formar conceptos y de resolver problemas), ya
desarrollado en este periodo, hace que el adolescente consiga comprender la pérdida
en relación con el espacio y el tiempo, es decir, entiende las consecuencias que
pueden haber y se plantea dudas sobre si hay vida después de la muerte.

El adolescente percibe la muerte como un hecho lejano y fruto del azar. Algunos
muestran una gran intensidad en la expresión de emociones y pueden mostrarse
violentos, adquirir conductas de aislamiento y también iniciarse en el consumo de
drogas duras.

El hecho de tener que hacer frente a la pérdida de una persona querida y al mismo
tiempo hacer frente a los cambios corporales, las dificultades y los conflictos propios
de la edad hace que se añada más sufrimiento al proceso de duelo. La muerte del
padre o de la madre en un momento en que se está haciendo el proceso de
alejamiento físico y emocional hacia los padres puede hacer que el adolescente
experimente un gran sentimiento de culpa. El adolescente a menudo no manifiesta
espontáneamente lo que siente y se cierra con su dolor, no quiere hablar de ello
porque no quiere añadir más preocupación a los adultos. Quiere responder como un
adulto y quiere que los otros lo consideren así, pero ello no quiere decir que le sea fácil
explicar la tristeza y la aflicción que siente. Invitarle a que participe en todo lo que
pueda hacerle sentir útil y acompañarle en su pena le ayudará a aceptar la pérdida.

Los niños y los adolescentes son personas altamente sensibles a las pérdidas y
merecen una especial atención. Viven las pérdidas de manera diferente que los
adultos, por este motivo se han de proteger ante el dolor y la tristeza, lo cual no quiere
decir que se les evite. Hay muchos mitos sobre lo que los niños y los adolescentes
hacen o sienten ante el duelo que conducen al error de pensar que no pueden superar
una pérdida, por ello muchas veces se les distancia del proceso de duelo, lo que puede
provocar aún más dificultad en la elaboración de su propio proceso.
Los niños y los adolescentes evolucionan en la manera de pensar, adquieren recursos y
fortalecen la personalidad mediante las experiencias que les ofrece el hecho de vivir,
aunque es indudable que la pérdida de una relación profunda puede provocar
interferencias en su desarrollo normal.

El duelo en la adultez

3.1 Adulto joven (de 19 a 25 años)

El gran reto de esta etapa es la emancipación, vivir fuera de la casa de los padres,
establecer nuevas relaciones, vivir en pareja o con un grupo de amigos. Es una etapa
muy intensa y vivencial. Se experimenta la responsabilidad de crear un nuevo
proyecto, de cuidarse, de alimentarse, de resolver la intendencia del día a día
(comprar, limpiar, etc.). Nace un nuevo compromiso, un nuevo trabajo y unos nuevos
compañeros. Es la entrada al mundo laboral, que, a veces, no corresponde al mundo
que uno se había imaginado, ya que se debe invertir horas que se han de restar de las
que se pueden compartir con los amigos o con la pareja. Las pérdidas que se
experimentan van desde una nueva gestión del tiempo hasta asumir la responsabilidad
total, como la que tiene el adulto. El adulto joven ya no tiene la protección del maestro
ni unos padres que siempre están a su disposición.

Desarrollo del sentido del duelo y de la muerte.

A partir de los dieciocho años ya se tiene plena conciencia de lo que significa y, por lo
tanto, las manifestaciones y la elaboración del duelo ya son en general las mismas que
las del adulto.

3.2 Adulto maduro (de 26 a 65 años)

El adulto maduro va haciendo camino hacia la plenitud de la vida. A menudo coincide


con el nacimiento del primer hijo que, junto con una gran ilusión, puede implicar la
pérdida de intimidad de la pareja. En esta etapa se debe convivir con diferentes
pérdidas, como la de los padres, la del trabajo, a veces la de la propia salud, etc.
También se debe afrontar la soledad que se experimenta cuando los hijos se van de
casa; hay parejas que pasan un verdadero proceso de duelo en estos momentos,
puesto que es la clara manifestación de que los hijos ya no los necesitan y se echan de
menos las risas, el ruido, las conversaciones y las discusiones de los hechos cotidianos
que día tras día tenían con los hijos. Nace una nueva etapa de relación con la pareja. A
veces se deben afrontar también divorcios o separaciones.
Pérdidas especiales.

La persona que se suicida deposita todos sus secretos en el corazón del superviviente,
le sentencia a afrontar muchos sentimientos negativos, y, es más, a obsesionarse con
pensamientos relacionados con su papel, real o posible, a la hora de haber precipitado
el acto suicida o de haber fracasado en evitarlo. Puede ser una carga muy pesada.

SUICIDIO.

Sentimientos:
Vergüenza: Estigma asociado al suicidio. los supervivientes son los que tienen que
sufrir la vergüenza después de que un miembro de la familia se quita la vida.
Esta presión emocional afecta las interacciones del superviviente con la sociedad sino
que puede, además alterar las relaciones en la unidad familiar.

Culpa: es un sentimiento normal entre los supervivientes de las victimas de suicidio.


Asumen la responsabilidad de la acción del fallecido y tienen el sentimiento de
que había algo que Se puede manifestar culpando a otros. algunas personas controlan
su propia sensación de culpabilidad proyectándola en otras y culpándoles de la
muerte.
Encontrar a alguien a quien echar la culpa puede ser un intento de afirmar el control y
encontrar significado en una situación difícil de entender.

-ABORTO
Se le llama así a la pérdida gestacional que se da antes de las 22 semanas o antes de
que el bebe alcance los 500 gramos o los 16.5 cm de tamaño lo cual impide que
sobreviva fuera del útero materno.

- MUERTE FETAL O PRENATAL


Se llama así a la pérdida que ocurre después de las 22 semana hasta la fecha probable
de parto o si el bebe o feto pesa 500 gramos o más. Las pérdidas gestacionales pueden
ser: Espontáneas Es la pérdida involuntaria del embrión, feto o del bebe, que se
presenta cuando el cuerpo de la mujer tiene dificultad para mantener el embarazo, o
el bebe muere por diferentes causas. Las cuales muchas veces se desconocen. Entre el
20 y 40 % de los embarazos terminan con un aborto o pérdida prenatal espontánea.
Hay abortos tempranos que se dan en las primeras semanas del embarazo y se
confunden con una menstruación abundante, en muchas ocasiones debido a que la
mujer no se ha dado cuenta de este.

Dentro de esta clasificación se encuentran la pérdida por Embarazo Ectópico o


Anaembrionicos Embarazo ectópico: es aquel en el cual la implantación se da fuera del
útero, impidiendo la posibilidad de su desarrollo y su viabilidad. Embarazo
anaembriónico: se da cuando existe la fertilización pero con el tiempo únicamente se
ve a través del ultrasonido el saco gestacional (lo que será la placenta) pero no un
embrión. Algunos estudios refieren que es un "embarazo sin bebé" pero otros
consideran que es posible que se haya formado un embrión pero que su crecimiento
se haya detenido antes de ser visible con el ultrasonido o que el tejido se haya
reabsorbido. También se le conoce como Huevo huero. Este tipo de pérdidas es algo
muy común pero curiosamente muy silenciado, como si fuera algo que no sucedió o se
debe callar. Depende de cada persona como perciba esta pérdida y el efecto que esta
cause en ella y en su pareja. En algunas ocasiones puede resultar muy traumática.

Provocadas o inducidas El aborto provocado o inducido como se entiende en medicina


y en la mayoría de los países, -independientemente de las legislaciones de cada país,
región o estado-, es la terminación del embarazo, buscada voluntariamente desde que
la madre sabe que está embarazada hasta antes de las 22 semanas, por razones
personales, medicas o circunstanciales.

El aborto y la pérdida prenatal o muerte fetal, según las semanas de gestación, llega a
ser inducido por problemas de salud de la madre, por malformaciones o enfermedades
del bebe (incompatibles con la vida) o en embarazos múltiples que de manera electiva
se induce el aborto.

Dependiendo del escenario que rodean a estos tipos de pérdidas, puede ser más o
menos complicada la experiencia y los efectos que produzca a nivel físico y emocional.
Pero nunca pasa inadvertido para la persona que lo vive, pareja o para los que
acompañan a los padres (familiares y amigos) ya que comprende un conflicto de
emociones, pensamientos y valores muy difíciles de enfrentar.

ASPECTOS MÉDICOS, LEGALES, Y ÉTICOS:

“EL DERECHO A MORIR” SUICIDIO Se dice que una persona que tenga pensamientos
suicidas se le considera mentalmente enfermo, pero se debe tener en cuenta las
enfermedades degenerativas que a lo largo de la vida se prolongan, haciendo que el
adulto maduro tome una solución deliberada para la culminación de su vida, siendo su
decisión racional y un derecho el cual se debe defender. Cuando hablamos de suicidio,
este se da por diversas circunstancias, por ejemplo lesiones o enfermedades
terminales, perdida de un ser querido o financieras, estos casos de suicidio se presenta
en su gran mayoría en ancianos, utilizando métodos letales y efectivos para cumplir su
objetivo. Las personas que están a punto de suicidarse pueden descuidar su apariencia
descuidan sus actividades diarias no comen o no duermes o tal vez lo hacen más de la
cuenta. Con frecuencia muestran signos de depresión, perdida de la autoestima o
sentimientos de inutilidad, desesperanza etc. Eutanasia y suicidio asistido Se habla de
Eutanasia activa y pasiva, donde la activa es denominada muerte piadosa siendo la
acción deliberada para acortar la vida con el fin de acabar el sufrimiento o permitir que
un enfermo terminal muera con dignidad, esta es netamente ilegal. La Eutanasia
pasiva es la suspensión del tratamiento que podría prolongar la vida de un paciente
terminal, como medicamentos, sistemas de apoyos vitales o tubos de alimentación. Un
tema importante, independiente de la forma de eutanasia, es si es voluntaria, si se
ejecuta por petición directa para satisfacción de los deseos de la persona a la que se
ayuda a morir. El suicidio asistido consiste en la ayuda profesional (medico) a una
persona que va a morir, prescribiendo o adquiriendo medicamentos letales, esta forma
de suicidio es ilegal pera recientemente ha cobrado interés en los debates públicos. La
gran diferencia entre eutanasia activa y suicidio asistido es que en el suicidio asistido la
persona que va a morir lleva a cabo la acción. AYUDA MEDICA PARA MORIR La
Asociación Médica Estadounidense opone a la ayuda médica para morir, porque va
contra el juramento medico “no hacer daño” pero los médicos pueden suministrar
medicamentos que acortan la vida. Se encuentra en gran debate porque el derecho a
morir dignamente, debe ser precedido por una ayuda bien sea profesional o no. El
tema de la ayuda a morir será más impactante a medida que la población envejece.
Muchos aspectos del debate giran en torno de si es posible promulgar leyes que
permitan alguna forma de ayuda. A futuro las cortes y el público se verán obligados a
llegar a acuerdos respecto de esta cuestión, a medida que un creciente número de
personas reclaman el derecho a morir con dignidad y con ayuda. SENTIDO Y
PROPOSITO DE LA VIDA Y LA MUERTE En un principio, la muerte es en sí un suceso
inédito y el cual no hay que dejar de lado por el contrario hay que tenerlo en cuenta
siempre en cada momento, instante y día, ya que la muerte es solo el lecho final de
una vida, no importa si llega joven o viejo, lo interesante es hacer que cada día de vida
sea como el ultimo de ésta y darle un sentido de querer realizar todo lo que se desea
aprovechando al máximo el tiempo y no arrepentirse de lo que no se hizo en ella.

REVISIÓN DE LA VIDA

Este proceso se puede llevar a cabo a través de toda la vida, lo cual permitirá a la
persona descubrir el significado de su vida, sin embargo se puede desarrollar aun mas
en la vejez ya que en esta etapa se tiene un sentido de integridad del yo mas
optimizado, que para Erickson seria la tarea final más importante de la vida. A medida
que se acerca el final de la vida, los sujetos pueden indagarse y preguntarse acerca de
sus éxitos y fracasos y como estas le dan un sentido a su vida, lo cual permitirá al
sujeto desarrollar diferentes tareas como por ejemplo reconciliarse con miembros de
la familia, amigos que se han alejado, etc.; lo cual generará un sentido de satisfacción
en el final de su vida, sin embargo no todos los recuerdos son buenos para el
crecimiento y la salud mental, los ancianos que emplean los recuerdos para
comprenderse a sí mismos son mas íntegros con sí mismos, y por el contrario los que
mantienen recuerdos agradables y satisfactorios son los sujetos con menos integridad,
pero los peores adaptados son los que solo recuerdan eventos negativos y están
obsesionados con el remordimiento, la desesperanza y el temor a la muerte su
integridad se torna a la desesperación. Los métodos más frecuentes para hacer una
revisión de la vida están escribir, grabar la autobiografía, construir el árbol
genealógico, conversar sobre el álbum de recorte de fotografías y viejas cartas, viajar a
escenarios de la niñez y la edad adulta temprana, reunirse con antiguos compañeros y
colegas o miembros de la familia distantes, describir tradiciones étnicas y resumir la
vida laboral.

PROCESO DE TODA LA VIDA Siempre hay que verle el lado positivo a todas las cosas, y
en especial al final de la vida, ya que esta le permitirá al sujeto reconocerse,
preguntare indagar y tal vez hacer, corregir todo aquello que no hizo o dejo de hacer,
por lo que un aspecto positivo del final de la vida es poder rencontrarse con alguien
que extrañaba, o realizar algo que deseaba como por ejemplo conocer algún lugar que
anhelaba, la vida es muy limitada, y muchas de las cosas que deseamos no las
alcanzamos, o no las descubrimos todas, no descubrimos todo lo que la vida tiene para
enriquecernos, sin embargo cada sujeto es autónomo de lo que desea y quiere, es
capaz de buscarlo así sea hasta el punto de llegar a su fin y esto es lo que permite que
cada persona contribuya a la historia del desarrollo humano.
Conclusión

De acuerdo a lo aprendido sabemos como el duelo afecta a las personas de manera


diferente y cuán importante es aceptarlo como parte de la vida misma. Las emociones
y sentimientos no deben reprimirse, sin embargo, es saludable no dejarse llevar por
ellas por completo de manera que nos hagamos prisioneros de las mismas.

Existe momentos especiales en el duelo para sentir dolor, para extrañar y para decidir
continuar con nuestra vida sin la presencia de la persona ha perdido. Debemos
comprender y dedicarle un espacio especial a esta serie de sentimientos para
sobrellevar la pérdida de una manera saludable y hacer del duelo lo menos complicado
posible.

El duelo complicado resulta ser un proceso que no ha sido completado, en el que


hemos omitidos pasos o sentimientos que son parte de toda pérdida. Esto da como
resultado un problema patológico al quedarnos estancados en una etapa. Lo
importante en este caso es revisar los pasos que nos hemos saltado y terminarlos,
sellar esa etapa para poder continuar con nuestro camino.

Podemos recurrir a diferentes técnicas y terapias para sobrellevar el duelo, ya sea con
un profesional de salud o diferentes terapistas de otras disciplinas.

El duelo es un proceso normal de todo ser humano que vive y siente es por eso que es
tan importante sobrellevarlo con todas sus etapas para que seamos capaces de
continuar con nuestras vidas de la mejor manera posible.
Anexos
Opinión personal
El duelo es un proceso tan normal como bastante complicado, y la mejor manera es
poder compartir los sentimientos que uno tenga después de perder a un ser querido
con las personas que están a su alrededor, más sin embargo hay veces que no es
suficiente y en esas ocasiones es mejor recurrir a servicios profesionales para que
puedan darnos una manera diferente de ver la vida sin olvidar a nuestro ser querido.
En algunos casos, los servicios funerarios tiene un acompañamiento profesional que
uno puede recurrir en cualquier situación y de esta manera empezar a aceptar la
nueva realidad que tenemos a nuestro alrededor. En cualquier caso, siempre tenemos
que tener en cuenta que nuestro ser querido desde donde esté nos quiere ver bien y
felices, para cuando nos reencontremos podamos contarle muchas cosas y se sientan
orgullosos de nosotros
Bibliografía

Wiki pedía

Psicología del desarrollo –papalia

Enciclopia española

Google

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