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INSTITUCIONES DE DERECHO
ADMINISTRATIVO GENERAL
INTRODUCCIÓN:
TEORÍA DEL DERECHO ADMINISTRATIVO
SANTIAGO, 2010
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IDAG Alejandro Vergara Blanco marzo 2010 Texto EXCLUSIVO PARA ALUMNOS. En curso de edición
SUMARIO
Prefacio
INTRODUCCIÓN:
TEORÍA DEL DERECHO ADMINISTRATIVO
PRIMERA PARTE:
TEORÍA DE LA ADMINISTRACIÓN
ORGANIZACIÓN Y CONTROL DE JURIDICIDAD
A/ ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA
§ 5. REGLAS Y PRINCIPIOS DE ORGANIZACIÓN
§ 6. ESTRUCTURA DE LA ORGANIZACIÓN CENTRAL
§ 7. ESTRUCTURA DE LA ORGANIZACIÓN DESCENTRALIZADA. REGIONES Y MUNICIPIOS
§ 8. AUTORIDADES ADMINISTRATIVAS INDEPENDIENTES
B/ FUNCIONARIOS ADMINISTRATIVOS
§ 9. EL PERSONAL DE LA ADMINISTRACIÓN
C/ PRINCIPIO DE SUJECIÓN AL CONTROL JURISDICCIONAL
§ 10. PRINCIPIO DE SUJECIÓN TOTAL DE LA ADMINISTRACIÓN AL CONTROL JUDICIAL
§ 11. CONTROL INTERNO: CONTRALORÍA GENERAL DE LA REPÚBLICA
SEGUNDA PARTE:
TEORÍA DE LA ACTIVIDAD ADMINISTRATIVA
TIPICIDAD, INSTRUMENTOS Y CONTENIDO
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TERCERA PARTE:
TEORÍA DEL ADMINISTRADO
DERECHOS PÚBLICOS SUBJETIVOS, NULIDAD Y RESPONSABILIDAD
CUARTA PARTE:
LA JUSTICIA ADMINISTRATIVA
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PREFACIO
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alguna vez fueron derecho vigente, hoy derogados) no es posible comprender el actual
derecho administrativo ni su prospectiva: la solución de conflictos, que se basan en unos
textos impregnados de principios e ideas jurídicas actuales y en evolución, por una parte,
junto a otros nacidos en el pasado. (En todo caso, como se observa más arriba, esta
perspectiva no es ofrecida sino de modo muy referencial y breve en este libro de texto).
iv) No obstante, es esencial en el trabajo de un jurista asumir la tarea de
sistematización de las fuentes del derecho vigente; y quizás sólo debiésemos llamar como
tal a quien ha asumido esa tarea sistematizadora de una especialidad del derecho.
Por tal razón, la tarea que abordamos en este libro de texto tiene como base las
fuentes del orden jurídico vigente (asimilable en este sentido a la labor del juez, el que tiene
del mismo modo como base el derecho vigente para dictar cada sentencia), las que son
legales o supralegales, y a través de las cuales la sociedad expone e impone las conductas
debidas en materia de Administración. Pero este derecho vigente tiene sus particularidades
en cuanto a jerarquías normativas: es una regulación compleja que debe ser explicada. Si
sobre su base se desarrolla toda la dogmática o ciencia del derecho propiamente tal, es
necesario para su estudio conocer sus complejidades.
En este libro de texto se intenta verificar si es efectiva la presencia de principios
globales e indicios institucionales histórica y dogmáticamente comprobables y aún
sistematizables ante la legislación vigente, a partir de los cuales descubrir la autonomía de la
disciplina. Ello será posible si: (i) en la realidad práctica de la administración, (ii) en su
devenir histórico y en la regulación vigente descubrimos un núcleo de «instituciones» en
medio de las cuales sea posible diseccionar «principios jurídicos» propios que conforman su
«núcleo», su «sistema» (iii).
En tal caso existe una disciplina jurídica autónoma.
b) Las instituciones del derecho administrativo. Una vez entregados tales elementos
introductorios para la comprensión y aplicación del método, los que cabe considerar
indispensables para toda disciplina jurídica, se identifican y estudian las «instituciones» o
teorías propias del derecho administrativo; a saber: la teoría de la Administración (Primera
Parte); la teoría de la acción administrativa (Segunda Parte) y, la teoría del administrado (Tercera
Parte).
En el estudio de estas instituciones se aplica el método desarrollado en la Introducción
y se intenta, a la luz de la «realidad» (la Administración, en cada una de sus tareas), una
sistematización del derecho vigente, ofreciendo modelos de solución de problemas para
cada materia más relevante. Es posible decir que se estudia a la luz de la ciencia jurídica la
legislación vigente y, sin olvidar nuestra olvidada jurisprudencia, se utiliza un método que
conjuga la realidad con elementos sistemáticos y valóricos: ¡es todo un arte hacer ciencia del
derecho!
c) El contencioso administrativo. Ofrecemos un desarrollo de derecho procesal
administrativo o de la llamada justicia administrativa. Dado que este libro tiene por
finalidad entregar esquemas sistemáticos para la resolución de problemas jurídicos, no
podemos olvidar que ellos se presentan y resuelven en torno al proceso, y este se inicia a
través de acciones, por lo que ha sido necesario entregar elementos básicos sobre las
especiales acciones y el contencioso en materia administrativa. No olvidamos que, en
definitiva, sea cual sea la historia legislativa o las fuentes vigentes, la última palabra la dirá
siempre el juez: él «dice» el derecho. Esta es la explicación de la inclusión (algo rara en los
manuales de enseñanza del derecho sustantivo) de explicaciones generales y detalladas del
contencioso administrativo, en el caso en que existan reglas especiales.
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1 Sobre la falta de originalidad de Prado, y su dependencia del tratado de derecho administrativo español de Colmeiro, vid.: GUZMÁN
(2009): “El primer libro de derecho administrativo editado en Chile: “Los principios elementales de Derecho Administrativo chileno”, de
Santiago Prado”, en: La primacía de la persona. Estudios en homenaje al profesor Eduardo Soto Kloss (Santiago, LegalPublishing Abeledo Perrot),
245-258.
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“Este derecho tiene por objeto reglar las organizaciones y funcionamiento de los servicios públicos,
las relaciones de la Administración con sus funcionarios y con los ciudadanos y habitantes del país, los medios
jurídicos y materiales necesarios para el ejercicio de la función administrativa y los procedimientos necesarios
para castigar a los funcionarios o a las particulares que violen las reglas de la administración o las acciones que
estos mismos puedan entablar para defenderse de las arbitrariedades de los funcionarios”. Jara Cristi (pp. 8-9).
c) De 1960, cabe citar la obra titulada “Derecho Administrativo” de Patricio Aylwin Azócar, la cual trata
en lo esencial del Derecho administrativo interno o de la función pública, así como la organización
administrativa y los principios que la orientan.
d) La obra de Enrique Silva Cimma ha sido bastante importante, en especial, su estudio sobre los
servicios públicos y la importancia que revisten (1961, 1ra. edición) “Teoría general de los servicios públicos”. Así
como, “El Derecho administrativo chileno y comparado Introducción y fuentes” (1968, 2da edición). Para el autor, “la
evolución de esta rama del Derecho Público, por lo tanto, como conjunto de normas que establecen la
relación entre el Estado y los particulares, para quienes ven en este aspecto su característica fundamental; o
como regulación u ordenación de los servicios públicos, para aquellos, como Jèze, creen que en esto radica su
esencia, está sin lugar a dudas íntimamente ligada a la transformación del Estado de Policía en Estado de
Derecho, o sea, a la evolución del Derecho Político” (p. 21). “Pero el ámbito del Derecho Administrativo
deberemos situarlo preferentemente, si bien no absolutamente, dentro de la órbita de la potestad ejecutiva
que se entrega a la Administración”. (p. 24) “En cuanto a Chile , se ha acentuado de tal manera el Estado de
Derecho, que es posible hablar de un Derecho Administrativo chileno, con su propia doctrina, cimentada en
la majestad de la Ley administrativa ampliamente respetada y reglamentada”(p. 26).
e) En la obra de Hugo Caldera Delgado, “Manual de Derecho Administrativo” (1979), el Derecho
Administrativo gira alrededor del acto administrativo, por ser el punto o “zona de contacto en que convergen
las prerrogativa de poder público y los derechos e intereses legítimos de los particulares, reconocidos y
asegurados por el ordenamiento jurídico…)” (p. 7). “Al continuar en la perspectiva señalada u habida
consideración del papel eminentemente tutelar o administrados, hemos tratado, deliberadamente, de volcar
nuestra atención hacia la trilogía integrada por: a) la prerrogativa exorbitante del derecho común, b) por el
contralor jurídico de la misma, y c) por la responsabilidad derivada del ejercicio de las potestades del poder
público”. (p. 7)”
f) Otro de los autores es Manuel Daniel Argandoña (1982), con su libro “La organización administrativa
en Chile”. Para el cual el Derecho administrativo es el derecho de la función administrativa. “El Derecho
Administrativo es el derecho de la función administrativa, que siendo una de las manifestaciones del poder del
Estado, es una actividad ordenada a un fin público, cual es el de satisfacer y realizar concretamente las
necesidades y prestaciones requeridas por la comunidad”. Es entonces, “la noción de acto administrativo, una
noción básica alrededor de la cual se ordenan los conceptos que constituyen el sistema”. No obstante, “el
sistema de Derecho Administrativo comprende así las prerrogativas de poder que a la Administración
corresponden para que cumpla las fines que la ley señala, pero también las garantías de los administrador
frente a tales prerrogativas, que fundamentalmente se traducen en la posibilidad de reclamar por la ilegalidad
de los actos administrativos”(p. 8).
Asimismo, el autor se pregunta, si en este sistema del Derecho Administrativo hay algún espacio
para la consideración de la organización administrativa. Cuestionamiento que la lleva al análisis principal de
esta obra. “(…) la concepción de acto administrativo estará ligada a la del órgano que es competente para
realizarlo” (p. 9). Por lo tanto un estudio relevante de este no puede estar ajeno a las formas por las que se
organiza las funciones administrativas.
g) La obra de Eduardo Soto Kloss “Derecho Administrativo. Bases fundamentales” (1999), gira alrededor
de los principios jurídicos que informan el Derecho Administrativo, “los principios básicos, fundamentales o
esenciales que son el cimiento y estructura de todo el ordenamiento público (…)” (p. 129). Y a partir de ellos
desarrolla el Derecho Administrativo y su concreción normativa.
Todos estos autores han tenido una intención más o menos clara de desarrollar en torno a una
institución todo el Derecho Administrativo, toda la disciplina. Ciertamente estos son enfoques interesantes, y
relevantes en su época, pero no permiten explicar completa y sistematizadamente todo el Derecho
Administrativo actual, que necesita de una mirada más amplia de toda su temática y de un método no sólo
depurado sino actualizado, que nos permita reconocer la variedad de la realidad que caracteriza al Derecho
Administrativo.
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INTRODUCCIÓN:
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sobre la teoría y técnica de los “núcleos dogmáticos” véase nuestro trabajo más general, desde la perspectiva de la epistemología y de la
teoría jurídica: VERGARA (2010).
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Penal, y a todas las otras que conforman el cosmos de las disciplinas jurídicas),
le proporciona unidad, coherencia y es un invaluable auxiliar para la
interpretación y aplicación del Derecho vigente.
1. La idea de sistema en el Derecho. El concepto de sistema es viejo y
conocido en la Ciencia del Derecho3, y está vinculado a la necesidad de
búsqueda de orden y unidad, ideas a partir de las cuales es posible ofrecer un
análisis coherente y de sentido del orden jurídico, de las normas jurídicas
vigentes. Es este un tema ineludible de la metodología jurídica, el que en este
sitio sólo enunciamos en sus caracteres más generales, en la medida
estrictamente necesaria para comprender las funciones que cumple la idea
sistemática en el mundo del Derecho, y para justificar su aplicación en este
texto. Se trata de utilizar un sistema abstracto-conceptual, con la finalidad de
reducir la masa de la materia jurídica a unos pocos conceptos, y que le dan
unidad y coherencia a amplios sectores de una disciplina jurídica.
Por lo tanto, en el desarrollo de la parte general de una disciplina
jurídica, y al construir su teoría general usando como método la visión
sistemática, se cumple la función más característica de la ciencia del Derecho:
ofrecer modelos de solución de problemas para la práctica jurídica. En efecto,
la idea sistemática le permite al jurista cumplir dos funciones primordiales: (i)
una función de búsqueda de coherencia, ordenando los materiales jurídicos,
diseccionándolos, y ofreciendo lo que podemos llamar los «núcleos
dogmáticos», los que cumplen una función auxiliar inestimable para la
interpretación y aplicación del Derecho, otorgando herramientas para colmar
las lagunas legales y dar plenitud a una disciplina; y, (ii) una función de unidad,
que reduce el riesgo de rompimiento o desconexión de una disciplina; es la
justificación de su autonomía.
Estas funciones deben ser desarrolladas por cada especialista en relación a
la disciplina del Derecho que cultive.
2. La función ordenadora de la idea de sistema en el análisis dogmático de las
normas. La idea de sistema permite que el enfoque científico de un
ordenamiento jurídico, esto es, la lectura dogmática de los textos vigentes,
cumpla sus fines más básicos de descripción, comparación y tipificación,
mediante su función ordenadora del material legislativo.
El estudio de las fuentes del Derecho Administrativo implica el
conocimiento y análisis de aquellos sectores del orden jurídico vigente que
regulan la función administrativa y la relación administrativa
(Administración/administrado) que allí se origina.
Por ejemplo, la normativa relativa a la relación jurídica que se produce
en torno a la actividad administrativa, y que en su conjunto conforma el orden
3 Sobre el concepto de sistema jurídico, vid.: LARENZ (1979) pp. 437 y ss.; CANARIS (1983) p. 186 y VILLAR (1983) pp.509-572. Para un
desarrollo histórico y prospectivo, véase: LOSANO (2002), volúmenes I, II y III. Aplicación al derecho administrativo: SCHMIDT-
ASSMANN (1998), traducción: (2003) pp. 1 y ss. Vid., en Chile, ROJAS (2005). FERRADA (2005) ha publicado un trabajo en que utiliza la
expresión en su título, pero no aborda el sistema desde una perspectiva metodológica, sino de tendencias doctrinarias.
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4 Vid.: Constitución Política de la República, arts. 1º (incisos 4 y 5), 5, 6º, 7º, 19 Nº 26, 24, 33, 87.
5 Vid.: Ley Nº18.575, de 1986: Ley Orgánica Constitucional de Administración General del Estado.
6 Vid.: Ley Nº 19.880, de 2003: Ley de Bases de los procedimientos administrativos.
7 Los cuerpos reglamentarios no forman parte del orden legislativo, sino administrativo.
8 La supletoriedad es una materia que revisamos especialmente infra § 4, III, por las dificultades que se presentan en la disciplina a su
respecto.
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del juez, el que tiene, del mismo modo, como base el Derecho vigente para
dictar cada sentencia), las que son legales o supralegales, y a través de las
cuales la sociedad expone e impone las conductas debidas en materia de
acción administrativa. Pero este Derecho vigente tiene sus particularidades en
cuanto a jerarquías normativas: es una regulación compleja que debe ser
explicada. Si sobre su base se desarrolla toda la dogmática o ciencia del
Derecho propiamente tal, es necesario para su estudio conocer tales
complejidades.
La exposición de tales fuentes, junto a su historia fidedigna, la
ofrecemos infra § 4.
iv) De la resolución de los juicios o litigios relativos a las referidas
conductas se derivan las sentencias; las cuales, a su vez, en su conjunto,
conforman la jurisprudencia. Tales sentencias son muy relevantes para el estudio
sistematizador de la disciplina, y forman un instrumento esencial del trabajo
del jurista.
El análisis de la jurisprudencia lo ofrecemos en cada apartado, sin
perjuicio de la explicación general del contencioso administrativo infra §§ 26 y
27.
El uso conjunto de estos elementos (el hecho jurídico, el orden interno,
en su dimensión histórica y vigente, y el corpus jurisprudencial), es la base del
método del jurista, para ofrecer modelos sistemáticos de solución de
problemas e identificar a una disciplina jurídica, a través de la formulación de:
i) sus instituciones básicas, y,
ii) sus principios jurídicos.
Estos aspectos, esenciales en la teorización de toda disciplina, previos al
análisis de las instituciones, se explican y desarrollan para la materia
administrativa en seguida.
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10 Una descripción más detallada de los servicios y órganos dependientes de cada Ministerio se pueden consultar en el Código
Administrativo General (3ra edición, Santiago, Lexis Nexis, 2007) 656 pp., y supra § 6.
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12. Ministerio de Obras Públicas. Cuenta con una Subsecretaría, y servicios dependientes.
13. Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones. Cuenta con las Subsecretarías de Transportes y de
Telecomunicaciones. Depende del Ministerio la Junta de Aeronáutica Civil. Adicionalmente, el Ministerio sirve de
vínculo con el Gobierno a empresas autónomas como Ferrocarriles del Estado, Metro S.A., Correos de Chile y las 10
empresas portuarias creadas a partir de la filialización de Emporchi.
14. Ministerio de Vivienda y Urbanismo. Cuenta con una Subsecretaría. Además, tiene Secretarías
Regionales Ministeriales, que están desconcentradas territorialmente, y cuenta también con servicios decentralizados.
15. Ministerio de Bienes Nacionales. Cuenta con una Subsecretaría, y no tiene servicios dependientes.
16. Ministerio de Planificación. Cuenta con una Subsecretaría.
17. Ministerio Secretaría General de la Presidencia
18. Ministerio Secretaría General de Gobierno
19. Ministerio del Medio Ambiente
20. Ministerio de Energía
21. Servicios con rango de Ministerio:
a) Servicio Nacional de la Mujer
b) Consejo Nacional de la Cultura y las Artes
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11 El Código Civil recoge la idea de voluntad soberana en su artículo 1°: “La ley es una declaración de la voluntad soberana que, manifestada
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16 Publicado en el Diario Oficial de 12 de julio de 1974. Su texto fue reproducido en revistas especializadas, por la novedad que esto
representó en la legislación administrativa chilena (Cfr. Revista Chilena de Derecho, I, 5-6 (1974) p. 746 y siguientes), y originó, junto al
Decreto Ley Nº 575, del mismo año, que reviso a continuación, una serie de trabajos de doctrina, de los que hoy cuenta más adelante, en
el título III. Por otro lado, en su redacción participó junto a los órganos legislativos de la época la Comisión de Estudios de la Nueva
Constitución. Téngase presente que los artículos 7º y 8º de este cuerpo legal han sido derogados por la Ley 18.605, de 1987, que revisó
infra.
17 Publicado en el Diario Oficial de 13 de julio de 1974. Téngase presente, además, que varios artículos de este cuerpo legal han sido
derogados por disposiciones legales posteriores, y que reviso infra. Así, la ley 18.605, de 1987, derogó el párrafo 2º del Título II y los
artículos 5º Nº2, 12 Nº1 y 31 de este Decreto Ley; asimismo, con posterioridad la ley Nº 18.989, de 1990, que crea el Ministerio de
Planificación y Cooperación, derogó sus artículos 12 y 13, referidos a la Secretaría Regional de Planificación y Coordinación.
18 Al que se remitía el artículo 29 del Decreto Ley Nº 575, de 1974. Esta Ley Orgánica sería derogada y sustituida, con posterioridad a la
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Administración a entre otras disposiciones las de los artículos 1º incisos 4º, 5º,
5º y 19 numeral 26.19
Brevemente podemos describir el contenido de estos artículos
señalando que: El artículo 1º incisos 4 y 5, establece que el Estado está al
servicio de la persona humana y que su finalidad es promover el bien común,
como asimismo son deberes del Estado resguardar la seguridad nacional, dar
protección a la población y a la familia, propender al fortalecimiento de ésta,
promover la integración armónica de todos los sectores de la Nación y
asegurar a la personas el derecho a participar con igualdad de oportunidades
en la vida nacional. El artículo 5º proclama que la soberanía reside
esencialmente en la Nación. Su ejercicio se realiza a través el plebiscito y
elecciones periódicas y, también, por las autoridades que esta Constitución
establece. Finalmente el artículo 19 de la carta constitucional, consagra el
listado de derechos fundamentales que el legislador estimó necesario cautelar
cerrando su numeral 26 con la siguiente prescripción “La seguridad de que los
preceptos legales que por mandato de la Constitución regulen o complementen las garantías
que ésta establece o que las limiten en los casos en que ella lo autoriza, no podrán afectar los
derechos en su esencia, ni imponer condiciones, tributos o requisitos que impidan su libre
ejercicio”.
Las consecuencias prácticas de esta constitucionalización se traducen
en: enmarcar el accionar de toda la administración nacional en función del
servicio a la persona humana, funcionalidad que implica sancionar como ilícita
no sólo la actividad ilegal, sino también aquella que sea arbitraria, o
voluntarista de un ente público, propender a la promoción del bien común, lo
cual habilita al particular para tener acceso a la intimidad administrativa, otrora
reservada para los funcionarios públicos, y exigir a todos los órganos del
Estado el respeto a la legalidad en los términos establecidos en los artículos 6º
y 7º de la Constitución20, sinónimos del principio de juridicidad.
Este último principio da para una exposición aparte, sin embargo aquí
nos conformaremos con señalar como opera en relación a la organización y
actuación administrativa. En lo que respecta a la organización cubre a la
Administración Pública en todos sus aspectos, primero, porque todo servicio
público cualquiera sea su naturaleza, requiere ser creado por ley; segundo,
porque las funciones de estos servicios deben ser determinadas por ley;
tercero, porque su dotación de cargos permanentes, la planta de servicio, debe
ser fijada por ley; cuarto, porque las atribuciones de estos cargos, deben
igualmente establecerse por ley; y quinto porque las remuneraciones de los
cargos públicos también han de ser fijadas por ley. En cuanto a la actuación
administrativa, su validez se ve condicionada a la concurrencia de tres
19 La Comisión de Estudio de la Nueva Constitución estimó necesario “establecer en el artículo 1º los valores con los cuales la sociedad chilena se
siente identificada” es más el Tribunal Constitucional destacó en su fallo rol Nº 53 de 1988 que “el artículo 1º de la Carta Fundamental constituye
uno de los artículos mas fundamentales en que se basa la institucionalidad, ya que por su profundo y rico contenido doctrinario, refleja la filosofía que inspira
nuestra Constitución y orienta al intérprete en su misión de declarar y explicar el verdadero sentido y alcance del resto de la preceptiva constitucional”.
20 Véase artículos 6º y 7º de la Constitución
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constitucional pertinente, esto es, el marco jurídico dentro del cual puede
válidamente intervenir la Administración a través de un Reglamento. Es
básico recordar los artículos 6º y 7º de la Constitución, piedras angulares del
Derecho Público chileno.
En concreto, en lo relativo a la potestad reglamentaria, es medular lo
señalado en el artículo 32 Nº 6 de la Constitución al establecer que:
«Son atribuciones del Presidente de la República: (…)
6º Ejercer la potestad reglamentaria en todas aquellas materias que no sean propias
del dominio legal, sin perjuicio de la facultad de dictar los demás reglamentos, decretos e
instrucciones que crea convenientes para la ejecución de las leyes».
Por otra parte, el artículo 63de la Constitución, en sus numerales 2º,
10º, 18º y 20º, señala que «sólo son materias de ley»:
2º «Las que la Constitución exija que sean reguladas por una ley »
10º «Las que fijen las normas sobre enajenación de bienes del Estado o de las
municipalidades y sobre su arrendamiento o concesión »
18º «Las que fijen las bases de los procedimientos que rigen los actos de la
administración pública»
20º «Toda otra norma de carácter general y obligatorio que estatuya las bases
esenciales de un ordenamiento jurídico».
En fin, como criterio hermenéutico, vale la pena tener en consideración
lo establecido en el artículo 64 incisos 1º y 2º de la Constitución, en cuanto a
las materias comprendidas en las garantías constitucionales o que deban ser
objeto de leyes orgánicas constitucionales y de quórum calificado, que no
podrán ser nunca objeto de delegación legislativa al Presidente de la
República. Esto refuerza el dominio exclusivo de la ley en tales materias, sin
poder infiltrarse en ellas un Decreto Supremo, aún con fuerza de ley.
2. Teoría de la potestad reglamentaria
Introducción. El ordenamiento constitucional chileno, exige respetar el
ejercicio independiente de las funciones y atribuciones de dos de los órganos
en que se funda el Estado de Derecho, esto es, el Presidente de la República y
el Congreso Nacional. Y, a su vez, la clara delimitación que el mismo
ordenamiento traza entre la reserva de ley, para el órgano legislativo, y la
potestad reglamentaria, asignada al Primer Mandatario, sirve como límite a
estas dos esferas de competencia.
Se encuentra, por un lado, nítidamente declarado el ámbito exclusivo,
taxativo y máximo de la ley, como asimismo, el órgano al cual corresponde
aprobarla, modificarla o derogarla y que no es otro que el Poder Legislativo; y
por otro, con semejante precisión se ha configurado el campo de la potestad
reglamentaria, que corresponde al Presidente de la República. Cualquiera
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LUQUE y BLANCO CANALES (1988) p.387, el ejercicio de la potestad reglamentaria ha de ser sólo «un complemento de la regulación legal que sea
indispensable por motivos técnicos o para optimizar el cumplimiento de las finalidades propuestas por la Constitución o por la propia ley».
29 Cfr., entre otros, a GARCÍA DE ENTERRÍA (1981) p. 13. Agrega que «cualquier destinatario, por consiguiente, puede rehusar
(Verwerfung) la aplicación del Reglamento ilegal, y no sólo propiamente puede, sino que debe hacerlo, ya que en otro caso desobedecería
el mandato de la ley superior que el Reglamento desatiende o abiertamente infringe»: p.14.
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(reserva legal), porque detrás de esto hay otras garantías que ni siquiera la ley
puede quebrantar y que encuentran su sustento en el artículo 19 nº 26 de la
CP que contiene el principio del respeto a la esencia de los derechos.
Nuestra dificultad estriba en el control de los reglamentos dictados por
el Presidente de la Republica. Estos los controla la Contraloría General de la
República (CGR) a través de la toma de razón: «ejercerá el control de la
legalidad de los actos de la Administración» (artículo 98 inciso 1º. Es un
control a priori.
Puede haber actos que se controlen a posteriori, o que simplemente no
se controlen para lo cual la CGR ha dictado una resolución sobre la exención
de la toma de razón (resolución nº 55), sin embargo los actos administrativos
del Presidente de la República y a todos los jefes de servicios deben ser
sometidos a toma de razón. Entre ellos están los reglamentos del Presidente
de la República. Por costumbre la CGR suele referirse sólo a la legalidad y casi
nunca a la constitucionalidad.
¿Qué otra vía existe para controlar un reglamento? El TC a
requerimiento de cualquiera de las Cámaras como lo señala el artículo 93 n° 16
de la CP.
El otro control de legalidad lo ejercen los jueces porque ellos por
mandato constitucional deben dictar sentencias apegadas a las leyes y si un
reglamento quebranta una ley el juez debe hacer prevalecer esta última y no el
reglamento. Es un control difuso.
Es básicamente el Poder Ejecutivo el que lleva adelante la
Administración del Estado. Pero también ocurre que el Poder Ejecutivo tiene
facultad regulatoria, que es propia del Poder Legislativo. Lo que comúnmente
se conoce como marco regulatorio, serian las leyes y los instrumentos del
ejecutivo como los decretos, reglamentos y las instrucciones. La separación de
poderes o funciones del Estado ya no es tan radical. El Poder Judicial hace un control
de los actos del ejecutivo, sobre todo a la luz de la Constitución Política.
Pareciera que hoy los actos administrativos se han acercado al status de una
ley. Ejemplo: la expresión “normas legales” en el art. 19 nº 21 CP,
contemplaría también los decretos de la administración según parte de la
doctrina y litigantes, que generalmente están ligados a la Administración.
Las leyes de los últimos 30 años, las han hecho mayormente los
economistas y no los juristas, impregnando la sociedad de ciertos conceptos
que no son del lenguaje jurídico, confundiéndosele con el lenguaje económico
o de la ciencia política. Sería problemático si llegaran los tribunales a
convencerse de que el “marco regulatorio” no sólo se conforma de leyes, sino
también de decretos, reglamentos y otras normas de menor rango que el de las
leyes.
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una norma, la cual puede tener un cierto valor vinculante para la propia
Administración, en el sentido que apartarse de él en un caso concreto puede
ser causa de arbitrariedad o perjudicar la confianza que los particulares tienen
en la forma de actuar de la Administración. Pero en sí misma no es la
costumbre una fuente del Derecho Administrativo.
E. LOS TRATADOS INTERNACIONALES
Los tratados internacionales adquieren cada día más importancia para el
Derecho interno. Lo cual ha tenido como consecuencia su consideración
como fuente del Derecho interno; cuestión que por mucho tiempo suscitó
importantes discusiones doctrinales, las que en la actualidad parecen haber
quedado abandonadas, sobre todo a través de la práctica jurisprudencial que
así lo evidencia.
En el ámbito del Derecho administrado también ha sido aceptado este
criterio, aunque algunos autores consideran que es un tipo de fuente indirecta,
en el sentido de que forman parte del ordenamiento jurídico una vez que sean
notificados o publicados oficialmente en el país donde se acoge; es decir, sólo
serían de aplicación directa una vez ratificados o publicados.
El artículo 5 de la CPR ratifica tal postura, dice el artículo, en lo que
interesa: “(…) Es deber de los órganos del Estado respetar y promover tales derechos,
garantizados por esta Constitución, así como por los tratados internacionales ratificados por
Chile y que se encuentren vigentes”.
Varios son los tratados internacionales (convenios, acuerdos, etc.) que
tiene suscrito Chile con efectos directos en el ordenamiento jurídico
administrativo. Ejemplo de esto son: Decreto N° 873, 1991, Aprueba
Convención Americana sobre Derechos Humanos “Pacto de San José de
Costa Rica”; Decreto N° 51, 2003, Acuerdo de Cooperación Ambiental;
Decreto N° 475, 1977, Convenio Internacional para prevenir la
contaminación de las aguas del mar por hidrocarburos.
F. LA JURISPRUDENCIA COMO FUENTE DEL DERECHO ADMINISTRATIVO
La jurisprudencia no suele ser considerada como fuente de Derecho,
por lo menos directamente, por su vinculación doctrinal con los precedentes
judiciales, los que son fuente, en algunos países, de vinculación directa y
obligatoria en las decisiones judiciales. En nuestro país, los jueces se deben
únicamente a la CPR y a la Ley, por lo que, ni los reglamentos, ni la
jurisprudencia, ni otras fuentes de derecho ya mencionadas, son fuentes
vinculantes en las decisiones judiciales.
No obstante, existe un tipo de jurisprudencia, denominada por la
doctrina como jurisprudencia administrativa no contenciosa, que es la que emana de
ciertas autoridades administrativas con potestades dictaminatorias y
resolutivas, que constituyen una fuente indiscutible del derecho administrativo
chileno actual.
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derechos públicos subjetivos (lo que esperan y entienden los ciudadanos por
una buena administración), encuentran su verificación práctica.
Pareciera que en el ámbito del Derecho administrativo es donde mejor
se justifica la aplicación de los principios jurídicos, por las características del
ordenamiento administrativo, carente de una sistemática codificadora, lo cual
tiene su origen en la forma en la que se fue construyendo esta especialidad del
Derecho, que es obra de la jurisprudencia del Consejo de Estado francés36, la
cual se fue construyendo a través, precisamente, del enunciado de ciertos
principios jurídicos que se convirtieron en la piedra angular del ordenamiento
del Derecho Administrativo contemporáneo: el principio de legalidad, el
principio de control judicial, y el respeto de los derechos subjetivos de los
particulares. Son estos principios jurídicos en los cuales se sustenta el Derecho
administrativo positivo de hoy.
A esta característica se suman otras, relacionadas con la realidad actual:
a) La abundancia en la producción normativa administrativa: de leyes
administrativas, como de otros cuerpos normativos derivados de la potestad
reglamentaria.
b) Las normas administrativas suelen ser circunstanciales y orientadas
muchas de las veces a regular políticas o directrices de gobierno y pocas
dedicadas a desarrollar y agotar las instituciones jurídicas que regulan.
c) Las potestades administrativas son en buena parte construidas como
potestades discrecionales, aun cuando la ley marque los límites o ciertos
requisitos para su ejercicio, la forma por cómo están formuladas las normas
administrativas -la mayoría de las veces demasiado amplias o incompletas-
posibilitan este margen de discrecionalidad o libertad en la toma de decisión.
Ahora, estos principios son aplicados únicamente por el juez, o pueden
ser utilizados por los funcionarios públicos en la práctica administrativa, frente
a la laguna o inexistencia de una norma. La respuesta no es tan sencilla, pues
ha sido entendido por mucho tiempo que “en el Derecho Administrativo sólo
está permitido hacer lo que la ley establece”, por lo que no pudiera el
funcionario amparado en un principio jurídico dictar un acto administrativo,
tendrá que hacerlo amparado en una norma, en un título que lo habilite para
tal. Por ejemplo, no podrá el funcionario público amparado en el principio de
equidad, conceder un derecho a quién, a su juicio, es quién más se lo merece
amparado en criterios morales o subjetivos; pues se convertiría en un
administrador de justicia y produciría el quiebre de la división de poderes
criterio angular del Estado de Derecho.
Los principios jurídicos que inspiran el ordenamiento jurídico, son
fruto y desarrollo de la vida jurídica; “no proceden por deducción de primeras
verdades morales, sino que son principios técnicos, que articulan sobre todo el
36 GARCÍA DE ENTERRÍA (2004) p. 90.
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39En VERGARA 2007a y b y 2010 describimos los senderos trazados por Emilio Betti (1890-1968), quien sitúa la hermenéutica en medio
del método jurídico, y por Karl Larenz (1903-1993), quien ofrece un magnífico esquema de los temas que hacen al método jurídico.
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hay norma expresa que así lo permita, se recurre a otra norma, que por tal
razón cabe considerarla general o común, para extraer de ella la norma
específica que pueda cubrir/suplir el vacío existente en la norma
especial/suplible/rellenable. Opera, además, en los casos en que la ley suplida
regula deficientemente una determinada institución jurídica que sí se
encuentra prevista en la ley supletoria.
b) Supletoriedad y analogía. En la analogía la situación es distinta: lo que
ocurre es que se descubre una norma específica en cualquier otra Ley general
o especial del ordenamiento, con las cuales no hay conexión alguna de
suplencia; y, por vía interpretativa, de razonabilidad, se aplica al caso no
previsto. Mientras que en la supletoriedad, se debe acudir directamente a la
norma general de la que se extrae la norma específica que resuelva el caso,
supliendo el vacío de la norma singular, por ordenar la propia ley la suplencia;
en el caso de la analogía cabe argumentar la aplicación de la otra solución.
c) Leyes especiales. Cabe distinguir dos tipos de “leyes especiales”44:
i) leyes especiales susceptibles de supletoriedad. Son aquellas que tienen una
relación de norma especial de frente a otra general o común. Tales normas
especiales son susceptibles de ser rellenadas, completadas por otras, pues sus
lagunas son colmadas por las normas generales o comunes, todas las cuales
comparten bases y principios esenciales.
Es el caso: i) del Código Civil de frente al Código de Comercio; ii) de la
Ley Nº 19.880, de 2003, establece Bases de los Procedimientos
administrativos que rigen los actos de los órganos de la Administración del
Estado (en adelante, LBPA), que es una norma general o común; de frente a
las demás normas “especiales” que establecen procedimientos administrativos
especiales. En estos casos la supletoriedad es plenamente coherente; y así
además lo reconocen expresamente las leyes respectivas, según revisamos más
adelante.
ii) leyes especiales autónomas. En realidad, de frente a otras, todas las
normas son “especiales”. Entre las normas especiales que conforman un
sistema cerrado, autónomo, en que no hay reenvío normativo, no cabe la
supletoriedad; técnica ésta que no puede operar no sólo por la falta de una
explícita orden normativa, sino además por la natural contraposición de bases
y principios, y que se produce entre normas especiales que rigen materias
también especiales y distintas a otras. Son las leyes que no tienen una relación
de especial a general con otras leyes. Es el caso de las normas que no
comparten bases esenciales ni principios entre sí, como es el caso de las que
están en los polos opuestos del fenómeno normativo: lo público/privado,
según reviso más adelante. Son los microsistemas45.
44 Esta clasificación se basa en un criterio relacional, pues una norma no es intrínsecamente especial, sino que lo ha de ser por
comparación con otra norma. Dado que la generalidad y especialidad no son rasgos absolutos de las normas (cfr.: DIEZ-PICAZO, 1990,
345), se establece aquí una tipología sólo a efectos de explicar la heterointegración normativa.
45 En el lenguaje de IRTI 1979 y 1999.
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46 Tema sobre el que no es pertinente profundizar aquí. Vid. desarrollos sobre el tema de la construcción de las disciplinas jurídicas en:
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civiles) es el de la institución de la responsabilidad administrativa, que aparece en varias normas del ordenamiento y es estudiada en varias
disciplinas (derecho civil, penal, administrativo).
50 Es el criterio del Código Civil peruano de 1984, que si bien establece la técnica de la supletoriedad, la prohíbe en el caso de situaciones
de naturaleza incompatibles; así, señala su artículo IX, sobre “Aplicación supletoria del Código Civil”, lo siguiente: «Las disposiciones del
Código Civil se aplican supletoriamente a las relaciones y situaciones jurídicas reguladas por otras leyes, siempre que no sean incompatibles con su naturaleza».
51 Esta sería una especie de captura al legislador futuro, en que una norma que es considerada común o general, suple toda norma
considerada especial futura. Esto es lo que parecieran ver los intérpretes civilistas que criticamos más adelante en el art´. 4 del Código
Civil, que habría capturado, desde 1857 a los órdenes normativos futuros, sin considerar la necesidad de que exista un reenvío expreso a
dicha supletoriedad, como es el caso del art. 2 del Código de Comercio.
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derecho común, salvo en cuanto éstas aparezcan modificadas por este Código». Es una
cláusula de supletoriedad igualmente razonable, pues se refiere a una materia
civil (la de los contratos) que no forma parte del núcleo dogmático de la
disciplina autónoma del Derecho de Minería. El hecho de que los contratos
mineros estén regulados en los arts. 167 a 230 CM, no cambia la situación,
pues se trata de unas normas de naturaleza civil o contractual contenidas en el
cuerpo normativo denominado Código de Minería; y tal inclusión no
convierten esa materia en parte del núcleo de la disciplina del derecho de
minería.
iii) Los arts. 3º inciso final LOCCM y 13 CM igualmente contienen una
referencia al «derecho común» (explícita en el caso del art. 3 LOC), en que no
opera la supletoriedad, sino que es una cláusula de división regulatoria:
establece los márgenes de la materia civil y de minería.
d) Código Aeronáutico. Señala su art. 6 que: «En lo no previsto en este código ni
en los convenios o tratados internacionales aprobados por Chile, se aplicarán las normas del
derecho común chileno, los usos y costumbres de la actividad aeronáutica y los principios
generales del derecho». Aquí hay una cláusula supletoria54.
e) Código Tributario. Su artículo 2, según el cual: «En lo no previsto por este
Código y demás leyes tributarias, se aplicarán las normas del derecho común contenidas en
leyes generales o especiales», en términos pleonásticos, confunde y superpone lo
“común” con lo “general” y, aún, lo “especial”. Contiene igualmente este
código cláusulas supletorias en los artículos 148 y 161 nº 9, en materia de
procedimientos y sanciones; en las cuales, igualmente, cabrá una integración
de la LBPA, como se analiza infra.
2. Rechazo a la supletoriedad
a) Código del Trabajo. Este código no contiene norma alguna de
supletoriedad, y ello es lo esperable y correcto, pues los principios del derecho
laboral son antitéticos con los del derecho civil, de cuyas normas sobre
prestación de servicios personales huyó despavorido el legislador del trabajo
subordinado y protegido; no cabe entonces la integración por supletoriedad y
difícilmente es posible la argumentación por la analogía. Por eso el art. 1°
inciso 1° del CT es enfático en remarcar su especialidad/preferencia al señalar
que: «Las relaciones laborales entre los empleadores y los trabajadores se regularán por este
Código y por sus leyes complementarias». Queda así clara su autonomía (de frente al
llamado «derecho común» a secas).
Aún más, y para el caso de los funcionarios públicos, la regla general es
que el CT, según su art. 1° inciso 2°, no se les aplica en «cuanto estén sometidos
por ley a un estatuto especial»; pero tales trabajadores «se sujetarán a las normas de este
Código en los aspectos o materias no regulados en sus respectivos estatutos, siempre que ellas
54 La referencia a los “principios generales del derecho” es interesante. Al respecto, cabe entender que se refiere a los principios propios
del derecho aeronáutico, pues no existen principios «generales» al derecho nacional, lo que es inexacto pues los principios siempre dicen
relación con una disciplina específica o especial del derecho. Distinto es el caso que algunos principios se presenten en varias disciplinas
jurídicas.
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no fueren contrarias a estos últimos» (art. 1° inciso 3° CT). Lo cual significa que el
CT es limitadamente supletorio de los “estatutos especiales” de los
funcionarios de la Administración del Estado, en lo que no se contradiga con
los principios jurídicos que orientan a cada régimen. En todo caso, la relación
laboral privada y pública queda fuera de la esfera del Código civil.
b) Los demás códigos. Otros códigos, como los de Procedimiento, Penal o
Sanitario, no contienen ninguna norma de parecido tenor a las señaladas, lo
que marca claramente el sentido normativo de separarse de un supuesto texto
general/supletorio y destaca su autonomía normativa y disciplinaria.
3. Tres casos de leyes administrativas
a) Ley de Bases de Procedimientos Administrativos. La LBPA55, contiene una
cláusula realmente supletoria en su artículo 1 inciso 1°, que vincula a esta ley
(que es general/supletoria) de frente a las leyes «singulares o de excepción»
que establecen procedimientos “especiales” (más bien singulares o de
excepción). Dice: «En caso de que la ley establezca procedimientos administrativos
especiales [cabe entender: singulares o de excepción], la presente ley se aplicará con carácter
de supletoria».
Más arriba señalo que las nuevas leyes ex post, de manera expresa y
concreta han de autorizar ser suplidas por otras anteriores. Esto es
especialmente aplicable en el caso que en el futuro nuevas leyes establezcan
procedimientos especiales; y, respecto de la LBPA, cada vez que el futuro
legislador establezca un procedimiento especial, debe tener la precaución de
autorizar dicha supletoriedad; de ese modo evita la duda, pues un intérprete
podría intentar que prevalezca el criterio cronológico (lex posterior), según el
cual la ley posterior (especial) primaría respecto de la anterior (ley general: la
LBPA). Si el legislador especial previene expresamente la suplencia de la
LBPA, la ley general (anterior) rige sin duda alguna este criterio de integración,
con preferencia al cronológico (en que a la vez una ley especial es lex posterior).
b) Un caso interesante: Ley Nº 19.886, de 2003, de bases sobre contratos
administrativos de suministro y prestación de servicios. Señala su artículo 1º: “Los
contratos (…) se ajustarán a las normas y principios del presente cuerpo legal y de su
reglamentación. Supletoriamente, se les aplicarán las normas de Derecho Público y, en
defecto de aquéllas, las normas del Derecho Privado.” Es interesante triplemente esta
normas: i) su alusión principios; ii) prioriza el reglamento a las demás normas
de derecho público/privado; y iii) la referencia a “normas de Derecho Público” y a
“normas del Derecho Privado”, aspecto este último que hemos resaltado en un
párrafo anterior.
c) Un caso complejo es la Ley Nº 19.496, de 1997, que establece normas sobre
protección de los derechos de los Consumidores. Su artículo 2º bis utiliza la técnica de
la supletoriedad; así, en el caso de las leyes especiales que regulen, por
70
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56Véase VERGARA 2007b, en donde expongo por vez primera esta crítica que aquí amplío.
57GUZMÁN y colaboradores 1999, 40. Por tal razón, en ese trabajo, de política jurídica, los autores postulan consagrar la supletoriedad
general del Código Civil, sugiriendo la modificación en tal sentido del artículo 4°.
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58 Cfr. GUZMÁN 2007, 155-156. No obstante, en tal trabajo declara dicho autor que pese a dicha falta de consagración, “en Chile siempre
se ha reconocido el carácter de derecho Común al contenido en el Código Civil”, tema que no analizamos en este trabajo.
59 El Diccionario de la RAE señala que preferente es, en lo pertinente: «primacía (…) sobre otra (…) cosa (…) en el valor (…)».
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60 Véase más arriba, a propósito del examen de las llamadas “leyes especiales”, estas dos situaciones que cabe distinguir.
61 Corte Suprema, 23 de junio de 1951, en: RDJ, t. 48 (1951) II, 1, 206.
62 Corte Suprema, 27 agosto 1992, en: RDJ, t. 89 (1992) N° 2, secc.1ª. p. 133.
63 Véase una muestra en: Repertorio de Legislación y Jurisprudencia Chilena. Código Civil (coord.: Gonzalo Figueroa, Santiago, Editorial Jurídica
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Civil, sostiene la tesis de ser el derecho civil un derecho común y general, según revisamos más adelante.
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artículo 4° «traduce un principio más general que inspira todo nuestro ordenamiento
jurídico y le confiere una estructura (siquiera aspiracionalmente) racional, orgánica y
coherente. No habría realmente ordenamiento si las disposiciones normativas operaran como
islas independientes sin conexión ninguna entre sí». Señala que «los distintos cuerpos
legales no operan solos, aislados unos de otros, sino sobre la base de conceptos, de reglas, de
principios, que ya forman parte del acervo común de todo operador jurídico. Esta es la
función del llamado Derecho común, que en materia de derecho privado está representado por
el Código Civil»68.
Corral Talciani ofrece una doctrina que cabe refutar, pues postula que
el Código Civil puede aplicarse «como derecho común» no sólo en el caso de
la responsabilidad por hechos dañosos ocasionados por agentes de la
Administración. (que llama «responsabilidad “civil” del Estado»), sino a todo
el ordenamiento restante. En este caso, la técnica de la supletoriedad está
siendo postulada para operar todo un trasvase de normas a una materia en que
los principios y lógica interna son distintos, como las relaciones de derecho
administrativo.
En otras palabras, para nuestro autor la relación jurídica de la
responsabilidad administrativa la cuestión sería entre privados. Nuestro autor
equivoca su análisis en la base, pues la responsabilidad de la administración no
origina una relación entre privados, sino entre el privado y la actuación de un
órgano administrativo en cuanto tal, tema que evidentemente es de derecho
administrativo, y que debe resolverse de acuerdo a normas, principios e
instituciones de naturaleza precisamente administrativa.
No nos detenemos ahora en el tema de fondo (la responsabilidad
administrativa), sino en la técnica de solucionar estos casos mediante la
«aplicación subsidiaria del derecho privado común a la responsabilidad del Estado»69.
Nótese aquí que nuestro autor ya no se refiere al Código Civil, como ley o
norma, que sea supletorio; sino ahora al «derecho». Señala que «no hay
impedimento alguno para que puedan aplicarse supletoriamente las reglas del Código civil al
régimen de responsabilidad del Estado por falta de servicio previsto, ya sea en la LBGAE o
en la LOCM»70.
Olvida nuestro autor preguntas propias de la comprensión de una
relación jurídica administrativa: ¿podrá desde el derecho privado obtenerse
normas y principios coherentes para analizar, por ejemplo, lo que sea la «falta
de servicio»? ¿Será ese el concepto dogmático administrativo adecuado?
Esta doctrina pareciera que ha comenzado a operar como un mito
jurídico, y la doctrina civilista la utiliza instrumentalmente para sustentar sus
tesis71. En un trabajo reciente de revisita al artículo 4º del Código Civil, una
68 CORRAL 2003, 30-31.
69 CORRAL 2003, 40.
70 CORRAL 2003, 41.
71 Es el caso de BARROS 2006, 482, 501 (con citas doctrinarias y jurisprudenciales en nota) y 534. Este autor se refiere ya no a la
aplicación “supletoria” de las normas del código civil, sino que a la aplicación “subsidiaria”, utilizando la terminología antigua de
“subsidiariedad”; hoy inconveniente, dada la más extensa utilización de dicho significante para referirse al principio de subsidiariedad,
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hoy el Código Civil (lex) y (de ahí) la disciplina científica del Derecho Civil, de
un modo anacrónico, el mismo papel que el arcaico ius commune, pues como
veremos no existe un “derecho común” general para todo el actual
ordenamiento nacional. En todo caso, esa función heurística no le
correspondería al Código civil.
A) SUSTRATO SICOLÓGICO Y COMMUNIS OPINIO DE CIVILISTAS
a) El sustrato sicológico de la tesis que postula la supletoriedad general del Código
Civil. En las líneas anteriores, analizo y critico la tesis según la cual el Código
Civil es supletorio del resto del ordenamiento jurídico. Adelanto que el
sustrato psicológico de tal tesis pareciera descansar en una creencia errónea y
anacrónica de ocupar hoy el Código Civil un rol de derecho común. De ahí
que quienes postulan, desde ámbitos civiles al Código Civil, como supletorio
del resto del ordenamiento, en verdad intentan traer a la actualidad un residuo
histórico: al ius commune medieval.
La tesis del código civil como supletorio de todo el resto del
ordenamiento no sólo carece de base normativa sino que, además, es
teóricamente incoherente, pues sin ajuste alguno no es posible vincular
normas y disciplinas que no comparten ni bases ni principios esenciales. Cabe
rechazar la tesis que, basada en una interpretación errónea del artículo 4 del
Código Civil, postula la aplicación supletoria del Código Civil (como “derecho
común” del resto del ordenamiento normativo chileno) a relaciones jurídicas
no privadas, como resulta ser el caso de las relaciones jurídico-administrativas.
El Código Civil no es supletorio de la normativa de naturaleza no privada,
como es la administrativa. No existe base normativa en este artículo 4° para
afirmar lo contrario. Además de la lex, en el ius (esto es, en las disciplinas
jurídicas de donde surgen principios e instituciones) la distinción es nítida: el
derecho civil es parte del derecho privado y el derecho administrativo es parte
del derecho público, y como hemos demostrado, eso opera como una barrera
a la mera supletoriedad normativa; sin perjuicio de la operación más delicada
que pueden realizar jueces y juristas por la vía de los principios jurídicos.
Es coherente y verdadera la supletoriedad del Código Civil (CC)
respecto de normas de naturaleza privada; pero es incoherente dicha
aplicación supletoria a relaciones de derecho administrativo. El artículo 4º del
CC es un caso de falsa supletoriedad, pues ni su texto («preferirán») ni sentido
permiten postular que el CC pueda rellenar todas las lagunas de las normativas
especiales.
Salvo que se intente sustentar la tesis de ser el Código Civil un orden
“común”, como el baluarte normativo de todo el resto del ordenamiento,
donde se encuentran todos los rellenos de lagunas posibles. Es lo que
analizamos en este trabajo.
b) El intento de aplicar el Código y el Derecho Civil a la solución de casos no civiles,
como los administrativos. En general, los autores de derecho civil no sólo suelen
77
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considerar al Código Civil como «común» de las demás disciplinas del derecho
privado (como lo postulaban Alessandri et al., con razón), sino que además,
con evidente exceso, postulan al CC como común de todo el sistema
jurídico74. Es el caso de Corral Talciani75 que postula la aplicación de «los
preceptos del derecho común (esto es, el Código Civil)» para la regulación de
la responsabilidad del Estado/Administración de frente a los particulares, y
señala que «en lo no previsto [por las leyes administrativas], debe aplicarse el
derecho común».
El mismo autor, en otro trabajo76, intenta terciar en un debate de los
autores de derecho administrativo, relativo a la base normativa de la
responsabilidad patrimonial de la Administración, en que algunos sustentan
que se deriva de una norma constitucional y otros que deriva de una norma
administrativa77. Corral nos ofrece una tercera vía: señala, con evidente exceso
(sin percatarse ni analizar las evidentes diferencias institucionales, derivadas de
la naturaleza de la relación esencial78) que dicha responsabilidad
administrativa es un tema civil. Y, para justificar su tesis, dedica un párrafo
titulado «¿Existe el derecho común? El rol del Código Civil»79. Señala que cabe
reflexionar sobre el «derecho común o supletorio», haciendo así sinónimas las
expresiones.
c) Una propuesta de cambio normativo para consagrar al Código Civil como derecho
común. En realidad, esta es la opinión usual de los actuales autores de derecho
civil. Por ejemplo, en un análisis colectivo del artículo 4 CC se señala que
dicha norma «refleja el principio de que la ley especial prevalece por sobre la general»; y se
agrega que «se echa de menos la consagración de otro principio, a saber: que el Código
Civil constituye derecho común o supletorio, de modo que sus preceptos se aplican en todos los
asuntos para los que no haya legislación especial en contrario»80.
Señalan los autores que la referencia a los Códigos del Ejército y la
Armada (entiéndase el Código de Justicia Militar) no se sostiene, dado que
«contiene regímenes jurídicos de derecho público, como es adecuado para
instituciones del Estado (…), de modo que la materia de este código no puede
considerarse especial con respecto a un código de derecho privado como es el
código civil»81. En otras palabras, los autores sostienen, con razón, que sólo
74
Véase más adelante y en el párrafo anterior, III, una relación de tales autores. Aquí utilizo los trabajos de Corral, pues es quién lo ha
dicho de manera más clara, honesta y directa. Pero, en general los autores de derecho civil utilizan como argumento de texto el artículo
4° del Código Civil, ofreciendo para ello una forzada interpretación del mismo, para postular la supletoriedad general de tal código, para
el relleno de toda laguna del resto del ordenamiento jurídico, ya no sólo respecto de problemas y normas de naturaleza privada, sino
también pública. No obstante, igualmente, hay autores más tradicionales, que allí cito, que sólo postulan esta supletoriedad respecto del
derecho privado.
75 CORRAL 2003a, 307. No obstante, es posible encontrar en este trabajo de Corral, y en el que cito en la siguiente nota, documentados e
interesantes argumentos en la materia de fondo: la responsabilidad patrimonial de la Administración; sobre lo cual no puedo abundar en
este sitio.
76 CORRAL 2003b, 30-31.
77 Véase un esquema en VERGARA 2005, 168-171, con bibliografía.
78 Si bien la institución de la responsabilidad puede compartir en las diferentes disciplinas que la regulan (derechos civil, penal,
administrativo) algunos aspectos de estructura muy básicos, cambia la responsabilidad de sustancia según los casos, en especial por la
naturaleza de la “relación jurídica”, que es la célula básica de cada orden normativo, y de cada institución de cada disciplina. Vid.
SAVIGNY 1840, Sistema, II, IV. Tema en el cual no podemos profundizar aquí.
79 CORRAL 2003b, 30-31.
80 GUZMÁN y colaboradores 1999, 40.
81 GUZMÁN y colaboradores 1999, 40.
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arts. 129 Código de Aguas; 167 del Código de Minería; 3 inciso final Ley N° 18.097, de 1982, Orgánica Constitucional de concesiones
mineras; 33 inciso 1 Ley N° 18.695, de 1986, Orgánica Constitucional de municipalidades. Aún cuando el fenómeno tiende a cambiar, y
ahora se han incorporado las expresiones “normas de derecho privado” y “normas de derecho público”, como contrapuestas y distintas:
es el caso del art. 1° inciso 1° de la Ley 19.886, de 2003, Ley de Bases sobre contratos administrativos de suministro y prestación de
servicios.
88 DUCCI 2002, 15.
89 Vid. BARROS 1991, 19, que reconoce que “el desarrollo de la legislación se ha producido fuera del Código Civil, por vía de una
legislación frondosa, que regula el funcionamiento de los mercados, y el desarrollo de las más diversas actividades”. Igualmente
GONZÁLEZ VERGARA 1998, 893, quien afirma que “los códigos han perdido su carácter de fuente central y dominante dentro de la
materia respectiva debiendo cumplir una función residual”.
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i) Según Guzmán Brito «es evidente que el esquema explicativo de Irti resulta
abundantemente exagerado»94, y ofrece un esquema distinto de comprensión, lo
que le lleva a mirar la realidad de otro modo, proponiendo un nuevo sistema
clasificatorio (distingue tres parejas de nociones: derecho general/especial;
derecho regular/singular y derecho antiguo/nuevo). Señala Guzmán que la
verdadera descodificación se produce no por obra de las leyes de derecho
especial sino por las leyes de derecho singular, pues estas últimas regulan «lo
desconocido» [sic] por «el código» [civil]; son leyes externas al código civil.
Agrega que sólo en el caso de las leyes de derecho singular hay una ruptura de
la lógica «de la generalidad del sistema» (se entiende: el código civil)95.
Distingue luego tres clases de descodificación: la sólo formal, la sólo
material y la material y formal a la vez96, y que el fenómeno más recurrente es
de la descodificación formal y material a la vez o sólo formal; y que la material
es rara97. Incluso señala entre los casos de “descodificación sólo formal” los
del Código de Minería y del Código de Aguas, «en cuanto contienen derecho
civil especial de minas y aguas»98. Al respecto, en la lógica del autor, ello es
correcto en cuanto a los temas de inscripción y transferencia de los derechos
mineros y de aguas, y de la contratación de los mismos; pero no globalmente,
como parece entenderlo el autor. Esto mismo repite en un trabajo posterior,
en que considera, con evidente exceso que el derecho de minería íntegro es
derecho civil99, lo que por nuestra parte hemos criticado100.
En cuanto a la descodificación formal y material, cree que el caso más
sobresaliente es el Código del Trabajo; en lo que es algo contradictorio
nuestro autor, pues reconoce que las leyes laborales codificadas conforman un
microsistema de derecho singular, pero insiste en que no hay que considerarlo
algo «distinto» del derecho civil, pues el derecho del trabajo sería
«técnicamente, un derecho civil singular»101, forma parte del derecho civil102.
Da como ejemplo de la descodificación material la ley N° 16.640 de
1967 sobre reforma agraria, que califica como un «golpe a la propiedad
civil»103. Señala que hasta el año 1973 existió una proliferación de derechos
singulares, pero que esa evolución se detuvo, y ha comenzado su declinar,
pues, a su juicio, a la fecha de su trabajo (1993) se observa «una vuelta a los
cánones del derecho tradicional», y cree observar en los ejemplos
seleccionados por él una «involución» de la descodificación. Dentro de los
ejemplos, sin fundar, señala: «(…) y se dictó un nuevo Código de Minería
94 GUZMÁN 1993, 44.
95 GUZMÁN 1993, 47.
96 Según GUZMÁN 1993, 49: i) La descodificación formal es la creación de derecho especial o nuevo a través de leyes extravagantes o
novelas; ii) la descodificación a la vez material y formal, es la que establece derecho singular mediante leyes extravagantes; y, iii) la
descodificación sólo material es aquella que establece derecho singular a través de leyes modificatorias del código.
97 GUZMÁN 1993, 49.
98 GUZMÁN 1993, 52.
99 GUZMÁN 2001, 274.
100 Véase nuestra crítica en VERGARA 2004b.
101 GUZMÁN 1993, 54.
102 GUZMÁN 1993, 55. Ello no es adecuado, dada la evidente autonomía de normas y disciplina laboral, y contradice el art. 1° del Código
del Trabajo.
103 GUZMÁN 1993, 55.
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transcrito más arriba. Igualmente, cabe dudar de la constatación a la luz del artículo 2 bis de la Ley Nº 19.496, de 1997, que establece
normas sobre protección a los derechos de los consumidores, orden normativo con vocación autónoma respecto del Código Civil.
117 CORRAL 2007, 651.
118 FIGUEROA 2005, 104.
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de supletoriedad (para llenar lagunas), ínsito en la dicotomía derecho común/propio; sino que dicho artículo 4° sólo recoge la idea
técnica de ley general/especial, en que prima esta última, la especie, de frente al género (y no es claro que por esa vía puedan colmarse
lagunas, pues la ley especial puede colmarse a sí misma, dada su autonomía). Entonces, la historia del artículo 4° del Código Civil no es la
de la supletoriedad, unida al derecho común. Es concordante con su análisis posterior en GUZMÁN 2007, 156.
124 ESPANHA 1999, 99-101.
125 Es la perspectiva de CALASSO 1954, 374-389.
126 CALASSO 1954, 374.
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En especial cabe considerar este acápite como complementario de § 4, III, en que se analiza la
supletoriedad de las normas civiles respecto de casos de derecho administrativo, pues las dificultades de una
supletoriedad coherente aumentan en caso de que se aplique desde un sector a otro de la summa divisio del
Derecho.
136 Sobre el origen e historia en Roma, véase: NOCERA (1992) pp. 7 y passim.
137 Recopilado tanto en Institutas, I, 1, 4, y en Digesto, I, I, 1, 2.
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doctrina [teoría] del derecho”, en que ofrece una división suprema del Derecho, que denomina, precisamente: Derecho
público y Derecho privado.
143 TROPER (1994) p. 184 (traducc.: (2001) p. 164). La distinción pareciera no tener relevancia en el Common Law, en el
Derecho anglosajón. Vid. OLIVER (2001), quien señala que “no existe más que el derecho y la justicia”, y, AUBY y
FREEDLAND (2004), que contiene las actas de un encuentro franco-británico de profesores de distintas especialidades,
dirigido a analizar la dicotomía en los dos sistemas.
144, Desde una posición normativista que niega la distinción; es el caso de Kelsen.
145 Discusión que no podemos abordar aquí; un panorama y amplia bibliografía en PUGLIATTI (1958) pp. 606-746.
146 Es posible reenviar a cada manual introductorio de las disciplinas del Derecho, o de filosofía o teoría del Derecho. La
bibliografía podría ser amplísima. Para nuestros efectos actuales, podemos constatarlo en: RADBRUCH (1999) pp. 159-164;
BOBBIO (2004) pp. 11-38; DESMONS (2003) pp. 520-525. Para Chile, el señero intento de CÉSPEDES (2004) pp. 273-300.
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Supletoriamente, se les aplicarán las normas de Derecho Público y, en defecto de aquéllas, las normas del Derecho Privado.”
149 Véase infra § 4, III..
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que vinculan a un particular con la Administración del Estado? ¿Puede una lex
de derecho privado aplicarse a un problema de derecho público?
En el actual escenario cabe distinguir normas y disciplina
administrativas:
i) Existen normas que regulan la materia administrativa, si bien escuetas
pero que conforman un sistema normativo que debiera permitir a jueces y
juristas arribar a soluciones coherentes; y,
ii) existe el derecho administrativo, como rama del saber en actual
conformación, quizá no en su grado de madurez, pero con un corpus
doctrinario al cual recurrir.
El sistema normativo (salvo jerarquías o mandatos de integración
normativa expresos) originan esquemas de auto-relleno de lagunas normativas.
Igualmente, cada disciplina autónoma, conforma su sistema de instituciones y
principios, que ayudan a esa autointegración, y la única argamasa, son los
principios jurídicos, pero no la burda práctica de trasladar, sin tamiz alguno,
leyes desde un sistema a otro, sin percibir la incoherencia que puede significar
ese arrastre desde disciplinas que no sólo son distintas en cuanto a su esencia a
su célula más básica: la relación jurídica, su naturaleza y los sujetos que la
componen, sino que al ser de sectores distintos de la summa divisio del derecho
(privado/ público), implica postular soluciones mediante principios jurídicos
que pueden resultar incoherentes; es que el relleno de lagunas de cada
disciplina debe ser auto-gestionado y no con arrastre de soluciones desde
disciplinas vecinas, por rancias y prestigiosas que sean.
Esta es la cuestión a la que este escrito desea aportar con un análisis
desde una perspectiva de dogmática jurídica (esto es de ciencias jurídicas
específicas: el derecho administrativo y, de paso, el derecho civil), y además
desde la teoría del derecho (en especial, el análisis normativo y la
epistemología disciplinaria).
b) Las instituciones del derecho civil en los inicios del derecho administrativo. El
actual fenómeno de la supletoriedad de normas civiles para resolver casos
administrativos tiene una explicación histórica: la fértil utilización de
instituciones del derecho civil en el nacimiento del moderno derecho
administrativo. Pero pareciera que ese fenómeno no debe seguir
desarrollándose de una manera tan extendida; pues el derecho administrativo,
como disciplina jurídica autónoma, tiene la posibilidad de ofrecer instituciones
y principios propios para el relleno coherente de las lagunas normativas.
Además, dada una ausencia de jerarquías normativas y la actual
conformación de las disciplinas dogmáticas del derecho civil y administrativo,
en que una y otra son autónomas, pueden ofrecer con independencia teorías
jurídicas y formular principios jurídicos propios que sirvan para el relleno
endógeno de las lagunas normativas.
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153 Tarea que no abordamos aquí; no obstante que esta afirmación puede comprobarse en las más conocidas historias de la disciplina.
Respecto de Francia: MESTRE 1985; BURDEAU 1995; CASSESE 2000; BIGOT 2002; y RENAUT 2007. Respecto de Italia: REBUFFA 1981;
GIANNINI 1987; y MANNORI y SORDI 2001. La constatación, también en MONTT 2005, 252.
154 Véase, para España: MARTÍN-RETORTILLO 1996; y, para Francia, DUBOIS 2001 y PLESSIX 2003.
155 HAURIOU 1914, V (prefacio).
156 Sobre la “huída del derecho administrativo” véase GONZÁLEZ-VARAS 1996; fenómeno también llamado “privatización del derecho
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167 Véase BETTI (2006 [1950]), 131-156 y passim, y LARENZ (1994 [1979]) 465 ss. Un resumen del fenómeno jurídico y del papel de los
principios generales de derecho en VERGARA 2007d.
168 Véase una explicación de dicha técnica en MODERNE 2005, 151-169.
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INDICE DETALLADO
Prefacio
INTRODUCCION:
TEORÍA DEL DERECHO ADMINISTRATIVO
II. EL ESTADO
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