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Valentina Rincón Rodríguez

Trabajo final Semiología y discurso

El beso. Gustav Klimt


Umberto Eco en Apocalípticos e integrados habla sobre el enfrentamiento entre la palabra y
la imagen, las cuales representan a una cultura que está dividida en culturas de masas y la
elite. Los integrados para el autor eran aquellos quienes carecían de sentido crítico como
para oponerse a algo. Entendiéndolo de esa manera, los integrados de Eco serían las
personas pertenecientes a la cultura de masas. Pretendo explicar entonces cómo la historia
del cuadro “El beso” de Gustav Klimt permite la co-existencia de los apocalípticos e
integrados y cómo juntos, pese a las diferencias, ambas partes conforman una cultura que
necesita una de la otra para su funcionamiento.

“El beso” de Gustav Klimt es una de las obras de arte más reconocidas a nivel mundial. Sin
embargo, el reconocimiento de esta obra por la gran mayoría de las personas se debe a la
publicidad que ésta ha tenido y, por consiguiente, por la fama que ha adquirido a lo largo de
los años. Nos encontramos ante una obra de arte que, evidentemente, se ha visto afectada
por la Modernidad en donde existe una relación abstracta: todo pierde su valor y se
convierte en moneda. En el caso de “El beso”, ya no interesa la historia del cuadro, salvo
algunas excepciones; interesa cuánto vale y cuánto valdrá.

Esta Modernidad que afecta al cuadro es posible gracias a la cultura de masas, que es
efímera, orientada al efecto, enfrentada entre lo pasional y lo racional, y, claramente, una
cultura a la que le importa la publicidad. Esta cultura emerge cuando las masas entran como
protagonistas en la vida social y participan en las cuestiones públicas. Así, en el caso de la
pintura de Klimt, la cultura de masas interfirió en la publicidad del cuadro, especialmente a
través de la imprenta, la cual permitiría que la imagen del cuadro original llegara a distintos
lugares alrededor del mundo. También, su divulgación fue efímera, pues se compartió con
el mundo para que éste fuera consciente de su existencia y a partir de entonces se convirtió
en una obra reconocida para todos, mas su divulgación no fue permanente a lo largo de los
años.
Así, las masas de todos los países del mundo pudieron conocer mediante la imprenta la
existencia de una obra de arte de tal semejanza, que realzó su importancia al ser comprada
por un valor tan alto (25.000 coronas) por el Museo Belvedere. Parte de la importancia que
el cuadro tuvo alrededor del mundo se debió al precio en el que fue comprado, mas
dejándose llevar por las cifras, las masas olvidaron lo que significaba el cuadro y la historia
que había plasmada en él, que, ciertamente, hubiera sido también de gran valor periodístico
para la otra parte de la cultura, la elite. Esta segunda cultura se tornó pasiva a través del
silencio. No obstante, con el tiempo, la cultura de masas dejó de compartir la imagen del
cuadro y su valor y empezó a contar la historia del autor, mas no del cuadro. De esta
manera, el mundo supo que el autor de “El beso” había sido fuertemente criticado por sus
trabajos anteriores, los cuales los críticos denominaron “pornográficas” y “excesivamente
pervertidas”. La parte “negativa” de la historia de las anteriores obras de Klimt, sin duda,
colaboró a que la pintura fuera aún más famosa por ser de un carácter distinto al de las
demás obras del autor.

Más adelante, la cultura elite, que desconfiaba totalmente de cualquier acción que pudiera
modificar el orden de las cosas, empezó a participar contando entre ellos la parte que les
interesaba del cuadro: la historia, el significado. Fue entonces cuando se dio a conocer el
trasfondo de la historia y su valor cultural, no económico. Se entendió, pues, que la pintura
tenía un enfrentamiento entre dos estilos artísticos diferentes: el Art Nouveau y el Arts and
Crafts. Además, analizando la realización de la obra y las demás pinturas que vinieron
después de “El beso” fue claro que esa pintura inició el “Periodo Dorado” de Klimt.
Además, fue de las pocas pinturas que involucraron la figura masculina, pues la mayoría de
las obras del austríaco eran basadas en la figura de la mujer. También hicieron viral el
hecho de que la pintura tenía el tamaño que la dos personas en el cuadro tenían, es decir, las
dimensiones del cuadro eran impresionantes: una apreciación a la que las fotografías de la
imprenta no le hacían justicia. De esta manera, cada componente de la pintura cumplía con
una función específica, desde el color dorado, hasta las flores que están regadas en el
vestido de mujer.
“El beso” es una pintura cuya imagen transmite más que una simple obra arte.
Representaba un momento, un pensamiento, una historia. Tanto la cultura de masas como la
elite fueron cruciales para el conocimiento de la obra, tanto en un plano estético como un
sentido literal y profundo. Ambos, los integrados y los apocalípticos de Umberto Eco, son
partes fundamentales de la cultura que permiten la relación de las dos clases, es decir, de un
punto en común, de unión en la sociedad. Pues, haciéndose cargo de la publicidad, la
cultura de masas participó en cuestiones públicas, a pesar de tener una falta de sentido
crítico; mientras que la elite, después del silencio como respuesta, asumieron su rol en la
participación pública al ver que “la integración arrojada por la puerta, vuelve a entrar por la
ventana”. La cultura de masas se hizo cargo de la divulgación de la obra de arte, cuya
historia podría ser contada únicamente por la elite, quien, al liberar su función, después
tuvo la oportunidad de participar en la correcta publicidad de la obra de arte, con su
conocimiento intelectual. La historia de “El beso” permite la unificación de la palabra (las
masas) y la imagen (la elite), que aún distintas, forman una misma cultura.
Bibliografía

https://monoskop.org/images/c/c4/Eco_Umberto_Apocalipticos_E_Integrados_1984.pdf

https://www.salirconarte.com/magazine/10-cosas-no-sabias-beso-klimt/

https://www.google.com.co/search?q=el+beso&rlz=1C5AVSZ_enCO621CO621&source=l
nms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwj80qbAvujeAhWFxVkKHQ0lATQQ_AUIDigB

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