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19 MAYO, 2014

PRINCIPIOS RECTORES
DEL JUICIO DE AMPARO
VIGENTE

El 6 junio de 2011 se decretó reformas a los artículos 103 y 107 de


la Constitución Federal; y el 10 de junio de 2011 se estableció
reforma al artículo 1 de la Carta Magna,

En base a lo anterior, para los efectos de una petición de amparo,


se debe analizar el efecto del contenido de los señalados artículos
constitucionales, puesto que ahora establece la obligación de todas
las autoridades, específicamente los Tribunales de la Federación
de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos
reconocidos por la Constitución Federal y los Tratados
Internacionales, de conformidad a los principios ahí señalados,
agregando la obligación del Estado de prevenir y reparar las
violaciones a los derechos humanos, en los términos que
establezca la ley.

Si es verdad que es criterio se la Suprema Corte de Justicia de la


Nación que en todos los juicios de los Tribunales de la Federación,
que ven cuestiones de legalidad, como el juicio de amparo directo,
así como en los recursos que emanen de ellos, no está previsto en
el Sistema Constitucional como una de las formas de control de la
Constitución, sino exclusivamente como un medio técnico de
optimizar la función realizada por el juzgador en el juicio o recurso
respectivo, por lo que mediante esos juicio de legalidad, amparos
directos o recursos no tiene el objetivo primordial de impugnar la
constitucionalidad de los preceptos invocados.

También lo es que con motivo de la reforma constitucional


publicada en el Diario Oficial de la Federación el 10 de junio de
2011, específicamente al artículo 1 y atento a los PRINCIPIOS DE
PROGRESIVIDAD y PRO PERSONA en él previstos, TODAS LAS
AUTORIDADES DEL PAÍS, dentro del ámbito de sus competencias
están obligadas a efectuar el CONTROL DE
CONSTITUCIONALIDAD, o bien de CONVENCIONALIDAD EX
OFFICIO a efecto de velar por los derechos humanos contenidos
en la Constitución Federal y en los instrumentos internacionales
celebrados por el Estado mexicano y a adoptar la interpretación
más favorable al derecho humano de que se trate.

En ese orden, el Estado Mexicano por conducto de todos sus


tribunales locales o federales, tiene la facultad y la obligación de
reparar las violaciones a los derechos humanos en los términos
que establezca la ley; ya que la propia Constitución prevé el
cumplimiento sustituto a que se refiere el artículo 107, fracción XVI
penúltimo párrafo, la sentencia que declare que se ha violado
derechos humanos, la conclusión debe ser que la consumación de
los efectos del acto reclamado no debe ser ya una causa de
improcedencia del juicio de amparo.

La restitución del quejoso en el pleno goce del derecho violado


debe entenderse conforme a la Ley General de Víctimas, cuyos
artículos 13 y 70 prevén que:

Artículo 13. Adicionalmente a lo señalado en las leyes aplicables,


la reparación integral comprende:

a) El restablecimiento de las cosas en el estado en que se


encontraban antes de cometerse el delito o la violación a alguno o
algunos de los derechos humanos;

b) La restitución de todos los bienes o valores de su propiedad que


hayan sido incautados o recuperados por las autoridades
incluyendo sus frutos y accesorios, si no fuese posible, el pago de
su valor actualizado. Si se trata de bienes fungibles, el juez podrá
condenar a la entrega de un objeto igual al que fuese materia de
delito sin necesidad de recurrir a prueba pericial;

c) La reparación del daño moral sufrido por la víctima o las


personas con derecho a la reparación integral. Se entiende por
daño moral, aquellos efectos nocivos de los hechos del caso que
no tienen carácter económico o patrimonial y no pueden ser
tasados, por ende, en términos monetarios. El daño moral
comprende tanto los sufrimientos y las aflicciones causados a las
víctimas directas y a sus allegados, como el menoscabo de valores
muy significativos para las personas y toda perturbación que no sea
susceptible de medición pecuniaria. En los casos en los que el
delito constituye una violación grave a los derechos humanos, se
presumirá el daño moral de la víctima;

d) El resarcimiento de los perjuicios ocasionados;

e) El pago de salarios o percepciones correspondientes, cuando


por lesiones se cause incapacidad para trabajar en oficio, arte o
profesión;

f) En casos de delitos o violaciones graves a derechos humanos al


pago de los gastos y costas judiciales del asesor jurídico cuando
éste sea privado;

g) El pago de los tratamientos médicos que, como consecuencia


del delito o de la violación a los derechos humanos, sean
necesarios para la recuperación de la salud psíquica y física de la
víctima, así como los gastos de transporte, alojamiento o
alimentación que le ocasione trasladarse al lugar del juicio si la
víctima reside en municipio o delegación distinto al del
enjuiciamiento.

Artículo 70. La compensación se otorgará por todos los perjuicios,


sufrimientos y pérdidas económicamente evaluables que sean
consecuencia del delito o de la violación de derechos humanos,
incluyendo el error judicial. Estos perjuicios, sufrimientos y pérdidas
incluirán, entre otros y como mínimo:

a) El daño físico o mental;


b) La pérdida de oportunidades, en particular las de empleo,
educación y prestaciones sociales;
c) Los daños materiales, incluidos los daños permanentes y la
pérdida de ingresos; así como el lucro cesante;
d) Los p erjuicios morales y los daños causados a la dignidad de la
víctima, y
e) Los gastos de asistencia jurídica o de expertos, medicamentos
y servicios médicos y servicios psicológicos y sociales.

Por otro lado, dentro de la reforma a los preceptos constitucionales


en cita, se desprende que el acto de autoridad es un acto jurídico,
y por lo cual constituye una manifestación de la voluntad que
produce consecuencias jurídicas, esto es, que crea, modifica o
extingue derechos y obligaciones.
Dicha manifestación de la voluntad puede actualizarse en forma
expresa, por escrito. Los actos de los órganos del Estado, para
efectos del juicio de amparo al clasificarse como actos de autoridad
son de molestia o de privación.

La constitución distingue en los artículos 14 y 16, entre actos de


privación y actos de molestia, en ambo casos se trata de actos de
autoridad, se insiste, que crean, modifican o extinguen derechos y
obligaciones de un particular.

La diferencia entre ambos es la finalidad de afectación; los actos


de privación constituyen una decisión definitiva de un órgano del
Estado; es decir, la afectación se produce como fin de la actividad
del órgano estatal; en cambio, los actos de molestia constituyen
medios para preparar o permitir una posterior decisión final del
Estado; esto es, la afectación al particular no constituye un fin en
sí misma sino sólo el medio que permita al Estado emitir,
posteriormente una decisión final.

Como consecuencia de dicha distinción, los requisitos exigidos por


la Constitución para la realización de uno u otro tipo de actos
cambian:
• Los actos de molestia requieren sólo ser emitidos por escrito,
fundados y motivados, y pueden ser realizados por cualquier
autoridad;

• Los actos de privación están reservados, conforme al modelo


constitucional, a los tribunales previamente establecidos y su
emisión se condiciona a la realización de un juicio en el que se
sigan las formalidades esenciales del procedimiento y se apliquen
las leyes expedidas con anterioridad a los hechos; es lo que se
conoce como debido proceso o audiencia previa.

Nuestra Carta Magna ha otorgado siempre el derecho a la


legalidad, antes considerada como “una garantía de legalidad”
(tradicionalmente referida a actos de molestia o actos de privación),
pero ahora debe considerarse a la seguridad jurídica y la legalidad
como derechos humanos en sí mismo; que al ser reconocido por la
constitución se considera como derechos fundamentales; al igual
que los derechos humanos a la audiencia, defensa, debido
proceso, petición, irretroactividad, etcétera; sin que puedan ser
suspendido ni restringidos en ningún momento, de acorde a los
tratados internacionales de los que el Estado Mexicano es parte,
tal y como lo establece el artículo 29 de la Constitución Federal.

En base a lo anterior se pudiera decir que tradicionalmente se


había considerado que el juicio de amparo era un medio de control
constitucional; pero con las reformas deja esa postura y pasa a ser
una garantía de defensa de los derechos humanos.

Mediante el juicio de amparo, se había efectuado el control sobre


el cumplimiento de las denominadas “garantías individuales”,
especialmente a través de las de seguridad jurídica previstas en
los artículos 14 y 16 Constitucionales y, a través de ellas, se había
verificado la constitucionalidad de prácticamente todos los actos de
autoridad y asegurar al respecto de las autoridades casi, una
verdadera garantía de regularidad constitucional del sistema
jurídico nacional.

Sin embargo, las reformas constitucionales del 6 y 10 de junio de


2011, han cambiado esta función y han desaparecido dichas
“garantías individuales” las cuales habían sido identificadas como
“derechos que otorga el Estado de favor de los gobernados”, al
desaparecer la conceptualización de esas garantías individuales,
de deja de denominar al juicio de amparo como “juicio de
garantías”; y a su vez, el juicio de amparo ha pasado, de ser un
instrumento que garantizaba el cumplimiento de todas las
disposiciones constitucionales, a ser “una garantía” respecto de los
derechos humanos reconocidos por la constitución.

Si se toma en cuenta que, del artículo 1 Constitucional al disponer


que “… todas las personas gozarán de los derechos humanos
reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales
de los que el Estado Mexicano sea parte, así como de las
“garantías” para su protección…”, entonces, la Ley Fundamental
“reconoce” los derechos humanos, porque dichos derechos no son
otorgados por la Constitución, sino que sólo los reconoce, por
tanto, debemos coronar que, la finalidad del amparo ha dejado de
ser el control de la constitucionalidad, puesto que su función ya no
tiene como base asegurar el cumplimiento del texto constitucional
en sí mismo considerado, sino el respeto a los derechos humanos,
concepto que la propia constitución coloca por encima de sí misma
al establecer que los reconoce, con lo que, por un lado se
abandona la postura positivista de la Constitución y se abandona
la expresión “garantías que otorga la Constitución”, para pasar una
postura Iusnaturalista, mediante lo cual, nuestra Carta Magna
reconoce que los derechos humanos son anteriores al Estado y
obliga a que los órganos del Estado, tomar una postura primaria de
protección de esos derechos humanos.

El derecho humano a la seguridad jurídica y la legalidad residen en


que los seres humanos pueden exigir que, el sistema jurídico se
aplique correctamente con su totalidad. Los derechos humanos
derivan de la naturaleza humana y, por tanto, su respeto es exigible
al Estado y los Tribunales Federales, en términos de los artículos
1, 103 y 107 de la Constitución Federal; en tanto que son sujetos
del sistema jurídico, y por tanto, todos los órganos deben cumplir
con las normas que lo constituyen.

Por otro lado, se debe tomar en cuenta que el artículo 1


Constitucional, al establecer que “… todas las personas gozarán…
de las “garantías” para su protección…”, se debe omitir
relacionarlas con el concepto de “garantías individuales”, sino
referirse a las instituciones que tiene el Estado Mexicano para la
protección de los derechos humanos como lo son:

• La misma Constitución;
• El juicio de Amparo;
• Las Acciones de Inconstitucionalidad;
• El sistema de medios de impugnación en materia electoral;
• Las Actividades de la Comisión de Derechos Humanos;
• El Juicio ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y
• La Obligación de Autoridades de Promover, Respetar y Reparar
las violaciones a los derechos humanos, etcétera

Siendo precisamente a este último instrumento o “garantía”, la


obligación del Poder Judicial de la Federación de promover,
Respetar y Reparar las violaciones a los derechos humanos de la
cual no se debe separar en la presente contienda constitucional.

Mtro Eduardo Villalobos Mancilla

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