Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Autismo 70 Años Despues PDF
Autismo 70 Años Despues PDF
Hans Asperger.
Autism 70 years after Leo Kanner and Hans Asperger.
a
Corporació Sanitària Parc Taulí. Hospital de Sabadell. Unidad de Neuropediatría, Sabadell, Barcelona,
España. Centre Mèdic Psyncron, Sabadell, Barcelona, España. bUniversitat de Barcelona. Departamento
de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación. Campus Mundet, Barcelona, España.
RESUMEN: A partir de las aportaciones de Leo ABSTRACT: From the contributions of Leo Kan-
Kanner (1943) y Hans Asperger (1944), el autismo ner (1943) and Hans Asperger (1944), autism has
ha sido foco de intenso debate, no sólo sobre as- been the focus of an intense debate about its phe-
pectos fenomenológicos, etiológicos y terapéuticos; nomenological, etiological and therapeutic aspects
sino también sobre su propia naturaleza. La presen- and about its nature. This review aims to describe
te revisión pretende situar el autismo como un con- autism as a dynamic concept subject to interpre-
cepto dinámico sometido a interpretaciones no solo tations not only different, but radically opposed.
diversas, sino radicalmente enfrentadas. Bajo un During four decades there has been a controver-
controvertido debate entre teorías psicodinámicas, sial debate between psychodynamic, behavioral
conductistas y biológicas transcu-rrieron casi cuatro and biological theories till autism was incorpora-
décadas, hasta que el autismo fue incorporado a los ted into the Diagnostic and Statistical Manual of
manuales diagnósticos. A partir de los años 80 una Mental Disorders. From the 80’s on an important
parte importante de los profesionales implicados en part of the professionals involved in autism, based
el autismo basa el diagnóstico en criterios consen- the diagnosis on agreed criteria that allow defi-
suados que permiten delimitar grupos homogéneos, ning homogenous groups, without which research
sin los cuales sería estéril la investigación y el inter- would be sterile and shared knowledge impossible.
cambio de conocimientos. Pero los criterios actua- But today’s standards, and especially the nosolo-
les, y sobre todo la ubicación nosológica del autis- gical location of autism, appear to be still far from
mo, parecen estar todavía lejos de ser consolidados being consolidated as definitive. Perhaps the con-
como definitivos. Posiblemente las aportaciones del tributions of the DSM 5 will be the beginning of
DSM 5 sean el inicio de un giro radical. a turnabout.
PALABRAS CLAVE: Manual Diagnóstico y Esta- KEY WORDS: Asperger’s disorder, autism spec-
dístico de Trastornos Mentales, DSM, síndrome de trum disorders, autistic disorder, Diagnostic and
Kanner, trastorno autístico, trastorno de Asperger, Statistical Manual of Mental Disorders, DSM,
trastorno del espectro autista. Kanner’s syndrome.
estos autores han existido siempre. Por esta razón es posible rescatar múltiples
huellas de su paso por la historia de la humanidad.
Quizás la primera referencia escrita conocida corresponde al siglo XVI.
Johannes Mathesius (1504-1565) (1), cronista del monje alemán Martin Lutero
(1483-1546), relató la historia de un muchacho de 12 años severamente autista.
De acuerdo con la descripción del cronista, Lutero pensaba que el muchacho no
era más que una masa de carne implantada en un espíritu sin alma, poseído por el
diablo, respecto al cual sugirió que debería morir asfixiado.
Otro caso histórico es el del insólito Fray Junípero Serra, quien ejemplifi-
ca muchos de los síntomas que se pueden observar en personas con autismo. De
acuerdo con los relatos recogidos en el libro anónimo “Las Florecillas de San
Francisco” (2), escrito en el siglo XVII, donde se relatan pequeñas historias de este
santo, Fray Junípero no comprendía las claves sociales o el lenguaje pragmático,
no detectaba la intencionalidad del comportamiento de los demás, no se adaptaba
a las diferentes convenciones sociales y mostraba dificultades para comprender
la comunicación no verbal. Una divertida anécdota, referida en el libro, ilustra la
candidez y la tendencia a la interpretación literal implícita en el lenguaje del fraile.
Resulta que el hermano Junípero se brindó a un pobre enfermo para servirle en lo
que pudiera ser útil. Ante tal solicitud, el enfermo pidió al buen fraile: “«Sería un
gran consuelo si me pudieras traer un trozo de jamón». Sin pensárselo dos veces,
el hermano Junípero tomó de la cocina un enorme cuchillo y se dirigió a un bosque
donde iban los cerdos a comer. Atrapó uno de ellos y sujetándolo con fuerza con-
siguió cortarle una pata. Tras dejar al gorrino mal herido, corrió al convento donde
con gran esmero cocinó la pata, dando de este modo satisfacción a los deseos del
enfermo quien la comió con gran voracidad.
Mayor divulgación y polémica ha recibido el caso del niño salvaje Victor de
Aveyron, estudiado por el Dr. Jean Itard, y llevado a las pantallas de cine en 1970
en la película, dirigida por Francois Truffaud, “L´enfant sauvage”. Esta historia
fue agudamente estudiada por la psicóloga inglesa Uta Frith (2003) (3), quien apor-
tó una versión muy distinta respecto a la convencional. Cuando Victor fue hallado
en estado salvaje en los bosques del Midi Francés, no hablaba, no hacía demandas,
no establecía contacto con las personas y parecía totalmente desprovisto de cual-
quier forma de sociabilidad. Su edad se estimó alrededor de los 12 años. El caso
despertó en su época, finales del siglo XVIII, un apasionante debate en el mundo
intelectual, conmovido por el enternecedor e intrigante caso. El debate se movía
entre dos polos: ¿era Victor, privado del contacto social, algo parecido a una bestia
salvaje desprovista de cualquier sentido moral?; o por el contrario, ¿sería el buen
salvaje rousseauniano, no contaminado por la sociedad, del cual emergerían las
virtudes humanas en su estado más puro? .Desde una perspectiva más pragmática,
algunos médicos de la época pensaron que Victor padecía una deficiencia severa
desde el nacimiento – imbecilidad constitucional – y que, precisamente por este
El autismo 70 años después de Leo Kanner y Hans Asperger 569
ORIGINALES Y REVISIONES
Durante los años previos a Leo Kanner fueron apareciendo trabajos que se
pueden considerar aproximaciones conceptuales al autismo. Tales aportaciones
se inspiraban en interpretaciones de lo que se denominó esquizofrenia de inicio
precoz (8), síndromes parecidos a la esquizofrenia (9) o cuadros regresivos en la
infancia (10). Ello indicaba que las personas con autismo, como es obvio, acudían
a las consultas e intrigaban a los psiquiatras de la época.
como Kanner. Nadie podía precisar y comprender con mayor precisión cuales de-
bían ser los límites entre el autismo y otros trastornos. Puesto que el conocimiento
del autismo estaba emergiendo, era capital no confundirlo con otros problemas,
de otro modo resultaría muy adulterada la investigación y el progreso en el cono-
cimiento de la naturaleza del autismo. Con esta finalidad, Kanner propuso como
criterios que definían el autismo precoz los siguientes síntomas cardinales: aisla-
miento profundo para el contacto con las personas, un deseo obsesivo de preservar
la identidad, una relación intensa con los objetos, conservación de una fisonomía
inteligente y pensativa y una alteración en la comunicación verbal manifestada por
un mutismo o por un tipo de lenguaje desprovisto de intención comunicativa. De
todos estos aspectos, en 1951 Kanner destacaba como característica nuclear: la
obsesión por mantener la identidad, expresada por el deseo de vivir en un mundo
estático, donde no son aceptados los cambios.
Al mismo tiempo que Kanner progresaba en sus estudios se iba extendiendo
por América y por Europa el conocimiento del trastorno. Como era lógico esperar,
pronto surgieron interpretaciones contradictorias y discordantes. En 1952 se con-
firmaba en Europa la existencia del síndrome tras la publicación de los trabajos de
van Krevelen en Holanda (15) y de Stern en Francia (16).
Se lamentaba Kanner de que mientras en Europa era bien aceptada la precisa
delimitación del autismo como una enfermedad “sui generis”, en el continente
americano se extendía el habito de diluir el concepto original a causa de incorporar
interpretaciones y conceptualizaciones heterogéneas. El diagnóstico de autismo se
convirtió casi en una moda. Se diagnosticaba como autistas a niños con retraso
mental asociado a algún síntoma raro, pero sobre todo se extendió el punto de vista
de que el autismo dependía exclusivamente de determinantes emocionales ligados
al vínculo materno. Esta postura justificaba la aplicación indiscriminada de “tera-
pia” a todos los pacientes, al margen de cualquier filigrana diagnóstica, ya que en el
fondo todos los problemas mentales eran enfocados desde el Psicoanálisis de forma
idéntica. No tenía, por tanto, ningún sentido preocuparse por cuestiones irrelevan-
tes como la genética, el metabolismo o el funcionamiento del sistema nervioso.
Kanner estaba escandalizado y satirizaba la tendencia a considerar “por de-
creto” que el destino de un bebe venía determinado de modo exclusivo por lo que
ocurre en el interior y alrededor del neonato (17). De modo que la terapia, como
afirmaba irónicamente Kanner, podía modificar las potenciales fatales consecuen-
cias y ofrecer la oportunidad para adaptarse a las exigencias de la convivencia
suburbana. Esta postura le había llevado a escribir, ya en 1950, el libro titulado:
“En defensa de las madres. Como educar a los niños a pesar de los psicólogos
más celosos”. Afirmaba Kanner: “No existen suficientes refugios para los bom-
bardeos verbales que llueven sobre los padres contemporáneos”. En cualquier
ocasión reaccionaba rápidamente cuando escuchaba palabras y frases destinadas a
572 J. Artigas-Pallarès , I. Paula
ORIGINALES Y REVISIONES
Hans Asperger. Un año después del artículo de Kanner sin saber de Kanner.
Hans Asperger, pediatra vienés, era 12 años más joven que Kanner. Tras gra-
duarse en Medicina en Viena fue contratado en el Hospital Infantil de la Universi-
574 J. Artigas-Pallarès , I. Paula
ORIGINALES Y REVISIONES
dad de Viena. Un año más tarde, en 1944, publicó observaciones muy similares a
las de Kanner. Sin embargo el hecho de estar escritas en alemán limitó en gran me-
dida su difusión. Contrasta la relativa placidez de la vida universitaria de Estados
Unidos, donde estaba ubicado Kanner, con la atormentada situación de Viena du-
rante la II Guerra Mundial. Al poco tiempo de finalizar la contienda fue nombrado
director del Hospital Infantil de la ciudad. Más tarde ocupó la cátedra de Pediatría
en la Universidad de Viena.
La publicación de Asperger recogía la historia de cuatro muchachos, y al
igual que Kanner, utilizaba el término autismo (psicopatía autista), coincidencia
asombrosa si se tiene en cuenta, como parece ser, que Asperger desconocía el
trabajo y la publicación de Kanner, y viceversa. Los pacientes identificados por
Asperger mostraban un patrón de conducta caracterizado por: falta de empatía,
ingenuidad, poca habilidad para hacer amigos, lenguaje pedante o repetitivo, pobre
comunicación no verbal, interés desmesurado por ciertos temas y torpeza motora y
mala coordinación. Asperger solía utilizar la denominación de “pequeños profeso-
res” (kleine Professoren) para referirse a ellos, destacando su capacidad para hablar
de sus temas favoritos de modo sorprendentemente detallístico y preciso.
Quizás los dos aspectos que más impresionan de las aportaciones de Asperger
son, por una parte, la extrema precisión y minuciosidad de sus publicaciones y, por
otro lado, la esmerada comprensión hacia los niños diagnosticados de psicopatía
autística. No sorprende que se haya especulado que la personalidad del propio Hans
Asperger compartiera algunas características propias del síndrome por él descrito.
Por lo que se ha podido rescatar sobre su biografía (21), está bien documentado
que era un chico solitario, con dificultad para hacer amigos, dotado de un lenguaje
muy desarrollado y sumamente conocedor de la obra del poeta alemán Franz Grill-
parzer cuyas poesías frecuentemente recitaba ante sus perplejos y desinteresados
compañeros. Las fotografías tomadas durante su período de relevancia profesional
lo suelen mostrar con una expresión cándida, franca y sumamente interesada en su
trabajo, rematada por una mirada intensa (22). Asperger no sólo era un gran clínico,
sino que era un defensor apasionado de la integración social y laboral de las perso-
nas que tenían las características que había descrito. No deja de ser admirable que
en una sociedad regida por las ideas eugenésicas del nazismo, Asperger destacara
el valor social de estos ciudadanos, coincidiendo con Kanner en su enfoque huma-
nista del tratamiento a los pacientes. Por ello, afirmaba con contundencia que los
maestros trabajarían mejor y conseguirían los mejores resultados si se ponían de su
lado. Abogaba por una educación basada en la comprensión. En su época, Asperger
ya sostenía algo que hoy parece sorprender a muchos profesionales dedicados a la
educación, como es defender que los niños con el trastorno que describió aprenden
más y mejor cuando son guiados por sus intereses especiales.
El autismo 70 años después de Leo Kanner y Hans Asperger 575
ORIGINALES Y REVISIONES
por la inseguridad de los padres y por la necesidad de defenderse ellos mismos del
feto desde el mismo principio de su nacimiento.
Aunque Kanner siempre había defendido el carácter innato del autismo, se
adhirió parcialmente, por un tiempo, a la teoría de la madre nevera, bajo la premisa
de que este podía ser un factor coadyuvante (30).
Bettelheim (1967) quiso ir más allá del Psicoanálisis en la comprensión del
autismo incorporando otras teorías tales como Epistemología Genética, desarrolla-
da por Jean Piaget. El principal empeño de Bettelheim era comprender el autodesa-
rrollo, o su ausencia en los niños autistas. El creía que los escritos psicoanalíticos
atribuían una identidad demasiado desarrollada a los individuos autistas, cuya con-
ducta ya se había roto, según él, en todas las áreas en un estadio muy precoz, lo cual
se reflejaba en la ausencia de una psique organizada
Puesto que el sentido del yo va mano a mano con la primera consciencia del
entorno, utilizó las ideas de Piaget afirmando: “la acción no requiere conscien-
cia, pero tras habérsela representado genera la primera consciencia. La acción
entonces crea la separación entre el Yo y el no Yo, fuera del caos primario. Más
correctamente, debería decirse que la acción crea una hendidura entre lo que se
actúa y lo que es actuado; y lo que influye es la separación entre lo que (a través
de la acción) se convierte en el Yo y lo que (a través de la influencia) se convierte
en su objeto”.
Piaget ya había escrito algo similar: “El individuo solo llega a aprender a
conocerse a sí mismo cuando actúa sobre el objeto, y este último solo llega a ser
conocido como resultado del progreso de la acciones”. (31)
Respecto a Marcia, una de sus pacientes, Bettelheim afirmaba que la mala
madre, el mal objeto, no había sido incorporado sino que simplemente había toma-
do posesión de Marcia. Desde esta percepción se entiende que fundara la Orthoge-
nic School, donde el niño era separado de sus padres para que de este modo, con la
ayuda de los terapeutas, pudiera resolver sus problemas.
Bettelheim falleció por suicidio en 1990. No tardaron, tras su muerte, en apa-
recer alegaciones respecto a la falsificación de credenciales académicas y acusacio-
nes por abuso físico a pacientes internados en su escuela (32). En cualquier caso,
al margen de su contradictoria trayectoria profesional y personal, y de la validez de
sus teorías, el impacto que ha generado su obra es innegable.
Progresivamente, tanto las aportaciones de Bettelheim, como las de la escue-
la psicoanalítica en general, sobre todo en sus interpretaciones más radicales, han
experimentado un fuerte declive, expresado ya en la década de los años 70 (33-35)
y han sido explícitamente cuestionadas por la mayoría de guías de buena práctica
en el tratamiento del autismo (36-40).
578 J. Artigas-Pallarès , I. Paula
ORIGINALES Y REVISIONES
El autismo en el DSM.
Tabla I.
Criterios diagnósticos del DSM I (1952) y el DSM II (1968) para la esquizofrenia de tipo infantil.
Contempla el autismo como una forma de esquizofrenia, siguiendo la línea previa a las aportaciones de Leo
Kanner.
Esta categoría se utilizó para los síntomas esquizofrénicos que aparecen antes de la pubertad. Se considera
que la enfermedad puede manifestarse por: comportamiento autista y atípico, fracaso para desarrollar una
identidad separada de la madre, inmadurez y alteraciones del desarrollo.
Estas alteraciones del desarrollo pueden provocar retraso mental, el cual también debe diagnosticarse.
No fue hasta 1980, con la publicación del DSM-III (43), cuando se incorporó
el autismo como categoría diagnóstica específica. Se contemplaba como una en-
tidad única, denominada “autismo infantil”. Para su diagnóstico se requerían seis
condiciones, todas las cuales debían estar presentes. La tabla II, muestra los crite-
rios del DSM III, para el autismo infantil.
El autismo 70 años después de Leo Kanner y Hans Asperger 579
ORIGINALES Y REVISIONES
Tabla II.
Criterios diagnósticos del DSM III para el autismo infantil. 1980.
D. Si hay lenguaje se caracteriza por patrones peculiares tales como ecolalia inmediata o retrasada lenguaje
metafórico e inversión de pronombres.
E. Respuestas extrañas a varios aspectos del entorno; por ejemplo, resistencia a los cambios, interés peculiar
o apego a objetos animados o inanimados.
Tabla III.
Criterios diagnósticos del DSM III-R para el trastorno autista. 1987.
Por los menos deben estar presentes 8 de los siguientes 16 criterios, de los cuales deben incluirse por lo
menos 2 ítems de A, uno de B y uno de C.
A. Alteración cualitativa en la interacción social recíproca (los ejemplos entre paréntesis han sido organizados
de modo que los listados en primer lugar sean los que sean más aplicables a los más pequeños o más
afectados, y los últimos a los mayores o menos afectados) manifestado por lo siguiente:
1. Marcada falta de consciencia de la existencia de sentimiento en las otras personas (por ejemplo trata a la
persona como si fuera un objeto o un mueble; no detecta el malestar en la otra persona; en apariencia no tiene
el concepto de la necesidad de privacidad de los demás).
2. Ausencia o alteración en la busca de consuelo en los momentos de angustia (por ejemplo, no busca
consuelo cuando está enfermo, se hace daño, o está cansado; busca consuelo de forma estereotipada, por
ejemplo dice: “queso, queso, queso” cuando algo le duele).
3. Ausencia o alteración en la imitación (por ejemplo, no gesticula bye-bye: no coopera en las actividades
domesticas de los padres; imitación mecánica de las acciones de los demás fuera de contexto).
4. Ausencia o alteración en la imitación del juego social (por ejemplo, no participa activamente en juegos
simples, prefiere el juego solitario; solo involucra a los otros niños en el juego como soporte mecánico).
5. Alteración importante en la habilidad para hacer amigos entre los iguales (por ejemplo, falta de interés en
hacer amistad con iguales a pesar de tener aficiones similares; muestra falta de comprensión de las normas de
interacción social, por ejemplo leer el listín de teléfono a compañeros que no les interesa).
B. Alteración cualitativa en la comunicación verbal y no verbal y juego imaginativo (los ítems enumerados
han sido organizados de modo que los listados en primer lugar sean los que sean más aplicables a los más
pequeños o más afectados, y los últimos a los mayores o menos afectados) manifestado por lo siguiente:
2. Comunicación no verbal marcadamente anormal, como el uso de contacto visual, expresión facial, gestos
para iniciar o modular la interacción social (por ejemplo, no anticipa para ser tomado en brazos, se pone
rígido cuando se le toma en brazos, no mira a la persona o sonríe cuando realiza un contacto social, no recibe
o saluda a las visitas, mantiene la mirada perdida en las situaciones sociales);
3. Ausencia de juego simbólico, como imitar actividades de los adultos, per-sonajes de fantasía o animales;
falta de interés en historias sobre acontecimientos imaginarios.
4. Claras alteraciones en el habla, incluyendo, volumen, tono, acento, velocidad, ritmo y entonación (por
ejemplo, tono monótono, prosodia interrogativa, tono agudo).
5. Claras alteraciones en la forma o contenido del lenguaje, incluyendo uso estereotipado o repetitivo del
lenguaje (por ejemplo, ecolalia inmediata o repetición mecánica de anuncios de la televisión); uso del “tu”
en lugar del “yo” (por ejemplo, decir “quieres una galleta” para decir “quiero una galleta”; uso idiosincrático
El autismo 70 años después de Leo Kanner y Hans Asperger 581
ORIGINALES Y REVISIONES
de palabras o frases (por ejemplo, “montar en el verde” para decir “yo quiero montar en el columpio”);
o frecuentes comentarios irrelevantes (por ejemplo, empezar a hablar de horarios de trenes durante una
conversación sobre viajes).
6. Clara alteración en la capacidad para iniciar o mantener una conversación con los demás, a pesar de
un lenguaje adecuado (por ejemplo dejarse llevar por largos monólogos sobre un tema a pesar de las
exclamaciones de los demás).
1. Movimientos corporales estereotipados (por ejemplo, sacudir o retorcer las manos, dar vueltas, golpear la
cabeza, movimientos corporales complejos).
2. Preocupación persistente por partes de objetos (por ejemplo, olfatear objetos, palpar reiteradamente la
textura de objetos, girar ruedas de coches de juguete) o apego a objetos inusuales (por ejemplo, insistir en
llevar encima un trozo de cuerda).
3. Manifiesto malestar por cambios en aspectos triviales del entorno (por ejemplo, cuando se cambia un jarro
de su lugar habitual).
4. Insistencia irracional para seguir rutinas de modo muy preciso (por ejemplo, insistir en que siempre se debe
seguir exactamente la misma ruta para ir a la compra).
5. Manifiesto rango restringido de intereses y preocupación por un interés concreto (por ejemplo, interesado
en alinear objetos, acumular datos sobre meteorología o pretender ser un personaje de fantasía).
Tabla IV.
Criterios diagnósticos del DSM IV-TR para el trastorno autista. 2000.
A. Para darse un diagnóstico de autismo deben cumplirse seis o más manifestaciones del conjunto de
trastornos (1) de la relación, (2) de la comunicación y (3) de la flexibilidad. Cumpliéndose como mínimo
dos elementos de (1), uno de (2) y uno de (3).
(1) Trastorno cualitativo de la relación, expresado como mínimo en dos de las siguientes manifestaciones:
(a) Trastorno importante en muchas conductas de relación no verbal, como la mirada a los ojos, la
expresión facial, las posturas corporales y los gestos para regular la interacción social.
(b) Incapacidad para desarrollar relaciones con iguales adecuadas al nivel evolutivo.
(c) Ausencia de conductas espontáneas encaminadas a compartir placeres, intereses o logros con otras
personas (por ejemplo, de conductas de señalar o mostrar objetos de interés).
(d) Falta de reciprocidad social o emocional.
(2) Trastornos cualitativos de la comunicación, expresados como mínimo en una de las siguientes
manifestaciones:
(a) Retraso o ausencia completa de desarrollo del lenguaje oral (que no se intenta compensar con
medios alternativos de comunicación, como los gestos o mímica).
(b) En personas con habla adecuada, trastorno importante en la capacidad de iniciar o mantener
conversaciones.
(c) Empleo estereotipado o repetitivo del lenguaje, o uso de un lenguaje idiosincrático.
(d) Falta de juego de ficción espontáneo y variado, o de juego de imitación social adecuado al nivel
evolutivo.
(3) Patrones de conducta, interés o actividad restrictivos, repetidos y estereo-tipados, expresados como
mínimo en una de las siguientes manifestaciones:
(a) Preocupación excesiva por un foco de interés (o varios) restringido y estereotipado, anormal por su
intensidad o contenido.
(b) Adhesión aparentemente inflexible a rutinas o rituales específicos y no funcionales.
(c) Estereotipias motoras repetitivas (por ejemplo, sacudidas de manos, retorcer los dedos,
movimientos complejos de todo el cuerpo, etc.).
(d) Preocupación persistente por partes de objetos.
B. Antes de los tres años, deben producirse retrasos o alteraciones en una de estas tres áreas: (1) interacción
social, (2) empleo comunicativo del lenguaje o (3) juego simbólico.
El espectro autista.
BIBLIOGRAFÍA:
(4) Lane H. Wild Boy of Aveyron. Cambridge: Harvard University Press Publications, 1976.
(5) Bonnaterre PJ. Notice historique sur le sauvage de l’Aveyron. Journal de Paris 1800; Sept-
ember 5: 1741-2.
(6) Bleuler E. Dementia praecox or the group of schizophrenias. Monograph series on schizo-
phrenia. Vol 1. New York: International University Press, 1950.
(7) Rothgeb C L. Abstracts of the Collected works of C.G. Jung. London: Karnac Books Ltd,
1992.
(8) Bender L. Chidhood schizophrenia. Nerv Child 1942; 1: 138-40
(9) Gesell A, Amatruda GS. Developmental diagnosis. New york: Harper 1941.
(10) Hulse WC, Heller T. Dementia infantilis. J Nerv Ment Dis 1954; 119: 471-7.
(11) Kanner L. Autistic disturbances of affective contact. Nerv Child 1943; 2: 217-50.
(12) Kanner L. Child Psychiatry. Springfield: Charles C. Thomas, 1935. (traducción castellana:
Psiquiatría Infantil. Buenos Aires: Siglo XX 1972.)
(13) Bird D. Dr. Leo Kanner 86, Child Psychologist. New York Times, 1981; April 7.
(14) Kanner L.The conception of wholes and parts in early infantile autism. Am J Psychiatry
1951; 108: 23-6.
(15) van Krevelen DA. Early infantile autism. Acta Paedopsychiatr 1952; 91: 81-97.
(16) Stern, E. A propos d’un cas d’autisme chez un jeune enfant. Arch Fr Pediatr 1952; 9: 157-64.
(17) Kanner L. To what extent is early infantile autism determined by constitutional inadequa-
cies? Res Publ Assoc Res Nerv Ment Dis 1954; 33: 378-85.
(18) Kanner L. In Defense of Mothers: How to Bring up Children in Spite of the More Zealous
Psychologists. Springfield: Charles C Thomas Publisher, 1950.
(19) Kanner L. Infantile autism and the schizo¬phrenias. Behav Sci, 10:412, 1965.
(20) Kanner L. General concept of schizophrenia at different ages. Res Publ Assoc Res Nerv
Ment Dis. 1955; 34: 451-3.
(21) Lyons V, Fitzgerald M. Did Hans Asperger (1906-1980) have Asperger syndrome?, J Autism
Dev Disord 2007 37: 2020-1.
(22) Osborne L. American Normal: The Hidden World of Asperger’s Syndrome. New York: Co-
pernicus Books/Springer-Verlag, 2002.
(23) Wing L. Asperger’s syndrome: a clinical account. Psychol Med 1981; 11: 115-29.
(24) Bosch G Infantile autism – a clinical and phenomenological anthropological investigation
taking language as the guide. Berlin: Springer, 1970.
(25) Wolff S, Townshend R, McGuire RJ, Weeks DJ. ‘Schizoid’ personality in childhood and
adult life. II: Adult adjustment and the continuity with schizotypal personality dis-order. Br J Psychiatry
1991; 159: 620-9.
(26) Ssucharewa GE, Wolff S. The first account of the syndrome Asperger described? (Transla-
tion of a paper entitled “Die schizoiden Psychopathien im Kindesalter” by Dr. G.E. Ssucharewa; scientific
assistant, which appeared in 1926 in the Monatsschrift für Psychiatrie und Neurologie 60: 235-261) Eur
Child Adolesc Psychiatry 1996; 5: 119-32.
(27) http://www.dsm5.org/ProposedRevisions
(28) Bettelheim B. The Empty Fortress: Infantile Autism and the Birth of the Self. New York: The
Free Press, 1967.
(29) Erikson E H. Childhood and society. New York: Norton,1950.
586 J. Artigas-Pallarès , I. Paula
ORIGINALES Y REVISIONES
(30) Kanner L. Problems of nosology and psychodynamics in early childhood autism. Am J Or-
thopsychiatry 1949; 19: 416–26.
(31) Piaget J. The Grasp Of Consciousness: Action and Concept in the Young Child. Cambridge:
Harvard University Press, 1976.
(32) Bernstein R. Ideas and trends; accusations of abuse haunt the legacy of Dr. Bruno Bettel-
heim. New York Times 1990; November 4.
(33) Kanner L. The children haven’t read those books, reflections on differential diagnosis. Acta
Paedopsychiatr 1969;36: 2-11.
(34) Bartak L, Rutter M. Special educational treatment of autistic children: a comparative study.
1. Design of study and characteristics of units. J Child Psychol Psychiatry 1973;14:161-79.
(35) Rimland B. Infantile autism. New York: Appleton Century Crofts, 1964.
(36) Grupo de Trabajo de la Guía de Práctica clínica para el manejo de pacientes con tras-tornos
del espectro autista en Atención Primaria. Guía de Práctica clínica para el manejo de pacientes con tras-
tornos del espectro autista en Atención Primaria. Madrid: Plan Na-cional para el SNS del MSC. Unidad
de Evaluación de Tecnologías Sanitarias. Agencia Laín Entralgo. Comunidad de Madrid: Guía de Práctica
Clínica: UETS 2007/5-3; 2009.
(37) Collaborative Work Group on Autistic Spectrum Disorders. Best practices for design-ing
and delivering effective programs for individuals with ASD. Recommendations of the collaborative Work
Group on Autistic Spectrum Disorders. California: California Departments of Education and Developmen-
tal Services, 1997.
(38) Ministries of Health and Education. New Zealand Autism Spectrum Disorder Guide-line.
Wellington: Ministry of Health, 2008.
(39) Perry A, Condillac R. Evidence-Based Practices for Children and Adolescents with Autism
Spectrum Disorders: Review of the Literature and Practice Guide. Toronto: Children’s Mental Health
Ontario, 2003.
(40) Fuentes-Biggi J, Ferrari-Arroyo MJ, Boada-Muñoz L, Touriño-Aguilera E, Artigas-Pallarés
J, Belinchón-Carmona M, et al. Guía de buena práctica para el tratamiento de los trastornos del espectro
autista. Rev Neurol 2006; 43: 425-38.
(41) American Psychiatric Association (APA). Diagnóstic and Statistical Manual of Men-tal Di-
sorders. Washington, DC: American Psychiatric Association, 1952.
(42) American Psychiatric Association (APA). Diagnóstic and Statistical Manual of Men-tal Di-
sorders, 2nd Edition. Washington, DC: American Psychiatric Association, 1968.
(43) American Psychiatric Association (APA). Diagnóstic and Statistical Manual of Men-tal Di-
sorders, 3rd Edition. Washington, DC: American Psychiatric Association, 1980.
(44) American Psychiatric Association (APA). Diagnóstic and Statistical Manual of Men-tal Di-
sorders, 3rd Edition, Revised. Washington, DC: American Psychiatric Association, 1987.
(45) American Psychiatric Association (APA). Diagnóstic and Statistical Manual of Men-tal Di-
sorders, 4th Edition, Text Revision. Washington, DC: American Psychiatric Asso-ciation, 2000.
(46) Aragona M. The concept of mental disorder and the DSM-V. Dial Phil Ment Neuro Sci
2009; 2: 1-14.
(47) Artigas-Pallarés J. ¿Sabemos qué es un trastorno? Perspectivas del DSM 5. Rev Neu-rol
2011;52 (S01):59-69.
El autismo 70 años después de Leo Kanner y Hans Asperger 587
ORIGINALES Y REVISIONES
(48) American Psychiatric Association (APA). Diagnóstic and Statistical Manual of Men-tal Di-
sorders, 4th Edition. Washington, DC: American Psychiatric Association, 1994.
(49) Wing L, Gould J. Severe impairments of social interaction and associated abnormali-ties in
children: epidemiology and classification. J Autism Dev Disord 1979; 9:11-29
(50) Wing L.Autistic spectrum disorders. BMJ. 1996; 312: 327-8.
(51) Hudziak JJ, Faraone SV.The new genetics in child psychiatry. J Am Acad Child Ado-lesc
Psychiatry 2010; 49:729-35.