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Fisiología y anatomía
del sistema nervioso
I. Portell, M. Coll, M. Torras
Este capítulo tiene por objetivo hacer un repaso de los aspectos fundamentales de la estructura y
función del sistema nervioso (SN). En él se abordarán las cuestiones relacionadas con las células
que componen el SN, con especial atención a la fisiología de la neurona y a las principales sus-
tancias transmisoras, para a continuación reseñar las principales subdivisiones y regiones del SN
y algunos de los aspectos funcionales más vinculados a cada una de ellas.
El tejido nervioso está formado por neuronas y células gliales. Las neuronas tienen la capacidad
para comunicarse entre ellas y con células musculares y glandulares gracias a la existencia de
sinapsis. Los sistemas nerviosos evolucionados utilizan, asimismo, toda una serie de sustancias
químicas (los neurotransmisores) para el establecimiento de la comunicación interneuronal, por
lo que la mayoría de sus sinapsis se denominan químicas y poseen una característica funda-
mental denominada plasticidad sináptica, que consiste en la capacidad para modificar tanto su
estructura como su función a partir, entre otros aspectos, de la experiencia.
Por supuesto, la importancia de las neuronas y las células gliales sólo puede comprenderse del
todo si se tiene en cuenta que se hallan organizadas de manera muy compleja formando parte
de circuitos y redes, y ubicadas en las diversas estructuras que forman el SN. A su vez, las dife-
rentes regiones del SN, gracias al tipo concreto de neuronas que las formen, a sus propiedades
electrofisiológicas y neuroquímicas, y a las conexiones que establecen con otras regiones, están
involucradas de manera más o menos directa en aspectos funcionales diversificados.
Sumario
2.1.1. La neurona
Las neuronas típicas constan de una región central, denominada soma o cuerpo celular, que
contiene el núcleo, así como los orgánulos encargados del control metabólico, y de una serie
de prolongaciones cilíndricas. Una de dichas prolongaciones se denomina axón o cilindroeje, y
constituye la zona donde generalmente se inician y conducen los impulsos nerviosos. Los axones
pueden estar ramificados y en los extremos de dichas ramificaciones hay uno o varios boto-
nes sinápticos o terminales presinápticos, que permiten transmitir información a otras neuronas.
Las demás prolongaciones se denominan dendritas y contienen estructuras especializadas en
la recepción de información a través de las sinapsis. Especialmente destacables a este respecto
son las denominadas espinas dendríticas, pequeñas protrusiones membranosas de las dendritas
especializadas en la recepción de inputs sinápticos y que revisten especial interés por sustentar
algunos de los mecanismos de plasticidad sináptica (Fig. 1).
Existe una gran diversidad en el tamaño y la morfología de las neuronas. Las neuronas pueden
clasificarse a partir de diversos criterios, como la forma del soma, el número de prolongaciones,
su localización en el SN o su función (Fig. 2).
A B
Botón terminal
Dendrita
Cuerpo celular
o soma
Axón
Vaina de mielina
Núcleo
Figura 1. a) Partes típicas de una neurona; b) Dendrita con una gran cantidad de espinas, estructuras que
suelen contener terminales postsinápticos.
Las células gliales (Fig. 3), inicialmente consideradas células de sostén, ejercen funciones muy diversas,
contribuyendo de manera fundamental al funcionamiento de las neuronas. Las más abundantes en
el cerebro son los astrocitos, denominados así por su forma estrellada. Los astrocitos desempeñan un
papel fundamental en el mantenimiento del equilibrio iónico extracelular, intervienen en los procesos
de síntesis, inactivación y recaptación de algunos neurotransmisores, ejercen funciones inmunitarias,
y forman parte de los mecanismos de la denominada barrera hematoencefálica, que protege al cere-
bro limitando de manera selectiva el paso de sustancias desde la sangre hasta el tejido neural.
Los oligodendrocitos, entre otras funciones, forman la mielina del sistema nervioso central (SNC), mien-
tras que esta función es asumida por las células de Schwann en el sistema nervioso periférico (SNP).
Las células de microglía eliminan los desechos de células en degeneración mediante fagocitosis.
Su número aumenta cuando existen procesos inflamatorios o degenerativos.
A B
Dendritas
Dendritas
Cuerpo
Cuerpo celular
celular
Axón
Axón
Figura 2. a) Tipos principales de neuronas según el número de procesos o ramificaciones que surgen del
soma o cuerpo celular; b) Algunos ejemplos de la amplia variedad de tamaños y formas de las neuronas del
sistema nervioso central.
B
Axones mielínicos
Nódulo de Ranvier
Soma del
oligodendrocito
Microtúbulo
Mitocondria
en axoplasma
Nódulo
de Ranvier
Figura 3. a) Principales tipos de células gliales del sistema nervioso central; b) Un oligodendrocito cuyos
procesos forman la mielina de los axones del sistema nervioso central.
Todas las células vivas están separadas del entorno (líquido extracelular) por unas membranas
que constituyen una barrera semipermeable. Las propiedades de dichas membranas y la compo-
sición de los líquidos intra- y extracelular determinan la existencia de una diferencia de potencial
(un pequeño voltaje) entre el interior y el exterior. Por convención, el signo del voltaje hace refe-
rencia al tipo de cargas predominantes en el líquido intracelular. En realidad, los líquidos intra- y
extracelular son casi eléctricamente neutros. El voltaje se establece porque las cargas desiguales
de la neurona se alinean a lo largo de la membrana por la atracción electrostática a través de
esta fina barrera. Las neuronas utilizan los cambios en el voltaje de la membrana para comuni-
carse. El voltaje existente en las membranas celulares en un momento dado recibe el nombre de
potencial de membrana.
Las membranas celulares están formadas por una bicapa lipídica (dos capas de moléculas de fos-
folípidos) fluida, en la cual flotan otros tipos de moléculas. La naturaleza lipídica de la membrana
impide el paso a su través de sustancias de tipo hidrosoluble e iones, excepto si existen trans-
portadores o canales específicos para ello. Concretamente, las membranas contienen canales ió-
nicos, moléculas proteicas transmembrana que permiten el paso de iones específicos. Así pues,
la permeabilidad (o conductancia) de la membrana para determinados iones viene determinada
principalmente por la presencia en ella de canales iónicos específicos y de su estado. Algunos
canales, denominados pasivos, permanecen siempre abiertos. En cambio, los denominados ca-
nales activos (o con compuerta) están cerrados cuando la neurona está en reposo y sólo se abren
o bien por influencia de algunas sustancias químicas (canales activos controlados por ligando o
dependientes del ligando) o bien cuando la membrana neuronal alcanza un determinado valor
de voltaje (canales activos controlados por voltaje o dependientes del voltaje).
Los líquidos intra- y extracelular tienen una composición iónica diferente. Cuando existen dife-
rencias de concentración de una sustancia entre lugares diferentes se establece un gradiente
de concentración mediante el cual las sustancias tienden a difundirse desde el lugar de máxima
concentración al lugar de mínima concentración (este fenómeno se denomina difusión). En el
caso de los iones, debe tenerse en cuenta también el hecho de que la desigual distribución
de cargas eléctricas genera un gradiente electroestático, de manera que tienden a desplazarse
atraídos por las cargas de signo contrario y repelidos por las cargas de igual signo. Es decir, el
desplazamiento de los iones viene determinado por los gradientes químico (o de concentración)
y electroestático.
El potencial de reposo es el valor que tiene el potencial de membrana cuando la neurona está en
reposo, es decir, no emite impulsos nerviosos, ni está siendo sometida a estímulos que modifican
el voltaje de la membrana. El potencial de reposo es siempre un voltaje muy negativo (de alrede-
dor de -70 mV). Veamos a qué se debe el valor del potencial de reposo.
La mayoría de las células contiene una elevada concentración de potasio en el líquido intracelu-
lar, mientras que el líquido extracelular está formado esencialmente por agua con cloruro sódico,
de manera que el ion sodio está predominantemente concentrado en el exterior de las células.
Además, el interior de la neurona contiene muchos aniones (iones con carga negativa), denomi-
nados aniones orgánicos, de gran tamaño, que no pueden atravesar la membrana nunca.
En reposo, la permeabilidad de la membrana para los diferentes iones viene determinada por la
existencia de los canales pasivos. La neurona tiene un elevado número de canales iónicos pasivos
para el potasio. En cambio, tiene pocos canales pasivos para el sodio, y carece de canales para
los aniones orgánicos. Dicho en otras palabras, la membrana neuronal en reposo muestra una
elevada permeabilidad para el potasio y una baja permeabilidad para el sodio. A pesar de que
hay otros iones que pueden influir en el valor del potencial de reposo, su influencia es menos
importante.
de la fuerza de mayor intensidad hasta que las dos fuerzas contrapuestas se contrarrestan com-
pletamente. Se denomina equilibrio electroquímico de un ion a aquella situación en que las dos
fuerzas contrapuestas que impulsan a dicho ion en sentido contrario se hallan contrarrestadas,
de manera que no hay flujo neto del ion a través de la membrana. El voltaje (o fuerza electroes-
tática) necesario para contrarrestar completamente al gradiente químico de signo contrario y,
por tanto, colocar a un ion en estado de equilibrio electroquímico se puede calcular mediante
la ecuación de Nernst. Este voltaje recibe el nombre de potencial de equilibrio (de un ion) y se
representa mediante la letra E con el símbolo del ion correspondiente como subíndice. En el
caso del potasio, la ecuación de Nernst indica que su potencial de equilibrio (EK) es un poco más
negativo que el potencial de reposo (aproximadamente, -75/-80 mV). Por ello, en reposo el po-
tasio tenderá a salir en pequeñas cantidades de la neurona hasta que el potencial de membrana
coincida con el valor de su potencial de equilibrio.
Si el potasio fuera el único ion que pudiese atravesar la membrana, el valor del potencial de
reposo coincidiría exactamente con EK. Sin embargo, no es así. Ello se debe a que existe un flujo
pequeño, pero constante, de otros iones (como el sodio), y a la existencia de unos transportado-
res activos denominados bombas de sodio-potasio.
En reposo hay un flujo neto hacia el exterior de potasio, así como un pequeño pero constante
flujo neto hacia el interior de sodio (a través de los escasos canales pasivos para este ion que
hay en la membrana). A pesar de estos flujos iónicos, el voltaje de la membrana en reposo es un
valor estable y los gradientes iónicos se mantienen. Ello se debe a la existencia de unas proteínas
de transporte activo, denominadas bombas de sodio-potasio. Estos transportadores bombean
continuamente sodio hacia el exterior y potasio hacia el interior (en ambos casos, en contra de
los respectivos gradientes electroquímicos). Así pues, la función principal de la bomba de sodio-
potasio es mantener los gradientes de concentración de los iones de sodio y potasio, y, a su vez,
generar también un gradiente electroestático. Esto resulta de gran importancia, ya que la exis-
tencia de ambos gradientes constituye la fuerza que permitirá cambios en el potencial de mem-
brana esenciales para la comunicación neuronal. La bomba de sodio-potasio es ‘electrogénica’
(el desplazamiento de cargas eléctricas entre los dos lados de la membrana no es equitativo),
porque por cada tres iones de Na+ que expulsa, introduce dos de potasio.
En cambio, los potenciales de acción (o impulsos nerviosos) son cambios intensos y rápidos en el
potencial de membrana, que siempre implican una gran despolarización hasta valores de poten-
cial de membrana altamente positivos (aproximadamente +40 mV). A diferencia de los potencia-
les locales, los potenciales de acción se conducen siguiendo la ley de ‘todo o nada’, es decir, se
propagan a lo largo de todo el axón sin perder intensidad.
Los potenciales de acción son indispensables para que una neurona presináptica pueda enviar
información a otra neurona (postsináptica). Es decir, constituyen el lenguaje básico del SN.
Las investigaciones llevadas a cabo entre las décadas de los treinta y los cincuenta del siglo XX por
diversos fisiólogos permitieron explicar los mecanismos iónicos que inician y propagan los poten-
ciales de acción. Por ejemplo, Cole y Curtis demostraron que el potencial de acción comporta un
gran incremento en la conductancia de la membrana. A su vez, Alan Lloyd Hodgkin y Andrew
Huxley explicaron los mecanismos iónicos que inician y propagan los potenciales de acción, re-
cibiendo el premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1963 por su trabajo. Los investigadores
citados realizaron sus experimentos utilizando unos axones de gran diámetro, los denominados
axones gigantes del calamar, que, gracias a su grosor, permitían la inserción de electrodos como
los existentes en aquella época, con el fin de estudiar la actividad eléctrica neuronal.
Todos los potenciales de acción constan de las tres fases siguientes: 1) despolarización: el poten-
cial de membrana pasa del valor de -70 mV, aproximadamente, a voltajes altamente positivos
(aproximadamente +40 mV); 2) repolarización: durante la segunda fase, el valor del potencial de
membrana vuelve a valores negativos; y 3) hiperpolarización: durante la tercera fase, el potencial
de membrana alcanza valores más negativos que el potencial de reposo (entre -75 y -80 mV)
(Fig. 4).
La membrana del axón contiene una gran cantidad de canales activos de sodio controlados por
voltaje. La apertura de estos canales es indispensable para que se genere un potencial de acción.
Como el sodio está sometido a un fuerte gradiente de concentración que le impulsa a entrar a
la neurona, así como a una intensa fuerza electroestática que también le impulsa a entrar (de-
bido a la negatividad del interior), cuando se abren los canales de sodio, éste se precipita hacia
el interior. Dado que el sodio tiene carga positiva, su entrada provoca la despolarización de la
neurona, hasta un nivel de aproximadamente +40 mV.
+60
+50
Despolarización
Potencia de membrana
+30
Repolarización
(minivoltios)
+10
Hiperpolarización
-10
-30
-50 E
-70
1 2 3 4 5
1 2
+ + Potencia de K+ Na+
Potencia de K Na
membrana
membrana (mV)
(mV)
+40 +40
0 0 ms
ms
Canales Canales
Umbral de controlados pasivos Umbral
descarga por voltaje -70
-70
3 4
Potencia de K+ Na+ Potencia de K+ Na+
membrana membrana
(mV) (mV)
+45 ENa+ +45
+40 +40
0 ms 0 ms
Umbral
-70 -70
-80 Ek+
Potencia de
membrana
(mV)
+45 Na+/K+
+40
0
ms
-70
-80 Ek+
Figura 5. Acontecimientos que tienen lugar antes, durante y después de un potencial de acción: 1. La
membrana de los axones contiene una gran cantidad de canales activos controlados por voltaje para los
iones sodio y potasio. Además, el sodio se halla en mucha más concentración en el líquido extracelular que
en el líquido intracelular, mientras que la concentración de potasio presenta una relación inversa; 2. Si el
axón recibe estímulos que provocan una despolarizacíón que alcanza o supera el umbral de descarga, se
abren los canales de sodio controlados por voltaje, y este ion entra en la neurona a favor de su gradiente
electroquímico; 3. La entrada de sodio despolariza la neurona. El sodio entra en la neurona hasta que se
alcanza su potencial de equilibrio, un valor siempre muy positivo, de alrededor de 40 o 45 mV. A su vez,
esta despolarización provoca la apertura de los canales de potasio controlados por voltaje; 4. Los canales de
sodio controlados por voltaje se cierran. Por su parte, se establece un flujo de salida de potasio a través
de los canales activos que se han abierto. La salida de potasio repolariza la neurona. La repolarización no
se detiene cuando se alcanza el potencial de reposo, sino que continúa hasta que se alcanza aproximada-
mente el potencial de equilibrio de potasio (un valor más negativo que el potencial de reposo). Por ello, la
membrana se hiperpolariza; 5. Al finalizar un potencial de acción se restablecen los gradientes originales de
sodio y potasio gracias a la acción de la bomba de sodio-potasio.
Los canales de sodio controlados por voltaje sólo se abren cuando el potencial de membrana
adquiere un determinado valor mínimo de despolarización. Este valor se denomina ‘umbral de
descarga’ y varía de una neurona a otra, e incluso puede variar, dentro de la misma neurona,
en diferentes momentos. Por tanto, para que se genere un potencial de acción es necesario que
la neurona haya recibido una estimulación que haya provocado una despolarización igual o su-
perior al umbral de descarga. En el apartado 4 veremos qué es lo que produce, en condiciones
normales, las despolarizaciones necesarias para que se pueda alcanzar el umbral de descarga
(y, por tanto, se inicie el potencial de acción).
Todos los potenciales de acción de una misma neurona tienen la misma magnitud. Ello se debe
a que la entrada de Na+, responsable de la despolarización, tiene lugar hasta que el voltaje de
la membrana se aproxima al valor del potencial de equilibrio de este ion (aproximadamente,
40 mV). En este momento, el gradiente químico que impulsa al Na+ a entrar queda contrarresta-
do por el gradiente eléctrico positivo que impulsa este ion en dirección contraria, con lo cual su
flujo neto pasa a ser cero.
La despolarización de la neurona ejerce una fuerza electroestática que impulsa el potasio hacia
el exterior, fuerza que se suma al gradiente químico (que también le impulsa hacia el exterior).
Esta misma despolarización también provoca la apertura de canales de potasio controlados por
voltaje, por lo que se establece un flujo de potasio hacia el exterior. Además, los canales de so-
dio controlados por voltaje que se abren cuando se supera el umbral de descarga muestran la
característica de cerrarse con rapidez, por lo que el sodio no puede entrar de nuevo. Así pues, la
repolarización se produce por la salida de potasio a través de canales activos y pasivos, y por el
cierre de los canales de sodio.
El retorno al valor del potencial de reposo es posible gracias a la actividad de las bombas de
sodio-potasio, que vuelven a bombear los iones de sodio y potasio en contra de su gradiente
electroquímico.
La frecuencia máxima de potenciales de acción está limitada por la existencia de los denomina-
dos períodos refractarios. Cuando se genera un potencial de acción en un punto de la mem-
brana, los canales de sodio que se han abierto quedan temporalmente inactivados, por lo cual
resulta imposible que se genere un nuevo potencial de acción. A este período se le denomina
período refractario absoluto.
Los canales de sodio controlados por voltaje recuperan progresivamente la capacidad para acti-
varse, de manera que durante el período refractario relativo se pueden generar nuevos potencia-
les de acción, pero para ello se requieren estímulos superiores al umbral, ya que los canales de
sodio se hallan parcialmente insensibilizados.
Generalmente, los potenciales de acción se inician en el segmento del axón más próximo al
soma, región que se denomina segmento inicial. Eso se debe al hecho de que en el segmento
inicial hay muchos canales de sodio controlados por voltaje y, además, éstos suelen tener un
umbral de descarga más bajo que en otras zonas de la neurona (es decir, necesitan una despola-
rización menor para abrirse). Debido a las características de los canales de sodio controlados por
voltaje (rápido cierre y posterior insensibilización), los potenciales de acción se conducen normal-
mente en sentido anterógrado u ortodrómico (es decir, desde el segmento inicial del axón hasta
el terminal presináptico).
La conducción de los impulsos nerviosos difiere en función de si los axones están o no mieliniza-
dos. En los axones amielínicos, los potenciales de acción deben ir conduciéndose sucesivamente
por todos los puntos de la membrana del axón. Eso implica que se generan potenciales de
acción en todos los lugares del axón, lo cual a su vez requiere una gran actividad de la bomba
de sodio-potasio (y un gran gasto energético) para poder restablecer los gradientes de concen-
tración y electrostáticos propios del potencial de reposo. Es importante tener en cuenta que los
flujos iónicos que se dan a través de canales siempre se realizan a favor del gradiente electroquí-
mico (sin gasto energético), pero los que se dan a través de bombas o proteínas de transporte
activo suponen un gran gasto energético.
En cambio, los axones mielínicos están recubiertos por segmentos de mielina (internodos), que
es un aislante eléctrico, separados por pequeños espacios desprovistos de mielina, los nodos de
Ranvier. En estos axones, los potenciales de acción se conducen de manera ‘saltatoria’, de nodo
de Ranvier a nodo de Ranvier. En los internodos, la corriente no se transmite en forma de po-
tenciales de acción, sino en forma de potenciales locales, ya que la mielina dificulta los grandes
flujos iónicos, y, además, la membrana de los internodos no tiene muchos canales de sodio con-
trolados por voltaje (Fig. 6).
Debido a la conducción saltatoria, la velocidad con que se propagan los impulsos nerviosos es
mayor en las fibras mielínicas que en las amielínicas. La velocidad de conducción del potencial de
acción también es directamente proporcional al diámetro del axón.
Mielínica
Amielínica
Figura 6. Conducción del impulso nervioso en los axones mielínicos (conducción saltatoria, arriba) y en los
axones amielínicos.
A principios del siglo XX, Sherrington acuñó el término ‘sinapsis’ para hacer referencia a las es-
tructuras que permiten la comunicación entre neuronas y al espacio existente entre ellas. Poste-
riormente, Otto Loewi demostró que la transmisión de información entre neuronas requería la
liberación de sustancias químicas.
Las más primitivas son las sinapsis eléctricas, y en ellas la transmisión de información consiste
exclusivamente en cambios eléctricos transmitidos a través de unas estructuras denominadas co-
nexones. La transmisión suele ser bidireccional. Los conexones son canales iónicos que atravie-
san las membranas de las dos neuronas y el escaso espacio existente entre ellas. Los conexones
permiten el paso directo de iones del citoplasma de una neurona al de la otra. La estructura for-
mada por las membranas de las dos neuronas en aposición, el espacio entre ellas y los conexo-
nes se denomina unión en hendidura (en inglés gap junction). Las sinapsis eléctricas sustentan
conductas relativamente predeterminadas, con escasa capacidad plástica.
En los animales evolucionados, la mayoría de las sinapsis es de tipo químico, y, gracias a sus pro-
piedades, permite un elevado grado de plasticidad y sustenta conductas complejas, tal como ya
hipotetizó Santiago Ramón y Cajal. En las sinapsis químicas, la comunicación es unidireccional,
entre una neurona que transmite información (la neurona presináptica) y otra que la recibe (neu-
rona postsináptica). La neurona presináptica libera sustancias transmisoras (neurotransmisores)
que influyen sobre la neurona postsináptica para modificar su potencial de membrana.
Las sinapsis químicas constan de un elemento presináptico (botón terminal o terminal presinápti-
co), de un elemento postsináptico (el terminal postsináptico) y de un pequeño espacio entre am-
bos (espacio sináptico). El botón terminal de las sinapsis químicas contiene vesículas, encarga-
das de almacenar moléculas de neurotransmisores y de protegerlas de la acción de determinadas
enzimas. Además, también contiene la maquinaria bioquímica para la síntesis y, en ocasiones,
degradación de las sustancias transmisoras. El terminal postsináptico incluye una región, deno-
minada densidad postsináptica, que contiene los receptores de los neurotransmisores. Además,
el terminal postsináptico contiene también una gran abundancia de canales iónicos (Fig. 7).
Teniendo en cuenta las regiones de contacto que conforman las sinapsis, estas se dividen en
axosomáticas, axodendríticas y axoaxónicas (Fig. 8). Las sinapsis axosomáticas (generalmente in-
1
6
3
8
Figura 7. Ultraestructura de una sinapsis química típica. a) terminal presináptico; b) terminal postsináptico.
1: mitocondria; 2: vesícula repleta de neurotransmisor; 3: autorreceptor; 4: espacio sináptico; 5: receptores
postsinápticos; 6: heterorreceptor; 7: vesícula cuya membrana se ha fundido con la membrana presináptica
para liberar el neurotransmisor (exocitosis); 8: proteína recaptadora.
A B C
Soma
Axodendrítico
Axoaxónico
Axosomático
Dendrita
Axón
Figura 8. Tipos de sinapsis más habituales según la localización de los componentes pre- y postsinápticos.
hibitorias) y axodendríticas (generalmente excitatorias) son las más abundantes, mientras que las
axoaxónicas (menos abundantes) están involucradas en fenómenos de modulación sináptica.
canales de Ca2+
controlados por voltaje
Ca2+ Ca2+
zona activa
Ca2+
Canal iónico
PEP
Cambio en el
potencial de
membrana
PIP
Receptor
postsináptico
Proteína transportadora
de alta afinidad
Figura 9. Acontecimientos que tienen lugar durante el proceso de transmisión sináptica química.
El proceso de transmisión sináptica sólo puede darse cuando la neurona presináptica emite potenciales
de acción y éstos son conducidos hasta el botón terminal. La gran despolarización de la membrana del
botón terminal que tiene lugar durante un potencial de acción provoca la apertura de canales de calcio
dependientes de voltaje localizados en ella y la entrada de este ion. El incremento de la concentración
de calcio intracelular provoca la movilización de las vesículas presinápticas ancladas en el terminal pre-
sináptico. La membrana de las vesículas se funde con la membrana del botón terminal, de manera
que el neurotransmisor queda liberado al espacio sináptico, un proceso denominado exocitosis. No se
conocen con exactitud los mecanismos mediante los cuales la elevación en la concentración de calcio
provoca la exocitosis, aunque se sabe que en este proceso, que implica la fusión entre las membranas
vesiculares y la membrana neuronal, participan unas proteínas de la familia denominada SNARE, así
como determinadas proteínas vesiculares, como la sinaptotagmina o la sinaptofisina.
En su cara extracelular, los receptores disponen de un lugar de unión para un determinado neu-
rotransmisor. Cuando se produce la exocitosis, el neurotransmisor liberado puede unirse a dichos
lugares. La unión de la molécula transmisora al receptor activa, de manera directa o indirecta,
canales iónicos dependientes de ligando. En función del tipo de canal activado, se producirán
potenciales excitatorios postsinápticos (PEP), que son despolarizaciones, o potenciales inhibito-
rios postsinápticos (PIP), que son hiperpolarizaciones.
Existen dos tipos de receptores, ionotrópicos y metabotrópicos (Fig. 10). Los receptores iono-
trópicos son proteínas formadas por un complejo receptor-canal, es decir, incluyen un lugar de
unión para el neurotransmisor y un canal iónico controlado por ligando. La apertura de dicho
canal requiere que el neurotransmisor se acople a su lugar de unión en el receptor. Debido a sus
características, la unión del neurotransmisor a un receptor ionotrópico da lugar a una respuesta
postsináptica rápida, aunque también de corta duración. Por su parte, los receptores metabo-
trópicos no contienen canales iónicos acoplados, sino que pueden activar proteínas de canal
situadas en otros lugares de la membrana. La unión del neurotransmisor (primer mensajero) con
el receptor activa unas proteínas denominadas G. Éstas, a su vez, ponen en marcha una cascada
metabólica que incluye la síntesis de unas sustancias denominadas segundos mensajeros. Éstos,
a su vez, generalmente activan unas enzimas denominadas proteincinasas, cuya función consiste
en la fosforilación de proteínas, modificando así su estructura tridimensional, así como su fun-
ción. Concretamente, las proteincinasas activadas por segundos mensajeros fosforilan canales
iónicos, dando lugar a su apertura y a los consiguientes potenciales postsinápticos ocasionados
por los flujos iónicos transmembrana. La activación de los receptores metabotrópicos da lugar a
respuestas postsinápticas obviamente más lentas, pero también amplificadas.
El primer sistema de segundos mensajeros que se descubrió fue el del adenosín monofosfato cíclico,
pero existen otros muchos (fosfoinosítidos, diacilglicerol, guanosín monofosfato cíclico –AMPCs–, etc.).
Los segundos mensajeros no sólo inciden en la respuesta postsináptica en sí, sino que también
pueden dar lugar a cambios sinápticos estructurales y funcionales, es decir, desempeñan un pa-
pel importante en diversos fenómenos de plasticidad sináptica, algunos de ellos genómicos (es
decir, que afectan a la expresión de genes relacionados con las sinapsis) y, por tanto, duraderos.
Es indispensable que el efecto del neurotransmisor sobre la neurona postsináptica tenga una duración
limitada. Por tanto, deben existir mecanismos de inactivación del neurotransmisor. En concreto, la inactiva-
ción del neurotransmisor puede realizarse mediante dos mecanismos: recaptación y degradación enzimá-
Sinapsis
Axoaxónica Autorreceptores
Receptores
Heterorreceptores postsinápticos
Figura 10. Esquema de una sinapsis axoaxónica (entre las neuronas C y A) y de una sinapsis axodendrítica
(entre las neuronas A y B). El dibujo también muestra la localización de receptores presinápticos. La sinapsis
axoaxónica ejerce efectos moduladores al alza (facilitación presináptica) o a la baja (inhibición presináptica)
sobre las sinapsis axodendríticas, a través de la activación de heterorreceptores. A su vez, los autorrecep-
tores del botón terminal de la neurona A se activan cuando dicha neurona libera grandes cantidades de
neurotransmisor y su acción reduce la posterior liberación de dicho neurotransmisor.
tica. La recaptación consiste en el transporte, mediante proteínas transportadoras activas de alta afinidad,
de las moléculas de neurotransmisor al botón terminal o, en algunos casos, al interior de células gliales ve-
cinas. De este modo, el neurotransmisor deja de estar en disposición de activar a los receptores y de provo-
car una respuesta postsináptica. Por su parte, la degradación enzimática, como indica su nombre, consiste
en la degradación del transmisor mediante la acción de una enzima localizada en el espacio sináptico.
Los PEP consisten en una despolarización de la membrana del terminal postsináptico y se producen
cuando la unión del neurotransmisor al receptor da lugar a la apertura de canales de sodio-potasio. A
través de estos canales, entra sodio, lo cual da lugar a una despolarización, pero simultáneamente sale
también una cantidad menor de potasio, lo cual impide que la respuesta electrofisiológica resultante
sea un potencial de acción. Por eso los PEP nunca alcanzan valores positivos. Los PEP, al consistir en una
despolarización, facilitan que la neurona postsináptica se excite (es decir, emita potenciales de acción).
Por su parte, los PIP se pueden producir o bien por la apertura de canales de cloro controlados por
ligando y la posterior entrada de dicho ion a la neurona postsináptica, o bien por la apertura de
canales de potasio dependientes de ligando y el posterior flujo de salida de dicho ion. En ambos
casos, la respuesta resultante es una hiperpolarización, lo cual dificulta que la neurona postsináp-
tica alcance el umbral de descarga y emita potenciales de acción (de ahí el nombre de inhibidores).
Los PEP y PIP son potenciales locales y, por tanto, su amplitud es variable. Dicha amplitud es directa-
mente proporcional a la cantidad de moléculas de neurotransmisor que se hayan unido a sus recep-
tores. Además, recordemos que son conducidos a través de la membrana mediante mecanismos de
conducción pasiva o electrotónica. Es decir, su amplitud disminuye a medida que se propagan.
Receptor ionotrópico
A) Canal iónico controlado por ligando (rápido, ionotrópico)
1. Unión del
Iones
neurotransmisor.
Neurotransmisor
Exterior
de la célula
Interior
de la célula
Receptor metabotrópico
B) Receptor acoplado a una proteïna G (lento, metabotrópico)
Receptor
4. El canal
γ iónico se abre.
β
α α
Proteína G
5. Los iones
fluyen a través
de la membrana
2. Se activa la 3. Las subunidades de
proteína G. la proteína G o los
mensajeros intracelu-
lares modulan los
canales iónicos.
Figura 11. Esquema de los receptores ionotrópicos (o receptores canal) y de los receptores metabotrópicos,
acoplados a proteínas G y que generalmente ponen en marcha una cascada metabólica que incluye la ac-
tivación de segundos mensajeros.
Las neuronas del cerebro pueden recibir centenares o incluso miles de inputs sinápticos, algunos
de ellos simultáneamente o en momentos muy próximos. Por ello, disponen de mecanismos que
permiten integrar todas las señales (potenciales postsinápticos) recibidas simultáneamente desde
múltiples sinapsis (sumación espacial), así como todas las señales recibidas en un breve espacio
de tiempo (sumación temporal). La suma o integración de todos los PEP y PIP en el segmento
inicial del axón determina si la neurona emitirá o no potenciales de acción y, a su vez, transmi-
1
Sumación espacial
–
0
+
PR
-70
2
Sumación temporal
PR
-70
Figura 12. Mecanismos de integración sináptica. En la sumación espacial (arriba) se integran todos los po-
tenciales excitatorios postsinápticos y potenciales inhibitorios postsinápticos que llegan simultáneamente al
segmento inicial del axón. En la sumación temporal (abajo), se suman todos los potenciales postsinápticos
(generalmente provenientes de la misma sinapsis) que alcanzan el segmento inicial en momentos muy
próximos. En ambos casos, la suma de los potenciales postsinápticos determina si la neurona generará o no
potenciales de acción, así como su frecuencia de disparo.
tirá información a otras neuronas (Fig. 12). Como se ha visto con anterioridad, los PEP y PIP son
potenciales locales y, por tanto, se conducen de manera electrotónica y, por otro lado, los termi-
nales postsinápticos pueden estar muy alejados del segmento inicial del axón. Si no existieran los
mecanismos de integración, el mensaje transmitido a través de muchas sinapsis, especialmente
de las más alejadas del segmento inicial, acabaría disipándose.
Si la suma de los PEP y PIP llegados al segmento inicial simultáneamente o en momentos muy
próximos da lugar a una despolarización que como mínimo iguale el umbral de descarga, la neu-
rona generará potenciales de acción. Si la suma da lugar a un valor de despolarización superior
al umbral, aumentará la frecuencia de potenciales de acción generados (recordemos que los
potenciales de acción se codifican según un código de frecuencia). Si, por el contrario, la suma
da como resultado una hiperpolarización, o bien una despolarización que no llega al valor del
umbral de descarga, la neurona no generará potenciales de acción.
Se conocen más de 100 agentes diferentes que actúan como neurotransmisores. Por su tama-
ño, podemos dividir los neurotransmisores en dos categorías: los de molécula pequeña y los
de molécula grande. Dentro del primer grupo se incluyen la acetilcolina (ACh), las monoami-
nas (dopamina, noradrenalina, adrenalina, serotonina e histamina), los aminoácidos excitatorios
(glutamato y aspartato) y los aminoácidos inhibitorios –ácido gamma aminobutírico (GABA) y
glicina–, así como otros neurotransmisores descubiertos más recientemente, como las purinas,
los endocannabinoides y los neurotransmisores gaseosos. El segundo grupo de neurotransmiso-
res corresponde a los neuropéptidos.
En el encéfalo, la mayor parte de la comunicación sináptica tiene lugar mediante dos neuro-
transmisores: uno con efectos excitatorios (glutamato) y otro con efectos inhibitorios (GABA). El
resto de neurotransmisores del encéfalo tiene efectos neuromoduladores, más que servir para
transmitir información específica. Es decir, la liberación de neurotransmisores diferentes al gluta-
mato y el GABA tiende a activar o inhibir circuitos enteros neuronales involucrados en funciones
cerebrales específicas. Por ejemplo, la ACh se libera en la corteza cerebral para producir una
activación cortical inespecífica, que contribuye a los procesos de aprendizaje. Por su parte, la
secreción de dopamina en determinadas regiones cerebrales refuerza (de forma inespecífica) las
conductas que se están llevando a cabo y hace que sea más probable que vuelvan a producirse
en el futuro. La alteración en el funcionamiento de determinados sistemas de neurotransmisores
produce alteraciones conductuales, y puede contribuir al desarrollo de trastornos neurológicos y
psicopatológicos. Por ello, muchos tratamientos neurofarmacológicos se basan en agentes que
alteran la liberación o la inactivación de un neurotransmisor, o su unión a un receptor.
En esta sección hablaremos de las características principales de los diferentes tipos de neuro-
transmisores, comenzando por el primer neurotransmisor que se descubrió, la ACh.
2.5.1. Acetilcolina
Las neuronas que liberan ACh se denominan neuronas colinérgicas, y se encuentran tanto en
el SNP como en el SNC. En el SNP, la ACh es el neurotransmisor liberado por las motoneuronas
en las sinapsis neuromusculares, para controlar la contracción de los músculos esqueléticos
(Fig. 13). Además, la ACh es el neurotransmisor de las neuronas preganglionares del sistema
nervioso autónomo (SNA), así como de las neuronas posganglionares parasimpáticas (Fig. 14).
En el SNC, los somas de estas neuronas se agrupan principalmente en núcleos situados en dos
regiones: el prosencéfalo basal (que incluye el área septal medial y el núcleo basal de Meynert)
y la protuberancia dorsolateral. Los axones colinérgicos que se originan en el área septal medial
proyectan principalmente a la formación hipocampal, mientras que los que se originan en el
núcleo basal de Meynert se distribuyen ampliamente por la neocorteza. Por su parte, las neuro-
nas colinérgicas de la protuberancia proyectan sus axones por un lado al tálamo, y por otro al
A B
Axón de la motoneurona
Unión neuromuscular
Terminal presináptica
Vesículas
sinápticas
Fibra muscular
espacio
Capilar sináptico
Miofibrillas
Membrana
Mitocondria Mitocondria postsináptica
Actina
Figura 13. La acetilcolina es el neurotransmisor de las uniones neuromusculares del sistema nervioso perifé-
rico. Su liberación en esta sinapsis es responsable de la contracción de los músculos esqueléticos. a) Botones
terminales que establecen sinapsis sobre una fibra muscular; b) Detalle de una unión neuromuscular.
Neurona Víscera
Sistema preganglionar Neurona postganglionar
nervioso parasimpática
central Ganglio
(ACh) (ACh)
Figura 14. Tanto las neuronas preganglionares como las postganglionares de la división parasimpática del
sistema nervioso autónomo son colinérgicas.
prosencéfalo basal (Fig. 15). Mediante estas diferentes proyecciones, las neuronas colinérgicas
promueven la activación cortical, que es una de sus principales implicaciones funcionales. Ade-
más, la ACh también contribuye a facilitar la atención y los procesos de aprendizaje y memoria.
Algunas neuronas colinérgicas troncoencefálicas son responsables del inicio de las fases de sue-
ño paradójico (también llamado sueño REM; corresponde a la fase del sueño durante la cual se
producen los sueños).
La ACh está relacionada con la enfermedad de Alzheimer. Durante las primeras fases de ésta, se
produce una pérdida generalizada de neuronas colinérgicas en el prosencéfalo basal, probable-
mente responsable del deterioro de los procesos de aprendizaje y memoria característico de este
trastorno neurodegenerativo. Este neurotransmisor está también implicado en la miastenia gra-
vis, un trastorno autoinmunitario en el que degeneran los receptores colinérgicos de las uniones
neuromusculares.
La ACh se sintetiza a partir de dos precursores, la colina, una sustancia derivada del metabolismo
de los lípidos y que se sintetiza en el hígado, y el acetato o ácido acético. El acetato sólo puede
unirse a la colina cuando forma parte de una molécula de acetil CoA. El CoA es una molécula
compleja, que participa en muchas reacciones del organismo y se sintetiza en las mitocondrias.
Tálamo
Neocorteza
Núcleos septales
Núcleo basal
de Meynert
Hipocampo
Núcleos del
tronco encéfalo
Figura 15. Sección esquemática sagital medial de un encéfalo humano, que muestra las localizaciones de los
grupos más importantes de neuronas colinérgicas y la distribución de sus axones y botones terminales.
El acetil CoA está compuesto por CoA al cual se ha unido un ion acetato. En presencia de la
enzima colina acetiltransferasa (enzima que únicamente se encuentra en las neuronas colinérgi-
cas), el ion acetato del acetil CoA se transfiere a la molécula de colina, dando lugar a una molé-
cula de ACh y otra de CoA (Fig. 16). La mayor parte de la ACh se sintetiza en las terminaciones
nerviosas colinérgicas.
La inactivación de ACh tiene lugar por degradación enzimática, por medio de la enzima acetilco-
linesterasa, presente en la membrana postsináptica. Los productos resultantes de la degradación
son colina y ácido acético. El 50% de la colina se devuelve a los botones terminales por medio
de un mecanismo de transporte activo, donde servirá para sintetizar más ACh. El resto, junto
con el ácido acético, pasará a la circulación general (Fig. 16).
CAT
Acetil CoA ACh ACh
AChE
Colina
Colina + Ácido acético
Figura 16. Síntesis e inactivación de la acetilcolina. ACh: acetilcolina; AChE: acetilcolinesterasa; Acetil CoA:
acetil coenzima A; CAT: colina acetiltransferasa.
da lugar a una respuesta postsináptica excitatoria (PEP). Estos receptores son los que se encuen-
tran en las sinapsis neuromusculares; además, también se encuentran en la sinapsis que estable-
cen las neuronas preganglionares sobre las posganglionares y en algunas regiones del SNC. Los
receptores muscarínicos son metabotrópicos y median la mayor parte de los efectos de la ACh
en el encéfalo. Se encuentran, además, en las sinapsis que establecen las neuronas posganglio-
nares parasimpáticas. Existen diferentes subtipos de receptores muscarínicos, la mayoría de los
cuales tienen un efecto postsináptico excitatorio.
Los sistemas neurales monoaminérgicos están formados por un número relativamente pequeño
de neuronas, cuyos cuerpos celulares están localizados, en la mayoría de los casos, en el tronco
del encéfalo. Los axones de estas neuronas se ramifican repetidamente, dando lugar a una gran
cantidad de botones terminales que se distribuyen a través de muchas regiones del encéfalo.
De esta forma, las neuronas monoaminérgicas son capaces de modular el funcionamiento de
muchas regiones cerebrales. Muchas de las neuronas monoaminérgicas no establecen sinapsis
convencionales, sino sinapsis de paso, en las que las ramas terminales de los axones tienen una
serie de varicosidad desde las que se puede liberar el neurotransmisor (Fig. 17).
Sinapsis de paso
varicosidad
NT
Figura 17. Muchas de las neuronas monoaminérgicas establecen sinapsis de paso, como la que muestra el
dibujo.
reacción catalizada por la enzima tirosina hidroxilasa. A su vez, la levodopa se convertirá en do-
pamina, por acción de la enzima aminoácido aromático descarboxilasa. La dopamina sintetizada
será transportada al interior de vesículas sinápticas por medio de un transportador vesicular de
monoaminas. En las neuronas noradrenérgicas, estas vesículas contienen una enzima, la dopa-
mina-E-hidroxilasa, que convierte a la dopamina en noradrenalina. En las neuronas que liberan
adrenalina, todavía hay otra enzima que convertirá a la noradrenalina en adrenalina (Fig. 18).
La inactivación de las catecolaminas tiene lugar principalmente por recaptación. Las moléculas
de dopamina o noradrenalina son recaptadas por la neurona presináptica, por medio de un me-
canismo de transporte activo de alta afinidad específico para estos neurotransmisores. Una vez
en el interior de las neuronas presinápticas, la mayor parte de las moléculas recaptadas serán
degradadas por la enzima monoaminooxidasa (MAO), y algunas podrán entrar nuevamente en
vesículas. Una pequeña parte de las catecolaminas liberadas al espacio sináptico serán inactiva-
Tirosina Tirosina
(AA)
Tirosina
hidroxilasa
L-DOPA
Aminoácido aromático
descarboxilasa
Dopamina
DA NA
Noradrenalina ADR
Neurona postsináptica
Figura 18. Síntesis de las catecolaminas. AA: aminoácido; ADR: adrenalina; DA: dopamina; NA: noradre-
nalina.
das por degradación enzimática, por medio de una enzima presente en el espacio sináptico, la
catecol-orto-metil-transferasa (Fig. 19).
Existen tres sistemas dopaminérgicos principales en el SNC (Fig. 20): el sistema negroestriado, el
mesolímbico y el mesocortical (estos dos últimos pueden agruparse en un único sistema meso-
corticolímbico). El sistema negroestriado está formado por neuronas dopaminérgicas que tienen
sus somas en la sustancia negra y ascienden para inervar al neoestriado: los núcleos caudado y
putamen. Esta vía desempeña un papel crucial en el control motor. En la enfermedad de Parkin-
son, degeneran las neuronas de la vía negroestriada, lo cual da lugar a los síntomas motores que
caracterizan este trastorno (temblores, rigidez muscular y dificultades para iniciar los movimien-
tos voluntarios). Comúnmente, esta enfermedad se trata administrando levodopa, el precursor
de la dopamina.
Los sistemas mesolímbico y mesocortical tienen su origen en otro núcleo del mesencéfalo, el área
tegmental ventral. Los axones de la vía mesolímbica proyectan a regiones del sistema límbico,
como la amígdala, el núcleo accumbens y el hipocampo, mientras que los de la vía mesocortical
Mitocondria
DA
MAO
NA
DA,NA
COMT
Metabolitos DA,NA
Orina
Célula postsináptica
Figura 19. Inactivación de las catecolaminas. COMT: catecol-orto-metil transferasa; DA: dopamina; MAO:
monoamino oxidasa; NA: noradrenalina.
Se han identificado al menos cinco tipos de receptores dopaminérgicos, todos ellos metabotró-
picos. Los más corrientes son los receptores D1 y D2. Los D1 parecen ser postsinápticos, y activan
la adenilciclasa; los D2 pueden ser postsinápticos y presinápticos, e inhiben la adenilciclasa. Los
receptores D3 y D4 son semejantes a los D2, mientras que los D5 se parecen a los D1.
Sistema dopaminérgico
Estriado
Lóbulo frontal
Sustancia negra
Vía negroestriada
Vía mesocorticolímbica
Figura 20. Sección esquemática sagital medial de un encéfalo humano, que muestra las localizaciones de
los grupos más importantes de neuronas dopaminérgicas y la distribución de sus axones y botones termi-
nales.
Sistema noradrenérgico
Tálamo
Neocórtex
Hipotálamo
Lóbulo temporal
Cerebelo
Locus coeruleus
A la médula espinal
Figura 21. Sección esquemática sagital medial de un encéfalo humano, que muestra las localizaciones de los
grupos más importantes de neuronas noradrenérgicas y la distribución de sus axones y botones terminales.
La noradrenalina ejerce sus efectos actuando sobre dos tipos de receptores, los D-adrenérgicos
y los E-adrenérgicos, receptores que también reconocen a la adrenalina. Cada uno de ellos se
divide en diferentes subtipos, todos ellos metabotrópicos, y pueden producir tanto efectos exci-
tatorios como inhibitorios.
2.5.2.2 Serotonina
La serotonina, también llamada 5-hidroxitriptamina (5-HT), se libera desde neuronas que se ori-
ginan en los núcleos del rafe, situados en la región medial del tronco del encéfalo, y sus fibras
inervan amplias áreas cerebrales (Fig. 22). Es una monoamina con efectos conductuales comple-
jos. Interviene en muchas funciones importantes del SNC, como la regulación de los estados de
ánimo, el control de la ingesta, la regulación de los estados de sueño y vigilia, y la regulación del
dolor. En este sentido, los niveles bajos de serotonina se asocian a un estado de ánimo depri-
mido y un aumento de la irritabilidad y la agresividad, alteraciones en el sueño, aumento de la
ingesta (sobre todo de carbohidratos), y aumento de la percepción del dolor.
Neocórtex
Tálamo
Hipotálamo
Al cerebelo
Lóbulo temporal
A la médula espinal
Figura 22. Sección esquemática sagital medial de un encéfalo humano, que muestra las localizaciones de los
grupos más importantes de neuronas serotonérgicas y la distribución de sus axones y botones terminales.
La serotonina se sintetiza a partir del aminoácido esencial triptófano, que se obtiene exclusiva-
mente a partir de la dieta. En las neuronas serotonérgicas, la enzima triptófano hidroxilasa con-
vierte al triptófano en 5-hidroxitriptófano. Éste, a su vez, da lugar a 5-hidroxitriptamina (seroto-
nina), en una reacción química catalizada por la enzima aminoácido aromático descarboxilasa.
La inactivación de serotonina tiene lugar por recaptación y posterior degradación por la MAO en
el interior del botón terminal. Se han identificado al menos siete receptores de serotonina (5-HT1
a 5-HT7, todos ellos metabotrópicos, a excepción del 5-HT3, que es ionotrópico.
2.5.2.3. Histamina
La histamina se sintetiza a partir del aminoácido histidina, en una reacción catalizada por
la histidina descarboxilasa. No se ha identificado ningún transportador para la histamina, por lo
que este neurotransmisor parece inactivarse por degradación enzimática. Se han identificado
tres receptores de histamina, todos ellos metabotrópicos. Debido a la importancia de los recep-
tores histaminérgicos en la mediación de las respuestas alérgicas, se han desarrollado muchos
antagonistas de receptores histaminérgicos como agentes antihistamínicos. Los antihistamíni-
cos que atraviesan la barrera hematoencefálica no sólo bloquean a los receptores periféricos de
la histamina, sino también a los situados en el SNC, por lo que producen somnolencia.
Muchos fármacos y drogas de abuso ejercen sus efectos afectando a las sinapsis monoaminér-
gicas. Los inhibidores de la MAO (IMAOs) son fármacos antidepresivos que actúan inhibiéndola,
por lo que evitan que esta enzima degrade a las monoaminas que están libres en el citosol,
cuando éstas son recaptadas. Esto da lugar a un aumento de la transmisión sináptica monoami-
nérgica. Los antidepresivos tricíclicos ejercen sus efectos inhibiendo la recaptación de catecola-
minas y de serotonina, por lo que estos neurotransmisores se acumulan en el espacio sináptico y
dan lugar a un aumento de la transmisión sináptica. Los inhibidores selectivos de la recaptación
de serotonina, como la fluoxetina (Prozac®), actúan de forma similar, pero inhiben exclusivamen-
te la recaptación de serotonina. Estos últimos fármacos no sólo son útiles como antidepresivos,
sino también para el tratamiento de diversos trastornos de ansiedad y el trastorno obsesivocom-
pulsivo.
Las sinapsis monoaminérgicas también son el lugar de acción de los fármacos antipsicóticos
(o neurolépticos). Los antipsicóticos clásicos, como la clorpromazina o el haloperidol, disminu-
yen los síntomas psicóticos, bloqueando los receptores dopaminérgicos D2. Estos fármacos a
menudo producen alteraciones motoras semejantes a las del Parkinson, como temblores o rigi-
dez. Los antipsicóticos atípicos, que han sido desarrollados más recientemente y parecen tener
menos efectos secundarios motores, no sólo bloquean los receptores D2, sino también los
receptores serotonérgicos 5-HT2A.
Muchas drogas estimulantes también ejercen sus efectos afectando a la transmisión sináptica
monoaminérgica. En este sentido, la anfetamina aumenta la liberación de dopamina y noradre-
nalina, e inhibe su recaptación. La anfetamina parece producir estos efectos haciendo que los
transportadores de estos neurotransmisores funcionen al revés, expulsando a la dopamina y la
noradrenalina al espacio sináptico. La cocaína ejerce sus efectos inhibiendo la recaptación de
catecolaminas, especialmente de dopamina. El MDMA (éxtasis) es un derivado de la anfetamina
que aumenta la liberación de serotonina y dopamina, y en menor medida disminuye su recapta-
ción. El LSD (dietilamida del ácido lisérgico) es un alucinógeno que produce sus efectos actuan-
do como agonista de los receptores 5-HT2A.
2.5.3. Aminoácidos
Algunas neuronas secretan aminoácidos simples como neurotransmisores. Como todas las célu-
las utilizan aminoácidos para la síntesis de proteínas, es difícil determinar que un aminoácido en
concreto actúa como neurotransmisor. Existen cuatro aminoácidos para los que se ha demostra-
do claramente su papel como neurotransmisor: glutamato (o ácido glutámico), aspartato
(o ácido aspártico), GABA (o ácido gamma aminobutírico) y glicina. Los dos primeros tienen
efectos postsinápticos excitatorios, y por ello se denominan aminoácidos excitatorios. Los dos
últimos tienen efectos inhibitorios, y forman el grupo de los aminoácidos inhibitorios.
Aunque dentro del grupo de los aminoácidos excitatorios se incluye tanto al glutamato como al
aspartato, este último parece ser mucho menos importante como neurotransmisor que el gluta-
mato, por lo que nos referiremos únicamente al glutamato. En todo caso, las características fun-
cionales del aspartato parecen ser las mismas que las del glutamato, por lo que la mayor parte
de lo que explicaremos para este neurotransmisor es aplicable al aspartato.
muchas sinapsis glutamatérgicas parecen ser capaces de producir potenciación a largo plazo, un
fenómeno considerado un modelo de aprendizaje y memoria a nivel sináptico, y que consiste
en una mejora muy duradera de la eficacia con que se transmite la información a través de una
sinapsis concreta. El glutamato también parece estar relacionado con la plasticidad durante el
desarrollo, por ejemplo en relación con la sinaptogénesis. Por otro lado, este neurotransmisor
tiene una acción excitotóxica, por lo que su liberación excesiva, o una inactivación deficiente,
pueden dar lugar a la activación excesiva de los receptores de este neurotransmisor y producir la
muerte de las neuronas postsinápticas. Esta potencial excitotoxicidad del glutamato podría estar
relacionada con muchos de los trastornos neurodegenerativos humanos. En este sentido, nume-
rosos datos parecen indicar que podría estar relacionada con los daños cerebrales asociados a la
isquemia/hipoxia, la hipoglucemia o la epilepsia.
Aunque se han identificado varios receptores metabotrópicos de glutamato, se sabe poco acerca
de sus funciones. Se conocen mucho mejor los tres tipos de receptores ionotrópicos de glutama-
to identificados: receptores NMDA, receptores AMPA y receptores kainato. Su nombre se debe
al agonista que activa específicamente a cada uno de ellos. Los receptores AMPA y kainato tie-
nen características muy parecidas, diferentes al receptor NMDA, por lo que a menudo se agru-
pan como receptores noNMDA. De todos los receptores de glutamato, los más abundantes son
los AMPA. Tanto estos receptores como los kainato son canales catiónicos no selectivos, similares
al receptor nicotínico de la ACh, que permiten el paso de Na+ y de K+, por lo que producen res-
puestas postsinápticas excitatorias.
Los receptores NMDA también son excitatorios, pero tienen características especiales. Al igual
que los noNMDA, son canales catiónicos, pero, además de ser permeables a Na+ y K+, permiten
el paso de Ca2+. Otra característica especial, y muy importante, de los receptores NMDA es que
son canales controlados por ligando y por voltaje. Es decir, para que se produzca la respuesta
postsináptica asociada a estos receptores no es suficiente con que el glutamato se una a su lugar
receptor; además, la membrana debe estar parcialmente despolarizada. La razón de esto es que
en el interior del canal existe un lugar de unión para iones de magnesio (Mg2+). En condiciones
normales, cuando la membrana está en potencial de reposo, un ión de Mg2+ es atraído hacia su
lugar de unión y bloquea el canal NMDA. Si una molécula de glutamato se une a su lugar recep-
tor, el canal se abre, pero los iones de sodio, potasio y calcio no podrán atravesar la membrana
porque el magnesio bloquea el canal. Sin embargo, si la membrana postsináptica se despolariza
parcialmente, el ión de magnesio se desliga de su lugar de unión, con lo que los iones de sodio y
calcio ya podrán fluir hacia el interior de la célula, y se producirá la respuesta postsináptica.
Los iones de Ca2+ que atraviesan la membrana a través del canal NMDA contribuyen, junto con
el Na+, al potencial excitatorio postsináptico producido por la activación de receptores NMDA.
Pero el calcio que entra en la célula postsináptica es sobre todo importante debido a que actúa
como un segundo mensajero, activando diferentes enzimas que afectan profundamente a las
propiedades bioquímicas y estructurales de la célula. Un resultado importante es la inducción de
cambios plásticos en la sinapsis, como la potenciación a largo plazo mencionada más arriba.
Además de su lugar de unión para el glutamato, el receptor NMDA tiene al menos otros cinco
lugares de unión para otras sustancias, tres localizados en el exterior del receptor y dos localiza-
dos en el interior del canal (Fig. 23). El alcohol también parece ser capaz de unirse a algún lugar
de este receptor, actuando como neuromodulador negativo. Aunque el glutamato es el neuro-
transmisor que activa este receptor, por sí mismo no puede abrir el canal. Para que esto ocurra,
una molécula de glicina (un aminoácido) debe unirse al lugar de unión de glicina.
2.5.3.2.1. GABA
El GABA es el principal neurotransmisor inhibitorio del SNC. Además de su importante función
inhibitoria, el GABA está relacionado con los estados de ansiedad, con los efectos sedantes de
los anestésicos generales y con la epilepsia. Este neurotransmisor se sintetiza a partir del glu-
tamato, por la acción de la enzima glutamato descarboxilasa. Su inactivación tiene lugar por
recaptación, por medio de transportadores de alta afinidad situados en la membrana de la neu-
rona presináptica y de las células gliales vecinas.
Se han identificado tres tipos de receptores gabérgicos, llamados GABAA, GABAB y GABAC, este
último de descubrimiento más reciente, y todavía poco conocido. Los receptores GABAA y GA-
BAC son ionotrópicos, mientras que el GABAB es metabotrópico. El canal del receptor GABAA
es permeable al cloro, por lo que tiene un efecto inhibidor sobre la neurona postsináptica. Al
igual que otros receptores ionotrópicos, los receptores GABAA son pentámeros formados a partir
de una combinación de cinco subunidades. Como resultado de la diversidad de subunidades,
la función de los receptores GABAA difiere ampliamente entre los diferentes tipos neuronales.
Al igual que los receptores NMDA, los receptores GABAA tienen diferentes lugares de unión,
además del lugar al que se une el GABA (Fig. 24). Uno de ellos reconoce a las benzodiacepinas,
entre las que se encuentra el diacepam (Valium®). Estos fármacos tienen efectos ansiolíticos,
por lo que se utilizan en el tratamiento de los trastornos de ansiedad. También se utilizan para
promover el sueño, reducir la actividad convulsiva y producir relajación muscular. Ejercen su ac-
ción actuando como neuromoduladores positivos del GABA sobre este receptor y, por tanto,
potenciando el efecto inhibidor de este neurotransmisor. Otros fármacos que ejercen sus efectos
de forma similar, aunque uniéndose a un lugar diferente del receptor, son los barbitúricos, como
el fenobarbital y el pentobarbital. Estos fármacos son hipnóticos, y se utilizan como anestésicos
generales o, en el caso del fenobarbital, para controlar la epilepsia. El alcohol también ejerce en
parte sus efectos depresores actuando como neuromodulador positivo del receptor GABAA.
Los receptores GABAB también son inhibidores, pero dan lugar a la apertura de canales de pota-
sio. Pueden ser presinápticos, y están relacionados con la inhibición presináptica.
Canal de calcio
Glutamato Zn2+
Poliaminas
Glicina
+ +
– –
Mg2+
Fenciclidina
Figura 23. Modelo esquemático de receptor NMDA, con sus lugares de unión. El Mg2+, el Zn2+ y la fenciclidi-
na (PCP, una droga alucinógena) actúan como antagonistas no competitivos (bloquean la respuesta asocia-
da a este receptor y ocupan un lugar diferente al que ocupa el neurotransmisor). La glicina actúa como un
coagonista del glutamato (es necesaria para que el glutamato pueda abrir el canal). Las poliaminas actúan
como neuromodulares positivos (aumentan la respuesta producida por el glutamato).
2.5.3.2.2. Glicina
Mientras que el GABA se encuentra distribuido por todo el SNC, la glicina es más abundante
en la médula espinal. En esta región, la glicina es el principal neurotransmisor inhibitorio. Este
aminoácido se sintetiza a partir de la serina, y se inactiva por recaptación desde la neurona pre-
sináptica.
La glicina tiene dos tipos de receptores. Uno de ellos es un receptor sensible a la estricnina, que
es ionotrópico y se encuentra localizado principalmente en la médula espinal. Está acoplado a
un canal de cloro, por lo que su activación tiene un efecto inhibitorio. La estricnina es un alcaloi-
de que actúa como antagonista de este receptor, y que incluso en dosis bajas causa convulsiones
y muerte. El otro receptor de la glicina se encuentra situado en el receptor NMDA. Cuando la
glicina se une a él no actúa como neurotransmisor, sino como neuromodulador positivo del
glutamato, por lo que aumenta el efecto excitador de este neurotransmisor. Este receptor se
encuentra situado principalmente en el prosencéfalo.
GABA
Canal de cloro
Picrotoxinas
Esteroides neuroactivos
Benzodiacepinas
Barbitúricos
+ +
– –
Figura 24. Modelo esquemático de receptor GABAA, con sus lugares de unión. Las benzodiacepinas, los
barbitúricos y los esteroides neuroactivos actúan como neuromoduladores positivos del GABA (aumentan el
efecto inhibitorio de este neurotransmisor). Las picrotoxinas actúan como un neuromodulador negativo del
GABA (disminuyen el efecto inhibidor del GABA).
2.5.4. Neuropéptidos
Los péptidos consisten en dos o más aminoácidos unidos por enlaces peptídicos. Muchos pép-
tidos conocidos por su función hormonal también pueden actuar como neurotransmisores o
neuromoduladores. Estos péptidos que se liberan desde neuronas se denominan neuropéptidos.
Todos los péptidos se sintetizan en el soma, por la fragmentación de cadenas polipeptídicas
precursoras llamadas prepropéptidos (o preproproteínas), las cuales a su vez se sintetizan en los
ribosomas del retículo endoplasmático rugoso a partir de la información genética (Fig. 25). Una
vez sintetizado, el prepropéptido pierde una pequeña parte de la molécula (la secuencia que
indica que el polipéptido va a ser secretado), convirtiéndose en propéptido, y pasa al aparato
de Golgi, en donde sufre una primera escisión. El aparato de Golgi selecciona los fragmentos
adecuados y los empaqueta en el interior de vesículas. Los estadios finales del procesamiento de
los neuropéptidos tienen lugar en el interior de las vesículas, durante su transporte a lo largo del
axón hasta el botón terminal.
Los neuropéptidos tienen algunas características especiales que les diferencian de los neuro-
transmisores clásicos (los que hemos descrito hasta ahora): 1) se sintetizan en el soma, y no en
el botón terminal; 2) tienen un mayor tamaño molecular, ya que están formados por la unión de
varios aminoácidos; 3) su inactivación es lenta, por degradación enzimática a partir de peptida-
sas que no son específicas de un determinado neuropéptido; 4) son más potentes que los neuro-
transmisores clásicos (son efectivos en menores concentraciones, y sus efectos son más durade-
ros); 5) se encuentran en concentraciones cerebrales menores que las de los neurotransmisores
clásicos; y 6) a menudo actúan como cotransmisores, es decir, coexisten en el mismo botón
terminal con algún neurotransmisor clásico y pueden ser liberados junto con el neurotransmisor
clásico, actuando normalmente en estos casos como neuromoduladores.
Una de las familias más importantes de neuropéptidos son los opioides endógenos (endógeno
significa ‘producido desde dentro’; opioide significa ‘semejante al opio’). A mediados de la década
de los setenta, se descubrieron los receptores cerebrales a los que se unían los opiáceos (como la
morfina o la heroína) para ejercer sus efectos analgésicos y euforizantes. Poco después, se descu-
brieron los ligandos naturales de estos receptores opioides, a los que llamaron encefalinas. En la
actualidad se conocen más de 20 péptidos opioides agrupados en tres familias: encefalinas, endor-
finas y dinorfinas. Todos los péptidos opioides se forman a partir de tres prepropéptidos inactivos
(preproopiomelanocortina, preproencefalina A y preprodinorfina), derivados de distintos genes.
Los opioides endógenos están ampliamente distribuidos por todo el encéfalo. En general tien-
den a tener efectos depresores. Se conocen tres tipos de receptores opioides: μ (mu), G (delta) y
N (kappa), todos ellos metabotrópicos. Los receptores μ parecen ser responsables de los efectos
analgésicos y reforzantes de los opiáceos. Este último efecto explica por qué se abusa a menu-
do de los opiáceos. Además de su implicación en la analgesia y el refuerzo (‘recompensa’), los
opioides endógenos también están relacionados con la regulación del estrés y las respuestas
emocionales.
Muchos opiáceos sintéticos se emplean clínicamente como analgésicos, para la reducción del
dolor. También se han desarrollado varios antagonistas de los receptores opioides. Uno de ellos,
la naloxona, se utiliza en clínica para invertir la intoxicación por opiáceos.
Existen algunas moléculas que actúan como neurotransmisores, pero tienen algunas caracterís-
ticas muy especiales. Al igual que los neurotransmisores convencionales, se utilizan para enviar
señales desde una neurona a otra célula, y su liberación es dependiente de calcio. Sin embargo,
no se almacenan en vesículas sinápticas, ni se liberan desde los botones terminales por exocito-
sis. Además, a menudo se asocian con señalización ‘retrógrada’ desde las células postsinápticas
hacia las terminaciones presinápticas.
Ribosoma
Aparato de Golgi
Gránulo secretor
1 3
Núcleo 2 4
El NO es una molécula gaseosa, de pequeño tamaño, que al igual que el oxígeno o el CO2 puede
atravesar libremente las membranas celulares, por difusión simple. Esto le permite actuar como
mensajero intercelular. Su vida media es de unos pocos segundos, de manera que sólo puede llevar
señales a células muy cercanas. El NO se sintetiza por acción de la enzima óxido nítrico sintasa, que
convierte al aminoácido arginina en un metabolito (citrulina) y simultáneamente genera NO. En el
SN, la óxido nítrico sintasa está regulada por la unión del Ca2+ a la proteína calmodulina, de forma
que únicamente se sintetiza NO cuando se produce un aumento de calcio intracelular.
El NO no activa receptores de membrana. Entra en las células vecinas y allí activa la enzima
responsable de la síntesis de un segundo mensajero, el guanosín monofosfato cíclico. Gene-
ralmente, el NO está asociado a las sinapsis glutamatérgicas, en donde se sintetiza en la célula
postsináptica en respuesta a la entrada de Ca2+ a través de los canales del receptor NMDA. En
estas sinapsis, el NO podría estar relacionado con ciertas formas de plasticidad sináptica, como
la potenciación a largo plazo. Además, se ha propuesto que podría estar implicado en algunas
enfermedades neurodegenerativas.
2.5.5.2. Endocannabinoides
Los endocannabinoides son los ligandos endógenos de los receptores responsables de los efec-
tos fisiológicos del ingrediente activo de la marihuana, el tetrahidrocannabinol (THC). Se cono-
cen dos receptores de cannabinoides, el CB1 y el CB2, ambos metabotrópicos. Los receptores
CB1 se encuentran en diferentes regiones encefálicas, sobre todo prosencefálicas, y parecen ser
responsables de los efectos centrales de los cannabinoides. En cambio, los receptores CB2 se
encuentran fuera del SNC, especialmente en células del sistema inmunitario. El THC produce
analgesia y sedación, estimula el apetito, reduce las náuseas causadas por la quimioterapia,
alivia los ataques de asma y por sus efectos antiinflamatorios puede tener efectos beneficiosos
en el tratamiento de la esclerosis múltiple. Por otro lado, afecta a la concentración y la memoria,
produce alteraciones perceptivas auditivas y visuales, y altera la percepción del paso del tiempo.
Se conocen dos endocannabinoides, la anandamida y el 2-araquidonil glicerol. Ambos se sinteti-
zan en las neuronas postsinápticas, a partir de la degradación enzimática de lípidos de membra-
na, y en el momento en que se necesitan, sin almacenarse en vesículas sinápticas. La síntesis se
produce en respuesta a una señal de un segundo mensajero (generalmente Ca2+). Los endocan-
nabinoides parecen salir de la neurona por difusión simple, y pueden así alcanzar los receptores
de cannabinoides situados en otras células cercanas. Los endocannabinoides finalizan su acción
al ser transportados, mediante transportadores, de nuevo al interior de la neurona postsináptica.
Allí se degradan enzimáticamente.
Los receptores CB1 se encuentran en los botones terminales de neuronas que liberan GABA,
glutamato, dopamina, noradrenalina o serotonina, en donde actúan como heterorreceptores
presinápticos, regulando (generalmente reduciendo) la liberación del neurotransmisor. Los re-
ceptores CB1 parecen participar en las propiedades reforzantes y adictivas de las drogas, por lo
que su activación mediante cannabinoides podría favorecer la adicción a otras drogas. Los efec-
tos analgésicos de los cannabinoides parecen estar relacionados con la activación de receptores
periféricos CB1.
2.5.5.3. Purinas
Dentro de este grupo de sustancias que pueden actuar como neurotransmisores se incluyen di-
ferentes compuestos que contienen una molécula de azúcar (la ribosa) y una base nitrogenada
(la purina). Uno de estos compuestos, el adenosín trifosfato (ATP), se encuentra en el interior de
todas las vesículas sinápticas y se libera junto con el neurotransmisor, lo cual plantea la posibili-
dad de que el ATP actúe como cotransmisor. Además, se ha comprobado que algunas neuronas,
tanto del SNP como del central, utilizan ATP como neurotransmisor excitador.
Otras purinas, como el adenosín monofosfato o la adenosina, también parecen tener una fun-
ción transmisora en el SNC, pero no pueden considerarse neurotransmisores clásicos, ya que no
se almacenan en el interior de vesículas sinápticas, ni se liberan de una forma dependiente de
calcio. Se forman a partir del ATP, por la acción de enzimas extracelulares, cuando éste se libera
al espacio sináptico.
La organización del SN es compleja y por ello es conveniente que, antes de empezar su descrip-
ción, se aprenda cómo orientarse en él y a situar la localización de una estructura tanto en térmi-
nos absolutos como relativos, es decir, en relación con las otras estructuras del SN.
El SN se organiza a lo largo de dos ejes: rostrocaudal y dorsoventral (Fig. 26). El eje rostrocaudal
se corresponde con el neuroeje, una línea imaginaria que va desde la parte más frontal del cere-
bro al final de la médula espinal. El eje dorsoventral se organiza perpendicularmente al eje ros-
trocaudal. Dorsal hace referencia a la superficie de la espalda y ventral significa hacia el pecho.
En los humanos, y debido a nuestra naturaleza bípeda, estas direcciones son un poco más com-
Dorsal
Rostral Caudal
Dorsal o
Ventral superior
Rostral Rostral
Ventral
o inferior
Ventral Dorsal
Ventral Dorsal
(anterior) (posterior)
Caudal
Caudal
plicadas, ya que el neuroeje presenta una curva en las cervicales, de manera que la cabeza hace
un ángulo con la espalda. De todos modos, las descripciones anatómicas se realizan sin consi-
derar este ángulo (Fig. 26). También podemos considerar los términos medial y lateral. Medial
significa hacia la línea media del cuerpo y lateral hacia la superficie lateral del cuerpo (Fig. 27).
Otros términos útiles son ipsilateral y contralateral. Ipisilateral hace referencia al mismo lado del
cuerpo y contralateral a estructuras del lado contrario del cuerpo. Por ejemplo, las vías ipsilatera-
les conectan estructuras que se encuentran en la misma mitad, derecha o izquierda, del cuerpo;
dos estructuras contralaterales se encuentran en mitades diferentes del cuerpo (Fig. 28).
medial
lateral lateral
lateral
medial
ipsilateral
contralateral
Para poder observar la mayoría de estructuras del SN es necesario hacer secciones de él. En la
figura 29 se muestra las diferentes secciones que se pueden realizar y que proporcionan una
visión bidimensional del SN.
El SN de los vertebrados está formado por el SNC y el SNP. El SNC consta del encéfalo y la
médula espinal, que se encuentran en el interior del cráneo y de la columna vertebral, respec-
tivamente (Fig. 30). El SNP está formado por los nervios que conectan el encéfalo y la médula
Plano transversal
(sección frontal)
Plano horizontal
Plano sagital
Ventral
Dorsal
Rostral
Caudal
Ventral
Plano transversal
(sección transversal)
Dorsal
Rostral Caudal
Ventral
Corteza
cerebral Cerebro
Cerebelo
Sistema
Tronco
nervioso
encefálico
central
Médula espinal
Sistema
nervioso
periférico
Figura 30. Principales componentes del sistema nervioso: sistema nervioso central y sistema nervioso peri-
férico.
con estructuras periféricas y por los ganglios periféricos. En la tabla se muestran las principales
divisiones y estructuras del SNC.
Al ser el tejido cerebral muy delicado, consta de diferentes sistemas para asegurar su protección.
Ya hemos mencionado que el SNC (encéfalo y médula espinal) está protegido por una cubierta
ósea, el cráneo y la columna vertebral. Pero, además, existen otros sistemas de protección: el
SNC está cubierto por tres membranas, las meninges, y flota en un líquido, el líquido cefalorra-
quídeo (LCR).
En la figura 31 se pueden observar las meninges, un conjunto de tres membranas de tejido co-
nectivo que cubren todo el SNC. La capa más externa, la duramadre, es la más dura y gruesa y
se encuentra adherida a la superficie interna del cráneo. Se considera que consta de dos capas
que normalmente están unidas, pero que en algunas localizaciones se separan, formando los se-
Telencéfalo
(hemisferios cerebrales)
Prosencéfalo
Diencéfalo
(tálamo e hipotálamo)
Encéfalo
Mesencéfalo
SNC
Metencéfalo
Tronco del encéfalo (protuberancia
y cerebelo)
Mielencéfalo
(bulbo raquídeo)
nos. Debajo de la duramadre se encuentra la capa intermedia, la aracnoides, que es más blanda
y esponjosa. El término aracnoides hace referencia a la apariencia de tela de araña de las trabé-
culas aracnoideas que sobresalen de ella, y que se extienden hasta la membrana más interna, la
piamadre. La piamadre se encuentra unida a la médula espinal y al encéfalo recubriendo cada
surco y fisura de su superficie. Entre la piamadre y la aracnoides se encuentra el espacio subarac-
noideo, que está lleno de LCR.
Duramadre Aracnoides
Piamadre